Ejercicios sobre vegetación española 1.- Observa la distribución de las especies vegetales representadas en los siguiente mapas y responde a las cuestiones: a).- Explica qué relación existe entre la latitud, la altitud y el tipo de roquedo con cada una de las tres especies. b).- Explica qué tipo de formación vegetal originan estas especies y cuáles son sus formas básicas de aprovechamiento económico. c).- Relaciona estas formaciones vegetales con los principales dominios climáticos peninsulares. 2.- Observa detenidamente la cliserie siguiente y responde a las cuestiones: 1.- Describe y explica las causas de la catena o escalonamiento de las diversas especies vegetales en altura. 2.- Aunque en esta cliserie no se muestra, ¿puede variar el escalonamiento en altura de los pisos vegetales en función de las vertientes norte y sur? ¿De qué manera? 3.- En función de las diversas especies vegetales que aparecen, intenta explicar cuál puede ser la cordillera representada en esta cliserie. 4.- ¿Se te ocurre alguna razón el escaso desarrollo del hayedo en esta cordillera? RESPUESTAS 1.- Observa la distribución de las especies vegetales representadas en los siguiente mapas y responde a las cuestiones: a).- Explica qué relación existe entre la latitud, la altitud y el tipo de roquedo con cada una de las tres especies. El roble es una especie vegetal que no soporta veranos calurosos, por lo que en nuestro territorio tiene que situarse en latitudes septentrionales, propias de un clima (el oceánico) caracterizado por sus veranos suaves; por otro lado, no tolera bien el frío, lo que lo obliga a mantenerse en alturas bajas (en general, hasta los 600 m.), propias del piso basal de los sistemas montañosos. Y en cuanto al tipo de roquedo, prefiere los suelos silíceos. Todo ello explica que el área de distribución de esta especie vegetal, el roble carvallo (Quercus Robur), se extienda por la cornisa cantábrica y el oeste de Galicia. No obstante, y en virtud de lo dicho, la observación detenida del mapa prueba que en él no aparece solo la distribución de una especie de roble, sino también la del roble rebollo o melojo (Quercus Pyrenaica), que se extiende por un área más extensa y variada pero de latitudes más meridionales que la del anterior (Montes de León, vertiente meseteña de la Cordillera Cantábrica, sector noroccidental del Sistema Ibérico, Sistema Central y ciertas zonas de los Montes de Toledo e incluso de Sierra Morena); se trata de un área de transición hacia el clima mediterráneo en la que, para alcanzar la humedad suficiente y mitigar los rigores del verano, esta especie de roble marcescente asciende a alturas propias de vegetación de montaña baja o media (p. ej., entre los 1200 y 1700 m. en el Sistema Central), aprovechando siempre zonas que son de roquedo silíceo. El haya (Fagus Sylvatica) es una especie que tolera mal el calor y muy bien el frío y exige gran humedad. Por esa razón es un árbol que debe darse en latitudes septentrionales, donde el clima oceánico asegure las temperaturas suaves y la humedad abundante. Pero su alta tolerancia al frío la convierte en una especie típica del clima de montaña atlántica, que alcanza su punto óptimo entre los 1.000-1.700 metros de altura, desarrollándose con comodidad allí donde el roquedo es calizo, aunque también soporta el silíceo. Por todo ello, su área principal está en la Cordillera Cantábrica, Montes Vascos, los Pirineos y el NO del Sistema Ibérico, aunque también hay ejemplos, no representados en este mapa, en la cordillera prelitoral Costero Catalana y en el Sistema Central. El alcornoque (Quercus Suber) es un árbol termófilo que necesita inviernos suaves, cierta humedad (superior a 500 mm al año); por ello es un árbol que ha de desarrollarse en latitudes más meridionales que los anteriores, propias del clima mediterráneo, en zonas de baja altura y allí donde el roquedo es silíceo. Por todo ello se concentra fundamentalmente en el cuadrante suroccidental de la península, una zona que, abierta a los vientos y borrascas húmedos procedentes del Atlántico, recibe las precipitaciones necesarias: desde el tramo inferior del Duero hasta el Guadalquivir, aunque también hay sectores en el sur de Andalucía (de Cádiz a Málaga) y al NE de Cataluña. b).- Explica qué tipo de formación vegetal originan estas especies y cuáles son sus formas básicas de aprovechamiento económico. El roble es un árbol de 15 a 20 metros de altura, de tronco grueso y grandes ramas de hoja caduca (salvo en el caso del Quercus Pyrenaica, cuya hoja es marcescente). El haya es un árbol que alcanza hasta 30 metros de alto, con tronco grueso y liso, ramas de gran altura y hoja caduca. Ambas especies dan lugar a la formación de grandes bosques caducifolios, ya sea específicos (robledales o hayedos), ya mixtos (mezcla de ambas especies). En cualquier caso se trata de grandes masas forestales, en las que pueden aparecer secundariamente otras especies (castaño, fresno, tilo, olmo, avellano), con un sotobosque denso de helechos y musgos, y un ambiente sombrío. El roble es un árbol de crecimiento muy lento (su desarrollo tarda entre 150 y 300 años); su madera, dura, se usa para la construcción (vigas, parqués, traviesas de ferrocarril), para fabricar muebles, barcos y utensilios (toneles, carros...) y para carboneo. Pero la extraordinaria lentitud de su desarrollo causa que su rentabilidad económica sea problemática, lo que, a su vez, puede estar causando el retroceso de los robledales en nuestro país y su sustitución por otras especies más rentables, incluso foráneas (castaños, pinos, eucaliptos…). El haya, de crecimiento más rápido (entre 80 y 100 años), ofrece una madera que es menos dura que la de roble, pero de buena calidad, por lo que se emplea para la fabricación de muebles y utensilios. Tradicionalmente su fruto, el hayuco, se utilizaba para la alimentación del ganado y para la fabricación de aceites. De cualquier modo, la acción antrópica ha reducido fuertemente el área de los bosques caducifolios a lo largo del tiempo, ya sea por pérdida de sus usos tradicionales, por el mayor interés económico de otras especies, por quemas para la obtención de pastizales y tierras de cultivo, o por incendios, de forma que su extensión se ha visto ampliamente reducida o sustituida por otras especies. El alcornoque es un árbol de 8 a 10 metros de altura, con corteza formada por una gruesa capa de corcho y hoja perenne. Da lugar a la formación de bosques perennifolios, alcornocales, que suelen ser explotados de acuerdo con el sistema de la dehesa; consiste en aclarar el bosque y combinar el aprovechamiento del corcho que proporciona su con actividades agrícolas y ganaderas, que rotan cada cierto número de años: la explotación de los pastos que crecen entre los árboles y de su fruto, parecido a la bellota, para la cría de ganado bovino, ovino o porcino, y el cultivo de cereales en largas rotaciones con los pastos. El uso de su madera, muy dura, en tonelería y fabricación de barcos es testimonial. c).- Relaciona estas formaciones vegetales con los principales dominios climáticos peninsulares. Las condiciones biológicas de las especies arbóreas comentadas implica la existencia de una estrecha relación entre ellas y determinados dominios climáticos peninsulares. El roble carvallo se adapta especialmente al dominio climático oceánico costero, de precipitaciones abundantes (por encima de los 800 mm anuales) y regulares, y temperaturas suaves y de amplitud térmica escasa: veranos suaves (ningún mes por encima de los 22 ºC de media) e inviernos moderados (ningún mes por debajo de 6 ºC de media). El roble rebollo o melojo es más bien propio de zonas climáticas de montaña media del centro y el sur peninsular, con precipitaciones relativamente elevadas por la altura (por encima siempre de los 800 mm.), aunque con notable reducción en verano, que puede ser caluroso, e inviernos fríos. El haya encaja bien con las características del clima de montaña oceánica, con elevadas precipitaciones (por encima de los 1000 mm anuales), sin ningún mes seco y temperaturas medias anuales bajas (por debajo de los 10 ºC), veranos frescos (ningún mes por encima de los 22 ºC) e inviernos fríos (algún mes en torno a los 0 º C o por debajo). El alcornoque se desarrolla especialmente bien en las zonas de clima mediterráneo continentalizado con verano caluroso (algún mes por encima de los 22 ºC) e invierno moderado (mes más frío entre los 6 y los 10 ºC), y precipitaciones más abundantes que en el resto de la zona mediterránea (entre 500 y 800 mm.) por encontrarse en el sector occidental peninsular, gracias a la mayor frecuencia del paso de las borrascas atlánticas. Se trata fundamentalmente del subtipo de clima mediterráneo continentalizado de Extremadura e interior de Andalucía, aunque también pueda darse secundariamente en otras variedades. 2.- Observa detenidamente la cliserie siguiente y responde a las cuestiones: 1.- Describe y explica las causas de la catena o escalonamiento de las diversas especies vegetales en altura. La cliserie muestra el escalonamiento de la vegetación en función de la altura. Las causas del escalonamiento son las variaciones climáticas ocasionadas por el progresivo incremento de la altura. Las temperaturas disminuyen una media de 0,6° por cada 100 metros de ascenso y las precipitaciones se incrementan por el enfriamiento del aire. Ello determina un escalonamiento climático desde la base a la cima y, como consecuencia, un escalonamiento de la vegetación en pisos diferenciados en altura. El mayor o menor número de escalones depende de la mayor o menor altitud de la montaña, aunque también de la latitud a la que se encuentre ésta. En esta cliserie podemos distinguir los siguientes tipos de vegetación: Los bosques se extienden hasta los 2000 metros y van variando sus especies en función de la altura: ◦ Entre los 600 y los 1200 metros domina el encinar, formado por encinas (Quercus Ilex Rotundifolia), el árbol más característico y extendido del clima mediterráneo. Es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos. Tradicionalmente se aprovechaba la bellota para el ganado, y su madera, muy dura y resistente, para ruedas, carpintería exterior, utensilios y carbón, muy apreciado por su buena combustión y su alto poder calorífico. Hoy ha perdido buena parte de estos usos (salvo el marginal de la bellota en las dehesas para alimentar al cerdo ibérico durante la montanera). ◦ Entre los 1200 y los 1700 metros se encuentra el robledal, que no soporta veranos calurosos, no tiene demasiada tolerancia al frío y exige bastante humedad. Pero no se trata del roble carvallo (Quercus Robur), propio de un clima templado oceánico típico, sino del roble rebollo o melojo (Quercus Pyrenaica), más típico de los bosques de transición de zonas de montaña interiores de la península (montes de León, vertiente meseteña de la Cordillera Cantábrica, sector noroccidental del Sistema Ibérico, y Sistema Central, es decir, zonas de suelo eminentemente silíceo). Forma bosques con un conjunto de plantas acompañantes muy parecido al de los bosques de carvallos gallegos, pero entre las que empiezan a hacer su aparición las especies propias del encinar típico de la Iberia seca. Su madera, dura, se aprovechaba tradicionalmente para hacer carbón y útiles y actualmente para la construcción (vigas y parquet), muebles, traviesas de ferrocarril, barcos y leña. ◦ Por encima del robledal, a unos 1800 metros de altura, quedan algunos hayedos residuales. El haya (Fagus Sylvatica) tolera mal el calor y muy bien el frío, exige gran humedad y prefiere los suelos calcáreos. Su madera, dura y de buena calidad, se aprovechaba tradicionalmente para carboneo, celulosa o construcción; su fruto, el hayuco, servía para alimento del ganado y para extraer aceite. Actualmente la madera se emplea para muebles, utensilios y leña. ◦ Entre los 1800 y los 2000 metros dominan los pinares de pino albar o silvestre (Pinus Sylvestris), de gran porte, que tolera muy bien el frío. Su madera es la más apreciada de entre todas las especies de pinos y se aprovecha para el mueble y la construcción. También se utiliza la resina. El matorral y los prados se imponen por encima de los 2000 metros de altitud, donde el frío impide el crecimiento de los árboles. El matorral de altura estará formado por arbustos y matorrales espinosos y almohadillados (piornales); los jarales por jaras y los céspedes de las cumbres por vegetación herbácea. Su principal aprovechamiento es como pastos de diente para el ganado. 2.- Aunque en esta cliserie no se muestra, ¿puede variar el escalonamiento en altura de los pisos vegetales en función de las vertientes norte y sur? ¿De qué manera? El escalonamiento en altura de los pisos vegetales en una cordillera o montaña sí puede variar en función de la orientación norte (umbría) o sur (solana) de sus vertientes, debido a las diferencias de insolación y, por tanto, de temperatura y de humedad, entre una y otra. La variación se establece por el hecho de que la vertiente norte, la umbría, recibe menor insolación que la vertiente sur o solana, y de ello se deduce la existencia de temperaturas más bajas y humedad más alta en aquélla que en ésta. Las diferencias térmicas e higrométricas se plasmarán en el hecho de que en las solanas las especies vegetales propias de temperaturas más bajas siempre iniciarán su aparición a mayor altura, o que las especies más termófilas siempre escalarán mayores alturas que en las umbrías. Incluso puede producirse una sustitución de especies por otras más adaptadas a la sequedad: por ejemplo, en la Cordillera Cantábrica aparece el roble carvallo en la umbría hasta los 500 m., mientras que en la solana la especie de roble que aparece es el rebollo o melojo, propio de bosques de transición, y lo hace sólo por encima de los 700-800 m, porque desde la base hasta esa altura se extienden las encinas o carrascas. Por otro lado, no de forma general, sino sólo en algunos casos específicos, en aquellos en los que alguna vertiente de la montaña o cordillera sufre frecuentes ataques de vientos que soplan abundantemente en la misma dirección (vertiente de barlovento), mientras la otra se mantiene a espaldas de tales vientos (sotavento), también puede plasmarse una evidente disimetría entra ambas vertientes en lo tocante a la distribución de sus pisos vegetales; ello es porque la vertiente de barlovento, por el efecto Foëhn de lluvias orográficas, siempre recibirá más precipitaciones y será más húmeda que la de sotavento. Por supuesto, si la vertiente de barlovento coincide con la umbría, y la de sotavento con la solana, el efecto disimétrico en temperaturas y humedad y, por tanto, en cobertura vegetal entre ambas vertientes quedará muy potenciado. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, en la Cordillera Cantábrica. 3.- En función de las diversas especies vegetales que aparecen, intenta explicar cuál puede ser la cordillera representada en esta cliserie.Partiendo de la base de la existencia de formaciones vegetales de bosque perennifolio en ambas vertientes del piso por debajo de los 600 m podemos excluir la Cordillera Cantábrica, en la que, al menos en la vertiente norte aparecería un piso de roble carvallo (Quercus Robur) o, bien, el haya (Fagus Sylvática) tendría bastante más presencia. Por otro lado, observamos la inexistencia de coníferas propias del piso subalpino dentro de la montaña alpina pirenaica (del tipo de abeto -Abies Alba-, o del pino negro -Pinus Uncinata-), lo que nos lleva a pensar que no deba tratarse del Pirineo, donde tales especies deberían aparecer y donde, de cualquier modo, el haya debería alcanzar mayor extensión de la que aquí parece. Tampoco parece probable que pueda tratarse del Pirineo oriental, donde la encina integrante del bosque perennifolio basal no sería la Quercus Ilex Rotundifolia, sino más bien la subespecie catalano-balear, Quercus Ilex Ilex. Lo dicho nos lleva a pensar que debe tratarse de una cliserie representativa de alguna de las restantes cordilleras peninsulares que alcancen alturas en torno a los 2.500 metros aproximadamente. Nos quedan, pues, el Sistema Ibérico, el Sistema Central y la cordillera Penibética. Puede eliminarse el Sistema Ibérico, al menos claramente en su tercio septentrional, dado que allí el haya debería ocupar mayor extensión, y, por otro lado, el área de expansión del roble rebollo o melojo (Quercus Pyrenaica), presente en esta cliserie con abundancia, no coincide con el resto del Sistema Ibérico, donde tiende a desarrollarse más el quejigo (Quercus Faginea). La propia existencia de hayas en esta cliserie excluye también su pertenencia a sistemas montañosos meridionales de la Península (Sistemas Béticos), dado que las exigencias de temperatura y humedad de dicha especie arbórea no la hacen apta. En consecuencia, debemos concluir que, lo más probable, aunque no podamos hacerlo con absoluta certeza, es que esta cliserie represente la catena de pisos vegetales en altura de alguna de las sierras del Sistema Central. Todos los pisos vegetales de la cliserie tienen su presencia en dicha cordillera, salvo, en todo caso, el haya; pero la escasa presencia de esta especie en la cliserie parece abundar en la misma idea. 4.- ¿Se te ocurre alguna razón el escaso desarrollo del hayedo en esta cordillera? La escasa presencia del haya en esta cordillera, que ya hemos indicado que es el Sistema Central, puede explicarse, primero por la latitud ya relativamente meridional de esta cordillera, lo que tiende a elevar las temperaturas, y ello es contradictorio con las condiciones térmicas exigidas por dicha especie. Pero, sobre todo, su escasa presencia debe explicarse por el hecho de que el haya es una especie mejor adaptada a las condiciones de un roquedo calcáreo, mientras que el Sistema Central es, como sabemos, una unidad de relieve con roquedo silíceo.