Poder Judicial de la Nación PODER JUDICIAL DE LA NACION R.S. II T.213 f* 179/182 En la ciudad de La Plata a los 28 días del mes de abril del año dos mil once, reunidos en Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, toman en consideración el expte. N°° 16456/10, caratulado “R.J.L. c/Estado Nacional (Ministerio de Defensa - A.R.A.) s/Indemnización por despido”, Y CONSIDERANDO: LA JUEZA CALITRI DIJO: I. La Corte Suprema de Justicia de la Nación en su resolutorio (…) revocó la sentencia apelada y ordenó devolver la causa a esta Cámara a fin de que, por la Sala que corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo por ella decidido. II. Ante todo, cabe señalar que el señor J.L.R. inició demanda contra el Estado Nacional - Ministerio de Defensa- Armada Argentina a fin de obtener indemnización como consecuencia de la rescisión del contrato - despido indirecto- que oportunamente fuera suscripto con la demandada. Indicó que ingresó a la Armada Argentina el 1° de marzo de 1976 a fin de desempeñarse en el Servicio Naval de Investigación y Desarrollo, como técnico, con contrato de locación de obra, siendo en ese entonces un estudiante avanzado de la carrera de Ingeniería (...), y que dicho contrato fue renovado sucesivamente (incluso en el año 1979 en que cumplió el servicio militar), hasta junio de 1980 en que solicitó una licencia por once meses, reingresando el 1° de mayo de 1981, continuando con el régimen contractual, pero desde entonces bajo el denominado DIGIP (Régimen para el personal de investigación y desarrollo de las Fuerzas Armadas), regulado por el Decreto 4381/73. Precisó que dichos contratos tenían, al principio, una vigencia de cinco años, luego de tres y finalmente de doce meses y que fueron renovados, también, en forma sucesiva. Expresó que, dado la renovación de los contratos durante veintiún años, se había contrariado el artículo 17 del decreto citado, que establecía que “el ingreso de los agentes al Régimen se instrumentará mediante la celebración de un contrato de locación de servicios personales con el organismo respectivo” y el inciso “a” de la reglamentación de dicho artículo que dispone que “las renovaciones de los contratos de los agentes que se confirmen en el Régimen tendrán una duración máxima de cinco años”. En este orden, relató que en el mes de abril de 1998, por decisión unilateral, la empleadora decidió rescindir el contrato de locación de servicios que cuatro meses antes había sido suscripto, dando como sustento para justificar el distracto la reducción presupuestaria prevista en la Ley 24.938. Ante ello, indicó que su empleadora sostuvo que de conformidad con la normativa que regía la relación laboral, la misma estaba facultada para rescindir el contrato suscripto sin obligación de reparación alguna con fundamento en el mismo decreto 4381/73. Expresó que resultaba evidente que el Estado utilizaba esas contrataciones a plazo fijo sucesivamente renovadas para la obtención de personal continuo y, dentro de la ley 25.164, no existían respuestas respecto de la tutela para el trabajador contratado, frente al fraude de la Administración Pública de utilizar estas modalidades para obtener empleados de continuo, realizando tareas que podrían clasificarse como rutinarias en cada especialidad. Así, los contratados del Estado -pese a los años de relación laboral- no gozaban de la estabilidad, ni de protección frente al despido, ni de técnicas o instrumentos que hagan primar la relación real por sobre la ficción jurídica. Concluyó que si la ley 25.164 no se aplica al personal contratado y la Ley de Contrato de Trabajo en su artículo segundo excluye de su ámbito de aplicación a los dependientes de la administración pública, se produciría una virtual desprotección de esos trabajadores, violentando así el mandato constitucional de protección del trabajo en cualquiera de sus formas y que el principio protectorio conduce a la regulación de la LCT, en la que se da respuesta a los distintos conflictos que pudieran plantearse entre el contratado y la Administración Pública. Por último, refirió que su parte invocaba el Derecho Laboral y la demandada el Derecho Público, pero que en cualquiera de las dos situaciones lo que aquí se reclama es viable toda vez que, ya sea que se rija por unas u otras disposiciones, la recisión unilateral del contrato sin las compensaciones de rigor es arbitraria e inconstitucional. Cabe señalar que (…) el actor amplió demanda solicitando indemnización por daño moral. III. Por su parte, el apoderado del Estado Nacional- Estado Mayor General de la Armada contestó demanda(…), afirmando que el señor J.L.R. había iniciado su relación contractual con la demandada el día 1° de mayo de 1981, cumpliendo tareas en el Servicio Naval de Investigación y Desarrollo bajo el Régimen DIGID (decreto n° 4381/73), por lo que resultaba ajeno al tema la aplicación de la Ley de Contrato de Trabajo, toda vez que la relación funcional con el actor se había ceñido estrictamente a un vínculo de empleo público y que, en tal sentido, no había existido fraude al vínculo laboral invocado desde que la celebración de los sucesivos contratos fue -precisamente- la mecánica instrumentada para establecer la relación laboral por el régimen específico, y que no cabía sino hacer una rigurosa aplicación administrativa de dicho régimen, porque excedía ampliamente las facultades de la propia Administración determinar o expedirse respecto de la constitucionalidad o inconstitucionalidad del mismo, debiendo limitarse a su cumplimiento. Poder Judicial de la Nación Así, indicó que la extinción de empleo público que se operó mediante Disposición DIAP n° 71/98 “P” no había generado en beneficio del señor R. derecho indemnizatorio alguno. Por otra parte, citó dictámenes de la Procuración del Tesoro de la Nación en los que se sostuvo que el voluntario sometimiento a un régimen jurídico sin reservas expresas, comporta un inequívoco acatamiento que determina la improcedencia de su ulterior impugnación, aún con base constitucional. Concluyó en que su parte había ejercido las facultades que le habían sido conferidas, de conformidad con la normativa aplicable, y por tanto, nada podía reprochársele en tal sentido. IV. La sentencia de primera instancia (…) rechazó la demanda deducida e impuso las costas a la accionante vencida. Para así decidir, el juez a quo citó jurisprudencia de la CSJN, al entender que era clara la doctrina de dicho tribunal en el sentido de negar la posibilidad de que el personal contratado pudiere adquirir el derecho a la estabilidad por el transcurso del tiempo, exigiendo un acto expreso que incorpore al agente a la planta permanente. Por otra parte, en cuanto a la naturaleza de las tareas llevadas a cabo por el personal temporario, ante una eventual coincidencia con las tareas prestadas por personal permanente, citó jurisprudencia en el sentido de que dicha circunstancia no es apta para enervar el carácter de la designación o es inidónea para modificar la situación de revista y equiparar al empleado a los agentes designados en planta permanente del poder administrador. Además, fundamentó su decisión en el hecho de que era improcedente la impugnación ulterior, si el actor se había sometido voluntariamente, sin reservas, a un régimen jurídico específico como el de autos. Finalmente, se refirió a las facultades discrecionales de la Administración para cancelar la designación de personal carente de estabilidad en el empleo público, por razones de oportunidad, mérito o conveniencia. En tal sentido, no entendía que se hubieran demostrado causales que permitan visualizar la existencia de un obrar irrazonable, discriminatorio o arbitrario por parte de la Armada Argentina al prescindir del agente transitorio y que, contrariamente, puede aceptarse que el distracto cuestionado obedeció a la realidad propia de las fuerzas armadas que debieron ajustar sus gastos a la reducción presupuestaria dispuesta por la ley 24.938. V. La parte actora interpuso recurso de apelación (…), que fue fundado (…), sin réplica de la contraparte. Aceptó el recurrente que, como lo había expresado el juez de primera instancia, no existía discrepancia ente actor y demandado respecto del tipo de trabajo desempeñado, su duración y el marco legal dentro del cual se celebró la contratación; a contrario, consideró inaceptable que el sentenciante entienda ajustado a derecho el accionar de la Administración, agregando que su parte no había traído a juicio el accionar de aquélla en cuanto al legítimo ejercicio de sus facultades o la nueva legislación que la forzó a actuar, sino la existencia de un ejercicio abusivo de sus derechos, es decir, el fraude laboral evidenciado al mantener durante más de veintiún años a personal con carácter de contratado- transitorio y dar por concluida la relación laboral sin cumplir con las formalidades de ley y con las indemnizaciones debidas, dejando en el desamparo más absoluto al actor y su familia. Expresó que las renovaciones de los contratos de los agentes podían tener una duración máxima de cinco años, contrariándose no sólo la normativa prevista en el Régimen DIGID ( artículo 17) sino también el sistema que regula el empleo público. Indicó que, en el caso, se excedía el marco de una locación de obra, dándose una relación de dependencia, y que -en cuanto a la eventual aplicación de la LCT- las exclusiones contempladas en la misma respecto del personal de la Administración Pública lo eran en cuanto al de planta permanente, pero no a los contratados. VI. (…) el resolutorio de la Sala III de este Tribunal confirmó la sentencia apelada, en todo cuanto había sido materia de recurso y agravios e impuso las costas de alzada por su orden, atento la inexistencia de réplica. VII. Ello así, tal como se ha indicado ut supra, corresponde dictar una nueva resolución conforme las consideraciones efectuadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la sentencia (…): En tal sentido, “(...) el actor ingresó como técnico para desempeñarse en la Armada Argentina en el año 1976. En un comienzo la contratación fue realizada como locación de obra y, posteriormente -a partir del año 1981- su relación fue encuadrada en el Régimen para el Personal de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Armadas, aprobado por decreto 4381/73. La demandada renovó el contrato del actor en sucesivas oportunidades durante veintiún años y, finalmente, en abril de 1998, mediante la disposición DIAP 71/98 del Director del Armamento del Personal Naval, decidió resolver el vínculo con fundamento en las restricciones presupuestarias establecidas por la ley 24.938”. Al respecto, cabe señalar que el Estado Nacional “utilizó figuras jurídicas autorizadas legalmente para casos excepcionales, con una evidente desviación de poder que tuvo como objetivo encubrir una designación permanente bajo la apariencia de un contrato por tiempo determinado” (considerando 5°). En tal sentido, la conducta ilegítima de la demandada es susceptible de generar su responsabilidad frente al actor y justificar la procedencia de la pretensión indemnizatoria Poder Judicial de la Nación (considerando 6°). Sentado ello, “cabe recordar que la Ley Marco de Regulación de Empleo Público Nacional 25.164 establece un régimen diferenciado para empleados que ingresen como planta permanente y para aquellas personas contratadas o designadas como transitorias. En lo que aquí interesa, el artículo 8° sólo reconoce estabilidad a quienes ingresen a cargos pertenecientes al régimen de carrera, y cuya financiación esté prevista en la Ley de Presupuesto” (considerando 8°). Así, dado que en el caso de autos el actor no ha sido designado como empleado de planta permanente, corresponde determinar la indemnización conforme las pautas del artículo 11 de la Ley 25.164 (considerando 9°). Dicho precepto legal establece una indemnización igual a un mes de sueldo por cada año de servicio o fracción mayor de tres meses, tomando como base la mejor remuneración normal y habitual percibida durante el último año o durante el tiempo de prestación de servicios si éste fuera menor, salvo el mejor derecho que se estableciere en el Convenio Colectivo de Trabajo y las indemnizaciones especiales que pudieren regularse por dicha vía. En consecuencia, corresponde calcular la indemnización inter partes en la instancia de origen, tomando como base la mejor remuneración normal y habitual percibida durante el último año por el actor, adiciónandole intereses hasta la fecha de corte establecida por la ley 25.344 conforme la doctrina legal establecida por el fallo plenario de esta Cámara Federal “Gómez, Ricarda c/ ENTEL s/ Indemnización por despido”, Registro de la Sala II n°625, del 30/08/2001, que dispuso para causas como la presente la aplicación de la tasa pasiva promedio mensual que publica el Banco Central de la República Argentina. Es menester recordar que el artículo 13 de la ley 25344, en su parte pertinente establece: “...Consolídanse en el Estado Nacional, con los alcances y en la forma dispuesta por la ley 23.982 las obligaciones vencidas o de causa o título posterior al 31 de marzo de 1991 y anterior al 1° de enero de 2000 y las obligaciones previsionales originadas en el régimen general vencidas o de causa o título posterior al 31 de agosto de 1992 y anterior al 1° de enero de 2000 que consistan en el pago de sumas de dinero, o que se resuelvan en el pago de sumas de dinero, y que se correspondan con cualquiera de los casos de deuda consolidada previstos en el artículo 1° y se trate de obligaciones de los entes incluidos en el artículo 2°, ambos de la ley 23.982 ...... La fecha de consolidación para ambos tipos de obligaciones será el 31 de diciembre de 1999.” Es decir, que las obligaciones vencidas o de causa o título posterior al 31 de marzo de 1991 y anterior al 1° de enero de 2000 devengan el interés conforme el plenario “Gómez” citado, hasta la fecha de corte dispuesta en la ley 25344 (art. 13 ley 25344 y art. 45 ley 26078 y ss.). VIII- Sentado ello, en relación a la indemnización por daño moral solicitada por la parte actora, no surgen de autos elementos de prueba que demuestren afección alguna producto del accionar de la demandada. En tal sentido, el artículo 377 del CPCCN establece que cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como fundamento de su pretensión, defensa o excepción. En tal sentido, el hecho de que el actor haya realizado un tratamiento psicológico con posterioridad al despido (…) no prueba per se una afectación a derechos distintos a la estabilidad laboral, tales como el honor, la dignidad, el buen nombre, etcétera. Por ello, y en virtud de las consideraciones expuestas, propongo al Acuerdo: hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la actora contra la sentencia de primera instancia, la que se revoca con el alcance que resulta del apartado VII que antecede. Costas por su orden en todas las instancias, atento lo resuelto por la Corte Suprema. Así lo voto. EL JUEZ SCHIFFRIN DIJO: I. La distinguida colega doctora Calitri, en orden a los lineamientos dados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (…) entiende que corresponde revocar la sentencia de primera instancia apelada, y hacer lugar al pedido resarcitorio planteado por el actor, debiendo practicarse interpartes y en la instancia de origen la liquidación pertinente, comparto sus consideraciones al respecto, sin embargo debo disentir en lo que atañe al daño moral y a la tasa de interés. II. En este orden de ideas, se ha definido al daño moral como una modificación disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en un modo de estar de la persona diferente de aquél en que se encontraba antes del hecho, como consecuencia de éste y anímicamente perjudicial (conf. Zabala de González, Matilde, Resarcimiento de daños, Tomo 2a, Daños a las personas (integridad sicofísica), ed. Hammurabi, 2da. Edición ampliada, 2da. Reimpresión, 1993, pág.49). También, se ha señalado que la cuantificación del daño moral no exige relación de cantidades con el resarcimiento patrimonial, sino que su determinación obedece a criterios de prudencia y razonabilidad, tanto en el ámbito de la responsabilidad contractual como extracontractual (arts.522 y 1078 del CC.), y de acuerdo a circunstancias de sexo, edad, profesión, estado civil, etc. Pues bien, en este marco, no tengo dudas que la abrupta rescisión del contrato, por meras razones empresariales y luego de veintiún años ininterrumpidos de sucesivas prórrogas Poder Judicial de la Nación contractuales ha afectado moralmente al señor R. En este sentido, del resumen de historia clínica (…), surge que el actor manifestó un estado anímico dominado por sentimientos de desilusión, desvalorización, descalificación, menosprecio –personal y profesional- e impotencia, consecuente con la información de que iba a ser despedido, por lo cual el tratamiento terapéutico apuntó a la elaboración y asimilación de la situación, además de rescatar y jerarquizar otras áreas valiosas de su vida. Todo ello, es coincidente con el informe pericial de la psicóloga, (…), que indica la presencia de índices de angustia asociados al evento motivo de estas actuaciones. Por ello, haciendo lugar al recurso actor y teniendo en cuenta las circunstancias de autos, estimo justo sumar al monto correspondiente a la indemnización por despido, ya tratada por la colega preopinante, un 30% más por concepto de daño moral. III. En cuanto a la tasa de interés estimo aplicable la que fija el plenario de esta Cámara in re "Gomez, Ricarda c/ ENTEL s/ Indemnización por Despido", expte. n°625, del 30-08-01, para las obligaciones de origen laboral, esto es, a la suma de condena debe adicionarse la tasa activa promedio mensual del Banco de la Nación Argentina para las operaciones de descuento de documentos comerciales (v. mi voto in re “Folgueras, Ramón Carlos c/ Armada Argentina s/ Indem. por despido”, expte. n° 1860/01, sentencia del 19.07.2007, Rtro. S. II T. 150 f* 134/151). Por lo expuesto, cabe revocar la sentencia apelada y hacer lugar al reclamo por indemnización laboral planteado por la parte actora, disponiendo el pago de las sumas adeudadas, conforme la liquidación inter partes a practicarse en la instancia de origen, debiendo adicionarse al monto obtenido un 30% más en concepto de daño moral, según surge de los apartados que anteceden. Sin costas de Alzada atento la ausencia de contestación (art. 68, 2 párr. CPCCNA). Así lo voto. EL JUEZ ÁLVAREZ DIJO: Que adhiere al voto del Juez Schiffrin. Por ello, SE RESUELVE: revocar la sentencia apelada y hacer lugar al reclamo por indemnización laboral planteado por la parte actora, disponiendo el pago de las sumas adeudadas, conforme la liquidación inter partes a practicarse en la instancia de origen, debiendo adicionarse al monto obtenido un 30% más en concepto de daño moral, según surge del voto del Juez Schiffrin. Sin costas de Alzada atento la ausencia de contestación (art. 68, 2 párr. CPCCNA). Regístrese, notifíquese y devuélvase.Leopoldo Héctor Schiffrin – César Álvarez - Olga Calitri. (En disidencia parcial) –. NOTA;autos radicados en Sala II en razón de haberse revocado la sentencia de sala III por fallo de CSJN del 6 de abril de 2010(R.354.XLVI)