Núm, 5^. \_equan«s,2 MJEMCirjRJCO P^g. i JSSFuáWOJí:, COLECCIÓN DE NOTICIAS POLÍTICAS , MERCANTILES Y LITERARIAS Lunes I." de agosto de 1814. = San Pedro ad Vincula. = ^«arenta Horas en la Iglesia de Monjas de Constanfinopia. <*^<««a)|»>>>»' REFLEXIONES POLÍTICAS. D. 'os meses han corrido desde que Jioios una mirada á la Europa y la vimos atónita contemplando sucesos grandes y extraordinarios , concentrada la atención universal en París, donde se hallabaa los mas de los Soberanos, y de las fuerzas de la parte mas civilizada del mundo. En este tiempo hemos ido acopiando materiales , ya para el importante edificio de la historia, ya para pábulo de la itn • paciente curiosidad del piáblico, que nos ¡oipone la ley de satisfacerla. Tiempo es de dar alguna colocación á estos objetos, aunque se» temporal y momentánea, observando ios que podrán ser mas tÍLÍles ó dignos de atención. ^ En este quadro grande de la Europa , se ofrece á la visca en eZ primer término la paz, y su voz rápida cunde y se dilata producieado en todas partes el jiíbilo y alborozo, j Pueblos de la Euj'opa! cesen ya las inquietudes que os atormentan: la paz promete á los padres , que no verán sus hijos arrancados de sus brazos pira llorarlo» muertos: la paz promete á los pueblos que no verán lahdas las cosechas en que libran el sustento, y quedarán descargados del temor de vexaciones, molestias, robos, incendios y asesinatos. Gozad pues de estos momentos dulces y apacibles, y quiera el ciclo que sean de mas larga duración que es de esperar de la lucha continua é incierta de Intereses y miras polínicas: quiera el cielo que vuestras pasiones no os hagan estos momentos mas amargos que los que todavía recordáis con horror, ni os conviertan en miítuos enemigos mas temibles que los que poco ha os hacian estremecer. No de otra suerte la primavera después de haber disipado las deasas nieblas y la larga oscuridad, TOM. II. esparce la luz alhagüeña , templa suavemente el aire , y salpica de flores los prados, mientras los hombres aguardan estos dcÜLÍosos dias para desplegar su furor en las batallas, ó en ellos mismos está la naturaleza preparando los uracanes y los rayos Llegadas las fuerzas aliadas á París, el senada declaró desiituid» del imperio á Napoleón, y reconoció por Rey á Luis XVIII, siguiendo en esco la voluntad declarada de los Soberanos aliados. Las provincias francesas repÍLÍcron esta misma voz con indecible júbilo , y todavía se fieilitó mas semejante mudanza con desaparecer el temor que podia ocasionar si quedase Napoleón al frente de algún cxército ; porque fuese necesidad ó impulso noble y generoso , abdicó la corona que en otro tiempo se habia ceñido con el entusiasmo de la novedad. Los exércitos, siguiendo el mismo cxemplo, reconocieron por Sooerano al sucesor de Luis XVI j y de esta uiauera, acabados los motivos de la guerra , fué preciso ajustar la paz. Los Soberanos del Austria, Rusia y Prusia estaban eu París con grandes exércitos: la Inglaterra tenia allí un enviado con la faina de su nación. La Francia firmó la paz con estas potencias en 30 de mayo, y quedo convenido que se tuviese un congreso en Vicna para tratar los deinas negocios consiguientes á estos tratados. Así desapareció el sistema continental , y quedó deshecho el imperio federativo, cediendo el iinperiü terrestre al intluxo del marítimo. Al considerar la paz de París, hecha quando la Francia está inundada de excrcitus extrangerus, disuslio el Gubierno , indefenso el trono, y ver que conserva su antiguo territorio, que lo ensancha todavía, que se la trata con particular miramiento, y aun respeto, se ve uno foraado á admirar la generosidad de ios Soberanos que venían acaudillando los exércitos vencedores. Pero todavía adquiere mas lustre esta especie de generosidad, si se atiende á los nobles motivos tle que nos parece ha dimanado. Este es el fruto de las luces j el triunfo de la ilustración que hace honor al vencedor y al vencido. La Fran cia invadid» por exércitos poderosos, quando todo está á merced del vencedor , todavía negocia y hace un tratado tan ventajoso como p u diera hacerlo triunfante. Si los exércitos aliados hubieran entrado de esta manera en Turquía, y llegado á Constanticiopla , ¿quál hubiera sido la suerte de aquel país? Pero en París se ofrecía á la consideración de unos Soberanos ilustrados, la fama de la nación, tantos nombres ilustres , tantas memorias alhagiieáas , tantos eetablecimientos, tantos monumentos del saber y del ingeiiio humano, que todo infundía amor y respeto; y d^ esta suerte debió la Francia tales veni3J3r., principalmente al rencmbre que le habían adquirido las ciencias, las 1¿ ras y las artes, no tnenos que al aprecio que de ellas hacen los m;igi,airnncs Soberanos que tenían la suerte de aquel pais en sus mauwi. Ll sabir,, a á coiat. iiacicndo prosperar Ic/s imperios en lo interior 5 los hace respetables , así también les grangea en lo exterior la cotisideracion y el afecto: así es como la Iiiglaierra no necesitó en París mas que de un enviado y de su alta opinión; y así es como la nación que no fomente las luces , y no se aproveche de ellas extendiéndolas y aplicándolas á todos loS ramos del Gobierno, no tendrá reputación ni gloria que la haga respetable i y aun quando tenga exércitos numerosos, solo servirán para hacerla mas aborrecible. No fué menor la admiración que causó la suerte del Emperador Napoleón, viéndole reconocido Soberano de un territorio, aunque pequeño. iVIil voces estaban en Francia denigrando á Baoaapar;e , mientras que los Soberanos aliados usaban con él de cierto miramiento. Mil voces le acusaban de criminal, mientras aquellos Monarcas le concedían un territorio y un título supremo. Corramos un velo á lo pasado, y ocultemos los débiles resanes que mueven á los pueblos. Las circunstancias ó la fortuna dan distintos apellidos á los que siguen una misma carrera, y las generaciones mismas los truecan j pero nadie mejor que los Soberanos saben el origen de los imperios, y lo que imaorta mantener el respeto á la dignidad suprema. Los Soberanos «liados, bien que fciese efecto de la necesidad y de la fuerza, como tantas veces ha sucedido , habían reconocido á^ Napoleón por Emperador , le habían hecho igual suyo., y tratado como tal, y debían mirar por el decoro de su propia clase. Si en tales circunstancias se le tratase como á un malhechor , ¿quáles serian las conseqüencias de semejante exemplo? Si los pueblos decidiesen en semejante caso, se autorizaría la doctrina tan justamente reprobada j y entonces ¿qué trono estaría seguro ? Tal vez la imprudencia ó el interés de muchos escritores están dando en Francia el exernplo de un error que puede ser funesto en política , quando no se ciííea á manifestar que la justicia y la virtud son los apoyos del trono. ¡Tiempos miserables quando los hoiubris se ven envueltos en el torbellino de ideas vagas que forman las revoluciones, y ea que apenas la razón puede alzar la voz con cíperanza de que penetre por entre los clamores y alhsridos de las pasiones , para anunciar que la reflexión y la moderación son indispensables para calmar los ánimos, y reducirlos al camino de la felicidad de lüS imperios! Asegurada la paz con la Europa ¡ no tardó el Monarca de Francia en (Ur á los pueblos el Gobierno que pareció mas adequada á las circunstancias y costumbres del dia 5 porque nunca es prudente querer reunir los siglos remotos con los presentes , ni empeñarse en que los hombres se desprendan de un golpe de sus ideas, de sus hábitos , y aui de cierto lenguage con que han llegado á familiarizarse, que á veces aprecian y prefieren á la realidad misma. Tales providenclae se recibieron con general apUuso de los pueblos , cansa- 4 dos ya de padecer rexaciones, y esperanzados siempre de mejorar en semejantes mudanzas. Entretanto el augusto Soberano del Austria iba caminando hacia su capital, que le esperaba con ansia para tributarle el aplauso proporcioiíado á la satisfacción que le caTisaba el verse libre del temor de nuevas invasiones de exéreiios desmandados. El lionor estaba acrisi^lado, las agresiones y los ultrages quedaban vindicados, y la corona había recobrado su antiguo brillo y esplendor ; el territorio de sus estados se reponía y ensanchaba, y por fin aquella Viena que recibió la ley cinco afios antes, iba á ser el teatro del triunfo, y está destinada á serlo de grandes negociaciones en que principalmente se arreglarán los asuntos de Alemania, y de aquel pais delicioso , morada de las gracias y de las bellas artes, no meuosque de las ciencias, casi siempre envuelto en guerras civiles ó extrañas, y á veces causa de estas. ¡ Pueda un dia la Italia formar un estado respetable que asegure á les pueblos la independencia y felicidad de que no es dado disfrutar á los estados pequeños, desde el momento que otros llegaron á engrandecerse ! Roma también, Roma recobró su Soberano, y toda la cristiandad celebró la vuelta del sumo pontífice, cautivo por largo tiempo ea los alcázares del dominador. El orbe católico vio cumplidos sus dceos, oidoí sus ruegos, aceptados sus sacrificios, y levantó al cielo sus manos, entonando alabaiizas y acciones de gracias al supremo autor de tantos bienes y tantos prodigios , que obligan al hombre á entrar en sí, bumillarse y contemplar su pequenez, y lo limitado de sus alcances. Por el mismo tiempo, Alexandro glorioso, y el de Prusia vengado ya de las pasadas afrentas , emprendían el viage á Iiiglaterra , al parecer solo por el gusto de ver á su augusto aliado. Este es uti punto que el político fixa en la historia, al modo que el geógrafo señíla en el mapa una isla nuevamente descubierta, para que los demás navegantes puedan reconocerla en lo sucesivo. Admirados y bendecidos de los pueblos vuelven al continente para ocuparse en los medios de hacer florecer sus estados , lo que debe ser el fin de las guerras. Poco nos queda ya que recordar de los asuntos de Europa, en este corto periodo. La Holanda , aquel pais adonde en otro tiempo llegaba el imperio español, y en estos ijltiraos días habia quedado reducida á ser una provincia de Francia , recobra al fin su independencia , y asegura su bien estar por medio de leyes sabias. Las regiones heladas del aorie nos ofrecen un nuevo teatro de guerra y desolación. La Noruega, descontenta por la cesión que ie ella hizo la Dinamarca á la Sueeia, pretende romper sus antiguos vínculos y declararse reyno ' itidepe;idicnic, poniendo á su frente aun príncipe ilustre. Para que teng4 tfítóo, el tratado de Riel, es preciso usar de la fucria, y ya los cxcr- 5 cites amenailn las fronteras de la Noruega. Aquel país remoto que la naturaleza apartó lejos de las coiitieadas del cemro de la Europa, va también á teñirse en sangre'humana. ¿Qué nos queda que observar en la Europa ? La Turquía no nos presenta mas que un déspota y esclavos, turbulencias y pestes, fruto amargo del embrutecimiento del. Gobierno y de los pueblos. No nos atrevemos á volar con la imaginación á aquellas regios > nes apartadas , que por su civilización las consideramos como parte del mttndo político. El contagio de la guerra ha cundido también por las Anicricas , aunque baxo formas diferentes. Los Estados» Unidos tienen guerra de hombres •, la América española tiene guerra de tigres , porque es guerra de revolución. Males sin cuento la amenazan, si persevera en su intento , porque si las revoluciones traen bienes á la posteridad , •, ay de los que las prcinucven, y de los que se encuentran en ellas! Lisongeemonos sin embargo creyendo que la razón humana sea capaz de poner término á tantos males ••, ó esperemos mas bien que la noticia fausta de la llegada del cautivo Monarca á la capital de ambos mundos , influirá cticazmente en la pacilication de aqugJJos dilatados dcmiuios. Consagremos por fin aígunas líneas á nuestra patria, y tributémosle el homenagc de amor y respeto que le debemos, igualmente que al Scberauo que nos gobierna. No podemos hablar de ella sin sentirnos agitados de cierta mezcla de gozo y de dulor. La narioii mas favcrtcida de la naturaleza , por su ^lima, por su situación, por el iiigcnio de sus habiíanies , parece perseguida de un hado fatal que le impide llegar al alto grado de pnspcridad y de gloria que le conviene. Los Romaucs la doninaron sin poderla sujetar , los Godos la conquistaron trocándose en Españoles, los Sarracenos la infestaron sin peder extinguir el «dio en tioo años; los Franceses la invadieron sin tener seguro mas que el terreno que pi;aban ; pero ni k s Remanes , ni los Gidos , ni los Sarracenos causaron tanta destrucción ccmo la que se ha realizado en CSÍO.S líltimos seis años. La agriculiura quedó enipcbíeciua, las arics txtiíguidas , el comercio aniquilado , los pueblos txáusios , la insiriKcion abandonada, la moral relaxada, el gibierno ccnftaso y iranornado , los ánimos exaltados , exátperados , deslumhrados; mas no por eso des* mayemos; añadamgs si se quiere los terribles etectos de les uracaiies de una revolución , el trasiomo de la Kezl Hacienda , y los demás males que existen ó se exageran 5 . . . todavía hay patria , y nunca fue mayor ni n.as sagrado el deber de contribuir á alzarla de Ru abatimiento. Enderecemos nuestros pensamientos y nuestras acciones á un fin tan santo, tan grande, tan tí til , ctnio gloiicso ^ y no haya mas que un pensar , un querer , un objeto , qual es el bien de todos j «almemtis pasiones é intereses; recobremos aiinel ca- 6 rácter noble y grandioso qvie ea todos tiempos disúnguió á esta na" cioa , ahora algo desfigurado por la exasperación y el largo padecer j y la obra de nuestra lestauracion será fácil y breve. Nosotros todos podemos cooperar á ella ; pero jquién la dirigirá, la auxiliará , la completará ¿ La naturaleza y el Soberano. La naturaleza nos «frece los fruios, las materias primeras , el suelo mas fériil los puertos mas veutajdsos , el ingenio , el talento , las disposiciones mas, aventajadas: el Soberano nos dará leyes fixas ó reglamentos, icgun los casos, tiempos y circunstancias, y una de sus principales atenciones es mejorar al liombre con la competente instrucción: y aprovechándonos de los dones de la naturaleza, y siguiendo las regias que el Soberano nos prescriba, veremos en poco tiempo prosperar nuestra patria , y adquirir el poder y la gloria á que debe Aspirar. ESPAÑA. Madrid i," de agosto. EDICTO. Don José Arteaga é IJiajuez, teniente general de ¡OÍ Reales exércitot, caballero comendador de la de Guadalcanal en el Orden de Santiago^ gentil-hombre de Cámara de S. M. con exerckio, Gran Cruz de la Real y distinguida Orden de Carlos IIT, capitán general de Castilla la Nueva, y Gobernador Militar y Político de Jfíudrid y su Provincia (Je. Hago saber, que por Real resolución de S. M. que se me ha comunicado en ay de junio úkimo por el excelentísimo señor don Luis María de Sala7,ar, secretario de Estado y del despacho de iVIarina, se ha servido S. M. mandar, que el Almanak civil para el afio próximo venidero de iSig , formado por el observatorio Rea! astronómico de Marina de la capital del departamento de Cádiz, en virtud del privilegio exclusivo que le está concedido , y se ha dignndo S. M. confirmar en su Real decreto de 3 dsl citaio junio ,se saque á pública subasta y remate en el mejor postor, llamando licitaiores por medio de edictos, y los periódicos de esta Corte; y á linde que los que pretendan interesarse en dicha subasta ten^^an el debido conocimiento del modo y forma con que S. M. quiere se.jirerique este remate, deben entender: I. Que la postura no se admitirá en menor cantidad que en la de treinta y ocho mil reales para esta Provincia. II. Que ¡a cantidad en que se rematare debe solventatse por mitades cu primero de enero é igual dia de febrero de iSig. III. Que el Almanak ha de estar impreso y de venta al público en primero de noviembre del presente afio, y no lo estando se declaía nula la subasta, y se procederá á otra nueva agosta del anterior postor. 7 IV. Que el Alrrianak impreso ea dos pliegos há d e venderse á real de vellón, y estando en uno á siete quartos y no mas. V. Aquel en cuyo favor se rematase, deberá presentar fiador con bienes libres conocidos y estantes en Madrid ,• otorgando obligación escriturada, y verificada ésta se entregará del original del Aimanak. VI. Que el remate ha de celebrarse el dia 9 del corriente entre doce y una de la mañana en la audiencia del señor don Francisco Assin , alcalde mayor de eote villa, comisionado al intento en vir-tud de Real Orden , en inteligencia que desde hoy se admitirán las posturas que se hicieren siendo arregladas á lo anteriormente prevenido, y deberán executarse en la Escribanía de número de don Claudio Sanz. Y para que llegue á noticia de todos, h« mandado se fixj este edicto en los parages públicos, y que se anuncie en todos los periódicos de esta Corte. Madrid primero de agosto-de mil ochocientos catorce. = José Arteaga. = Doctor don José de la Calle y Zepeda, Secretaria Político. NOTICIAS POLÍTICAS. FRANCIA. Cámara de los diputados. — Sesión del 12 de julio. = En este dia el Abate Montesquiou , el conde Deselles , y Mr. Ferrand , ministros de Estado , fueron introducidos en la Cámara, El Abate Montesquiou habló en esta manera : Señorea: al tojiar S. M. las rie^idas del gobierno ha querido manifestar á sus pueblos el estado en que ha hallado la Francia j por mucho licmpo todavía , y baxo un gobierno que solo se ocupará en reparar , sufrirá la Francia los golpes que recibiera de un gobierno que se ocupaba en destruir. Es menester pues que la nación conozca la extensión, y la causa de sus trabajos , para peder apreciar y auxiliar los remedios que deben aliviarlos: enterada poc este medio, de la magnitud y naturaleza del mal , «q le quedará mas que tooiar! parte en los esfuerzos de su Rey para restablecer, lo que el no fea destruido , para cicatrizar llagas que no ha hecho, y- reparar males que no ocasionó. La guerra ha sido sin coiuradiccion la causa principal de Jos males de la Francia. No presentaban todavía las historias ningún exeniplo de una nación grande, sin cesar precipitada, á pesar suyo, cu empresas mas y onaf azjirosas y fanesnigj>(^ou asombro mezclado de terror hemos visto un pueblo culto condenado á cambiar su í^[^^''' dad-y reposo pbr la viák'-errante de'I$i''n*cibtte bárbara? ; 1«6 VÍKculos de las familias se han di.suelto: los padres han ciivcjwCi..o kxos de sus hijos, y estos hall ido á morir 11400 leguas de sus padres : ninguna, esperanza de regreso .suavizaba tan terribic scpara•cion, que ya por costumbre se miraba como inevitable, co;uo cier-^ 8 na : y se han visto aldeanos bretones , después de haber acompañado á sus hijos ha'^ta el parage de su parada, volver á la iglesia de su parroquia á liaccrles la exequias. tís i.npusible valuar el coasumo horrible de hombres hecho por el goDÍerno aaienor: las fatigas y las enfcnucJides han arrebatado igual niímero que la guerra; las empresas crau tan vastas y rápidas , qae todo se sacrificaba al deseo de asegurar su consecución: no hauia regularidad en el servicio de los hospitales ni en el abastecimiento de las ambulancias: los valientes soldados, cuyo brio era la gloria de la Francia , que continuamente dabitj nuevas pruebas de su energía y paciencia, que con tanto esplendor sostenían el honor nacional, veíanse abandonados en sus trabajos, y entregados sin recurso á males que ya no podian sobrellevar. Era la bondad francesa insuficiente para suplir á este cruel abandono , y estas kvas de hombres que en otro tiempo hubieran formado excrcitos grandes , desaparecían sin tomar parte en los combates. De aquí la necesidad de multiplicar el niámero de estas levas, de reemplazar continuamente, con cxércitos nuevos, exércitos casi aniquilados. El estado de las conscripciones ordenadas desde ñaes de la campaña de Rusia es espantoso. JTombrfs. En i t de enero de i S t j En 3 de abril, guardias de honor Priinera convocación Je guardias nacionales Guardias nacionales para las costas £ u 24 de agusto , exérciio de España En 9 de octubre, conscripción de 1814 y anteriores. . . . Conscripción de 181$. En 15 de noviembre, llatoamieuto desde el año 11 á 1814. En enero de 1813 , oferiíis de hombres de caballería equipados. 3^0.000 10.000 80.000 90.000 30.000 120.000 tóo.uoo 300.000 17.000 £11 1814) levas en masa organizadas. 143.000 1.300.00a ( Se continuard.) cov ucvvoiA. Madrid, IMPIIEHTA OS RIPDLLHS. Nota. Las cartas dirigid^ álos editores deberás venir francas de porte. Se hallará en la librería de Peres calle de Carretas , en la de Villa p/aíaeífl de santo Domingo ^ y en la de Sánchez calle de Toledo.