ADVIENTO 2011 : ¿A QUÉ ESPERAS… ““DDaadd rraazzóónn ddee vvuueessttrraa eessppeerraannzzaa””11 PPee 33,, 1155 “Yo creo que contra la desesperanza no hay más que una medicina: la decisión y la tozudez. Ahora que ya estamos todos de acuerdo en que el mundo es un asco, vamos a ver si cada uno barre un poquito su propio corazón y los tres o cuatro corazones que hay a su lado. El día que nos muramos, tal vez el mundo siga siendo un asco pero lo será, gracias a nosotros, un poco menos. “ (JL. Martín Descalzo) 1ª semana: ¿A QUE ESPERAS… PARA DESPERTAR? “ En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad! (Mc 13, 33-37) ¡ESPABILA! En este primer domingo de Adviento nos encontramos con esta llamada: ¡VIGILAD! ¡Espabilaos y despertad! - nos dice esta semana el Evangelio- no sea que llegue y os encuentre dormidos. NUESTRAS SIESTAS En un lugar y un tiempo como el que nos toca vivir, nuestra mente y nuestro corazón puede estar amodorrados, como en una siesta perpetua. Tanta información sobre la maldad y la corrupción en el mundo que nos rodea, sobre la economía mundial, tanta imagen y noticia que nos asalta a diario, tanto bombardeo, tanta manifestación, tanta pobreza y enfermedad... nos cansa y nos agota, nos acorrala a veces y no nos deja reaccionar. El Adviento nos llama a despertar, sin duda. La Palabra de Dios es una llamada a mantener alerta nuestros sentidos, a cuidar que el aceite de nuestras lámparas no se acabe, a “esperar en esperanza”. Somos llamados a despertar de la siesta del mundo, de la siesta de nuestra fe acostumbrada a creer, a celebrar… es tiempo de espabilar nuestro “sentido de Dios”, nuestra mirada “celestial”. ¡OJALA RASGASES EL CIELO! (Is 63, 19) Tanta mala noticia, tanta dificultad parecen decirnos “no hay nada que hacer ya, tan sólo sobrevive, no te fíes de nadie y tira para adelante”. Aunque a veces, en lugar de vivir, sobrevivimos, aunque intentamos vivir sin confiar en nadie… aunque parezca que no hay salida, en nuestro corazón sigue latiendo el anhelo de un futuro mejor y a veces miramos al cielo, pidiendo a Dios que baje él a solucionar todo este desaguisado que hemos montado los hombres. El “problema” es que Dios no baja, por lo menos como a nosotros nos gustaría, como el gran vengador, sino que ya lo hizo una vez, DEFINITIVAMENTE, como niño en el pesebre. BROTARÁ UN RENUEVO DEL TRONCO DE JESÉ ( Is 11,1) Tiempo de futuro. Ese DEFINITIVAMENTE puede ser demoledor si nos lo planteamos como la última vez que Dios estuvo en la tierra, si pensamos que después de eso “se acabó”. Sin embargo, si miramos la vida “con la mirada celestial” podremos percibir cómo la presencia del resucitado, de la resurrección, se extiende en el tiempo y en la historia abriendo cada día los sepulcros de miles de vidas y sacando a la luz la existencia de hombres y mujeres de todo el mundo. Miles de huellas y pistas nos dicen que no hay nada que hacer, pero millones de luces se encienden cada día para dejarnos atisbar la bondad. El tiempo presente es, sin duda, un tiempo de futuro. Un tiempo en el que es posible caminar, crecer, vivir, seguir adelante… miles de gestos, miles de vidas nos lo demuestran. Sólo hay que estar atento, espabilar. Jesús nos convoca a mirar el futuro, en una actitud de vigilancia. Y es que, en lo profundo de su corazón, el hombre de todos los tiempos anhela un futuro abierto a la liberación y la salvación, que le abra un haz de posibilidades grandiosas y hay algunos que son capaces de hacer de ese anhelo la fuerza motor de sus vidas para sembrar esperanza en su mundo, en el mundo. AQUEL DÍA SE DIRÁ: “AQUÍ ESTÁ NUESTRO DIOS” (Is 25,9): Entre el presente y el por-venir. La tensión de la fe consiste en vivir no entre el mundo y el cielo, sino entre el presente y el por-venir. En el tiempo de Adviento la fe ensancha la mirada y nos lleva desde lo que ya tenemos al gran porvenir: Alguien nos aguarda y llenará de sentido todas las tareas de hoy. Cuando nos convencemos de esto... vivimos en esperanza. Los cristianos somos llamados a mirar el mundo con otros ojos, a continuar la tarea profética de Isaías y de tantos otros que esperaron la llegada del Señor en actitud orante y comprometida, que miraron al mundo, denunciando la injusticia, que miraron al cielo, rogando por los oprimidos y que hicieron de sus manos instrumentos de justicia, de progreso, que hicieron de sus manos lámparas encendidas que llevaran la luz de Dios a las tinieblas de los hombres, sabiendo que el proyecto de esperanza de Dios tiene sentido y merece la pena. EL SEÑOR ES MI PASTOR (Salmo 22) Desde mi propia experiencia. Esta primera semana quiere espabilar nuestra vida, sacarnos de la comodidad, del estupor, de la desesperanza y convencernos de que hay algo que podemos hacer. Nuestra fe es una fe activa. Un doble movimiento la mantiene en la vida: primero llenarse de Dios, experimentar su presencia en la propia vida como motor de la existencia. Recordar cómo Dios nos ha salvado ya tantas veces y cómo sigua haciéndolo. Experimentar de nuevo su cercanía amorosa, su fidelidad eterna, su complicidad constante es algo que necesitamos para reavivar en nosotros mismos la fe en que “jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en el”.(Is 64, 3) Después salir al hermano, mirar al prójimo con la mirada llena de Dios y descubrir a los hermanos que vivir desde Cristo cambia la existencia, la propia y la de los otros. Esta primera semana somos llamados a profundizar en nuestra propia experiencia de Dios, a recordar nuestros cimientos y a redescubrir el gozo de confiar en Dios, de esperar en él, que no nos abandona, “aunque caminemos por cañadas oscuras”. Esta primera semana somos invitados a despertar, a vigilar, a no dejar que nuestra vida se acostumbre a la presencia del Dios de la vida. ¿A QUÉ ESPERAS PARA DESPERTAR? El sólo hilo de un gran tapiz aunque brille de verdad, si no está tejido, no conoces su finalidad. Y la piedra que en la cima está de la gran montaña no es ni será más importante que las piedras que hay al pie. Si quieres saber si es de algún valor tu vida y tu ser, con tus ojos de hombre no los verás; siempre debes mirar con la mirada celestial. Un lago de oro en la arena no es mejor que un manantial y para la oveja, su pastor a un rey se puede comparar. Y si un hombre pierde su poder, ¿pierde, acaso, su valor? o tal vez vive un nuevo y más puro renacer. ¿Y cómo valoras a un ser cabal por lo que tiene o da? Nadie puede medir lo que el valdrá. Respuestas habrá; respuestas tendrás al intentar ver con la mirada celestial. Vivir compartiendo con ilusión tu gozo y tu amor le da a lo que tienes su auténtico valor. No hay vida que pueda escapar aún de los vientos del azar. Tus pasos tan inseguros son, pero al fin podrás danzar, pero al fin podrás danzar. ¿Y cómo juzgar lo que un hombre es por lo que construyó? Con tus ojos de hombre no lo verás. El Señor dirá debes mirar debes mirar con la mirada celestial. TEXTOS BÍBLICOS DE LA SEMANA: DOMINGO 27: Isaías 63, 16b-17;19; 64, 3b-8; Salmo 79; I Corintios 1, 3-9; Marcos 13, 33-37 LUNES 28: Isaías 2, 1-5; Salmo 121; Mateo 8, 5-11 MARTES 29: Isaías 11, 1-10; Salmo 71; Lucas 10, 21-24 MIERCOLES 30: Romanos 10, 9-18, Salmo 18; Mateo 4, 18-22 JUEVES 1: Isaías 26, 1-6 ; Salmo 117; Mateo 7, 21.24-27 VIERNES 2: Isaías 29, 17-24 ; Salmo 26; Mateo 9, 27-31 SABADO 3: Isaías 30, 19-21.23-26; Salmo 146; Mateo 9, 35-38; 10, 1.6-8