Wolfgang Paalen El Toisón de oro, 1937 Óleo sobre tela Museo Franz Mayer D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S NÚM. 6 | JUL I O | 2012 Hasta el 15 de septiembre Antonieta Bautista La muestra Surrealismo. Vasos comunicantes reúne en el Munal a los máximos exponentes de un movimiento que marcó al siglo xx. Dos lecturas –una histórica y otra psicoanalítica– fundamentan la curaduría de esta exposición que nos adentra en el fascinante mundo del inconsciente, con artistas como Max Ernst, Joan Miró, René Magritte, Salvador Dalí, Yves Tanguy, Luis Buñuel, Leonora Carrington y Remedios Varo. U na Europa convulsa por la primera Guerra Mundial dio vida a dos movimientos de vanguardia mundialmente reconocidos, el Dadá y el Surrealismo. Tras la ruptura que tuvo André Breton con el Dadá, se inspiró en las terapias psicoanalíticas para publicar el primer Manifiesto surrealista (1924), inconsciente, la emergencia de una realidad alterna a la racional (que llevó a la situación política y social desastrada que culminó con las guerras mundiales) y que diera cuenta de todo lo que habita en una región de nuestra psique que a muchos nos da miedo explorar. La búsqueda se inició con la inauguración de la pri- tener como propósito cambiar la vida por conducto del arte, también debía transformar el mundo con una revolución internacional. Ambas premisas se pudieron leer en algunos números de la Revolución surrealista y en el segundo Manifiesto surrealista (1929), redactado también por Breton. Roberto Matta. Tornado di sensazioni, 1971. Óleo sobre tela. Colección Pérez Simón, México. Fotografía: Arturo Piera. vertiendo en él su creencia sobre la armonización entre el estado del sueño y la realidad. En su origen, el movimiento estuvo integrado por poetas y filósofos y, tan sólo en un año, se inclinó hacia la búsqueda de una estética propia que representara el fluir del 2 mera muestra de pintura surrealista, en la que expusieron artistas como Max Ernst, Joan Miró, André Masson y Jean Arp, que tuvo lugar en París en 1925. En años posteriores la corriente tuvo una nueva ambición teórica, ya que el movimiento no sólo debía OTROS MUNDOS Debido a la presión atmosférica, dos o más contenedores unidos entre sí por un tubo que los vincule en la parte inferior, alcanzarán siempre el mismo nivel sin importar la adición de líquido y en qué recipiente se realice esta adición. Este principio físico nos ha servido como metáfora para representar el proceso por el que dos o más continentes, unidos entre sí, siempre aspirarán a tener el mismo nivel de importancia en una enunciación de muchas voces. En la historiografía del arte, América permanece como el continente relegado, que vive sintéticamente los procesos del arte europeo a destiempo y que nunca puede salir de su rezago. Ante los contactos de Breton y de otros surrealistas con un universo cultural distinto al suyo, ante la asimilación de los principios surrealistas elaborada por artistas latinoamericanos, planteamos que el surrealismo es el tubo que une a los continentes (entendidos en ambos sentidos: el geográfico y el físico) y, por tanto, la vanguardia que le permite a América adquirir el mismo nivel de enunciación plástica que Europa. Por ello, hablamos de que existió un diálogo. Impulsado por la búsqueda de lo maravilloso y lo mágico, el grupo surrealista amplió el descubrimiento no sólo al mundo de lo onírico y del inconsciente; también logró zarpar a puertos de países exóticos y “primitivos”, posibilitando el encuentro con otros mundos. Asombrados por el descubrimiento de lo que en su esfera histórica se consideraba como “prácticas no racionales y poco convencionales”, los artistas surrealistas, como si fueran antropólogos maravillados, vieron en las manifestaciones artísticas primitivas el alimento necesario para mantener viva la corriente, dotándola de una peculiar fuerza internacional y, hasta cierto punto, primigenia. Contenedores de lo maravilloso, ciudades como Tokio, Egipto, Perú, Santiago de Chile y México, al ser sedes de las exposiciones internacionales a partir de 1935, perpetuaron este intercambio mediante la divulgación del trabajo de artistas surrealistas. Desde luego que este intercambio también proliferó a la inversa, pues artistas ávidos por aprender los métodos plásticos de la vanguardia, se embarcaron a la aventura de conocer Europa, como Roberto Matta y el propio Diego Rivera. Otro acontecimiento importante que logró unificar ambos lados del Atlántico se registró desde 1939, cuando al escapar de la guerra, algunos artistas surrealistas se refugiaron en países como Estados Unidos y México. Estos encuentros se plantean, dentro de la muestra del Munal, en su primer apartado, titulado “La revuelta creadora. Génesis del Surrea- ¿SABÍAS QUÉ? En 1936 llegó a la Ciudad de México el dramaturgo y poeta surrealista Antonin Artaud. Atraído por la magia de nuestro país, profundizó en la práctica de la ingesta del peyote en la Sierra Tarahumara. André Breton llegó a México en 1938, y sólo permaneció cuatro meses, en casa de Diego Rivera y Frida Kahlo. Estableció un breve encuentro con León Trotsky, quien se hallaba en condición de asilado político. Tras el estallido de la segunda Guerra Mundial se refugiaron en nuestro país escritores y artistas pertenecientes al movimiento surrealista. Algunos de ellos se quedaron para siempre en México, como fue el caso de Leonora Carrington, Remedios Varo, Kati Horna y Wolfgang Paalen. D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S lismo”. Se ha constituido gracias a la oportunidad de contar con obras procedentes de la colección del Centre Georges Pompidou, que aporta ejemplos de la creación de los artistas más representativos de la vanguardia, generadores de los códigos que caracterizan al Surrealismo. El último apartado de la exposición, llamado “Lo bello lo misterioso. Souvenir du Mexique”, da cuenta de los encuentros que lograron conectar exclusivamente a México y Europa, a partir de una selección minuciosa de piezas que representan los registros visuales que encarnan el tejido de este diálogo, señalando las influencias de la estética surrealista en la plástica mexicana, en lo que se refiere a estilo, composición y temas. Estas influencias no sólo se dejaron sentir ni se asumieron al pie de la letra: se asimilaron culturalmente, se tamizaron y, una vez asentados perfectamente sus sedimentos más sustanciosos, compusieron una estética propia. No podríamos decir que se trata de una estética generalizante, comprehensiva, como sí puede ser la de algunos surrealistas europeos: se trata de la materialización de la búsqueda personal de cada artista, producto de la síntesis de su trasfondo cultural con las nuevas adquisiciones heredadas del Surrealismo DIÁLOGO ENTRE EL CONSCIENTE E INCONSCIENTE Después de la publicación del segundo Manifiesto surrealista y siguiendo la línea teórica de anhelar la conjugación de los estados del sueño y la vigilia, Breton escribió en 1932 Los vasos comunicantes, definiéndolos como la articulación de lo real y lo surreal, representando un mismo nivel comunicable, que logra vincular lo que se percibe en la vigilia y las realidades oníricas. Los estados mentales del artista, del espectador, el consciente y el inconsciente, son contenedores que reciben líquido (estímulos) indistintamente y que, en este acto de fluir, el puente de comunicación entre ambos recipientes permite que sus niveles sean idénticos: gracias a la obra e impacto del trabajo de Freud, por ejemplo, el inconsciente no será ya más un residuo vergonzante y relegado, sino que su voz se escuchará con el mismo impacto que el producido por el discurso que se emite desde la realidad lógica de la vigilia. El deseo de explorar el submundo que el psicoanálisis reveló, permitió a los artistas el descubrimiento de territorios alternos, apa- NÚM. 6 | JUL I O | 2012 NUMERALIA 12 instituciones y museos participantes 26 colecciones particulares nacionales e internacionales 17 obras proceden de colecciones particulares de los Estados Unidos Gunther Gerzso. Aigle, 1947. Óleo sobre tela. Colección particular. rentemente alejados de la realidad, que comunican y expresan a través de constantes iconográficas, como el caso de los ejercicios automáticos, las representaciones del sueño, el ojo y las deconstrucciones del cuerpo. Estos cuatro apartados se ubican dentro del segundo núcleo de la muestra, titulado “El reinado del sueño. El diván del artista”. Con la intención de reproducir el juego comunicable entre el estado de la vigilia y el sueño y al formar parte esencial de la vanguardia surrealista, el cine toma una gran importancia en esta exhibición. Representado mediante una serie de secuencias elegidas a partir de películas emblemáticas como El perro andaluz de Luis Buñuel, esta curaduría fílmica se dispone a lo largo de los tres núcleos de la muestra, permitiendo al público darse un momento dentro del recorrido para experimentar la conexión entre lo real vivido y el inconsciente estimulado, entre lo histórico documentado y lo que el propio visitante va experimentando a medida que descubre el ánimo de la muestra. Gracias a esta serie de inserciones fílmicas, el público podrá sentirse como quien se resguarda en la oscuridad de una cabina a ver una película prohibida, como quien husmea por la mirilla de una puerta hacia un interior privado, como quien contempla el resplandor de una imagen en la superficie del agua. Estos fragmentos fílmicos representan el mundo interior. 17 obras proceden del Centre Georges Pompidou de París 60 artistas extranjeros y mexicanos se exhiben en la muestra 109 obras en total, entre pintura, escultura, fotografía, dibujo y grabado Para que no te pierdas ninguna de las actividades consulta los programas en nuestra página de internet www.munal.com.mx Max Ernst. Torpid Town [Pueblo cansado], 1943. Óleo sobre tela. Museo Tamayo INBA – CONACULTA. 3 D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S ¿QUIÉN ERES CUANDOENTRAS A UNA EXPOSICIÓN? Así pues, esta exposición metaforiza a partir del citado principio y se refiere a diversas posibilidades de “tubo de comunicación”, una representada por los artistas que viajaron de un continente a otro; otra representada por la comunicación que el Surrealismo posibilita entre el interior y el exterior, entre la vigilia y el sueño, entre la consciencia y la inconsciencia. Este intercambio entre consciente e inconscien- plantee sus propias metáforas recurriendo al principio de “vasos comunicantes”. Para algunos, sin embargo, establecer esta conexión tal vez no revista ningún interés. Las obras, en conjunto con todo lo que el museo propone, son una nove- E n el caso de la exposición Surrealismo. Vasos comunicantes, inaugurada a finales del pasado mes de junio en el Munal, las posibilidades a las que nos enfrenta la obra son inmensas y más si partimos de la idea de André Breton según la cual, existe una necesidad de usar la imaginación sin límite alguno. Es por esto que, en la muestra, se pueden encontrar guiños que apelan a diferentes tipos de público. El interés del museo radica en mostrar las diversas maneras como se interpretó el principio de “vasos comunicantes”, mismo que puede ser entendido como lo que hace que dos o más contenedores, vinculados entre sí por un tubo en su parte inferior, siempre tendrán el mismo nivel de líquido, sin importar cuánto se añada a cada uno. Esto es obra de la presión atmosférica. Eva Isis Sifuentes Hemos hablado en otros números sobre los diferentes tipos de público que recibimos. En esta reflexión abordamos el hecho de que nuestros intereses personales y las razones de nuestra visita hacen que la experiencia vivida en una exposición varíe significativamente en comparación con las de otras personas. al morbo, al sueño y a lo irreal y ponen al público, por qué no, “en posición de diván”. En sala hay también un espacio para quienes gusten plasmar sus ideas y escribir lo que el inconsciente les dicte. Esto, junto con la posibilidad de ver su cuerpo como si estuviera en un punto intermedio entre el sueño y la vigilia, hará de un recurso interactivo una posibilidad de concreción de los puentes estéticos tendidos entre la obra y el espectador. Por otro lado, el museo ofrece dos tipos de visita guiada, una centrada en aspectos históricos y otra que incluye actividades prácticas y de juego “surrealista”, con lo que la exposición, no obstante permite tantos tipos de visita como visitantes y ánimos existen, plantea que haya un recorrido lúdico en el que se destacan aspectos que tienden a vincular al espectador con las premisas del Surrealismo de un modo vivencial. Sabemos, sin embargo, que sería imposible imaginar todas las experiencias que se viven durante el recorrido. Es por ello que, como museo, nos interesa escucharte. Si deseas expresar algo sobre tu experiencia en la sala, envíalo al correo atencionalpublico@munal.inba.gob.mx. PROYECTO DE INTERPRETACIÓN te implica lo que los surrealistas buscaban lograr en sus obras: la expresión de una nueva realidad o de aquello que restablece la identidad entre el mundo de la vigilia y el mundo del sueño. El museo ha asumido el reto de buscar recursos que amplíen las posibilidades para que el público dad consideradas en su agrupación. Para otros bastará con observar las obras y la forma como dialogan en la sala, pues esta relación permite una experiencia estética. En paralelo, existe información en los muros para quienes deseen ser seducidos por las ideas surrealistas y su historia. Para otros más, la experiencia se puede combinar con las inserciones fílmicas ya que éstas se encuentran inmersas en ambientes que apelan ¿Vasos comunicantes? VISITAS GUIADAS En el Munal se conoce como Proyecto de interpretación a los elementos alternos que son considerados dentro de una exposición y que buscan distintas maneras de transmitir, compartir y generar experiencias con respecto a una muestra. Como productos de un proyecto de interpretación se pueden encontrar hojas de sala, información en los muros, interactivos, videos y actividades que promueven la participación activa del público, tales como escribir, dibujar o utilizar las redes sociales. El proyecto de interpretación se va cocinando meses previos a la inauguración y en su desarrollo pueden estar involucradas cuatro o cinco áreas del museo. Estas discusiones en equipo, a veces arduas, buscan presentar alternativas para que distintos tipos de público gocen de una exposición. Diálogos entre el consciente y el inconsciente. Para público general Con actividad para público general Martes a viernes Explora cómo se comunican el consciente y el inconsciente, Europa y América Latina, los sueños y la realidad, en una visita en la que se explica cómo es que el Surrealismo implicó una revolución creativa y subversiva. Martes a viernes 12:00 y 14:00 hrs., previa reservación Sábado y domingo 12:00 y 14:00 hrs., sin reservación Grupo mínimo de 10 personas Reunión en el vestíbulo 4 NÚM. 6 | JUL I O | 2012 La sala es el sueño, el exterior la realidad. Descubre cómo plasmaban los surrealistas su interior y vincúlalo con tus propias experiencias, verbalmente o de cualquier manera. Encontrarás tu sensibilidad desfigurada, lírica y no reflexionada para construir un cadáver exquisito colectivo. 13:00 hrs., previa reservación Sábado y domingo 13:00 hrs., sin reservación Cupo limitado a 15 personas Reunión en el vestíbulo. Informes: 5130-3400 Ext. 4010 visitasguiadas@munal.inba.gob.mx D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S AUTOPSIA DE UN CADÁVER EXQUISITO: MUERTE Y MILAGROS DEL SURREALISMO NÚM. 6 | JUL I O | 2012 LA CÁMARA MONSTRUO DE GÁMEZ: Oswaldo H. Truxillo D icen los lexicógrafos —esos seres que luego de escribir diccionarios echan a andar por los caminos de la locura (Sir James Murray dixit)— que no hay nada más muerto que una palabra cuando ha entrado, finalmente, a formar parte de un diccionario. Es decir, el lenguaje es vivo e inasible mientras discurre por los labios de los hablantes y se volatiza por las calles; luego, el margen de su improvisación semántica se va reduciendo, hasta que se lexicaliza y, al fin, uno puede leer la entrada correspondiente en el diccionario como su dignísimo epitafio. Desde esa óptica, es significativo que la voz surrealista haya tardado casi un siglo en figurar en los diccionarios convencionales (incluso hoy, el paquidérmico y anquilosado DRAE no la registra y la ultracorrige por la de “superrealista”). El Oxford English Dictionary, en cambio, define el adjetivo como “perteneciente al surrealismo” y, en segundo lugar, agrega un interesante sinónimo: “bizarre”. Podemos perfectamente imaginarnos a un André Breton agraviado si se enterara de que su propuesta estética que no buscaba contradecir sino superar su realidad circundante, terminó por entenderse en nuestro siglo como una simple “rareza”, como un “sinsentido”. Pero ¿cómo ocurrió este proceso? No pretendo dar una respuesta absoluta pero aventuro la siguiente: los artistas y sus públicos han asociado consistentemente al surrealismo con cierto tipo de automatismo onírico. Además de sus propias definiciones en los manifiestos, eran famosas las sesiones de interpretación de sueños dentro del grupo que desde siempre se sintió atraído por el azar, por el absurdo, por la lógica imposible y borrosa de los sueños. Precisamente un brumoso concepto de onirismo es lo que ha disculpado recientemente a productos artísticos de todo tipo amparados bajo el concepto de surrealismo. El cine, por ejemplo, ha vivido plagado de imitadores del sopor. En este punto conviene, sin embargo, recordar la opinión de Borges sobre el Fotogramas de Vormittagsspuk, Hans Richter movimiento vanguardista siempre pasó más por el ámbito de lo político que de lo estético, pero ya que no quedan más artistas apuntando con un revolver frente a la multitud —ni cineastas apuntando con su cámara— quizá sea momento de replantear nuestras convicciones estéticas. Las modas pasan y hoy que el surrealismo huele a cadáver, el Cineclub del Munal nos invita a reflexionar sobre su sentido, e incluso su sinsentido. Consulta cartelera. Pablo Martínez Zárate A hí estaba Rubén, su lente cargado, el aro de fuego por ojo y un cronómetro en la mano. La realidad no le bastaba. Entre las múltiples formas y los colores danzantes, convertía la luz en poesía, el sonido en provocación y el sueño, el sueño siempre su única brújula. Y es que el cine de Rubén Gámez no solamente desafió la realidad: propuso su reinvención a partir de una imagen auténtica. Lo siguieron hombres como Juan Rulfo y Jaime Sabines, mujeres como María Rojo, bestias de mil voces como esta masa informe que somos los mortales mexicanos. En el marco del ciclo de cine surrealista tendremos la función de La Fórmula Secreta, así como Magueyes en una proyección especial sorpresa, destinada a las noches de museos. No pierdas la oportunidad de vivir los mundos de Gámez en pantalla grande como parte de nuestra temporada surrealista. Consulta cartelera. Fotogramas de Un perro andaluz, de Buñuel y Dali. sueño plasmado estéticamente. Según el autor bonaerense nada hay de nebulosidad en lo que uno sueña, al contrario, las imágenes están siempre construidas por una limpidez y una lógica impecables. A su amigo Bioy le confesó: los franceses parecen no haber advertido que el surrealismo, valga lo que valga la teoría, impide, en la práctica la producción de páginas legibles. Y de películas visibles, podríamos agregar. Precisamente la honestidad y la limpidez de la imagen cinematográfica distinguieron a autores que lograron 'esculpir' en la pantalla la materia de los sueños de una manera profunda. ¿Los llamaremos surrealistas? Si alguien insiste, que así sea. Resulta, de todos modos, evidente que Buñuel es más buñuelista que surrealista, tal como es imposible llamar a Fellini de otra manera que no sea fellinista. Justamente otro genio del onirismo, Andréi Tarkovksy, escribió esta advertencia contra la tentación de la extravagancia y del sinsentido: “En cine la “opacidad” e “inefabilidad” no significan una imagen confusa, sino la impresión particular creada por la lógica del sueño: combinaciones y conflictos inesperados entre elementos completamente reales. El cine debe, por su propia naturaleza, aclarar la realidad, no oscurecerla.” Es cierto que la voluntad de transformación del mundo del REINVENCIONES DE LA REALIDAD MEXICANA Fotogramas de Filmstudie, Hans Richter 5 D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S Esta sección se inaugura con una revisión a las exposiciones que se dedicaron anteriormente en nuestro país al Movimiento Surrealista, tanto en la Galería de Arte Moderno como en el Museo Nacional de Arte, en 1940 y 1986, respectivamente. J unto con la llegada de los surrealistas a México, el movimiento comenzó a sentise cómodo en nuestras tierras y a asumirse poco a poco como una manifestación de vanguardia. No sólo albergó en su círculo a exiliados de nacionalidades distintas como Kati y José Horna, Remedios Varo, Benjamín Péret, Wolfgang Paalen, Alice Rahon, Eva Sulzer, Leonora Carrington y César Moro, (todos ellos radicados en México) sino que también abrió sus brazos a artistas mexicanos afines al pensamiento de Breton, tales como Gunther Gerzso, Diego Rivera, Frida Kahlo, Guillermo Meza y algunos otros que, sin considerarse surrealistas, participaron en la Exposición Internacional del Surrealismo de 1940. Realizada en la Galería de Arte Mexicano, la Exposición Internacional del Surrealismo fue organizada por los surrealistas Wolfgang Paalen, César Moro y André Breton desde París, quien ya había regresado después de su estancia en nuestro país. Esta muestra presentó en total 109 piezas, algunas de ellas provenientes de lugares como Alemania, Austria, Francia, Chile, España, Inglaterra, México y Estados Unidos, por mencionar algunos, incluyendo dibujos, arte mexicano antiguo y “arte salvaje”, llamando de este modo a máscaras, vasos y estatuas provenientes de Nueva Guinea y México. Algunos artistas mexicanos que participaron en la muestra fueron Agustín Lazo, Manuel Rodríguez Lozano, Carlos Mérida, Guillermo Meza, José Moreno Villa, Roberto Montenegro, Antonio Ruiz “El Corcito” y Xavier Villaurrutia, todos con una o dos obras. Cabe mencionar que Manuel Álvarez Bravo, Diego Rivera y Frida Kahlo fueron incluidos dentro del grupo de artistas internacionales con dos o más obras cada uno. En el día de la inauguración, un gran contingente compuesto por allegados, artistas y políticos invadió la Galería de Arte Mexicano. Ante la mirada atónita de los presentes, la noche dio inicio con la aparición de la Gran Esfinge Nocturna, que era Isabel Marín vestida de blanco, con una cabeza de mariposa y volando sobre los espectadores. 6 16 SURREALISMO REVISITADO Después de haber recibido a los surrealistas en la exposición de 1940 y de abrir los brazos a aquéllos que decidieron quedarse, México fue testigo de la formación de grupos de artistas afectos a este movimiento. Naturalmente, motivó críticas y tuvo detractores. Como es vocación de esta sección, se reflexionará ahora en la exposición que el Museo Nacional de Arte preparó en 1986. Pese al poco entusiasta recibimiento que el Surrealismo tuvo en los primeros años de su naturaliza- Benjamin Peret, Kati y José Horna, Leonora Carrington, Esteban Francés y el mexicano Gunther Gerzso. El segundo grupo fue fundado al sur de la ciudad, a raíz de la llegada de Wolfgang Paalen y su entonces esposa Alice Rahon; convocaron a Eva Sulzer y a César Moro quienes, al lado de otros mexicanos, participaron en la publicación de la revista Dyn. Por último, está el grupo de surrealistas que más adelante se pondría en contacto con los dos grupos ya existentes, pero que, a diferencia de éstos, se caracterizó porque la estancia de algunos de sus miembros NÚM. 6 | JUL I O | 2012 olvido en años posteriores, pues era revivido por sus más acérrimos enemigos o aliados a partir de comentarios en contra o a favor, aun pese al cambio de actitud que se registró en la comunidad artística e intelectual a partir de la década de 1950. Se piense o no que el Surrealismo constituyó un parteaguas en la creación plástica mexicana, su presencia motivó la reflexión de varios estudiosos, artistas e intelectuales, quienes reflexionaron largamente en la asimilación de las premisas de esta vanguardia. Algunos de ellos fueron Luis Mario Schneider, Ida SURREALISMO: DE LA GAM AL MUNAL ción en México y, a pesar también de la acerba crítica por parte de algunas esferas de intelectuales y artistas, la corriente nunca dejó de existir en la obra de algunos artistas mexicanos. Después de haber participado en la exposición de 1940, este grupo se dispersó, algunos se unieron a los grupos que se formaron en torno a los surrealistas europeos que ya se habían establecido en México y otros sólo integraron a su iconografía algunos de los elementos del repertorio visual de la vanguardia. Para hablar de la influencia surrealista en México y de su apropiación por parte de generaciones posteriores, es importante mencionar a los grupos formados en la ciudad, siendo el primero el de la calle Gabino Barreda, integrado por los surrealistas exiliados Remedios Varo, fue breve. En este grupo podemos encontrar a Bona Mandiargues, Edward James y Luis Buñuel, visitantes fugaces que dejarían el rastro de su influencia en algunos trabajos de artistas y literatos mexicanos. El ir y venir de estos artistas y su relación de amistad -que después cristalizaría en lazos irrompibles de fraternidad- no sólo refiere a las historias protagonizadas por Pedro Friederberg, Xavier Esqueda, Octavio Paz, Alberto Gironella y Julio Castellanos, entre muchos otros, sino también en los esfuerzos de la crítica por valorar o demeritar aquello que alguna vez se había conformado en torno a la evidente llegada del Surrealismo y sus exponentes. Si bien, el Surrealismo había desatado una gran revuelta en el mundo intelectual mexicano, no fue relegado al Rodríguez Prampolini, Juan Larrea, Juan Somolinos Palencia, Luis Cardoza y Aragón, Agustín Lazo, Octavio Paz y Lourdes Andrade, quien destaca como una de las investigadoras que más ha abundado en los intercambios plásticos entre el Surrealismo del viejo y del nuevo mundo. Como deriva de aquellos tiempos (años 30-40), es posible encontrar obra de artistas mexicanos que fueron considerados dentro de la temática afín al Surrealismo por la recurrencia a sus elementos iconográficos y que más tarde fueron integrados en la exposición que el Museo Nacional de Arte realizó en 1986, titulada Los surrealistas en México, muestra que proponía una revisión de los artistas surrealistas que integraron el grupo parisino, los exiliados en México y los jóvenes nacionales y extranjeros que complementaron su repertorio iconográfico con la influencia documentada en paisajes, poemas, cartas y esculturas que formaron parte de la exposición. Esta exhibición del 86 fue organizada por Luis Mario Schneider, Ida Rodríguez Prampolini y Juan Somolinos Palencia quienes, además, escribieron en el catálogo un apartado titulado “Prólogos”, donde cada uno reflexiona en torno a la exposición y su importancia con ensayos que versan sobre el Surrealismo y la fantasía mexicana, el Surrealismo y la ciencia y la presencia de los surrealistas en México. También se incluyen textos de Octavio Paz, un apéndice con el manifiesto Por una arte independiente revolucionario y textos de Agustín Lazo, César Moro, André Breton, así como una entrevista que Heliodoro Valle hizo a Breton a su llegada a México. Se contempló a un total de 53 artistas y de 200 obras entre óleos, esculturas, dibujos, cartas collage y objetos. Entre los artistas mexicanos que se incluyen podemos encontrar algunos que ya habían participado en la exposición de 1940 como Manuel Álvarez Bravo, Frida Kahlo, Guillermo Meza, Roberto Montenegro, Antonio Ruiz “El Corcito” y Manuel Rodríguez Lozano; entre los artistas que retoman elementos del Surrealismo en su obra contamos a Alberto Gironella, Juan O’Gorman, Mario Rangel, Rufino Tamayo, Juan Soriano, Francisco Toledo y Gunther Gerzso. En cuanto a los artistas extranjeros y exiliados encontramos que algunos de ellos no fueron incluidos en la exposición de 1940, tal es el caso de Edward James, Leonora Carrington, Bridget Bade Tichenor, Leonor Fini, Kati y José Horna y Aube Elléaüet Breton. Las dos muestras de las que aquí se ha hablado fueron, sin duda, dos de los hitos en lo que a la relación México y el Surrealismo se refiere. Por un lado, está la exposición del 40 que, además de colocar a los artistas mexicanos participantes en el espectro de la plástica de vanguardia, posicionó a México ante la mirada atónita del resto de América como uno de los países surrealistas “por naturaleza”. Por otro lado está la exposición del 86 que, además de tener el mérito de haber reunido una copiosa cantidad de obras de los surrealistas internacionales, incluyó en su discurso obras de artistas mexicanos que, junto con un recuento literario del surrealismo en México, es un balance de lo sucedido después de la exposición de 1940 en el terreno artístico y literario. 7 NÚM. 6 | JUL I O | 2012 Antonieta Bautista Ruiz ANGUIANO EL EXPERIMENTADOR D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S En el marco de la exposición Surrealismo. Vasos comunicantes, el Museo Nacional de Arte exhibe simultáneamente la muestra Raúl Anguiano: dos realidades, 1934-1942, conformada por más de 45 obras basadas en los sueños del artista jalisciense. La llamada del instinto, 1942 E n 1934, procedente de su natal Jalisco, Raúl Anguiano llegó a la Ciudad de México; inmediatamente experimentó un cambio en su creación artística. Sin trabajo formal, aprovechó su primer año de estancia para prepararse teóricamente y para profundizar en temas propios de la Revolución Mexicana y de la Revolución Rusa, con lo que desarrolló un creciente interés por apoyar los movimientos obreros y campesinos. En esa misma época, en concordancia con el programa educativo impulsado por el cardenismo, el proyecto muralista como sistema de comunicación de las ideas estéticas y políticas del régimen fue adquiriendo más importancia; se pintaron murales por todo el país y el muralismo comenzó a representar una opción de vida y trabajo para numerosos artistas. 10 Fue así como Anguiano comenzó a adiestrarse en la técnica del fresco, practicando en pequeños formatos con acuarela. Poco a poco, con ayuda de sus amigos artistas, se integró a la realización de algunos murales. Además se incorporó a las filas de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (lear fundada en 1933), organización que centraba su apoyo en los ideales pos-revolucionarios y que difundía el trabajo de artistas como Fermín Revueltas, Pablo O’Higgins, Alfredo Zalce, Chávez Morado, entre otros. Debido al oportunismo de algunos de sus integrantes, lear se desintegró y Anguiano, junto con algunos compañeros, deciden fundar en 1937 el Taller de Gráfica Popular (tgp), claramente comprometida con las luchas populares, obreras y campesinas. Anguiano y sus inte- grantes, produjeron un arte basado en las tradiciones populares mexicanas, ponderando composiciones de alto contenido político. Paralelo a los clásicos temas campesinos y proletarios que plasmaba en sus murales y grabados, Anguiano realizó en un periodo de ocho años, entre 1934-1942, una serie de dibujos y pinturas basada en sus sueños e imaginación. Al mismo tiempo que aprendía la técnica del fresco, experimentaba con composiciones metafísicas que nos remiten a los paisajes de Giorgio de Chirico, pero con cierto aire mexicano. Consciente de plasmar sus propios sueños, Anguiano recuerda que muchos de los dibujos que pertenecen a esta época eran realizados en las reuniones de la lear, en las cuales al cansarse de las discusiones de sus asistentes o para no dormirse se ponía a dibujar cosas fantásticas como protesta ante su aburrimiento. Esta temática tan escasamente reconocida en el artista, es motivo de análisis y reflexión, por ello el Museo Nacional de Arte, junto con la acuciosa colaboración de Brigita Anguiano, reúne una serie de más 45 de estas obras, dando forma y nombre a la exposición Raúl Anguiano: dos realidades, 1934-1942. Entre óleos, acuarelas, dibujos y grabados, esta curaduría da cuenta de la versatilidad del artista, provocada por la necesidad de experimentar en diferentes estilos, temas y técnicas, constituyendo la simiente para su posterior desarrollo artístico y su pertenencia a la “Escuela Mexicana de Pintura”. El concepto curatorial de la muestra se desarrolla a partir de de dos núcleos, con los cuales se logra apreciar la gran habilidad de Anguiano como dibujante, al plasmar sus pensamientos con trazo firme y eficaz. En el primer apartado, “Espacios y sueños”, se pueden examinar dibujos producto de un dictado inconsciente o automático, que derivan en algunas representaciones cubistas y en figuraciones distorsionadas por trazos que expresan sentimientos de angustia, miedo y sufrimiento. “Deseos instintivos”, da título al segundo apartado, el cual está compuesto por interpretaciones libres que ilustran mitos, leyendas e historias, así como extrañas escenas populares mexicanas, que son intervenidas por figuras fantásticas, que aunque brotan de la imaginación del artista, pueden verse también como el registro de esa otra realidad que pocos artistas mexicanos se atrevieron a encarar. D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S NÚM. 6 | JUL I O | 2012 ANGUIANO COMPROMISO CON LA VICTORIA James Oles C uando, en 1934, a sus diecinueve años, Raúl Anguiano descendió del tren en la estación de Buenavista de la Ciudad de México, seguía los pasos de un grupo de artistas jaliscienses —entre ellos José Clemente Orozco, Roberto Montenegro, Luis Barragán, María Izquierdo y Jesús Guerrero Galván— que se alejaron del conservadurismo de la provincia en busca de nuevas oportunidades económicas, políticas o bohemias. A la llegada de Anguiano a la capital, los artistas mexicanos modernos estaban casi todos dedicados a lo figurativo: sin embargo, sus diferentes puntos de vista sobre el propósito del arte impedían que se hablara en cualquier sentido de una “Escuela Mexicana” uniforme. Anguiano debía elegir entre varias rutas posibles al dejar atrás sus días de estudiante y asumir el papel público del artista profesional. Los tres principales muralistas estaban entonces trabajando fuera del país, en exilio voluntario, aun- que quedaban en México algunos artistas radicales que expandían las fronteras de lo posible en los últimos meses del Maximato; uno de los acontecimientos más significativos de 1934 fue la decoración de las escuelas primarias racionalistas de Juan O’Gorman por parte de equipos de artistas, muchos de ellos asociados con la izquierda. Acontecimientos económicos y políticos turbulentos, suscitados tanto en México como en el extranjero, estaban obligando a varios artistas a asumir posturas cada vez más militantes contra el capitalismo y el fascismo. Pero otros, especialmente aquellos asociados con la revista Contemporáneos aun después de su cierre en 1931, se abstuvieron de referirse a los hechos del día salvo en términos metafóricos. En lugar de agruparse en asociaciones colectivas y favorecer el arte público (desde murales hasta carteles), estos pintores se concentraron en crear imágenes para su propia satisfacción personal o para el naciente mercado del arte (la Galería de Arte Mexicano, la primera galería comercial en México, apenas se fundó en 1935). De hecho, cuando Anguiano llegó a la Ciudad de México, se libraba en la capital un violento debate entre dos estrategias muy distintas de producción artística. Ambos lados fueron caricaturizados con crueldad por Jesús Guerrero Galván, amigo de Anguiano desde Guadalajara, en un dibujo publicado en una revista de izquierda en 1934. La imagen de Guerrero Galván compara a un amanerado pintor de caballete —una caricatura de Agustín Lazo, de quien se sabía que era pareja del poeta Xavier Villaurrutia— con un musculoso muralista de la clase obrera. El dibujo privilegiaba claramente el “arte social” de inspiración marxista, sobre lo que se conocía entonces como “arte puro”, o “el arte por el arte”, asociado de manera cínica con Coridon, texto en el que André Gide defendía abiertamente la homosexua- El presente texto es un fragmento del ensayo que el Historiador del Arte James Oles hizo para el cuadernillo que acompaña la exposición del pintor jalisciense. lidad. Los dos personajes aparecen dándose mutuamente la espalda, sin permitir ninguna posibilidad de diálogo entre ellos, aunque en realidad varios artistas —entre ellos, Guerrero Galván y Anguiano— sí circularon fácilmente entre ambos extremos, y crearon imágenes que hubieran podido aparecer con facilidad sobre un lienzo o sobre un muro. En la segunda mitad de los años treinta, la producción de Anguiano como artista incluía murales, grabados y carteles que delatan su compromiso con la victoria revolucionaria y la protesta antifascista, todos ellos producidos en una serie de organizaciones colectivas, algunas más duraderas que otras, como la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR, fundada en 1933), la Alianza de Trabajadores de las Artes Plásticas (ATAP, 1934), la Federación de Artistas y Escritores Proletarios (FEAP, 1935) y la más célebre, el Taller de Gráfica Popular (TGP, fundado en 1937, en un principio como parte de la LEAR). Entre las obras de este periodo de Anguiano hallamos a varios obreros carnosos en una fundición, un cartel antifascista temprano para una exposición patrocinada por la ATAP, un mural en el que se muestra a una poderosa Trinidad revolucionaria que se levanta sobre el globo terráqueo, hecha para un proyecto de la LEAR en Morelia, así como numerosas litografías y carteles para el TGP. Organizaciones como la LEAR y el TGP agrupaban a una amplia gama de artistas e intelectuales mexicanos en un frente común contra el fascismo durante los años treinta; por ello, no sorprende que el arte producido en estos colectivos fuera tan diverso estilísticamente, en contraste con el realismo socialista soviético, cada vez más estandarizado. Para finales de los treinta, de hecho, podemos ver a Anguiano experimentando velozmente con varios lenguajes visuales diferentes del robusto “arte proletario”. Uno de ellos fue el surrealismo. El espacio y el sueño, 1934 11 D O S S I E R S U R R E A L I S M O. VA S O S C O M U N I C A N T E S LOS DÍAS DE LA CALLE DE NÚM. 6 | JUL I O | 2012 GABINO BARREDA El siguiente texto explica la imagen de portada del catálogo de la exposición Surrealismo. Vasos comunicantes. En él, Salomon Grimberg relata cómo esta extraordinaria pintura de Gunther Gerzso fue rescatada por Kati Horna. G unther Gerzso pintó Los días de la calle Gabino Barreda, en 1944, en plena segunda Guerra Mundial. Lo pintó como ejercicio didáctico más que otra cosa y pensó destruirlo después, pero la obra, rescatada por su amiga Kati Horna, ha quedado como testimonio del legado de Breton en México y del Surrealismo en el exilio. La obra toma su nombre de la calle de la Ciudad de México donde vivieron Benjamin Péret y Remedios Varo en una vecindad ruinosa infestada de ratas. Una vez a la semana se reunían allí los surrealistas exilados y otros amigos para compartir la botella de vino que sólo Gerzso podía pagar. Gerzso se quedó mudo el día que descubrió que las “bonitas copias” de dibujos clavados con alfileres en las paredes no eran sino originales, regalados a Péret y Varo por sus amigos Brauner, Ernst, Tanguy y Picasso. Aunque faltase el dinero era impensable el venderlos. Los días… es un meditado retrato de grupo de artistas surrealistas huidos de Europa que esperaban el final de la guerra para volver a sus casas. Gerzso era un surrealista mexicano, por lo que su representación de Leonora Carrington, Esteban Francés, Benjamin Péret, Remedios Varo y él mismo, tiene la virtud de estar hecho simultáneamente desde dentro y desde fuera. Un estudio detenido del cuadro devela aspectos íntimos y de la vida común del grupo. Se apoya en Salomon Grimberg dos obras de Max Ernst, Au Rendezvous des amis (1922) y Le Miroir volé (1939): la primera es un retrato del grupo de los primeros surrealistas, la segunda un retrato de Leonora Carrington en un paisaje totémico de Europa arrasada por la guerra. Gerzso parodió ésta en la composición de Los días… La escena del cuadro se sitúa en México, entre construcciones de adobe. La luz de una hora indefinida ilumina la escena con un tinte verdiazul homogéneo. En primer plano a la izquierda, una Leonora Carrington escindida, en referencia a su incursión reciente a la locura, se eleva erguida sobe ella misma sentada: furias coralinas ascienden su cuerpo desnudo hacia su rostro oculto detrás de una máscara. En el fondo, Esteban Francés, velado de pies a cabeza, toca la guitarra ante cuatro mujeres desnudas retratadas en las hojas de un biombo. De un túnel oscuro situado bajo su asiento salen dos manos unidas: Francés suplica en vano respuesta a sus avances amorosos. A la derecha está Benjamin Péret de espaldas, con su calva característica -que le ganó el sobrenombre de “El Padre Hidalgo”, por el parecido con el clérigo libertador de México- y los brazos, abiertos y levantados hacia el cosmos, formando un embudo para recibir inspiración. Sobre su espalda campea un huevo estrellado. La cerveza que una mano invisible vierte en un tarro alude a un poema que Perét dedicó a Jac- SURREALISMO EN LA PANTALLA GRANDE El ojo y su narrativa. El cine surrealista desde México. México-España, Munal-Imcine-Ediciones el Viso, 2012 L a muestra cinematográfica de la exposición Surrealismo. Vasos comunicantes, está acompañada de un catálogo que reúne a expertos y académicos del séptimo arte. Éste volumen refleja el ciclo, analizando el paso del surrealismo por la pantalla grande: Javier Espada, del Centro Buñuel de Calanda y Volker Rivinius, escriben una introducción, el primero sobre sus protagonistas (Man Ray, Antonin Artaud, Luis Buñuel), mientras Rivinius analiza el cine de vanguardia mostrando sus derroteros e intenciones. 12 Por su parte, Aurelio de los Reyes, investigador y académico, hace un repaso puntual de la expresión fílmica surrealista mientras que Gustavo García y Carlos Bonfil, críticos de cine y estudiosos, nos muestran el impacto de la vanguardia, su tránsito por el éxito y la censura, así como su desarrollo y evolución. Desde el punto de vista plástico y vinculando la pintura con el cine, escriben Alicia Sánchez Mejorada y Olga Sáenz, trazandoel recorrido artístico que va de una disciplina a otra. ques Prévert: Mamaindans la bière. Remedios Varo descansa en el suelo recostada sobre el lado izquierdo, cubierta con una manta; un antifaz le enmarca los ojos, a juego con los tres gatos que la acompañan. Varo se hizo el antifaz para ir a un baile de disfraces con aire misterioso, como los personajes encantados que tiene detrás. La escena parece de cuento de hadas, como aquellas que Varo pintaría diez años más tarde y que le darían fama. Por último, en un cubo, modestamente apartada del centro, se ve la cabeza decapitada de Gerzso. “El cuerpo esta enterrado”, explica él mismo. La imagen presagia la iconografía futura de partes del cuerpo desgajadas. En el punto de fuga del paisaje, al otro lado del mar, llamas agitadas por el viento y humo se elevan ominosamente al cielo: Europa arde. UN LIBRO DE ENSUEÑO El catálogo de la exposición ofrece una perspectiva histórica y teórica del movimiento surrealista desde una mirada europea a cargo de Serge Fauchereau, Didier Ottinger y Juan Manuel Bonet. Miradas psicoanalíticas alimentan también desde esta disciplina el volumen y muestran en las creaciones y su teoría, la presencia ineludible de la revolución iniciada por Freud: Mónica López Velarde, Helí Morales y Nestor Braunstein. Philippe Ollé-Laprune presenta la lectura europea desde México, el punto de enlace; mientras que Fabienne Bradu y Salomon Grimberg escriben sobre las repercusiones del surrealismo en México y las creaciones nacionales que se inscribieron en esta tendencia mundial. Surrealismo. Vasos comunicantes. México-España, Museo Nacional de ArteEdiciones el Viso, 2012, 315 pág.