DOSSIER DE PRENSA Espíritu del vino. El vino como valor religioso Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA La Fundación Dinastía Vivanco (impulsada por Bodegas Dinastía Vivanco, Briones, La Rioja) expone, en el Museo das Peregrinacións e de Santiago (Sede Plaza de las Platerías, Santiago de Compostela), la muestra Espíritu del Vino. El vino como valor religioso. Se trata de un recorrido artístico con importantes obras de diferentes disciplinas, épocas y procedencia, que muestran la relación del vino con la religiosidad, así como su implicación y simbolismo en diferentes ritos. Las 107 obras expuestas pertenecen a la colección privada del Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco y la mayoría de ellas se exhiben por primera vez al público, gracias al esfuerzo conjunto de la Fundación Dinastía Vivanco, el Consorcio de Santiago y la Fundación Ad Sanctum Iacobum Peregrinatio. La exposición podrá visitarse desde el 16 de mayo al 20 octubre de 2013. Según la teóloga P. Rech, el vino es “la parábola más hermosa de la pasión vital que emana de la vida y muerte de un dios”. Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA El vino como valor religioso El vino ha estado vinculado a la religión desde tiempos inmemoriales, especialmente en las culturas y religiones a orillas del Mediterráneo. Desde los cultos primitivos del Neolítico, pasando por el cristianismo, el judaísmo o, incluso, el islam, ha sido protagonista o complemento en actos litúrgicos. Si rastreamos los orígenes de la relación entre religión y vino, debemos remontarnos al momento en el que la vid (Vitis vinífera) fue domesticada y se extendió su cultivo. El contacto con esta planta y su fruto propició la observación del mismo. Se descubrieron sus efectos embriagadores, sus propiedades nutritivas y medicinales, y se establecieron paralelismos entre su ciclo vegetativo y el curso vital del hombre en sus dimensiones filosóficas y místicas. Tampoco pasó desapercibida la similitud del vino con la sangre. Resulta llamativo cómo el vino adquiere similar simbología y valor en las diferentes religiones. Es una bebida tentadora que alegra, causa euforia, altera la percepción de los sentidos, nos libera momentáneamente de la rutina y de nuestras inhibiciones… Pero también tiene sus riesgos como la adicción o provocar locura, algo de lo que también alertan algunas doctrinas. La vid aparece como símbolo de la eternidad y su cultivo mucho tiene que ver con el paso del hombre por la tierra y su trascendencia. El eterno retorno, la resurrección, el tiempo, la naturaleza y su contrapuesto poder regenerador y devastador… El vino, guardado en barricas bajo tierra es la sangre de la uva, de la vid y de la tierra y, por ende, de la humanidad y sus dioses. Pero no hay milagro sin sacrificio y el de la vida (o la vid) es uno de ellos. Sólo cuando algo muere o deja de ser lo que era, se convierte en una naturaleza nueva y con vida renovada. La uva deja de ser tal para convertirse en vino, al igual que el ser humano muere para lograr la trascendencia. Esta relación de simbiosis entre vino y religión también se traduce en el apoyo que esta última ha brindado, nunca mejor dicho, para la difusión, reivindicación o incluso protección de esta bebida. Como ejemplo, cuando el Congreso de los Estados Unidos instauró la llamada Ley Seca en 1919, muchos viticultores tuvieron que cerrar o dirigir su actividad a otros productos derivado de la vid, salvo algunos de la zona de California que se acogieron a una excepción para elaborar vinos destinados a la liturgia sacramental o altar wines, para lo que necesitaban una aprobación eclesiástica. Esta medida salvó a muchas bodegas que vieron cómo su producción se incrementaba en los siguientes años, lo que además les permitió futuras expansiones y mantener la empresa, incluso hasta nuestros días. Tal es el caso de San Antonio Winery, la única bodega que hoy queda en la ciudad de Los Ángeles, cuyo dueño, de la tercera generación de propietarios, señala que “el suyo es un negocio basado en la fe”. Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA La exposición Espíritu del Vino. El vino como valor religioso ofrece al visitante un recorrido histórico cultural por las diferentes prácticas religiosas en las que el vino ha estado presente. Desde los antiguos semitas, pasando por Egipto, la Grecia Clásica, el cristianismo, el judaísmo y el islam. Está dividida en cuatro áreas temáticas: Del Tigris al Nilo, el vino de dioses y reyes; El néctar de los dioses, el vino como alimento sagrado; La viña de Yahvé, el vino de la promesa; y De Caná a Emaús, el vino de la Nueva Alianza. Del Tigris al Nilo, el vino de dioses y reyes Las primeras piezas que ocupan la exposición muestran el valor simbólico del vino en las antiguas creencias de Oriente Medio y en el Antiguo Egipto, donde logró una grandísima expansión debida a sus connotaciones mágicas que acercaban al hombre a la divinidad. En Armenia, en 2011, fueron hallados los restos de producción de vino más antiguos del mundo, del 6000 a. C. En Oriente Próximo, el vino simboliza la fuerza vital y la vida de ultratumba, y el ciclo vegetativo de la vid es icono de la resurrección tras la muerte y la fertilidad. Aquí podemos encontrar valiosas piezas como varios vasos de bronce procedentes de Irán, datados entre el II y I milenio a. C. Esta zona es fundamental para conocer las creencias primitivas que dieron lugar al posterior culto al dios griego Dionisio. También fueron los primeros en incorporar el vino a sus ritos de devoción al sol, la luz y el fuego, dándole tintes festivos y hedonistas. En el Antiguo Egipto, el vino era la bebida de los dioses. Estaba vinculado a Hathor con la fertilidad, a Bastet con la fiesta y la alegría y, especialmente, a Osiris dios de la resurrección, la vegetación y la agricultura. En la exposición podemos ver algunos vasos funerarios de los siglos II, así como un recipiente del Imperio Nuevo (1301-1234 a.C), que conserva el cartucho real de Ramsés II con fórmulas mágicas para ayudarle en su tránsito al más allá. No podemos obviar una mesa de ofrendas (2040-1785 a.C.) que garantizaban la provisión del difunto. El néctar de los dioses, el vino como alimento sagrado La segunda parte de la exposición nos transporta a la Grecia Antigua y Roma. Los restos encontrados atestiguan que el consumo del vino era una práctica habitual en esta zona ya desde la Edad de Bronce, pero no es hasta el siglo VI a. C. en el que aparecen referencias iconográficas a Dionisio. Entre las piezas expuestas destacan una jarra (2500-1900 a. C.) de la época minoica y un ritón (340-320 a. C.) del período helenístico. Los ritones eran recipientes para el vino con forma de cuerno que utilizaban los sacerdotes en los rituales funerarios y las ofrendas a los dioses. A partir de las conquistas de Alejandro Magno, la impronta griega se extendió por Asia Central, lo que dio lugar a un sincretismo cultural y religioso, tal como muestra el relieve Pancika y Hariti (Pakistán. Siglos II-IV d.C.) en el que se representan a estos dos dioses budistas pero que, en el caso de Hariri, adquiere los rasgos de la diosa griega Tyche, responsable de la fortuna y la prosperidad, y simbolizada por una cornucopia o un racimo de uvas. De similar época y procedencia es también otro relieve con una escena de vendimia infantil, una alegoría de la vida tras la muerte. Similar objetivo es el del banquete fúnebre que aparece representado en una estela funeraria del período helenístico. Hallada en el norte de África y fechada entre los siglos III-IV d.C., el lagynos es una jarra destinada a ritos vinculados con la fertilidad típica de la cultura romano en ámbitos rurales. Por último, no podemos dejar de mencionar dentro de esta parte expositiva cuatro piezas de gran relevancia. La cena de Emaús, un aguafuerte de Rembrandt, datado a finales del siglo XVIII. La litografía de Salvador Dalí, Eros y Psiqué; o dos obras de Picasso: el grabado Bacanal y la litografía Danza de faunos. Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA La viña de Yahvé, el vino de la promesa El vino ocupa un papel fundamental en las diferentes ceremonias judías. En las bodas se recitan las Sheva Berajot o Siete Bendiciones (una por cada día de la creación) cantadas hacia el final de la ceremonia y tras ellas se procede a romper una copa, como símbolo de la unión de los novios con Dios y el pueblo judío. El kidush es la bendición del vino, un ritual en el que, con la copa en la mano, se recitan los tres primeros versículos del segundo capítulo del Génesis. Simboliza la majestad y el poder divinos. En esta zona de la muestra, se pueden contemplar diversas piezas como un juego de vasos de Sheba Berajot realizados en plata a finales del siglo XIX, un atril de entre los siglos XVII y XVIII, y una copa en cristal de Murano para el kidush. Varios grabados muestran escenas con judaicas en las que el vino está presente como el Melquisedec recibiendo el diezmo de Abraham o la Comida de Judíos durante la fiesta del Sukkot o de las cabañas ambos de mediados del siglo XVIII. Anterior (1549-1624) es el grabado Domus Israel, atribuido a la familia Wierix que refleja la comparación tradicional y proclamada por los profetas de la casa de Israel con la viña del Señor. No podía faltar un ejemplar de la Biblia hebráica y, en este caso, nos encontramos ante una pieza única datada en 1720. De Caná a Emaús, el vino de la Nueva Alianza La pintura es la disciplina predominante en el último, no por ello menos importante, espacio temático de la exposición Espíritu del Vino. El vino como valor religioso. Es el dedicado al cristianismo y a la presencia del vino en sus textos y ritos sagrados. Destacaremos tres obras maestras pictóricas. La primera, Lot y sus hijas (atribuida a Alessandro Varotari, Il Padovanino), muestra como tras su huída de la destrucción de Sodoma, las hijas emborrachan al padre para lograr descendencia al no haber varones en la región. Moab y Ben Amí serán el fruto de estas relaciones incestuosas y ellos serán los padres de los pueblos Moabita y Amonita. Del siglo XVI, sin autoría conocida, es el oleo Virgen entronizada con niño y ángel en el que este último, que representa a San Juan Bautista, le tiende al niño un racimo de uvas en alusión al futuro de entrega y sacrificio. Atribuido a Francisco de Ribalta (Escuela Valenciana, siglo XVI) el lienzo Prensa mística muestra a Cristo sobre una prensa de uvas y rodeado por dos ángeles. Se trata de una alegoría de la eucaristía. A los anteriores hay que sumar una bella litografía de Salvador Dalí titulada La última cena. Está inspirada en la obra del mismo nombre que realizó Leonardo Da Vinci pero pasada por el tamiz del universo daliniano. El oleo original, pintado en 1955, se encuentra en la Galería Nacional de Arte de Washington. Y no podíamos olvidar una talla en madera policromada de la Escuela Castellana, Virgen con el niño (siglo XVI) donde ésta aparece con un racimo de uvas en la mano, el racimo de Dios, que representa las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, además del nuevo mandato del señor: “Que os améis los unos a los otros”. Evoca también el sacrificio pascual, la sangre de Cristo derramada en la cruz o vino eucarístico. Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA El Museo das Peregrinacións e de Santiago Gracias a la iniciativa del arqueólogo y escritor Manuel Chamoso Lamas, se creó el el Museo das Peregrinacións e de Santiago en 1951, pero hubo que esperar casi medio siglo hasta que, en 1996, abrió sus puertas de modo definitivo. Está emplazado en un conjunto de construcciones, entre las que destaca la llamada Casa Gótica, un imponente edificio con torreón de granito del siglo XIV. El objetivo de este museo es mostrar la transcendencia del culto al Apóstol Santiago y la aportación de las peregrinaciones a la cultura europea y de Hispanoamérica a lo largo de la historia. Cuenta con ocho salas dedicadas al ritual de la peregrinación, los peregrinos, los orígenes del culto y la iconografía jacobeas, la ciudad y la catedral de Santiago y un área musical con las composiciones originadas a lo largo del Camino y reproducciones de instrumentos cuya imagen se puede contemplar en el Pórtico de la Gloria. Restos arqueológicos y etnográficos, pintura, escultura, platería, grabado… Un sinfín de piezas de gran valor que dan testimonio de la importancia de las peregrinaciones, como hecho religioso común a diferentes pueblos y culturas, y del culto de Santiago desde tiempos inmemoriales. Santiago y los Caminos Ya desde sus orígenes, el Camino de Santiago aparece envuelto en magia y leyenda. Fue el obispo de Iria Flavia quien alertó al rey Alfonso II, en 813, del descubrimiento de una tumba con los restos de Santiago. El apóstol había sido decapitado en el año 42 en Palestina, pero sus discípulos robaron el cuerpo y lo llevaron hasta la ciudad compostelana, motivo suficiente como para que, en 1075, se iniciara la construcción de la catedral. Su Pórtico de la Gloria, obra maestra del Románico gracias al trabajo del Maestro Mateo, daba buena cuenta en su parteluz del paso de millones de peregrinos que dejaban sus huellas sobre la piedra hasta que, por el bien del mismo, se decidió resguardarlo. Hay quien habla de un origen mucho más remoto, en época celta o romana, cuando los peregrinos llegaban a este mismo lugar siguiendo la Vía Láctea, aunque aquellos místicos iban un poco más allá, hasta Finisterre. Sea como fuere, las peregrinaciones a Santiago experimentaron un espectacular aumento en la Edad Media y, pese a que durante algunos siglos posteriores casi cayó en el olvido, en la actualidad ha recuperado todo su esplendor y reconocimiento. No en vano ha sido distinguido como Patrimonio de la Humanidad y como Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa. Pero no hay un solo Camino. Tanto en España como en el resto de Europa, los peregrinos fueron trazando diferentes rutas, eso sí, con un mismo destino. La vía principal y más transitada es la del Camino Francés y en ella confluyen el resto de rutas de la península. Arranca en San Juan de Pie de Puerto, en Francia, cruza los Pirineos y, siguiendo la flecha amarilla, cruza Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Lugo y, obviamente La Coruña. No menos importantes son la Ruta Jacobea del Norte, con sus variantes vascas y cántabras, o la Vía de la Plata que parte de Sevilla y llega a Astorga, donde entronca con el Camino Francés. Cualquiera de las rutas ofrece una impresionante riqueza artística, cultural y de entorno natural, a la que ahora se suma la muestra, cedida por la Fundación Dinastía Vivanco, Espíritu del Vino. El vino como valor religioso. Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA Lugar Fechas y horarios Museo das Peregrinacións e de Santiago 16 de mayo de 2013 al 20 octubre de 2013 Plaza de las Platerías, Santiago de Compostela Martes a Viernes de 10 a 20 h. (15704) Santiago de Compostela Sábados de 10:30 a 13:30 y de 17 a 20 h. A Coruña Domingos de 10:30 a 13:30 h. www.mdperegrinacions.com Lunes: cerrado Espíritu del vino. El vino como valor religioso Una Fundación sin precedentes para investigar y divulgar la Cultura del Vino DOSSIER DE PRENSA del vino en nuestra región, la Fundación Dinastía Vivanco emprende con regularidad diversos proyectos de investigación, como la excavación arqueológica de una antigua granja y bodega cisterciense ocupada desde el siglo XII al XIX, situada en el municipio de Tudelilla. En concreto, en un cerro en medio de los viñedos de Dinastía Vivanco en la Rioja Baja. La Fundación Dinastía Vivanco (una iniciativa de la familia bodeguera Vivanco) gestiona el Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco, situado en la localidad riojana de Briones junto a la bodega. Un total de cinco salas de exposiciones permanentes recorren, a través de valiosas obras de todos los tiempos, el legado del vino en la historia, el arte y la cultura. En el exterior del museo, el Jardín de Baco reúne más de 200 variedades de vid de todos los continentes, una de las colecciones más importantes del mundo. Cada año acuden más de 140.000 visitantes, lo que hace de este enclave un referente turístico de La Rioja. Sobre Dinastía Vivanco Dinastía Vivanco está formada por Bodegas Dinastía Vivanco (vinos de Rioja), gestionada por Rafael Vivanco, enólogo que cursó sus estudios en Burdeos, por el Museo de la Cultura del Vino y por la Fundación Dinastía Vivanco (ambos liderados por Santiago Vivanco). Además, la Fundación ha creado el Centro de Documentación del Vino Dinastía Vivanco, el mayor del mundo gracias a más de 9.000 monografías: desde incunables a una primera edición de Pablo Neruda dedicada, pasando por diversos manuscritos y publicaciones periódicas. Miles de fotografías, postales, etiquetas, carteles, grabados, documentos audiovisuales, una extensa colección filatélica y numismática… componen este universo de referencias al vino, accesible in situ o a través de internet. Pedro Vivanco, tercera generación de esta familia bodeguera y gran impulsor del proyecto, comienza a adquirir en los años 70 las primeras piezas museográficas, de toda índole, así como libros de diversas épocas y temática enológica. Hoy en día podemos hablar de una colección sin precedentes, que son el alma del Museo de la Cultura del Vino, referente mundial, y del Centro de Documentación del Vino Dinastía Vivanco. Entender esta colección privada supone conocer la tradición enológica de la familia Vivanco, que se remonta al año 1915. La pasión por el vino y el espíritu emprendedor siguen intactos década tras década y, ya en la tercera generación, se transforma en un deseo filántropo de dar a conocer todo lo que el vino simboliza, no sólo en el seno de esta familia bodeguera, sino en el arte y la cultura. Cabe destacar que la Fundación Dinastía Vivanco cuenta con una editorial propia, con 8 títulos publicados, que tratan diversa temática y se dirigen a públicos heterogéneos. Entre ellos, destacan El cáliz de letras, el único libro del mundo que recoge la influencia del vino en 800 obras de la literatura universal; El cine del vino, un recorrido por la relación entre taninos y celuloide; El vino de los faraones, que nos transporta al antiguo Egipto para mostrarnos la íntima relación de este imperio con la viticultura; De la A a la Z. La cultura del vino, una guía para los más jóvenes. Y, por supuesto, Una copa para dos: Relatos de mujer y vino, en el que se reúnen relatos originales e inéditos, inspirados en la mujer y el vino, de autores como Lorenzo Silva, Juan Manuel de Prada, Espido Freire, Rosa Regás, Juan Cruz o Boris Izaguirre. Bodegas Dinastía Vivanco La familia Vivanco impulsó una nueva y moderna bodega que supone un referente en innovación enológica para la elaboración de vinos de calidad. La bodega se ha diseñado para maximizar en sus vinos el carácter natural y único de sus diferentes pagos y variedades. Bajo la dirección técnica de Rafael Vivanco, se elabora una gama de vinos modernos, atrevidos y con personalidad, que resume el carácter emprendedor e innovador de Bodegas Dinastía Vivanco. Otros ejemplos de la labor de la Fundación son las diversas actividades culturales, así como la firma de acuerdos con la Universidad de la Rioja, la de Valladolid, la de Salamanca, el Basque Culinary Center de la Universidad de Mondragón, Colegios del Mundo Unidos, la Fundación Pro Real Academia de la Lengua Española, la Fundación San Millán de la Cogolla o la Fundación Academia Europea de Yuste. Además, en el empeño por descubrir y descifrar la importancia 8 Espíritu del vino. El vino como valor religioso DOSSIER DE PRENSA Museo de la Cultura del Vino La Fundación Dinastía Vivanco El Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco es un lugar privilegiado por sus variadas colecciones, su moderna arquitectura, su ubicación en el corazón de La Rioja Alta, en España, y unas vistas que limitan con la azulada Sierra de Cantabria y la ciudad medieval de Briones. Inaugurado en el año 2004 por S.M. el Rey Don Juan Carlos, este Museo es uno de los más importantes del mundo gracias a una colección única vinculada al arte, la arqueología y la etnografía. Convertido en unos de los principales atractivos turísticos de La Rioja, este Museo ha recibido, entre otros reconocimientos, el primer premio al mejor proyecto enoturístico internacional, galardón otorgado en 2004 por The Global Network of Great Wine Capitals, en Melbourne, Australia. Así mismo, la Organización Mundial del Turismo otorgó en 2007 el Premio Especial del Jurado y ese mismo año la UNESCO lo declaró el mejor Museo de la Cultura del Vino a nivel mundial. Íntimamente ligada a la Bodega, se ha creado, desde el más profundo amor al vino, la Fundación Dinastía Vivanco, cuya finalidad es investigar y difundir las prácticas de viticultura y enología, así como la rica herencia histórica y cultural que el vino ha generado a lo largo de los siglos. Cabe destacar que la Fundación ha creado un órgano de apoyo y asesoramiento, el Consejo General de Altos Patronos, que está integrado por destacadas personalidades de ámbitos tan diversos como la salud, la cultura, el arte, la gastronomía, la enología, la viticultura, la historia o la comunicación. Montserrat Caballé, Carmen Iglesias, Víctor García de la Concha, Valentín Fuster, Antonio López, André Tchernia y Ferran Adriá, son los patronos de la Fundación Dinastía Vivanco. Si deseas ampliar esta información, puedes contactar con: Lali Ortega lali@lacomunicacionfabricadeimposibles.com Oficina-91 181 97 07 / Móvil-699 489 515 Javier Fernández de Bobadilla mkycomunicacion@dinastiavivanco.es Borja Martínez bmartinez@dinastiavivanco.es 9