Esta vez, el profesor Sai Long y Orestes, el colombiano, se han puesto de acuerdo. Me lo dijeron mientras tomábamos una cerveza en la Plaza Mayor. Según Orestes -En este periodo hay siete años decisivos. Siete años que sus estudiantes tienen que aprender de memoria, marcarlos con un rotulador indeleble. De 1910 a 1917 El profesor Sai Long lo corrobora: -Porque aparecen como protagonistas, por un lado América Latina, sí señor: la revolución mexicana, un modelo de revolución campesina, desde 1910 -Y, querido Sai Long, por otro lado, ese cambio de rumbo en la historia de la China milenaria que se inicia en 1911. -Y además, querido Orestes, no nos olvidemos: los cambios que ocurren en Rusia, la revolución soviética. ¡Casi nada! Un vuelco total a la situación anterior, con consecuencias en todo el mundo, y también, claro está, en la China. Yo intervengo, tímidamente: -Y la guerra europea, la Gran Guerra. El colombiano y el chino se ríen: -Como siempre, a usted le parece que lo que pasa en este pedacito del mundo es lo más decisivo. La gran guerra redibuja las fronteras europeas, claro, pero a escala mundial lo más importante es que pone en cuestión el colonialismo. Tal vez fue el fin del sueño de supremacía europeo. Y creo que lo he leído en este mismo capítulo: “Europa ha dejado de creer en su misión civilizadora” - Capítulo X LA GRAN GUERRA Y LA REVOLUCION SOVIETICA Durante cuatro años una guerra europea afectará a todo el planeta. Para algunos observadores se trataba de uno más de esos enfrentamientos periódicos que se venían sucediendo en el continente; para otros en la llamada “Gran Guerra” confluían todas las contradicciones del sistema capitalista. Algunos creían que pudiera ser el último enfrentamiento global y el nacimiento de una nueva era. De la guerra surge una potencia extra-europea, los Estados Unidos, convertida en árbitro económico y en primera potencia del mundo. Y de una revolución que tiene lugar en la Rusia de los zares, emerge un experimento político nuevo que se propone desmontar la sociedad burguesa y poner en práctica los principios revolucionarios que sindicatos y partidos socialistas venían predicando durante tantos años. Verano de 1914, comienza la guerra Los países europeos, encuadrados en dos grupos, la Triple Alianza (Alemania y Austria-Hungría e Italia) y la Triple Entente (Francia, Gran Bretaña, Rusia), se encontraban en plena carrera de armamentos, de aumento y mejora técnica de sus ejércitos de tierra, de sus defensas y de sus escuadras de guerra. Un pequeño incidente provocó una serie de reacciones en cadena que llevaron a la guerra. El 28 de junio de 1914, en Sarajevo (Bosnia), un estudiante bosnio miembro de una asociación pro-serbia asesina al archiduque Francisco-Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría. Las autoridades imperiales acusan a Serbia de instigar el magnicidio y le plantean un ultimátum que Serbia rechaza. El 28 de julio Austria –apoyada por Alemaniadeclara la guerra a Serbia, que recibe el apoyo de su aliada Rusia. Alemania sigue fiel a Austria y, además, declara la guerra a Rusia y a su aliada Francia. Gran Bretaña declara, a su vez, la guerra a Alemania, ya que tropas germanas habían atravesado Bélgica los días 3 y 4 de agosto, violando la neutralidad de este reino. En pleno verano, pues, un conflicto balcánico se convierte en una guerra global, en gran parte esperada y deseada, por todas las potencias. Los estados mayores alemanes y franceses venían preparando el posible enfrentamiento con minuciosidad, confiando los primeros en su superioridad en armamento y en su agilidad y rapidez de actuación. Pero esta guerra, a diferencia de los conflictos europeos anteriores, será larga, con lo que la victoria se planteará en términos de capacidad de resistencia, avituallamiento, producción de material bélico y recursos humanos. La guerra implicará también el bloqueo económico del enemigo, la interrupción de sus líneas de aprovisionamiento y la guerra submarina contra barcos mercantes. Desde un punto de vista militar se utilizarán armas radicalmente nuevas: ametralladoras, gases asfixiantes, tanques, aviones en misiones de observación. La población civil sufrirá bombardeos, epidemias y escaseces. La guerra larga exigirá también mantener la cohesión política interna, evitar las deserciones, manipular la información sobre la contienda, vigilar a los agentes enemigos. Todo ello implica una retaguardia organizada y disciplinada, así como la incorporación masiva de las mujeres a la producción. Los países de la Entente que, tras el pacto que suscriben en septiembre se denominarán “aliados”, tenían superioridad demográfica, industrial y marítima frente a las “potencias centrales”, aunque estas contaban con un ejército más disciplinado y equipado. Rusia carecía de armamento moderno y de buenas vías de comunicación. Francia y Gran Bretaña contaban con sus imperios coloniales que les serán muy útiles como fuente de suministros y de soldados. En el nuevo mundo, revolución campesina Mientras obreros y campesinos europeos parten al frente, fieles a la llamada de la patria burguesa, en México triunfa una revolución popular de raíz a la vez burguesa, campesina e indígena, que desde 1910 había venido afectando a todo el país. Porfirio Díaz había gobernado como dictador desde 1830 . Con él se había desarrollado la industria y la agricultura de exportación, en un entorno de parlamentarismo trucado. Los indígenas campesinos continuaban ligados a la hacienda, y el progreso sólo beneficiaba a los propietarios y empresarios y a los intereses norteamericanos. Una rebelión contra el deseo del dictador de perpetuarse en el poder permite que la oposición moderada pase a la acción, y que la situación de crisis sea aprovechada por otros sectores sociales. La revolución estalla en el campo y en las fábricas. Tropas campesinas lideradas por Emiliano Zapata y Pancho Villa, junto con sindicatos obreros de tendencia anarquista y socialista y burgueses liberales pactan la “Convención de Aguascalientes” de 1914 y se reúnen en febrero de 1917 en el congreso constituyente de Querétaro. Darán a luz un texto progresista, que reconocerá el derecho indígena a la tierra, suprimirá las grandes propiedades y limitará la presencia extranjera en la economía del país. En el extremo oriente desaparece un imperio En China un partido reformista, el Guomindang (Partido Nacional del Pueblo), fundado por Sun Yat Sen había canalizado el descontento que contra la dinastía manchú sentían intelectuales, la nueva burguesía industrial y comercial y los jefes militares regionales. El partido había liderado una revolución en 1911 (“levantamiento de Wuchang”), que triunfó y puso fin al imperio milenario. El último emperador Puyi abdicó definitivamente en 1912.Junto a las clases campesinas existe en la China un proletariado numeroso, y en Shanghai había 182.000 obreros, sobre todo en hilanderías de algodón. Se proclama la República. El Tibet y Mongolia se independizan, pero el resto del imperio no se mantiene unido. Yuan Shikai se hace con el poder y se proclama emperador, sin que le siga todo el territorio. A su muerte en 1916 el país se sume en la división; actúan “señores de la guerra” en el norte, que dominan extensas regiones y partidos políticos apoyados por Japón o por las potencias occidentales, que quieren seguir interfiriendo en la economía china. Japón consigue por la fuerza que la China acepte su presencia tutelar en las regiones del norte Primera etapa de la Guerra: ilusión fallida de una solución rápida Volvamos a la guerra europea. De agosto a diciembre de 1914, los países beligerantes movilizan a sus hombres, que marchan optimistas al frente. Alemania intenta aplicar el plan Schlieffen, que consistía en un transporte rápido de tropas, en ferrocarril, a través de Bélgica, para invadir Francia, derrotarla fácilmente (ya lo habían hecho en la guerra franco-prusiana) y lanzarse luego contra Rusia en el frente oriental. . El plan no tuvo el éxito esperado, porque las tropas francesas del mariscal Joffre derrotan a los alemanes en la batalla del Marne, mientras los rusos atacan en la Prusia oriental. Los alemanes se ven entonces obligados a extenderse por Bélgica en un frente muy amplio, y deben renunciar así a una penetración en profundidad en territorio francés. La situación les resulta más favorable al este; allí derrotan a los rusos, que sufren grandes pérdidas. En diciembre de 1914 el frente entre los aliados y las potencias centrales sigue una línea que se extiende desde el Mar del Norte a Suiza. El imperio turco había dudado el curso de acción, pero en octubre de 1914 bombardeó los puertos rusos del Mar Negro y entró en el conflicto al lado de los imperios centrales. Entraron en guerra con los aliados el Japón (en agosto de 1914), que intenta así controlar a China, Italia (en 1915) Portugal y Rumania (en 1916), y Grecia (1917), Algunos países, como España, mantendrán la neutralidad y se beneficiarán de ella produciendo y vendiendo armas y pertrechos para los contendientes. Guerra de posiciones o guerra de trincheras En 1915 fracasan varias tentativas de ruptura de los frentes, y ya parece claro que en vez de la guerra tradicional, de movimientos, se ha generalizado un nuevo tipo de guerra de posiciones, de resistencia. Los enemigos mantienen líneas de trincheras enfrentadas, desde las que rechazan todo avance contrario mediante ametralladoras, lanzallamas, tanques o gases asfixiantes. Se acabaron los tiempos de la caballería y de las cargas de la infantería a la bayoneta. Y tras las trincheras actúa la artillería pesada, responsable de un 70 por ciento de las muertes de los soldados. En esta guerra de desgaste el frente occidental queda estancado. La guerra deja de despertar entusiasmos patrióticos. Y en esta etapa se hunde el frente ruso; alemanes y austriacos obtienen importantes victorias, e invaden Serbia. Actúan también los submarinos alemanes que intentan de este modo bloquear a Gran Bretaña, hundir su economía. Las acciones bélicas se desarrollan también en otros frentes: En África, Asia y el Pacífico británicos, franceses y japoneses ocupan las colonias alemanas. El imperio turco cierra los estrechos para impedir que Rusia sea abastecida por el Mediterráneo; una expedición franco-británica a los Dardanelos había fracasado en 1915. Italia abre un nuevo frente contra Austria-Hungría. Pero ese imperio dual, al que se ha aliado Bulgaria, vence a Serbia en octubre de 1915 y a Rumania en 1916. En el Oriente Medio los ingleses actúan contra los turcos apoyando y fomentando rebeliones de pueblos árabes que debilitaran el imperio otomano; por ahí anduvo el intrigante inglés Lawrence de Arabia. . Las relaciones de fuerzas cambian en 1917 Llega 1917 y una profunda crisis hace mella en los beligerantes, después de tres años de duros combates sin esperanza alguna de una paz rápida. Muchos se cuestionan el sentido mismo de la contienda. Se difunden ideas pacifistas y se extienden en ambos bandos motines y deserciones. Pero sólo en Rusia el malestar se transforma en revolución total que, además de acabar con el imperio de los zares pone fin a la guerra en el frente este. En diciembre de 1917 los revolucionarios rusos que han asumido el poder –los bolcheviques- firman un armisticio que llevará en marzo de 1918 al tratado de paz de BrestLitovsk. Por él aceptarán las pérdidas territoriales de territorios que pasan a Alemania y la independencia de las repúblicas bálticas, Ucrania y Finlandia –que en total comprenden 56 millones de habitantes-, a cambio de que los alemanes se retiren de las fronteras y permitan la consolidación del nuevo régimen. Rumania, aislada en el este, debe concluir una paz por separado con los imperios centrales. Esta victoria relativa de Alemania se contrapone con la entrada en la guerra de los Estados Unidos a favor de los aliados, lo que modificará claramente la proporción de fuerzas. Los americanos declararon la guerra a Alemania a consecuencia de los problemas del bloqueo germano en el comercio americano y como respuesta a la amenaza alemana de febrero de 1917 de hundir los buques neutrales que transportaran mercancías a Inglaterra y Francia. Los americanos proclaman que entran en lid en defensa de la libertad de los mares, de la democracia y de los derechos de los pueblos. Y además tenían estrechos lazos como proveedores de bienes y de fondos económicos a los países aliados. La intervención norteamericana significó una importante aportación de hombres, de equipos bélicos y de suministros, que además consigue completar el bloqueo contra Alemania. Siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos declaran la guerra a Alemania muchos países latinoamericanos. La revolución soviética La guerra había supuesto un esfuerzo inmenso para la economía rusa mal estructurada y para su ejército mal equipado. Había sido también una ocasión dorada para la propaganda revolucionaria entre los soldados, aunque aún predominara en muchos de ellos, campesinos, la devoción al zar que encarnaba la religión y la patria. Sin embargo, los desastres bélicos y el desabastecimiento de la población civil, especialmente durante el duro invierno de 1916-1917 provocaron huelgas violentas, deserciones en masa, motines. El poder político ruso entra en crisis, pues se le acusa de las derrotas. La oposición burguesa de los “Cadetes” (constitucional demócrata) critica en la Duma o parlamento la incuria del gobierno. Dada la incapacidad de las autoridades para resolver los problemas comienzan a formarse organismos autónomos o “soviets”, consejos de delegados de obreros, campesinos o soldados que ya habían asumido el poder durante la revolución de 1905, y entre los que predominan los socialistas revolucionarios moderados (mencheviques) y los radicales (bolcheviques). Los soviets serán desde ese momento un poder paralelo al del gobierno. Del 23 al 28 de febrero de 1917 ese movimiento espontáneo, transformado en revolución, acaba con el régimen. En Petrogrado (nuevo nombre de San Petersbugo), donde 400.000 obreros trabajan en la industria bélica, dos regimientos se amotinan y se unen al pueblo descontento; asaltan el palacio de invierno y el zar Nicolás II abdica del trono. Se instala una democracia parlamentaria y un gobierno burgués, con el principe Lvov al frente, pero a su lado siguen actuando los soviets. La radicalización se acelera en el campo y en las ciudades. Los gobiernos burgueses que se suceden son incapaces de solucionar el doble problema de la guerra y de las expectativas del pueblo en la retaguardia. Kerensky, en el poder, intenta valerse de los soviets y excluir la oposición bolchevique. El jefe de esta oposición, Lenin, debe huír a Finlandia. En abril de 1917 regresa Lenin a Rusia atravesando Alemania, con el beneplácito de las autoridades germanas. Ya no defiende la teoría marxista ortodoxa de que la fase burguesa es una etapa previa y necesaria para el triunfo del socialismo. Reclama por ello todo el poder para los soviets. Promete firmar la paz con Alemania, entregar la tierra a los campesinos y las fábricas a los obreros. Durante el verano de ese año las derrotas bélicas minan aún más la capacidad de gestión del gobierno. Estallan nuevas rebeliones y se produce un vacío de poder. Los campesinos ocupan las tierras. Los soldados desertan. En octubre de 1917 (noviembre, según nuestro calendario) los bolcheviques llevan a cabo en Petrogrado un golpe de estado bien programado, que triunfa. El Congreso de los soviets, reunido el 25 de octubre, asume el poder y designa un nuevo gobierno, el consejo de los comisarios del pueblo, en el que sólo hay bolcheviques, presidido por Lenin. Inmediatamente se adoptan las medidas prometidas: abolición de las grandes propiedades rurales (sin indemnización) y cesión de ellas a soviets de campesinos, control de las industrias por sus obreros, concesión del derecho de autodeterminación a todas las nacionalidades del imperio. Y en diciembre se firma el armisticio con las potencias centrales. La dictadura bolchevique, dictadura del proletariado Los bolcheviques han vencido en varias ciudades importantes, con apoyo de los obreros y de los soldados; ahora se trata de afianzar el poder en todo el territorio ruso. Para ello deciden saltar etapas históricas e instaurar una “dictadura del proletariado” ejercida por un único partido político que lo representa, para vencer así las resistencias a la revolución socialista, la auténtica según ellos, la que inicia una nueva era en la historia humana y en las relaciones de producción, la que llevará a la sociedad sin clases, al comunismo. Las elecciones a una asamblea constituyente no dan mayoría a los bolcheviques, y la asamblea rechaza los decretos de octubre. En enero de 1918 los bolcheviques la disuelven y prohiben todos los partidos políticos a excepción del suyo, que desde ahora se denomina Partido Comunista. Una policía política se encargará de acabar con toda resistencia burguesa o anarquista. Los soviets son depurados de miembros no bolcheviques. Los revolucionarios deben ahora improvisar un ejército popular para enfrentarse con las “tropas blancas” de la contra-revolución, dirigidas por oficiales zaristas y que en 1918 suman medio millón de hombres. Avanzan hacia Moscú y reciben apoyo de los países de la Entente, que temen el contagio revolucionario en sus países. Trotski, uno de los líderes bolcheviques, organiza un "ejército rojo" de casi cinco millones de combatientes. De 1918 a 1922 la guerra civil desangra la nació y los rusos sufren hambre, miseria y muertes.. La revolución de los soviets -"soviética"- puede sobrevivir gracias al “comunismo de guerra”, un conjunto de medidas dictatoriales e intervencionistas justificadas por la necesidad de mantener los logros revolucionarios y mantener en pie al ejército rojo. Junto con ello, la persecución política de enemigos potenciales, control de la producción campesina, trabajo obligatorio. Se refuerza el papel del Partido, auténtico poder ejecutivo, frente al escaso contrapeso legislativo del Congreso de los Soviets, de 1200 miembros. 1918, vuelve la guerra de movimientos Pasemos a la crónica de la guerra. En el año 1918 vuelven las grandes ofensivas; la primera, alemana, en el mes de marzo, con tropas retiradas del frente oriental, que ya ha finalizado, consigue romper el frente franco-británico en Picardía, Flandes y Champaña, en una brecha de unos 80 kilómetros. El avance se frena, carente de reservas y de tanques suficientes. Se producen entonces las ofensivas aliadas, que cuentan con veinte divisiones norteamericanas, y que consiguen sus objetivos. De julio a noviembre de 1918 se hunden los imperios centrales. En la misma época una ofensiva británica en Oriente Medio consigue que los turcos retrocedan. Otra ofensiva franco-británica avanza en los Balcanes, conquista Bulgaria y libera Serbia y Rumania. Los italianos derrotan a Austria en Vittorio Veneto. En el imperio austro-húngaro se producen entonces sublevaciones en Viena, Budapest y Praga, que proclaman el fin del imperio y la república. Los ejércitos centrales, derrotados, firman armisticios con los aliados. Balance de la Gran Guerra Las consecuencias de cuatro años de tragedia son graves. En primer lugar, pérdidas demográficas: más de ocho millones de vidas, unos dieciséis millones de mutilados y heridos, especialmente en Francia, Rusia y Alemania, cuatro millones de viudas y ocho millones de huérfanos. Y, además, el déficit de nacimientos, las futuras generaciones huecas, y el consiguiente envejecimiento de la población. En el apartado de destrucciones y pérdidas materiales y de infraestructuras, redes ferroviarias, puentes, campos de cultivo y ganados. Otras consecuencias son la reorientación de los circuitos comerciales. Europa ha perdido muchos compradores, que se han vinculado con los Estados Unidos y el Japón. En las colonias europeas y en Latinoamérica se ha producido una industrialización en muchos países, como forma de substituir los productos europeos, que no llegaban. Tras la guerra Europa, endeudada, deja de ser banquero del mundo y este papel lo heredan los Estados Unidos. Las monedas europeas se devalúan y se produce una notable inflación. En el orden social son consecuencias del esfuerzo bélico la participación de la mujer en la producción, el funcionariado o la familia sustituyendo a los hombres que estaban en el frente. Cambia así el papel segregado y secundario de la mujer, y se favorece su integración. En los primeros años de la postguerra las mujeres obtienen el voto en unos pocos países (catorce en 1920) y reivindican la imagen de una mujer distinta, liberada, igual al hombre. La lucha de las mujeres por conseguir los derechos civiles y políticos que les estaban negados tenía muchos años de historia. Las reivindicaciones femeninas estaban incorporadas en los programas socialistas y anarquistas, y las “sufragistas” que reivindicaban el sufragio universal marcaron momentos decisivos en Gran Bretaña. Consecuencias culturales e ideológicas del conflicto: Europa ha dejado de creer en su misión civilizadora. El horror y el absurdo de la tragedia, que ni fue respuesta a problemas clave ni solucionó gran cosa, muestra la contrapartida sanguinaria y cruel del progreso técnico y de la civilización europea. Escritores, filósofos y pintores se sentirán sumidos en un mar de dudas y de introspección. La opción soviética para una Europa destrozada Para muchos europeos que regresan del frente, vencedores o vencidos, el triunfo bolchevique era un modelo, una posible solución a aplicar en sus países. Para muchos intelectuales y artistas un mundo nuevo estaba creándose en el país de los soviets. Porque el enfrentamiento europeo no había acabado con la explotación burguesa, y del malestar de la post-guerra podían surgir nuevas revoluciones. La alternativa bolchevique se intentó en varios países. En la Alemania derrotada conforme el ejército alemán se bate en retirada, en Kiel, Munich y Berlín estallan huelgas y motines en noviembre de 1918. El emperador abdica y los socialistas proclaman la república el 9 de noviembre. Son socialistas moderados, que instauran un régimen parlamentario, sin ir más lejos. Pero la extrema izquierda no tiene bastante con ello. Forman una alternativa radical, la Liga Espartaquista (Wilhelm Liebknecht y Rosa Luxemburgo son sus líderes) que en enero de 1919, convertida en Partido Comunista, se lanza a la insurrección popular. En tres meses el ejército aplasta la insurrección, con el beneplácito de la burguesía y de la clase política. Vayamos a Moscú, capital de los soviets. En el contexto de la agitación alemana, en marzo de 1919 Lenin funda el Komintern, o Internacional (la tercera) comunista, que se propone exportar a todos los países su modelo de revolución. Lenin lo considera una auténtica necesidad, ya que la supervivencia de la revolución corre peligro mientras en los países vecinos haya regímenes burgueses. Desde Moscú se propone por ello la transformación de los partidos socialistas de los diversos países en Partidos Comunistas, vinculados fraternalmente y subordinados al de la Unión Soviética, patria de todos los proletarios. La recepción del mensaje provoca escisiones en la familia socialista y creación de Partidos Comunistas, que en los territorios coloniales asumirán también proyectos de lucha independentista. Sin embargo, no se produce una auténtica oleada revolucionaria. En marzo de 1919 los revolucionarios húngaros (con Bela Kun) toman el poder, pero sólo se mantienen cuatro meses. Otras tentativas de 1922 (en Sajonia, Turingia y Bulgaria) y de 1924 (en Estonia), fracasan. Fracaso que Moscú debe reconocer, aceptando que habrá que cambiar los ritmos de transformación social. Stalin, secretario general del partido desde 1922, propone, como alternativa a la teoría de la revolución mundial la "construcción del socialismo en un solo país" como prerrequisito necesario o inevitable. Los tratados de paz y los cambios territoriales Reunidos los representantes de los 32 países vencedores, a partir de enero de 1919 tiene lugar la lenta discusión de los tratados de paz. Los países que realmente deciden son sólo los "cuatro grandes": Gran Bretaña con Lloyd George, Francia con Clemenceau, Italia con Orlando y los Estados Unidos, con el presidente Wilson. Wilson era quien había expuesto un programa de conciliación, centrado en una paz basada en el derecho y la justicia, el respeto a las nacionalidades, la libertad de navegación y de intercambios, el desarme y la creación de una Liga de Naciones para evitar toda guerra futura. Los europeos buscan soluciones más políticas, en especial evitar que Alemania vuelva a ser fuerte, impedir que la revolución soviética se propague y solucionar los trabalenguas étnicos de las tierras de los imperios turco y austro-húngaro. Los tratados de Versalles, Saint Germain, Neuilly, Trianon y Sèvres que transforman el mapa europeo y colonial parecen uno de esos “encuentros seculares” de las potencias, cien años después del de Viena. Los vencedores designan un culpable, Alemania, sancionada, como responsable de la guerra, a mutilaciones territoriales y militares y a compensaciones económicas. Pierde todas sus colonias; además, Alsacia-Lorena y las minas de carbón del Sarre pasan a Francia y la Posnania a Polonia. De ese modo una región alemana, la Prusia Oriental, queda aislada del resto del país, unida a él por el “pasillo” que lleva a la ciudad libre de Dantzig. El ejército alemán se reduce a 100.000 hombres; la orilla izquierda del Rhin será ocupada durante quince años y luego desmilitarizada. Alemania pierde parte de su flota mercante. Las reparaciones que debe pagar a los vencedores ascendían en 1921 al equivalente del PNB alemán de tres años y medio en valores de1914. De ese total el 52 por cien corresponde a Francia. Polonia ha renacido como estado independiente, con una estrecha salida al mar, al oeste de Danzig. El imperio turco, otro derrotado, pierde los territorios árabes. Se crea una Armenia independiente y un Kurdistán autónomo. El imperio austro-húngaro se desgaja en los estados soberanos de Checoslovaquia, Hungría, Austria y el reino que se llamará Yugoslavia, que engloba a eslovenos, croatas, serbios y bosnios. Rumanía se amplía, y se cumple el viejo sueño de formar un solo estado con Moldavia, Valaquia y Transilvania. Tal como pedía el presidente Wilson, se funda una Sociedad de Naciones para regular conflictos mediante el arbitraje, gestionar los territorios internacionalizados, organizar plebiscitos en las zonas en disputa y controlar la gestión de las colonias o territorios que fueron turcos o alemanes. Después de los tratados de paz La realidad no fue resuelta por los acuerdos firmados. Muchos problemas quedaron sin solucionar, a la par que surgían problemas nuevos, como el de la pesada carga que han de sobrellevar los alemanes derrotados, que motivará resquemores y sentimientos de revancha. Los italianos tampoco quedan satisfechos pues no se les conceden las tierras austriacas que reclamaban; por ello en 1919 se anexionan por la fuerza el Fiume. Los Estados Unidos, por su parte, reaccionan contra su nuevo papel de árbitro mundial y el presidente Wilson no consigue convencer al Congreso de que acepte la entrada en la Sociedad de Naciones. Esta institución nace así débil. Porque tampoco forman parte de ella ni la Unión Soviética ni los países derrotados. El pregonado derecho de los pueblos a disponer de si mismos se aplicó, es cierto, pero no en su integridad. A la nueva Austria se le prohibe una eventual unión con Alemania. En los nuevos países balcánicos continúa habiendo nacionalidades sin estado o troceadas. En el Oriente Próximo los británicos no crean un gran reino árabe, ni tampoco establecen la patria judía, que se habían comprometido a crear. La Unión Soviética reconoce en 1920 la independencia de los estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) y cede la Besarabia a Rumania. En la Turquía derrotada, un movimiento renovador, el de los "jóvenes turcos", con Mustafá Kemal al frente, luego llamado Attaturk, o “padre de los turcos”, lanza una guerra contra los griegos que consigue recuperar Tracia oriental y toda el Asia menor, poniendo fín a los estados autónomos de Armenia y del Kurdistán. En 1922 desaparece el califato, y en 1923 Attaturk asume la presidencia de la nueva república. Japón y la China republicana habían participado en la guerra mundial contra los imperios centrales. China esperaba la anulación de los tratados firmados con los japoneses y la devolución del enclave alemán de Shantung. Como en Versalles no se aceptaron sus peticiones, los diplomáticos chinos se niegan a firmar el tratado. En 1921 se funda un Partido Comunista Chino, que en principio colabora con el Guomindang. Puede decirse que los tratados de paz marcan un compás de espera y plantean muchos interrogantes: ¿Cuajarán los nuevos estados, se consolidarán? ¿Evolucionará la sociedad rusa hacia el comunismo? ¿Contagiará ese ejemplo a otros países? ¿Qué alternativas se intentarán contra ese peligro? ¿Qué ocurrirá en la China? ¿Qué ocurrirá en las colonias africanas y asiáticas? Sí, veo que todo acaba en un suspense. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? ¿Las ideas de la revolución soviética se extenderán por todo el mundo? ¿Habrá más revoluciones campesinas, al estilo de la mexicana? ¿La China se convertirá en una democracia estilo europeo? ¿Desaparecerán los imperios coloniales? Y ¿cuál será el papel de los Estados Unidos en el mundo de postguerra? (Habrá que leer el próximo capítulo, claro)