NOTA DE TAPA >> GEORGE W. BUSH EL SEÑOR DE LA GUERRA A pocos días de su término, un análisis sobre el legado de la presidencia del líder más conflictivo en la historia norteamericana. La herencia de un mandatario cuya era empezó a la sombra del fraude y deja al mundo hundido en la violencia. Por Alejandra Conti E n las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre del 2000, Al Gore obtuvo la mayor cantidad de votos, 50.999.897, contra 50.456.002 de su rival republicano, George W. Bush. Pero un recuento en Florida y la intervención de la Corte Suprema de Justicia dieron vuelta el resultado en el Colegio Electoral. La más polémica elección de la historia estadounidense envió así a la Casa Blanca a lo que entonces se consideró “un presidente accidental”. El 20 de enero de 2001, día de la asunción de Bush, nada hacía prever lo que vendría. A lo sumo se auguraba una presidencia gris, propia de un político sin lustre, como había demostrado ser el hasta entonces gobernador de Texas. Daba la impresión de que el retoño de George H. Bush no tenía más mérito que su cuna y apellido para haber llegado hasta allí. Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano, una influyente ONG basada en Washington que propicia una mejor relación entre los Estados Unidos y América latina, recuerda su percepción. “En ese momento no tenía grandes expectativas. Su desempeño durante la campaña me había dejado la sensación de que el nuevo presidente no era particularmente inteligente, que no tenía una visión amplia de los Estados Unidos y que no era un político muy preparado. Su habilidad para conectar con la gente común, a un nivel personal, era su punto fuerte. En ese momento yo esperaba que su declamado interés en América latina 20 RUMBOS George W. Bush sale del Salón Oval y recorre los jardines de la Casa Blanca, en Washington. En enero de 2009 se retirará del poder luego de cumplir, con dos presidencias consecutivas, ocho años al frente de la potencia mundial. y su espíritu compasivo fueran genuinos. Pero no fue el caso.” Mark Jones, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rice, en Texas, tenía una opinión levemente diferente, y fue sorprendido en su buena fe. “Parecía un tipo pragmático, flexible, partidario de consensuar con los demócratas. Como gobernador aquí, en Texas, se había caracterizado por buscar alianzas y acuerdos con el partido rival. Y como administrador, cuidaba el presupuesto, no gastaba demasiado y buscaba el superávit. Estaba aliado con la derecha cristiana, que los republicanos necesitan para ser elegidos, pero no parecía tan dependiente de ella. Además, tenía muy buena relación con los latinos, al contrario de los republicanos en California y otros estados en los que se habían hecho propuestas antiinmigratorias, cosa que él no hizo en Texas. También declaraba su interés en tener buenas relaciones con América latina.” Todo apuntaba a que la gestión de Bush se centraría en la política interna, particularmente en lo económico. “Su gobierno comenzó mal porque fue producto de una elección muy cuestionada y definida por la Corte Suprema: arrancó con un déficit de credibilidad como nunca había ocurrido en el último siglo –dice Daniel Zovatto, politólogo cordobés y director regional para América latina de IDEA Internacional–. Parecía que sería un gobierno de transición, hasta el regreso de los demócratas. En lo económico, Clinton le había dejado un buen superávit, que se podría haber mantenido. Pero llegó el 11 de septiembre y todo cambió radicalmente.” Antes y deSpués Ese día se produjo el peor atentado terrorista de la historia; un desafío a la primera potencia del mundo. ¿Cómo respondería este personaje que casi no había viajado al extranjero, que no leía mucho y del que los medios en general, y la televisión en particular, se burlaban impiadosamente? Mientras los norteamericanos hacían el duelo por los tres mil muertos del 11-S, Bush y sus asesores preparaban una respuesta contundente: llevarían el país a la guerra. Las decisiones que se tomaran debían unir a la opinión pública detrás de la figura presidencial y preparar el espíritu colectivo para una experiencia bélica inédita, contra un enemigo invisible y sin un frente geográficamente localizado. La inteligencia norteamericana determinó que los autores de los ataques fueron miembros de Al Qaeda, una organización dirigida por el millonario saudita Osama bin Laden (alguna vez colaborador de la CIA), quien probablemente se había refugiado en Afganistán. La guerra contra el terrorismo A fines de 2001, los Estados Unidos, respaldados por una alianza de naciones y con la aprobación de la ONU, invadieron « Clinton le dejó un buen superávit, pero con el 11-S todo cambió » Zovatto RUMBOS 21 afp george w. bush > el señor de l a guerra El costo humano *SBL .VFSUFTQPSDBVTBT WJPMFOUBTEFTEFMB JOWBTJÓO 5BNFFN %BIVL 4BMBIBM%JO &SCJM /JOFXB 4VMBZNBOJZBI %JZBMB #"(%"% "OCBS 8BTTJU .*TTBO 5IJ2BS ,FSCBMB .VUIBOOB /BKBG #BTSBI #BCZMPO 3FGFSFODJBT .ÃTEFQPSDBEB IBCJUBOUFTQPSBÒP %FBQPSDBEB IBCJUBOUFTQPSBÒP 2BEJTTJZB .FOPTEFQPSDBEB IBCJUBOUFTQPSBÒP /PBHSVQBEPT 4JOEBUPT .VFSUFTQPSQBÎTFTEFMBDPBMJDJÓO $BOUJEBEEFNVFSUFT &&66 4.000 175 36 33 *UBMJB 23 1PMPOJB 5PUBM 4.308 6DSBOJB 18 #VMHBSJB 13 &TQBÒB 11 0USPT 35 %JOBNBSDB &M4BMWBEPS &TMPWBRVJB -BUWJB 3VNBOJB "VTUSBMJB &TUPOJB )PMBOEB 5BJMBOEJB 3FQ$IFDB (FPSHJB )VOHSJB ,B[BKJTUÃO $PSFBEFM4VS 'VFOUFT##$Z5IF-BODFU infografía: fernando san martin 22 RUMBOS Afganistán en el marco de la operación Libertad Duradera. El objetivo era capturar a Bin Laden, ocultado por los talibanes, y desactivar Al Qaeda. Así empezó la llamada “Guerra contra el Terrorismo”, que pronto se reveló como una modalidad bélica que utiliza tácticas y métodos del terrorismo de Estado, justificada por la supuesta imposibilidad de combatir a la insurgencia por otros métodos. El “ataque preventivo”, otra creación doctrinaria de Bush y contraria al derecho internacional, se justificaba para anular un potencial ataque. En este marco, el gobierno norteamericano hizo acuerdos con países cuestionados por violaciones a los derechos humanos con el objetivo de trasladar a su territorio, en secreto, sospechosos de actos terroristas para ser interrogados. El gobierno de Bush construyó en Guantánamo (Cuba) una cárcel en la que sólo rige el derecho militar estadounidense, los presos (detenidos en cualquier parte del mundo y considerados prisioneros de guerra) no pueden elegir a sus abogados ni recibir visitas, ni acudir a los consulados de sus países. Un verdadero limbo judicial que el Gobierno sostuvo contra las críticas para evitar su desmantelamiento. La verdad sobre las violaciones a los derechos humanos en la “Guerra contra el Terrorismo” pronto se supo, pero la respuesta oficial fue negar todo, o argumentar que en contiendas así los excesos son inevitables. Prueba de liderazgo Los medios estadounidenses pasaron de burlarse de Bush al “patrioterismo” y al apoyo incondicional a su “comandante en jefe”. No se podía opinar en contra de la invasión a Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, ni de la complicidad previa de diferentes gobiernos de los Estados Unidos con los talibanes. Se corría el riesgo de ser acusado de “poco estadounidense”. Hubo escasas voces internas en contra de la guerra. Los que se animaron a hablar fueron repudiados y expuestos a la condena social. La “Guerra contra el Terrorismo” condicionó parte de las iniciativas legales del Ejecutivo aprobadas por el Congreso norteamericano. Entre las leyes que se aprobaron en el marco de la nueva realidad bélica, varias implicaban flagrantes retrocesos en los derechos civiles, tan costosamente adquiridos. Particularmente, la Ley Patriótica, que permite al Gobierno vigilar sin orden judicial las comunicaciones privadas de personas dentro de los Estados Unidos, así como sus registros médicos y financieros. También permite el accionar discrecional de las autoridades de inmigración para detener y deportar a extranjeros sospechosos de actividades terroristas. En este caso, las detenciones pueden ser por tiempo indefinido. La norma también permite allanar y registrar viviendas particulares sin permiso de sus dueños. Desde sectores opositores a Bush se interpretó que las leyes referidas a la seguridad estaban destinadas a acallar Teorías conspirativas y nuevos malos Inmediatamente después del 11-S llovieron y se multiplicaron las teorías conspirativas: que los ataques a las Torres Gemelas fueron un autoatentado, que el avión que cayó en el Pentágono nunca existió, o que fue un misil. Que el avión que cayó en Pittsburg y que supuestamente se dirigía a la Casa Blanca fue derribado por orden del Pentágono. Que sí hubo ataques, pero que fueron provocados por el lobby del petróleo, al que la familia Bush pertenece, para poder adueñarse de los yacimientos de Medio Oriente. La confirmación de que los atacantes eran musulmanes liberó una onda expansiva de islamofobia. Los musulmanes que viven en los Estados Unidos se vieron obligados a dar profesión de fe norteamericana, a proclamar su amor por los Estados Unidos y a justificar, o evitar, el uso de símbolos religiosos. Los musulmanes en Occidente pasaron a ser los malos de las películas, como antes fueron los indios, los nazis, los comunistas o los latinoamericanos en las de narcotraficantes. las críticas internas sobre temas relacionados con las guerras, pero el Congreso avaló, con apoyo demócrata, la mayoría de las medidas belicistas y armamentistas de Bush. Los demócratas también respaldaron leyes que constituyeron un retroceso inédito en los Estados Unidos en materia de derechos civiles. El turno de Irak En marzo de 2003, Bush fue más allá: invadió Irak sobre la tesis de la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva y la presencia de Saddam Hussein, un dictador que, según la Casa Blanca, era un peligro internacional por su apoyo a los terroristas. El entonces jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, anticipó que la guerra duraría seis meses. Esta vez no tuvo el apoyo incondicional de Europa, como en 2001 al invadir Afganistán. Las razones no convencían y el tiempo demostró que la desconfianza era acertada. Pero el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente español, José María Aznar, dieron la pátina de respaldo occidental que Bush necesitaba para la invasión. Tan precaria era la argumentación sobre la conexión de Saddam con el terrorismo que se sospecha que la decisión de invadir Irak podría haber sido tomada por Bush apenas producido el 11-S. Los dichos del entonces jefe del Departamento de Estado, Colin Powell, en febrero de 2003 ante la ONU fueron más que controvertidos. Un año después, Powell debió reconocer que las motivaciones para justificar la invasión no eran tan sólidas. Bush saluda luego de aterrizar en la base norteamericana Abraham Lincoln. afp ¿Por qué Afganistán? La historia reciente de Afganistán es una muestra de las contradictorias prácticas de Occidente, y de los Estados Unidos en particular, cuando se trata de apoyar o rechazar gobiernos en países remotos pero ricos en algún bien estratégico. Desde finales de los 70, Afganistán estuvo sumido en una brutal guerra civil. En 1979, la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas invadió el país, agravando la situación de guerra interna. El resultado fue la muerte de entre 600 mil y dos millones de civiles. La resistencia afgana fue liderada por los mujaidines (respaldados y armados por los Estados Unidos), que en 1989 expulsaron a los soviéticos. Desde entonces comenzó un crecimiento sostenido de los talibanes, una secta del Islam vinculada al whahabismo saudita; ambas identificadas con el fundamentalismo más recalcitrante. Su dominio repercutió en violaciones a los derechos humanos, especialmente contra mujeres y niñas, obligadas a vivir enclaustradas en sus hogares, sin poder estudiar ni trabajar y sometidas a la autoridad de cualquier varón de la familia. Los Estados Unidos se enfrentaron a su ex aliado talibán cuando la inteligencia norteamericana determinó que Bin Laden podía estar en Afganistán. Siete años después, Afganistán sigue siendo un país ingobernable, con un núcleo de relativo orden en Kabul y el resto del territorio repartido entre jefes tribales que imponen sus leyes. Los talibanes, luego de un repliegue, resurgieron. Los combates entre las tropas de la OTAN y los supuestos terroristas dejan diariamente decenas de muertos. Los derechos humanos son apenas mejores en Kabul. Y de Osama bin Laden, ni noticias. Cada tanto aparece en un video reiterando sus amenazas, lo que alimenta las teorías conspirativas. RUMBOS 23 george w. bush > el señor de l a guerra El fin de la guerra, una ilusión federico guastavino / ln La relación con América latina Bush con Nestor Kirchner, en Mar del Plata. Otro fracaso El disparador del muro fue el aluvión de inmigrantes provenientes de México y Centroamérica. Cada año, medio millón de mexicanos son interceptados por patrullas fronterizas norteamericanas y devueltos a su país. Unos quinientos mueren en el intento de cruzar por la frontera de más de tres mil kilómetros, víctimas del calor y la falta de agua, y también de traficantes de personas que los dejan en medio del desierto. Más de 11 millones de inmigrantes viven en la ilegalidad en los Estados Unidos. Las empresas y comercios los necesitan porque aportan mano de obra no especializada y barata, pero la tendencia es a expulsarlos. En los últimos tiempos han sido incontables las crónicas sobre la detención y deportación de inmigrantes ilegales, todas de ribetes dramáticos y que demuestran la inflexibilidad de las autoridades a la hora de expulsarlos. El resultado es el terror generalizado entre quienes están en esa situación, familias destruidas y el enriquecimiento de los traficantes de personas, que cada vez cobran más caros sus servicios. El muro entre México y los Estados Unidos se va construyendo por tramos y lo que ha logrado, hasta ahora, es que los inmigrantes crucen por nuevos lugares cada día. La “Guerra contra el Terrorismo” condicionó los derechos humanos. dencia por primera vez, las elecciones de 2004 fueron un verdadero referéndum sobre la gestión de Bush. Esta vez no fueron necesarios los recuentos. Fue reelegido con el 51 por ciento de los votos, contra un 48 por ciento del senador John Kerry. Del tipo de Texas que no sabía nombrar a los presidentes extranjeros, Bush había pasado a ser, en la mente de la mayoría de los norteamericanos, el estadista que había respondido a quienes los atacaron y cuya determinación en la “Guerra contra el Terrorismo” había impedido nuevos atentados. Y por si todo eso fuera poco… El estallido de la burbuja financiera este año es la culminación de una serie de hechos ominosos que jalonaron las presidencias de George W. Bush. La crisis lo sorprende cuando ya es un “pato rengo” (traducción literal de lame duck, como los norteamericanos llaman a los presidentes en la parte final de su mandato). Algunos expertos creen que es la peor crisis financiera desde la Gran Depresión del 30 y, para millones de norteamerica- Balance nos, seguramente tendrá más efectos que la Guerra de Irak. Básicamente, gente que compró su casa con un crédito se encuentra con que, por los vaivenes de los mercados y de los tipos de interés determinados por la Reserva Federal, no puede pagar los préstamos. Muchísimas propiedades salieron a remate por precios ínfimos, que no alcanzan a cubrir las deudas de los ex propietarios con los bancos. Aparece una nueva clase social, la de los ex clase media súbitamente sin techo. Un problema enorme, un presente griego para la próxima administración norteamericana, que se sumará al legado bélico de Bush. “El peor presidente que se puede recordar –dice sin dudar Peter Hakim, de Diálogo Interamericano, al hacer un balance sobre Bush–. Resultó que era inflexible, menos compasivo y más manipulable de lo que yo pensaba. Esto último lo mantuvo sujeto a la influencia de personas como Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Karl Rove. Además, es obsesivamente terco; no admite errores. Pero así y todo, resultó atractivo para los ciudadanos comunes.” Hakim tiene una larga lista de puntos negativos en el balance de las dos presidencias de Bush: Guantánamo, el uso de la tortura, la falta de respeto a la ley en los Estados Unidos y en el extranjero y su falta de voluntad para responsabilizarse por prácticas políticas equivocadas. “El único aspecto positivo que puedo recordar es que después del 11-S no se produjeron nuevos ataques terroristas en suelo estadounidense”, señala. En la misma línea, Jones, de la Universidad Rice, ironiza: “Habría que ponerse a buscar los aspectos positivos de la presidencia de George W. Bush. Los negativos están Daniel Zovatto, politólogo cordobés y director regional para América latina de IDEA Internacional, y Peter Hakim, de Diálogo Interamericano. El costo económico (BTUPNJMJUBSEF&&66WTFMNVOEP &OMPTBÒPTEFMBQSFTJEFODJB#VTIMB FDPOPNÎBEF&&66DSFDJÓQFSP &MOÙNFSPEFFNQMFPTBVNFOUÓ BMSJUNPNÃTMFOUPEFMPT ÙMUJNPTBÒPT En sus 8 años: Tasa de +1,5% desempleo Cantidad de desempleados +2,5 millones %FDBEB10OPSUFBNFSJDBOPT 8 UJFOFOVO JOHSFTP JOGFSJPSBMRVF UFOÎBOFOFM BÒP &MOÙNFSPEFQPCSFTBVNFOUÓFO NJMMPOFTZFMOÙNFSPEF QFSTPOBTTJOTFHVSPNÊEJDP BVNFOUÓFONJMMPOFT )BTUBNBZP %FVEBQÙCMJDB NJMMPOFT %FTEF&&66UJFOFEÊGJDJU DBEBBÒPTVEFVEBQÙCMJDB BVNFOUÓFOCJMMPOFTEF EÓMBSFTZBQSJODJQJPTEF TVQFSÓMPTCJMMPOFTNÃTEF WFDFTFM1*#EFMB"SHFO UJOB VOBDJGSBOVODBBMDBO[BEB FOMBIJTUPSJB 'VFOUFT64$FOTVT#VSFBVF*OTUJUVUP*OUFSOBDJPOBMEF *OWFTUJHBDJPOFTQBSBMB1B[&TUPDPMNP 5PUBMEFMHBTUPNJMJUBS 64CJMMPOFT 48% &ONJMFTEFNJMMPOFTEF64 &TUBEPT6OJEPT &VSPQB $IJOB "TJBEFM&TUF"VTUSBMJB .FEJP0SJFOUF/¦GSJDB 3VTJB "NÊSJDB-BUJOB "TJBDFOUSBMZEFM4VS ¦GSJDBTVCTBIBSJBOB (BTUPTNJMJUBSFTEFMPT&TUBEPT6OJEPT NJMMPOFT +4,2 B Las relaciones de los Estados Unidos con los países latinoamericanos tocaron sus puntos más bajos durante la era Bush. Si bien el presidente republicano había anticipado que las relaciones con la región serían una prioridad de su gestión, la “Guerra contra el Terrorismo” eclipsó a América latina. En algunas naciones, Washington logró imponer tratados de libre comercio bilaterales, y en Centroamérica pudo hacerlo en bloque. Estos acuerdos cristalizan las relaciones de fuerzas preexistentes, motivo por el cual la iniciativa fue rechazada por los restantes estados latinoamericanos. El gobierno del mexicano Vicente Fox intentó sin éxito colaborar como vocero oficioso de los Estados Unidos para sumar a otros países al Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA). Bush y su gabinete culparon al venezolano Hugo Chávez y a Fidel Castro (en menor medida) por esta reticencia latinoamericana. Chávez no dejó de figurar en las declaraciones de los funcionarios de Bush cuando se refirieron a las deficiencias de la democracia en la región, pero el venezolano no dejó acusación sin contestar, en una guerra dialéctica que, hasta ahora, no pasó de las agresiones verbales. “Bush había dicho que su prioridad durante el primer período de gobierno iba a ser América latina, de hecho, llevó a cabo una primera visita a México que dejó mucho optimismo. Pero todo quedó en muy segundo plano tras los ataques del 11-S –explica Daniel Zovatto, de IDEA–. En ese momento se produjo un giro de 180 grados hacia una política exterior completamente unilateral, focalizada en la defensa preventiva, y eso es lo que ha tenido empantanados y ocupados en materia de política exterior a los Estados Unidos. (…) La ironía de esta administración, que por fortuna está terminando, porque le ha hecho mal a los propios Estados Unidos, es que arrancó su presidencia diciendo que su prioridad uno iba a ser América latina y termina su gestión construyendo un muro que divide a su país de su aliado estratégico en el Sur, que es México, que es su socio en el NAFTA (por North American Free Trade Agreement, un bloque comercial que también integra Canadá). Es decir que el mensaje a México es: comercio con vos, pero no te quiero como vecino.” El 1o de mayo de 2003, Bush anunció el final de los combates a mayor escala: “El tirano ha caído, Irak es libre”, dijo enfundado en un uniforme de aviador de guerra a bordo del portaaviones nuclear Abraham Lincoln, apenas seis semanas después de iniciada la invasión. Su popularidad en los Estados Unidos rozaba el 70 por ciento. Saddam Hussein había sido derrocado el 9 de abril, pero la guerra no había terminado y las cosas no pararon de empeorar desde ese incomprensible discurso. Miles de millones de dólares fueron y siguen siendo destinados a esa guerra que ya consumió la vida de más de cuatro mil militares de las fuerzas “aliadas” y de más de 600 mil iraquíes, según los cálculos más extremos (ver infografía). En abril de 2004 se conocieron fotos que probaban los abusos a los que eran sometidos los presos iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib. Pero la indignación pública resultante se diluyó luego en penas menores para los culpables. Abu Ghraib fue sólo la muestra de un terrible drama que castiga a Irak, que hasta 2003 estuvo bajo la férula de un tirano y desde entonces padece una ocupación militar que usa métodos del terrorismo de Estado en una guerra demencial contra distintas facciones extremistas, tiene a las ciudades como campo de batalla y a los civiles como blancos o “efectos colaterales”, según el caso. La sociedad, otrora laica a la fuerza, ahora está brutalmente dividida por sus creencias religiosas y sobrevive en un permanente estado de violencia e incertidumbre. El empecinamiento en invadir y permanecer en Irak es leído como evidencia de la avidez de los Estados Unidos de asegurarse el abastecimiento de petróleo y hacer negocios. La presencia de Halliburton (empresa a la que perteneció el vicepresidente de Bush, Dick Cheney) como contratista en Irak es una señal entre muchas en ese sentido. Pese a todo lo anterior, y en contraste con la elección que lo llevó a la presi- &ONJMFTEFNJMMPOFTEFEÓMBSFT infografía: fernando san martin 24 RUMBOS RUMBOS 25 george w. bush > el señor de l a guerra Katrina cayó del cielo afp quíes que murieron, una cantidad aún más numerosa dejó su país. Sólo quedan los que abrigan esperanza de mejoría y los que no pueden hacer otra cosa, porque no tienen nada. Pero también quedan los mercenarios (a quienes ahora se llama “contratistas”), las empresas que hacen negocio del desastre, los extremistas y las fuerzas de ocupación. Es la herencia más visible de George Tony Blair y José María Aznar junto a Bush. El respaldo de ambos fue fundamental para invadir Irak. W. Bush, cuya era empezó a la sombra del fraude y deja al mundo hundido en las tinieblas de la guerra. << En 2005, los Estados Unidos padecieron los efectos del huracán Katrina, uno de los más terribles de su historia. Se abatió sobre la costa del Golfo de México y castigó con especial fuerza Nueva Orleáns, poniendo a prueba la capacidad de reacción del Gobierno, y el resultado no fue positivo. Este fenómeno meteorológico desnudó una cara poco conocida del Primer Mundo. El desastre que dejó y la respuesta oficial, escasa y a destiempo, sacaron a la luz fenómenos políticos y sociales que no habían sido mostrados antes en esa magnitud. Murieron más de 1.800 personas. El 80 por ciento de la ciudad de Nueva Orleáns quedó inundada. Miles de personas fueron evacuadas, algunas de ellas a lugares en los que no se las proveyó de suficiente agua y comida y donde el hacinamiento derivó en serios hechos de violencia. Pero fuera de esos lugares no reinaba la paz: hubo saqueos de negocios y casas de familia, como si se tratara de un país del Tercer Mundo. Hasta aparecieron francotiradores que atacaban a civiles indefensos y socorristas. Un importante sector de la población afectada era pobre y de raza negra. A esto se atribuyó la ineficiencia de la respuesta de la Agencia Estatal de Manejo de Emergencias (FEMA) y se especuló con que muy otra podría haber sido la reacción si el desastre se hubiera producido en una población El huracán Katrina puso a prueba la reacción del gobierno de Bush. blanca y de clase media. Las quejas también apuntaban a que los servicios, privatizados y tercerizados, no fueron tan eficientes y rápidos como habría sido una organización estatal. Tres años después, la reconstrucción de la ciudad todavía no se completó. Algunos barrios no podrán volver a latinstock claros: guerras, invasiones, violaciones a los derechos humanos y restricciones a las libertades civiles”. Jones señala que el próximo presidente estadounidense tendrá que lidiar, ante todo, con la situación en Irak, a la que define como “una guerra sin salida”. “No se trata sólo de sacar el ejército de allí. El conflicto tiene impacto en muchos aspectos; por ejemplo, significa un gasto fenomenal para el Gobierno y ha afectado la credibilidad del país. Cada día que los Estados Unidos siguen en Irak empeora su imagen en el mundo. No se puede dejar Irak sin que haya un gobierno estable. En esto, creo que el próximo presidente va a tener las manos atadas”, explica el académico. La historia introdujo hechos imprevisibles y radicales que habrían conmovido cualquier estructura, en cualquier país y con cualquier presidente. La realidad es infinitamente más compleja a partir de los ataques del 11 de septiembre y las respuestas bélicas de George W. Bush. En Afganistán, Osama bin Laden, el supuesto cerebro del 11-S, sigue sin aparecer. Y el país, lejos de avanzar en el camino del desarrollo, padece un resurgimiento de los talibanes que las fuerzas de la OTAN no pueden contener y esto se traduce en decenas de muertes diarias. El desastre de Irak salta a la vista. El otrora feudo de Saddam Hussein se convirtió en un paraíso de grupos sectarios enfrentados de la manera más violenta. Además de los cientos de miles de ira- ser habitados. The Economist señaló que en los barrios pobres la población cayó de 14 mil a 1.500 personas. Además, se entablaron juicios millonarios tanto a FEMA como a una empresa que proveyó a la ciudad de 50 mil viviendas móviles fabricadas con materiales cancerígenos. « El próximo presidente deberá lidiar con Irak, una guerra sin salida » Jones Ocho años después Bush sorprendió con su victoria en el 2000, a pesar de carecer de credenciales en política exterior y luego de una dudosa votación. Cómo se lo veía y cómo se lo evalúa hoy, lo explica el analista Carlos Pérez Llana, vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad Siglo 21 de Córdoba. –¿Cuál era su percepción sobre George W. Bush cuando fue elegido? –Su perfil a fines del 2000 era el de un duro republicano del Sur, con el antecedente de su gobernación en Texas. En esas circunstancias representó a la 26 RUMBOS Pérez Llana. derecha histórica de su partido, a los sectores religiosos del Sur y a la “nueva conciencia” que encarnaron los neoconservadores. Estos últimos se habían fortalecido en el Partido Republicano luego de terminada la Guerra Fría y participaron activamente en el gobierno de Reagan. –¿Cuáles son los aspectos positivos y negativos, en el plano interno y en el internacional, por los cuales será recordado? –En el plano interno, Bush se montó sobre un discurso de fractura, no de consensos. Pretendió dividir a la sociedad entre buenos y malos y descuidó temas clave, como el deterioro de la competitividad estadounidense, el exceso de endeudamiento de los consumidores o la falta de control sobre los bancos, y no se preocupó por el ya agravado estado de la infraestructura. En ese sentido, el cuestionado rol del Estado en la catástrofe de Katrina es paradigmático. En materia externa, el indicador más adverso es el retroceso de la imagen de los Estados Unidos en el mundo y aquí la guerra de Irak tiene un peso decisivo. Como éxito internacional, los acuerdos con la India constituyen la mayor novedad estratégica. –¿En qué medida el futuro presidente estadounidense estará condicionado por las políticas de Bush? –El futuro Presidente estará muy condicionado por la herencia del presidente Bush. La crisis económica, la debilidad del dólar, la mayor dependencia del petróleo extranjero que alimenta las arcas de sus mayores adversarios, los petroestados, y el aislamiento internacional obligarán a su sucesor a definir nuevas políticas. En lo interno, el riesgo puede radicar en un mayor proteccionismo. Y en lo externo, habrá que observar cómo Washington se adapta a lo que F. Zakaria tituló en su reciente libro: El mundo post americano (W. W. Norton; 2008). RUMBOS 27