REFERENCIA: Palma, H. (2005) “Consideraciones historiográficas, epistemológicas y prácticas acerca de la eugenesia”, en Miranda, M. y Vallejo, G. (comp.) Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino, Buenos Aires, Siglo XXI Argentina-España, 2005, pp. 115-145. (ISBN: 987-1013-34-5). CONSIDERACIONES HISTORIOGRAFICAS, EPISTEMOLÓGICAS Y PRÁCTICAS ACERCA DE LA EUGENESIA Héctor A. Palma La eugenesia, que básicamente consiste en implementar medidas para el mejoramiento de la descendencia humana, posibilitando la reproducción diferencial de ciertos individuos o grupos considerados valiosos o mejores, constituyó un entramado de saberes y tecnologías sumamente extendido e influyente en la primera mitad del siglo XX, pero que con algunas variaciones persiste hasta la actualidad. Sin embargo, ningún campo de aplicación de la ciencia a la vida humana es más proclive a despertar sentimientos de desaprobación y evocar imágenes de horror. Y no es para menos. La eugenesia toca los límites de lo humano al pretender intervenir y controlar la descendencia; se asocia a algunas de las peores consecuencias del racismo y el establecimiento de jerarquías humanas sobre bases pretendidamente biológicas; se asocia también al uso brutal de las tecnologías sociales y médicas y al genocidio de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esta evaluación justificada por cierto, a veces obnubila la comprensión del alcance y características de la eugenesia llevada a la práctica fundamentalmente en la primera mitad del siglo XX. Este breve trabajo pretende intervenir en el debate señalando, en primer lugar, lo que considero tres errores de diversa difusión e importancia sobre la cuestión y, en segundo lugar, tratando de hacer un aporte a la discusión sobre la llamada eugenesia actual. 1. LA EUGENESIA Los rasgos definitorios de la eugenesia moderna surgen de la conjunción de los desarrollos científicos de la biología del siglo XIX (básicamente el evolucionismo al que se agregan luego los incipientes desarrollos de la genética) y las políticas que llevaron adelante prácticamente todos los países occidentales hacia fines del siglo XIX pero, sobre todo en la primera mitad del siglo XX. Aunque pueden reconocerse algunos antecedentes al respecto se suele señalar a Sir Francis Galton (1822-1911) como el “inventor” de la eugenesia moderna cuyos postulados básicos son: 1. las diferencias entre los individuos están determinadas hereditariamente y sólo en una muy pequeña medida dependen del medio; 2. el progreso depende de la selección natural, principal mecanismo por el cual, según la teoría darwiniana, se produce la evolución de las especies; 3. las condiciones modernas (medicina, planes de asistencia, etc.) tienden a impedir la influencia selectiva de la muerte por selección, por lo cual se habría iniciado un proceso de degeneración de la especie humana; 4. es necesario, por tanto, tomar medidas para contrarrestarla. El reclamo de los eugenistas en este sentido se dirige hacia la implementación de políticas públicas bajo la forma de tecnologías sociales y de instituciones del Estado en el contexto de una exigencia de control creciente y de una medicalización de los problemas sociales y de la aparición de graves deficiencias sanitarias en las grandes ciudades. Habitualmente suele distinguirse entre eugenesias negativa y positiva. Mientras la primera está dirigida a interferir sobre la reproducción de seres que tendrán –o presumiblemente tendrán, según el caso- hijos con enfermedades hereditarias graves, la segunda se encuentra orientada a alentar y promover la reproducción de los individuos o grupos considerados mejores con la finalidad de modificar la media poblacional, es decir tener relevancia evolutiva. Si bien, como suele ocurrir, hay casos típicos para ambas formas de eugenesia, también hay una zona de límites borrosos o dudosos, tanto por el hecho de que el concepto de enfermedad en muchos aspectos se modifica históricamente, como también porque desalentar la reproducción de ciertos individuos o grupos puede perfectamente ser considerada eugenesia positiva como contraparte del aliento que se hace a otros a multiplicarse1. 2. TRES ERRORES ACERCA DE LA EUGENESIA En los últimos años numerosos estudios2 contribuyeron a clarificar los alcances y consecuencias de las prácticas eugenésicas en todo el mundo. No obstante, aún suelen 1 Maynard Smith distingue entre eugenesia selectiva (“garantizar que los individuos que nos gustan contribuyan en mayor grado a las futuras generaciones que los individuos que tienen características que no nos gustan”); eugenesia transformatoria (aquella en la que se emplean los nuevos conocimientos sobre la genética); e ingeniería biológica (“técnicas quirúrgicas y químicas que permiten producir alteraciones bastante profundas en las propiedades biológicas de los individuos sin alterar su constitución genética”) (Maynard Smith, J., “Eugenesia y utopía”, en Frank Manuel, Utopías y pensamiento utópico, Madrid, Espasa Calpe, 1982). 2 Cf. entre otros: Álvarez Peláez, R., Sir Francis Galton, padre de la eugenesia, Madrid, C.S.I.C., 1985. Álvarez Peláez, R., Herencia y Eugenesia. Francis Galton. Madrid, Alianza Editorial, 1988. Chorover, S. L., From Genesis to genocide, NY, MIT, 1979. Versión en español: Del génesis al genocidio, Buenos Aires, Editorial Orbis S. A, 1985. Gould, S. J., The Mismeasure of man (Edición aumentada y revisada), Nueva York, W.W. Norton Company, cometerse, creo, tres errores epistemológico e historiográficos: se dice que la eugenesia ha sido un producto pseudocientífico, que ha sido practicada principalmente en la Alemania nazi y con algunos reflejos menores en otros países y, finalmente, que en la actualidad estaríamos asistiendo a la aparición de una nueva eugenesia. 2.1 Primer error (epistemológico): “la eugenesia es pseudociencia” A despecho de –y a veces en consonancia con- los numerosos estudios señalados, no es raro encontrar cierto consenso entre importantes historiadores, que cuando le dedican cierta atención a la eugenesia—en general bastante marginal— señalan su carácter pseudocientífico o la consideran un abuso de la ciencia destacando exacerbadamente la brutalidad de ciertas consecuencias tecnológicas del uso ideológico que el poder hace de la ciencia moderna. E. Hobsbawn por ejemplo señala en su Historia del siglo XX que “los hombres pueden sin dificultad, conjugar unas creencias absurdas sobre el mundo con un dominio eficaz de la alta tecnología”; y en La Era del Imperio afirma que: “(...) los vínculos entre la biología y la ideología son especialmente evidentes en la relación entre la ‘eugenesia’ y la nueva ciencia de le genética (...) [la eugenesia] fue fundamentalmente un movimiento político, protagonizado casi de forma exclusiva por miembros de la burguesía o de la clase media, que urgían a los gobiernos a iniciar un programa de acciones positivas o negativas para mejorar la condición genética de la especie humana.” 3 Randall no duda en calificar a la eugenesia dentro del darwinismo social, señalando que antes de 1914 constituía uno de los pilares: “(...) de la defensa ‘científica’ de la guerra y el militarismo; más tarde ha servido de apoyo a los diversos prejuicios de la supremacía nórdica, del antisemitismo y de la intolerancia nacionalista.” 4 Un eminente historiador de la ciencia, J. Bernal, señala que la eugenesia se ha dedicado principalmente a tratar de: “(...) probar, en el dominio genético, la superioridad de los miembros de la clase dominante y la necesidad de protegerlos contra la descuidada reproducción de la clase 1996. Versión en español: La falsa medida del hombre, Barcelona, Crítica, 2003. Kevles, D. J., In the name of eugenics, Harvard University Press, Cambridge,1995. Stepan, N. L., The hour of eugenics: race, gender and nation in Latin American, Ithaca, Cornell University Press,1991. 3 Hobsbawn, E., (1987), The Age of Empire 1875-1914, Londres: Weidenfeld and Nicholson. Versión en español: La era del Imperio, Buenos Aires, Editorial Crítica, 1998, p. 261. 4 Randall, J., The Making of the Modern Mind, Boston, Houghton Mifflin, 1940 (edición de 1926 revisada). Versión en español: La formación del pensamiento moderno, Buenos Aires, M. Moreno,1981, p. 604. ‘inferior’ o pobre. Esta interpretación biológica de la humanidad, con su énfasis en las razas y la reproducción, ha afectado en mayor o menor grado a muchos pensadores avanzados en las ciencias sociales e históricas. (...) los peores resultados son los que ha producido en la práctica (...) en nuestro tiempo es cuando se ha mostrado en todo su horror, cuando el pretexto de la superioridad racial, creído fanáticamente por millares de nazis, fue usado para perpetrar las matanzas mayores y más inhumanas de la historia, en condiciones de crueldad y degradación verdaderamente increíbles.” 5 No discutiré aquí las afirmaciones que relacionan a la eugenesia con algunas de las peores manifestaciones de la brutalidad humana organizada. Fundamentalmente porque se trata de afirmaciones verdaderas. Pero, aceptando cuando menos como precepto metodológico el mandato spinoziano según el cual lo importante es “ni reír ni llorar, sino comprender”, me interesa hacer algunos señalamientos acerca del sentido mismo de discutir sobre el estatuto científico de la eugenesia. Por un lado es un hecho que, aunque la implementación y puesta en práctica en los distintos países ha mostrado una gran heterogeneidad, la eugenesia ha constituido un enorme proyecto interdisciplinario, en el cual estuvo comprometida la comunidad científica internacional, y cuyo objetivo era el mejoramiento/progreso de la humanidad o de grupos humanos, por medio del conocimiento científico y a través de la implementación de diversas políticas públicas. En este sentido, la opinión de los contemporáneos y protagonistas, a pesar de que no puede ser considerada como un criterio definitivo de cientificidad, era inequívoca: la eugenesia ocupó la atención de una enorme cantidad de integrantes de la comunidad científica –muchos mundialmente reconocidos- incluyendo biólogos, médicos, genetistas, demógrafos, juristas, psiquiatras y otros; ha formado asociaciones tanto nacionales en la mayoría de los países como internacionales; ha celebrado numerosos Congresos internacionales; se ha desarrollado dentro de las universidades en cátedras e incluso en carreras completas; ha producido una enorme cantidad de publicaciones en revistas especializadas a lo largo de por lo menos 50 años; ha impulsado la creación de una gran cantidad de instituciones públicas de acuerdo con sus ideales; a pesar de no ser un movimiento homogéneo, ha establecido la agenda de temas en áreas como la salud – incluida la salud mental- y distintas políticas públicas como por ejemplo la poblacional e inmigratoria. Al mismo tiempo, toda la literatura eugenésica hace hincapié en que se trata de la ciencia más avanzada operando en la mejora de la humanidad, la expresión más acabada de la razón humana operando sobre la propia especie. Entonces, ¿por qué habría de ser caracterizada como pseudociencia?. Volveré luego sobre ello. 5 Bernal, J., Science in History, Londres, C.A.Watts and Co. Ltd., 1954. Versión en español: La ciencia en la historia, México, Editorial Nueva Imagen, 1979, p. 295. 2.2 Segundo error (historiográfico): “la eugenesia y el nazismo” Como ya se ha señalado la eugenesia ha sido un fenómeno que se inició en la Inglaterra victoriana y se extendió prácticamente por todo el mundo occidental. A fines del siglo XIX comienza en Alemania un interés creciente por las prácticas eugenésicas que adquirieron su punto culminante en la preguerra, y en 1920 se comienza a discutir la eliminación deliberada de pacientes considerados indignos de vivir. Karl Binding y Alfred Hoche, jurista y psiquiatra respectivamente, publican Die Freigabe der Vernichtung lebensunwerten Lebens [El alivio y la destrucción de las vidas carentes de valor] donde, casi cuatro años antes de que Hitler escribiera Mein Kampf, defienden el asesinato de la gente “sin valor” bajo la protección del Estado. Tanto aquellos a quienes se consideraba “muertos mentalmente” como a los que representaban “un cuerpo extraño a la sociedad humana” eran personas “que no pueden ser recuperadas y cuya muerte es urgentemente necesaria”. Los previsibles errores de juicio, diagnóstico y ejecución, con consecuencias irreversibles, serían irrelevantes comparadas con los beneficios sociales que eventualmente se obtendrían: “la humanidad pierde a tantos de sus miembros por error que uno más o menos no significa realmente gran diferencia”.6 Sin embargo, la eugenesia floreció no sólo en la Alemania nazi7 y probablemente sea EE.UU. uno de los países en los que adquiere más desarrollo y relevancia, encontrándose fuertemente ligada a una cuidadosa implementación de los tests que permitían cuantificar las diferencias. Ya desde 1875, EE.UU. había comenzado a poner trabas a la inmigración, aunque en aquel entonces éstas sólo alcanzaban a extranjeros “indeseables” entre los que se encontraban prostitutas y ex convictos. Con el transcurso de los años fueron añadiéndose gradualmente otros grupos: en 1882 “lunáticos e idiotas”; en 1903 “epilépticos e insanos”; en 1907 “imbéciles y débiles mentales”. En la medida en que las restricciones iban en aumento se fueron creando procedimientos para examinar y detectar con precisión a estos grupos. Finalmente, se aprueba la Ley de inmigración Johnson-Lodge de 1924 que establecía cuotas de inmigrantes que no debía sobrepasar el dos por ciento de los residentes de cada nacionalidad en EE.UU. Esta ley se proponía estimular el proceso de purificación racial y librar al país de lo que Yerkes había denominado “amenaza del deterioro racial”. Menos de una década después, cuando estos “indeseables” eslavos, alpinos, mediterráneos y semitas se 6 Nótese que el concepto de vida indigna de ser vivida o carente de valor (lebensunwertes Leben en el original) enlaza los conceptos de eutanasia y eugenesia. Sin embargo, la eutanasia sobre la cual se discute en la actualidad está dirigida a aliviar las penurias de los enfermos terminales en condiciones muy específicas y controladas jurídicamente, aplicable a casos individuales y con voluntad expresa del interesado. Se piense lo que se pensare de ella, tiene poca relación con la propuesta de Binding y Hoche. El giro perverso que surge de considerar que el Estado o algún grupo está en condiciones de establecer cuáles son las lebensunwertes Leben y que pretendió justificar el horroroso genocidio posterior, en el nivel lingüístico funcionó suplantando eufemísticamente “eugenesia” o “genocidio” por el término “eutanasia”. 7 Chorover (op. cit. pág. 132 y ss.) señala cómo las políticas eugenésicas de la Alemania de los años previos al nazismo eran inspiradas por el ejemplo norteamericano. convirtieron en los principales blancos de las persecuciones del Tercer Reich, gran número de ellos intentó escapar al encarcelamiento o al exterminio huyendo a los EE.UU., que les negó la entrada aduciendo que sus cuotas nacionales habían sido cubiertas. Hacia 1910, el movimiento eugenésico en los EE.UU. comenzó a consagrarse de forma organizada, a racionalizar y documentar las medidas que había ayudado a promover y se creó la Oficina de Informes Eugenésicos, reuniendo científicos de diversos campos para estudiar, informar y recomendar medidas de carácter público en asuntos concernientes a su común objetivo. Allí se forma un subcomité “que estudiará y detallará el mejor medio práctico para eliminar el plasma germinal defectuoso de la población americana”. Los EE.UU. se convirtieron en la primera nación de la época moderna donde se promulgaron y aplicaron leyes en las que se promovía la esterilización eugenésica en nombre de la pureza de la raza. En Indiana en 1907, dada la importante inmigración negra y el incremento de la pobreza en las ciudades en crecimiento, se aprobó una ley que restringía la inmigración y promovía la esterilización de los inadaptados sociales y que señalaba en sus considerandos: “Considerando que la herencia desempeña un papel muy importante en la transmisión de la criminalidad, el Congreso del Estado de Indiana ha decidido que, a partir de la promulgación de la presente ley, serían obligatoriamente agregados a los establecimientos del Estado encargados de la custodia de criminales incorregibles, de imbéciles, de alienados, dos cirujanos de habilidad reconocida, cuya misión sería examinar, conjuntamente con el médico jefe, el estado mental y físico de los asilados (...) los cirujanos estarán autorizados para hacerlos infecundos por aquella operación que estimaren como la más segura y la más efectiva.” En 1915 doce estados de los EEUU habían legislado en este sentido. La ley de esterilización de Virginia tuvo vigencia desde 1924 hasta 1972 y permitió la realización de 7500 operaciones en hombres y mujeres blancos y en niños con problemas de disciplina, sobre la base de una supuesta debilidad mental, conducta antisocial o imbecilidad, de acuerdo con los rasgos establecidos por los tests de CI. Luisi8 refiere que Hatch, director del asilo de alienados de Nueva York, alentado por los resultados favorables recomendaba la esterilización de los criminales reconocidos, de los alcohólicos, epilépticos, pervertidos sexuales y morales y sujetos atacados de locura recurrente. Según señala una nota aparecida en La Semana Médica de 1918 existían en EE.UU. — “el país que más había realizado en el progreso de la nueva ciencia”— cincuenta sociedades pro-eugenia, siendo la más activa e importante la Eugenics record office, dirigida por el Dr. Charles B. Davenport 8 Luisi, P., “Sobre eugenia”, Revista de filosofía, cultura, ciencias y educación, Buenos Aires, Vol. 4, N° 6, 1916, p. 435-451. (1866-1944). A la muerte de Galton, en Gran Bretaña se fundó The Eugenics Education Society, formada por médicos y maestros que contaba además con delegados representantes en varias ciudades de Inglaterra y Nueva Zelandia. Publicó la revista Eugenics Review y fue fundada en ocasión de la realización, el 24 de julio de 1912, de un Congreso Eugénico Internacional llevado a cabo en la Universidad de Londres. En ese primer congreso hubo cuatro secciones que abarcaban las diversas incumbencias de la nueva ciencia: Biología y Eugenia (donde básicamente se discutían cuestiones relativas a la herencia); Eugenia práctica (dedicada a la discusión de tecnologías sociales y médicas varias); Sociología y Eugenia (donde se discutió un trabajo sobre la inferioridad antropológica de las clases pobres, la tasa de fecundidad según clase social y profesión y sobre eugenia y militarismo); y Medicina Eugénica (donde hubo muchos trabajos sobre la locura y el alcoholismo). Uno de los hijos de Charles Darwin, Leonard (1850-1943), presidió desde 1911 hasta 1928 la British Eugenics Society, sociedad que aún hoy funciona. En toda Europa proliferaron las instituciones eugenésicas: en 1912 se fundó el Comité Eugenésico de La Haya, transformado ocho años más tarde en la Sociedad de Eugenesia; la Sociedad Italiana de Genética y Eugenesia; en 1913 se funda la Sociedad Eugénica de Francia; el Instituto Internacional de Antropología de París tenía una Sección de Eugenesia; la Federación de Sociedades Rumanas de Eugenesia; la Sociedad Catalana de Eugenesia; en 1934 se realizó en Zurich un Congreso Internacional de Eugenesia. En Noruega el Winderen Laboratorium; el Instituto Eugénico de Upsala, anexo a la Universidad en Suecia, la Sociedad Eugénica Rusa, y hasta, según refiere La Semana Médica9 en la India se fundó la Sociedad Eugénica Hindú. Para 1930, la provincia canadiense de Alberta (para los alcohólicos incorregibles), Dinamarca en 1929 y Finlandia en 1935 habían aprobado leyes de esterilización siguiendo la experiencia estadounidense10. En Suecia, se aprobó en 1934 una ley, propuesta por los socialdemócratas, que obligaba a esterilizar a las personas incapacitadas de educar a sus hijos. En 1941 la ley de esterilización incluyó a los “asociales” e “indeseables”: desde madres de varios hijos hasta jóvenes con problemas de conducta, internados en correccionales. También América Latina se hizo eco de los ideales y propuestas eugenésicas. En 1917, impulsada por Renato F. Kehl (1889-1956), se fundó la Sociedad Eugénica de San Pablo, la primera en Brasil y en Latinoamérica; en 1929, Brasil tuvo su Primer Congreso Eugénico. En 1931 se funda en México la Sociedad Mexicana de Eugenesia. En Cuba, Eusebio Hernández y Domingo Ramos (creador de la palabra “hominicultura”) desarrolló la 9 Kehl, R., “La eugénica y sus fines”, en La Semana Médica, Buenos Aires, 1926, p. 479-481. Lafora, G., “La esterilización eugenésica de los degenerados”, en Boletín del Museo Social Argentino, Buenos Aires, Año XIX, 1931, p. 360-363. 10 difusión y práctica de la eugenesia. En Cuba funcionó la sede de la Oficina Panamericana de Eugenesia y Homicultura y, según refiere Álvarez Peláez11 se organizaron concursos de “bebés y otras manifestaciones externas de una especie de eugenesia positiva prácticamente inútil y más bien propagandística”. Ramos redactó un “Proyecto de Código de Evantropía (Eugenesia y Homicultura)” que presentó en la Primera Conferencia Panamericana de Eugenesia y Homicultura (1924). En Perú se desarrolló en 1939 la Primera Jornada Peruana de Eugenesia. Argentina, por su parte, fue uno de los países líderes en la eugenesia latinoamericana y en 1918 el Dr. Víctor Delfino fundó la Sociedad Argentina de Eugenesia de corta existencia. Poco tiempo después, en 1921, el Dr. Alfredo Verano crea la Liga Argentina de Profilaxis Social; finalmente, en 1932 se funda la Asociación Argentina de Biotipología Eugenesia y Medicina Social, que publicó durante muchos años los Anales. La Asociación tenía su propio hospital y un instituto de capacitación. Se puede tener una idea clara del carácter amplio y extendido de la eugenesia sobre una enorme cantidad de problemáticas tomando en consideración las áreas temáticas que incluían los Anales en cuya contratapa puede leerse que la publicación incluye trabajos sobre: "Medicina constitucional, endocrinología, biotipología, eugenesia, medicina social, dietética y alimentación, higiene, ingeniería sanitaria, psicología, educación pedagógica, educación física, criminología, doctrina y legislación social". Todas estas instituciones, por su parte, estaban afiliadas a la Federación Internacional Latina de Sociedades de Eugenesia, con sede en París y bajo cuyos auspicios se realizó en agosto de 1937, el primer Congreso Latino de Eugenesia. En América se realizaron tres Conferencias de Eugenesia y Hominicultura, la última de las cuales se celebró en Bogotá en 1938. El cúmulo de ejemplos precedente, no exhaustivo por cierto, alcanza para ilustrar el carácter generalizado de la eugenesia en las primeras cuatro décadas del siglo XX. Luego de la Segunda Guerra Mundial el movimiento eugenésico, en parte se fue debilitando, pero fundamentalmente fue cambiando algunas de sus estrategias, aunque no desapareció de ningún modo. Kevles12 llama “reformista” al tipo de eugenesia que surge, ya en la década del ’20, como resultado de los excesos (esterilizaciones, el racismo exacerbado de muchos de sus defensores), y que se afianza luego de la experiencia de la guerra. Miranda13, refiriéndose al caso argentino en particular, acuña dos conceptos, que con ciertas precauciones pueden extenderse al resto de los países, para caracterizar dos etapas según el modo en que se manifestaba la esencia imperativa o autoritaria de la eugenesia: “de coercitividad explícita” y “de coercitividad disimulada”14. 11 Álvarez Peláez, R., “La eugenesia en América Latina”, en Romeo Casabona, C.M., (edit.), La eugenesia hoy, Bilbao-Granada, 1999. 12 Kevles, D. J., La eugenesia. ¿Ciencia o utopía?, Barcelona, Planeta, 1986. 13 Miranda, M., “La antorcha de Cupido: eugenesia, biotipología y eugamia en Argentina, 1930-1970”, en Asclepio, Vol. LV, Fascículo 2, 2003, pp. 231-255. 14 Además de los citados, una periodización de los distintos momentos de la eugenesia a lo largo del siglo XX Ahora bien, los dos errores señalados combinan una serie de perspectivas epistemológicas, historiográficas e ideológicas. En primer lugar, decir que la eugenesia ha sido una pseudociencia es una evaluación epistemológicamente ingenua, resultado de suponer que la ciencia puede desarrollarse al margen de sus condicionantes sociales y culturales y de sus consecuencias, sobre todo, para este caso, cuando las consecuencias son tan dolorosas. Evidentemente la eugenesia, por un lado está relacionada con la detección de problemas de salud pública reales como el alcoholismo, la sífilis, la tuberculosis, el hacinamiento en las ciudades sin sistemas sanitarios y las migraciones masivas; y por otro lado está relacionada con el racismo15, con la justificación científica de políticas de control, exclusión e incluso de exterminio y también pueden detectarse compromisos ideológicos imposibles de fundamentar racionalmente. Sin embargo, la existencia de estos elementos no permite la construcción de un criterio de demarcación preciso y excluyente y, como ya señalara más arriba el hecho de que buena parte de la comunidad científica haya estado comprometida –en distinto grado de compromiso ideológico político, es cierto-, parece ser un argumento más decisivo a la hora de evaluar su estatuto de cientificidad. En segundo lugar, es historiográficamente falsa la idea que circunscribe la eugenesia fundamentalmente a la Alemania nazi y esto surge claro del hecho de que casi todos los países hayan tomado medidas eugenésicas. La eugenesia fue pensamiento hegemónico durante la primera mitad del siglo XX. De hecho la filiación ideológica de sus defensores abarca todo el espectro posible: nazis, fascistas, anarquistas, socialistas, progresistas y conservadores. Como corolario epistemológico de las apreciaciones precedentes considero que, si la historiografía de la ciencia nos llevase a creer que una manifestación o consecuencia de trabajos de la comunidad científica (en este caso la eugenesia) depende esencialmente de comportamientos que, según una evaluación previa creemos irracionales o claramente ideológicos y ligados al poder, antes que expulsarlos del ámbito de la ciencia según criterios de demarcación a priori, lo que se impone es realizar una evaluación diferente de lo que consideramos actividad científica y de las relaciones de ésta con el contexto social16. Este puede verse en Soutullo, D., “El concepto de eugenesia y su evolución”, en Romeo Casabona, C. M., (edit.), La eugenesia hoy, Bilbao-Granada, 1999, pp. 29-64. 15 T. Todorov (1989) considera al ‘racismo’ como una conducta más o menos espontánea y generalizada de rechazo y temor al diferente o al extranjero en general surgida de prejuicios del sentido común, y propone introducir el concepto de ‘racialismo’ cuando se incluye la búsqueda de apoyatura en teorías científicas. Prefiero seguir usando ‘racismo’ justamente porque, para el caso de la eugenesia, ambos sentidos llegaron a formar un continuo. 16 El problema de la demarcación ocupaba la agenda de la epistemología de las primeras décadas del siglo XX. Y para el mismo se han propuesto respuestas semánticas como el principio verificacionista del significado propuesto por el Círculo de Viena, rápidamente abandonado y que separaba entre enunciados con sentido –los verificables empíricamente- y enunciados sin sentido; y respuestas metodológicas –como el criterio de falsabilidad de Popper- que permitía distinguir entre ciencia y pseudociencia. Las discusiones a lo largo del siglo XX y que dieron lugar a los estudios sobre la ciencia mostraron la necesidad de abandonar la búsqueda de criterios de cientificidad a priori y universales pero muchas veces han desembocado en planteos relativistas que disuelven la especificidad de la ciencia. Aunque ambos extremos, creo, son estériles (los primeros porque no dan cuenta de que la ciencia es una actividad que se desarrolla en el tiempo y dentro de un contexto, y las versiones posmodernas porque no permiten distinguir entre la ciencia y otras prácticas) lo que parece indudable es que, si cambio de criterio de evaluación obviamente arrastra consigo y elimina la idea según la cual alcanzar el estatus de ciencia constituye una suerte de legitimación per se. La historia de la eugenesia, ligada al darwinismo y al determinismo biológico en general y al contexto sociohistórico, constituye un caso paradigmático de la relación ciencia-tecnología-sociedad en términos de los nuevos estudios sociales de la ciencia. No es menor, entonces rescatar el valor didáctico-pedagógico enorme que tiene para la enseñanza de la historia, la sociología y la filosofía de la ciencia. En tercer lugar, hay una cuestión ideológicamente peligrosa que está relacionada con los orígenes históricos de la eugenesia. Es totalmente cierto que los argumentos eugenésicos iniciales le han servido al nazismo para legitimar sus acciones de brutalidad y horror descomunales. Probablemente ello ha dejado una impronta tan fuerte que ha llevado a muchos que la defendieron, ingenuamente y de buena fe quizá, a retirar el apoyo incondicional y entusiasta inicial17 y, con el tiempo a pensarla como un patrimonio casi exclusivo de la Alemania nazi. Pero pensar que la eugenesia ha sido exclusivamente eso es tan sólo una verdad a medias, y, como ocurre a menudo, las verdades a medias no son el resultado de un simple olvido y, habitualmente, dicen más por lo que eluden u ocultan que por lo manifestado explícitamente. El doble movimiento de asimilar eugenesia a nazismo y luego dejarla de lado como producto pseudocientífico, oculta el hecho evidente de que la eugenesia es un producto, clara y exclusivamente en sus inicios, de la liberal sociedad victoriana inglesa18. La eugenesia, en este sentido, no es más que una de las manifestaciones exacerbadas de la necesidad de control y dominio de la población, que fue adoptando el capitalismo hacia fines del siglo XIX y, sobre todo en la primera mitad del XX. 2.3 Tercer error (histórico-epistemólogico-práctico): “hay una eugenesia liberal actual” El tercer error acerca de la eugenesia consiste, creo, en considerar que a partir de las terapias y manipulaciones sobre la descendencia, se estaría frente a una nueva eugenesia. Como quiera que sea, el constante desarrollo y la aparición de nuevas tecnologías asociadas a la reproducción humana hacen que todo el tiempo se encuentre presente el debate en torno a la legitimidad de modelar la configuración genética de los seres humanos. En el estado actual de desarrollo científico tecnológico, muy probablemente se quiere dar cuenta del fenómeno de la ciencia no pueden desconocerse ni los aspectos internos ni los aspectos contextuales o histórico-sociológicos. Para profundizar en estas discusiones puede verse: Suppe, F., The Structure of Scientific Theories, Illinois, University of Illinois Press, 1974. Versión en español: La estructura de las teorías científicas, Madrid, Edit. Nacional, 1979; Palma, H., Metáforas en la evolución de la ciencia, Bs. As., J. Baudino ediciones, 2004. 17 Esto se nota claramente analizando las diferencias entre el tono apologético hacia el régimen nazi en los escritos de los eugenistas anteriores a la Segunda Guerra Mundial y la desaparición de toda referencia en ese sentido en los escritos posteriores. podemos hacer bastante menos de lo que creemos, o los medios publicitan. De todas formas e independientemente de la cantidad de fantasías circulantes sobre las posibilidades ciertas de intervenir en el “diseño” de los futuros seres, parece accesible, y en el futuro seguramente lo será en mayor medida, la posibilidad de interferir de manera significativa con algún costo evolutivo difícil de ponderar- sobre nuestra descendencia. En este contexto y bajo el paraguas de los dramáticos hechos del siglo XX, resurge el fantasma de la eugenesia ahora bajo la denominación de eugenesia “actual” o “liberal” y el debate se desenvuelve sobre la base de cierto consenso acerca del carácter netamente abusivo y negativo de la eugenesia ya conocida. En este sentido quienes defienden las nuevas tecnologías reproductivas intentan marcar las diferencias, y los que las condenan ponen el acento en las similitudes y riesgos potenciales y, mientras que algunos alertan sobre los riesgos futuros, otros aseguran que estamos ya ante una nueva eugenesia19 y reclaman acciones desde el derecho: “Las técnicas de procreación asistida, y en particular la fecundación in vitro, vienen planteando desde hace algo más de una década serios dilemas al Derecho. Se trata de conflictos cada vez más complejos entre el legítimo deseo de tener un hijo, por un lado, y el respeto de la vida embrionaria y de la identidad genética del niño por nacer, por el otro. Entre esos conflictos se destaca la nueva finalidad eugenésica que va adquiriendo poco a poco la fecundación in vitro. Esta técnica, inicialmente presentada como una solución para las parejas estériles, parece estar cambiando de objetivo en los últimos años. Ya no se trata solamente de “dar un hijo” a quien no puede naturalmente tenerlo. Ahora se persigue dar un hijo de “buena calidad”, que satisfaga los deseos de los padres, y esto, aún fuera de verdaderos supuestos de esterilidad. Tal objetivo se logra con la selección de los embriones que serán transferidos al útero materno, a través del denominado ‘diagnóstico preimplantatorio’.” 20 Pero el concepto mismo de eugenesia no resulta unívoco. Algunos la definen de un modo genérico y amplio y sin distinguir siquiera entre eugenesias negativa y positiva: “Cualquier intervención, individual o colectiva, que modifique el patrimonio hereditario será considerada dentro del campo de la eugenesia, independientemente de los fines, sanitarios o sociales que persiga". 18 21 Cf. Álvarez Peláez, R., Sir Francis Galton, padre de la eugenesia, Madrid, C.S.I.C., 1985. De hecho, la versión entregada al Presidente del Consejo Europeo en Roma, el 18 de julio de 2003, del "Proyecto de Tratado por el que se instituye una constitución para Europa" dice en el Artículo II-3 ("Derecho a la integridad de la persona") en el punto 2b: "se respetará la prohibición de las prácticas eugenésicas y en particular las que tienen por finalidad la selección de las personas" 20 Andorno, R., “El derecho frente a la nueva eugenesia: la selección de embriones in vitro”, http://cuadernos.bioetica.org/doctrina-htm, 2001. 21 Soutullo, D., op. cit., p.37. 19 Otros lo hacen de un modo más restringido: “(...) las propuestas de afrontar problemas sociales mediante intervenciones tendientes a cambiar, de un modo u otro, el patrimonio genético de la humanidad” 22 Como quiera que sea, el problema de definir o caracterizar la eugenesia actual no es estipulativo sino, más bien, epistemológico. En este sentido, la intervención sobre la descendencia humana resulta el fondo común con la eugenesia clásica pero, sin embargo, hay una gran diferencia, no sólo con relación a las posibilidades tecnológicas del pasado, sino también con relación a los objetivos de mejorar la raza/especie. Veamos en primer lugar una reseña de lo que, tecnológicamente hablando, puede hacerse. En la actualidad están disponibles distintos tipos de diagnósticos y manipulaciones relacionadas con la descendencia. En primer lugar, los diagnósticos posteriores al nacimiento que se hacen en el nivel cromosómico o bien en el nivel de los genes para detectar enfermedades hereditarias. Este tipo de estudios, tiene algunas ventajas pero también fuertes limitaciones. En efecto, casi siempre “llega tarde” y se inicia a partir del individuo que posee una patología y luego se continua por la familia. El objetivo en general es aliviar, en lo posible, al paciente y proteger a la descendencia. Esto es así porque en las enfermedades recesivas, el individuo heterocigoto para el gen responsable de la patología, es sano. La gran limitación en términos eugenésicos, como se comprenderá, radica en la imposibilidad de someter a toda la población y, a su vez a todos los genes conocidos responsables de enfermedades, a este tipo de análisis23. De cualquier manera ha resultado sumamente útil para los casos de genes específicos en poblaciones específicas, como el caso de la Talasemia en Cerdeña. Un aspecto problemático para este tipo de análisis surge de la posibilidad cierta (en alguna medida ya ocurre) de que empresas o particulares soliciten exámenes a sus posibles clientes o empleados para otorgarles seguros o empleos. El tipo de análisis requerido en estos casos no es tanto el de heterocigosis para enfermedades recesivas sino, más bien para las dominantes en los genes que aparecen en la edad adulta o para la predisposición a ciertas enfermedades. El segundo tipo de intervención es el diagnóstico prenatal, que se realiza al comienzo del embarazo y que permite detectar malformaciones congénitas (sobre todo a través de ecografías), anomalías cromosómicas como por ejemplo el síndrome de Down y desórdenes genéticos estudiando muestras fetales24. Como una de las consecuencias de este tipo de 22 Luján, J., “Ingeniería genética humana, ideología y eugenesia”, Arbor, Tomo CXXXVIII, N° 544, 1991, p. 138. Cf. Tejada Minguez, M., “Genética médica y eugenesia”, en Romeo Casabona, C. M., (edit.), op. cit., pp. 153186. También Maynard Smith, J., op. cit. 24 Obviamente resulta inútil para la detección de enfermedades de manifestación tardía. También resulta impracticable (por el nivel de recursos humanos y económicos necesarios) el análisis dirigido a detectar genes 23 exámenes es la posibilidad cierta de recurrir al aborto posterior, constituye un tópico particularmente importante de la agenda bioética. Pero lo que más inquieta con relación a la eugenesia es el tipo de intervención denominada Diagnóstico Preimplantatorio25 (DPI), probablemente porque dispara las más grandes fantasías, sobre todo la relacionada con concebir un hijo a la medida, es decir “programado”. Al mismo tiempo el DPI permitiría vislumbrar algo más cercano a la eugenesia positiva, es decir más allá de la lógica de la curación o eliminación de enfermedades. El DPI permite establecer, tomando una pequeña muestra que luego es analizada mediante técnicas muy especializadas de citogenética y biología molecular, las condiciones cromosómicas y ciertas características genéticas en embriones obtenidos por fecundación in vitro. Permite analizar anomalías cromosómicas numéricas, como por ejemplo la presencia de 3 cromosomas 21, responsable del síndrome de Down; el estudio de anomalías cromosómicas estructurales, sobre todo translocaciones e incluso pueden identificarse los cromosomas sexuales X e Y y así determinar el sexo de los embriones lo cual tiene importancia respecto de enfermedades ligadas al sexo, debido a que los alelos responsables se encuentran en el cromosoma X. También es posible, amplificando secuencias específicas del ADN, detectar enfermedades graves de origen genético de las cuales ya se conocen varios miles, como por ejemplo: fibrosis quística, distrofia miotónica, enfermedad de Tay-Sachs, beta-talasemia, anemia falciforme, enfermedad de Huntington. Las técnicas del DPI permiten diagnósticos rápidos –entre 3 y 48 horas- compatibles con el tiempo máximo de desarrollo embrionario in vitro, el descarte de los embriones defectuosos y la posterior implantación en el útero del embrión seleccionado. Queda claro que las técnicas del DPI ofrecen, por un lado, la posibilidad cierta de detectar y, a través de la selección embrionaria, eliminar enfermedades graves, pero, por otro lado también permiten pensar que se trataría de la antesala de una nueva eugenesia selectiva. En este sentido sostiene Habermas: “En el caso del diagnóstico de preimplantación ya es difícil actualmente respetar las fronteras entre la exclusión de caracteres hereditarios indeseables y la optimización de los deseables. (...) Las fronteras conceptuales entre la prevención del nacimiento de un niño gravemente enfermo y el perfeccionamiento del patrimonio hereditario (esta última es una decisión eugenésica) ya no son tajantes” 26 recesivos responsables de patologías. De hecho es muy probable que la mayoría de las personas sean heterozigotos para cuando menos algún gen nocivo o letal, lo cual, siguiendo la lógica eugenésica llevaría a impedir la reproducción de prácticamente la totalidad de la humanidad. Sobre las posibilidades reales de interferir eugenésicamente y sobre la inutilidad y la irrelevancia de algunas medidas, véase Haldane, J.B.S., Heredity and Politics, Londres, Allen and Unwin,1938; y Maynard Smith, op. cit. 25 Testart, J. y Godin, Ch., Au bazar du vivant, Éditions du Seuil, 2001. Versión en español: El racismo del gen. Biología, medicina y bioética bajo la férula liberal, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002. 26 Habermas, J., Die Zukunft der menschlichen Natur. Auf dem Weh su einer liberalen Eugenik?; Francfort del Ahora bien, recordemos nuestro problema: ¿en qué sentido estas diferentes formas de intervención sobre la reproducción humana pueden asimilarse a la eugenesia que se conoció en la primera mitad del siglo XX? Si definimos a la eugenesia de un modo sumamente general como cualquier interferencia en la descendencia parece posible percibir una continuidad entre ambas, pero eso, no sólo es un error histórico/epistemológico, sino que además trivializa el problema e impide elucidar las múltiples perspectivas involucradas en la cuestión. Debe hacerse un análisis más detallado. El primer tipo de intervención (diagnóstico postnatal) tendría un papel eugenésico selectivo muy limitado, salvo de una manera indirecta (aunque quizá más perversa) relacionada con la privatización de la información genética de los individuos como requisito para el acceso a los sistemas de salud y a los circuitos laborales. El segundo tipo de intervención (los diagnósticos prenatales) tiene un carácter eminentemente de eugenesia negativa, no sólo porque apunta a detectar enfermedades graves del embrión, sino también porque el hecho mismo de hacerlo implica, casi siempre, una decisión previa de continuar con el embarazo si no hay patologías serias. Como decía más arriba, el tipo de tecnologías que genera más polémicas por su aparente similitud con la eugenesia clásica, es el DPI. Ahora bien, la eugenesia clásica, más allá de las diferencias en el grado de implementación entre los países y las épocas, se caracterizó por responder a pautas de selección de grupos definidos (con el objetivo expreso de incidir evolutivamente), por realizarse a través de la implementación de políticas públicas y por no ser el resultado de acciones individuales voluntarias sino que se ejercía de manera coactiva. La primera característica de la eugenesia clásica, entonces, es apuntar a la selección de grupos definidos con vistas a modificar la población/especie/raza/grupo. Siempre se define como un conjunto de acciones que se siguen sobre grupos considerados inferiores en escalas jerárquicas variables: las más generales se refieren a razas27 superiores e inferiores, pero también hay grupos considerados inferiores hacia el interior de las sociedades como los deficientes mentales, los delincuentes, las prostitutas, alcohólicos y enfermos y, en ocasiones la escala se establece según las nacionalidades. El segundo aspecto que caracteriza a la eugenesia clásica fue que se ha llevado a cabo mediante la implementación de políticas e instituciones públicas, principalmente: • la exigencia del certificado médico prenupcial, probablemente la práctica más Meno, Suhrkamp Verlag, 2001. Versión en español: El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una eugenesia liberal?, Barcelona, Paidós, 2002, p. 35. 27 El racismo siempre se basa en la distinción entre razas superiores e inferiores, pero el fundamento de tal distinción a veces incluía factores biológicos, otras geográficos, climáticos, históricos y culturales, a veces se confundía raza con nacionalidad, o se consideraba como un todo a la suma de características biológicas y culturales e incluso a veces el concepto de raza casi puede equipararse al de población. También varía el discurso de defensa, por un lado de las razas puras habitual en países que expulsaban población y, por otro de extendida y difundida en Europa y América, obligatorio en la mayoría de los países y optativo en otros. • Control de la natalidad o más bien “control diferencial de la concepción” ya que no se trataba meramente de un control de la tasa de natalidad en forma genérica sino sólo de inhibir la reproducción de determinados grupos considerados indeseables. • Esterilización de determinados grupos (“débiles mentales”, criminales, y algunos proponían agregar a los epilépticos, y a los “invertidos sexuales”). • Aborto eugenésico. • Restricciones a la inmigración: una de las más extendidas ha sido la tendencia a controlar, restringir o tener una fuerte injerencia sobre la inmigración de determinados grupos humanos. Hacia mediados del siglo XIX los países de América, Australia, algunos africanos y algunos europeos como los estados balcánicos, países con escasa población en general y también escasa población calificada para las nuevas formas de la industria, comenzaron a generar legislación que favorecía a la inmigración a través de distintos mecanismos de promoción y ventajas. Con el correr de las décadas y a medida que la inmigración se iba concretando, comenzaron a desnudarse una serie de conflictos y a consolidarse el concepto de “defensa social”, entre otras cosas referido a la protección contra la inmigración de las razas y grupos inferiores, pero que también llegó a abarcar a los anarquistas. En tercer lugar, la eugenesia clásica, se ha caracterizado generalmente no por ser el resultado de acciones voluntarias y libres, sino por desarrollarse de modo coactivo. El argumento a favor de la eugenesia como obligación del Estado –clave para diferenciarla de la “eugenesia liberal”- se funda en que el valor máximo a preservar es la sociedad por sobre los individuos. “Hay deberes para con la familia y esas personas más próximas a nosotros; para con el Estado, para con la humanidad existente y para con la posteridad. Este último deber es el más alto de todos. (...) Hablando racionalmente, un sistema de moral debe subordinar la felicidad del individuo a la de la comunidad en general” 28 “La suprema ley que es la salud del pueblo, se antepone a todas las conveniencias particulares, y en nombre de aquella, debe el legislador apoyar toda su autoridad para darles vías de sanción, sin reparar en las consideraciones de los teorizantes de una pretendida libertad, que fragua sigilosamente muchas cadenas” 29 las mejores mezclas, corriente en países que recibieron una cantidad importante de inmigración. 28 Forel, A., (1912), “Ética sexual”, La Semana Médica, Buenos Aires, Año XIX, N° 40, pp. 656-668, p. 661. 29 Farré, M., (1919), “Degeneración y regeneración de la raza”, en La Semana Médica, Buenos Aires, Año XXVI, N° 30, p. 77-99, p.94. El concepto de defensa social, imbricado con la consideración del orden público como valor esencial, resulta clave para comprender la legitimidad de la demanda por diversas acciones que el Estado debía llevar adelante. Preservar el orden público y la defensa social resultan aspectos primordiales que se expresan en los ideales de pureza de la raza, en medidas sanitarias específicas, como así también en considerar nuevas fuentes de legitimación de las penas criminales- basadas menos en la responsabilidad del individuo criminal y más en la defensa de la sociedad-, restricciones a la inmigración considerada indeseable, pasando por la eliminación o reclusión de los locos, criminales y enfermos. La eugenesia clásica es autoritaria y tecnocrática y ello puede detectarse claramente en sus reclamos –casi paradójicos- por la educación sexual y el aborto eugenésico. La educación sexual propuesta siempre está referida a la reproducción (o, en todo caso a la no reproducción), la responsabilidad con respecto a la raza y a las enfermedades venéreas y el alcoholismo, vale decir con una inclinación fuertemente biologicista o médica. Sin embargo, no hay referencias alguna a la cuestión del placer sexual, como no sea para considerarlo como una suerte de residuo natural (y secundario) del objetivo natural que es la reproducción. Se tematiza la relación sexo-reproducción y se brega por una buena reproducción, pero nunca se rescata la relación sexo-placer. Se trata de regular, racionalizar y someter al control científico la reproducción. Algo similar puede comprobarse analizando el caso del aborto eugenésico30. No existe divergencia alguna con respecto a la legalidad y condiciones del aborto terapéutico, ni con la necesidad del aborto eugenésico, aunque sí la hay con respecto a las causales. Los eugenistas no solicitan la despenalización del aborto voluntario sobre la base de la autonomía de la madre, acto que consideran casi unánimemente como un delito y una práctica inmoral. Lo que buscan es establecer dispositivos médico/legales que, sobre la base de la primacía de los intereses de la sociedad, contribuyan a preservar a ésta de individuos indeseables. Más que liberalizar, lo que proponen es tipificar y controlar según criterios precisos de inclusión y exclusión. Ahora bien, y precisando otra vez el problema, con toda legitimidad puede preguntarse: ¿este planteo ‘eugenésico’ que se apoya sobre la decisión de los padres es realmente eugenésico en el mismo sentido en que se desarrolló la eugenesia de fines del siglo XIX y primera mitad del XX? Las acciones que algunos autores llaman eugenesia actual y que sin lugar a dudas se realizan con la finalidad de influir sobre la transmisión de características genéticas a la descendencia, se hallan legitimadas sobre la base de 30 La literatura eugenésica tipifica la interrupción del embarazo según varias categorías. R. Mac Lean y Estenós (1904-1973) señala que hay tres tipos de abortos: el terapéutico, indicado por el médico para los casos en que peligra gravemente la vida o la salud de la madre; el aborto sentimental si lo realizan víctimas de “un atentado contar el pudor y se justifica en nombre del honor familiar y del decoro social”; y finalmente el aborto eugenésico que se impone para “proteger el cuerpo o la salud social” (Mac Lean y Estenós, R., “La eugenesia en América”, Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional de México, México, 1952). decisiones privadas, individuales o familiares, referidas principalmente a tratamientos terapéuticos. Habermas31 alertando sobre este tipo de eugenesia critica la posibilidad de establecer de antemano, merced a los conocimientos sobre el genoma y la manipulación genética, ciertas características de la descendencia. Habermas cuestiona, heredero horrorizado al fin del estigma nazi de las lebensunwertes Leben, la legitimidad de que los padres puedan programar en algún sentido a sus hijos y expresa su preocupación porque el mundo avance hacia una eugenesia liberal. El argumento de Habermas se apoya en la dificultad para distinguir en las zonas de intersección entre las eugenesias negativa y positiva, distinción que sólo resulta clara en los casos extremos: en el extremo de la eugenesia negativa aparece la posibilidad de reducir o eliminar la existencia de enfermedades realmente graves que provocan gran sufrimiento y limitan fuertemente el desarrollo de una vida mínimamente autónoma y, en el extremo de la eugenesia positiva pueden ubicarse los delirios de la raza superior. Sin embargo, señala acertadamente Habermas, esta distinción se disuelve en la llamada eugenesia liberal o actual, basada en la posibilidad de los padres de intervenir (modificar-eliminar), mediante las tecnologías disponibles, en alguna/s característica/s de sus hijos. Para una eugenesia liberal, que descansa sobre la decisión de los individuos, no parece haber impedimento alguno para desplazarse sin solución de continuidad desde la selección negativa de embriones que con certeza portarán enfermedades hereditarias graves, hacia una selección de embriones según características deseables no vinculadas a ninguna patología. Varias razones hay para ello pero la principal es el hecho de que la decisión es individual y nada impide que lo que hoy horroriza, mañana sea habitual. Tampoco debe olvidarse que el concepto de “enfermedad” ha resultado contextual y fuertemente variable; de hecho los alegatos a favor de la eugenesia se han basado casi siempre sobre la eliminación de lo inferior y lo patológico. Resumiendo, lo que muchos llaman “eugenesia liberal actual”, es un fenómeno cualitativa y esencialmente diferente de la eugenesia, dado que se caracteriza por la privacidad, la voluntariedad y la no discriminación. La eugenesia actual se caracteriza, en principio por ser producto de decisiones privadas, individuales o familiares, sobre tratamientos terapéuticos, aunque esa decisión puede tener, sin ninguna duda, profundas implicancias para la vida futura del afectado porque se realizan con la finalidad de influir sobre la transmisión de características genéticas a la descendencia; actos voluntarios, es decir, por ser una decisión libre y voluntaria de los potenciales padres afectados sin depender de ningún poder del Estado; no discriminación de grupos o sectores de la población, es decir, prácticas que no están dirigidas a seleccionar grupos de población específicos, que pudieran resultar discriminados en sus derechos, sobre todo si son aplicadas de modo coactivo. La eugenesia tal 31 Habermas, op. cit. como se dio en las primeras décadas del siglo XX respondía a tres condiciones muy claras: pautas de selección de grupos raciales o de otro tipo bien definidas, se llevó a cabo a través de la implementación de políticas públicas y no se trataba, en principio, de acciones individuales voluntarias. De aceptarse la caracterización precedente debe concederse que hablar de una eugenesia liberal es casi una contradicción en los términos, pero, independientemente de la elucidación semántico/historiográfico/epistemológica, la eugenesia sigue siendo un problema real y el autoritarismo del Estado puede ser suplantado por el autoritarismo del mercado. Puede ocurrir que las decisiones que parecen ser tomadas libre y voluntariamente, en realidad estén fuertemente condicionadas por las circunstancias, y que los modelos impuestos culturalmente – seguramente conectados a la posibilidad, real o imaginaria, de obtener ventajas para el éxito social futuro- ejerzan una gran presión sobre la elección de los rasgos deseados por parte de los futuros padres. Incluso la desigualdad en las posibilidades económicas de acceso a terapias génicas y manipulaciones sobre la descendencia así como la información sobre la portación de una dotación genética proclive a adquirir o desarrollar ciertas patologías, pueden desembocar en la discriminación de ciertos grupos, a partir de, por ejemplo la exclusión o limitación en la cobertura o seguros médicos y en el acceso al trabajo. 3. SOBRE LOS PELIGROS DE UNA NUEVA EUGENESIA Para finalizar, quisiera agregar aun tres cuestiones al debate sobre la eugenesia actual. En primer lugar, la elucidación precedente, conceptual, epistemológica e historiográfica, permite vislumbrar que no hay riesgos de una nueva eugenesia en el sentido conocido. Por otro lado, las condiciones políticas del mundo actual, pero sobre todo las formas de control y dominio adquieren otras modalidades a veces más ocultas y eufemísticas, a veces más brutales y descaradas, pero que no son las mismas ni ideológica ni materialmente, que las vigentes a principios del siglo XX. En segundo lugar, y aunque siempre resulta aventurado decir responsablemente algo acerca del futuro, las posibilidades tecnológicas de interferir sobre la descendencia son mayores que en el pasado y presumiblemente crecerán a ritmos vertiginosos en el futuro. En este contexto, si bien las fantasías de los determinismos biológicos más burdos de fabricar humanos a medida probablemente nunca se hagan realidad, puede preverse que se podrán evitar muchas enfermedades hereditarias e intervenir de manera relevante sobre el genotipo. En este sentido creo que es inútil y peligroso que el trazado del límite descanse solamente sobre unos preceptos bioéticos de dudosa legitimidad y cumplimiento: “Todo parece como si, al dirigir la discusión hacia el dominio de los aspectos éticos y morales de la eugenesia actual, se tratara de inmunizarla frente a los viejos peligros de la eugenesia original, enfatizando el interés en la irrebasabilidad de ciertos límites bien conocidos y aceptados ya por la comunidad de científicos y biotecnológicos. (...) [sin embargo] La orientación moralista encubre la radicalidad de los retos anticipados por las posibilidades abiertas, redefiniéndolas meramente como cuestiones dirimibles desde una u otra moral” 32 El desafío está continuamente abierto: es inevitable que ocurra –ya está ocurriendouna creciente interferencia sobre la reproducción humana. Sin embargo el problema se invierte con relación a la eugenesia clásica, y el debate aunque siempre redefinible, debe ser saldado jurídicamente y sin sustituir el autoritarismo y la tecnocracia del Estado de hace décadas por el autoritarismo y la tecnocracia más brutal aún del mercado actual. En este sentido señala acertadamente Diane Paul: “El problema no es el que la mayoría de nosotros tenemos: un programa de gobierno para criar mejores bebés. El peligro más probable es prácticamente el opuesto; no que el gobierno intervenga en decisiones reproductivas, sino que no lo haga. Cuando todo se deja a la libertad del mercado es cuando más probabilidad hay de que se corrompan 33 los frutos de la investigación del genoma”. En esta misma línea, algunos ya han planteado que los futuros tratamientos genéticos—a causa de que permitirían modificar rasgos que terminen favoreciendo las oportunidades de los afectados, transformando los talentos personales— lleguen a ser considerados recursos ordinarios y, por tanto, objeto de redistribución34. Adela Cortina35 sostiene que la eugenesia liberal, al dejar al juego del mercado la posibilidad de mejorar la herencia genética de los individuos, afecta “a la entraña de la justicia social”. De esta manera tanto los críticos de la eugenesia como los que pretenden arribar a una versión “políticamente correcta” de ella, caen en la misma trampa que les tendieron los que confundieron a lo largo de los últimos cien años biología y política, los que confundieron, en suma, diversidad genética con desigualdad humana36. Se trata de dos problemas que, si bien pueden solaparse en alguna medida difícil de determinar, son diferentes y no es bueno caer en la dimensión práctica de la trampa, consistente en creer que al elaborar una 32 Ibarra, A. “Conocer e intervenir: el bucle eugenésico”, 1999, en Romeo Casabona, op. cit., p. 24. Citado en Silver, L.M., Vuelta al Edén. Más allá de la clonación en un mundo feliz, Taurus, Grupo Santillana Ediciones, Madrid, 1998, p. 290. Referencia bibliográfica citada en Soutullo, op. cit., p. 57. 34 Cf. Nussbaum, M., “Genética y Justicia: tratar la enfermedad, respetar la diferencia”, Isegoría, N° 27, 2002, pp. 5-17. 35 Cortina, A., “Eugenesia liberal y capacidades”, The 4th International Conference on the Capability Approach: Enhancing Human Security. Septiembre de 2004, Universidad de Pavia, Italia. 36 Cf. Dobzhansky, Th., Genetic Diversity and Human Equality, Th. Dobzhansky, 1973. Versión en español: Diversidad genética e igualdad humana, Barcelona, Labor, 1978. 33 respuesta ética o jurídica para uno de los problemas –el de la intervención en la reproducción- se está al mismo tiempo haciendo algo para solucionar el otro problema, el de la desigualdad. Para bien o para mal, la justicia social y la redistribución de la riqueza sigue siendo (y presumo que lo seguirá siendo en los próximos siglos) un problema político y no biológico. El acceso a la salud no es un recurso a distribuir sino un derecho inalienable y el planteo eugenésico tiene sentido en términos de población pero no en términos de ansiedades, inquietudes y posibilidades individuales. Finalmente, creo que a pesar de todo lo dicho, aún es posible hablar de una nueva eugenesia, pero en el mismo y seguramente único sentido en que la eugenesia tradicional fue un éxito: en el ámbito de lo ideológico. En efecto, la eugenesia conocida ha sido un fracaso en cuanto a sus objetivos explícitos y, seguramente, sus resultados más palpables y realmente significativos hayan sido, además de algunas tecnologías sociales asociadas a la reproducción y a las condiciones sanitarias, la estigmatización de vastos sectores de la humanidad, según una discriminación por razas, clases sociales, nacionalidades o grupos. Sin embargo, no sólo fue un éxito ideológico, sino que continuamente aparecen nuevas propuestas asociadas, ahora bajo la terminología de última generación de la biología molecular. En el marco de una situación en la cual alrededor de un tercio de la población mundial está condenada a la más irreversible marginalidad, y otro tercio sometido al deterioro paulatino de su calidad de vida, a la inestabilidad laboral y a exigencias crecientes para no pasar al tercio de marginados, el resurgimiento de planteos deterministas y sociobiológicos en general y eugenésicos en particular, parece venir, otra vez, a llenar espacios de legitimación de las diferencias sociales de hecho. En este marco los discursos biologicistas de última generación, es decir aquellos que suponen fundamentarse en la genética molecular, pueden tener un papel ideológico destacado sobre todo si, en el contexto actual, hay problemas acuciantes con relación a la población mundial. En el momento en que surge la eugenesia una de las convicciones prevalecientes entre políticos y hombres de ciencia era la necesidad de aumentar la población como indicador de progreso, complementada con la idea de seleccionar la calidad de esa población. Sin embargo, no se trata de las preocupaciones del mundo actual, en vías de una superpoblación, que probablemente se vuelva más dramática en las próximas décadas. El problema del mundo actual es la pobreza y la marginalidad a que está sometida una enorme porción de la humanidad. Los exámenes prenatales y algún tipo de manipulación posible, por otro lado, no sólo son acciones de escasa o nula incidencia evolutiva sino que además, se piense lo que se piense de ellos en cualquier perspectiva —ética, médica, religiosa u otras—, básicamente son cuestiones que atañen a sectores de medio y alto poder adquisitivo. El sistema económico-político que ha prevalecido en los últimos años ha conducido al desastre que muchos previeron, pero no sólo se resiste a modificar los rumbos, sino que además se manifiesta impotente para resolver los problemas más graves. Y cuando los sectores concentrados de la economía y el poder, tan sólo atinan a establecer políticas de subsidios para los pobres en lugar de generar mejores condiciones de vida, sólo resta que en el futuro se nieguen a repartir aun esas migajas. El panorama general es dramático y asistimos en los últimos años al resurgimiento de enfermedades que habían prácticamente desaparecido de extensas zonas del planeta como por ejemplo la tuberculosis o el cólera; a la privación de medicación para enfermedades nuevas y mortales como el SIDA que, con la atención adecuada podrían considerarse crónicas, en zonas como África donde probablemente más del 50% se encuentre infectado; a la muerte de personas por hambre o por causas evitables en condiciones de buena alimentación, siendo que no se trata de un problema de disponibilidad efectiva de recursos sino de distribución más equitativa de la riqueza. En este sentido, más que riesgos ciertos de una nueva eugenesia, puede temerse a partir de nuevas formas de estigmatización similares a las que realizó la eugenesia de la primera mitad del siglo XX, la legitimación de algo cuyos resultados pueden ser más trágicos aún: el genocidio.