PRESENTACIÓN DE “EL JUICIO DE LAS MUSAS” DE EDUARDO LUIS FEHER. AULA PALLARES, FACULTAD DE DERECHO. UNAM. JUEVES 5 DE NOVIEMBRE, 17 HORAS. El aula Jacinto Pallares ha sido escenario de múltiples actos académicos, que van desde homenajes a Maestros Eméritos, mesas redondas con lo más destacado del mundo jurídico nacional e internacional, conferencias magistrales, pero en esta ocasión se vistió de gala para la presentación del libro de Eduardo Luis Feher, que además de ser un escritor reconocido, con más de 20 volúmenes publicados, actualmente se desempeña como Presidente del Tribunal Universitario y es el Decano del Consejo Técnico de la Facultad. La aparición de su nuevo libro coeditado por nuestra Universidad a través de la Facultad de Derecho y la Editorial Porrúa, captaron la atención de muchos estudiantes y maestros ya que, es una garantía de buen gusto literario, cualquier obra de Eduardo Luis. La presentación fue presidida por el licenciado José Barroso Figueroa en representación del doctor Ruperto Patiño, Director de esta Facultad. Don Pepe Barroso Figueroa con su tradicional bonhomía y afecto presentó al autor mencionando que era un formalismo ya que, en la Facultad es muy conocido el maestro Feher. Mencionó que esta serie de actividades culturales forman parte del Programa diseñado por el Director, para que las presentaciones de libros así como las obras creativas de los profesores se divulguen entre los miembros de la comunidad ya que, es un deseo y una necesidad el que los alumnos, principalmente; se interesen por las Bellas Artes como tradicionalmente acontecía en nuestra Facultad, en donde los abogados tenían en la vida pública un gran prestigio y se les llamaba con respeto letrados. Debido a las circunstancias que imperan en el campo del trabajo del jurista, éste cada día se desentiende de la cultura en general. Es por esto, que es un acontecimiento cada vez que un maestro escribe una obra relacionada con la cultura ya que, la creatividad forma parte del sustento intelectual del jurista. A continuación, del licenciado José Barroso, el licenciado Ignacio Otero Muñóz hizo una breve reflexión acerca del “Juicio de la Musas” mencionando que dicho libro comprende una relación de relatos y a pesar de que, Don Eduardo Luis Feher nos dice que hablar sobre la sicología de la creatividad es aventurarse en terrenos pantanosos, a través de la lectura de sus páginas, Feher nos da una zambullida en la sicología de sus personajes, pero él no se mancha el plumaje como decía Salvador Díaz Mirón “hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan” y el plumaje, que viene de pluma, de Eduardo Luis Feher es de esos. Feher comprueba con sus testimonios literarios que es más fácil sentar en el banquillo de los acusados a las Musas que llevar a los Tribunales a Carlos Salinas, a Elba Esther Gordillo o a banqueros de cuello blanco. “El Juicio de las Musas” consta de 16 relatos de excelente factura literaria, compuestos con una fina ironía. Por lo anterior, se aconseja al lector que para mayor disfrute de los mismos, tome un relato en la mañana en el desayuno, otro después de la comida, y el tercero durante la cena antes de que se meta a la cama y cumpla con las obligaciones consiguientes, como son: lavarse los dientes y ponerse la pijama nada más, porque de no hacerlo y ocuparse en otros menesteres, el lector no concluirá con la lectura de este pequeño pero gran libro. “El Juicio de las Musas” irrumpe en la república de las letras para colocarse por derecho propio entre los grandes relatos cortos. Así como nos sorprendimos con el cuento más pequeño del mundo “El Dinosaurio” de Tito Monterroso y con la mini historia de el pueblo de San José de Gracia de la obra “Pueblo en Vilo” de Luis González, Eduardo Luis con su espléndida prosa la cual ha perfeccionado desde su lejana juventud, a través de más de 20 volúmenes, nos obsequia pasajes de la vida de poetas, políticos, presidentes de la república, reinas, tratadistas de la ciencia política, en fin de una pléyade de personajes históricos. Feher crea biografías apócrifas donde pone al descubierto la sicología de sus personajes, lo cual los engrandece, ya que los hace más humanos de lo que fueron en la realidad. Los relatos están construidos con gélido humor y tratan con tinta negra, a los que ya se enfriaron definitivamente, este humor negro, perdón, afromexicano, es la línea conductora de casi todos los textos. En beneficio de los oyentes hablaré de algunos cuentos y omitiré el “Juicio de las Musas”, que ocupa el lugar de honor de los trabajos, el cual será motivo de la exposición de una de las plumas más connotadas de esta Facultad. La publicación se inicia con una narración misteriosa sin que se dé a conocer el nombre del personaje, con objeto de que el lector lo descubra para lo cual el narrador aporta pistas de este primer sospechoso, el cual es feo, maldito y además de poeta, timonel de un barco ebrio. El lector a través de sus experiencias literarias corroborará, si el final el sospechoso es el que había pensado. En la narración “Regreso a Granada”, Eduardo Luis presenta un cuestionario a un poeta anónimo. Debido a las respuestas, Feher aporta evidencias para que el lector identifique al poeta asesinado y lo descubra antes de que el escritor lo revele y se crea más listo que el autor. Esto es sin duda, una conducta lúdica pero no impúdica del escritor. Feher, cuya disciplina no es la medicina ni el administrativo que es reiterativo, ni el derecho penal con su juicio oral, se convierte sin proponérselo en Fiscal y enjuicia a poetas como presidentes, tal es el caso de Guadalupe, quien lleva apellido de marca de cerveza a quien exculpa de envenenar a tres filibusteros norteamericanos que en la invasión a México se encontraban en un castillo de Puebla: Dichos gambusinos hambrientos se introducen al castillo y debido a la enorme oscuridad que reina, encuentran un frasco que creen que contiene comida y en su apetito voraz se despachan ni más ni menos que los restos del primer presidente de México que se conservaban en el envase. Debido a esta venganza mexicana post mortem, Eduardo Luis enuncia la tesis de que algunos presidentes mexicanos en solución alcohólica son sumamente tóxicos. En su en sayo “Las Mañas del Viejo Nick” que parece el título de una narración de William Faulkner este autor bisoño no porque sea joven, sino porque a pesar de su edad Feher no requiere bisoñé demuestra a través de una retrospección que Nicolás Maquiavelo sabe más por diablo que, por viejo ya que, su clarividente pensamiento político cada día es más actual, como el Príncipe de Asturias. La lectura del Viejo Nick nos invita a reflexionar sobre lo que acontecería si el célebre autor del Príncipe resucitara y escogiera para residir no Florencia, sino en la República Mexicana y revisara sus tesis a la luz de nuestra política. Se puede predecir sin lugar a dudas, que su célebre “Tratado sobre el Príncipe”, nada más lo actualizaría, por ejemplo, debido a la situación económica el país complementaría el título de su obra y la denominaría “El Príncipe y el Mendigo”. En el Capítulo I, titulado “De las varias clases de principados y del modo de adquirirlos” lo sustituiría por “De las varias clases de presidencias legítimas e ilegítimas y del modo de adquirirlas a través del IFE”. En el Capítulo II, “De los principados hereditarios” lo convertiría en “De las presidencias hereditarias o de los que es lo mismo, las Repúblicas que se gobiernan a través de la pertenencia a una familia revolucionaria o reaccionaria según sea el caso”. El Capítulo III, titulado “De los principados mixtos” se llamaría “De las presidencias mixtas, el caso de Martita y Fox”. El Capítulo IV “De las manera que deben gobernarse los Estados, antes de ocuparse por un nuevo príncipe” en la nueva versión trataría “De la manera que deben arreglarse Los Pinos antes de ser ocupados por un nuevo Presidente”. El siguiente capítulo “De los principados nuevos que se adquieren por la fortuna de armas ajenas” cambiaría por “De las presidencias que se adquieren por la fortuna y por las mañas ajenas”, el contenido de este Capítulo sería el caso de Ernesto Zedillo. Sin duda esta revisión y actualización del Príncipe, se convertiría en el Leviathan Calli Mexica Año Dos Conejo del Siglo XXI gracias a la influencia de Feher que convierte la realidad más soportable a través de su imaginación. “El Juicio de las Musas” debe ser declarado como libro de texto obligatorio pero no gratuito para los Ministros de la Corte, Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito y juzgadores del orden federal y común, y para alumnos de todas las especialidades incluidos los de derecho y sobre todo para melancólicos. A continuación Manuel Gómez Peralta por su parte expuso lo siguiente: Me llamó la atención como Eduardo Luis Feher titula su más reciente obra: “El juicio de las Musas”. Y por un momento me distraje, no pensé en las sentencias que pronunciarían las Musas, sino en aquella relación entre las masas, las mesas, las misas, las mozas, y las musas a la que alguna vez se refirieran dos distinguidos Maestros y a la forma como con los años cambia el gusto por las masas, las mesas, las misas, las mozas y las musas. Un connotado científico y humanista, ex rector de esta Universidad, el maestro Don José Sarukán Kermess escribió un libro esplendido: “Las Musas de Darwin”, al que no haré mayor referencia sino sólo para recordar lo que en el mismo se explica sobre las “Musas”, su raigambre en el universo de la mitología grecolatina como hijas de Júpiter, que creemos bellas y no gordas, ni desaliñadas y que aparecen como protectoras del arte y de las ciencias: Clío, por ejemplo, de la historia; Euterpe de la música, Erato de la poesía, Talía de la comedia o Urania de la astronomía y no astrología, porque la astrología, es sólo una hija loca de la astronomía. Y se dice también en ese libro que el término musa lleva a museo: recinto que guarda y exhibe objetos científicos, artísticos y de cierta clase y que inspiran al conocimiento. Hay, como dos sabemos museos grandiosos: el Británico, el Hermitage de San Petesburgo, el MOMA de Nueva York o el de Antropología tan nuestro, y los hay curiosos: de trajes de charro o de sillas de montar y no hay, curiosamente, un museo de musas; ¿será porque despertaría sospechas? Pero el término “musa”, decimos nosotros, no se queda sólo en su relación con el de museo; sino lleva también a ciertos apellidos: Musset, por ejemplo, Alfredo de Musset, el romántico poeta francés del siglo XIX o a otro, que más bien ahuyenta musas: Mussolini. O a otras palabras que no nos gustan mucho: musarañas, o sea insectos carnívoros que a veces sentimos cuando alguien nos mira. Los más ilustres diccionarios citan ejemplos para acercar al entendimiento y uso de palabras musas. Dicen musa: “entender la musa de uno” o “soplarle a uno la musa”. Lo cierto es que musas expresa o alcanza significados que se traducen en inspiración, en momentos fecundos para la creación porque de la ciencia no se encarga una musa, sino una señora más exigente llamada curiosidad. Musar, revelan también los diccionarios, es esperar, aguardar. Eduardo Luis Feher ha esperado paciente y sabiamente a sus musas; las ha consentido, ha recibido su influencia en varios, múltiples libros, libros bellos, nobles, escritos sin apuros. Y de todos ellos, recomendables como libros de cabecera, todos sin presunción, sin alardes, todos como amistosos y sean mil, las mil y una que esperamos leer de Feher. “El Juicio de las Musas” debe leerse. El que no quiera quedarse sumido en las realidad inhóspitas, en las preocupaciones acosadoras, en la espera de nada, que lea “El Juicio de las Musas”, y el que quiera seguir adelante en los deleites de la imaginación y la literatura y refinar aún más su fino gusto y su buen entendimiento, pues que también lo lea. Abogado, maestro y escritor de tiempos compartidos y de peso completo y de primera división, Eduardo Luis Feher, gracias por “El Juicio de las Musas” y por hacernos pensar no tan sólo en la musa, concubina o esposa, amiga o novia de todos nuestros tiempos o pasajera del metro o amor primero, sino en todas las hadas inspiradoras del fecundo quehacer literario, del culto a la poesía, a la historia, a la filosofía y a la verdad para decir bien las cosas o igual para despojar de ridículos disfraces a los simuladores de la política y darle a la juventud la promesa cierta de que las letras ida y vuelta por los pasillos de esta casa, deben conformar un abecedario que nos encadene con Mayúsculas a esa idea inscrita en cada ley y tan necesaria y tan olvidada ahora: El de la coexistencia armónica, feliz y generosa por la que escriben literatos, poetas y claro, abogados. Enhorabuena, querido amigo, por “El Juicio de las Musas”, que todos debemos leer. Hasta aquí las palabras de Manuel Gómezperalta. Para comprobar que los oradores que lo antecedieron más o menos estaban en lo cierto, Eduardo Luis Feher, concluyó la presentación leyendo algunos textos de su libro. Una gran ovación de los asistentes corroboró lo dicho.