Ministerio Público Fiscal de la Nación J.12, S.23, causa nro. 14.217/2003, Fiscalnet nro. 21.566/2003, “ESMA s/delito de acción pública” FORMULO REQUERIMIENTO DE ELEVACIÓN A JUICIO Señor juez Eduardo Raúl Taiano, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3, en los autos de referencia, respetuosamente me presento ante V.S. y digo: I.- Que en tiempo y forma contesto la vista que me fue conferida en los términos del artículo 346 del Código Procesal Penal de la Nación y, por considerar que la instrucción de los hechos enunciados en el presente dictamen en relación con los imputados está completa, a solicitar su elevación a juicio oral y público. II.- CONDICIONES PERSONALES DE LOS IMPUTADOS Se formula el presente requerimiento en relación con las siguientes personas imputadas en los hechos que constituyen el sustrato fáctico de la presente acusación, a saber: 1) JUAN ARTURO ALOMAR, titular del D.N.I. 5.519.854, argentino, nacido el 22 de abril de 1948 en Villa Maza, provincia de Buenos Aires, casado, hijo de Antonio y de Adelia Piermattei, Capitán de Fragata (RE) de la Armada Argentina. 2) RANDOLFO LUIS AGUSTI SCACCHI, titular del D.N.I. 5.190.333, de nacionalidad argentina, nacido el 6 de junio de 1941, en Rosario, provincia de Santa Fe, casado, hijo de Randolfo Enrique Agusti y de Ana Catalina Scacchi, Capitán de Navío (RE) de la Armada Argentina. 3) CLAUDIO ORLANDO PITTANA, titular del D.N.I. 10.566.783, de nacionalidad argentina, nacido el 3 de junio de 1953, en Capital Federal, de estado civil casado, hijo de Orlando Pedro (f) y de María Fortuna Castillo (f), Cabo Primero (RE) de la Policía Federal. 4) RODOLFO OSCAR CIONCHI, titular del D.N.I. 5.078.376, argentino, nacido el 27 de febrero de 1949 en Arroyo Seco provincia de Santa Fe, casado, hijo 1 Ministerio Público Fiscal de la Nación de Luis Pedro Antonio (f) y de Ilma Massagli, Capitán de Navío (RE) de la Armada Argentina. 5) GUILLERMO HORACIO PAZOS, titular del D.N.I. 4.642.801, argentino, nacido el 15 de junio de 1945 en Bahía Blanca provincia de Buenos Aires, divorciado hijo de Guillermo Pazos Dios y de Mabel Elize Azpeityia, Capitán de Navío Contador (RE) de la Armada Argentina. 6) ORLANDO GONZÁLEZ, titular del D.N.I. 8.248.709, de nacionalidad argentina, nacido el 10 de noviembre de 1945 en Esquel, provincia de Chubut, de estado civil casado, hijo de Fabriciano y de Celia Acuña, Suboficial Principal (RE) de la Armada Argentina, y III.- RELACIÓN DE LOS HECHOS A) CONTEXTO GENERAL EN QUE TUVIERON LUGAR LOS HECHOS QUE AQUÍ SE VENTILAN 1) Consideraciones preliminares Antes de comenzar el relato concreto del hecho que se le imputa a los encartados, y por los cuales requeriré su elevación a juicio oral, es preciso hacer unas aclaraciones, a fin de contextualizar los acontecimientos que son materia de esta acusación. Los delitos que se analizarán fueron cometidos desde el aparato del Estado e implicaron no sólo la reiterada violación de los derechos humanos, sino también, por su escala, volumen y gravedad, crímenes contra la humanidad de acuerdo al derecho internacional. En tal sentido, los crímenes de lesa humanidad constituyen delitos de derecho internacional y de ello se deriva que su contenido, su naturaleza y las condiciones de su responsabilidad se encuentran establecidos por el derecho internacional, con independencia de lo que pueda regularse en el derecho interno de los Estados. Son varios los documentos y sentencias a los que puede recurrirse para demostrar la existencia y la manera en que operaron las Fuerzas Armadas dentro del sistema clandestino. Se tomarán aquí los que se consideran de mayor trascendencia y que ilustran mejor la situación. 2 Ministerio Público Fiscal de la Nación En la sentencia pronunciada el 9 de diciembre de 1985, en la denominada “Causa nro. 13”, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, en pleno, sostuvo que “...puede afirmarse que los comandantes establecieron secretamente un modo criminal de lucha contra el terrorismo. Se otorgó a los cuadros inferiores de las fuerzas armadas una gran discrecionalidad para privar de libertad a quienes aparecieran, según la información de inteligencia, como vinculados a la subversión; se dispuso que se los interrogara bajo tormentos y que se los sometiera a regímenes inhumanos de vida, mientras se los mantenía clandestinamente en cautiverio; se concedió, por fin, una gran libertad para apreciar el destino final de cada víctima, el ingreso al sistema legal (Poder Ejecutivo Nacional o Justicia), la libertad o, simplemente, la eliminación física...”. En esa sentencia, también se tuvo por acreditado que, para llevar adelante el plan criminal, las Fuerzas Armadas dispusieron de centros clandestinos de detención, como fue el caso de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, en el ámbito de la Armada Argentina. Por otra parte, el 2 de diciembre de 1986, se conoció la sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en pleno, en la “Causa nro. 44”. En tales actuaciones, se juzgaron delitos ocurridos en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, cometidos por personal de las Fuerzas Armadas y de seguridad. Con relación a las órdenes dictadas para llevar adelante el plan criminal, se estableció que éstas eran impartidas por el Comandante de la Zona I y, siguiendo la cadena de mandos, por el jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires y por el Director General de Investigaciones. También, concordantemente con lo que se había determinado en la “Causa nro. 13”, se afirmó que se había otorgado a los cuadros inferiores de las fuerzas una gran discrecionalidad para privar de la libertad a quienes aparecieran como vinculados a la subversión, se había dispuesto que a los capturados se los interrogara bajo tormentos, se había sometido a los detenidos a regímenes de vida inhumanos, y se había concedido a los cuadros inferiores gran libertad para disponer el destino final de cada víctima (eliminación física, puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional o la libertad). El 2 de marzo de 1987, la misma Cámara en la causa nro. 450/86, decretó la prisión preventiva con miras a la extradición de Carlos Guillermo Suárez Mason. Allí, el tribunal afirmó que en el período de facto coexistieron dos sistemas 3 Ministerio Público Fiscal de la Nación jurídicos: un orden normativo que cubría formalmente la actuación de las Fuerzas Armadas y un orden predominantemente verbal, secreto y en el que sólo se observaba parcialmente el orden formal. En este último, todo lo referente al tratamiento de personas sospechosas respondía a directivas que consistían en detener y mantener ocultas a dichas personas, torturarlas básicamente para obtener información y, eventualmente, matarlas haciendo desaparecer el cadáver o bien fraguar enfrentamientos armados como medio para justificar tales muertes. Mediante la sanción del decreto nro. 187/83 (B.O. 19/12/83), el Poder Ejecutivo Nacional dispuso la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (denominada CONADEP.), con el objeto de esclarecer los hechos relacionados con la desaparición de personas ocurridos en el país. Entre las funciones específicas y taxativas de la Comisión, se encontraban las de recibir denuncias y pruebas sobre hechos relacionados con la represión ilegal y remitirlas inmediatamente a la justicia, averiguar el destino o paradero de las personas desaparecidas, determinar la ubicación de niños sustraídos de la tutela de sus padres o guardadores a raíz de acciones emprendidas con el motivo alegado de reprimir el “terrorismo”, etc. Los motivos que impulsaron al Poder Ejecutivo Nacional a crear esta Comisión fueron expresados en los considerandos del decreto, entre los que cabe destacar los que a continuación se transcriben: “[q]ue el Poder Ejecutivo Nacional, a través de una serie de proyectos de leyes y decretos, ha materializado ya su decisión de que las gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas en nuestro pasado reciente sean investigadas y eventualmente sancionadas por la justicia. Que como se ha dicho muchas veces, la cuestión de los derechos humanos trasciende a los poderes públicos y concierne a la sociedad civil y a la comunidad internacional. Que con respecto a esta última su interés legítimo está contemplado en los proyectos enviados al Honorable Congreso, de aprobación de una serie de pactos internacionales sobre derechos humanos, los que incluyen la jurisdicción obligatoria de un tribunal internacional competente en la materia. Que con relación a la sociedad civil, debe satisfacerse ese interés legítimo de intervenir activamente en el esclarecimiento de los trágicos episodios en los que desaparecieron miles de personas, sin que esa intervención interfiera con la actuación de los órganos constitucionales competentes para investigar o penar estos hechos, o sea, los jueces...”. 4 Ministerio Público Fiscal de la Nación Es importante subrayar aquí que este organismo no cumplió ningún rol jurisdiccional, es decir, no determinó responsabilidad alguna sobre las personas que podían ser consideradas autores, cómplices o encubridores de delitos. Sólo se limitó a reunir información sobre la base de las potestades que ya fueron señaladas. Las funciones de la CONADEP estuvieron delimitadas desde el propio decreto que la creaba. En cumplimiento de su misión, la Comisión formó 7380 legajos, los que comprendían las denuncias de los familiares de los desaparecidos, el testimonio de personas liberadas de los centros clandestinos de detención y declaraciones de miembros de las fuerzas de seguridad que intervinieron en el accionar represivo. Además de recibir declaraciones, la Comisión realizó inspecciones en distintas partes del territorio nacional, recabó información de las fuerzas armadas y de seguridad y de diversos organismos públicos y privados. En el informe final de la CONADEP, producido en septiembre de 1984, se estimó que el número de personas que continuaban en situación de desaparición forzosa alcanzaba los 8960. Se indicó que dicho número no podía considerarse definitivo, dado que se había acreditado que eran muchos los casos de desapariciones que no habían sido denunciados. Se concluyó en que dicha metodología (la desaparición forzada de personas) se generalizó a partir de que las fuerzas armadas tomaron el control absoluto de los resortes del Estado; que comenzaba con el secuestro de las víctimas, continuaba con el traslado de las personas hacia alguno de los 340 centros clandestinos de detención existentes, donde eran alojadas en condiciones infrahumanas y eran sometidas a toda clase de tormentos y humillaciones. Asimismo, la práctica de la tortura, por sus métodos y por el sadismo empleado, se llevó a cabo de un modo desconocido hasta el momento en otra parte del mundo: existieron varias denuncias acerca de niños y ancianos torturados junto a un familiar para que éste proporcionara la información requerida por sus captores. Finalmente, las personas detenidas eran generalmente exterminadas con ocultamiento de su identidad, destruyéndose el cuerpo -muchas veces- para evitar la identificación. En un punto de las conclusiones, se recalcó que “[e]sta Comisión sostiene que no se cometieron ‘excesos’, si se entiende por ello actos particularmente aberrantes. Tales atrocidades fueron práctica común y extendida y eran los actos normales y corrientes efectuados a diario por la represión”. 5 Ministerio Público Fiscal de la Nación Terminó sus conclusiones indicando que la destrucción o remoción de la documentación que registró minuciosamente la suerte corrida por las personas desaparecidas dificultó la investigación (cfr. para todo lo afirmado: Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, Eudeba, Buenos Aires, 1985, 11ª edición). La situación de la instauración en el país de un sistema clandestino de represión fue evaluada también por la Organización de Estados Americanos (en adelante, OEA). Al respecto, merece un tratamiento especial el “Informe sobre la situación de los derechos humanos en Argentina”, producido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, CIDH) aprobado en su 667ª sesión del 49º período de sesiones, celebrada el 11 de abril de 1980. Este documento elaborado en el marco de la OEA mientras todavía el gobierno de facto usurpaba el poder, constituyó una pieza fundamental en la documentación de la situación que atravesaban los derechos fundamentales durante la última dictadura militar argentina. Dicho informe consta de once capítulos identificados bajo los siguientes títulos: “El sistema político y normativo argentino”; “El derecho a la vida”; “El problema de los desaparecidos”; “El derecho a la libertad”; “Derecho a la seguridad e integridad personal”; “Derecho de justicia y proceso regular”; “Derecho a la libertad de opinión, expresión e información”; “Derechos laborales”; “Derechos políticos”; “Derecho a la libertad religiosa y de cultos” y “Situación de las entidades de derechos humanos”. En esta resolución, interesa destacar lo informado por la CIDH con relación a lo que se denominó “el problema de los desaparecidos” y a la práctica de la tortura, dado que muestran de una manera palpable cómo funcionó el sistema clandestino de represión. Respecto al primer tema, la Comisión sostuvo que “[e]l origen del fenómeno de los desaparecidos, la forma en que se produjeron las desapariciones y el impresionante número de víctimas alcanzadas están íntimamente ligados al proceso histórico vivido por Argentina en los últimos años, en especial a la lucha organizada en contra de la subversión (...) Según los muchos testimonios e informaciones que la Comisión ha recibido pareciera existir una amplia coincidencia de que en la lucha contra la subversión se crearon estructuras especiales, de carácter celular, con participación a diferentes niveles de cada una de las ramas de las Fuerzas Armadas, las que estaban compuestas por comandos 6 Ministerio Público Fiscal de la Nación de operación autónomos e independientes en su accionar. La acción de estos comandos estuvo dirigida especialmente en contra de todas aquellas personas que, real o potencialmente pudiesen significar un peligro para la seguridad del Estado, por su efectiva o presunta vinculación con la subversión (...) Parece evidente que la decisión de formar esos comandos que actuaron en el desaparecimiento y posible exterminio de esas miles de personas fue adoptada en los más altos niveles de las Fuerzas Armadas con el objeto de descentralizar la acción antisubversiva y permitir así que cada uno de los comandos dispusiera de un ilimitado poder en cuanto a sus facultades para eliminar a los terroristas o a los sospechosos de serlo. La Comisión tiene la convicción moral que tales autoridades, de un modo general, no podían ignorar los hechos que estaban ocurriendo y no adoptaron las medidas necesarias para evitarlos (...) Incluso durante la visita de la Comisión a la Argentina, se llevó a cabo un típico operativo de aquéllos que anteceden a un desaparecimiento al secuestrarse por los agentes de seguridad a toda una familia, lo que motivó la inmediata intervención de la Comisión ante las autoridades argentinas (...) Cualquiera que, en definitiva, sea la cifra de desaparecidos, su cantidad es impresionante y no hace sino confirmar la extraordinaria gravedad que reviste este problema. Por otra parte, la falta de aclaración del problema de los desaparecidos ha afectado a numerosas familias de la comunidad argentina. La incertidumbre y privación de todo contacto con la víctima ha creado graves trastornos familiares, en especial en los niños que, en algunos casos, han sido testigos de los secuestros de sus padres y los maltratos que éstos fueron objeto durante los operativos. Muchos de esos niños no volverán a ver nunca a sus padres y heredarán así, por el recuerdo de las circunstancias de su desaparecimiento, una serie de trastornos psicológicos. Por otro lado, numerosos hombres y mujeres entre los 18 y 25 años, están siendo afectados por la angustia y la marcha del tiempo sin conocimiento de la suerte de sus padres o hermanos. Los cónyuges, los hombres y mujeres que han sido violentamente separados, viven en medio de graves perturbaciones afectivas, acentuadas por los diversos problemas económicos y jurídicos que tal separación les depara. Hay muchos hombres o mujeres que no saben actualmente si son viudos o casados. Muchos de ellos, no recuperarán la paz, la armonía o la seguridad en sí mismos por el desgaste que les ha producido el tratar de llevar adelante un hogar donde cada día se siente la ausencia física y moral del padre o de la madre. Éstos y otros problemas no pueden ser resueltos 7 Ministerio Público Fiscal de la Nación mientras no se aclare definitiva y responsablemente la situación de todas esas miles de personas desaparecidas” (cfr., Nunca más, ob. cit., pp. 146-9). En el Capítulo V, apartado “D”, la CIDH se refirió a la práctica de apremios ilegales y torturas en los siguientes términos: “[m]uchos son los medios que para la aplicación de apremios ilegales y para la ejecución de la tortura tanto física, como psíquica y moral, se habrán puesto en práctica en lugares especiales de detención donde las personas fueron llevadas para interrogatorios y que se conocen como chupaderos, e inclusive, en algunos casos, en los propios centros carcelarios del país. Estos procedimientos de tortura se prolongaron en muchas ocasiones hasta por varios meses en forma continua, en las llamadas sesiones para interrogatorios. Entre esas modalidades, analizadas y escogidas por la Comisión de los muchos testimonios que obran en su poder, figuran las siguientes: a) golpizas brutales en perjuicio de los detenidos, que han significado en muchas ocasiones quebradura de huesos y la invalidez parcial; en el caso de mujeres embarazadas la provocación del aborto, y también, según determinadas alegaciones, han coadyuvado a la muerte de algunas personas. Este tipo de palizas han sido proporcionadas con diferentes clases de armas, con los puños, patadas y con instrumentos metálicos, de goma, de madera o de otra índole. Hay denuncias que refieren casos en que la vejiga ha sido reventada y han sido quebrados el esternón y las costillas o se han producido lesiones internas graves; b) el confinamiento en celdas de castigo, por varias semanas, de los detenidos, por motivos triviales, en condiciones de aislamiento desesperante y con la aplicación de baños de agua fría; c) la sujeción de los detenidos, maniatados con cadenas, entre otros lugares en los espaldares de camas y en los asientos de los aviones o de los vehículos en que han sido trasladados de un lugar a otro, haciéndolos objeto, en esas condiciones, de toda clase de golpes e improperios; d) simulacros de fusilamiento y en algunos casos el fusilamiento de detenidos en presencia de otros prisioneros, inclusive de parientes, como ha sucedido, entre otras denuncias, en Córdoba, Salta y en el Pabellón de la Muerte de La Plata; e) la inmersión mediante la modalidad denominada submarino, consistente en que la víctima se le introduce por la cabeza, cubierta con una capucha de tela, de manera intermitente, en un recipiente de agua, con el objeto de provocarle asfixia al no poder respirar, y obtener en esa forma declaraciones; 8 Ministerio Público Fiscal de la Nación f) la aplicación de la llamada picana eléctrica, como método generalizado, sujetándose a la víctima a las partes metálicas de la cama a efectos de que reciba elevados voltajes de electricidad, entre otras zonas del cuerpo, en la cabeza, las sienes, la boca, las manos, las piernas, los pies, los senos y en los órganos genitales, con el complemento de mojarles el cuerpo para que se faciliten los impactos de las descargas eléctricas. De acuerdo con las denuncias, en algunos casos de aplicación de picana se mantiene un médico al lado de la víctima para que controle la situación de la misma como consecuencia de los ‘shoks’ que se van produciendo durante la sesión de tortura; g) la quemadura de los detenidos con cigarrillos en distintas partes del cuerpo, hasta dejarlos cubiertos de llagas ulcerosas; h) la aplicación a los detenidos de alfileres y otros instrumentos punzantes en las uñas de las manos y los pies; i) las amenazas o consumación de violaciones tanto de mujeres como de hombres; j) el acorralamiento de los prisioneros con perros bravos entrenados por los captores, hasta llegar al borde del desgarramiento; k) el mantenimiento de los detenidos encapuchados por varias semanas acostados y atados de pies y manos mientras reciben golpes; l) la suspensión de los detenidos, amarrados o esposados de las manos y sujetos por barras metálicas o de madera u otros artefactos del techo, manteniéndoles los pies a pocos centímetros del suelo, el que se cubre con pedazos de vidrio. También casos en que las víctimas son colgadas de las manos o de los pies produciéndoles fracturas de la cadera o de otras partes del cuerpo; m) el mantenimiento de los detenidos por prolongadas horas completamente parados; n) la aplicación de drogas a los detenidos, o de suero e inyecciones como consecuencia de las prolongadas torturas cuando han perdido el conocimiento; o) el procedimiento de requisas de los presos, que se lleva a cabo en forma minuciosa y con abusos en todas partes del cuerpo, produciendo la consiguiente humillación; y p) la aplicación del llamado cubo, consistente en la inmersión prolongada de los pies en agua bien fría y luego en agua caliente”. La CIDH concluyó en que, durante el período que comprendió el informe (1975/1979), se cometieron graves y numerosas violaciones de fundamentales 9 Ministerio Público Fiscal de la Nación derechos humanos reconocidos en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, y en particular: “a) al derecho a la vida, en razón de que personas pertenecientes o vinculadas a organismos de seguridad del Gobierno han dado muerte a numerosos hombres y mujeres después de su detención; preocupa especialmente a la Comisión la situación de los miles de detenidos desaparecidos, que por las razones expuestas en el informe se puede presumir fundadamente que han muerto; b) al derecho a la libertad personal, al haberse detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional a numerosas personas en forma indiscriminada y sin criterio de razonabilidad (...); c) al derecho a la seguridad e integridad personal, mediante el empleo sistemático de torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes, cuya práctica ha revestido características alarmantes”. Asimismo, puede decirse que estos procedimientos clandestinos operaron como verdaderos juicios ilegítimos, donde se procedía a la identificación de personas, se las arrestaba, se las conducía a un lugar de detención, se las interrogaba generalmente mediante la imposición de tormentos, se evaluaban sus dichos, se confrontaban las declaraciones con las de otras personas en la misma situación, y finalmente se producía una decisión (sentencia) que podía consistir en la libertad de la persona, en su eliminación física o en la derivación a un centro de detención previsto por el sistema legalizado. Para ilustrar este tipo de procedimientos, resulta elocuente lo relatado por Carlos Muñoz (legajo de la CONADEP nro. 704) sobre lo ocurrido en el centro clandestino de detención que funcionaba en la E.S.M.A.: “[e]n febrero le ofrecen al dicente trabajar en fotografía, ya que ése es el trabajo que sabía hacer, por lo cual lo trasladan al Laboratorio...Todos los casos están archivados en microfilms describiendo desde el procedimiento, luego antecedentes y sentencia. Junto a los datos del procedimiento había dos ítems finales: traslado-libertad...” (Nunca más, ob. cit., p. 275). Por lo expuesto, sólo resta concluir en que durante el período en que el último gobierno de facto ejerció todos los poderes públicos, se instaló en el país un sistema de represión clandestino en el que se produjeron una enorme cantidad de delitos que deben ser considerados crímenes contra la humanidad. 2) La Escuela de Mecánica de la Armada 10 Ministerio Público Fiscal de la Nación A raíz de la organización estructural adoptada por el gobierno de facto, el país se dividió en cinco zonas, subdivididas a su vez en subzonas, cada una de las cuales se correspondía con un Cuerpo del Ejército. Así, el Comando de la Zona I dependía del Primer Cuerpo del Ejército, su sede principal estaba en la ciudad de Buenos Aires, y comprendía las provincias de Buenos Aires y La Pampa y la ciudad de Buenos Aires; el Comando de la Zona II dependía del Segundo Cuerpo del Ejército con sede en Rosario, Santa Fe, y comprendía las provincias de Formosa, Chaco, Santa Fe, Misiones, Corrientes y Entre Ríos; el Comando de la Zona III dependía del Comando del Tercer Cuerpo del Ejército y abarcaba las provincias de Córdoba, Mendoza, Catamarca, San Luis, San Juan, Salta, La Rioja, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, mientras que la sede principal se encontraba en la ciudad de Córdoba; el Comando de la Zona IV dependía del Comando de Institutos Militares y su radio de acción abarcaba la guarnición militar de Campo de Mayo, junto con algunos partidos de la provincia de Buenos Aires; el Comando de la Zona V dependía del Quinto Cuerpo del Ejército y abarcaba las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz y algunos partidos de la provincia de Buenos Aires (esta descripción ha sido tomada de fojas 8359 y ss. de la sentencia del 2 de diciembre de 1.986, pronunciada en la “Causa nro. 44”, del registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal). La Zona I estuvo a cargo del Primer Cuerpo del Ejército, comandado sucesivamente por los Generales Carlos Guillermo Suárez Mason, Leopoldo Fortunato Galtieri, José Montes, Antonio D. Bussi, Cristino Nicolaides y Juan C. Trimarco. La Subzona Capital estuvo a cargo, sucesivamente, de los Generales de Brigada Jorge Olivera Rovere, José Montes, Andrés A. Ferrero, José R. Villarreal, Mario A. Piotti y Julio Fernández Torres. En este marco, la E.S.M.A. -ubicada en la Avenida del Libertador nro. 8209, de esta ciudad- funcionó como centro clandestino de detención, torturas y exterminio, bajo el comando de la Zona I, Subzona Capital Federal, Área III-A, durante el período en el que la dictadura militar ejerció el máximo poder en el país. Habida cuenta su dependencia de la Armada, la E.S.M.A. estaba bajo la responsabilidad de las diversas instancias de la cadena de mando del arma, en cuya cabeza se encontraron los sucesivos comandantes en jefe de la fuerza, quienes, a su vez, integraban las Juntas Militares. 11 Ministerio Público Fiscal de la Nación La E.S.M.A. fue el asiento del grupo de tareas 3.3/2. Asimismo, funcionó en ese lugar el grupo de tareas 3.3.3, integrado por miembros del Servicio de inteligencia Naval (S.I.N.). En este sentido, las dependencias del casino de oficiales de la E.S.M.A. eran las instalaciones utilizadas como base operativa por el G.T. 3.3/2 y empleadas parcialmente por otros grupos represivos. Más allá de que al día de la fecha la Escuela de Mecánica de la Armada no presenta rastros -al menos evidentes- de la organización estructural y edilicia que se había montado para llevar a cabo las operaciones de detención, tortura y confinamiento de las personas secuestradas, los relatos de los sobrevivientes que han permanecido detenidos allí permiten ubicar en el espacio, y dentro de las dependencias de la E.S.M.A., los distintos sectores donde el G.T. 3.3/2 desarrollaba sus tareas. En la planta baja, se encontraban las oficinas destinadas a la administración, inteligencia y planificación operativa. Estos espacios eran denominados los “Jorges” y el “Dorado”. Al sótano se llegaba a través de una escalera procedente de la planta baja, cerrada por una pesada puerta de hierro, custodiada del lado exterior por un guardia armado, que era el encargado de abrirla para permitir el acceso y de controlar todos los movimientos de entrada y salida. En el sótano se disponían varios cuartos, cuya ubicación y uso era muy variable debido a que estaban construidos con materiales livianos, lo que facilitaba su montaje y desmontaje de acuerdo a las necesidades del momento. Los cuartos principales se encontraban asignados a: a) interrogatorio y tortura: cuartos numerados del 12 al 15, provistos de un catre de hierro al que era atado el prisionero, una repisa donde se ubicaba el aparato de picana eléctrica y sillas para los interrogadores; b) enfermería: cuarto amplio, en cuyo interior había dos camas y dos pequeños armarios de vidrio, cerrados con candado, que contenían algunas medicinas. En este lugar se atendían, por ejemplo, a los secuestrados que llegaban heridos y a las embarazadas en el momento del parto; c) laboratorios fotográficos: contaban con uno o dos laboratorios; d) baño: pequeño recinto construido con madera, sobre una tarima; 12 Ministerio Público Fiscal de la Nación e) dormitorio de los guardias y otros cuartos de construcción precaria donde, durante un tiempo, trabajaron algunos prisioneros en tareas de archivo, biblioteca, etc. Junto a las celdas de interrogatorio, sobre un pasillo que ostentaba la leyenda “Avenida de la Felicidad”, había una mesa para el guardia encargado de la custodia interna; allí se encontraba el tocadiscos o radio que funcionaba al máximo volumen durante las sesiones de tortura. Ese lugar contaba con largos bancos, donde los prisioneros esperaban ser interrogados. En la entrada al tercer piso, un guardia armado registraba todos los movimientos de entrada y salida, al tiempo que comandaba la apertura de la puerta de hierro por la que se ingresaba. Ese nivel constaba de dos alas, adonde se accedía por una escalera que atravesaba todo el edificio. “Capucha” era la denominación del sector que se encontraba en el ala izquierda, en forma de “L”, atiborrado de compartimentos que se utilizaban para mantener a los prisioneros acostados en el suelo, encapuchados, engrillados y separados entre sí por tabiques de aglomerado. Junto a las paredes, había algunos pequeños cuartos de construcción precaria, provistos de compartimentos superpuestos -denominados “camarotes”- asignados al alojamiento de prisioneros. Este lugar estaba iluminado artificialmente, en forma continua. La ventilación, también muy escasa, provenía de dos ruidosos extractores. Las condiciones higiénicas eran muy deficientes. El pronunciado declive del techo de todo este sector hacía que las vigas de hierro que lo sostenían llegaran casi al piso, sobre el lado orientado hacia Avenida del Libertador, lo que dificultaba más aún el movimiento de los detenidos. A fines de 1977, la “pecera” fue ubicada en el extremo del ala derecha del tercer piso, que había sido usada anteriormente como el lugar de depósito de los bienes saqueados en las viviendas de los secuestrados (denominado “pañol grande”). Se trataba de un largo pasillo en el que trabajaban los prisioneros sometidos al “proceso de recuperación”. El recinto estaba controlado por un circuito cerrado de televisión, la iluminación era artificial, la ventilación provenía de ventanillas altas y de algunos extractores. Funcionaban allí la biblioteca, la sala de télex, las oficinas de trabajo y los archivos periodísticos. El acceso a la pecera era controlado por un guardia. Entre las dos alas del tercer piso había un hall, cuya puerta de acceso era custodiada desde el lado exterior por un guardia armado, que anotaba los 13 Ministerio Público Fiscal de la Nación movimientos internos. Frente a la puerta, salía la angosta y empinada escalera de un solo tramo que conducía a “capuchita”. Junto al hall, salía un corredor hacia la derecha. Sobre uno de sus lados se alineaban: el cuarto de las embarazadas, el baño de uso común para la mayoría de los detenidos (contaba con dos lavatorios, dos duchas, dos w.c. y desde una ventana se veían las canchas de tenis que pertenecían al casino de oficiales), el hueco que contenía el motor del ascensor y un baño más pequeño. Frente a estas instalaciones, se disponían dos o tres cuartos. A “capuchita” se ingresaba por la puerta de entrada al altillo, y se subía una escalera hasta una pequeña puerta que conducía a ese sector. Allí, permanecían detenidos prisioneros que soportaban condiciones de vida aún peores que los alojados en “capucha”. Era el sitio donde se encontraba el tanque de agua que abastecía al edificio. El piso era de baldosas color rojo y se alineaban dos hileras perpendiculares de cuchetas (alrededor de veinte en total). Las ventanas, continuamente cerradas y opacadas, estaban ubicadas en la orientación hacia la Avenida del Libertador y la calle Pico. Frente a la escalera, estaba la mesa del guardia de turno. La ventilación era escasa y la temperatura extrema en invierno y en verano. Se la iluminaba siempre artificialmente. Ese vestíbulo relativamente hermético conducía a dos cuartos, preparados para torturas e interrogatorios. Este cubículo, cuya única ventilación provenía de un extractor que daba a la ya poco aireada “capuchita”, era usado por los grupos ajenos al G.T. para torturar a sus prisioneros. Las dos celdas -construidas con tabiques de cartón aglomerado- eran de pequeñas dimensiones y contaban, como las del sótano, con un catre de hierro y la picana eléctrica. Este recinto estaba ubicado frente a una hilera de cuchetas dispuestas a un metro de distancia de ese lugar. Más tarde, en uno de los cuartos de interrogatorio -ya desprovisto de su anterior mobiliario- se realizaban las tareas de archivo periodístico. También varios testigos indicaron que, durante la primera semana del mes de febrero de 1978, el cubículo fue destruido a fin de cambiar la fisonomía del lugar, con motivo de la visita que realizaron periodistas extranjeros. “Capuchita” continuó usándose como lugar de alojamiento de prisioneros. 3) El grupo de tareas 3.3/2 La fuerza efectiva del G.T. 3.3 estaba compuesta por el personal que integraba las dotaciones de la Escuela de Mecánica de la Armada y la Escuela de 14 Ministerio Público Fiscal de la Nación Guerra Naval, el que era reforzado por personal de otros destinos dependientes del Comando de operaciones Navales, cuando la situación así lo imponía, en forma transitoria y rotativa. Se estructuró en tres sectores: “inteligencia”, “operaciones” y “logística”. La sección “inteligencia” era la encargada de evaluar la información obtenida, para lograr la ubicación y señalamiento de las personas a secuestrar. Los oficiales de inteligencia planificaban los operativos de secuestro, tenían a su cargo a los prisioneros durante toda su permanencia en la E.S.M.A., realizaban los interrogatorios e intervenían en la decisión de los “traslados”, es decir de la desaparición física de los secuestrados. La Cámara de este fuero, al confirmar el procesamiento de algunos de los imputados en el marco de la causa nro. 7694/99 caratulada “Astiz Alfredo y otros s/delito de acción pública” del registro de la Secretaría nro. 23 de este Tribunal (ver resolución de fs. 864/925) tuvo por probado, con el carácter provisorio propio de una resolución de esta naturaleza, que en determinado momento histórico el sector llamado “inteligencia” estaba comandado por Jorge Acosta (“Tigre”, “Santiago” o “Aníbal”) y que formaban parte de él Francies Whamond (“Pablo” o “Duque”), Antonio Pernías (“Rata”, “Martín” o “Trueno”) y el oficial Raúl Enrique Scheller (“Mariano” o “Pingüino”). Asimismo, numerosos testigos han señalado que Alfredo Astiz, Juan Carlos Rolón, Oscar Rubén Lanzón, Ricardo Miguel Cavallo, Randolfo Agusti Scacchi, Orlando González, Antonio Rosario Pereyra, Juan Arturo Alomar, Carlos Daviou y Alberto Eduardo González también formaban parte de este sector. Por su parte, la sección “operaciones” tenía a su cargo la ejecución concreta de los secuestros, robos de automóviles y saqueos de viviendas. Operaba con los datos que le brindaba “inteligencia”. Así, mientras los detenidos eran torturados, un grupo operativo estaba siempre dispuesto para salir a secuestrar a otras personas en caso de obtenerse nuevos datos. Integraban este sector Ricardo Guillermo Corbetta, Hugo Enrique Damario, Ricardo Jorge Lynch Jones, Daniel Humberto Baucero, Rodolfo Oscar Cionchi, Miguel Ángel García Velasco, y miembros de la Policía Federal Argentina, del Servicio Penitenciario Federal, de la Prefectura Naval Argentina, del Ejército y de la Fuerza Aérea, entre los que puede mencionarse a Ernesto Frimón Weber, Juan Carlos Fotea, Claudio Orlando Pittana, Carlos Orlando Generoso, Juan Antonio 15 Ministerio Público Fiscal de la Nación Azic, Héctor Antonio Febres, Julio César Coronel y Carlos Guillermo Suárez Mason. Por último, la sección “logística” se ocupaba del apoyo y aprovisionamiento de los grupos operativos y del desarrollo de la infraestructura del G.T. 3.3/2, lo que incluía el mantenimiento y refacción del edificio y la administración de las finanzas. En este sector se destacaron Jorge Radice, Carlos José Pazo, Néstor Omar Savio, Héctor Francisco Polchi, Omar Alfonso Eyzaguirre, Guillermo Horacio Pazos y Alejandro Spinelli, entre otros. Además en la E.S.M.A. funcionaba, a la par con el G.T. 3.3/2, el G.T. 3.3/3, manejado operativamente por el Servicio de Inteligencia Naval. Allí se desempeñaron, entre otros, el teniente de navío Francisco Lucio Rioja, Pablo García Velasco y Hugo Héctor Siffredi. El centro clandestino de detención también contó con la participación de diversos profesionales de la salud entre los que cabe mencionar a Rogelio José Martínez Pizarro, Carlos Octavio Capdevila y Jorge Luis Magnacco. Finalmente, conjuntamente con los oficiales que ejercían funciones en cada sector del G.T., en la E.S.M.A. prestaban sus servicios suboficiales que recibían las denominaciones de “Pedros”, “Verdes” y más tarde “Pablos” y “Pablitos”. Sin embargo, no debe olvidarse que como señaló Graciela Beatriz Daleo en su testimonio que en copia obra a fs. 113/4 de la causa 1376/04, “ninguno de los departamentos que funcionaban en la E.S.M.A. (‘logística’, ‘inteligencia’ y ‘operativo’) era estanco. De esta manera, miembros del grupo de tareas que integraban el sector de inteligencia (que asumía las tareas de investigación, torturas, etc.), también salían a secuestrar”. B) Descripción de los hechos materia de acusación 448) CALCAGNO, Abel Abel Calcagno fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en el mes de abril de 1978. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida 16 Ministerio Público Fiscal de la Nación (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). Finalmente, Abel Calcagno fue liberado. En relación con los hechos descriptos, Pittana (integrante del Sector de Operaciones del Grupo de Tareas 3.3/2) lo mantuvo privado de su libertad en forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también lo atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 702) HERNÁNDEZ, Mario Mario Hernández fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en el mes de octubre de 1978, por integrantes del G.T. 3.3/2. Posteriormente, fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente) y otros mecanismos de tortura. En tales tormentos participó, entre otros, Alberto González. Mario Hernández aún permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, Alomar y González (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el operativo de secuestro de la víctima y la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina en la ESMA, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2), la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A. y en otros sitios bajo el control del G.T., así como también la atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos. 810) POURTALE, Marta Enriqueta Marta Enriqueta Pourtale, quien era militante peronista y al momento del hecho cursaba un embarazo de aproximadamente siete meses de gestación, fue 17 Ministerio Público Fiscal de la Nación privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, alrededor del día 10 de diciembre de 1976, junto con su pareja Juan Carlos Villamayor, por personal de fuerzas de seguridad. Tiempo después, su hijo de cuatro años de edad apareció en la comisaría de Villa Ballester, provincia de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se la mantuvo clandestinamente detenida y fue atormentada mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente, agravadas por su condición de embarazada). Al día de la fecha, permanece desaparecida. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a las instalaciones de la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 820) EPSTEIN, Mónica Hortensia Mónica Hortensia Epstein, quien se desempeñaba como defensora de presos políticos y había sido asesora legal de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires años antes, fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, aproximadamente el 23 de diciembre de 1976. Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se la mantuvo clandestinamente detenida y fue atormentada mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Al día de la fecha, permanece desaparecida. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su 18 Ministerio Público Fiscal de la Nación libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 823) DOCAL de TORINI, Perla Nelly Perla Nelly Docal de Torini fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 14 de enero de 1977 en la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada donde permaneció clandestinamente prisionera bajo condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación e higiene que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente dictamen). Perla Nelly Docal de Torini aún permanece desaparecida. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 825) ANGELUCCI, Domingo Domingo Angelucci fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día el 26 de enero de 1977, en horas de la tarde, en el departamento central de la Policía Federal Argentina, sito en la calles Belgrano y Virrey Cevallos de la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Domingo Angelucci aun permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su 19 Ministerio Público Fiscal de la Nación libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 826) LÓPEZ de STENFER, María Cristina María Cristina López de Stenfer murió a raíz de las heridas producidas por integrantes del G.T. 3.3/2 -armados y vestidos de civil-, durante el operativo en el que intentaron privarla ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 28 de enero de 1977 a las 20:00 horas, en la intersección de las calles Federico Lacroze y Rosseti de la ciudad de Buenos Aires. Su cuerpo fue llevado por los integrantes de ese grupo operativo, y posteriormente nunca fue entregado a sus familiares. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de secuestro de la víctima que culminó con su muerte. 827) MORENO PERA, José Manuel José Manuel Moreno Pera fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 3 de febrero de 1977 en la vía pública, entre las 19:00 y las 20:00 horas, en el trayecto comprendido entre su lugar de trabajo -en la calle Paso nro.151- y su domicilio particular -sito en la calle Fray Cayetano Rodríguez nro.300-, ambos de la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). José Manuel Moreno Pera aun permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su 20 Ministerio Público Fiscal de la Nación libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 828) ZERBINO, Daniel Hugo Daniel Hugo Zerbino fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15 de febrero de 1977 en la Av. Álvarez Thomas y Juramento de la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Daniel Hugo Zerbino aun permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 829) FERNÁNDEZ RANRROC, Oscar Alejandro Oscar Alejandro Fernández Ranrroc fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 3 de marzo de 1977, en horas del mediodía, en el Círculo de Oficiales de Aeronáutica, sito en la Av. Córdoba 741 de la ciudad de Buenos Aires, lugar donde cumplía el servicio militar obligatorio. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Oscar Alejandro Fernández Ranrroc aun permanece desaparecido. 21 Ministerio Público Fiscal de la Nación En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) participaron en la planificación del operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 830) FANTINO, Raúl Bernardo Raúl Bernardo Fantino fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre los días 25 y 28 de febrero de 1977, presumiblemente en la zona norte del gran Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Raúl Bernardo Fantino aun permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 832) BALLESTER, Nora Alicia Nora Alicia Ballester fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 1ro. de marzo de 1977, por un grupo de individuos que se identificaron como pertenecientes a las fuerzas de seguridad, en la Plaza Lezica, ubicada en la calle Rivadavia al 4100 de la ciudad de Buenos Aires. Mientras Ballester gritaba solicitando auxilio, sus captores la introdujeron con violencia dentro de un automóvil Ford o Chevrolet color verde oliva y partieron del lugar a gran velocidad. 22 Ministerio Público Fiscal de la Nación Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada donde permaneció clandestinamente prisionera bajo condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación e higiene que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente dictamen). Nora Alicia Ballester aún permanece desaparecida En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) participaron en la planificación del operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 835) BOTTO ALDUNCIN, Diego Fernando Diego Fernando Botto Alducin fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, aproximadamente entre los días 20 y 21 de marzo de 1977, en la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Diego Fernando Botto Alducin aun permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) participaron en la planificación del operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 839) CABALLERO, Wenceslao Eduardo Wenceslao Eduardo Caballero fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en horas de la tarde del 25 de marzo de 1977, en la esquina de Chivilcoy y Juan B. Justo, de esta ciudad de Buenos Aires, cuando viajaba a bordo de un vehículo 23 Ministerio Público Fiscal de la Nación particular, por un grupo de personas pertenecientes a las Fuerzas Armadas y de seguridad. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También habría permanecido en similares condiciones en el centro clandestino de detención conocido como “Olimpo”. Al día de la fecha, permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos 841) MANRIQUE SAAVEDRA, Roberto Roberto Manrique Saavedra, quien era nacionalidad peruana e intervenía en actividades políticas, fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en el curso del mes abril de 1977, cuando se encontraba en una reunión en la Universidad Nacional de la Plata, Provincia de Buenos Aires, con estudiantes argentinos del Movimiento de Izquierda, quienes habrían corrido igual suerte. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También habría permanecido en cautiverio en similares condiciones en una dependencia policial. Al día de la fecha, permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron 24 Ministerio Público Fiscal de la Nación privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 842) POBLETE, Carlos Simón Carlos Simón Poblete, quien era militante en la Juventud Peronista y en el Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan, fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 1ro. de abril de 1977. Luego, fue trasladado a la ESMA donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue sometido a condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente, agravadas por la circunstancia de que su esposa embarazada también se hallaba cautiva en ese centro clandestino, donde fue obligada a dar a luz al hijo de ambos). Aún continua desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 843) BERTI, Carlos Guillermo Carlos Guillermo Berti fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre marzo y abril de 1977, en la vía pública en esta ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Al día de la fecha, permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) 25 Ministerio Público Fiscal de la Nación planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 844) LERTORA, Roberto Fernando (apodado “Momi”) y 845) MOSSO de CARLEVARO, Adriana Roberto Lertora y Adriana Mosso fueron ilegalmente privados de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 27 de abril de 1977, en el domicilio sito en la calle Maza nro. 914 de la ciudad de Buenos Aires, por personas que se encontraban fuertemente armadas. Luego, fueron trasladados a la ESMA donde se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron sometidos a condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). Aún continuan desaparecidos. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el operativo de traslado de las víctimas a la ESMA, donde las mantuvieron privadas de su libertad en forma clandestina, así como también las atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos. 847) CALERO, Cristina, 848) EIRAS, María Luisa y 849) LUPPI MAZZONE, Mary Norma Mary Norma Luppi Mazzone, Cristina Calero y María Luisa Eiras fueron privadas ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 10 de junio de 1977, a las 19:30 horas, en el domicilio de la primera de ellas, ubicado en Vicente López 1933, 3° piso, departamento “23”, de esta Ciudad de Buenos Aires, por fuerzas militares. Posteriormente, fueron conducidas a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se las mantuvo clandestinamente detenidas y fueron atormentadas mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidas a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). 26 Ministerio Público Fiscal de la Nación A diferencia del resto de las víctimas, quienes fueron liberadas veinticuatro horas luego de su detención, Luppi Mazzone continúa desaparecida. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de las víctimas a la ESMA, donde las mantuvo privadas de su libertad en forma clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 851) BARROCA, Graciela Mabel Graciela Mabel Barroca, quien era simpatizante peronista y novia de Gerardo Strejilevich (caso 852), fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en la noche del 15 de julio de 1977 en su domicilio ubicado en Adolfo Alsina 3728, Villa Martelli, provincia de Buenos Aires, por un grupo de 7 u 8 personas pertenecientes a las Fuerzas Armadas y/o de seguridad, vestidas de civil y dotadas de armas automáticas. El operativo comenzó a las 22:15 horas, cuando éstas se hicieron presentes en la vivienda, balearon su frente y amenazaron con dinamitarla, para luego irrumpir en su interior, donde se encontraban la madre, el padre y la hermana de la víctima, a quienes redujeron e interrogaron. Entre las 23:00 y las 23:30 horas, Barroca regresó a su domicilio y, alrededor de tres horas luego de iniciado el operativo, fue retirada de allí por sus captores. Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se la mantuvo clandestinamente detenida y fue atormentada mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También permaneció en cautiverio en similares condiciones en el centro clandestino denominado “Club Atlético”. Al día de la fecha, permanece desaparecida. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 27 Ministerio Público Fiscal de la Nación 852) STREJILEVICH, Gerardo Gerardo Strejelevich, novio de Graciela Mabel Barroca (caso 851), fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley entre el 15 y el 16 de julio de 1977, probablemente en el domicilio de su compañero de carrera Manuel Ricardo Rojas Mateo Echegaray 4964, departamento 4, Caseros, Partido de Tres de Febrero, provincia de Buenos Aires-, quien también habría sido secuestrado durante el operativo, por personal perteneciente a las Fuerzas Armadas y/o de seguridad. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También permaneció en cautiverio en similares condiciones en el centro clandestino denominado “Club Atlético”. Al día de la fecha, permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 853) ZUNINO, Enzo Rafael Domingo Enzo Rafael Domingo Zunino fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre los días 18 de junio y 25 de julio de 1977, en la vía pública en Alvear, Rosario, provincia de Santa Fe. Posteriormente fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio y fue sometido a inhumanas condiciones de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). 28 Ministerio Público Fiscal de la Nación Aún permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la E.S.M.A., donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 854) BADILLO, Jorge Luis Jorge Luis Badillo fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en la madrugada del 8 de julio de 1977 en su domicilio ubicado en Juramento 3362, 1° piso, departamento “2”, de esta ciudad de Buenos Aires. El operativo, que comenzó a la 01.00 hora, fue llevado adelante por 4 ó 5 hombres vestidos de civil y fuertemente armados que, si bien en un primer momento se identificaron como policías, luego manifestaron pertenecer a las “Fuerzas Conjuntas”. Luego de reducir e interrogar durante dos horas al damnificado y su familia, lo retiraron de la vivienda esposado y vendado. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También habría sido mantenido en similares condiciones en otros centros clandestinos de detención, entre ellos el conocido como “Club Atlético”. A la fecha, la víctima continúa desaparecida. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 855) RUS, Daniel Lázaro Daniel Lázaro Rus fue ilegalmente privado de su libertad, con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15 de 29 Ministerio Público Fiscal de la Nación julio de 1977 en Av. de los Constituyentes y Gral. Paz (C.N.E.A.), San Martín, provincia de Buenos Aires. Luego, fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue sometido a condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). Aún permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 858) SISTO, Enrique Rubén y 859) ZUAZU MAIO, María Nieves Enrique Rubén Sisto y María Nieves Zuazu Maio fueron ilegalmente privados de la libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 20 de julio de 1977 a las 10:00 horas, al salir de su domicilio ubicado en Delgado 826, 9° piso, departamento “H”, de esta ciudad de Buenos Aires, por un grupo numeroso de personas armadas. Luego fueron conducidos a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidos a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). Aún permanecen desaparecidos. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de traslado de las víctimas a la ESMA, donde las mantuvo privadas de su libertad en forma clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 863) MIANI, Alberto Daniel Alberto Daniel Miani fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 19 de 30 Ministerio Público Fiscal de la Nación septiembre de 1977, por un numeroso grupo de individuos armados que se movilizaban en tres automóviles, en la localidad de San Fernando, Provincia de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). Aún permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 870) MACEDO de GARCÍA, Gloria Nelly Gloria Nelly Macedo de García fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 7 de octubre de 1977 aproximadamente a la medianoche, en el domicilio sito en la Avenida Colón 1930 de la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenida bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). Aún permanece desaparecida. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 871) NUGUER, Hernán Gerardo Hernán Gerardo Nuguer fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 27 de octubre de 1977 en horas de la mañana, por un numeroso grupo de individuos armados que se movilizaban en dos automóviles, en la puerta del domicilio sito en la 31 Ministerio Público Fiscal de la Nación Avenida La Plata 165 de la ciudad de Buenos Aires, cuando se aprestaba a conducir su vehículo particular. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente). Hernán Gerardo Nuguer aún permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. 877) LEWI, Jorge Claudio y 879) SONDER, Ana María El matrimonio integrado por Jorge Claudio Lewi y Ana María Sonder fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre el 5 y el 8 de octubre de 1978, en la vía pública en esta ciudad de Buenos Aires, presuntamente por personal perteneciente al Comando FTE del Primer Cuerpo del Ejército. Posteriormente, ambos fueron conducidos a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidos a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También habrían permanecido en cautiverio en el centro clandestino denominado “Olimpo”. El 10 de octubre de 1978 la hija del matrimonio, Adriana Victoria, de un año y medio de edad, fue entregada -con una fotografía de su padre prendida a su ropa- a sus abuelos maternos, por personal vestido de civil que no se identificó. El 24 de diciembre siguiente, aproximadamente a las 18.00 hs., a ambas víctimas se les permitió dialogar telefónicamente con Graciela Irma Trotta, madre de Sonder. Al día siguiente, habrían sido trasladados. Aún permanecen desaparecidos. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de las víctimas a la E.S.M.A., donde las mantuvo privadas de su libertad en forma 32 Ministerio Público Fiscal de la Nación clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2), las mantuvieron privadas de su libertad en forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también las atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos 878) PEREZ ROJO, José Manuel José Manuel Pérez Rojo fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por personal de la Fuerza Aérea, el día 6 de octubre de 1978, en su domicilio sito en la calle Gurruchaga nro. 2259, piso 3, departamento “20” de la ciudad de Buenos Aires. La víctima fue secuestrada junto con su esposa Patricia Julia Roisinblit de Pérez Rojo y su hija Mariana, de 15 meses de vida, quien finalmente fue entregada en el domicilio de la tía de Pérez Rojo, ubicado en la localidad de Olivos, a un familiar de alrededor de 17 años que accedió a recibirla por habérselo pedido en esa ocasión Patricia Roisinblit. Durante su cautiverio fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente, agravadas por la circunstancia de que su esposa embarazada se hallaba alojada en ese centro clandestino de detención bajo las mismas condiciones indignas). Aún permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la víctima a la E.S.M.A. donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2) la mantuvieron privada de su libertad en 33 Ministerio Público Fiscal de la Nación forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también la atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos. 880) TILGER, María Elvira y 881) TROITERO, Alfredo Amílcar María Elvira Tilger (apodada “Julia”) y Alfredo Amílcar Troiterio (apodado “Ernesto”), ambos militantes de la Juventud Peronista, fueron privados ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 11 ó 12 de octubre de 1978, en el inmueble ubicado en Eva Perón 6500, edificio 128, piso 3°, departamento “A”, Barrio General Savio (Complejo Habitacional Lugano I y II), de esta ciudad de Buenos Aires, por hombres vestidos de civil y fuertemente armados. El operativo comenzó aproximadamente a las 24:00 horas, cuando estos sujetos derribaron la puerta de la vivienda, golpearon e interrogaron a uno de los hijos de la pareja (de 15 años de edad, quien se encontraba allí junto a sus tres hermanos menores), sustrajeron diversos elementos y, alrededor de dos horas más tarde, al arribar Tilger y Troitero al lugar, los aprehendieron y condujeron separadamente a diferentes automóviles, que se retiraron inmediatamente del lugar. Posteriormente, fueron trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidos a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente, agravadas por la circunstancia de que ambos integrantes de la pareja se hallaban cautivos en el mismo centro, sometidos a similares condiciones indignas de vida). También permanecieron en cautiverio en similares condiciones en el centro clandestino denominado “Olimpo”. Actualmente, continúan desaparecidos. En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de las víctimas a la ESMA, donde las mantuvo privadas de su libertad en forma clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos. En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2) las mantuvieron privadas de su libertad en 34 Ministerio Público Fiscal de la Nación forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también las atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos. 884) POLITO, Héctor Osvaldo Héctor Osvaldo Polito fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2, el 23 de noviembre de 1978 a las 19.00 horas, en la esquina de Alberdi y Perito Moreno, de la ciudad de Buenos Aires. Las heridas de disparo de arma de fuego infligidas a Polito durante el operativo mencionado, a la postre determinaron su deceso, mientras se hallaba en poder de sus captores. Según la partida de defunción de la víctima, habría muerto el 23 de noviembre de 1978, a las 19 horas, en las calles Alvear y Espora de la localidad de Ramos Mejía, Partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En relación con los hechos descriptos, Alomar y González (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el operativo de secuestro de la víctima que culminó con su muerte. En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2), participaron en el operativo que culminó con la muerte de la víctima a raíz de las heridas provocadas. 890) PECHIEU, Luis Hugo Luis Hugo Pechieu, delegado sindical de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, aproximadamente el 21 de marzo de 1977. Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente). También habría permanecido en cautiverio bajo un tratamiento similar en el centro clandestino denominado “Club Atlético”. 35 Ministerio Público Fiscal de la Nación Al día de la fecha, permanece desaparecido. En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos IV.- ELEMENTOS DE PRUEBA Las pruebas recabadas durante el curso de la investigación, en relación con los hechos narrados, permiten afirmar, con el alcance de este acto procesal, que Randolfo Luis Agusti Scacchi, Rodolfo Oscar Cionchi, Guillermo Horacio Pazos, Juan Arturo Alomar, Orlando González y Claudio Orlando Pittana son penalmente responsables de los delitos que se les imputan, los cuales deberán ser ventilados en el juicio oral correspondiente. En el presente acápite, se hará referencia a las pruebas que dan cuenta de los hechos materia de acusación y del contexto general en el cual éstos se desarrollaron. El valor trascendente de los testimonios introducidos en un proceso como el presente radica -conforme lo advirtió la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en pleno, en la denominada “Causa nro. 13”- en “la manera clandestina en que se encaró la represión, la deliberada destrucción de documentos y de huellas y el anonimato en que procuraron escudarse sus autores”, por lo que “no debe extrañar, entonces, que la mayoría de quienes actuaron como órganos de prueba revistan la calidad de parientes o de víctimas. Son testigos necesarios” (cfr. La Sentencia, Tomo I, Imprenta del Congreso de la Nación, 1987, p. 294). ENUMERACIÓN DE LAS PRUEBAS POR CASO 448) CALCAGNO, Abel Abel Calcagno fue privado ilegítimamente de su libertad y fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí fue visto en el mes de abril de 1978. Posteriormente, fue liberado (ver la ficha general obrante a fojas 11/50 del legajo de 36 Ministerio Público Fiscal de la Nación personas de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos). 702) HERNÁNDEZ, Mario Mario Hernández fue privado ilegítimamente de su libertad en el mes de octubre de 1978 y conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada donde permaneció cautivo bajo condiciones inhumanas de vida. Aún permanece desaparecido (ver el listado adjunto a la presentación de fojas 41.025/33). La permanencia de la víctima en la Escuela de Mecánica de la Armada fue confirmada por el testigo Víctor Fatala, quien recordó haber visto a tres abogados que eran socios, de apellidos Díaz Lestrem, Hernández y Pesci. Que a todas estas personas las vio en mal estado físico, demacrados, comentándole al testigo que todos habían sido torturados. Por otra parte, la testigo María Inés del Pilar Imaz de Allende refirió haberse encontrado en una oportunidad con Díaz Lestrem en el sanitario; que su estado físico era deplorable y que éste le comentó que había sido detenido junto con el Dr. Hernández y el Dr. Pesci. También vio a este último (declaración de fojas 7/10 del legajo nro. 111, perteneciente de “Imaz de Allende, María Inés del Pilar”). La testigo Amalia María Larralde indicó que: “…en una oportunidad, a fines de octubre de 1978, vio a un abogado, Díaz Lestrem, en un cuarto donde se torturaba, escuchando sus gritos de dolor, viéndolo después en malas condiciones físicas, sabiendo que el autor de dichas torturas fue el capitán González Menotti, Alberto González Menotti fue quien torturó a los abogados. Era de inteligencia… alrededor del 20 de noviembre vio al citado Díaz Lestrem que salía del tercer piso, vestido con saco y corbata, aparentemente para ser liberado, escuchando al día siguiente que había sido encontrado muerto. Que junto con el citado había dos abogados más, uno de ellos Eduardo Pesci…” (ver declaración testimonial a fojas 135/41vta. del legajo nro. 64 correspondiente a Larralde). Luego, en el juicio oral celebrado en la causa nro. 1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 5, Amalia Larralde manifestó: “…en ese mismo mes de octubre secuestraron a tres abogados, uno no me acuerdo el nombre, el otro era Díaz Lestrem y el otro era Horacio Pesci, a ellos los tortura González Menotti muy fuerte en tiempo, después a Díaz Lestrem lo hicieron vestir con traje, corbata, le dijeron que lo iban a liberar y al día siguiente apareció en los diarios, que lo habían encontrado muerto en una 37 Ministerio Público Fiscal de la Nación plaza creo que en Palermo no recuerdo bien creo que lo habían encontrado muerto que se había envenenado con cianuro, el doctor Pesci, después no recuerdo bien qué pasó con él, lo único que sé es que en enero del setenta y nueve ya no estaba más en capuchita…” (ver declaración testimonial de Amalia Larralde brindada el día 30 de octubre de 2007 en el juicio oral celebrado en la causa nro. 1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 5, cuya transcripción se encuentra agregada en las actuaciones obrantes a fojas 31.013/68). Por último, es menester volcar al presente lo declarado por la víctima Enrique Mario Fukman, en el marco del juicio seguido contra Héctor Febres cuando manifestó que: “…hubo tres abogados… allá cuando a mí me secuestran cuando estoy en capucha cuando yo llego a capucha encuentro que había tres abogados Díaz Lestrem, Pesci y Hernández, esos tres abogados hoy en día no sabemos absolutamente nada, están desaparecidos, formaron parte del traslado que yo comento que se hace… y febrero del año setenta y nueve…” (declaración testimonial brindada el día 8 de noviembre de 2007 en el juicio oral seguido a Héctor Febres ante el TOF nro. 5, en la causa nro. 1238) Debe destacarse que la víctima de referencia podría tratarse de Mario Ángel Hernández, abogado defensor de presos políticos durante los años setenta, desaparecido el día 11 de mayo de 1976 en la localidad bonaerense de Beccar, conforme puede apreciarse en el legajo Conadep nro. 982. 810) POURTALE, Marta Enriqueta De acuerdo a la versión brindada por Pedro Eduardo Pourtale, su hermana Marta Enriqueta, quien era militante peronista, fue secuestrada durante el mes de diciembre de 1976, en la localidad de Villa Ballester, provincia de Buenos Aires. Con posterioridad al último encuentro que ambos mantuvieron, ocurrido en el transcurso de ese mes, el testigo recibió un llamado telefónico de la comisaría de la mencionada localidad en el que se le comunicó que allí se encontraba el hijo de su hermana de cuatro años de edad. Finalmente, al concurrir a dicha dependencia, se le hizo entrega del menor sin darle explicación alguna acerca de los motivos de su presencia en el lugar. De otras partes del legajo donde obra la declaración recién citada concretamente, la comparecencia de Néstor Oscar Martínez (ver fs. 12)-, surge que el operativo que culminó con el secuestro señalado fue llevado adelante por 38 Ministerio Público Fiscal de la Nación fuerzas de seguridad y que, para el momento del hecho, la víctima se encontraba “embarazada de 7 meses y del nacimiento no han tenido noticias sus familiares” (legajo SDH 658). Su presencia en la Escuela de Mecánica de la Armada surge del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O-Z 24/03/76-10/12/83” (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm) y de los listados de personas vistas allí aportados por el Miguel Ángel Lauletta (fs. 28.535 y 28.550) y Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.221 y 14.224/8), donde “La Gorda María” figura como su posible apodo. Del Legajo SDH nro. 2891 surge la declaración de su cuñada, María del Carmen Villamayor, quien afirmó que el 10 de diciembre de 1976 se hicieron presentes en el domicilio de su hermano -sito en Bacacay y Cuenca, ciudad de Buenos Aires- varias personas vestidas de civil, en automóviles sin identificación, quienes detuvieron a Juan Carlos Villamayor y a Marta Enriqueta Pourtale con quien convivía. La madrugada del día siguiente retornaron al lugar destruyendo, revolviendo y sustrayendo los bienes que allí se encontraban. Agregó que la sra. Pourtale se encontraba embarazada de ocho meses al momento de su detención. 820) EPSTEIN, Mónica Hortensia Según surge de la versión brindada por María Laura Epstein, su hermana Mónica Hortensia habría sido secuestrada el 23 de diciembre de 1976 en esta ciudad de Buenos Aires. Al respecto, señaló que su familiar -quien se desempeñaba como “…defensora de presos políticos de Capital y San Isidro…” y había sido asesora legal de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires entre 1973 y 1974- había concurrido, el día del hecho, a saludar a sus padres a una quinta ubicada Marcos Sastre y Ricardo Gutiérrez, localidad de López Carmelo, partido bonaerense de Tigre. Y que, una vez finalizada la reunión, se retiró del lugar, “siendo ésta la última noticia que tiene respecto de su paradero”. Por otra parte, explicó que su familia no había interpuesto hábeas corpus ni efectuado denuncia alguna -a excepción de una presentación ante la OEA-, dado que no conocía el domicilio de Mónica, quien omitía brindar esa información, y era ella quien organizaba los encuentros. Asimismo, recordó que “…en el año 1976 39 Ministerio Público Fiscal de la Nación (…) la tuvo unos días en la casa, pues algo hacía entrever que estaba perseguida”. Otro factor que, según expresó, influyó en el tiempo transcurrido hasta que se presentó la correspondiente denuncia ante la Conadep fue la posibilidad de que la víctima estuviera fuera del país. Finalmente, en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, donde la damnificada figura como “Mónica Hortensia Epstein Levkovsky”, víctima desaparición forzada ocurrida a partir de la fecha señalada, se hace alusión a su paso por la Escuela de Mecánica de la Armada (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm), lo que se compadece con la información obrante en los listados de personas vistas en esa dependencia naval aportados por Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 28.535 y 28.550). 823) DOCAL de TORINI, Perla Nelly El hermano de la víctima, Jorge Hipólito Docal manifestó que “...Mi hermana era asistente social… estaba empleada en la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires y le correspondía la atención de una villa de emergencia, creo que ubicada en la villa de Retiro… Poco antes del proceso militar pareció intuir que las personas que intervenían en la junta vecinal de la villa o alguna de ellas, presuntamente estaban vinculados a la Juventud Peronista o algo así. Confesó que se sentía comprometida pero no tenía miedo… Antes de su desaparición vivía en la calle Bulnes, entre Gorriti y Cabrera… de alguna manera se enteró que la buscaban y se trasladó, no sé adónde, una vecina de ella nos informó que en su ausencia, un grupo fuertemente armado había invadido su departamento, destrozando la puerta de acceso, revolviendo todo y robándose muchas cosas. Mi hermana me llamó por teléfono, se lo conté y se preocupó mucho. Luego vivió en otro domicilio, que no conocimos, solo sé que la encontré unas pocas veces en Corrientes y Medrano, donde le llevaba a nuestra anciana madre para que estuviera un día con ella. Luego se mudó a un pequeño departamento cerca del hospital de Clínicas, ahí la visitamos con mi esposa creo que un par de veces. Luego, una amiga que no se identificó nos avisó por teléfono que era posible que a mi hermana la habrían secuestrado porque faltaba hacía muchas horas y significativamente no se había llevado el par de lentes de contacto, creo que tenía 40 Ministerio Público Fiscal de la Nación que cambiarlos cada cuatro horas. Nunca supimos nada más de mi hermana…” (ver testimonio de Jorge Hipólito Docal obrante en el legajo SDH nro. 2576). Perla Nelly Docal de Torini fue privada ilegalmente de su libertad el 14 de enero de 1977 en la ciudad de Buenos Aires y permanece desaparecida (ver informe Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 290, Eudeba, 2006, legajo SDH nro. 2576). La permanencia de Perla Nelly Docal de Torini en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs.16.900 y 16.909, 28.535vta. y 28.550). 825) ANGELUCCI, Domingo El hijo de la víctima, Julio César Angelucci, manifestó que: “…es hijo del desaparecido Domingo Angelucci, quien se desempeñaba en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro como apoderado. Era Abogado… Aparte de trabajar en la Caja, su padre tenía un Estudio Jurídico en la calle Lavalle entre Paraná y Uruguay. El día 26 de Enero de 1977 se dirigió a Coordinación Federal en compañía de su cuñado Juan Magaña, y del socio de su ex esposa Carlos Ogando a gestionar y retirar el Pasaporte de Marta Eguren, esposa de John William Cooke. Los nombrados permanecen afuera en una confitería aguardándolo, pero este no sale nunca más. Interpusieron recursos de habeas corpus, y enviaron un telegrama al Ministerio del Interior que nunca tuvo respuesta, y los recursos todos tuvieron resultado negativo…” (ver testimonios obrantes en el legajo Conadep nro.1974). La presencia de Domingo Angelucci en la Escuela de Mecánica de la Armada se encuentra corroborada por los testigos Miguel Ángel Lauletta y Alfredo Buzzalino (ver fs. 14.217 y 14.224/8, fs. 16.901 y 16.909, y fs. 28.536 y 28.550). 826) LÓPEZ de STENFER, María Cristina La madre de la víctima, Blanca Turnillo de López manifestó que su hija fue muerta el día 28 de enero de 1977 a las 20 horas, acribillada a balazos en la esquina de las calles Federico Lacroze y Rosetti de la ciudad de Buenos Aires, con fuego cruzado por un grupo de individuos armados, vestidos de civil y otros con uniforme, con dos coches que cruzaron la esquina cerrándole el paso. Señaló que el cuerpo fue 41 Ministerio Público Fiscal de la Nación recogido por las mismas fuerzas y su cadáver nunca fue entregado. Indicó además que su hija pertenecía a la organización Montoneros, y que la información brindada la supo por vecinos de la zona (ver testimonio obrante en el legajo Conadep nro. 113). La vinculación del caso con la Escuela de Mecánica de la Armada se encuentra corroborada por los testigos Miguel Ángel Lauletta y Alfredo Buzzalino (ver fs. 14.217 y 14.224/8, fs. 16.901 y 16.909, y fs. 28.536 y 28.550), quienes la recordaron con el apodo de “Beba” o “Violeta”. 827) MORENO PERA, José Manuel La esposa de la víctima, Eva del Carmen Alderete, manifestó que “…la desaparición de su esposo José Manuel Moreno ocurrida el día 03-02-77… entre las 19:00 y 20:00 horas… según manifestaron… los empleados y obreros de la fábrica textil sita en Paso 151 de Cap. Fed. donde la víctima trabajaba. José Manuel se retiró de su trabajo a las 19 horas con dirección a su domicilio, desconociéndose desde entonces su paradero…”. Asimismo, la testigo dejó constancia de que su esposo militaba en la juventud peronista, era Delegado de la Administración General de Puertos y Aduana y Vicepresidente de la Comisión Interna y Asociación Mutualista del Diario La Razón. Algunos de sus compañeros de trabajo habían sido secuestrados poco antes de su desaparición. También indicó que fue visto en dependencias del Primer Cuerpo del Ejército sito en Palermo (ver testimonios de Eva del Carmen Alderete obrantes en el legajo Conadep nro. 5739). La permanencia de José Manuel Moreno Pera en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.901 y 16.909, y 28.536 y 28.550). 828) ZERBINO, Daniel Hugo Daniel Hugo Zerbino fue privado ilegalmente de su libertad el 15 de febrero de 1977 en Av. Álvarez Thomas y Juramento de la ciudad de Buenos Aires (ver informe Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo II, página 965, Eudeba, 2006, documentado en el legajo Conadep nro. 5415). Daniel Hugo Zerbino militaba políticamente en la Juventud Guevarista y conforme testimonios de su madre, Triestina Carolina Signorello de Zerbino, la 42 Ministerio Público Fiscal de la Nación víctima habría sido capturada y herida durante un procedimiento efectuado por las Fuerzas Armadas (ver constancias aunadas en el legajo Conadep nro. 5415). La permanencia de Daniel Hugo Zerbino en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.901 y 16.909, y 28.536vta. y 28.550). 829) FERNÁNDEZ RANRROC, Oscar Alejandro El padre de la víctima, Alejandro Fernández, indicó que: “…Que el mismo día 22 de diciembre de 1982 ppdo recibí, nuevamente un llamado telefónico anónimo (en horas de la tarde), llamado telefónico en el cual una voz masculina me explicó -prácticamente- todos los detalles de la desaparición de mi descendiente, producida el 3 de marzo de 1977…Lo que sigue es lo que me fue narrado, a saber: Con Anterioridad, fue apresado un individuo, cuya identidad no fue suministrada, a quien relacionaron como amigo de un tal ‘COCO’, buscado por el Servicio de Inteligencia da la Marina. El arrestado, en su declaración, manifestó desconocer nombre, apellido v domicilio de ‘COCO’, dando como única referencia que ‘COCO’ trabajaba de taxista, en horario nocturno, y que el vehículo parecía ser de un soldado que prestaba su servicio en el ‘Círculo de Oficiales de Aeronáutica’ agregando que en una oportunidad, presenció cuando ‘COCO’ le rendía la recaudación de la noche anterior y cuyo nombre desconocía. Posteriormente, al detenido le mostraron fotos de los soldados que prestaban servicios en dicho Círculo, señalando a uno de ellos, de apellido Torres, como el soldado al que ‘COCO’ le entregó la recaudación de la referencia. A Torres lo tuvieron retenido diez días, aproximadamente; luego, le dieron la baja del servicio militar y fue puesto en libertad, pudiendo apreciarse las señas de los tratos recibidos. Al encarcelado, amigo de ‘COCO’, lo llevaron esposado al Círculo de Aeronáutica; hicieron desfilar por un pasillo a los soldados y el detenido, desde un cuarto oscuro, señaló al soldado Fernández como el dueño del taxi. En un primer momento se planeó dejar salir al soldado Fernández (al cumplir su horario, o sea a las 15:00 hs.), para luego detenerlo en la vía pública, momentos después hubo una contraorden y fue llevado, en un rodado de la repartición por los suboficiales ‘Prieto Paolo’ y ‘Carlos Muñoz’. Minutos más tarde se detuvo frente a la entrada de la Av. Córdoba 731 un vehículo, del cual bajo uno de sus ocupantes, manifestando que venía en busca del soldado Fernández, informándosele que el 43 Ministerio Público Fiscal de la Nación soldado ya había sido trasladado por dos suboficiales. El informante reconoció a los ocupantes del vehículo como componentes del Servicio de Inteligencia de la Marina. Una vez concluido el relato, quise saber quién era el informante y agregó ‘por razones obvias, no puedo identificarme; solo quise que usted supiese cómo y por qué desapareció su hijo, y lo hago por no estar de acuerdo con los procedimientos, suerte’. Con relación al taxi mencionado, marca Ford ‘FALCON’ modelo 1971, estaba inscripto en el Registro Automotor a nombre de mi señora Juana Esther Ranrroc da Fernández, su dueña y el tal ‘COCO’ es ‘Alberto Bello’…” (ver testimonio obrante en el legajo Conadep nro. 544). Por su parte, la madre de la víctima, Juana Esther Ranrroc de Fernández relató que: “…Fernández se hallaba incorporado al Servicio Militar en la Fuerza Aérea desde 9-2-76, prestándolo en el Círculo de Oficiales de Aeronáutica, Córdoba 735. El día 3-3-77 fui informada de que mi hijo había sido enviado en comisión a la librería ‘La Nena’. Según lo comprobé luego, a las 11:30 horas salió del Círculo Militar en compañía de los suboficiales Prieto Paolo y Carlos Muñoz. A las 20.30 horas del mismo día, se recibió en mi domicilio un llamado telefónico de mi hijo diciendo ‘habla Oscar, díganle a la mami que estoy de guardia, que se quede tranquila’. El día 4 de Marzo, 5 personas de civil se presentaron en mi domicilio pidiendo datos sobre ‘Coco’ que era la persona que compartía con mi hijo la explotación del taxi en que estaba trabajando durante el año de la conscripción. En días sucesivos, recibí otras llamadas de mi hijo, quien hablaba con manifiestas limitaciones y en un caso se refirió a la persona antes denominada. A los 20 días de la desaparición, 2 personas concurrieron a mi domicilio y revisaron algunos efectos personales de mi hijo. En ocasión de una entrevista mantenida en el edificio Cóndor, con un oficial que se autodenominó Comodoro Mercado, del servicio de inteligencia, este me recibió señalando una carpeta donde dijo quo estaba todo el asunto de mi hijo y que desde el inicio me preguntó por el paradero de ‘Coco’. Recibí también una comunicación directa en la cual se me informó que el día 3 había sido llevado al Círculo una persona esposada a quien, aunque con dificultades, se hizo reconocer a mi hijo. También que la intención inicial había sido hacerlo detener a la salida del Círculo por personas transportadas en automóvil y que posteriormente se cambió la orden por la de hacerlo salir con automóvil por la puerta de la calle Paraguay en compañía de los dos suboficiales más arriba mencionados…” (ver testimonio obrante en el legajo Conadep nro. 544). 44 Ministerio Público Fiscal de la Nación Por último la presencia de Oscar Alejandro Fernández Ranrroc en la Escuela de Mecánica de la Armada se encuentra corroborada por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 14.216/23, fs.16.901 y 16.909, y fs. 28.536 y 28.550), y también documentada en el informe Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 325 (Eudeba, 2006), legajo Conadep nro. 544. 830) FANTINO, Raúl Bernardo Las circunstancias relacionadas a los hechos criminales que damnificaron a Raúl Bernardo Fantino se encuentran documentadas en el Legajo Conadep nro. 4258. Allí consta la denuncia efectuada por su madre, Nélida Magdalena Canavero, dando cuenta de la información que obtuvo en orden al secuestro y desaparición de su hijo (ver constancias aunadas al legajo Conadep nro. 4258). La permanencia de Raúl Bernardo Fantino en la Escuela de Mecánica de la Armada surge también de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.901 y 16.909, y 28.536vta. y 28.550), donde consta que su secuestro se produjo el 28 de febrero de 1977. Por otra parte, el caso se encuentra documentado en el informe Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 315 (Eudeba, 2006). 832) BALLESTER, Nora Alicia La hermana de la víctima, Stella Maris Ballester, indicó que se recibió una comunicación de una persona que no quiso identificarse y señaló que el día 1ro. de marzo de 1977, mientras estaba en Plaza Lezica (Rivadavia al 4100), vio cuando una joven que respondería a la descripción de la víctima, era rodeada por varios sujetos, que luego de hablar con ella unos momentos, trataron de introducirla a empujones dentro de un auto color verde oliva, Ford o Chevrolet. Ante los gritos de la joven demandando auxilio, el testigo y otras personas se acercaron, identificándose los desconocidos como “pertenecientes a las fuerzas de seguridad”. Acto seguido, partieron a gran velocidad llevándose a la joven (ver constancias obrantes en el legajo Conadep nro. 2973). La presencia de Nora Alicia Ballester en la Escuela de Mecánica de la Armada se encuentra corroborada por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel 45 Ministerio Público Fiscal de la Nación Ángel Lauletta (ver fs. 14.217 y 14.224/8; fs. 16.901 y 16.909, y fs. 28.536vta. y 28.550). 835) BOTTO ALDUNCIN, Diego Fernando Diego Fernando Botto Alducin fue ilegalmente privado de su libertad el 21 de marzo de 1977 en la ciudad de Buenos Aires. Fue visto en la Escuela de Mecánica de la Armada y permanece desaparecido (ver el Informe CONADEP “Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 136, Eudeba 2006, legajo Conadep 129). La presencia de Diego Fernando Botto Alducin en la Escuela de Mecánica de la Armada se encuentra corroborada por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 14.216/23; fs.16.894/908 y fs.28.530/50), quienes señalaron que fue secuestrado el día 20 de marzo de 1977. 839) CABALLERO, Wenceslao Eduardo De acuerdo al relato efectuado por Luis Rodolfo Serra, su yerno, Wenceslao Orlando Caballero, quien desarrollaba actividades como “empleado en los tribunales”, fue interceptado en horas de la tarde del 25 de marzo de 1977, en la esquina de Chivilcoy y Juan B. Justo, de esta ciudad de Buenos Aires, cuando viajaba a bordo de un vehículo particular blanco, por un grupo de personas fuertemente armadas que se desplazaban en un helicóptero, un camión del Ejército y un patrullero policial. Según versiones de vecinos recolectadas por el testigo, en este contexto, el “fuego cruzado que las armas de las fuerzas apostadas allí dirigen contra el vehículo arriba mencionado dura varios minutos pues es contestado por los dos ocupantes del automóvil perseguido hasta el cese de su resistencia. El resultado, según el informe de ‘fuentes responsables’ -a todas luces del Ejército-, (…) que fue publicado por el diario ‘La Razón’ [cuya copia obra a fs. refoliado 7 del mismo legajo en el que se encuentra la presente declaración] sería el de un ocupante del auto muerto y el otro se habría escapado con vida (…) …Según nuestras informaciones se trataba de una verdadera cacería pues tanto desde el helicóptero como desde el coche patrullero se acribillaba literalmente al coche blanco que huía [por la calle Chivilcoy] y que es encerrado finalmente con el auxilio de un camión del Ejército al ingresar en la Av. Juan B. 46 Ministerio Público Fiscal de la Nación Justo. Nuestro informante que presenció la parte final de dicho operativo no recuerda a las otras víctima de estos hechos salvo al de un ocupante del auto blanco, joven, de traje marrón a rayas claras, de pelo castaño casi rubio, que yacía de bruces (…) …Esta versión nos fue proporcionada por el señor Víctor Álvarez, de origen paraguayo, de oficio confeccionista de zapatos a medida, con taller ubicado en Chivilcoy 1195 Capital. Agrega que finalizado el tiroteo, un uniformado se acercó al cuerpo que, sin signos de vida, [como ya había adelantado] yacía de bruces vaciando sobre el mismo el cargador completo de la ametralladora manual de que iba provisto (…) …La causal circunstancia de que el señor Víctor Álvarez nos dé su versión de lo ocurrido se origina cuando mi esposa, María Esther Elguezabal de Serra, cliente de años de su taller, pasa el día 26 de marzo de 1977 a las 11 horas a retirar un par de zapatos (…), se enteraron de los detalles por él narrados y la coincidencia del coche color blanco, con las señas del traje que vestía el caído en lucha, el color de cutis y cabello y hasta los mocasines que usaba, nos movió a contactarnos a nuestra hija, Laura Adriana Serra de Caballero, confirmándonos ésta el desenlace del enfrentamiento ocurrido. No obstante lo apuntado por nosotros de la casual presencia del señor Álvarez y su relato, nuestra hija se aferra en su desesperación a la versión periodística antes dicha y nos requiere interpongamos recurso de Hábeas Corpus por su esposo”, ya sea para conocer su paradero como para recuperar su cuerpo. Para mayor información, corresponde señalar que el 29 de abril siguiente, la esposa del damnificado fue ultimada, al intentar huir de quienes procuraban capturarla, en las inmediaciones de las Avenidas Acoyte y Rivadavia, también de esta ciudad de Buenos Aires, al concurrir a una falsa cita, en la que esperaba que le brindaran información acerca de la suerte corrida por aquél (fs. 3/4 del legajo Conadep 73). Por otra parte, del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, surge que este damnificado fue visto en el centro clandestino de detención denominado “Olimpo” y en aquél que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). Esta última información, a su vez, se 47 Ministerio Público Fiscal de la Nación condice con los datos emergentes de los listados aportados por aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.902 y 16.909, y 28537 y 28.550). 841) MANRIQUE SAAVEDRA, Roberto Manuel Edgardo Manrique Saavedra manifestó que su hermano Roberto, de nacionalidad peruana, quien intervenía en actividades políticas, fue detenido en abril de 1977, cuando se encontraba en una reunión en la Universidad Nacional de La Plata con estudiantes argentinos del Movimiento de Izquierda, quienes corrieron igual suerte. Agregó que todos ellos fueron llevados a una dependencia policial y que estudiantes -radicados para noviembre de 1982 en Piura, República de Perú- y un hombre de apellido Carrión fueron testigos del hecho. A raíz de lo ocurrido, interpuso recursos de hábeas corpus en 1980, que no habrían arrojado resultado positivo (legajo Conadep 6950). De la compulsa del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, surge que fue secuestrado en abril de 1977 en la sede de la Universidad Nacional de La Plata ubicada en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires. No se hacen referencias a su paso por centro clandestino de detención alguno (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). La información relativa a su cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.902 y 16.909, 28.537 y 28.550). 842) POBLETE, Carlos Simón Carlos Simón Poblete, quien era militante en la Juventud Peronista y en el Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan, fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 1ro. de abril de 1977 en la ciudad de Buenos Aires. La permanencia de Carlos Simón Poblete en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por Alfredo Buzzalino y Miguel A. Lauletta (fs. 14.216 y 14.224/8; 16.902 y 16.909, y 28.537 y 28.550). 48 Ministerio Público Fiscal de la Nación Este hecho forma parte del Informe CONADEP “Nunca Más” Anexo I Tomo II, página 723, Eudeba 2006, legajo SDH 2663 y legajo Conadep 8976. Isabel de la Cruz Poblete, hermana del damnificado, señaló que éste era militante en la Juventud Peronista y en el Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan y que su familia dejó de tener noticias de él el 1ro. de abril de 1977 (Legajo SDH nro. 2663). Por su parte, Graciela Geuna (Legajo CONADEP nro. 764) manifestó que: “En abril o mayo de 1977 fue secuestrado un matrimonio de apellido Poblete, fueron secuestrados por personal de La Perla (…) Tengo los siguientes elementos de identificación: ella era de Mendoza y su marido de San Juan, de una familia numerosa. Uno de los hermanos del marido se llama Isidro y yo lo conozco a Isidro ya que era en 1971 estudiante en el seminario de Río Cuarto y yo concurría al seminario para reuniones y encuentros de grupos de jóvenes cristianos. Sé que su hermano es Isidro Poblete porque 1ro) le pregunté ya que se parecía mucho físicamente. 2) Vi el nombre Isidro en la ficha que había en La Perla del Señor Poblete que fue secuestrado. La sra. Poblete [María del Carmen Moyano, apodada ‘Pichona’] era de tez morena, estaba embarazada de varios meses, yo calculo siete u ocho meses. Estuvo pocos días en La Perla, a la semana aproximadamente (…) [l]a vino a buscar el Capitán José Carlos González (alias) ‘Monseñor’, ‘Juan XXIIII’ o ‘Quiroga’. Se la llevaron a la hora de la siesta, yo la vi ya que a mí me sacaron del recinto donde vivíamos y que era una ‘cuadra’ para llevarme al galpón de La Perla para lavar autos junto a un grupo de prisioneros y la Sra. de Poblete a quien decían ‘Pichona’ estaba acostada en una ambulancia y el Capitán González le decía que no se asustara, que la iban a llevar a una cárcel de Mendoza para que tenga a su hijo. Nunca más la trajeron a La Perla. Esa fue la última vez que la vi (…) Su marido fue trasladado días después con destino desconocido” (cfr. legajo SDH 2663, relativo a Poblete). Teresa Celia Meschiatti (mantenida en cautiverio en “La Perla” desde el 25 de septiembre de 1976 hasta el 28 de diciembre de 1978, legajo Conadep 4279), además de expedirse en similares términos con relación a la fecha de secuestro de la pareja y condición de embarazo de Moyano, refirió que: “El matrimonio Poblete estaba acostado junto, en colchonetas de paja, ubicado uno al lado del otro. No recuerdo el tiempo que estuvieron en La Perla pero fueron trasladados en forma separada. Una vez aquí en Suiza, al tomar contacto con Solarz de Osatinsky, detenida en la ESMA (...) me enteré que ‘Pichona’ había dado a luz en ese campo, 49 Ministerio Público Fiscal de la Nación siendo trasladada inmediatamente después. De él se pierden todos los datos en Córdoba” (ver legajo Conadep 3186). Del relato de los hechos efectuado por Francisco Moyano, abuelo de María del Carmen, surge que ésta “[d]esapareció en Capital Federal donde viajó en busca de trabajo. Estaba próxima a dar a luz en abril – mayo 1977. Posteriormente supe en forma extraoficial que estuvo detenida y atendida en la Escuela de Mecánica de la Armada…” (cfr. legajo Conadep 3186). Lisandro Raúl Cubas (legajo Conadep 6974) señaló que María del Carmen Moyano dio a luz a un varón en la Escuela de Mecánica de la Armada y que su marido se encontraba “secuestrado en un lugar secreto de detención de Córdoba” (ver legajo SDH citado). Por otra parte, cabe señalar que la información relativa al cautiverio de Poblete en la Escuela de Mecánica de la Armada se desprende del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O-Z 24/03/76-10/12/83”, donde esta víctima figura como “Carlos Simón Poblete Brizuela”, víctima de la desaparición forzada ocurrida a partir del 1ro. de abril de 1977, en esta ciudad de Buenos Aires (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm.). 843) BERTI, Carlos Guillermo De acuerdo con la versión brindada por Lía Beatriz Domínguez y Nélida Teresa Berti, madre y tía de la víctima, respectivamente, Berti Domínguez estudiaba en la Universidad de Córdoba, pero a fines de 1976, luego de que en julio de ese año se produjera un allanamiento en su domicilio, resolvió mudarse a Buenos Aires. Desde su nuevo lugar residencia, se comunicaba regularmente con sus familiares, hasta que entre marzo y abril de 1977 éstos dejaron de recibir noticias suyas. Durante el curso del mes de octubre siguiente, una persona que no dio a conocer su identidad les informó telefónicamente que se encontraba detenido. Resta señalar que, según estas testigos, el hecho habría ocurrido presumiblemente en la vía pública en la ciudad de Buenos Aires (Legajo Conadep nro. 4022). La información relativa a su cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada surge tanto del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o 50 Ministerio Público Fiscal de la Nación ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, donde esta víctima figura como “Carlos Guillermo Berti Domínguez” (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm), como de los listados aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.902 y 16.909, y 28.537vta. y 28.550), quienes indicaron que la víctima fue secuestrada el día 11 de abril de 1977. 844) LERTORA, Roberto Fernando (apodado “Momi”) y 845) MOSSO de CARLEVARO, Adriana Fue ilegalmente privado de su libertad, con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 27 de abril de 1977 en la calle Maza nro. 914 de la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente, fue trasladado a la ESMA donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue sometido a condiciones inhumanas de vida. La permanencia de Roberto Fernando Lertora en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por Alfredo Buzzalino y Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 14.216 y 14.224/8; fs. 16.902 y 16.909, y fs. 28.537vta. y 28.550). Este hecho forma parte del Informe CONADEP “Nunca Más” Anexo I Tomo I, página 505, Eudeba, 2006, legajo Conadep 5731. Asimismo, la permanencia de Adriana Mosso de Carlevaro en la ESMA surge de los listados aportados por Miguel A. Lauletta (fs. 16.902 y 16.909), de las expresiones de Alfredo Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8) y de los Legajos Conadep nros. 2807, 3512 y 458. El secuestro de Roberto Lertora también surge del testimonio de Encarnación Rojas, madre del nombrado, quien señaló que “a través de su consuegra se enteró que su hijo [quien era militante de la organización Montoneros, el 27 de abril de 1977] (…) fue secuestrado por un grupo de individuos fuertemente armados, que dijeron pertenecer a fuerzas de seguridad, de su domicilio [ubicado en Maza 914, de esta ciudad de Buenos Aires], en el que se encontraba con sus dos pequeñas hijas. Su esposa Marta Noemí Santos, que se encontraba en el almacén, al ver el operativo, escapó. Avisó a su madre por teléfono para que fuera a buscar a las nenas”. Agregó que además de Lertora y sus hijas, “se encontraba en el departamento la joven Adriana Mozzo (que fue llevada y está desaparecida) y una hijita de ésta de 3 años de edad, María Angélica, que estuvo un mes con la Sra. de Lértora hasta que fue entregada a sus abuelos maternos. La joven Marta Noemí 51 Ministerio Público Fiscal de la Nación Santos se encuentra actualmente en Río de Janeiro. Extraoficialmente, supo que el procedimiento fue efectuado por el Batallón 601 – con asiento en Villa Martelli. Presentó recurso de habeas corpus en Tribunales” de Capital Federal (cfr. legajo Conadep 5731). Por su parte, Roberto Fernando Lertora, padre de la víctima, refirió haber podido recoger en el lugar del hecho la siguiente información: “La propiedad de Maza 914 Capital, consta de 3 de departamentos, dos en planta baja y uno en la alta.- el 1ro está ocupado por la dueña del edificio, el que sigue por mi hijo y su familia. La única puerta de acceso al mismo es la que se encuentra ‘pegada’ al departamento de los dueños del edificio. Según versión de la dueña de la casa, el día del hecho, civiles armados golpearon y obligaron a ésta a franquear la entrada, entraron al departamento y maniataron a una mujer presumiblemente una visita y le dieron muerte con sus ametralladoras, llevándose el cuerpo, posteriormente se llevaron a mis hijos, después fue avisado el abuelo paterno en forma telefónica para que retire a las nenas hijas del matrimonio, encontrándose éstos con la sorpresa de una tercera nena, presumiblemente hija de la mujer muerta, hasta la fecha [24/05/77] pese a las diligencias hechas no se ha podido saber quiénes son sus padres o parientes.- Los primeros días fue imposible el acceso al departamento por excusas de la dueña, finalmente el día 21 del cte., se pudo entrar comprobándose su total saqueo (…) Aclaró la dueña que lo llevaron todo en una ambulancia. Me resta saber si los dueños de casa que presenciaron un crimen y luego un robo hicieron alguna denuncia, y si atestiguaron lo visto. En su oportunidad se pidió a la Comisaría n° 20, autorización para entrar al departamento, y manifestaron que no sabían nada, que ahí no se había efectuado ningún procedimiento” (cfr. legajo citado). 847) CALERO, Cristina, 848) EIRAS, María Luisa y 849) LUPPI MAZZONE, Mary Norma De acuerdo al relato brindado por Sergio Emilio Larrain, familiar de Luppi Mazzone, ésta fue privada ilegítimamente de su libertad por fuerzas militares, el 10 de junio de 1977, a las 19:30 horas, en su domicilio -ubicado en Vicente López 1933, 3° piso, departamento “23”, de esta ciudad de Buenos Aires-, junto con María Luisa Eiras, Cristina Calero y una cuarta mujer. Este familiar, además, aclaró que los detalles del operativo fueron suministrados por el encargado del edificio. Por su 52 Ministerio Público Fiscal de la Nación parte, Juan José Luppi Devoto, padre de la víctima, agregó que mientras su hija permanecía desaparecida, el resto de las víctimas habían sido liberadas veinticuatro horas después de su detención (cfr. Legajo Conadep 1303). Cabe señalar que las tres damnificadas individualizadas fueron mencionadas en los listados de personas privadas de su libertad en la ESMA aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.903 y 16.909, y 28.538vta. y 28.550) y Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8). 851) BARROCA, Graciela Mabel y 852) STREJILEVICH, Gerardo Nora Strejilevich relató que el 16 de julio de 1977, días después de no haber tenido noticias de su hermano Gerardo, se encontraba en su domicilio ubicado en Corrientes 2583, 3° piso, departamento “8”, de esta ciudad de Buenos Aires, preparando algunas cosas para partir rumbo a Israel por un viaje de trabajo, cuando a las 14:00 horas “se oyeron golpes en la puerta, que mis padres fueron a atender. Yo me encontraba en la parte del fondo del departamento, desde donde pude escuchar gritos de mi madre, corridas, e inmediatamente un par de jóvenes me había encañonado y ubicado contra la pared del comedor. El allanamiento duró, creo, un par de horas, tal vez menos. Retiraron libros, papeles, fotos y apuntes del dormitorio de mi hermano (…) también revisaron mi habitación y equipaje y seleccionaron algunos libros, papeles y objetos que me pertenecían”. Posteriormente, fue vendada y llevada a un centro clandestino de detención -en cuyo trayecto fue discriminada por su condición de judía-, donde fue torturada con picana eléctrica e inquirida -entre otras cuestiones- acerca de su hermano. También, en lo que a estos casos interesa, puntualizó: “…durante el interrogatorio, pude escuchar los gritos de mi hermano y de su novia, Graciela Barroca, cuyas voces pude distinguir perfectamente. Además, los torturadores se refirieron a una cicatriz que ambos (mi hermano y yo) tenemos en la espalda, lo que ratificó la idea de que él se encontraba en ese lugar”. Finalmente, indicó: “Probablemente yo haya estado en el ‘Club Atlético’. Mi suposición se basa en testimonios de otros presos que han hecho descripciones y mapas de ese lugar, que coinciden con mis experiencias” (cfr. legajo Conadep 2535). De las distintas presentaciones de Emilia Esther Lahera surge que su hija, Graciela Mabel Barroca, quien si bien no militaba en ninguna agrupación política era simpatizante peronista, fue privada de su libertad en la noche del 15 de julio de 53 Ministerio Público Fiscal de la Nación 1977. Concretamente, la mujer señaló que, a las 22:15 horas, un grupo de 7 u 8 personas vestidas de civil y dotadas de armas automáticas se hicieron presentes en su domicilio -ubicado en Adolfo Alsina 3728, Villa Martelli, provincia de Buenos Aires-, balearon el frente de la vivienda y amenazaron con dinamitarla para luego irrumpir en su interior, donde se encontraban la madre, el padre y la hermana de la víctima, a quienes redujeron e interrogaron. Entre las 23.00 y 23.30 horas, Barroca regresó a su domicilio proveniente de la casa de una compañera de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires donde habían estado estudiando para un examen. Finalmente, alrededor de tres horas luego de iniciado el operativo, la damnificada fue secuestrada y “el que parecía ser el 2do. Jefe se apersonó al padre manifestando que se llevaban a Graciela para ser interrogada por un ‘capitán’: que no se le había encontrado nada, pero que había pertenecido a la JUP (…) nos indicó que rogáramos para que Graciela no tuviese nada y que si así era a los cinco o seis días la devolverían, si no tendría para cinco o seis años (…) Al día siguiente al concurrir el padre a la Comisaría de Villa Martelli, que queda en la misma manzana por el frente que da a la calle Laprida para denunciar el ‘secuestro’ de su hija y el ‘avasallamiento’ de la vivienda sin orden judicial, se le expresó confidencialmente al padre, que no había tal secuestro porque la habían detenido fuerzas de EJÉRCITO Y SUPERINTENDENCIA FEDERAL”; no habían actuado ante los disparos “porque se había recibido orden del EJÉRCITO de que se iba a realizar un procedimiento en ese lugar” (ver legajo Conadep 6256). Resta señalar que de ambos legajos Conadep citados, así como también de la publicación cuya copia se encuentra a fs. 32.377/79 -especialmente 32.379- surge que ambas víctimas eran estudiantes de Ciencias Exactas de la UBA y se desempeñaban en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Finalmente, en la presentación cuya copia obra a fs. 32.392/32.411 efectuada por hijos de diversas víctimas, se señala que el 15 de julio de 1977 Gerardo Strejilevich “manifestó a su familia que a la noche, después de trabajar, iría a buscar a su novia y luego volvería a dormir, como lo hacía habitualmente (…) Alrededor de las 19.30 – 20 horas de ese 15 de julio, Gerardo llegó al domicilio de una compañera de estudios, donde Graciela Barroca -su novia- y otros estudiantes estaban preparando una materia sobre la que tenían que rendir un examen parcial. A esa hora dejaron de estudiar y Gerardo acompañó a Graciela a tomar un medio de locomoción que la llevara a su domicilio. Luego mantuvo una conversación con uno de los estudiantes, Manuel Ricardo Rojas, a quien le hizo saber su 54 Ministerio Público Fiscal de la Nación preocupación ya que había notado que era seguido y temía volver a casa solo. Ante esta situación resolvieron dormir juntos en el domicilio de la calle Mateo Echegaray 4964, Dto. 4, Caseros, que ocupaba Rojas con su esposa e hijos, quienes se encontraban en ese tiempo de vacaciones. A las dos de la madrugada, aproximadamente, un grupo de personas vestidas de civil, fuertemente armadas, irrumpió violentamente en ese departamento, amenazando a Rojas con un revólver lo obligaron a tirarse al piso y luego a ponerse contra la pared. En idéntica situación fue puesto Gerardo, en medio de gritos y amenazas. El grupo secuestrador se llevó a ambos” (ver en particular fs. 32.397/vta.). Finalmente, ambas víctimas se encuentran entre las personas privadas de su libertad en la ESMA, enumeradas en los listados aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.903 y 16.909) y Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8), así como también tales circunstancias surgen de la información obrante en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria…” (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm), donde figura el paso de Strejilevich por la ESMA. En relación con estos sucesos, prestó testimonio Schejene María Laskier de Rus (ver fs. 7 del legajo Conadep 2535), quien indicó que el secuestro de su hijo Daniel Lázaro Rus (caso 855) no fue un hecho casual, sino previamente planeado, puesto que para la misma época -entre el 8 y el 15 de julio de 1977- desaparecieron tres de sus compañeros (Graciela Mabel Barroca -caso 851-, Gerardo Strejilevich caso 852- y Jorge Luis Badillo -caso 854-), que habían estudiado en la misma universidad y, en forma dependiente o libre, se encontraban relacionados con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). 853) ZUNINO, Enzo Rafael Domingo Fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 25 de julio de 1977, en la vía pública en Alvear, Rosario, provincia de Santa Fe. De acuerdo con los datos obrantes en la causa, Miguel Angel Lauletta (fs. 16.903 y 16.909, y 28538vta. y 28.550) y Alfredo Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8) vieron a esta víctima en la ESMA, precisando que su secuestro se produjo el 18 de junio de 1977. 55 Ministerio Público Fiscal de la Nación Este hecho forma parte del Informe CONADEP, Nunca Más, Anexo I Tomo II, página 968, Eudeba, 2006, y en el legajo REDEFA 1153, donde se indica que fue ultimado mediante una ejecución sumaria. 854) BADILLO, Jorge Luis Antonio Jorge Badillo, padre de la víctima, relató que aproximadamente a la 01.00 del 8 de julio de 1977 “sintieron fuertes golpes en la puerta de su departamento [ubicado en Juramento 3362, 1° piso, departamento “2”, de esta ciudad de Buenos Aires] y gritos que se identificaban como de ‘POLICÍA’ mi hijo les abrió e irrumpieron 4 ó 5 hombres con armas largas sin uniforme, que en ese momento se identificaron como ‘Fuerzas Conjuntas’ sin exhibir ningún tipo de credencial, los obligaron a tirarse al piso, y fueron cubiertos con mantas durante un lapso de 2 horas aproximadamente fueron sometidos a interrogatorio, primero en forma conjunta y luego por separado, mientras otros hombres revisaban el departamento, en el ínterin a uno de ellos se le ocurrió tirar un balazo intimidatorio (…) FINALMENTE SE LLEVARON A MI HIJO ESPOSADO Y CON LOS OJOS VENDADOS”. Por otra parte, señaló que el mismo día del operativo un amigo suyo -cuyo nombre se negó a aportar- se comunicó con el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, cuyo personal le informó que Coordinación Federal había pedido “zona libre” a aquella dependencia para poder evitar conflictos entre fuerzas. Finalmente indicó que, por intermedio de un familiar de su nuera Silvia del Cerro -cuyo nombre se comprometió a aportar-, que se puso en contacto con un policía, logró obtener la siguiente información: “El policía le dice que lo va a llevar a ver a Jorge. Para ello lo sube a un coche vendado y durante toda una noche dan muchas vueltas. Antes de llegar al lugar lo descubren y ve a Jorge a través de un vidrio; este está en una especie de hall con cuatro o cinco hombres más sentado desayunando, después le colocan como una especie de kimono y lo llevan a otra habitación y ya no lo ve más. Según el familiar, cree que estaba en una especie de hospital, ya que después habló con un médico (…) y éste le dijo que más que permitirle verlo, no podía hacer otra cosa (…) Esto ocurre a fines de 1977. Este mismo policía [a mediados de 1978] lleva a la hermana del muchacho que vio a Jorge al Ministerio de Defensa. Ahí le muestran una carpeta con datos y fotos de Jorge y le dicen que está vivo pero que es un momento todavía difícil para el país, 56 Ministerio Público Fiscal de la Nación que no está del todo pacificado, que no pueden dejar gente en libertad (…) La última información que reciben del policía, a través del familiar de Silvia, es que ya no podía hacer nada por Jorge porque había pasado a la E.S.M.A. (cfr. legajo Conadep 3655, cuya copia se encuentra glosada a fs. 41.699/713 de estas actuaciones. Ver también presentación que en copia obra a fs. 32.392/32.411 efectuada por hijos de diversas víctimas, en particular fs. 32.394). En el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, figura como “Jorge Luis Badillo Petrone”, víctima de desaparición forzada ocurrida en la fecha y domicilio indicado por su padre (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). Aparece también en uno de los listados de personas vistas en la ESMA aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 28539 y 28.550). En relación con este suceso, también prestó testimonio Schejene María Laskier de Rus (ver fs. 7 del legajo Conadep 2535), quien indicó que el secuestro de su hijo Daniel Lázaro Rus (caso 855) no fue un hecho casual, sino previamente planeado, puesto que para la misma época -entre el 8 y el 15 de julio de 1977desaparecieron tres de sus compañeros (Jorge Luis Badillo, Gerardo Strejilevich caso 852- y Graciela Mabel Barroca -caso 851-), que habían estudiado en la misma universidad (Facultad de Ciencias Exactas de la UBA) y, en forma dependiente o libre, se encontraban relacionados con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). 855) RUS, Daniel Lázaro Daniel Lázaro Rus fue ilegalmente privado de su libertad, con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15 de julio de 1977 en Av. de los Constituyentes y Gral. Paz (C.N.E.A.), San Martín, provincia de Buenos Aires. Su presencia en la ESMA surge del listado aportado por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.903 y 16.909). También habría estado alojado en el centro clandestino de detención denominado “Club Atlético”. Este hecho forma parte del Informe CONADEP “Nunca Más” Anexo I Tomo II, página 808, Eudeba, 2006, legajo Conadep 4576. 57 Ministerio Público Fiscal de la Nación Asimismo, en el legajo Conadep 2535 correspondiente a Nora Strejilevich (fojas 7) Schejene María Laskier de Rus indicó que el secuestro de su hijo Daniel Lázaro Rus no fue un hecho casual, sino previamente planeado, puesto que para la misma época desaparecieron tres compañeros de su hijo que, en forma dependiente o libre, se encontraban relacionados con la Comisión Nacional de Energía Atómica: ellos son: Jorge Luis Badillo -caso 854-, Gerardo Strejilevich -caso 852-y Graciela M. Barroca -caso 851-. 858) SISTO, Enrique Rubén y 859) ZUAZU MAIO, María Nieves En el Legajo SDH nro. 2286 Juan Carlos Sisto, padre de Enrique Rubén, manifestó que el 20 de julio de 1977 a las 10:00 horas, al salir su hijo del domicilio ubicado en Delgado 826, 9° piso, departamento “H”, de esta ciudad de Buenos Aires, junto a su novia María Nieves Zuazu Maio, fueron abordados por un grupo numeroso de personas armadas que se identificaron como policías y se los llevaron detenidos esposados. Los captores luego ingresaron al departamento de su hijo llevando a la novia consigo mientras se encontraba allí el padre de la víctima. Decían pertenecer a Coordinación Federal. Más tarde se presentaron en el lugar personas que manifestaron pertenecer a Inteligencia. Le preguntaron por compañeros del colegio secundario, trabajo y vecinos de su hijo. La presencia de las víctimas en la Escuela de Mecánica de la Armada surge del listado de personas vistas allí aportado por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.904 y 16.909, y 28.539 y 28.550). 863) MIANI, Alberto Daniel La madre de la víctima, María Elena Barigelletti de Miani, manifestó que: “…el día 19 de septiembre de 1977 mi hijo se dirigió a cumplir con sus tareas diarias a las nueve horas aproximadamente al Banco de Norte y Delta Argentino, sucursal Vicente López donde se desempeña como empleado. Ese mismo día por la tarde, sin saber lo que había ocurrido recibí la noticia (llamaron telefónicamente desde el Banco a un vecino) de que mi hijo no había llegado al mismo. Esto por supuesto nos alarmó ya que estábamos al tanto al igual que sus compañeros de trabajo que en reiteradas oportunidades personas desconocidas seguían y observaban todos sus movimientos en forma muy evidente, además de haber 58 Ministerio Público Fiscal de la Nación recibido llamados telefónicos en su trabajo de personas también desconocidas que le formulaban preguntas sin ningún fundamento. Según mi criterio y el de mis familiares, así como también el de mi hijo en ese momento, cuando comenzaron los hechos anteriormente enumerados e inclusive alertados por la presencia en mi domicilio de personas de civil que se identificaron como miembros de la Policía Federal y formularon preguntas respecto de mi hijo, pensamos que todo esto se debe a que en días anteriores en su trabajo en conjunto con todos sus compañeros de trabajo se había formulado, a través de una nota, una reconsideración de aumento salarial. Preguntado entre los vecinos para ver si alguno había observado algo anormal en el día y la hora en que pensamos que había ocurrido el secuestro nos enteramos de que varios de ellos lo habían presenciado y nos indicaron que inclusive como habían notado la presencia extraña de tres coches con personas sospechosas en su interior llamaron a la comisaría primera de San Fernando para que concurriera y como no lo hizo, llamaron también a la Regional Tigre que sí vinieron pero cuando ya se había realizado el secuestro. Los coches eran un Renault R-4, un Renault R-12 chapa nro. 203.532 color verde claro y un Peugeot 404 color blanco con una persona en su interior que por las características dadas es la misma persona que lo seguía y la misma que vino a mi casa a preguntar por él y que se movilizaba también en un coche de la misma marca y color…” (ver testimonio obrante en el Legajo CONADEP nro. 6258). La permanencia de Alberto Daniel Miani en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.905 y 16.909, y 28.540 y 28.550). 870) MACEDO de GARCÍA, Gloria Nelly Las circunstancias que rodean a los hechos criminales que damnificaron a Gloria Nelly Macedo de García se encuentran documentadas en las denuncias efectuadas por María Angélica Macedo de López en virtud de la desaparición de su hermana, quien manifestó que la víctima era portera del edificio “Vesta”, sito en la Av. Colón nro. 1930 de la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, donde fue secuestrada el día 7 de octubre de 1977, aproximadamente a la medianoche, junto con su esposo Rubén Justo García y su hija de 19 años de edad Miriam Viviana. El mes previo a dicha detención, Macedo y su esposo habían sido detenidos durante dos o tres días, por individuos que se presentaron como 59 Ministerio Público Fiscal de la Nación integrantes de la Policía Federal, vestidos de civil y manifestaron buscar a un matrimonio que vivía en un departamento del edificio, al que no encontraron y decidieron llevarse con ellos a Macedo y su esposo aduciendo que eran cómplices de subversivos por trabajar en el edificio donde ellos vivían (Legajo CONADEP nro. 6820). La permanencia de Macedo de García en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 14.222 y 14.224/8; fs. 16.905 y 16.909, y fs. 28.540vta. y 28.550). 871) NUGUER, Hernán Gerardo La madre de la víctima, Juana Matilde Sigaloff de Nuguer, se encontraba junto a su hijo cuando lo privaron ilegalmente de la libertad y manifestó que “…el día 27 de octubre de 1977 salió de su domicilio junto con su hijo Hernán Gerardo y luego de ascender al rodado marca Renault 6 que se halla adaptado para el manejo de una persona lisiada, ya que su hijo sufre una parálisis de sus miembros inferiores, partieron con destino a sus respectivos trabajos. Que el que conducía el rodado era su hijo, y en el momento de poner el rodado en marcha, se apareció sobre su lado un rodado con cuatro personas, descendiendo tres de ellas vestidos de civil, con borceguíes, y armas cortas, teniendo uno de ellos una ametralladora. Que de inmediato, requirieron a su hijo Hernán que descendiera del rodado y los acompañara. Que Hernán entonces entabló una conversación pidiéndoles que se identificaran, y estos exhibieron unas credenciales, al mismo tiempo oía que se pedía a los transeúntes que circularan y no permanecieran en el lugar… Hernán, luego de ver las credenciales que le exhibieron, les manifestó que en las mismas no veía identificación alguna que los sindicara como personas pertenecientes a alguna autoridad. Que mientras dichas personas, y siempre bajo amenazas, abrían la puerta del rodado y dejaban bajar a su hijo, la deponente les preguntaba adónde los llevaban, manifestándole que lo harían al departamento de policía. Que un poco por sus propios medios y otro poco ayudado por sus captores, su hijo fue introducido en el rodado estacionado en la calle al lado del suyo, y partió luego secundado por otro rodado que se hallaba aparentemente estacionado sobre la otra mano, el que luego e retomar la avenida los siguió de cerca. Que todo ocurrió a las 8:45 o 9:00 horas de la mañana. Que su hijo Hernán llegó a entregarle sus efectos personales y 60 Ministerio Público Fiscal de la Nación dinero. Que incluso desarmó su llavero y luego de quedarse con las llaves de su domicilio le entregó las restantes. Que también le pidió que fuera a ver a su hermano Jaime Norberto. Que cree con seguridad que el rodado que se apareó al suyo y luego llevó a su hijo era un Ford Falcon color claro, tipo ‘marfil’…Que de los tres individuos, uno era el que daba las órdenes de forma enérgica y grosera, el cual era rubio, de ojos pardos, con bigotes ‘achinados’, delgado, sin señas particulares en su rostro, ni en su físico, siendo normal su forma de hablar y su tonada. Que el otro rodado era de color oscuro, no recuerda si verde o azul, y supone que era de la misma marca que el anterior, y con cuatro o cinco personas en su interior. Que otro de los que formaban parte de las tres personas que bajaron, era de cabellos lacios oscuro, ojos oscuros, tez blanca y con un acento de persona del interior en su forma de expresarse, ya que lo hacía lentamente y su forma de ser era más apocada y tranquila o asustada. Que esa persona era la que portaba la ametralladora y la que dijo que lo llevaban al departamento de policía….” (Legajo CONADEP nro. 1767). En el citado legajo obran testimonios de otros testigos de la ilegal detención de la víctima. Asimismo, existe constancia de que Hernán Gerardo Nuguer militaba políticamente en el partido comunista. La permanencia de Hernán Gerardo Nuguer en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.905 y 16.909, y 28.540vta. y 28.550). 877) LEWI, Jorge Claudio y 879) SONDER, Ana María César Claudio Lewi, quien había sido interrogado violentamente junto a su esposa en mayo de 1977 acerca de su hijo Jorge Claudio (delegado estudiantil en la Facultad de Ciencias Exactas) y posteriormente privado de su libertad con los mismos fines, relató que éste fue secuestrado junto a su esposa, Ana María Sonder, el 8 de octubre de 1978, en la vía pública en esta ciudad de Buenos Aires, por el “Comando FTE” del Primer Cuerpo del Ejército. Además, manifestó: “El 10 de octubre de 1978 personal de civil no identificado se presentaron en el domicilio de mis consuegros en Carapachay (Ramón B. Castr[o] 5704) y entregaron a mi nieta Adriana Victoria, entonces de un año y medio con la foto de mi hijo prendida con un alfiler a su ropita y diciendo que sus padres se hallaban detenidos. El 24/12/78 (Nochebuena) 18 hs. una voz llamó a mi consuegra [Graciela Irma Trotta] en 61 Ministerio Público Fiscal de la Nación Carapachay e introdujo como presentación telefónica a mi nuera y mi hijo con los cuales pudo hablar unos minutos. Esa voz retomó el teléfono y le dijo a mi consuegra: ‘Como Ud. habrá podido apreciar los dos están física y síquicamente bien’; mi consuegra que se encontró de rodillas en el suelo, se atrevió a preguntar si era un miembro de las fuerzas de seguridad; la voz vaciló y dijo sí pero maneje la información con discreción. Un rato después mi consuegro corrió a mi domicilio y llorando se abrazó con mi esposa y conmigo diciendo ‘aparecieron los chicos’. Esa discreción que guardamos de nada sirvió pues nunca las autoridades nos dieron noticias. Fueron vistos en el Olimpo y en la ESMA”, de acuerdo a información suministrada por Amnesty Internacional, y trasladados el 25/12/78. Aunque no queda claro en qué centro clandestino, quien los habría visto sería Cid de la Paz (cfr. Legajo Conadep 5108 y 5109. Cabe señalar que en el primer legajo mencionado también obra una declaración en la que se da cuenta acerca de la presencia de Lewi en el interior del “Olimpo” y de las torturas a las que fue sometido. Y que del segundo se desprende que Juan Carlos Sonder, hermano de Ana María, fue secuestrado previo a la desaparición del matrimonio y liberado luego de producida ella). Estas víctimas figuran en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Ana María Sonder Garmendia” (apodada “Gorda Alicia” o “Diana”) y “Jorge Claudio Lewi Goldstein” (apodado “Juan” o “Juancito”), respectivamente, víctimas de desaparición forzada, ocurrida a partir del 5 de octubre de 1978, en esta ciudad de Buenos Aires. Además, allí se hace referencia a su cautiverio en los centros clandestinos señalados (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). Finalmente, la información vinculada con el cautiverio del matrimonio en la dependencia naval resulta coincidente con aquella emergente de los listados de personas vistas allí, aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.907 y 16.909, y 28.542vta. y 28.550). En lo que respecta exclusivamente a Lewi, también fue incluido en el listado suministrado por Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.221 y 14.224/8). 878) PÉREZ ROJO, José Manuel 62 Ministerio Público Fiscal de la Nación José Manuel Pérez Rojo fue privado ilegítimamente de su libertad por personal de la Fuerza Aérea, el día 6 de octubre de 1978, en su domicilio ubicado en la calle Gurruchaga nro. 2259, piso 3, depto. “20”, de la ciudad de Buenos Aires, junto con su esposa Patricia Julia Roisinblit de Pérez Rojo y su hija Mariana, de quince meses de vida, quien finalmente fue entregada en el domicilio de la tía de Pérez Rojo, ubicado en la localidad de Olivos, a un familiar de alrededor de 17 años que accedió a recibirla por habérselo pedido en esa ocasión Patricia Roisinblit. Aproximadamente entre los días 13 y 14 de noviembre de 1978, su esposa que se encontraba embarazada fue conducida a la E.S.M.A. y el 15 de ese mes dio a luz a un varón, a quien llamó Rodolfo Fernando. El parto fue asistido por el médico obstetra Magnacco y por la secuestrada Amalia Larralde, quien ofició como enfermera, en la enfermería del casino de oficiales de esa dependencia naval (denuncia de Rosa Tarlovsky de Roisinblit, de fojas 24/5vta. del legajo nro. 64 correspondiente a María Amalia Larralde, declaración de Amalia María Larralde de fojas 98/107 del mismo legajo, que corre por cuerda y de Sara Solarz de Osatinsky de fojas 12.300/22). Amalia María Larralde indicó que: “…cuando estaba en capuchita en octubre vino un, un hombre que era Penitenciario, a preguntarme si conocía a Patricia Roisinblit porque había estado también en, en la zona oeste, y a su marido, si lo conocía que había estudiado medicina con mi compañero y que yo había trabajado en un dispensario con ellos y que se habían ido del país, que no tenía más noticias de ellos, entonces me dijo que estaba sepa que, que estaba en un lugar de la Aeronáutica de Ejército y que estaba embarazada y que probablemente le iban a traer a tener su bebé a la ESMA, en esa ocasión le pedí que si la traían que, que me avisara que, que me la dejara ver, la trajeron en noviembre la instalaron en una piecita en el tercer piso y estaba embarazada, bien físicamente, muy ansiosa, me dejaron ir a verla y pedimos si podíamos estar en el parto, yo que yo soy enfermera podía ayudar en el parto, Fragote dijo que iba ver si podía y en el momento del parto, el quince de noviembre del setenta y ocho, el médico que era el ginecólogo Magnacco, me hizo bajar para ayudar, para ayudar ayudarlo en el parto, también estaba en esa ocasión Sara Solarz y después entraron gente a verla como Miriam, la Chips, otras personas a verla, Patricia estuvo en la ESMA tres o cuatro días el parto se pasó bien con su bebé y, aunque se pidió se quedara no, no, no, no la dejaron, decía que pertenecía a otra fuerza, en esa ocasión entraron casi todos, los oficiales de inteligencia entraron en ese cuarto, entraron a verla, entró Scheller, 63 Ministerio Público Fiscal de la Nación entró Febres, entró Astiz, gente entraba y salía, justo el último día vino, en ese cuando yo estaba abajo me dejaron quedarme con ella, vino Acosta y medio como que se enojó que yo estuviera allí pero al final me dejaron estar y el último día me dijo vos de esto no viste nada, ese día se la llevaron a Patricia con el bebé yo la vi salir del sótano de la ESMA con el bebé y con su bolso…” (ver declaración testimonial de Amalia Larralde brindada el día 30 de octubre de 2007 en el juicio oral celebrado en la causa nro. 1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 5, cuya transcripción se encuentra agregada en las actuaciones obrantes a fojas 31.013/31.068 y declaración de fojas 135/41vta. obrante en el legajo nro. 64, que corre por cuerda). A mayor abundamiento, Rosa Tarlovsky de Roisinblit manifestó haberse entrevistado con Ana María Martí, quien le narró haber visto a su hija cautiva en la E.S.M.A., embarazada, alrededor del 14 de noviembre de 1978. A su vez, Sara Solar de Osatinsky le contó que presenció el parto de su hija, cuando dio a luz un varón de alrededor de 3,200 kg., en dependencias de la E.S.M.A., asistida por el Dr. Magnacco. Asimismo, Amalia María Larralde le relató que días antes del arribo de su hija a la E.S.M.A., el oficial “Fragote” le había realizado comentarios acerca de Patricia, quien efectivamente llegó al lugar días después y compartió con ella la habitación hasta cuatro o cinco días después del parto, cuando fue trasladada junto con su bebé (declaración testimonial de Rosa Tarlovsky de Roisinblit, de fojas 26/31vta. del legajo nro. 64 correspondiente a Amalia María Larralde, y declaración de Amalia María Larralde de fojas 98/107 del mismo legajo). A fs. 64606/8 de estas actuaciones, Tarlovsky agregó que José fue torturado en reiteradas oportunidades y luego fue llevado a otro lugar para interrogarlo, de donde volvía en muy mal estado. El oficial que se ocupaba de ellos era un agente de inteligencia apodado “Gringo”. Este torturador había interrogado en la E.S.M.A. a Amalia Larralde por tener Patricia y Amalia una relación personal anterior a su detención. Fue descrito físicamente como alto, flaco, rubio, de ojos claros con líneas en la cara muy marcadas. Por su parte, Adriana Rut Marcus declaró haberse enterado a través de Amalia Larralde del traslado a la E.S.M.A. de Patricia Roisinblit, conocida como “Mariana”, para dar a luz a su bebé en la enfermería de la E.S.M.A. Asimismo, indicó que Patricia Roisinblit era miembro de un grupo logístico de sanidad de la zona oeste de la agrupación “Montoneros” (declaración de fojas 6171/6174vta.). 64 Ministerio Público Fiscal de la Nación La testigo Nilda Actis Goretta señaló que aproximadamente el 10 de noviembre de 1978 Patricia Roisinblit fue llevada a la E.S.M.A. en avanzado estado de gravidez. Fue alojada en un cuartito sin ventilación en el altillo hasta el momento del parto cuando fue bajada a la enfermería ubicada en el sótano (ver testimonio de Actis Goretta en el legajo CONADEP nro. 1656). La presencia de Roisinblit en la Escuela de Mecánica de la Armada también fue confirmada por Carlos García, Liliana Noemí Gardella (declaración de fojas 14.327/35) y Miriam Lewin (menciones realizadas a fojas 8965vta. y 8966vta.). La permanencia de Pérez Rojo en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.907 y 16.909, y 28.542 y 28.550). 880) TILGER, Marta Elvira y 881) TROITERO, Alfredo Amílcar Alfredo Iván Troitero, hijo de Alfredo Amílcar y Marta Elvira Tilger, manifestó que aproximadamente a las 24:00 horas del 11 de octubre de 1978, él y “sus hermanos fueron despertados por ruidos que parecían disparos y gritos cercanos. A poco de esto la puerta de entrada de su domicilio -Bº Gral. Savio [Complejo Lugano I y II] Edif. 128 3°A de Cap. Fed.- fue derribada a golpes por un grupo de hombres vestidos de civil y fuertemente armados que separaron al dicente (entonces de 15 años) y comenzaron a golpearlo e interrogarlo sobre el paradero de sus padres (…) quienes no se encontraban en el domicilio. Los captores permanecieron durante aprox. 2 hs. dentro de la vivienda, tiempo éste que emplearon en interrogar al dicente y sus hermanos (entonces de 13, 10 y 8 años) y en saquear la vivienda hasta que siendo aprox. las 2.00 hs., alertados sobre la llegada de la víctima y su esposa apagaron las luces y prepararon una celada. Al llegar Amílcar Troitero y su esposa [Tilger, ambos militantes de la Juventud Peronista], fueron aprehendidos produciéndose entonces un forcejeo del que Alfredo Amílcar resultó herido. Una vez apresados ambos fueron conducidos a diferentes automóviles que participaban en el operativo y transportados en estos marchándose a su destino (…) También agrega que durante el procedimiento uno de los vecinos, de quien desconocen identidad, se comunicó telefónicamente con una unidad militar y enviaron un camión con personal uniformado del Ejército, produciéndose un enfrentamiento entre ambos grupos armados. Desde la desaparición se presentaron numerosos recursos de hábeas corpus todos ellos con respuesta negativas y se 65 Ministerio Público Fiscal de la Nación realizaron gestiones ante el Ministerio del Interior con igual resultado” (cfr. Legajos CONADEP nro. 282 y 6327). Estas víctimas además figuran en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Martha Elvira Tilger” (alias “Julia”) y “Alfredo Amílcar Troitero Manzur” (apodado “Ernesto”), víctimas de desaparición forzada ocurrida a partir del 12 de octubre de 1978, en Eva Perón 6500, edificio 128, piso 3°, departamento “A”, Barrio General Savio, Villa Lugano, de esta ciudad de Buenos Aires. Además, allí se hace referencia al paso de ambos por la E.S.M.A. y por el centro clandestino denominado “Olimpo” (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). Ambas víctimas se encuentran incluidas en los listados de personas vistas en el interior del centro clandestino que funcionaba en la mencionada dependencia naval, aportados por Miguel Ángel Laluetta (ver fs. 16907 y 16.909, y 28.542 y 25.550). Además, Tilger aparece en el listado de detenidos-desaparecidos elaborado por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (ver fs. 22 del Legajo SDH nro. 876). 884) POLITO, Héctor Osvaldo De acuerdo a los dichos del hijo de la víctima, Juan Manuel Polito, su padre militaba en la Juventud Peronista y fue citado por una compañera a las 19.00 horas del 23 de noviembre de 1978, en la esquina de Alberdi y Perito Moreno de esta ciudad. Aparentemente, tras ser detenida por “gente de la ESMA”, la mujer había sido obligada a brindar datos acerca del encuentro, lo que permitió que “estas personas” se apostaran “en el techo de una confitería que estaba en la esquina de Alberdi y Emilio Castro a esperarlo”. Así, al arribar la víctima al lugar convenido, fue señalada por su compañera, e inmediatamente fue blanco de diversos disparos que le produjeron la muerte. El testigo, quien para ese entonces desconocía acerca de lo sucedido, puntualizó que esa noche su padre no cenó en su casa, que su madre se hallaba compungida y que a la mañana siguiente, cuando se despertó, su domicilio -ubicado en Emilio Lamarca 1850, departamento 2, de esta ciudad- estaba lleno de gente, dentro de la que se encontraba un hombre que lo sacó de su cama y lo introdujo en 66 Ministerio Público Fiscal de la Nación un automóvil. A partir de allí, refirió no recordar otro dato hasta quedar bajo cuidado de sus abuelos paternos. Finalmente, señaló: “Mi mamá [Margarita Fernández Domínguez] estuvo detenida en la Escuela de Mecánica de la Armada casi 30 días aproximadamente y fue obligada a firmar los papeles de venta de nuestra casa sin recibir dinero alguno por la propiedad” (cfr. Legajo REDEFA nro. 621). Por otra parte, en ese mismo legajo se encuentra glosada una copia del certificado de defunción de la víctima de fecha 23/11/78, expedida por la oficina San Justo, Sección 1° de La Matanza del Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires. Allí se consigna que la causal de fallecimiento fue “Infarto de miocardio. Cardiopatía aguda”, indicando que el deceso tuvo lugar en esa fecha, a las 19 horas, en las calles Alvear y Espora de la localidad de Ramos Mejía, Partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires. La víctima además figura en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Héctor Osvaldo Polito Mercante” (legajo REDEFA 621), víctimas de ejecución sumaria ocurrida el 23 de noviembre de 1978, en Emilio Castro y Alberdi, de esta ciudad de Buenos Aires. Además, allí se vinculó el caso con la E.S.M.A (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). La víctima se encuentra incluida en los listados de personas vistas en el interior del centro clandestino que funcionaba en la mencionada dependencia naval, aportados por Miguel Ángel Laluetta (ver fs. 16907 y 16.909, y 28.542 y 25.550) y Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.221 y 14.224/8). 890) PECHIEU, Luis Hugo Del relato brindado por Consuelo Navarro y Luis Enrique Pechieu surge que su hijo Luis Hugo Pechieu, desaparecido alrededor del 21 de marzo de 1977, era delegado sindical de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Un año antes, se había mudado con Carlos María Denis -también empleado de esa entidad, posteriormente desaparecido- a un departamento ubicado en Peña 2158, 5° piso, departamento 23, de esta ciudad de Buenos Aires. Sus padres refirieron haberlo visto por última vez en la fecha indicada en primer término, cuando concurrió de visita a la casa de éstos, luego de lo cual no se tuvo más noticias de él. Posteriormente, se supo del secuestro 67 Ministerio Público Fiscal de la Nación de varios de sus compañeros de trabajo, uno de cuales (una mujer) manifestó “haber estado en Ituzaingó, en manos de la Aeronáutica” y haber visto allí a Adrián García Pagliaro, otro empleado de la institución. Por otra parte, Navarro manifestó que “…a la época de los hechos se comentaba que el Comisario retirado ADOLFO CUENYA, actualmente [la declaración es del 6/09/84] Sub-gerente de Ahorro y Cheque Postal estaba al tanto de las desapariciones [y, según cometarios, podría haber sido el “entregador”], lo mismo que el Segundo Jefe de Seguridad en esa época ROBERTO CALVO (…) Extraoficialmente se enteraron que su hijo estuvo en Campo de Mayo. Dicho informe le fue suministrado por GUSTAVO IGOUNET, quien tiene su Estudio en la calle Uruguay al 600. En abril de 1977 Monseñor GRACELLI le dice a la denunciante [madre de la víctima] que no busque más a su hijo pues estaba muerto. Estuvo en dos oportunidades con el nombrado Monseñor. La primera de ellas éste buscó en un fichero redondo giratorio que tenía arriba de su escritorio en la Iglesia STELLA MARIS, y le dijo que no tenía el nombre de su hijo en el fichero, que volviese en 15 días. Así lo hizo, y es entonces cuando le informa que su hijo estaba muerto previa consulta a su fichero de marras. También le dice que no investigue más, ya que tiene otros hijos”, lo que Navarro interpretó como una “velada amenaza” (Legajo Conadep 1521). La víctima aparece en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Luis Hugo Pechieu Navarro” (legajo Conadep 1521), víctima de desaparición forzada, ocurrida a partir de la fecha señalada (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). Además, figura en el listado de personas desaparecidas glosado al Legajo SDH nro. 2209 y en el relativo a aquellas mantenidas en cautiverio en la ESMA, aportado por Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.217 y 14.224/8). V.- CALIFICACIÓN LEGAL A) LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL Toda vez que considero que los hechos que aquí se investigan constituyen crímenes de lesa humanidad, para su adecuada valoración jurídica, no puede 68 Ministerio Público Fiscal de la Nación prescindirse del estudio de las reglas que el derecho de gentes ha elaborado en torno a este tipo de crímenes. Según el corpus iuris del Derecho Internacional, un crimen de lesa humanidad es en sí mismo una grave violación de los derechos humanos y afecta a la humanidad toda. En el caso Fiscal c. Erdemovic el Tribunal Penal Internacional para el enjuiciamiento de los presuntos responsables de las violaciones graves del derecho internacional humanitario cometidas en la ex Yugoslavia desde 1991 (en adelante, TPIY) indicó que “los crímenes de lesa humanidad son serios actos de violencia que dañan a los seres humanos al golpear lo más esencial para ellos: su vida, su libertad, su bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son actos inhumanos que por su extensión y gravedad van más allá de los límites de lo tolerable para la comunidad internacional, la que debe necesariamente exigir su castigo. Pero los crímenes de lesa humanidad también trascienden al individuo, porque cuando el individuo es agredido, se ataca y se niega a la humanidad toda. Por eso lo que caracteriza esencialmente al crimen de lesa humanidad es el concepto de la humanidad como víctima” (TPIY, Fiscal c. Erdemovic, Case No. IT-96-22-T, Judgment, 29 de noviembre de 1996, párr. 28). Aunque no siempre los contornos de esas figuras aparecen claramente determinados en los diversos instrumentos en los que han sido incluidas, está claro ya desde la Segunda Guerra Mundial que el asesinato, el secuestro, la tortura, los tratos crueles e inhumanos, perpetrados a gran escala y de acuerdo a un plan sistemático o preconcebido y llevado a cabo por funcionarios estatales y/o con aquiescencia estatal son “crímenes contra la humanidad”, esto es: “crímenes de derecho internacional”. En primer lugar, se puede destacar que ya en los procesos de Nüremberg se reconocía la existencia de una norma consuetudinaria que reprimía los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad. Sobre este punto, Gil Gil sostiene que “la figura de los crímenes contra la humanidad ha ido evolucionando desde su aparición en el estatuto de Londres de 1945 y pertenece hoy al derecho internacional consuetudinario” (Gil Gil, Alicia, Posibilidad de persecución en España de violaciones a los derechos humanos cometidos en Sudamérica, en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, AdHoc, Nº 8-C, Buenos Aires, 1999, p. 512). En este sentido, la evolución del derecho internacional ha llevado a lograr que el reconocimiento consuetudinario que existía de la prohibición de cometer 69 Ministerio Público Fiscal de la Nación crímenes de lesa humanidad, con posterioridad, fuese codificado en numerosos tratados de derechos humanos. Como bien advierte el ex juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante Corte IDH), Cançado Trindade, “la conceptualización doctrinal de los llamados crímenes contra la humanidad, victimizando en escala masiva seres humanos, en su espíritu y en su cuerpo- tiene sus orígenes, bien antes de la Convención contra el Genocidio de 1948, en el propio derecho internacional consuetudinario, sobre la base de nociones fundamentales de humanidad y de las exigencias de la conciencia pública” (Corte IDH, Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 18). Luego de confirmar los Principios de Derecho Internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal de Nüremberg y las sentencias del Tribunal, mediante la adopción de la Resolución 95 (I), la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (en adelante, ONU) se abocó a la tarea de elaborar una Convención sobre Genocidio que consagre en el derecho positivo la prohibición de ese crimen. El acuerdo al que arribó la comunidad internacional sobre la materia se encuentra plasmado en la Convención para Prevenir y Sancionar el Delito de Genocidio, que fue adoptada el 9 de diciembre de 1948. Con relación al valor jurídico de este tratado que prohíbe la comisión del crimen de genocidio, que puede considerarse como una especie dentro del género que constituirían los crímenes contra la humanidad (cfr. Fierro, Guillermo J., La ley penal y el derecho internacional, 2ª edición, TEA, Buenos Aires, 1997, p. 395), la Corte Internacional de Justicia tuvo la oportunidad -al poco tiempo de la entrada en vigor de dicha Convención- de efectuar algunas consideraciones en el marco de la Opinión Consultiva Reservas a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio dictada el 28 de mayo de 1951. Allí, el Tribunal sostuvo que los principios que subyacen la Convención son reconocidos por las naciones civilizadas como obligatorios para todos los Estados, incluso sin que exista una relación convencional. El fenómeno de adopción de la Convención sobre Genocidio se produjo simultáneamente con la aprobación -el 10 de diciembre de 1948- por parte de la Asamblea General de la ONU de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en cuyo Preámbulo se afirma que “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la 70 Ministerio Público Fiscal de la Nación conciencia de la humanidad”. En consecuencia, la Declaración enumera un conjunto de derechos que se reconocen a la persona humana como tal. Entre las disposiciones que más interesan a los efectos de los hechos que en este dictamen nos ocupan, pueden citarse las siguientes: Art. 2. 1. “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de.... opinión política o de cualquier otra índole...”. Art. 3. “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Art. 5. “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Art. 9. “Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”. Art. 12. “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”. Bobbio sostiene que “la Declaración Universal representa la manifestación de la única prueba por la que un sistema de valores puede considerarse humanamente fundamentado y por tanto reconocido: y dicha prueba es el consenso general sobre su validez” (Bobbio, Norberto, “Presente y futuro de los derechos humanos”, en El problema de la guerra y las vías de la paz, Gedisa, Buenos Aires, p. 131). Como puede observarse, la Declaración Universal de los Derechos Humanos “...enuncia un conjunto de bienes a los que ‘todo ser humano tiene derecho’ en las condiciones establecidas en su art. 20. Junto a las cláusulas de esa estructura, se incorporan otras en las que se describen actos de los que ‘nadie puede’ ser objeto. La mayor precisión de éstas las hace más valiosas como instrumentos de enjuiciamiento de conductas estatales, en tanto la oposición a ellas surge sin necesidad de mediación” (Marcelo Sancinetti y Marcelo Ferrante, El derecho penal en la protección de los derechos humanos, Editorial Hammurabi, Buenos Aires, 1999, p. 384). De esta manera, no se requiere un gran esfuerzo para advertir la contradicción manifiesta entre las prácticas desarrolladas en el marco del sistema clandestino de represión implementado por las autoridades de facto que gobernaban 71 Ministerio Público Fiscal de la Nación el Estado argentino y la enunciación de los actos de los que “nadie puede” ser objeto, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. En líneas generales, si bien el contenido del derecho internacional humanitario y del derecho internacional penal ha surgido, en primer término, como costumbre internacional y luego, como consecuencia del proceso de codificación del derecho internacional ha pasado a formar parte del derecho internacional convencional, con la Declaración Universal de Derechos Humanos se ha observado el proceso inverso. Así, “...en el momento de su adopción, la Declaración adelanta una opinio juris -conciencia de obligatoriedad, expresión del deber ser- a la que la práctica internacional debe adecuarse con miras a la cristalización, en algún momento posterior, de una costumbre internacional. Trátase de una inversión en el orden en que cronológicamente suelen darse los elementos constitutivos de la norma consuetudinaria internacional” (Mónica Pinto, Temas de Derechos Humanos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1997, pp. 35 y 36). Como se desprende del célebre caso Filartiga v. Peña Irala de la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos, Circuito Segundo del 10 de junio de 1980, “desde la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Declaración sobre Protección de Toda Persona frente a la Tortura, ambas adoptadas sin ningún voto en contra, los Estados Miembros de la ONU no pueden alegar que no saben qué derechos humanos se comprometieron a promover”. En esta dirección se señaló que “la Asamblea General de la ONU en la Res. 2625 (XXV) del 24 de octubre de 1970 ha declarado que los preceptos de la Carta recogidos en dicha Declaración Universal constituyen principios fundamentales del Derecho Internacional”, añadiendo que la Declaración es una manifestación imperativa de la comunidad internacional, que crea una expectativa de adhesión, y a medida que la práctica de los Estados gradualmente justifica dicha expectativa, puede llegar a ser reconocida por la costumbre como expresión de normas vinculantes para los Estados. En este sentido, son muchos los comentaristas y doctrinarios que han llegado a la conclusión de que la Declaración Universal, si bien no era obligatoria al momento de su adopción, toda vez que las resoluciones de la Asamblea General tienen el valor jurídico de recomendaciones, se ha convertido en su conjunto en parte obligatoria del derecho internacional consuetudinario y por ende, es vinculante para los Estados. Por otra parte, un año después de la adopción de la Declaración Universal, el 12 de agosto se adoptaron los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 que regulan los 72 Ministerio Público Fiscal de la Nación problemas humanitarios directamente derivados de los conflictos armados ya sean éstos de carácter internacional o no, protegiendo a las víctimas de dichos conflictos así como a los bienes afectados, y limitando el derecho de las partes en el conflicto a elegir libremente los medios y métodos de combate (ratificados por nuestro país mediante el decreto-ley 14.442 del 9 de agosto de 1956, ratificado por ley 14.467). En ellos también se estableció claramente el principio de la responsabilidad de los individuos, entre otros principios de vital importancia para el derecho penal internacional. Asimismo, se determinaron un catálogo de conductas consideradas “infracciones graves” del derecho internacional humanitario, respecto de las cuales se estableció la obligación para los estados parte de imponer sanciones penales adecuadas a las personas que hayan cometido o hayan dado la orden de cometer alguna de las conductas que revistan tal carácter. Como consecuencia de ello, se dispuso que cada Parte contratante tendrá la obligación de buscar a las personas acusadas de “infracciones graves” y de llevarlas ante sus tribunales nacionales fuere cual fuere la nacionalidad de ellas o bien, si el estado que tiene en poder a personas acusadas lo prefiere, puede entregarlas a otra parte contratante, para su debido enjuiciamiento, “siempre que esta última parte haya formulado contra las personas de referencia cargos suficientes” (ver arts. 49, 50, 130 y 147 de los Convenios I a IV, respectivamente). Se consideran “infracciones graves” cualquiera de los siguientes actos cometidos contra las personas o bienes que los convenios protegen: homicidio intencional, tortura o tratos inhumanos, incluso las experiencias biológicas, el causar intencionalmente grandes sufrimientos o realizar atentados graves a la integridad física o a la salud y la destrucción y apropiación de bienes, no justificadas por necesidades militares y ejecutadas en gran escala de manera ilícita y arbitraria. Cabe señalar que, más allá del enorme valor contractual que poseen los convenios (ya que a la fecha, más de 130 estados los ratificaron), también se ha reconocido el carácter consuetudinario de sus disposiciones, en tanto expresan los principios generales esenciales del derecho internacional humanitario (Corte Internacional de Justicia, Affair des activés millitaires au Nicaragua, Reports 1986, parág. 218; citado en “Priebke”, J.A. 1996-I, p. 331 y ss., voto del Dr. Bossert, consid. 46, p 352). 73 Ministerio Público Fiscal de la Nación En consecuencia, es posible afirmar que en las cuestiones centrales reguladas por los Convenios puede observarse, como sucede en el caso de otros instrumentos, una coincidencia sustancial entre el contenido de las disposiciones contractuales y el que cabe asignarle al derecho consuetudinario referido a la materia y que integra el llamado derecho de gentes. Al respecto, debo señalar que una de las características del derecho de gentes radica en su “carácter no derogable” que se relaciona con la aceptación por parte de la comunidad internacional de la existencia de ciertos principios y normas jurídicas de carácter imperativo para los Estados, que rigen aun contra su voluntad, y de los que éstos no pueden sustraerse. Esta concepción se plasmó en los arts. 43, 53 y 64 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, concluida el 23 de mayo de 1969 (ratificada por la República Argentina el 3 de octubre de 1972, mediante el decretoley 19.865). El artículo 53 de la Convención citada dispone que “…una norma imperativa de derecho internacional general es una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter”. El reconocimiento de la categoría de “crímenes contra la humanidad” así como su “estatuto jurídico” surge, además de todos los instrumentos, resoluciones, fallos y opiniones doctrinarias ya citadas, de una innumerable cantidad de otros pronunciamientos en igual sentido. Entre esos instrumentos se encuentra la Resolución 3074 (XXVII) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 3 de diciembre de 1973, titulada “Principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra, o de crímenes de lesa humanidad”, en la que se afirma la necesidad de juzgar y sancionar penalmente a los autores de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Por otra parte el proceso de codificación de estas conductas prohibidas ya por el derecho consuetudinario al momento de los hechos que aquí se analizan continuó con posterioridad. Así, tanto en el artículo 5 del Estatuto del TPIY [creado por el Consejo de Seguridad mediante Resolución 827 (1993) del 25 de mayo de 1993], como en el artículo 3 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para el Enjuiciamiento de 74 Ministerio Público Fiscal de la Nación los presuntos responsables de Genocidio y otras violaciones graves del Derecho Internacional Humanitario cometidas en el territorio de Rwanda y de los ciudadanos rwandeses presuntamente responsables de genocidio y otras violaciones de esa naturaleza cometidas en el territorio de estados vecinos entre el 1º de enero de 1994 y el 31 de diciembre de 1994 [creado por el Consejo de Seguridad mediante Resolución 955 (1994) del 8 de noviembre de 1994] se tipificaron como delitos de lesa humanidad las conductas aquí analizadas. Con posterioridad, el Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad de 1996 también sancionaba este tipo de prácticas y el 17 de julio de 1998, las mutaciones progresivas de la sociedad internacional permitieron finalmente la adopción en Roma, del Estatuto de la Corte Penal Internacional. En lo que aquí interesa, el artículo 5 del Estatuto de Roma dispone que “el Tribunal tiene competencia para juzgar los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto: el crimen de genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión”, entendiéndose por “crimen de lesa humanidad”, conforme lo establece el artículo 7 del tratado, “cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque: a) Asesinato; b) Exterminio; c) Esclavitud; d) Deportación o traslado forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura; g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable; h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte; i) Desaparición forzada de personas; j) El crimen de apartheid; k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”. En otro orden de ideas, no quiero dejar de mencionar dos de los últimos pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que son 75 Ministerio Público Fiscal de la Nación sumamente importantes para esta causa por los motivos que detallaré seguidamente: el Caso Almonacid Arellano y otros y el Caso Goiburú y otros. Al respecto, debo recordar que como ha afirmado la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la jurisprudencia de la Corte IDH “constituye una imprescindible pauta de interpretación de los deberes y obligaciones que establece la Convención Americana sobre Derechos Humanos” (Fallos: 328:2056; 318:514, 326:2805, entre otros). Asimismo, no debe olvidarse que la propia Corte Interamericana ha señalado que “la obligación de cumplir con lo dispuesto en las decisiones del Tribunal corresponde a un principio básico del derecho de la responsabilidad internacional del Estado, respaldado por la jurisprudencia internacional, según el cual los Estados deben cumplir sus obligaciones convencionales internacionales de buena fe (pacta sunt servanda)” (Inter alia, Corte IDH, Caso Baena Ricardo y otros. Competencia. Sentencia de 28 de noviembre de 2003. Serie C No. 104, párr. 61; Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 117 y Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención [arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos]. Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Serie A No. 14, párr. 35). En el primero de los casos, el Tribunal analizó si para el 17 de septiembre de 1973, fecha en que el señor Luis Alfredo Almonacid Arellano -militante del Partido Comunista- fue ejecutado extrajudicialmente por un grupo de carabineros, el asesinato constituía un crimen de lesa humanidad, y bajo qué circunstancias. En consonancia con lo manifestado en los párrafos anteriores, la Corte afirmó que “el desarrollo de la noción de crimen de lesa humanidad se produjo en los inicios del siglo pasado. En el preámbulo del Convenio de la Haya sobre las leyes y costumbres de la guerra terrestre de 1907 (Convenio núm. IV) las potencias contratantes establecieron que ‘las poblaciones y los beligerantes permanecen bajo la garantía y el régimen de los principios del Derecho de Gentes preconizados por los usos establecidos entre las naciones civilizadas, por las leyes de la humanidad y por las exigencias de la conciencia pública’. Asimismo, el término ‘crímenes contra la humanidad y la civilización’ fue usado por los gobiernos de Francia, Reino Unido y Rusia el 28 de mayo de 1915 para denunciar la masacre de armenios en Turquía” (Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros. Sentencia sobre 76 Ministerio Público Fiscal de la Nación Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006 Serie C No. 154, párr. 94). El juez Cançado Trindade añadió que “en los albores del Derecho Internacional, se acudió a nociones básicas de humanidad para regir la conducta de los Estados. Lo que, con el pasar del tiempo, vino a denominarse ‘crímenes contra la humanidad’ emanó, originalmente, del Derecho Internacional consuetudinario, para desarrollarse conceptualmente, más tarde, en el ámbito del Derecho Internacional Humanitario, y, más recientemente, en el del Derecho Penal Internacional. Aquí nos encontramos en el dominio del jus cogens, del derecho imperativo. En la ocurrencia de tales crímenes victimizando seres humanos, la propia humanidad es del mismo modo victimizada” (Ídem, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 28). Más adelante, el Tribunal destacó que “el asesinato como crimen de lesa humanidad fue codificado por primera vez en el artículo 6.c del Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nüremberg, el cual fue anexado al Acuerdo para el establecimiento de un Tribunal Militar Internacional encargado del juicio y castigo de los principales criminales de guerra del Eje Europeo, firmado en Londres el 8 de agosto de 1945 (el ‘Acuerdo de Londres’) (...) De forma similar, el delito de asesinato fue codificado en el artículo 5.c del Estatuto del Tribunal Militar Internacional para el juzgamiento de los principales criminales de guerra del Lejano Oriente (Estatuto de Tokyo), adoptada el 19 de enero de 1946” (Ídem, párr. 95). Sobre este punto, la Corte recordó que “el Tribunal Militar Internacional para el Juzgamiento de los Principales Criminales de Guerra indicó que el Estatuto de Nüremberg ‘es la expresión de derecho internacional existente en el momento de su creación; y en esa extensión es en sí mismo una contribución al derecho internacional’. Con ello reconoció la existencia de una costumbre internacional, como una expresión del derecho internacional, que proscribía esos crímenes” (Ídem, párr. 97). Por otra parte, en el segundo de los casos señalados se analizó si las detenciones ilegales y arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas del doctor Agustín Goiburú, ocurrida el 9 de febrero de 1977 mediante una acción coordinada entre las fuerzas de seguridad paraguaya y argentina en el marco de la Operación Cóndor y de los señores Carlos José Mancuello Bareiro y los hermanos Benjamín y 77 Ministerio Público Fiscal de la Nación Rodolfo Ramírez Villalba -ocurridas el 25 de noviembre de 1974- también constituían crímenes de lesa humanidad. Luego de pronunciarse de manera afirmativa, el magistrado Cançado Trindade señaló que “los crímenes contra la humanidad son perpetrados por individuos pero siguiendo políticas estatales, con la impotencia, o tolerancia, o connivencia, o indiferencia del cuerpo social que nada hace para impedirlos; explícita o implícita, la política de Estado está presente en los crímenes contra la humanidad, inclusive contando con el uso de instituciones, personal y recursos del Estado. No se limitan a una simple acción aislada de individuos alucinados. Son fríamente calculados, planificados y ejecutados” (Corte IDH, Caso Goiburú y otros. Sentencia sobre Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de septiembre de 2006. Serie C No. 153, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 40). En este sentido, concluyó que “la tipificación de los crímenes contra la humanidad es una gran conquista contemporánea, abarcando no sólo el Derecho Internacional de los Derechos Humanos sino también el Derecho Penal Internacional, al reflejar la condenación universal de violaciones graves y sistemáticas de derechos fundamentales e inderogables, o sea, de violaciones del jus cogens” (Ídem, párr. 41). Por último, debo hacer una breve mención sobre la evolución del concepto de tortura en las últimas décadas que resultan de especial relevancia para esta causa. En efecto, Cançado Trindade ha manifestado que “se ha conformado, hoy día, un verdadero régimen jurídico internacional contra la tortura. Lo conforman las Convenciones de Naciones Unidas (de 1984, y su reciente Protocolo de 2002) e Interamericana (1985) y Europea (1987) contra la Tortura, además del Relator Especial contra la Tortura (desde 1985) de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de Naciones Unidas, y del grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria (desde 1991) de la misma CDH (atento a la prevención de la tortura)” (Corte IDH, Caso Tibi. Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 25). Es más, la Corte IDH ha sostenido que “existe un régimen jurídico internacional de prohibición absoluta de todas las formas de tortura, tanto física como psicológica, régimen que pertenece hoy día al dominio del ius cogens” (Corte IDH, Caso Lori Berenson Mejía. Sentencia de 25 de noviembre de 2004. Serie C No. 119, párr. 100; Caso De la Cruz Flores. Sentencia de 18 de noviembre de 2004. Serie C No. 115, párr. 125; Caso Tibi, cit., párr. 143; Caso de los Hermanos Gómez 78 Ministerio Público Fiscal de la Nación Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 112; Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 92), a lo que agregó que “la prohibición de la tortura es absoluta e inderogable, aun en las circunstancias más difíciles, tales como guerra, amenaza de guerra, lucha contra el terrorismo y cualesquiera otros delitos, estado de sitio o de emergencia, conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías constitucionales, inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades públicas” (Corte IDH, Caso Lori Berenson Mejía, cit., párr. 100; Caso De la Cruz Flores, cit., párr. 125; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, cit., párr. 111; Caso Maritza Urrutia, cit., párr. 89). En igual sentido se han pronunciado el Comité de Derechos Humanos (Comité de Derechos Humanos, Observación General Nº 20. Reemplaza a la observación general 7, prohibición de la tortura y los tratos o penas crueles, 1992, párr. 3; Observaciones del Comité de Derechos Humanos al Estado de Egipto (CCPR/CO/76/EGY), 2002, párr. 4), el Comité de las Naciones Unidas contra la Tortura (Comité contra la Tortura, Examen de los Informes presentados por los Estados Partes de conformidad con el artículo 19 de la Convención. Conclusiones y Recomendaciones del Comité contra la Tortura al Estado de España CAT/C/CR/28/1-, párr. 7; Conclusiones y Recomendaciones del Comité contra la Tortura al Estado de Egipto -CAT/C/CR/29/4-, párr. 4), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Digest of jurisprudence of the UN and regional organizations on the protection of human rights while countering terrorism, p. III.B), el Relator Especial sobre la Tortura (E/CN.4/2002/137, párr. 15) y el Tribunal Penal Internacional ad hoc para la ex-Yugoslavia, el cual sostuvo que la prohibición de la tortura, efectuada de modo absoluto por el Derecho Internacional tanto convencional (bajo determinados tratados de derechos humanos) como consuetudinario, tenía el carácter de una norma de jus cogens (Cfr. TPIY, Caso Furundzija, asunto nro. IT-95-17/1, Chambre de Première Instance II, Jugement 10/12/1998, párrs. 137-139, 144, 153 y 160). Por su parte, la Corte Europea de Derechos Humanos, en el caso Soering, afirmó categóricamente que la prohibición absoluta -inclusive en tiempos de guerra y otras emergencias nacionales- de la tortura y de los tratos o penas inhumanos o degradantes, en los términos del artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, demuestra que esta disposición incorpora uno de los "valores 79 Ministerio Público Fiscal de la Nación fundamentales de las sociedades democráticas" (cfr. Corte Europea de Derechos Humanos, Soering versus Reino Unido, Sentencia del 07 de julio de 1989, párr. 88), y añadió que “esta prohibición es independiente de cuál haya sido la conducta de la víctima” (Corte Europea de Derechos Humanos, Chahal v. Reino Unido, Sentencia de 15 de noviembre de 1996, párr. 79; Ocalan c. Turquía, Sentencia de 13 de marzo de 2003, párr. 218 y Tomasi v. France, Sentencia de 27 de agosto de 1992, párr. 115). Por lo tanto, quiero concluir este apartado advirtiendo que se ha conformado un verdadero régimen jurídico internacional de prohibición absoluta de todas las formas de tortura que deben respetar aún aquellos Estados que no han ratificado la Convención Americana sobre Derechos Humanos o ninguna de las tres Convenciones contra la Tortura mencionadas (Cfr. Corte IDH, Caso Maritza Urrutia, cit., voto concurrente del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 4). B) LA TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO DE LOS CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD Los tipos penales vigentes en la legislación argentina ya prohibían, y continuaron haciéndolo, las conductas que integraron el plan sistemático de represión y son aptos para subsumir los hechos y determinar la pena que les cabe a los autores y partícipes en los crímenes contra la humanidad cometidos en nuestro país. En este sentido, cabe destacar que los crímenes cometidos en la E.S.M.A. importaron una multitud de actos ilícitos tales como privaciones de la libertad, torturas, homicidios, robos, extorsiones, apropiación de niños, etc., llevados a cabo en forma sistemática y a gran escala y perpetrados desde el poder estatal, que, naturalmente, estaban abarcados por los tipos penales vigentes dado que afectaron a los bienes jurídicos más esenciales. Esta subsunción en tipos penales locales de ningún modo contraría ni elimina el carácter de crímenes contra la humanidad de las conductas en análisis (cuestión que establece el derecho de gentes a través de normas de ius cogens), ni impide aplicarles las reglas y las consecuencias jurídicas que les cabe por tratarse de crímenes contra el derecho de gentes. Es cierto que los tipos penales vigentes en nuestro país tal vez no captan en toda su dimensión la gravedad de los hechos dado que, en muchos casos, no valoran 80 Ministerio Público Fiscal de la Nación especialmente aquellas circunstancias que hacen que se consideren crímenes contra el derecho de gentes (por ejemplo, el hecho de cometerse a gran escala y de modo sistemático, desde posiciones oficiales, etc.), aunque algunas de esas características pueden estar mencionadas como circunstancias agravantes en nuestra legislación. Sin embargo, esta falta de referencia específica a esas circunstancias en los tipos penales existentes que, según el derecho de gentes, elevan la gravedad de algunas conductas y las convierten en crímenes contra la humanidad, no obsta a que el núcleo de esas conductas sí esté abarcado por diversos tipos penales de nuestra legislación y, en consecuencia, sean aptos para juzgar los hechos y determinar la pena aplicable. En síntesis, las conductas delictivas cometidas en el ámbito de la E.S.M.A. se encontraban prohibidas por la legislación penal argentina vigente al momento de los hechos, así como también se hallan reprimidas por la legislación vigente actualmente en la materia. En consecuencia, dado que no se da un supuesto de ausencia de ley penal al respecto, cabe aplicar esos tipos penales para juzgar estos crímenes, toda vez que ellos permiten concretar su persecución y, en caso de condena, determinar la pena que cabe imponerles a quienes sean hallados culpables. C) LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS DE LESA HUMANIDAD Como consecuencia lógica del proceso de codificación de la prohibición de los crímenes de lesa humanidad y la necesidad de castigar penalmente a sus autores para impedir la perpetuación de la impunidad, en 1968, fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas la “Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad”, mediante la Resolución 2391 (XXIII) del 26 de noviembre de ese año. El artículo I del mencionado tratado expresa que los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad “...son imprescriptibles, cualquiera sea la fecha en que se hayan cometido”. Esto se debe, como señala Paul Ricoeur, a que “[l]a imprescriptibilidad suspende el principio de prescripción, impidiendo que este sea invocado dado que constituye -por sí mismo- un obstáculo al ejercicio de la acción pública (...) el principio de imprescriptibilidad autoriza a perseguir indefinidamente a los autores de estos crímenes horribles (…) Existe una presunción que consiste en que la reprobación de estos crímenes no conoce límite en el tiempo dada su gravedad 81 Ministerio Público Fiscal de la Nación extrema y la perversidad del plan llevado a cabo” (Cfr. Ricoeur, Paul, La mémoire, l'histoire, l'oubli, Éd. du Seuil, París, 2000, pp. 611 y 612). En el Preámbulo de dicha Convención se advierte -con relación a los crímenes de lesa humanidad- que no son oponibles las normas de derecho interno relativas a la prescripción de los delitos ordinarios, en tanto impiden el enjuiciamiento y castigo de sus responsables. Se reconoce, en consecuencia, que resulta necesario y oportuno afirmar el principio de la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de lesa humanidad, asegurando su aplicación universal. Al respecto, recuerda Ferrante que “[d]urante el debate se impuso la posición según la cual el principio de imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de lesa humanidad ya entonces existía en el derecho internacional, por lo que la Convención no podía enunciarlo sino, más bien, afirmarlo” (Sancinetti y Ferrante, ob. cit., pp. 428 y 429). Por ello, además de “afirmar” el principio de la imprescriptibilidad, la Convención compromete a los Estados a adoptar todos los procedimientos constitucionales, legislativos o de otra índole que fueran necesarios para que la prescripción de la acción penal o de la pena no se aplique a los crímenes de lesa humanidad (art. IV). La existencia de una norma consuetudinaria o de un principio general de derecho en cuya virtud los crímenes contra el derecho de gentes deben considerarse imprescriptibles, más allá de la existencia de una obligación convencional para los estados que han suscripto tratados al respecto, surge, además de lo ya expuesto, de un conjunto de resoluciones adoptadas luego de la aprobación de la Convención de 1968 en el marco de la ONU. En ellas, la Asamblea General de la ONU exhortó a los estados miembros a observar los principios afirmados en la “Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad”, incluso cuando no fueran parte en ella. Así, exhortó a los estados “...a cumplir el ‘deber de observar estrictamente’ sus disposiciones y, por último, afirmó que ‘la negativa de un Estado a cooperar con la detención, extradición, enjuiciamiento y castigo de los culpables de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad es contraria a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, así como a las normas de derecho internacional universalmente reconocidas’ (cfr. Asamblea General de las Naciones Unidas, Res. A/24/2583 (XXIV) del 15/12/69, Res. A/25/2712 (XXV) del 15/12/70 y Res A/25/2840 (XXV) del 18/12/71, relativas a la ‘Cuestión del castigo de los 82 Ministerio Público Fiscal de la Nación criminales de guerra y de las personas que hayan cometido crímenes de lesa humanidad’)” (voto del Dr. Bossert, en “Priebke”, JA 1996-I, pp. 331 y ss., consid. 87). De acuerdo a los precedentes señalados, puede afirmarse entonces que ya para la época de la sanción de la Convención sobre imprescriptibilidad de 1968, la imprescriptibilidad de estos delitos ya se había establecido como una norma del derecho internacional general vigente más allá de la existencia de un vínculo contractual que la ratificara. Con posterioridad a esa fecha, la vigencia de la imprescriptibilidad como norma del derecho internacional general se ha consolidado notablemente al ser incluida en forma casi constante en diversos instrumentos internacionales referidos a crímenes contra el derecho de gentes. En consecuencia, la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad debe ser reconocida en nuestro medio en tanto constituye una de las reglas esenciales que el derecho de gentes les adjudica a tales crímenes y, por lo tanto, su aplicación viene impuesta en virtud de que las normas y principios referidos a delitos contra el derecho de gentes forman parte de nuestro ordenamiento jurídico interno conforme lo dispone el artículo 118 de la Constitución Nacional. En otro orden de ideas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sido contundente en su jurisprudencia constante en materia de imprescriptibilidad de las graves violaciones a los derechos humanos. Así, en el Caso Barrios Altos manifestó que “son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos” (Corte IDH, Caso Barrios Altos. Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C No. 75, párr. 41). Por otra parte, en el Caso Bulacio, el Tribunal al referirse al instituto de la prescripción señaló que “de acuerdo con las obligaciones convencionales asumidas por los Estados, ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la prescripción, podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en cuanto a la investigación y sanción de los responsables de las violaciones de los derechos humanos” (Corte IDH, Caso Bulacio, cit., párr. 117). 83 Ministerio Público Fiscal de la Nación En este sentido, Cançado Trindade agrega que “en una etapa de mayor desarrollo de la conciencia humana, y por consiguiente del propio Derecho, resulta indudable que la realización de la justicia se sobrepone a todo y cualquier obstáculo, inclusive los que se desprenden del ejercicio abusivo de reglas o institutos del derecho positivo, haciendo así imprescriptibles los delitos contra los derechos humanos” (Ídem, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 38). Por último, en el Caso Almonacid Arellano y otros, en un contexto similar al aquí analizado, la Corte IDH sostuvo que “el Estado no podrá argüir ninguna ley ni disposición de derecho interno para eximirse de la orden de la Corte de investigar y sancionar penalmente a los responsables de la muerte del señor Almonacid Arellano (…) además, el Estado no podrá argumentar prescripción, irretroactividad de la ley penal, ni el principio ne bis in idem, así como cualquier excluyente similar de responsabilidad, para excusarse de su deber de investigar y sancionar a los responsables” (Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros, cit., párr. 151). Además, manifestó que “por constituir un crimen de lesa humanidad, el delito cometido en contra del señor Almonacid Arellano, además de ser inamnistiable, es imprescriptible (...) los crímenes de lesa humanidad van más allá de lo tolerable por la comunidad internacional y ofenden a la humanidad toda. El daño que tales crímenes ocasionan permanece vigente para la sociedad nacional y para la comunidad internacional, las que exigen la investigación y el castigo de los responsables. En este sentido, “la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad” claramente afirmó que tales ilícitos internacionales ‘son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido’” (Ídem, párr. 152). Dado que Chile no ratificó aún la Convención sobre imprescriptibilidad de 1968, la Corte agregó que “la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad surge como categoría de norma de Derecho Internacional General (ius cogens), que no nace con tal Convención sino que está reconocida en ella. Consecuentemente, Chile no puede dejar de cumplir esta norma imperativa” (Ídem, párr. 153). Por otra parte, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación también reafirma el carácter imprescriptible de este tipo de delitos. 84 Ministerio Público Fiscal de la Nación Así, en el caso “Priebke”, el Tribunal entendió que no puede oponerse la prescripción cuando se trata de delitos de lesa humanidad (considerandos 4º y 5º). Sobre la base de la incorporación de los postulados modernos referidos a crímenes contra el derecho de gentes al derecho interno argentino, sostuvo que los hechos no debían considerarse prescriptos para nuestro país. Este criterio fue reiterado por la Corte en el caso “Arancibia Clavel”, al indicar que, frente a la comisión de esta clase de hechos, el Estado estaba obligado a garantizar el ejercicio de los derechos humanos mediante la investigación y sanción de quienes afecten tales derechos (considerando 35 y 36 del voto de los jueces Zaffaroni y Highton de Nolasco, considerando 23 del voto del juez Petracchi y considerando 67 del voto del juez Maqueda). Finalmente, idéntico fue el criterio que sostuvo en el caso “Simón” (Fallos: 328:2056). Allí, la jueza Argibay manifestó que “en el caso de crímenes contra la humanidad el Estado argentino ha declinado la exclusividad en el interés en la persecución penal para constituirse en el representante del interés de la comunidad mundial, interés que esta misma ha declarado inextinguible” (considerando 16). Por su parte, en su voto el Dr. Boggiano advierte que “la calificación de delitos de lesa humanidad está sujeta a los principios del ius cogens del derecho internacional y no hay prescripción para los delitos de esa laya (Fallos: 318:2148). Este es un principio derivado tanto del derecho internacional consuetudinario cuanto del convencional, la Convención de la Imprescriptibilidad de Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad y la Convención interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. En suma, los delitos de lesa humanidad nunca han sido prescriptibles en el derecho internacional ni en el derecho argentino. En rigor, el derecho internacional consuetudinario ha sido juzgado por esta Corte como integrante del derecho interno argentino (Fallos: 43:321; 176:218; 316:567)” (considerando 40). En idéntico sentido, agregó que “el artículo 118 de la CN incorpora al orden interno las normas imperativas del derecho internacional como integrantes del principio de legalidad, por lo que complementa el principio establecido en el artículo 18 de la CN” (considerando 49). D) SOBRE EL CARÁCTER DE DELITOS DE LESA HUMANIDAD DE LOS HECHOS AQUÍ VENTILADOS Y SU IMPRESCRIPTIBILIDAD 85 Ministerio Público Fiscal de la Nación Los hechos delictivos que les reprocho a los imputados en este requerimiento constituyen crímenes contra la humanidad y, por lo tanto, no son susceptibles de prescribir de acuerdo con los principios del derecho de gentes que nuestro ordenamiento jurídico interno recoge y cuya aplicación al caso se impone. Siguiendo a Cançado Trindade, “estamos ante una violación particularmente grave de múltiples derechos humanos. Entre éstos se encuentran derechos fundamentales inderogables, protegidos tanto por los tratados de derechos humanos como por los de Derecho Internacional Humanitario. Los desarrollos doctrinales más recientes en el presente dominio de protección revelan una tendencia hacia la ‘criminalización’ de violaciones graves de los derechos humanos, como las prácticas de tortura, de ejecuciones sumarias y extra-legales, y de desaparición forzada de personas. Por ende, las prohibiciones de dichas prácticas nos hacen ingresar en la terra nova del jus cogens internacional” (Corte IDH, Caso de la “Panel Banca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998. Serie C No. 37, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade parr. 15). Entiendo que no puede soslayarse el carácter que imprime a estos delitos la categoría de lesa humanidad, atento a que se trata de maniobras delictivas que formaron parte de una secuencia y de una metodología sistemática diagramada por el Estado con finalidad persecutoria y no de simples e independientes hechos violatorios de la propiedad. Es en este aspecto en que resulta indudable que nos encontramos frente a crímenes de lesa humanidad y, en consecuencia, imprescriptibles. En ese orden, como ya dije, la persecución emprendida contra las víctimas comprendió medidas estatales que afectaron simultáneamente los derechos a la vida, integridad personal, libertad personal e igualdad ante la ley de un sinnúmero de ciudadanos argentinos. Se trata de violaciones de parte del Estado argentino a los derechos consagrados en los Arts. I, II, IX y XXV de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de Bogotá 1948, plenamente vigente al momento de la comisión de los hechos. Al respecto, constituye un antecedente jurisprudencial de importancia la sentencia en la “Causa nro. 13”, en la que, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en forma unánime consideró probado que en el territorio nacional se había llevado adelante un plan sistemático de represión, ordenado para luchar contra la “subversión terrorista”, así como que “...las órdenes impartidas dieron lugar a la 86 Ministerio Público Fiscal de la Nación comisión de un gran número de delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidios, fuera de otros cometidos por los subordinados, que pueden considerarse -como los robos producidos- consecuencia del sistema adoptado...” (Fallos: 309:1689, voto del vocal José Severo Caballero). Por su parte, la calificación de los ilícitos perpetrados por el terrorismo de Estado como crímenes de lesa humanidad fue efectuada, en nuestro país, por la Sala I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal el 9 de septiembre de 1999, en el marco de la causa Nº 10.326/96 caratulada “Nicolaides Cristino y otros s/ sustracción de menores”, donde se investiga la existencia de un plan estatal para la sustracción de menores. Por último, en el fallo “Simón” los jueces de la Corte Suprema analizaron en profundidad el carácter de crímenes de lesa humanidad de los delitos aquí examinados. Así, mientras que el Dr. Boggiano sostuvo que “se persigue a Simón por crímenes contra el derecho de gentes” (considerando 38), la jueza Highton de Nolasco advirtió que “los hechos contemplados en las leyes 23.492 y 23.521 eran considerados crímenes contra la humanidad por el derecho internacional de los derechos humanos vinculante para la Argentina, con antelación a su comisión, de lo que se deriva como lógica consecuencia la inexorabilidad de su juzgamiento y su consiguiente imprescriptibilidad” (considerando 32). Finalmente, la jueza Argibay expresó que “el criterio más ajustado al desarrollo y estado actual del derecho internacional es el que caracteriza a un delito como de lesa humanidad cuando las acciones correspondientes han sido cometidas por un agente estatal en ejercicio de una acción o programa gubernamental” (considerando 10). En suma, los delitos contra la humanidad contemplan los homicidios, torturas y privaciones ilegales de la libertad por motivos políticos llevadas a gran escala y de forma sistemática, como los ocurridos en la Argentina. Por lo expuesto, considero que los delitos enrostrados a los imputados respecto de los cuales estoy requiriendo la elevación del proceso a juicio, en tanto crímenes de lesa humanidad o delitos contra el derecho de gentes, integran el derecho interno argentino por imperio del artículo 118 actual de la C.N. (ex art. 102, en la versión constitucional de 1853) y que en dicha calidad son imprescriptibles, respondiendo a todos los caracteres que éstos presentan y que fueron indicados en el primer acápite. E) LA ADECUACIÓN TÍPICA DE LAS CONDUCTAS EXAMINADAS 87 Ministerio Público Fiscal de la Nación Por los fundamentos que brindaré a continuación, entiendo que corresponde calificar los hechos objeto de este requerimiento como constitutivos de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por la condición de funcionarios públicos de los imputados, por haberse cometido con violencia y por haberse prolongado por más de un mes -en algunos casos- (art. 144 bis inc. 1 y último párrafo en función del art. 142 incisos 1 y 5 del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616), imposición de tormentos agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos (art. 144 ter, párrafos 1 y 2 del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616) y homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí o para otro (art. 80 incs. 2°, 6º y 7º del Código Penal de la Nación), todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2 y 55 del Código Penal de la Nación). 1) Las privaciones ilegales de la libertad En cuanto a la privación ilegítima de la libertad de las víctimas de este caso, considero que la figura contenida en el artículo 141 del Código Penal de la Nación constituye la base de una serie de disposiciones en las cuales, como núcleo central, se encuentra el hecho de privar ilegalmente de la libertad personal a otro. Conforme expone Soler, “...el art. 141 se refiere a cualquier privación de la libertad personal. Por esta figura, la persona es entendida en el sentido físico, de manera que la libertad que aquí se toma en consideración es la libertad de movimientos, tanto en el sentido de poder trasladarse libremente de un lugar a otro, libertad de la que se priva a un sujeto mediante el acto de encerramiento, como en el sentido de privar a alguien de la libertad de ir a un determinado lugar del cual el autor no tiene derecho alguno para excluirlo (…) el hecho está tan estrechamente vinculado con el consentimiento que, para constituirse, debe haber existido, cuando menos en algún momento, el disenso positivo (…) la especial característica de este bien jurídico tutelado hace forzoso que este hecho asuma los caracteres del delito permanente. En realidad, el hecho comienza en un momento determinado; pero los momentos posteriores son siempre imputables al mismo título del momento inicial, hasta que cesa la situación creada. La duración larga o breve es indiferente, salvo algunos casos en que el lapso actúa como específica circunstancia de la 88 Ministerio Público Fiscal de la Nación calificación (…) La figura genérica que acabamos de exponer no exige el empleo específico de un medio determinado, o que el autor se proponga un determinado fin, o que la privación de la libertad recaiga sobre determinada persona, o que le cause a ésta algún daño especial distinto de la ofensa misma a la libertad, o que la situación se prolongue más o menos tiempo. Todas estas circunstancias constituyen motivos calificados de agravación, previstos en el artículo 142, en el cual después de repetirse la figura del art. 141 (con la supresión del adverbio “ilegalmente”), se enumeran las circunstancias que elevan la escala penal de uno a cuatro años (…) La primera calificación se produce ‘si el hecho se cometiere con violencia o amenazas’, 142, 1ro.. Es claro el sentido de las dos primeras circunstancias. El concepto de violencia es genérico y, según sabemos, no absorbe en sí más que aquellas lesiones necesariamente presupuestas por la figura, toda vez que generalmente ha de tratarse de violencias sobre el cuerpo de la víctima” (Soler, Sebastián, Derecho Penal Argentino, Tomo IV, Editorial Tea, Buenos Aires, 1992, pp. 35-40). Por otra parte, la detención ilegal prevista en el inciso 1ro. del artículo 144 bis, en cuanto reprime al “funcionario público que, con abuso de sus funciones o sin las formalidades prescriptas por la ley, privase a alguno de su libertad personal”, requiere los principios del tipo básico del artículo 141, dado que el delito consiste en privar a alguien de su libertad personal. Enseña Soler que, según la Comisión de 1891, esta disposición se hace necesaria para “asegurar la garantía declarada por el artículo 18 de la Constitución Nacional, de que nadie puede ser arrestado sino en virtud de una orden escrita de autoridad competente”. La ley reprime el hecho cometido con abuso de funciones. Este abuso puede asumir tanto un aspecto diremos jurisdiccional, como un carácter sustancial. Hay abuso en el primer sentido cuando ordena o dispone la privación de la libertad un funcionario público que no tiene facultades para ello. Pero el hecho de tener facultades genéricas no quiere decir que el funcionario munido de ellas sea dueño de tomar cualquier medida. El hecho de éste puede ser sustancialmente abusivo también, como ocurre cuando un comisario envía al calabozo a un citado no infractor, no detenido en virtud de alguna expresa disposición procesal (testigo). También es ilegal la privación cumplida sin las formalidades prescriptas por la ley. El funcionario genéricamente competente que en el caso concreto no abuse de su función, puede aun incurrir en este delito si no observa las formalidades debidas, por la sencilla razón de que esas formalidades, 89 Ministerio Público Fiscal de la Nación algunas de carácter constitucional, son garantías preestablecidas contra el abuso (orden escrita) (cfr. Soler, Sebastián, ob. cit., pp.50 y 51). Por su parte, Donna expresa que “...todo funcionario tiene señaladas atribuciones y marcada la extensión de las mismas con límites más o menos precisos. Para que sus mandatos sean obedecidos tiene también fuerza a su servicio, pues si careciere de la misma no daría órdenes obligatorias, y sus mandatos no pasarían de ser insinuaciones o consejos. Cuando el funcionario procede dentro de sus facultades, nada hay que observar, pero cuando sin tenerlas procede y aplica los medios que le han sido dados para el ejercicio legítimo, comete el delito que el inciso 1º del artículo 144 bis se refiere. En el segundo caso, la privación de la libertad se produce sin las condiciones establecidas por la ley. En este sentido los códigos de procedimientos establecen las condiciones en que se puede proceder a la detención de una persona, y tanto aquéllos como los diversos reglamentos policiales contienen reglas referentes a este punto. Un funcionario que proceda sin ajustarse a esas normas, que sirven para tutelar la libertad personal frente a la arbitrariedad siempre posible, incurrirá en delito. El tercer caso, se refiere a aquél en que la libertad se ha restringido sin las formalidades requeridas por las leyes. Las leyes de forma contienen disposiciones relativas a los requisitos a emplearse cuando se trata de limitar la libertad individual. Esas formalidades deben cumplirse por el funcionario encargado en cada caso…”. En cuanto al bien jurídico tutelado, el autor explica que “[l]a libertad individual se encuentra garantizada contra procedimientos arbitrarios por la Constitución Nacional, más aún con la incorporación en la Constitución de 1994, en el artículo 75, inciso 22, de los tratados internacionales que protegen las garantías individuales contra cualquier acto funcional o particular vulnerante (…) Vale la pena hacer en este punto una reflexión sobre el abuso de los funcionarios y la libertad del individuo. El poder tiende, normalmente, a sobrepasar los límites legales, y los funcionarios públicos, especialmente en la Argentina, más. La libertad de las personas es lo que el Estado debe garantizar, de modo que si el abuso proviene del propio Estado la cuestión reviste una gravedad que es intolerable para el orden jurídico (…) más aún después de lo ocurrido en la Argentina en el período de la dictadura militar, en donde estos principios fueron sistemáticamente violados. Ahora bien, el concepto de ‘arrestado’, utilizado por el artículo 18 de la Constitución Nacional, debe entenderse como sinónimo de privado de libertad de locomoción y libertad física, abarcando las formas de coerción 90 Ministerio Público Fiscal de la Nación personal previstas en los ordenamientos rituales (códigos de procedimiento penal) y que importan: detención, citación compulsiva, arresto, prisión preventiva e internación. En estos casos, como bien se sabe, la orden de detención debe ser por escrito y ser emitida por el juez. Por eso, cuando se habla de autoridad competente, el término debe referirse, sin duda alguna, al del ‘juez natural’, consagrado también por el artículo 18 de la Constitución Nacional, en consonancia con otras normas de organización del Poder Judicial de la Nación y las provincias (arts. 5°, 75, inc.12 y 118). Por lo expuesto, son los jueces ‘la autoridad competente’ para extender la orden escrita que puede privar de libertad a una persona” (Donna, Edgardo Alberto, Derecho Penal. Parte Especial, Tomo II-A, Editorial RubinzalCulzoni, Buenos Aires, 2001, pp. 170-177). En base a dichas consideraciones doctrinarias y con respecto al encuadre jurídico que cabe atribuir a los hechos delictivos imputados a los encartados, entiendo que la conducta penal desplegada por los acusados es aquélla prevista en el artículo 144 bis, inciso primero del Código Penal de la Nación. Similar calificación, pero en grado de tentativa, corresponde atribuir a la luz de las pruebas colectadas en esta etapa y sin perjuicio de la calificación que en definitiva corresponda, al intento de privación ilegítima de la libertad de María Cristina López de Stenfer y Héctor Osvaldo Polito. Asimismo, entiendo que se deben aplicar las agravantes establecidas en el último párrafo de la misma norma, según ley nro. 14.616, dado que concurre con la agravante contemplada en el inciso 1ro. del artículo 142, toda vez que las privaciones de la libertad se cometieron con violencia. En lo referente a este punto, Núñez explica que el autor usa violencia para cometer la privación de la libertad cuando para hacerlo aplica a la persona de la víctima o despliega amenazadoramente contra ella una energía física o un medio físicamente dañoso o doloroso (cfr. Núñez Ricardo C., Derecho Penal Argentino. Parte Especial, tomo V, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, p. 39). Asimismo, media violencia cuando ésta se aplica sobre el cuerpo de la víctima o sobre terceros que intentan impedir la misma, sea mediante el empleo de energía física o por un medio que pueda equipararse (cfr. Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte Especial, Tomo I, Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 301). En efecto, se encuentra acabadamente probado conforme detallara en los acápites IV y V del presente requerimiento que, para lograr la captura de las víctimas, el grupo operativo perteneciente al grupo de tareas 3.3/2, integrado por los 91 Ministerio Público Fiscal de la Nación encartados, tuvo que ejercer violencia física contra ellas, ya sea cuando las detuvieron en sus domicilios o fueron interceptadas en la vía pública y reducidas por medio de la aplicación de violencia física en forma directa. Es decir, que revistiendo la calidad de funcionarios públicos conforme las previsiones del art. 77 del Código Penal, llevaron a cabo las conductas aquí reprochadas mientras desempeñaban su actividad funcional en el marco operativo del grupo de tareas con asiento en el centro clandestino de detención más paradigmático de la última dictadura militar en la República Argentina. Asimismo, la privación ilegítima de la libertad sufrida por las víctimas, manifiestamente en contra de su voluntad, no obedeció a órdenes emanadas de autoridad competente y fue cometida con abuso en las facultades que los encartados poseían al momento de sucederse los hechos. Como se ha descripto en innumerables oportunidades, era quehacer común del grupo de tareas que funcionaba en la E.S.M.A. desplegar clandestinos operativos para secuestrar personas, interrogarlas bajo tormentos, apoderarse de sus bienes materiales, y en algunos casos hasta de sus propios hijos. La clandestinidad con que los imputados realizaron las capturas, el ocultamiento de la existencia misma de los centros clandestinos de detención, la ausencia de órdenes escritas (o bien su ocultamiento y/o destrucción en caso de haber existido) son claras evidencias no sólo de la ilegalidad de las detenciones y cautiverios, sino de la consciencia de esa ilicitud por parte de todos los responsables de los crímenes objeto de investigación. En este sentido, en la sentencia recaída en la causa nro. 13/84, “Videla, Jorge Rafael y otros”, se sostuvo que “[l]as víctimas eran presos en la terminología legal, toda vez que fueron aprehendidos y encerrados por funcionarios públicos (…) La circunstancia de que esas detenciones no hubiesen sido llevadas a cabo de acuerdo con las prescripciones legales (…) no cambia la categoría de ‘presos’” (C.C.C.F., causa 13/84, “Videla, Jorge Rafael y otros”, resuelta el 9 de diciembre de 1985, considerando 5º). En el mismo sentido los miembros del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de esta ciudad sostuvieron, en la sentencia condenatoria recaída contra Julio Héctor Simón, que “la ilegalidad de la privación de la libertad sufrida por las víctimas de autos surge inequívocamente de las condiciones de su inicio y, aún más, de su desarrollo. En cuanto al primero, fueron realizadas totalmente al margen del orden legal vigente y obedecieron a órdenes emanadas de autoridades 92 Ministerio Público Fiscal de la Nación ilegítimamente constituidas. En definitiva, la situación fue diametralmente opuesta a la normada por el artículo 18 de nuestra Carta Magna en cuanto exige orden escrita de autoridad competente...” (T.O.C.F. nro.5, causas nros. 1056 y 1207, resuelta el 11 de agosto de 2006). Por último, en algunos casos se ha demostrado que la privación de la libertad de las víctimas ha durado más de un mes, por lo que también concurre la agravante contemplada en el inciso 5° del artículo 142. Considero aplicable esta agravante a los casos de: a) las personas que permanecieron recluidas durante un lapso superior al mes, según sus propios testimonios; b) las personas que estuvieron cautivas durante ese tiempo, según declararon sus compañeros de cautiverio, y que actualmente se encuentran en condición de “desaparecidos”, y c) las personas de las que no se conoce el tiempo en que permanecieron en la E.S.M.A. o que, si se conoce, no alcanza al mes, pero que hasta la fecha se encuentran “desaparecidos”. Respecto de esta última categoría de casos, considero que la privación ilegítima de la libertad de la persona debe computarse hasta tanto sus restos mortales sean habidos o se establezca, de acuerdo con los testimonios de las personas con quienes compartieron cautiverio o los dichos de los propios imputados, que efectivamente han fallecido. 2) Los tormentos Cabe ahora realizar algunas consideraciones generales en torno a la calificación legal de las violaciones a la integridad física, psíquica y moral de las víctimas de este caso. Ya la Constitución Nacional en su artículo 18 emplea la palabra "tormentos" al declarar abolidos para siempre la pena de muerte, toda especie de tormentos y azotes. Conforme expone Donna, “lo que se protege, nuevamente, son las garantías que toda persona detenida tiene, que surgen del artículo 18 de la Constitución, en cuanto prohíbe toda especie de tormento y los azotes, y que determina de un modo taxativo el límite de la coerción penal (…) La doctrina es unánime en aceptar que el tipo penal exige dolo directo, ya que es imposible apremiar a un tercero con ninguna otra intención que no sea la de este tipo de dolo (…) Resulta sujeto activo de este delito cualquier funcionario público; lo que se exige del funcionario es que cometa el hecho ilícito en un ‘acto de servicio’, es decir que debe estar en actividad 93 Ministerio Público Fiscal de la Nación funcional al momento de la comisión” (Donna, Edgardo Alberto, ob. cit., pp. 177180). Por su parte, Soler afirma que "[e]n general, es tortura toda inflicción de dolores con el fin de obtener determinadas declaraciones. Cuando esa finalidad existe, como simple elemento subjetivo del hecho, muchas acciones que ordinariamente podrían no ser más que vejaciones y apremios, se transforman en torturas (…) será necesario distinguir lo que es nada más que una vejación o un apremio de lo que constituye tormento, porque las escalas penales son distintas. En esta última hipótesis la calificación estará dada por la intensidad y por la presencia de dolor físico o de dolor moral, pero no fundado ni en la sola condición de detenido –en sí misma penosa- ni en la pura humillación traída necesariamente por toda vejación o todo apremio” (Soler, Sebastián, ob. cit., pp. 54-56). En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado recientemente que “los elementos constitutivos de la tortura son los siguientes: a) un acto intencional; b) que cause severos sufrimientos físicos o mentales, y c) que se cometa con determinado fin o propósito” (Corte IDH, Caso Bueno Alves. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C No. 163, párr. 79). Al respecto, la Corte Europea de Derechos Humanos ha subrayado que “entre los elementos de la noción de tortura del artículo 1º de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, está incluida la intervención de una voluntad deliberadamente dirigida a obtener ciertos fines, como obtener información de una persona, o intimidarla o castigarla” (Corte Europea de Derechos Humanos, Mahmut Kaya v. Turkey, Judgment of 28 March 2000, párr. 117). Asimismo, el magistrado Cançado Trindade advierte que “la práctica de la tortura, en toda su perversión, no se limita a los padecimientos físicos infligidos a la víctima, busca el aniquilamiento de la víctima en su identidad e integridad” (Corte IDH, Caso Tibi, cit., voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 21). Por ello, la tortura no solamente puede ser perpetrada mediante el ejercicio de la violencia física, sino también a través de actos que produzcan en la víctima un sufrimiento físico, psíquico o moral agudo (cfr. Corte IDH, Caso Cantoral Benavides. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69, párr. 100). En este sentido, la Corte IDH ha destacado que someter a una persona a actos de violencia psíquica al ser expuesta a un contexto de angustia y sufrimiento intenso 94 Ministerio Público Fiscal de la Nación de modo intencional al haber sido preparados e infligidos deliberadamente para anular la personalidad y desmoralizar a la víctima, constituye una forma de tortura psicológica, en violación del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (cfr. Corte IDH, Caso Maritza Urrutia, cit., párr. 94). En los casos objeto de análisis en el presente dictamen, se ha acreditado que durante la privación de la libertad que sufrieron las víctimas, fueron sometidas a distintos tipos de maltrato y tormentos psíquicos y físicos para obtener información o simplemente para infligir dolor. Éstos incluyeron: incomunicación arbitraria, el sometimiento a condiciones inhumanas de alojamiento en el ámbito de la E.S.M.A. (específicamente en el sector denominado “capucha”) donde no podían sustraerse de percibir los lamentos o quejas provenientes de las torturas que padecían otros compañeros de cautiverio, algunos de los cuales integraban su grupo de pertenencia. Por lo tanto, considero que las características de la conducta desplegada por los imputados indican que su accionar excedió al previsto en el tipo penal básico de las vejaciones previstas en el art. 144 bis inc. 2 del C.P., debido a la especial violencia que se introdujo en los hechos ilícitos que se les enrostra. Efectivamente, “[e]l empleo de violencias o amenazas, como medio para la comisión del delito, evidencia en quien a ellos acude una más relevante peligrosidad, digna, por lo tanto, de ser reprimida con una mayor pena que la del delito simple” (Molinario, Alfredo J. y Aguirre Obarrio, Eduardo, Los Delitos, Tomo II, Editorial Tea, Buenos Aires, 1996, pp. 58 y 59). De acuerdo a la descripción contenida en la figura legal, que hace referencia simplemente al acto de imponer cualquier especie de tormento, la consumación de este delito resulta independiente de que se obtenga la declaración pretendida y de todo propósito probatorio o procesal que se le pudiera otorgar. El maltrato material o psíquico constituye un tormento cuando es infligido intencionalmente para torturar a la víctima a fin de causarle dolor, o para ejercer venganza o represalias o con cualquier otra finalidad malvada. Además, resulta de especial relevancia para esta causa la afirmación de Fontán Balestra en el sentido de que “[h]abrá, sin duda, casos típicos de tormentos, cuando se haga uso de los llamados genéricamente instrumentos de tortura, entre los que hoy desempeña papel preponderante, por su eficacia y ausencia de rastros, la `picana eléctrica´..." (Fontán Balestra, Carlos, Tratado de Derecho Penal. Parte Especial, Tomo V, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1969, pp. 299 y 300). 95 Ministerio Público Fiscal de la Nación En igual sentido, en la sentencia recaída en la causa nro. 13/84 se determinó que hechos de iguales características a los examinados “...constituyen el delito de imposición de tormentos, previsto en el art. 144 ter primer párrafo, del Código Penal, según texto introducido por la ley 14.616, vigente a la época de comisión de los hechos, por resultar más benigno que el actual, que obedece a la ley 23.077 (artículo 2 ibídem)”. Asimismo, se sostuvo que “[l]a exigencia de que los sufrimientos sean causados con un propósito determinado -obtener información o quebrantar la voluntad- (...) se ve satisfecha, pues ellos fueron llevados a cabo con las finalidades señaladas” (C.C.C.F., causa nro. 13/84, “Videla, Jorge Rafael y otros”, resuelta el 9 de diciembre de 1985, considerando 5º). Por otra parte, cabe poner de resalto que en la E.S.M.A. se aplicó un método inédito de tormento: la “capucha”. Así, luego de obtenida la información urgente en la sesión de “ablande” que incluía el sometimiento a los tormentos señalados precedentemente, los secuestrados eran recluidos en un cubículo de madera que los mantenía absolutamente aislados -sin posibilidad de comunicarse ni mantener ningún tipo de contacto con otras personas, excepto con sus aprehensores-, encapuchados, esposados y engrillados, durante períodos prolongados. En esta situación de “capucha”, las condiciones de higiene eran pésimas, así como también eran paupérrimas las condiciones de ventilación, iluminación, alimentación y alojamiento. Este trato fue descripto a lo largo del presente requerimiento, como sometimiento a “condiciones inhumanas de vida”. Este tormento se realizaba con la finalidad de “ablandar” al detenido, hacerlo “reflexionar”, para luego exigirle que “colaborara”, brindando información o “marcando” a otras personas en expediciones de “rastrillaje” a bordo de automóviles. Como consecuencia de lo señalado, comparto lo sostenido por los Dres. Strassera y Moreno Ocampo en el sentido de que “la condición de ‘capucha’ excedía en mucho el mero depósito del secuestrado y constituía una etapa de vejamen psíquico y físico para obtener mayor cantidad de información, lo que descarta la posible calificación de apremios y vejámenes y conduce sin más a la de tormentos” (M.C. Tarrio y Huarte Petite, “Torturas, detenciones y apremios ilegales”, pp. 96 y 97). 96 Ministerio Público Fiscal de la Nación Sobre este punto en particular, resultan relevantes algunos pronunciamientos del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas. Así, sostuvo que “las celdas de aislamiento de 60 x 80 centímetros, en las que no hay luz ni ventilación y sólo se puede estar en ellas de pie o agachado, constituyen en sí mismas una forma de instrumento de tortura” (cfr. O.N.U., Asamblea General. Informe del Comité contra la Tortura sobre Turquía. Cuadragésimo octavo Período de Sesiones, 1994, A/48/44/Add.1, párr. 52). En otro informe, consideró que el régimen de privación sensorial aplicado sobre presos de un centro de detención en Perú causaba “…sufrimientos continuos e injustificados que constituyen tortura” (cfr. O.N.U., Asamblea General. Investigación del Comité contra la Tortura en relación con el artículo 20: Perú. Quintuagésimo sexto Período de Sesiones, 2001, A/56/44, párr. 186). Por último, destacó que “el régimen de prohibición casi absoluta de comunicarse aplicado sobre presos de un centro de detención causa sufrimientos continuos e injustificados que constituyen tortura” (Ídem). Por último, considero que el trato dispensado a las víctimas de este caso durante su permanencia en la E.S.M.A., que consistió en la permanente violación de su integridad física, psíquica y moral, fue intencionalmente infligido por sus autores como medio central para alcanzar la dominación total de los detenidos. Como afirmaba Hannah Arendt, este fenómeno -característico de los regímenes totalitarios como el argentino durante el período 1976/83- sólo es posible si todas y cada una de las personas pudieran ser reducidas a una identidad nunca cambiante de reacciones y esto sólo se alcanza eliminando su espontaneidad como expresión del comportamiento humano y transformando a la personalidad humana en una simple cosa (cf. Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Alianza, Madrid, 1998, p. 533). Arendt sostenía que la dominación total se consigue matando, en primer lugar, matando a la personalidad jurídica, es decir, colocando a ciertas categorías de personas fuera de la protección de la ley (Ídem, p. 543). En este sentido, el fracaso de los habeas corpus interpuestos por los familiares de las víctimas demuestra que los “desaparecidos” quedaban al margen de la ley y a merced de sus captores. El segundo paso consiste en la eliminación de la persona moral, haciendo imposible el martirio. Al respecto, afirma que “los campos de concentración, tornando en sí misma anónima la muerte (haciendo imposible determinar si un prisionero está muerto o vivo), privaron a la muerte de su significado como final de una vida realizada (...) arrebatando al individuo su propia muerte, demostrando 97 Ministerio Público Fiscal de la Nación que nada le pertenecía y que él no pertenecía a nadie”, a lo que agregó que “el terror totalitario obtuvo su más terrible triunfo cuando logró apartar a la persona moral del escape individualista y hacer que las decisiones de conciencia fueran absolutamente discutibles y equívocas. Cuando un hombre se enfrenta con la alternativa de traicionar y de matar así a sus amigos o de enviar a la muerte a su mujer y a sus hijos, de los que es responsable en cualquier sentido; cuando incluso el suicidio significaría la muerte inmediata de su propia familia, ¿cómo puede decidir?” (Ídem, 549). Los hechos del presente caso son una acabada muestra de cómo la dictadura militar, en general, y la Armada Argentina, particularmente en los diferentes Centros Clandestinos de Detención que manejaba, sometieron a los detenidosdesaparecidos a este proceso de pérdida de su persona moral, siendo la ESMA su máxima expresión. Finalmente, como señalara la autora citada “una vez que ha sido muerta la persona moral, lo único que todavía impide a los hombres convertirse en cadáveres vivos es la diferenciación del individuo, su identidad única” (Ibídem). Los métodos para tratar con esta unicidad son numerosos, algunos de los cuales fueron bien descritos por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de esta ciudad, al condenar a Julio Héctor Simón: “[s]e ha logrado determinar a través de los trabajos realizados por el antes citado organismo [la CONADEP], el proceso judicial que implicó el juzgamiento de los Comandantes Militares, conocido popularmente como el ‘Juicio a las Juntas’ y las causas judiciales que se instruyeron para la investigación y juzgamiento de hechos como el que nos ocupa entre las que destaca la sentencia dictada en la causa nro. 44, ‘Camps’, por el pleno de la Excma. Cámara del fuero-, que la ‘desaparición’ comenzaba con el secuestro de una persona y su ingreso a un centro clandestino de detención mediante la supresión de todo nexo con el exterior; el secuestrado llegaba al centro encapuchado o ‘tabicado’ situación en la que generalmente padecía todo el tiempo que estuviera alojado en el centro de que se trate, así la víctima podía ser agredida en cualquier momento sin posibilidad alguna de defenderse; se utilizaron números de identificación que eran asignados a cada prisionero al ingreso al campo. A su vez, se les ordenaba, ni bien ingresaban, que recordasen esa numeración porque con ella serían llamados de ahí en adelante, sea para hacer uso del baño, para ser torturados o para trasladarlos; la alimentación que se les daba era, además de escasa y de mala calidad, provista en forma irregular, lo que provocaba un 98 Ministerio Público Fiscal de la Nación creciente desmejoramiento físico en los mismos; la precariedad e indigencia sanitarias contribuían también a que la salud de los detenidos se deteriore aún más, lo cual debe ser considerado junto con la falta de higiene existente en los centros y la imposibilidad de asearse adecuadamente” (T.O.C.F. nro. 5, causas nros. 1056 y 1207, resuelta el 11 de agosto de 2006). Como se desprende de la declaración de aquellas personas que lograron salir vivas de su cautiverio en la E.S.M.A., el mecanismo descripto también fue utilizado con especial saña en este campo de concentración. Por ende, al someter a una persona a este tipo de trato, la destrucción de la individualidad casi siempre es exitosa y el ideal de dominación totalitaria queda logrado. En síntesis, concuerdo con lo señalado por el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3 al momento de dictar el procesamiento de los imputados en la causa nro. 14.216/03, en el sentido de que “[las] técnicas o procedimientos que rodeaban el cautiverio, deben ser analizados en su sumatoria y como tal, generaron un cuadro de padecimiento extremo en los cautivos (...). Por ende, al tiempo de valorar las condiciones de detención de todas y cada una de las víctimas aquí mencionadas, hay que tener en cuenta los efectos acumulativos de estas condiciones y los efectos que generan en una persona la combinación y sumatoria de las diversas modalidades de maltrato y degradación humana. En definitiva, todo el conjunto abyecto de condiciones de vida y muerte a que se sometiera a los cautivos, si son analizados desde sus objetivos, efectos, grado de crueldad, sistematicidad y conjunto, han confluido a generar el delito de imposición de tormentos de una manera central, al menos conjunta con la figura de la detención ilegal, y de ningún modo accesoria o tangencial a ésta” (Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3, Causa nro. 14.216/03 caratulada "Suárez Mason y otros s/privación ilegal de la libertad", auto de procesamiento de 20 de octubre de 2005). En particular, la dinámica del Grupo de Tareas 3.3/2 se basó en el pseudo estudio de los secuestrados para advertir quiénes podrían ser incorporados a un supuesto “proceso de recuperación”, en consonancia con las aspiraciones políticas del Almirante Massera. En tal contexto, se seleccionaban secuestrados para realizar trabajos a favor de los integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2, teniendo en cuenta las habilidades y capacidades personales de cada uno. Esas tareas debían ser realizadas por los detenidos en forma compulsiva, sin recibir ninguna remuneración a cambio, 99 Ministerio Público Fiscal de la Nación incluso con los grilletes puestos. En algunos casos consistían en tareas de mantenimiento (de reparación de objetos, limpieza, construcción, etc.) o administrativas (orden de archivos, transcripciones, etc.), mientras que en otros fueron trabajos de investigación sobre la difusión de las noticias nacionales en el exterior o preparación de material para favorecer la propaganda de las Juntas Militares en el exterior. En cualquier caso, los secuestrados debían realizar tales trabajos simulando algún consenso para evitar ser incluidos en los “traslados” (vuelos de la muerte) semanales. Resulta evidente el deterioro psíquico que generó tal proceder en las personas, ya que no sólo se las obligaba a realizar trabajo esclavo sino que las tareas favorecían a sus captores y al sistema represivo instaurado en el centro clandestino de detención, pese a lo cual debían aparentar cierto contento o, por lo menos, neutralidad con tal inhumana imposición. En consecuencia, considero que los trabajos no remunerados impuestos a los secuestrados fueron otro modo de tormento psíquico implementado en su contra, que agravó las condiciones de vida dentro del campo de exterminio que funcionó en la E.S.M.A., lo que cual debe ser especialmente valorado al momento de resolver, en definitiva, sobre esta cuestión. En otro orden de ideas, debo destacar que se encuentra acreditado prima facie que la persecución iniciada contra las víctimas de este caso -y que culminó con su posterior detención, tortura y, en algunas ocasiones, su eliminación físicafue concebida en razón del signo político elegido por éstas. Efectivamente, “[p]erseguido político no es sólo el imputado de un delito por causa política, sino también el individuo arrestado o detenido por motivo político, como es el de ser opositor al régimen establecido o a las personas que ejercen el gobierno” (Núñez, Ricardo C., ob. cit., p. 57). En consecuencia, entiendo que las violaciones a la integridad física, psíquica y moral de las víctimas enumeradas en la presente requisitoria, encuadran en el supuesto de agravación de la pena previsto en el art. 144 ter, párrafos 1 y 2 del Código Penal de la Nación, según texto introducido por la ley 14.616, vigente a la época de comisión de los hechos, por resultar la ley penal más benigna. 3) Los homicidios 100 Ministerio Público Fiscal de la Nación Respecto al destino final de las víctimas María Cristina López de Stenfer y Héctor Osvaldo Polito, entiendo que se desprende de los testimonios recabados a lo largo de la instrucción de la causa que su deceso se produjo como consecuencia de las heridas que les provocaron los integrantes del G.T. 3.3/2 al capturarlos o en base a una decisión posterior adoptada por sus integrantes. En virtud del relato de estos casos realizado a lo largo del presente dictamen, considero que estas conductas deben ser valoradas como homicidios, con las agravantes previstas en el artículo 80 del Código Penal. El tipo objetivo del delito de homicidio está constituido por la acción de matar y la muerte de una persona. Por su parte, tratándose en este caso de una figura dolosa, y en estricta referencia al aspecto subjetivo del tipo penal sujeto a análisis, es dable señalar que el mismo contiene dentro de su denominación dos facetas: una cognoscitiva -atinente al conocimiento de la totalidad de los elementos del tipo objetivo que indefectiblemente debe poseer el autor- y otra volitiva -consistente en la finalidad típica, en la voluntad de llevar adelante la acción lesiva-. En el presente caso, los imputados conocían cuál iba a ser el destino final de sus víctimas dado que sus muertes eran eslabones en el plan sistemático de violaciones de los derechos humanos que los miembros del G.T. 3.3/2 llevaron adelante con total convencimiento y libertad. Es más, de la decisión de eliminar a personas que estaban detenidas en la E.S.M.A. participaban varios de los imputados tal como se indicará en el acápite de la autoría. Por otra parte, el plan de los integrantes del grupo operativo -concebido y diagramado en el Sector de Inteligencia de la E.S.M.A.- preveía la posibilidad de matar a las personas que iban a ser secuestradas, si las circunstancias así lo demandaban, lo que finalmente ocurrió. Por otra parte, la circunstancia de que no se hayan identificado los cuerpos de las víctimas de este caso no impide aseverar que se encuentran muertas. Al respecto, resulta muy relevante lo afirmado por la Corte Interamericana en el Caso Castillo Paez cuando consideró demostrada la violación del artículo 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que protege el derecho a la vida, ya que el señor Castillo Páez había sido detenido arbitrariamente por agentes de la Policía del Perú; dicha detención fue negada por las mismas autoridades, las cuales, por el contrario, lo ocultaron para que no fuese localizado, y desde entonces se desconoce su paradero por lo que concluyó que, “debido al tiempo transcurrido desde el 21 de octubre de 1990 a la fecha, la víctima ha sido privada de la vida. Este Tribunal ha 101 Ministerio Público Fiscal de la Nación señalado en fallos anteriores, que con la desaparición de personas se violan varios derechos establecidos en la Convención, entre ellos el de la vida, cuando hubiese transcurrido, como en este caso, un período de varios años sin que se conozca el paradero de la víctima” (Corte I.D.H., Caso Neira Alegría y otros, Sentencia de 19 de enero de 1995. Serie C No. 20, párr. 76; Caso Caballero Delgado y Santana, Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C No. 22, párr. 56 y Caso Blake, Excepciones Preliminares, Sentencia de 2 de julio de 1996. Serie C No. 27, párr. 39, el destacado me pertenece). El Tribunal entendió que “no puede admitirse el argumento del Estado en el sentido de que la situación misma de la indeterminación del paradero de una persona, no implica que hubiese sido privada de su vida, ya que ‘faltaría... el cuerpo del delito’, como lo exige, según él, la doctrina penal contemporánea. Es inaceptable este razonamiento puesto que bastaría que los autores de una desaparición forzada ocultasen o destruyesen el cadáver de la víctima, lo que es frecuente en estos casos, para que se produjera la impunidad absoluta de los infractores, quienes en estas situaciones pretenden borrar toda huella de la desaparición” (Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Sentencia de 3 de noviembre de 1997. Serie C No. 34, párrs. 71-73). En similar sentido se expidió la Corte Europea de Derechos Humanos, en el caso Orhan v. Turkey, en tanto consideró que las muertes presuntas de Selim, Hasan y Cezayir Orhan (hermanos e hijo del demandante, respectivamente) implicaban una violación al derecho a la vida consagrado en el art. 2 de la Convención Europea sobre Derechos Humanos, al igual que las investigaciones deficientes acerca de la detención y desaparición de esas víctimas. En ese caso, los tres Orhan habían sido vistos por última vez cuando soldados turcos los llevaban bajo custodia en la ciudad de Deveboyu (Adrok) (al sudeste de Turquía), el 25 de mayo de 1994. Así, la Corte Europea consideró que, como no se había obtenido ninguna información acerca de los Orhan durante casi ocho años, debía presumirse la muerte de esas personas acaecida luego de una detención clandestina prespetrada por las fuerzas de seguridad turcas. Por ello, determinó que la responsabilidad por sus muertes era atribuible al gobierno turco, en tanto la detención de los Orhan no había sido asentada en los correspondientes registros, como tampoco existió información oficial sobre el destino de estas personas, lo cual implicó una deficiencia gravísima, dado que imposibilitó establecer la vinculación de los implicados en un delito y 102 Ministerio Público Fiscal de la Nación cubrir su responsabilidad sobre el destino de los detenidos (Corte EDH, Orhan v. Turkey, nro. 10, Application 25.656/94, Judgment, 18 de junio de 2002). Por ende, entiendo que los homicidios descriptos en el presente requerimiento deben encuadrarse en dicha figura legal, pese a que en alguno de esos casos hasta la fecha no hayan podido ser identificados los restos mortales de las víctimas. Por otra parte, considero que en el presente caso concurren las siguientes circunstancias agravantes de la conducta realizada por los encartados. En primer lugar, el inciso séptimo del artículo 80 del C.P. comprende los casos en que se matare a una persona para “...procurar la impunidad para sí o para otros...”. Como destaca Donna, para que se aplique la agravante “es necesario que antes del homicidio se haya cometido o intentado otro delito” (Donna, Edgardo Alberto, ob. cit., p. 111). Asimismo, “es imprescindible que exista una conexión ideológica entre ambos delitos, debiendo la mentada conexidad ser acreditada fehacientemente” (Ídem, p. 113). Por otra parte, la agravante comprende toda procuración de impunidad, respecto de cualquier sujeto, con referencia a delitos en que el homicida no haya participado, incluidos, por supuesto, aquéllos en los que efectivamente él haya participado (cfr. Creus, Carlos, ob. cit., p. 33). De este modo, considero que las características de los hechos aquí imputados refleja la intención de los integrantes del G.T. 3.3/2 de eliminar todos aquellos posibles rastros susceptibles de dar cuenta de la existencia del centro clandestino de detención que funcionaba en la E.S.M.A., lo que incluía no sólo la modificación edilicia del edificio sino también la desaparición de los cuerpos de los detenidos, finalidad principal de “los vuelos de la muerte” y de los denominados “asaditos”. En segundo lugar, el inciso sexto del artículo 80 del C.P. alcanza los casos de concurso premeditado de dos o más personas para cometer el homicidio. La agravante responde a las menores posibilidades de defensa de la víctima ante la actividad de varios agentes. En ese sentido, supone que han concurrido dos o más personas, realizando actos materiales que constituyan o no ejecución de violencia sobre la víctima, aun por medio de actos de carácter moral. Asimismo, el aspecto subjetivo de la agravante requiere que los agentes se hayan puesto de acuerdo para matar en concurso, o sea de un modo previamente determinado (dirección, aliento) (cfr. Creus, Carlos, ob. cit., pp. 24 y 25) 103 Ministerio Público Fiscal de la Nación Dado el funcionamiento del G.T. 3.3/2 descripto en este dictamen, considero que se encuentra probado que los imputados se pusieron de acuerdo previamente para cometer los homicidios de las víctimas de este caso. Por último, el inciso segundo del artículo 80 del C.P. se refiere a los casos en que el homicidio tenga lugar con ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso. El Código Penal Español de 1822, antecedente de nuestro Código Penal, refería que “…el homicidio alevoso es el que se comete a traición y sobre seguro, ya sorprendiendo descuidada, dormida, indefensa o desapercibida a la persona, ya llevándola con engaño o perfidia, o privándola antes de la razón, de las fuerzas, de las armas, o de cualquier otro auxilio, para facilitar el asesinato, ya empeñándola en una riña o pelea provocada con ventaja conocida, o ya usando de cualquier otro artificio para cometer el delito con seguridad o sin riesgo para el agresor o para quitar la defensa al acometido…” (cfr. Molinario, Alfredo J. y Aguirre Obarrio, Eduardo, ob. cit., Tomo 1, p. 141). Con relación a esta agravante, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en el marco de la causa nro. 13/84, expresó que “[l]os homicidios deben considerarse como alevosos tomando en cuenta un doble aspecto: objetivo, el primero, al verificar que la víctima estuvo en estado de total indefensión; el otro, subjetivo, atendiendo a la acción preordenada de matar sin que el ejecutor corriera riesgo en su persona...” (Considerando 4). En igual sentido, Creus sostiene que el requisito objetivo de la agravante consiste en que la víctima se encuentre en situación de indefensión que le impida oponer resistencia que se transforme en un riesgo para el agente. Asimismo, es necesario que se reúna un requisito subjetivo: que el autor quiera obrar sobre seguro, esto es, obrar sin el riesgo que puede implicar la reacción de la víctima o de terceros dirigida a oponerse a su acción (cfr. Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte Especial, Tomo I, séptima edición, Astrea, Buenos Aires, 2007, pp. 20 y 21). En cuanto al tipo objetivo, en el presente caso el estado de indefensión de las víctimas fue provocado por los autores de los homicidios, que superaban en número y medios de defensa y ataque a sus víctimas. En efecto, algunos de tales homicidios se cometieron en relación con personas privadas ilegítimamente de su libertad y luego de haber sido sometidas a diversos tormentos, por lo que, estaban supeditadas al designio de los represores e impedidas de defenderse. Las condiciones inhumanas de detención en que se encontraban algunas víctimas -en cuya creación y 104 Ministerio Público Fiscal de la Nación mantenimiento participaron todos los aquí imputados- indefectiblemente disminuyó o eliminó la capacidad defensiva de ésta. En función de ello, el estado de indefensión de la víctima como condición objetiva de la alevosía surge a toda luz evidente. Sin embargo, la nuda existencia de los elementos objetivos que describen el tipo penal no es razón suficiente para dar por configurada la circunstancia normada en el inciso 2° del artículo 80 del C.P., por resultar condición fatal para su aplicabilidad la presencia, además, de un determinado animus en cabeza del agente, que constituye justamente el elemento subjetivo de la tipicidad. Señala Soler que “para la alevosía es esencial la procura de una ausencia de riesgo para el ofensor que provenga de la defensa que el ofendido pudiera oponer” (Soler, Sebastián, ob. cit., tomo III, p. 28). En concordancia con esta inteligencia, la Excma. Cámara de Casación Penal ha sostenido que “[l]a norma de nuestro código exige la presencia de un elemento subjetivo a los efectos de la calificación del homicidio, para lo cual es necesario que el delincuente haya buscado su concurrencia, la haya conocido y haya procedido en vista de la misma (...) Esta vinculación subjetiva muestra que debe existir por parte del sujeto cierta deliberación, preordenación, preparación, maquinación, pensado aprovechamiento o premeditación” (C.N.C.P., Sala III in re: “Tabárez, Roberto G. s/recurso de casación”, reg. 316.98.3, rta. el 6/08/98). Se trata de circunstancias que, a la par de haber sido maquinadas por los perpetradores, posteriormente también fueron aprovechadas por ellos mismos, de lo cual resulta evidente que, una vez provocado ese estado de indefensión, el accionar de ellos fue realizado de manera consecuente con dicho conocimiento. En el caso aquí analizado, los integrantes del G.T. 3.3/2 se aprovecharon del estado de indefensión de la víctima para cometer su homicidio sin peligro alguno, por lo que se encuentra reunido el elemento subjetivo de la tipicidad. Por los motivos expuestos, entiendo que los testimonios de los testigos presenciales de la muerte de dichas víctimas son suficientes para acreditar tales decesos, y en consecuencia corresponde aplicar al caso el tipo penal del homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí (art. 80 incs. 2º, 6º y 7º del Código Penal de la Nación). 4) Concurrencia de delitos 105 Ministerio Público Fiscal de la Nación En la presente causa, hay una pluralidad de conductas que concurren en una misma valoración judicial del caso. La verificación de acciones independientemente ejecutadas imponen evaluar su contenido de disvalor, de acuerdo a los injustos previstos en los tipos penales mencionados, sin superposición alguna, lo cual habilita la introducción de la herramienta dogmática del art. 55 del Código Penal. Es por ello que las conductas tipificadas anteriormente concurren materialmente entre sí, en cada caso. VI.- AUTORÍA Y RESPONSABILIDAD A) Consideraciones generales Antes de enunciar el grado de responsabilidad que por los hechos investigados cabe atribuir a los imputados, resulta fundamental realizar algunas consideraciones generales en torno a sus respectivas intervenciones delictivas en los hechos ilícitos traídos a estudio. En primer lugar, se encuentra probado que los acusados participaron en los hechos aquí examinados con libertad y discernimiento, en tanto, si bien pudieron negarse a realizar los actos delictivos solicitados persistieron en su comisión. A su vez, no existió ninguna imposición coactiva por parte de los mandos superiores de la Armada, y los encartados no actuaron con error sobre la antijuridicidad de las conductas encomendadas, las que se realizaban guardando el más absoluto hermetismo y negando ante autoridades y familiares toda información relacionada con el paradero y posterior destino de los secuestrados y desaparecidos. Estuvieron dispuestos en todo momento a realizar voluntariamente las acciones delictivas, a ejecutar cualquier orden, por aberrante que fuera, sin oponer reparo alguno y sin titubear ante la grave dimensión de los hechos. Precisamente, tal ilícito proceder reprocho a los encartados en el presente requerimiento. Asimismo, resulta conveniente señalar que la presente acusación se ocupa de sólo una parte de los hechos que ocurrieron dentro del ámbito de la Escuela de Mecánica de la Armada, los cuales deben entenderse dentro del contexto general descripto en el acápite III del presente dictamen. En este sentido, es preciso tener en cuenta que el plan clandestino de lucha contra los entonces denominados “elementos subversivos” demandó la utilización 106 Ministerio Público Fiscal de la Nación de la estructura jerárquica existente en la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí, se organizaron “grupos de tareas” para la ejecución de las denominadas “órdenes de batalla”, con el apoyo constante del Servicio de Inteligencia Naval. Los hechos que constituyen el objeto de esta acusación se cometieron a través de la utilización de la estructura militar y siguiendo las órdenes impartidas por los Comandantes de las Juntas, transmitidas por quienes se desempeñaron en la respectiva cadena de comando y ejecutadas generalmente por quienes contaban con menos jerarquía dentro del escalafón militar, organizados en grupos operativos que cumplían diferentes funciones de manera rotativa y de acuerdo a un plan de “división de trabajo”. No debe olvidarse que el principal objetivo de las Fuerzas Armadas que tomaron el poder político el 24 de marzo de 1976 consistió en imponer el terror generalizado a través de la tortura masiva y la eliminación física o desaparición forzada de miles de personas que se opusieron a las doctrinas emanadas de la cúpula militar (cfr. “Plan General del Ejército”, el “Plan de Seguridad Nacional” y la “Orden Secreta” de febrero de 1976, así como los Reglamentos ya existentes y otros dictados en su consecuencia, que evidencian el funcionamiento concreto de tal estructura represiva). Asimismo, en la causa nro. 13/84 quedó debidamente acreditado que los Comandantes en Jefe de la Armada Emilio Eduardo Massera y Armando Lambruschini ordenaron un modo de combatir al terrorismo consistente en: aprehender sospechosos; mantenerlos clandestinamente en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida; someterlos a tormentos para obtener información y luego ponerlos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional o, en su gran mayoría, eliminarlos físicamente. De esta forma, se empleó la organización militar para cometer un sinnúmero de delitos, poniéndose en marcha una maquinaria clandestina de represión que actuaba al margen de la ley, mediante la cual los sujetos que ocupaban las más altas jerarquías cometían crímenes sin tener que supeditar su realización a la decisión autónoma del eventual ejecutor, que a su vez actuaba con libertad y responsabilidad, pues no se encontraba coaccionado ni engañado. Considero que a los efectos de determinar la responsabilidad de los encartados, en primer lugar, debe tenerse en cuenta lo dispuesto en la Ley nro. 16.970 (Ley de Defensa Nacional), sancionada y promulgada el 6 de octubre de 1966 y vigente al momento de los hechos, donde se determinaba quiénes eran los 107 Ministerio Público Fiscal de la Nación responsables de establecer las políticas y estrategias directamente vinculadas con la Seguridad Nacional, formular planes nacionales de corto, mediano y largo plazo e impartir las directivas a las que debían ajustarse todos los sectores de la comunidad nacional en lo relativo a la acción para la seguridad (artículo 8, incs. a, c, d y e). En este sentido, disponía que el Presidente de la Nación -en su carácter de Jefe Supremo de la Nación y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas- era la máxima responsabilidad en la dirección superior de la defensa nacional y que el Consejo Nacional de Seguridad (CO.NA.SE.) y su Secretaría, el Comité Militar (C.M.) y la Central Nacional de Inteligencia (C.N.I.) dependían de él en forma directa e inmediata (artículos 9 y 11). A los fines de este requerimiento, resulta relevante advertir que el Comité Militar, presidido por el Presidente de la Nación, estaba integrado por el Ministro de Defensa y la Junta de Comandantes en Jefe, formada por los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, y su competencia comprendía: a) Planear la estrategia militar y la conducción estratégica de las operaciones militares; b) Asignar responsabilidades operativas y logísticas a cada fuerza armada, de acuerdo con la planificación estratégica; c) Establecer comandos conjuntos y específicos y d) Formular la doctrina conjunta de las Fuerzas Armadas, y las políticas para el adiestramiento conjunto (artículos 19 y 20). Por ende, toda vez que el esquema de poder descripto en la Ley de Defensa Nacional se mantuvo hasta iniciada la presidencia de facto de Reynaldo Benito Bignone -disolviéndose en ese entonces la Junta de Comandantes en Jefe- no puede quedar duda de que los Comandantes en Jefe de cada una de las Fuerzas Armadas, el Presidente de la Nación -designado por la Junta Militar- y el Ministro de Defensa fueron los encargados de llevar a cabo las funciones mencionadas en el párrafo anterior, teniendo en todo momento el poder de decisión y control sobre el modo, tiempo, lugar y personas que intervendrían en las operaciones militares destinadas a “aniquilar a la subversión”, lo que los convierte en los máximos responsables de los delitos cometidos durante el terrorismo de estado. El cargo de Comandante en Jefe de la Armada durante la última dictadura militar fue ocupado sucesivamente por Emilio Eduardo Massera (18/12/7515/09/78), Armando Lambruschini (15/09/78-11/09/81), Jorge Isaac Anaya (11/09/81-01/10/82) y Rubén Oscar Franco (01/10/82-01/2/84). Por su parte, como Comandante en Jefe del Ejército se desempeñaron Jorge Rafael Videla (18/12/75-01/08/78), Roberto Eduardo Viola (01/08/78-28/12/79), 108 Ministerio Público Fiscal de la Nación Leopoldo Fortunato Galtieri (28/12/79-17/06/82) y Cristino Nicolaides (18/06/82 hasta diciembre de 1983), mientras que Orlando Ramón Agosti (18/12/7525/01/79), Omar Rubens Graffigna (25/01/79-17/12/81), Basilio Lami Dozo (17/12/81-17/08/82) y Augusto J. Hughes (17/08/82 hasta diciembre de 1983) fueron los Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea. Asimismo, la Presidencia de la Nación de facto fue ocupada por Jorge Rafael Videla (29/03/76-29/03/81), Roberto Eduardo Viola (29/03/81-11/12/81), Carlos Alberto Lacoste (11/12/81-22/12/81), Leopoldo Fortunato Galtieri (22/12/81-17/06/82) y Reynaldo Benito Bignone (01/07/82 - 10/12/83). Finalmente, el cargo de Ministro de Defensa Nacional -hasta 1981- y Ministro de Defensa -con posterioridad- fue ocupado por el brigadier José María Klix (29/03/76-06/11/78), el contralmirante David Horacio de la Riva (06/11/7829/03/81), el contralmirante Norberto M. Couto (29/03/81-12/12/81), Amadeo Ricardo Frúgoli (22/12/81-17/06/82) y Julio J. Martínez Vivot (01/07/82-10/12/83). En otro orden de ideas, la Ley de Defensa Nacional creaba como organismo de trabajo del Comité Militar, un Estado Mayor Conjunto integrado por personal de las tres Fuerzas Armadas que dependía de la Junta de Comandantes en Jefe. Además, disponía que el Jefe del Estado Mayor Conjunto se desempeñaba como Secretario en las reuniones del Comité Militar (artículos 21 y 23). Similar función le atribuía al Jefe del Estado Mayor Conjunto el Reglamento para el funcionamiento de la Junta Militar, el Poder Ejecutivo Nacional y la Comisión de Asesoramiento Legislativo, cuyo artículo 1.3.4 establecía que “el cargo de Secretario de la Junta Militar será ejercido por el Jefe del Estado Mayor Conjunto”. En el cargo de Jefe del Estado Mayor Conjunto se desempeñó, entre otros, Julio A. Torti (17/12/76-19/12/77). Al igual que ocurría dentro de cada una de las fuerzas, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas estaba integrado por un Jefe de Operaciones, un Jefe de Inteligencia y un Jefe de Logística, encargados de brindar asesoramiento al Jefe del EMC y, por ende, también responsables de la redacción de los planes y directivas a las que debían ajustarse todos los sectores de la comunidad nacional en lo relativo a la acción para la seguridad, elaborados entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. En cuanto a la obtención de información e inteligencia necesarias para el planeamiento de la estrategia militar y de la conducción estratégica de las 109 Ministerio Público Fiscal de la Nación operaciones militares, se establecía que el Estado Mayor Conjunto fuera asistido por los servicios de inteligencia de las tres Fuerzas Armadas (artículo 24). Al mismo tiempo, el Jefe del EMC también recibía información en lo concerniente a la seguridad nacional de la Central Nacional de Inteligencia. Entre las funciones de dicho organismo se encontraba realizar y centralizar las actividades de inteligencia necesarias para el planeamiento de la política y estrategia nacional inherentes a la seguridad nacional, formular la doctrina nacional de inteligencia y mantener enlace técnico funcional con los organismos de inteligencia e información de los comandos en jefe (artículo 25). Lo señalado es conteste con lo afirmado en el “Informe Rattenbach” emitido el 2 de diciembre de 1982 por la Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades políticas y estratégicas militares en el Conflicto del Atlántico Sur. Allí se afirmó que “la producción de la inteligencia (…) es responsabilidad de los organismos de inteligencia de cada una de las Fuerzas Armadas y del Estado Mayor Conjunto quienes, por otra parte, integran la CNI” y que el Jefe del Estado Mayor Conjunto es el Secretario del Comité Militar y el titular del máximo organismo de nivel conjunto de las FF.AA. (párrs. 717 y 813). En otro orden de ideas, para determinar la responsabilidad de cada uno de los imputados por los hechos que aquí se investigan, también es necesario tener en cuenta lo dispuesto en el Plan de Capacidades (PLACINTARA), C.O.N. nro. 1/75 “S” contribuyente a la Directiva Antisubversiva COAR nro. 1/75 “S”, que modificó la estructura jerárquica y funcional de la Armada Argentina. En este sentido, el máximo responsable de la fuerza continuaba siendo el Comandante en Jefe de la Armada que formaba un Estado Mayor cuyo Jefe establecía relaciones funcionales con los distintos Comandos, que dependían jerárquicamente del Comandante en Jefe de la Armada. Las fechas de actuación consideradas en el presente requerimiento han sido reconstruidas y consignadas a partir de la compulsa de los legajos personales de servicios de las personas que a continuación se nombrarán, y de diversas actuaciones, declaraciones e informes glosados en autos, sin perjuicio de las imprecisiones que puedan surgir de su cotejo. En el cargo de Jefe del E.M.G.A. se desempeñaron Armando Lambruschini (26/12/73-15/09/78), Antonio Vañek (22/09/78-05/02/80), Jorge Isaac Anaya (18/02/80-11/09/81) y Alberto Gabriel Vigo (14/09/81-20/09/82), sin perjuicio de 110 Ministerio Público Fiscal de la Nación que este último continuó desempeñando el cargo anterior de Comandante de Operaciones Navales. Uno de estos Comandos, el Tercero, era el de Operaciones Navales. Del Comandante de Operaciones Navales, dependían jerárquicamente todas las Fuerzas de Tareas. El nombrado estaba encargado de formar un Estado Mayor, cuyo Jefe establecía relaciones funcionales con los distintos Comandantes de las Fuerzas de Tareas. En el cargo de Jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales se desempeñaron Manuel García Tallada (14/04/76-04/01/77), Rubén Oscar Franco (19/07/77-20/01/78), Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro (20/01/78-30/01/79) y Rodolfo Antonio Remotti (26/02/79-14/02/80). Por su parte, en el cargo de Comandante de Operaciones Navales se desempeñaron Luis Mendía (30/01/75-04/01/77), Antonio Vañek (04/01/7722/09/78), Julio A. Torti (22/09/78-05/02/80), Pedro Santamaría (05/02/8022/12/80), Alberto Gabriel Vigo (26/12/80-14/09/81), Juan José Lombardo (14/12/81-27/09/82) y Rodolfo Antonio Remotti (desde el 27/09/82). De las once Fuerzas de Tareas existentes, las más importantes con relación a los hechos que aquí se investigan fueron la Fuerza de Tareas 3 (Agrupación Buenos Aires) y la Fuerza de Tareas 4 (Prefectura Nacional Naval). El Comandante de la Fuerza de Tareas 3, que a la vez era el Jefe de Operaciones del E.M.G.A., como ya señalé dependía jerárquicamente del Comandante de Operaciones Navales. En dicho cargo, se desempeñaron Oscar Antonio Montes (20/01/76-30/05/77), Manuel García Tallada (30/05/77-19/12/77), Julio Antonio Torti (19/12/77-21/09/78), José Néstor Estévez (figura “A.C.” en el informe de fs. 1879 de la causa, y a fs. 35 de su legajo entre 21/09/78-18/12/78), Carlos Alberto Andrés Bonino (18/12/78-26/01/79), Humberto Barbuzzi (15/02/7914/12/79), Rubén Oscar Franco (como subjefe entre el 04/12/78 y el 07/02/80), Juan José Lombardo (20/02/80-19/12/80), Edgardo Aroldo Otero (como subjefe a cargo entre el 26/12/80 y el 01/02/82), Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro (26/12/8010/12/81), Guillermo Costa (figura AC de la Jefatura de Operaciones del E.M.G.A 27/04/82-14/07/82), José María Arriola (Comandante de la Fuerza de Tareas 3, 27/04/82-14/07/82), Edgardo Aroldo Otero (14/7/82-29/12/82), Mario Pablo Palet (10/12/82-20/10/83) y Miguel Ángel Alberto Rodríguez (20/10/83-14/12/83) (legajos de servicios y conceptos de los imputados ante la Armada Argentina e informe de fs. 1879/81). 111 Ministerio Público Fiscal de la Nación Dentro de la Fuerza de Tareas 3, se encontraban incluidas las siguientes dependencias: el Batallón de Seguridad de la sede del Comando General de la Armada, la Base Aeronaval Ezeiza, el Arsenal de Artillería de Marina de Zárate, el Apostadero Naval San Fernando, el Apostadero Naval Buenos Aires, la Escuela Nacional de Náutica, el Arsenal Naval Azopardo y, por último, la Escuela de Mecánica de la Armada. Por su parte, la Fuerza de Tareas 4 correspondía a la Prefectura Naval Argentina. En el cargo de Prefecto Nacional Naval, se desempeñaron Manuel García Tallada (20/01/75-14/04/76), Pedro Santamaría (14/04/76-05/02/80) y José Suppicich (05/02/80-01/03/82). Respecto a las relaciones existentes entre Fuerzas de Tareas, el PLACINTARA disponía que los efectivos y medios que una Fuerza de Tareas asignaba a otra quedaban bajo control operacional de esta última hasta el cumplimiento de la tarea para la que fueron requeridos (fs. 29). Asimismo, cuando para el cumplimiento de una misión debían ejecutarse operaciones efectivas, la unidad, organismo o fracción de los mismos que debía ser empleada quedaba subordinada operativamente al Comando de la Fuerza de Tareas con prioridad sobre todo otro tipo de dependencia o relación, desde que se iniciaba el alistamiento inmediato para cada acción hasta que la misma fuera completada (fs. 29). Asimismo, el Comandante de la Fuerza de Tareas 3 y el Prefecto Nacional Naval mantenían relaciones funcionales por medio de enlaces, labor que dentro de la Fuerza de Tareas 3 cumplieron, entre otros, los prefectos Gonzalo Sánchez, Héctor Febres, Roberto Carnot, Jorge Manuel Díaz Smith y Juan Antonio Azic. Al estar la E.S.M.A. incluida dentro de la Fuerza de Tareas 3, su Director, que también era el Comandante del Grupo de Tareas 3.3, dependía jerárquicamente del Comandante de la Fuerza de Tareas 3. En el cargo de Director de la E.S.M.A., se desempeñaron Rubén Jacinto Chamorro (22/12/75-02/05/79), José Suppicich (02/05/79-28/01/80), Edgardo Aroldo Otero (23/01/80-26/12/80), José María Arriola (26/12/80-10/12/82) y Héctor Horacio González (10/12/82-08/03/85). A la vez, la Escuela de Mecánica de la Armada dependía administrativamente de la Dirección General de Instrucción Naval (actualmente Dirección de Educación Naval), organismo dependiente de la Dirección General del Personal Naval (DGPN). En el cargo de Director General del Personal Naval se desempeñaron Carlos Jaime Fraguio (10/02/76-15/09/76), Horacio González Llanos (15/09/76-07/12/77), Jorge Isaac Anaya (07/12/77-07/02/80), Rubén Oscar Franco 112 Ministerio Público Fiscal de la Nación (07/02/80-05/01/82), Rodolfo Antonio Remotti (09/12/81-20/09/82) y Carlos Alberto Andrés Bonino (20/09/82-20/12/83). Por su parte, como Director General de Instrucción Naval se desempeñaron César A. Guzzetti (desde 1975-29/04/76), Edgardo J. Segura (29/04/76-06/09/76), Roberto Ernesto Otto Wulff de la Fuente (06/09/76-28/01/77), Luis Pedro Horacio Sánchez Moreno (28/01/77-01/04/79), Juan Carlos Malugani (30/03/79-12/09/79), Jorge Isaac Anaya (12/09/79-07/02/80), Alberto César Barbich (07/02/80-29 ó 30/03/81), Rodolfo Antonio Remotti (29/01/81-02/12/81), Edmundo Juan Schaer (02/12/81-20 o 17/09/82) y Carlos Alberto Andrés Bonino (20/09/82-29/12/83). Sin perjuicio de que la Jefatura del Servicio de Inteligencia Naval debía asesoramiento directo al Comandante en Jefe de la Armada, de acuerdo al PLACINTARA, el SIN tenía la función de desempeñarse como el órgano de inteligencia de la Fuerza de Tareas nro. 3 (fs. 42 de dicho documento). En este contexto, los miembros del SIN que se desempeñaron en la E.S.M.A. dependieron funcionalmente del Comandante del Grupo de Tareas 3.3/2 y/o del Jefe del GT 3.3/2. Por último, el Subdirector de la E.S.M.A., que también era Jefe del Estado Mayor del G.T. 3.3 y Jefe de la Unidad de Tareas 3.3/2, dependía del Director de la E.S.M.A. y, formalmente, era el superior jerárquico de los Jefes de Inteligencia, Operaciones y Logística del G.T. 3.3/2, más allá de que en el caso particular del capitán Acosta numerosos testigos señalaron el trato directo que éste tenía -en la práctica- con el Almirante Massera. En dicha función se desempeñaron Olegario Salvio Menéndez (24/03/76-12/07/76), Jorge Raúl González (desde el 12/07/76 hasta agosto de 1978, aunque estas fechas no son concluyentes, ya que aún no se cuenta con el legajo de servicios de este imputado ante la Armada Argentina), Jorge Vildoza, Horacio Estrada y José María Arriola (14/02/80-26/12/80). Finalmente, se establecía que entre las Fuerzas Armadas se debían realizar los acuerdos necesarios a efectos del cumplimiento de la misión de “aniquilar a la subversión”, procurando el mejor aprovechamiento de los medios disponibles. Para ello, se disponía que en todos los casos se buscaría acordar localmente el máximo apoyo entre las Fuerzas, compatible con su capacidad operacional y, eventualmente, con la concurrencia de otros efectivos procedentes de áreas donde no se apreciara la necesidad de su intervención. En el marco de esta tarea conjunta de las Fuerzas Armadas, se preveía el intercambio de Oficiales de Enlace entre las Fuerzas (fs. 27 del PLACINTARA). 113 Ministerio Público Fiscal de la Nación Estos acuerdos implicaban la cooperación entre las Fuerzas Armadas a nivel nacional, ya sea para la participación en operativos de secuestro de personas o en la entrega de detenidos. En este sentido, era común que personas detenidas por otra fuerza, luego fueran llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada. Por otra parte, numerosos detenidos en la ESMA fueron obligados a realizar trabajos a favor de los integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2, teniendo en cuenta las habilidades y capacidades personales de cada uno. Esas tareas debían ser realizadas por los detenidos en forma compulsiva, sin recibir ninguna remuneración a cambio e incluso con los grilletes puestos. Uno de los destinos donde se llevaron adelante este tipo de trabajo fue el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, donde estuvieron bajo la supervisión de, entre otros, el Director General de Prensa y Difusión Roberto Pérez Froio y su ayudante Eugenio Bautista Vilardo. Ahora bien, el Grupo de Tareas 3.3/2 se estructuró en tres sectores: “Inteligencia”, “Operaciones” y “Logística”. La sección “Inteligencia” fue la encargada de evaluar la información obtenida, para lograr la ubicación y señalamiento de las personas a secuestrar. Los oficiales de Inteligencia planificaron todos los operativos de secuestro, tuvieron a su cargo a los prisioneros durante toda su permanencia en la E.S.M.A., manteniéndolos ilegalmente privados de su libertad en condiciones inhumanas de vida, llevaron adelante los interrogatorios donde practicaron sistemáticamente la tortura e intervinieron en la decisión de los “traslados”, es decir, la desaparición física de los secuestrados. La Cámara de este fuero, al confirmar el procesamiento de algunos de los imputados en el marco de la causa nro. 7694/99 caratulada “Astiz Alfredo y otros s/delito de acción pública” del registro de la Secretaría nro. 23 de este Tribunal (ver resolución de fs. 864/925), tuvo por probado, con el carácter provisorio propio de una resolución de esta naturaleza, que en determinado momento histórico el sector llamado “Inteligencia” estaba comandado por Jorge Acosta (“Tigre”, “Santiago” o “Aníbal”) y que formaban parte de él Francies Whamond (“Pablo” o “Duque”), Antonio Pernías (“Rata”, “Martín” o “Trueno”) y el oficial Raúl Enrique Scheller (“Mariano” o “Pingüino”). Asimismo, de las probanzas recolectadas durante la instrucción también se desprende que integraban esta área Alfredo Astiz, Juan Carlos Rolón, Oscar Rubén Lanzón, Ricardo Miguel Cavallo, Randolfo Agusti Scacchi, Orlando González, 114 Ministerio Público Fiscal de la Nación Antonio Rosario Pereyra, Juan Arturo Alomar, Carlos Daviou, Alberto Eduardo González, Miguel Ángel Benazzi Berisso, Carlos Octavio Capdevila y Miguel Enrique Clements. Por su parte, la sección “Operaciones” tenía a su cargo la ejecución concreta de los secuestros, robos de automóviles y saqueos de viviendas. Operaba con los datos que le brindaba “Inteligencia”. Así, mientras los detenidos eran torturados, un grupo operativo estaba siempre dispuesto para salir a secuestrar a otras personas en caso de obtenerse nuevos datos. Nuevamente según la Cámara del fuero, esta sección se encontraba dividida en miembros permanentes y rotativos, comandada por Enrique Yon y Jorge Perren, y entre sus integrantes se encontraba Pablo Eduardo García Velasco. También integraban este sector Ricardo Guillermo Corbetta, Hugo Enrique Damario y miembros de la Policía Federal Argentina, del Servicio Penitenciario Federal, de la Prefectura Naval Argentina, del Ejército y de la Fuerza Aérea, entre los que puede mencionarse a Ernesto Frimón Weber, Carlos Orlando Generoso, Juan Antonio Azic, Julio César Coronel y Carlos Guillermo Suárez Mason. Integraban este sector Ricardo Guillermo Corbetta, Hugo Enrique Damario, Ricardo Jorge Lynch Jones, Daniel Humberto Baucero, Rodolfo Oscar Cionchi, Miguel Ángel García Velasco, y miembros de la Policía Federal Argentina, del Servicio Penitenciario Federal, de la Prefectura Naval Argentina, del Ejército y de la Fuerza Aérea, entre los que puede mencionarse a Ernesto Frimón Weber, Juan Carlos Fotea, Claudio Orlando Pittana, Carlos Orlando Generoso, Juan Antonio Azic, Héctor Antonio Febres, Julio César Coronel y Carlos Guillermo Suárez Mason, aunque muchos de ellos también fueron vinculados con la custodia de detenidos y la ejecución de torturas. Por último, la sección “Logística” se ocupaba del apoyo y aprovisionamiento de los grupos operativos y del desarrollo de la infraestructura del G.T. 3.3/2, lo que incluía el mantenimiento y refacción del edificio y la administración de las finanzas. Justamente, el financiamiento del G.T. 3.3/2 no sólo se basaba en los fondos que la superioridad de la Armada le destinaba, sino también en el saqueo y robo sistemático de las pertenencias de los detenidos-desaparecidos (muebles, electrodomésticos, objetos personales, ropa, dinero, etc.), la mayoría de las cuales eran depositadas en el “pañol grande” ubicado en el tercer piso de la E.S.M.A. 115 Ministerio Público Fiscal de la Nación Asimismo, algunos automóviles que pertenecían a los detenidos fueron utilizados en los operativos de secuestro de otras personas y sus inmuebles transferidos a poder de los secuestradores mediante la falsificación de documentos, asumiendo algún miembro del G.T. la identidad del propietario, o mediante la firma bajo tormento de títulos y/o boletos de compraventa. En este sector se destacaron, entre otros, Jorge Radice, Carlos José Pazo, Néstor Omar Savio, Héctor Francisco Polchi, Omar Alfonso Eyzaguirre, Guillermo Horacio Pazos y Alejandro Spinelli. Sin embargo no debe olvidarse que, como señaló Graciela Beatriz Daleo en su testimonio que en copia obra a fs. 113/4 de la causa nro. 1376/04, “ninguno de los departamentos que funcionaban en la E.S.M.A. (‘logística’, ‘inteligencia’ y ‘operativo’) era estanco. De esta manera, miembros del grupo de tareas que integraban el sector de inteligencia (que asumía las tareas de investigación, torturas, etc.) también salían a secuestrar”. Del mismo modo, como relataré a continuación, miembros del sector operativo participaron en los interrogatorios de los detenidos y contribuyeron a mantener las condiciones inhumanas de detención que éstos padecían. Además en la E.S.M.A. funcionaba, a la par con el G.T. 3.3/2, el G.T. 3.3/3, manejado operativamente por el Servicio de Inteligencia Naval. Allí se desempeñaron, entre otros, el teniente de navío Francisco Lucio Rioja, Pablo García Velasco y Hugo Héctor Siffredi. El centro clandestino de detención también contó con la participación de diversos profesionales de la salud cuya función consistía en tomar parte en las sesiones de tormentos que sufrieran los detenidos, autorizando su continuación o suspensión, realizar algún control sobre la salud de los detenidos, aplicarles inyecciones de pentotal antes de ser “trasladados”, asistir mínimamente a las detenidas embarazadas y participar en su parto, todo lo cual se llevaba a cabo en un ámbito sumamente precario para la salud. Entre los médicos que formaron parte del GT 3.3/2 se encuentran Rogelio José Martínez Pizarro, Carlos Octavio Capdevila y Jorge Luis Magnacco. Finalmente, conjuntamente con los oficiales que ejercían funciones en cada sector del G.T., en la E.S.M.A. prestaban sus servicios suboficiales que recibían las denominaciones de “Pedros”, “Verdes” y más tarde “Pablos” y “Pablitos”. Éstos generalmente eran suboficiales o estudiantes de la Escuela y su función era la custodia de los secuestrados, traslado de las comidas desde la cocina hasta el sótano 116 Ministerio Público Fiscal de la Nación o a “capucha”, vigilancia de los desplazamientos de los prisioneros al baño y participación como personal operativo en secuestros y “paseos”. Asimismo, en numerosas ocasiones tuvieron intervención en los interrogatorios donde las víctimas eran sometidas a torturas. Estas guardias respondían a un jefe; desempeñaron tal función Víctor Francisco Cardo y Víctor Roberto Olivera, en cuyo carácter eran encargados de recibir a los prisioneros cuando ingresaban al centro clandestino y de prepararlos para ser inmediatamente torturados. Habiendo explicado cuáles eran las relaciones jerárquicas y funcionales dentro de la estructura de la Armada de la República Argentina y del Comité Militar creado por la Ley nro. 16.970, y quiénes se desempeñaron en cada cargo en el período en que se produjeron los hechos de este requerimiento, pasaré a analizar la responsabilidad de cada uno de los imputados en particular. Para ello, más allá de la autonomía que tenían los integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2 para cumplir sus funciones, no debe olvidarse que como consecuencia de las relaciones jerárquicas y funcionales que existían, subsistía, en todo momento, el deber de informar a los mandos superiores las tareas realizadas. A manera de ejemplo, mencionaré algunos deberes que se desprenden de la lectura del PLACINTARA. En primer término, se establecía que los Comandos de las Fuerzas de Tareas coordinarían directamente en los niveles respectivos las operaciones de apoyo entre Fuerzas de Tareas, debiendo informar al Comando de Operaciones Navales de su ejecución (fs. 28). Como Comandante de la Fuerza de Tareas 3 (en virtud de su actuación como Jefe de Operaciones del Estado Mayor General de la Armada) se desempeñaron Franco, Palet, Rodríguez y Otero. Como Comandante del Comando de Operaciones Navales cumplió funciones Vigo. Asimismo, los Comandantes de las Fuerzas de Tareas debían informar al Comandante de Operaciones Navales cuando hubiera novedades en las operaciones realizadas y los resultados obtenidos (fs. 31). En igual sentido, los Comandantes de las Fuerzas de Tareas que detenían a personas a raíz de operaciones por ellas desarrolladas debían comunicarlas por la vía más rápida al Comandante de Operaciones Navales, quien a la vez debía comunicar al Comandante en Jefe de la Armada las personas detenidas transitoriamente y liberadas (cfr. fs. 99/101). Como Comandante en Jefe de la Armada se desempeñó Franco. 117 Ministerio Público Fiscal de la Nación Por último, diariamente, a las 24:00 hs., debía elevarse por despacho un informe sobre las bajas producidas el día anterior (fs. 92). De este modo, queda demostrado que los mandos de la Armada tenían un conocimiento, a través de los periódicos informes que se realizaban, de las actividades que llevaba adelante el Grupo de Tareas 3.3/2. Por ende, no sólo conocían la identidad de aquellas personas que habían sido detenidas, sino que también estaban al tanto de la información que se obtenía por medio de la tortura de los detenidos en la E.S.M.A. y de las condiciones inhumanas de detención a las que eran sometidos. Finalmente, conocían el destino que les deparaba a quienes eran “trasladados”. Esta circunstancia es mucho más clara en aquellos casos en que los imputados concurrían asiduamente a la E.S.M.A. o tenían contacto directo con los integrantes del grupo de tareas que se desempeñaba en ese centro clandestino de detención, o con personas que allí se encontraban privadas de su libertad, por ejemplo, cuando estas últimas eran obligadas a ir a trabajar al Ministerio de Relaciones Exteriores. Esta conclusión es corroborada por los testimonios de las propias víctimas y de la gran mayoría de los imputados que revistieron cargos importantes dentro de la Armada Argentina, quienes nunca dudaron que lo que se dio en llamar “la lucha contra la subversión” fue siempre conducida a través de la cadena de comando y jerarquías. En efecto, Lisandro Raúl Cubas declaró que Miguel Ángel Lauletta le había contado que había planillas con todos los datos de los detenidos interrogatorios, secuestros, personal interviniente- que le remitían semanalmente al I Cuerpo del Ejército (declaración testimonial a fs. 124/140 de la causa nro. 1376/04). Por su parte, Oscar Antonio Montes aseguró que durante el lapso en que se desempeñó como Comandante de la Fuerza de Tareas 3 recibía todos los informes escritos y verbales de sus subordinados, además de realizar frecuentes inspecciones en las dependencias bajo su supervisión. Asimismo, manifestó que “como en cualquier situación bélica los comandantes subordinados tenían la adecuada libertad de acción en las decisiones tácticas. De todo lo actuado en detalle me enteraba por sus informes y por las inspecciones que realizaba personalmente” (declaración sin juramento a fs. 2037/49 de las presentes actuaciones, sin destacar en el original). 118 Ministerio Público Fiscal de la Nación En otra de sus declaraciones, Montes también señaló que “los informes que pasaban los grupos de tareas al Comandante de la Fuerza de Tareas, y nosotros a su vez, a nuestro superior, eran informes semanales sobre los acontecimientos ocurridos, ya sea enfrentamientos, ya sea número de detenidos y cualquier otra novedad de importancia que pudiera ser de utilidad para el superior”. Además, reconoció haber inspeccionado el casino de oficiales de la ESMA durante su mando (declaración sin juramento a fs. 1938/45). Al respecto, agregó que “hacía frecuentes inspecciones o visitas a la Escuela de Mecánica, visitas no periódicas, algunas de ellas anunciadas, otras no anunciadas y que podían ser de tarde, de noche (…) En las visitas me explicaban las operaciones que se iban a hacer” (declaración indagatoria a fs. 2899/2902). Esta circunstancia fue ratificada por el fallecido Luis María Mendía al declarar que “todos los viernes debía informarse al Consejo de Guerra las operaciones antisubversivas de todas las Fuerzas realizadas durante la semana de viernes a viernes. En consecuencia, todas las Fuerzas de Tareas debían informarme por despacho, creo que era los jueves (...) de todos los despachos recibidos hacíamos uno global detallando lugares, fuerzas, zonas, etc. y se informaba al Comandante en Jefe, a quien mantenía informado frecuentemente de la evolución de las operaciones (declaración informativa a fs. 399/418). También manifestó que “se efectuaban visitas e inspecciones periódicas anunciadas o sorpresivas” y que “[e]n el año 1976, cuando ejercí mi comando estuve en el casino de oficiales de la Escuela de Mecánica” (declaraciones sin juramento a fs. 1966/74 y 1897/1910). Similar testimonio dio Antonio Vañek. Al respecto, sostuvo que “cada Fuerza de Tareas mandaba, no recuerdo si semanalmente o quincenalmente un despacho indicando la cantidad de procedimientos que realizaba, si hubo detenidos y la información sobre su accionar”. Además, el imputado reconoció haber realizado esporádicas visitas a las Fuerzas de Tareas “cuando mis obligaciones operativas lo permitían, pero mi costumbre era llamar más o menos cada dos o tres meses a los Comandantes de las Fuerzas de Tareas a Puerto Belgrano para que en conjunto se transmitieran las experiencias que habían” (declaración informativa a fs. 419/28). En otra declaración recordó que “[s]emanalmente recibía un informe de las Fuerzas de Tareas que estaban subordinadas, se hacía el resumen y se elevaba al Comando en Jefe de la Armada (…) Todas las semanas se comunicaban al Comando de Operaciones Navales los detenidos en operaciones para ejercer la supervisión de la acción planeada y llevar la estadística de lo que está sucediendo” 119 Ministerio Público Fiscal de la Nación y que “[l]as veces que visité la Escuela de Mecánica no fueron muchas (…) visité el Casino” (declaración sin juramento a fs. 1911/21). Finalmente, expresó que “[c]uando recibí el Comando mantuve informado a todo mi personal en todos los niveles jerárquicos de todo lo relacionado con el enemigo subversivo, las situaciones estratégicas y tácticas que se vivían, los procedimientos, las bajas, los resultados de las distintas acciones. Se efectuaban Mensajes Navales periódicos redactados en base a un informe tipo indicando la cantidad de procedimientos, bajas y detenidos. Este parte llegaba a mí vía Comando y yo los elevaba al Jefe del EMGA. Otro sistema era el establecido a través de la supervisión de la acción por los distintos Comandos” (declaración sin juramento a fs. 1999/2004). En igual sentido, Manuel Jacinto García manifestó que en su carácter de Comandante de la Fuerza de Tareas 3 efectuaba frecuentes inspecciones a los Grupos de Tareas y recibía tantos informes como resultaba necesario, puesto que ejercía la supervisión en su ámbito en todos los niveles, a lo que agregó que “recibía informes muy frecuentes e inspeccionaba personalmente varias veces los grupos de tareas que comprendían la F.T. Además recibía partes de cada una de las operaciones e informes verbales” (declaración sin juramento a fs. 2052/7vta.). Por otra parte, destacó que “[d]urante el período en que cumplí mis funciones visitaba al comando de la fuerza de tareas en su central de operaciones, es decir, en la planta baja de la casa de oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada. La periodicidad de las informaciones que se elevaban era semanal y eran informaciones bastante completas que se le daban al Comando de Operaciones Navales, no recuerdo fehacientemente qué datos contenía esta información pero eran realmente completas. Ejercía el control -propio de mi Jefatura- sobre los grupos de tareas entrevistando a los comandantes de grupo de tareas, los cuales me informaban de los problemas que tenían y me daban un concepto general de las operaciones que habían realizado” (declaración sin juramento a fs. 1930/8). En relación con las inspecciones a la ESMA, al momento de ser indagado expresó que “[s]e trataba de hacer la mayor cantidad de visitas factibles con el tiempo disponible, pero siempre dentro de una norma que me había autoimpuesto en el sentido de no demorar más de una semana en efectuar una visita a la sede o al Comando del GT” (fs. 2905/8). Similar testimonio brindó Julio Antonio Torti, al afirmar que “[l]a Armada conocía el accionar antisubversivo en todos sus escalones. Esta 120 Ministerio Público Fiscal de la Nación información servía inclusive como una forma de perfeccionar las propias medidas defensivas adecuándolas a las diferentes tácticas que se empleaban. En todos los niveles se efectuaban vía comando informes periódicos independientemente de aquellos que la urgencia hubiera requerido efectuar (…) sin perjuicio de ello efectué visitas e inspecciones (...) La supervisión era la normal y de práctica reglamentaria en uso de la Armada. Informes escritos y verbales, partes, exposiciones informativas e inspecciones y visitas. Durante las visitas e inspecciones que efectué a los distintos grupos y/o fuerzas sólo observé ocasionalmente un número sumamente reducido de personas demoradas en averiguación de antecedentes o detenidos por breves lapsos debido a la investigación que pudiera estar desarrollándose” (declaración sin juramento a fs. 1975/81). Pedro Santamaría, a su vez, declaró que “debía informar al Comandante de Operaciones Navales semanalmente. Durante los cuatro años de mis tareas como Prefecto Nacional, creo haber concurrido a la Escuela de Mecánica”, lo cual reiteró en otra oportunidad: “he efectuado visitas, inspecciones coordinadas o no. No recuerdo la periodicidad pero fueron varios los recorridos que efectué a mis Comandos subordinados. En tales visitas se me informaba del estado de la situación subversiva y del accionar del GOEA” (declaraciones sin juramento a fs. 1922/30 y 1988/96). Igualmente, Humberto José Barbuzzi manifestó que “[t]odas las semanas los G.T. producían un parte pormenorizado que sintetizaba a nivel de Fuerza para su elevación al CON y éste al CEJA. Las inspecciones y/o visitas se realizaban periódicamente, tanto por las inspecciones en sí (aspecto reglamentario), como para el aspecto conducción del personal que intervenía en estas tareas inherentes a una guerra. Algunas de estas visitas eran presididas por mí, y otras acompañando a autoridades navales. En cuanto a informes, además de los periódicos, los recibía a través de mensajes navales, partes escritos y verbales las veces que las circunstancias lo exigían” (declaración sin juramento a fs. 2071/83). Acorde a lo señalado, Rubén Oscar Franco declaró que “[t]odas las novedades, en general, eran informadas por los G.T. en forma detallada o pormenorizada y, semanalmente, en forma resumida era elevada por los distintos escalones hasta el nivel del CEJA. Las novedades sobre detención y demoras eran informadas, normalmente de inmediato, a la Fuerza por mensaje”. La supervisión de sus subordinados la ejerció “por contacto directo entre Comandantes, partes 121 Ministerio Público Fiscal de la Nación diarios, semanales, mensuales, contactos telefónicos y también visitas anunciadas o sin aviso”. Sobre este último punto, dijo haber efectuado dos visitas a los componentes de la F.T. 3 (declaraciones a fs. 2084/93 y 2925/7). Las visitas y controles de los altos mandos de la Armada a la Fuerza de Tareas 3 y al Grupo de Tareas 3.3/2 también fueron reconocidas por Alberto Gabriel Vigo a fs. 2005/13 (“he inspeccionado en distintas oportunidades las diferentes F.T.”), Rodolfo Antonio Remotti (fs. 2022/7), Leopoldo Suárez del Cerro a fs. 2096/2101 y 2930/2 (“[h]e inspeccionado todos los G.T. subordinados, no recuerdo cuántas veces, pero fueron las necesarias para estar debidamente informado” y “[p]uedo asegurar que hice todas las inspecciones, visitas, recibí todos los partes e informes necesarios que me permitieron supervisar la acción planeada en el GT 3.3”), José Néstor Estévez (fs. 2915/7) y Juan José Lombardo a fs. 2119/26 y 2935/40 (“[n]o recuerdo cuántas visitas o inspecciones efectué, pero fueron varias: fui a la ESMA, a Zárate, a Azul, etc.” e “[h]ice visitas junto al Almirante Anaya, hice otra visita con el Almirante Santamaría y una o dos visitas yo solo”). Asimismo, quienes estuvieron destinados en la E.S.M.A. también reconocieron la existencia de visitas y controles de sus superiores jerárquicos. En efecto, Rubén Jacinto Chamorro declaró que las operaciones de inteligencia encubiertas se desarrollaron de acuerdo a las órdenes recibidas mediante la cadena de comando. Así también, indicó que en la E.S.M.A. funcionaba una central de operaciones con equipos de comunicación provistos por la Armada, a través de los cuales el Grupo de Tareas se comunicaba inmediatamente con la Central de Operaciones del C.E.J.A. (donde estaba el Comandante de la Fuerza de Tareas 3), con los equipos instalados en las unidades móviles de las Unidades de Tareas, con las patrullas del Área 3 Alfa del Comando Subzona Capital Federal del Primer Cuerpo del Ejército y con la Policía Federal Argentina. Así, manifestó que la E.S.M.A. expedía los pedidos de áreas libres y los solicitaba a la Fuerza de Tareas 3, que a su vez tramitaba tal requerimiento ante el Cuerpo del Ejército respectivo (ver declaración de fs. 2140/74vta., el subrayado no corresponde al texto original). Chamorro también sostuvo que se comunicaba la salida y destino de los detenidos por la cadena de mandos pertinente y destacó al ser indagado que “en repetidas oportunidades fui llamado por el Comandante de Operaciones Navales Almirante Vañek- a Puerto Belgrano a hacer exposiciones ante los Comandos Superiores de la Armada, de la Flota de Mar, de Infantería de Marina y de 122 Ministerio Público Fiscal de la Nación Aviación Naval sobre las actividades de la Escuela de Mecánica (…) No tengo dudas que la Marina sabía perfectamente, por lo menos a nivel de sus Comandos Superiores y yo diría a nivel de Oficiales Subalternos hasta Teniente de Fragata, qué es lo que la Escuela de Mecánica estaba haciendo y por qué lo hacía (...) La Escuela de Mecánica y el Grupo de Tareas 3.3 recibieron las visitas e inspecciones de sus superiores jerárquicos en diversas oportunidades. En otras ocasiones yo personalmente concurrí o fui citado para dar parte del desarrollo de nuestras actividades” (ver fs. 357/76). Finalmente, al ampliar su declaración indagatoria expresó que “[l]as instalaciones de la U.T.3.3.2 fueron visitadas en reiteradas ocasiones por diferentes autoridades tales como el Comandante en Jefe de la Armada, Jefes del EMGA, Comandantes de Operaciones Navales. Aparte de ellos, varios oficiales Almirantes concurrían a los mismos fines. Cuando se trataba de una primera visita anunciada, normalmente se les efectuaba una exposición de los aspectos de mayor interés de las operaciones, puesta en situación y características del enemigo, procedimientos utilizados, material y personal capturado y una recorrida por la totalidad de las instalaciones. Además de las autoridades navales fueron a la ESMA varias veces autoridades del Ejército, Fuerza Aérea y de Seguridad y Policiales (...) Fui frecuentemente inspeccionado por toda la cadena de Comando superior a mí: COARA, Jefes del EMGA, CON y Comandante de la F.T. 3” (fs. 2140/74). En consonancia, José Antonio Suppicich, quien también se desempeñó como Director de la E.S.M.A., aseguró que las novedades eran inmediatamente informadas al Comandante de la Fuerza de Tareas 3, amén de la síntesis semanal correspondiente; precisamente a dicho Comando se transmitían los pedidos de áreas libres y que “[l]a Escuela y el G.T. y sus instalaciones fueron inspeccionados por toda la cadena de Comando y también visitados por autoridades, en particular, por aquellas que tenían personal en comisión (…) Había un flujo permanente de información al Comando de la F.T. 3” (declaración sin juramento obrante a fs. 2177/95vta.), a lo que añadió que “[f]inalizada la operación se confeccionaba el parte correspondiente y las novedades eran elevadas vía Comando” (declaración indagatoria a fs. 2943/6). Por último, Jorge Eduardo Acosta dijo que “[a]l Señor Jefe del Estado Mayor de la Armada lo acompañé a visitar las instalaciones de la Escuela de Mecánica de la Armada, él de uniforme de Capitán de Fragata porque el Almirante Chamorro no lo podía acompañar en ese momento, era a la noche, a las 22 horas, 123 Ministerio Público Fiscal de la Nación para verificar el desempeño de los oficiales rotativos que él había mandado” (declaración sin juramento a fs. 3135/40), agregando -al ser indagado- que “[n]o pasaba una semana sin tener una visita de conducción, de verificación y exposición. Las tenían a su cargo el Comandante en Jefe de la Armada, Jefe del Estado Mayor, Jefe de Operaciones, Oficiales del Ejército (...) casi todas las autoridades de la Armada, de cualquier escalón. Cada dos meses pasaban un conjunto de señores. Los Comandantes de esos señores iban a ver qué pasaba en la ESMA, qué hacían esos señores, de uniforme, una visita de inspección, de conducción de ese oficial” (ver fs. 3934/84). Finalmente, el pleno conocimiento de los altos mandos de la Armada y del Ejército sobre las actividades realizadas en la E.S.M.A. y su total respaldo a los delitos allí cometidos queda manifiestamente al descubierto en virtud de las condecoraciones que recibieron aquellas personas que integraron el Grupo de Tareas 3.3/2. En este sentido, a fs. 2576 de la causa nro 14.217/03 se encuentra agregada copia de un oficio enviado el 20 de agosto de 1986 al Jefe del Estado Mayor General de la Armada donde se le requería que informase si Salvio Menéndez, Jorge Vildoza, Jorge Acosta, Jorge Perren, Enrique Yon, Raúl Scheller, Antonio Pernías, Alberto González, Juan Carlos Rolón, Néstor Savio, Adolfo Donda, Miguel Benazzi, Alfredo Astiz, Ricardo Miguel Cavallo, Héctor Febres y Gonzalo Sánchez habían sido condecorados con motivo de su desempeño en “la guerra contra la subversión”. En aquella oportunidad, el Vicealmirante Arosa informó que efectivamente el personal indicado fue condecorado con las siguientes distinciones: Medalla al “Heroico Valor en Combate”: Salvio Menéndez, Jorge Acosta, Jorge Perren, Enrique Yon, Raúl Scheller, Antonio Pernías, Alberto González, Juan Carlos Rolón, Néstor Savio, Adolfo Donda, Miguel Benazzi, Alfredo Astiz, Héctor Febres y Gonzalo Sánchez; Medalla al “Honor al Valor en Combate”: Jorge Vildoza y Medalla “Operaciones de Combate”: Rubén Chamorro y Ricardo Cavallo (fs. 2607/8 de la causa nro 14.217/03). Con posterioridad, del análisis de los legajos de servicios de imputados en estas actuaciones, esta Fiscalía recopiló información que permitía asegurar que el personal señalado en el informe citado en el párrafo anterior no fue el único distinguido por la Armada Argentina por su desempeño en el GT 3.3/2. 124 Ministerio Público Fiscal de la Nación Así, a fs. 19 del legajo de servicios de Rogelio Martínez Pizarro consta que por Res. nro. 745/78 “S” COAR, se le otorgó la distinción de “Heroico Valor en Combate” (medalla). Idéntica distinción recibió el 28 de septiembre de 1978 por orden del Comandante en Jefe de la ARA Juan Carlos Fotea, integrante de la Policía Federal Argentina (fs. 40 del Legajo de Servicios nro. 156.157 perteneciente al imputado, expte. DGP 6126/78). En cuanto a los miembros del Ejército que cumplieron funciones en el GT 3.3/2, debe señalarse que el 6 de junio de 1979 el Comandante en Jefe del Ejército autorizó a Julio Coronel, Roberto Roualdes, Antonio Guillermo Minicucci y José Eugenio Acosta, entre otros, a aceptar la medalla Distinción “HONOR AL VALOR EN COMBATE” que le fuera conferida por el Comandante en Jefe de la Armada el 10 de septiembre de 1978 con motivo de haberse destacado en hechos de acción de guerra durante su colaboración con el Grupo de Tareas 3.3 (cf. BPE 4254). Pese a los reiterados pedidos de informes efectuados por esta Fiscalía y el Juzgado a su cargo a la Armada Argentina con la finalidad de que aportara copia de todas las resoluciones donde se hubieran otorgado condecoraciones a integrantes de la Armada Argentina, la Prefectura Naval Argentina, el Ejército Argentino, el Servicio Penitenciario Federal y la Policía Federal Argentina, por su actuación en el Grupo de Tareas 3.3/2 que funcionaba en la E.S.M.A., dicha fuerza hasta el momento solo ha aportado resoluciones donde se condecoraba a personal fallecido o a quienes participaron del conflicto del Atlántico Sur, de escasa relevancia a los fines de esta investigación. Similar resultado se obtuvo del Ministerio de Defensa. Sin embargo, a partir de la documentación aportada por el imputado Capdevila que se encuentra agregada a fs. 51.440/3 de la causa nro 14.217/03 ya no existen dudas de que la lista de personal condecorado que se desempeñó en el GT 3.3/2 en operaciones de combate contenía más personas que las que se había logrado determinar hasta ese momento. En efecto, el imputado aportó copia de la Res. nro. 745/78”S”-COAR, de fecha 12 de septiembre de 1978, mediante la cual el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Emilio Eduardo Massera, ordenó entregar en una ceremonia presidida por él las distinciones que a continuación se detallan: - “Heroico Valor en Combate”: entre los que se destacan los imputados Salvio Menéndez, Francis Whamond, Jorge Acosta, Jorge Perren, Antonio Pernías, Néstor Savio, Jorge Radice, Ernesto Weber, Roberto González, Juan Carlos Linares, Juan Carlos Fotea y Pedro Salvia. 125 Ministerio Público Fiscal de la Nación - “Honor al Valor en Combate”: entre los que se destacan los imputados Jorge Vildoza, Ricardo Jorge Lynch Jones, Carlos Pazo, Randolfo Agusti Scacchi, Carmelo Spatoco, Francisco Rioja, Enrique Yon, Raúl Scheller, Carlos Damario, Juan Carlos Rolón, Adolfo Donda, Miguel Benazzi, Miguel Ángel García Velasco, Rogelio Martínez Pizarro, Carlos Carella, Pablo García Velasco, Alfredo Astiz, Alberto González, Rodolfo Cionchi, Alejandro Spinelli, Domingo Mazzola, Carlos Generoso, Roberto Naya, Héctor Febres y Gonzalo Sánchez. - “Operaciones de Combate”: entre los que se destacan los imputados Adolfo Arduino, Luis D’Imperio, Ricardo Miguel Cavallo y Hugo Berrone. - “Esfuerzo y Abnegación”: entre los que se destacan el imputado Oscar Hermelo. De este modo, estas condecoraciones prueban no solo la participación de los nombrados en el GT 3.3/2 sino también el pleno conocimiento de los altos mandos de la Armada, la Prefectura, la Policía Federal, el Servicio Penitenciario Federal y el Ejército sobre las actividades realizadas en la E.S.M.A. B) Corresponde, a continuación, hacer referencia a la participación y responsabilidad de cada uno de los imputados en los hechos por los que requeriré la elevación a juicio. En primer lugar, me referiré a la responsabilidad de Alomar, González y Agsuti Scacchi. Al respecto, corresponde considerar que los integrantes del sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2 fueron responsables de la diagramación y organización de los operativos, que en su mayoría culminaron con la detención de las víctimas, pero que en algunos casos terminaron con el homicidio de la persona a secuestrar, circunstancia prevista en caso de que la situación así lo demandase. En tales hechos, también tuvieron amplia actuación los demás integrantes del grupo de tareas. En efecto, los imputados también intervinieron personalmente en algunos operativos, supervisando el desarrollo de los acontecimientos desde el lugar de los hechos y, a la vez, en ocasiones tomaron parte en forma directa en los interrogatorios y tormentos de las víctimas y en el mantenimiento de las condiciones inhumanas de detención a las que fueron sometidas durante su cautiverio. Por último, también decidían, junto con el jefe de Inteligencia y los jefes 126 Ministerio Público Fiscal de la Nación de los demás sectores, el destino de cada uno de los detenidos, ya sea su liberación o su “traslado” u homicidio. Por ello, en virtud de las funciones que desempeñaron dentro de la estructura jerárquica organizada para el cumplimiento del plan clandestino de represión, tuvieron el dominio funcional de todos los hechos a través del dominio de la voluntad de quienes ejecutaron directamente las acciones criminales investigadas. Por ende, considero que deben ser considerados coautores de todos los delitos por los que requeriré la elevación a juicio a su respecto. Los legajos de servicios y conceptos que registran ante la Armada ratifican dicha conclusión. En lo que hace a Juan Arturo Alomar, corresponde hacer referencia a su Legajo Personal (Legajo de Conceptos de Juan Arturo Alomar, Capitán de Fragata, M.R. 5013-3). Llama la atención de este Ministerio Público que en la Evaluación del grado de Teniente de Fragata que obra a fs. 49, se mencionen las Fojas de Concepto correspondiente a los períodos comprendidos entre el 02/05/1979 y el 01/08/1979 y entre el 01/08/1979 y el 30/12/1979, como así también las calificaciones que recibió en esos períodos, pero que esas Fojas de Concepto no estén agregadas en el legajo. Cabe destacar, también, que en los dos registros cuestionados hay anotaciones efectuadas en color rojo, que no se observan en los demás. Por otra parte, resulta llamativo que en el índice general del Legajo de Conceptos correspondiente al grado de Teniente de Fragata de Alomar (fs. 48/49) se encuentra consignado que a fs. 6 y 7 se encuentran agregadas Fojas de Concepto y, sin embargo, el legajo posea sólo hasta la foja nro. cinco. Resta agregar que los legajos de concepto de cada grado se encuentran agregados al Legajo de Conceptos completo, el cual está foliado correlativamente por el Archivo General de la Armada, sin que en este caso se observe ningún salto en la foliatura. Finalmente cabe mencionar que no hay en el Legajo de Conceptos de Juan Arturo Alomar ninguna constancia que de cuenta de su desempeño entre el 30/03/1979 y el 04/02/1980, excepto las mencionadas precedentemente. Cabe concluir, de lo expuesto, que intencionalmente se sustrajeron del legajo en cuestión las constancias que reflejaban los destinos y funciones de Alomar en el período investigado. Respecto de Juan Arturo Alomar cabe mencionar, en primer lugar, que al prestar declaración indagatoria, él mismo reconoció haber estado en la E.S.M.A. desde el mes de febrero de 1979 hasta diciembre del mismo año (fs. 43.359/406). 127 Ministerio Público Fiscal de la Nación Asimismo Carlos Octavio Capdevila, en la ampliación de su declaración indagatoria, mencionó -entre otros- al Capitán de Fragata Juan Arturo Alomar (apelativo Ariel) como personal que estuvo en la E.S.M.A. (fs. 30.862/3). Por otra parte, son múltiles los testimonios que lo ubican en esta dependencia naval. A fs. 41.413 de los autos principales, Andrea Marcela Bello declaró que vio a “Ariel”, de nombre Juan Arturo Alomar, en todos los sectores por donde ella estuvo; siempre con actitud de entrar y salir en los distintos sectores. También Enrique Mario Fukman, en el legajo Conadep nro. 4687, refirió que a mediados de marzo del 79 comenzó a trabajar en la E.S.M.A. un teniente helicopterista naval “ARIEL”. Asimismo declaró, a fs. 41.414 de los autos principales, que Juan Arturo Alomar -alias “Ariel”- formó parte del grupo de tareas y fue responsable del sector “Cuatro”. Por su parte, Carlos Gregorio Lordkipanidse declaró que Juan Antonio Alomar (“Ariel” o “Arielito”) fue responsable del sector “cuatro” en el período que comprendió el alejamiento de Scheller hasta que asumió Febres como responsable de ese sector. Agregó que el nombrado fue testigo y partícipe del retiro de documentación de la administración Acosta, que era helicopterista y que participó del Operativo Independencia (fs. 41.842/3). Lázaro Jaime Gladstein, que fue privado de su libertad el día 6 de diciembre de 1978 y permaneció detenido en la E.S.M.A. hasta que recuperó su libertad, en el mes de enero de 1980, individualizó entre los oficiales que se encontraban en la E.S.M.A. a “Ariel, helicopterista de marina probablemente teniente de fragata o de corbeta” (ver fojas 2/4 del anexo correspondiente al caso 76 que corre por cuerda). Por su parte, Ángel Alberto Laurenzano declaró que Ariel era helicopterista y estuvo en Inteligencia (fs. 41.407/8). Manuel Fernando Franco también refirió haber visto a “Ariel”, un muchacho muy jovencito (fs. 41.402/403). En el mismo sentido, José Orlando Miño declaró que en la E.S.M.A. había aviadores de la Marina, entre ellos “Ariel”, quien había sido designado como su custodio o “tutor” y cumplía el papel de “bueno”, les llevaba información y les preguntaba cómo estaban (declaración de fojas 13.252/63). En el debate oral celebrado en la causa 1238 del registro del T.O.F. nro. 5, Miño agregó que Ariel era oficial aviador del helicóptero de la marina. Víctor Melchor Basterra declaró que el 17 de enero de 1980 Ariel –que era jefe del sector cuatro en ese momento- lo trasladó a La Plata a ver a su esposa y 128 Ministerio Público Fiscal de la Nación madre; y que tanto al ingresar a la E.S.M.A. como al salir de la misma lo obligó a colocarse un tabique (fs. 43.356/357 y querella presentada el 29 de agosto de 1984 ante el Juzgado de Instrucción nro. 30, Secretaría nro. 164). Además, en la declaración que prestó el 17 de octubre de 1984 ante el C.E.L.S., Basterra agregó que el oficial de la Armada al que llamaban Ariel era piloto de helicópteros. Y en el listado de personal de la marina que aportó señaló que el oficial apodado “Ariel”, con grado de teniente de navío, se desempeñó en documentación y en el sector 4 entre los años 1979 y 1980. También Carlos Muñoz declaró que el teniente de fragata Ariel reemplazó al teniente de navío a quien llamaban Norberto, como encargado de documentación de la E.S.M.A., en marzo de 1979 (declaraciones de Muñoz en el legajo CONADEP 704). Por otra parte, el terstigo refirió que Ariel formó parte de la guardia permanente de oficiales que rotaban una vez por semana en la isla del Tigre, donde fueron trasladados los secuestrados en la E.S.M.A. durante la visita al país efectuada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el año 1979. Asimismo Carlos Daniel Oviedo recordó que “CAVALLO, ‘Marcelo’. Para septiembre de 1979 estaba a cargo de ESMA junto con ‘ARIEL’, ‘ABDALA’ y DONDA...” (declaración del 28 de septiembre de 2006). Por otra parte, cabe destacar lo manifestado por los testigos que declararon durante el debate celebrado en la causa nro. 1238 del registro del T.O.F. nro. 5. En efecto, Marisa Sadi de Franco refirió que “al día siguiente [del secuestro, ocurrido la noche del 7 de octubre de 1979] tenia que encontrarme con alguien en retiro, después del horario de trabajo. Bueno, yo fui, dejé a mi hija, fui a trabajar, y cuando dejé a mi hija, en el hall de retiro me estaba esperando Febres, acompañado por un joven, un pibe bastante más joven ... que el resto de los integrantes del grupo de tareas, al que llamaban Ariel. Un joven rubio, de contextura normal tirando a menuda, de ojos claros. Y me llevaron hasta la casa de mi madre. Y Febres la amenazó de todas las formas posibles y después se fueron. Volvió a concurrir a la casa de mi mamá cuando ... devolvieron el taxi ... que tenia mi esposo, con el que lo habían secuestrado ... Febres volvió a concurrir con ... Ariel, y volvieron a reiterarse las amenazas y demás, e inclusive la señora que trabajaba en la casa de mi mamá me refirió unos días después que al salir la levantaron y la llevaron hasta la casa, la amenazaron y le exigieron que le diga quién llamaba por teléfono a mi casa...” (en el mismo sentido declaró a fs. 41.398/401 de estos actuados). 129 Ministerio Público Fiscal de la Nación Asimismo, Dora Laura Seoane refirió que “el diecisiete de enero [de 1979], me avisan que va a venir Víctor a vernos. Bueno, Víctor con un militar de civil alto, creo que le decían Ariel ... y están alrededor de tres horas ... en casa, y nos dejan solos esas horas...”. En relación con Randolfo Luis Agusti Scacchi, el análisis de todos los elementos que obran en las presentes actuaciones permite concluir en que realizó tareas de Inteligencia en la E.S.M.A., por lo menos en el período comprendido entre enero y abril de 1977, aunque también se advierte su participación anterior a esa fecha. Sus funciones consistían en el diseño de estrategias y procedimientos para la lucha contra la subversión y en la instrucción del personal que se desempeñaba en la ESMA sobre estas estrategias y procedimientos. En efecto, el nombrado fue destinado a la E.S.M.A. por sus superiores, cumpliendo tareas para el C.A.O.I.M., debido a su instrucción y formación. Para cumplir tales funciones, fue especialmente propuesto, tal como se desprende de la Ficha de Censo de fecha 10 de julio de 1976 que obra a fs. 104 (ó 218) de su Legajo de Conceptos. En esa oportunidad, el Capitán de Fragata de Infantería de Marina Jorge Raúl Ranni apuntó que “[e]s conveniente su permanencia como Segundo Comandante para dar continuidad en la Unidad. Si por su jerarquía no le correspondiera ese puesto, entiendo debe ser dado de pase al C.A.O.I.M. para aprovechar su experiencia” (el resaltado me pertenece). Cabe destacar que, en ese momento, Agusti tenía el cargo de Teniente de Navío y su destino era el Batallón de Infantería de Marina nro. 2; además, ya había realizado un curso en investigación operativa y se desempeñaba como “Jefe S-2/3 – Cargo Navegación e Hidrografía. Oficial Enlace OCESIM” (Oficina Central de Estudios de Infantería de Marina). Por otra parte, cabe destacar lo referido por Ranni en la calificación correspondiente al período comprendido entre el 02/01/76 y el 21/11/76. Así, el 23 de diciembre de 1976 manifestó que “su desempeño en funciones administrativas, en actividades de instrucción y adiestramiento y en actividades operativas ha sido sobresaliente. Sus amplios conocimientos profesionales, su criterio y su imaginación le facilitarán la rápida y eficiente solución a los problemas que se le presenten. Como integrante del Estado Mayor se destacó por su asesoramiento oportuno y leal, arrimando siempre soluciones aptas, factibles y aceptables. Preocupado y estudioso de los problemas profesionales [ha] propuesto reiterada y honestamente soluciones para lograr una mayor racionalización y eficiencia en la Unidad y en la I.M. en general. (...) De firmes convicciones actúa motivado por 130 Ministerio Público Fiscal de la Nación principios irreversibles en la lucha contra la subversión destacándose por su valor, su capacidad organizativa y su talento innato para la conducción del personal –atributos que lo llevaron a ser seleccionado como jefe de Equipos Especiales” -el destacado me pertenece- (fs. 103). A ello debe sumarse que en la Foja de Conceptos correspondiente al período comprendido entre el 10/01/77 y el 12/4/77 se consignó que Randolfo Luis Agusti Scacchi se desempeñó en el cargo de “Profesor del CAOIM de las materias Planeamiento y Conducción Terrestre. 4 meses”. En esa oportunidad fue calificado por el Capitán de Fragata Gabino Alberto Cueli, quien destacó que era “…un Oficial excepcional. Sus sólidos conocimientos profesionales, unidos al resto de sus cualidades de conductor, le han permitido alcanzar en su tarea como profesor resultados sobresalientes. Goza de gran prestigio ante sus subordinados y superiores. En todo momento ha estado dispuesto para cumplir todas las tareas que se le han encomendado, alcanzando siempre resultados altamente satisfactorios.” Llama poderosamente mi atención que haya sido calificado solamente por una persona obviando la cadena de mando correspondiente, que no se haya consignado ni el lugar ni la fecha de la calificación, como así tampoco se incorporó el sello de la dependencia correspondiente. Asimismo, en el resumen de servicios que obra en la Foja de Conceptos de Agusti Scacchi, se encuentra consignado que el nombrado tuvo asignada como destino la Escuela de Oficiales de la Armada entre el 10 de enero y el 12 de abril de 1977. En los casilleros correspondientes a las Unidades y Escuelas de I.M. se observa a simple vista que los datos que allí obraban fueron borrados, y que posee anotaciones efectuadas en lápiz. Además, resulta relevante que figura como empleo “TNIM” y, en observaciones, a la originalmente consignada “BNR 133/76” se le agregó “Profesor CUINA” o “COINA”. Sobre el particular debo mencionar que la Armada, a través de la Infantería de Marina, instruyó a los miembros del grupo de tareas. Al respecto resultan ilustrativos los dichos de Antonio Pernías, quien declaró: “...Recuerdo que al inicio de las operaciones a mediados de 1976, los procedimientos se iban ajustando a los conocimientos profesionales y a la experiencia adquirida en el accionar contra el enemigo; luego y aproximadamente a fines de 1976, o inicio del 1977 con la asignación de Oficiales Rotativos provenientes de diferentes destinos de la Armada, el entonces Teniente de Navío de I.M. Randolfo Agusti (oficial rotativo en comisión, y de gran solvencia profesional) bajo la supervisión del Jefe de 131 Ministerio Público Fiscal de la Nación Operaciones se implementaron procedimientos operativos, ajustados para diferentes situaciones, supongo que en base a la experiencia adquirida y la Reglamentación disponible en aquel entonces. De acuerdo a constancias incorporadas a la Causa 761(cuerpo XI fojas 4 a 9), y firmadas por el entonces Jefe de Estado Mayor general de la Armada, los Oficiales Rotativos que serían asignados a los diferentes Grupos de Tareas de la Armada, recibían instrucción acorde según un programa desarrollado en el Centro de Adiestramiento de Infantería de Marina, mediante un ciclo de cursos anuales, especificándose la cantidad de efectivos asignados a cada uno de ellos. La documentación y reglamentación empleada no estuvo a mi alcance pero supongo que el Jefe de Operaciones debería tener conocimiento. En cuanto a la detención, registro, interrogatorio, alojamiento de prisioneros y destino final, desconocía por mi jerarquía la bibliografía utilizada…” (fs. 18.826/18.881 de estos actuados -el destacado me pertenece-). Por otra parte, el propio Agusti Scacchi reconoció haber dictado cursos dentro de las instalaciones de la E.S.M.A., como así también haber tenido encuentros con Chamorro en los que hablaron acerca de la instrucción de un Grupo Operativo que la superioridad había organizado con la Escuela de Mecánica de la Armada para combatir a la subversión. El hecho de que Agusti -quien en el período que se le imputa tenía el cargo de teniente de navío- haya mantenido una conversación con Chamorro en dichos términos -teniendo en cuenta que éste era capitán de navío y director de la E.S.M.A.-, en función de la estructura jerárquica que caracteriza a las Fuerzas Armadas, solamente puede explicarse en virtud de lo manifestado por el capitán de fragata Ranni, en la Ficha de Censo ya citada. De todo lo expuesto resulta válido concluir en que los cursos dictados por Agusti Scacchi dentro de la Escuela de Mecánica de la Armada no eran otros que los dispuestos por la Infantería de Marina para diseñar estrategias y procedimientos en la lucha contra la subversión e instruir a los miembros del Grupo de Tareas que allí operaba. Además, los dichos de Randolfo Luis Agusti Scacchi en cuanto a su absoluta desvinculación con las actividades del grupo de tareas que operaba en la E.S.M.A., se ven desvirtuados por las constancias que obran en su Foja de Conceptos. En efecto, como señaló esta Fiscalía en el escrito de fecha 7 de octubre del año en curso, a fs. 118 del Legajo de Conceptos se encuentra agregado un oficio de fecha 4 de diciembre de 1978 suscripto por el Agregado Naval Argentino en la 132 Ministerio Público Fiscal de la Nación Embajada en Estados Unidos -Contraalmirante Juan José Lombardo-, dirigido al Sr. Director General del Personal Naval, en el que manifiesta: “Por último, y si el citado Jefe [Agusti Scacchi] depende de este Agregado interpreto que, ... para poder ejercer una adecuada conducción debe ser evacuada la inquietud, comunicándome la resolución del Señor Comandante en Jefe u otra disposición administrativa que establezca el otorgamiento de la distinción de referencia.” Cabe destacar, en referencia a dicha solicitud, que a fs. 117 del mismo legajo obra una nota confidencial fechada el 20 de diciembre de 1978, dirigida al Señor Jefe de la División Armamento, en la que el Capitán de Navío Alberto Oreste Moschini manifiesta que a dicha requisitoria (la del Contraalmirante Lombardo) debía contestarse que “Por razones estrictas de seguridad de la información, no se enviará al causante, ni a esa Agregaduría Naval, ninguna información complementaria a la que le efectuó telefónicamente el Capitán ACOSTA al Capitán AGUSTI SCACCHI” (en ambas citas el destacado me pertenece). Por otra parte, llama la atención que no pudo hallarse en el Legajo de Agusti o en su Foja de Conceptos ninguna otra constancia que haga referencia a la condecoración mencionada. Sin embargo, a fs. 7vta. de esta última se puede observar, en la sección correspondiente a Menciones honoríficas por comisiones desempeñadas, que la anotación inicial fue borrada y tachada, y sobre aquella posteriormente- se pegó una nota impresa en computadora que reza “Decreto Nº 268 del PODER EJECUTIVO NACIONAL, de Fecha 1º de Octubre de 1983. ARTÍCULO 2º.- Extiéndase el ‘Diploma de Homologación’ ‘La Nación Argentina al Valor en Combate’ como análoga a la condecoración ‘Honor al Valor en Combate’ otorgada a nivel institucional”. Asimismo cabe destacar que en el reverso de dicha foja se advierte, a simple vista, el relieve correspondiente a la inscripción original manuscrita (borrada y tachada), donde resulta posible leer “.../78-...” en el primer renglón y “VALOR EN COMBATE...” en el segundo. A raíz de ello, esta Fiscalía solicitó la realización de la pericia correspondiente, cuya práctica fue oportunamente ordenada por V.S. Las conclusiones de dicho estudio pericial indicaron, entre otras cosas, que “…-invirtiendo la visión de los relieves- es posible detectar formas que podrían interpretarse como posibles lecturas ‘18’ o ‘/8’ o ‘14/18’; y, en la línea de relieves que se encuentra por debajo: la posible expresión ‘VALOR EN COMBATE’…Por otra parte, en cuanto a lo que aparece como escritura manuscrita en tinta azul, observable por vía de la iluminación diascópica que permite una semitransparencia; sólo surge la tenue imagen de caracteres tipo 133 Ministerio Público Fiscal de la Nación cursivo, que podrían estimarse como ‘distinción de’…” (peritaje caligráfico obrante a fs. 59.761/59.770 de la causa nro. 14.217/03) A ello debe agregarse que Ricardo Héctor Coquet, en la declaración testimonial que prestó el 10 de febrero de 1987 (obrante en el legajo nro. 124/7), aportó un listado de personal de la E.S.M.A. cuyos nombres le había proporcionado Acosta a efectos de preparar los diplomas con que fueran condecorados por el Almirante Massera -que se agregó a dicha declaración-, en el que se encontraba incluido el CCBIM CD Randolfo Luis Agusti Scacchi. Esta información se ve corroborada por la copia de la resolución COAR nro. 745/78 “S” aportada por Carlos Octavio Capdevila en su declaración indagatoria (Anexo I, que obra a fs. 51.440/4 de los autos principales). En esta resolución de fecha 12 de noviembre de 1978, el Almirante Emilio Eduardo Massera, comandante en jefe de la Armada, resolvió otorgar la distinción Honor al valor en combate a Randolfo Luis Agusti Scacchi. Esta distinción también fue otorgada a muchos de los imputados en los presentes actuados, como por ejemplo Vildoza, Lynch Jones, Pazo, Rioja, Yon, Damario, Scheller, Donda, Rolón y Benazzi, entre otros. Por otra parte, se destaca que el resto de su carrera giró en torno a este tipo de tareas, al punto que, cuando volvió de Panamá, fue designado supervisor del equipo de análisis y asesoramientos especiales en la Unidad Subsecretaría Operativa de la Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación (resolución nro. 87/0200/80, que se encuentra transcripta a fs. 12vta. de la Foja de Conceptos de Agusti Scacchi). Asimismo, cabe mencionar los diversos testimonios que dieron cuenta de la presencia de Agusti Scacchi en la E.S.M.A. Alfredo Manuel Buzzalino manifestó que “Agusti era teniente de navío…de la misma promoción que ACOSTA, era de los más inteligentes, decía ‘que tenían que morir todos. Dejar un liberado era sufrir sus consecuencias 20 años después’” (Legajo SDH nro. 3316). Asimismo, a fs. 14.224 y ss. de los autos principales, agregó que el teniente de navío Agusti concurría asiduamente a la E.S.M.A. A fs. 57.8078/8 Miguel Ángel Lauletta declaró que al Tano Agusti lo vió en la época de la caída de Roberto Santi e Hidalgo Solá. Era un miércoles y estaban dando una película. Lo llevan a Hidalgo Solá y le dicen que no hablen con él ni le den agua. Agusti fue a documentación y le dijo que a Oesterheld lo tenían en el 134 Ministerio Público Fiscal de la Nación BIM de La Plata. El testigo agregó que la actuación de Agusti estaba ligada a Massera. Por otra parte, Marta Remedios Álvarez -que estuvo secuestrada en la E.S.M.A. desde el 26 de junio de 1976 hasta el mes de junio de 1979- en el escrito que obra a fs. 28.033/5 de los autos principales manifestó que el “Tano” Randolfo Agusti era uno de los miembros del S.I.N. que se encontraba en forma permanente en esa dependencia naval. En el escrito que obra a fs. 28.038/41, Graciela García refirió que entre los que se encontraban en forma permanente en la E.S.M.A. estaba el “Tano” Randolfo Agusti del S.I.N. Asimismo, en la declaración que obra a fs. 10.349/50 de la causa nro. 7694/99, agregó que “Ese tipo ‘Espejaime’ era terrible. Igual el que le decían ‘el Tano’ de apellido Agusti, el cual era un cuadro del S.I.N. formado en Panamá que consta en su declaración anterior”. Respecto a esta última declaración, no comparto las conclusiones a las que arribó la Excma. Cámara Federal de Apelaciones al analizar tal testimonio. Al respecto, cabe aclarar que si bien García hizo referencia a Agusti en el marco de su relato del viaje a Paso de los Libres, no dijo que éste haya viajado a Paso de los Libres con ella sino que la llevó un integrante de Prefectura -“Espejaime”- y unos verdes que estaban a su cargo. Luego agregó que “Espejaime” era terrible y que también lo era la persona a la que le decían “el Tano”, de apellido Agusti. Por lo tanto, en función de los términos en que fue realizada la declaración de la testigo, entiendo que la mención a Agusti tuvo únicamente la finalidad de destacar su crueldad con los detenidos y, de ninguna manera, García afirmó que Agusti la haya acompañado a Paso de los Libres. Además, analizando los dichos de la testigo en su conjunto, si García manifestó que fueron “Espejaime” y otros verdes que estaban a su cargo los que la llevaron, no resulta verosímil considerar que dentro de ese grupo de “verdes” -que tenían los cargos más bajos dentro de la ESMA- se encontraba un cuadro del S.I.N. formado en Panamá como ella misma refirió que era Agusti. Por este motivo resulta irrelevante la fecha en la que se efectuó ese viaje a la frontera, como así también el período en el que compartieron cautiverio Graciela García, Jorgelina Ramus, Sara Solarz de Osatinsky y Ana María Martí (que por otra parte no fue incluida como una de las prisioneras llevadas a Paso de los Libres; por el contrario, García refirió que fue junto con Ramus y Solarz, con el argumento de buscar al compañero de Martí). Ello en virtud de que García no declaró que “el tano” Agusti haya participado de ese viaje. La mención de Agusti por parte de 135 Ministerio Público Fiscal de la Nación García en esa oportunidad tiene como finalidad resaltar la crueldad de Espejaime, efectuar un paralelismo entre ambos, no vincular al primero con el viaje a la frontera. Si a ello se suma que la testigo declaró que “el tano” se había formado en Panamá, entiendo que claramente “el tano Agusti” al que se refiere Graciela García es Randolfo Luis Agusti Scacchi. En cuanto a Orlando González, de su legajo de servicios se desprende que desde el 15 de febrero de 1974 hasta el 4 de marzo de 1977 se desempeñó como miembro del SIIN en la ESMA. En dicha fecha fue ascendido a oficial, pasando el 11 de marzo de 1980 a desempeñarse en la JEIN. Sin embargo, en virtud de ciertas contradicciones allí obrantes en relación con el lugar donde se desempeñó entre el 24 de marzo de 1976 y el 4 de marzo de 1977, no puede descartarse que el imputado haya cumplido funciones en la ESMA en dicho lapso. En efecto, a fs. 20 vta. de su legajo de servicios figura que entre el 18 de febrero de 1976 y el 11 de marzo de 1980 su destino fue el SIIN. Asimismo, a fs. 85 vta. de su legajo de conceptos, al calificarlo el capitán de navío Raúl Fermepin advirtió que “varios cambios de actividad en el transcurso del año [febrero a noviembre de 1976] y duplicidad de dependencias le restaron posibilidades”. El nombrado mantuvo dicho concepto al evaluarlo nuevamente, pero esta vez en relación con el período 16/11/76-04/03/77 (fs. 87 vta.). Ello implicaría que durante el período en que ciertamente se desempeñó en la ESMA, es decir, entre el 4 de marzo de 1977 y el 11 de marzo de 1980, en su legajo figura haberse desempeñado en otro destino, por lo que no cabe descartar la hipótesis de que hubiera permanecido en dicho CCD desde el golpe de estado de 1976. Por otra parte, como surge de su legajo de conceptos, el imputado cumplía tareas de inteligencia como auxiliar (fs. 89/94) o de contrainteligencia (fs. 96/104). Asimismo, a fs. 93 vta. fue calificado y propuesto para el ascenso por el Director de la ESMA, José Suppicich y a fs. 91 vta. y 89 vta. fue calificado y propuesto para el ascenso por el Sub-Director de la ESMA, Raúl J. González. Son cuantiosos los testigos que manifestaron haber visto a Orlando González en al ESMA. Víctor Fatala pudo observar a las personas que lo sometieron a torturas, además de haber reconocido luego sus voces, individualizando entre otros a un suboficial de la Armada apodado “Hormiga” o “Miguel” (fojas 48 de la testimonial agregada en el legajo correspondiente a los casos 87/88). 136 Ministerio Público Fiscal de la Nación Por su parte, Ana María Soffiantini declaró el 13 de noviembre de 2007 en la causa nro. 1238 del T.O.F. 5 que “por indicación de un compañero me bajan a trabajar al sótano, a la parte de fotografía, con un represor llamado ‘Hormiga’”. Susana Jorgelina Ramus destacó que el suboficial ‘Hormiga’ la llevó a una escribanía, haciéndose pasar por su marido, para firmar un permiso para que su hija pudiera viajar al exterior con ella (declaración testimonial de fs. 1696/7 de la causa nro. 1376/04). Graciela Daleo señaló que “los auxiliares de inteligencia eran suboficiales que cumplían funciones precisamente de auxiliares de inteligencia, como eso los conocíamos nosotros, que trabajaban en el área del ‘Dorado’, que era el área donde se hacía inteligencia, y estos auxiliares de inteligencia eran Gustavo MORO, se le decía así, Gustavo MORO y ‘Hormiga’” (declaración testimonial en causa nro. 13/84, fs. 5781/5830). Adriana Marcus declaró que “en capuchita, en donde esta el tanque de agua, en capucha, en algún momento vino un tal ‘Hormiga’ a hablarme muy mal de mi padre, a decirme que lamentaba mucho que mi familia fuera tan descuidada conmigo, que mi padre me hubiera llevado a mi casa y hubiese tratado de huir de manera que se vieron obligados a tirar tiros para detenerlo, y que lamentaba mucho que mi padre fuera cobarde y que me dejara abandonada en manos de nosotros que te tenemos acá presa” (cfr. transcripciones de las declaraciones testimoniales del 25 de octubre de 2007 de la causa nro. 1238 del T.O.F. 5). En ese sentido corresponde mencionar lo declarado por la testigo Thelma Jara de Cabezas, cuando señaló que Orlando González, alias “Hormiga” -quien se desempeñaba en Inteligencia- le había tomado una foto para confeccionar un D.N.I. falso a nombre de Magdalena Manuela Blanco, que debió utilizar para viajar a Uruguay junto con integrantes del grupo de tareas (declaración durante el juicio en la causa nro. 13/84 obrante en el Legajo nro. 81 caratulado “Varela Cid s/denuncia Jara de Cabezas”). Por otra parte, el testigo Lázaro Gladstein mencionó que Orlando González había ganado el premio Foto Condor FAF 1978 de fotografía. Señaló que era quien recibía a los detenidos, los registraba en el libro de entradas, fichas y carpetas y anotaba las pertenencias que llevaban (ver declaración de Lázaro Jaime Gladstein a fs. 17/8 del Legajo nro. 76 “Gladstein, Lázaro Jaime y Bello, Andrea Marcela”). 137 Ministerio Público Fiscal de la Nación Asimismo, Carlos Muñoz recordó entre los integrantes del sector Inteligencia -quienes se ocupaban de los interrogatorios (torturas) y decidían quién sería “trasladado” (asesinado) o liberado- al suboficial principal Orlando González a quien llamaban Hormiga o Miguel Ángel, quien era bueno para hacer fotografías pero su capacidad intelectual era nula (Legajo CONADEP nro. 704). Enrique Mario Fukman amplió su declaración ante la CONADEP, con fecha 22 de marzo de 1984 (ver fojas 4/5 del legajo correspondiente al caso 69 que corre por cuerda a la presente), declarando que “actuaban como complemento dentro de inteligencia los suboficiales ‘Leo’ que era buceador naval; el ‘hormiga Miguel’ que era fotógrafo profesional y un tal ‘Julio’ que era oriundo de Córdoba”. A fs. 40.392 de la causa nro. 14.217/03 informó que en un diálogo entre Cejas (Leo) y González (Hormiga), Leo le contó que era buzo táctico. En otra ocasión, manifestó que fue violentamente golpeado por Jerónimo que era el oficial de Marina Donda y un suboficial llamado Hormiga. A éstos también los reconoció luego por la voz y porque ellos mismos reconocieron posteriormente haberlo castigado (ver fojas 203/6 del legajo nro. 69). Por último señaló que en los interrogatorios -que se desarrollaban a ratos a cara descubierta y a ratos con la capucha colocada- le pegaban mientras se hallaba esposado con las manos atrás y simularon fusilarlo, participando, entre otros, un suboficial que le decían “Hormiga” que era fotógrafo profesional (Legajo CONADEP nro. 4687). Similar testimonio prestaron Ricardo Héctor Coquet -“me acuerdo de un suboficial que sacaba fotografías que le decían HORMIGA que me dijo ‘de acá nadie sale vivo’, venía me preguntaban cosas de fotografías y entre medio me tiraba esa pálida” (Legajo CONADEP nro. 2675)- y Víctor Basterra quien declaró que cierto día, hojeando la revista Fotomundo, observó junto con Daniel Merialdo que habían sido publicadas varias fotografías de Orlando González, un suboficial de la Armada que integraba el grupo de inteligencia de la ESMA y que era aficionado de la fotografía. Así se enteraron de su identidad, dato que los represores solían preservar celosamente. Los apodos de González eran HORMIGA y MIGUEL; era auxiliar de Inteligencia y como tal su tarea era extraer información, sistematizarla y ordenarla. Recordó que González solía llevarles encargos a la sección de documentación o de fotografía, ordenados por el 2do. jefe de Inteligencia que allí operaba, GERÓNIMO DONDA, entonces teniente de navío. Recordó 138 Ministerio Público Fiscal de la Nación también que en cierta oportunidad el deponente fue trasladado a la Huevera, que había sido subdividida por paneles, donde se le exhortó a que contara “su vida” por escrito. En un momento dado llegó González, quien le gritó que se volviera hacia él, insultándolo y pellizcándolo, e instándolo a escribir las verdaderas razones por las que se hallaba allí; esto aconteció en diciembre de 1979 (declaración de 12 de febrero de 1985 en la causa “Jara de Cabezas). Además, Ana María Martí, Sara Solarz de Osatinsky y María Alicia Milia de Pirles recordaron que González era auxiliar de Inteligencia, fotógrafo, que habría realizado una exposición de sus trabajos en el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires y participado en varios concursos (fs. 1536/64). José Orlando Miño añadió que “estando en libertad en una oportunidad me crucé, encontré con Abdala, que me hizo señas para que no lo saludara o algo así y con un tal Orlando González (Hormiga Negra), que era fotógrafo, un mal nacido que hacía trabajar a los fotógrafos que estaban allí y que ganó un premio nacional de fotografía con las de otra persona que estaba ahí. Íbamos viajando en un mismo micro y cuando el micro arrancó huyo despavorido. Los dos eran suboficiales de la Marina” (documentación remitida por el Juzgado Central de Instrucción nro. 5 de la Audiencia Nacional de Madrid, en relación con el Sumario nro. 19/97). Esta información se corrobora a fs. 93 del legajo de conceptos de González cuando, al momento de calificarlo su superior, el teniente Paolini manifestó que el imputado “tiene excelentes conocimientos de fotografía tanto para la toma como el proceso de revelado y copias de los mismos”. Por último, Liliana Noemí Gardella (ver fs. 12.403), Cristina Inés Aldini (fs. 18.065/6), María Eva Bernst De Hansen (Legajo CONADEP nro. 2453), Alfredo Manuel Buzzalino (LEGAJO SDH nro. 3316), Pilar Calveiro (Legajo CONADEP nro. 4482), Adriana Rosa Clemente (fs. 3378), Graciela Beatriz Daleo y Andrés Ramón Castillo (declaración de fojas 7/71 del legajo correspondiente a los casos 16 y 32, caratulado “Castillo, Andrés Ramón s/víctima privación ilegal de la libertad”), Mario César Villani, Miriam Lewin (declaración testimonial brindada en la audiencia de debate celebrada en la causa nro. 13/84 ante la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, cuyo registro luce a fojas 115/23 de la causa nro. 1376/04 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, Secretaría nro. 23), Daniel Merialdo (Legajo nro. 744), Carlos García (fs. 8965vta.), Amalia Larralde (fs. 12.107/153 y 12.154/164 de los autos principales; fs. 135/41 del Legajo 164), Alfredo Julio Margari (fs. 139 Ministerio Público Fiscal de la Nación 7788), Lila Pastoriza (Legajo CONADEP nro. 7231), Mercedes Inés Carazo (fs. 12041/3 en causa 14.217), Ángel Alberto Laurenzano (fs. 41407/8), Andrea Marcela Bello -quien manifestó que mientras estaba en el sótano era frecuente que entre otros se hiciera presente para “conversar” el suboficial de la Armada Orlando González, alias “Hormiga”- (transcripciones de las declaraciones testimoniales del 30 de octubre de 2007 de la causa nro. 1238 del T.O.F. 5), Elisa Tokar y Juan Gaspari (fs. 14.394/14.404) afirmaron haber visto en la ESMA al suboficial Orlando González, miembro de inteligencia, apodado “Hormiga” y “Miguel”. En otro orden de ideas, Pittana, Cionchi y Pazos integraron el Sector Operaciones y Logística del Grupo de Tareas, sin perjuicio de que también tuvieron una participación activa en el área de Inteligencia, conforme indicaron los sobrevivientes de la ESMA. Excepto en los casos en que hayan participado en operativos e interrogatorios concretos, les imputo haber mantenido privadas de su libertad a las víctimas consignadas en el presente requerimiento y haberles impuesto las torturas padecidas por las víctimas mientras permanecieron detenidas en cautiverio bajo la órbita de custodia del G.T. 3.3/2, por lo que deben ser tenidos como coautores de tales delitos. En lo atinente a los homicidios descriptos en el presente dictamen, entiendo que, excepto en los casos en que se haya acreditado concretamente su actuación directa en tales sucesos, se los debe tener como partícipes necesarios de tal delito, toda vez que realizaron -en la medida de la función que desempeñaban dentro de la E.S.M.A.- un aporte sin el cual el hecho principal que llevaron adelante los nombrados no hubiera podido cometerse (cfr. Bacigalupo, Enrique, ob. cit., p. 530). En este sentido, Zaffaroni sostiene que “el partícipe actúa afectando el mismo bien jurídico que el autor, pero sólo que no lo hace en forma directa, sino por medio del hecho antijurídico del autor” (Zaffaroni, Alagia, Slokar, ob. cit., p. 760). La decisión de terminar con la vida de las víctimas en los casos que, en tal sentido, fueron descriptos en el presente era conocida por todos los integrantes del GT, quienes no obstante saber el destino deparado a las víctimas, continuaron realizando actos que permitieron alcanzar el objetivo propuesto (la muerte). En primer término, debe tenerse en cuenta los legajos de servicios de los imputados. Claudio Orlando Pittana, pertenecía a la Policía Federal Argentina (Legajo personal de la P.F.A. nro. 151.624) y prestó funciones en la Escuela de Mecánica 140 Ministerio Público Fiscal de la Nación de la Armada en el período comprendido entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983, conforme se desprende del listado aportado por la P.F.A., que obra a fs. 17.296 de los autos principales. La actividad desplegada por Pittana -alias “Fafa”- en la E.S.M.A. fue reconocida por numerosos testigos que lo señalan como miembro de la Policía Federal Argentina, integrante del sector operaciones del G.T. 3.3/2, tanto en privaciones ilegítimas de la libertad como en la aplicación de tormentos a los prisioneros. Así, Ana Maria Isabel Testa declaró en el juicio realizado a Héctor Febres por el T.O.F. nro. 5, que entre las personas que la secuestraron enfrente de su domicilio se encontraba “fafá”, que era el sosías que utilizaba el ex integrante de la Policía Federal Claudio Pittana. Asimismo refirió, en otra oportunidad, que si bien no presenció directamente ninguna sesión de torturas, le consta que todos los prisioneros eran sometidos a tales mecanismos; y que se comentaba que dentro del grupo de personal de E.S.M.A. uno de los autores de las torturas era “Fafa” (fs. 2/5 del legajo nº 130 “Testa, Ana María Isabel”). Por su parte, en el marco de dicho juicio y respecto del procedimiento de su secuestro, Enrique Mario Fukman declaró que “…en la esquina de Avenida San Juan y Avenida La Plata, cuando iba a cruzar la esquina, frena de golpe un Ford Falcon, no era color verde, aclarémoslo, era un color amarillo. Y bajan corriendo tres personas, se me tiran encima. Sin tener posibilidad de reacción, me tiran al piso. Me secuestra, o sea, me tira al piso y me esposa... una de las personas que a mí me secuestra era miembro de esa fuerza [la Policía Federal] y hubo otros miembros de esa fuerza que participaban con la autorización, enviados por la policía, en el grupo de tareas...se me tiraron encima, me tiran al piso, me esposan y me suben al auto. Adelante manejaba alguien que después reconozco que lo llamaban ‘Aldo’, que era del Servicio Penitenciario Federal. A su lado venia una persona de nombre ‘Ernesto’, y atrás el que me tira a mí adentro del coche -me tira, digámosle, a sus pies- era ‘Fafa’, cuyo nombre es Pittana, que era miembro de la Policía Federal Argentina. Me empiezan a preguntar... justamente por mis amigos, por Carlos específicamente [Lordkipanidse]. Yo en el primer momento intento hacerme el tonto, diciéndole que no sabía de qué me estaban preguntando. Inocente mío, me vieron salir de la casa justamente de Carlos [Lordkipanidse] y entonces, primero me empiezan a golpear y después ‘Fafa’ Pitana me empieza a quemar los brazos con un cigarrillo. (...) Continuamos, podemos decir, de esa 141 Ministerio Público Fiscal de la Nación forma:... Pitana iba pegándome y quemándome. Y en un momento dado, paran el coche en un garaje, me ponen una capucha -que era una bolsa de lona de color gris- en la cabeza, bajan [a] hablar con... el encargado del garaje, y me hacen bajar a mí... y me hacen subir al baúl del coche. (...) [H]abía miembros de la Policía Federal como Pitana ... que constantemente estaban ahí...” (declaración testimonial brindada el día 8 de noviembre de 2007 en el juicio oral seguido a Héctor Febres ante el T.O.F. nro. 5, en la causa nro. 1238). Asimismo Fukman ubicó a “fafa” en la parte de operaciones y agregó que el nombrado estuvo infiltrado en la Facultad de Derecho como alumno (legajo Conadep nro. 4687 y fs. 4/5 y 203/206 del legajo n° 69). Andrea Marcela Bello también mencionó a Pittana en esa audiencia de debate. En efecto declaró que: “[e]l 6 de diciembre de 1978 a las 18 horas aproximadamente, en la esquina de las calles Varela y Avenida del Trabajo de la Capital Federal fui secuestrada junto a Lázaro Jaime Gladstein (quien en esos momentos era mi marido), Ricardo Sáenz y Horacio Moreira. Los dos últimos permanecen desaparecidos. El grupo que nos secuestró estaba integrado por cerca de diez individuos armados, vestidos de civil, los cuales nos introdujeron compulsivamente en distintos automóviles, previo habernos cubierto la cabeza con una capucha y sujetados los brazos con esposas. Fuimos conducidos a un centro clandestino de detención, que luego supe era la Escuela de Mecánica de la Armada, institución que funcionaba como asiento del Grupo de Tareas 3.3/2 que integraban los hombres armados y vestidos de civil que me secuestraron, todos ellos oficiales y suboficiales de la Marina y otras fuerzas que integraban ese GT. Entre los secuestradores pude identificar a Claudio Pittana, alias Fafá, miembro de la Policía Federal...”. Asimismo refirió -en otra ocasión-: “[e]n una oportunidad fui llevada junto a otros prisioneros a una quinta ubicada en la zona norte del Gran Buenos Aires. Allí también concurrieron los represores Febres, Carnot, Orlando González y Pittana” (ver legajo 76 que corre por cuerda). En otro orden de ideas, Bello mencionó que operativos como Pittana y Azic circulaban permanentemente por una especie de office que había al lado de las oficinas de Scheller y González (cfr. transcripciones de las declaraciones testimoniales del 30 de octubre de 2007 de la causa nro. 1238 del T.O.F. 5). Víctor Melchor Basterra manifestó, en la declaración testimonial que prestó a 527/534vta. de la causa nro. 18.407/02 del registro del Juzgado Federal nro. 12, Secretaría nro. 23, que Claudio Pittana (“Fafa”) condujo el operativo en el cual 142 Ministerio Público Fiscal de la Nación lo trasladaron a la ciudad de La Plata, donde detuvieron a dos conocidos que luego dejaron en libertad. Basterra también declaró que María Elsa Martínez le comentó que Pittana (alias “Fafa”) participó en el operativo que culminó con su secuestro y el de Raimundo Aníbal Villaflor (denuncia de fojas 44/61 de la causa nro. 1376/04 de la Secretaría nro. 23 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12). También refirió que el nombrado participó en el secuestro de Enrique Ardeti; que era un operativo, un gatillo, porque era un tipo especializado en matar, y que era uno de los que les “pegaba una apretada” a periodistas ingleses para que se fueran (declaración prestada en el juicio por la verdad de la Cámara Federal de La Plata, que se encuentra agregada a fs. 1/12 de la causa nro. 18.407/02). Por otra parte, en uno de los listados de suboficiales que aportó, Basterra ubicó a Pittana como operativo en la E.S.M.A. en el período 79/83, actuando bajo los sosías Bravo y Juan Manuel Erhardt (declaración prestada ante el C.E.L.S. el 17 de octubre de 1984). Cristina Ines Aldini declaró que de los muchos represores que intervinieron en su secuestro, posteriormente pudo identificar al miembro de la Policía Federal Claudio Pittana, alias “Fafá” (fs. 18.065/6). Por su parte, Lázaro Jaime Gladstein recordó que una persona de apellido “Pitana”, que pertenecía a la Policía Federal, participó de su secuestro; y que fue una de las dos personas -junto con “el gordo Tomás”-, que le apuntaron con el arma (declaración prestada en el juicio celebrado en la causa nro. 1238 del T.O.F. nro. 5). Asimismo declaró que pudo identificar a “Fafá” como uno de los integrantes del grupo de tareas que operaba en la E.S.M.A. y se movilizaba en cuatro vehículos (declaración prestada ante la CONADEP el 22 de mayo de 1984, fs. 2/4 del anexo correspondiente al caso 76 que corre por cuerda). Carlos Muñoz sindicó a Claudio Orlando Pittana (“Fafa”) -junto con “Tomás” y el Teniente Alfredo Astiz- como uno de sus captores (denuncia de fojas 8808/8818); y ubicó a “Fafá” en el área de Operaciones de la E.S.M.A. (legajo Conadep nro. 704). Asimismo, Muñoz declaró que Pittana estuvo involucrado en la muerte de Daniel Vázquez, quien fue fusilado en las Avenidas San Pedrito y Rivadavia. Al respecto manifestó que, según comentarios de otra detenida conocida como Julia Fernández Sarmiento y de los oficiales presentes, Vázquez habría arrojado una granada que no hirió a nadie, ante lo cual el Teniente de navío alias “Tomás” o “Luciano” le disparó un “escopetazo” por la espalda y, cuando la víctima cayó, “Fafa” o “Pitana” (Claudio Pittana) le vació su arma calibre nueve 143 Ministerio Público Fiscal de la Nación milímetros en la cabeza (declaración testimonial prestada por Carlos Muñoz durante el juicio oral celebrado en la causa N° 13/84 de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, obrante a fojas 181 y ss. del legajo N° 4/74/79/80, que corre por cuerda). También Carlos Gregorio Lordkipanidse vinculó a Pittana con la muerte de Vázquez. Al respecto declaró a fs. 41.842/3l que por dichos de Gladstein supo que “Fafa” Pittana lo remató, luego de que Cionchi -“el Gordo Tomás”-, le pegara un itacazo, en diciembre de 1978. Luego agregó que Pittana, junto a “Federico” González, se ufanaba de haber pertenecido a la Triple A bajo las órdenes de Villar, y que tenía una estrecha relación con Colores y Linares. Víctor Aníbal Fatala, que fue privado ilegítimamente de su libertad el 6 de noviembre de 1978, pudo averiguar la identidad de algunas de las personas que lo detuvieron, entre ellos “Fafa” -perteneciente a la Policía Federal- (fojas 48 de la testimonial agregada en el legajo correspondiente a los casos 87/88). Ricardo Héctor Coquet recordó haber visto a integrantes de la Policía en la E.S.M.A., entre ellos uno que le decían “Fafa” (declaración de fojas 3/8 del legajo nº 124 que corre por cuerda). Susana Beatriz Leiracha de Barros declaró, con respecto a las personas que la detuvieron, que a “...uno de ellos lo vio posteriormente en la E.S.M.A., cuando la declarante efectuaba trabajos en el lugar llamado Pecera y esa persona era conocida como Fafa, el que al parecer era de la Policía Federal (...) A todas estas personas, vuelve a reiterar la dicente los vio circular por la E.S.M.A. cuando efectuaba trabajos en la Pecera...”Asimismo manifestó que “...al momento de ser detenida fue golpeada en diversas partes del cuerpo, en la calle y en el rodado en que era trasladada, supone que la golpeó Fafa, mejor dicho está segura de ello ya que fue el que la tomó del cuerpo” (testimonio, obrante en el legajo correspondiente a los casos 87/88, fojas 45/48). Mario César Villani, quien estuvo en ESMA desde marzo de 1979 hasta agosto de 1981 y después debió volver periódicamente, para reparar equipos de comunicaciones, refirió que conoció en forma directa a Claudio Pittana, entre otros. En efecto, Villani declaró que conoció en forma directa -aunque por sus “nombres de guerra” en la mayoría de los casos-, entre otros, a quien en las fotografías que se le exhibieron se encontraba individualizado como Claudio Pittana (fs. 538/541vta. de la causa nro. 18.407/02 ya citada y copia que obra a fs. 38.577/83 de los autos principales). 144 Ministerio Público Fiscal de la Nación También Norma Cozzi mencionó a “Fafá”, Claudio Pittana, entre los miembros del grupo de tareas de la E.S.M.A.(legajo Conadep nro. 6787); y Ángel Strazzeri lo incluyó como personal de la E.S.M.A. que estaba en contacto con los detenidos (legajo Conadep nro. 2344). Además, Ángel Alberto Laurenzano declaró a fs. 41.407/8 que conoció a “Fafa” Pittana en “el Banco”, en Operaciones, y luego lo volvió a ver en la E.S.M.A. Por otra parte, Julio Jorge Villar fue privado ilegítimamente de su libertad a fines de 1981 o principios de 1982, llegó herido a la E.S.M.A. y murió al poco tiempo. Allí fue visto por Víctor Basterra, quien refirió que Pittana (“Fafa”) realizó el disparo que lo hirió de muerte. Con relación a este suceso Basterra declaró que, aproximadamente a principios de 1982, había escuchado al ex integrante de la Policía Federal y, para ese entonces, miembro operativo del GOEA, Claudio Pittana, alias “Fafa”, jactarse de haber matado a Jorge Julio Villar, durante una persecución. La víctima habría intentado escaparse y Pittana le disparó por la espalda (ver copia de denuncia glosada al legajo nro. 83 -en particular, fs. 10/11- y declaración prestada en los “Juicios por la Verdad”, cuya copia certificada obra a fs. 8847/8858 y 8910/36 de estas actuaciones, y legajo SDH 2193). En efecto, Basterra declaró en otra oportunidad que Claudio Pittana, tirador confeso de Villar, dijo “yo le dije pará pará pero el boludo no paró” (fs. 39.261/5 de los autos principales). Además, Enrique Mario Fukman (declaración del 13 de febrero de 1987 en la causa nro.761), Víctor Melchor Basterra (declaración del 17 de febrero de 1987 en la causa nro.761), Ana María Testa (declaración del 14 de febrero de 1987 en la causa nro. 761) y Carlos Gregorio Lordkipanidse (declaración del 18 de febrero de 1987 en la causa nro. 761), entre otros, mencionaron a Pittana, alias “Fafá”, como uno de los suboficiales que intervino en los tormentos que les fueron infligidos. Cabe destacar que en el epígrafe de la fotografía glosada al Anexo XVII, apéndice 27, de la causa Basterra, se encuentra consignado “Claudio Pittana. Ex suboficial de la Policía Federal, nombre de guerra Fafá, sosías Roberto Mario Erhardt, Juan Manuel Bravo. Foto 1982. Funcionó en Operaciones antes de la administración de Abdala. Personal permanente de la ESMA hasta la disolución del GT según sus dichos jugó al rugby en el club Pucará. Excelente tirador, autor 145 Ministerio Público Fiscal de la Nación material de la muerte de Jorge Julio villar a principios de 1982. En la foto viste uniforme de la Policía Federal.” Osvaldo Arturo Barros declaró el 12 de febrero de 1987, que Claudio Pittana, alias “Fafa”, oficial de la Policía Federal, también formaba parte del grupo operativo. Cuando se le exhibieron las fotografías que van agregadas al Anexo XVII, apéndice 27 de la causa Basterra, a fs. 22 Barros reconoció al que mencionó como FAFA o CLAUDIO PITANA (declaración agregada al legajo que corresponde a los casos 87/88 -fs. 49/51-). Asimismo, Thelma Doroty Jara de Cabezas, Miriam Liliana Lewin, Adriana Rosa Clemente, Ángel Strazzeri, Ana María Isabel Testa, Carlos Gregorio Lordkipanidse, Graciela Beatriz Daleo, Víctor Aníbal Fatala y Enrique Mario Fukman –en las declaraciones que prestaron el 12 de febrero de 1987 Jara de Cabezas y Lewin, el 14 Clemente, Strazzeri y Testa, el 18 Lordkipanidse y el 13 los demás- cuando se les exhibieron las fotografías que obran en el Anexo XVII, apéndice 27 del legajo correspondiente a Basterra, reconocieron a “Fafa” a fs. 22. En dicha oportunidad Lordkipanidse agregó que se trata de un policía que era operativo y en ocasiones aplicaba tortura. Por otra parte la esposa de Enrique Ardeti, Eugenia Orellano, declaró que a fines de marzo de 1980 y durante el cautiverio de su marido, entregó un poder extendido a favor de Ardeti a dos hombres que se presentaron en su domicilio, y que posteriormente reconoció a uno de ellos como Claudio Pittana (relato de Consuelo Eufemia Orellano obrante a fojas 48.143/191 del Tomo 115 de la documentación remitida por el Juzgado Central de Instrucción nro. 5 de la Audiencia Nacional de Madrid, en relación con el Sumario 19/97). Orellano declaró que supo que era Pittana porque “[e]n el año 83, yo estaba parada en una esquina frente a la plaza Moreno y baja de un micro un hombre alto, atlético, el micro no paró, él casi con el micro en marcha y un bolsito, zapatillas, baja, da unos saltitos y yo lo veo. Y veo que es uno de los que vinieron a buscar el poder que lo le tenía que hacer a mi marido. Me quedé quieta, parada, y veo que él hace unos pasos así y agarra la diagonal, y ahí qué sé yo, también, me fui para el lado de la Diagonal, pero ya corriendo un poco, porque este señor tiene piernas largas y unos poquitos pasos hacía... una distancia mucho mayor que las mías. Y bueno, lo veo que va y después dobla y ahí corro, porque me da como una desesperación de que lo voy a perder, y doblo y no lo veo, no está; entonces camino y me sorprendo, está la Comisaría, hay una Comisaría ahí... había una garita, que después me 146 Ministerio Público Fiscal de la Nación entero que era la Federal (...) Hay una garita y el policía estaba del lado de afuera y yo le digo: perdone, señor, mire, del micro vi un muchacho así y así y lo describo, y es un conocido mío le digo. Puedo entrar a ver ?, y me dice: sí, sí, es Pitana me dice, Pitana. Sí, si, le digo. Yo no sabía que se llamaba Pitana en ese momento. Entro y está así un mostrador, me acuerdo... fui la única vez que yo entré ahí, medio como redondo me parece y había un Policía. Le digo: quiero ver a Pitana, que recién entró. De parte, me dice ?. Una conocida, le digo, hace mucho que no lo veo. Y así a mis espaldas, mirando al mostrador a mis espaldas, hay una puerta que la imagen que tengo, no es una puerta normal, es como más angosta, más chica, no sé, no es el tipo las medidas... y él entra ahí, este señor que estaba en el mostrador y sale. Me dice: ya viene, señora. Entonces yo voy y me acerco a esa puerta, dos metros, tres metros, ahí nomás, y este hombre abre y yo al verlo... le digo: se acuerda de mí? Se acuerda, usted estuvo en mi casa, en 46, 1827. Se acuerda ?. El me miraba, porque es mucho más alto que yo, me miraba así para abajo y no me decía nada. Le digo: se acuerda que usted se llevó a mi marido; mi marido es un desaparecido. Cuando yo digo esto, él levanta la vista sobre mí y lo mira... yo digo que lo mira, porque yo sentí, al que estaba ahí, y yo ahí recién me di cuenta de lo que estaba haciendo. Entonces agarro y le digo: discúlpeme, me confundí... no, no, me confundí, usted no es. Y me fui. El no me dijo en ningún momento señora, cálmese, que está diciendo.(...) Pero este señor, Claudio Pitana estaba trabajando ahí y fue el tipo que vino a buscar el poder que yo firmé para mi marido... con otro hombre vino.” (declaración prestada el 18 de octubre del año 2000 en la causa registrada bajo el Nº 909 de la Secretaría Única de la Cámara Federal de Apelaciones de la ciudad de La Plata). Cabe mencionar también, que el periodista José Vales expuso “…El viernes 25 de febrero de 1977 era víspera de carnaval… Fue en la Boca donde al caer la tarde los esbirros de la ESMA secuestraron a Ignacio Ojea Quintana, un militante montonero que tuvo la desgracia de ser el sobrino de Jorge Rafael Videla; el cristiano dictador no movió un dedo para salvarlo de los vuelos de la muerte…Ojea cayó con otro compañero de la organización. Los represores obligaron con los métodos recurrentes al sobrino del dictador a ‘cantar’ una cita que la seccional norte del Gran Buenos Aires había programado para la mañana del sábado de carnaval. El lugar de encuentro sería una esquina de Acassuso, uno de los barrios nobles del norte bonaerense y a pocos kilómetros de la ESMA. Allí llegó la patota, que al mando del ‘Puma’ integraban ‘Serpico’, el teniente de navío 147 Ministerio Público Fiscal de la Nación Carlos Carella disfrazado de ‘Juan Palanca’, Juan Antonio Azic, con el atuendo de ‘Piraña’, y Claudio Pittana, un ex oficial de la Policía Federal, al que la imaginación represiva bautizó con el nombre de un popular mago: ‘Fafá’. Eran casi las nueve de la mañana del sábado de carnaval cuando lograron secuestrar a un grupo de militantes entre los que se encontraba otro miembro de la Estructura Federal de Montoneros, Carlos Chiappolini…” (Ricardo Cavallo. Genocidio y Corrupción en América Latina, José Vales, Grupo Editorial Norma, primera edición, año 2003, págs. 105/106). Por su parte, Rodolfo Oscar Cionchi se desempeñó en el Grupo de Tareas 3.3/2 en el período comprendido entre abril de 1978 y el 3 de febrero de 1980. Allí era conocido bajo los apodos “gordo Tomás”, “dogor” y Luciano; también se hacía llamar subcomisario. En el Resumen de Servicios que obra a fs. 13/16 se encuentra consignado el destino Escuela de Mecánica de la Armada en los períodos comprendidos entre el 03 de abril de 1978 y el 31 de diciembre de 1979 (con grado de Teniente de Fragata), y entre el 31 de diciembre de 1979 y el 04 de febrero de 1980 (con grado de Teniente de Navío). En cuanto al Legajo de Conceptos del Capitán de Navío Rodolfo Oscar Cionchi -Infante de Marina, M.R. 005345-3-, en la contratapa se encuentran agregadas, en un sobre, tres fotografías suyas de fecha 2 de febrero de 1972, 28 de febrero de 1974 y 28 de febrero de 1977 –consignadas como folios 1, 2 y 3 respectivamente-. Además, de las Fojas de Concepto que obran a fs.55/58, surge que Cionchi prestó servicios en la E.S.M.A. entre el 03/04/1978 y el 30/12/1979, en el cargo de Jefe de Compañía. Cabe destacar que Cionchi fue calificado por las más altas autoridades del Grupo de Tareas 3.3/2 y de la E.S.M.A. En efecto, en el período comprendido entre el 03/04/1978 y el 15/12/1978, fue calificado por Jorge E. Acosta, quién refirió “se ha desempeñado brillantemente como Jefe de Compañía. Se destaca por su arrojo, decisión , valor personal y espíritu combativo. Muy cooperador y de carácter alegre, su presencia es tomada con beneplácito por Superiores y Subordinados”. Acosta firmó al pié de la página y aclaró su firma en forma manuscrita: Jorge E. Acosta, Capitán de Navío, Nº de matrícula 003234. A continuación, el Capitán de Navío Jorge Raúl Vildoza -jefe- manifestó “este oficial se ha desempeñado con gran eficacia, voluntad y criterio. Demostró gran aplomo y valor personal. Goza de gran prestigio ante sus subalternos por los valores antes mencionados y es muy 148 Ministerio Público Fiscal de la Nación apreciado por superiores y subalternos”. Por su parte, el Contraalmirante Rubén Jacinto Chamorro -director- refirió “Totalmente de acuerdo con las instancias anteriores. Es objetivo y práctico. Demuestra valor y decisión. Sus cualidades de Oficial son las requeridas por la Institución.” Al pie de la página además se encuentran estampados la firma y el sello de Vildoza y de Chamorro, como así también el sello medalla de la Armada Argentina - Escuela de Mecánica (fs. 55/vta.). En cuanto al período comprendido entre el 15/12/1978 y el 02/05/1979, se dejó constancia de que no fue calificado, por no haber variado el concepto anterior. Esta Foja de Conceptos se encuentra suscripta por Vildoza y Chamorro, y cuenta con sus sellos personales y el sello medalla de la Armada Argentina - Escuela de Mecánica (fs. 56/vta.). En el período comprendido entre 02/05/1979 y el 01/08/1979, Cionchi fue calificado, en primer lugar, por Luis D’Imperio -CCCB-, quien manifestó “el calificado se ha desempeñado con ejemplo, dedicación, y espíritu de sacrificio. Condujo con precisión al personal a sus órdenes. Se destacó por su elevado nivel profesional. Remarco su entusiasmo y laboriosidad y un alto cariño por la Institución”. El nombrado firmó al pie de la página y la aclaró en forma manuscrita. A continuación, el Capitán de Navío Horacio P. Estrada refirió estar “de acuerdo con la instancia anterior, se ha destacado por su entusiasmo y dedicación. Es ejemplo para sus subordinados. Inspira gran confianza en sus superiores. Buen conductor”; y el Contraalmirante José Antonio Suppicich -director- agregó “coincido plenamente con las calificaciones y consideraciones de las instancias precedentes. Posee excelentes cualidades profesionales que sumados a sus cualidades personales hacen de él un buen Oficial para la Institución. Estoy muy satisfecho en tenerlo como subordinado.” La firma y sello de ambos se encuentran estampados al pié de la página, como así también el sello medalla de la Armada Argentina - Escuela de Mecánica (fs. 57/vta.). Finalmente, en el período comprendido entre el 01/08/1979 y el 30/12/1979, Cionchi fue calificado por las mismas personas que en el período anterior, en los mismos términos. D’Imperio refirió “ha merecido la calificación de ‘excepcional’ en entusiasmo iniciativa y laboriosidad en virtud de que fueron características permanentes y destacadas puestas de manifiesto en todas las tareas en que participó. De espíritu jovial establece buenas relaciones con superiores y subalternos.” Estrada agregó “de acuerdo. Siempre bien dispuesto para colaborar 149 Ministerio Público Fiscal de la Nación cualquier tipo de tarea. Ha demostrado poseer presencia de ánimo excepciona”; y Suppicich hizo suyas las consideraciones anteriores y manifestó “oficial de excelentes cualidades y de gran cariño por su escalafon y por la Institución Naval. Sobresale muy especialmente por su espíritu de trabajo entusiasmo, responsabilidad y laboriosidad. Estoy muy satisfecho de tenerlo como subordinado”. Al pie de la página se encuentran estampadas sus firmas, los sellos de Estrada y Suppicich -la aclaración de la de D’Imperio efectuada en forma manuscrita-, sus respectivos números de matrícula y el sello medalla de la Armada Argentina - Escuela de Mecánica (fs. 58/vta.). Cabe destacar que, debajo de la firma y sello de Suppicich y arriba de su número de matrícula se encuentra consignado a mano y con la misma tinta “Cte. CGT 33”. Además de la documentación referida, diversos son los testimonios que dan cuenta de la presencia de Cionchi en el Grupo de Tareas 3.3/2 -que operaba en la E.S.M.A.-. Asimismo, algunos de los testigos lo identifican como uno de los partícipes en su secuestro y tormentos. En efecto, Andrea Marcela Bello declaró, a fs. 41.413, que “el Gordo Tomás” era Cionchi y que probablemente estuvo en el operativo de su secuestro y el de Gladstein. Asimismo Carlos Gregorio Lordkipanidse refirió, en la declaración testimonial que obra a fs. 41.842/3 de los autos principales, que “el Gordo Tomás” era Cionchi. Agregó que el nombrado torturó a Fukman y se hacía llamar Subcomisario, y que Gladstein le dijo que participó en su secuestro y lo torturó salvajemente. También declaró que por dichos de él supo que fue el que le disparó y le seccionó la pierna a Echeverría, y que le pegó un itacazo a Vázquez en diciembre de 1978 (y luego Fafa Pittana lo remató). Al respecto precisó que durante su cautiverio fue “…dejado solo atado a la cama, escuchando que en otros sitios lindantes se estaba torturando a un conocido de nombre Fukman, apodado `Cachito´…, escuchando la voz de la persona que torturaba a Fukman y que se hacía llamar "Subcomisario", identificándolo más adelante como un Oficial de Infantería de Marina apodado `el gordo Tomás´…” (declaración de fojas 2/7vta. del legajo N° 134 correspondiente a Carlos Gregorio Lordkipanidse). Por otra parte, de la declaración testimonial prestada por Lordkipanidse el 7 de noviembre de 2008 (fojas 8.808/18vta) y de las constancias aunadas en el legajo Conadep nro. 896 correspondiente a Daniel Echeverría, surge que durante el operativo llevado a cabo el día 18 de noviembre de 1978 -aproximadamente a las 5 150 Ministerio Público Fiscal de la Nación horas- para lograr la detención de Osmar Alberto Lecumberry y de Echeverría, éste último fue herido en una pierna por un disparo de arma de fuego efectuado por los captores. A raíz de ello, debió ser atendido en el Hospital Naval. Asimismo se desprende que en el referido procedimiento participaron, entre otros, Fernando Enrique Peyón y Rodolfo Oscar Cionchi, alias “Gordo Tomás”, quien al tiempo de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, reconoció en la Isla el Tigre haber sido el autor del disparo con itaca que le seccionó la pierna a Daniel Echeverría. En el mismo sentido, Enrique Mario Fukman declaró a fs. 41.414 que “el Gordo Tomás” era Cionchi y era de operaciones. También refirió que por dichos de él y de otros oficiales supo que fue el que le disparó e hirió en la pierna a Echeverría el 18 de noviembre de 1978, y el que mató al “ñato” Vázquez al dispararle en la calle al intentar secuestrarlo. De la misma manera se pronunció en su declaración ante la CONADEP de fecha 22 de marzo de 1984 (fojas 4/5 del legajo correspondiente al caso 69 que corre por cuerda a la presente). Al respecto Fukman precisó que Rodolfo Oscar Cionchi o el “Gordo Tomás” formó parte del Grupo de Operaciones encargado de secuestrar, y que por sus propios dichos y de otros oficiales fue el que le disparó e hirió en una pierna a Daniel Echeverría en la madrugada del día 18 de noviembre de 1978, cuando estaba acompañado por Osmar Lecumberry (ver declaración testimonial de Fukman de fecha 5 de noviembre de 2008). Por su parte, Carlos Muñoz sindicó como sus captores al Teniente Alfredo Astiz, a “Tomás” y a Claudio Orlando Pittana (“Fafa”) (denuncia de fojas 8.808/18). En el mismo sentido se expresó en las declaraciones que obran en su legajo Conadep nro. 704. En efecto, en esta oportunidad Muñoz refirió que “que el 22 de noviembre de 1978 a la 1 hora se hizo presente en su domicilio de calle 24 de noviembre 214, 11º A, Capital Federal, un grupo integrado por 4 personas, vestidos de civil, que se identificaron como pertenecientes ala Policía Federal, con armas largas y cortas, que derribaron la puerta de entrada al domicilio, revisando violentamente toda la casa y apoderándose de dinero y objetos de distinto valor, procediendo luego a su detención y a la de su mujer, ANA MARIA MALHARRO, y a los dos los trasladan encapuchados y esposados a un centro de detención clandestino. Por datos que pudo recoger durante su detención, el declarante pudo saber que los autores del operativo fueron ALFREDO ASTIZ, alias Gonzalo, un teniente de Fragata TOMAS o LUCIANO, un miembro del Servicio Penitenciario 151 Ministerio Público Fiscal de la Nación Federal alias FAFA y un miembro de la superintendencia de Seguridad Federal”. Luego agregó que en el Grupo de Tareas 3.3/2 “[h]abía un área de Operaciones y otra de Inteligencia, aunque la primera dependía de esta última. El jefe de Operaciones era el capitán de corbeta Vildoza, también el teniente de navío Dunda, el teniente de fragata Astiz, teniente de fragata Luciano o Tomás, teniente de navío Gerardo, Giba, Mochila, el penitenciario Fafa, el suboficial mayor Morrón, y el teniente de Navío Norberto.” Muñoz también declaró que el “Ñato Vázquez” fue fusilado en las Avenidas San Pedrito y Rivadavia, y que, según comentarios de otra detenida conocida como Julia Fernández Sarmiento y de los oficiales presentes, Vázquez habría arrojado una granada que no hirió a nadie, ante lo cual el Teniente de navío alias “Tomás” o “Luciano” le disparó un “escopetazo” por la espalda, con un arma marca Batam. Cuando la víctima cayó, “Fafa” o “Pitana” (Claudio Pittana) le vació su arma calibre nueve milímetros en la cabeza (declaración testimonial prestada por Carlos Muñoz durante el juicio oral celebrado en la causa nro. 13/84 de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, obrante a fojas 181 y ss. del legajo nro. 4/74/79/80, que corre por cuerda). Al respecto precisó “lo que sí me acuerdo de la gente que estuvo conmigo, dos murieron en enfrentamientos, uno de ellos fue un chico con nombre de guerra Danielito, que fue secuestrado en San Juan y Alberti en Capital Federal, aproximadamente habrá sido el 18 ó 19 de noviembre, quizás un poco antes, no sé justo la fecha, Danielito estaba con otro compañero de nombre Osmar, cuando hicieron el operativo la gente que los marcó, que creo que fue Coco, había dicho que era gente que estaba armada que tuviera ciertas prevenciones, cuando fueron a hacer el operativo el teniente de fragata alias Tomás directamente sin darle orden de detención le tira un itakazo a las piernas, le parte las dos piernas a Daniel después es llevado de urgencia al Hospital Naval, está tres días en el Hospital Naval y después lo llevan a la ESMA, que no tenía ni la infraestructura, ni la gente para mantener a un recién operado, de una operación tan jodida, Danielito muerte a la semana, después de estar en estado de coma los últimos dos días” (legajo Conadep nro. 704). También Graciela Beatriz Daleo se refirió a este episodio. Así, la testigo declaró en juicio: “…los represores lo contaban con mucho orgullo esas operaciones ...quizás el que recuerdo así con, con mas detalle digamos por como lo contaron ellos fue el intento de secuestro de Daniel Vázquez, un muchacho al que le decían ‘Ñato’, que para ir a secuestrarlo fueron no se, creo que todo el grupo de 152 Ministerio Público Fiscal de la Nación tareas, inteligencia, operaciones, logística, no hubo distinción en ese operativo incluso estuvo Gastón, alias Gastón, Jorge Vildoza que era el jefe de grupo de tareas, estuvo Perren, estuvo el Gordo Tomas, estuvo Astiz, estuvieron muchísimos de ellos y el ‘Ñato’, Daniel Vázquez intento resistirse al secuestro, Daniel Vázquez evidentemente iba, iba armado le tiraron, cuando el no pudo resistir armado y según cuenta Perren que lo terminaron rematando a Daniel en el piso, pero también secuestraron a su mujer, la secuestraron a su mujer la llevaron a la ESMA, como su esposa cuyo nombre desconozco parece que era hija de un comisario o de un policía o algo así se habían comprometidos los milicos en devolverla, en devolverla viva pero querían retenerla en el campo de concentración el tiempo suficiente como para que no saltara la alarma o sea que no hubiera tiempo de avisar a los compañeros de Daniel, que Daniel había caído, entonces esta muchacha estaba en la capucha, nosotros sabíamos que estaba prohibido hablar con la gente de capucha…” (ver declaración testimonial de Graciela Beatriz Daleo brindada el día 25 de octubre de 2007 en el juicio oral celebrado en la causa nro.1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 5, cuya transcripción se encuentra agregada en las actuaciones obrantes a fojas 31.013/68). Por su parte, Lázaro Jaime Gladstein declaró que luego de ser secuestrado, fue esposado, encapuchado y trasladado a la E.S.M.A. Allí fue conducido hacia el subsuelo donde fue golpeado e interrogado por “el gordo Tomás” mientras estaba atado a una silla (las circunstancias de su secuestro fueron detalladas en la presentación efectuada por Andrea Marcela Bello a fojas 9.588 de los autos principales y en el testimonio de la víctima que obra a fojas 2/4 y 168/69 del anexo correspondiente al caso 76 que corre por cuerda). Gladstein manifestó que fue detenido el seis de diciembre de 1978 en la esquina de Av. del Trabajo y Varela, Capital Federal, junto a Horacio Moreira, Ricardo “Topo” y Andrea Marcela Bello; y que luego fueron trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada por el grupo de tareas, que estaba integrado por alrededor de 12 personas, entre las que pudo identificar posteriormente a “Tomás”. Asimismo agregó que “una vez en la dependencia militar fue conducido hasta el subsuelo donde fue interrogado por el ‘gordo Tomás’ al tiempo que era golpeado con un caño de luz; que calcula que dicho interrogatorio, que lo transcurre atado a una silla, se prolongó hasta la mañana siguiente...” (declaración ante la CONADEP, prestada el día 22 de mayo de 1984 -fojas 2/4 del anexo correspondiente al caso 76 que corre por cuerda-). Por otra parte, en la declaración 153 Ministerio Público Fiscal de la Nación testimonial prestada el 12 de febrero de 1987, el testigo precisó que “...el mismo día de su llegada a la E.S.M.A. fue conducido a un sótano, a una sala en donde se lo esposó a una silla metálica, permaneciendo con los ojos cubiertos, donde se lo interrogó mientras se le aplicaban golpes de puño y con un caño. Que los autores de dichas torturas eran el ‘gordo Tomás’, quien era la persona que lo golpeaba con el caño; el Teniente Donda, apodado ‘Gerónimo’ quien estaba presente junto con otras personas que no pudo individualizar. Acota, que si bien se hallaba con los ojos cubiertos, por efecto de los golpes se corría la capucha lo que le permitió ver los rostros de sus torturadores” (ver fojas 168/169 del mencionado legajo). Gladstein declaró en el mismo sentido en la audiencia de debate celebrado en la causa nro. 1238 del T.O.F. nro. 5). También Daniel Oviedo manifestó que fue secuestrado el 20 de noviembre de 1978 y luego trasladado a la E.S.M.A. Allí fue llevado al sótano donde lo dejaron en un cuarto y, aproximadamente a la media hora, comenzaron a hacerle preguntas respecto a su domicilio, a darle una gran cantidad de golpes y a someterlo a pasajes de electricidad mediante la aplicación de picana. Oviedo precisó que esas sesiones de tortura se prolongaron durante los, aproximadamente, cuatro días que estuvo alojado en el sótano, e identificó como quienes le aplicaron tales tormentos a Scheller, Febres y Acosta, quien fue el último que lo hizo. Asimismo recordó que en esa oportunidad, al salírsele la capucha, pudo ver que también se encontraba en la sala de torturas, entre otros, “el Gordo Tomás” (declaración que obra a fs. 20.929/32 de estos actuados). Por otra parte, cabe destacar lo manifestado por Merita Susana Sequeira, en su declaración ante la Conadep del día 21 de septiembre de 2004. En esa oportunidad refirió que fue secuestrada a fines de noviembre de 1978, mientras cursaba el octavo mes de embarazo y luego fue “... introducida adentro del vehículo, y con la sirena salieron a toda velocidad. Me encapucharon y sin cesar los golpes y gritos me obligaron a acostarme en el piso del asiento trasero. Durante el viaje fui golpeada y me apretaban la panza contra el piso del auto todo el tiempo. El viaje fue corto, llegamos a un lugar y me introdujeron en un patio, había unas 10 ó 15 personas, me colocaron en el centro del mismo y ahí fui obligada a desnudarme y me revisaron la cola y la vagina, luego comenzaron a pegarme patadas y con las manos y con palos de escoba y me daban golpes en la cabeza y en el cuerpo, yo intenté proteger mi bebé todo el tiempo posible. Finalmente perdí el conocimiento. Cuando lo recobré estaba en una habitación pequeña, sin ventanas, 154 Ministerio Público Fiscal de la Nación rectangular, con una cama alta de metal. Me rodeaban varios hombres y me intimaron a que ‘cante’. Estaban vestidos de civil y tenían entre 25 y 45 años. Yo los insultaba todo el tiempo y les decía que no sabía nada. Eso los enloqueció y pidieron que traigan la picana, me hicieron bajarme de la camilla para sacarme la bombacha, y uno de ellos (TOMÁS) trajo un palo para introducírmelo dentro de la vagina. Me hice pis del miedo y creyendo que se me había roto la bolsa pedí por favor un médico. Me dejaron sola y al rato apareció un hombre de ojos verdes, manos grandes, alto de estatura. Me dijo que era ginecólogo y me revisó constatando que el bebé estaba bien.” (ver declaración prestada en la Conadep, legajo SDH 3278). Blanca García Alonso fue detenida el 10 de marzo de 1979, a las diez de la mañana aproximadamente, en la localidad de Guernica, y luego trasladada a la E.S.M.A. Relató las torturas a las que fue sometida y manifestó que durante el interrogatorio no pudo descifrar los nombres de las personas que la torturaban, pero que después, durante su cautiverio, se enteró de que los que habían participado fueron “Gerónimo”, “el giba”, “Tomás”, “Daniel” y otros más. Más adelante en su relato manifestó: “[d]espués continuó la tortura, golpes en la cabeza, en el estómago los riñones, etc., yo pedía a cada segundo que se me parara el corazón porque ya no aguantaba más. TOMÁS era el más brutal cuando me torturaba, una vez me pegó en los oídos con las dos manos, puesta una mano en cada oído y me golpeaba que yo perdía la respiración, sentía cómo el cerebro se quedaba sin aire y como si la cabeza se me partiera en dos ahí adentro llegué a pesar 50 kilos en mi cautiverio” (declaración prestada ante la Embajada Argentina en Suecia, obrante en el legajo 2935). Asimismo Víctor Melchor Basterra refirió, en la denuncia de fojas 8.808/18vta., que reconoció entre sus captores a Roberto González (alias “Federico”), Carlos Capdevilla y el “Gordo Tomás”, indicando que quien comandaba el operativo era Adolfo Donda, secundado por Fernando Enrique Peyón, quien fue su principal agresor. Por otra parte, Basterra declaró que por dichos de Carlos Alberto Pared se enteró de que había sido torturado por “el gordo Tomás”, que había sido golpeado; y por dichos de Quique Quinteros se enteró de que Peyon y “el gordo Tomás” -que era un oficial de la Armada- le habían colocado un líquido en los ojos por el que casi queda ciego (declaración prestada el día 17 de febrero de 1987). 155 Ministerio Público Fiscal de la Nación Víctor Aníbal Fatala también declaró que sus captores fueron el teniente de fragata Alfredo Astiz y el teniente de fragata “Tomás” (declaración de fojas 2/5vta. del legajo N° 128 caratulado “Fatala, Víctor Aníbal”). Manuel Fernando Franco -que fue secuestrado el 7 de octubre de 1979-, manifestó que “Tomás” era un tipo muy violento que lo presionó para que firmase una declaración (fs. 41.402/3 de los autos principales). Asimismo Adriana Rosa Clemente, que fue privada ilegítimamente de su libertad el día 21 de diciembre de 1978, en horas de la tarde y luego conducida a la E.S.M.A., refirió que al día siguiente de su secuestro, tres individuos -entre los que recordó a “Tomás”- la condujeron a la pensión donde vivía, donde empacó sus pertenencias y, en un descuido, le comunicó a la dueña de la pensión su condición de detenida para que les avisara a sus padres (declaración de fojas 2/4vta. del legajo N° 131, que corre por cuerda). Por su parte, Ana María Isabel Testa declaró que fue secuestrada el 13 de noviembre de 1979 por tres personas vestidas de civil; y que posteriormente se enteró de la identidad de sus captores, uno de los cuáles era un oficial de la Armada apodado ‘el gordo Tomás’ (ver la declaración testimonial de Ana María Isabel Testa de fojas 2/5 del legajo nº 130 “Testa, Ana María Isabel” que corre por cuerda). En la copia de la declaración de Amalia María Larralde ante la CONADEP de noviembre de 1981, que obra a fs. 1426/72 de la causa nro. 1.376/04 del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, Secretaría nro. 23, se menciona, entre los Miembros del Grupo de Tareas de la E.S.M.A., a “Dogor o Luciano o Tomás”. En la que prestó el 5 de febrero de 1987 lo mencionó como “el gordo Tomás”. Por su parte, Ángel Alberto Laurenzano, declaró que “el Gordo Tomás” era de operaciones y estuvo en Malvinas, y era distinto del otro “Tomás” (fs. 41.407/8 de estos actuados). Asimismo Ángel Strazzeri, en su declaración efectuada ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal el 14 de febrero de 1987, recordó entre el personal de la ESMA que estaba en contacto con los detenidos a “una persona que le decían TOMÁS” (ver declaración de fojas 2/4 del legajo nro. 75, que corre por cuerda). En el testimonio que obra a fs. 115/123 de la causa nro. 1.376/04 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, Secretaría nro. 23, Miriam Lewin refirió que en E.S.M.A. había un régimen de libertad escalonada y 156 Ministerio Público Fiscal de la Nación que en algunas ocasiones podían pasar la noche en su casa. Asimismo destacó que en una de esas salidas, los chocó otro auto operativo (en su auto iba suboficial “Roque” y en el otro iba “Luciano” o “Tomás” y Donda). En efecto, en la declaración que prestó en el Juicio a los Ex –Comandantes en la causa nro. 13/84 de la Cámara Federal de Apelaciones el 18 de julio de 1985, refirió “yo, personalmente, siempre fui, si mal no recuerdo, acompañada por suboficiales; en una oportunidad, cuando me sacan para la visita familiar, vamos en un auto con el suboficial Roque, es un alias, por supuesto, y al llegar a la intersección de Juan B. Justo y Santa Fe, el auto choca y yo quedo herida; atrás venía un grupo operativo, aparentemente irían a algún chupe, como decían ellos, donde se encontraba el oficial alias Luciano o Tomás, y el teniente DUNDA”. Asimismo mencionó, entre los marinos de los cuales no llegó a conocer el nombre, al llamado “GORDO LUCIANO o TOMAS”. Por otra parte, en los listados de represores vistos en la E.S.M.A. aportados por Norma Susana Burgos, Pilar Calveiro, Lisandro Raúl Cubas, Martín Tomás Gras, María Alicia Milia y Lila Pastoriza se encuentra mencionado (a) “dogor”, “Luciano”, “Tomás” o “gordo Tomás”, Teniente de Fragata, Oficial Operativo o de operaciones (legajos Conadep nro. 1293, 4482, 6974, 8029, 4477, 5307). Asimismo, Milia, Burgos y Cubas destacaron que esta persona fue compañero de promoción de Mario Galli, el guardiamarina que fue asesinado en la E.S.M.A. junto a toda su familia. Por otra parte cabe destacar que Basterra lo ubica en el año 1979 y con el cargo de Teniente de Navío. En las declaraciones que prestaron el día 13 de febrero de 1987, cuando se les exhibieron las fotografías que van agregadas al Anexo XVII, apéndice 27 de la causa Basterra, respecto de la fs. 76, Graciela Daleo manifestó que la fotografía podía ser del que era conocido como “GORDO TOMAS” o “LUCIANO”, que actuaba en operaciones, Víctor Aníbal Fatala creyó reconocer al “GORDO TOMAS”; Enrique Mario Fukman reconoció al “GORDO TOMAS”, de Operaciones. Por otra parte, el 14 de febrero de 1987 Adriana Rosa Clemente reconoció a “TOMAS”, Ángel Strazzeri creyó reconocer al “gordo Tomás” y Ana María Isabel Testa creyó reconocer al oficial “TOMAS”, en la misma fotografía. Resta mencionar que en la ampliación de su declaración indagatoria, Carlos Octavio Capdevila aportó una lista del personal militar superior de la Armada y de Prefectura Naval que conoció como integrantes del G.T. 3.3.2 con asiento en la Escuela de Mecánica de la Armada entre 1979 y 1981, en la que se encontraba 157 Ministerio Público Fiscal de la Nación incluido el Capitán de Navío Rodolfo Oscar Cionchi, con apelativo Tomás, que cumplía funciones en operaciones e inteligencia (fs. 30.862/3 de los autos principales). Por su parte, Guillermo Horacio Pazos actuaba bajo el alias “Esteban” y fue Jefe de Logística. Su desempeño y funciones en el ámbito de la Escuela de Mecánica de la Armada surgen de las constancias que obran en el Legajo Personal (Legajo de Conceptos) de Guillermo Horacio Pazos, Capitán de Navío, M.R. 3849-7. En la contratapa se encuentran agregadas, en un sobre, dos fotografías suyas; una de ellas fechada el 29 de enero de 1974 y la otra sin fechar. Por otra parte, conforme surge de la carátula del legajo y de fs. 115 y 116, Pazos pertenecía al cuerpo profesional de la fuerza, era contador. A fs. 112 de este legajo obra la Ficha Censo de Personal Militar Superior de fecha 15 de julio de 1980. En ella consta que Pazos ocupaba el cargo de Jefe de Logística y que en esa oportunidad solicitó cambiar de destino, para habitar en Mar del Plata, donde tenía su vivienda particular (en el mismo sentido se expresó en el reverso, al manifestar sus preferencias o deseos y/o problemas personales). Respecto de esta solicitud, el Capitán de Navío Edgardo A. Otero -director de la Escuela de Mecánica de la Armada en ese momento-, en el sector correspondiente a “otras observaciones y/o sugestiones del Comando”, indicó que Pazos no debía permanecer en su actual destino y refirió que “lleva ya dos años en tareas especiales. Debe ser dado de pase a la zona indicada: Mar del Plata” (el destacado me pertenece). Esta observación lleva la firma y el sello de Otero, como así también el sello medalla de la Escuela de Mecánica - Armada Argentina sobre de la indicación “SELLO UNIDAD”. De todo lo expuesto cabe concluir que si bien en el censo efectuado el 15/07/1980 figura como “destino actual” de Pazos la Jefatura de Inteligencia, lo cierto es que quien da cuenta de su solicitud e indica que no resulta necesario que permanezca en su destino es el Director de la Escuela de Mecánica de la Armada, quien para mayor abundancia agrega que el nombrado lleva dos años en tareas especiales. Por ello es posible concluir que dichas tareas fueron desempeñadas por Pazos en el ámbito de la E.S.M.A. A ello se debe agregar que en el Legajo de Conceptos no obra ningún documento (ya sea “Foja de Concepto” o “Ficha de Censo”) en el que conste el destino de Pazos entre la fecha del censo mencionada y el 28/11/1978 -oportunidad en la que se efectuó una inspección de tipo administrativa contable en la Intendencia 158 Ministerio Público Fiscal de la Nación Naval de Mar del Plata, en donde el nombrado tenía el cargo de Jefe de División Tesorería y Revista- (fs. 117 del legajo). Por otra parte, llama la atención que, sin perjuicio de la foliatura correlativa del legajo, efectuada con un sello del Archivo General de la Armada redondo en tinta negra, se encuentra consignada otra foliatura, con el sello en tinta roja, de la Dirección Gral. De Personal Naval –Legajo-, que es discontinua. En efecto, ésta salta de la foja nro. 1 -sin fecha-, a la foja nro. 3 (“Orden de Mérito de la Junta de Calificaciones Año 1980”, con fecha 27 de noviembre de 1980), a continuación la foja 6 (la “Ficha Censo” mencionada anteriormente); luego se encuentra glosada como foja nro. 7 la “Foja de Conceptos” correspondiente al período comprendido entre el 09/03/1981 y el 18/12/1981 y, a partir de ésta, sigue correlativamente la numeración hasta la foja nro. 29 (fs. 114/85 de la foliatura realizada con tinta negra). Además, en el índice general del Legajo de Conceptos correspondiente al grado de Teniente de Navío (fs. 116), se menciona que a fs. 14 y a fs. 15 deberían obrar Fojas de Concepto, las cuáles actualmente -y con la foliatura correlativa del Archivo General de la Armada- no se encuentran agregadas, como así tampoco la Ficha Censo que, de acuerdo al índice, debería estar glosada a fs. 16. En el mismo sentido, tampoco se encuentran agregadas las Fojas de Concepto correspondientes a los períodos comprendidos entre el 11/04/1979 y el 01/08/1979 y entre el 01/08/1979 y el 31/12/1979, sin perjuicio de que Pazos fue efectivamente calificado en esos períodos (9.17 y 8.69), conforme se desprende de la Evaluación correspondiente al grado de Teniente de Navío (fs. 115 del legajo). Todo lo expuesto me permite afirmar que Pazos fue Jefe de Logística en el ámbito de la E.S.M.A., por lo menos en el período comprendido entre el 15 de julio de 1978 y el 15 de julio de 1980, y que la mayoría de las constancias que acreditaban dicho desempeño fueron intencionalmente retiradas de su legajo. Además de la documentación referida precedentemente, existen testimonios que dan cuenta de la actuación de Pazos en la E.S.M.A. En efecto, Enrique Mario Fukman declaró a fs. 41.414 del principal que vio en el sector de los Jorges al contador Pazos, alias “Esteban”. Puntualmente Fukman, en el marco del juicio seguido contra Héctor Febres, refirió: “una vez que me mandan a hacer unas fotocopias al sector de Jorge había un contador que me lo presentan como tal como el contador” (declaración testimonial brindada el día 8 de noviembre de 2007 en el juicio oral seguido a Héctor Febres ante el TOF nro.5, en la causa nro. 1238). 159 Ministerio Público Fiscal de la Nación También Marisa Sadi de Franco declaró en el mismo juicio que al momento de su detención “en el departamento había mucha gente, no sé exactamente cuantos, pero varias personas. Después identifiqué alguno[s] de ellos cuando me llevaron a la Escuela de Mecánica o bueno, a mi lugar de cautiverio. Digamos que yo en ese momento no sabía si era o no la Escuela de Mecánica. Había ... un joven rubio, alto, de ojos claros, que creo que su nombre era o Sebastián o Esteban...” Asimismo, en la declaración que obra a fs. 41.398/41.401 del principal, agregó que “Esteban” formó parte del interrogatorio al que fue sometida en el sótano, al llegar a la E.S.M.A. Lo describió como “... un tipo (...) de menos de treinta años, alto rubio de ojos claros de buenos modales, ‘pintón’, quien estuvo en la patota cuando la fueron a buscar a su casa y que en una oportunidad posterior la citó cerca de la casa de su madre como parte de los controles luego de que liberaron a su esposo”. Por su parte, Ángel Alberto Laurenzano declaró a fs. 41.407/8 de los autos principales que Miguel Ángel Alberto Rodríguez era Ángel y fue el reemplazo de “Esteban”. Asimismo Víctor Melchor Basterra declaró, a fs. 43.356/7 de los autos principales, que en la E.S.M.A. había un “Esteban” que era contador, de logística y trabajaba con Polchi, y que además había otro “Esteban” que era enlace con la P.F.A. Asimismo precisó, en otra declaración que “Esteban” era capitán y cumplía funciones en Logística (querella presentada por Víctor Basterra ante el Juzgado de Instrucción nro. 30, Secretaría nro. 164, el 29/8/84). Resta mencionar que en la ampliación de su declaración indagatoria, Carlos Octavio Capdevila aportó una lista del personal militar superior de la Armada y de Prefectura Naval que conoció como integrantes del G.T. 3.3.2 con asiento en la Escuela de Mecánica de la Armada entre 1979 y 1981, en la que se encontraba incluido el Capitán de Navío contador Guillermo Horacio Pazos, con apelativo Esteban, quien fue Jefe de Logística del G.T. 3.3.2 en 1979, 1980 y 1981 (fs. 30.862/3 de los autos principales). En síntesis, le imputo a: 1) Juan Arturo ALOMAR, ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente 160 Ministerio Público Fiscal de la Nación al caso nro. 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 702; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 702 y homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616). 2) Randolfo Luis AGUSTI SCACCHI, ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 826 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes, en forma reiterada – 17 hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 810, 820, 823, 825, 827, 828, 829, 830, 832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845 y 890; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, en forma reiterada - 17 hechos-, cometidos en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 810, 820, 823, 825, 827, 828, 829, 830, 832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845 y 890, y homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 826; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616). 3) Claudio Orlando PITTANA ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes e imposición 161 Ministerio Público Fiscal de la Nación de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, cometidos en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 448, en concurso real entre sí (artículos 2, 45, 55, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616). 4) Rodolfo Oscar CIONCHI ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes, en forma reiterada – 6 hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877, 878, 879, 880 y 881; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, en forma reiterada - 6 hechos-, cometidos en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877, 878, 879, 880 y 881; y ser partícipe necesario del delito de homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616). 5) Guillermo Horacio PAZOS ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes, en forma reiterada – 6 hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877, 878, 879, 880 y 881; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, en forma reiterada - 6 hechos-, cometidos en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877, 878, 879, 880 y 162 Ministerio Público Fiscal de la Nación 881; y ser partícipe necesario del delito de homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616). 6) Orlando GONZÁLEZ ser coautor de los delitos de privación ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por haberse cometido con violencia, en forma reiterada -3 hechos- cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 847, 848, 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes, en forma reiterada – 27 hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 829, 832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845, 849, 851, 852, 853, 854, 855, 858, 859, 863, 870, 871, 877, 878, 879, 880, 881, 890; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, en forma reiterada - 29 hechos-, cometidos en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 829, 832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845, 847, 848, 849, 851, 852, 853, 854, 855, 858, 859, 863, 870, 871, 877, 878, 879, 880, 881, 890 y homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616). VII.- PETITORIO Por los motivos expuestos, y en virtud de que la investigación está completa con respecto a los hechos aquí analizados, solicito la correspondiente elevación a juicio oral de estas actuaciones, en relación con los encartados enumerados en el acápite II. Fiscalía Federal nro. 3, 21 de septiembre de 2010. 163