Rev Invest Clin Méx 2000; Volumen 52(2): 203-210 ARTE Y MEDICINA Las tecnologías médicas y la salud. ¿Mucho ruido y pocas nueces? MALAQUIAS LOPEZ-CERVANTES LAURA L TIRADO-GOMEZ EESTEBAN DE ICAZA-DEL RIO LUIS DURAN-ARENAS Centro de Investigación en Sistemas de Salud, Instituto Nacional de Salud Pública, (CISS-INSP). ABSTRACT The present work pretends to describe the development achieved in the field of health technology assessment and to propose a set of criteria to evaluate them, with the intention that it will lead to the development of health programs and policy with a tendency to maximize effectiveness, efficiency and quality, within a frame of increasing needs and scarce technical and economic resources for health care. For this work, a comprehensive review was carried out about the background of health technology adoption in our country, and the context by which to evaluate the accessibility and utilization of the health technology. In the section for technology assessment, it is propose a method to evaluate based upon the natural history of disease, that is, the traditional form of health assessment is restricted to a cross section in time (vertical evaluation), and in this study the authors propose a model with a horizontal approach, that should offer as its main virtues the development of guidelines with regards to prevention, diagnosis and treatment, in addition to cost containment, in support to a more effective and higher quality medical practice. KEY WORDS. Technology. Assessment. Health. Accessibility. Utilization. Mexico. RESUMEN El presente trabajo tiene como propósito describir el desarrollo del campo de la evaluación de las tecnologías para la salud y proponer criterios para la evaluación integral de las mismas, que conduzcan al desarrollo de políticas y programas de salud tendientes a maximizar la efectividad, la eficiencia y la calidad, en un marco de crecientes necesidades reales y escasos recursos técnicos y económicos para la atención de la salud. Para este trabajo se realizó una recopilación de antecedentes sobre las formas de adopción de tecnologías médicas en nuestro país y sobre los enfoques para evaluar la disponibilidad y utilización de la misma. En el apartado de evaluación de la tecnología se propone un enfoque basado en el curso de la historia natural de la enfermedad, es decir, de manera tradicional la evaluación de las tecnologías se restringe a un momento determinado en el tiempo (evaluación vertical) y en este trabajo se propone un modelo con abordaje horizontal, que ofrece como principales ventajas el desarrollo de guías de prevención diagnóstica y terapéutica, así como la contención de los costos, en apoyo de una práctica médica más efectiva y de mayor calidad. PALABRAS CLAVE. Tecnología. Evaluación. Salud. Accesibilidad. Utilización. México. INTRODUCCIÓN El presente trabajo tiene como propósito describir el desarrollo de la evaluación de las tecnologías para la salud y proponer un modelo para su análisis, basado en lineamientos capaces de estimular la excelencia en la práctica de la medicina y la salud pública. Con ello, se busca delimitar con mayor precisión las contribuciones de las diferentes tecnologías —alternativas y complementarias— en cuanto a la prevención, diagnóstico y tratamiento de los problemas de salud. De esta manera, será posible establecer con mayor exactitud el impacto real de las tecnologías, en función de las evidencias objetivas disponibles (efectividad) y de criterios claros de aplicación que eviten dispendios (eficiencia). Se describe primero el enfoque tradicional de evaluación de las tecnologías que contribuyen a mejorar, mantener o recuperar la salud. En seguida, se integran los conceptos de adopción y transferencia de tecnología, para identificar las variables que confieren a la tecnología una dinámica propia cuando se inserta en un medio distinto al que le dio origen. Al final, se proponen criterios para la evaluación integral de las tecnologías, que conduzcan al desarrollo de políticas y programas de salud tendientes a maximizar la efectividad, la eficiencia y la calidad, en un marco de crecientes necesidades reales (evolución epidemiológica) y escasos recursos técnicos y económicos para la atención de la salud. En un contexto de reforma, estos modelos de evaluación de la tecnología se antojan indispensables para el mejoramiento de los sistemas de salud. ANTECEDENTES Para entender mejor los orígenes y avances de los modelos de evaluación de las tecnologías, es conveniente empezar por una definición operativa de tecnología. Según David Banta, una tecnología (médica) es cualquier técnica o herramienta, producto o proceso, método o aparato, que permita ampliar las capacidades humanas.1-3 Una forma común de clasificar a las tecnologías médicas es la siguiente: a) tecnologías preventivas, cuyo propósito es proteger al individuo, impidiendo la presentación y/o el avance de la enfermedad; b) tecnologías de diagnóstico, que sirven para determinar los momentos y/o procesos patológicos por los que pasa un paciente; c) tecnologías terapéuticas o de rehabilitación, cuya función es eliminar a la enfermedad o minimizar sus efectos (aquí cabe una subdivisión, para especificar que existen tecnologías con un sentido realmente curativo y otras de carácter paliativo, llamadas por Lewis Thomas half-way technologies4); d) tecnologías de administración y organización, que son estratégicas para el otorgamiento correcto y oportuno de los servicios de salud.5 En este mismo orden de ideas se ha dividido al estudio de las tecnologías en tres categorías: emergentes, establecidas y nuevas.6 Las tecnologías emergentes son procedimientos que se encuentran en alguna fase de investigación o desarrollo (fases I y II), que por lo tanto antecede a la consecución de su verdadera efectividad, (fases III y IV); las tecnologías establecidas son aquéllas que ya tienen un uso amplio en la práctica médica; finalmente, las nuevas tecnologías son aquellas que ya pasaron por las etapas de comprobación de eficacia, efectividad y seguridad, pero que todavía no se han difundido ampliamente a través del sistema de salud. Por todo lo anterior, es preciso evaluar los supuestos beneficios del uso creciente de las nuevas tecnologías, tomando en cuenta sus efectos a largo plazo, sus costos y repercusiones en la organización y la prestación de los servicios de salud y sus implicaciones sociales. La adopción y difusión de las tecnologías médicas en el mundo ha tenido históricamente dos grandes etapas: la primera se caracterizaba por una atención personalizada, con vigilancia continua del médico tratante durante la evolución de la enfermedad, es decir, en una relación muy estrecha con sus pacientes y sustentada en sus conocimientos y habilidades clínicas. Las características del usuario de esa época correspondían a las de un individuo indefenso, que debía simplemente confiar en su médico tratante y ambos, sin conciencia plena, confiaban en procedimientos que en general tenían poca utilidad.7 La segunda etapa surgió a mediados de este siglo; consiste en la utilización de tecnologías cada vez más complejas, desarrolladas a partir de los impresionantes y vertiginosos avances generales de la ciencia y la tecnología. Esta etapa concuerda con el movimiento de subespecialización médica, y ha cambiado las condiciones de atención personalizada por otras cada vez más impersonales y fragmentadas; en medio de un círculo vicioso, la atención a la salud se torna cada vez más dependiente de la tecnología y los proveedores buscan aumentar su prestigio bajo el argumento de mantener una práctica de vanguardia. Lo anterior, ha derivado en una situación, frenética e irreflexiva, que motiva un uso indiscriminado de la tecnología y el deterioro o el abandono de muchos procedimientos clínicos tradicionales y valiosos.7 Es posible que la consecuencia más trascendental de la segunda etapa haya sido la aparición de una «nueva ética profesional» supuestamente basada en una creciente cientificidad de la práctica médica, que a su vez se deriva de la adopción (mientras más temprana mejor) de las nuevas y complejas tecnologías. Por otra parte, los pacientes-usuarios tienen cada vez más información acerca de las innovaciones, conviertiéndose en demandantes de su aplicación, siguiendo el espejismo de que la práctica de vanguardia es la mejor, independientemente de que se haya demostrado su efectividad.7 En nuestro país se ha seguido un patrón similar al descrito, aunque ahora intensamente matizado por el crecimiento de la medicina privada. Mientras que los cambios hacia la subespecialización médica permearon la atención que se ofrece en las instituciones públicas, mejorando en gran medida los resultados obtenidos por muchos pacientes, también se han fragmentado y se han ido haciendo difusas las responsabilidades en torno al cuidado de los pacientes; en el ámbito privado, con el propósito de obtener un lucro mayor, se observa una creciente competencia por los pacientes, que muchas veces depende del prestigio que les confiere la disponibilidad de las tecnologías de punta. El fenómeno de difusión temprana e indiscriminada de las nuevas tecnologías es producto de la implícita creencia de que el «estado de arte» es determinado por la utilización de las innovaciones tecnológicas, sin necesidad de tomar en cuenta su impacto económico ni la capacidad que las innovaciones tengan en el sentido de mejorar la salud individual o colectiva.8 En paralelo con lo anterior, es justo reconocer que otra importante razón para generar innovaciones tecnológicas en el campo de la salud, ha sido el reconocimiento más o menos objetivo de las necesidades reales que existen en la población. Nadie podría decir (y probar) que el desarrollo de nuevas tecnologías ha sido independiente de los problemas de salud que prevalezcan en un tiempo y lugar determinados; ciertamente, muchas tecnologías han surgido y evolucionado al reconocerse los padecimientos mas frecuentes y/o letales; un claro ejemplo de estas relaciones es el desarrollo y utilización de los antibióticos y otras sustancias quimioterapéuticas para combatir a las enfermedades infecciosas.9 La tercera vía, no tan meritoria a simple vista, para el desarrollo de innovaciones tecnológicas, ha sido el reciclaje de tecnologías ya en uso en otros campos, o incluso la combinación con nuevas aplicaciones de las tecnologías preexistentes; como ejemplos de estos casos tenemos la utilización creciente del rayo láser y la tomografía computarizada.5,10 El impacto general de tales tecnologías ha sido innegable, aunque no inmediato o necesariamente benéfico. Finalmente, es necesario mencionar que la disponibilidad de una tecnología fomenta su utilización. Esta situación, que como ya se anotó es característica de la época moderna, ha generado con frecuencia dispendios e impactos negativos sobre el sistema de salud. Tal es el caso, por ejemplo, del aumento en las cirugías de la columna vertebral a partir del advenimiento de la resonancia magnética, sin que necesariamente mejoren las condiciones clínicas de los pacientes que sufren dolor de espalda.11 La falta de impacto de las tecnologías es independiente de su orientación (preventiva, diagnóstica o terapéutica) y de la existencia de un valor inherente a la tecnología misma, es decir, de su utilidad potencial bajo circunstancias distintas. Para ejemplificar lo anterior podemos utilizar el caso de la prueba de Papanicolaou. Después de años de cuestionamientos y dudas, ahora ya está bien establecido el valor de esta prueba para la detección temprana del cáncer del cuello uterino, con lo cual se adquiere la capacidad de evitar la muerte prematura de las mujeres afectadas. En los países desarrollados se ha demostrado que el tamizaje y el tratamiento oportuno abaten y hasta eliminan la mortalidad por aquél padecimiento; en cambio, en países como México, la utilización de la prueba de Papanicolaou no ha producido beneficios evidentes en el nivel poblacional. Una explicación para la discrepancia entre el potencial y los resultados es que adopción no es sinónimo de apropiación, es decir, que la aplicación de una tecnología en condiciones no apropiadas puede volverla inútil y hasta peligrosa.12 Este último caso corresponde a las tecnologías de monitoreo fetal, que han propiciado una excesiva frecuencia de realización de la operación cesárea, fenómeno mundial que en México ha llegado a niveles alarmantes.13 Los casos anteriores corresponden a tecnologías ampliamente disponibles y utilizadas, pero la falta de apropiación nos ha impedido beneficiarnos plenamente de ellas e incluso ha ocasionado perjuicios que, en el mejor de los casos, corresponden a un desperdicio de los recursos individuales y públicos. ENFOQUES PARA LA EVALUACIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS MÉDICAS La creación y adopción de las tecnologías debería seguir (idealmente) un proceso lineal, que se inicie con el planteamiento de un problema y la obtención de una evidencia empírica (v.gr., causalidad, peso de la enfermedad), pasando luego al desarrollo de un modelo teórico que explore las alternativas de solución, e involucre a científicos y técnicos para obtener la mejor y/o la mas factible tecnología; esta última debería entrar de inmediato a un proceso de evaluación que demuestre su eficacia, seguridad y efectividad (fases I, II y III) y la escala ideal de aprovechamiento que permita minimizar sus costos y maximizar sus beneficios.14 En la industria farmacéutica es frecuente encontrar una secuencia lógica durante el desarrollo y comercialización de medicamentos y vacunas. En cambio, cuando se trata de otro tipo de tecnologías el proceso parece harto azaroso, siendo a veces imposible encontrar la lógica que condujo a la creación, adopción y abandono de algunas tecnologías. Un espléndido recuento y sistematización de la carrera que sigue una nueva tecnología en el terreno de la atención a la salud, se encuentra en un trabajo publicado por el profesor John McKinlay hace ya más de 15 años.15 En ese trabajo se describen siete etapas no necesariamente secuenciales, o sea que corresponden a un modelo heurístico, pero sí muy útiles para entender las razones de la adopción y/o abandono de las innovaciones tecnológicas en el campo de la atención a la salud. Con base en el trabajo de McKinlay, se presenta en la línea a de la figura 1 el modelo de difusión más usual; se trata de una curva sigmoidea que corresponde a una adopción cautelosa hasta que se obtienen pruebas de eficacia y eficiencia, mismas que luego aceleran el proceso de adopción y utilización. Sin embargo, también se observan con frecuencia otras modalidades de difusión de las tecnologías; una de ellas es la adopción acelerada (línea b), que depende de un aumento rápido de las aplicaciones de la tecnología, como fue el caso de la tomografía computarizada que dejó de ser exclusiva para estudios de cráneo y ha llegado a utilizarse en estudios de cualquier área del cuerpo humano. Otra modalidad corresponde a una curva que refleja una adopción muy cautelosa y retardada como correspondió, por ejemplo, a la introducción del marcapaso cardiaco (línea c). Figura 1 Además, existen otros modelos menos frecuentes, pero no menos interesantes, como el de desesperación-reacción. Éste tiene su origen en la carencia de medidas terapéuticas eficaces, de tal forma que cualquier innovación se adopta rápidamente pero se abandona cuando surge otra. Por último, cabe mencionar el modelo de entusiasmo-decepción, en el cual las tecnologías se difunden de manera muy rápida, pero casi con la misma velocidad caen en el descrédito y desuso por falta de efectividad. En el caso de México la situación de la tecnologías en salud ha sido cambiante a través del tiempo, así en la década de los setentas la tónica que prevaleció en la tecnificación fue la rapidez y el descontrol. Esta situación a su vez provocó que México alcanzara el liderazgo entre los países en vías de desarrollo, en la introducción de nuevos métodos y técnicas para la atención de la salud. En el estudio realizado en 1983 por el Centro Universitario de Tecnología Educacional para la Salud (CEUTES) de la Universidad Nacional Autónoma de México, se evaluó la disponibilidad y utilización de 17 innovaciones tecnológicas de la medicina en ese momento.16 Los resultados de este estudio mostraron en primer lugar una concentración de esa tecnología en la zona central (58%) y en la del norte (27%) del país, situación que se consideró acorde con la distribución de la industria y la economía general del país. Además, se observó una tendencia hacia la adquisición de más equipo a partir de la segunda mitad de este siglo, que prevalecía hasta el momento en que se realizó el estudio.17 Aparentemente, con las crisis económicas recurrentes, se han frenado los avances logrados por México en materia de modernización tecnológica al interior del sector público. Esta interrupción puede tener consecuencias adversas, pero al mismo tiempo abre una pausa útil para reflexionar acerca del modelo de atención que predominará en los próximos años. Así mismo, conviene mencionar que ni en México, ni en otros lugares se cuenta con información suficiente para evaluar plenamente las posibilidades óptimas de utilización, beneficios y costos que puedan tener las diversas tecnologías empleadas en la medicina moderna. Una de las primeras conclusiones que se obtienen del análisis de los distintos modelos de difusión de la tecnología es que la adopción, uso y abandono de la tecnología está en gran parte determinada por condiciones ajenas a las aportaciones de la ciencia; no obstante, es indispensable mantener y fortalecer los esfuerzos de carácter científico para evaluar la efectividad y eficiencia de la tecnología en el campo de la salud. De manera tradicional se ha realizado la evaluación de las tecnologías a través de los resultados obtenidos en la lucha contra enfermedades particulares; es decir, la evaluación ha sido una función del cumplimiento de objetivos específicos planteados en términos de la prevención, diagnóstico o tratamiento de padecimientos específicos, sin tomar en cuenta otras posibles aplicaciones. A continuación, describimos y contrastamos dos modelos, que hemos denominado vertical-tradicional y horizontal-integrador y proponemos que este último sea adoptado para maximizar los beneficios que se obtengan a partir de las tecnologías médicas actuales y de las innovaciones venideras. Evaluación vertical. Las siguientes tecnologías responden a una evaluación de tipo verticaltradicional, que ha sido la manera tradicional de evaluar la tecnología a nivel mundial. La eventual adopción de estas tecnologías en diferentes patologías da como resultado una sumatoria del impacto real de la tecnología para la sociedad, que incide directamente en la planeación y regulación de los sistemas de salud (Cuadro 1). Cuadro 1 Así se sabe que la educación para la salud, aun cuando no se consideraría una técnica o herramienta, sí se puede asumir como un proceso que amplía la capacidad humana, como plantea la definición de Banta. Este proceso ha tenido un impacto que trasciende a más de un padecimiento; así, se ha visto que tiene utilidad desde la prevención de enfermedades gastrointestinales hasta las enfermedades de transmisión sexual. Entre los grandes avances de la medicina se encuentran las vacunas, la que —aun cuando su campo de acción es muy reducido, ya que son específicas para un solo padecimiento—, posee un impacto que a nivel poblacional se traduce en un descenso importante de la morbilidad, mortalidad y costo de la enfermedad. Dentro de las tecnologías diagnósticas, un buen ejemplo de innovación es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), la cual permite diagnosticar con gran precisión enfermedades de tipo viral. No obstante, aunque sus aplicaciones se encuentran en constante expansión, hasta ahora están limitadas por los altos costos de adquisición y operación. Otras tecnologías, de tipo terapéutico, utilizadas de manera exclusiva en un solo padecimiento (como es la sustitución de cristalino por una lente intraocular para el tratamiento de las cataratas), se caracterizan porque su capacidad resolutiva se limita al tratamiento de un problema de salud muy específico. Evaluación horizontal. Una limitación del modelo vertical radica en el hecho de que la evaluación de la tecnología se restringe a un momento determinado en el tiempo, a diferencia de la evolución de la enfermedad; es decir, mientras que las tecnologías se evalúan en forma vertical, la evolución natural de la enfermedad sigue una progresión horizontal. Por esta razón, aquí se propone un modelo con abordaje horizontal, que ofrece como principales ventajas el desarrollo de guías de prevención diagnóstica y terapéutica, así como la contención de los costos, lo que puede permitir una práctica médica mas integral. En el cuadro 2 se esquematiza el modelo horizontal propuesto, donde una enfermedad es seguida a lo largo de su historia natural y en el transcurso de la misma se van evaluando las tecnologías empleadas, con el fin de determinar los criterios de efectividad y la evidencia para aceptar o rechazar su adopción en la práctica médica. Cuadro 2 Aquí vale la pena mencionar la relación directa que existe entre la utilización de las tecnologías en una condición de salud particular y el ambiente en donde se emplean. Esto es, el uso de la tecnología desde un abordaje horizontal promueve el desarrollo local de guías clínicas pertinentes a las necesidades y recursos del lugar de interés. De esta manera, se reconcilia el vínculo que debe predominar entre el empleo de las tecnologías y su uso social. Guías clínicas. Este tipo de evaluación permite tener, como resultado, la sumatoria del valor total de las tecnologías para una condición de salud en particular. Así mismo, otorga guías para fijar lineamientos que favorece la calidad de la atención médica. La aplicación de esta visión horizontal de la evaluación de tecnologías tiene como consecuencia directa el desarrollo de guías clínicas que incorporen a un conjunto de tecnologías dentro del proceso de atención a la salud de un proceso de enfermedad específico. A manera de ejemplo tenemos la enfermedad isquémica del corazón, en la que ha quedado establecido el uso de las siguientes tecnologías en la etapa de prevención: 1) Promoción de la salud: explicación al paciente y cambios en el estilo de vida como es la dieta, la reducción de peso y el aumento de tolerancia al ejercicio. 2) Reducción o eliminación de los factores de riesgo: tabaquismo, cifras de colesterol < 200 mg/dL y terapia substitutiva de estrógenos. 3) Tratamiento de enfermedades concomitantes: hipertensión arterial sistémica, diabetes mellitus, hipertiroidismo, etc. El diagnóstico debe iniciarse con una historia clínica, y una exploración física que nos den un acercamiento, complementándolo con el uso del laboratorio y estudios de gabinete (rayos X de tórax, electrocardiograma, prueba de esfuerzo, gammagrafía cardiaca y arteriografía coronaria). En cuanto a la terapéutica se dispone de diversos fármacos entre los que se encuentran los nitratos, beta bloqueadores, bloqueadores de calcio y antitrombóticos. Como terapia resolutiva se encuentra la revascularización mecánica en sus dos presentaciones: la angioplastia coronaria y la cirugía de puentes aortocoronarios.18 Por lo antes anotado, resulta evidente que, a lo largo de la progresión natural de esta enfermedad se emplean múltiples tecnologías, con el propósito de garantizarle al paciente una mayor expectativa de vida y el mejor pronóstico posible. Sin embargo, existen otras entidades nosológicas donde el empleo de la tecnologías se restringe a su prevención y/o diagnóstico, sin ofrecer una alternativa de tratamiento resolutivo, como sería el caso de enfermedades terminales, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Para éste último, la prevención implica técnicas de educación para la salud y el uso de barreras físicas para la transmisión del germen, como el preservativo. Su diagnóstico a nivel poblacional está dado por pruebas inmunológicas como ELISA, Western blot y PCR. En este caso, el tratamiento está dirigido a disminuir la capacidad de reproducción del virus y por ende mantener concentraciones bajas de virus en sangre. Otro ejemplo de evaluación horizontal podría ser el manejo del paciente con ulcera péptica. En este caso, cabe destacar las tecnologías de tratamiento ya que su alta prevalencia, así como, el número variado de esquemas de tratamiento requieren de una evaluación pertinente para su empleo en la práctica médica. Así tenemos que los esquemas de tratamiento para la erradicación de Helicobacter pylori en pacientes con úlcera gástrica incluyen tres regímenes antimicrobianos: 1) tetraciclina, metronidazol y bismuto; 2) metronidazol, claritromicina y omeprazol, 3) omeprazol y claritromicina. Por otro lado se han estudiado las diferentes alternativas de tratamiento con sus costos proyecciones a 15 años, que nos ofrecen una mejor apreciación de la efectividad con que se aplica este tratamiento. Los tratamientos y sus costos en dólares se mencionan a continuación, respectivamente: terapia de antibiótico, $ 995.00; terapia intermitente con antisecretores, $ 10,350; terapia de mantenimiento con antisecretores, $ 11,186; y la vagotomía, $ 17,661.19 Bajo la óptica de una evaluación horizontal, la terapia para erradicar al H. pylori en pacientes con úlcera péptica es una de las raras situaciones donde la terapia mejora el estado de salud del paciente, mientras que se reduce el costo general, lo que la hace una estrategia dominante. Inherentes a este proceso se encuentran las oportunidades para mejorar la calidad de la atención y lograr una contención de los costos con un tratamiento más eficiente. CONCLUSIONES La evaluación de la tecnología ha seguido un proceso de ininterrumpido debate desde los años setenta, cuando la prioridad era orientar el uso de la tecnología hacia una disponibilidad y utilización apropiada. En el momento actual el debate se ha centrado en una vertiente de prácticas basadas en evidencias objetivas, presuntamente de carácter más racional, que habrán de conducirnos a condiciones de mayor equidad y calidad en los sistemas de salud. Las transformaciones que estamos atestiguando en el campo de la evaluación de las tecnologías para la salud, sin duda, han sido producto de una participación sin precedente del público en general, los prestadores de servicios y de los medios de comunicación. Pero además de las buenas razones e intenciones, que se refieren a la búsqueda de una práctica basada en la efectividad, también están presentes los motivos de carácter económico, que desde la perspectiva del sector privado (productores de las tecnologías y prestadores de servicios de salud), y de las instancias gubernamentales (orientadas a la contención de los costos), buscan el equilibrio y la viabilidad financiera de las organizaciones de atención a la salud, en el marco de las grandes reformas actualmente en curso. La industria médica se encuentra en un acelerado desarrollo de tecnologías médicas, cuyas aplicaciones requieren de un análisis de sus repercusiones en los servicios de salud. En el futuro cercano, los proveedores de los servicios y la sociedad en general se enfrentarán a fuertes presiones para encontrar utilidad a descubrimientos cada vez más impresionantes; este fenómeno acortará las fases de aplicación, y consecuentemente, precipitará la obsolescencia de las técnicas y los dispositivos tecnológicos. Dado que se desconocen los beneficios de muchas de las nuevas tecnologías médicas, son necesarios los estudios que evalúen su utilización en la práctica clínica y, a partir de sus resultados, fomenten la aplicación de las tecnología más útiles y eliminen las de dudoso valor. Para realizar estos estudios se requiere de una definición de la tecnología médica que considere no sólo la gran variedad de equipos, aparatos, medicamentos y procedimientos empleados en la atención de pacientes, la inversión de capital y la organización de los recursos humanos sino su verdadero impacto en las condiciones de salud de los individuos y las poblaciones a los que están dirigidas. En este sentido, resulta clara la urgente necesidad de sustituir el modelo de evaluación tradicional por un modelo capaz de dar cuenta de la verdadera efectividad de las intervenciones tecnológicas, basado en la mejor evidencia disponible y que considere su impacto horizontal sobre las condiciones de salud prioritaria en cada país y población blanco (Cuadro 3). Cuadro 3. Un modelo para la toma de decisiones. Costo Bajo Alto Alto La decisión del cambio debe tomarse inmediatamente El cambio es necesario, pero dirigido a grupos poblacionales bien definidos Bajo La mejor decisión es continuar con la situación actual Activamente oponerse al cambio Efectividad Otra forma útil para establecer criterios de adopción o abandono de una tecnología, es la que se basa en argumentos de carácter social, económico y político.20 Desde esta perspectiva, independientemente de la capacidad que tenga o confiera una tecnología particular, ésta debe ser compatible con los valores del adoptador (tomador de decisiones y/o prestador de servicios) en lo particular y de la sociedad en general. Con respecto a los primeros, la tecnología debe tener el potencial de generar ganancias sustantivas, tanto de carácter sociopolítico (poder, prestigio) como de carácter económico.21 Desde la perspectiva de los usuarios de los servicios, la tecnología debe ser compatible con las características culturales prevalentes, de manera tal que no genere conflictos al individuo, la familia, o a la sociedad en general (un ejemplo de tecnologías muy conflictivas son las que se utilizan para producir abortos). Una interesante ventana de estudio es la que nos refiere a los ambientes institucional y socioeconómico.8 En las sociedades altamente permisivas, es decir con poca regulación gubernamental y sistemas de salud predominantemente privados, el desarrollo y adopción de las innovaciones tecnológicas depende principalmente de la capacidad económica. Desde luego, una sociedad permisiva pero primitiva solamente puede servir como un escenario de experimentación; al contrario, una sociedad es permisiva y altamente desarrollada se convierte en el más atractivo escenario comercial y favorece la aplicación de las tecnologías más caras y sofisticadas. En todo caso, la condición sine qua non para ser el nicho de la vanguardia profesional y tecnológica es contar con un mecanismo de financiamiento casi irrestricto. En contraste, cuando existen marcos reguladores muy restrictivos y/o el estado es altamente protagónico (financiador-prestador de servicios), la velocidad de adopción y difusión tienden a disociarse. En consecuencia, se producen y se mantienen importantes desigualdades, junto con el racionamiento de los servicios. No es difícil entender que las áreas urbanas más desarrolladas, mejor comunicadas y políticamente más importantes, tengan mayor acceso a los servicios mas modernos y más costosos; y peor aún, llegan a registrarse situaciones aberrantes, tales como la adquisición de tecnologías costosas y complejas que pueden permanecer durante largas temporadas en bodegas, debido a la falta de infraestructura, insumos y capacidad técnica para ponerlas en servicio, o debido a la falta de capacidad para repararlas cuando se descomponen.16,17 No hay país alguno donde la adquisición, adopción y apropiación de la tecnología siga un proceso estrictamente racional, basado en la eficiencia y efectividad clínica de la misma. Por lo tanto, en países de escasos recursos como México, es indispensable y apremiante aprovechar la experiencia adquirida a nivel internacional acerca del uso irreflexivo de la tecnología, con el objetivo de aprovechar mejor nuestros escasos recursos evitando incurrir en los mismos errores. Referencias 1.Banta HD, Behney CJ. Policy Formulation and technology assessment. Milbank Mem Fund Quartely 1981: 445-79. 2.Banta HD, Behney CJ, Willems JS. Toward rational technology in Medicine. Springer, New York, 1981. 3.Banta HD. Resources for health: technology assessment for policy making. Praeger, New York, 1982. 4.Lewis T. The lives of a cell: Notes of a biology watcher. Penguin Books, 1995. 5.Retting, RA, Hartman AJ. The development of medical technology: a policy perspective. En: Medical Technology. National Center for Health Services Research. Research Proceedings Series. DHEW Publicaciones No. (PHS) 1979: 82. 6.National Center for Health Care Technology. Rockville, Maryland, US-DHHS, 1980. 7.Anónimo. Economic influences on the physician-patient relationship, NERI newsletter 1996: 1122. 8. Rodríguez Domínguez J, Vandale S. Appropriate health technology. A correct choice for developing countries but a difficult one; Ponencia presentada en la Reunión Regional del National Council for International Health y la Asociación Fronteriza de Salud, EU-México, Tucson, Arizona, 1986. 9. Briman RF. Impact of technology on the emergence of infectious diseases. Epidemiol Rev 1996; 18:4-9. 10. Baker SR. The diffusion of high technology medical innovation: the computed tomography scanner example. Soc Sci Med 1979; 130: 155. 11. Jensen M, Brant-Zawaszky M, Obuchowsky N, Modic M. Magnetic resonance imaging of the lumbar spine in people without back pain. N Engl J Med 1994; 331: 69-73. 12. Jequier N. Tecnología apropiada. Problemas y promesas. Washington, D.C. Oficina Sanitaria Panamericana. 1979 13. Hess OW. Impact of electronic fetal monitoring on obstetric management. JAMA 1982; 244: 682 14. Office for Technology Assessment. Identifying health technologies that work: searching for evidence, OTA-H-608, Washington D.C., 1994. 15. McKinlay JB. From a "promising report" to a "standard procedure": seven stages in the career of a medical innovation. Milbank Mem Fund Quarterly 1981; 59: 374-411. 16. Rodríguez Domínguez J, Vandale S, López Cervantes M. La utilización de nuevas técnicas médicas: la problemática para México. Gac Med Mex 1984; 123: 199-210. 17. Rodríguez Domínguez J, Vandale S, Durán Arenas JL, López Santibáñez AP, López Cervantes M. Disponibilidad y utilización de innovaciones tecnológicas en la atención médica en México. Bol Of Sanit Panam 1984; 97: 283-97. 18. Haynes B, Sackett D. Transfering evidence from research into practice: the role of clinical care research evidence in clinical decisions. Evidence Based Medicine 1996; 1(7): 7-10. 19. Vakil N. Guidelines for H. pylori-induced peptic ulcer disease treatment. Medscape: http://www.medscape.com. 1997. 20. Mariner WK. Medical technology assessment. Intended for whom?: Am J Pub Health 1993; 83: 1525-6. 21. Fineberg HV. Technology assessment. Motivation, capability and future directions. Medical Care 1985; 23(5): 662-71.