Antropología filosófica II Guía de trabajo Objetivo: Identificar los rasgos fundamentales del ser humano a partir de una analítica existencial. Caracterizar la idea del hombre que nos servirá de base y punto de partida para la indagación ulterior en la que se contrastará y profundizará la concepción del hombre bajo la perspectiva de autores contemporáneos. Bibliografía Gómez Caffarena, José, Metafísica fundamental, Sígueme, Madrid, 2006 (2ª), pp. 123-146. Prenotando 1. En el curso de Antropología filosófica I buscamos una comprensión del ser humano lo más amplia y completa posible. La perspectiva adoptada en ella privilegia la comprensión de la persona como ser en relación. El ser con los demás es el eje del ser personal que nos permite dar a la comprensión de las dimensiones del hombre su significado. Nada de cuanto la persona es se sustrae a su carácter relacional. Así, cuando afirmamos que es persona y sujeto, afirmamos que es un ser en relación consigo mismo en tanto que se relaciona con los demás. La alteridad es referente de comprensión del proceso de hominización y humanización: desde el origen el hombre está remitido a los otros. En su hacerse y configurarse el hombre necesita de los demás y está remitido a ellos. Corporalidad, lenguaje, historicidad, racionalidad, espiritualidad, realización, trabajo, juego, tienen siempre una referencia a los otros. Incluso el sentido de la vida se cobra en relación. 2. Gómez Caffarena se ha propuesto enfrentar el reto de presentar una metafísica a la altura de nuestro tiempo, tomando en cuenta las críticas más fuertes que se han hecho a la misma, sobre todo a partir de E. Kant. En su ensayo, toma la autoconciencia como punto de partida de una reflexión postmetafísica, como “roca” segura o “realidad radical” de la que es posible partir. La autoconciencia es la realidad radical porque “toda otra realidad tiene que anunciarse en el ámbito estremecido de mi propia realidad, si quiere serme realidad.” (Ortega y Gasset). Se trata, con otras palabras de “mi vida” tomada en su circunstancia concreta. Sabemos lo que es vida porque nos vivimos a nosotros mismos, en esencial correlación con lo que no somos nosotros. Somos en el mundo, con los otros. El 1 paso a una analítica existencial de esa nuestra realidad se propone identificar si en ella preguntas últimas, que abran el camino a una metafísica. Cabe notar que la autoconciencia del yo ni aquello de lo que el yo toma conciencia se presenta como un simple producto de una función trascendental. La autoconciencia envuelve la referencia a algo previo –un prius-, algo que afecta al yo por sí mismo y por la realidad del mundo que conoce. Algo percibido como dato fenomenológico indudable. Tanto el sujeto para el que están dados los objetos como éstos mismos, más allá de su darse en la conciencia, son realidad. La realidad es el carácter de lo “de suyo”. La percepción de la realidad es el carácter distintivo del hombre (Zubiri). El enfoque de Gómez Caffarena nos interesa por cuanto busca, a partir de un análisis, determinar lo que podemos conocer del hombre en cuanto sujeto, “lo que el hombre inevitablemente conoce de sí mismo mientras conoce otras cosas y ejercita su vida integral, su comportamiento en el mundo.” (p. 124). Se trata de sus estructuras existenciales, las que vive, presentes al hombre al actuar en cualquier comportamiento, condicionantes de todo conocimiento objetivo y de cualquier acción. El modo de acceso no es directo, sino “trascendental”: a través de “las huellas” que dejamos en nuestros comportamientos humanos. La índole del método adoptado lleva a reconocer que el lenguaje sobre el hombre no será de carácter objetivo, al modo de las ciencias, sino sugerente. Sobre este punto cabe hacer una observación. El lenguaje humano así como el pensamiento conceptual que en él se expresa son esencialmente objetivantes. Cuando se trata de desvelar las mismas estructuras que el mismo sujeto pone en juego al conocer y al vivir es necesario “volver atrás”, es decir, partir de las huellas que dichas estructuras dejan en lo conocido y en lo vivido. Si esto se alcanza, se logra dar expresión a lo que el mismo sujeto está viviendo: el sujeto real y viviente como sujeto ha de ser el polo al que es necesario referirse siempre para no hacer de él una objetividad más. Esto sólo es posible a través de un pensamiento conceptual que se expresa en el lenguaje (p. 101). Al sacar al lenguaje de su cauce objetivo la índole de lo que dice no pretende pleno rigor, como el del lenguaje científico. Si bien el peligro es real, esto no significa necesariamente dejarlo todo a la arbitrariedad e imprecisión. Se hace necesario reconocer el carácter sugerente del lenguaje adoptado, en el que la fuerza simbolizadora del hombre desempeña un papel de primer orden. El símbolo es algo anterior al lenguaje propiamente tal como sistema complejo de signos articulados, y su origen en sentido más propio. El lenguaje vuelve con frecuencia al símbolo para utilizarlo intralingüísticamente. Así hablamos de “imagen” o “figuras de dicción” que se presentan en una amplia gama, como la metáfora, la alegoría, que llegan a 2 su cumbre en la poesía. Hablar en nombre del hombre, dejar hablar al hombre es dar lugar al lenguaje primigenio, anterior a toda ciencia. El lenguaje sugerente se hace necesario a la misma analítica existencial, como fundante de los misma objetividad y, en este sentido, “superobjetivo” (López Quintás, A. Metodología de lo suprasensible, Madrid, Ed. Nacional, 1963). Como señala el autor, entendida como fenomenología existencial la filosofía es estrictamente personal. “Es la interpretación que cada existente humano puede hacerse de su propia existencia”. Por eso, no es posible enseñar filosofía, sino, a lo sumo, “ayudar a filosofar”. Esto significa: Sugiero la interpretación que hago de mi existencia, esperando que el otro pueda apropiarse mi sugerencia y corresponderme con la suya… (p. 103). Con lo cual se llevará a cabo una auténtica comunicación “interpersonal”. La analítica existencial se divide en cinco partes: 1. “mundanidad”, personeidad”, “comunitariedad” (pp. 124-130). 2. Temporalidad existencial (pp. 130-134). 3. La organización funcional del sujeto desvelada en su estructura temporal (pp. 134138). 4. Historicidad (pp. 138-141). 5. “Simbolizatividad”, matriz del lenguaje” (pp. 141-145). Para trabajar en clase: 1. En un primer momento se aclararán dudas de intelección. 2. Se trabajará el texto formando cinco grupos. Cada uno de ellos tomará uno de los puntos de la analítica existencial. Los integrantes del equipo dialogarán sobre las ideas principales expuestas por el autor y tomarán nota de ellas, de manera que puedan comunicarlas a sus compañeros de forma gráfica y oral. A esta actividad se dedicarán 30 minutos. 3. Cada equipo hará la exposición correspondiente en un máximo de 10 minutos. El total de la exposición durará 50 minutos. 4. Se hará una ronda de discusión. En ella se pondrá en común. A) Aquellos aspectos sugeridos por la analítica elaborada por el autor con los que los alumnos sienten identificarse. B) Los puntos que, de la propia experiencia vivida, quieran comunicar en contraste con los expuestos. C) Los puntos que les parezcan problemáticos o dignos de una profundización ulterior. 5. Se buscará sacar algunas conclusiones generales. 3