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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 181
Lunes 30 de julio de 2012
Sec. TC. Pág. 13
Suplemento
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
10254
Sala Segunda. Sentencia 141/2012, de 2 de julio de 2012. Recurso de amparo
5070-2009. Promovido por don F.J.G.F. en relación con los Autos de la
Audiencia Provincial y de un Juzgado de Primera Instancia de Granada que
acordaron su internamiento involuntario urgente por trastorno psiquiátrico.
Vulneración del derecho a la libertad personal: resolución judicial tardía,
adoptada sin haber informado al interesado de los derechos a la defensa y a
la prueba que le asisten, y carente de la motivación exigible a una medida
privativa de libertad.
La Sala Segunda del Tribunal Constitucional, compuesta por don Eugeni Gay
Montalvo, Presidente; doña Elisa Pérez Vera, don Ramón Rodríguez Arribas, don Luis
Ignacio Ortega Álvarez, Magistrados, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL REY
la siguiente
SENTENCIA
En el recurso de amparo núm. 5070-2009, promovido por don F.J.G.F., representado
por el Procurador de los Tribunales don Juan Ignacio Valverde Cánovas y asistido por el
Abogado don José Miguel Castillo Calvín, contra Auto del Juzgado de Primera Instancia
núm. 16 de Granada, de 21 de mayo de 2007, que ratificó medida de internamiento
involuntario urgente por trastorno psiquiátrico y contra el Auto de la Sección Quinta de la
Audiencia Provincial de Granada, de 1 de abril de 2009, que desestimó el recurso de
apelación interpuesto contra el anterior. Ha actuado la Consejería de Salud de la Junta de
Andalucía, representada y defendida por la Letrada doña Elena García Alemán. Ha
intervenido el Ministerio Fiscal. Ha sido Ponente el Magistrado don Ramón Rodríguez
Arribas, quien expresa el parecer de la Sala.
I. Antecedentes
1. Mediante escrito registrado el 29 de mayo de 2009, el Procurador de los Tribunales
don Juan Ignacio Valverde Cánovas, en nombre y representación de don F.J.G.F.,
interpuso demanda de amparo contra las resoluciones a las que se ha hecho referencia
en el encabezamiento.
a) Con fecha 2 de mayo de 2007, el Director del Hospital Universitario de San Cecilio
de la ciudad de Granada, perteneciente a la red sanitaria del Servicio Andaluz de Salud,
remitió comunicación «a efectos del cumplimiento del art. 211 de la Ley 13/83», dirigida al
«Ilmo. Sr. Juez de Primera Instancia», en la cual se limita a informar del ingreso por vía
de urgencia del aquí recurrente en amparo, de quien se dice presenta un diagnóstico de
«trastorno bipolar, por lo que ha sido sometido al siguiente tratamiento desde el momento
de su ingreso: narcolíptico, previéndose que necesitará continuar con el siguiente: el
mismo. Habiendo comprobado la necesidad de continuar la hospitalización, solicitamos a
V.I. la autorización pertinente». Excepto las palabras «trastorno bipolar», «narcolípticos»
y «el mismo», el resto es un texto pre-impreso con renglones en blanco rellenados.
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2. Los hechos con relevancia para la resolución del presente recurso de amparo y a
los que se refiere la demanda presentada, son los siguientes:
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b) El Juzgado que asumió la competencia del caso, el núm. 16 de Primera Instancia
de los de Granada, recibió la comunicación el 3 de mayo y dictó providencia al día
siguiente, 4 de mayo de 2007, dando cuenta de dicha comunicación y ordenando su
registro e incoación de procedimiento de internamiento núm. 1150-2007, conforme a lo
dispuesto en el art. 763.1 párrafo segundo de la Ley de enjuiciamiento civil (LEC),
decretando además: «Procédase al examen de la persona internada y se designa al
médico forense adscrito a este Juzgado, para que emita el preceptivo dictamen facultativo
sobre la procedencia del internamiento».
El mismo día aparece un requerimiento dirigido al Instituto de medicina legal de
Granada para se designe médico forense a fin de practicar el mencionado dictamen.
c) Sin que conste ninguna actuación más hasta el 9 de mayo de 2007, en esta fecha
aparece un «acta de examen» del Sr. Magistrado Juez, levantada en el centro hospitalario
de referencia, donde recoge el contenido de su entrevista con el recurrente, anotando que
éste cuenta que ha sido traído a la fuerza y refiere sus problemas familiares especialmente
con su esposa e hijos. El acta no detalla ninguna conducta anómala del paciente durante
la entrevista, escribiendo tan sólo: «Hablador y comunicativo, relatando con detalle todos
los [palabra ilegible] de su ingreso».
No se hace constar en este «acta de examen», ni existe ninguna diligencia en las
actuaciones con tal objeto, de que se hubiere informando al recurrente de su situación
legal ni del derecho a poder designar Procurador y Abogado en dicho procedimiento, así
como tampoco de su derecho a solicitar pruebas.
d) En la misma fecha, 9 de mayo de 2007, se levanta acta de «peritación médico
forense», donde el facultativo designado por el Juzgado coloca en un impreso con
espacios en blanco para rellenar, tras su examen del recurrente, el siguiente diagnóstico:
«T. Bipolar. Refiere que lo trajo la ambulancia del SDS desde Almuñécar el 2-5-07. Tiene
T. Bipolar y tto. con litio. Dice que tiene problemas familiares y que le pidió la separación
por [palabra ilegible] a su mujer».
Debajo y de nuevo en formato estereotipado, figura la frase: «Dado su estado seria
conveniente la continuidad del ingreso en el centro». No se añade ninguna observación a mano.
e) El 14 de mayo de 2007, el Fiscal presenta escrito manifestando sólo que no se
opone al internamiento involuntario del aquí recurrente.
f) Obra en las actuaciones una comunicación del Director del Hospital Universitario
de San Cecilio, fechada el 16 de mayo de 2007 y dirigida al Juzgado, informando que el
paciente «ha sido dado de alta puesto que las causas que recomendaban su
hospitalización han cesado» (letra pre-impresa).
g) Sin que conste realizada ninguna actuación del Juzgado entre el 10 y el 20 de
mayo de 2007, el día 21 se dicta Auto ratificando el internamiento del aquí recurrente. En
orden a fundamentar su decisión, el Auto se limita a transcribir en su integridad el art. 763
LEC vigente (razonamiento jurídico primero) para luego entrar a resolver el caso concreto
en los siguientes términos:
«Segundo: En el supuesto enjuiciado, a la vista del resultado de las actuaciones
realizadas y de los informes obrantes en autos, procede acordar el internamiento
involuntario solicitado, al concurrir su presupuesto básico. Estamos en presencia de un
enfermo que tiene anuladas sus capacidades cognitivas y volitivas, y su estado de salud
requiere de una intervención inmediata, aun en contra de sus manifestaciones. Por todo lo
anterior se revela correcta y adecuada la medida de internamiento involuntario acordada.
Tercero: El internamiento acordado deberá continuar en el lugar donde se halla o en
otro adecuado para el cuidado y la asistencia del enfermo, debiendo comunicar a este
Juzgado cualquier cambio en su lugar de residencia. En todo caso, la dirección del centro
donde resida deberá informar a este Juzgado cada seis meses acerca de su estado de
evolución, así como, en todo caso, cuando reciba el alta.»
El Auto tiene entonces la siguiente parte dispositiva: «Se autoriza el internamiento
involuntario de D. [F.J.G.F.], en la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario San
Cecilio, en la que se halla actualmente o en otra adecuada para el cuidado y la asistencia
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del enfermo, debiendo comunicar a este Juzgado cualquier cambio en su lugar de
residencia. En todo caso, la dirección del centro donde resida deberá informar a este
Juzgado cada seis meses acerca de su estado de evolución, así como, en todo caso,
cuando reciba el alta».
h) Tras su notificación al recurrente, actuando por vez primera con Abogado y
Procurador promovió recurso de apelación contra el indicado Auto, denunciando diversas
infracciones legales, así como la vulneración de su «derecho fundamental a la libertad
personal» por el incumplimiento por exceso (diecinueve días) del plazo máximo de 72
horas del que disponía el Juzgado para resolver y la falta de procedimiento contradictorio
[art. 24.1 CE]. Aporta como documental una copia de su historial clínico, informes del
servicio de urgencias del Hospital Comarcal de Santa Ana, Hospital de Motril y del servicio
de urgencias del Área de Gestión Sanitaria Sur de Granada de 2 de mayo de 2007,
coincidentes en su diagnóstico de trastorno bipolar y que derivaron el paciente al Hospital
San Cecilio; un permiso terapéutico concedido al recurrente mientras estaba sujeto a
internamiento, el 7 de mayo de 2007; diversos análisis clínicos y un informe detallado del
alta, de 16 de mayo de 2007. Ninguna de esta documental aparecía en poder del Juzgado.
También solicitó la práctica de diversa prueba testifical que no se admitió.
i) El recurso de apelación interpuesto resultó desestimado por Auto de 1 de abril
de 2009, de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Granada.
A tal efecto y tras delimitar el objeto de su examen (fundamento de Derecho primero),
en el sentido de aclarar que éste se contrae a los informes valorados en su momento por
el Juzgado y no a los demás datos (informes) aportados en la fase de apelación, la
Sección juzgadora empieza por sostener que a efectos del control judicial exigible
originalmente al Juzgado a quo y ahora a ella, no se trata de verificar si se justificaba el
internamiento urgente en el momento en el que éste tuvo lugar por orden del personal
médico encargado del centro, sino únicamente de comprobar que tales circunstancias
concurrían el día en que se llevó a cabo el examen judicial y pericial del recurrente, tras
la comunicación al órgano judicial: «El internamiento involuntario por razón de trastorno
psíquico en los casos de urgencia, efectivamente, es responsabilidad de quien lo
acuerda, de modo que la actuación del Juzgado de Primera Instancia no se extiende a
valorar las razones que lo justificaron sino que, por ser intervención a posteriori,
originada por la preceptiva comunicación que ha de hacer el Director del Centro a la
autoridad judicial –como prevé el precepto–, lo que se trata es determinar si subsiste la
motivación del mismo ‘a los efectos de que proceda a la preceptiva ratificación de dicha
medida’, dentro de los plazos que reseña» (fundamento de Derecho segundo).
Sobre esta base, señala la Sección que en el caso de autos «aparecen cumplidos
todos los requisitos que exige la Ley para tomar la decisión judicial y considerando esta
Sala, a la vista del informe facultativo y del examen del Juez, que estaba justificada la
ratificación del internamiento, pues sin perjuicio de la responsabilidad de quien acordó tal
internamiento urgente, que podrá ser exigida en el procedimiento que corresponda si
concurrieren los requisitos y presupuestos legales, en el presente caso, la ratificación se
proyecta sobre la ‘continuidad del internamiento’ de modo que incluso cuando aquel
internamiento se hubiere verificado vulnerando algún derecho, estaría justificada la
ratificación si en el momento de ser examinado por el Juez y por el facultativo el internado
presenta un estado que haga aconsejable y necesario su internamiento, y cómo
efectivamente así lo consideró el Medico Forense que lo examinó, procede la
desestimación del recurso y la confirmación del Auto».
Respecto de la duración del procedimiento, desde que se comunicó al Juzgado el
internamiento del recurrente hasta que aquél dictó el Auto confirmando la medida, la
Audiencia señala que «tampoco tiene trascendencia, a estos efectos, la leve y razonable
demora en la tramitación del procedimiento, pues ya previó el legislador esa posibilidad
cuando impone a los facultativos que atiendan a la persona internada la obligación de dar
de alta al enfermo, comunicándolo al Tribunal, cuando no sea necesario mantenerlo, para
evitar de tal modo la conculcación de sus derechos, lo que evidencia que es la propia
Ley la que autoriza y traslada a los técnicos en la materia, esto es a los facultativos
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médicos, la responsabilidad directa del internamiento, siendo la intervención judicial de
control –anterior o posterior– en cuanto a la concurrencia de las razones medicas que
justifiquen la adopción de la medida, en el primer caso, o su ratificación, en el segundo».
Finalmente, en cuanto a la ausencia de ciertas garantías durante el procedimiento
para la práctica de diligencias o el derecho a la asistencia jurídica, motivo también del
recurso de apelación, argumenta el Auto de la Sección, siempre fundamento de Derecho
segundo:
«[N]o cabe alegar que no se recabó la audiencia de familiares, pues la audiencia de
esos parientes o en general de cualquier persona es facultad del Juez, cuanto más que el
interesado, a pesar de su estado comunicativo cuando fue examinado por el Juez no
manifestó a este que fuera oído ninguna persona a su instancia, ni solicito ser asistido por
Abogado, estando sus derechos garantizados por el Ministerio Fiscal…»
3. La demanda de amparo alega la vulneración de los derechos fundamentales a la
libertad personal (art. 17 CE) y a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE).
Sobre el primero de esos derechos, el de libertad personal, aduce el recurrente que
su ejercicio sólo puede ser restringido en los casos que expresamente determine la ley,
uno de los cuales ciertamente es el previsto en el art. 763 LEC, pero con una serie de
garantías que no han sido cumplidas en su caso. En tal sentido centra sus quejas en tres
aspectos principales:
a) Incumplimiento del plazo para resolver: con cita del «principio 17» de la
Resolución núm. 44/119 de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la
brevedad del plazo para resolver internamientos psiquiátricos y del art. 763 LEC,
argumenta que este precepto contempla un plazo máximo de setenta y dos horas desde
que el Tribunal tiene conocimiento del hecho del internamiento, mientras que aquí la
ratificación se produjo diecinueve días después de su ingreso, siendo que incluso el
reconocimiento judicial y forense se realizaron a los siete días y la audiencia al Ministerio
Fiscal, a los doce días. Considera incomprensible que la Audiencia Provincial haya
calificado ese retraso de «leve y razonable demora», y critica que quien es detenido por
la presunta comisión de un delito deba pasar a disposición judicial en el plazo de 72
horas, mientras que aquí «una persona que no ha cometido ningún acto ilegal quintuplique
dicho plazo sin ninguna consecuencia».
b) Falta de necesidad y proporcionalidad de la medida: objeta asimismo la demanda
de amparo que el informe del médico forense, de quien se queja por no ser experto en
psiquiatría, no justificaba el ingreso mediante un pronóstico de riesgo inminente que
aconsejara la medida ni la conveniencia del internamiento como opción «menos
restrictiva». Afirma que hubiera sido suficiente con haber sido sometido a tratamiento
psiquiátrico ambulatorio, tal como ya venía ocurriendo.
c) Omitida información y consiguiente falta de ejercicio de su derecho a la defensa
jurídica y a la práctica de pruebas: se queja en tercer y último lugar el recurrente, de que el
Juez no hubiera acordado la audiencia a sus familiares, pues aunque dicha diligencia no se
contempla en el art. 763 LEC, en este caso y ante la situación de conflicto familiar del
recurrente con su esposa a cuya iniciativa se produjo el internamiento y con algunos de sus
hijos, resultaba conveniente oír a sus hermanos. Cita en su apoyo el art. 20.6 de la
Recomendación 10 del Consejo de Europa (2004) y el art. 6.3 del Convenio relativo a los
derechos humanos y la biomedicina de 1997, así como el art. 9.3 de la Ley de autonomía del
paciente, en cuanto a cuándo este último puede o no tomar una decisión por sí mismo o si se
requiere recabar el consentimiento de sus familiares. Afirma que tampoco se le concedió el
derecho a un defensor, ni a la práctica de un informe médico que fuera «imparcial».
El segundo de los derechos fundamentales que se invocan como vulnerados en la
demanda de amparo, según se adelantó antes, es el de tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE),
en su vertiente de derecho a obtener una resolución jurídicamente fundada. Cuestiona en
este sentido la tesis del Auto de apelación de que lo importante es verificar la procedencia
del internamiento a la fecha en que se produce el examen judicial y pericial y no antes.
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Solicita que este Tribunal Constitucional se pronuncie acerca de cuál es la interpretación
del art. 763 LEC más acorde con el art. 17 CE, respecto del control de verificación judicial
en casos de internamiento urgente, otorgando en todo caso el amparo.
4. Por diligencia de ordenación de la Secretaría de Justicia de la Sección Cuarta de
este Tribunal, de 9 de junio de 2009, se requirió al Procurador del recurrente para que en
el plazo de diez días acreditase fehacientemente la fecha de notificación del Auto de la
Audiencia Provincial y aportase la escritura de poder original de representación. El primer
extremo resultó cumplimentado por escrito de dicho representante procesal de 29 de
junio de 2009, no así el segundo, lo que motivó nueva diligencia de ordenación del 2 de julio
de 2009, concediéndose un último plazo de diez días, con apercibimiento en caso
contrario de proceder al archivo de las actuaciones. El 17 de julio de 2009, el Procurador
presentó escrito aportando el poder notarial de representación con solicitud de desglose y
devolución del original, lo que se acordó por diligencia de 1 de septiembre de 2009.
5. Con fecha 5 de febrero de 2010, la Secretaría de Justicia de la Sección Cuarta de
este Tribunal dictó diligencia de ordenación acordando dirigir comunicación al Juzgado de
Primera Instancia núm. 16 de Granada para que remitiera certificación o fotocopia
adverada de las actuaciones correspondientes al procedimiento núm. 1150-2007 de
internamiento involuntario urgente del aquí recurrente en amparo.
6. Recibidas dichas actuaciones procedentes del Juzgado de referencia, la Sala
Segunda de este Tribunal dictó providencia el 20 de octubre de 2010 admitiendo a trámite
la demanda de amparo, ordenando dirigir comunicación a la Sección Quinta de la
Audiencia Provincial de Granada, para que en plazo máximo de diez días remitiera
certificación o fotocopia adverada de las actuaciones correspondientes al rollo de
apelación núm. 488-2008; así como al Juzgado de Primera Instancia núm. 16 de Granada
para que llevase a cabo el emplazamiento de quienes hubieran sido parte en el proceso,
excepto la parte recurrente, a fin de que en el plazo de diez días si lo deseaban pudiesen
comparecer en este recurso de amparo.
7. La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía (Servicio Andaluz de Salud),
solicitó su personación en el proceso como parte recurrida, mediante escrito de 23 de
diciembre de 2010 firmado por doña Elena García Alemán, Letrada actuante en su
representación y defensa.
La Secretaría de Justicia de la Sala Segunda de este Tribunal dictó diligencia de
ordenación el 5 de enero de 2011, accediendo a la personación de la Consejería de
Salud, acordándose entender con dicha Letrada las sucesivas actuaciones aunque
condicionado a que acreditare documentalmente su representación. Asimismo, se acordó
dar vista de las actuaciones recibidas tanto a las partes personadas como al Ministerio
Fiscal, para que en el plazo de veinte días pudieran formular sus alegaciones conforme
determina el art. 52.1 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC).
8. El Ministerio Fiscal presentó escrito de alegaciones el 8 de febrero de 2011
interesando la estimación del recurso de amparo. Tras resumir los antecedentes del
proceso y contenido de la demanda presentada, se alega un posible óbice de falta de
agotamiento de la vía judicial previa [art. 44.1 a) LOTC] respecto de la queja por lesión del
derecho a la tutela judicial efectiva pues, al imputarse ésta directamente al Auto dictado
en apelación, debió instarse contra él incidente de nulidad de actuaciones para intentar
que se reparara y no venir de una vez en amparo. Cabría no obstante la alternativa,
prosigue diciendo, de considerar esta queja como subsidiaria de la denuncia de lesión del
derecho a la libertad personal (art. 17 CE), con lo que resultaría aplicable la doctrina de
este Tribunal de que en tales casos han de tratarse ambas lesiones de forma unitaria (cita
la STC 82/2003, FJ 2).
Entrando en el fondo y con cita de la STC 112/1988, hace hincapié en el reconocimiento
por este Tribunal de los derechos previstos en los arts. 5.1 e) y 5.4 del Convenio europeo
para la protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales (CEDH),
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respecto de quienes sufran privación de libertad en virtud de una medida de internamiento
involuntario por motivos psiquiátricos, recogiendo así la jurisprudencia del Tribunal Europeo
de Derechos Humanos, a partir del caso Winterwerp contra Países Bajos, de 24 de octubre
de 1979 respecto de las condiciones mínimas para afirmar la regularidad de la privación de
libertad en este ámbito.
Recalca la garantía de la jurisdiccionalidad que recoge el art. 763 LEC así como la
necesaria observancia de los plazos indicados por dicha norma, en relación con lo exigido
por la Convención Internacional de las Naciones Unidas sobre los derechos de las
personas con discapacidad, art. 14; debiendo entenderse que el plazo de las setenta y
dos horas dado al Juez para confirmar la medida deviene una concreción en este ámbito
del plazo del art. 17.2 CE para la detención preventiva, tal como se desprende de la
tramitación parlamentaria del precepto legal.
Refiriéndose al caso planteado en la demanda de amparo, sostiene el Fiscal que ha
habido conculcación del derecho a la libertad personal del art. 17.1 CE, al haber
transcurrido diecisiete días, desde la recepción por el Juzgado a quo de la comunicación
del centro hospitalario de que había procedido al internamiento del recurrente, hasta que
se dictó el Auto confirmatorio de la medida, «sobrepasando con creces el plazo legal de
las 72 horas». Plazo que estaba ya vencido, apunta, a la fecha en que se procedió al
examen personal del recurrente por el Juez y a su reconocimiento pericial por el médico
forense, no apareciendo datos que justifiquen tal retraso. «En estas condiciones»,
remacha, «el incumplimiento del referido plazo legal de 72 horas desnaturaliza la función
garantista de la intervención judicial e introduce en nuestro ordenamiento jurídico un
riesgo serio de banalización del derecho a la libertad personal que resulta
constitucionalmente intolerable»; con la paradoja añadida de que en la fecha en que fue
dictado el demandante de amparo «ya había sido dado de alta hospitalaria».
Considera igualmente, por aplicación del art. 5.2 en relación con el art. 5.4 CEDH y la
Recomendación (83) 2, del Comité de Ministros del Consejo de Europa, sobre la
protección legal de las personas que padecen trastornos mentales, internados como
pacientes involuntarios, que el recurrente tenía derecho a ser informado de los derechos
y recursos que le asisten y de las razones de su internamiento. Razona que si bien no se
explicita así en el art. 763 LEC, el apartado 3 del mismo precepto garantiza al afectado el
poder disponer de representación y defensa durante el procedimiento, lo que exige,
«naturalmente, de la previa información a la persona ingresada para que pueda ejercer
este derecho», «bien en el mismo momento en que se acuerda el ingreso no voluntario o
bien en el momento en que el Juez procede al examen personal de la persona ingresada»;
nada de lo cual se cumplió en este caso. Dicha omisión no cabe ser excusada, como
hace la Audiencia, afirmando que no consta que el afectado pidiera un Abogado, extremo
sobre el que precisamente no aparece que aquél fuera informado. A juicio del Fiscal, la
falta de información conlleva en sí misma una vulneración del derecho a la libertad
personal, no subsanada con el acceso posterior del recurrente a un recurso.
Por último, sostiene que los Autos impugnados en amparo no cumplen con el deber de
motivación reforzada en cuanto al juicio de necesidad y proporcionalidad de la medida,
resultando insuficiente la mera remisión a los informes médicos previos, en los cuales apenas
se reflejaba que el recurrente padecía un trastorno bipolar y era necesario un tratamiento con
neurolépticos, pero sin mayores explicaciones; mientras que el dictamen del médico forense
se limitaba a confirmar el diagnóstico de trastorno bipolar y «mediante una fórmula
estereotipada previamente impresa señalaba la conveniencia de continuar con el
internamiento». Es decir, sin dar explicación de por qué «el cuadro de trastorno o desorden
mental que padecía el demandante de amparo presentaba un carácter o magnitud que
aconsejara la ratificación y permanencia del ingreso», extremos que califica de
«imprescindibles» y cuya ausencia determina aquella falta de motivación reforzada, causante
igualmente de lesión del derecho fundamental a la libertad personal (art. 17.1 CE).
Con arreglo a lo expuesto, el Ministerio Fiscal solicita se otorgue el amparo, con
nulidad de las resoluciones impugnadas aunque sin necesidad de retroacción de las
actuaciones, al no encontrarse el recurrente privado de libertad.
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9. La Letrada de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, presentó por su
parte escrito de alegaciones el 14 de febrero de 2011, interesando la desestimación del
recurso de amparo, acompañando como documental copia del historial clínico del
recurrente en relación con dicho internamiento. Así, tras hacer cita de la STC 132/2010
de 2 de diciembre, la STEDH asunto Luberti contra Italia, de 23 de febrero de 1984 y la
letra del art. 763 LEC, se sostiene que en el caso del recurrente se cumplieron los
requisitos exigidos por la ley para la medida de internamiento involuntario, incidiendo en
los informes médicos obrantes en torno al estado del paciente al ser ingresado,
comunicándose al Juzgado el hecho, el cual proveyó a la práctica de su examen personal
el 9 de mayo de 2007, siendo que éste no solicitó ser asistido de Abogado ni que se oyera
a otra persona a su instancia. A su criterio, es correcto el Auto confirmatorio de la medida,
al haberse acreditado la necesidad del internamiento, a fin de evitar que el recurrente
pudiera haber causado algún perjuicio a tercero o a sí mismo.
10. Se extendió diligencia de ordenación el 24 de febrero de 2011, haciéndose
constar la presentación en plazo, de los escritos de alegaciones del Ministerio Fiscal y la
Letrada de la Administración Sanitaria del Servicio Andaluz de Salud, «acreditando esta
última su nombramiento como tal».
11. Mediante escrito que tuvo entrada el 28 de septiembre de 2011, la representación
procesal del aquí recurrente en amparo hizo constar «la renuncia de mi mandante […] a
cuantas acciones pudieran corresponderle por los hechos descritos en la demanda de
amparo. Asimismo, al no existir interés legítimo en la continuación del proceso, solicito
que sea archivado sin más trámite».
La Sala Segunda de este Tribunal dictó diligencia de ordenación el 11 de octubre
de 2011, acordando dar vista de dicho escrito por plazo de tres días al Ministerio Fiscal y
a la Letrada de la Administración sanitaria de la Junta de Andalucía, para que alegaren lo
que tuvieren por conveniente.
La Letrada de la Administración sanitaria presentó escrito el 24 de octubre de 2011,
manifestando que su representada «no se opone a la renuncia» efectuada por el recurrente.
Por su parte, el Ministerio Fiscal dedujo escrito de alegaciones el 26 de octubre de 2011
oponiéndose al desistimiento y consiguiente archivo del recurso, interesando la
continuación de su tramitación hasta el momento de dictar Sentencia, invocando doctrina
de este Tribunal (STC 51/1998, FJ 3 y ATC 265/2002) que atenúa el carácter dispositivo
de los procesos constitucionales cuando concurren razones de interés público. Entiende
que tal cosa sucede aquí, pues «las cuestiones planteadas en la demanda de amparo
presentan unos matices novedosos sobre los que no existe doctrina constitucional
específica»; que tales cuestiones afectan «a un colectivo especialmente vulnerable, cual
es el de las personas con discapacidad y están directamente relacionadas con un derecho
de singular importancia y trascendencia como es el derecho a la libertad personal» y,
además porque la estimación del recurso cumpliría una «función de prevención y/o
disuasión de eventuales actuaciones judiciales no respetuosas con la garantía de
jurisdiccionalidad» propia de este ámbito de tutela, sin que se observe tampoco que la
continuación del proceso cause perjuicio alguno al recurrente.
12. Con fecha 7 de noviembre de 2011, finalmente, se extendió diligencia para hacer
constar que se habían recibidos los dos escritos de alegaciones indicados, los cuales
quedaron unidos a las actuaciones.
13. Por providencia de fecha 28 de junio de 2012 se señaló para deliberación y fallo
de la Sentencia el día 2 de julio de mismo año.
II. Fundamentos jurídicos
1. Se interpuso el presente recurso de amparo contra el Auto dictado por el Juzgado
de Primera Instancia núm. 16 de Granada ratificando la medida de internamiento urgente
en centro hospitalario, adoptada contra el aquí recurrente con base en lo establecido en
cve: BOE-A-2012-10254
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el art. 763 de la Ley de enjuiciamiento civil (LEC); decisión confirmada en apelación por
Auto de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de la misma ciudad, Dichas
resoluciones se atacan aduciendo, en primer lugar, la lesión del derecho fundamental a la
libertad personal (art. 17.1 CE), que el recurrente funda en tres aspectos principales: a) la
superación con exceso del plazo de las setenta y dos horas legales para que el
Magistrado-Juez encargado del caso resolviera el internamiento; b) la ausencia de datos
objetivos que justificasen la necesidad y proporcionalidad de la medida, teniendo en
cuenta la insuficiencia del informe del médico forense en que se ha apoyado el Juzgado;
y c) la falta de información al recurrente de sus derechos a ser asistido por Abogado y a la
práctica de pruebas en el procedimiento; no habiéndose tomado declaración a sus
hermanos ni permitido aportar un informe médico «imparcial» que pudiera oponerse al
realizado por el médico forense.
La demanda de amparo también trae una segunda queja constitucional, por lesión del
derecho fundamental a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), en su vertiente de derecho
a obtener una resolución jurídicamente fundada, centrándose para ello en determinados
argumentos exteriorizados en el Auto de apelación acerca del alcance del control judicial
exigible en el internamiento urgente del art. 763 LEC. Este segundo motivo sin embargo
carece de autonomía propia pues se limita a la crítica de uno de los razonamientos de la
Audiencia para confirmar la decisión del Juzgado inferior, en definitiva dejando de reparar
el derecho fundamental sustantivo (libertad personal, art. 17.1 CE) que se alegaba ya
como vulnerado en la primera instancia. Ello impone, pues, su reconducción a esta
primera queja, tal como tuvimos ocasión de decidir en otra ocasión para un supuesto
similar, también en esta materia de internamiento (STC 104/1990, de 4 de junio, FJ 1). Lo
dicho releva a su vez de tener que verificar el óbice de falta de agotamiento de la vía
judicial previa, suscitado por el Ministerio Fiscal en su escrito de alegaciones del art. 52
de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC), sólo para el caso de que se
hubiere aceptado la autonomía de esa segunda denuncia de lesión constitucional.
2. El examen del fondo del recurso, tal como queda así delimitado, no ha de quedar
interferido porque el demandante, ya terminada la tramitación del proceso de amparo,
haya presentado un escrito pidiendo el archivo del recurso por la pérdida de interés
legítimo.
Dicha solicitud de desistimiento ha de ser rechazada con base en la doctrina de este
Tribunal que atempera el carácter rogado atribuido a esta jurisdicción constitucional,
cuando, «razones de interés público, vinculadas a la dimensión objetiva de los derechos
fundamentales», determinan la necesidad de hacer un pronunciamiento expreso sobre el
fondo del asunto pese al abandono de la respectiva pretensión de parte (STC 51/1998,
de 3 de marzo, FJ 2; y AATC 265/2002, de 9 de diciembre, FJ Único; y 330/2003, de 20
de octubre, FFJJ 1 y 2).
En este caso, la concurrencia de ese interés público se deriva, ante todo, del hecho
de que se trata del primer recurso de amparo en el que se enjuicia desde la óptica del
derecho fundamental a la libertad personal, un caso de internamiento psiquiátrico urgente,
con las peculiaridades que éste presenta en nuestro ordenamiento al acordarse ab initio
sin control judicial, conforme luego veremos. Y en segundo lugar y en línea con lo
defendido por el Ministerio Fiscal en el escrito de alegaciones por el que se opuso a dicho
desistimiento, en razón a que el colectivo al que afecta esta medida es con alguna
frecuencia el de las personas con discapacidad mental, al cual califica con razón de
«especialmente vulnerable», lo que confiere a esta materia una innegable importancia
social. Por todo ello corresponde denegar el desistimiento solicitado y entrar al examen
de fondo del recurso.
3. Por otra parte y con independencia de la singularidad del caso, este Tribunal si
tiene asentada doctrina referente a la conformidad de la medida de internamiento
involuntario, desde la perspectiva del derecho fundamental del art. 17.1 CE, cuando es
acordada directamente por la autoridad judicial bien como medida cautelar de un proceso
ya iniciado, bien como medida definitiva impuesta en Sentencia. En concreto, tenemos
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declarado que dicha situación personal comporta para el afectado una privación de su
libertad personal que «ha de respetar las garantías que la protección del referido derecho
fundamental exige, interpretadas de conformidad con los tratados y acuerdos
internacionales sobre esta materia ratificados por España (art. 10 C.E), y, en concreto,
con el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales … la legalidad del internamiento de un enajenado, prevista expresamente
en el art. 5.1 e) del Convenio, ha de cumplir tres condiciones mínimas, según ha declarado
el Tribunal Europeo de Derechos Humanos al interpretar dicho artículo en su Sentencia
de 24 de octubre de 1979 (caso Winterwerp). Estas condiciones son: a) haberse probado
de manera convincente la enajenación mental del interesado, es decir, haberse
demostrado ante la autoridad competente, por medio de un dictamen pericial médico
objetivo, la existencia de una perturbación mental real; b) que ésta revista un carácter o
amplitud que legitime el internamiento; y c) dado que los motivos que originariamente
justificaron esta decisión pueden dejar de existir, es preciso averiguar si tal perturbación
persiste y en consecuencia debe continuar el internamiento en interés de la seguridad de
los demás ciudadanos, es decir, no puede prolongarse válidamente el internamiento
cuando no subsista el trastorno mental que dio origen al mismo» [SSTC 112/1988, de 8
de junio, FJ 3 y 24/1993 de 21 de enero, FJ 4, respecto del internamiento como medida
de seguridad (penal); STC 104/1990, de 4 de junio, FJ 2, para internamiento decretado
tras Sentencia civil de incapacitación; y STC 129/1999, de 1 de julio, FJ 3, resolviendo
cuestión de inconstitucionalidad sobre el párrafo segundo del art. 211 del Código civil,
regulador entonces del internamiento cautelar en el orden civil].
Conviene tener presente asimismo en esta materia lo dispuesto en tratados y convenios
internacionales suscritos por España, habiendo recordado recientemente al respecto que «las
disposiciones tanto de los tratados y acuerdos internacionales … en la medida que “pueden
desplegar ciertos efectos en relación con los derechos fundamentales” (STC 254/1993, de 20
de julio, FJ 6), puedan constituir “valiosos criterios hermenéuticos del sentido y alcance de los
derechos y libertades que la Constitución reconoce” (SSTC 292/2000, de 30 de noviembre,
FJ 3;y 248/2005, de 10 de octubre, FJ 2; Declaración 1/2004, de 13 de diciembre, FJ 6; y en
sentido similar, STC 254/1993, de 20 de julio, FJ 6), convirtiéndose así en ‘una fuente
interpretativa que contribuye a la mejor identificación del contenido de los derechos
cuya tutela se pide a este Tribunal Constitucional’ [SSTC 64/1991, de 22 de marzo, FJ 4 a);
y 236/2007, de 7 de noviembre, FJ 5], quien precisará su concreto contenido, entonces,
“a partir de la concurrencia, en su definición, de normas internacionales y normas estrictamente
internas” (Declaración 1/2004, de 13 de diciembre, FJ 6)» (STC 136/2011, de 13 de
septiembre, FJ 12; también, STC 37/2011, de 28 de marzo, FJ 4).
Así, el derecho a la libertad personal y a la seguridad personales reconocido en el
art. 9.1 del Pacto internacional de los derechos civiles y políticos de 1966, con la
consiguiente garantía de legalidad en su restricción, ha sido interpretado por el Comité de
Derechos Humanos de la ONU (cuyas resoluciones también hemos considerado fuente
interpretativa válida: entre otras, SSTC 41/2006, de 13 de febrero, FJ 3; y 176/2008, de 22
de diciembre, FJ 4) en el sentido de que tal derecho resulta «aplicable a todas la formas de
privación de libertad … como por ejemplo las enfermedades mentales.»
Considerando por ello su repercusión directa sobre el derecho fundamental a la
libertad personal, este Tribunal ha declarado que «la decisión de internamiento sólo
puede ser acordada judicialmente y que, en lo que aquí importa, el precepto que la hace
posible sólo puede ser una ley orgánica, pues, dada su condición de norma que fija uno
de los casos en que una persona puede ser privada de libertad, concurre al desarrollo del
derecho fundamental garantizado en el art. 17.1 CE» (STC 129/1999, de 1 de julio, FJ 2).
De ahí que hayamos declarado la inconstitucionalidad, por ausencia del debido rango
legal orgánico, de los concretos apartados de la norma en vigor que determinan la
decisión del internamiento: así, respecto del ya citado art. 211 del Código civil (STC 131/2010,
de 2 de diciembre, FJ 6 y fallo); y en cuanto al art. 763.1 de la Ley 1/2000, de
enjuiciamiento civil –que derogó al anterior– (STC 132/2010, de 2 de diciembre, FJ 3). En
ambos casos, no obstante, optamos por un pronunciamiento de inconstitucionalidad sin
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nulidad de las disposiciones, al no haberse cuestionado su contenido material y
atendiendo al vacío no deseable que de otro modo se hubiera creado dentro del
ordenamiento. Instamos entonces al legislador a que «a la mayor brevedad posible,
proceda a regular la medida de internamiento no voluntario por razón de trastorno
psíquico mediante ley orgánica» (STC 132/2010, FJ 3), sin que a día de hoy este
requerimiento haya sido todavía atendido, por lo que procede reiterarlo.
4. En nuestro ordenamiento jurídico, el art. 763 LEC regula los requisitos y actos
esenciales para la adopción de la medida cautelar civil de internamiento no voluntario por
razón de trastorno psíquico. Ésta podría también imponerse como medida definitiva en la
Sentencia que declare la incapacidad del demandado (art. 760.1 LEC), en cuyo caso el
precepto es aplicable también para articular la revisión judicial de la medida cada seis
meses –o plazo inferior, si así se fija– en previsión de un esperable o eventual, según el
caso, cambio de circunstancias.
Interesa detenernos, a los efectos de este amparo, en las condiciones fijadas para el
internamiento urgente por el mismo precepto, cuyo régimen le fue aplicado al aquí
recurrente. En este supuesto el legislador permite excepcionalmente y por «razones de
urgencia que hicieren necesaria la inmediata adopción de la medida», que el responsable
de un centro médico pueda ordenar el internamiento de una persona por razón de
trastorno psíquico, con la obligación de comunicarlo al órgano judicial competente, a la
sazón el Juzgado de Primera Instancia del lugar en que radique el centro, para que
provea a la ratificación o no de la medida, previa realización de las diligencias
determinantes a este fin:
a) Se configura como presupuesto objetivo de la medida la existencia en la persona
de un trastorno psíquico, al que viene a sumarse la circunstancia de la «urgencia» o
necesidad inmediata de la intervención médica para su protección. El significado de lo
que ha de entenderse por trastorno psíquico, transitorio o permanente, en línea con lo
dispuesto en instrumentos internacionales, remite a los conocimientos propios de la
ciencia médica; sin que en ningún caso puedan considerarse como expresión de trastorno
o enfermedad mental la discrepancia del afectado con los valores sociales, culturales,
políticos o religiosos imperantes en la comunidad.
b) La procedencia de la medida y su completa duración, deben satisfacer en cada
caso concreto los requisitos de necesidad y proporcionalidad.
5. La fase extrajudicial del internamiento urgente se encuentra determinada en su
validez por el cumplimiento de cuatro exigencias básicas derivadas del respeto al derecho
fundamental a la libertad personal (art. 17 CE), cuales son:
a) Existencia de un informe médico que acredite el trastorno psíquico justificante del
internamiento inmediato: si bien el responsable del centro médico está facultado para
tomar ab initio la decisión de internar a la persona, es evidente que esto se condiciona al
hecho de que consten acreditadas en ese momento y tras su reconocimiento, la necesidad
y proporcionalidad de la medida, de la que ha de informarse al interesado hasta donde le
sea comprensible, debiendo quedar plasmado por escrito el juicio médico para su
posterior control por la autoridad judicial.
b) Información al afectado o su representante acerca del internamiento y sus
causas: resulta evidente que nadie puede ser privado de libertad sin conocer los motivos
que lo determinan, como proclama el art. 17.2 CE para la detención.
c) Obligación del centro de comunicar al Juez competente el internamiento y los
motivos que lo justificaron, en el plazo de 24 horas: la imposición de un límite temporal ha
de venir impuesto por la norma legal de desarrollo, en este caso el ya citado art. 763 LEC,
donde se señala que «el responsable del centro en que se hubiere producido el
internamiento deberá dar cuenta de éste al tribunal competente lo antes posible y, en todo
caso, dentro del plazo de veinticuatro horas, a los efectos de que proceda a la preceptiva
ratificación de dicha medida».
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Plazo que el legislador actual o futuro no podría elevar en ningún caso más allá de las
setenta y dos horas, al resultar vinculante en este ámbito privativo de libertad la limitación
que fija el art. 17.2 CE para las detenciones extrajudiciales, el cual, como tenemos
declarado, no opera con carácter exclusivo en el orden penal (SSTC 341/1993, de 18 de
noviembre, FJ 6; 179/2000, de 26 de junio, FJ 2; y 53/2002, de 27 de febrero, FJ 6).
Se trata, en todo caso, no de un plazo fijo sino máximo, que por ende no tiene que
agotarse necesariamente en el supuesto concreto ni cabe agotarlo discrecionalmente. De
este modo, la comunicación al Tribunal habrá de efectuarla el director del centro en
cuanto se disponga del diagnóstico que justifique el internamiento, sin más demora,
siendo que las veinticuatro horas empiezan a contar desde el momento en que se produce
materialmente el ingreso del afectado en el interior del recinto y contra su voluntad.
Precisión esta última importante, en aquellos casos en los que la persona ha podido
acceder inicialmente al tratamiento de manera voluntaria y en algún momento posterior
exterioriza su cambio de criterio, siendo en ese preciso momento cuando, tornándose en
involuntario, se precisará la concurrencia de los requisitos del art. 763.1 LEC para poder
mantener el internamiento, empezando simultáneamente a correr el cómputo de las 24
horas para comunicarlo al órgano judicial.
En todas aquellas situaciones donde el centro médico responsable incurra en exceso
del plazo legal de las veinticuatro horas, la tutela judicial del afectado podrá ser recabada
mediante el procedimiento de habeas corpus por su representante o familiares, aplicable
también a este ámbito del internamiento ex art. 1 b) de la Ley Orgánica 6/1984, de 24 de mayo
(«Las [personas] que estén ilícitamente internadas en cualquier establecimiento o lugar»).
d) Control posterior sobre el centro: desde que tiene lugar la comunicación antedicha
ha de considerarse que la persona pasa a efectos legales a disposición del órgano
judicial, sin que ello exija su traslado a presencia física del Juez, como hemos tenido
ocasión de precisar en el ámbito de las detenciones judiciales (SSTC 21/1997, de 10 de
febrero, FJ 4; y 180/2011, de 21 de noviembre, FJ 5). Traslado que además tratándose de
internamiento psiquiátrico contradiría la necesidad misma de la medida, de allí que lo
normal es que el examen judicial directo del afectado se realice en el propio
establecimiento hospitalario. En todo caso, el director de este último sigue siendo
responsable de la vida e integridad física y psíquica del interno mientras no acuerde el
alta, bien por orden judicial o porque a criterio de los facultativos encargados se aprecie
que han desaparecido o mitigado suficientemente las causas que motivaban el
internamiento; incluso cuando tal ratificación judicial ya se hubiere producido.
6. Por lo que respecta a la fase de control judicial en el internamiento urgente, expresión
en nuestro sistema procesal del procedimiento revisor resulta exigible ex art. 17.1 CE y que
en este ámbito garantiza también el art. 5.4 del Convenio europeo para la protección de
los derechos humanos y de las libertades fundamentales, y se regula en el propio art. 763 LEC
que fija un plazo de setenta y dos horas, desde que se produce la comunicación al
Tribunal competente de que ha tenido lugar la adopción de la medida por el centro, para
que aquél practique las pruebas y ratifique el internamiento o, en caso contrario, ordene
su cesación.
Interesa poner de manifiesto que el juicio de ratificación comprende desde luego la
consideración del estado mental del interno a la fecha en que tienen lugar las pruebas
judiciales sobre su persona, pero también la procedencia del internamiento cuando se
adoptó por el responsable sanitario, esto es, la revisión de lo actuado por éste: primero
porque el Juez, que es quien garantiza la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE),
independiente (art. 117.1 CE) e imparcial (art. 24.2 CE) de los derechos del interno, debe
determinar si la medida estuvo justificada en su origen, pues lo contrario llevaría a
convertir la fase extrajudicial previa en un limbo sin derechos para el afectado. Pero
segundo, porque si aparecen dudas fundadas acerca de la no necesidad de la medida en
aquel primer instante y, sin embargo, sí parece justificarse a posteriori con el resultado de
las pruebas judiciales, deberá dilucidar el Tribunal si ello se debe a la implementación –o
no– de un tratamiento inadecuado para el paciente, lo que dejando al margen otras
consecuencias legales, podría ser justo motivo para no ratificarla.
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Como garantías propias de esta fase del procedimiento, cohonestadas directamente
con el derecho fundamental a la libertad (art. 17.1 CE), aparecen las siguientes:
a) El Juez ha de informar al interno o a su representante acerca de su situación
material y procesal, lo que implica a su vez el derecho del afectado (o su representante
en su nombre) a ser oído personalmente dentro del procedimiento.
Además y conforme recoge expresamente el art. 763.3 LEC, el privado de libertad
también será informado de su derecho a contar con Abogado y Procurador en este trámite
y de su derecho a la práctica de pruebas.
b) En el plano probatorio, además de efectuar el examen directo del interno en el
centro, el Juez proveerá a la práctica del reconocimiento pericial por un médico designado
por él.
c) Sin duda una de las principales garantías de este marco regulador del
internamiento urgente lo constituye el límite temporal del que dispone el Juez para
resolver, inédito hasta la aprobación de la LEC 1/2000. La base constitucional de dicho
plazo, al tratarse de una privación de libertad judicial, no reside en el art. 17.2 CE, sino
el art. 17.1 CE, como tenemos ya dicho (SSTC 37/1996, de 11 de marzo, FJ 4; 180/2011,
de 21 de noviembre, FJ 2).
El plazo ha de considerarse improrrogable, tal como hemos reconocido con otros
plazos de detención judicial que desarrollan el art. 17.1 CE [SSTC 37/1996, de 11 de
marzo, FJ 4 B); y 180/2011 de 21 de noviembre, FFJJ 5 y 6]. Por tanto no puede
mantenerse el confinamiento de la persona si a su expiración no se ha ratificado la
medida, ni cabe aducir dificultades logísticas o excesiva carga de trabajo del órgano
judicial para justificar su demora, ni puede considerarse convalidado el incumplimiento
porque más tarde se dicte el Auto y éste resulte confirmatorio. Vencido el plazo no
desaparece la facultad del Juez para ordenar el internamiento, pero si éste se adopta
deberá serlo estando el afectado en libertad, sin perjuicio de que tras esa ratificación
deba ejecutarse la orden judicial con todos sus efectos. Otra interpretación llevaría a
vaciar de contenido el límite previsto, confundiría lo que es una dilación procesal indebida
con la lesión injustificada del derecho a la libertad e introduciría un abanico indefinido de
flexibilidad, a todas luces peligroso e inconveniente.
Como consecuencia, la superación del plazo de las setenta y dos horas conllevará la
vulneración del derecho fundamental del art. 17.1 CE.
En fin, las infracciones del procedimiento cometidas por el órgano judicial resultarán
denunciables ante este mismo en orden a su inmediata reparación, solicitando una
respuesta y en su caso recurriéndola. No obstante, en esta materia de internamiento
involuntario civil hemos dejado abierta la puerta, en casos de inactividad objetiva del
órgano judicial, para poder acudir al procedimiento de habeas corpus ante el Juez de
instrucción competente en procura de la necesaria tutela de la libertad (STC 104/1990,
de 4 de junio, FJ 3).
7. Sentadas las consideraciones precedentes, nos hallamos ya en condiciones de
pronunciarnos sobre el fondo de las quejas interpuestas en el presente recurso de
amparo. El examen de las actuaciones habidas en el caso determinan, en primer lugar,
que se produjo la lesión del derecho a la libertad personal (art. 17.1 CE) del recurrente en
amparo de tres maneras diferentes:
a) En cuanto al cumplimiento de los plazos legales: estando acreditado que el
demandante de amparo ingresó en el Hospital Universitario San Cecilio de la ciudad de
Granada el día 2 de mayo de 2007, cuando se ordena su internamiento por diagnóstico
de trastorno bipolar y que la comunicación al Juzgado competente se produce al día
siguiente, según consta en el hecho primero del Auto del Juzgado, no hubo superación
del plazo de las veinticuatro horas por parte del centro médico.
El Juzgado encargado del caso, sin embargo, no cumplió con el límite de las setenta y
dos horas que le correspondía. Así, dictándose providencia de apertura del procedimiento
el 4 de mayo de 2007, tenía el deber de haber dictado el respectivo Auto resolutorio el 7
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de mayo tras la práctica de las pruebas. En cambio y sin constancia en las actuaciones
de ningún obstáculo impeditivo, el Magistrado-Juez espera hasta el 9 de mayo, es decir,
ya fuera de plazo, para constituirse con el médico forense en el hospital de referencia,
sito en la misma ciudad del Juzgado y practicar el examen judicial y pericial del interno.
Con todos los datos en su poder, sin embargo, tampoco resuelve de inmediato sino que
de nuevo sin exponer motivo alguno el procedimiento se dilata doce días más, hasta el 21
de mayo. Antes de esa fecha, se produce un hecho tan importante como el alta médica
del recurrente el 16 de mayo; alta que fue comunicada antes del día 21 al Juzgado.
En total, el Juzgado incurrió en un exceso de catorce días respecto de la fecha de
vencimiento del plazo legal. El plazo de las setenta y dos horas, como ya se ha razonado
en esta Sentencia, devenía improrrogable y no podía ser demorado ni siquiera aduciendo
carga excesiva del Juzgado. Mas ni siquiera el Auto resolutorio intenta excusar este
incumplimiento, limitándose a pronunciar su decisión como si el trámite hubiera discurrido
con total normalidad, lo que claramente no ocurrió. Lejos después de censurar este
hecho, la Audiencia Provincial califica este exceso como «leve y razonable demora»,
trasladando toda la responsabilidad al centro médico en cuanto a su obligación de
conceder el alta. Todo ello determina que el recurrente estuvo, en todo caso, privado
ilegalmente de su libertad entre el 7 de mayo de 2007 y el 16 de mayo de 2007.
b) En segundo lugar, ha de darse la razón al recurrente cuando se queja de no
haber recibido la necesaria información sobre sus derechos dentro del procedimiento, ni
en cuanto a designar Abogado y Procurador para su defensa, ni sobre la práctica de
posibles pruebas pertinentes. Las actuaciones remitidas muestran la ausencia de
cualquier diligencia de notificación de tales derechos y en el acta de examen personal del
interno levantada por el Sr. Magistrado-Juez, ninguna alusión se hace a esa puesta en
conocimiento de sus derechos. Como ya hemos establecido, ese derecho a la información
se integra por la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos como una
garantía propia del derecho a la libertad personal y su omisión además de infringir el
propio art. 763.3 LEC y no es constitucionalmente aceptable.
No cabe hablar estrictamente de la denegación de ciertas pruebas, como la testifical
de algunos parientes del recurrente o de la aportación de otro dictamen pericial, como se
queja la demanda de amparo, porque formalmente no hubo ni siquiera una petición que
fuese rechazada. El problema arranca antes: faltando la información sobre el derecho a la
defensa jurídica y a la prueba, estos sencillamente no pudieron ser ejercitados. En este
concreto ámbito, en el que la persona interna se halla prácticamente indefensa mientras
está encerrada, la ley y la jurisprudencia de derechos humanos impone que el órgano
judicial tome la iniciativa en la información, no presuponer su conocimiento por el afectado,
como erróneamente sostiene el Auto de la Audiencia Provincial para disculpar lo sucedido,
ni tampoco dar por cubierta esa defensa con la presencia del Ministerio Fiscal, el cual
actúa en defensa de la legalidad y no como defensor judicial del interno, quien ha de
tener por tanto siempre su propia voz y defensa dentro del procedimiento, ya que en este
momento procesal no está declarado incapaz. El resultado es una nueva lesión del
derecho fundamental del art. 17.1 CE del recurrente.
c) Respecto del contenido de la decisión adoptada en el Auto de 21 de mayo de 2007,
ratificando la medida de internamiento, entendemos que ésta carece de la motivación
reforzada que le era exigible, teniendo en cuenta su incidencia como medida privativa de
la libertad personal (SSTC 251/2005, de 10 de octubre, FJ 4; 120/2008, de 13 de octubre,
FFJJ 2 y 3; 191/2009, de 28 de septiembre, FJ 4 y 179/2011, de 21 de noviembre, FFJJ 3 y 5).
El citado Auto, tras efectuar la transcripción completa del art. 763 LEC e invocar «las
actuaciones realizadas y… los informes obrantes en autos», afirma que el recurrente
«tiene anuladas sus capacidades cognitivas y volitivas, y su estado de salud requiere de
una intervención inmediata», por lo que considera «correcta y adecuada la medida».
Dicha respuesta ha de considerarse objetivamente incorrecta, porque el material de
convicción del que el Juzgado dispuso para resolver, esto es, el informe de un folio del hospital
universitario remitido el 3 de mayo de 2007, el acta de examen judicial personal del recurrente
y el informe del médico forense, no permiten llegar al diagnóstico que describe el Auto en su
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fundamento segundo. Ninguno de esos informes ni tampoco el acta hablan de anulación de
capacidades, ni cognitivas ni volitivas, del recurrente; limitándose los dos primeros (periciales)
a referir un estado de trastorno bipolar de éste, y el acta judicial el resultado de su conversación
con el Sr. Magistrado-Juez, sin ningún altibajo o anomalía en la conducta del interno referida en
el acta y menos aún la constatación de un estado de enajenación fundante de la necesidad de
mantenerle interno. Que tanto el informe del hospital como también el del médico forense,
recomendaran en un texto pre-impreso que continuara el internamiento, sin una concreta
argumentación acerca de la necesidad y proporcionalidad de la medida, esto es, sin explicar
por qué no hubiera bastado con un tratamiento ambulatorio para tratar el referido trastorno,
como al parecer ya venía sucediendo con el recurrente, hace indebida su asunción acrítica por
el Juzgado, quien ante ese vacío debió solicitar como mínimo aclaraciones o ampliación de su
informe al médico forense, fuese para dar por ciertas aquellas notas de necesidad y
proporcionalidad, fuese para no ratificar la medida caso de no obtener una opinión científica
convincente. No habiéndolo hecho así, no cabe considerar, ni razonable ni dotada de la debida
motivación reforzada, su decisión.
Por lo demás y ahondando en esa falta de razón, el Auto no solamente no hace
ninguna referencia al alta médica del recurrente el 16 de mayo de 2007, que ya conocía y
que como mínimo circunscribía la ratificación al periodo anterior a esa fecha; sino que se
incluye un requerimiento a la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario San
Cecilio, «en la que se halla actualmente» —dice— el recurrente, para el seguimiento
futuro de la medida (a saber: comunicar al Juzgado cualquier cambio de residencia y
remitir informe acerca de su estado cada seis meses), cuyo contenido evidencia su
desfase con la realidad de los hechos.
Nada se reconsidera tampoco en este punto en apelación, donde el Auto de la
Audiencia parte de rechazar de plano cualquier control judicial en momento anterior a la
práctica de las pruebas por el Juzgado, tesis que ya hemos rechazado aquí expresamente
(fundamento jurídico 6) y se limita a considerar adecuada la valoración de medios hecha
por el Auto de primera instancia.
8. Procede por tanto el otorgamiento del amparo por vulneración del derecho
fundamental a la libertad personal (art. 17 CE) del demandante y la declaración de nulidad
de los dos Autos impugnados. No obstante la Sentencia ha de tener efectos puramente
declarativos, sin acordar retroacción alguna de las actuaciones destinada a subsanar la
omisión de derechos dentro del procedimiento, teniendo en cuenta la situación de libertad
del recurrente materializada tras aquel alta médica y que la tutela de su derecho
fundamental queda garantizada con los pronunciamientos indicados, siguiendo así la
doctrina de este Tribunal fijada para situaciones similares (SSTC 12/2007, de 15 de
enero, FJ 4; 169/2008, de 15 de diciembre, FJ 7 y 179/2011, de 21 de noviembre, FJ 6).
Finalmente el ejercicio de las potestades atribuidas a este Tribunal por el art. 86.3 LOTC,
en materia de protección de datos de carácter personal en el ámbito de la publicación
y difusión de sus resoluciones, se ha resuelto que la presente Sentencia no incluya la
identificación completa del recurrente, con el fin de respetar su intimidad teniendo en
cuenta los hechos del caso (SSTC 114/2006, de 5 de abril, FJ 7; 176/2008, de 22 de
diciembre, FJ 9; y 77/2009, de 23 de marzo, FJ 5).
FALLO
En atención a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional, POR LA AUTORIDAD QUE
LE CONFIERE LA CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ESPAÑOLA,
Ha decidido:
Otorgar el amparo solicitado por don F.J.G.F. y, en consecuencia:
1.º Declarar que se ha vulnerado el derecho fundamental a la libertad personal
(art. 17.1 CE) del recurrente.
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2.º Restablecerlo en la integridad de su derecho y, a tal fin, declarar la nulidad de los
Autos del Juzgado de Primera Instancia núm. 16 de Granada, de 21 de mayo de 2007
(internamiento núm. 1150-2007) y de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de
Granada, de 1 de abril de 2009 (rollo de apelación núm. 488-2008).
Publíquese esta Sentencia en el «Boletín Oficial del Estado».
cve: BOE-A-2012-10254
Dada en Madrid a dos de julio de dos mil doce.–Eugeni Gay Montalvo.–Elisa Pérez
Vera.–Ramón Rodríguez Arribas.–Luis Ignacio Ortega Álvarez.–Firmado y rubricado.
http://www.boe.es
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
D. L.: M-1/1958 - ISSN: 0212-033X
Roj: AAP CA 680/2007
Id Cendoj: 11020370082007200083
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Jerez de la Frontera
Sección: 8
Nº de Recurso: 257/2007
Nº de Resolución: 135/2007
Procedimiento: CIVIL
Ponente: BLAS RAFAEL LOPE VEGA
Tipo de Resolución: Auto
AUDIENCIA PROVINCIAL DE CADIZ
SECCIÓN OCTAVA CON SEDE EN JEREZ DE LA FRONTERA.
N.I.G.
Nº Procedimiento: APELACIÓN CIVIL 257/2007-AP
Asunto:
Procedimiento de origen: AUTOS DE JURISDICCIÓN VOLUNTARIA 1/2007 DEL JUZGADO DE
INSTRUCCIÓN
NÚMERO 2 DE JEREZ DE LA FRONTERA.
Apelantes: Doña Rosario
El Ministerio Fiscal.
A U T O nº 135/2007
ILMO SR PRESIDENTE: Doña. CARMEN GONZALEZ CASTRILLON
MAGISTRADO: D. BLAS RAFAEL LOPE VEGA (ponente)
MAGISTRADO: D. MIGUEL ÁNGEL FELIZ MARTÍNEZ.
LUGAR: Jerez de la Frontera
FECHA: Veinticinco de julio de dos mil siete.
ANTECEDENTES DE HECHO
ÚNICO.- El 24 de mayo de 2007 el doctor Imanol , Jefe de Cirugía del Hospital de Jerez de la Frontera
presentó en el Juzgado de Guardia de Jerez de la Frontera un escrito en el que indicó que la paciente doña
Rosario había sido intervenida quirúrgicamente el 22 de mayo y que tras las 24 horas siguientes a la operación
había presentado un cuadro de hipotensión y se le había detectado sangrado activo con disminución de
hemoglobina a cifra de 6#2 a las 10:53 horas del día 24 de mayo de 2007 y que la paciente se había negado a
recibir transfusión sanguínea. Don Imanol solicitó del Juzgado que se el indicase la actitud a seguir si persistía
el riesgo vital, que afirmaba por tanto que exitía ya, dada su obligación como médico de realizar la transfusión
que chocaba con la negativa de la paciente. Por auto de 24 de mayo de 2007 se acordó la incoación de
diligencias indeterminadas y se autorizó Don Imanol y al equipo médico del Hospital de Jerez para que en
caso de que fuese necesario se procediese a realizar la transfusión sanguínea a la señora Rosario en caso
de ser necesario para su salud y aún en contra de su voluntad. Ese auto fue recurrido en reforma el 26 de
mayo de 2006 por la señora Rosario , que solicitó la anulación del auto recurrido. El Ministerio Fiscal se
adhirió al recurso de apelación por las razones indicadas en su escrito, unido a las actuaciones. Por auto de
6 de junio de 2007 se desestimó el recurso de reforma y se tuvo por admitido el recurso de apelación. En
ese auto se explicó también que el procedimiento debía considerarse de jurisdicción voluntaria y se le dio
registro como tal, aunque se acordó la remisión al Juzgado Decano para su reparto entre los Juzgados civiles,
el Juzgado al que fue turnado lo devolvió al Juzgado de Instrucción número 2, que ha tramitado el recurso.
1
FUNDAMENTOS DE DERECHO
UNICO.- En el recurso de reforma y subsidiaria apelación se argumentó en primer lugar la falta de
competencia del Juzgado de Instrucción para resolver sobre la cuestión planteada. En realidad, lo que
apreciamos es un incorrecto planteamiento de la cuestión. Nos parece totalmente lógica y respetable la actitud
de los facultativos que ante el problema médico y de conciencia consideraron necesario acudir al Juzgado de
Instrucción de Guardia para intentar obtener una solución. Nos parece también lógico que ante la urgencia del
caso y estando en juego la vida de una persona el Juzgado de Instrucción optase por autorizar la transfusión
con la mayor urgencia. Sin embargo, en esta segunda instancia, actuando sin las premura con que tuvieron
que hacerlo tanto los facultativos como el señor Juez de Guardia, hemos de señalar que en nuestra opinión la
solución legal la proporcionaba el artículo 21 de la Ley 41/2002 de 14 de noviembre , "ley básica reguladora
de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación
clínica." (EDL 2002/44837). Ese artículo dice:
Artículo 21 . El alta del paciente
1. En caso de no aceptar el tratamiento prescrito, se propondrá al paciente o usuario la firma del
alta voluntaria. Si no la firmara, la dirección del centro sanitario, a propuesta del médico responsable, podrá
disponer el alta forzosa en las condiciones reguladas por la Ley. El hecho de no aceptar el tratamiento prescrito
no dará lugar al alta forzosa cuando existan tratamientos alternativos, aunque tengan carácter paliativo,
siempre que los preste el centro sanitario y el paciente acepte recibirlos. Estas circunstancias quedarán
debidamente documentadas.
2. En el caso de que el paciente no acepte el alta, la dirección del centro, previa comprobación del
informe clínico correspondiente, oirá al paciente y, si persiste en su negativa, lo pondrá en conocimiento del
juez para que confirme o revoque la decisión.
La aplicación de las esa disposición legal nos lleva a revocar el auto recurrido, pues la Ley 41/2002 de
24 de noviembre supone que la cuestión no se deba plantear en términos de autorizar o no una transfusión
sino que por el Hospital se debió proponer a la paciente que firmase el alta voluntaria y sólo en caso de que
se hubiese negado podría haberse solicitado del Juez la confirmación o la revocación de la decisión de alta,
pues se trataba de una paciente mayor de edad y sin limitaciones de capacidad. Con independencia de la
opinión personal que pueda tenerse sobre esa regulación y su mayor o menor aplicabilidad en la práctica, así
es como indica la Ley que debe resolverse el conflicto. En el presente caso además consta en las actuaciones
que la paciente estaba consciente y en condiciones de decidir y aun comprendiendo que para los facultativos
pueda resultar difícil dar el alta voluntaria a una persona cuya dolencia consideran susceptible de tratamiento,
hemos de estimar el recurso de apelación contra el auto recurrido, que he hemos de dejar sin efecto.
Por todo lo cual,
PARTE DISPOSITIVA
ESTIMAMOS EL RECURSO DE REPOSICIÓN FORMULADO CONTRA EL AUTO DE 24 DE MAYO
2007 , QUE DEJAMOS SIN EFECTO.
Notifíquese este auto a las partes y, conforme al artículo 270 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ,
remítase también una notificación por fax al señor Jefe del Servicio de Cirugía del Hospital de Jerez de la
Frontera, para su conocimiento por resultar interesado en el asunto.
Lo acuerdan y firman Sus Señorías. Doy fe.
2
Roj: AAP L 32/2011
Id Cendoj: 25120370012011200027
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Lleida
Sección: 1
Nº de Recurso: 440/2010
Nº de Resolución: 28/2011
Procedimiento: Apelación instrucción
Ponente: MARIA LUCIA JIMENEZ MARQUEZ
Tipo de Resolución: Auto
AUDIENCIA PROVINCIAL DE LLEIDA
SECCIÓN PRIMERA
Rollo APELACIÓN INSTRUCCIÓN núm. 440/2010
Indeterminadas . 92/2010
JUZGADO INSTRUCCIÓN 1 LLEIDA
A U T O NUM. 28/11
Ilmo Sr. Presidente:
FRANCISCO SEGURA SANCHO
Magistradas:
MERCÈ JUAN AGUSTÍN
MARIA LUCÍA JIMÉNEZ MÁRQUEZ
En la ciudad de Lleida, a veinticinco de enero de dos mil once.
La Sección Primera de esta Audiencia Provincial, integrada por los señores indicados al margen, ha
visto el presente recurso de apelación contra auto de 13/12/2010 , dictada en Indeterminadas número 92/10,
seguido ante el Juzgado Instrucción 1 Lleida.
Es apelante Casimiro , dirigido por el Letrado Miguel Angel Garcia Martin. Es apelado el MINISTERIO
FISCAL y Ponente de esta resolución la Magistrada Ilma. Sra. MARIA LUCÍA JIMÉNEZ MÁRQUEZ.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO .- Por el Juzgado se dictó auto de fecha 13-12-2010 acordando una transfusión de sangre
al paciente, ahora apelante, estimando la reforma interpuesta por el Ministerio Fiscal contra el auto de la
misma fecha que acordaba prevalecer la voluntad del paciente, auto que fue recurrido en apelación, del que
se dió traslado al Ministerio Fiscal para alegaciones, evacuando dicho trámite en el sentido de impugnarlo y
de solicitar la desestimación del recurso y la íntegra confirmación del Auto recurrido.
SEGUNDO.- Elevada la causa a esta Audiencia Provincial, Sección Primera, la Sala acordó formar
rollo y se designó Magistrado ponente al que se entregaron los autos con señalamiento de día y hora para
deliberación y votación.
RAZONAMIENTOS JURÍDICOS
PRIMERO.- Es objeto de recurso de apelación el auto por el que, tras la estimación de un recurso de
reforma, se acuerda autorizar a los servicios médicos del Hospital Arnau de Vilanova de Lleida a realizar una
transfusión de sangre al recurrente.
El apelante alega que la transfusión de sangre lo fue en contra de su voluntad, habiendo manifestado
su oposición al equipo médico de forma libre y consciente, tras ser debidamente informado, aportando con el
recurso un documento de voluntades anticipadas suscrito en fecha 1 de noviembre de 2009 e inscrito en el
1
Registro de la Junta de Castilla y León, en el que ya se pronunciaba en el mismo sentido. Por ello considera
que la decisión judicial vulnera el derecho fundamental a la dignidad personal del paciente, la integridad física
y la libertad religiosa, con infracción de los artículos 15 y 16 de la CE , de la Ley catalana 21/2000, de 29
de diciembre , sobre los derechos de información concerniente a la salud y la autonomía del paciente y de
la Ley 41/2002, de 14 de noviembre , reguladora de los derechos del paciente y de derechos u obligaciones
en materia de información de documentación clínica, así como el art.5 de la LOPJ , por no respetar la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional en la materia.
El Ministerio Fiscal impugna el recurso recordando que el TC ha calificado la vida como un valor
fundamental que prevalece sobre la libertad del individuo y la ética individual, pronunciándose en la misma
línea la Jurisprudencia del TS, añadiendo que no existe violación de la legislación aplicable al existir una duda
razonable sobre el consentimiento, desprendiéndose del informe de asistencia en urgencias que el paciente
presentaba una demencia mixta: degenerativa y vascular, aduciendo también que no eran aplicables las
instrucciones previas, de conformidad con el art. 8 de la ley catalana y el art. 11.3 de la Ley 41/2000 , de los que
se desprende que no se podrán tener en cuenta dichas voluntades anticipadas cuando incorporen previsiones
contrarias a la buena práctica clínica -según la primera- o a la "lex artis" -según la segunda-, argumentando
finalmente que la ley prevé, para el supuesto de que el paciente no esté conforme con el tratamiento, el alta
voluntaria, la cual no consta que fuera solicitada por el recurrente.
SEGUNDO.- En el presente supuesto nadie discute que el paciente, de condición religiosa testigo de
Jehová, no consintió la transfusión de sangre, habiendo sido aportada a la causa la hoja de denegación de
la autorización extendida ante el Hospital Arnau de Vilanova (fól 12), aportándose también ahora, junto al
recurso de apelación, un documento de instrucciones previas suscrito por el paciente el 1 de noviembre de
2009, debidamente inscritas en el Registro correspondiente, en las que el hoy apelante ya se pronunciaba en
el mismo sentido para ante cualquier situación de atención sanitaria en que no pudiera manifestar su voluntad.
En cuanto al estado y capacidad del paciente al momento de negarse a prestar su consentimiento a la
transfusión, la duda razonable sobre sus facultades a que hace alusión el Ministerio Público al impugnar el
recurso se desvanece a la vista del informe emitido por el médico forense tras ponerse en contacto con el Dr.
Lacasta del Hospital Arnau de Vilanova, comunicándole este último que el paciente se encontraba plenamente
consciente y orientado.
Siendo ello así, el marco ante el que nos encontramos es el de una persona que rechaza la transfusión
sanguínea por motivos básicamente religiosos, pero también como consecuencia de su autonomía de decisión
como paciente.
Ciertamente la Jurisprudencia del Tribunal Supremo en esta materia ha venido marcada por una inicial
defensa del derecho a la vida frente a las creencias religiosas, considerando que estas últimas debían resultar
sacrificadas en casos de conflicto entre ambos derechos ( STS 27.3.90 y autos de 22.12.83 y 14.3.79, entre
otras).
Esta postura resultó del todo clara hasta el dictado de la STS de 27.6.97 en la que el Tribunal condenó
a los padres de un menor de 13 años como autores de un delito de homicidio por comisión por omisión, como
consecuencia de haberse opuesto aquellos a la transfusión de sangre a su hijo por motivos religiosos. En
aquella sentencia el TS seguía considerando que la libertad de conciencia y de religión no se garantiza de
forma absoluta e incondicionada y, en caso de conflicto o colisión, pueden estar limitadas por otros derechos
constitucionalmente protegidos, especialmente cuando los que resultan afectados son los derechos de otras
personas, pero también venía a establecer por primera vez que " El adulto capaz puede enfrentar su objeción
de conciencia al tratamiento médico, debiéndose respetar su decisión, salvo que con ello ponga en peligro
derechos o intereses ajenos, lesione la salud pública u otros bienes que exigen especial protección", ello lo
hacía para ponerlo en contraposición con los supuestos en que se tratara de salvar la vida o evitar un daño
irreparable a un menor, en los cuales señalaba que "es perfectamente legítimo y obligado ordenar que se
efectúe el tratamiento al menor aunque los padres hayan expresado su oposición ..." .
Tal sentencia fue recurrida en amparo, dando lugar al dictado de la STC de 18.7.02 en la que se acabó
concluyendo que la actuación de los padres del menor se encontraba amparada por el derecho fundamental de
la libertad religiosa, otorgándoles el amparo solicitado, conteniéndose también en dicha resolución la siguiente
reflexión: "lo que fundamentalmente interesa es subrayar el hecho en sí de la exclusión del tratamiento médico
prescrito, con independencia de las razones que hubieran podido fundamentar tal decisión. Más allá de las
razones religiosas que motivaban la oposición del menor, y sin perjuicio de su especial trascendencia (en
cuanto asentadas en una libertad pública reconocida por la Constitución), cobra especial interés el hecho de
2
que, al oponerse el menor a la injerencia ajena sobre su propio cuerpo, estaba ejercitando un derecho de
autodeterminación que tiene por objeto el propio sustrato corporal -como distinto del derecho a la salud o a
la vida- y que se traduce en el marco constitucional como un derecho fundamental a la integridad física (art.
15 CE )"..
Por otro lado el TC, a propósito de una huelga de hambre de unos presos del Grapo, dictó la sentencia
de 27.6.90 en la que por una parte parecía otorgar prevalencia a la libertad del sujeto sobre su propia vida
frente a actos que supongan una merma de dicha libertad, aunque no resolvía el problema de modo genérico
sino limitándose al caso concreto, optando por dar una salida circunstancial al problema argumentando que
" una cosa es la decisión de quien asume el riesgo de morir en un acto de voluntad que sólo a él afecta, en
cuyo caso podría sostenerse la ilicitud de la asistencia médica obligatoria o de cualquier otro impedimento a
la realización de esa voluntad, y cosa bien distinta es la decisión de quienes, hallándose en el seno de una
relación especial penitenciaria, arriesgan su vida con el fin de conseguir que la Administración deje de ejercer
o ejerza de distinta forma potestades que le confiere el ordenamiento jurídico; pues, en este caso, la negativa
a recibir asistencia médica sitúa al Estado, en forma arbitraria, ante el injusto de modificar una decisión, que
es legítima mientras no sea judicialmente anulada, o contemplar pasivamente la muerte de personas que
están bajo su custodia y cuya vida está legalmente obligado a preservar y proteger". En parecida línea vino
a pronunciarse después la STS de 19.7.99
No cabe duda de que esta evolución Jurisprudencial evidencia una flexibilización y una tendencia clara
hacia el respeto a la decisión capaz, libre, voluntaria y consciente de un paciente mayor de edad respecto de
cualquier intervención médica corporal, como lo es una transfusión de sangre, siendo precisamente ésta última
línea la adoptada tanto por la Ley Catalana 21/2000, de 29 de diciembre , sobre derechos de información
concernientes a la salud y la autonomía del paciente y la documentación clínica, como la Ley 41/2002, de 14
de noviembre , básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de
información y documentación clínica.
En ambos textos legales se señala que cualquier intervención en el ámbito de la salud requiere que
la persona afectada haya dado su consentimiento específico y libre y haya sido previamente informada del
mismo (arts 6 y art. 8 respectivamente). De ello se desprende que nos hallamos ante un derecho del paciente
que puede ser ejercitado pero también renunciado, negándose al tratamiento que se le prescriba por el centro
de salud, y si el TS ha considerado en algunas sentencias que el consentimiento informado es un derecho
humano fundamental ( SSTS 11.5.01 y 12.1.01 ), lógico es pensar que lo ha sido con el fin de otorgar
trascendencia jurídica a la falta del mismo. Esta delegación de la competencia para decidir sobre los aspectos
cruciales que afectan a la salud supone, no cabe duda, un reconocimiento muy importante de la autonomía
personal del paciente, aunque no puede dejar de valorarse el hecho de que si la opción del paciente es ser
tratado en un determinado centro sanitario, especialmente de los que integran el sistema público de salud,
entonces podrá encontrarse con problemas de aplicación de un protocolo de actuación sanitaria perfectamente
definido y necesariamente garante de su salud del que formen parte las transfusiones sanguíneas como medio
de evitar la muerte en determinadas ocasiones. En tales supuestos ha de resultar francamente difícil para los
profesionales médicos mantener una actitud pasiva que, a la postre, pueda desembocar en el fallecimiento
del paciente que no acepta la transfusión y probablemente por ello la propia Ley 41/2002 (art. 21 ) ha previsto
para estos casos la posibilidad del alta voluntaria, pudiéndose disponer el alta forzosa si la misma no fuera
aceptada por el paciente, a excepción de situaciones en que existan tratamientos alternativos, aún de carácter
paliativo, pudiendo llegar, en los casos de negativa persistente al alta, a someter la cuestión a la autoridad
judicial para que confirme o revoque la decisión.
Pese a esta innegable tendencia hacia el respeto de la decisión libre y consciente del paciente, lo
cierto es que la solución de este tipo de conflictos de derechos sigue demandando posicionamientos libres
de ambigüedades que pongan fin a las dificultades que se plantean, como decíamos, a la hora de valorar
situaciones en las que la supervivencia del paciente está directamente relacionada con la decisión de intervenir
médicamente, como ocurrió en el presente supuesto, en que los profesionales que trataban al recurrente
consideraron que la transfusión era el tratamiento adecuado ante el riesgo vital que el mismo presentaba. En
este caso, además, a ello podían unirse las dudas sobre la capacidad del paciente, ante el inicial parte de
urgencias en el que se hacía mención a una demencia mixta degenerativa y vascular, aunque finalmente ello
resultara enervado por la información del Dr. Lacasta de que el mismo se encontraba perfectamente orientado
y consciente, sin que tampoco en la instancia se pudiera valorar la existencia del documento de instrucciones
previas otorgado por el recurrente en su día, el cual ha sido aportado de forma novedosa en esta alzada, todo
lo cual derivó hacia la decisión que ahora se cuestiona.
3
Ahora bien, hechas tales consideraciones, la ponderación final de todas las circunstancias concurrentes
conduce en esta alzada a la conclusión de que la decisión del paciente de no prestar su consentimiento a
la intervención médica debió respetarse, no hallándonos ante ninguno de los supuestos que la ley establece
como excepciones al consentimiento, como son la situaciones en que exista riesgo para la salud pública y las
de riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo en que no resulte posible conseguir
la autorización de éste o de sus familiares (art 7 y art. 9 respectivamente), las cuales no puede sostenerse
que concurrieran en el presente supuesto, en el que la urgencia respecto de la transfusión sanguínea surgió
al día siguiente del ingreso hospitalario del recurrente y de su negativa a la misma, según se desprende de
la documentación médica aportada. Además, consta que el paciente ya suscribió en su día un documento
de instrucciones previas negándose a la transfusión, de conformidad con lo establecido en el art. 11 de la
Ley 41/2002 (denominadas voluntades anticipadas en la Ley catalana 2172002 ), no pudiendo afirmarse
tampoco que esa decisión afecte a la salvaguarda de la seguridad, de la salud o de la moral pública, como
elementos de orden público que han de resultar protegidos según la doctrina expuesta, ni tampoco que resulte
contraria al ordenamiento jurídico ni a la buena práctica clínica, lo cual supondría su no aplicación en virtud
de los artículos 8.3 de la Ley 21/2000 y 11.3 de la Ley 41/2002 , entendiendo la Sala que se trata de un
ejercicio de autodeterminación en relación con una intervención sobre el propio cuerpo amparada por la ley,
no resultando justificada la imposición obligatoria de la intervención médica en contra de la clara e inequívoca
voluntad expresada por el paciente (tal y como ha venido a entender también la AP de Vizcaya en autos de
6.7.01 y 22.9.04 ). Y todo ello no puede resultar desvirtuado por el hecho de que el recurrente no solicitara
el alta voluntaria a que se refiere el art. 21 de la Ley 41/2002 , pues a tales supuestos les otorga la ley otras
consecuencias, estipulando, tal y como antes se ha apuntado, que en el caso de no aceptar el tratamiento
se propondrá al paciente la firma del alta voluntaria, pudiéndose disponer el alta forzosa si no la firmara, a
excepción de los supuestos en que existan tratamientos alternativos, aún de carácter paliativo, pudiendo llegar,
en los casos de negativa persistente al alta, a someter la cuestión a la autoridad judicial para que confirme
o revoque la decisión.
Por todo lo expuesto, ha lugar a la estimación del recurso, con revocación de la resolución impugnada;
y todo ello con declaración de oficio de las costas procesales de la apelación, de conformidad con lo dispuesto
en los artículos 239 y siguientes de la LECriminal.
En atención a lo argumentado
PARTE DISPOSITIVA
ESTIMAMOS el recurso planteado por la representación procesal de Casimiro contra el auto dictado
por el Juzgado de Instrucción nº 1 de Lleida en fecha 13 de diciembre de 2010, en Diligencias Indeterminadas
92/10 , que REVOCAMOS ; y todo ello con declaración de oficio de las costas procesales derivadas de esta
alzada.
Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles saber que es firme, al no caber contra la
misma recurso alguno.
Devuélvanse las actuaciones al Juzgado de procedencia con testimonio de la presente resolución para
su cumplimiento.
Así por esta nuestra resolución, no susceptible de ulterior recurso, lo pronunciamos, mandamos y
firmamos.
4
Roj: SAP V 1912/2011
Id Cendoj: 46250370072011100168
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Valencia
Sección: 7
Nº de Recurso: 803/2010
Nº de Resolución: 155/2011
Procedimiento: CIVIL
Ponente: MARIA PILAR EUGENIA CERDAN VILLALBA
Tipo de Resolución: Sentencia
Rollo nº 000803/2010
Sección Séptima
SENTENCIA Nº 155
SECCION SEPTIMA
Ilustrísimos/as Señores/as:
Presidente/a:
DON JOSE ANTONIO LAHOZ RODRIGO.
Magistrados/as
DOÑA PILAR CERDAN VILLALBA.
DOÑA MARIA IBAÑEZ SOLAZ.
En la Ciudad de Valencia, a veintiuno de marzo de dos mil once.
Vistos, ante la Sección Séptima de la Ilma. Audiencia Provincial de Valencia en grado de apelación, los
autos de Juicio Ordinario - 000979/2009, seguidos ante el JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA NUMERO 21
DE VALENCIA, entre partes; de una como demandante - apelante/s Ariadna , dirigido por el/la letrado/a D/Dª.
FELIPE GUARDIOLA SELLES y representado por el/la Procurador/a D/Dª MARIA JOSE CERVERA GARCIA,
y de otra como demandados - apelado/s GRUPO HOSPITALARIO QUIRON SA, dirigido por el/la letrado/
a D/Dª. EVA MARIA PENADES PABLO y representado por el/la Procurador/a D/Dª EVA MARIA LEONOR
ROVIRA y ASISA ASISTENCIA SANITARIA INTERPROVINCIAL DE SEGUROS SA dirigida por el Letrado
DON MIGUEL ROIG SERRANO y representado por el Procurador DON FERNANDO MODESTO ALAPONT.
Es Ponente el/la Ilmo/a. Sr./Sra. Magistrado/a D/Dª. PILAR CERDAN VILLALBA.
ANTECEDENTES DE HECHO:
PRIMERO.- En dichos autos, por el Ilmo. Sr. Juez del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA NUMERO
21 DE VALENCIA, con fecha 12 de julio de 2010, se dictó la sentencia cuya parte dispositiva es como sigue:
"FALLO: Que desestimando la demanda interpuesta por Doña Ariadna contra Grupo Hospitalario Quirón S.A.
y la Entidad Asistencia Sanitaria Interprovincial de Seguros S.A.(ASISA) debo absolver y absuelvo a ambas
de las pretensiones formuladas en su contra, condenando a la parte actora al pago de las costas procesales."
SEGUNDO.- Contra dicha sentencia, por la representación de la parte demandante se interpuso recurso
de apelación, y previo emplazamiento de las partes se remitieron los autos a esta Audiencia, en donde
comparecieron las partes personadas. Se ha tramitado el recurso, acordándose el día 7 de marzo de 2011
para Votación y Fallo, en que ha tenido lugar.
TERCERO.- En la tramitación del recurso se han observado las prescripciones y formalidades legales
en materia de procedimiento.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
1
PRIMERO.- Por la sentencia de instancia ,se desestimó la demanda de juicio ordinario formulada por
Dª Ariadna en reclamación de 155.913,88 euros como indemnización por el fallecimiento de su hermano
D. Argimiro , al no entender concurrente la responsabilidad del personal médico de la codemandada Clínica
Quirón ,perteneciente al cuadro de ASISA pues si bien esta codemandada ostenta legitimación pasiva al efecto
por mor del art.1903 del CC , la actuación de tal personal fue correcta en cuanto que ,cuando se dio el alta
el 28-5-08 al indicado paciente ,tras tratamiento y hacerle una TAC y una colonoscopia ,aunque no efectuó
diagnóstico etiológico ,había desaparecido el estreñimiento y dolor intestinal por el que había sido ingresado
sin que el fallecimiento del mismo el día 31-5-08 en el Hospital de la Fe tenga relación de causalidad con el
anterior ingreso al ser los cuadros clínicos en uno y otro caso diferentes .
Contra dicha resolución se formula recurso por la actora en base a que, la misma vulnera los arts.
1902 y 1903 del CC, 147 y 148 de la LGCU 1/2007,y 394 de la LEC ,e incurre en una indebida valoración
de las pruebas ,en especial de las periciales y periciales-testificales practicadas por lo siguiente:1)Él alta
médica y el tratamiento médico que se dio al Sr. Argimiro tras estar ingresado los días 24 a 28 de mayo del
2008 en la Clínica Quirón por una suboclusión intestinal no fueron adecuados ya que, siendo que la toma de
inmunodepresores por un transplante de riñón previo que se le había realizado puede enmascarar síntomas
como la fiebre que de hecho nunca tuvo ,tal alta se le dio por no aceptar las indicaciones del médico ,sin
diagnóstico con otras pruebas además del TAC y la colonoscopia realizadas antes ,con dilación de asas sin
oclusión en la primera y sin resultado la segunda , sin tomarle la tensión y sin efectuarle más análisis que el que
se le practicó el primer día y, por tanto , sobre la sola base de esa falta de colaboración del paciente y de que la
situación abdominal por defecar ,tolerar la dieta y cesar el dolor parecía resuelta;2)Hay relación de causalidad
entre estas omisiones previas al alta y ésta y el cuadro clínico que tenía el mismo paciente cuando ,con una
gran bajada de leucocitos , ingresó en la Fe el día 30-5-08 con un diagnóstico de shock séptico de origen
abdominal falleciendo al día siguiente;3)Aún de entender que no concurre esta responsabilidad médica ,no
cabe hacer imposición de costas por las dudas que presenta el caso y por la estimación en parte de la demanda
ante el rechazo de la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta de contrario.
Las codemandadas se opusieron al recurso por los fundamentos contrarios y por los propios de la
sentencia.
SEGUNDO. - Esta Sala sólo da por reproducida la Fundamentación Jurídica de la sentencia de instancia
en lo que no se oponga a lo que se expondrá a continuación previa revisión de las pruebas, para luego
valorarlas a la luz de las normas y doctrina aplicables, todo ello en relación con los motivos del recurso y a lo
que ha sido impugnado expresamente en él, estando en lo demás, como nos impone el art.465.4 de la LEC
, a aquella Fundamentación.
1)De tal revisión de las pruebas resulta ,en relación con la estancia del paciente en la Clínica Quirón,
(documentos 2,3,6,5,7 y 14 de la demanda y testificales-periciales de los Doctores Enriqueta y Isidoro ,
informe del perito judicial y testificales de los Sres. Nazario y Santiago ):
-Que, D. Argimiro , con 63 año el día 24-5-08 ingresó en urgencias la Clínica Quirón, sin fiebre, con
dolor a palpación ,con estreñimiento de 5 días sin expulsión de gases y con un diagnostico de suboclusión
intestinal, tenía como antecedentes médicos ,un transplante renal en 1998 como toma de inmunodepresores,
varias infecciones bacterianas asintomáticas ,elevación del PSA pendiente de valorar, colón irritable, necrosis
vascular de la cabeza del fémur izquierdo y rotura del menisco izquierdo ,intervenidas en los años 1999 y 2000
y osteoporosis en tratamiento -En esa fecha y en urgencias se le toma la tensión arterial que es de 95/69 ,se
le hace una analítica de sangre que arroja un resultado normal de leucocitos de 7.800 mm3 y un RX con
resultado de niveles hidroaereos con dilatación de asas.
-Acordado el ingreso hospitalario el día 25 a cargo de Doña. Enriqueta del servicio de cirugía general y
aparato digestivo, se le toma la tensión arterial que es de 103/ 65se le hacen enemas de limpieza no efectivos
que se suspenden y se le pauta para el dolor Droal si no tiene suficiente con la Buscapina, y Valium porque
no puede dormir que tampoco es efectivo, y TAC urgente para el día siguiente, y se dice que está quitándose
y poniéndose los goteros.
- El día 26, se toma la tensión arterial que es de 85/55 y, tras enema de limpieza, se hace constar
que el paciente defeca, según dice con presencia de heces, y que aunque está a dieta absoluta bebe
agua por su cuenta. También se le realizan un TAC abdominal con un diagnóstico de dilatación del colón
ascendente y moderada dilatación del intestino delgado, que indica retención fecal y no oclusión intestinal,
y una colonoscopia que no resulta efectiva por esa gran retención y se le cura una herida sin análisis de
gérmenes por estar limpia (testifical de Doña. Enriqueta ).
2
-El día 27, se le toma la tensión que es de 80/60, se dice que el enema de limpieza es efectivo, expulsa
gases y líquido y algún resto de sólido.
-El día 28, no se le toma la tensión, y se dice que no quiere que le pongan goteros, no come porque
dice que va al baño cada 15 minutos ni quiere enemas y que comunicado al Dr. Isidoro dice que si no quiere
tratamiento lo mandará a casa, se le cura herida y se le retira punto.
-Es mismo día se le da el alta (folio 61) al paciente sin oposición de su hermana por el Dr. Isidoro por
reanudación del tránsito intestinal y sin completar el tratamiento por la mala colaboración del paciente alta que,
según Doña. Enriqueta , y el Dr. Benedicto , perito judicial, tiene como razón fundamental esa no voluntad
de seguir el tratamiento y también por estar el cuadro solucionado por defecar, aunque según dicha Dra. en
su testimonio dijo tal alta se da sin hacer pruebas de que ello ha sido así, y no se hace diagnostico etiológico.
-En estos días el paciente tuvo dolores de los que se quejaba y mal aspecto (testificales de Don. Nazario
y Santiago )y no tuvo fiebre siendo ésta uno de los síntomas que enmascaran los inmunodepresores que por
su transplante de riñón tomaba el paciente ,eliminando respuestas inmunitarias y haciéndolo vulnerable a las
infecciones ,como se dice entre otros efectos en el informe del perito judicial .
2)Siguiendo con la misma revisión de las pruebas en relación con la estancia del paciente en la
Fe ,resulta(documentos 12 y ss de la demanda mismas testificales y pericial y testimonio del Dr. Ezequias ).
-Que el paciente el día 29 siguiente con disnea y sin casi responder a estímulos ,tras estar el día 28
regular en casa y empeorar por horas con fuerte dolor abdominal y somnolencia intensa, va a urgencias
de la Fe en estado de extrema gravedad ,siendo ingresado en la UCI ,resultando de su intubación vómitos
fecaloideos al instante ,y del análisis de sangre que los leucocitos desde el practicado el día 24 anterior habían
bajado de 7800 mm3 a 3500 lo que, según Doña. Enriqueta en su declaración en juicio propicia las infecciones
y se le hace un TAC y una RX con un diagnóstico de shock séptico de origen abdominal e insuficiencia renal
crónica agudizada .
-Según dicha Dra .y la declaración en juicio Don. Ezequias , especialista en cuidados intensivos y Jefe
de esta sección con ratificación de su informe(documento 18 de la demanda),los TACS practicados en la Fé
y en la Quirón tuvieron resultados muy parecidos relativos a las dilataciones de las asas del intestino delgado
y demás que refieren (documentos 7 y 15 de la demanda ),añadiendo éste que el cuadro en ambos ingresos
es similar por su proximidad temporal y que lo era de oclusión intestinal y de una patología abdominal por lo
que ,con las incertidumbres propias de la ciencia médica ,el proceso en ambos ingresos era el mismo en lo que
se contradice el perito judicial Don. Benedicto en el sentido de que dichos cuadros no se parecen en nada .
-El día 30 siguiente se le interviene de madrugada por laparotomía exploratoria y colecistectomia ,sin
que se refleje en su informe que hay oclusión intestinal indicando del anatomía patología (folio 308)que tiene
colecistitis crónica que ,según Don. Ezequias hace sospechar la posible salida de una piedra vesícula al
intestino que pudo haber producido la oclusión intestinal ,según consta en otros documentos aunque no lo
haga en el primero ,es decir tal facultativo refiere que por los vómitos fecaloideos y por estas piedras que
son un nido obstructivo ,había obstrucción intestinal aunque ,como ocurre muchas veces no saliera en dicha
Laparotomía .
-El día 31 de mayo a las 20,10 horas con el diagnóstico principal de shock séptico de origen abdominal
se produjo el fallecimiento , informando el perito judicial que por el por el progresivo ,veloz y fatal deterioro
piensa que lo fue por una enfermedad del tipo vascular o de aplasia medular ajena a la atención recibida en
la Quirón ya que su estado no hubiera sido el que tenía cuando se le dio el alta .
TERCERO.- Para valorar los anteriores hechos que se entienden adverados y motivarlo ,hay que revisar
las normas y doctrina aplicables ,tanto en general para tal valoración de las pruebas ,como en particular cuando
se trata de una imprudencia médica para luego proceder a ésta.
1)Como norma de carácter general hay que partir de que el art.217 de la LEC , en su apartado 2
,impone al actor la prueba de la certeza de los hechos de los que ordinariamente se desprenda ,según las
normas jurídicas a ellos aplicables, el efecto jurídico correspondiente a las pretensiones de la demanda o
de la reconvención, y a los demandados en éstas la de los que impidan extingan o enerven la eficacia de
los primeros y, al igual también con ese carácter general cabe citar la jurisprudencia en el sentido de que,
si bien es cierto que aunque el criterio valorativo de los tribunales de primer grado debe, por regla general,
prevalecer, por mor del principio de inmediación, junto con los de oralidad y contradicción, que preside la
práctica de dichas pruebas, y permiten al Juez " a quo" ante quien se realizan advertir la seguridad y firmeza o
las vacilaciones y dudas con que se expresan los deponentes, no es menos cierto que el expresado criterio, en
3
principio prevalente, sí puede rectificarse en la segunda instancia , cuando por parte del recurrente se ponga
de manifiesto un evidente fallo en el razonamiento lógico o en el "iter" inductivo del órgano de la primera.
-En relación con la prueba pericial , se ha de apreciar según las reglas de la sana crítica (artículo 348
de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000 ) ,es decir tomando en cuenta su ajuste a la realidad del pleito y sus
peticiones, la relación entre el resultado de esa pericial y los demás medios probatorios obrantes en autos, sin
estar obligado el juzgador a sujetarse a la misma , y sin que se permita la impugnación casacional por esta
valoración a menos que la misma sea contraria, en sus conclusiones, a la racionalidad y se conculquen las
más elementales directrices de la lógica (entre otras, SSTS de 13 de febrero de 1990 EDJ1990/1415 y 29 de
enero de 1991 EDJ1991/802 , 11 de octubre de 1994 EDJ1994/7987 y 1 de marzo de 2004 EDJ2004/7010)
2)En lo que afecta a este supuesto concreto , las normas y jurisprudencia aplicable al caso que cabe
reseñar es la siguiente:
-La jurisprudencia y entre ella las sentencias del T.S de 25-4-94 , 8 de mayo de 1998 y de 31 de
julio de 1996 , 18 de febrero de 1997 , 22 de mayo de 1998 más las que cita y la de 9 de diciembre de
1999 ,con carácter general, señalan que en el ejercicio de la medicina no puede exigirse al profesional de la
misma obligación de obtener un resultado de recuperación del enfermo porque aquélla no es una ciencia de
garantía de resultados dado que el riesgo inherente que conlleva, de modo que en la valoración de la conducta
profesional de médicos y sanitarios, queda descartada toda responsabilidad más o menos objetiva, sin que
opere la inversión de la carga de la prueba, siendo imprescindible que por la actora se pruebe la relación causal,
material o física, y el reproche culpabilístico, que puede manifestarse a través de una negligencia omisiva en la
aplicación de un medio curativo o, más generalmente, en la existencia de una acción culposa o negligente en
tal aplicación, comprendiendo el cumplimiento de tal obligación de medios:a) Realizar su actuación conforme
a la "lex artis ad hoc";b) Llevar a cabo la necesaria información al paciente o sus familiares, lo que forma parte
del cumplimiento de esa lex artis de modo que de no mediar la información y sólo por ello se debe entender no
seguida, información que comprende el diagnóstico de la enfermedad o lesión que padece, del pronóstico que
de su tratamiento puede esperarse, de los riesgos del mismo y medidas a adoptar, conforme a lo previsto en el
artículo 10.5 de la Ley General de Sanidad (L. O. 14/86 de 25 de Abril , prueba de ello que, por el principio de
facilidad probatoria, incumbe al facultativo, quien lo deberá recabar ,mientras que de la indispensable relación
de causalidad de que por esa supuesta o hipotética falta de información se produjo el daño, incumbe a la
paciente ( STS de 11-4-94 y de 25-4-96 );c) Continuar el tratamiento del enfermo hasta que pueda ser dado
de alta, advirtiéndole de los riesgos que el abandono del tratamiento pueda comportar y d) En los supuestos
de enfermedades recidivas, crónicas o evolutivas, informar al paciente de la necesidad de someterse a los
análisis y cuidados preventivos que sean precisos.
- Ahondando en la " lex artis" en sí ,el T.S, en sus sentencias de 14-1-2001 y de 5-2-01 viene a
establecer que es reiterada la jurisprudencia( sentencias de 8 de mayo de 1998 y de 31 de julio de 1996 , 18
de febrero de 1997 , 22 de mayo de 1998 más las que cita y la de 9 de diciembre de 1999 )que dice que ,con
carácter general ,en el ejercicio de la medicina no puede exigirse al profesional de la misma obligación de
obtener un resultado de recuperación del enfermo porque aquélla no es una ciencia de garantía de resultados
dado que el riesgo inherente que conlleva, de modo que en la valoración de la conducta profesional de
médicos y sanitarios, en general, queda descartada toda responsabilidad más o menos objetiva, sin que opere
la inversión de la carga de la prueba, siendo imprescindible que por la actora se pruebe la relación causal,
material o física, y el reproche culpabilístico, que puede manifestarse a través de una negligencia omisiva en la
aplicación de un medio curativo o, más generalmente, en la existencia de una acción culposa o negligente en
tal aplicación. Sólo cuando el resultado producido sea desproporcionado con lo que es usual según las reglas
de la experiencia, el estado de la ciencia y las circunstancias de tiempo y lugar, se permite una inversión de
la carga de la prueba que lleva a que ,sea el facultativo el que tenga que acreditar, aquellas circunstancias
impensables e insalvables que hayan torcido el buen hacer que ha de suponérsele como norma desde el
titulo profesional que se le ha otorgado previa demostración de conocimientos, de la actualización permanente
de estos con asentamiento en la experiencia propia y en el progreso de la ciencia, en definitiva, cuando
se produzca un evento dañoso de los que normalmente no se producen, sino por razón de una conducta
negligente de la esfera de la acción del demandado, aunque no se conozca el detalle exacto .
-Por su parte sobre el alta médica ,hay que estar a la Ley 41/2002, de 14 de noviembre , básica
reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y
documentación clínica, de la cual ,cabe destacar por su relación con el caso los siguientes artículos .
Artículo 2. Principios básicos.1 . La dignidad de la persona humana, el respeto a la autonomía de su
voluntad y a su intimidad orientarán toda la actividad encaminada a obtener, utilizar, archivar, custodiar y
4
transmitir la información y la documentación clínica.2. Toda actuación en el ámbito de la sanidad requiere, con
carácter general, el previo consentimiento de los pacientes o usuarios. El consentimiento, que debe obtenerse
después de que el paciente reciba una información adecuada, se hará por escrito en los supuestos previstos en
la Ley.3 . El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada,
entre las opciones clínicas disponibles.4. Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento,
excepto en los casos determinados en la Ley. Su negativa al tratamiento constará por escrito.5 . Los pacientes
o usuarios tienen el deber de facilitar los datos sobre su estado físico o sobre su salud de manera leal y
verdadera, así como el de colaborar en su obtención, especialmente cuando sean necesarios por razones
de interés público o con motivo de la asistencia sanitaria.6. Todo profesional que interviene en la actividad
asistencial está obligado no sólo a la correcta prestación de sus técnicas, sino al cumplimiento de los deberes
de información y de documentación clínica, y al respeto de las decisiones adoptadas libre y voluntariamente
por el paciente.
Artículo 3. Las definiciones legales. A efectos de esta Ley se entiende por: Informe de alta médica:
el documento emitido por el médico responsable en un centro sanitario al finalizar cada proceso asistencial
de un paciente, que especifica los datos de éste, un resumen de su historial clínico, la actividad asistencial
prestada, el diagnóstico y las recomendaciones terapéuticas.
Artículo 20 . Informe de alta.Todo paciente, familiar o persona vinculada a él, en su caso, tendrá el
derecho a recibir del centro o servicio sanitario, una vez finalizado el proceso asistencial, un informe de alta
con los contenidos mínimos que determina el artículo 3 . Las características, requisitos y condiciones de los
informes de alta se determinarán reglamentariamente por las Administraciones sanitarias autonómicas.
Artículo 21. El alta del paciente.1 . En caso de no aceptar el tratamiento prescrito, se propondrá al
paciente o usuario la firma del alta voluntaria. Si no la firmara, la dirección del centro sanitario, a propuesta
del médico responsable, podrá disponer el alta forzosa en las condiciones reguladas por la Ley. El hecho
de no aceptar el tratamiento prescrito no dará lugar al alta forzosa cuando existan tratamientos alternativos,
aunque tengan carácter paliativo, siempre que los preste el centro sanitario y el paciente acepte recibirlos.
Estas circunstancias quedarán debidamente documentadas.2. En el caso de que el paciente no acepte el alta,
la dirección del centro, previa comprobación del informe clínico correspondiente, oirá al paciente y, si persiste
en su negativa, lo pondrá en conocimiento del juez para que confirme o revoque la decisión.
-Sobre la legitimación pasiva de la codemandada ASISA ,la sentencia del Tribunal Supremo de 19
de junio de 2001 EDJ2001/15207 sobre este tema la entiende existente cuando expone: " (...) Bajo las
expuestas coberturas, pretende la recurrente destruir las resultancias probatorias establecidas por el órgano
jurisdiccional, en cuanto concierne, previo examen del contrato, a la efectiva asunción por parte de "Asistencia
Sanitaria I., S.A." como entidad recurrente, de la prestación sanitaria que devino defectuosa. Ha quedado
probado, en efecto, la producción del resultado lesivo en el ámbito del contrato de asistencia médica
concertada entre las partes por una defectuosa prestación del servicio por personal y en centro pertenecientes
al cuadro médico de aquella, debiendo estimarse que en virtud del contrato suscrito, la entidad apelante
asumió no sólo el pago de los gastos médicos sino la efectiva prestación de la asistencia sanitaria a través de
los facultativos y los medios que la misma determina y en las condiciones y requisitos que la póliza detalla,
los cuales no son de absoluta libre elección por el asegurado, que ha de limitarse al cuadro de centros y
profesionales de la Compañía. Frente a estos hechos las pruebas que se invocan no desvirtúan en nada sus
consecuencias, pues, si la relación es laboral o no laboral, si hay mayor o menor grado de dependencia,
entre los médicos y los centros que figuran en el cuadro , no es cuestión que, en modo alguno, puede
invalidar la responsabilidad directa de la compañía, como prestataria de los servicios, de conformidad con lo
dispuesto en los artículos 25 y 28 de la Ley 26/1984, de 19 de julio de 1984 , General para la Defensa de
los Consumidores y Usuarios. Por tanto, los señalados motivos perecen. (...) El quinto motivo (...), considera
vulnerada la doctrina de esta Sala en relación con la intervención de culpa en la asistencia hospitalaria,
con razones que guardan estrecha conexión con el motivo sexto (...) que denuncia la infracción del artículo
1.903 del Código civil , en relación con su alcance respecto de expresada asistencia hospitalaria y que,
por ello, se examinan conjuntamente. Según los hechos probados las secuelas irreversibles que sufre el
recurrente, (...) son debidas al tratamiento quirúrgico y hospitalario en general, al que fue sometido, a causa
de una inicial fractura que generó diversas intervenciones a cargo de diferentes médicos . La lesión (...),
producida en una de las operaciones, como consecuencia de un indebido pinzamiento, determinó aquellas
secuelas que no se hubieran producido con un tratamiento prestado en su tiempo y con adopción de los
medios adecuados. A tales hechos han de aplicarse como fundamentos jurídicos de la condena, los artículos
1º y 28 de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. Ninguna duda cabe -dice la
sentencia del Tribunal Supremo de 1 de julio de 1997 EDJ1997/4832, que adaptamos al caso- a la luz
5
de la dicción literal del artículo 1º de la expresada ley , que el recurrente en cuanto "persona física" que
utiliza unos "servicios", reúne la condición de "usuario" "cualquiera que sea la naturaleza pública o privada,
individual o colectiva de quienes los producen, facilitan, suministran o expiden". Conforme al sistema de
"garantías y responsabilidad" que establece el capítulo VIII de tal cuerpo normativo el usuario tiene derecho
a ser indemnizado de los daños y perjuicios demostrados que la utilización de los servicios les irroguen
salvo que aquellos daños y perjuicios estén causados por su culpa exclusiva". Expresamente el apartado 2
del artículo 28 que particulariza, con acentuado rigor, la responsabilidad civil incluye entre los "sometidos
a su régimen" los "servicios sanitarios", conceptos que a no dudar comprenden los prestados en el caso,
por la compañía demandada. Esta responsabilidad de carácter objetivo cubre los daños originados en el
correcto uso de los servicios, cuando "por su propia naturaleza, o estar así reglamentariamente establecido,
incluyen necesariamente la garantía de niveles determinados de pureza, eficacia o seguridad, en condiciones
objetivas de determinación y supongan controles técnicos, profesionales o sistemáticos de calidad, "hasta
llegar en debidas condiciones al usuario. Estos niveles se presuponen para el "servicio sanitario", entre otros.
Producido y constatado el daño que consistió en las secuelas descritas, resultado no querido ni buscado,
como consecuencia directa de la intervención, sino ocurrido en contra de lo inicialmente previsto, que era la
mejoría en las funciones de la articulación, se dan las circunstancias que determinan aquella responsabilidad
de la prestataria del servicio. La culpa exclusiva del paciente -que en el caso no concurre- excluiría la
responsabilidad objetiva al interferir en ese conjunto de riesgos asumidos por imperio legal otros elementos
adicionales de riesgo que, en sus consecuencias económicas, no son aceptables, y en sus consecuencias
ético jurídicas son rechazables. También, en un perfil acabado de la responsabilidad objetiva, (no obstante,
que esta excepción carezca de respaldo legal expreso), el caso fortuito o la fuerza mayor entendidos como
sucesos imprevisibles e inevitables fuera del control de aquellos niveles de exigencias que la determinan,
servirán, en principio, para excluir la responsabilidad objetiva al faltar los presupuestos que la justifican. Pero
estas excepciones deben oponerse y probarse por la perjudicada, lo que no ha ocurrido. En la misma línea
jurisprudencial insiste la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de diciembre de 1999 EDJ1999/39950. La
conexión de estas normas con el artículo 1.903 del Código civil son evidentes, pues lo que vienen a establecer
es que cuando las deficiencias de los servicios que se compromete a prestar la entidad, se produzcan dentro
del círculo de los médicos , personal sanitario, centros y medios concertados o contratados por aquella a
efectos de la realización de los dichos servicios, existe presumida por la Ley la relación de dependencia a que
aquel precepto se refiere, aunque la relación no se formule como dependencia laboral, puesto que basta con
la dependencia económica y funcional que subyace bajo los contratos individuales celebrados con aquellos,
para que se produzcan los supuestos normativos de responsabilidad directa y objetiva, lo que no excluye, a
efectos internos, que la entidad demandada "aseguradora" pueda reclamar, dentro de su esquema sanitario,
de quien o quienes produjeran los concretos perjuicios".
3)Valorando ya las pruebas a la luz de lo expuesto ,no se entiende que la juez de instancia haya seguido
un iter deductivo lógico en la valoración de las pruebas, por lo siguiente :
-Si bien no cabe dudar de la objetividad del perito judicial ,se aprecia que sobre él por el tratamiento
directo del paciente y por concurrir también tal objetivad es de preferente valoración la testifical-pericial Don.
Ezequias y la que resulta del conjunto de otras pruebas como la misma emitida por Doña. Enriqueta y las
demás documentales referidas, según las cuales, el cuadro de los ingresos hospitalarios en la Quirón y en la
Fé es similar por su proximidad temporal y por ser relativo a una patología abdominal por lo que ,el proceso
en ellos era también el mismo y ,si bien en los TACS citados y en la Laparotomía no se refleja la existencia
oclusión intestinal los vómitos fecaloideos y la colecistitis la indican como muy probablemente existente .
-De lo anterior se infiere que cuando se dio el alta al paciente ,médica y no voluntaria , no se hizo
siguiendo la "lex artis ad hoc" ya que aunque no tuviera ni fiebre ni fuertes dolores ,su leucocitos fueran
normales y el diagnóstico fuera sólo de suboclusión intestinal ,sin indicar el TAC que fuera oclusión y sin
haber resultado efectivo de la colonoscopia, la misma se da fundamentalmente por su falta de colaboración
y también por defecar ya pero, máxime siendo que tomaba inmunodepresores con los efectos descritos ,sin
completar el tratamiento , sin hacer ni nuevo análisis de sangre, ni toma de tensión pese a que iba bajando ,y sin
realizar pruebas de esa defecación efectiva que sólo obra como manifestada por el enfermo ,ni de diagnóstico
estiológico como una RX ,es decir sin emplear toda la diligencia exigible para verificar que el cuadro clínico
objeto de su ingreso no sólo había mejorado si no que había cesado y no ocultaba otro más grave y, sobre
todo, sin cumplir dicha alta los requisitos del art. 21 de la Ley de Autonomía del Paciente citada ,según el cual,
en caso de no aceptar el tratamiento prescrito, se propondrá al paciente o usuario la firma del alta voluntaria
y, si no la firmara, la dirección del centro sanitario, a propuesta del médico responsable, podrá disponer el alta
forzosa en las condiciones reguladas por la Ley, sin que el hecho de no aceptar el tratamiento prescrito de lugar
6
al alta forzosa cuando existan tratamientos alternativos, aunque tengan carácter paliativo, siempre que los
preste el centro sanitario y el paciente acepte recibirlos, debiendo quedar estas circunstancias debidamente
documentadas.
-Ahondando en lo anterior y, en definitiva ,con los antecedentes de transplante y de medicación que
tenía el paciente y siendo que el tratamiento no se había acabado ,si no quería seguirlo se le debió de dar un
alta voluntaria pero no la médica sin la constancia documental y con los requisitos que exige dicho art.21 ni
debió ser ésta negativa su causa fundamental ya que su mejoría del estreñimiento que también se esgrime
como mera concausa de la misma ,tampoco se corroboró ,como se ha dicho ,sobre todo a la vista de aquellos
antecedentes ,con nuevos análisis que hubiera referido la bajada de leucocitos en pocos días indicativa de
infección y con nuevos RX ,TAC y colonoscopia -Sentado pues que la curación de esta patología de origen
abdominal ,aunque pudo mejorar ,no se constató de modo objetivo ,su inexistencia tras la repetida alta se ha
adverado en cuanto que acto seguido a la misma, como se refiere ya en el informe de urgencias de la Fé ,en
casa el paciente empeoró ,entrando en este Hospital al día siguiente con igual cuadro clínico que lo hizo en
la Quirón como se deduce de los similares resultados de los TACS que se le practicaron en ambos y de los
demás términos dichos por Don. Ezequias indicativos de que la oclusión intestinal ,y no la mera suboclusión
inicial , se produjo ,cayendo en coma y falleciendo a los dos días de ese ingreso ,el día 31 de mayo a las 20,10
horas, con el diagnóstico principal de shock séptico de origen abdominal, origen de éste y de aquella patología
que determina la relación causal de éste óbito con la última y ,aunque la autopsia hubiera determinado de
modo incontestable que lo fue por este diagnóstico ,lo que no cabe es atribuir el mismo a una enfermedad
ajena a él de tipo vascular o de aplasia medular ,al afirmarla el perito judicial en base a la diferencia de cuadros
en ambos ingresos que se ha constatado como inexistente.
-La anterior causalidad no se destruye por el hecho de que ni en la Quirón ni en la Fé ,en ésta en concreto
en la laparotomía ,no se reflejara la existencia de una oclusión intestinal pues sí obrando antecedentes médicos
de colecistitis ,la misma hacía sospechar que una posible salida de una piedra vesícula al intestino la produjera
lo que se corroboró por los posteriores vómitos fecaloideos aunque ,como ocurre muchas veces no saliera en
dicha Laparotomía ,sin que al margen de ello y como insistimos el personal facultativo de la primera Clínica
utilizara todos los medios médicos a su alcance antes del alta para determinar, si había total curación de la
suboclusión sí diagnosticada o si,`por el contrario, la misma no había mediado y había derivado o ya lo era
desde el principio ,en tal oclusión .
4)La conclusión final es la de que concurre responsabilidad de las demandadas en virtud de lo
precedente y por aplicación de los arts.1092 y 1903 del CC en los términos doctrinales expuestos, es decir ,la
de la Clínica Quirón por la primera norma ,ante la existencia de este resultado de muerte desproporcionado que
normalmente no se hubiera producido con la patología del paciente sino por razón de una conducta negligente
de la esfera de la acción de su personal médico , aunque no se conozca el detalle exacto, al ser en este caso
éste el que tiene que acreditar, aquellas circunstancias impensables e insalvables que hayan torcido el buen
hacer que ha de suponérsele como norma desde el titulo profesional, lo que no ha verificado en esta litis con
la consecuencia de su deber de indemnizar por su parte y, la de ASISA , por la segunda norma y con igual
deber ,dado que ese personal presta el servicio en su centro y pertenece a su cuadro , debiendo estimarse
que en virtud del contrato suscrito, asumió no sólo el pago de los gastos médicos sino la efectiva prestación
de la asistencia sanitaria a través de los facultativos y los medios que la misma determina y en las condiciones
y requisitos que la póliza detalla, los cuales no son de absoluta libre elección por el asegurado, que ha de
limitarse al cuadro de centros y profesionales de la Compañía.
5)Por último, cabe entrar en la indemnización solicitada en la demanda que se cifra en 155.913,88
euros ,de los cuales 70.000 euros derivan de los daños por muerte y 85.013,88 a perjuicios económicos ,en
base a que la actora y hermana del fallecido es su única familia y con una relación muy estrecha a que, el
mismo, según informe unido como documento 20 de la demanda emitido por su asesor fiscal y el resumen
anual del IVA del 2008 que adjunta ,tenía unos ingresos anuales de 86.000 euros y a que los gastos de
entierro ,conforme a las facturas unidas como documento 21 ,subieron a 5.913,88 euros.
A esta indemnización en sí por su improcedencia y falta de justificación y por deber estar a la que para
estos casos fija el Baremo anexo a la LRSCVM ,se opuso la codemandada Clínica Quirón ,postulando como
procedente la que refiere su Tabla I capítulo V ,según el cual ,tratándose de una hermana mayor de 25 años
por estar prejubilada y de una víctima mayor de 63 años, conforme a su actualización de la DGS para el año
2009 ,dicha indemnización procedente sería de 26.209,38 euros.
Este Tribunal, ante las alegaciones de la demanda dichas que no denotan ninguna dependencia
económica entre la actora y su fallecido hermano que hagan aplicables las bases ,según los ingresos de
7
éste ,que en ella se fijan a estos efectos sin alusión alguna a la existencia de un daño moral, e incluso al
margen de ello por ser el criterio analógico más objetivo, estima procedente aplicar como hemos hecho en
casos similares el citado Baremo en los términos y cuantía que señala para este caso dicha codemandada
y expuestos que determinan como indemnización procedente la de 26.209,38 euros, suma a la que ,más los
intereses del art.576 de la LEC desde la presente, se condena de modo solidario a las demandadas .
CUARTO.- Estimados en parte el recurso y la demanda como se infiere de los anterior y al ser acogible
sólo la petición de condena de ésta por no responder la declarativa al título por el que se insta ,en relación
con las costas causadas, dados los anteriores pronunciamientos, no cabe hacer expresa imposición de las de
ninguna de las instancias ,conforme a los arts.394 y 398 de la LEC , lo que excluye la necesidad de entrar
en el motivo del recurso que se refiere a ellas.
En su virtud,
Vistos los preceptos legales y demás de general y pertinente aplicación,
FALLAMOS
Que , con estimación parcial del recurso de apelación interpuesto por la representación de Dª Ariadna ,
contra la sentencia de fecha 12 de julio del 2010,dictada por el Juzgado de Primera Instancia Nº 21 de Valencia
,debemos revocarla y la revocamos en parte, y en su lugar dictar otra, en cuya virtud se estima en parte la
demanda y se condena a las demandadas a que de modo solidario abonen a la actora la suma de 26.209,38
euros ,más los intereses del art.576 de la LEC desde la presente, sin hacer expresa imposición de las costas
de ninguna de las instancias.
Y, a su tiempo, devuélvanse los autos al Juzgado de procedencia, para su ejecución y debido
cumplimiento.
Así por ésta nuestra Sentencia, de la que se unirá certificación al rollo de Sala, lo pronunciamos,
mandamos y firmamos.
PUBLICACION.- Doy fe. La anterior resolución ha sido leída y publicada por el Sr. Magistrado Ponente,
estando celebrando audiencia pública la Sección Séptima de la Ilma. Audiencia Provincial. En Valencia a
veintiuno de marzo de dos mil once.
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Roj: STSJ GAL 8999/2011
Id Cendoj: 15030330032011101087
Órgano: Tribunal Superior de Justicia. Sala de lo Contencioso
Sede: Coruña (A)
Sección: 3
Nº de Recurso: 7075/2011
Nº de Resolución: 1133/2011
Procedimiento: Recurso de Apelación
Ponente: IGNACIO DE LOYOLA ARANGUREN PEREZ
Tipo de Resolución: Sentencia
T.S.J.GALICIA CON/AD SEC.3
A CORUÑA
SENTENCIA: 01133/2011
PONENTE: D. IGNACIO ARANGUREN PEREZ
RECURSO: RECURSO DE APELACION NUM. 7075/2011
APELANTE: Manuela
APELADO : CONSELLERIA DE SANIDADE, SERVICIO GALEGO DE SAUDE
EN NOMBRE DEL REY
La Sección 003 de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Galicia
ha pronunciado la
SENTENCIA
ILMOS. SRS. D.
IGNACIO ARANGUREN PEREZ
JULIO CIBEIRA YEBRA PIMENTEL
FRANCISCO JAVIER CAMBON GARCIA
A Coruña, veintitrés de noviembre de dos mil once.
En el RECURSO DE APELACION 7075/2011, pendiente de resolución ante esta Sala, interpuesto
por Manuela representado por el PROCURADOR D. XULIO XABIER LOPEZ VALCARCEL y dirigido por el
LETRADO D. RODRIGO FERNANDEZ VILANOVA, contra Sentencia de fecha 16 de febrero de 2011 dictado
por el Juzgado de lo Contencioso num. 2 de Santiago de Compostela en el PO 348/2009 sobre desestimación
del recurso contencioso-administrativo interpuesto por Dª. Manuela contra la desestimación presunta y
posterior resolución de la Consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia de fecha 3 de octubre de 2008, se
desestimo la reclamación de responsabilidad patrimonial interpuesta por la deficiente o defectuosa asistencia
sanitaria prestada por D. Jose Daniel en el PAC de Burela y en el Hospital da Costa de Burela. Es parte
apelada CONSELLERIA DE SANIDADE SERVICIO GALEGO DE SAUDE, representada por el LETRADO
DEL SERGAS.
Es Ponente el Ilmo. Sr. D. IGNACIO ARANGUREN PEREZ
ANTECEDENTESDEHECHO
PRIMERO .- Se dictó, por el Juzgado de instancia, la resolución referenciada anteriormente, cuya
parte dispositiva dice: "Se desestima el recurso contencioso-administrativo num. 348/2009, interpuesto por
Dª Manuela , contra la desestimación presunta y posterior resolución de la Consellería de Sanidade de la
Xunta de Galicia, de fecha 3 de octubre de 2008, se desestimó la reclamación de responsabilidad patrimonial
1
interpuesta por la deficiente o defectuosa asistencia sanitaria prestada a D. Jose Daniel en el PAC de Burela
y en el Hospital da Costa de Burela. No se hace expresa imposición de costas".
SEGUNDO .- Notificada la misma, se interpuso recurso de apelación que fue tramitado en forma, con
el resultado que obra en el procedimiento, habiéndose acordado dar traslado de las actuaciones al ponente
para resolver por el turno que corresponda.
FUNDAMENTOSDEDERECHO
PRIMERO .- Es objeto de la presente resolución el recurso de apelación deducido frente a la Sentencia
dictada por el Juzgado de lo contencioso-administrativo numero 2 de los de Santiago de Compostela en fecha
16 de Febrero de 2011 que desestimó el recurso contencioso-administrativo interpuesto por la representación
de los hoy apelantes frente a la resolución de la Conselleria de Sanidade de fecha 3 de octubre de 2008
por la que se desestimó la reclamación de responsabilidad patrimonial ejercida el 26 de mayo de 2005 ante
la Conselleria de Sanidade y que dio lugar al expediente administrativo de responsabilidad patrimonial nº
10/2005.
La representación de la reclamante se alza en esta instancia frente a la sentencia dictada negando
que el fallecido paciente fuera informado y que rechazara el tratamiento médico alegando la inexistencia de
documento alguno de consentimiento informado, y afirmando que el fallecido no se encontraba aquejado de
dolencias mortales de necesidad. Afirma la apelante que don Jose Daniel acudió varias veces al centro
médico buscando atención y tratamiento siendo inadmisible que no le preocupara su estado de salud y que
pese a su gravedad rehusara ser ingresado máxime cuando no consta en el historial su negativa cuando ello
es imperativo, sin que puedan ampararse las declaraciones del personal médico echándole la culpa al difunto.
Se alude asimismo a los informes periciales de parte y se rechazan los criterios aportados por el médico
forense así como las críticas vertidas por éste sobre el informe pericial de parte.
Se opone la representación del Letrado de la Xunta de Galicia en la representación que ostenta, que
solicita su desestimación en base a los hechos y fundamentos de derecho que estimó de aplicación.
SEGUNDO. - Atendidos los términos en que aparece planteado el debate en esta instancia, centrados
de manera principal en la valoración por la sentencia recurrida de las pruebas que fueron practicadas, deviene
especialmente relevante hacer mención previamente a una reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo (por
todas STS de 22 de Junio del 2010, recurso 5540/2008 ) que declara en relación a la responsabilidad de la
Administración sanitaria "..a la Administración no le es exigible nada más que la aplicación de las técnicas
sanitarias en función del conocimiento de la práctica médica, sin que pueda sostenerse una responsabilidad
basada en la simple producción del daño, puesto que en definitiva lo que se sanciona en materia de
responsabilidad sanitaria es una indebida aplicación de medios para la obtención del resultado, que en ningún
caso puede exigirse que sea absolutamente beneficioso para el paciente". En conexión con lo anterior el
Tribunal Supremo ( SSTS de 14 de julio de 2001 (recurso 2280/97 ), 20 de Enero del 2010 (recurso 6574/2005
) entre otras) rechaza la responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria cuando de acuerdo con los
hechos probados, las lesiones no tengan su origen en la forma en que se prestó la asistencia sanitaria, es decir,
cuando la misma fue correcta y conforme a las reglas de la lex artis, sino inherentes o derivadas de la propia
patología del enfermo. Una consolidada doctrina viene entendiendo que cuando el motivo que se plantea en
un recurso de apelación es el error en la valoración de la prueba su éxito necesita que se revele de forma
clara y palmaria que el órgano "a quo" ha incurrido en error al efectuarla, o que existan razones suficientes
para considerar que la valoración de la prueba contradice las reglas por las que se rige. Ello no significa que
el recurso de apelación, regulado en los artículos 81 a 85 de la Ley Jurisdiccional no permita discutir esa
valoración, pero la facultad revisora del Tribunal "ad quem" al respecto debe ejercitarse con ponderación, en
tanto que fue aquél órgano quien realizó las pruebas con inmediación y por tanto dispone de una percepción
directa de ellas, percepción inmediata de la que carece la Sala de apelación. En apelación solo se deberán
revisar la valoración de las pruebas realizadas defectuosamente, esto es, con infracción de la regulación
específica de las mismas, fácilmente constatable, así como aquellas diligencias de prueba cuya valoración
sea notoriamente errónea, de modo que sólo si la valoración se revela como equivocada sin esfuerzo, cabe
atender a la pretensión de los apelantes. En definitiva, es el actor el que debe en la instancia probar los
hechos en los que funda su pretensión indemnizatoria así como las consecuencias económicas que deriva
de los mismos siendo la valoración de la prueba función que pertenece esencialmente al juez de instancia.
Interpretando esta doctrina de forma flexible comenzaremos por analizar las circunstancias que rodearon el
regreso del paciente don Jose Daniel a su domicilio el 1 de enero de 2001 desde el pac de Burela y que
supusieron que no quedará en observación en el Hospital comarcal de Burela, así como las consecuencias
que deben extraerse en el ámbito que nos es propio:
2
1) El paciente don Jose Daniel acudió por primera vez al centro de salud de Burela a las 19.15 horas
del 29 de diciembre de 2000 siendo remitido a su domicilio por el medico de guardia con una impresión
diagnostica de epigastralgia, estando su origen en transgresiones dietéticas importantes. Ese mismo día,
acompañado de su mujer, acude de nuevo a las 22.15 horas con la misma problemática y se le remite al
(contiguo al centro de salud) servicio de urgencias del Hospital comarcal de Burela a las 0:53 horas del 30 de
diciembre, siendo diagnosticado de dolor abdominal y quedando en observación en el espacio de urgencias
debido a la resistencia del paciente a ingresar hospitalariamente. El paciente es dado de alta horas después
bajo advertencia de que debía acudir en ayunas si persistían los síntomas para nueva valoración en ayunas,
pero no vuelve de nuevo al centro de salud hasta el día 1 de enero a las 17.25 horas, es decir, como apunta el
informe forense, unas 63 horas después. En esta nueva y última asistencia sanitaria es atendido por la doctora
Noemi la cual no había atendido con anterioridad en las ocasiones anteriores, y tras reconocerle el paciente
regresa a su domicilio falleciendo pocas horas después sin haber llegado a ingresar en el centro hospitalario.
No consta documento alguno equiparable al alta médica o informe de alta.
La apelante sostiene que el paciente regresa a su domicilio contra la voluntad de su mujer y sin que
el paciente se opusiera al ingreso hospitalario, lo que negó en su día ante el Juzgado de instrucción tanto la
médica que le atendió en esta última ocasión como las dos celadoras/enfermeras que parcialmente asistieron
a aquella y presenciaron en mayor o menor medida la consulta y el reconocimiento del enfermo por aquella.
Como elementos documentales que a mayores corroboran dicha hipótesis se encuentra el parte en que el
aparece tachada la derivación al hospital y el tratamiento en domicilio que se le aplicó al paciente por la
citada doctora. Por otra parte, esto mismo fue lo que entendió también la jurisdicción penal tanto la Audiencia
Provincial de Lugo como la Juez de instrucción en su momento.
2) La sentencia de instancia, acogiendo las tesis del magnífico informe forense, entiende que si bien
Doña Noemi consideraba que el paciente debía ingresar en el hospital y quedar en observación el 1 de enero
de 2001, fue la renuencia del paciente la razón única y fundamental que la inclinó por cambiar de opinión.
Esta tesis, que ya hemos dicho aparece sustentada no solo por las declaraciones testifícales prestadas ante
el Juzgado de instrucción y el informe médico forense como por ya declarado en su día de manera definitiva
por la jurisdicción penal, se ha pretendido desvirtuar por la apelante no desde el campo de los hechos y su
prueba sino desde el de su interpretación con el solo apoyo de presunciones y supuestas intenciones que
atribuye al paciente don Jose Daniel a la vista de su conducta y del sentido común, pero que en modo
alguno se encuentran corroboradas por pruebas objetivas que la amparen a salvo la declaración prestada
por la reclamante, cuya virtualidad por otra parte, y como se apunta de modo clara en la sentencia recurrida
ya fue rechazada por la jurisdicción penal. No encontramos razones para separarnos, aunque sea desde la
pura interpretación de una conducta, de lo declarado por las celadoras y Doña Noemi , del informe medico
forense y de lo ya declarado en diversas resoluciones judiciales por los órganos de la jurisdicción penal que
conocieron de estos hechos. Cuestión muy distinta son las consecuencias que en esta jurisdicción y a tenor
de las acciones que se ejercen deben merecer estos hechos.
3) Al examinar la actuación de los servicios sanitarios de la Administración cuando atendieron por última
vez a don Jose Daniel el 1 de enero de 2001, resulta obligado detenerse en lo ocurrido el 1 de enero
de 2001, en que, tras haber sido reconocido por la médica, ésta entendió, "por prudencia", según afirmó
en su declaración, que debía haber quedado en observación en el hospital a pesar de que su caso no era
de extrema gravedad, y coherente con ello acordó su derivación al hospital a fin de que aquel quedara en
observación. Ahora bien, por razón de la resistencia del paciente acabó por tachar la derivación y sustituirla
por un tratamiento domiciliario, lo que consta en el expediente.
Es decir, los servicios sanitarios dejaron en manos del paciente cual debia ser el tratamiento médico
adecuado, y así en vez de mantener la derivación al hospital que es lo que procedía se sustituye por tratamiento
domiciliario, siendo lo cierto, y en esto se muestran de acuerdo tanto el amplio y detallado informe médico
forense del doctor Justiniano (conclusión quinta del mismo) como las dos periciales de parte, que la asistencia
médica adecuada a la situación en que se encontraba el paciente era su ingreso hospitalario a fin de continuar
éste en observación y examinar el dolor abdominal intenso que presentaba, y que hubiera permitido, con
síntomas de HDA o sin ellos, que al paciente se le realizase una endoscopia, lo que hubiera permitió tener
alguna o muchas oportunidades de preservar la vida del paciente (informe médico forense folio 16 segundo
párrafo).
Sin embargo, no fue esa la asistencia que recibió el paciente por la Administración sanitaria y el único
y exclusivo argumento mediante el que se pretende exculpar una medida y una actuación a todas luces
inapropiada a tenor de los antecedentes y los síntomas que mostraba el paciente el 1 de enero, fue el hecho,
3
que ya hemos afirmado que está probado, de resistirse el paciente a ingresar en el hospital, lo que a juicio de
la Administración sanitaria vendría a convalidar que la médica tache la derivación al hospital, omita cualquier
juicio diagnóstico por escrito y prescriba sin más un tratamiento domiciliario, criterio con el que nos mostramos
en desacuerdo, por las razones que a continuación se indican.
4) El documento denominado alta médica se encuentra en la actualidad definido en el artículo 3 de la Ley
41/2002, de 14 de noviembre , básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones
en materia de información y documentación clínica, como " el documento emitido por el médico responsable
en un centro sanitario al finalizar cada proceso asistencial de un paciente, que especifica los datos de éste,
un resumen de su historial clínico, la actividad asistencial prestada, el diagnóstico y las recomendaciones
terapéuticas ", mientras que por su parte el artículo 20 , en relación al denominado informe de alta establece
" Todo paciente, familiar o persona vinculada a él, en su caso, tendrá el derecho a recibir del centro o
servicio sanitario, una vez finalizado el proceso asistencial, un informe de alta con los contenidos mínimos que
determina el artículo 3 . Las características, requisitos y condiciones de los informes de alta se determinarán
reglamentariamente por las Administraciones sanitarias autonómicas".
Estos preceptos deben ser puestos en relación con el artículo 2 del mismo cuerpo legal en sus apartados
3 y 4 , en que se regula que ocurre cuando se rehúsa por el paciente el tratamiento médico que se le
prescribe disponiendo por lo que respecta al paciente "... 3. El paciente o usuario tiene derecho a decidir
libremente, después de recibir la información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles.4. Todo
paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la Ley.
Su negativa al tratamiento constará por escrito ", mientras que por lo que respecta al profesional sanitario el
apartado sexto del mismo precepto establece " Todo profesional que interviene en la actividad asistencial está
obligado no sólo a la correcta prestación de sus técnicas, sino al cumplimiento de los deberes de información
y de documentación clínica, y al respeto de las decisiones adoptadas libre y voluntariamente por el paciente ".
Finalmente no puede dejar de citarse el articulo 21 de la misma Ley , que referida al alta médico impone
lo siguiente " En caso de no aceptar el tratamiento prescrito, se propondrá al paciente o usuario la firma del
alta voluntaria. Si no la firmara, la dirección del centro sanitario, a propuesta del médico responsable, podrá
disponer el alta forzosa en las condiciones reguladas por la Ley. El hecho de no aceptar el tratamiento prescrito
no dará lugar al alta forzosa cuando existan tratamientos alternativos, aunque tengan carácter paliativo,
siempre que los preste el centro sanitario y el paciente acepte recibirlos. Estas circunstancias quedarán
debidamente documentadas.2. En el caso de que el paciente no acepte el alta, la dirección del centro, previa
comprobación del informe clínico correspondiente, oirá al paciente y, si persiste en su negativa, lo pondrá en
conocimiento del juez para que confirme o revoque la decisión ".
Estas normas, que ciertamente no son de aplicación directa al caso de autos dado que son posteriores
en el tiempo, no pueden ser despreciadas dado que no son sino continuación del estado legal y jurisprudencial
anterior a su entrada en vigor y proscriben, como yo lo hacía la normativa anterior y la jurisprudencia
que la interpretaba, comportamientos como el examinado. No solo no se debía haber tachado en ningún
caso la derivación a hospital lo que en sí es ya una clara muestra de negligencia (La decisión modificó la
evolución clínica del paciente y el resultado del proceso), sino que se debía haber expedido el documento
de alta voluntaria y lo más importante, el paciente debía haber firmado por escrito una vez informado de las
consecuencias de su negativa a ingresar al hospital que consecuencias le podía deparar su actitud, siendo
aquí donde se residencia el daño antijurídico y deber de su resarcimiento por el responsable de su comisión,
esto es la Administración sanitaria.
5) Solamente nos queda recordar el estado legal de la cuestión que nos ocupa al tiempo de los hechos,
que como ya hemos indicado, nos conduce a igual conclusión, estando presidido por el artículo 10 la Ley
general de sanidad 14/1986, de 25 de abril, en su apartado noveno , en la redacción que se encontraba
vigente en diciembre de 2000 y enero de 2001 que recoge entre los derechos del paciente " A negarse al
tratamiento, excepto en los casos señalados en el apartado 6; debiendo, para ello, solicitar el alta voluntaria,
en los términos que señala el apartado 4 del artículo siguiente " que dispone como obligación " Firmar el
documento de alta voluntaria en los casos de no aceptación del tratamiento. De negarse a ello, la Dirección del
correspondiente Centro Sanitario, a propuesta del facultativo encargado del caso, podrá dar el alta " mientras
el apartado 11 obliga a "..a que quede constancia por escrito de todo su proceso..", no resultando ocioso
recordar que ya el Real decreto 63/1995, de 20 de enero , sobre ordenación de prestaciones sanitarias del
sistema nacional de salud , reconoce la historia clínica como una prestación sanitaria, englobándola dentro
de la modalidad de los servicios de información y documentación sanitaria.
4
Señala el Tribunal Supremo en su STS de 13 de julio de 2000 (rec. 8182/1999 . Pte: González Navarro,
Francisco) que "Desde que un paciente "entra en el sistema" queda sometido a las directrices del equipo
médico correspondiente. Es este equipo el que tiene la potestad de adoptar las decisiones correspondientes,
asumiendo -por supuesto- la responsabilidad de esas decisiones. Cierto que el paciente es libre para adoptar
la decisión de "salir del sistema". En cuyo caso asume la responsabilidad por las consecuencias que de esta
decisión puedan seguírsele, consecuencias que el equipo médico actuante debe explicitarle como aquí hizo
y consta acreditado en el expediente."
6) Dicho lo anterior resulta indiscutible y evidente la existencia de un enlace preciso, directo y decisivo
según las reglas del criterio humano entre el voluntario y continuado comportamiento del paciente y la causas
que motivaron su fallecimiento el 1 de enero de 2001, no tanto por razón de las transgresiones dietéticas
importantes que le llevaron al Pac de Burela el 29 de enero de 2000 sino de manera principal por negarse
activamente don Jose Daniel a quedar en observación en el hospital comarcal ese mismo día, como por
el hecho de no acudir al hospital en ayunas tal como se le había prescrito con claridad y que hubieran
evitado (como lo hubiera evitado su ingreso posterior) con cierta probabilidad el fatal desenlace, todo ello
con independencia de la resistencia, posiblemente tenue y pasiva, que volvió a mostrar el día 1 de enero de
2011 a quedar ingresado hospitalariamente, elementos todos ellos cuya influencia determinante debe tener
su correspondencia en la cuantía de la indemnización que en concepto de obligación reparadora por todos
los daños causados debe percibir la reclamante, y que a tenor de la edad del fallecido, el estrecho vínculo
de afecto y las circunstancias reseñadas con anterioridad debe establecerse, actualizada, en la suma global
de 4.000 euros.
TERCERO .- Conforme a lo dispuesto en el artículo 139.2 de la Ley 29/1998 , no procede imponer las
costas causadas en esta instancia a ninguna de las partes personadas.
Vistos los preceptos y principios citados y demás de general y pertinente aplicación,
FALLAMOS
Debemos estimar y estimamos en parte el recurso de apelación interpuesto por la representación de
doña Manuela frente a la Sentencia dictada por el Juzgado de lo contencioso-administrativo número 2 de
los de Santiago de Compostela A Coruña a que se refieren las presentes actuaciones que en consecuencia
revocamos y dejamos sin efecto y consecuencia debemos anular y dejar sin efecto la resolución de la
Conselleria de Sanidade de fecha 3 de octubre de 2008 por la que se desestimó la reclamación de
responsabilidad patrimonial ejercida el 26 de mayo de 2005 ante la Conselleria de Sanidade y que dio
lugar al expediente administrativo de responsabilidad patrimonial nº 10/2005, declarando la responsabilidad
patrimonial de la Administración apelada y condenando a la misma a que abone a la hoy apelante la suma de
4.000 euros, como indemnización total comprensiva de todos los daños causados en concepto de principal
e intereses hasta el día en que se notifique ésta resolución. Sin imposición de las costas causadas en esta
instancia.
Notifíquese a las partes haciéndole saber que la misma es firme , y que contra ella, sólo se podrá
interponer recurso de casación en interés de Ley establecido en el art. 100 de la Ley 20/1998, de 13
de julio , reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, por las personas y entidades a que se
refiere dicho precepto, dentro del plazo de tres meses siguientes a su notificación. Asimismo podrá interponer
contra ella cualquier otro recurso que estime adecuado a la defensa de sus intereses. Para admitir a tráite
el recurso, al interponerse deberá constituirse en la cuenta de depósitos y consignaciones de este Tribunal
(1578-0000-85-7075-11-24), el depósito al que se refiere la disposición adicional decimoquinta de la Ley
Orgánica 172009 de 3 de noviembre (BOE num. 266 de 4/11709 ), y, en su momento, devuélvase el expediente
administrativo a su procedencia, con certificación de esta resolución.
Así por esta mi Sentencia, lo pronuncio, mando y firmo.
PUBLICACION .- La sentencia anterior ha sido leída y publicada el mismo día de su fecha, por el Ilmo.
Sr. Magistrado Ponente D. IGNACIO ARANGUREN PEREZ, al estar celebrando audiencia pública la Sección
3 de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Galicia. Doy fe A Coruña,
veintitrés de no viembre de dos mil once.
5
Roj: AJPI 5/2012
Id Cendoj: 33024420082012200001
Órgano: Juzgado de Primera Instancia
Sede: Gijón
Sección: 8
Nº de Recurso: 274/2012
Nº de Resolución:
Procedimiento: CIVIL
Ponente: ANGEL LUIS CAMPO IZQUIERDO
Tipo de Resolución: Auto
AUTO
En Gijón a 4 DE MAYO DE 2012
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- En fecha 26 de marzo de 2012 se recibió en este Juzgado comunicación de la Unidad
de Psiquiatría del Hospital de Jove, solicitando autorización para someter a D. Luis Andrés a tratamiento
Ambulatorio. Pretensión que se admitió a trámite y se registró con el nº 274/2012
SEGUNDO .- Por providencia de 2 de abril, se acordó practicar las diligencias oportunas como: a)
exploración personal de Luis Andrés , b) que se le designe abogado, c) informes psiquiátricos y las demás
que procedan, todas ellas se practicaron con el resultado que consta en autos
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- La primera cuestión que se plantea, cuando hablamos del TRATAMIENTO
AMBULATORIO OBLIGATORIO, es si es posible acordarlo, en función de las normas que existen hoy en día
en nuestro ordenamiento jurídico vigente; es decir si esta figura, tiene suficiente cobertura legal. Al respecto,
entiendo que si, y que las disposiciones legales que avalan tal afirmación, son:
I.- Constitución española Art 9.2 , Art 10, Art 49
II.- Declaración de Hawai/II Aprobada por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Psiquiatría,
Viena, Austria, Junio 1983.
"... 5.- No debe llevarse a cabo ningún tratamiento contra la voluntad del paciente o independientemente
de ella, a menos que, debido a su estado mental, el paciente no pueda formarse una opinión acerca de cuál
tratamiento servirá a sus mejores intereses, ni saber tampoco que sin ese tratamiento es probable que se
inflija un grave daño a sí mismo o a terceros.
6.- En cuanto desaparezcan las condiciones para el tratamiento compulsivo, el psiquiatra debe
suspender su carácter obligatorio y, en caso de ser necesario seguir con la terapia, deberá obtener el
consentimiento voluntario del paciente. El psiquiatra debe informar al paciente y/o a un pariente o a otras
personas próximas, acerca de la existencia de mecanismos que permitan apelar de la retención y presentar
otras quejas relacionadas con su bienestar..."
III.- Articulo 216 del c.c . según redacción dada por la ley 13/1983 de 24 de octubre. Articulo
158 del c.c . "...4º En general, las demás disposiciones que considere oportunas, a fin de apartar al menor
(aplicado al TAI seria el enfermo mental) de un peligro o de evitarle perjuicios. Todas estas medidas podrán
adoptarse dentro de cualquier proceso civil o penal o bien en un procedimiento de jurisdicción voluntaria."
IV.- Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad. Capitulo III. De la Salud Mental Art 20 .
Problemas psicosociales que acompañan a la pérdida de salud en general.
V.- Proposición y Puntos de Vista de la AMP sobre los Derechos y la Protección Legal de los
Enfermos Mentales. Adoptada por la Asamblea General de la AMP en Atenas, Grecia, 17 de Octubre,
1989
1
.- Las personas que sufren de una enfermedad mental deben gozar de los mismos derechos humanos
y libertades básicas que los otros ciudadanos. No deberán estar sujetas a una discriminación por razones de
una enfermedad mental.
.- Los enfermos mentales tienen el derecho de recibir un trato profesional, humano y digno.
.- El psiquiatra debe servir a los supremos intereses del paciente, de acuerdo con los conocimientos
científicos y principios éticos aceptados.
.- La legislación de protección a la salud debe asegurar un tratamiento adecuado y efectivo para todos
los pacientes, incluso para los pacientes psiquiátricos, y proteger sus derechos al tratamiento dentro o fuera
de instituciones de un nivel aceptable.
.- Cuando sea posible, los servicios psiquiátricos se integrarán en el sistema de asistencia social y
sanitaria.
.- Todos los pacientes serán tratados y atendidos, en la medida de lo posible, en la comunidad en la
cual viven.
.- En principio, los pacientes psiquiátricos deben ser tratados de acuerdo con las mismas reglas que
los otros pacientes, favorecidos por el hecho de que la gran mayoría de aquellos pueden ser tratados de una
manera informal y voluntaria, en condiciones ambulatorias, sin hospitalización.
.- El tratamiento voluntario debe alentarse, y el acceso al mismo no debe administrarse de una manera
distinta del acceso al tratamiento de las enfermedades somáticas.
.-La intervención compulsiva es una gran infracción a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales del paciente. Por lo tanto, se necesitan tener criterios y garantías específicos y cuidadosamente
definidos para esa intervención. No debe llevarse a cabo la hospitalización o el tratamiento contra la voluntad
del paciente, a menos que el paciente sufra de una enfermedad mental grave. La intervención compulsiva
debe llevarse a cabo con el principio de la mínima restricción.
.- El diagnóstico de que una persona está mentalmente enferma se establecerá de acuerdo con
los estándares médicos aceptados. Al determinar que una persona padece de una enfermedad mental, el
facultativo debe hacerlo de acuerdo con la ciencia médica.
.- La gravedad de la enfermedad mental y la gravedad del daño que puede ocasionar el paciente a sí
mismo o a terceros se determinará de acuerdo con las definiciones de la legislación nacional.
.- La legislación nacional debe proveer directivas con respecto a la clase de personas que están
autorizadas a requerir una admisión compulsiva, y qué órganos están autorizados para aplicar la fuerza física
que sería necesaria para instrumentar la internación compulsiva.
.- La decisión final para admitir o retener a un paciente en un establecimiento psiquiátrico, como paciente
involuntario, puede ser adoptada solamente por un juzgado o por un órgano independiente y competente,
prescripto por la ley, y sólo después de realizadas las audiencias correspondientes.
.- Los pacientes deben ser informados cabalmente sobre sus derechos y su tratamiento. Tienen el
derecho de apelar y de ser escuchados personalmente por el tribunal o el órgano competente.
.- La necesidad de privación de la libertad será revisada a intervalos fijos y regulares como lo prescriben
las leyes nacionales.
.- Los pacientes que están privados de libertad tendrán el derecho a tener un tutor o asesor para proteger
sus intereses.
.- Los pacientes tienen el derecho de recibir el tratamiento y el cuidado correspondientes de acuerdo con
las mejores normas existentes. La calidad del tratamiento depende también del ambiente físico, del personal
y de los recursos adecuados.
VI.- Tribunal Constitucional, Pleno, Sentencia 120/1990 de 27 Jun. 1990, rec. 443/1990 Ponente:
García-Mon y González Regueral, Fernando . De esta sentencia se puede deducir que el tratamiento
ambulatorio involuntario debe responder a tres principio: a) necesidad para el fin que se persigue con él, b)
proporcionalidad entre la limitación de la libertad del enfermo y la situación en que este se encuentre y c)
respeto al contenido esencial del derecho a la vida, integridad, dignidad y libre determinación de la persona.
(Tal y como se recoge en el Protocolo de actuación sanitaria judicial en supuestos de Tratamiento Ambulatorio
Involuntario, realizado por el Ilmo Sr D. Vicente Magro Server, Magistrado de la A.P. de Alicante)
2
VII.- Declaración de las Naciones Unidas sobre protección de salud mental, donde se recogen los
Principio para la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental.
Adoptados por la Asamblea General en resolución 46/119 de 17 de diciembre
VIII.- Declaración de Madrid Aprobada por la Asamblea General de la AMP, en Madrid, España,
el 25 de Agosto 1996
"...3.- El paciente debe ser aceptado en el proceso terapéutico como un igual por derecho propio. La
relación terapeuta-paciente debe basarse en la confianza y en el respeto mutuo, que es lo que permite al
paciente la información relevante y significativa para que pueda tomar decisiones racionales de acuerdo a sus
normas, valores o preferencias propios.
4.- Cuando el paciente esté incapacitado o no pueda ejercer un juicio adecuado a causa de un trastorno
mental, el psiquiatra deberá consultar con su familia y, si fuera necesario, buscar consejo jurídico, con el objeto
de salvaguardar la dignidad humana y los derechos legales del paciente. No se debe llevar a cabo ningún
tratamiento en contra de la voluntad del paciente, salvo que el no hacerlo ponga en peligro la vida del paciente
o de aquéllos que lo rodean. El tratamiento debe guiarse siempre por el mejor interés del paciente.
5.- Cuando a un psiquiatra se le solicite evaluar a una persona, es su deber informar y aconsejar a la
persona que se evalúa sobre el propósito de la intervención, sobre el uso de los resultados de la misma y sobre
las posibles repercusiones de la evaluación. Este punto es particularmente importante cuando los psiquiatras
tengan que intervenir en situaciones con terceras partes...".
IX.- Consejo de Europa. Convenio de Asturias de Bioética. Oviedo, 4 de abril de 1997. Convenio
para la protección de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las
aplicaciones de la Biología y la Medicina. Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina.
"... Artículo 5. Regla general. No podrá llevarse a cabo intervención alguna sobre una persona en
materia de salud sin su consentimiento informado y libre. Dicha persona recibirá previamente una información
adecuada sobre la finalidad y naturaleza de la intervención, así como de sus consecuencias y riesgos. La
persona afectada podrá retirar su consentimiento en todo momento y con entera libertad.
Artículo 6. Protección de los incapaces. 1. Con las reservas de los artículos 17 y 20, las personas
sin capacidad para consentir no podrán ser sometidas a intervención alguna sino en su beneficio directo. 2.
Cuando, según la ley, un menor no sea capaz de consentir a una intervención, ésta no podrá llevarse a cabo
sin la autorización de su representante, de una autoridad, o de la persona o instancia señalada en la ley. El
consentimiento del menor será considerado como elemento tanto más determinante cuanto mayores sean su
edad y grado de discernimiento. 3. Cuando según la ley un mayor de edad no tenga capacidad de consentir a
una intervención por razón de una deficiencia mental, enfermedad o motivo similar, aquélla no podrá llevarse
a cabo sin la autorización de su representante, de una autoridad, o de la persona o instancia señalada en la
ley. En la medida de lo posible la persona afectada tomará parte en el procedimiento de autorización. 4. El
representante, la autoridad, la persona o la instancia a que se refieren los apartados 2 y 3, recibirán en las
mismas condiciones la información a que alude el artículo 5. 5. La autorización contemplada en los párrafos
2 y 3, podrá en todo momento ser retirada en interés de la persona afectada.
Artículo 7. Protección de las personas que sufran trastorno mental. La persona que sufra un trastorno
mental no podrá ser sometida a tratamiento de dicho trastorno sin su consentimiento, a no ser que de la falta
de tratamiento pudiera acarrearse grave quebranto para su salud y con arreglo a las condiciones establecidas
por la ley en orden a su protección. Las condiciones legales de protección comprenderán procedimientos de
vigilancia y control y vías de recurso.
Artículo 8. Situaciones de urgencia. Si por imperativos de urgencia fuese imposible obtener el
correspondiente consentimiento, se podrá no obstante realizar de inmediato toda intervención médica
indispensable para el bien de la salud de la persona afectada.
Artículo 9. Deseos emitidos con anterioridad. Deberán tomarse en cuenta los deseos emitidos
con anterioridad por el paciente que, al tiempo de la intervención, no se hallare en estado de expresar
su voluntad en orden a una intervención médica. (Actuales Instrucciones previas o testamento vital)..."
X.- Art 763 LEC 1/2000 . Internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico. Articulo que
se debe poner en conexión con el articulo 762 del mismo texto lega, referente a medidas cautelares.
XI.- Directiva 2001/20/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de abril de 2001, relativa a la
aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros
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sobre la aplicación de buenas prácticas clínicas en la realización de ensayos clínicos de medicamentos
de uso humano
XII.- Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de
derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica. Art 8 , 9 , 10
XIII.- Libro Verde de la UE sobre Salud Mental. Bruselas 14.10.2005 COM (2005) 484 final.
La OMS describe la salud mental. Es un estudio de bienestar en el que el individuo es consciente de
sus capacidades, puede enfrentarse a las exigencias normales de la vida y trabajar de forma productiva y
fructífera y es capaz de contribuir a su comunidad. Se consideran enfermedades mentales los problemas
psíquicos y la tensión emocional, las disfunciones asociadas con los síntomas de angustia y los trastornos
psíquicos diagnosticables, como la esquizofrenia y la depresión. La salud mental esta condicionada por
múltiples factores: de carácter biológico, individual, familiar, social, económico y medioambiental.
.- La prioridad es proporcionar a las personas con enfermedades mentales una asistencia y unos
tratamientos eficaces, de calidad y accesibles
.- La salud mental, por tanto pasa a ser asunto de la Comunidad Europea, en tanto en cuanto: a) La salud
mental de la población puede ayudar a que se alcancen algunos de los objetivos estratégicos de la Comunidad,
b) La Comunidad impulsa y apoya la cooperación entre los Estados miembros y combate las desigualdades
existentes entre ellos y c) la Comunidad esta obligada a contribuir a un elevado nivel de protección de la salud
humana a través de todas sus políticas y actividades.
.- La estrategia de la UE podría centrarse en los siguientes aspectos: a) Promover la salud mental
de toda la población, b) Hacer frente a las enfermedades mentales mediante prevención, c) mejorar la
calidad de vida de las personas afectadas por enfermedades o discapacidades psíquicas integrándolas en la
sociedad y protegiendo sus derechos y su dignidad y d) Desarrollar un sistema de información, investigación
y conocimientos sobre salud mental para toda la UE.
.- El internamiento forzoso es una institución psiquiatrita y el tratamiento no voluntario, atentan
gravemente contra los derechos de los pacientes y solo deberán aplicarse como ultimo recurso cuando hayan
fallado alternativas menos restrictivas.
XIV.- Real Decreto 1030/2006 de 15 de septiembre, en el que se establece la cartera de servicios
comunes del Sistema Nacional de Salud y el procedimiento para su actualización. Art 1, A nexo III referido a
Cartera de servicios comunes de atención especializada, en su apartado 7, r
XV.- Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, hecho en Nueva York el 13
de diciembre de 2006. Forma parte de nuestro derecho interno desde mayo de 2008 y que establece en su
articulado
1.- En su art. 1 que el propósito de dicha convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y
en condiciones de igualad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas
con discapacidad y promover el respeto de su dignidad inherente.
2.- En sus artículos 8 y 9 regula de forma clara la obligación de los estados de fomentar la toma
de conciencia respecto de las personas con discapacidad, su accesibilidad y potenciación de las medidas
necesarias para que las personas con discapacidad puedan vivir de forma independiente y participar
plenamente en todos los aspectos de la vida.
3.- En su articulo 12 establece la obligación de respetar, en la medida de los posible, la capacidad jurídica
y la capacidad de obrar de las personas con discapacidad; adoptando las medidas necesarias para respetar
y que puedan ejercer, como las personas capacitadas, sus derechos y su autonomía de la voluntad. Art 12.4.
4.- En sus artículos 17 y ss se establecen también medidas inherentes a la protección de las personas
discapacidad, en cuanto a su integridad personal, su libertad de desplazamiento, su derecho a vivir de forma
independiente, a ser incluido en la comunidad, a la movilidad personal, a la libertad de expresión, de opinión,
al acceso a la información, respeto a la privacidad, a la salud, a la habilitación y a la rehabilitación, a un nivel
de vida adecuado y a la protección social, a la participación en la vida política y publica, en la vida cultural de
su comunidad y sociedad en que vive, al esparcimiento, al deporte, a las actividades recreativas etc.
En una palabra, esta convención, pone de relieve la necesidad de que se produzca en nuestra sociedad,
y en especial en el ámbito jurídico un cambio de conciencia y sensibilización en orden a las personas
con discapacidad. Es decir los procesos encaminados a privar totalmente de la capacidad de obrar, deben
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ser el último remedio al que acudir para proteger la persona con discapacidad; debiendo acudir antes a
otras medidas previas siempre que sea posible como; testamento vital, instrucciones previas, patrimonios
protegidos, mandatos prorrogables, hipoteca inversa etc.
Recientemente la Ley 26/2011 de 1 de agosto ha procedido a adaptar parte de nuestro ordenamiento
jurídico interno, del que forma parte dicha Convención, a las directrices que contiene la misma. Así, incluye ya el
paso de un sistema sanitario a un sistema social; introduce en la ley 51/2003 de igualdad de oportunidades, no
discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, el concepto y definición de persona
con discapacidad, en los mismos términos que recoge la Convención. Su preámbulo, establece claramente
que nuestro ordenamiento jurídico, y por ello los diferentes operadores jurídicos y de la Administración publica
en general, deben tener en cuenta los siguientes principios: 1.- respeto a la dignidad inherente a la
persona, 2.- respeto a la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, 3.la independencia de cada ser humano, 4.- la no discriminación, 5.- su participación e inclusión plena y
efectiva en la sociedad, 6.- la igualdad de oportunidades, el respeto por la diferencia y 7.- la acepción
de las personas con discapacidad como manifestación de la diversidad y la condición humana.
SEGUNDO.- A la vista de toda esta normativa se puede concluir:
A.- La determinación de que una persona padece una enfermedad mental se formulará con
arreglo a normas médicas aceptadas internacionalmente.
B.- Las personas que sufren de una enfermedad mental deben gozar de los mismos derechos
humanos y libertades básicas que los otros ciudadanos. No deberán estar sujetas a una discriminación
por razones de una enfermedad mental. Los enfermos mentales tienen el derecho de recibir un trato
profesional, humano y digno.
C .- Todo paciente tendrá derecho a ser tratado en el ambiente y a recibir el tratamiento menos
restrictivo y alterador posible que corresponda a sus necesidades de salud y a la necesidad de
proteger la seguridad física y psíquica de terceros. Como regla general no debe llevarse a cabo ningún
tratamiento contra la voluntad del paciente o independientemente de ella.
D. - Toda actuación en el ámbito de la salud de un paciente necesita el consentimiento libre y
voluntario del afectado, una vez que, recibida la debida información.
E. - Las intervenciones clínicas, tratamiento medico-farmacológicos, indispensables en favor
de la salud del paciente, podrán llevarse a cabo sin necesidad de contar con el consentimiento del
enfermo, en los siguientes casos: a) Cuando existe riesgo para la salud pública a causa de razones
sanitarias establecidas por la Ley. b) Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o
psíquica del enfermo y no es posible conseguir su autorización, c) Se podrá otorgar el consentimiento
por representación o por mandato judicial, en los siguientes supuestos: a) Cuando el paciente no
sea capaz de tomar decisiones, a criterio del médico responsable de la asistencia, o su estado físico
o psíquico no le permita hacerse cargo de su situación, b) Cuando el paciente esté incapacitado
legalmente, c)) Cuando el paciente menor de edad no sea capaz intelectual ni emocionalmente de
comprender el alcance de la intervención
F.- En cuanto desaparezcan las condiciones para el tratamiento compulsivo, se debe suspender
su carácter obligatorio y obtener el consentimiento informado del paciente, para continuar con dicho
tratamiento.
G.- El tratamiento ambulatorio involuntario (TAI) debe por tanto obedecer a los principios
siguientes: a) necesidad para el fin que se persigue con él, b) proporcionalidad entre la limitación de
la libertad del enfermo y la situación en que este se encuentre, c) respeto al contenido esencial del
derecho a la vida, integridad, dignidad y libre determinación de la persona, d) excepcionalidad y e)
temporalidad. Debiéndose ver el mismo, no como una limitación de la libertad del enfermo, sino mas
bien como una medida de apoyo necesaria para el pleno ejercicio de su capacidad jurídica"
H.- Si nuestra LEC, permite, siempre y cuando se adopte con las debidas garantías, l que
se autorice el internamiento forzoso de un enfermo mental en un centro psiquiátrico, obviamente
para ser sometido a tratamiento medico - farmacológico forzoso, incluso adoptando medidas de
contención; con la única finalidad de evitar un empeoramiento en la salud he dicho enfermo, y si
es posible su mejora. Es evidente, que con esas mismas garantías y esa misma finalidad, se podrá
autorizar un tratamiento ambulatorio involuntario, que es menos coercitivo e limitador de la libertad del
paciente. Garantizando con ello: 1.- se produzcan en relación a la misma persona, esos innumerable
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internamiento, llamados de puerta giratoria, 2.- se vite el estigma que supone para ese paciente, esos
continuos internamiento en unidades psiquiatrita, 3.- se permita al paciente, levar una vida, personal,
familia, social y laboral, similar al resto de personas; 4.- se frene el deterioro de la salud, que suele
conllevar la renuncia al tratamiento, de forma injustificada, por no tener conciencia real de enfermedad.
TERCERO.- Es relevante también, poner de manifiesto, que con la vía del TAI, se evitara, en supuestos
de enfermedades mentales, en muchas ocasiones el tener que iniciar el proceso judicial de modificación de la
capacidad , art 756 y ss de la LEC , respecto del cual curiosamente hay muy pocas voces en contra; pese a
que en el mismo lo que se suele pedir y obtener vía sentencia es: a) que se prive totalmente de la capacidad
a una persona con enfermedad mental, b) que se nombre a un tutor que tomes las decisiones por él y c) que
se le pueda someter en contra de su voluntad, a tratamiento medico o internamiento, siempre y cuando se
solicite por el tutor y se autorice por el juez ( que diferencia hay entre esto y el TAI a grandes rasgos). No
es menos respetuoso con la libertad, la voluntad y la dignidad de la persona el proceso del TAI, que privar
totalmente a una persona de su capacidad o someterla en contra de su voluntad de un internamiento forzoso,
donde va a ser sometido también de forma involuntaria al tratamiento medico pautado.
Por tanto cuando hablamos de personas con enfermedades mentales, estamos hablando, tal y
como señala la Convención de Nueva York, de personas con plena capacidad, tanto jurídica como de
obrar, si bien debido a esa diversas funcional que tienen (la enfermedad mental), tienen problemas
o limitaciones para el pleno ejercicio de dicha capacidad, de ahí que sea necesario el facilitarle las
medidas de apoyo necesario, para su pleno ejercicio. Medidas de apoyo, entre las que entiendo se
debe incluir el TAI, pues con ello se evitara en el futuro que se vean sometidos a procesos judiciales
de modificación de la capacidad o a internamiento forzoso,
CUARTO.- Así mismo, se plantea que no es posible hoy en día acordar esta medida del TAI, sobre la
base de que no existiendo una regulación especifica al respecto, con dicha medida se vulnera el derecho a
libertad y autonómica del enfermo a decidir sobre su estado de salud y tratamientos a seguir. Lo cual es cierto,
admisible y defendible, siempre y cuando no existiese en nuestro ordenamiento la figura del internamiento
involuntario. Es decir, los que abogan en contra de esta medida, entienden que no es posible someter a una
persona a un tratamiento ambulatorio a la fuerza; pero si admiten que en contra, que se enfermo en contra
de su voluntad: 1.- Sea ingresado en una unidad de psiquiatría a la fuerza, por la simple orden de un
medico, 2.- Que en esas unidades de psiquiatría se someta al paciente a tratamientos forzoso, 3.- Que
en casos justificados, se adopten medidas de contención y 4.- Que la labor judicial sea simplemente
una labor de control y garantista, pero no de decisión,
Pues bien, esta demostrado, que estos internamiento continuos, derivados de un abandono -muchas
veces inconsciente- del tratamiento, genera un deterioro progresivo de la capacidad de la persona, que
conlleva que los internamientos sean más y en intervalos menos cortos. Internamientos, por otra parte, que
debido a la escasez de medios que existen en la mayoría de las unidades psiquiatrita, afectan gravemente a
las condiciones de vida y dignidad de la persona. Mientras que con el TAI, que realmente es una limitación de
la libertad - bastante menor de la que se produce con los internamiento- se pretende mejorar y garantizar las
condiciones de vida, laborales y de dignidad de dichas personas; a fin de que puedan hacer una vida lo mas
normal posible e integrada en la sociedad. En una palabra, con el TAI se mejoran claramente las condiciones
de vida, las condiciones laborales, se trata de eliminar la estigmatización que conlleva los internamientos, y
además de todo ello y de forma tangencial, mejorar también las condiciones de vida y seguridad de terceras
personas y los familiares de los enfermos mentales.
QUINTO.- Por otro lado, siendo evidente que este TAI conlleva una limitación de derechos y libertadas
del enfermo mental, es necesario que dicha medida se adopte con un respeto máximo y absoluto de su derecho
a la tutela judicial efectiva. Es decir, no se puede adoptar sin una decisión judicial, sin respetar el derecho de
audiencia y defensa del paciente, sin que intervenga el Ministerio Fiscal como figura garantista de la legalidad
y defensa de los derechos de estas personas y sin que se acredite suficiente que no existen otras vías o
soluciones mejores, que puedan evitar el internamiento forzoso.
En una palabra, es necesario que se cumplan más o menos los siguientes pasos:
1.- CONDICIONES MÍNIMAS INDISPENSABLES: a) Trastorno mental severo /grave, b) Efectividad
documentada del plan terapéutico, c) Negativa del paciente a realizar tratamiento, d) Capacidad limitada para
entender la información sobre su situación y los graves riesgos que conlleva para sí mismo o para otros, a
causa de su estado mental, e) Ausencia de criterios de urgencia de tratamiento.
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2.- CONDICIONES COMPLEMENTARIAS(relacionados causalmente con la ausencia de
tratamiento) : a) Riesgo de suicidio documentado, b) Autoagresividad documentada en el episodio actual,
c) Heteroagresividad documentada en el episodio actual y d) Reingresos en Unidades de Hospitalización
Psiquiátrica.
3.- Los tramites a seguir, serian
a.- El clínico responsable del caso informará previamente al paciente, familia y/o tutor de la propuesta
de tratamiento involuntario, que se interrumpirá en caso de consentimiento informado documentado.
b.- El informe propuesta será realizado por el clínico responsable del paciente. Informe que deberá
contener como mínimo :
.- Identificación del los profesionales responsables del caso.
.- Documentación relativa a reingresos en Unidades de Hospitalización Psiquiátrica tras abandono del
tratamiento.
.- Efectividad documentada del plan terapéutico propuesto.
.- Negativa documentada a las alternativas terapéuticas propuestas.
.- Justificación razonada de las condiciones que sustentan la propuesta.
.- Breve exposición del plan terapéutico.
.- Objetivos del plan de tratamiento
c.- El informe propuesta debe esta avalado por una Comisión Colegiada de profesionales expertos en
la materia.
d.- Una vez llegue esa petición al Juzgado, desde el responsable de psiquiatría que trate al enfermo,
o del Ministerio Fiscal, el juez deberá: 1.- Oír a la persona afectada por la decisión, que podrá estar asistida
de letrado. 2.- Oír al Ministerio Fiscal. 3.- Oír a los parientes próximos, en especial al cónyuge del paciente, a
quien se encuentre en situación de hecho asimilable, a los hermanos, ascendientes, descendientes, parientes
y allegados que se consideren necesarios. 4.- Oír al psiquiatra responsable del tratamiento. 5.- Al facultativo
que designe el propio juzgado, que podrá ser el médico forense.
e) Una vez se dicte auto, acordando la medida del TAI el seguimiento y control, Serra similar al que se
hace en los internamientos forzosos del art 763 de la LEC . Es decir deberá haber controles periódicos y el
alta deberá ser fundamentalmente médica.
f) Todas estas medidas, exigen, que el enfermo este asistido de letrado, ya sea de libre designación,
ya sea de oficio, pues no en vano estamos hablando de una limitación parcial de su libertad.
4.- Una vez acordada la medida y notificada al enfermo; si el mismo no quiere seguirla de forma
voluntaria, se deben seguir los siguientes pasos
a) El clínico responsable contactará con el paciente, familia y/o tutor por todos los medios disponibles
con el objetivo de establecer una agenda de consultas que permitan implementar la medida de tratamiento
involuntario.
b) Si el paciente no acude por 1ª vez a consulta se contactará telefónicamente o mediante visita
domiciliaria con el paciente, familia y/o tutor, acordando una nueva cita en un plazo máximo de 72 horas,
recordando la vigencia de la medida de tratamiento involuntario y los riesgos de su incumplimiento.
c) Si el paciente no acude por 2ª vez a la consulta, el clínico responsable del caso utilizará todos los
medios disponibles para reanudar el tratamiento en el tipo y lugar más adecuado al momento clínico que vive
el paciente: consulta ambulatoria, ingreso, etc., sin necesidad de reiniciar el procedimiento
d) Si las medias anteriores no resultaron efectivas, se realizará notificación telefónica y escrita al
Juzgado que autorizó el tratamiento quien tomará las medidas oportunas para reiniciarlo, firmada por el médico
responsable, proponiendo las medidas más adecuadas al plan terapéutico en lo referido al tipo y lugar de
intervención.
5 .- Esta medida finalizará por:
a) Cumplimiento de los objetivos del plan terapéutico.
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b) Consentimiento informado y documentado del paciente de adhesión al plan terapéutico.
c) Medida no efectiva para ninguno de los objetivos del plan terapéutico relacionados con los criterios
complementarios de inclusión tras 18 meses de tratamiento.
d) Cambios en las circunstancias sanitarias y/o sociales del paciente, que desaconsejen o
contraindiquen la medida.
Y no será necesario autorización judicial para que ello ocurra, si el facultativo que hace el seguimiento y
controla la media, considera que se dan los requisitos para ello. Solamente será necesario que se comunique
al juzgado dicha decisión, para tras oír al Fiscal se acuerde el archivo del expediente o se adopten las medidas
complementarias que se consideren oportunas.
SEXTO.- El fundamento de esta medida es: 1.- Facilitar la instauración y mantenimiento de
un plan terapéutico adecuado que permita mejorar la conciencia de enfermedad y la adherencia al
tratamiento en pacientes con trastorno mental grave o severo susceptibles de la misma según la
legislación vigente. 2.- Mejorar las condiciones de vida del paciente. 3.- Limitar al mínimo la libertar y
derecho de decisión del paciente, de ahí que el TAI deberá realizarse en las condiciones y con las los
dispositivos más adecuado a las condiciones del paciente. 4.- Mejorar así mismo las condiciones de
vida y seguridad del entorno familiar y de terceras personas.
SEPTIMO.- Sentado lo anterior, en el caso que nos ocupa, de los datos obrantes en el expediente, y
de otros internamientos anteriores, resulta acreditado que D. Luis Andrés :
1.- Esta diagnosticado de esquizofrenia paranoide desde 1996, cuando tenia 17 años.
2.- El primer intento de seguimiento, sin éxito, que se hace desde el centro de Tratamiento Integral (CTI)
de Montevil es en noviembre de 2003
3.- Desde el 19 de abril de 2005, la psiquiatra que le trata en dicho CTI es Dª Purificacion ; y la psiquiatra
que le ha atendido en todos sus ingreso en la unidad de psiquiatría del hospital de Jove ha sido Dª Almudena
, que es quien ha solicitado el inicio de este expediente.
4.- Los ingresos de Luis Andrés en el hospital de Jove, Gijon, por dichas descompensaciones
y abandono del tratamiento, han sido diez en las siguientes fechas: 29/4/1997; 23/06/1997; 25/10/1999;
26/06/2003; 25/10/2003; 22/7/2009; 1/10/2009; 28/10/2009; 11/2/2012; 12/3/2012.
5.- Estas descompensaciones, van acompañadas de importantes repercusiones conductuales,
conductas de matiz sicopático y alto riesgo de heteroagresividad, como sacar la navaja en la calle a terceras
personas.
6.- En las actuaciones, constan los informes y manifestaciones de las psiquiatras Sra Purificacion y Sra
Almudena , que debido a estos antecedentes y las consecuencias que tiene para Luis Andrés , esa falta de
conciencia de enfermedad, y las descompensaciones que tiene por un seguimiento irregular del tratamiento
pautado, lo mejor para su salud y para llevar unas buenas y dignas condiciones de vida, es someterle a un
Tratamiento Ambulatorio Involuntario.
7.- Esos informes y propuestas de estas dos psiquiatras, que son quienes tratan personalmente a Luis
Andrés han sido corroboradas y ratificadas por los doctores D. Baldomero , Psiquiatra director AGC de salud
mental Área IV y Dª Noemi Psiquiatra responsable del equipo especifico del programa TMS.
8.- Por ultimo, Luis Andrés , debidamente asesorada por su letrado, ha mostrado su consentimiento
libre y voluntario a ser sometido al TAI.
Por todo lo expuesto, se considera procedente acceder a lo solicitado y autorizar que D. Luis Andrés
sea sometido a Tratamiento Ambulatorio Involuntario en el CTI de Montevil, con todas las garantías y
consecuencias que se recogen en estos fundamentos previos, en especial:
1.- El tratamiento solo se dará de forma involuntaria, cuando no sea posible obtener el consentimiento
de Luis Andrés , por el personal de dicho CTI usando todos los medios que tienen a su alcance.
2.- Para suministrar el tratamiento a Luis Andrés , el personal del CTI de Montevil podrán solicitar el
auxilio de los miembros y fuerzas de los cuerpos de seguridad del Estado
3.- Solo se podrá solicitar autorización judicial, para llevar a cabo este tratamiento, o medidas
complemente arias, si por el personal del CTI han realizado todos los intentos y posibilidades que prevé este
auto, incluida la visita domiciliaria
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4.- Este TAI se acuerda, como medida excepcional y como paso previo del internamiento forzoso en el
centro psiquiátrico de Jove, o el que corresponda en cada momento.
5.- Esta autorización al TAI, no es solo para el tema farmacológico, como puede ser el tratamiento
antipsicótico vía parenteral), sino para que desde el CTI se haga un programa integral y completo que
mejore la conciencia de enfermedad y la asunción por parte de Luis Andrés de su responsabilidad
ante la misma. Entre ellos, el seguimiento y tratamiento para eliminar su dependencia al cannabis y
benzodiazepinas, posible inserción en pisos compartidos etc.
PARTE DISPOSITIVA
A la vista de los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación; S. Ilma. Sª DISPONE:
Autorizar que D. Luis Andrés sea sometido a tratamiento ambulatorio involuntario (TAI) en el Centro de
Tratamiento Integral (CTI) de Montevil Gijón, por parte del equipo trastornos mentales severos, estableciendo
las obligaciones de D. Luis Andrés de someterse a dicho tratamiento ambulatorio.
Hágase saber al referido Centro de Tratamiento Integral de Montevil que los facultativos que atienden a
D Luis Andrés deberán informar a este tribunal cada seis meses sobre la necesidad de proseguir el tratamiento
ambulatorio
Comuníquese al Centro de Tratamiento Integral de Montevil la autorización concedida.
En caso de que se proceda, por cualquier causa, al cese del tratamiento, deberá ser comunicado de
forma inmediata a este juzgado.
En caso de quebrantamiento del tratamiento ambulatorio, también se comunicará de forma inmediata
a este juzgado, sin perjuicio de que el mismo Centro adopte las medidas precisas para que se pueda seguir
realizando ese tratamiento ambulatorio, incluso requiriendo el auxilio de las fuerzas y cuerpos de seguridad
del Estado; o en otro caso, si fuese preciso su nuevo ingreso en la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Jove.
Todo ello, advirtiendo al CTI de Montevil, que el uso de medios coercitivos y de fuerza serán
excepcionales y por causas previa y debidamente justificadas por los responsables médicos.
Así lo acuerda D. Ángel Luis Campo Izquierdo, Magistrado- Juez del Juzgado de Primera Instancia nº
8 de Gijón.
E/
NOTIFICACION.- Seguidamente, teniendo a mi presencia a las partes les notifico en legal forma la
anterior resolución, haciéndoles saber lo establecido en el art 248-4º de la L.O.P.J ., y doy fe.
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