herramientas para mantener la rentabilidad

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Administración
de Riesgos
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Operaciones con Derivados
HERRAMIENTAS PARA MANTENER
LA RENTABILIDAD
Por: Nicolás Olea, Gerardo McQuade y Hugo Vázquez
El valor de las empresas está expuesto a variables
operativas y financieras, por lo que cambios
inesperados y abruptos en tiempos volátiles
en los precios de insumos, tipos de cambio
y tasas de interés, representan riesgos
que laceran de manera dramática
los presupuestos, el capital de trabajo y
cualquier plan de expansión contemplado
previamente. Cuando no hay un buen
Gobierno Corporativo y mecanismos
mínimos para administrar estas exposiciones
en términos de medición y mecanismos
de cobertura, o éstos no tienen la eficacia
esperada, la incidencia de estos factores de
riesgos sobre los cuales no tenemos control,
puede erosionar el valor de las empresas
y dañarlas de manera importante, lo cual
fue evidente en el último trimestre de 2008.
Este entorno llevó a algunas empresas a una situación de Concurso
Mercantil que al parecer nadie anticipó, lo que dio como resultado
que las acciones de empresas sólidas -con mercados consolidados
y operativamente bien administradas- perdieran en algunos casos, más
del 50% de su valor en un periodo muy corto de cotización en los mercados
en que se encuentran listados.
Por esta razón, el reto empresarial
en periodos de alta volatilidad
consiste en contar con una
organización robusta en materia
de gestión de riesgos financieros,
es decir, que cuente con la capacidad
de sortear de manera exitosa los
efectos negativos de estas variables,
preservando así el valor de la empresa
para los accionistas y la confianza
del resto de los stakeholders.
La adecuada administración
de riesgos permite identificar
los focos rojos y corregirlos antes
de que causen un daño irremediable;
asimismo, pueden contratarse
soluciones de control, como los
instrumentos derivados, que utilizados
de manera prudente y con fines de
cobertura, permiten que los efectos
nocivos en el capital de trabajo no
se materialicen. En cualquier caso,
la estrategia que se siga debe realizarse
con disciplina y tener como objetivo
final la preservación del valor
de los accionistas.
La crisis financiera de los últimos
meses que arrasó a Wall Street
y ocasionó la quiebra o liquidación
de legendarias instituciones
financieras, tuvo una consecuencia
especial en la economía mexicana.
Mientras en Estados Unidos se inició
a partir de las llamadas hipotecas
subprime y luego se generalizó
en otras latitudes, en México
la repercusión más dramática
fue una repentina devaluación
del peso mexicano.
Esta devaluación no se materializó
debido a concentraciones de
vencimientos de deuda soberana
o de corporativos mexicanos
denominados en dólares, sino
que inició de manera simultánea
tanto en México como en algunas
de las principales economías
de la región. Brasil e inclusive Chile
experimentaron devaluaciones
locales simultáneas por una
repatriación de dólares por parte
de inversionistas extranjeros
(“hot money”) que al evidenciar
la caída de los commodities,
percibieron que la región ya no
mostraba el atractivo original.
Lo anterior no habría tenido el efecto
cambiario experimentado debido
a que los bancos centrales contaban
con recursos para enfrentar
este éxodo de dólares, sin embargo,
múltiples corporativos mexicanos
y de otros países afectados,
mantenían posiciones especulativas
(“cortas” en dólares) o de cobertura
basadas en combinaciones
de opciones, que automáticamente
detonaron las “llamadas de margen”
por parte de las áreas de riesgo
de crédito de los bancos contraparte
de estas operaciones. Esto agudizó
la demanda de dólares en el
transcurso del día, llevando la paridad
a niveles equiparables a los de un
evento extremo.
Este fenómeno dañó severamente
a varias empresas públicas, quedando
al descubierto que:
• Gran parte de las pérdidas
(aunque no en todos los casos),
fueron atribuibles a operaciones
apalancadas de Tesorería del tipo
Target Redemption Notes
(TARNs por sus siglas en inglés).
• En muchos casos, el Gobierno
Corporativo existente (Consejo
de Administración, Comité de
Auditoría y Prácticas Societarias)
nunca intervino en la aprobación
de TARNs, o en su caso, éstos
fueron contratadas por las Tesorería
directamente, con o sin autorización
del Director General o el Director
de Finanzas, basándose en
el confort que la estabilidad
cambiaria de varios años del peso
mexicano brindó y que inclinaba a
apostar por la apreciación de éste.
• En otros casos, el riesgo cambiario
se combinó con el de la caída
drástica en los commodities
energéticos como el gas natural,
en agropecuarios como el maíz
y en metalúrgicos como el cobre,
de tal manera que las pérdidas
por derivados se agudizó y se
transformó en un riesgo liquidez,
que a la fecha varias empresas
afectadas siguen negociando
con sus contrapartes para no caer
en insolvencia.
• La incapacidad de las Tesorerías corporativas para sortear una sesión
de alta volatilidad, salvo excepciones, no contaban con las destrezas
de negociación que se requieren en sesiones de volatilidad para salir
lo menos dañados, y si las tuvieron en su momento, perdieron con los años
de estabilidad cambiaria.
• La necesidad de que los Consejos de Administración robustezcan
la Administración de Riesgos, ya sea a través de un Comité o un Subcomité
de Administración de Riesgos que dependa del Comité de Auditoría, y
de un Director de Administración de Riesgos (Chief Risk Officer o CRO).
La Ley del Mercado de Valores contempla en su Artículo 28 fracción V,
que dentro de los asuntos del Consejo de Administración está el “dar
seguimiento a los principales riesgos a los que está expuesta la sociedad…”,
función que reside en el Comité de Auditoría. La figura del CRO se encuentra
muy difundida en empresas públicas en Europa y en Estados Unidos, pero
no es usual en México.
A pesar de esos desafortunados resultados, es importante destacar que
los derivados constituyen la herramienta más eficiente para inmunizar a una
entidad de los embates de estas variables y sigue siendo utilizada de manera
cotidiana en los grandes mercados del mundo, como una forma de limitar
la exposición a los riesgos financieros.
¿PARA QUÉ SIRVE LA ADMINISTRACIÓN
DE RIESGOS?
Las empresas
que hacen
una adecuada
planeación
pueden evitar
que los cambios
o factores externos
afecten sus costos
o encarezcan sus
compromisos
Todos los negocios enfrentan riesgos empresariales de diferente origen
y naturaleza: unos pueden ser manejados de manera autónoma, con
decisiones propias de cada circunstancia; otros, conocidos como riesgos
contextuales o de mercado, impactan sobre variables externas (exógenas)
sobre las que no se tiene control. Se puede garantizar la seguridad de
un edificio con vigilantes y cámaras de televisión, pero no se puede impedir
–a veces ni siquiera anticipar– que suban los precios de los energéticos
o el tipo de cambio.
Sin embargo, a pesar de que esas variables no se pueden controlar,
las empresas que hacen una adecuada planeación pueden evitar
que los cambios o factores externos afecten sus costos o encarezcan sus
compromisos, es decir afecten su valor y rentabilidad. Un ejemplo es el
precio del petróleo, que en el curso de unos pocos meses subió hasta más
de 120 dólares/barril y luego cayó vertiginosamente hasta llegar a niveles de
42 dólares/barril. Quien compró combustibles en la parte alta de la curva está
obviamente en desventaja respecto de quien lo adquirió en la parte baja o
mediante una cobertura de futuros.
PRECIO DEL PETRÓLEO-COMPARACIÓN MENSUAL
Precio mensual promedio (dólar americano)
150
Precio de la canasta
(mensual)
120
90
Fuente: Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), noviembre 2008.
Nov-08
Oct-08
Sep-08
Ago-08
Jul-08
Jun-08
May-08
Abr-08
Mar-08
Feb-08
Ene-08
Dic-07
Nov-07
0
Oct-07
60
Oct-07
79.32
Nov-07
88.84
Dic-07
87.05
Ene-08
88.35
Feb-08
90.64
Mar-08
99.03
Abr-08
105.16
May-08
119.39
Jun-08
128.33
Jul-08
131.22
Ago-08
112.41
Sep-08
96.85
Oct-08
69.16
Nov-08
53.26
PRECIO DEL PETRÓLEO-COMPARACIÓN ANUAL
Precio anual promedio (dólar americano)
120
Precio de la canasta
(anual)
100
80
60
40
20
Fuente: Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), noviembre 2008.
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
1996
1995
0
1995
16.86
1996
20.29
1997
18.68
1998
12.28
1999
17.48
2000
27.6
2001
23.12
2002
24.36
2003
28.1
2004
36.05
2005
50.64
2006
61.08
2007
69.08
2008
101.53
RIESGOS FINANCIEROS EN LA ECONOMÍA MEXICANA
Los riesgos de mercado que afectan
con más frecuencia a las empresas
se refieren a productos básicos
(commodities) que por su demanda
generalizada cotizan y se negocian
en bolsas y mercados (exchange).
Los commodities más conocidos
son los agropecuarios y metalúrgicos
(trigo, maíz, algodón, ganado en pie,
oro, plata, aluminio, cobre, zinc),
y los energéticos (gas, petróleo,
turbosina), además de subyacentes
financieros como tipos de cambio
y tasas de interés.
Los riesgos financieros a los que
nos referimos pueden estar alojados
“on balance”, como por ejemplo
un pasivo contratado en dólares,
y “off balance”, como cuando se
ha emitido una carta de crédito;
aunque virtualmente no se debe,
es un compromiso asumido o de
inminente realización. En ambos
casos la empresa podría considerar
prudente cubrir sus pasivos
expuestos a variaciones en precios
de commodities, tipos de cambio
o tasas de interés. Una evaluación
integral de riesgos debe tomar en
cuenta la “ubicación” de éstos en
el balance contable y sus efectos
en el capital de trabajo y el valor
de la empresa.
En el caso de México, las empresas
afrontan modalidades particulares
en materia de riesgos de mercado,
porque se trata de una economía
tipificada como emergente y en la
que las decisiones de las autoridades
políticas, económicas, fiscales o de
regulación pueden repercutir más
que en países más maduros o con
menos inestabilidad. Por otro lado
hay que aceptar que México tiene
un mercado abierto y globalizado,
y que los movimientos externos
lo afectan de manera directa e
inmediata. Salvo en los productos
sujetos a subsidios, precios fijos
y precios de garantía, los insumos
se comercian libremente y están
sujetos a la oferta y la demanda.
Los riesgos financieros también
deben estar considerados en
los presupuestos operativos y
financieros, es decir en la planeación
de los recursos económicos que
se deberán utilizar para asegurar
la fluidez de los negocios. Para
cada ejercicio anual, y en ocasiones
para inversiones de mediano
plazo y largo plazo, los tesoreros y
administradores deben determinar
los precios a los que comprarán
y venderán productos y materias
primas, las tasas de interés que
pagarán por los créditos, la paridad
a la que comprarán insumos
importados o exportarán productos
terminados, etc.
En un ejercicio de planeación
estratégica es importante estimar
los flujos y el valor de la empresa
con base en variables fijas, pero
también tomar en cuenta los
escenarios en los cuales dichas
variables se “estresan” repercutiendo
negativamente sobre los resultados.
Después del análisis de los riesgos
financieros, una empresa puede
contratar derivados de diferente
alcance y contenido para dar
certidumbre al flujo de dinero y valor
de sus proyectos como parte de su
giro, ya sea manufactura, comercio,
transformación, etc.
Una empresa puede contratar
derivados de diferente alcance
y contenido para dar certidumbre
al flujo de dinero y valor
de sus proyectos
EL IMPACTO DE LOS RIESGOS FINANCIEROS
Cuando se materializan,
los riesgos financieros erosionan
el capital de trabajo y hacen que
se requiera más flujo para producir
el mismo volumen de ventas.
Por eso se considera un ataque
directo al valor del negocio y el
capital de los socios y accionistas.
Una buena planeación de las
compras, así como la cobertura de
precios futuros, aseguran que los
contratos y presupuestos de largo
plazo sean rentables aun en
el caso de algunos cambios
en los mercados.
En México, durante la reciente
crisis por exposición a derivados,
se supo que algunas empresas
estimaron que el precio del gas
natural podía subir hasta 50%,
por lo que cubrieron sus
necesidades con futuros. De
manera inesperada, y arrastrado
por la caída del petróleo,
el combustible bajó casi 50%
provocándoles graves pérdidas.
En un ejemplo simplificado: el gas
se vendía a 10 dólares/mmbtu (millar
de pies cúbicos) y se estimaba
que podía aumentar a 15 dólares;
después de hacer una cobertura,
el precio no sólo no subió sino
que cayó a 7 dólares/mmbtu.
La anticipación del riesgo, como
se ve, también implica la posibilidad
de que la realidad no corresponda
con las previsiones. Es un dilema
del cual las empresas no pueden
escapar, y para compensarlo
existen instrumentos “simétricos”
que reducen la exposición con
protecciones de signo contrario.
Obviamente, en la mayor parte
de los casos la planeación tiende
a dar resultados positivos, y por
eso los derivados gozan de buena
reputación en los medios financieros,
pero también es cierto que, como
ya se mencionó, deben tomarse
con precaución y conocimientos.
A veces, los “correctivos” pueden
llevar a la ruina.
MECANISMOS PARA MITIGAR RIESGOS DE MERCADO
Los derivados son el instrumento más utilizado para mitigar riesgos financieros,
y se originaron en el pasado para dar certeza a la comercialización de granos,
que tradicionalmente están sujetos a variaciones debido a la estacionalidad
y a los dictados de la naturaleza (lluvias, plagas, etc.). Los primeros futuros
de la era moderna nacieron, justamente, para reducir el riesgo de los
productores del campo con los molineros e industriales de los alimentos.
Ambas partes se protegían contra las variaciones indeseables en los precios
–al alza o a la baja–, al tiempo que se aseguraban la colocación y el abasto
del producto. No han terminado todavía esos problemas, y aún en estos
días, cuando los precios no son remunerativos, los productores del campo
prefieren regalar o tirar sus productos, o bien no levantar sus cosechas.
De los productos agropecuarios se pasó luego a minerales, metales preciosos,
energía, crédito, etc.
Los primeros
futuros de la
era moderna
nacieron,
justamente,
para reducir
el riesgo de
los productores
del campo con
los molineros
e industriales
de los alimentos
Los derivados, que ahora parecen
estar en entredicho, se han utilizado
para reducir la incertidumbre
de las empresas, y algunas formas
estandarizadas se negocian
de manera cotidiana en mercados
conocidos como cámaras
de compensación (clearing houses).
El Chicago Mercantile Exchange
(CME) es la mayor cámara
de compensación de productos
derivados del mundo. El Mercado
Mexicano de Derivados (MexDer)
es donde se listan, cotizan
y gestionan futuros y opciones
firmados en nuestro país.
Otros derivados pueden establecerse
de manera privada entre la empresa
y su contraparte, por lo general
un banco o intermediario financiero,
en lo que conoce como el mercado
privado u OTC (Over the Counter).
El OTC no está regulado y por
lo mismo sujeto al riesgo contraparte
(que una de las partes se niegue
a honrar su compromiso).
En cualquier caso las autoridades
de la cámara de compensación
o los intermediarios financieros
establecen las condiciones a que
deben sujetarse los contratantes,
y determinan las “llamadas
de margen” (margin calls), es decir
depósitos o garantías para asegurar
el cumplimiento de las obligaciones.
Algunos analistas han sugerido
que los problemas de liquidez
que sufrieron algunas empresas
mexicanas expuestas a derivados
se debieron a su imposibilidad
de cubrir las llamadas
de margen a que estaban
obligadas debido al aumento
en el precio del dólar (habían
apostado a la estabilidad
de la moneda mexicana
dejando expuesta a la empresa ante
devaluaciones).
Los derivados más conocidos
son los futuros, forwards, swaps
y opciones, y por su frecuente uso
se describen como genéricos
(“plain vanilla”, en el argot). Bancos
e instituciones financieras han
construido otros esquemas más
elaborados, agresivos pero también
riesgosos –a los que se aplican
calificativos de “exóticos”--, como
los swaptions, snowballs y TARNs.
Analistas explican que algunas de las
empresas mexicanas que resultaron
afectadas por su exposición a
derivados pudieron haber contratado
instrumentos de alto riesgo como
éstos. En su caso, los derivados no
fueron útiles sino contraproducentes.
Estos resultados no deseados
indican que en los fundamentos
de la administración de riesgos se
debe priorizar el valor de la empresa,
y que para ello es importante
prescribir prudencia y establecer
controles internos adecuados, una
comunicación transparente entre
los órganos de gobierno (Corporate
Governance) y una asesoría
que aporte las mejores prácticas
y habilidades adecuadas
para el manejo de
las contingencias.
Por lo general, los tesoreros y directores de finanzas son quienes cierran
estos contratos, y el consenso general establece que deben ser profesionales
que conocen a fondo estos instrumentos, están bien asesorados sobre sus
consecuencias, y tienen una adecuada supervisión de la dirección general
y el Consejo de Administración. En su libro Options, Futures and Other
Derivatives (Prentice Hall), John C. Hull afirma: “La lección que se debe
aprender de las pérdidas es la importancia del control interno. La alta
dirección debe establecer una política clara y explícita sobre la forma en
que son usados los derivados, y la capacidad de los empleados de tomar
posiciones en estos mercados. Darle a una o dos personas completa
autonomía para negociar con derivados, sin un monitoreo estrecho sobre
los riesgos que toman, es una receta para el desastre”.
Un sondeo realizado por KPMG en México entre la alta dirección
de diversas empresas revela que quien se encarga de establecer políticas
en materia de coberturas y administración de riesgos financieros en 19%
de las compañías es el Comité de Riesgos; 37% es la Tesorería, mientras
que 7% es el Comité de Auditoría.
¿Cuál es el organismo corporativo en su compañía a cargo
de establecer políticas en materia de coberturas y administración
de riesgos financieros?
Otro
33%
Tesorería
37%
Administrador de Riesgos
4%
Comité de Auditoría
7%
Fuente: Sondeo realizado por KPMG en México, 2008.
Comité de Riesgos
19%
Los derivados más frecuentes
Forwards: es el instrumento derivado más sencillo y establece
un compromiso de comprar o vender un activo a determinado precio
en una fecha predeterminada. Puesto que el precio está determinado desde
el inicio, la contratación de un forward no tiene ningún costo adicional para
las contrapartes. Quien compra asume la llamada posición larga porque
espera que el precio suba; quien vende adopta la posición corta. Por lo
común se firma entre las partes, de manera privada.
Futuros: es un acuerdo entre dos partes para comprar o vender activos
a un precio y en una fecha prefijada, y que se negocia en un mercado regulado
(exchange) como el MexDer o el Chicago Board of Trade. En estos casos
no es necesario que las partes se conozcan entre sí, porque el mercado
dispone de herramientas para asegurar el cumplimiento del pacto. Estos
mismos mercados determinan los precios de los futuros según la oferta
y la demanda. Se puede establecer que el contrato se liquide mediante
el pago de la diferencia entre el precio pactado y el precio de mercado
al vencimiento (pago por diferencias), con lo que no es necesaria la entrega
física de los activos. Este tipo de derivado no tiene un costo en sí mismo,
salvo las comisiones del mercado.
Opciones: una opción establece el derecho de una parte de comprar
(call option) o vender (put option) un activo a un precio y fecha prefijados.
En algunas variantes de opciones se puede ejercer el derecho en cualquier
fecha, a elección del interesado. La gran diferencia de las opciones es que,
como su nombre lo sugiere, no es obligatorio comprar o vender, y que
el interesado puede desistirse. Por esta misma razón, y por la desventaja
en que queda la contraparte, las opciones tienen un costo (prima) para quien
las adquiere. También se puede establecer el pago por diferencias.
Combinaciones de derivados: partiendo de los derivados
más básicos, diferentes combinaciones de derivados se pueden obtener
para satisfacer los perfiles de riesgo más exóticos. Combinando opciones,
por ejemplo, se puede pactar la compra de un insumo en un rango
de precios sin pagar prima inicial y que venza anticipadamente si el nivel
de pérdida acumulada alcanza cierto nivel. Las combinaciones de derivados
traen consigo un mayor grado de complejidad que requiere cuidado
en las decisiones que se toman, los controles que se implantan
y la información que se reporta a accionistas.
LOS RIESGOS Y LOS BENEFICIOS
Existen modelos y métricas para calcular los riesgos de mercado, como
es el caso de los análisis de sensibilidad ante los factores de riesgo, a través
de los cuales se determina el impacto que tienen los precios de los insumos
sobre el flujo y otros parámetros financieros. ¿Cuál es la repercusión
de un aumento de 10% en la paridad cambiaria? ¿Cuál de un aumento de
20% en el precio del acero o la energía eléctrica? Se suelen hacer “corridas”
o simulaciones informáticas para conocer las consecuencias del aumento
en los energéticos, los insumos, las tasas de crédito y dependiendo de la
exposición de cada empresa, determinar las áreas sensibles o que demandan
una cobertura.
Cuando estas mediciones de sensibilidad se acompañan del nivel de
confianza (en términos porcentuales), la técnica resulta más útil al establecer
la probabilidad con la que puede ocurrir la pérdida. Esta técnica se conoce
como Valor en Riesgo o VeR .
CUANDO LAS COSAS VAN MAL
Muy pocas empresas realizan ejercicios predictivos de rutina o “escenarios
de estrés” para conocer su posición actual y el daño que podrían sufrir
en condiciones extremas o de alta volatilidad (cartera vencida, devaluación,
recesión, etc.). Después de varios años de estabilidad en las variables
macroeconómicas, muchos empresarios mexicanos desestiman el valor
de estos ejercicios y olvidan que la economía sigue siendo un fenómeno
de gran dinamismo. De hecho, algunas empresas tardaron muchos días
en determinar los daños que habían sufrido a raíz de la crisis financiera,
y es posible que otras todavía no sepan qué deben hacer para enfrentar
un futuro incierto.
Ahora más que nunca, las empresas tienen que medir su sensibilidad
a los riesgos y determinar, de manera juiciosa, las medidas para mitigarlos.
Una decisión razonable, por ejemplo, es crear un Comité de Riesgos
y coberturas o un equipo equivalente, que se especialice en el tema
y sea el órgano controlador. No es mandatario contratar coberturas
si no se considera necesario, pero hay que saber que una posición
descubierta (“naked position”), es decir con cero coberturas, también
es una forma de decidir.
En el sondeo anteriormente mencionado, se les preguntó a los directivos si
su Comité de Auditoría cuenta con miembros independientes que conozcan
de instrumentos financieros.
¿Cuenta su Comité de Auditoría con miembros independientes
que conozcan de instrumentos financieros?
Sí
41%
No
59%
Fuente: Sondeo realizado por KPMG en México, 2008.
¿Cuenta el área de auditoría interna con los conocimientos para
auditar derivados e informar al Comité si las directrices de riesgo
prescritas se están cumpliendo?
Sí
27%
No
73%
Fuente: Sondeo realizado por KPMG en México, 2008.
Historia de Éxito
ADMINISTRANDO ADECUADAMENTE
LOS RIESGOS FINANCIEROS
Recientemente el uso de
instrumentos financieros derivados
se ha tornado controversial,
en especial en el entorno empresarial
mexicano, el cual no había visto
los graves efectos por pérdidas
en estos instrumentos desde su
introducción como los conocemos,
hace más de diez años.
En buena parte, la falta de
controles al pactar instrumentos
derivados y la desviación de la
estrategia respecto al objeto de la
empresa, son consecuencias de
los problemas que han tenido tanto
empresas listadas en bolsa como
privadas. Sin embargo, casos como
el que se presenta a continuación
ejemplifican la administración
adecuada de los riesgos financieros
cuando se detectan problemas
al nivel de transacciones particulares
en las áreas de Tesorería o Finanzas.
Una empresa privada en el ramo
constructor tiene exposiciones
a riesgo de mercado por variaciones
en diferentes subyacentes,
como son la tasa de interés
de los préstamos que recibe,
el precio de materiales como el
acero y el tipo de cambio por las
compras de terrenos para desarrollo
inmobiliario. Para la administración
de estos riesgos, la empresa
cuenta con un área de finanzas
que se apoya en un tesorero, quien
realiza operaciones de cobertura de
acuerdo a la estrategia que él mismo
propone en el Comité de Finanzas.
En el caso particular del tipo
de cambio, el tesorero contrató
operaciones derivadas que si bien
cubrían a la empresa en situaciones
“normales”, la dejaban expuesta
a la depreciación del peso respecto
del dólar. Un análisis de sus posiciones
en instrumentos derivados permitió
identificar lo anterior y preparar
un plan de acción que abordó
los siguientes puntos:
1. Identificación de los riesgos
en sus posiciones a riesgo en tipo
de cambio y aplicación de medidas
estadísticas para su medición.
2. Análisis de las coberturas
existentes y conclusión sobre
su efectividad bajo escenarios
normales y de estrés. Este análisis
se hizo en los ámbitos económico
y contable pues a la empresa
le interesa mantener el valor a sus
accionistas.
3. Conclusión sobre si era necesario
conservar dichos derivados (un tanto
complejos) o mejor sustituirlos
por otros más adecuados.
Siendo el presente un tiempo difícil
hablando de volatilidad del tipo
de cambio, esta empresa ha mirado
hacia atrás y evaluado la pérdida
hipotética en que hubiera incurrido
de no efectuar su plan de acción:
¡nada menos que 37 millones
de dólares! El marco de referencia
al cual recurrió la empresa es el del
sector financiero, del cual se tomaron
las prácticas más relevantes y se
adecuaron a su contexto y escala.
Hoy esta empresa ha logrado
conservar su valor sin distraer
recursos de su actividad natural
(la construcción). Su nuevo plan
a implementar en el 2009 es crear
un área que vigile los riesgos
financieros y que reporte
oportunamente éstos al Consejo
de Administración. Igualmente
está mirando sus otras exposiciones
en préstamos a tasa variable
y compras de acero con el fin
de cubrirlas de acuerdo a nuevas
políticas internas que entraron
en vigor.
CONCLUSIONES
Los riesgos financieros son una permanente
amenaza para las empresas, su valor de mercado
y los intereses de accionistas, trabajadores y
stakeholders. Quizá los más dañinos, puesto
que son externos y no están bajo el control de la
empresa, son los riesgos a consecuencia del cambio
imprevisto en los precios de insumos críticos como
materias primas, energéticos o tipos de cambio.
Los derivados –forwards, futuros, opciones y
ciertas combinaciones– son instrumentos útiles
para cubrir estos riesgos y dar mayor certidumbre a
los presupuestos y a la planeación financiera. Pero
estas herramientas también tienen sus propios
riesgos, como lo han comprobado las empresas
mexicanas que fueron gravemente dañadas debido a
la devaluación del peso mexicano.
Dado que no es posible cubrir de manera
satisfactoria todos los riesgos, cada empresa
y grupo de inversionistas debe evaluar su apetito
o aversión en esta materia, definir sus áreas críticas,
y determinar los costos y repercusiones de esta
elección. En este campo no existen reglas fijas,
pero sí buenas o malas decisiones. Sobre todo es
necesario que la dirección general y
el Gobierno Corporativo establezcan políticas claras
y sistemas de control para evitar excesos por parte
de las personas responsables de comprometer el
patrimonio y el futuro de la compañía.
El fin último de los negocios es conservar y
aumentar el valor de las empresas y sus accionistas,
y la administración de riesgos siempre debe estar
alineada con ese objetivo.
kpmg.com.mx
01 800 292 5764
Sobre los autores:
Nicolás Olea es Socio de Administración de Riesgo Financiero, dentro de la Práctica
de Asesoría en Riesgos de KPMG en México. Tiene amplia experiencia en la industria
de corretaje de derivados listados en Estados Unidos (REFCO-Chicago) y en México
(Bolsa Mexicana de Valores y en el Mercado Mexicano de Derivados). Nicolás está
a cargo de las revisiones de riesgos en el sector financiero mexicano, en particular,
en materia de contabilidad y auditoría de instrumentos financieros primarios y
derivados, donde radica su especialidad. Funge como líder de producto de KPMG para
Latinoamérica en cuanto a normatividad en materia de contabilización de derivados
con fines de cobertura bajo los estándares contables C-10, IAS-39 y SFAS 133/138.
Gerardo McQuade es asesor de Administración de Riesgo Financiero, dentro
de la Práctica de Asesoría en Riesgos de KPMG en México. Cuenta con diez años
de experiencia en el sector financiero y ha participado en proyectos de administración
de riesgos, derivados y contabilidad de instrumentos financieros. Ha otorgado
servicios a compañías de los sectores financiero, construcción, transportes, minería,
petroquímica y energía. Gerardo tiene experiencia en la modelación cuantitativa
de problemas, incluyendo técnicas estadísticas paramétricas y métodos numéricos,
así como en la programación de modelos matemáticos y en normatividad contable
de instrumentos financieros y coberturas.
Hugo Vázquez es asesor de la unidad de Riesgos Financieros, dentro de
la práctica de Asesoría de Riesgos de KPMG en México. Cuenta con más de 15
años de experiencia en la consultoría referente a la valuación y administración de
riesgos financieros. Ha asesorado a empresas de diversos sectores, principalmente:
financiero, manufactura, telecomunicaciones, petroquímico e industrial. Hugo cuenta
con una larga experiencia en modelación, estructuración y valuación de instrumentos
financieros derivados, así como también en la auditoría y asesoría en materia de riesgos
financieros y normatividad contable para instrumentos derivados.
Si le interesa contactar a los autores de este artículo o desea información adicional, favor de
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