TIEMPO DE DESIERTO Mirar la vida con ojos de profetas y místicos - Lectura y análisis de: Textos evangélicos donde Jesús se muestra profeta y místico. Textos de vida de Champagnat. Texto de entrevista al H. Emili Turú: Místicos y profetas. Profetas y místicos para un nuevo comienzo Santa Eulalia, 23 al 30 de abril 2014 IX Encuentro de la Red Interamericana de EAM (XIX Encuentro Latinoamericano) - Hacer una lista de las miradas o actitudes que traslucen mística y profecía. ¿Con cuáles me identifico más? - Orar con los párrafos o expresiones que más te han llegado al corazón. 2.1. Jesús, Místico y Profeta - «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc. 4, 18-19). - Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os calumnian y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueva sobre justos e injustos. Porque si amareis a los que os aman, ¿qué salario tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si abrazareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los publicanos? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (Mt. 5, 38-48). - ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero no quisiste! Pues miren, el hogar de ustedes va a quedar abandonado; y les digo que, a partir de este momento, no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mt. 23, 37-38) - Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: «Come, Maestro». Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen». Los discípulos se preguntaban entre sí: «¿Alguien le habrá traído de comer?». Jesús les respondió: «Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra. Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega. Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría. (Jn. 4, 31-36). - Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más». (Juan 8, 1-11). - Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno –yo en ellos y tú en mí– para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste. - Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos». (Jn. 17, 18-26). 2.2. Marcelino, Místico y Profeta - He respondido al señor canónigo que tendríamos mucho gusto en fundar en sus países una o dos casas con el único fin de procurar la gloria de Dios y aumentar el número de hijos de María. (Carta 009). - El interés que usted ha mostrado hasta el presente por la obra de María me anima para hacerle nuevas instancias con vistas a su acrecentamiento. Mientras que las asociaciones que sólo se ocupan del mal se forman con tanta facilidad, las que no buscan más que la gloria de Dios experimentan siempre dificultades insuperables. (Carta 011), - Digan a sus niños que Jesús y María los aman mucho a todos: a los que son buenos porque se parecen a Cristo Jesús, que es infinitamente bueno y a quienes no lo son todavía porque llegarán a serlo. Que la Santísima Virgen les ama también, porque es la Madre de todos los niños que están entre nuestras escuelas. Díganles también que yo también los amo. Que no subo ni una vez al altar sin pensar en ustedes y en sus queridos niños. Que quisiera tener la dicha de enseñar, de consagrar de una manera más inmediata mis cuidados en formar a esos tiernos niños. (Carta 014). - Tiene en sus manos el precio de la sangre de Cristo. Sus numerosos niños le serán, después de Dios, deudores de su salvación. Su vida entera será el eco de lo que les haya enseñado. Esfuércese, no ahorre nada para formar su joven corazón en la virtud. Hágales conocer bien que sin la virtud, sin la piedad, sin el temor de Dios, jamás serán felices, que no hay paz para el impío. Que sólo Dios puede hacer su felicidad, que sólo para él han sido creados Cuánto bien puede hacer, amigo mío. (Carta 019). 1 - Muy pronto, Sr. Vicario general, verá Ud. que crecemos en número. La desunión lo ha arruinado todo, el reunirse hará que todo se recupere; la gloria de Dios saldrá beneficiada. (Carta 045). - Monseñor, sírvase aceptar el homenaje de perfecto afecto y la firme resolución en que nos encontramos de no olvidar nada para responder a su celo realmente apostólico por la gloria de Dios y el bien de la religión. Seremos felices si continúa dándonos sus consejos y la ayuda de sus oraciones. (Carta 090). - Todas las diócesis del mundo entran en nuestros planes. Cuando los señores obispos respectivos quieran llamarnos a sus diócesis, nos apresuraremos a volar en su ayuda y considerarnos siempre sus humildes y muy sumisos servidores. (Carta 093). - Cómo me gusta anunciarles un término, mejor dicho, un pequeño descanso en sus penosos trabajos. Vengan todos a reunirse y a recalentarse en el santuario que los ha visto convertirse en hijos de la más tierna de las madres. Nos veremos con la más dulce alegría renovar en un mismo espíritu y protestar a María que todos quieren vivir y morir bajo sus auspicios después de haber guardado fielmente la palabra que le han dado tan solemnemente. (Carta 210 Circular). - En presencia de Dios y bajo el amparo de la Santísima Virgen y de san José, resuelto a transmitir a todos los Hermanos de María la expresión de mis postreras y más encarecidas voluntades, reasumo todas mis energías para redactar mi Testamento Espiritual. (…) Deseo que reine siempre entre los Hermanos de María una obediencia total y perfecta; que los súbditos, viendo en los Superiores la persona de Jesucristo, los obedezcan de corazón y espíritu, y renuncien siempre, si fuere necesario, a la voluntad y juicio propios. (…) Amaos unos a otros como Cristo os ha amado. No haya entre vosotros sino un solo corazón y un mismo espíritu. Ojalá se pueda afirmar de los Hermanitos de María lo que se decía de los primeros cristianos: ¡Mirad como se aman!... Es el deseo más vivo de mi corazón en estos últimos instantes de mi vida. Si, queridos Hermanos míos. escuchad las últimas palabras de vuestro padre, que son las de nuestro amadísimo Salvador: “Amaos unos a otros”. (…) Pido también al Señor y deseo con toda mi alma, que perseveréis fielmente en el santo ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes. (…) Constituyan siempre la humildad y sencillez el carácter distintivo de los Hermanitos de María. Una tierna y filial devoción a nuestra buena Madre os anime en todo tiempo y circunstancia. Hacedla amar por doquiera cuanto os sea posible. Es la primera Superiora de toda la Sociedad. A la devoción a María juntad la del glorioso san José, su dignísimo esposo, ya sabéis que es uno de nuestros primeros patronos. Desempeñáis el oficio de ángeles custodios de los niños que os están confiados: tributad también a estos espíritus puros culto particular de amor, respeto y confianza. (…) Dígnese esta buena Madre conservaros, multiplicaros y santificaros. Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros. Os dejo a todos, confiadamente, en los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que tengamos la dicha de vernos juntos en la eterna bienaventuranza. (Testamento Espiritual). - Un día, mirando al Hermano1 que le daba masajes en las piernas para reducir la inflamación, le dijo bromeando: “¡Cuántas veces va a contar después de mi muerte que me ha trotado las Probablemente, el Hermano Jerónimo (LPC 2, pág. 305). piernas! Le agradezco de veras este acto de caridad; no tiene que ser agradable frotar las piernas de un cadáver y menos aún las de un pecador”. (Furet. Vida). - Pero no sólo los Hermanos temían que la muerte del buen Padre paralizase su obra. Cuantos venían a verlo le hablaban en este sentido y le decían: Dios le devolverá la salud, pues usted es imprescindible para la comunidad. Dios no tiene necesidad alguna de mí -respondía-. Estoy convencido de que soy más bien un estorbo y que después de mi muerte la comunidad funcionará mucho mejor. (Furet, Vida). - “A mi parecer éste es el prodigio que demuestra claramente que esta comunidad es obra suya. Dios se ha valido de hombres sin virtud, sin talento, desprovistos de toda ayuda humana; ha querido valerse de la misma miseria humana para fundar esta congregación, para que fuesen sólo suyos el honor y la gloria y nadie pudiera dudar de que él lo ha hecho todo entre nosotros.” Tales sentimientos de humildad fueron una constante en su vida y aumentaron con los años. Esto le hacía exclamar, poco antes de morir, cuando le hablaban del trastorno que su muerte iba a causar al Instituto: “Yo sobro ya en el mundo; más aún, tengo la firme convicción de que soy sólo un estorbo para el bien; la comunidad irá mejor después de mi muerte que durante mi vida.” (Furet, Vida). - El Venerado Padre había dicho durante su vida y repetido en su lecho de muerte: “La Congregación es obra de Dios y no mía; estoy seguro de que después de mi muerte progresará más que durante mi vida”. Verdaderamente profetizaba. (Hno. Silvestre, Testimonios). - Al Hermano Estanislao, que se lamentaba, el buen Padre le dijo: "Le digo desde ahora que después de mi muerte las cosas irán mucho mejor que en la actualidad, y que el progreso de la Congregación será mucho mayor y más rápido que nunca". (Hno. Avit, Testimonios). - En todos mis actos mantendré la presencia de Dios y pondré sumo cuidado en huir de la ligereza. (Resoluciones del Seminario). - Esta respuesta daba el Padre Champagnat a un Hermano que le preguntaba cuál podría ser la causa del escaso progreso que experimentaba en la piedad y de las numerosas faltas que a diario cometía. “No conozco otra -le respondió- que la disipación, que le hace olvidar la presencia de Dios. Todas sus faltas proceden de la facilidad con que pierde de vista a Dios.” (Furet, Vida). - Hablaban en cierta ocasión de un Hermano que tenía excepcionales dotes para la enseñanza, y alguien dijo de él que bastaba su sola presencia en clase para imponer orden y hacer trabajar a los alumnos. “Amigos míos -repuso con viveza el Padre-, lo mismo ocurre, y aún más, con la presencia de Dios en un alma. Esa divina presencia basta para implantar en ella el orden, inundarla de paz, alejarla del pecado, y moverla a trabajar sin descanso en su perfección.” (Furet, Vida). - El modo como el Padre Champagnat practicaba el ejercicio de la presencia de Dios, consistía en creer con fe viva y actualizada en Dios, presente en todo, que llena el universo con su inmensidad, con las obras de su bondad, con su misericordia y su gloria. Nada repetía tan a menudo en sus conferencias, meditaciones, e incluso en las entrevistas personales, como estas palabras del Apóstol: En Dios vivimos, nos movemos y existimos. (Furet, Vida). 2.3. Místicos y profetas (Entrevista al H. Emili Turú) 30/05/2013: Casa General Despertar la aurora es el lema escogido para la próxima Conferencia general que se celebrará en El Hermitage del 8 al 29 de septiembre de 2013. Profetas y místicos para nuestro tiempo es el subtítulo que concretiza los grandes temas que se desarrollarán en la asamblea. A este respecto preguntamos a nuestro Superior general, H. Emili. La teología y la espiritualidad cristianas hablan mucho hoy día de la “tradición místico profética”. Pienso que no es sólo un intento de superar los antagonismos entre las dos en el pasado, sino también una forma de reconocer que tradicionalmente no existió tal oposición. Los profetas eran místicos y los místicos eran profetas. Era impensable que una persona pudiera ser un profeta que hiciera un llamamiento a la justicia y al cambio social sin tener alguna experiencia de unión con Dios. Igualmente impensable era que alguien pudiera ser un místico cabal si no hablaba abierta y críticamente sobre las injusticias de su tiempo. Nuestra vida es muy activa. ¿Qué supone la dimensión mística? Justamente por nuestro tipo de vida, se necesita cultivar una mística que nos permita vivir “centrados”. Creo que muchos de nosotros hemos vivido la embriagante experiencia de la acción; y hemos tenido que tomar los medios necesarios para superar la adicción a un activismo desbordante. A mi parecer, la primera, más esencial y más pura llamada que sentimos dentro de nosotros, es que somos enviados a SER hermanos. Acentúas mucho este “SER hermanos” Porque muchos nos valoran sobre todo por aquello que hacemos, como una simple “task force” al servicio de la Iglesia y de la sociedad, cuando en realidad nuestra existencia como Instituto tiene sentido en sí misma, sin necesidad de recurrir a nuestra función específica. Este SER hermanos – místicos y profetas- es el núcleo de nuestra vida y donde nos jugamos, por tanto, nuestro presente y nuestro futuro. Ser lo que estamos llamados a ser. Ser nosotros mismos: se trata del enorme desafío de la coherencia. ¿Y la dimensión profética? La acción profética es el rostro público de la mística, como dijo Sandra M. Schneiders. La vida religiosa es una forma de vida carismática, que nació como don del Espíritu Santo para vivir, de manera colectiva, el carisma profético en la Iglesia. Lo que distingue a esta vocación profética de otros ministerios de la Palabra en la Iglesia, es que focaliza su proclamación del Reino de Dios en una situación particular, como es la educación integral de niños y jóvenes en nuestro caso. Esto tiene sus exigencias… Ciertamente. Se trata de llevar a cabo la misión profética intentando responder a los signos de los tiempos; las tareas concretas pueden ir variando, justamente por fidelidad al carisma. Creo que la vivencia de ese testimonio profético significa, en nuestro caso, mostrar siempre una preferencia por los niños y jóvenes más vulnerables, y ser capaces de ver el mundo desde su perspectiva. Con ellos y por ellos, seremos capaces de adoptar una actitud crítica, en palabras y sobre todo con hechos, ante los valores y las estructuras sociales y eclesiales, e invitar a un cambio sistémico, más que contentarnos con soluciones temporales y limitadas.