antecedentes históricos

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CAPÍTULO I
ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
1.1.
HISTORIA DE LA MIGRACIÓN EN EL MUNDO.
Al hablar de inmigración es conveniente recordar los periodos históricos
que precedieron al actual. La fragilidad de la memoria de los pueblos y la
tendencia a ocultar situaciones difíciles que se han vivido con anterioridad nos
hace olvidar datos importantes que han marcado, a lo largo de los siglos, la
historia de la humanidad. Sólo desde el contexto histórico y considerando las
variables económicas y sociales, podremos comprender los motivos por los que
emigran, personas procedentes de todos los continentes y que llegan a los
países de destino con la expectativa de permanecer por un tiempo o, tal vez, de
construir una vida en ellos.
Desde el Paleolítico hasta nuestros días, los seres humanos nos hemos
desplazado por los territorios y continentes por muy distintas razones.
En la antigüedad Cartago, Grecia y Roma organizaban flujos
emigratorios como método para exportar el “excedente” social que se
acumulaba en sus fronteras interiores. Así se aseguraban que mantenían el
orden político.
A partir del descubrimiento de América, millones de personas emigraron
a los nuevos territorios. Los Estados Unidos del Norte son el mejor ejemplo de
un territorio poblado por sucesivas olas de inmigración.
En el Siglo XIX un puñado de países europeos inician la conquista de
buena parte del planeta. Cuando no lo ocupaban, se establecían en los
territorios a través de su superioridad militar, económica y social. Exportaban
personas y negocios, asolando los sistemas sociales y económicos de las
zonas donde se establecían. De esta forma Europa corregía problemas como el
exceso de población o de pobreza y se enriquecía económicamente a costa de
los países que colonizaba. Otra gran diferencia de la migración es en México.
1.2.
MIGRACIÓN MEXICANA.
El movimiento de independencia y los gobiernos que emanaron de ella,
poco pudieron hacer para desarrollar la región. Con la guerra de 1847 con
Estados Unidos y la anexión de estos territorios, hubo un cambio importante en
la explotación de la tierra, de ser un monopolio feudal, se transforma en un
monopolio capitalista. Esto contribuyó considerablemente a su desarrollo,
aunado con la construcción del ferrocarril que los comunicaba con el resto de la
unión americana, se desarrolló el comercio, la circulación de capital y la
explotación intensiva de la tierra.1
Pronto se dieron las primeras manifestaciones de la migración hacia esta
región, constituida en gran parte por asiáticos que buscaban ahí una fuente de
trabajo y la esperanza de mejorar sus vidas.
Ante las grandes inversiones de capital bancario, además de
agroindustrias, se requirió cada vez más de mano de obra. Durante el Porfiriato,
comenzó a darse con mayor intensidad los flujos migratorios de mexicanos
hacia los Estados Unidos, debido al proceso de descampesinización que se dio
durante su régimen.
Las primeras políticas migratorias surgen en 1917, con el fin de
regularizar a los emigrantes principalmente mexicanos. Posteriormente
1
http://www.monografias.com/trabajos16/migracion-mexico-usa/migracion-mexico-usa.shtml
surgieron otras políticas con el objetivo de poder controlar la oferta y demanda
de mano de obra, es el caso de la Ley de Cuotas que se plantea como una
solución para limitar cuantitativamente el flujo migratorio. En 1929 con la crisis
del capitalismo mundial se endurecen estas políticas originando deportaciones
masivas hacia México, por existir demasiada mano de obra en Estado Unidos.
Al ingresar los norteamericanos a la segunda guerra mundial, se requirió
de mano de obra que pudiera sustituir y producir lo necesario para el frente de
guerra. El programa Braceros firmado con México en 1942, solucionó este
problema
contratándose
aproximadamente
5
millones
de
trabajadores
mexicanos.
El programa se extendió a petición de Estados Unidos, hasta 1964.
Posteriormente, volvió a resurgir el problema de el exceso de mano de obra,
una de las propuestas fue la Ley Carter el cual otorgaba permisos temporales
de trabajo a las personas que hubieran ingresado a Estados Unidos antes de 01
de enero de 1977, sin embargo, esta ley nunca logró implementarse.
En 1986 surge la Ley Simpson-Rodino, que en su esencia no pretendía
evitar la entrada de trabajadores indocumentados mexicanos, sino que llevaba
la intención de ejercer un mayor control sobre los indocumentados de todas las
nacionalidades.
Los cambios generados por los acontecimientos del 11 de septiembre de
2001, han impactado la política bilateral entre México y Estados Unidos en
materia migratoria de tal forma que las políticas migratorias también
experimentaron cambios durante y después de este suceso, así mismo el flujo
migratorio ilegal y legal se ha visto afectado.
1.3.
MIGRACIÓN MEXICANA A ESTADOS UNIDOS.
Dos aspectos interesan abordar en este apartado. Por un lado, mostrar la
magnitud de la emigración acumulada de mexicanos a los Estados Unidos de
1960 al año 2000, de acuerdo con las cifras que ofrece el Buró de Censos de
los Estados Unidos, y por otro, mostrar que la población mexicana que
anualmente emigra de manera definitiva hacia el vecino país, lo hace en las
edades más productivas.2
De acuerdo con las cifras del censo norteamericano, en 1960 vivían en
los Estados Unidos un poco más de medio millón de mexicanos (576 mil),
alcanzando la cifra de 760 mil para 1970. Este ligero crecimiento entre 1960 y
1970 indica que la emigración internacional hacia Estados Unidos era
fundamentalmente de carácter temporal, es decir, los trabajadores acudían por
temporadas a laborar en la agricultura y la industria norteamericana para
después retornar a su país de origen.
Sin embargo, a partir de 1970 y más claramente a partir de 1980 la
emigración mexicana empieza a ser más marcadamente definitiva. Así vemos
que para 1980 la población de mexicanos residiendo en aquel país alcanzó la
cifra de 2.2 millones de individuos, tres veces más población que la que había
en 1970. A partir de 1980 podríamos decir que la migración mexicana a los
Estados Unidos entra en una fase de acelerado crecimiento, pues la población
mexicana residente (con o sin documentos legales) alcanzó las cifras históricas
de 4.3 millones en 1990 y 8.8 millones en el año 2000.
La diferencia entre la población mexicana que había en 1990 y 2000 es
de 4.5 millones, lo que significa que anualmente alrededor de 450 mil
2
http://www.sela.org/public_html/aa2k2/esp/cap/n65/cap65-9.htm
mexicanos, emigraron definitivamente a los Estados Unidos entre esos años,
cifra muy por encima de la estimada por el Consejo Nacional de Población de
México que ubica a este grupo en 310 mil emigrantes anuales definitivos, entre
1995 y 2000. De cualquier manera esta emigración internacional acumulada de
8.8 millones de mexicanos representa alrededor del 9 por ciento de la población
de México en el año 2000, y constituiría el Estado número 33, ocupando el
tercer lugar en cuanto al número de habitantes después del Estado de México y
el Distrito Federal3.
En virtud de que la emigración mexicana a los Estados Unidos es
principalmente de carácter laboral (aunque no es la única razón de este
histórico flujo migratorio) es de esperarse que en la población emigrante (sobre
todo en la de emigrantes más recientes) predomine la población de edades más
productivas, esto es entre 15 y 45 años. Una forma de examinar este fenómeno
es comparando la estructura por edad de las proyecciones de población con la
estructura por edad de la población que resultó del censo.
El Consejo Nacional de Población de México estimó que para el año
2000 la población de México llegaría a 99 millones, considerando en esta cifra
una migración neta negativa de alrededor de 300 mil emigrantes internacionales
anuales. Sin embargo, el censo de 2000 arrojó una población total de 97.5
millones, alrededor de 1.5 millones menos de la población que se esperaba. En
el gráfico 4 aparece una pirámide por edad desplegada con la población
censada y proyectada para el año 2000 (Partida, 2001). Cabe señalar que la
mayor discrepancia entre la población proyectada y la censada se observa
precisamente en la población masculina del grupo de edad que va de 12 a 40
años. En el caso de la población femenina la discrepancia es menor. La
explicación de la existencia de esos "huecos" en la pirámide de población
podría ser atribuida a la pérdida de población por emigración internacional.
3
Secretaría Permanente del SELA
¿Qué ha significado históricamente esta salida de población hacia los
Estados Unidos? Es evidente que la posición del estado mexicano ha variado a
lo largo de las distintas coyunturas económicas y políticas del siglo XX. En
determinadas etapas históricas, como en el Cardenismo (1934-1940), la
emigración internacional fue considerada como una "pérdida del recurso más
importante de la nación", es decir, su mano de obra. Era un momento en que la
emigración internacional contravenía los intereses del desarrollo de México,
pues se trataba de colonizar al país, a partir de un intenso proceso de reforma
agraria. Sin embargo, esta política anti-emigrante tuvo un giro radical con la
puesta en marcha del "programa bracero" (1942-1965), política que coincidió
con la etapa del fin del reparto agrario, en donde la presión sobre la tierra fue
sustituida por las migraciones numerables hacia los Estados Unidos.
Con la conclusión del programa bracero, México entró a una etapa
conocida como la "era del trabajo indocumentado", caracterizada por la
ausencia de una política migratoria explícita por parte del gobierno mexicano,
aunque implícitamente se reconocían las ventajas que significaba la salida de
migrantes a los Estados Unidos, sobre todo por los recursos económicos
generados por los migrantes. Durante las décadas de los ochenta y noventa la
política del gobierno mexicano es de mucha mayor atención a este fenómeno:
se incrementa las acciones de protección consular en territorio norteamericano,
se organiza la Dirección de Atención a Comunidades Mexicanas en el Exterior,
se instauran políticas como el Programa Paisano, se impulsan comisiones
binacionales (académicas y gubernamentales) para el estudio del fenómeno
migratorio, entre otras muchas acciones.
La administración del presidente de la república mexicana, del sexenio
2000-2006, Vicente Fox Quesada, asumió como bandera la necesidad de
establecer un acuerdo migratorio con el presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica, George W. Bush, de tal suerte que este acuerdo permitiera la
regulación de la migración temporal y promoviera una "amnistía" para millones
de residentes mexicanos sin documentos.
En el fondo, el gobierno de Fox reconoce el papel estratégico que los
migrantes mexicanos están jugando en la economía y la sociedad mexicana.
Una forma de evaluar la importancia económica de esta emigración es a partir
de considerar el flujo de divisas generado por esta población, aspecto que se
examina en el siguiente apartado.
1.4.
MARCO LEGAL Y ADMINISTRACIÓN DE LAS POLÍTICAS Y
REGULACIÓN SOBRE MIGRACIÓN.
En 1974, el gobierno mexicano elaboró una nueva Ley General de
Población (LGP) y su reglamento correspondiente. Dicho instrumento fue bien
recibido y calificado como una iniciativa jurídica de vanguardia para aquel
entonces. Mucho de su mérito radicaba en su anticipación a las posiciones
surgidas y acordadas en la Conferencia Mundial de Población (Bucarest, 1974).
La ley establecía una distinción más clara entre inmigrantes y no inmigrantes y
creaba nuevas regulaciones sobre las formas de internación, el periodo de
estancia y la salida de extranjeros del territorio mexicano. También reconocía
ciertos
derechos
en
materia
de
procedimientos,
estableciendo
responsabilidades administrativas y sanciones en caso de infracción de la ley.
Para su tiempo, puede decirse que era un documento bastante completo y de
visión amplia.
La nueva LGP reafirmaba el tradicional respeto mexicano por el principio
de asilo diplomático y territorial, conforme lo expresan las convenciones
regionales del asilo de La Habana, Montevideo y Caracas. En el pasado, este
principio solo había sido aplicado a disidentes políticos e intelectuales,
generalmente con un perfil de elevada escolarización, que huían de una
persecución política abierta; por lo regular, estos individuos se acercaban a las
autoridades mexicanas aún en su tierra natal y solicitaban de manera individual
el asilo político diplomático.
En los años ochenta, el gobierno de México recibió una presión creciente
para que se actualizara la LGP. Sin embargo, no fue sino hasta 1990, después
de que el periodo más difícil de la llegada y presencia de los refugiados habían
pasado, cuando finalmente se modificó el instrumento jurídico. En gran parte, la
iniciativa respondía a dos factores de presión: uno, las intensas demandas de la
comunidad internacional para consolidar y regularizar el reconocimiento y la
protección de los refugiados según las líneas de acción discutidas en la Primera
Conferencia Internacional de Refugiados en Centroamérica, celebrada en
Guatemala en mayo de 1989; el otro fue la necesidad del gobierno mexicano de
contar con nuevas regulaciones que facilitaran el movimiento de inversionistas y
personal técnico capacitado entre Estados Unidos, Canadá y México, como
parte de las negociaciones, en ese entonces iníciales, para la suscripción del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Con tan grandes demandas,
la necesidad de actualizar la LGP era un hecho ineludible.4
El principal éxito de la modificación de la LGP de 1990 en términos de
protección fue la incorporación de la categoría de “refugiados”. Este nuevo
concepto fue adoptado de la Declaración de Cartagena de 1984, la cual definía
a los refugiados no solamente como personas con un “bien fundado temor a la
persecución” sino también como “víctimas de los conflictos armados”. Los
términos de esta definición son más amplios que los de la Convención de las
Naciones Unidas de 1951 y de su Protocolo de 1967, y son similares a los
términos, también amplios, adoptados por la Organización de la Unidad
Africana (OUA) en 1969. Este cambio de la LPG generó expectativas de que
México podría reconocer muy pronto grandes cantidades de refugiados, a pesar
de que aún no firmaba la Convención de las Naciones Unidas ni su Protocolo.
4
CASTILLO, Miguel Ángel. Migración y Fronteras. 2da edición. El Colegio de la Frontera Norte: plaza y Valdez.
2000. P. 461.
De hecho, la adopción de regulaciones específicas para instrumentar la LGP se
propuso y, por esta y otras razones discutidas más adelante, la gran mayoría de
los refugiados potenciales permaneció sin reconocimiento.
Un aspecto aparentemente no relacionado de la LGP –y que recibió
mucho menor atención en ese tiempo- fue reforzar la aplicación de sanciones
legales contra los conductores y traficantes de inmigrantes indocumentados.
Ostensiblemente, estas sanciones fueron diseñadas para controlar el abuso a
extranjeros indocumentados, pero las críticas apuntaban a que esta provisión
no hacía una distinción cuidadosa entre conductores de migrantes (“coyotes”,
“polleros” o “pateros”) y los miembros religiosos o laicos de las ONG’s que
ofrecen
ayuda
reconocidos.
humanitaria
a
migrantes
y
refugiados
potenciales
no
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