PALABRAS PARA ÉL Cuando lo reconocí me puse a temblar, pero él no se dio cuenta. Para disimular, continué repasando la hoja. Hacía años que no lo veía, pero lo reconocería en cualquier parte, dado que seguía siendo igual que hacía cuatro años cuando lo había visto por primera vez. Cualquiera que lo viera pensaría que era un chaval de veinte años recién cumplidos o incluso menos, pero no tenía veinte ni mucho menos… La última vez que lo había visto había sido el año pasado en un pub; me había ido, ya que no quería que él me reconociera. Estaba con una chica rubia, con pinta de supermodelo. Todas las veces que lo había visto iba acompañado de chicas guapísimas. Esta vez iba solo, con una sudadera oscura y unos vaqueros; el pelo marrón y peinado siempre igual, un poco más largo por arriba que por los lados, esto le daba un aspecto aún más joven. Estaba apoyado en la puerta tranquilamente como si estuviese esperando a alguien. No aguantaba más sin mirarle directamente, así que decidí recoger los apuntes e irme con la cabeza baja, ya que tenía que pasar por su lado si quería salir de la biblioteca. Me levanté y empecé a andar; cuando pasé a su altura estaba temblando y no podía remediarlo; me quedé en shock en el momento en que noté su mano cerrarse en torno a la mía. No podía seguir andando; sabía que no me soltaría, y tenía demasiada fuerza como para soltarme yo sola. Levanté la cabeza y lo vi mirándome con sus ojos azules. Nunca había visto unos ojos comparables a los suyos, no eran los míticos ojos azul cielo, eran de un azul oscuro, casi negro aunque con la luz que dejaba entrar la ventana más cercana se veían unos reflejos más claros. No podía negar que eran realmente preciosos. Empezó a hablar, pero yo no lo escuchaba; estaba demasiado hipnotizada mirándolo. Hacía muchísimo tiempo que no lo veía tan de cerca, pero lo único que vi distinto en él era que tenía una pequeña dilatación en una oreja, que por cierto le quedaba muy bien. Lo único que oí de lo que me estaba diciendo fue: <…quiero que sepas que me alegro mucho de verte, por lo que parece más de lo que tú te alegras de verme a mí. Querría hablar contigo fuera.> 1 Mi cerebro me decía que no me fuera, pero en realidad deseaba estar a solas con él como no había deseado nada en toda mi vida. Asentí; en ese momento me di cuenta de que ya no me estaba agarrando, sólo iba muy cerca de mí, y parecía hasta contento de esto. - Carlos, ¿Qué quieres de mí?- Al momento me arrepentí de lo que había dicho, su cara cambió repentinamente, se puso serio y su cara se contrajo como si sintiera una punzada de dolor, aunque sabía que eran imaginaciones mías. - No quiero nada de ti, te quiero a ti; deberías saberlo, te he estado buscando, te he observado durante años y tú no te has dado cuenta; algunas veces sí, lo admito, no he sido muy cuidadoso. Nunca me había decidido a acercarme más a ti, no sabía cómo reaccionarías. Pero hoy cuando llegué y te vi, me decidí a esperarte, aunque tenía un poco de miedo de que reaccionaras mal, y llamáramos mucho la atención; cosa que ya sabes que no me gusta, prefiero pasar desapercibido. - Tú nunca podrás pasar desapercibido.- Lo había dicho sin pensar y cuando me di cuenta me puse muy roja, bajé la vista para que él no me viera pero me agarró por la muñeca y me paró; yo seguía con la vista fija en sus converse negras, hasta que me agarró por el mentón para que lo mirara con sus manos perfectas y suaves. - ¿Por qué dices eso? - Porque es verdad, llamas la atención en cualquier parte; si te pararas más a observar a tu alrededor te darías cuenta- Estaba hablando sin pensar, solo él era capaz de que dijera lo que pienso sin pararme a pensarlo ni un segundo, y en el fondo me gustaba. - No es la primera vez que me dices esto y yo sigo sin hacerlo, soy incorregible, ¡qué le voy a hacer! - Tranquilo, hay cosas peores y en el fondo te queda bien, esa mirada perdida cuando estás pensado en algo… pero no me imagino en que piensas tanto. 2 - ¿De verdad quieres saber en que estaba pensando cuando estaba esperándote en la puerta?- Asentí, sin apartar mis ojos de él - En ti. Así de simple. Te estaba recordando, en la playa, jugando con tu hermana, cuidando de tu padre, saliendo a correr con tu perro; lo estaba recordando todo sobre ti, todo desde que te conozco. ¿Sabes de qué me he dado cuenta? De que sin quererlo los mejores días de mi vida los he pasado contigo, quiera admitirlo o no; eres lo mejor que me ha pasado, y me he dado cuenta tarde, como siempre. - Deberías saber ya que no te creo, eso estoy segura de que no es la primera vez que te lo digo. - ¿Por qué será que me da la sensación de que esta vez es la que menos convencida estás de lo que me estás diciendo? - Pues yo creo que te estás equivocando.- No me había dado cuenta hasta ese momento. Él se me había estado acercando poco a poco y seguía agarrándome por el mentón; estábamos a pocos centímetros el uno del otro. - ¿Me dejarías comprobarlo? - Primero dime como lo vas a comprobar y después te diré si te dejo comprobarlo o no, pero creo que te vas a llevar un chasco. - Te quiero, y no sabes cuánto.- Antes de poder reaccionar, nuestros labios se estaban rozando, como una caricia; una descarga me recorrió por completo, ya no recordaba la sensación que provocaba en mí; al ver que no me separaba sino que además estaba disfrutándolo, profundizó el beso, me dejé llevar por completo, estaba a su merced, cosa que no hubiera ni pensado en otro momento; fue como una explosión, no era capaz ni de pensar y él parecía que tampoco. Con una mano me estaba agarrando la nuca haciéndonos estar lo más pegados posibles el uno del otro. En ese momento me desperté sudando. Estaba en mi habitación y en mi cama, miré el despertador, eran las seis de la mañana, y era sábado así que no me sonaría el despertador hasta dentro de una hora. Encendí la luz de la mesilla y me senté en la cama. Aún no me había despertado completamente 3 del sueño; en realidad aún no me creía que no fuera cierto con lo real que parecía. En ese momento noté como si algo se moviera en un lado de la habitación. - ¿Carlos?- Aunque lo pregunté, realmente no pensé que fuera él. - ¿En serio creías que era Carlos el que estaba en tu habitación mirándote mientras dormías? Carlos jamás tendría tanta paciencia como para hacerlo.- Seguía en las sombras, pero se había movido un poco y se podía apreciar una cicatriz no muy grande pero que llamaba la atención en su cuello. - ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Y de que conoces a Carlos?- Me estaba poniendo de los nervios, se me había ido el sueño de la cabeza, completamente. - Tranquila, no te haré daño, soy un viejo amigo de Carlos. - ¿Y por qué está aquí un viejo amigo de Carlos? - Porque lo he visto rondando por aquí y quería saber por qué lo hacía. Carlos no suele perder el tiempo rondando la casa de una chica.- Pero en ese momento se hoyó un ruido fuerte y la puerta de la habitación se abrió de golpe; no veía quien era, pero en el fondo lo sabía. - ¿Qué haces aquí? Ella está bajo mi protección, ya lo sabes, ¿o quieres que te lo recuerde?- Lo agarró por el cuello y lo sacó fuera, hacia el salón. Me quedé quieta un momento, reflexionando sobre si lo había imaginado, hasta que oí un ruido muy fuerte proveniente de la cocina. Entonces salí corriendo de la habitación. Cuando llegué al salón no me podía creer lo que estaba viendo; habían tirado el sofá y la tela estaba algo rasgada, también habían tirado una estantería en la que tenía mis libros favoritos; los cuales estaban esparcidos por todo el suelo. El otro hombre tenía agarrado a Carlos por el cuello, lo tenía contra la pared y estaban hablando, parecían hasta tranquilos; Carlos me vio y agarró al otro hombre también por el cuello, los dos se acercaron y Carlos le dijo algo al oído, se miraron un momento y entonces se soltaron. El hombre, que a la luz parecía de nuestra edad, y bastante guapo, se giró, y me miró. 4 - Encantado de conocerte, espero que volvamos a vernos.- Y salió por la puerta principal que estaba abierta de par en par, andando relajadamente. - Lo siento, espero que no te hallamos asustado, ¿Estás bien?- Hizo aman de acercarse a mí, pero se lo debió de pensar mejor y se quedó donde estaba. - ¿Por qué había alguien que decía ser un amigo tuyo en mi habitación?Estaba temblando y me costaba hablar y pensar. - Lo primero es que no es mi amigo, lo fue, hace muchos años. Supongo que lo único que quería era encontrarme, ya que llevo muchos años evitándolo. - ¿Y cómo sabía que ibas a aparecer? Dijo algo de que vino aquí porque te había visto rondando la casa ¿Es eso verdad? - Porque puede que sea la persona que más me conoce, la verdad es que le hablé de ti una vez. Y sí que es verdad que estuve rondando por aquí; te pido perdón otra vez, no esperaba que te enteraras de esto. - Carlos ¿Por qué rondas mi casa?- Me había sentado en el sofá, aún no me podía creer que él estuviera aquí. - Porque me di cuenta de que sigo enamorado de ti.- Se acercó y se sentó a mi lado. - Tú fuiste el que me dijo que me fuera, que no me querías, que estabas jugando conmigo, y repetiste sobre veinte veces que no eras bueno para mí, que me merecía algo mucho mejor que tú. Y yo me fui, porque tú me lo pediste. Aunque me sintiera que cuanto más me alejaba de ti era como si me muriera una vez detrás de otra.- No quería llorar delante de él, pero como siguiéramos hablando de esto, lo haría. - Me arrepiento de todo lo que dije, nada era cierto, claro que te quería, eres la única persona que he querido realmente. En lo único que tenía razón era en que te merecías algo mejor que yo, y te lo sigues mereciendo, claro que no soy bueno para ti, no soy bueno para nadie, pero como soy un egoísta y no soy capaz de olvidarte aquí me tienes.- Tenía una cara realmente triste. 5 - Entonces, ¿por qué dijiste todo eso? - Porque quería apartarte de mí, te acabaría haciendo daño, y nunca me lo podría perdonar.- En ese momento me acerqué más a él, levantó la cara de mis manos para mirarme a los ojos; no podía aguantar más y lo besé, me cogió la cara con las manos y me separó de él. Me miró, como intentando saber lo que estaba pensando. - ¿A qué ha venido eso?- Estaba sonriendo. - ¿Crees que yo ya no te quiero? Has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, y no puedes ni imaginarte las ganas que tenía de verte, de abrazarte, de besarte…- Empecé a llorar y me quedé callada, él se me quedó mirando y me abrazó con fuerza, se acercó a mi oído y me dijo que era lo mejor que había oído en mucho tiempo. Yo ya había parado de llorar pero no quería separarme de él. - Deberías dormir- Me soltó y me miró, muy serio. - Me da la sensación de que en cuanto te pierda de vista no te voy a ver nunca más, y esta vez sí que no lo podría soportar. - Vete a dormir, hazme caso, tengo que ir a arreglar unas cosas.- Me levantó del sofá y me cogió una mano invitándome a ir hacia mi habitación, y lo seguí, al llegar a la puerta me soltó. Cuando se iba a dar la vuelta lo agarré por el brazo, y lo besé, estuvimos así un rato, él se separó. - Entra.- me abrió la puerta. Lo agarré por el cuello de la camisa y lo metí dentro de la habitación conmigo. - Quédate.- Dije mientras que apagaba la luz. - Pensé que nunca me lo pedirías.- Y cerró la puerta. Me desperté por la claridad del sol; la noche anterior se me había olvidado cerrar la persiana. Me fijé en el despertador, marcaba las diez de la 6 mañana. Me quedé mirando hacia la ventana, pensando en el sueño que había tenido la anterior noche; aún no tenía muy claro que había pasado. - Buenos días.- Al escuchar eso, y darme cuenta de quién era la voz, lo recordé todo de repente, no había sido un sueño o por lo menos no todo. - Buenos días, pensé que te irías.- Dije dándome la vuelta en la cama. - ¿A dónde? Si no dejabas que me fuera.- Estaba en la cama pero destapado, solo llevaba puestos los calzoncillos. - Sabes que puedo ser realmente cabezona.- Me estaba dando cuenta de que hacía mucho calor en la habitación, solo estaba tapada con la sabana. -Lo sé, y me encanta. Parece que has dormido realmente bien esta noche. - Sí, lo poco que he dormido, me ha sentado muy bien.- Lo dejé caer mientras le guiñaba un ojo. - Que sepas que a partir de ahora quiero que todas las noches sean así. - Me parece un buen trato.- Me levanté y me puse los pantalones de pijama que había en el suelo. - Voy a hacer el desayuno, ¿Quieres algo en especial?- Cuando me di la vuelta el ya estaba de pie a mi lado. - Voy contigo, tengo que buscar mi chaqueta, y no me puedo quedar, lo siento. - Era demasiada suerte junta.- Le dije haciendo un puchero. Ya estábamos bajando las escaleras, él llevaba su ropa en la mano, llegó al salón, cogió la chaqueta y me avisó de que iba al baño. Mientras me puse a hacer mi desayuno de todos los días, café con unos croissants; lo llevé hasta la mesa y me lo tomé. - ¿Ya as acabado?- Me sobresalté, ya que no lo había oído salir de el baño, ni acercarse a mí. 7 - Tengo que arreglar unos asuntos.- Se había sentado a mi lado. - ¿Antes de irte podrías responderme a una pregunta? - Claro, ¿Qué quieres saber? - ¿Quién era el hombre que estaba en mi habitación ayer a la noche?- Él se quedó callado como barajando la posibilidad de decírmelo o no. - Se llama James y es mi hermano. Yo tengo una pregunta para ti. ¿Antes de despertarte estabas soñando conmigo verdad?- Estaba muy serio, al principio creí que era una broma pero al fijarme en la expresión de su cara me di cuenta de que estábamos hablando de algo realmente importante. -Nunca me habías dicho que tenías un hermano. Si, estaba soñando contigo, ¿Por qué lo preguntas? ¿Y cómo sabias que estaba soñando contigo?La verdad es que estaba un poco asustada, nunca lo había visto así. - No es algo que suela contar. Lo sabía porque él lo vio, vio lo que estabas soñando, y debió de ver algo extraño en tu sueño, porque ayer, cuando se acercó y me habló al oído, lo que me dijo fue que teníamos que hablar de lo que sabías. En realidad no tengo muy claro lo que sabes. - Solo sé lo poco que tú me contaste, ¿Cómo puede ver lo que sueño?Estaba flipando, eso no era posible, o eso creía hasta ahora, pero ahora mismo solo pensaba en decírselo, en decirle lo que pensaba de él, pero no sabía cómo reaccionaría y lo más posible es que me tomara por una loca, pero lo peor de todo era lo mal que me sentía por mentirle. - Es una historia muy larga, demasiado en realidad. Y sé que no es verdad lo que me estás diciendo. A estas alturas ya deberías haberte dado cuenta de que no eres buena mintiendo, pero esperemos que James se lo crea cuando se lo diga, si no…- Se quedó callado y movió la vista hasta detenerse en sus manos. - ¿Qué pasará si no se lo cree? 8 - Si no se lo cree, no creo que podamos volver a vernos, si volviera te pondría en peligro, y no sé si al mismo tiempo sería capaz de protegerte y jamás me perdonaría si te pasara algo por mi egoísmo. - Carlos, solo es tu hermano, ¿Qué te puede hacer?- ¿Perderle otra vez?, jamás, ahora que me había decidido a decirle todo lo que pensaba y tenía guardado dentro desde hacía años, no podía, otra vez no. - Es mucho más que eso; él sabe más de mí de lo que nadie ha sabido nuca, puede hacerme daño donde más me duele. Siento no poder seguir con esta conversación, pero me tengo me que ir, me están esperando.- Y se levantó con su gracilidad única, lo agarré por una mano. –Te esperaré aquí.- y le di un beso, después me dio otro en la frente y se fue; en ese momento me di cuenta de que todo estaba colocado, al contrario que aquella noche, lo tuvo que hacer mientras dormía, y en ese momento me quedé quieta. ¿Qué había hecho? Había dormido con Carlos, aún no me lo creía, había caído una vez más, y sabía que no sería la última. Él era mi punto débil, caería siempre, una vez detrás de otra, aún después de todo lo que había visto y de todo lo que me había dado cuenta durante el tiempo que estuve con él, con quien más segura me sentía seguía siendo con él, y me estaba dando cuenta de esto. Entonces me levanté y fui al baño, tenía que echarme agua fría en la cara, tenía que despejarme. Entonces me di cuenta de que había un papel pegado al cristal, estaba escrito y era la letra de Carlos; lo cogí y empecé a leerlo. << Cantaría a la sombra de su sonrisa como quien canta una mañana debajo de un cerezo y os diría, os diría mil cosas si existiesen palabras para ella. >> Ya no recordaba estas cosas, lo encantador que podía llegar a ser cuando quería, de cómo me arreglaba un día de mierda con tan solo una sonrisa o un trozo de papel. Él era quien mejor me conocía, era parte de mí; definitivamente lo era; si no estaba con él jamás me sentiría completa del todo. Lo necesitaba más que a mí misma. 9 Pero una cosa tenía clara: antes de admitir esto a alguien que no fuera yo misma, tendría que averiguar quién era realmente Carlos. Había demasiadas cosas que no cuadraban en él, y no conseguía encontrar un significado a todo lo raro que había , que no cuadrara con las historias de mis libros de fantasía. Llegué a pensar que era verdad, que era un ser fantástico, pero es una locura, ¿no? 10