Órgano oficial de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. SEPAR. Sumario Volumen 26, Número 2, Marzo 1990 editorial ¿Para qué la quimioterapia en el cáncer broncogénico? A. López Encuentra. normativa número 3 Normativa sobre nomenclatura y clasificación del carcinoma broncogénico Grupo de trabajo de la SEPAR originales Significado de la hemoptisis en los tumores pulmonares primitivos S. Romero Candeira, A. Oltra Ferrando, C. Martín Serrano, ¡. Padilla Navas, R. García Sevilla y M. Izquierdo Patrón. Tratamiento quirúrgico del neumotorax espontáneo primario: revisión de 326 casos J. Zapatero Gaviria, R. Peñalver Pascual, J. Lago Viguera. B. Baschwitz Gómez. L. Madrigal Royo, E. Pérez Rodríguez, L. Folgué Calvo, A. Golpe Gómez y J . Candelas Barrios. Tumores costales J. Martínez León. J. Orón Alpuente, J . Ortega Serrano, J. Ruiz del Castillo, C. Carbonell Canti y J. Orón Marques. Resultados del tratamiento quirúrgico de la hidatidosis torácica M. Casillas Pajuela, J . Garda Girón, J.M. Rodríguez Panlagua, J. Gil Alonso y M. Avala Muñoz Alteraciones pulmonares y esofágicas en niños con esclerosis generalizada (esclerodermia) E. Martinez-Cordero notas clínicas Bronquiolitis obliterante con neumonía organizativa. Descripción de un caso M. Lobo Gallardo, A. Pueyo Bastida, F.J. Suárez Pínula, J. Morales Asin, M.C. Aguirre Daban y F. C. Conget López. Amiloidosis traqueobronquial: a propósito de un caso E. Barbé, M. Quero!, C. Monasterio, A. Llunell y B. Barreiro. cartas al director ¿Se aplican rutinariamente técnicas de inducción del esputo en nuestros centros? A. Román, R. Orriols y F. Morell. Afectación pleuropulmonar en la macroglobulinemia de Waldenstrom E. Chacón, S. Bello y M. Vita. Osteoartropatia hipertrófica generalizada como primera manifestación de neoplasia pulmonar F. Alonso Casas, M. Vita Justribó y C. Gonzalo Hernández. Bronquio traqueal derecho P. Val, J.A. Domingo y J.A. Carretero. Necrológica Información EDITORIAL ¿PARA QUÉ LA QUIMIOTERAPIA EN EL CÁNCER BRONCOGÉNICO? A. López Encuentra Servicio de Neumología. Hospital 12 Octubre. Madrid. Obviamente, el objetivo de cualquier tratamiento es que éste tenga utilidad. La utilidad terapéutica viene definida por la demostración de que se modifica favorablemente la historia natural de la enfermedad, sin grave perjuicio para el paciente. Aunque el factor económico también puede incluirse en este concepto de utilidad, las mayores expectativas del paciente y del médico están contenidas en la conceptualización inicial'. En el carcinoma broncogénico, la utilidad terapéutica de la quimioterapia se concreta, habitualmente, en el incremento de la longitud de vida de estos pacientes, sin menoscabo de su calidad. Por otro lado, el carcinoma broncogénico no es una única enfermedad (desde el punto de vista pronóstico y de las indicaciones para las diferentes alternativas terapéuticas) y ocurre en seres humanos con diferentes formas de interrelación con el tumor (repercusión clínica, psicológica). Ello conforma la imposibilidad de contestar con una única respuesta, en términos de utilidad terapéutica, a la pregunta que se señala en el título editorial. Para avanzar en respuestas más precisas es necesario considerar la clasificación de la enfermedad (estirpe y estadio) y del enfermo, si el objetivo es aumentar la longitud de vida y/o su calidad, y si la modalidad terapéutica tendría aplicabilidad clínica o sería indicación de pauta de investigación. Dentro de las variables mencionadas es necesario subrayar que los criterios de medida para la clasificación de enfermedad han sido recientemente actualizados y establecidos con un consenso internacional2, pero que otros aspectos como la conceptualización y la medida de la calidad de vida en estos pacientes3 o las normas para la investigación terapéutica4, están en desarrollo continuo. En relación con la calidad de vida se observó, en una revisión de la literatura sobre ensayos clínicos del cáncer, que entre 1956 y 1976 sólo un 5% de los estudios mostraban datos de resultados con alguna medida en la calidad de vida5. Últimamente se han efectuado intentos de combinar en un solo índice los datos de cantidad y calidad de vida6 Diversas variables deben ser contempladas para que los resultados de los estudios de investigación pudieran ser aplicables. Entre estas variables pueden destacarse la presencia o no de una correcta clasificación de enfermedad -enfermo, la clasificación de otros factores pronósticos, la presencia o no de tratamientos previos, la existencia de criterios y sistemas de medida válidos y reproductibles para evaluar respuesta, la intensidad de tratamiento o la descripción del sistema de información de datos4. A pesar de que no todos los estudios reúnen estas condiciones, el conocimiento sobre el valor terapéutico de la quimioterapia en el carcinoma broncogénico ha ido creciendo durante la segunda mitad del presente siglo. La quimioterapia inició su utilización clínica en 1948 con el uso de la mostaza nitrogenada7. Desde entonces se han utilizado múltiples drogas, diferentes dosis y variables combinaciones terapéuticas. En la década de los años 70, la quimioterapia significó una esperanza para los carcinomas broncogénicos tipo anaplásico de células pequeñas, al aumentar su supervivencia, pero posteriormente se detectó un bajo nivel de pacientes curados8. La quimioterapia agresiva de inducción, las secuencias alternantes de tratamiento con drogas sin potenciales resistencias cruzadas o el tratamiento de las "zonas santuario" no han mejorado la supervivencia global de forma llamativa. Finalmente en la estirpe no anaplásico de células pequeñas, la quimioterapia no ha demostrado que haya modificado la historia natural de esta enfermedad de forma significativa. Sin embargo, en los últimos años existe un renovado interés por la quimioterapia en el carcinoma broncogénico. Este tema ha sido revisado recientemente9"'' y de estos análisis se pueden destacar varias observaciones: 1. Mantenimiento en el nivel de respuestas terapéuticas en el carcinoma broncogénico anaplásico de cé51 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 lulas pequeñas en cuanto al aumento de supervivencia y a la mejora de la calidad de vida. 2. Observación de que un 50 % aproximadamente de pacientes con carcinoma broncogénico no tienen en la actualidad una indicación terapéutica radical claramente útil (no indicación de resección, no estirpe anaplásico de células pequeñas), pero en los que se ha detectado un 40 % de nivel de respuesta con la combinación cisplatino-etopósido, o hasta un 55 % para la combinación ifosfamida, cisplatino y mitomicina C. 3. Detección de que la mayoría de los fracasos de la terapéutica quirúrgica del carcinoma broncogénico lo son por la aparición de enfermedad extendida metastásica más que por recidiva local. 4. Aumento del interés en las terapéuticas multimodales neoadyuvantes (en parte por la observación del hecho mencionado en el punto anterior), que incluye a la quimioterapia junto con la cirugía, radioterapia y/o la segunda generación de la inmunoterapia. Concretando por estirpe y estadio, varios protocolos de la EORTC y del Lung Cáncer Study Group (LCSG) están en activo para la combinación de la cirugía y quimioterapia postoperatoria en anaplásico de células pequeñas en estadios iniciales. En el carcinoma broncogénico anaplásico de células pequeñas, la quimioterapia aparece como arma terapéutica sola (enfermedad extendida) o asociada a radioterapia concurrente (enfermedad localizada) y siendo ésta una terapéutica adoptada como práctica clínica habitual. En el carcinoma broncogénico no anaplásico de células pequeñas, la introducción de pautas terapéuticas que incluyen la quimioterapia se basan, en gran parte, en los estudios del LCSG de los últimos años, como la quimioterapia postoperatoria en el estadio I (LCSG801) o en el II (LCSG772) (LCSG 833). Algunos de estos estudios están aún en desarrollo y en otros los datos se basan sobre carcinomas broncogénicos con ciertas estirpes (adenocarcinomas o anaplásicos de células grandes), discutiéndose en algunos trabajos si el deterioro de la calidad de vida secundario a la toxicidad medicamentosa compensa el incremento en la supervivencia (LCSG772). En el carcinoma no anaplásico de células pequeñas con estadio III-a por afectación mediastínica, también se ha introducido la indicación de quimioterapia postoperatoria en caso de afectación de escasa extensión (LCSG772), o cuando la cirugía es calificada como no curativa, asociándose en este último caso a radioterapia (LCSG791). Por último, se ha preconizado por algunos autores la quimioterapia preoperatoria en esta población de carcinoma broncogénico12. Es necesario señalar que, a pesar de que existen algunas evidencias de buenos resultados con estas terapéuticas combinadas en no anaplásicos de células pequeñas con estadio I a III, la utilización de la quimioterapia está aún sometida a estudios de investigación, que podrán confumar o desmentir su utilidad terapéutica. 52 En el carcinoma no anaplásico de células pequeñas con estadio IV, la quimioterapia ha desarrollado un trabajo de investigación en fases I y II, que aún persiste en la búsqueda de nuevas dosis y combinaciones. A nivel de la práctica clínica, pacientes individualizados con carcinoma broncogénico no anaplásico de células pequeñas y con estadio IV, se puede considerar el efectuar un intento terapéutico similar al diseño descrito en el ensayo clínico terapéutico en donde n es la unidad13 14. Se trataría, bajo ciertas condiciones, de testar en el paciente concreto la utilidad de un tratamiento quimioterápico. Para evitar la yatrogenia indiscriminada15 habría que ser muy cuidadoso en las indicaciones y en los controles de eficacia y de los efectos colaterales. Aquellos pacientes con un carcinoma broncogénico no anaplásico de células pequeñas, con estadio IV y estado clínico aceptable (y posiblemente en los más jóvenes), podrían ser tratados con dos ciclos de quimioterapia (cisplatino y etopósido). La determinación de este número de ciclos se basa en que las respuestas ocurren habitualmente entre las 6 y las 12 semanas de ser iniciado el tratamiento. En caso de que la respuesta no fuera favorable, se abandonaría el ensayo terapéutico. Si la respuesta fuera favorable y la toxicidad fuera moderada o severa (atención a la determinación de los criterios objetivos verificables de medida de respuesta y toxicidad), también se suspendería el tratamiento. Si la respuesta es favorable y la toxicidad es escasa se mantendrían sucesivos ciclos terapéuticos. En resumen, en el momento actual la utilidad de la quimioterapia en el carcinoma broncogénico está asumida en cierto tipo de tumores (anaplásico de células pequeñas), pero se está investigando en el resto (no anaplásico de células pequeñas en cualquier estadio) siendo prioritaria dicha investigación al encontrarse indicios muy prometedores con respecto a su utilidad. Se preveo para el carcinoma broncogénico no anaplásico de células pequeñas, un mejor futuro de la quimioterapia como parte de una terapia multimodal para los estadios I, II y III, que para la quimioterapia sola en el estadio IV. En este último caso la pauta propuesta del ensayo terapéutico individualizado puede dar respuesta, si está perfectamente realizado, a un problema clínico habitual, y a la espera de tener resultados favorables con ensayos clínicos randomizados perfectamente diseñados y ejecutados. BIBLIOGRAFÍA 1. Cutler P. Making medical decisions in problems solving in clínica medicine. From data to diagnosis. Second edition. Ed Culler P. Baltimore: Williams-WiIkins, 1985. 2. Mountain CF. New international staging system for lung cáncer. Chest 1986; 89 (suppl): 225S-233S. 3. Aaronson NK, Bakker W et al. Multidimensional approach to the measurement of quality of life in lung cáncer clinical triáis. En: The quality ofíife of cáncer patients. Ed Aaronson NK, Beckman J New York: Raven Press 1987; 63-82. A. LÓPEZ ENCUENTRA.- ¿PARA QUÉ LA QUIMIOTERAPIA EN EL CÁNCER BRONCOGÉNICO? 4. Celter RD, Goldhrisch A. Clinical triáis. Lung Cáncer 1988: 4:P.73-P.78. 5. Barcelli D, Saracci R. Measuring the quality of life in cáncer clinical triáis. A sample survey of published triáis. Geneva: UICC Technical Report Series, 1978. 6. Beck JR, Pauker SG. A convenient approximation ofíife expectancy (the DEALE) II. Use in medical decisión making. Am J Med 1982; 73:889-897. 7. Karnofsky DA, Abelman WH, Craver CF el al. The use of nitrogen mustards in the palliative treatment of carcinomas. Cáncer 1948; 1:634-656. 8. Greco FA, Oidham RK el al. Small cell lung cáncer. New York: Gruñe Stratton 1981. 9. Fifth Worid Conference on Lung Cáncer. Interlaken, Switzerland 1988. Lung Cáncer 1988; 4 (suppl). 10. Bitran JD, Golomb HM, Littie AG, Weichselbaum RR. Lung 9 cáncer: A comprehensive treatise. Orlando: Grune-Stratton 1988. 11. Abordaje multidisciplinario del tratamiento del cáncer de pulmón. Ponencia 1." Congreso Luso-Español de Neumología. Lisboa. Mayo 1989. 12. Martini N, K.ris MG. The effects of preoperative chemotherapy on the resectability of non-small cell lung carcinoma with mediastinal lymph node metastases (N2MO). Ann Thorac Surg 1988; 45:370-379. 13. Robin ED, Burke CM. Single-patient randomized clinical trial. Chest 1986; 90:888-892. 14. Guyatt G, Sackett D, Tayier W, Chong J, Roberts R, Pugsley S. Determining optimal therapy randomized triáis in individual patients. N Eng] J Med 1986; 314:889-892. 15. Robin E. latroepidemics. A probé to examine systematic preventable errors in (chest) medicine. Am Rev Respir Dis 1987; 135:1.152-1.158. 53 RECOMENDACIONES SEPAR NORMATIVA SOBRE NOMENCLATURA Y CLASIFICACIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGENICO Grupo de Trabajo de la SEPAR Coordinador: A. López Encuentra Hospital 1° de Octubre. Madrid. Participantes: C. León González Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Barcelona. !. López Mejías Hospital Virgen del Rocío. Sevilla. J. Martínez González del Río Hospital Virgen de Covadonga. Oviedo. F. París Romeu Hospital La Fe. Valencia. J. Sánchez Lloret Hospital Clínico y Provincial. Barcelona. G. Várela Simó Hospital 1° de Octubre. Madrid. Comentario del coordinador Durante estos años se han utilizado diversas clasificaciones del cáncer broncogénico (CB) defendidas por varias organizaciones internacionales: Comité Conjunto Americano para el Cáncer (AJCC), Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC). Ninguna de ellas es plenamente satisfactoria, en relación al conocimiento que actualmente se posee de las diferentes 1. INTRODUCCIÓN, JUSTIFICACIÓN E HISTORIA DEL PROCESO DE CLASIFICACIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO Por su frecuencia, gravedad y escasas posibilidades terapéuticas, el carcinoma broncogénico (CB) merece especial interés. Por otra parte, dentro del término CB se engloban diversas situaciones clínicas presentes en la práctica clínica con muy diferentes pronósticos y terapéuticas. 54 variables pronosticas y terapéuticas del CB. Todo ello ha provocado, en ocasiones, más confusión que ayuda, lo que indudablemente ha limitado su masiva utilización. Este Grupo de Trabajo sobre Clasificación y Nomenclatura del Carcinoma Broncogénico reinició su labor en 1985 por indicación del Comité Científico de SEPAR. Simultáneamente, y durante 1985, se han sucedido una serie de encuentros internacionales en relación a este tema. En las presentes Recomendaciones SEPAR sobre Nomenclatura y Clasificación del CB se decide adoptar la Nueva Clasificación Internacional del CB propuesta en 1986 y que cuenta con el acuerdo de la AJCC, la UICC y de otras organizaciones relacionadas con el CB, tras una ardua labor de trabajo, revisión de casuística y convergencia de criterios entre los diversos sectores interesados en el tema. Por tanto, este Grupo de Trabajo cree que, en la actualidad, se dan las condiciones para hablar un lenguaje común de clasificación del CB en relación a todo el mundo occidental. La nueva clasificación que aquí se propone resuelve muchas contradicciones anteriormente existentes, aunque no es perfecta. La comunicación que este Grupo de Trabajo ha efectuado con el de la AJCC a través de su Presidente, el Dr. C.F. Mountain, abre una vía de colaboración en el campo del futuro perfeccionamiento de la clasificación del CB. En este sentido, este Grupo de Trabajo sobre Nomenclatura y Clasificación del CB de la SEPAR, solicita la colaboración y las críticas a las recomendaciones aquí expuestas, a fin de favorecer un continuo flujo de información en relación a este tema. A. López Encuentra Servicio de Neumología. Hospital 1.° de Octubre. Madrid. Las normas sobre la clasificación del CB, que intentan diferenciar las referidas situaciones, se inician hace más de 30 años y, sin embargo, la utilización práctica de las mismas no es seguida de forma habitual. A pesar de ello, los objetivos que hace años indicaron la necesidad de estas clasificaciones se mantienen: 1. Favorecer la decisión terapéutica. 2. Establecer una estimación del pronóstico. 10 GRUPO DE TRABAJO DE LA SEPAR.- NORMATIVA SOBRE NOMENCLATURA Y CLASIFICACIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO 3. Ayudar a la evaluación de los resultados finales (clínicos, quirúrgicos, quimio-radioterápicos, patológicos, etc.), que sirva para la medición del efecto de respuesta al tratamiento, y como control autoevaluatorio de la calidad del cuidado médico en sus diferentes fases previas o posteriores al tratamiento. 4. Facilitar el intercambio de información entre centros de estudio, para la adición o la comparabilidad de las diferentes modalidades de tratamiento. En nuestro país (y en el seno de la SEPAR) se inició en Valencia el interés en la unificación de criterios ante esta enfermedad y entre diferentes grupos de trabajo (1974). En ese mismo año, Mountain, Carry Anderson publicaron los resultados del análisis de 2.155 CB, con estudio de 111 puntos de información por cada paciente, elaborando más de 300 curvas de supervivencia. Ello produjo una gran cantidad de información sobre múltiples factores pronósticos que se tradujeron en la clasificación TNM y de estadios de la "American Joint Committee for Cáncer Staging and End Results Reporting" (AJC). En 1980, basándose en esta clasificación del CB, la ponencia que sobre este tema se efectuó en el Congreso de SEPAR en Valladolid propuso una clasificación alternativa, que intentaba completar la de la AJC. Para la elaboración de esta nueva clasificación fueron recogidas las opiniones de otras sociedades científicas españolas relacionadas con el CB, que agrupan a oncólogos y radioterapeutas, así como de diversos miembros de SEPAR, tras encuesta remitida a todos los socios (1979). Asimismo, el texto propuesto fue enviado a la AJC (noviembre 1979) incorporando sus opiniones y criterios al texto final. En ella se defendía una subclasificación del apartado T3, del estadio III y la creación de un estadio IV. En 1981, por mandato de la Junta Directiva de SEPAR, se constituyó el Grupo de Codificación del CB, que elaboró unas normas de clasificación y nomenclatura del CB que fueron distribuidas a todos los socios de SEPAR en el Boletín Informativo n.° 7 de la Sociedad (noviembre 1981). Afínales de 1984, el Comité Científico de SEPAR propuso una reelaboración de la Clasificación del Cáncer Broncogénico. El grupo de trabajo formado para este objetivo ha mantenido la misma línea conceptual y metodológica expuesta en años previos. Fundamentalmente se creía preciso modificar la clasificación del CB de la AJCC ("American Joint Committee for Cáncer") en su última publicación de 1983 y en diversos sentidos: 7. Nueva valoración, numeración y delimitación de los conceptos donde del apartado N¡, considerando los avances en las técnicas de imagen y la necesidad de su clasificación. 2. Nueva agrupación del apartado T¡ considerando los avances de tratamientos quirúrgicos en conceptos incluidos en esta categoría. is 3. Nueva disposición de los estadios. 4. Necesidad de mejorar los aspectos metodológicos y de procedimiento para expresar dicha clasificación de una forma clara, precisa y atractiva. Es fundamental que sea adaptable y aceptable para y por la mayor parte de los profesionales que atienden pacientes con CB. Para los que necesitan la clasificación más sencilla y para los que precisen la más completa. Es indudable que una completa clasificación del CB requiere contemplar todas las variables o factores que tengan un pronóstico y/o una terapéutica diferentes. Los factores más seguros, más importantes, más conocidos y más objetivos para el establecimiento de un pronóstico y terapéutica diferenciados, son los derivados de la llamada clasificación morfológica o anatómica del tumor. Esta incluye la caracterización y definición de variables ligadas al tumor (T), a las adenopatías regionales (N) y a las metástasis a distancia (M). Esta clasificación también abarca las estirpes histológicas y el grado de diferenciación tumoral. Es necesario señalar aquí que la clasificación TNMestadios es válida para cualquier estirpe, incluso para los CB anaplásicos de células pequeñas. Otros factores pronósticos hasta ahora descritos son las variables clínicas, entre las que se incluyen los síntomas del tumor primitivo, los constitucionales inespecíficos, los derivados de los síndromes paraneoplásicos y los síntomas metastásicos. Se conoce que la ausencia o presencia de estos factores clínicos son, por sí mismos, indicadores de diferente pronóstico. Entre las variables clínicas significativas también está la gravedad funcional de alguno de estos síntomas y la presencia simultánea de otras enfermedades importantes. Este tipo de variables clínicas estudian más al huésped y su respuesta o interacción con el tumor. En la clasificación que se propone se incluye el llamado estado clínico (o "performance status" en la literatura anglosajona) y la valoración de presencia/ausencia de pérdida de peso reciente, involuntaria y significativa. Otras variables o factores pronósticos son el tipo de cirugía, los factores bioquímicos, los inmunológicos, etc. Es probable que en el futuro, tras la amplia y continuada aceptación de la clasificación morfológica, estos factores puedan introducirse, aumentando así la exactitud del sistema clasificatorio para los objetivos propuestos (estimación del pronóstico, evaluación del riesgo terapéutico, cuantificación de resultados en la calidad de vida). Asimismo, y de forma deliberada, no se considera la enunciación, análisis ni discusión de la eficacia de los diferentes procedimientos para el estudio de la clasificación locorregional y extratorácica de la extensión tumoral en el análisis previo a la decisión de la toracotomía (mediastinoscopia, tomografía axial computarizada, tomografías torácicas oblicuas, exploración mediastínica con galio, estudios isotópicos viscerales, etc.). En el futuro podrán ser efectuadas recomendá55 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 ciones sobre los sistemas universales de valoración de estos estudios, a fin de conocer su diferente valor predictivo en cada grupo de trabajo. En febrero de 1985, este grupo de trabajo alcanzó una definitiva clasificación sobre las bases indicadas justo previamente y que incluye diferenciaciones en el apartado N; (adenopatías mediastínicas), en el T3 (discriminando tumores avanzados localmente pero potencialmente resecables, de los que no), así como clasificaciones diferenciadas de algunas situaciones clínicas. Entre ellas, la presencia de metástasis en adenopatías supraclaviculares o la demostración neoplásica del derrame pleural. Asimismo se convino en la necesidad de establecer un estadio IV para la enfermedad metastásica a distancia y en la subdivisión del estadio III. Todo ello fue justificado en un escrito basándose en la experiencia personal del grupo de trabajo y en la literatura. En la gran mayoría de los casos, la formulación de la nueva clasificación se efectuó en base a utilizar la subclasificación decimal sobre la clasificación base de la AJCC, a fin de no producir modificaciones básicas en la misma. Simultáneamente a todo este proceso, durante el año 1985 se sucedieron múltiples reuniones internacionales del grupo de trabajo sobre Clasificación del CB de la AJCC, junto con la UICC y grupos japoneses y alemanes. Al conocer esta nueva dinámica de trabajo, la clasificación propuesta por el grupo de trabajo de la SEPAR fue enviada a la AJCC en diciembre de 1985. La contestación del Dr. C.F. Mountain, actual Chairman del Grupo de Trabajo sobre Clasificación del Carcinoma Broncogénico de la AJCC, en enero de 1986 contiene varios mensajes: 7. Se han efectuado modificaciones sustanciales en la Clasificación TNM y en los estadios del cáncer de pulmón, con respecto a los criterios anteriormente expresados por la AJCC (1983). Chest (probablemente en abril de 1986), simultáneamente a la publicación de las presentes recomendaciones. CONCLUSIÓN Por todo ello, y teniendo en cuenta el desarrollo nacional e internacional del tema de la Clasificación del Carcinoma Broncogénico, este grupo de trabajo sobre Nomenclatura y Clasificación del Carcinoma Broncogénico de la SEPAR acuerda recomendar la adopción de la Nueva Clasificación Internacional del Carcinoma Broncogénico a todos los miembros de la Sociedad en base a que dicha clasificación: 1. Ha corregido la mayoría de las deficiencias detectadas y consideradas por este grupo de trabajo subsidiarias de nueva clasificación. 2. Produce la desaparición de la contradictoria situación existente hasta la actualidad en el sentido de disponer de diferentes clasificaciones recomendadas por diversas organizaciones con responsabilidad en la delimitación de la clasificación del cáncer (AJCC y UICC, fundamentalmente). Así, aunque en el texto inicial aprobado por este grupo de trabajo (y que se envió a la AJCC en diciembre de 1985), existía una extensa justificación de la necesidad de producir cambios clasifícatorios, en el presente no se cree preciso dada la anunciada propuesta de cambio tan ampliamente acordada por las más potentes organizaciones con responsabilidad en el sector. 2. CLASIFICACIÓN TUMORAL (NUEVA CLASIFICACIÓN INTERNACIONAL-1986) 2.1. Categorías TNM ________ TUMOR PRIMARIO (T) 2. Las modificaciones introducidas contemplan soluciones a los problemas que habíamos detectado desde 1980 (fundamentalmente los apartados N3, T,, estadio III, adenopatías supraclaviculares, derrame pleural). Además, desde el punto de vista formal, estas modificaciones se resuelven creando nuevos apartados (T4, N3, estadio IV, estadios III-a y III-b) lo que clarifica la clasificación, en contraposición a la creación de subdígitos en cada apartado, que favorece la confusión. 3. Esta nueva clasificación TNM del CB cuenta con el acuerdo de la AJCC, de la UICC, del Comité TNM Japonés, del Comité TNM Alemán y de la Asociación Internacional para el Estudio del Cáncer de Pulmón, acuerdos todos ellos alcanzados durante 1985. 4. Esta nueva clasificación, a la que ha tenido acceso privilegiado este grupo de trabajo, será publicada oficialmente por el Dr. C.F. Mountain en la revista 56 T^ Tumor probado por la presencia de células malignas en secreciones broncopulmonares, pero no visualizado radiológicamente o broncoscópicamente, o cualquier tumor que no puede ser evaluado, como ocurre en la clasificación de retratamiento. TQ No evidencia de tumor primario. T,.; Carcinoma in situ. T, Un tumor cuyo diámetro mayor es de 3 cm o menos, rodeado de pulmón o pleura visceral y sin evidencia de invasión proximal a un bronquio lobar en broncoscopia*. T¡ Un tumor cuyo diámetro mayor sea superior a 3 cm, o un tumor de cualquier tamaño que * Se clasifica como T| el infrecuente tumor superficial de cualquier tamaño, en el que su componente invasivo está limitado a la pared bronquial y que puede extenderse proximalmente al bronquio principal. 14 GRUPO DE TRABAJO DE LA SEPAR,- NORMATIVA SOBRE NOMENCLATURA Y CLASIFICACIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO invade la pleura visceral o presente atelectasias o neumonitis obstructiva asociada, extendiéndose hasta la región hiliar. En la broncoscopia, la extensión más proximal demostrable del tumor debe estar en un bronquio lobar o a más de 2 cm distal de la carina principal. Cualquier atelectasia o neumonitis obstructiva asociada debe afectar a menos de un pulmón entero. T3 Un tumor de cualquier tamaño con extensión directa a la pared torácica (incluyendo tumores del sulcus superior), diafragma, o a la pleura mediastínica o pericardio sin afectación del corazón, grandes vasos, tráquea, esófago o cuerpo vertebral, o un tumor en el bronquio principal en los 2 cm cercanos a la carina pero sin invasión de esta última. 14 Un tumor de cualquier tamaño con invasión del mediastino o que afecte a corazón, grandes vasos, tráquea, esófago, cuerpo vertebral o carina, o presencia de derrame pleural maligno**. ** T<. La mayoría de los derrames pleurales asociados con cáncer de pulmón son debidos a] tumor. Hay, sin embargo, algunos pocos pacientes en los que el examen citopatológico repetido del liquido pleural es negativo para tumor, el liquido no es hemorrágico y no es un exudado. En tales casos en los que estos elementos y el juicio clínico indican que el derrame pleural no está relacionado con el tumor, el paciente debe ser clasificado Tp T¡, T3, excluyendo el derrame pleural como un elemento de clasificación. AFECTACIÓN GANGLIONAR (N) N, i No se demuestran metástasis en adenopatías regionales. N Metástasis en adenopatías peribronquiales o de la región hiliar homolateral, o ambas, incluyendo extensión directa. N¡ Metástasis en adenopatías mediastínicas homolaterales y subcarínicas. N Metástasis en adenopatías mediastínicas contralaterales, biliares contralaterales o en adenopatías de la región escalénica o supraclavicular homo o contralateral. Estadio II Ni Ni Mo Mo No N, N2 Mo Mo Mo N, Cualquier N Mo Mo Cualquier T Cualquier N M, T| T2 Estadio III-a T, T3 T,.3 Estadio III-b Cualquier T T4 Estadio IV 2.3. Estado clínico del paciente (criterios de Karnofsky) 90-100% - Actividad normal. - Sintomático pero ambulatorio; 70-80' se cuida a sí mismo. - Ambulatorio más del 50 % del tiempo; ocasionalmente necesita 50-60' asistencia. - Ambulatorio menos del 50 % del tiempo; necesita cuidados de enfermería. 30-40 % - Encamado; puede necesitar hospitalización. 10-20% Valoración de la pérdida de peso. Se considera la presencia de este criterio cuando: la pérdida de peso es involuntaria (no debida a dieta hipocalórica), no atribuible a ninguna otra enfermedad (como diabetes mellitus o hipertiroidismo no controlados), con evidencia satisfactoria del peso habitual del paciente y que la pérdida sea de suficiente magnitud (de al menos el 10 % del peso habitual). 2.4. Estirpe histológica. Clasificación 1. 2. 3. 4. 5. 6. Carcinoma epidermoide. Carcinoma de células pequeñas. Adenocarcinoma. Carcinoma de células grandes. Carcinoma de estirpe no concretada. Carcinoma mixto adenoescamoso. METÁSTASIS A DISTANCIA (M) Mo No metástasis a distancia conocidas. M| Presentes metástasis a distancia. Especificar lugar/es. 2.2. Estadios Carcinoma oculto T. Estadio 0 T, Estadio 1 Tí T2 17 2.5. Nomenclatura de cirugía en el CB 7. Cirugía diagnóstica. Cuando se efectúa sólo con el fin de obtener material para estudio histológico. No (carcinoma in situ) Mo 2. Cirugía estándar presuntamente curativa. Cuando se efectúa cirugía respetando los límites anatómicos (neumonectomía, lobectomía), incluyendo adenopatías biliares. No No Mo Mo 3. Cirugía extendida, presuntamente curativa. Cuando esta resección implica extirpación de estructuras locales invadidas por tejido tumoral: aurícula, 57 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 diafragma, pared, adenopatías mediastínicas, etc. Debe reunir los criterios que se señalan más adelante. Se deben indicar a continuación las estructuras resecadas objeto de cirugía extendida. 4. Cirugía no curativa. Cuando tras la resección se demuestra la presencia de cualquiera de las siguientes circunstancias: - Existencia de tumor en los límites de resección tanto biliares como periféricos. - Existencia de infiltración tumoral periganglionar de las adenopatías mediastínicas resecadas. - Existencia de tumor en zonas biopsiadas y no resecadas (pleura, pericardio, diafragma, etc.), incluyendo tejido mediastínico no ganglionar. riedad y por no considerarse imprescindible para la clasificación básica. De cualquier forma, para los grupos que deseen profundizar en este aspecto, se cree conveniente adoptar la clasificación de la Sociedad Torácica Americana (1983). Según comunicación del Dr. Mountain a este grupo de trabajo, el grupo japonés se mostró muy firme en mantener las normas del Dr. Naruke. Por ello, no existe acuerdo internacional en el momento presente respecto a este difícil tema de delimitar los campos de los diferentes grupos adenopáticos mediastínicos. 2.7.1. Puntos de referencia que delimitan los terrenos de cada grupo adenopático (fig. 1) 5. Cirugía paliativa. Cuando se indica para controlar síntomas, no con intención curativa: control de sepsis por absceso tumoral, hemorragia severa, atrapamiento aéreo severo, dolor, etc. 6. Toracotomía exploradora. Cuando, conocido o no el diagnóstico de CB primitivo, éste se demuestra irresecable en el acto quirúrgico. 7. Cirugía citorreductora. Cuando, vista la inoperabilidad oncológica por cualquier criterio, la cirugía se indica a fin de extirpar la mayor parte de tejido tumoral para inicio de terapéutica coadyuvante (quimio, radio o inmunoterapia). 2.6. Criterios para calificar una cirugía como "presuntamente curativa" Datos obligados: deben de estar presentes los cuatro dígitos: 7. Estudio preoperatorio que no demuestra enfermedad metastásica o afectación de estructuras no extirpables. (Este estudio es dependiente del utillaje y de la rentabilidad propia de cada técnica de estudio en cada centro). 4. Ausencia de tumor en otros tejidos biopsiados pero no resecados. a: Punto de cruce, con la línea media traqueal, del margen caudal del tronco braquiocefálico. b: Borde superior del cayado aórtico. c: Borde superior del cayado de la vena ázigos. d: Carina traqueal. e: Ligamento arterioso. f: Borde superior de la arteria pulmonar izquierda. g: Punto de salida de la primera rama de la arteria pulmonar izquierda. h: Punto de origen de los bronquios de los lóbulos superiores de ambos lados. 2.7. Nomenclatura y definición de los grupos adenopáticos regionales 2.7.2. Delimitación y nomenclatura-numeración de los grupos adenopáticos Aunque este tema está en íntima relación con el apartado previo 2.1. de las categorías TNM, se expone al final, habida cuenta de su carácter de complementa- A fin de conservar la nomenclatura de la Sociedad Torácica Americana, R significa derecho y L izquierdo (figs. 2 y 3). 2. Límites de resección quirúrgica tanto hilares como periféricos libres de tumor. 3. Adenopatías mediastínicas resecadas sin invasión tumoral periganglionar. 58 18 GRUPO DE TRABAJO DE LA SEPAR- NORMATIVA SOBRE NOMENCLATURA Y CLASIFICACIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO Grupo Nomenclatura 2R Paratraqueal superior derecho 2L Paratraqueal superior izquierdo 4R Paratraqueal inferior derecho Delimitación del área Adenopatías a la derecha de la línea media de la tráquea, entre la intersección del margen caudal de la arteria innominada con la tráquea y el ápex del pulmón. Incluyen las adenopatías mediastínicas derechas más altas. Adenopatías a la izquierda de la línea media de la tráquea, entre el borde superior del arco aórtico y el ápex del pulmón, que incluyen las adenopatías mediastínicas izquierdas más altas. Adenopatías a la derecha de la línea media de la tráquea entre el borde cefálico de la vena ázigos y la intersección del margen caudal de la arteria braquiocefálica con el lado derecho de la tráquea. Incluyen algunas adenopatías pretraqueales y paracava. 4L Paratraqueal inferior izquierdo 5 Aortopulmonares 6 Mediastínica anterior 7 Subcarínicas Adenopatías a la izquierda de la línea media de la tráquea, entre el punto más superior del arco aórtico y el nivel de la carina, medial al ligamento arterioso. Incluye algunas adenopatías pretraqueales. Adenopatías subaórticas y paraaórticas, laterales al ligamento arterioso o a la aorta o a la arteria pulmonar izquierda, proximal a la primera rama de la arteria pulmonar izquierda. Adenopatías anteriores a la aorta ascendente o a la arteria innominada (incluyen algunas adenopatías pretraqueales y preaórticas). Adenopatías inferiores a la carina traqueal pero no asociadas con los bronquios lobares inferiores o con arterias del pulmón. ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÜM. 2, 1990 8 Paraesofágicas Adenopatías dorsales a la pared posterior de la tráquea y a la derecha o izquierda de la línea media del esófago (incluye retrotraqueal pero no adenopatías subcarínicas). Adenopatías en el ligamento 9 Ligamento pulmonar pulmonar derecho o izquierdo. 1 OR TráqueoAdenopatías a la derecha de bronquial la línea media de la tráquea, derecho desde el nivel del borde superior de la vena ázigos al origen del bronquio del lóbulo superior derecho. 1 OL Peribronquial izquierdo Adenopatías a la izquierda de la línea media de la tráquea entre la carina y el bronquio del lóbulo superior izquierdo y medial al ligamento arterioso. 11 Intrapulmonar Adenopatías, derechas o izquierdas, distales al bronquio principal o a la carina secundaria (incluyen adenopatías interlobares, lobares y segmentarias). 3. CONCLUSIÓN Para la calificación de cada tumor diagnosticado es imprescindible la utilización de las categorías TNM, los estadios, la estirpe histológica y, en caso de cirugía, la definición del tipo de cirugía. El estado clínico del paciente (función cardiorrespiratoria, colaboración del paciente, edad, función renal o hepática, etc.) son necesarios para la calificación de cada paciente con diagnóstico de CB. Tanto para la valoración del tumor, en toda su extensión, como para la del paciente, es necesario señalar los tipos de estudio efectuados. Creemos que esta forma de clasificación permite la probable aceptabilidad de todos los grupos de trabajo, teniendo presente, para la clasificación TNM-estadios, que la propuesta que aquí se defiende se basa en los recientes acuerdos de la Nueva Clasificación Internacional del Carcinoma Broncogénico. 60 BIBLIOGRAFÍA Mountain CF, Carr DT, Anderson WAD. A System for the Clinical Staging of Lung Cáncer. Am J Roentgenol Radium Ther-Nucí Med 1974; 120-130. American Joint Commitlee on Cáncer. Manual for Staging of Cáncer J.B. Lippincott Cia. Philadelphia, 1983. Unión Internacional Contra el Cáncer. TNM. Clasificación de los Tumores Malignos. 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Los tumores causantes de hemoptisis se encontraron con mayor frecuencia en tráquea y bronquios principales (p < 0,001) y se localizaron con más facilidad en la broncofibroscopia, por ser visibles en un mayor porcentaje y porque el sangrado fue una guía eficaz para obtener la muestra diagnóstica cuando no se usó control radioscópico (p < 0,05). A pesar de su desfavorable localización, la extensión de los tumores no de células pequeñas que ocasionaron hemoptisis fue similar a la de los que no la produjeron e incluso fue menor en los carcinomas de células pequeñas (p < 0,05). Esto sugiere que las veces en que la hemoptisis adelanta el diagnóstico, contrarresta el efecto desfavorable de una localización más próxima!. La tendencia al sangrado fue similar en los principales tipos histológicos. Sólo los carcinoides, que siempre sangraron y los bronquioalveolares que nunca lo hicieron, ambos presentes en escaso número, mostraron un comportamiento diferencial. Meaning of hemoptysis in primitive pulmonary tumors To evalúate the meaning of hemoptysis in malignan! pulmonary tumors, the tumoral extensión found at the time of diagnosis was compared in 191 patients with hemoptytis and in 337 without it. The tumors associated with hemoptysis were more commonly found in trachea and major bronchi (p < 0.001) and were more easily detected with fiberoptic bronchoscopy, as they were visible in a higher proportion and because bleeding was an effective guide to obtain the diagnostic sample when fluoroscopic control was not used (p < 0.05). Despite their unfavorable localization, the extensión of non small cell tumors resulting in hemoptysis was similar to that from those tumors without hemoptysis. It was even lower in small cell carcinomas (p < 0.05). This suggests that in those cases where hemoptysis results in an earlier diagnosis it diminishes the unfavorable influence of a more proximal localization. The tendency to bleeding was similar in the major histological types. Oniy carcinoids, which always bled, and bronchoalveolar tumors, which never did, behaved diflerentiy. Both types were uncommon. Arch Bronconeumol 1990; 26:61-64 Introducción La hemoptisis es la primera manifestación del carcinoma bronquial entre el 7 y el 14 %1 de los pacientes y habitualmente está presente en un número más elevado de ellos antes de haberse llegado al diagnóstico. Mientras que en general se considera al carcinoma sintomático como avanzado, también se reconoce que la hemoptisis, como la neumonitis obstructiva, pueden poner de manifiesto tumores de pequeño tamaño2 Son escasas las publicaciones recientes que hayan estudiado la influencia que el momento de la aparición de la hemoptisis tiene en el diagnóstico del carcinoma bronquial. Recibido el 3-7-89 y aceptado el 5-9-89. 25 En el presente trabajo hemos intentado valorar el significado de la hemoptisis en el carcinoma bronquial, comprobando su influencia en la precocidad del diagnóstico y su relación con la extensión del proceso. Para hacerlo se comparó la localización endoscópica y el estadio de la neoplasia en el momento del diagnóstico, en dos grupos de pacientes con carcinoma bronquial, divididos según tuvieran o no hemoptisis. Material y métodos Se incluyen en el presente trabajo todos los pacientes con confirmación citohistológica de carcinoma bronquial, a los que se realizó broncofibroscopia en nuestra sección en el período de tiempo comprendido entre junio de 1981 y mayo de 1986. Con una finalidad comparativa se incluyen también los tumores pulmonares metastásicos estudiados durante el mismo período de tiempo. En todos estos se demostró biológicamente la existencia de un tumor primitivo extrapulmonar. 61 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 Para apreciar la extensión tumoral se empleó en todos los casos, además de la broncofibroscopia, historia clínica, exploración física, analítica convencional, radiografía y tomografia de tórax, y serie ósea metastásica. Cuando se consideró necesario también se utilizaron TAC (cerebral, torácico y/o abdominal), gammagrafía ósea y ecografía abdominal. Siguiendo los criterios del American Joint Committee se utilizó el TNM para sistematizar la extensión de todos los carcinomas a excepción de los anaplásicos de células pequeñas, que se dividieron en enfermedad limitada, cuando estaba contenida en un solo hemitórax y en enfermedad extendida cuando lo sobrepasaba. Las broncofibroscopias se realizaron siguiendo normas previamente publicadas, que permanecieron invariables a lo largo del estudio3. Se consideró que un paciente había tenido hemoptisis cuando ésta se objetivó o fue referida dentro de la sintomatología actual que condujo a la exploración endoscópica, sin otro límite cronológico. En el tratamiento estadístico de los datos se utilizó el test de la t de Student para la comparación de medias en muestras no pareadas y el test de la chi cuadrado de Pearson para la comparación de porcentajes. Se consideraron significativos valores de p inferiores a 0,05. Resultados Entre mayo de 1981 y junio de 1986 se realizaron en nuestra sección 1.600 broncofibroscopias, 702 a pacientes con hemoptisis. En 571 de los 1.560 pacientes explorados se llegó a un diagnóstico final de tumor pulmonar maligno; 528 (92,5 %), eran tumores pulmonares primitivos y 43 (7,5 %) metastásicos. Con una finalidad comparativa, los pacientes se dividieron en dos grupos según presentasen o no hemoptisis (grupo I y II, respectivamente). En la tabla I se refleja la distribución de los tumores primitivos y metastásicos en ambos grupos. En la tabla II se indica la visibilidad endoscópica de los carcinomas bronquiales de ambos grupos y la situación del extremo proximal de los que fueron visibles. En los pacientes con hemoptisis, el porcentaje de carcinomas visibles, 80,6 % (154/191) fue superior al de los que no tenían hemoptisis, 73,3 % (247/337), sin que la diferencia alcanzara significación estadística. También fue superior y de forma significativa (p < 0,001) el porcentaje de tumores proximales en el primer grupo (46,1 %) comparado con el del segundo (29,6 %). El porcentaje de pacientes diagnosticados mediante broncofibroscopia dependió de la visibilidad endoscópica del tumor y fue similar en ambos grupos. En la tabla III se expresa la influencia de la extensión radiológica de los tumores endoscópicamente no visibles sobre la rentabilidad diagnóstica de la broncofibroscopia. Esta fue superior en los tumores de mayor tamaño, tuvieran o no hemoptisis, sin que la diferencia llegara a alcanzar significación estadística. Por otra parte, el porcentaje de tumores de más de 4 cm entre los que no ocasionaron hemoptisis (74 %) fue superior de forma significativa (p < 0,05) al 64 % encontrado en los que sí la produjeron. La rentabilidad diagnóstica de la broncofibroscopia, cuando se realizó sin control radioscópico a pacientes con tumores no visibles, estaba influida de forma estadísticamente significativa (p < 0,05) por la 62 TABLA I Tumores pulmonares incluidos Grupo I Primitivos Metastásicos Total Total Grupo II N.° % N.° % N.° % 191 10 201 36,2 23,3 35,2 337 33 370 63,8 76,7 64,8 528 43 571 92,5 7,5 100 TABLA II Visibilidad endoscópica de los tumores Grupo 11 Grupo I No visibles Visibles Nivel: Tráquea y bronquios principales Bronquios lobares Bronquios segmentarios N.° % N." % 37 154 19,4 80,6 90 247 26,7 73,3 71 49 34 46,1= 31,8 22,1 73 133 41 29,6 53,8 16,6 ' N.": pacientes con tumor en cada uno de los grupos. = Significativamente superior (p < 0,01) con respecto al grupo 1 TABLA III Tumores no visibles. Influencia de la extensión radiológica en la rentabilidad diagnóstica de la hroncoscopia Total ( n - 127) <4cm >4cm Grupo I (n = 37) ü N." % N. 21/35 66/92 60 72 9/15 14/22 Grupo II = (n = 90) % N." % 60 64* 12/20 52/70 60 74 N.": pacientes diagnosticados/pacientes explorados*: Significativamente inferior (p < 0,05) a los del grupo II. TABLA IV Tipos histológicos Gru p o l N.° Epidermoide Células pequeñas Adenocarcinoma Células grandes Indiferenciados Broncoalveolar Carcinoide Linfoma primitivo Total 99 43 28 8 9 0 4 0 191 Grupo II % N. Q 51,8 22,5 14,7 4,2 4,7 165 70 49 24 24 4 0 1 2,1 % 48,9 20,8 14,5 7,1 7,1 1,2 337 visión del origen del sangrado. Se diagnosticaron 8 de 10 (80 %) en que se localizó el sangrado y sólo 5 de 17 (29 %) en que no se localizó. En la tabla IV se indican los tipos histológicos de los tumores pulmonares primitivos. Su estadio viene reflejado en las tablas V y VI. Se excluyeron cinco pacientes que no contaban con estudio de extensión. 26 S. ROMERO CANDEIRA ET AL.- SIGNIFICADO DE LA HEMOPTISIS EN LOS TUMORES PULMONARES PRIMITIVOS En la tabla V se indica el estadio de los pacientes con carcinoma bronquial primitivo no de células pequeñas, subagrupados según tuvieran o no hemoptisis. El porcentaje de pacientes en los distintos estadios fue prácticamente similar en ambos grupos. En los carcinomas de células pequeñas con enfermedad extendida (tabla VI), el porcentaje de pacientes con hemoptisis, 2 9 , 7 % (19/64) fue significativamente menor (p < 0,05) al de sin hemoptisis, 70,3 % (45/64). La distribución por estirpes histológicas del carcinoma broncogénico fue similar en ambos grupos; los cuatro carcinoides mostraron hemoptisis y no la mostró ninguno de los cuatro carcinomas broncoalveolares ni el linfoma primitivo. TABLA V Extensión de los carcinomas no de células pequeñas Grupo I (n = 142) Estadio 1 Estadio II Estadio III N." % N.° % 32 19 91 22,5 13,4 64,1 44 36 185 16,6 13,6 69,8 TABLA VI Extensión de los carcinomas de células pequeñas Grupo I N.° Discusión Tradicionalmente se ha considerado a la hemoptisis como un síntoma habitualmente tardío en el carcinoma bronquial 4 ' 5 . Jackson y Diamond6 confirman esta impresión al comprobar que la extensión proximal de la neoplasia impidió la resección quirúrgica en 79 de 80 pacientes con hemoptisis diagnosticados por broncoscopia y aconsejan la práctica de la exploración en una etapa más precoz, guiada por síntomas más tempranos. En un trabajo reciente, Capalastegui et al7 encuentran irresecables a 28 de 35 pacientes con carcinoma bronquial y hemoptisis. Nuestro estudio, al aportar datos suficientemente precisos sobre la extensión proximal de la neoplasia, en la totalidad de los pacientes con carcinoma bronquial explorados mediante broncofíbroscopia, permitió comparar los hallazgos diferenciales entre los que tenían hemoptisis y aquellos que no habían presentado este síntoma antes de la exploración. Los resultados de esta comparación muestran que los pacientes con hemoptisis tenían carcinomas, si no más avanzados, sí situados en una zona más proximal dentro del árbol traqueobronquial, lo que indudablemente dificulta la terapéutica quirúrgica y conlleva un peor pronóstico. Entre los pacientes con hemoptisis, tanto el porcentaje de tumoraciones visibles como el de los tumores situados en tráquea y bronquios principales, éstos con significación estadística, fueron superiores a los encontrados en pacientes sin hemoptisis. El posible efecto positivo que la procedencia del sangrado tiene en la identificación de la neoplasia no puede descartarse, como tampoco la posibilidad de que la hemoptisis, sobre todo cuando es voluminosa, impida la localización del tumor. La extensión endoscópica de los tumores es sólo un aspecto parcial de su extensión global y en el presente estudio, cuando se considera además del tamaño tumoral, la invasión de estructuras vecinas y la presencia de metástasis ganglionares o hematógenas, se comprueba que los tumores que producen hemoptisis en el momento del diagnóstico, se encuentran en un estadio menos avanzado que los que no presentan este síntoma, aunque las diferencias sólo alcanzan significación estadística en los carcinomas de células pequeñas. 27 Grupo II (n - 265) Enfermedad extendida Enfermedad limitada 19 25 Grupo 11 % 29,7* 48,1 Total N.° % N.° 45 27 70,3 51,9 64 52 * Significativamente inferior (p < 0.05) con respecto al grupo II- Los datos anteriores sugieren que en los pacientes con tumores pulmonares y hemoptisis, las ocasiones en las que la aparición de este síntoma adelanta el diagnóstico contrarrestan el efecto desfavorable de su localización más proximal. La rentabilidad diagnóstica de la broncofíbroscopia está influenciada indudablemente por la visibilidad tumoral endoscópica. Este hecho comprobado previamente8"' ' se vuelve a poner de manifiesto en el presente trabajo, donde en casi el 100% de los tumores visibles la broncofíbroscopia obtuvo material diagnóstico. Porque los tumores que producen hemoptisis tienen una mayor tendencia a situarse en una zona más proximal del árbol bronquial y ser accesibles a visión endoscópica, cabría esperar que la rentabilidad global de la broncofíbroscopia fuera en ellos superior a la obtenida en los tumores que no producen sangrado espontáneo. En el presente estudio, sin embargo, la rentabilidad global de la broncofíbroscopia fue similar en ambos grupos de pacientes y ello habría que atribuirlo, al menos de forma parcial, a la mayor rentabilidad de la técnica en los tumores periféricos que no ocasionaron hemoptisis, condicionada seguramente por su mayor tamaño. Que nosotros sepamos, la influencia que la visibilidad del sangrado tiene en la rentabilidad de la broncofíbroscopia en los tumores periféricos no ha sido evaluada con anterioridad. El presente estudio permitió hacerlo en un pequeño grupo de pacientes con hemoptisis en los que no se utilizó la radioscopia como guía para la toma de muestras. En ocho de 10 pacientes en los que se utilizó el sangrado como guía, la muestra fue positiva, porcentaje significativamente mayor (p < 0,05) al 29,4 % (5 de 17) Obtenido en los pacientes en que había desaparecido el sangrado en el momento de la exploración. Dentro de los tumores pulmonares primitivos, son los carcinoides los más vascularizados 12-H y los que por tanto presentan una mayor tendencia al sangrado. Este hecho ha sido repetidamente señalado y en mu63 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 chos centros condiciona la abstención de realizar biopsia endoscópica en los pacientes en que se sospecha su presencia. En nuestra serie se comprueba una tendencia uniforme de los tumores carcinoides a producir hemoptisis, aunque el escaso número de ellos encontrado resta valor al hallazgo. También la baja incidencia de sangrado aquí encontrada en los carcinomas bronquioalveolares ha sido señalada como una de sus características15-16. Los carcinomas epidermoides suelen localizarse en una región más proximal con mayor frecuencia7. Estas dos características podrían condicionar una mayor propensión a producir hemoptisis que no se comprueba en este estudio. Fishman18 señala la rareza con la que los tumores metastásicos producen hemoptisis. En nuestro estudio, el número de tumores metastásicos con hemoptisis a los que se hizo broncofibroscopia fue 10 de 201, un 5 %, porcentaje prácticamente idéntico al 6 % encontrado en estudios previos similares6'19. Pero este bajo porcentaje probablemente no indica una menor tendencia al sangrado de las tumoraciones metastásicas, sino el menor número de ellas sometidas a broncofibroscopia. Así, si analizamos nuestros datos comprobamos que de 43 pacientes con tumores metastásicos, 10 (23,2 %) tenían hemoptisis mientras que de los 528 carcinomas bronquiales considerados primitivos, 191 (36,2 %) tenían este síntoma, sin que la diferencia entre los porcentajes alcance significación estadística. BIBLIOGRAFÍA 1. Thompson VC. Tumours ofthe lung. En: Perry KM and Sellors TH. Chest Diseases. London. Butterworths 1963; 567-643. 64 2. Fontana RS. Early diagnosis of lung cáncer. Am Rev Respir Dis 1977; 116:399-402. 3. Romero Candeira S, Padilla Navas I, Jiménez Cruzado L, Pages Juanola MA, Villaplana Villaplana E, Cabezas Jiménez A. Rentabilidad diagnóstica de la broncofibroscopia en el carcinoma bronquial. Rev Clin Esp 1984; 174:243-246. 4. Rogers WL. 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Manifestations of respiratory disorders. En: Fishman AP. Pulmonary diseases and'disorders. McGraw-Hill Book Company 1980; 72-78. 19. Moerch JH. Clinical significance of hemoptysis. JAMA 1952; 148:1.461-1.465. 28 ORIGINAL TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DEL NEUMOTORAX ESPONTÁNEO PRIMARIO: REVISIÓN 326 CASOS J. Zapatero Gavina, R. Peñalver Pascual, B. Baschwitz Gómez, L. Madrigal Royo, E. Pérez Rodríguez*, L. Folgué Calvo**, A. Golpe Gómez*, J. Lago Viguera y J. Candelas Barrios Servicios de Cirugía Torácica, Neumología* y Anatomía Patológica**. Hospital Ramón y Cajal. Madrid. El neumotorax espontáneo junto a los traumatismos torácicos representan las dos causas más frecuentes de ingreso hospitalario en nuestro servicio por debajo de los 30 años. Entre 856 casos ingresados por neumotorax espontáneo, 326 (38,08 %) fueron intervenidos quirúrgicamente. La edad media fue de 29,56 años (desviación estándar 11,2); 282 eran hombres (86,5 %) y 44 mujeres (13,4 %); 170 eran izquierdos (52,14 %), 153 derechos (46,93 %) y 3 simultáneos. El síntoma más frecuente fue el dolor en 309 casos (94,78 %), seguido por la disnea en 148 (45,93 %). La indicación quirúrgica era debida a la repetición del neumotorax en 163 casos (50 %) o a fuga aérea prolongada en 138 (43,33 %), habiendo 12 casos de hemoneumotórax (3,68 %). La vía de abordaje más habitual fue la toracotomía axilar en 303 casos (92,94 %), siendo la técnica quirúrgica más frecuente la resección atípica de las lesiones, seguida de abrasión pleural. La mortalidad operatoria fue nula, siendo baja la morbilidad, existiendo únicamente 2 recidivas (0,61 %) tras un seguimiento medio de 5,6 años. La asociación de blebs y/o bullas, cicatriz inespecífica y siderófagos intraalveolares representa una tríada lesional con relación etiopatogénica. Arch Bronconeumol 1990; 26:65-67 Introducción La primera referencia en la literatura concerniente al neumotorax espontáneo es debida a Itard', quien describió 5 casos de necropsias en 1803. Algunos años después, Laennec2 hizo la primera revisión extensa de esta enfermedad en 1818. Los neumotorax espontáneos representan, junto a los traumatismos torácicos, las principales causas de hospitalización por un proceso torácico en personas menores de 30 años. La tuberculosis ha sido considerada hasta los primeros años de nuestro siglo como el agente causal del neumotorax, si bien, hoy en día se acepta a la producción de blebs subpleurales y/o bullas perforados en la cavidad pleural como las causas responsables3. Recibido el 5-7-89 y aceptado el 5-9-89. 33 Surgical treatment of spontaneous primary pneumothorax: a review of 326 cases Spontaneous pneumothorax and thoracic trauma are the two most common causes of admission of patients under 30 years to our department. Of 856 cases admitted for spontaneous pneumothorax, 326 (38.08 %) received surgical therapy. Mean age was 29.56 years (standard deviation 11.2); 282 patients were male (86.5 %) and 44 were témale (13.4 %); 170 cases were left sided (52,14 %), 153 right sided (46.93 %), and 3 were simultaneous. The most common symptom was pain in 309 cases (94,78 %), followed by dyspnea in 148 (45.93 %). Surgery was indicated for recurrence of pneumothorax in 163 cases (50 %) or sustained air Icakage in 138 (43,33 %), with 12 cases of hemopneumothorax (3.68). The most common surgical approach was axillary thoracotomy in 303 cases (92.94 %), and the most common surgical technique was atypical resection of the lesions, followed by pleural abrasión. There was no operative mortality and the morbidity was low. There were oniy two relapses (0.61 %) after a mean follow up of 5.6 years. The association with blebs and/or bullae, nonspecific scar and intraalveolar siderophages represents a triad of lesions with etiological and pathogenetical significance. Con respecto al tratamiento, la mayoría de grupos4 5 defienden en los últimos años una postura más agresiva, tratando de evitar las recidivas de los neumotorax y otros tipos de complicaciones, basados en los buenos resultados conseguidos con la cirugía. Material y métodos Entre 1978 y 1987, 856 casos fueron diagnosticados de neumotorax espontáneo primario en el Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y de entre ellos, en 326 casos hubo necesidad de recurrir a un tratamiento quirúrgico (38,08 %). La edad media fue de 29,56 años (desviación estándar 11,25), con un rango comprendido entre los 14 y los 78 años, siendo el intervalo modal más frecuente entre 21 y 30 años con 120 casos (36,80%); 282 eran hombres (86,50 %) y 44 mujeres (13,49 %). Ciento cincuenta y tres neumotorax aparecieron en el lado derecho (46,93%) mientras 170 eran izquierdos (52,14%), existiendo tres casos de aparición simultánea en ambos lados. En cuanto a la radiología predominaba el neumotorax total sobre el parcial, a la vez que era más frecuente el colapso menor del 50 % 65 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 que el mayor del 50 %. Hay que destacar la presencia de 62 bridas pleurales (19,01 %) y la sospecha radiológica en 198 casos (60,73 %) de blebs y/o bullas en la radiología convencional (tabla I). El síntoma más frecuente era el dolor que aparecía casi en el 95 % de la serie, seguido por la disnea y la tos (tabla II). La indicación quirúrgica estaba motivada en 163 casos (50%) por la repetición del neumotorax, mientras que en 138 pacientes (42,33 %) era debido a una fuga aérea en el tubo de drenaje durante más de 4 días. Las restantes indicaciones correspondían a hemoneumotórax que requirieron cirugía de urgencias en 12 casos, planteándose la cirugía por causa social o profesional en seis pacientes (2 pilotos, 2 conductores, 1 buzo, 1 deportista profesional) (tabla III). Resultados La vía de abordaje más veces utilizada fue la toracotomía axilar en 303 casos (92,94 %), seguida por la toracotomía posterolateral estándar en 21 (6,44%), indicándose esta última en aquellos casos de hemoneumotórax urgentes, neumotorax asociados a paquipleuritis o bien, en aquellos otros casos con bullas diseminadas por el pulmón. En dos casos (0,61 %) se practicó una esternotomía media para abordaje simultáneo de ambos hemitórax en un solo tiempo quirúrgico. La técnica quirúrgica más frecuente fue la segmentectomía atípica de las lesiones asociada a abrasión pleural con compresa seca de la cavidad pleural en TABLA I N.° % 136 190 174 152 28 62 12 4 198 41,71 58,28 53,37 46,62 8,58 19,01 3,68 1,22 60,73 TABLA II Sintomatología Dolor Disnea Tos Fiebre Discusión El neumotorax espontáneo aparece habitualmente en personas por debajo de los 30 años, con un predominio claro en el sexo masculino. El principal problema en esta enfermedad viene representado por las TABLA IV Técnica quirúrgica Radiología Neumotorax parcial Neumotorax total Colapso menor 50 % Colapso mayor 50 % Desviación mediastino Bridas pleurales Neumomediastino Neumotorax crónico Blebs y/o bullas 307 casos (94,17 %). En menor proporción hemos utilizado la resección-plicatura de las bullas, coagulación de bridas pleurales asociada a limpieza de la cavidad o decorticación pleuropulmonar (tabla IV). En 268 casos (82,20 %) la sutura del parénquima pulmonar fue realizada de manera manual con material reabsorbible, mientras que en 58 casos (17,79 %) se hizo de modo automático con grapadora UKJL-40. Las complicaciones postoperatorias fueron escasas, siendo nula la mortalidad operatoria, no existiendo diferencia estadísticamente significativa en la aparición de complicaciones según que la sutura fuera manual o automática. La estancia media postoperatoria fue de 6,9 días. Tras un seguimiento medio de 5,6 años, solamente hemos registrado dos recurrencias del neumotorax (0,61 %) (tabla V). En el estudio histopatológico de las piezas existían 318 casos de bullas y/o blebs (97,54%) y siderófagos intraalveolares en 191 (58,58%) (tabla VI). N.° % 309 148 48 2 94,78 45,39 14,72 0,61 Segmentectomia atipica + abrasión Resección-plicatura bullas Coagulación brida + limpieza pleural Decorticación N.° % 307 34 12 4 94,17 10,42 3,68 1,22 TABLA V Complicaciones postoperatorias Fuga aérea Infección herida Espacio residual Atelectasia Hemotórax Neumotorax contralateral Derrame Hemorragia digestiva N.° % 8 6 4 3 2 2 2 1 2,45 1,84 1,22 0,92 0,61 0,61 0,61 0,30 TABLA VI Anatomía patológica TABLA III Indicación quirúrgica Repetición Inagotable Hemoneumotórax Social Crónicos Simultáneos 66 N." % 163 138 12 6 4 3 50 42,33 3,68 1,84 1,22 0,92 Bullas y/o blebs Cicatriz inespecífica Siderófagos intraalveolares Inflamación crónica Hiperplasia mesotelial Granulomas tuberculosos Paquipleuritis Neumonitis N.° % 318 210 191 104 92 9 4 2 97,54 64,91 58,58 31,90 28,22 2,76 1,22 0,61 34 J. ZAPATERO GAV1RIA ET AL.- TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DEL NEUMOTORAX ESPONTÁNEO PRIMARIO: REVISIÓN 326 CASOS recurrencias y así Semeretis6 encuentra un 49 % de recidivas en los casos tratados únicamente con reposo, 40 % en los tratados con descanso seguido de drenaje pleural y 38 % en los tratados con drenaje pleural, mientras que en los casos operados no existía ninguna recurrencia. Otros autores defienden una indicación social que debe de ser considerada en aquellas personas que desarrollan una actividad profesional especial con alto riesgo para sí mismos o para los que les rodean (pilotos, conductores, buzos, etc.)7. Así, la proporción de los neumotorax que requieren una intervención quirúrgica varía entre un 23 y un 100 % en la literatura, representando nuestro grupo una postura intermedia8'9. La vía de abordaje más habitual es la toracotomía axilar, debido al buen acceso que consigue al vértice del pulmón, con escasa repercusión funcional y buen resultado cosmético, lo cual resulta muy importante en personas jóvenes10 •". En pacientes con episodios previos de neumotorax en el otro lado, en aquellos con lesiones radiológicas bilaterales o en aquellos otros casos con neumotorax simultáneo, resulta aconsejable el abordaje de ambos hemitórax en un sólo tiempo quirúrgico mediante esternotomía media l2 ' 13 . La técnica quirúrgica debe basarse en una cirugía etiológica, practicándose la excisión y/o plicatura de las lesiones macroscópicamente visibles, seguido de abrasión pleural con compresa seca14'15, con lo cual hemos obtenido en nuestra serie un índice de recidivas de sólo el 0,61 %. La pleurectomía apical no fue aplicada, dado el alto índice de complicaciones reflejado en la literatura, especialmente en forma de hemotórax 16 ' 17 . Por otra parte, en los pacientes en los cuales se ha llevado a cabo una pleurectomía, cualquier intento de cirugía posterior se encuentra muy dificultado por la adherencia pleural tan firme18. La correcta disposición de ambos drenajes resulta fundamental, de cara a obtener el más próximo contacto entre ambas pleuras, con lo cual se conseguirá que la abrasión pleural resulte más efectiva19. El estudio histopatológico de los especímenes destaca la asociación de bullas y/o blebs, cicatriz inespecífíca y siderófagos intraalveolares, secundarios a una hemorragia más o menos reciente, planteándose una relación etiopatogénica al respecto. La situación de isquemia crónica de los vértices pulmonares, unido todo ello a un aumento de la distensión aérea origina la producción de abundantes macrófagos cargados de hemosiderina, de localización intraalveolar, cercanos 35 a una cicatriz inespecífica, sobre la que asientan lesiones de enfisema paracicatricial, cuyos espacios quísticos aéreos, en forma de bullas o blebs, originan al perforarse los neumotorax espontáneos20. BIBLIOGRAFÍA 1 . Itard E. Sur le pneumothorax ou contentions gazeuses qui se forment dans la poitrine. Disertation 32 XI París 1803. 2. Laennec R. Du pneumothorax ou des epanchements aeriformes dans la cavilé pleuralé. De 1'auscultation médiate. 913. Paris 1 8 1 8 . 3. Lichter I, Gwynne JF. Spontaneous pneumothorax in young subjects. A clinical and pathological study. Thorax 1 9 7 1 ; 26:409417. 4. Ofoegbu RO. Pleurodesis for Spontaneous pneumothorax. Am J Surg 1980; 140:679-681. 5. Granke K, Fischer CR, Gago O, Morris JD, Prager RL. 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Surgery for bullous emphysema. Chest 1976; 70:572-577. 20. Cueto A, Fogué L, López Pujol J, Lago J, Salvatierra A, Madrigal L, Candelas J. Neumotorax espontáneo III. Etiología de neumotorax espontáneo. Rev Esp Cir CTV 1984; 2:377-387. 67 ORIGINAL TUMORES COSTALES J. Martínez León, J. Orón Alpuente, J. Ortega Serrano, J. Ruiz del Castillo, C. Carbonell Canti y J. Orón Marques Servicio de Cirugía* Unidad de Cirugía Cardiovascular y Torácica. Hospital Clínico Universitario. Valencia. Los autores presentan una serie de 27 casos de tumores de la pared torácica. La radiología toráca fue diagnóstica en el 100 % de los casos, no obstante se recomienda la utilización de técnicas de diagnóstico complementario, tales como la TAC, que permitan reconocer la afectación de las partes blandas y/o parénquima pumonar. En todos los casos se debe identificar la resección en bloque de la lesión con unos márgenes oncológicos, siendo este dato importante para la supervivencia a largo plazo. Esta resección debe ser amplia sin que se vea mediatizada por el defecto que se va a crear en la parece torácica. Para la reconstrucción de la misma se pueden emplear, solos o de forma combinada, las prótesis y los colgajos musculares de vecindad. Costal tumors Arch Bronconeumol, 1990; 25:68-72 The autors report a series of 27 patients with chest wall tumors. Thoracic radiológica! examination was diagnostic in 100 % of the patients. However, the use of complementary diagnostic procedures such as CT, which permits the identification of soft tissue and/or pulmonary involvement, are recommended. In all cases, the resection of the lesión as a whole shouid be attempted, leaving oncological margins. This last point is relevant for long term survival. Resection shouid be wide and not interfered by the defect to be created in the chest wall. For the reconstruction of the latter, prosthesses and flaps of neighboring muscle can be used. Introducción Material y métodos Los tumores de la pared torácica son poco frecuentes y suponen un reto quirúrgico, no sólo por su etiología sino por un problema específico: las dificultades que puede entrañar la reconstrucción de una pared estable tras su extirpación. El primer problema con el que nos encontramos es la definición de "tumor de pared torácica". Consideramos como tal a aquel que asienta en las costillas, cartílagos costales, esternón y partes blandas del tórax, excluyendo la mama. También eliminamos los tumores del raquis y los de la clavícula y escápula cuyos tratamientos dependen de otras especialidades. No obstante, esta clasificación no puede ser rígida ya que ciertos tumores de estas localizaciones pueden requerir técnicas de cirugía torácica para su extirpación. Por ello, en la actualidad el tratamiento quirúrgico de los tumores de pared torácica debe considerarse multidisciplinario ya que requiere, en ocasiones, la colaboración de cirujanos torácicos, plásticos y radioterapeutas. Se han revisado un total de 27 casos de tumores de pared torácica tratados por la sección de Cirugía Torácica del Hospital Clínico Universitario de Valencia entre los años 1973-1988. La edad media fue de 42,5 años (9-88) correspondiendo 15 a varones y 11 a mujeres (1 enfermo presentó dos tumores). La extirpe anatomo-patológica y la clínica de los mismos quedan reflejados en las tablas I y II. Recibido el 21-4-89 y aceptado e] 5-9-89. •Prof. Gómez Ferrer 68 TABLA I Distribución anatomo-patológica de los tumores de paredtorácica Sarcoma de Ewing (3) Osteocondritis (2) Condroma-condrosarcoma (2) Displasia fibrosa (3) Sarcoma osteogénico (1) Desmolde (1) TBC (2) Quiste óseo aneurismático (3) Miositis osificante (1) Neurofibroma (1) Metástasis epidermoide (3) Metástasis adenocarcinoma (1) Metástasis anaplásico (2) Metástasis ca. ovario (1) Metást. fibrohistiocitoma (1) TOTAL: 8 casos TOTAL: 19 casos 36 J. MARTÍNEZ LEÓN ET AL.- TUMORES COSTALES El diagnóstico se realizó mediante radiografías de tórax con tomografías y en diferentes proyecciones, siendo positivas en el 100 % de los casos. Se ha realizado TAC en los últimos cuatro casos. El rastreo óseo isotópico se realizó en seis casos, demostrando en todos ellos la existencia de la lesión y apareciendo la tumoración de mayor tamaño en la escintigrafía que en la Rx convencional. En ningún caso se practicó biopsia preoperatoria por punción. TABLA II Clínica Dolor Tumoración Ulceración Hallazgo casual 14 casos (56%) 16 casos (64 %) 3 casos (12%)* 7 casos (28 %) * Todos malignos. Resultados De los 27 casos, 23 fueron intervenidos practicándose resección en bloque de la tumoración y estudio anatomopatológico. En los cuatro casos restantes tan sólo se realizó una toma de biopsia de la tumoración. Los resultados del estudio anatomo-patológico quedan reflejados en la tabla I. En quince casos se pudo realizar la resección de una única costilla procediendo al cierre por planos de la incisión. En los otros ocho casos se procedió a la resección costal múltiple (3-5 costillas) procediendo en tres casos al cierre directo del defecto cubriendo el mismo con un colgajo muscular de latísimo del dorso y en los cinco casos restantes el defecto de la pared torácica se cerró con una malla de marlex, cubriendo posteriormente la malla con colgajos musculares de latísimo y/o pectoral mayor. No hubo ningún caso de muerte hospitalaria. Los casos de resección costal simple fueron extubados en el postoperatorio inmediato (3 horas como máximo) y de los ocho casos de resección múltiple, 5 fueron extubados en el mismo día de la intervención y los otros tres requirieron asistencia ventilatoria que no excedió a las 24 horas. En los tumores benignos no se ha presentado ningún caso de recidiva. De los diez tumores malignos intervenidos, 4 fueron tumores primitivos costales y de ellos, uno falleció a los tres meses (sarcoma de Ewing con afectación cutánea y vertebral). Los tres restantes se encuentran libres de enfermedad a los 3 años, 15 meses y 35 meses respectivamente, si bien hay que destacar que el sarcoma osteogénico de costilla es el de menor tiempo de seguimiento. Los otros, tres tumores malignos intervenidos fueron metastásicos. De ellos 3 fallecieron a los 4, 9 y 13 meses respectivamente de la intervención y los otros tres se encuentran vivos y sin signos de recidiva a los 10, 25, y 37 meses, respectivamente. Ningún caso ha presentado recidiva cutánea en el lugar de la intervención ni producido ulceración. Uno de los casos malignos no intervenidos (metástasis esternal por carcinoma de ovario) vivió 14 meses tras recibir tratamiento quimioterápico y radioterapia. Discusión Los tumores de pared costal son poco importantes en cuanto a frecuencia pero representan un grupo de TABLA III Clasificación de los tumores de la pared torácica según Witz A) Tumores costales benignos: A.l. Pseudotumores: Displasia fibrosa Granuloma eosinófilo Quiste óseo esencial A.2. Tumores cartilaginosos: Osteocondroma Condroma Fibro-condroma mixoide A.3. Tumores óseos: Osteoma Tumor de mieloplaxas A.4. Otros: Fibroma Lipoma Quiste aneurismático Hemangioma B) Tumores costales malignos: Condrosarcoma Osteosarcoma Sarcoma de Ewing Reticulosarcoma Mieloma (Sarcoma plasmocitario) Fibrosarcoma Otros C) Tumores esternales: Esencialmente son los mismos descritos anteriormente, pero teniendo en cuenta que el 85-90 % son malignos enfermos que requieren un notable esfuerzo terapéutico para su curación o, cuanto menos, para lograr una mejor calidad de vida. El primer problema con el que nos encontramos al estudiar los tumores de la pared torácica es su clasificación dada la posible variedad de su procedencia: elementos óseos, partes blandas, enfermedades sistémicas y dentro de ellos pueden ser primitivos o metastásicos. Los tumores óseos de la pared torácica representan entre el 4,5-8 % de la totalidad de los tumores óseos del organismo'•2. La revisión más numerosa sobre el tema es la de Witz' y de ella podemos extraer las siguientes conclusiones: - Los tumores costales son más frecuentes que los esternales. - A nivel de las costillas, los tumores benignos y malignos tienen una incidencia similar. Este dato coincide con los de nuestra serie, donde los tumores benignos suponen un 66 % frente a un 33 % de los malignos, cifras que coinciden con las de la serie de Ochsner3. Dentro de los tumores benignos, los más frecuentes corresponden a los denominados pseudotu69 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 mores, dato que coincide con nuestras observaciones y las de otros autores2. - A nivel esternal los tumores benignos son excepcionales. Para algunos autores2'3, la mayoría de las lesiones malignas de la pared torácica son metastásicas y en ocasiones la metástasis en la pared torácica es la primera manifestación de la enfermedad. Ciertos tumores tienen preferencia a metastatizar en la pared costal: hipemefromas, neoplasias de próstata, neoplasias de pulmón. De acuerdo con los hallazgos de esta revisión', la clasificación de los tumores de la pared costal quedaría como aparece en la tabla III. Clínicamente los síntomas más frecuentes son el dolor y la tumoración. El síntoma dolor es el más frecuente en nuestra serie y puede aparecer como un dolor profundo osteócopo, desencadenarse a la palpación o aparecer espontáneamente en forma de neuralgia intercostal. La palpación en ocasiones es negativa porque el tumor está cubierto por la escápula o por el dorsal ancho o porque tiene un crecimiento predominantemente intratorácico, ello es la causa de que en ocasiones el diagnóstico de un tumor costal sea un descubrimiento casual. Esto ha ocurrido en un 25 % de los casos de nuestra serie, lo que coincide con hallazgos de otras series4'5, mientras que en otras llega hasta un 60 % de los casos6. También es importante, clínicamente, que hasta un 22 % de los pacientes pueden presentar ulceración, hecho este muy importante de cara a la calidad de vida de los pacientes. Los tumores óseos primarios benignos sólo son sintomáticos en el momento del diagnóstico en un 60 % de los casos, frente al 80 % en caso de que sean malignos3. La localización tumoral puede darse en cualquier parte de la pared torácica, aunque parece existir una mayor proporción de tumores primarios malignos en las siete primeras costillas4, hecho este no coincidente con nuestra casuística ni con los resultados de otros autores''7. Sin embargo, sí parecen estar de acuerdo la totalidad de los autores en que los tumores malignos se localizan preferentemente en el tercio medio y posterior de las costillas. Ni la clínica, ni la duración de los síntomas, ni la edad de presentación pueden indicar con seguridad la benignidad o malignidad de una tumoración primitiva. Tan sólo la localización esternal nos puede orientar inicialmente hacia un diagnóstico de malignidad. También puede ser un indicio de malignidad el aumento rápido y reciente de tamaño, la invasión de estructuras vecinas, etc. El diagnóstico de confirmación es fundamentalmente radiológico. A la hora de valorar una lesión ósea hay que tener en cuenta no solamente la reacción del hueso (osteolisis, osteocondensación o mixta) sino que también hay que tener en cuenta la reacción del periostio y de los tejidos blandos vecinos. Es de gran utilidad la utilización de tomografías y de un esqueleto completo. Los signos radiológicos de malignidad no siempre son claros pero, en principio, se debe conside70 rar como maligno todo tumor de más de 4-6 cm o que afecte a más de una costilla. Se puede hablar de una serie de imágenes "típicas" de los tumores más frecuentes: Displasia fibrosa: Imagen fusiforme que expande la cortical y la adelgaza pero no la infiltra ni la erosiona (figs. 1 y 2). Condroma y condrosarcoma: Imagen lobulada osteolítica que puede infiltrar o no la cortical, con aspecto moteado y con zonas de mayor densidad radiológica. Granuloma eosinófilo: Imágenes osteolíticas en sacabocados, imágenes que en ocasiones pertenecen a un mieloma o sarcoma plasmocitario. Osteosarcoma: Puede adoptar una forma lítica con bordes difusos mal delimitados que destruyen la cortical e infiltran los tejidos vecinos (figs. 3 y 4). La forma osteogénica da imágenes calcicas abigarradas con forma de nubosidades mal definidas. 40 J. MARTÍNEZ LEÓN ET AL.- TUMORES COSTALES La gammagrafía permite descubrir la lesión pero no nos indica si es benigna o maligna. Sí que es de utilidad para descubrir tumores de localizaciones múltiples. La TAC tiene gran valor para determinar la extensión de la lesión de partes blandas, la afectación intratorácica y por lo tanto es de gran orientación a la hora de determinar la extensión de la resección quirúrgica8. El diagnóstico histológico preoperatorio es discutible y así hay autores que piensan que se puede realizar una punción-biopsia o una biopsia preoperatoria a cielo abierto9''°, mientras que otros autores4 la contraindican por el riesgo de diseminación. Nosotros, junto con otros autores, pensamos que la punción o biopsia a cielo abierto está indicada en los casos de sospecha de que el tumor sea metastásico, sobre todo si se desconoce cual es el primitivo y en los casos de tumores de la medula ósea en los cuales el tratamiento no será esencialmente quirúrgico. En el resto de los casos el diagnóstico anatomopatológico definitivo 41 debe ser posterior a la exéresis del tumor. La mayor dificultad en este diagnostico viene dada en los tumores cartilaginosos por la dificultad de distinguir en ocasiones entre un condroma y un condrosarcoma. Actualmente se piensa que el condroma es un tumor maligno de malignidad atenuada". En nuestra serie tenemos un caso demostrativo de un condrosarcoma que fue intervenido después de nueve años de evolución. Posiblemente esta tumoración en un principio fuera un condroma. Esta "malignización" de los condromas es más frecuente en los casos de exóstosis múltiples. Aquí podemos aplicar de nuevo el principio general de considerar maligno todo aquel tumor que mida más de 4 cm. Quizás el aspecto más controvertido de los tumores de la pared torácica sea el tratamiento. Tratamiento que viene matizado por una parte por la necesidad de una exéresis amplia con garantías oncológicas, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones la única posibilidad de curación es la resección completa al primer intento y por otra parte por la necesidad de reconstruir la pared torácica con la suficiente estabilidad para que no se produzca una alteración de la dinámica ventilatoria. La indicación quirúrgica es absoluta en todos los tumores de la pared torácica, excepto en los que se originan en la médula ósea (plasmocitoma, sarcoma de Ewing, etc.) para los que en la actualidad prima el tratamiento quimio y radioterápico. A pesar de ello, algunos autores piensan que la localización "única" de estos tumores sería subsidiaria de tratamiento quirúrgico". Nosotros nos inclinamos por la primera posibilidad pero sin olvidar que dichos pacientes pueden tener alguno de los otros tipos de tumor, como en uno de nuestros casos que 7 años después de haber sido tradado de un sarcoma de Ewing presentó un granuloma eosinófilo de costilla que inicialmente fue catalogado de recidiva. Un problema especial es el que plantean las lesiones ulceradas de la pared torácica. Estas, en la gran mayoría de las ocasiones, son metastásicas y en algunas ocasiones, como tras una mastectomía, pueden ser una recidiva local, una infiltración a partir de los ganglios de la mamaria interna y en ocasiones las lesiones son secundarias a radioterapia, pudiendo aparecer incluso una segunda estirpe tumoral. En estos pacientes con lesión ulcerada, el objetivo terapéutico ha de ser la resección con cicatrización de la zona. Este gesto cuanto menos, mejora la calidad de vida y existen casos de supervivencias muy superiores a los 5 años, incluso en tumores metastásicos5'12-14. Al planear la resección de un tumor de pared torácica hay que tener en cuenta que éstos, además de por las vías clásicas, también pueden diseminarse por otras vías: subperiósticamente, subpericóndricamente, a través de la cavidad medular y a través de la pleura parietal. Estas posibles vías de diseminación dificultan la determinación macroscópica de los márgenes de resección. Se considera que una resección costal debe de incluir una costilla libre de tumor por encima y por debajo de la lesión, con un margen de 71 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 6-8 cm anterior y posteriormente incluyendo las partes blandas supra y subyacentes'•5' ". El problema que se plantea después de esta resección es la reconstrucción de la pared torácica, problema este que nunca debe ser óbice para que la resección practicada sea lo más radical posible con vistas a la curación. La inestabilidad secundaria a una resección musculo-esquelética amplia va a ser variable según la zona en que se realice; así, resecciones del manubrio esternal y la zona subescapular pueden hacerse sin necesidad de gestos reconstructores, ya que no producen inestabilidad. Sin embargo, las resecciones completas del esternón y las resecciones de varias costillas deben ser reparadas con transposiciones músculo-esqueléticas, material protésico o ambas. Como prótesis heterólogas para mantener la estabilidad torácica se han utilizado mallas de diversos materiales (marlex, PTFE)5 13 14 o resinas sintéticas rígidas (metil-metacrilato) que consiguen una estabilidad inmediata 15 ' 16 . En la actualidad, siempre que sea posible, la tendencia es a emplear colgajos músculocutáneos, del latísimo, pectoral, serrato o recto anterior del abdomen para cerrar directamente el defecto o cubrir la prótesis colocada5 13 17. En nuestra serie, en los tumores benignos no ha sido necesaria nunca la colocación de material protésico tras la resección de la costilla afecta, que en ocasiones se ha realizado incluso de forma extrapleural. En aquellos tumores malignos, en los que ha sido necesaria la resección de más de tres costillas, hemos procedido al cierre del defecto con malla de marlex cubriendo posteriormente ésta con colgajos por deslizamiento de latísimo y pectoral mayor con buenos resultados, sin problemas respiratorios ni infecciones. Tampoco se han registrado recidivas en el lugar de la exéresis. 72 BIBLIOGRAFÍA 1. Witz JP, Wihim JM, Morand G. Panorama clinique et radiologique des tumeurs ostéo-cartilagineuses primitives de la paroi thoracique. Ann Chir Thorac Cardiovasc 1978; 1 7 : 1 0 - 1 7 . 2. Teitelbaum SL. Twenty years' experience with intrinsic tumors of the bony ihorax at a large institution. J Thorac Cardiovasc Surg 1972; 63:776-782. 3. Ochsner A, Lucas GL, McFarland GB. 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Ann Thorac Surg 1981; 32:329-336. 42 ORIGINAL RESULTADOS DEL TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LA HIDATIDOSIS TORÁCICA M. Casillas Pajuelo, J. García Girón, J.M. Rodríguez Paniagua, J.L. Gil Alonso y M. Ayala Muñoz* Servicio de Cirugía Torácica y •Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital la Paz. Universidad Autónoma de Madrid. Analizamos los resultados del tratamiento quirúrgico de 204 pacientes con hidatidosis torácica. La mayor parte presentaban quistes hidatídicos pulmonares (182); 23 tenían simultáneamente quistes localizados en hígado y pulmón y sólo 10 eran quistes de asiento extrapulmonar. La radiografía de tórax fue el principal medio diagnóstico; las reacciones clásicas de Cassoni, Weinberg y el recuento de eosinófilos tuvieron escaso valor. Se realizaron 237 intervenciones primarias, practicándose en los quistes íntegros quistectomía simple y capitonaje en los quistes complicados se realizaron diversos tipos de intervenciones quirúrgicas. En doce pacientes con tránsitos hepatotorácicos y en seis con quistes de cúpula hepática se llevó a cabo la extirpación simultánea de ambas localizaciones por vía torácica a través de frenotomía. No hubo mortalidad operatoria ni hospitalaria. El porcentaje de complicaciones en la serie total fue del 12,8 %. En el seguimiento evolutivo tras la cirugía hemos observado dos recidivas en quistes pulmonares íntegros y tres recurrencias en hidatidosis pleural. Results of the surgical therapy of thoracic hydatid disease We have evaluated the results of surgical therapy in 204 patients with thoracic hydatid disease. Most (182) had pulmonary hydatid cysts; 23 had simultaneous pulmonary and hepatic cysts and oniy 10 were extrapulmonary cysts. Chest X-ray film was the major diagnostic procedure; the classical Cassoni and Weinberg reactions and the eosinophil count were of littie help. 237 primary operations were undertaken. In the whole cysts, simple cystectomy and capitonnage were performed, whereas in complicated cysts several type of surgical procedures were carried out. In 12 patients with hepatothoracic migrations and in six cysts of the hepatic summit, both localizations were simultaneously resected by thoracic approach through phrenotomy. There was no operative or hospital mortality. The overall rate of complication was 12,8%. In the follow up after surgery we found two relapses in whole pulmonary cysts and three relapses in hydatid pleural disease. Arch Bronconeumol, 1990; 26:73-76 Introducción Material y métodos La hidatidosis constituye un problema sanitario importante a nivel mundial. En España es enfermedad endémica, si bien con clara tendencia a disminuir. La infestación en el hombre por la tenia Echinococcus granulosas da lugar a la formación de quistes preferentemente en hígado y pulmón. La cirugía de los quistes pulmonares va desde la simple extirpación a la resección pulmonar. Analizamos nuestra experiencia en los diez últimos años en un total de 204 pacientes intervenidos por quistes de asiento torácico con una orientación totalmente conservadora. Hemos intervenido 204 pacientes diagnosticados de hidatidosis torácica desde junio de 1977 a diciembre de 1987 en el Servicio de Cirugía Torácica del Hospital la Paz de Madrid; 121 eran hombres y 83 mujeres y las edades oscilaban entre 7 y 76 años (media de 34.7 años). Hay un pico de mayor incidencia en la segunda década con un 31 % del total de casos. La distribución de edades y sexo se muestran en la figura 1. A su ingreso en nuestro servicio, 35 pacientes tenían antecedentes de intervenciones previas por hidatidosis (11 pulmonar, 22 hepática, una cardíaca y una cerebral). Sólo el 21 % estaban asintomáticos y el descubrimiento fue fortuito ante un examen radiológico de rutina. El resto tenía una sintomatologia variable que se recoge en la tabla I. Realizamos recuento de eosinófilos en todos los casos, reacción de Cassoni y Weinberg en 29 casos, test de látex y hemaglutinación indirecta en 77 e inmunoelectroforesis en otros 27 casos. Al diagnóstico se llegó fundamentalmente por la radiología convencional, si bien utilizamos otras exploraciones combinadas; así en 17 enfermos Recibido el 4-7-89 y aceptado el 10-10-89. 47 73 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 TABLA I Manifestaciones clínicas de 204 casos Hidatidosis torácica Distribución por sexo y edad 204 casos Número de casos 43 161 Asintomáticos Sintomáticos Tos Dolor torácico Fiebre Hemoptisis Expectoración purulenta Vómica Disnea Shock anafiláctico Síndrome de Horner 21 % 79% 57 45 30 19 17 16 13 1 1 TABLA II Distribución de 204 casos Formas pulmonares 10 20 30 40 50 60 70 182 casos Formas extrapulmonares Mediastínicas Vertebrales 10 casos Parietales Diafragmálica Mediastinovertebral Formas en tránsito hepatotorácico 12 casos 80 Fig. 1. Distribución por sexo y edad de 204 casos de hidatidosis torácica. se practicó estudio con tomografía axial computarizada (TAC), ecografía torácica en 15 casos, broncofibroscopia en 55 pacientes y toracoscopia en otros dos. La localización de los quistes fue preferentemente pulmonar en 182 pacientes, 12 casos presentaban tránsito hepatotorácico y sólo en 10 ocasiones encontramos localizaciones extrapulmonares: mediastínica (4), parietal (20), vertebral (2), diafragmática (1) y mediastinovertebral (1) (tabla II). En los estudios de extensión se localizaron 23 casos de afectación simultánea del hígado. De entre los 182 pacientes con localización pulmonar exclusiva, 133 presentaban quistes únicos y 49 formas múltiples (en éstas se han considerado que existia hidatidosis complicada cuando al menos un quiste estaba roto). Las tablas III y IV muestran la distribución de quistes Íntegros y complicados y su presentación como formas únicas o múltiples. En total contabilizamos 279 quistes en estas formas pulmonares. Lógicamente hemos excluido las formas de hidatidosis malignas (3 casos) con incontables quistes en ambos lados. La distribución por lóbulos en las formas únicas demuestra una mayor frecuencia en el pulmón derecho, con un 58 %; el lóbulo más frecuentemente afectado ha sido el inferior derecho (28 %). Todos los casos han sido intervenidos por toracotomía empleando siempre intubación selectiva bronquial. En las formas de presentación bilateral nunca hemos realizado simultáneamente el abordaje de ambos lados. 4 2 2 1 1 TABLA III Formas de presentación y distribución en 182 casos Formas únicas Formas múltiples 41 - 146 quistes - 133 P.dcho. 77 P. izdo. 56 Unilaterales dchos. 13 izdos. 3 Bilaterales 33 TABLA IV Formas de presentación y estado de los quistes en 182 casos Quistes hialinos Quistes rotos Únicos Múltiples Total 61 casos 72 casos 14 casos 35 casos 75 casos 107 casos Resultados Con los tests serológicos hemos conseguido unas positividades variables entre el 39 % con la reacción de Cassoni y el 87 % con la inmunoelectroforesis. El empleo de TAC en 17 enfermos permitió demostrar en el 53 % de los casos la presencia de membranas o restos. La ecografía fue siempre positiva para evidenciar la naturaleza quística de las imágenes radiológicas. La broncofibroscopia demostró 18 membranas retenidas en el árbol bronquial, secreciones purulentas en seis; signos inflamatorios en siete casos y en los restantes 24 la exploración fue normal. La toracoscopia fue positiva en los dos casos realizados, con visualización de las membranas en la cavidad pleural. La cirugía se llevó a cabo siempre con actitud conservadora y así, de 118 quistes íntegros se extrajeron 74 101 sin romper (95 mediante técnica de Ugon modificada y 6 con resección atípica al estar localizados periféricamente). Lamentamos siete quistes rotos al intentar la técnica de extracción de los quistes. En 10 ocasiones utilizamos punción-aspiración con extracción posterior de la membrana hidatídica. En los quistes complicados, 161, realizamos 47 resecciones pulmonares, de ellas 36 atípicas, 10 lobectomías y una neumonectomía. En los restantes casos se indicó apertura del quiste, extracción de membranas y limpieza cuidadosa de los restos, con resección parcial de la adventicia y cierre de las boquillas bronquiales; usamos capitonaje en la mayor parte de los casos. En doce enfermos que presentaban tránsitos hepatotorácicos se practicaron tres resecciones lobares medias, una lobectomía inferior derecha y ocho resecciones atípicas antes de practicar una frenotomía amplia y 48 M. CASILLAS PAJUELO ET AL.- RESULTADOS DEL TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LA HIDATIDOSIS TORÁCICA extracción de los quistes infectados de cúpula hepática con resección parcial de la adventicia y marsupialización de la cavidad con dos drenajes en cañón de escopeta. En los seis casos de hidatidosis pleural secundaria a roturas de quistes pulmonares llevamos a cabo, además del tratamiento de los quistes, una cuidadosa decorticación pleuropulmonar. En las formas de presentación extrapulmonar, la extirpación quística fue sencilla si bien en un caso precisamos de la colocación de una malla de Marlex para estabilizar la pared torácica. Las tres hidatidosis vertebrales fueron abordadas con la colaboración de la Unidad de Raquis. No hubo mortalidad hospitalaria en la serie y la morbilidad consistió en nueve infecciones de la herida quirúrgica, seis cámaras pleurales que se resolvieron con drenaje-aspiración, siete fugas aéreas sostenidas que precisaron de reintervención quirúrgica, dos empiemas pleurales y dos atelectasias postoperatorias; en total 26 casos tuvieron complicaciones (12,8 %). En el seguimiento evolutivo posterior hemos recogido dos casos de "recidiva" al año y tres años de la primera intervención. Un paciente operado de hidatidosis vertebral hizo un aneurisma de aorta torácica cinco años después, sin que se demostrara que hubiera relación entre los dos procesos, si bien asentaban ambos al mismo nivel. Tres pacientes con hidatidosis pleural secundaria han necesitado varias reintervenciones posteriores a pesar de llevar a cabo una decorticación de entrada. Una paciente con hidatidosis hepática y pulmonar hizo un embolismo pulmonar masivo, tenía dos cavidades hepáticas residuales y la cava inferior estaba trombosada. No conocemos ningún caso de muerte en la serie a consecuencia de su hidatidosis. Discusión Está claramente establecido que, una vez realizado el diagnóstico de presunción de hidatidosis torácica, la cirugía es el tratamiento de elección: determinadas formas de presentación de la enfermedad pueden ser difíciles de enjuiciar, pero en nuestro medio esta posibilidad diagnóstica es frecuentemente incluida al ser nuestro país zona endémica'. Las técnicas de laboratorio clásicas (Weinberg, Cassoni) y el recuento de las cifras de eosinófilos son poco fiables2'4. Otros tests serológicos como la doble difusión o la modificación del quinto arco de Caprón son más específicos5'6, pero tampoco eliminan los falsos negativos, sobre todo en los quistes íntegros o con roturas tardías. La radiología convencional del tórax junto con las tomografías y la TAC son los métodos diagnósticos más usados actualmente, aunque esta última técnica no la empleamos de forma rutinaria. La broncofibroscopia aporta un número de positividades no despreciables en las formas abiertas7, además de descartar tumores endobronquiales con los que es preciso establecer, en ocasiones, diagnóstico diferencial. La punción pleural y la toracoscopia pueden ser igualmente 49 Hidatidosis pulmonar única Distribución por lóbulos 56 casos 77 casos Fig. 2. Distribución de las formas pulmonares únicas en los diferentes lóbulos. de utilidad en las formas pleurales secundarias a rotura de quistes pulmonares. La serie que presentamos tiene unas características bastante aproximadas a las publicadas en nuestro país8"", con una frecuencia de quistes rotos del 62 % y un porcentaje de formas múltiples de 27 %. Las formas hepatopulmonares representaron el 12,3% con una cifra de tránsitos del 6 %, similar a la señalada por Yuste et al' 2 . Somos partidarios de la intervención quirúrgica precoz en las hidatidosis no complicadas; cuando exista vómica purulenta, fiebre o bronconeumonia acompañante preferimos posponer la cirugía hasta mejorar las condiciones generales del paciente e intervenir lesiones más localizadas. En los tránsitos hepatotorácicos, la cirugía temprana con cobertura antibiótica puede evitar la diseminación por vómica de las vesículas hijas y el efecto tóxico de la bilis sobre el árbol bronquial. Utilizamos intubación selectiva bronquial para prevenir inundaciones masivas del árbol respiratorio y protejemos el campo quirúrgico con compresas embebidas en suero salino al 15 %. En las formas íntegras de la hidatidosis realizamos la extracción completa del quiste según procedimiento de Ugon3 modificado por Benzo l4 . El estallido del quiste mediante este proceder es una rara contingencia que se sitúa casi siempre por debajo del 10 %15. No somos partidarios de la punción de los quistes que sólo practicamos ante lesiones de gran tamaño con fuertes adherencias parietales, lo que conlleva un riesgo de rotura en su liberación. En estos quistes íntegros, la adventicia raramente está contaminada y es fácil el cierre de las boquillas bronquiales y su obliteración por capitonaje de la cavidad residual. La extirpación del parásito junto con la adventicia, propuesto por Pérez Fontana en 194816, no ha tenido aceptación por los problemas técnicos, sangrado fácil y dificultad de cierre de la cavidad residual con numerosas fístulas aéreas; ante quistes abiertos, nosotros 75 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 26, NUM. 2, 1990 preferimos incidir la adventicia, extraer las membranas con limpieza de todos los restos de la cavidad contaminada además de resecar el casquete adventicial, dejando únicamente su porción central para no lesionar las estructuras vasculares próximas. Hemos realizado resecciones segmentarias atípicas en quistes periféricos o con lesiones parenquimatosas inflamatorias importantes; creemos que esta cirugía es igualmente conservadora por cuanto nunca extirpa territorios pulmonares sanos. Nuestra experiencia es que los restos de adventicia se toleran bien y sirven de amarre a los puntos de capitonaje. No hemos tenido recidivas en los quistes infectados tratados con esta técnica; únicamente los quistes muy voluminosos y sobre todo en formas múltiples presentan imposibilidad material del cierre de la cavidad; preferimos, en estas circunstancias, aproximar al máximo las superficies después de cerrar las boquillas bronquiales y dejamos un drenaje selectivo para favorecer su obliteración. Para evitar la contaminación bacteriana, eludir los problemas de la cavidad residual e incluso para impedir las recidivas, algunos autores prefieren la exéresis pulmonar reglada'7'20. Nosotros pensamos que las lobectomías sólo se justifican ante la imposibilidad de recuperar buena parte del lóbulo debido a la destrucción impuesta por un quiste voluminoso o por un proceso supurativo secundario. En nuestra serie sólo hemos realizado 10 lobectomías, incluidos los tránsitos hepatopulmonares y la única neumonectomía fue realizada ante una perforación pleuropulmonar de larga evolución con importante fibrosis secundaria que impedía la aireación del parénquima. Opinamos, como otros autores' 5 ' 21 , que la conservación del parénquima pulmonar, aunque pueda ocasionarnos alguna reintervención, está justificada si el pulmón respetado es capaz de recuperar su funcionalidad y el riesgo de complicaciones es pequeño. No obstante, en cada caso el cirujano debe medir las indicaciones para conseguir el mayor beneficio con el mínimo sacrificio de parénquima. No hemos tenido mortalidad, pero sin embargo hemos necesitado reintervenir a siete pacientes, casi siempre por problemas de fuga aérea mantenida pero con un porcentaje bajo de resecciones pulmonares estándar (11/194). El problema de las recidivas es un tema debatido; algunos autores dan escaso valor a la contaminación por estallido del quiste 12 ' 15 , otros encuentran diseminaciones broncogénicas sólo en quistes previamente rotos8 e incluso algunos no tienen recidivas en su serie20 Hay ocasiones en las que existe una relación causa efecto probadas y otras en las que el tiempo transcurrido entre los episodios rotura e implante son demasiado largos para achacar a una contaminación la aparición del nuevo quiste, siendo más probable que se trate de una reinfestación. La hidatidosis pleural secundaria a la ruptura de un quiste pulmonar es una circunstancia que impone una actitud activa y precoz pues el problema no se resuel76 ve nunca con simple drenaje. El peligro de recurrencia es mayor que en el estallido del quiste dentro del árbol bronquial; nosotros hemos tenido que reintervenir tres de seis pacientes con este tipo de hidatidosis a pesar de haber practicado una cuidadosa decorticación parietovisceral y haber realizado un lavado de la cavidad con suero salino hipertónico. BIBLIOGRAFÍA 1. Papadopoulos G. Equinococcosis hydalidosis in the worid. Libro de Ponencias del XIII Congreso Internacional de hidatidología. Madrid 1985; 22. 2. Nicks R. Thoracic hydatid cysts. Med J Aust 1967; 1:9991.004. 3. Wolcott Mw, Harris SH, Briggs JN, Dobell ARC, Brow RK. Hidatidic disease of the lung. J Thorac Cardiovasc Surg 1 9 7 1 ; 62:465-469. 4. Varela-Diaz VM, Coltorti EA. Limitaciones de la intradermoreacción de Casoni en el inmunodiagnóstico de la hidatidosis humana. Bol OfSanit Panam 1974; 76:400-405. 5. Vicente García F, Guisantes JA. Diagnóstico de la hidalidosis humana. Nuestra experiencia con cinco métodos inmunológicos. 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Hospital 20 de Noviembre. ISSSTE. México En este trabajo se estudia un grupo de niños con esclerodermia. En todos ellos habían alteraciones pulmonares y esofágicas acompañando a otras manifestaciones de la enfermedad. Pulmonary and esophageal abnormalities in children with progressive systemic sclerosis (diffuse scleroderma) Arch Bronconeumol, 1990; 26:77-78 In the present study, a group of children with diffuse scleroderma was evaluated. All had pulmonary and esophageal abnormalities associated with other features of the disease. Introducción Material y métodos La esclerosis generalizada (esclerodermia) es una enfermedad del tejido conjuntivo poco frecuente, particularmente cuando se estudia la población infantil. Las características clínicas del padecimiento en el adulto y el que ocurre en la edad pediátrica han sido comparadas y algunos reportes sostienen que en el niño, el compromiso cardiorrespiratorio parece ser más frecuente y que el daño renal es menos común'• 2 . La lesión pulmonar de la esclerodermia ha sido relacionada previamente con diversos trastornos, como restricción de la movilidad torácica, daño vascular, presencia de factor reumatoide, anticuerpos anti-Scl-70 (topoisomerasa-I), anticuerpos antinucleares y una producción elevada de interleucina-23'5. Además, recientemente se observó que algunas alteraciones, como el reflujo gastroesofágico proximal y la broncoaspiración, tuvieron una relación con el daño pulmonar6. En el grupo de esclerodermia que ocurre en los niños no hay reportes similares, por lo que nuestros datos de un trabajo reciente pueden contribuir a elucidar la participación de dichos factores de riesgo. Se estudiaron cinco pacientes con esclerodermia de inicio en la edad pediátrica (menores de 16 años de edad), que incluyeron cuatro con esclerosis generalizada y uno con síndrome de CREST2. * Investigador Titular. Recibido el 18-9-1989 y aceptado el 4-10-89. 55 Resultados Al finalizar sus manifestaciones clínicas se observó que el fenómeno de Raynaud; el edema subcutáneo, así como la esclerosis cutánea con rápida progresión, fueron los datos predominantes de estos casos. Interesantemente todos tuvieron alteraciones esofágicas y pulmonares (tabla I). Los cambios esofágicos incluyeron disfunción en tercio medio o inferior en cinco casos. Tres pacientes presentaron además miopatía que se asoció con trastornos en el tercio superior del esófago, manifestados por disfagia alta en dos de ellos. Tres casos tenían adicionalmente alteraciones en intestino delgado y colon. La neumopatía fue clasificada como restrictiva por las pruebas funcionales respiratorias y por el hallazgo de fibrosis radiológica en los cinco enfermos2-3. Los estudios serológicos realizados de acuerdo a trabajos previamente descritos7 demostraron anticuerpos anti-Scl-70 en dos casos, uno de ellos con la coexistencia de anti-RNPn y otro con anti-DNA des77 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 TABLA I Manifestaciones clínicas en pacientes con esclerosis generalizada (esclerodermia) con daño pulmonar y esofágico Caso Edad (años) Sexo Evolución (años) 13,5 14 1,5 3 16 1 16 5,5 6 6,5 Manifestaciones respiratorias Manifestaciones gastrointestinales Fibrosis pulmonar* Fibrosis pulmonar* Tránsito esofágico anormal** Tránsito esofágico anormal** Disminución de la peristalsis y tono del sigmoides Fibrosis pulmonar* Tránsito esofágico anormal** Dolicosigmoides Fibrosis pulmonar* Tránsito esofágico anormal** Fibrosis pulmonar* y Tránsito esofágico anormal** obstrucción de vías aéreas Hipomotilidad en el tránsito intestinal Otras alteraciones Miopatía (clínica) Miopatía y disfagia alta*** Miopatia y disfagia alta*** * Restricción funcional con capacidad vital y capacidad pulmonar total menor del 80 % del esperado y obstrucción con relación capacidad vital/volumen espiratorio forzado del primer segundo menor del 70 % del esperado. Fibrosis pulmonar radiológica** Alteración en tercio medio o inferior mediante estudio radiológico con bario. *** Electromiografía con patrón miopático y determinación de creatinfosfoquinasa elevada. naturalizado. No se estableció una relación significativa con las manifestaciones viscerales por lo reducido del grupo. Discusión Los mecanismos patogénicos potenciales que se relacionan con la lesión pulmonar en la esclerodermia son diversos. La asociación entre disfunción esofágica proximal y distal con la fibrosis pulmonar que encoframos en este estudio apoya evidencias similares en pacientes adultos con esclerosis generalizada, donde los datos más contundentes han demostrado esofagitis y cambios laríngeos consistentes con broncoaspiración, relacionados con un descenso de la capacidad de difusión del monóxido de carbono6. También debemos considerar la posibilidad de una relación fortuita o que tal asociación tenga como base común la presencia de fibrosis extensa, tanto en el sistema cardiorrespiratorio como en el gastrointestinal y, como evidencia de ello, tenemos que la fibrosis no solo involucró esófago y pulmón, sino íleon, colon, y piel en forma importante, aun cuando el padecimiento no fue de largo tiempo de evolución. El compromiso cutáneo extenso y los cambios funcionales restrictivos en pulmón de nuestro grupo de estudio, han correlacionado anteriormente con la presencia de anticuerpos anti-Scl-70 (topoisomerasaI) 3 ' 7 ' 8 , pero su relación con el daño esofágico es menos claro. Otros anticuerpos contra antígenos nucleolares, como el anti-RNP-U3 y el anti-RNA-polimerasa-I, se han asociado con trastornos cardiopulmonares y nefropatía4, pero no ha habido un nexo significativo con las manifestaciones gastrointestinales. Algunos cambios inmunológicos, como el incremento de interleucina-1 o de interleucina-2, se han encontrado particularmente en pacientes con una enfermedad de reciente instauración y con el daño pulmonar, respectivamente5- 9, pero no con las alteraciones gastrointestinales. La disfunción esofágica, tanto proximal como distal, puede ciertamente contribuir a la lesión pulmo78 nar, probablemente favoreciendo la broncoaspiración. Adicionalmente, la neumopatía puede incrementar el reflujo gastroesofágico si la fuerza inspiratoria requerida y la presión negativa intratorácica son mayores. Por ello, la coexistencia de trastornos esofágicos y respiratorios no parecen ser mutuamente excluyentes. El reportaje ulterior de observaciones similares a las nuestras, tanto en niños con esclerodermia como en pacientes con otras neumopatías, podrá apoyar la participación de la disfunción esofágica o la broncoaspiración y otros factores como contribuyentes a la lesión pulmonar. BIBLIOGRAFÍA 1. 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Conget López Servicio de Neumologia y Servicio de Anatomía Patológica*. Hospital Clínico Universitario. Zaragoza. Se presenta un caso de bronquiolitis obliterante con neumonía organizativa (BONO) idiopatica. Sus características clínicas, radiológicas y funcionales coincidían con las descritas en la literatura. La anatomía patológica evidenciaba ocupación bronquiolar e intraalveolar por formaciones pseudopolipoideas de tejido conectivo, con presencia de fibroblastos, fibras de colágeno e infiltrado linfohistiocitario. Destacamos la buena respuesta al tratamiento, encontrándose la paciente asintomática y con recuperación radiológica y funcional completas en la actualidad, a los diez meses de seguimiento. Se comenta el caso haciendo especial hincapié en el alto grado de identidad para su sospecha y en el diagnóstico diferencial, debido a la buena recuperación y buen pronóstico en la mayoría de los pacientes. Arch Bronconeumol, 1990; 26:79-82 Introducción La bronquiolitis obliterante con neumonía organizativa (BONO) es un síndrome clínico-patológico que emergió a partir del análisis de pacientes con bronquiolitis obliterante (BO) asociada con neumonía organizativa' 2, diferenciándose del grupo de las BO3 y neumonías intersticiales''2. Lo sugestivo del cuadro y la buena respuesta al tratamiento, como en el caso de nuestra paciente, hacen que sea una enfermedad relativamente fácil de sospechar y que sea importante llegar a un diagnóstico de certeza. Presentamos un caso recientemente observado en nuestro servicio y que hemos seguido durante 10 meses. Observación clínica Mujer de 46 años, con antecedentes de litiasis biliar, catarros de repetición e hipermenorrea. Sin hábitos tóxicos, ni toma de medicamentos. Trabajadora de la industria textil. En contacto con animales (periquitos) desde hace cuatro años. Su enfermedad actual comenzó Recibido el 31-10-89 y aceptado el 21-11-89. 59 Obliterative bronchiolitis with organizative pneumonía. Report of a case An idiopathic case of Obliterative bronchiolitis with organizative pneumonía is reported. Its clinical, radiological and functional features corresponded to those reported in the literature. The pathological study disclosed bronchial and intraalveolar occupation by pseudolipoid connective tissue formations, with fibroblasts, collagen fibers and lymphohistiocytic infíltrate. We emphasize the good response to therapy: at present, the patient is symptom free and with complete radiological and functional recovery after ten months of follow up. The comments on the case insist on the high relevance of an adequate suspicion and differential diagnosis, owing to the good recovery and good prognosis in most patients. unos dos meses antes de su ingreso, con un cuadro de tos seca y disnea progresiva que llega a hacerse de mínimos esfuerzos; no presentó dolor torácico, fiebre ni hemoptisis. Se acompañó de síntomas constitucionales como astenia, anorexia y pérdida de peso. En la exploración: tensión arterial 120/60 mmHg, frecuencia cardíaca HOppm, consciente, orientada, taquipneica y con intensa palidez de piel y mucosas. No presentaba ingurgitación yugular ni adenopatías periféricas. La auscultación pulmonar mostraba disminución de la ventilación en ambos campos medios e inferiores, acompañada de crepitantes finos inspiratorios tardíos. Auscultación cardíaca: soplo sistólico en todos los focos. Abdomen: sin hallazgos. No había acropaquias. Datos complementarios: leucocitos 9.300/mm3 (75 % segmentados, 17% linfocitos, 5% monocitos, 3% eosinófilos); VSG 68; hematócrito 24 %; hemoglobina 7 g/dl; volumen corpuscular medio 60 fl; hemoglobina corpuscular media 0,2635 fmol/cel; concentración de hemoglobina corpuscular media 4,34 mmol/1; reticulocitos 1,3%; plaquetas 654.000/mm3; sideremia 2,5 umol/1; transferrina 3,12 g/1; ferritina 4 ^g/1. Todos los datos bioquímicos fueron normales. Proteinograma: albúmina 45 %, a,-globulina 6 %, a¡-globulina 16 %, p-globulina 17 %, gammaglobulina 17 %. Radiografía de tórax: patrón alveolar multifocal (figs. 1 y 2). Electrocardiograma: ritmo sinusal, isquemia subepicárdica inferior y lateral. Gasometría arterial (FÍO; 0,21): pH 7,46, PaCO; 32 mmHg, PaO; 57 mmHg, CO,H 23 mmol/1, EB +0,3 mmol/1, sat 0¡ 91 %. Pruebas funcionales respiratorias (tabla I). TAC torácica: condensaciones alveolares difusas con broncograma aéreo y tendencia a la coalescencia, fundamentalmente en segmentos posteriores de lóbulos inferiores. No se observan derrame pleural ni afectación adenopática. Gammagrafía pulmonar con Ga67: hipercaptación bilateral parcheada, más marcada 79 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 TABLA I Evolución de la función pulmonar: al inicio, al mes y a los diez meses de tratamiento Test 12-09-88 14-10-88 16-07-89 FVC (%)• 61 FEV|(%)* FEV,/FVC* FEF^.^»(%)« 53 73 29 99 105 89 93 97 91 79 103 FRC (%)* RV (%)• TLC (%)• RC/TLC 62 70 58 43 75 87 88 35 85 81 91 32 DLCO (%)* (ml/min/mmHg) PaC>2 (mmHg) A-aPO¡ (mmHg) 68 71 103 57 50 91 10 88 13 (*) Porcentaje del valor teórico. en lado izquierdo. La citología y baciloscopias de esputos seriadas fueron negativas. Mantoux negativo. Niveles de IgE, complemento, autoanticuerpos e inmunocomplejos normales. Fibrobroncoscopia: mucosa bronquial pálida, con orificios endobronquiales normales. El estudio microbiológico y citológico del broncoaspirado y del cepillado fueron negativos. Pruebas cutáneas y serologia a proteínas aviares: negativas. Serologia para L. pneumophila, C. psittaci, M. pneumoniae, C. burnetii y virus respiratorios: negativa, excepto para virus respiratorio sincitial con un titulo en la 1.a muestra de 1/640 y en la 2.a muestra (a los 21 días) de 1/160. Con este cuadro y ante el progresivo deterioro de la enferma, la ausencia de identificación de germen responsable y la falta de respuesta a la antibioterapia, se realizó biopsia pulmonar abierta. El estudio anatomopatológico de la misma mostraba un infiltrado difuso, septal, constituido por linfocitos y algunas células plasmáticas. A nivel de las luces bronquiolares y de algunos alveolos se observaban crecimientos intraluminales pseudopolipoideos formados por tejido conectivo con presencia de fibroblastos, fibras de colágena e infiltrados linfohistiocitarios. Algunos de estos pseudopólipos estaban revestidos parcialmente por epitelio bronquiolar. En los alveolos no ocluidos había algunas células histiocitarias espumosas (figs. 3 y 4). Las tinciones realizadas con las técnicas de PAS y ZiehI-Neelsen, para hongos y bacterias, asi como el estudio con luz polarizada para la observación de cuerpos extraños resultó negativa. Por la presencia de anemia microcítica hiposiderémica, presumiblemente de origen posthemorrágico, se realizó estudio ginecológico, siendo diagnosticada la paciente de útero miomatoso y pólipo endometrial. Con el diagnóstico de BONO idiopática se inicia tratamiento con predniso- 80 M. LOBO GALLARDO ET AL.- BRONQUIOLITIS OBLITERANTE CON NEUMONÍA ORGANIZATIVA. DESCRIPCIÓN DE UN CASO na oral a dosis de 1 mg/kg/dia, realizando posteriormente controles evolutivos clínicos, radiológicos (figs. 5 y 6) y funcionales (tabla I) mensuales, de los que mostramos los realizados al mes y a los diez meses. Una vez iniciado el tratamiento, se practicó a la enferma histerectomía total con anexectomia bilateral, lo que corrigió el cuadro de anemia. Discusión La BO fue descrita por primera vez en 1901 por Lange5, quien aportó dos casos de origen desconocido y evolución fatal. En los últimos años se ha renovado el interés por este cuadro como resultado de las descripciones de BONO' y BO después de los trasplantes de medula ósea y cardiopulmonar6 7. Sobre la clasificación de las BO hay confusión debido a que ha sido enfocada, fundamentalmente, desde dos perspectivas, la anatomopatológica y la clínica8. Los patólogos describen dos tipos de lesiones: la BO con taponamiento por tejido de granulación de la luz de las pequeñas vías aéreas, a veces con obstrucción completa de las mismas; y la BONO, en la que a la anterior descripción se añade que el tejido de granulación se extiende al ductus alveolar y alveolo. Los clínicos la clasifican de acuerdo con la causa o enfermedad sistémica asociada; la BO y la BONO pueden se idiopáticas o asociadas a exposición a gases, fármacos, infecciones y enfermedades del tejido conectivo. La BO se describe también asociada al trasplante de órganos7'8, y de forma secundaria a neumonía aspirativa, neumonía eosinófila crónica, alveolitis alérgica extrínseca, neumonía intersticial crónica, cáncer de pulmón y linfoma. Además, hay una entidad descrita sólo en Japón, con más de mil casos probables y ochenta y dos confirmados anatomopatológicamente, denominada panbronquiolitis difusa, sin obliteración, que afecta más a hombres y clínicamente cursa con disnea, tos y expectoración, con signos radiológicos de hiperinsuflación y que funcionalmente se presenta como un cuadro de obstrucción con atrapamiento aéreo y alteración de la difusión9. La separación entre las dos entidades es importante debido a sus diferencias. En la BO predominan las sibilancias, los crepitantes son iniciales, la radiología 61 es normal o únicamente se observa hiperinsuflación y funcionalmente presenta obstrucción al flujo aéreo. En la BONO predominan la disnea y la tos, los crepitantes son teleinspiratorios, radiológicamente hay consolidaciones difusas, parcheadas, comenzando a menudo como lesiones unilaterales y haciéndose bilaterales con el tiempo. La hiperinsuflación, cavitación y derrame pleural son muy infrecuentes. Un 10 % de las BONO pueden aparecer radiológicamente en forma de patrón lineal o nodular pequeño y difuso'. Nuestro caso se presentó con los hallazgos característicos de BONO: una historia de dos meses de evolución de tos y disnea, infiltrados parcheados, patrón funcional restrictivo con hipoxemia severa y difusión disminuida (tabla I). La realización de biopsia pulmonar abierta nos permitió el diagnóstico. Desde el punto de vista etiológico, nuestro caso no tenía historia de toma de fármacos, exposición a gases o tóxicos ni enfermedades sistémicas conocidas. En estudios serológicos presentó en la primera muestra un título de 1/640 a virus respiratorio sincitial, que descendió a 1/160 en la segunda determinación. Aunque la BO postinfecciosa se ve normalmente en niños, especialmente después de infecciones por virus y Mycoplasma pnw, también se ha descrito asociada a infecciones por Nocardia asteroides^ y Coxiella burnetii'2. Creemos que el hallzago de este título serológico a virus respiratorio sincitial no tiene trascendencia etiológica, ya que el cuadro clínico que este virus produce en el adulto es normalmente de inicio abrupto, con sintomatología de vías altas, tos y sibilancias. No se ha demostrado la afectación del tracto respiratorio inferior por virus respiratorio sincitial en adultos sanos13. El diagnóstico diferencial de BONO se realiza normalmente con aquellas afecciones que cursan con infiltrados pulmonares crónicos recurrentes, pero fundamentalmente con la neumonía eosinófila crónica14 y la neumonía intersticial usual o fibrosis pulmonar idiopática, con la que a veces se confunde'5. La neumonía eosinófila crónica es una enfermedad que predomina en mujeres, clínicamente cursa con fiebre, tos seca y disnea, acompañada en la mitad de los casos de pérdida de peso y sudoración nocturna. Clásicamente 81 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 TABLA II Hallazgos más relevantes diferenciadores entrels BONO y FPI en la serie de Katzenstein et al Duración síntomas Antecedentes Exposición ocupacional IRVA Función respiratoria DLCO disminuida Rx tórax Consolidación espacio aéreo Patrón intersticial Panalización Volumen pulmonar Disminuido Normal BONO FPI 3 meses 2 años 0% 20% 30% 0% 50% 100% 50% 10-40% 0% 0-30 % 25% 75% 75% 25% 94% 19% experimentó una franca mejoría clínica. Al mes de tratamiento, la radiografía de tórax (fig. 5) había mejorado de forma evidente y la única alteración funcional era la persistencia de una difusión levemente disminuida (tabla I). Actualmente, en el décimo mes de seguimiento y con una dosis de 10 mg/día de prednisona, la enferma está clínicamente asintomática, con funcionalismo pulmonar normal y radiológicamente únicamente persiste la obliteración del seno costodiafragmático izquierdo, como consecuencia de la intervención quirúrgica (fig. 6). Creemos que su problema ginecológico no tiene relación con su enfermedad pulmonar actual, lo que no excluye que en el futuro pueda desarrollar algún tipo de leiomiomatosis. IRVA: Infección respiratoria de vías altas. DLCO: Capacidad de difusión. %: Porcentaje sobre el total de casos. BIOGRAFÍA la radiología se describe como infiltrados alveolares, de bordes mal definidos, no segmentarios, periféricos, bilaterales, predominando en zonas superiores, que se ha denominado "negativo fotográfico del edema de pulmón". Analíticamente destaca una VSG muy elevada y eosinofilia periférica y/o pulmonar. A veces, la eosinofilia sólo se observa en el lavado broncoalveolar. Por su rápida respuesta al tratamiento con corticoides, dato útil para el diagnóstico, no se recurre habitualmente a la biopsia pulmonar, aunque hay algún caso descrito sin infiltrado radiológico y diagnosticado por biopsia16. Aunque a nuestra paciente no se le pudo realizar lavado broncoalveolar por problemas técnicos, no se observó eosinofilia periférica ni en el esputo ni en el broncoaspirado. En un estudio de cuatro pacientes adultos con BO, el lavado broncoalveolar mostró únicamente neutrofilia17, aunque otros autores describen linfocitosis con neutrofilia'8. Con respecto a la fíbrosis pulmonar idiopática hay datos epidemiológicos y características clínicas, radiológicas y funcionales que, tomados en conjunto, permiten la diferenciación entre ésta y la BONO en un alto porcentaje de casos4'15'18. Los datos más relevantes diferenciadores se muestran en la tabla II, pero es la anatomía patológica la que, por la distribución parcheada de las lesiones, el mismo estadio evolutivo, la arquitectura de fondo conservada, la neumonía lipoidea endógena y la leve afectación intersticial, nos permite el diagnóstico diferencial definitivo. La panalización raramente se observa' 15. Refiriéndose al tratamiento, los corticoides son la terapia de elección, con respuesta clínica que a menudo se observa ya a los pocos días del inicio del tratamiento y una recuperación radiológica y funcional completas en la mayoría de los casos'. Se recomienda iniciar el tratamiento con 1 mg/kg/día de prednisona para al cabo de uno a tres meses iniciar pauta descendente de un año de duración con el fin de evitar recidivas. Algunos pacientes necesitan continuar el tratamiento durante más años, o incluso indefinidamente, con una dosis de mantenimiento19. Nuestra paciente, tras iniciar el tratamiento a la dosis referida, 1 . Epier GR, Coiby TV, McLoud TC, Carrington OB, Gaensler EA. Bronchiolitis obliterans organizing pneumonia. N Engí J Med 1985; 3 1 2 : 1 5 2 - 1 5 8 . 2. Davison AG, Herad BE, McAllisler WAC, Turner-Warnick MEH. Cryptogenic organizing pneumonia. Q J Med 1983; 207:382394. 3. Manresa F. Bronquiolitis obliterante. Arch Bronconeumol 1985; 21:97-98. 4. 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Arch Bronconeumol, 1990; 26:83-84 Introducción La amiloidosis (A) es el resultado del depósito extracelular de fibrillas derivadas de la cadena ligera de una inmunoglobulina monoclonal y es un trastorno de las células plasmáticas. La amiloidosis pulmonar puede formar parte de la amiloidosis sistémica (primaria o secundaria) o ser una afección localizada. La amiloidosis pulmonar localizada es una entidad rara conocida desde hace 100 años. La clasificación más aceptada' la divide en: a) traqueobronquial (nodulo único o múltiple); b) parenquimatosa (nodular o parenquimatosa); c) ganglionar (hiliar o mediastínica); y d) pleural. La forma más frecuente es la amiloidosis traqueobronquial, estando descritos en la literatura unos 60 casos. Presentamos un nuevo caso de amiloidosis bronquial localizada. Tracheobronchial amyloidosis: report of a case Localized pulmonary amyloidosis is a rarely reported condition. Its commonest presentation is the tracheobronchial localization. We report a new case of localizated bronchial amyloidosis. Ingresa en nuestro hospital en 1988 por cuadro brusco de fiebre alta (39'), tos con expectoración purulenta y disnea. A la exploración física destacaba: paciente obeso, afectación del estado general, auscultación cardíaca normal, auscultación respiratoria con roncus y sibilancias espiratorias en hemitórax derecho, abdomen globuloso sin organomegalias, ausencia de ingurgitación yugular y de edemas maleolares, no se palpaban adenopatias. La analítica mostró: VSG 1.a h 80, hematócrito 47, hemoglobina 16, hematíes 5,2 millones, plaquetas 275.000, leucocitos 13.800 (77 segmentados, 18 linfocitos y 5 cayados), fosfatasa alcalina 5,1 ukat/1 (n < 3,8), siendo el resto normal. La radiografía de tórax mostró una imagen de condensación con broncograma aéreo a nivel de lóbulo superior derecho (LSD), con pérdida de volumen y retracción hiliar homolaterales. El electrocardiograma fue normal. La espirometría simple mostró capacidad vital forzada (FEVC) 75 %, volumen espirado en el primer segundo (VEMS) 50 %, con un índice VEMS/FEVC de 66. Con la orientación clínica de probable neumonía bacteriana en LSD, se instauró tratamiento con cefonicid durante 10 días con buena respuesta clínico- Caso clínico Varón de 60 años fumador de 45 paquetes/año, bebedor de 60 g alcohol/día, de profesión albañil. Antecedentes patológicos de: paludismo a los 15 años; hipertensión arterial; hidatidosis hepática intervenida en dos ocasiones (1974, 1978) actualmente sin enfermedad; piloroplastia por ulcus duodenal practicada en 1976. Ingresado en el Servicio de Neumologia en 1985 por neumonía bacteriana localizada en el lóbulo superior derecho, con resolución radiológica completa. Recibido el 6-11-89 y aceptado el 7-11-89. 83 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 radiológica. Por tratarse de la segunda neumonía sobre la misma zona, se practicó una broncoscopia que evidenció a partir del 1/3 inferior traqueal imágenes de proliferación de la mucosa hacia la luz, lisas, vascularizadas y muy friables que se extendían en sentido descendente hacia ambos árboles bronquiales originando estenosis casi completa del bronquio apical del LSD. El broncoaspirado fue inflamatorio con predominio linfocitario y la biopsia bronquial mostró depósito de un material amorfo, eosinófilo, hialino, extracelular, que con la tinción de rojo Congo mostró birrefringencia verde a la luz polarizada, y por ello se diagnosticó de sustancia amiloide (fig. 1). Los cultivos microbiológicos (aerobio, anaerobio y Lowenstein) fueron negativos. Todos los estudios encaminados al diagnóstico de amiloidosis secundaria, que incluían: proteinograma e inmunoelectroforesis, colonoscopia y biopsia rectal, función renal y analítica de orina, fueron normales. También fueron normales: el estudio inmunitario, HBsAg, HBsAc, Waaler-Rose, factor reumatoide, látex, anticuerpos antinucleares (ANA), antiDNA, serología Echinococcus granulosus y dosificación de complemento. Discusión La afectación pulmonar en la amiloidosis es frecuente en la forma primaria (88 % casos), en la amiloidosis asociada al mieloma (73 % casos) y en la amiloidosis secundaria (70 % casos) en las series necrópsicas, pero no suele dar manifesta ¡iones clínicas2. La amiloidosis traqueobronquial suele presentarse en varones en la quinta década de la vida (edad media 53 años)3. Los síntomas más frecuentes son: tos, disnea, hemoptisis y complicaciones debidas a la obstrucción que puede ocasionar infecciones de repetición sobre la misma zona o atelectasias, tal como presentaba nuestro paciente; también se han descrito estridor y disnea4. La auscultación respiratoria suele mostrar roncus y sibilancias en el 70 % de casos, que suelen ser localizadas. En la radiografía de tórax se evidencia atelectasia en el 48 % de los casos y opacidades biliares o mediastínicas en menos del 7 %5. El diagnóstico se establece mediante el estudio de la 84 muestra obtenida mediante broncoscopia en el 66 % de casos y se suelen objetivar placas o nodulos únicos o múltiples en el tracto traqueobronquial. El curso clínico y el pronóstico dependen de la localización anatómica de la lesión. El tratamiento va desde la cirugía con lobectomía o neumonectomía, a la resección transbroncoscópica con láser Nd YAG. Este se ha utilizado6 en las lesiones que afectan a tráquea y bronquios principales, siendo una técnica que en manos experimentadas se asocia con pocas complicaciones. No obstante, se ha descrito a la aparición de hemorragias atribuidas a la inhibición de la contracción vascular hemostática por los depósitos de amiloide, llegando en algún caso a provocar la muerte del paciente7. En nuestro paciente no llegamos a practicar ningún tipo de tratamiento debido a su buena evolución clínico-radiológica. BIBLIOGRAFÍA 1. Hernández J, González T, Escudero C et al. Amiloidosis traqueobronquial. Aportación de dos nuevos casos. Arch Bronconeumol 1986; 22:45-49. 2. Celli BR, Rubinow A, Cohén AS et al. Pattems of pulmonary involvement in sistemic amyloidosis. Chest 1978; 74:543-546. 3. Rubinow A, Celli BR, Cohén AS et al. Localized amyloidosis of the lower respiratory tract. Am Rev Respir Dis 1978; 118:603-611. 4. Thompson PJ, Citrón KM. Amyloid and the lower respiratory tract. Thorax 1983; 38:84-87. 5. Himmelfarb E, Wells S, Rabinowitz J. The radiologic spectrum of cardiopulmonary amiloidosis. Chest 1977; 72:327-332. 6. Díaz JP. El láser en la patología traqueobronquial. Arch Bronconeumol 1986; 22:28-33. 7. Flemming AFS, Fairfax AJ, Arnold AG et al. Treatment of endobronchial amyloidosis by intermittent bronchoscopic resection. Br J Dis Chest 1980; 74:183-188. 64 CARTAS AL DIRECTOR ¿Se aplican rutinariamente técnicas de inducción del esputo en nuestros centros? Sr. Director: La eficacia de la nebulización de líquidos en el árbol traqueobronquial con la finalidad de inducir el esputo en diversas enfermedades pulmonares es conocida desde hace años. En 1958, Bickerman et al' describieron la utilidad de este método en la obtención de muestras adecuadas para examen citológico en pacientes en los que existía sospecha de neoplasia pulmonar. Recientemente, esta técnica ha demostrado ser útil en el diagnóstico de la infección por Pneumocystis carinii en pacientes afectos del síndrome de la inmunodeficiencia adquirida 2 . En la tuberculosis pulmonar, diversos trabajos3-6 durante la década de los 60, constataron asimismo, la eficacia de esta técnica en la inducción de esputo. Además en algunos de estos estudios se demostró que el esputo obtenido mediante la nebulización, aplicado al diagnóstico bacteriológico de la tuberculosis pulmonar, era más rentable que la aspiración gástrica3-4. En un intento de incidir de nuevo en la eficacia de la utilización de la inducción del esputo en el diagnóstico bacteriológico de la tuberculosis pulmonar, que no nos parece suficientemente utilizada, hemos aplicado un protocolo prospectivo a 23 pacientes con sospecha de tuberculosis pulmonar que no expectoraban de modo espontáneo. Cada uno de los pacientes fue sometido a nebulización, de manera consecutiva, con 20 ce de suero glucosado al 5 % en dos sesiones y en el caso de no obtener esputo, se repetía el procedimiento con 20 ce de una solución hipertónica, lodo ello a lo largo de la misma mañana. La nebulización fue realizada a temperatura ambiente durante 20 minutos cada sesión, utilizando un Bird Marck-4 conectado a una mascarilla de tipo Ventimask. Si el paciente expectoraba se interrumpía la prueba, volviéndose a repetir al día siguiente si no se había llegado a un diagnóstico. Este protocolo se realizó en 33 ocasiones: en 16 pacientes un solo día, en 5 pacientes en dos, en 1 paciente en tres y en un último enfermo durante cuatro mañanas consecutivas. La muestra de esputo se obtuvo durante la nebulización de suero glucosado en 24 ocasiones, durante la nebulización de la solución hipertónica en tres y durante el periodo inmediatamente posterior a la finalización de la nebulización en seis. Después de finalizada TABLA I Rendimiento del esputo inducido en 23 pacientes con sospecha de Tbc pulmonar y que no expectoran espontáneamente BK positivo Inducción del esputo Broncoscopia Estudio del derrame pleural 11 2 2 En los 8 pacientes restantes el diagnóstico fue otro distinto al de tuberculosis. 67 la inducción del esputo y con el fin de comparar la eficacia de ambos procedimientos se practicó un aspirado gástrico en 17 ocasiones. El análisis bacteriológico del esputo inducido fue demostrativo de tuberculosis en 11 pacientes. En nueve de ellos, se constataron bacilos ácido-alcohol resistentes, y en 2, en los que la tinción de ZiehI-Neelsen había sido negativa, el cultivo de Lówenstein fue posteriormente positivo. La baciloscopia del aspirado fue negativa en todos los casos y sólo en uno de los pacientes en el que el diagnóstico de tuberculosis se había conseguido mediante la inducción del esputo, el cultivo de Lówenstein del aspirado gástrico fue también positivo. En definitiva por lo tanto, ninguno de los pacientes en los que el esputo inducido fue negativo, e) aspirado gástrico fue positivo. En cuatro pacientes el diagnóstico de tuberculosis se consiguió mediante otros procedimientos, broncoscopia en dos y estudio de derrame pleural acompañante en otros dos. En los ocho pacientes restantes el diagnóstico final fue otro distinto al de tuberculosis (tabla I). La nebulización fue bien tolerada por todos los pacientes y no se produjo ningún efecto indeseable. Estos resultados refuerzan la ya demostrada eficacia de la inducción del esputo en pacientes con sospecha de tuberculosis pulmonar que no espectoran de manera espontánea. El método de nebulización utilizado ha demostrado ser tan eficaz como los recomendados en la literatura 3 - 6 , que utilizan diversas soluciones a una temperatura superior a la ambiental, lo que puede hacerlo más engorroso. El análisis de los resultados de nuestra pequeña serie sugiere también que la nebulización de suero glucosado puede ser suficiente en la mayoría de los casos. Del mismo modo, pensamos que, dada la mayor eficacia del esputo inducido sobre el aspirado gástrico en el diagnóstico bacteriológico de la tuberculosis pulmonar, esta técnica debe ser una práctica rutinaria a utilizar antes que cualquier otra maniobra más agresiva. A. Román, R. Orriols y F. Morell Servei de Pneumologia. Hospital General Va!l d'Hebron. Barcelona. 1. Bickerman HA, Sproul EE, Barach AL. An aerosal method of producing bronchial secretions in human subjects: A clinical technic for the detection of lung cáncer. Dis Chest 1958; 33:347-362. 2. Bigby TD, Margoiskee D, Cuñis JL, Michael PF, Sheppard D, Hadley W, Hopewell PC. The usefulness of induced sputum in the diagnosis of Pneumocystts carinii pneumonía in patients with the acquired immunodeficiency syndrome. Am Rev Respir Dis 1986; 133:515-518. 3. Elliot RC, Reichel J. The efficacy of sputum specimens obtained by nebulization versus gastric aspírales in the bacteriologic diagnosis of pulmonary tuberculosis. Am Rev Respir Dis 1963; 88:223-227. 4. Jones FL. The relative efficacy of spontaneous sputa, aerosol-induced sputa, and gastric aspírales in the bacteriologic diagnosis of pulmonary tuberculosis. Dis Chest 1966; 50:403-408. 5. Schwartz I, Small MJ. Preliminary studies in the use of superheated saline nebulization in the bacteriologic diagnosis of pulmonary tuberculosis. Am Rev Respir Dis 1961; 84:279-280. 6. Carr DT, Darison AG, Stillweil GG. A comparison of cultures of induced sputum and gastric washings in the diagnosis of tuberculosis. May Clin Proc 1967; 42:23-25. Afectación pleuropulmonar en la macroglobulinemia de Waldenstrom Sr. Director: La macroglobulinemia de Waldenstrom (MGW) se considera en la actualidad como un proceso linfoplasmoproliferativo maligno que guarda estrechas relaciones con el mieloma múltiple, los linfomas y la leucemia linfoide crónica'. A pesar de haberse comunicado casos aislados2, la afectación pulmonar se considera poco frecuente3. Presentamos una paciente de 45 años que acudió a consulta por infecciones broncopulmonares de repetición. En la exploración física se constataron como datos patológicos, discreta palidez de piel y mucosas, crepitantes difusos a la auscultación pulmonar y ligera hepatomegalia. De los datos de laboratorio destacaban una VSG de 117 a la primera hora, Hgb 11,4 g/dl. Helo 33,9 % y 3.850.000 hematíes por mi. Las proteínas totales fueron de 8,07 g/dl con un 42 % de albúmina, 2 % de alfa uno, 10% de alfa dos, 10% de beta y 35 % de gammaglobulinas, observándose una banda monoclonal en esta zona. La bioquímica en sangre fue normal, excepto la LDH que era de 661 U/l. En la Rx de tórax se apreció un patrón reticulonodular difuso bilateral. El estudio funcional respiratorio no mostraba alteraciones. La inmunoelectroforesis puso de manifiesto un déficit severo de IgG (423 mg/dl), una IgA normal y una IgM de 5.460 mg/dl. Se realizó aspirado y biopsia ósea y se diagnosticó el caso como síndrome linfoproliferativo con secreción monoclonal de IgM, filiándose el proceso como MGW en fase incipiente. Ante la inmunodeficiencia humoral que presentaba la enferma, se inició terapéutica con molécula entera de gammaglobulina a dosis de 12 g cada tres semanas. Posteriormente se realizó fibrobroncoscopia con lavado broncoalveolar del lóbulo medio derecho, cuyo examen citohistopatológico mostró elementos linfoplasmocitarios. En la gammagrafía pulmonar con Ga67 practicada se observó una hipercaptación difusa de ambos pulmones. Al poco tiempo la paciente comenzó a notar febrícula vespertina, tos seca, dolor en hemitórax derecho y astenia progresiva. En la Rx de tórax se apreció entonces una condensación alveolar en el lóbulo superior derecho y derrame pleural derecho sobre un fondo de afectación intersticial difusa bilateral. Se realizó punción pulmonar transparietal aspirativa de la condensación y toracocentesis, siendo los estudios bacteriológicos negativos, pero encontrándose células linfoplasmocitarias tanto en las muestras de la punción como en el líquido pleural. Tratada con clorambucil y prednisona a dosis habituales se produjo una mejoría clínica y disminución progresiva del derrame pleural. 85 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 El primer caso de afectación pulmonar de la enfermedad de Waldenstrom, fue descrito en 1956 por Noach4. Su frecuencia en las distintas series oscila del 0-3 %5. Los hallazgos radiológicos más frecuentes son infiltrados reticulonodulares difusos de predominio basal. El derrame pleural, si existe, suele ser unilateral. La tendencia de las alteraciones radiológicas es a progresar lentamente. En nuestro caso, la afectación pulmonar fue progresiva y su diagnóstico se realizó inicialmente mediante lavado broncoalveolar. Queremos destacar la importancia del lavado broncoalveolar en el estudio de la MGW. Pensamos que, con una mayor utilización de esta técnica, el número de casos con afectación pulmonar detectados podría ser mayor y su frecuencia quizás sería más alta de lo que se pensaba hasta ahora. se al paciente el alta con tratamiento sintomático. Comentarios: Llama la atención en este caso la gran extensión de las lesiones propias de la Osteoartropatía hipertrófica, tanto desde el punto de vista clínico como radiológico, semejando una forma primaria de la enfermedad. Esta mayor extensión podría estar relacionada con la larga evolución antes del diagnóstico del tumor, apoyando la hipótesis de que las diferencias encontradas entre las formas primaria y secundaria dependen únicamente de la duración del proceso6 El cuadro clínico puede inicialmente sugerir una neuritis periférica, una tromboflebitis (como en el caso que presentamos) o incluso una artritis reumatoide en las formas con polisinovitis, perdiéndose un tiempo precioso en el diagnóstico del tumor asociado si no se piensa en esta entidad y no se realiza una Rx de tórax. E. Chacón, S. Bello y M. Vila F. Alonso Casas, M. Vila Justribó* y C. Gonzalo Hernández Servicio de Neumologia. Hospital Miguel Servet. Zaragoza- 1. Domingo-Albos A, Brunet S, Puig Zuza J. Macroglobulinemia de Waldenstrom. Revisión de 21 casos. Biol Clin Hematol 1981; 3:123-132. 2. Bergsagel DE. Macroglobulinemia. En: Hematology, Eds. W.S. Willianas, E. Beutler, y RW Rundies. Nueva York, McGraw-Hill 1973; 106. 3. Fraser RG, Paré JAP. En: Diagnóstico de las enfermedades del tórax. Barcelona, Salvat eds. 1973; 1.075. 4. Noach AS. Pulmonary involvement in Waldenstrom's macroglobulinemia. Nederi TGenecsk 1956; 100:3.881. 5. Winterbauer RH et al. Pleuropulmonary manifestations of Waldenstrom's macroglobulinemia. Chest 1974; 66:368. Osteoartropatía hipertrófica generalizada como primera manifestación de neoplasia pulmonar Sr. Director: La Osteoartropatía hipertrófica puede ser definida como un síndrome de periostitis proliferativa crónica de los huesos largos acompañado frecuentemente de hipocratismo digital en manos y pies, oligo o polisinovitis y manifestaciones neurovegetativas en las extremidades'. Existe una forma primaria muy poco común de inicio en la adolescencia2 y una forma secundaria que se presenta asociada en la mayoría de los casos a neoplasias pulmonares, apareciendo en un 3-5 % de las mismas, siendo el carcinoma epidermoide y el adenocarcinoma los tumores más frecuentemente encontrados3 4. Si bien los síntomas y signos clínicos de osteoartropatia hipertrófica pueden preceder hasta en 1/3 de los casos a cualquier síntoma pulmonar de neoplasia5, su aparición un año antes del diagnóstico del tumor, como en el caso que presentamos, es excepcional. Caso clínico: Varón de 70 años, con antecedentes personales de adenoma prostático intervenido a los 60 años y tabaquismo. Desde hacía un año venía presentando edemas en extremidades inferiores hasta región in- 86 guinal, acompañados de dolor en piernas que se aliviaba con la elevación de las mismas. El cuadro fue catalogado como insuficiencia venosa y tratado como tal sin encontrar mejoría. Cuatro meses antes de su ingreso en nuestro centro comenzó con astenia importante, pérdida de peso, discreto dolorimiento en costado derecho sin características pleurales y disnea de medianos esfuerzos. En la exploración física inicial se confirmó la existencia en ambas extremidades inferiores de un edema firme con poca fóvea, llamando la atención el aspecto ensanchado de las cuatro extremidades sobre todo a nivel distal, con hipocratismo digital manifiesto. A la auscultación se escuchaban algunos estertores en base pulmonar derecha. En la analítica de sangre destacaba: Hto 31 %, Hb 10,8 g/dl, 8.600 leucocitos con fórmula normal, 424.000 plaquetas, VSG de 64 mm en la primera hora y FA 636 UI/1. Estudio hormonal con PTH, calcitonina y HGH dentro de límites normales. Se realizaron Rx de tórax, en las que aparece una imagen de masa en base derecha de unos 6 cm de diámetro cercana a zona diafragmatica. La ecografía abdominal fue normal. En el rastreo óseo con difosfonato de Tc99m (fig. 1) se aprecia un aumento de captación de forma difusa y simétrica en diáfísis de huesos largos de las 4 extremidades y en la serie ósea un engrosamiento periostal en vaina con doble contorno óseo a lo largo de diáfisis y metáfisis, afectando simétricamente a fémures, tibias, peronés, húmeros, cubitos, radios, metacarpianos, metatarsianos y falanges proximales. El diagnóstico anatomopatológico de la masa pulmonar realizado por punción aspirativa transparietal fue de adenocarcinoma. Se practicó broncoscopia, visualizándose compresiones en el 1/3 inferior de la tráquea en su lado derecho por adenopatías paratraqueales derechas. Dada la edad del paciente, el importante tamaño de la masa, la presencia de adenopatías paratraqueales derechas y la comprobación de unas malas pruebas funcionales respiratorias, se desestimó la intervención. Tampoco se indicó radioterapia ni quimioterapia dada la baja sensibilidad del adenocarcinoma a estas terapéuticas, dándo- Departamento de Medicina Interna y 'Sección de Neumologia. Hospital Miguel Servel. Zaragoza. 1. Aitman RD, Tenenbaum J. Hypertrophic osteoarthropathy. En: Keley WN, Ed. Textbook of Rheumatology. Vol II. Philadelphia, WB Saunders Co, 1985; 1.5941.603. 2. Peña-Sarnago JM, Martínez Alvarez A, Sáez Garmendia F, López Ruiz JA. Marco Cacho A, Rodríguez Arzadum JA, Acha Arríela MV. Osteoañropatía hipertrófica primaria (paquidermoperiostosis). Presentación de un nuevo caso. Gac Med Bilbao. 1984; 81:635-639. 3. Segal AM, Mackenzie AH. Hypertrophic osteoarthropathy: a 10-year retrospective analysis. Semin Arthritis Rheum 1982; 12:220-232. 4. Calabro JJ, Cáncer and arthritis. Arthritis Rheum 1967; 10:553-567. 5. Anderson G. Paramalignant syndromes in lung cáncer. London, William Heinemann Medical Books LTD 1973; 66-75. 6. Pineda CJ et al. Periostitis in hypertrophic osteoarthropathy: Relationship to disease duration. AJR 1987; 148:773-778. Bronquio traqueal derecho Sr. Director: El bronquio traqueal (BT) es, dentro de su rareza, una de las variantes anatómicas más frecuentes del árbol tráqueobronquial en el ser humane", siendo normal en ciertos primates y en suidos -concretamente en cerdos2- llegándose a describir incluso la teoría que atribuye su presencia en el hombre a un retroceso en la escala filogenética3, además de las teorías que hablan de factores genotípicos en unos casos y fenotípicos en otros. El BT se origina casi siempre en la cara derecha de la tráquea y generalmente en su porción postero-lateral, a una distancia entre I y 2 cm de la carina, siendo el hallazgo de un bronquio traqueal izquierdo algo absolutamente excepcional4, aunque existe el mal llamado bronquio traqueal izquierdo que es un bronquio ectópico que nace del bronquio principal izquierdo5. Es conveniente distin68 CARTAS AL DIRECTOR Fig. 1. Broncografía del árbol bronquial derecho (proyección PA). Flecha gruesa: entrada bronquio tranqueal. Flecha inferior: entrada del bronquio del segmento posterior del LSD. Estrella: ca- Fig. 2. Broncografja del árbol bronquial derecho (proyección lateral). Flechas superiores: bronquios de los segmentos apical y anterior del LSD que nacen del bronquio traqueal. Flecha lina: nivel de carina. Flecha gruesa: entrada del bronquio del segmento posterior del LSD. guir entre BT supernumerario y BT desplazado6; éste último se presenta, según las series en un 0,13 a un 0,16 % de las broncoscopias7. En la presente carta describimos el hallazgo de un caso de BT con distribución segmentaria poco frecuente: 69 Se trata de un paciente de 61 años, fumador de 40 cigarrillos al día y con criterios clínicos de EPOC-bronquitis crónica. Entre sus antecedentes destaca haber padecido hace 12 años tuberculosis pulmonar con afectación de los lóbulos superior derecho (LSD) e inferior izquierdo (LII) y que cursó con derrame pleural izquierdo. Ingresa en nuestro hospital por cuadro consistente en pérdida de peso de 7 kg en un mes, tos con expectoración mucopurulenta muy abundante ocasionalmente hemoptoica y sin fiebre. En la exploración física se apreciaba: Paciente delgado (55 kg), con escoliosis dorsal, sin cianosis ni acropaquias y apirético. Auscultación pulmonar: disminución generalizada del murmullo vesicular, más acusada en base izquierda y sibilancias diseminadas. En la analítica destacaba una ligera leucocitosis con fórmula normal, velocidad de sedimentación globular de 71 mm en la 1.a hora y aumento de las alfa¡ globulinas (17,5%). La tinción de ZiehI-Nelsen de muestras repetidas de esputo y los respectivos cultivos de Lówenstein fueron negativos. Radiología de tórax: En base izquierda patrón reticular grueso con engrosamiento pleural de densidad calcio; en lóbulo superior derecho patrón reticular grueso; hiperclaridad en el resto del pulmón derecho; silueta cardiaca alargada; hilio derecho ligeramente engrosado y signos de hipertensión pulmonar precapilar; hemidiafragma izquierdo sobreelevado; escoliosis dorsal de convexidad derecha. Broncoscopia: Tráquea normal, carina afilada, el bronquio superior derecho parece nacer a la altura de carina y existe un bronquio supernumerario que arranca de la pared externa del bronquio intermediario. Resto del árbol bronquial con secreciones muy abundantes. Se recogieron muestras para microbiología y citología. El cultivo específico fue negativo y el inespecífico mostró flora mixta saprofita. En la citología no se hallaron signos de malignidad, broncografía: Árbol bronquial izquierdo: Bronquios de la pirámide basal apelotonados y desplazados hacia atrás y con abundantes bronquiectasias varicosas en su trayecto. Importante pérdida de volumen del lóbulo inferior izquierdo. En el árbol bronquial derecho se apreció: bronquio superior derecho con implantación en cara lateral de tráquea a 1 cm por encima de carina que se ramifica en dos bronquios: apical y anterior. Del bronquio principal derecho, a 2 cm por debajo de la salida del anteriormente citado y a 1 cm por debajo de carina, nace un bronquio que va al segmento posterior del LSD (figs. 1 y 2). Bronquio intermediario aumentado de calibre y bronquio 10 con bronquiectasias tubulares. El BT puede, como en nuestro caso, ventilar parénquima pulmonar normal, terminar en un fondo de saco a algunos cm de su origen o ventilar una zona de parénquima rudimentario del LSD o de un lóbulo traqueal anormal7. En cuanto a los segmentos, el BT suele corresponder al territorio del apical del LSD8, saliendo los de los segmentos anterior y posterior de un bronquio lobar de implantación normal. Otra posibilidad también frecuente es el desplazamiento de todo el LSD7. Se trata, pues, nuestro caso, de una distribución rara de las ramas segmentarias que derivan del BT, ya que de él salían las de los segmentos apical y anterior, surgiendo la del posterior del bronquio principal. La presencia de un bronquio traqueal no tiene por qué dar sintomatología, sin embargo, es importante conocer su existencia en aquellos casos en los que se vaya a realizar una intervención quirúrgica sobre ese territorio, ya que pueden estar irrigados por arterias bronquiales de distribución también anómala que podrían, de no ser identificadas, dar lugar a problemas hemorrágicos durante la intervención9. P. Val, J. A. Domingo y J. A. Carretero. Hospital Royo Villanova. Zaragoza. 1. Sherman W.A. 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Aun más duro, "aceptar que hemos errado", entonces: hacer de tripas corazón, dar la cara con uno mismo, sin tratar de autojustificarse, y después... tomar buena nota para el futuro. Así como ser precavido y humano en nuestro contacto con el enfermo. Cuándo y cómo conocí al Dr. Blanco Rodríguez.- Le conocí en enero del año 1951, en un curso de la Escuela Nacional de Tisiología, aquí en Madrid. A donde llegué, tras una estancia de 3 años en solitario, dentro de un sanatorio antituberculoso de montaña, en Boñar, León. Lo más importante que me traje de Boñar fue una tremenda "curiosidad". Durante el viaje, me pasé dándole vueltas a dos interrogantes: ¿Cómo serán los profesores? ¿Por fin, me enteraré "qué es y cómo es la Tuberculosis"? Los profesores, verdaderamente, tenían una gran talla intelectual. Sólo se les podía poner un reparo, que la mayor parte disimulaban muy mal un cierto "divismo". En aquellos tiempos, puesto que la terapéutica todavía daba muy poco de sí, los fisiólogos sobre todo "elucubraban". ¡Y cómo elucubraba, cada cual! A sus anchas, ejerciendo el derecho de esbozar su propia interpretación. Era la época, en que cada Escuela de Tuberculosis manejaba un esquema patogénico con matices por completo diferentes. Durante aquel curso, casi todas las mañanas se celebraba una sesión, que generalmente propiciaba una especie de "apasionante vendaval". Entre los profesores, había de todo... ponderados, vehementes, dogmáticos, e incluso, alguna vez, contradictorios de 88 un día para otro. Como un novato, siguiendo muy interesado aquellas charlas, debió empezar a hurgar en mi pobre subsconsciente algo parecido a esto: "Qué barbaridad, lo que saben estos señores". "Y lo difícil, que debe resultar se consecuente, lógico y desapasionado". ¿Qué habrá que hacer para pensar y razonar sin irse por los cerros de Úbeda? (Estribillo, este último, que todavía tengo que seguir aplicándome). Alguna de estas deslabazadas reflexiones mías debieron preocuparme. Buena prueba de ello es que comencé a seguir con especial curiosidad las intervenciones de uno de aquellos tisiólogos, con buena pinta, rayando la cincuentena, de rostro aniñado, casi siempre con una ligera sonrisa en los labios. Hablaba bajo, con un suave acento andaluz, pausadamente y conciliador. Sabía escuchar, no pontificaba, más bien todo lo contrario, trataba de razonar e incluso manejaba la Duda. En definitiva, deseaba convencer, si encontraba verosímil su tesis. Pero en cambio, cuando alguien le mostraba su error, sin más callaba. Me refiero a D. Francisco Blanco Rodríguez. Según avanzaba el curso, fui rumiando la idea de que el Dr. Blanco podía ser la "horma" más adecuada para limar una buena parte de mis defectos, (entre otras taras, cascarrabias, anárquico e impulsivo). En junio, en la clausura de estas lecciones -como nos pasa a los tímidos-, sin haber intercambiado muchas palabras con él, ni encomendarme a nadie, humano o divino, me acerqué y a bocajarro le dije: "Oiga D. Francisco, me gustaría trabajar a su lado". Me miró con cara de sorpresa, y después con la mayor naturalidad, sin inmutarse, me dijo: "Bueno, pues pase por el Victoria Eugenia y hable con el administrador. Únicamente le advierto una cosa, que de momento no va a cobrar. A lo sumo, tendrá cama y comida gratis". Y así empecé a trabajar en el Victoria Eugenia. Y pocas cosas me han salido tan redondas, desde un punto de vista profesional, como haber sido "un discípulo" de D. Francisco Blanco. Su personalidad humana.- Ya en el primer contacto con él, imponía respeto, era un hombre sorprendentemente bien educado, un poco distante, en cuyo distanciamiento participaba, acaso, una cierta timidez. Sí, 70 sí, seguro, era un tímido. Lo que daba incluso más realce a su personalidad Tenía una conversación muy jugosa, con la cual se ganaba a las gentes, en particular a aquellos intelectualmente con clase. De otra parte, era un hombre sencillo, persuasivo con los enfermos, cariñoso con sus colaboradores más cercanos, funcionario o empleado. Poco amigo de situaciones protocolarias o de hacer prevalecer, por sistema, su criterio. Con una extraordinaria capacidad de sacrificarse por los demás. Testigos hemos sido sus acompañantes habituales, a congresos nacionales o internacionales, en donde por no deteriorar nuestras exhaustas economías, en la mayoría de las ocasiones, soportaba el alojamiento en hoteles nada confortables. Su personalidad se transformaba, en cualquier congreso o reunión científica, -se convertía en "Paco Blanco"- en cuanto tomaba contacto con sus viejos amigos o compañeros del Patronato Nacional Antituberculoso (PNA). Entonces, se esfumaba el distanciamiento y su aparente timidez, se relajaba, adquiría un aspecto más juvenil, se le iluminaba el rostro. La conversación era sosegada, pero aguda y chispeante, sembrada de risas y comentarios medio picaros, medio ingenuos. Como unos muchachos, que aportaban a su tertulia una extraordinaria agudeza y fluidez verbal. Allí, en su mundo, en su ambiente, vuelto temporalmente a su más temprana madurez, D. Francisco Blanco era "verdaderamente él". Tenía una extraordinaria sensibilidad humana e intelectual, en gran parte adquirida, creo yo, entre sus lecturas y sus largos soliloquios en la "chaislongue". La contextura humana era variopinta, llena de contrastes: siempre tuvo una apariencia enfermiza, en cambio llegó a franquear los 80 años. Durante mucho tiempo pensó -y lo decía a toro pasado, con cierta picardía en los ojos- que "además de haber padecido la tuberculosis, vivía, se sustentaba gracias a ella, y de ella al fin moriría". Y no fue así. Su a.specto físico, aparentemente endeble, cobijaba a un "gigante" por su fortaleza intelectual. Como muestra, una pequeña síntesis de sus achaques: cogió una tuberculosis pulmonar estudiando el bachiller, que sigió coleando en brotes sucesivos hasta las proximidades de la cuarentena. Menos mal que, tras una toracoplastia, al fin curó definitivamente, ya en los albores de la quimioterapia antituberculosa. Cada "brote", en aquellos tiempos, era un serio motivo de inquietud, de inmovilización absoluta que con facilidad se alargaba varios años. De manera, que en toda esa época debió derrochar entereza, paciencia y un montón de serenidad. La mejor prueba: en esas condiciones físicas, malparado, superó brillantemente el bachiller, la carrera, así como las oposiciones al cuerpo de Sanidad Nacional y al Patronato Nacional Antituberculoso (PNA). ¿De dónde pudo sacar tantas fuerzas y tanto aguante? Ya lo he dicho, porque en el fondo era un "gigante", con claridad de ideas y una voluntad de hierro. 73 Su personalidad científica.- Con estos antecedentes, el lector ya puede figurarse, que el Dr. Blanco era un "intelectual riguroso de los pies a la cabeza". Con un extraordinario fervor y respeto por la ciencia. No había nada que más le irritase, que los dicharacheros y cantamañanas en esta materia. Se echaba a temblar cuando, uno de estos, con voz ahuecada arrancaban con la coletilla: "A mí me parece que..." (¡Santo Dios, que irá a decir...! Es lo que yo me figuraba, estaría pensando D. Francisco en ese momento). Era muy prudente y su espíritu estaba perfectamente engranado con el razonamiento científico, de "ver para creer", lo demás eran paparruchas. En esa misma línea, integrado "de verdad" en los estudios estadísticos. De los que sacó gran partido en su Campaña de Erradicación Contra la Tuberculosis. A mí, me movió para que iniciásemos los Ensayos Controlados en España. "La prueba de fuego" de su talante científico, fue la llegada arrasadora de la quimioterapia, que acabó llevándose por delante la fisiología clásica. A la quimioterapia, con razón, los fisiólogos la recibieron recelosos. Tenían bastantes motivos para estar moscas. De tarde en tarde, llegaban a bombo y platillo, "panaceas" que no aguantaban un soplo. Ellos creían, en las virtudes del reposo, sobrealimentación y del "colapso pulmonar". Del cierre cavitario como premisa previa para hablar de "curación". Y así venían entendiendo la Tuberculosis desde hacía muchos decenios. De manera que, tal imagen, ellos y sus predecesores, la llevaban grabada en su mente a cal y canto. El lector por tanto, ya puede figurarse la polémica que se armó, alrededor de la quimioterapia, entre fisiólogos clásicos y renovadores, que ha durado al menos 3 lustros. (La tesis de cada uno de estos dos grupos de fisiólogos quedaba muy clara: Para los primeros, la quimioterapia "era un mero coadyuvante" para elevar la inmunidad, ayudando al resto de los remedios clásicos. En cambio, los renovadores decían: No. La quimioterapia "es otra cosa". Sólo por su cuenta, acaba con todos o casi todos los bacilos extra o intracelulares, con lo cual, la inmunidad remonta espontáneamente. ¿Y qué decía el Dr. Blanco?.- Al principio, observaba, asombrado. En buena ley, parecía natural que apoyase a los "conservadores", dada su formación y experiencia personal. Por si fuera poco, además, curó de su enfermedad dentro de la ortodoxia de la fisiología clásica. En esas circunstancias, anticipar una rigurosa valoración de algo revolucionario, no le era fácil. Siendo a la vez "juez y parte". Por lo tanto se callaba. No se atrevía a definirse. Daba largas. Pero pronto empezó a flaquear... "a asomar la oreja". Tenía una buena cualidad, como científico, era por naturaleza ligeramente escéptico. Le iba la duda. A la vez que creía a ciegas en el futuro de la ciencia. Y cuando dudaba... difícilmente se refugiaba de nuevo en sus viejas creencias. No, esperaba con calma: al tanto del sesgo que tomara la bibliografía y en segundo lugar, su propia experiencia. Eso hizo en esta ocasión. Y en el ranking de nuestros grandes "santones", 89 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 2, 1990 estuvo entre los primeros que aceptaron de plano y sin ninguna reserva, la quimioterapia antituberculosa moderna. La misma conducta siguió en el resto de la neumología. Escribió libros, dio montones de conferencias, fue muy respetado en los foros internacionales. Redactaba como los ángeles, había sido un devorador de literatura. Fue un hombre muy culto. Nada proclive a apantallar a la gente. Le dieron todas esas medallas que tanto envanecen al personal y que a él le resbalaban. Hizo una gran labor como Secretario General del Patronato Nacional Antituberculoso. Participó en la creación de la Sección Española de la Asociación In- 90 ternacional para el Estudio de los Bronquios (AIEB), así como en la Sociedad Española de Patología Respiratoria (SEPAR), a lo que dedicó muchas horas. Cuando él pensó que había llegado su momento del retiro, silenciosamente, se apartó de todo lo que había sido su vida y su gran ilusión. Hasta en eso fue sensato. Qué más puedo decir. Con el mayor respeto y sencillez: pues que pretendió y yo creo que consiguió pasar por este mundo como un buen hombre en toda la amplitud de la palabra. Descanse en paz. Francisco J. Guerra Sanz BASES PREMIO BOI 1. El premio BOI, de periodicidad bienal, está dotado con 300.000 pesetas, además de cuatro Accésit de 100.000 pesetas cada uno. 2. Se considerarán con opción al premio todos los trabajos ORIGINALES, de autores españoles, realizados en España y publicados en Archivos de Bronconeumología entre el n.° 24 y el n.° 26, ambos inclusive. 3. Los autores que publiquen sus trabajos en dichos números y no deseen concurrir al Premio, lo manifestarán previamente. 4. Serán eliminados los trabajos relacionados con nuevos medicamentos y los que se refieran a preparados ya comercializados. 5. Por acuerdo de la Junta directiva de SEPAR, el Tribunal Calificador queda constituido como sigue: Presidente de SEPAR Director de la Revista «Archivos de Bronconeumología» Presidente de las cinco Secciones de SEPAR. 6. La Secretaría de Redacción de la Revista se encargará de comunicar a los miembros del Tribunal los trabajos que participan en la Convocatoria, tres meses antes de la concesión del Premio y 75 asimismo de reclamar la calificación de los trabajos dos meses después para proceder a la selección de los 10 mejores con arreglo a la media aritmética alcanzada. Asimismo, la Secretaría de SEPAR cuidará de convocar a los componentes del Tribunal. Los miembros del Tribunal enviarán a la Secretaría de SEPAR en sobre cerrado su calificación en números enteros de uno a diez, de todos y cada uno de los trabajos que participan en la Convocatoria del Premio BOI. 7. Mediante votaciones secretas el Tribunal Calificador, reunido en la Sede del Congreso, irá eliminando un trabajo en cada votación hasta que solamente quede el ganador, utilizándose después el mismo procedimiento para la adjudicación de los Accésit. 8. La decisión del Tribunal Calificador se anunciará en uno de los actos oficiales del Congreso e inmediatamente se procederá a la entrega del premio a los autores, o a sus representantes. 9. Estas bases sólo podrán ser modificadas por acuerdo conjunto entre el laboratorio patrocinador y la Junta de Gobierno de SEPAR. Febrero 1990 91 XXIII CONGRESO NACIONAL Sociedad Española de Neumonología y Cirugía Torácica XXIX CURSO BRONCONEUMOLOGÍA, "NEUMOLOGÍA'91" Dedicado a "Cáncer de pulmón no oat-cell y tratamiento de la hiperreactividad bronquial". PUERTO DE LA CRUZ (TENERIFE) 6 al 9 de Junio 1990 Puerto de la Cruz, Octubre 1989 27-28 noviembre de 1990 Información: Hospital de la Sta. Cruz y de San Pablo San Antonio M.a Claret, 167 08025 - Barcelona Servicio Aparato Respiratorio Telf.: 347 09 62 (Srta. Muría Martínez) Temas: 1) Tromboembolismo pulmonar 2) Estenosis traqueal 3) Sarcoidosis Secretaría del Congreso: Apartado de Correos 10250 38080 Santa Cruz de Tenerife Información Técnica y Viajes: VIAJES ARCHIPIÉLAGO Telf.: (922) 24 26 82 Secretaría Técnica: BOEHRINGER INGELHEIM, S.A. FE DE ERRATAS En el artículo de P. Casan, J. Giner y J. Sanchis, "Valoración de un nuevo manómetro para presiones respiratorias máximas", aparecido en Arch Bronconeumol. 1989; 25:322-325 deben efectuarse las siguientes correcciones: Fig. 2: En lugar de Pimáx debe decir P¡máx Fig. 3: ídem de fig. 2 La inscripción del eje vertical dice (HP-NA)/2 (cmH^O) y debe decir (HP-NA) cmH^O. La tabla II de comparación entre aparatos y métodos de lectura debe quedar como sigue: TABLA II ' Comparación entre aparatos y métodos de lectura Pimax (cm H,0) HP (gráfico) NA (gráfico) NA (numérico) -88 ± 41 ) -84 ± 41 > N S -83 ± 40 ) Pernal (cm H;0) 121 ± 49 ) 115 ± 46 } NS 118 ± 4 7 ) Pimax: Presión inspíratoria máxima. PEmax: Presión espiratoria máxima. HP: Hewlett-Packard HP-1290A. NA: Nuevo aparato. NS: Diferencia estadísticamente no significativa. FE DE ERRATAS En el artículo "Poliglobulias secundarias hipóxicas" (Archivos de Bronconeumología 1989; 25:282-294) se ha deslizado un error: El gráfico que aparece como figura 1 es en realidad la figura 4, y viceversa. Los pies de figura y su numeración, por el contrario, son correctos. 92