económica de los sectores populares y un rígido sistema de partidos que solo permitía la participación de dos partidos políticos. INSTITUTO INTEGRADO FRANCISCO SERRANO MUÑOZ SEGUNDO PERIODO SOCIALES GRADO DÉCIMO, 2012. TALLER TRES DOCENTE: EDWARD CONTRERAS MORA En el año 1958 y durante 16 años, el Partido Liberal y el Partido Conservador formaron una coalición llamada el Frente Nacional para poner fin a la Violencia. Mediante este acuerdo los dos partidos acordaban apoyar a un único candidato presidencial y se dividían todos los cargos oficiales por igual. De esta manera se logró estabilidad política por 16 años. Una oposición no esperada se llevó a cabo por aquellos partidos que no habían sido involucrados en el acuerdo, como la Anapo o Alianza Nacional Popular organizado por el depuesto general Gustavo Rojas Pinilla. ESTUDIANTE: ________________________________________ GRADO: ______________ FECHA: _______________________ El presente taller busca que el estudiante analice e interprete los acontecimientos que llevaron a Colombia a la época denominada Violencia y que ha sido muy representativa de la ideología política que aun conmueve al país. Durante el gobierno del Designado de Pumarejo, el Partido Liberal se vio afectado por la ausencia de su líder natural, Alfonso López, y entró en una pugna interior por su liderazgo. Mientras tanto las toldas conservadoras, que no llegaban al Palacio de San Carlos desde 1930, se concentraban alrededor del presidente del directorio nacional conservador, Mariano Ospina Pérez. DIAGNÓSTICO Para el desarrollo del presente taller se requiere que el estudiante primero de respuesta a las siguientes preguntas. El discurso sosegado de la nueva tendencia conservadora encontró asidero en la convulsionada sociedad colombiana, mientras que el liberalismo finalmente se declaró dividido entre Turbayistas y Gaitanistas. El turbayismo representaba a las élites comerciales y al viejo liberalismo elitista que instauró la República Liberal, eran los representantes de la continuidad del proyecto de las Presidencias de Eduardo Santos y Enrique Olaya Herrera. 1. ¿Es a través del levantamiento del pueblo que se pueden lograra los cambios sociales que en este momento necesita Colombia? ¿Por qué? Sea claro en sus ideas. Explique y exponga un ejemplo. 2. ¿Cuándo surgen problemas en su barrio, en su colegio, en su hogar, cree que la manera de solucionar las diferencias es mediante el uso de la fuerza? ¿Por qué? Sea claro en sus ideas. 3. ¿En la actualidad la lucha por parte de las guerrillas colombianas ha permitido un cambio en la manera de pensar y actuar de la ciudadanía y de los partidos políticos? ¿Por qué? Sea claro en sus ideas. Por otro lado, el Gaitanismo se instauró una corriente nueva dentro del Liberalismo que se originó en Jorge Eliécer Gaitán, el líder del extinto partido [Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria|UNIR], que aunque ni Marxista o radicalmente revolucionario, concentraba diversos matices del pensamiento original del Manifiesto Liberal de Ezequiel Rojas, el fundador del Partido Liberal. Gaitán manejaba bien a las masas, mientras que Turbay era muy lejano. Para mediados de 1945, la Dirección Nacional Liberal escogió la candidatura de Turbay como la oficial, dejando el Gaitanismo como una tendencia independiente. Las respuestas a las anteriores preguntas deben aparecer en el portafolio de evidencias, en donde se observe el análisis a cada una de ellas. En este clima político, Mariano Ospina encabezaba un conservadurismo unido que arrasó en las Elecciones Presidenciales de 1946. En el discurso de la toma de posesión, realizado en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, Mariano Ospina Pérez pidió comprensión a la extrema derecha conservadora y a los sectores representantes de la tendencia Gaitanista que sellaran diferencias, y que con su voluntad él formaría un gobierno de Unidad Nacional. El gabinete fue distribuido igualmente entre ambas tendencias, pero los Ministerios más importantes fueron retenidos por el Partido Conservador, dejando las ideas de una supuesta unión nacional en el aire. A continuación realice la lectura del material, analícelo y responda las preguntas que aparecen al final. La Violencia (1930-1953) para junio de 1946. Después de finalizar la República Liberal (1930-1942), con el nuevo ascenso de Alfonso López Pumarejo a la Presidencia de la República debido a la presión política de varios sectores liberales que criticaban su segundo periodo por su mal desempeño en materias económicas y por supuesta corrupción, López Pumarejo permitió que el Designado de la República tomara el poder y convocara elecciones A pesar de las diferencias y crispaciones políticas del Gobierno de Mariano Ospina Pérez, su gobierno tuvo resultados positivos, como la Ley de Hidrocarburos, la creación de Telecom y la organización de Ecopetrol, leyes de trabajo y el Instituto de Seguros Sociales. En las ciudades, el ambiente que se respiraba guardaba cierto orden y concordia, pero la situación en el campo empeoraba cada día más. El creciente caciquismo, retenido por los hacendados conservadores, se convirtió en motivo de graves discordias y resentimientos para los ahora empobrecidos comerciantes liberales, que se fueron extinguiendo paulatinamente. La Violencia es un período histórico de Colombia, comprendido entre 1948 y 1953. Se caracterizó por el enfrentamiento entre los Partido Liberal y Partido Conservador, incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por el alineamiento político. Algunos autores sitúan este periodo hasta 1953. El detonador del enfrentamiento fue el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, candidato presidencial de los liberales, el 9 de abril de 1948; en respuesta a ese hecho ocurrió una serie de protestas y actos violentos a los que se conoce como Bogotazo. La crispación Liberal se convierte en violencia en forma de leves escaramuzas públicas entre liberales y conservadores, pero el gobierno afirma que en realidad las peleas no tenían fundamento alguno. El gobierno se equivocó, Gaitán sabía que él era el jefe natural del Partido Liberal, y lentamente su ideología se fue desradicalizando, entrando también en las mentes de la clase media trabajadora, que crecía abrumadoramente. Algunos factores que contribuyeron a la prolongación de La Violencia fueron la ideología anticomunista de la clase dirigente, la privación 1 Encabezando numerosas protestas, como la famosa protesta del Silencio, Gaitán adquirió más fama, hasta ser conocido en todas partes. El Conservatismo estaba preocupado, pues veía a Gaitán como una seria amenaza al poder Conservador, reconociendo su verdadero poder y popularidad. aspectos, por numerosos escritos en los que Gaitán aparece, invariablemente, como una especie de mesías que, una vez llegara a la presidencia, iba a solucionar muchos de los males que en ese entonces aquejaban a la sociedad colombiana. Los testimonios de muchísimos colombianos que vivieron la época de "la violencia" corroboran esa misma imagen en la que Gaitán aparece como el abanderado en la lucha contra las injusticias sociales, la corrupción, la exclusión política, etc. En la mañana del 9 de abril de 1948, Gaitán salió de su casa para la Oficina, cerca de la Av. Jiménez, trabajó, y cuando salió a almorzar, un hombre se le acercó, sacó un arma y le disparó. La conmoción general se transformó en una turba, que mutiló y paseó por las calles el cuerpo del magnicida, Juan Roa Sierra. Condenó el imperialismo, el elitismo y arrasó con todo lo que vieron a su paso. Años de esas rabias reprimidas desde las Guerras Civiles del S. XIX salieron a la luz: hijos contra padres, hermanos contra hermanos, ni las más duraderas amistades resistieron la efervescencia y calor de esos momentos: ya no eran ideologías ni partidos, ahora, era el fanatismo. Los estudios que se alejan de esta imagen, por el contrario, son muy escasos, pero algunos de ellos tienen el mérito de ser lo suficientemente sugestivos como para cuestionar, en cierta medida, la imagen que se ha hecho de Gaitán. La importancia del viernes 9 de abril también se puede apreciar en otros aspectos. La muerte de Gaitán provocó verdaderas insurrecciones populares en diferentes lugares del país (las llamadas "juntas revolucionarias" se tomaron el poder en diferentes localidades y subvirtieron momentáneamente el orden). Por otra parte, a partir de esa fecha, la violencia, que ya venía manifestándose con una gran intensidad desde tiempo atrás, adquirió un ritmo particularmente escalofriante. El distanciamiento entre el bipartidismo se acentuó, haciendo cada vez más difícil establecer gobiernos de coalición. Además, el Ejército, que hasta entonces había conservado una cierta neutralidad en medio de todos los conflictos, empezó a identificarse con el gobierno. Pero lo que nos interesa en este artículo es destacar otro aspecto, quizá menos conocido por el público en general a pesar de que guarda, a nuestro parecer, una gran importancia. Se trata de la interpretación que hizo del 9 de abril tanto el gobierno de Mariano Ospina Pérez (1946-1950), como las élites en general. Ese tipo de lectura de lo sucedido aquel fatídico viernes justificó -y sigue justificando hoy en día- la respuesta violenta por parte de todos aquellos que vieron en la irrupción de los marginados políticos y sociales una amenaza para el "orden" establecido. En ese sentido, lo sucedido el 9 de abril de 1948 fue aprovechado por la clase dirigente para darle una determinada interpretación ideológica a partir de la cual se pudieran deslegitimar las reivindicaciones de los sectores excluidos, estrategia que sería -el tiempo se ha encargado de demostrarlo- de una gran eficacia para acallar todo brote de oposición. Es decir que en el mismo momento en que las masas populares creían adquirir su independencia como actores sociales -¿acaso no salieron, por su propia cuenta, a vengar la muerte del "líder" social, atacando y destruyendo todos los símbolos que representaban el poder?-, lo que en realidad se estaba presenciando era su desmantelamiento como actores autónomos. Hoy en día, cincuenta años después, no se vislumbra aún, en el escenario político colombiano, un movimiento o partido de oposición que ofrezca una alternativa sólida, creíble y legítima frente al bipartidismo tradicional. Colombia se desangró en una noche. El asesinato, aún sin resolver concluyentemente, del líder progresista y populista de extracción liberal Jorge Eliécer Gaitán provoca un estallido de cólera de las masas populares dando origen al Bogotazo, una serie de revueltas y saqueos en la capital Bogotá que termina a los pocos días tras un baño de sangre. Los liberales vencidos se retiran al campo y organizan la resistencia con el apoyo del Partido Comunista. Los propietarios por su parte organizan partidas armadas para luchar contra los liberales, que degeneran rápidamente en grupos de bandidos. Este periodo es conocido como "La Violencia" y varios personajes de ambos bandos enfrentados se harán famosos por sus acciones atroces. Más de doscientos mil muertos es el saldo de este periodo. En 1953 el General Gustavo Rojas Pinilla toma el poder y ofrece el final de la guerra. Por medio de las amnistías, cinco mil guerrilleros liberales dejan las armas. El Bogotazo El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán Jefe Único del Partido Liberal (después de haber tenido despejado el camino tras la extraña muerte de Gabriel Turbay en París) ocurrió el 9 de abril de 1948 a la 1:05 pm, tuvo como consecuencia inmediata una sangrienta revuelta popular, en Bogotá y otras ciudades de Colombia, conocida como el Bogotazo. El presunto asesino Juan Roa Sierra, fue linchado por la multitud. A partir de este suceso, la violencia política rural que había comenzado con la posesión del gobierno de Mariano Ospina Pérez se traslada a las ciudades. Tuvo lugar cuando en la ciudad se celebraba la IX Conferencia Panamericana que dio nacimiento a la OEA teniendo como presidente de esta al diplomático Alberto Torres1. Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial La interpretación que la mayoría de los sectores de la clase dirigente hizo del 9 de abril está basada en una lectura sesgada de los acontecimientos. Antes del asesinato de Gaitán, el país ya estaba inmerso en una profunda violencia en la que se mezclaban todo tipo de causas. Las 14.000 muertes violentas correspondientes a 1947 demuestran claramente que la violencia no comenzó el 9 de abril; los años 30, cuando los liberales retomaron el poder después de una abstinencia de medio siglo, estuvieron plagados de enfrentamientos bipartidistas; y la década anterior se había caracterizado por la violencia entre campesinos y terratenientes por una lado y por otro, entre el proletariado y el patronato (recordemos las bananeras y su cruento desenlace). Pero a pesar de ello, los sectores dirigentes insistieron en que la violencia sólo comenzó realmente el 9 de abril con el asesinato de Gaitán, y sobre todo con los desmanes del "populacho". Juan Uribe Cualla, citado en la Gran Mancha Roja, ilustra muy bien esa concepción de una Colombia idílica y ejemplar en todos los aspectos, a la que "más de cien años de historia le habían consagrado como modelo de orden y exponente auténtico de la grandeza de los próceres, de la obra de los Libertadores y de las vidas admirables de estadistas ilustres, de sus poetas inmortales y de sus varones eximios". Ospina Pérez, para quien Ricardo Arias El 9 de abril de 1948, día del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, constituye un momento de particular importancia en la historia de Colombia. En primer lugar, son muchos los que aún hoy, cincuenta años después de su muerte, consideran que ese "magnicidio" frustró indefinidamente las esperanzas de todos aquellos que veían en Gaitán la posibilidad de acceder a una sociedad realmente democrática, más justa, menos excluyente. Esta imagen tradicional que se tiene del "caudillo del pueblo" se encuentra legitimada, entre otros 1 La Violencia. Consultado el 28 de Abril de 2012. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/La_Violencia 2 los hechos del 9 de abril también constituyeron una amenaza al buen nombre de Colombia, invitaba a los ciudadanos a restablecer el orden que tanta fama le había dado al país a nivel internacional: "El Presidente pide a todos los buenos hijos de Colombia [...], que contribuyan en esta hora de prueba con el aporte de su sensatez y de su prudencia para que no se hunda el prestigio republicano y democrático de la Patria, que tan orgullosamente enarbolamos ante la América invitada a reunirse en esta ciudad capital". además de todo ideal patriótico, y de todo sentimiento humanitario, no podemos menos de reprobar […] los horrendos atentados y delitos…". El presidente Ospina pensaba que el origen del problema había que buscarlo más allá del bipartidismo, es decir en unos terrenos forzosamente nocivos para el país: "Quiere el Presidente con toda exactitud llamar la atención de los colombianos amantes de la Patria sobre el hecho de que el curso que han tomado los acontecimientos ya no es de partido liberal ni de partido conservador, sino de tremenda amenaza a las instituciones básicas de Colombia y a la vida, honra y bienes de los asociados". Ese clima de violencia que se produjo el 9 de abril se extendió mucho más allá de lo esperado; para ciertos sectores de la sociedad, como ya lo indicamos, fue el inicio de una ola de terror que se iba a apoderar de Colombia. Casi tres años después de ocurridos los hechos, el presidente Laureano Gómez decía que la tarea central de su gobierno consistía en "la reconquista de la tranquilidad pública perturbada tan profundamente como consecuencia de la subversión del 9 de abril...". El origen, el verdadero origen del mal, provenía entonces del exterior: del comunismo internacional que, apoyado en sus escasos pero peligrosísimos secuaces criollos, quisieron sembrar el terror en el país para, en medio del caos, tomarse el poder. Muchos años después, el general Fernando Landazábal, por ese entonces ministro de Defensa del gobierno Betancur, afirmaba categóricamente que el partido comunista era el responsable de la violencia que "le ha costado al campo desde 1948 más de 30.000 campesinos asesinados por guerrilleros comandados, dirigidos, auspiciados y sustentados por el partido comunista". El autor de la Gran Mancha Roja insiste sobremanera, desde el comienzo hasta el final, en el mismo argumento. Sin embargo, las imágenes y el texto de esta historieta suministran otro tipo de información acerca de los responsables, lo que nos permite tener una idea mucho más clara de los "revoltosos"; este tipo de precisiones resulta valiosísimo para entender la imagen que hace el autor del "culpable". En primaria instancia, se señala explícitamente al comunismo. Esta corriente ideológica defiende una serie de postulados que amenazan, dentro de la óptica de los dirigentes, las bases de la sociedad colombiana. Pero si leemos atentamente el texto y observamos con detenimiento las ilustraciones nos damos cuenta que, al lado del comunismo, lo que está surgiendo, lo que está irrumpiendo, amenazante, en el escenario, es el proletariado, designado peyorativamente como el "populacho". Es decir, la amenaza suscitada por el enemigo adopta simultáneamente una faceta política -el comunismo- y social -los sectores populares. Pero La Gran Mancha Roja va aún más allá. El 9 de abril no es percibido simplemente como un conflicto político entre partidos opuestos, lo que no tendría nada de novedoso; tampoco, de manera exclusiva, como un enfrentamiento de clases ; más precisamente, es percibido como la irrupción, violenta, inesperada, del horror, del terror, en resumidas cuentas de la Barbarie. El 9 de abril, el "viernes rojo", fue la lucha entre la civilización y el caos, entre la cultura y el salvajismo ("el pueblo no quería cultura)". Fue, en último término, un combate entre las fuerzas del Bien y las del Mal. En efecto, ese "día de la abominación" se levantaron, "energúmenos" y "enloquecidos", los "revoltosos criminales", para dar rienda suelta al "estallido de las pasiones más insanas y de los más bajos y primarios instintos". Los rostros de los "revoltosos", desencajados, llenos de ira (en claro contraste con la perfecta serenidad y mesura que expresan los representantes de las élites), no hacen sino corroborar la imagen de una masa violenta, incontrolable, desenfrenada, que es representada destruyendo, saqueando, trastocando osadamente el orden ("Pobres y descalzas mujeres de las barriadas bogotanas, llevaban sobre sus hombros pieles de cuantioso precio..."). En pocas palabras, se quiso desviar a nuestra patria de sus destinos históricos... Más grave aún: si analizamos ciertos comentarios que se siguieron emitiendo en torno a los sucesos de aquella fecha, encontramos que el 9 de abril, más que una interrupción pasajera de la paz y de la tranquilidad que supuestamente caracterizaban a nuestra sociedad, representó el inicio de una profunda descomposición social, el desplome del orden tradicional. Un editorial publicado en 1953 por el periódico El Siglo, intitulado "El día de la abominación", afirmaba que "el 9 de abril aún no ha concluido. Esta ola de bandolerismo que ha asolado el país en estos cinco años es fruto consecuencial de esa fecha. Bajo esa negra noche, que el resplandor de las llamas criminales hacía moralmente más oscura, quedó desecha toda la tradición de la república, despedazada su alma, desfigurado su carácter. Apenas la mano providente de Dios, pudo salvar a nuestros mandatarios, conservar a nuestro partido en el poder y dejarnos un resto de patria para volverla a edificar de nuevo [...]. 9 de abril, día de abominación, ¡quién pudiera arrancarte de la historia colombiana para no seguir avergonzándonos con tu recuerdo!". El 9 de abril debe ser entonces enfáticamente condenado porque fue una manifestación anárquica, caótica y llena de violencia, que se ensañó contra las "autoridades legítimas" y, más grave aún, contra las instituciones sagradas: en efecto, la Gobernación y el Palacio de Justicia fueron incendiados en Bogotá, y muchas otras sedes del poder fueron arrasadas en otros lugares del país, al mismo tiempo que edificios, templos y centros educativos católicos, como el Palacio Arzobispal, la Nunciatura y la Universidad Javeriana Femenina, quedaron completamente destruidos. Ante la magnitud de los daños ocasionados, ante la afrenta que significó el ataque a los símbolos más representativos del poder, la condena era un primer paso para tratar de restablecer el "orden". La cárcel y la excomulgación cayeron rápidamente sobre los responsables de tan oprobiosos hechos. Y esta percepción del enemigo -y de los hechos- fue compartida por las élites en general, sin distingos políticos. Es cierto que liberales y conservadores se acusaron mutuamente de asesinar a Gaitán. Pero tan pronto entendieron que lo que estaba en juego era el bipartidismo y su permanencia en el poder, los dirigentes de los dos partidos hicieron hasta lo imposible para deslegitimar la revuelta del 9 de abril. Los directorios de los dos partidos, luego de una reunión con el presidente Ospina, dieron a conocer el siguiente comunicado: "El grave clima de exacerbación política creado por el excecrable (sic) asesinato del señor Jorge Eliécer Gaitán constituye un serio peligro para la paz pública y amenaza con torcer el rumbo histórico de la Nación. Los directorios de los dos partidos se hallan de acuerdo en la necesidad de restablecer la calma y la normalidad, no sólo para salvar al país de esos gravísimos peligros, sino también para poder encauzar el esfuerzo unido de todos los colombianos hacia la reconstrucción moral y material del país, tan Pero la condena no bastaba, por más severa que fuera. Lo que habría que hacer es borrar ese recuerdo tan escabroso de nuestra historia, no solamente por la vergüenza de lo acaecido, sino porque su origen, su verdadero origen, no podía encontrarse dentro de las fronteras colombianas ni en las almas católicas de nuestra comunidad. Monseñor Perdomo, arzobispo primado, dijo lo siguiente en una alocución realizada el 12 de abril, tres días después de las revueltas: "En esta hora de inmensa tribulación para nuestra amada Patria, y con el corazón profundamente acongojado ante los extremos de perversidad y de locura a donde vemos que ha sido llevado nuestro pueblo, por obra de extrañas influencias, destructoras no sólo de todo orden moral y religioso, sino 3 seriamente quebrantada por designios extraños que sorprendieron a los dos partidos históricos en sus métodos de lucha cívica". cualquiera sea su rostro, no tiene cabida en una sociedad que ha erigido a la intolerancia y a la exclusión en pilares básicos de su funcionamiento. Es por ello que la asombrosa debilidad de los movimientos de oposición, que ha caracterizado a Colombia a lo largo de toda su historia, no puede ser desligada de esa visión que, desde las altas esferas, se ha tenido -y se ha difundido exitosamente- del "otro", visión que legitima la represión sistemática con que éste ha sido combatido. No olvidemos que la estabilidad de nuestro régimen "democrático" ha reposado en regímenes de excepción. Dentro de ese contexto, las recientes advertencias dirigidas por la Comunidad Europea al gobierno colombiano por su tendencia a criminalizar las protestas sociales resultan sin duda refrescantes, pero, al mismo tiempo, no deja de ser profundamente vergonzoso y humillante que la atención de un país en torno al respeto de los derechos humanos esté determinada por las presiones económicas de la comunidad internacional.2. Como se puede apreciar de manera muy clara, los dirigentes del bipartidismo, profundamente angustiados ante la ira popular, condenaron de inmediato a los manifestantes por interrumpir violentamente el orden tradicional. Lo que se aprecia, en el fondo, es que "los principales representantes del liberalismo se vieron tan sorprendidos y asustados por la magnitud y las posibles consecuencias del levantamiento popular como los dirigentes conservadores y el clero; esta actitud se puede apreciar en la prensa liberal que, al igual que la conservadora, denunció la amenaza comunista y justificó los acercamientos entre los dos partidos" so pretexto de defender las instituciones democráticas. El nuevo gobierno de coalición, constituido por los dirigentes de los dos partidos horas después del asesinato de Gaitán, es una muestra del afán con el que liberales y conservadores querían hacer frente común para resistir los embates de los sectores populares. TRABAJO EN CLASE 1. Lo esencial, para todos estos sectores dirigentes, era condenar un movimiento que amenazaba, como nunca antes había sucedido en nuestra historia, el orden establecido. Para ello, a un movimiento con claros tintes sociales y políticos se le descontextualizó completamente de la realidad nacional para reducirlo tan sólo a la política expansionista del comunismo internacional; y a sus actores se le dieron los peores epítetos para reducirlos al nivel de los más peligrosos y bestiales criminales. 2. 3. De ahí la represión: el enemigo, el verdadero enemigo para la "democracia", deja de ser el otro partido cuando lo que está en juego no es simplemente el reparto del poder, sino la eventualidad de que surja un movimiento contestatario autónomo con deseos de cambiar las reglas de un juego monopolizado históricamente por el bipartidismo. Es precisamente ese el significado que queremos destacar del 9 de abril: esa fecha, gracias a la lectura que de ella hicieron los sectores dirigentes (la irrupción de la barbarie), sirvió para justificar plenamente una política represiva contra los sectores contestatarios, en el mismo momento en que las tensiones sociales aumentaban en toda América latina y las élites del continente se creían amenazadas por el populismo. Pero ese momento también coincidió con los inicios de la Guerra fría. La represión, entonces, se hacía en nombre tanto de los "principios occidentales" (la democracia, el capitalismo), como de los "valores colombianos" (la religión católica y sus representantes, las autoridades "legítimamente elegidas", nuestra "cultura" y "civismo", etc.). "En realidad el 9 de abril había servido de pretexto a las clases dominantes para una completa reorganización del Estado el cual, al término de 1948, se encuentra financieramente fortalecido, ampliados y cualificados sus aparatos de represión, extendidos sus mecanismos de control político y social. La Ley 82 de diciembre 10 de 1948 mediante la cual se concede «amnistía a los procesados o condenados por delitos contra el régimen constitucional y contra la seguridad interior del Estado, cometidos con ocasión de los sucesos del 9 de abril», es a lo sumo una contraprestación a la colaboración liberal en este proceso de reordenamiento estatal pero no un signo de debilidad frente a un peligro potencial. Las clases dominantes disponen ya de todas las armas para enfrentar el más mínimo brote de rebeldía de las masas". 4. 5. El 9 de abril fue eso para las élites, una oportunidad más para deslegitimar al "exterior de lo social": el populacho, los revoltosos, los salvajes. Y como lo dijimos desde un comienzo, la historia, en ese sentido, no ha cambiado mucho cincuenta años después, pues hoy en día los campesinos movilizados, los trabajadores en huelga, los defensores de los derechos humanos, y tantos otros sectores e individuos, siguen siendo vistos por el Estado y por una parte de la sociedad como elementos manipulados por las guerrillas comunistas y, por eso mismo, altamente peligrosos para el país. En el fondo, el "otro", Elabore un glosario de términos relacionados con la lectura, mínimo 5, con su respectiva definición, y en orden alfabético Consulte y transcriba la biografía de Jorge Eliecer Gaitán, elaborando un dibujo de su imagen más representativa. Elabore un mapa de Colombia e identifique los lugares en donde se generó la violencia a causa de los sucesos comentados en el taller. Adicional a ello elabore un cuadro con la descripción de cada uno de los sucesos acontecidos después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. ¿Al realizar la lectura del material y conocer más sobre la historia que dio origen a la violencia en Colombia, cree usted que fueron acertadas las acciones por parte del pueblo colombiano ante lo ocurrido? ¿Qué tipo de acciones hubiese tomado usted? ¿Qué hubiese propuesto para mitigar o disminuir los daños humanos y materiales? Sea claro en sus respuestas. ¿Si tuvieses que elaborar una investigación sobre las causas que originaron la violencia en Colombia, qué tipo de investigación se plantearía? Exponga tres objetivos para cumplir con los propósitos de su investigación. Conteste todos los interrogantes planteados. ARIAS, Ricardo. Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial. Consultado el 29 de Abril de 2012. Disponible en: 2 http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/rhcritica/arias.htm 4