1 COMPENDIO DE LA VIDA DE JOSÉ RECIO R. (I) 2 “STULTORUM INFINITUS EST NUMEROS.” 3 Por eso mismo, he dedicado tanto tiempo en escribir todo esto. ”El recuerdo tiene una tranquilidad que ninguna realidad posee.” (Kierkegaard) 4 5 JOSÉ RECIO ROSA (Pepe) RECUERDOS de mi VIDA... a ANTONIO GALA. Gracias. 6 UNIÓN FAMILIAR 7 RECIO / ROSA SÁNCHEZ / CASTAÑO ♂ ♀ JOSÉ † ♂ DOLORES † ♀ ANTONIO † ROSA † RECIO / SÁNCHEZ ♀ ♀ CARMELA † DOLORES ♂ Sonia 16/11/2007 ♀ JOSÉ ♂ PABLO JOAQUIN ♂ JUAN ♀ ♂ ♀ LAURA ♂ OSCAR ♀ LIBRADA ♀ SUSANA BEATRIZ ♂ JONÁS ♀ ELENA 8 9 Memorizado y escrito por: JOSÉ RECIO ROSA, según la Partida de Nacimiento; NIÑO, por mi Madre; PEPITO, por mi Madrina; EL HIJO de LOLA, por los vecinos de la calle Peregrino; TÍO, por mis sobrinos; PEPE, por algunos amigos; OYE, TÚ... por mi cónyuge; PAPÁ, por mis hijos; RECIO, por algunos compañeros; 24996591 F, por el DNI; EL DEL 4º A, por unos vecinos de Ciudad 70; 29 / 00275642/38, por la antigua S. S.; MÁLAGA, por algunos compañeros en la Marina; 28 / 01661309/81, por la S. S.; DON JOSÉ, por el Director del Banco; 488, por la Nómina de JOTSA; HIJOPUTA, por un taxista; OIGA, SEÑOR... por una hermosa peatona; CABRÓN, por otro conductor; EL ÚLTIMO... por un señor en una cola de espera; PENSIONISTA, por el INSERSO; En cartas por Muy señor mío, Ciudadano, Vecino, Malagueño, Madrileño, Cosladeño, Alcalaíno, Socio, Cooperativista, Accionista, Cliente, Estimado señor,... En breve... por ‘ERA UNA BUENA PERSONA’... 10 11 “Será agradable recordar los males pasados.” (Virgilio) “El pasado es un cadáver que debemos enterrar.“ (Omar Jayyam) Es principios del año 2004. Acabo de leer una entrevista que le hicieron al buen escritor Antonio Gala, para una revista de sicología, publicada en enero de 2003. Estaba recogiendo los periódicos y revistas ya leídas, para echarlas al contenedor correspondiente, eran muy atrasadas. Entre todas las revistas, había una de mi hija, en la que vi la reseña de la entrevista y me dispuse a leerla. Como todos sus relatos o trabajos, me 12 resultó emocionante. Y, es que tiene una forma muy peculiar, de expresar sus ideas y pensamientos; esa forma tan sencilla de exponerlos. Opino, que es como uno mismo lo diría; pero, vamos, ni a un metro. En un momento de la entrevista, dice Gala, que es muy bueno escribir los recuerdos de la propia vida. Me ha parecido una idea excelente. Es por ello, que después de pensar en su contenido, decido hacer caso; voy a escribir sobre mis recuerdos, para repasar los momentos que he vivido. Me parece mucha tarea, han pasado doce quinquenios, pero veré hasta donde llego, o que es todo lo que puedo recordar. Y a ello voy a dar comienzo. Como en los cuentos infantiles se dice: “Érase una vez...” que nació un niño en Málaga, en el mes de mayo del año 1940, en una casa familiar, podíamos decir acomodada; pero, a destiempo. Sí; verás: En la Málaga fenicia, a final de la segunda década del siglo XX, existió un matrimonio entre José y Dolores. Pactado entre familias, con la idea de crear una familia, esta sería la familia ‘Recio – Rosa’. Eran muy jóvenes, ella, de unos 16 años, él pocos años mayor. Ella, (mi madre), saludable, atractiva, muy bonita. Él, (mi padre), en esa edad, era un apuesto joven, atractivo, según se puede ver en las fotografías familiares antiguas; donde no se aprecia su minusvalía: le faltaba una mano, la derecha. La perdió, según nos contaron, cuando era un niño. Encontraron una bomba de mano, del tipo que los alemanes usaron en la Primera Guerra europea, olvidada en no sé que camino o arroyo y sin saber nadie lo que era y qué contenía ese artefacto, él la utilizó como martillo, para construir una plataforma patín, para Rafael, su hermano menor. 13 Explosionó; y quizá por mala fabricación, o por estar pasada de tiempo, o por la postura del cuerpo, no le mató; pero se llevó gran parte de esa extremidad superior derecha, y parte de su alegría juvenil. Alguna vez, decía que la dolía la mano, la que no estaba. Casi siempre, cuando soplaba el viento de levante. Mi hermano, contaba, que cuando se enfadaba (su padre), y le pagaba, alguna vez, le daba con el muñón. Decía que el dolor que le causaba, era terrible; le temía. Con el tiempo, tomó gran destreza en la mano izquierda; podía, entre muchas cosas, hacer el nudo de la corbata, o atar los zapatos, con una sola mano. O contar y recoger en el mandil, las monedas de la caja de cambios para el negocio. Su trabajo era de camarero en su taberna; camarero muy hábil. Ahora que lo pienso, mi hija es ambidiestra y de gran habilidad, ¿no serán algunos de esos genes hereditarios? Yo, sólo heredé su mismo nombre, su mal genio y su temperamento aburrido. De éste matrimonio nacieron cuatro hijos, Carmela, Juan y Dolores (Loli) y detrás de la tercera hija, nací yo, José, el último de la serie. Después de once años, de haber nacido mi hermana. Por esto digo que a destiempo. Más, estoy convencido, que ese fue mi primer error. Yo no tenía que haber nacido ya. Posiblemente, esta familia hubiese tenido otras formas de estar en éste mundo. No era necesario uno más. Sí; te lo digo, porque no he tenido más calor y amor, que el que mi madre, me dio. Pocos han sido los momentos de repaso a mi infancia, pero, si pude y aún puedo notar claramente, el desdén, la frialdad con que fui tratado. Sí, por todos los familiares, que tenía, en aquellos años, mi padre. Quizá por todo esto, siempre me he sentido bastante separado del resto de los familiares. Y de que yo tenga todavía la sensación de ser el ‘Patito Feo’ de la familia Recio. 14 Todo marchaba bien y en armonía, en aquella vivienda familiar, los niños en la escuela, el padre en su trabajo y mi madre con las labores de casa, ayudada a tiempo parcial por una sirvienta de mi abuela materna. El nombre de ésta mujer, la sirvienta, es sinónimo al del continente que hay al sur de la Península Ibérica... (sí, ese, exactamente); pero debió llamarse ‘Cizaña’, (eso es, cómo la mala hierba) Mis hermanos le llamaban “Tata”, (¡Vaya por Dios!) Y, digo esto, por mis sensaciones, ya que los comentarios familiares fueron escasos y partidistas. Mi madre, por su parte, me informó de lo esencial sobre mi familia, de los actos y acontecimientos ocurridos, quitándole todo los datos penosos, haciéndolo todo sencillo y suave. Para mí, esa mujer, la Tata, fue la principal causante de la separación matrimonial de mis padres, cuando yo tenía sólo cuatro años... ¿Qué no? Entonces, ¿Cómo es que después de la separación del matrimonio, convivió con mi padre, y que ha suplantado en todo a mi madre? No obstante, mi madre siempre me forzaba a no perder contacto con todos los familiares y así, a que tanto yo, como ellos, tener que reconocernos como miembros de esa familia, ya separada. Es ahora, cuando mi madre ya no está viva, para indicarme las visitas, cuando yo no hago por estar unido a ellos; no me siento a gusto. A quien si siento afecto, es a mi hermana, Loli, la nacida delante de mí, la que vive en Madrid. Mi hermano Juan, fue un fiel aliado de su padre, tomando parte favorable con él. Siempre culpó a mi madre, de todo lo que pudo acontecer para que la separación matrimonial llegase a termino. Jamás le he oído decir algo en contra de su padre, ni de la gran rigidez, o el mal trato y poco amor, con qué trató a su mujer, mi madre, que también, es la suya. Como hijo, él también, tuvo motivos injustificables, de conducta. 15 Comprendo que mis hermanos no lo pasaron bien, con esta separación. Ellos tenían 23, 19 y 15 años. Cómo siempre ocurre en estos casos, son los hijos los que más sufren. Pero, una madre, siempre atrae. No lo digo por mí, es comentario general. Pero, fue mi madre la que recibió todo el rencor, mal trato y abandono total. He sido testigo de los reproches y malos modos, crueles en fin, con los que éste hijo, en algunas ocasiones trató a mi madre, como digo, también la suya. Del llanto amargo, a solas, con el que ella pasó muchos ratos. Yo, cómo niño, y aún de joven, no supe ni pude hacer que esos malos momentos no existieran. Pasados los años, mi madre ha recibido el reconocimiento, por algunos familiares, que aún estaban con vida y yo la he visto, gozar de la satisfacción, tardía tal vez, pero, de saber que ella no era la única gran culpable, de los motivos y causas de la separación familiar. El resto de los familiares, se fueron con el rencor en el alma. Algunos, a sabiendas, que ellos eran tan culpables, como otros cualquiera, que intrigó en éste tan desdichado asunto. Pero, vamos, que los muertos descansen en paz,... y amen. De lo que mi madre me contaba, sé que mi abuela paterna, ‘Mama Carmen’, como la llamaban, era viuda. También que era analfabeta, no sabía escribir, pero, que curiosamente, regentaba una tienda de comestibles de su propiedad. Los apuntes de las cuentas de los clientes que dejaban a deber sus compras, mi abuela, los tenía en una libreta, con signos que solo ella conocía, y que de forma eficiente manejaba. Era, también por cierto, una señora, seria y enérgica. En pocos momentos recuerdo haber estado junto a ella. Tampoco recuerdo sobre su muerte. 16 La tienda de mi abuela estaba en un edificio, en una plaza de un barrio malagueño muy típico, el Perchel. Barrio donde yo nací, donde viví más de veinticinco años, donde me casé. Si conoces éste barrio antiguo, destrozado por la urbanística y la especulación, la plaza era la de Mameli. Ya no existe, pero, aún se puede ver parte de ella y de esa finca, en unos viejos grabados en algunos libros dedicados a los temas de calles de Málaga antigua. La plaza, no era una plaza como puede entenderse, la distribución o forma de plaza, ni redonda, ni cuadrada, era irregular de límites. Era en realidad un ensanche de las mismas calles a las que conectaba, hacia el este y hacia el oeste. En la parte sur de esta plaza, estaba el edificio con la tienda de mi abuela, que hacía esquina a un callejón, por el que se iba a la calle Ancha del Carmen, pasando por delante del cine Rialto. Al oeste, la taberna de mi padre, que hacía esquina con la terminación de Callejones del Perchel. En la parte norte, haciendo esquina con Callejones, había una calle, que no recuerdo su nombre y hacia la derecha estaba la entrada de la casa donde vivía uno de mis tíos (Juan), con su familia. Hacia el este, corría otra calle, que tampoco recuerdo su nombre. Sobre toda esta parte del barrio, ahora ya desaparecido, actualmente está el principio de la avenida de Andalucía, con sus grandes edificios y amplias calles. Desde la trastienda, de mi abuela, se salía al portal del edificio. La construcción del edificio era caprichosa, mas bien rara. Por el callejón lateral, se entraba al portal que te digo; pero, era una puerta estrecha, seguía un pasillo al ancho de la puerta, pero no recto, por donde se llegaba a un corredor transversal, y a la derecha, estaba la entrada al patio vecinal, que era rectangular. En el que, y a la derecha, estaban los lavaderos de ropa, eran los llamados lebrillos, montados 17 sobre una gran peana y con una techumbre. A la izquierda, estaban unos habitáculos como para trasteros. Le seguía otro, utilizado como retrete. Me parecía estar viendo los retretes o letrinas, que usaban los romanos; formado por un poyete, de medio metro de altura, y en el centro una taza circular de cerámica, encastrada al ras, de esa encimera. Para la limpieza, teníamos que echar agua con un cubo. Las veces que yo lo utilicé, me dio la sensación de estar como las gallinas en una percha de su gallinero. Como te decía, desde el corredor de la entrada y hacia la izquierda, estaba la entrada a la trastienda y aquí, la derecha, se entraba un recinto cuadrado, o zaguán, donde comenzaba la escalera, amplia, para los pisos superiores. Comenzaba con un tramo corto y ancho, y seguía un descansillo, a todo el ancho del habitáculo. Desde aquí, se podía ver el techo muy alto y se podía comprobar la diferencia de alturas de los pisos. La planta baja, era mucho más alta que el piso superior. Durante el día, en éste lugar, había claridad, que entraba por un gran ventanal, sobre el descansillo. Girando a la izquierda, se comenzaba el tramo largo de escalera, que conectaba con una arcada y a la izquierda, había otra arcada idéntica, pero con barandilla metálica. Al terminar la escalera, esta desembarcaba en un amplio distribuidor. A la derecha estaba la entrada al piso apartamento de mi abuela, era el más amplio de todos. Yo estuve pocas veces en él, pero lo recuerdo algo sombrío, a pesar de tener balcones a la plaza. Con la espalda contra la puerta del piso de mi abuela, se podía ver a la derecha, las entradas a dos apartamentos y la embocadura a un pasillo estrecho. En el primer apartamento, vivía una señora de pelo canoso, muy ágil, puesto que siempre estaba atenta a cualquier persona que entrase o saliese. De frente, un balcón, que daba al patio y desde donde se podía ver otros dos 18 balcones, uno a la derecha, donde estaba el pasillo estrecho, por donde se accedía a las entradas de otros apartamentos y el otro balcón, al frente, por el que se veía otro balcón y entre ellos, un pasillo. Se podía comprobar que constituían como una pasarela, entre el pasillo estrecho y el apartamento donde vivió y murió mi padre. A la izquierda, estaba la entrada al apartamento de mi hermana Carmela y las arcadas de la escalera de entrada; por donde se podía ver el ventanal que daba luz a la escalera y vista al solar colindante. Éste solar, se utilizaba como almacén de carbón y donde, además, se fabricaban, con polvo de carbón mineral, unas bolas ovoides, que se utilizaban para las calderas de calefacción. Desde unas de las ventanas, en el apartamento de mi hermana, yo me pasaba largos ratos viendo como se manejaban las extrañas máquinas y como se ponían a secar al sol las bolas recién hechas. Además, la vista era amplia sobre los tajados de las casas del barrio y parte de los edificios de la zona central de la ciudad. Los que conocieron familiarmente, a mi padre, lo hicieron por el mote de “Moreno”. De él recuerdo su pelo crespo con amplias entradas y para mí, su mirada, inquisidora, de aspecto bastante serio, más bien huraño. Pocos momentos estuve junto a mi padre, después de la separación matrimonial. En mi primera comunión, que mi madre me hizo llegar a donde él trabajaba y servía, otra taberna en otro barrio popular “El Bulto”. Me recibió, no con mucho calor, me dio un beso y tres monedas: una peseta y dos de veinticinco céntimos (Reales) Quise darle una de las estampas que se dan como recuerdo, pero, no la quiso aceptar, diciéndome que podía servir para otra persona. Y otra vez y última, cuando me hicieron estar presente ante él, el día de su 19 muerte. Yo tenía diecisiete años. Ese día, si lo recuerdo bien, por que cuando yo entré en la habitación dormitorio, a su lado estaba el primo Juan (su favorito), pero no fue a él, al último que miró, en sus momentos finales, sino al “Patito Feo”, a mí. Le preguntó, en baja voz (como hablan las personas en los últimos momentos de sus vidas), a Juan, mi primo, por quien era yo, y cuando el primo, le dijo: --- “Es tu hijo; el Pepe.” Me miró, y esta vez era dulce su mirada. Tal vez por que sabía que se moría y comprendía todo el desamor que nos separaba, o como se dice, el tiempo amansa... Que sé yo. Su mirada hacia mí, fue aún más extraña, mantenida y aún más seria, en sus últimos instantes. Quizá, ¿arrepentimiento? ¿Solicitud de disculpas?... También; que sé yo. Con él acabó el cáncer de próstata. Meses antes, mi hermano, nos enseñaba, con las radiografías que le iban haciendo a su padre (siempre hablaba de ‘su padre’, sin entender que también era ‘mi padre’), de como progresaba el deterioro de sus órganos del sistema urinario. También decía de como se le cuidaba y de su alimentación. Mis más lejanos recuerdos, se dispersan en una infancia difusa. Si creo verme con un traje de marinero, sandalias y calcetines blancos, tripita abultada (como ahora), paseando por el parque de la mano de mi madre. Un llanto desesperado, por haber metido el dedo índice de la mano derecha, a través de la reja, en un estanque para los patos y que uno de ellos me había mordido. Pocos momentos de llantos recuerdo. Mi madre me tubo que dar una niñez sin sobresaltos o tal vez la educación tan filosófica, en la que me envolvió. Me 20 inculcó, en las creencias de que el cerebro humano está estructurado de tal forma, que le es muy fácil olvidar los momentos penosos y a no tener recelo a la muerte. Decía: --- “...Aquí no nos vamos a quedar aquí, en la Tierra, cómo para semilla de rábanos, que todos hemos de desaparecer de forma continua y normal. Que aferrarse a esta vida, egoístamente, era cosa inútil.” Como dijo George Steiner: --- “Todos somos huéspedes de la vida.” Me enseñó el respeto a los demás y si se hacía mal a alguien, tendría que ser por error o fuerza mayor. Pero, también me decía: --- “Si alguien te hace daño, malvadamente, no pares a pensarlo. Atízale, tú también; pero nunca tomes la iniciativa”. La palabra perdón, quizá fue la que más me demostró que utilizaba. Sólo recuerdo que me pegó una sola vez, pero, tengo que reconocer, que tenía motivos. Fue porque no acudí un día a la escuela, convencido por un mal amigo. Una compañera de ella, me vio vagabundear alegremente y se lo comentó. Rápidamente, pidió permiso, en su trabajo. Me buscó y me encontró. Con la zapatilla en la mano, fue a darme en el trasero, pero al querer esquivarla, el golpe fue a parar sobre el omoplato. Me trasladó a casa y me encerró en mi cuarto. Luego, mientras yo dormía, me vio la señal que la zapatilla me había dejado,... y la oí llorar. Con la separación de la familia, mi madre, quedó en el piso de alquiler, donde el matrimonio convivía; y sola, con un hijo, era un lindo bebé, el último, yo mismo. Creo que fui el que menos sufrió en esos malos años. Que 21 por cierto, era posguerra; eran los llamados “años del hambre”. Yo, no puedo saber, ciertamente, como lo pasaron mis hermanos; pero por sus cortos relatos, me hago la idea de como estarían, no de forma envidiable. Mi hermana Dolores (Loli), la que nació once años antes que yo, fue enviada a Madrid, a casa de unos tíos paternos, que estaban en mejor situación económica, que el resto de la familia, en aquellos años. Y se hizo mujer lejos de sus padres. No regresó a ser residente en Málaga. Se adaptó a la vida en la capital y puede decirse, que es una madrileña más. Sólo los recuerdo, lo que llamamos morriña, y el deseo de contactar con algunos familiares queridos, le hace hablar sobre el tema y añorar algo aquellas tierras. En Madrid se casó, con un buen hombre: Bernardino. Persona querida y respetado. Se le puede tomar como ejemplo de responsabilidad y buen trabajador y mejor padre. Han tenido dos hijos; la parejita, que se dice. La hija mayor, Ana María, de pensamientos libertarios, a mi entender; con la cara muy parecida a la de su madre cuando era joven. Bueno, son tres iguales, porque la nieta también es de aspecto idéntico. Se casó con un “sudaca”, Richard. También, algo libertario; feo, sí; pero muy buena persona, simpático, gran trabajador y mejor conversador. De trato muy agradable. Tienen dos hijos, la parejita: Sandra y Diego. Ahora, en éste año, tienen 12 y 9 años. Se dedican, principalmente, a trabajos de artesanías y a su venta en mercadillos. Él, como trabajo principal, es transportista en largas rutas y también cortas. Actualmente, viven en Chapinería (Madrid) 22 Ricardo, hermano menor de Ana María, es psicólogo y tiene un buen empleo. No se ha casado oficialmente. No es de pensamientos libertarios, como su hermana, pero está unido sentimentalmente con Nieves. Forman una pareja, muy pareja y dan una sensación de buen entendimiento, quizá mejor que otros matrimonios oficiales. Tienen dos hijas, Andrea y Lucía, dos chicas muy vivaces y con una clara inteligencia, que su padre les hace que la usen en buena forma; ahora con 13 y 11 años. Actualmente, viven en Alcorcón (Madrid) Mi hermano, Juan, el segundo de la tanda, por ser el varón y ya mayor de edad, cuando la separación familiar, es el que peor suerte pasó, en su juventud. Se independizó, forzosamente. Se casó muy joven. Pero éste matrimonio, no duró mucho tiempo y terminó de mala forma, con separación desagradable, por infidelidad de su esposa. Los detalles de este asunto, para mí resultan oscuros y no muy fiables de narrar. Tampoco he querido indagar en preguntas indiscretas; siempre consideré algo ajeno e inconveniente. Luego conoció a otra mujer, Isabel, casada, separada y con un hijo, Francisco (Paquito) Formaron pareja estable. Hay que retraerse a los años que comento, porque, estas uniones no estaban bien vistas por el vecindario y por las malas cotillas. Años más tarde, ya si pudieron realizar un matrimonio civil. Juan, mi hermano, al ser camarero, y muy activo, también debido a su peso, tuvo que jubilarse tempranamente, médicamente, por agotamiento. 23 Tuvieron un hijo, Juan (Juani) Éste se crió muy gordo; demasiado. Tal vez, por las comidas que su madre hacía. Buena cocinera, por cierto. O tal vez, por los genes de su padre, que también se criaba con gran número de kilos, en sus carnes. No fue nunca buen estudiante. Le gustaba la buena vida, que su padre se permitía consentirle y regalarle. Ya de mayor, se trasladó a Sevilla, al amparo de su hermano Paquito. Se ha casado dos veces. Con el primer matrimonio, tuvo cuatrillizos y con el segundo matrimonio (su mujer es de religión mahometana); por ahora tienen una hija. Paquito, el hermano mayor, ha destacado siempre, por su facilidad para los trabajos dedicados al cuidado corporal. De muy joven, trabajaba en una tienda de perfumerías y cosmética. Hizo estudios apropiados y entró en todos los cursillos que tenía a la vista, para tomar prácticas y disponer de los conocimientos, para entre otras cosas, hacerse acupuntor. Ha montado clínicas en Sevilla, Madrid y Alhaurin el Grande. Se casó con la hija menor del primo Juan (el favorito, por mi padre) Han tenido tres hijos, y ya son abuelos. Se han rodeado de una vida bastante holgada; de familias muy conocidas, acomodadas altas. Con grandes conocimientos de personas influyentes, gran número de amistades y clientela, para sus clínicas. Mi hermana Carmela, la mayor de todos, ya muerta (llegó a jubilarse), tampoco tuvo una juventud muy envidiable. Siempre fue muy gruesa. Se casó también muy joven, con Joaquín. En las fotos de su boda, se la puede ver, con un traje de boda no tradicional. Joaquín era panadero, por eso tenía el horario cambiado con los hijos. Cuando dormía, después del trabajo, los niños 24 tenían que permanecer en silencio o salir fuera del piso. Tenía mal genio, cuando le despertaban. Carmela, sufrió con sus modos; ella era algo apocada, pero de genio alegre y dicharachero; le gustaba de contar chistes, y aparentar que todo iba bien. Nunca la vi triste. A él, mi cuñado, le gustaba bastante los ambientes de las tabernas y bares. Era dado al convite entre amigotes. No perdieron mucho el tiempo, porque tuvo una larga descendencia: sólo nueve hijos. Es de comprender que hablar de todos ellos, sería largo de realizar, pero he de reconocer, que no tengo estrecho contacto con mis sobrinos. Bueno, sí, con Pepe, el mayor de los varones, alguna que otra vez, por teléfono, o cuando hemos ido de visitas, a Málaga. Sí te puedo decir los nombres de todos: María Dolores (Mari Loli), José (Pepe), Carmina (fallecida), Luis, Antonia (Toñi), Jorge, Juan Antonio, María Ángeles y Joaquín (Quino) Todos casados, con hijos, nietos, separaciones... Mi sobrino Pepe, se casó con María. Viven en Málaga, cerca de la calle Unión. Han tenido dos hijas, Cristina y Pilar. Cristina, se acaba de casar. Ahora (año 2005), me dicen que se han mudado a una casa nueva, en Alhaurin de la Torre (MA). Cuando niño, era un gran llorón, no quería que me acercase a su cuna, cuando visitaba a mi hermana, parecía que yo era el Coco. Carmela, su marido y los hijos, vivían, al principio de su matrimonio, en el edificio, donde la tienda de mi abuela, en el apartamento más alto, el de la habitación clausurada, hasta que pudieron ir al barrio de Carranque. La vivienda, no estaba nunca adecentada, ni la antigua ni la nueva. Mi hermana, en cuanto al aseo y el orden, nunca fue modelo. Se puede ser pobre, pero la presencia de las habitaciones se puede tener en orden de revista y limpieza. Nunca fue así. En su favor, sólo puede haber, que al ser hija de matrimonio 25 separado, y siendo ella muy joven, tubo una insuficiente enseñanza. Pero su marido, nunca ayudó en nada. Mis hermanos Carmela y Juan, siempre han vivido en Málaga. Consiguieron unas viviendas protegidas, de las que el gobierno de Franco, se bañaban en olor de multitudes. A Juan, le concedieron un pequeño piso, pero cómodo y a Carmela, le concedieron una vivienda adosada, tipo chalet, por ser familia numerosa. En principio, esa casa, me causaba cierta envidia; pero, con el tiempo y el mal uso que mi hermana y su familia le dio, no era nada envidiable, sólo que a veces, decíamos: “Si yo tuviese esa casa”... Aunque las hijas crecieron, esa vivienda, jamás tubo el aspecto agradable, para estar cómoda una visita. Siempre reinó el desorden y el escaso aseo, de muebles, piso, paredes y ajuar. Convivían personas y perros, al mismo tiempo y lugar. Mi vida con mi madre, transcurrió, no mísera, pero sí, con las restricciones económicas, que tiene que soportar una mujer sola, sin recursos y en los años de posguerra. Pero le explotó el coraje de una brava mujer española y prometió a sí misma que, ni ella, y mucho menos, para entonces, su único hijo, no pasaríamos falta de las necesidades básicas; y también, otorgarse algún capricho oportuno. Es algo como el tema, que luego se pudo ver en la película “Lo Que El Viento Se Llevó” Se puso a trabajar como camarera de comedor, en un céntrico hotel, Hotel Royal, en la Avenida del Generalísimo (hoy Avenida 26 Principal) de Málaga. Que por opinión y disposición de algún inquisidor del Régimen, hubo de ser manipulado el letrero y dejarlo en ‘Hotel Roya’. ¡Espléndido! ¿Verdad? Lamentable, pero al orden del día de aquellos días... Aquí estuvo trabajando, hasta pasados algunos años, como 25 años; las dueñas del negocio, lo vendieron y se trasladó a otro hotel a trabajar, hasta su jubilación. El motivo de la venta, fue principalmente, porque las dos hermanas y dueñas del hotel, ya eran muy mayores. Con su sueldo y con las propinas que conseguía, tenía para el alquiler del piso, para ropa, tanto de uso personal, como para el ajuar de casa, para los gastos extras, que yo, como niño, ocasionaba y para poco más. Tuvo la idea (no sé sí acertada; ya veremos), de realquilar parte del piso, a otra familia más apurada, si es posible la comparación. Les cedió, en principio, una habitación. Pero, en la práctica, resultó ser casi todo el piso. Sí; es que mi madre trabajaba todo el día y yo tenía que ir a la escuela. Entonces, la casa quedaba a su entera disposición. Como ellos sólo tenían dos camas y una cómoda enorme, hacían uso de todos los muebles propiedad de mi madre. Esta familia de realquilados, los Rando, se componía de un matrimonio, Paco y Ana; tres hijos, (dos varones y la mayor, hembra), María, Nicolás y Antonio. Luego, apareció la madre de Ana; en total eran seis personas. Todos dormían en una habitación, la más oscura y trasera. Mi madre y yo, dormíamos en la habitación exterior. Años mas tarde, aumentaron los miembros de esta familia. La vivienda era un piso bajo, a ras de la calle Peregrino, en el barrio del Perchel. Con una entrada desde el portal comunitario, para los otros dos pisos 27 superiores. Tenía otra entrada, a doble hoja, con postigos para sombra, con cristales, en la parte superior, y una barra de cierre metálica, con acceso desde la calle, directamente a la habitación utilizada como segundo dormitorio y sala de estar, (en principio, esta puerta nunca se abría) Contiguo y a la izquierda, a esta habitación, estaba el dormitorio, donde dormíamos mi madre y yo, la misma en la que yo nací. Tenía ventana a la calle con reja y cierre de madera con cristales, con un poyete de algo más de un metro de altura. Desde la primera habitación, seguía otra, mayor, donde estaba la entrada desde el portal, usada, en principio, como comedor. No era una habitación totalmente cuadrada; junto a la puerta de entrada, a la derecha, se formaba una pared angulada, construida para formar el pasillo de entrada al patio, cuya entrada estaba en el segundo portal y junto a la puerta de entrada al piso. Sobre las dos paredes angulares, a la altura final, se habían colocado dos ventanas, con rejas en los bastidores y postigos acristalados, con cierre manual; las dos ventanas eran de distintas medidas. La habitación comedor, se unía con un corto pasillo a la cocina, pequeña, con fogón doble, y pila con agua corriente; todo bajo una campana traga humos al ancho de la cocina. A la izquierda había una gran ventana, con reja de hierro, que deba al patio. El cierre de esta ventana, se tenía que hacer a través de la reja, y se abría hacia el patio. A la derecha de la cocina, estaba la habitación de los realquilados; sin ventana de ventilación, sin puerta de cierre y con unas medidas aproximadas de tres por tres metros. En el patio, estaba el retrete y las pilas de lavado de ropas. La entrada a este patio, teníamos que hacerlo saliendo al portal, y luego abrir la puerta de acceso, para poder utilizar el retrete, o lavar la ropa. Desde el 28 patio, con unas medidas aproximadas de tres por cuatro metros, de forma irregular, porque en uno de sus ángulos, se adentraba el muro del patio de la casa vecina. Desde aquí se podía ver las ventanas de los pisos superiores y de las casas colindantes y de las escaleras a los pisos altos. No era un piso luminoso. La luz exterior solo entraba en las dos habitaciones exteriores, y pocas horas, por las mañanas. Desde el patio, tan solo, en verano, y pocos días, un rayo de luz, se dejaba ver en la cocina. En todos los restantes días, nada más era claridad, claro está, en los días despejados. Pero, en Málaga, son muchos los días con sol. Con el tiempo, el piso, se hizo húmedo y creo que más lóbrego. Las ropas y los muebles tenían un cierto olor, característico. Debido a que en la casa contigua, de un número de orden menor, se produjeron unas fugas de agua, que hicieron calar la humedad a nuestra casa. Las casas no tenían las técnicas de construcción para evitar que las humedades del terreno, apareciesen por los muros. Aún más, que con las reformas de las calles del barrio y derribos de edificios para las nuevas avenidas, en periodos de lluvias, fueron frecuentes las inundaciones en todo el barrio. Por último, ya el agua de las inundaciones, llegó a entrar en éste piso. Esta familia, los realquilados, los Rando, permaneció conviviendo, en éste piso del barrio malagueño del Perchel, durante muchos años; tantos, que daría tiempo, a que hiciésemos el servicio militar, tanto sus hijos como yo mismo, y algún año más. La convivencia con esta familia, resultó ser una solución, en partes, para mi madre. Los ratos que yo estaba en casa, podía estar cuidado por ellos, como un hijo más. 29 Yo tenía la misma edad que el tercer hijo, Antonio, con la diferencia de unos meses. Compartíamos juegos, los mismos amigos, los secretos infantiles, los lapiceros,... Por cierto, ¿has comprobado que si con un sacapuntas, afilas un lápiz de madera y lo hueles, la memoria se activa y te puedes transportar a momentos de la infancia? Compruébalo. Cuando alguna vez lo hago, primeramente, es como si estuviese en el aula de una escuela de párvulos, a la que mi madre me hacía acudir, por semanas; las que podía pagar, otras veces, no acudía, por falta de pago. Esto me dio un mal comienzo en la enseñanza. No he sido buen estudiante, pero tampoco he tenido facilidades, ni buenas ayudas. De mayor, he sido autodidacta, pero, no muy amplio. Doña Paquita, la profesora – directora y dueña de esa escuela academia, era joven y olía bien. Lo sé, porque cuando se ponía detrás de mí, a dirigirme, con su mano sobre la mía, el recorrido en la libreta de caligrafía, notaba su aroma a limpio, como se dice ahora en algunos anuncios, a Jabón de Marsella. Mi madre tenía otro olor, más agradable, más cálido. Si cierro los ojos, en esos momentos, puedo ver los pupitres de madera oscura, ensamblados con capacidad para dos niños; con los asientos abatibles; la mesa inclinada, con bisagras, para poder levantar el tablero y meter en el interior la cartera, las libretas, el estuche portalápices articulado. Los tinteros de porcelana. Los mapas de España, de hule, en las paredes. Tenía balcones por donde se podía ver la plaza de San Pedro y la entrada a la calle Del Arco. Como en todos estos centros, no podía faltar el crucifijo, presidiendo las estancias o aulas, flanqueado por las fotografías, de Franco y de José Antonio Primo de Ribera, para indicarnos que estábamos de nuevo en la ‘España Católica, Apostólica y Romana’, por ende, ‘Una Grande y 30 Libre y de las J.O.N.S.’ (Ya estábamos en el ‘6º Año Triunfal’) Lo digo, ahora, pero en esos años yo no sabía de qué iba el asunto. Notaba el cuchicheo. En aquellos años, los cuchicheos que los niños notábamos, eran dos: Uno, cuando los mayores hablaban de sexo, o la sexualidad murmurada. Y dos, cuando se hablaba sobre el Régimen franquista. Éste segundo cuchicheo, tenía un tono más intimo, como con sordina. El primero, siempre era en forma reservada; siempre era tabú. Con el segundo, se percibía como temor, como cuando hacíamos alguna travesura... Y nuestra audición terminaba con: --- “Niño; que estamos hablando.” Esta generación, a la que yo pertenezco, no ha tenido enseñanza sexual clara. Los cuerpos nos lo hemos descubierto a solas, o en compañía de los amigos, con comentarios, quizá, obscenos y siempre exagerados o incorrectos. Todo éste tema era artículo reservado. Por ejemplo, la prostitución principalmente, la que se ejercía en la calle, estaba prohibida severamente, con carreras policiales y detenciones escandalosas. No en éste barrio, porque eran sus habitantes gente trabajadora. Las calles principales, de éste barrio, parecían grandes almacenes, con sus comercios varios, las viejas tiendas de comestibles y ultramarinos, los bares, las tabernas, los balcones y ventanas con macetas y flores, todo con olores frescos y agradables. Un placer de barrio... Ya, no. Mi madre, consiguió con recomendaciones de amistades y conocidos de conocidos, que me admitiesen en una escuela gratuita: Escuela del AVE MARÍA. Buena escuela. Su director, un cura muy severo; hacía que la 31 disciplina fuese un ejercicio continuado. Nunca consideré la rigidez de éste sistema, hasta que cierto día, durante uno de los recreos entre clases, yo era el portero en un partido de fútbol. Estaba tan embebido en mi cometido, que en un momento que me hacían un disparo a puerta, no oí la campana que daba fin al recreo. Cuando se hacía sonar esa campana, instalada a un lado del patio, en la galería, todos los alumnos, sin excepción, teníamos que permanecer quietos, como estatuas, hasta que se oía el segundo toque de campana y entonces, y siempre, con buen orden, nos dirigíamos a los lugares prefijados, para formar las secciones, por filas ordenadas de cada clase. Yo fui el único alumno que se movió en ese momento y día, al correr hacia la pelota: ¡Falta grave!. Pasé, sin verlo, justo por delante del ‘padre director’. Cómo si de un resorte se tratase, el brazo, juntamente con la mano derecha abierta, de ese buen cura, fue a dar violentamente en mi nuca; que a propósito, estaba a la altura conveniente, pues, mi postura era inclinada, con los brazos adelantados. Por la velocidad de mi movimiento, por la aceleración impelida por la mano del director, por la velocidad de la pelota y su dirección contraria a la mía, el encuentro entre la pelota y yo, nunca se produjo. Pero, si aterricé, deslizándome sobre mi tripa, hasta parar varios metros más adelante. No me hice daño alguno, sólo sobre mi propia estima, por las risas de todos mis compañeros. La sorpresa fue grande, para mí y para el ‘cura director’. Luego de ayudar a levantarme, me reprendió seriamente; seguidamente, me pidió perdón, diciendo que podría haberme hecho mucho daño. Tengo mas anécdotas con miembros del clero; entre todas, me han capacitado para tener cierta aversión a los curas, las religiones... Bueno vale. Una de estas anécdotas, tiene cierta moraleja: Mi madre, con su 32 afán, para que yo tuviese mejor calidad de vida, se hizo con una de las recomendaciones que siempre estaba buscando. Quería que entrase en el Seminario Diocesano de Málaga. En efecto, con su recomendación escrita y su hijo de la mano, nos dirigimos a éste centro, cerca y a la vista del Castillo de Gibralfaro. Nos recibió el secretario del prior. En uno de los momentos de la entrevista, le preguntó a mi madre, si podía aportar la cantidad de ¡48.000 pesetas!, cómo dote. Era, para poder ingresar como alumno seminarista. Imagínate esa cantidad, era tanto como el sueldo de mi madre, en más de tres años completos. Claro, ella dijo que no. Éste cura – secretario, no se inmutó con la negativa, y procedió a hacerme un examen verbal de cultura general. Como en matemáticas estaba bastante flojo, él nos despidió, citándonos para el mes de septiembre, para que “me hiciese mas fuerte en matemáticas”. Con la indicación sobre la necesidad de hacer efectiva “la dote”, o un aval, o un ‘padrino’. O sea, ‘res de res’. En la Escuela del AVE MARÍA, ocurrió otra anécdota, esta fue más simpática. Yo tenía 7 años. Nos iba a visitar el señor obispo. El que luego sería Cardenal Herrera Oria; que no sé su número de orden, como obispo de Málaga, desde el Concilio de Illiberis. En la clase en que yo estaba, por edad, no por conocimientos, era la de don Antonio, un maestro de edad avanzada, delgado, nervioso, calvo, sin dientes. Había hecho fabricar unas placas de madera, cuadradas de 10 x 10 cm, en las que cada una de ellas, tenía escrita una letra, mayúsculas, minúsculas y números. El profesor nos decía una palabra o cantidad, el alumno que levantase la mano, era el que procedía, por el debido orden, a colocar las piezas, de forma que fuese visible por todos y poder leer esa palabra o cantidad. Yo era el más despabilado en esas maniobras. Entonces, el pobre don 33 Antonio, decidió que cuando el señor obispo de acercase a nuestra clase, el profesor, solicitaría un voluntario, que, claro sería yo. En esto quedamos todos de acuerdo. Cuando llegó el momento de la visita, todos los alumnos estábamos sentados en unos bancos, haciendo un corro. Apareció el obispo y su séquito, la dirección de la escuela y parte de los profesores que ya habían sido visitados, mi profesor, muy atento y contento, les explicó su sistema, seguidamente, pidió un ‘voluntario’. Mi mano se levantó rápidamente, me indicó que me acercase al grupo y me presentó como uno de los alumno mas aventajado. Entonces, invitó al obispo a que me dijera una palabra, para que yo la ‘escribiera’ con las piezas, amontonadas con cierto desorden. El señor obispo, con voz dulce dijo: --- “Escribe la palabra, MAÑANA.” Inmediatamente, me dirigí al montón de piezas y con las seleccionadas, procedí a colocarlas y éste fue el orden en que quedaron ordenadas: --- ¡‘M A N A N A’! El obispo, sin alterarse y con voz pausada, solo dijo: --- “Muy bien. Son los nervios. Don Antonio, hay que continuar insistiendo con el sistema. Muchas gracias. Adiós.” Cuando desaparecieron de nuestra visita, todo el grupo de visitantes (algunos llevaban una sonrisa en el rostro), el profesor decía en alta voz: --- “¡Maldito demonio ladrón! ¡¿Cómo has podido hacerme esto?!” Desde aquel día, jamás me senté en los bancos de adelante. 34 La escuela del Ave María estaba en el barrio de Trinidad, en el pasillo de Natera, ahora es Avda. Fátima, junto al río Guadalmedina (poco agua para tener nombre redoblado) Daba el aspecto de ser una casa vecinal. La fachada era corta. De entrada estaba la portería, con portero físico. Seguía un pasillo, con puertas de oficinas, a ambos lados, que desembocaba en un zaguán a cielo abierto. En esta zona había una planta alta, a la que nunca accedí. Seguía otro pasillo igual, pero más largo, que terminaba en un amplio salón, en el que había, a la izquierda, un piano de cola y sillas. De frente, una puerta de dos hojas con cristales, a cada lado de ella, dos ventanales de madera pintada de verde con amplios cristales. Esta estancia se utilizaba como sala de música. Desde aquí, se salía a una galería cubierta por tejas planas, con armazón de maderas, soportadas por pilares cuadrados. Se extendía a los lados, el de la derecha más largo. Luego, ambos giraban en ángulo recto, como para dar comienzo a un patio cuadrado. Que estaba pavimentado con cemento fratasado y grabado con cuadradillo. Tenia gran capacidad, dentro había tres hileras de árboles (falso plátano), con alcorques, formando cuadrículas, en total 18 árboles, grandes y altos. Por la extensión izquierda de la galería, se entraba a tres aulas, eran los parvularios y en el ángulo, la entrada al comedor y cocinas. Desde esta vista lateral, de éste patio, a través de los árboles, se veían en el otro lateral de galería, las aulas de los primarios. A la parte izquierda había un muro, en donde estaban pintados varios mapas, mundial, Europa, España,... En esta parte y grabado sobre el cemento del suelo, se podía ver un ingenioso esquema, formado por dos rectángulos separados, construidos, cada uno por tres cuadrados juntos y unidos, y en la parte central, una uve, unida por sus puntas superiores a los rectángulos, dando el 35 aspecto de una gran ‘EME’. Con éste esquema, se daba repaso a los verbos y sus tiempos. Centrados sobre el ángulo de la ‘UVE’, se colocaba el verbo a analizar. El rectángulo de la izquierda, era para el modo indicativo, en el cuadrado más alejado, se empleaba para los tiempos presentes; el cuadrado central para los pasados y el más cercano para los futuros. El rectángulo de la derecha era para el subjuntivo; y en los cuadrados los tiempos como en los de la izquierda. Bajo el ángulo de la ‘uve’, el imperativo. Junto y a la derecha, dos círculos, uno para el gerundio y el otro para el participio. Entretenido, ¿Verdad? Más allá, había otro esquema para estudiar la historia de España. Éste era un gran rectángulo dividido en tres secciones, seguidas verticalmente, coronado por un casquete circular, éste era para representar la Prehistoria en España. En la primera sección, formada por líneas horizontales, separadas a la distancia que podía entre ellas, colocarse los pies de un niño, se representaba la Edad Antigua. En la parte inferior siguiente, se representaba la Edad Media. Esta parte, estaba surcada por una línea diagonal, que dividía a las horizontales, desde la parte superior izquierda, hasta la inferior derecha. Daba la impresión de ser dos triángulos rectángulo, opuestos y unidos por la hipotenusa. Toda la parte derecha, la decreciente, representaba a los personajes árabes españoles y toda la parte izquierda, la creciente, correspondía a la representación de los reyes y personajes cristianos españoles. La parte inferior y última, pertenecía a la representación de la Edad Moderna y Contemporánea. Cuando cada niño se colocaba en un renglón, él, en ese momento, representaba a un rey, reina o persona importante de nuestra Historia, y tenía que recitar un relato memorizado, sobre la vida de éste personaje, siempre en primera persona, como si fuese él mismo. Al 36 cabo del curso, habíamos ‘sido’, casi todos, los reyes de España. El muro de esta parte, con los mapas pintados, solo cubría la mitad lateral del patio; quedando el espacio restante, abierto a otro patio mayor con más árboles; pero estos estaban repartidos por el perímetro. En la parte lateral derecha, separando las aulas antiguas y modernas, el muro era formado por una pared hecha con piedra de musgo, y cubierta casi toda ella, por hiedra. Daba el aspecto de una gruta. En esta parte de patio, los árboles eran nogales. De un tipo de nuez de cáscara fina, con forma de balón de rugby, pero de unos tres centímetros de largas. Entre ellos, en el suelo, con ladrillos blancos y rojos, se había cubierto un área de superficie, siendo cada metro cuadrado de un color alternado; para que los alumnos nos diésemos cuenta clara de cómo era un metro cuadrado, una área, etc. En el fondo de éste segundo patio, existía un edificio de construcción más moderna, de distribución angular, con dos plantas destinadas para aulas de mayores. Con galería exterior abierta. En la planta baja, también había un pequeño taller de carpintería. En la planta alta, se estudiaba hasta bachiller. También, en esta planta alta, en el ala de la derecha, había un aula de mayor capacidad, era destinada al estudio de música, en ella se reunía la orquesta o banda de música, para ensayar. En el patio, para ensayar sus músicas, formaba la banda de cornetas y tambores. Todos tocaban con buena calidad. Su director, don Perfecto Artola. A estas bandas, se accedía, por parte de los alumnos, por oposición y aptitudes. Logrando el puesto cuando ocurría alguna bacante. También teníamos capilla, situada en la parte trasera del edificio de aulas. Pasados los años se convertiría en la iglesia de Fátima. A diario teníamos rosario, o novenas y todas las fiestas religiosas. Y, todos 37 los domingos, misa de obligado cumplimiento, después del listado de asistencia. Nunca faltó el Ángelus al medio día. Aquí me prepararon para hacer la Primera Comunión. Falta no me hacía y menos a mi madre, porque el presupuesto económico no era holgado. Pero, bueno, mi madre, vendió lo vendible o consiguió algún préstamo, para poder alquilar un conjunto adecuado para disfrazarme de marinero abanderado y comprar tarjetas recuerdos, libro misal y rosario, también zapatos y calcetines. Todo innecesario; pero... Después de que hice la Primera Comunión, comencé el estudio de música y solfeo, para poder acceder a un puesto en una de los grupos musicales. Me habían destinado a la lista de espera de algún instrumento de la madera; me dijeron que por la forma de los labios y la capacidad pulmonar. No llegué a ocupar puesto alguno, porque ingresé en otro centro educativo. Mientras tanto, pertenecí al coro, por mi voz, decían que ‘prima’, a mí siempre me pareció aflautada. Un invierno, solo quedé yo, como único asistente a éste coro, los demás estaban enfermos. Ensayábamos en él comedor. Periódicamente, asistíamos a las misas, en las iglesias de San Julián, o a la de San Agustín. Alguna vez, fuimos a cantar en la Iglesia Catedral. Era emocionante, cantar el ‘Tantum Ergo’, o la Salve, acompañado por el gran órgano. En otras iglesias, era el cura director del coro el que tocaba un pequeño órgano, existente en cada templo. Al terminar, nos daba unos caramelos y nos íbamos a casa, contentos. También me prepararon para recibir la Confirmación. La recibí del señor obispo Herrera Oria. Yo tenía once años. La ceremonia se celebraba en el Palacio Obispal, situado frente a la catedral de Málaga. Mi madre, aunque tenía deseos de acompañarme, por causa de su trabajo, no pudo asistir. Acudí sólo, con traje veraniego, zapatos de lona blanca, pantalón corto, 38 gris marengo y cazadora blanca, con la abertura de las solapas unidas con cordones, (como el atado de los zapatos) En la mano llevaba el certificado relleno por la escuela, para que fuese sellado después de la ceremonia. La entrada al palacio, se hacía por la calle lateral, la de Santa María, un gran portal, con cancela al jardín, desde el que se llegaba a la escalera para subir al piso superior. Donde está la capilla. Yo llegué el último, con unos minutos de retraso, la ceremonia ya había comenzado. Para mí, fue un momento tenso, pues, cuando abrí la puerta, esta sonó secamente. Todos se volvieron, para ver la procedencia del ruido. Hasta el señor obispo, que estaba dando la confirmación a un chico, paró y me miró interesado. Cuando todos los jóvenes pasaron ante el obispo, y como yo no me atrevía a adelantarme hasta el altar, pasando por entre los confirmados y sus familiares, el señor obispo, dirigiéndose a mí, me dijo: --- “Ven, acércate.” Cuando llegué ante él, que estaba rodeado de acólitos, me preguntó que quería. Yo le dije que quería ser confirmado. Entonces él, suavemente, me quitó el papel de mi mano y se lo dio a uno de sus ayudantes. Me preguntó por qué venía sólo. Yo le dije que mi madre, que era mi única familia, no podía venir, por estar trabajando. Entonces, me cogió la cara entre sus dos manos, y me dijo que comprendía la situación, que no tenía importancia y que no me preocupase. Seguidamente, procedió a hacer cruces con sus dedos, impregnados con un aceite oloroso, sobre mi frente, ojos, mejillas y boca; pronunciando en latín unas oraciones. Luego me golpeó suavemente en la mejilla y me despidió. Le besé en la mano sobre el anillo, que él me presentó y como yo era el último, pues se acabó la ceremonia, y todos fuimos saliendo hacia la calle. 39 De todos los compañeros y amigos, en esta escuela, al que más recuerdo con agrado, es a Salvador y a su familia, los Caparrós, a las que visitaba con frecuencia. Era una familia numerosa: Matrimonio (Salvador y María), seis hijos (Mariana, Isabel, Salvador, María, Pepa y Andrés), y un perro. Salvador, padre, era hombre serio, pero agradable; marinero pescador de la mar. María, la madre, mujer grandota, regordeta, muy habladora y muy simpática. La hija mayor, Mariana, soltera (bueno, todos eran solteros), era la más seria, parecía la madre de todos. Isabel, la más bonita, tenía novio que la visitaba, a la manera tradicional. Salvador tenía un año más que yo, los demás iban en forma descendente. Me gustaba estar con ellos, en esa casa, situada a mediado de la calle Montalbán, en el Perchel. El piso estaba al fondo de la planta baja. Con una puerta de entrada de cristales de colores. La entrada se hacía a un patio alargado y a la derecha iban apareciendo las entradas a cada habitación de la casa, con ventanas al patio. Primero era la cocina, luego la sala (comedor, estar y dormitorio, según las horas del día), desde donde se accedía al único dormitorio. Al fondo del patio, estaba el retrete y las pilas de los lavaderos, que servían de aseos. En el patio estaba, la familia, las horas de claridad y en la sala, las horas antes de dormir, o cuando llovía. Todas las estancias y muebles estaban limpios; las personas y el perro también. Con ellos he pasado, muy buenos momentos. Solían decir que yo entraba en esa casa, más que por ser amigo de Salvador, era por estar junto a María, la hermana menor que Salvador. Nos ponían colorados, a los dos, y se formaban risas y bromas. Bueno, casi era cierto, a los dos nos 40 gustaba estar juntos. Luego, al cambiar de lugar de estudios y pasar a la Institución Laboral, fui haciendo cada vez más largo el tiempo de las visitas, hasta dejar de hacerlo definitivamente. Los horarios y las nuevas amistades hicieron que éste cambio se produjera. Ciertamente, mi familia nunca ha sido católica practicante, a pesar que aquellos años la religión católica era de obligado cumplimiento. Pues, verás; a mí me bautizaron, cumplidos ya los cuatro años de edad. Nunca me preocupé en preguntar por qué, mi madre tampoco sabía ciertamente el motivo. Yo si me acuerdo: cuando el cura párroco de la iglesia del Carmen, me introdujo sal en la boca, la escupí, diciendo que no la quería. La iglesia del Carmen. La recuerdo con agrado. Hecha con ladrillos oscuros. Con dos altas y falsas torres campanarios, de una sola pared cada una, a modo de espadañas, con campanas de varios tamaños y sonidos. Había un patio delantero, cerrado con muretes y verja metálica y una puerta doble, en la parte central. En donde corríamos jugando los niños de aquella parte del barrio. De donde el párroco, o el sacristán, con malos modos, nos echaban. Daba vista a la calle Ancha del Carmen. Está situada en una calle que se llamaba Plaza de Toros Vieja, esa parte de calle, ahora se llama Serna. Es una calle amplia, nosotros le llamábamos ‘El Llano’. Aunque, junto a la iglesia estaba la entrada de un callejón, por el que se llegaba al mercado del Carmen, en aquellos años, el tráfico de vehículos era escaso. Los chavales podíamos jugar a nuestras anchas, en ‘El Llano’, un lujo para los chicos y para las madres, que 41 tenían la seguridad de que sus hijos estaban con poco, resguardados del peligro de accidentes. Un día, estábamos jugando a la pelota. Yo era el portero. Uno de los niños, de otro grupo, había cogido, de los restos del mercado, la parte vegetal, que une los racimos de plátanos (lo que llamábamos el basto, por parecerse al as de bastos, en los naipes) Sin pensar en el resultado, lo lanzó violentamente, hacia donde yo estaba, al ras del suelo. Como estaba en la parte trasera, no lo vi llegar. Me golpeó en los tobillos, de tal forma, que caí de espaldas contra el suelo. Sólo sentí un golpe seco, que me hizo cerrar los ojos. Después, no sentí nada más. Pero, si ocurrió lo que algunos cuentan, en los casos de estar ‘muertos’ y luego volver a la vida. Yo sé que veía a los compañeros, a la gente que acudió, al ver lo que ocurrió. Pero, yo estaba como flotando sobre ellos, no sentía nada desagradable. Alguien avisó a mi madre, la vi llegar, de abrazarme, llorar. Mi cuerpo estaba inerte. Un hombre trajo un carro de mano, me tendieron encima, a forma de camilla y salieron, transportándome, a toda carrera, hacia la Casa de Socorro, que había en la Explanada de la Estación, al final de la calle Cuarteles. Allí los recibió el doctor de guardia. Mi madre y él se conocían. Ella, le rogó que me salvara, pues, para ella, yo estaba muriendo. Yo seguía viendo la escena, de la forma que te digo, desde lejos; oyendo las conversaciones. Después de realizar un examen a mi cuerpo, el doctor, le dijo a mi madre: --- “Lola, ahora mismo no se le puede hacer nada más al niño. Hay que esperar unas horas.” Las horas fuero doce, en total, las que yo estuve en ese coma. Fui lentamente, dejando de ver esa escena. Y desperté. Luego, sólo quedó un enorme chichón... Y, un regusto extraño cuando hago por recordarlo. 42 A mi madre, sólo le he dado preocupaciones y malos momentos. Nunca la recompensé sus desvelos y cuidados. Uno de esos momentos de contrariedad, ocurrió por el mal sentido del egoísmo, por el interés infantil. Veras: Ella, por aquellos años, no utilizaba la cocina de casa, comía en el hotel y yo en la escuela, por las mañanas y de noche, con los Rando. También, me traía alguna vianda desde el hotel. Como salía a la misma hora, por las mañanas, ella para ir al trabajo y yo a la escuela, tomábamos unos vasos de leche caliente, en una lechería bar, de la calle Ancha del Carmen. Luego me daba unas monedas, para que comprase churros (tejeringos), y de camino a la escuela me los comía. No los compraba, los ahorraba. ¿La razón?: Era el tiempo de la colecta para el “Domund”. En la escuela, en cada clase, había unos carteles anunciadores, donde se representaba un termómetro graduado hasta el 100, cada raya, era una peseta recolectada en esa clase. Cómo premio, en cada clase, y para el alumno que más entregase, estaba a la vista un juguete. En éste caso, era un helicóptero, de lata policromada, accionado a cuerda. Yo estaba prendado de ese aparato. Pensé en que si no me comía los churros, el importe en metálico, lo entregaría para los ‘negritos’ y yo sería, con toda seguridad, el que más recolectara. Exactamente, así fue, en mi clase, ya teníamos llenos ¡dos termómetros y medio! Cuando el cura director, pasó por las clases, para realizar la gran colecta general, se sorprendió de que en aquella clase, y como caso único en la escuela, se hubiese llenado dos termómetros y medio. Preguntó el motivo y cuando el profesor le informó que principalmente, yo era el donante... Sí; me entregaron el juguete, pero formaron una junta de investigación. 43 El resultado: Pues, como utilizaba el comedor gratuito de la escuela, en beneficencia por ser pobre, automáticamente, se me privó de su uso. Citaron a mi madre, que no sabía nada de lo que yo hacía y le informaron de la decisión. Por más explicaciones y ruegos que ella daba, la decisión fue rotunda. Nunca más utilizaría el favor del comedor de la escuela, ni de las meriendas de las tardes. ¡Buena decisión! Coñ... Como comprenderás, eso fue un palo económico para mi madre. Y también, que a partir de entonces, tendría que preocuparse de mi alimentación, a unas horas que ella tenía que atender a su trabajo, en el comedor del hotel. Fueron días complicados. Lo solucionó quitando parte de su comida, y haciendo que yo comprase en el mercado. Más tarde, consiguió que una amiga, María (la costurera), me atendiese en su casa, cercana al hotel. Donde pasaba largos ratos. Para distraerme, además de charlar con ella y sus ayudantas y acariciar al gato, aprendí a descoser las ropas que tenían para reparar o transformar. Meses más tarde, la dueña del hotel, la señorita Mari, accedió a que yo subiese a comer en la cocina de su hotel. Me enseñó a manejar los cubiertos, a cortar los postres, a comportarme en la mesa correctamente y a muchas cosas más, como, alguna vez, a hacer las tareas de la escuela. Pero, en contra partida, tenía que ayudar, a Pepa (la Pinche) luego de comer, a secar los platos del servicio del comedor. Me llamaban ‘Chanquete’, porque a mi madre le llamaron ‘Pescaíto’, por decir en la cocina, que no tirasen ese pescadito, que en el comedor no querían, que sería para su niño. Por ser hijo de mi madre, tenía acceso libre en el hotel. El único contratiempo lo tenía con el hijo de una de las dueñas del hotel, Luisito. Era de unos diez años mayor que yo. Sabía música y tocaba muy bien el violín. Él no 44 quería que anduviese por el hotel, no quería verme, por ser pobre, no estaba en la lista de sus amistades. Como yo comencé a estudiar solfeo, mi madre, le pidió a Luisito, que me ayudase a los estudios de música. Decisión lamentable. Se ofreció, falsamente, a ayudarme; pero, no fue así. Cada vez que yo me equivocaba en una nota, me daba un golpe en la cabeza. No es buen procedimiento, ¿verdad? Al final, no soporté más castigo. Abandoné. Con todo lo que siempre me ha gustado la música. Seguro, que podría haber sido un buen músico, ganas y gusto tenía y con la ayuda de la escuela del Ave María, lo habría conseguido. De esta escuela han salido buenos y reconocidos músicos. Años más tarde, mi madre se ha encontrado varias veces con éste Luisito (ya Luis), y en comentarios con mi madre, le pidió perdón por su comportamiento, y reconoció su error y las posibilidades que me hurtó. Además del estímulo musical en la escuela, en el hotel citado, acudían con frecuencia, músicos de profesión. Había una pianista, que era gran amante del estilo de Alicia de la Rocha, un violinista concertista, también un pianista, que en una noche de celebraciones y alegrías, despertó a todo los huéspedes, con un toque de arrebato, imitando las campanas de aviso de incendio. Fue tan real, que todos salieron de sus habitaciones y casi llegan a la calle, a no ser que al salir, pasaron cerca de la sala de estar, donde estaba el piano y ya se dieron cuenta del error. A ese hotel, acudían periódicamente, la Compañía Arroyo, actores a los que muchas noches les llevaba la cena preparada en el hotel, hasta el teatro Alcázar. Entre bambalinas les vi interpretar “La Venganza de Don Mendo” y otras. También, he ido en el autocar de actores, para ir a los teatros, cuando se hospedaban en el hotel; por ejemplo la Compañía de Juanito 45 Valderrama y Antonio Marchena. Me encargaban de llevar y cuidar de las cenas frías. En la sala de estar, de este hotel, he pasado muchos momentos, algunos en compañía de hijos de los huéspedes, otras oyendo a alguien tocar el piano, otras haciendo los deberes escolares. Alguna vez, a escondidas y con sordina, he tocado las teclas del piano, para hacerme a la idea que podía tocar. Muchas tardes, he dormido la siesta, en el sofá. El sofá, y las sillas del conjunto, que en una de las reformas, que se iban ha deshacer de estos muebles, mi madre, lo consiguió junto con otros muebles, a bajo precio, para llevarlo a casa. Con el tiempo, he comprobado que ya no podía dormir en él, por ser yo más grandote. Esta adquisición de muebles, era necesaria. Años antes, mi madre, se deshizo de algunos mueble, para conseguir dinero extra. Pero, la razón principal era forzada a que los Rando, los vecinos realquilados, usaban todo el mobiliario de casa, con un trato descuidado, de esta forma se los quitaba por el abuso. Recuerdo un aparador de madera fina, con estantería superior y puertas con cristales; puertas que ya no cerraban bien, por tener rotos los topes – bisagras. Las sillas, que tenían el asiento de tejido calado con mimbre, ya no lo tenían. Un carpintero les tuvo que hacer asientos nuevos, con madera contra chapada y pintadas sobre el barnizado. La mesa del comedor, preciosa, barnizada con esmero, pulida, brillante; de madera de roble entero, de tablero articulado, para hacerla de mayor amplitud, dejó de ser de ese estado: Ana, la esposa, de Paco el padre de la familia Rando, comenzó a limpiarla con lejía y estropajo. ¡Que pena! Y que disgusto, para mi madre, cuando en un día de descanso laboral, pudo comprobar su estado, estado deplorable, claro. 46 Paco, era de oficio talabartero, y comenzó a traer trabajo a casa. Primero, sólo hacía trabajos de cosido de cueros, para los atalajes; luego, con la confianza de que ya el uso del piso era total, prosiguió con trabajos más intensos, con materiales más abundantes. Aquello ya no era un piso normal, era un taller apestoso. Mi madre tubo que llamarle al orden. Desde entonces, solo hacía pequeños trabajos, sin materiales abultados. Como en la habitación que antes era comedor, sólo estaba la pobre mesa y las sillas, Paco, consiguió de mi madre que pudiese instalar unas camas para los chicos mayores. Ana, quedó embarazada. Meses más tarde, el parto fue doble, fueron mellizos. Les llamaron Juan y Manuel. Cómo ya eran un total de seis miembros en esa familia, acordaron que la abuela, pasaría a vivir con la otra hija. Pero, de momento, sólo fue para dormir, porque, con la excusa de ayudar a los recién nacidos, todos los días estaba en casa. Entonces, para dormir por las noches, en esa casa, ellos serían: matrimonio (2 personas), hija mayor, hijo mayor, hijo menor (3 personas) y los dos mellizos, en total 7 personas. Más mi madre y yo (2 personas más) Sumados, 9 personas. Ocurrió un problema económico. Cosa corriente en aquellos años, de la década de los cincuenta. Mi tía Lucía, (gemela de mi madre), viuda y con una hija 47 (Juana), que convivía con mi otra tía, Carmen, fueron desahuciadas, del piso donde vivían. Acudió a mi madre en auxilio. La solución fue que mi madre, compró dos camas, del tamaño camero (105 cm), colchones, sábanas, almohadas y colchas. Se reorganizó el reparto del mobiliario, en la habitación que tenía la puerta a la calle. En esta habitación dormirían mis tías y mi prima, hasta que mi tía Lucía y su hija, consiguieron ‘Carta de Trabajo’ para Barcelona. Por aquellos años, los españoles no podían trasladarse a otra provincia, sin acreditar bienes económicos suficientes o la llamada ‘Carta de Trabajo’, certificada en destino. Con nada se puede comparar en estos momentos. ¿Verdad? Entonces, los 9 durmientes nocturnos, se convirtieron en 12 personas. Mi madre y yo, en una habitación. Mis dos tías y prima, en otra habitación. Los cuatro hermanos, en lo que era el comedor. Y en la última habitación, el matrimonio y la hija. Bien repartidos, ciertamente. Mi tía Carmen, soltera, por necesidad, la pobrecita no era muy agraciada de cara y además con los vestidos que se usaban, aún menos. Desde mi punto de vista infantil, la veía mayor. Tenía unos ataques raros, que al final y por los continuos consejos de Ana, mi madre buscó ayuda médica. Fue trasladada en ambulancia al Hospital Noble, y cuando pasó por reconocimiento, la ingresaron en el Manicomio Provincial, contiguo al hospital. Sólo tuvimos la posibilidad de realizarle dos visitas, no continuas. En cada una de ellas, el deterioro físico de mi tía era manifiestamente progresivo. Primero, no nos dejaron verla; luego, nos decían que la prudencia no lo permitía. Al final, a las tres semanas, de su ingreso, le avisaron a mi madre, para que acudiese al hospital. Mi tía, había muerto. Éste caso, siempre lo lamentó mi madre. Se culpaba de su muerte, por permitir su ingreso en el manicomio. Pudimos ver, 48 con sólo tres visitas, que el trato y cuidado, a los enfermos, no era muy correcto, ni decente. Volvimos a ser nueve durmientes, por las noches, en el piso. Hasta que ocurrió otra dificultad económica, esta vez, a mi hermano Juan. Se quedó sin trabajo y no podía pagar el alquiler de la casa donde vivía con su mujer, al final se quedaba en la calle. Su querido padre, no podía socorrerlo. Así, que fue su, no tan querida madre, a quien pidió ayuda. Rápidamente, se reorganizó el mobiliario de la casa: nuestra habitación, sería para mi hermano y su mujer, nosotros pasaríamos a la otra, al comedor se le tuvo que comprimir la distribución de los muebles y en el dormitorio de los Rando, serían dos más. No recuerdo cuanto tiempo duró la estancia de mi hermano y su mujer. Pero, no importó; fue hasta que él pudo conseguir una nueva vivienda, más cómoda. Volvimos, otra vez, a ser nueve durmientes, por las noches, en el piso de la calle de Peregrino. Y, la vida continuó con las mismas costumbres, y suavemente, se fue olvidando la convivencia sin la compañía de una tía que apareció y desapareció de mi vida infantil y de la también corta estancia de mi hermano. Una de estas costumbres era la celebración de la Navidad. Málaga siempre tenía un aroma diferente para sus fiestas. También a las distintas calles y a los distintos barrios, les ocurría lo mismo. Navidad tenía un aroma muy especial, a dulce frito, a matalahúga (anís), conque se condimentaba la masa de borrachuelo. Era muy común y generalizada en todas las casas, que se hicieran los preparativos y amasado de esos pastelillos, rellenos de cabello de ángel o pasta de batata asada o vacíos, cubiertos de azúcar o miel. La masa trabajada a mano, extendidas con el rodillo, cortada con la boca de un vaso y repasadas con el 49 rodillo de estrías, dobladas y rellenas con las cremas elegidas, a forma de empanadillas y fritas. Soltando ese olor tan agradable y sugerente... Con estos pastelillos se solía invitar a los vecinos, acompañándolos con copitas de ‘ani’ o ‘coñá’ y canciones de villancicos ingeniosos... ¿Se ha perdido esa costumbre?... Mi vecina Ana, tenía gran habilidad para crear estos dulces navideños. Siempre, era preceptivo, el ahorro del dinero necesario para comprar los productos de su composición. A veces, me enviaban con ‘el mandao’, para la compra de algunos componentes, en las tiendas de ultramarinos. A mí me gustaba ayudar en su elaboración, bien en pasar el rodillo de estrías, o rellenar y doblar; cualquier cosa era suficiente, para meter las narices y comer las sobras. Siempre he sido un goloso. El ‘Corpus’, era otra época con ese olor diferente que te digo. Como era costumbre de extender al paso de la procesión, unas hierbas con formas de cintas (no recuerdo su nombre), el romero, el incienso, el calor primaveral, todo esto, daba la potenciación a ese cambio oloroso. Los chavales, una vez pasada la procesión y antes que los barrenderos recogiesen todo lo esparcido por las calles, con las hierbas de cintas, hacíamos un trenzado especial, tejiendo una tira, dándole una forma de porra final, con las que luego desarrollábamos batallas campales entre todos, golpeando a los adversarios de turno. Muchos tenían habilidad, para repartir golpes, otros para esquivar, otros... para recibir. Eran luchas esperadas con afán, pero aunque parezca un ejercicio violento, la sangre nunca llegó al río, todo era, más bien diversión, todo quedaba en empate y risas. Oyendo las noticias actuales, de las palizas, de los navajazos, heridas y muertes gratuitas que ocurren en los lugares de bares de copas, o en las plazas de botellón; no hay comparación, entre estos casos y aquellas 50 batallas. Dime; ¿No es así? Estos son tiempos más difíciles para la juventud. Lo siento, pero así es. La Semana Santa, es otra época del año, en que el olor ambiental variaba en Málaga. En esos días, es más frecuente que sople el viento de levante, la ciudad se impregna de humedad y sabor marengo. En combinación con el perfume de cera, de los cirios que en las procesiones portan los nazarenos (los penitentes), y el añadido del que desprenden los incensarios, las flores de los tronos o pasos, y más importante, aún, el embriagador olor de las biznagas, que llevan algunas mujeres, prendidas del pelo, o introducidas sus ramas portadoras, en el escote de sus vestidos. Es pura poesía el aire malagueño, en su Semana Grande. Si te paras a comprobar lo que te digo, sobre los olores ambientales de esa ciudad, cuando estés en ella, haz la prueba, notaras que, además, cada estación anual tiene olor diferente. En combinación con los aromas que sus habitantes le proporciona, los vientos, hacen lo propio. En Primavera, el Levante trae el olor a mar. Las playas de esa zona, La Caleta, son claramente diferentes a las de Poniente, más rocosas con algas, y añaden otro matiz. En Verano, el Terral (el temible Terral), trae el olor de las tierras secas de los Montes de Málaga y de las tierras de adentro, con el espliego, tomillo, romero, pino mediterráneo,... y más. En Otoño, el viento es mayormente del Oeste y se combinan el olor de mar del Estrecho, más húmedo, con el que se canaliza desde la Vega, perfumado de sus plantaciones de huertas. El Invierno, es aleatorio, tiene vientos de todas partes; más sentido es el que sopla desde el Norte, el puñetero es más frío. Los malagueños no apreciamos mucho el frío. ¿Tu, sí?... Valla. Otra cosa que me hace retrotraer a mis vivencias infantiles, es el oír una música específica: “Suspiros de España”. Me da como escalofrío o como yo digo 51 ‘escalocaliente’, cuando la oigo; porque, en realidad, lo que siento es calor, ese calor de los días primaverales en el Sur. Verás, es que Radio Nacional de España, en su emisora de Málaga, hacía su apertura de emisión, con la sintonía de éste pasodoble. Yo no era un niño de salud delicada, pero, si recuerdo haber pasado por diversas enfermedades: difteria, tétanos, resfriados, gripes... En una de esas gripes, pasé periodos de más de 40 grados, fue necesario que guardase cama, una temporada. Pasó por Málaga “La Coreana”, un tipo de gripe muy agresiva, procedente de oriente, por eso lo de su nombre. Mi madre me traía, desde el hotel (el de su trabajo), buenos filetes, frutas, sobre todo, plátanos y chirimoyas, alimentos, que nuestros vecinos no se podían permitir su compra. Mi tía Lucia, pícaramente, me decía que aquello o eso, no estaba bueno y entonces yo lo dejaba, rápidamente, ella o se lo comía o se lo daba a su hija (‘por no tirarlos’, decía) Pero, lo más importante, fue que haciendo un gran esfuerzo, mi madre, compró a plazos una ‘RADIO’. Me dijo, que era para poder distraerme durante el tiempo que estaría enfermo y para que no usase los auriculares de la emisora de galena, que yo hacía. De por ahí me viene, creo, la afición a la buena música. La compró, a través de mi hermano, que a tiempos, también, era representante y vendedor de electrodomésticos. Desde entonces, aumentó mi afición al cante flamenco, a la canción española y a la buena música. Y, como te decía, siempre escuchaba la sintonía de apertura de Radio Nacional de España, emitiendo desde Gibralfaro. Matías Prat (padre), era uno de sus locutores. Tiempo hace, ¿No? Tengo que reconocer, que antes no me gustaba la música clásica, pero, como las emisoras, en tiempos de siestas, la radiaban, me dije:¿Por qué no? Y comencé a recrearme en su audición 52 y a amarla. Mira, ahora mismo, mientras escribo, oigo, en una emisora un coro de una opera de Bellini. En el último piso, del edificio de mi casa, vivía mi madrina, Mercedes. Era como las madrinas de los cuentos para niños, pero en modelo pueblerino. Con cara bonachona y vestidos oscuros, casi siempre con delantal. Cuando yo subía a su casa, casi sin llamar, me abría la puerta y me hacía pasar, cogiéndome la cabeza con los dedos de su mano derecha. Normalmente, me decía: --- “Paza. Mercedita e’tá en la zala.” Casada con un hombre de la mar, Antonio. Él era patrón de cabotaje en un barco de pesca, una traíña. Solía traer a casa unos peces de aspecto raro. Me decía que se llamaban armadillo, o pintarroja, o raya... Al final, después de mucho repetírmelo, consiguió que aprendiese los nombres de los ángulos, en los que se divide la Rosa de los Vientos; que a los principales él les llamaba ‘Vientos’. Sí; mi madrina cocinaba muy bien, su marido, no le andaba a la zaga; hacían unas comidas exquisitas. Tenían un fogón, de material refractario y alimentado con aserrín de madera. Era de forma cilíndrica, con tapas concéntricas de hierro, cada una de diámetro más grande, hasta cubrir toda la boca. La boca inferior del hogar, era de un diámetro pequeño, por donde, para iniciar la carga de combustible, se introducía un taco de madera cilíndrica, de igual diámetro. Por arriba, se introducía otro taco de madera de igual forma y diámetro que el anterior, hasta tocarse perpendicularmente los dos. Luego, se iba echando aserrín, presionándolo con un atacador, para 53 comprimirlo. Cuando estaba todo lleno, se retiraban, con cuidado, los tacos de madera, con un trapo impregnado en aceite usado, se le prendía fuego y se introducía por el orificio inferior, comenzando a arder lentamente el aserrín. El fuego se activaba o reducía, abriendo o cerrando el tiro de salida de humos. La combustión duraba varias horas. Una cocina económica y muy efectiva. El matrimonio, tenía tres hijos, dos varones, Salvador y Martín, la hembra, la menor, Mercedes, como su madre. Salvador, fue mi padrino. Mi madre me contaba que Martín era un niño rubio, de melena larga y además, hablaba de forma muy entrecortada, de manera notable. De vez en cuando, esperaba a mi padre, cuando regresaba a casa y desde el primer descanso de la escalera, le gritaba: --- “¡Vi - vi - vi - e - e - e – joooo!.” Y subía corriendo la escalera. Mi padre, entraba en casa, totalmente enfadado, diciendo: --- “ Un día... Un día...” Todos los vecinos del inmueble, se llevaban con gran armonía y amistad; todos, más aún, las mujeres. Y, es que comenzaron el inquilinato muy jóvenes y recién casadas, pues, se hacían mucha compañía. Hasta se ayudaban en los partos. No ocurrió igual con los vecinos realquilados en mi casa, no se llegó a tanta amistad, ni con tantos años que pasaron conviviendo. Nunca los hijos de los Rando, jugaron dentro de los pisos superiores, cómo yo solía hacer. Yo tenía entrada cada vez que lo deseaba, ellos no. He dormido y comido, en casa de mi madrina, así como en casa de Vitoria, la del piso primero. Hay que reconocer, que las tres familias estaban en el edificio desde hacía muchos años. Vamos a ver, cuenta, aunque sea con los dedos: mi madre se casó y comenzó a vivir en su piso, el bajo. A los pocos meses, 54 nació mi hermana Carmela, sin tener en cuenta la exactitud de los meses, a los dos años, nació mi hermano Juan, a los dos años siguientes, mi hermana Loli. ¿Cuantos años van ya? Cuatro; pues, suma once más, hasta nacer yo; son quince, aproximadamente; cuatro, hasta la separación de mis padres y uno o dos más, hasta el realquilado, resultan casi veintiuno. Los Rando, sólo estuvieron unos diecisiete años o poco más. También, que todos ellos eran menos jóvenes y luego, estaba la rigidez entre los niños, ya algo mayores, y que no habían nacido en la casa. Pero, va, nunca hubo mal trato, todo fue lo que se entiende por normal. Con los vecinos de la calle, también fue de buen entendimiento, más con los cercanos. Se notaba la diferencia de trato, con los vecinos de la última parte de la calle, que era más estrecha, que con los de la parte anterior. Y, si nos ponemos a revisar detenidamente, notaremos la educación errónea, por la costumbre de mal ver la situación de una mujer separada y trabajadora, que a la fuerza, tenía que ser de mala vida, pues, volvía a casa, a horas nocturnas. Ciertamente, que algunas veces con compañía masculina. A los que nunca aceptó en firme. Y eso, que algunos, eran buenas oportunidades, para que mi madre, dejase de trabajar en el hotel. Pero, ella decía, que si podía mantener el trabajo y buena forma de vida, no pondría en riesgo la seguridad de su hijo: ¡Podría recibir mal trato de un padrastro! Así, que hasta el final se mantuvo soltera,... y sola. Ocurrió un caso, que para mí fue sorprendente. No comprendí hasta entonces, la estima que los vecinos de la parte anterior de la calle, sentían, tanto por mí, 55 cómo por mi madre. Te cuento: El primer piso, quedó vacío, porque Luis y Vitoria, se compraron una casa unifamiliar en la parte norte, cerca de la carretera de Granada. Vinieron a ocuparla los nuevos dueños del edificio, un matrimonio, gente mayor, con una hija, también algo mayor. Pretendieron subir los precios de los alquileres, con el pretexto de haber hecho instalar, en una parte del patio, unos depósitos para el agua potable, con una moto bomba. Nos dijeron que ellos querían más presión en el grifo. Ahí comenzó la tirantez entre vecinos; (ellos con el resto, claro) Más aún, los propietarios, pretendían deshacer el contrato de alquiler a mi madre, (que estaba todavía a nombre de mi padre), decían, para ocupar el piso su hija. Más, todos creíamos que era para rehacer los contratos viejos por modernos y más caros. Caso que nunca ocurrió. Desde entonces el trato fue rencoroso, por la parte de ellos. Hasta, que en un día de verano, yo tenía unos quince años, salí al patio, con el torso descubierto para refrescarme con agua fría, en la pila de lavar. Entonces, la hija, me echó encima tierra y agua sucia y se ocultó. Yo me enfade y le dije: --- “Asómate. Cara de becerra y explícame por qué me haces esto.” No sólo se asomó ella, también sus padres, con gran número insultos. Pero, los insultos que yo les devolví, fueron más ingeniosos, los suyos eran torpes y groseros. Tuvieron la ocurrencia de ir a la comisaría de policía, para poner una denuncia en mi contra. Vinieron dos guardias de asalto y me conminaron para que les tuviera que acompañar, hasta la comisaría. Cuando los vecinos de la calle, me vieron entre los dos guardias, se formó gran revuelo, querían impedir que se llevasen ‘al hijo de Lola’. Los guardias razonaron serenamente con las gentes, diciendo que era tan sólo para una consulta con el comisario. 56 Ocurrió que el comisario nos conocía a mi madre y a mí; entonces, cuando le relaté lo sucedido, él no permitió continuar el procedimiento, aduciendo que sólo eran un asunto de poca importancia. Los propietarios y su hija, se fueron contrariados y marchamos a casa, yo delante de ellos. Cuando entramos en la calle, los vecinos me felicitaban por que no me había pasado nada y a ellos les decían cosas desagradables. Desde entonces, mi actitud fue de otra forma hacia los vecinos de esa parte de la calle. Pero, siempre, mis amigos y compañeros de juegos, fueron los de la parte final y los del ‘Llano’. Entre estos amigos y compañeros, estaban tres hermanos, el menor era algo,... bueno, bastante afeminado. Un día, el hermano mayor, le pegó al menor, para que se reprimiera en sus amaneramientos; yo le protesté y en contestación, los dos hermanos, en éste caso, volvieron a pagarle al pequeño, para contrariarme. Me enfadé con ellos y fui yo el que, en respuesta, les di una buena paliza a los dos, a la vez, en medio del corro de compañeros, que jaleaban mi atrevimiento. Fueron, llorando, a contárselo a su madre y cuando ella vino a preguntar por qué lo hice, y yo contarle cómo sucedió, se volvió hacia sus dos hijos y les prohibió, terminantemente, que jamás volviesen a pagarle a su hermano por éste motivo. Esto me valió unos puntos en la estima de los compañeros. Ciertamente, era pequeño el grupo de los vecinos que nos reuníamos a jugar, nunca más de doce. El líder era un niño bajo, fuerte y nervioso. En todas clases de luchas y saltos, nos ganaba. Yo era ‘su segundo’, en escalafón de poder. Éramos buenos compañeros. Solía llevarme a su casa para poder oír ‘la radio’ (de galena, con auriculares), que su padre hacía. A mí me agradaba ese aparato y le pedí consejo al padre, para poder hacerla. Me demostró como se hacían y me dijo como hacer los planos y las posibilidades de realizar cambios en las 57 formas de sus circuitos. Desde entonces, ya me interesó la electrónica y la electricidad. Te decía, que en casa éramos nueve personas, a dormir de noche. Bien, pues, en breve, sería una más. La hija mayor de los Rando, María, hermosa mujer de unos veinte años, se quedó embarazada, milagrosamente, porque ella no tenía novio reconocido. Te digo que era hermosa, porque en verdad lo era, y porque muchas veces la he visto en ropa interior y alguna vez, le ayudé a abrocharle el sujetador. Nuestro comportamiento era como de hermanos. Bueno, pues, ella en aquellos años trabajaba de camarera en una cafetería, en la calle Ancha del Carmen. Y quedó embarazada, por el dueño de esa cafetería, que a la sazón era casado. Cuando el padre se enteró, quiso echarla de casa. No lo logró, porque mi madre, mostrando más coraje que él, le dijo que si la echaba de su lado, ella, la ampararía y se quedaba en la misma casa, porque esta era su casa. Tuvo una hija regordeta y preciosa, que al final de tantos disgustos, fue la alegría de todos los habitantes de la casa, incluido yo mismo. Era para todos como un juguete. Mientras la niña fue pequeña, dormía con su madre. Luego, se decidió colocarle una cama para ella, en la sala comedor. El resultado de las conversaciones con mi madre, que los Rando hicieron, dio esta solución: Primero, mi madre, se deshizo de la cama donde yo dormía (en la que nací) Esta solución no me agradó en nada. Porque al ser una cama grande y que en verano, hacía una toldilla con una sabana, sujetada por sus cuatro esquinas, en el bastidor de la cabecera y en el de los pies, 58 dando el aspecto de un dosel, de esta forma, y al dormir desnudo, el calor nocturno, quedaba un poco separado de mí. En invierno, mi madre dormía conmigo, y me daba el calor tan confortable que dan las madres. Las dos camas nuevas, pasaron a éste dormitorio, y la otra habitación, pasó a ser el comedor y el comedor anterior, se convirtió en dormitorio. El nuevo comedor, al estar en donde había una puerta a la calle, decidimos reabrirla. Lo conseguimos con gran trabajo, porque las bisagras y la cerradura, estaban oxidadas. Al final, nos pareció buena idea, era más cómodo salir y entrar. Pero, todos estos cambios daban como resultado, que los realquilados ocupaban toda la casa, menos mi dormitorio. O sea, todo lo contrario que al principio. Unos años más tarde, María, la madre soltera, consiguió del padre de su hija, más beneficios económicos. Tantos, cómo comprar una casa, para ellas, en el barrio de la zona centro. Esta casa, tenía dos plantas y terraza superior. Estaba construida sobre otra anterior de una sola planta; ambas tenían entradas independientes. De momento, se fueron a vivir a esa casa nueva, madre e hija y la bisabuela. Compartían las dos casas los mellizos, porque su hermana, María, les había conseguido trabajo, donde ella era la encargada. Al final, se instaló toda la familia, porque la casa era de mejor calidad y más cómoda y por estar todos juntos. Estos vecinos, siguieron utilizando nuestro piso compartido, aunque ya no le hacía falta. Aún mantenían algunos enseres y muebles. Al final no querían despedirse honradamente, y quedar todos como buenos amigos. No obstante, fuimos recuperando todas las habitaciones, menos la que al principio, les concedió mi madre, ahí quedaba la cómoda, llena de trastos y algunos tiestos inútiles. Se compraron muebles, cortinas, alfombras y pintamos toda la casa. Reformé toda la instalación 59 eléctrica y cambié todas las lámparas, algunas las fabriqué yo mismo. En la habitación con la puerta a la calle, colocamos una mesa de despacho, que ya no utilizaban en el hotel. Desde ella, yo podía accionar todos los interruptores de la casa, de forma conmutada. Estudiaba en ella, hacía trabajos de soldaduras con estaño, para mis inventos. Siempre estaba haciendo inventivas. Una de estas inventivas la utilicé en la bicicleta que me compró mi madre. Le instalé un cuadro de mandos para poder encender los faros, los pilotos, los intermitentes de dirección y un sistema que hacía iluminarse, alternativamente, unos pilotos, de colores verde y rojo, sujetos en los radios de la rueda delantera. Resultaba la bicicleta más llamativa de la ciudad, la gente se paraba para ver en que forma estaba instalada. Eran tiempos en los que se podía dejar aparcada una bicicleta, sin seguro antirrobo, y no desaparecía por robo al descuido. Mi madre, con el afán de hacer cierto, el dicho que éste es un país de favoritismos, consiguió otra recomendación. Pero, esta vez, la recomendación, era más importante y tuvo duración efectiva para más de ocho años. Tu verás: Todos los inviernos, regresaba al hotel un matrimonio residente en Madrid. Eran jubilados y las personas más amables que jamás conocí. Él fue director del periódico ABC de Madrid. Su nombre, don Luis Mesoneros Romano ¿Te suena? En una de las conversaciones con mi madre, salió la idea de utilizar su influencia y don de gentes. Con una carta personal, de don Luis, en la que le rogaba una atención algo especial, que solo él conocía, mi madre fue a entrevistarse con el Jefe Provincial de Sindicatos (el Vertical), la CNS. Éste señor, era, en esos años, uno de los 60 hombres más poderosos en Málaga, por tener ocupado uno de los puestos más altos del Movimiento. Regresó con un pequeño sobre, en su interior una tarjeta de visitas, con algo escrito en la trasera y con la indicación de, conmigo, presentarnos al Director de la Institución Sindical de Formación Profesional “Francisco Franco”. Al día siguiente, allí estábamos los dos. Pero, estaba terminando el mes de enero (1953, para más señas) Nos recibió un bedel, nos preguntó el motivo de la visita, cuando mi madre le dijo que era para poder ingresar yo, como alumno, le contestó que ya el curso había comenzado hacía cuatro meses; pero, que si traíamos alguna ‘recomendación’ (santa palabra) Mi madre le entregó el pequeño sobre; lo cogió, dijo que esperásemos a que saliese otra visita, y se alejó un poco. Con disimulo, miró y leyó el reverso de la tarjeta, luego, de ver a quien pertenecía, se volvió y le dijo a mi madre, algo excitado: --- “Seguramente le dirán que sí...” Efectivamente, cuando salió la visita anterior, el bedel entró en el despacho del Director, a pocos momentos, salió y dijo a mi madre: --- “Señora; el niño, que venga mañana, a las nueve de la mañana, y yo le llevaré al lugar correspondiente. Tendrá que hacer un pequeño examen de ingreso.” Al día siguiente, mi madre fue a la Escuela del Ave María, para darme de baja y agradecer los servicios prestados. Mientras, yo me presenté al bedel y me condujo a la biblioteca, dijo que esperase. En pocos momentos aparecieron dos profesores, uno me dio un folio con preguntas de cultura general, para que las contestase. Luego el otro profesor, me dictó algunas palabras, que yo escribía en otro folio. Luego, recogieron los folios escritos y se despidieron. Regresó el bedel, y me dijo que había aprobado, que le siguiera, y me condujo a un edificio exterior, en la parte trasera del recinto. Una casa que me pareció un chalet, por su apariencia 61 externa. Eran las aulas del Curso Preparatorio. Entramos en el aula ‘A’ y conversó con el profesor. Sólo oí al profesor, porque alzó la voz, en la frase: --- “...Pero, cómo puede ser. Bueno, Vale. Nos arreglaremos.” Al salir, el bedel, me dio un papel, diciendo: --- “Éste será tu número personal, a partir de ahora.” Leí: <00 - 75 - A>. Yo sería el último de la clase, el 75, en el orden de mi ingreso en la Institución, como alumno. Estábamos divididos en dos secciones. El profesor, don José María, rechoncho, con gafas, de cara ancha, pero agradable, me indicó que me sentase en un pupitre libre, al final del aula. A los demás, que estaban vueltos hacia mí, les dijo que yo era un nuevo compañero y que continuábamos con la clase. Así comenzó mi primer día, en ese gran y buen centro de enseñanzas. Siempre he estado orgulloso de ser alumno de esa Institución. En lo que quedaba de curso, no hubo ningún problema, los compañeros me aceptaron, como si hubiese estado desde el principio. La disciplina y el urbanismo, fue cosa natural en los compañeros que tuve durante todos los cursos siguientes. Este tipo de centros y su fórmula de dirección y mantenimiento, se ha olvidado, por parte de los gobernantes de este País. Es una pena, que el país entero, algún día lo sentirá. Por ello, no existe la capacidad de tener los trabajadores, con aquella calidad de enseñanza impartida. Te puedo garantizar que a mí, me enseñaron desde el comportamiento correcto en una mesa de comedor, hasta la reparación de un motor de explosión, pasando por geografía, matemáticas o dibujo lineal, o carpintería. Hasta teníamos un boletín redactado, compuesto e impreso, en los talleres gráficos del mismo Centro. La enseñanza, era sólo para chicos. Estaba al lado del campo de fútbol ‘La Rosaleda’, del C. D. 62 Málaga. Su recinto amurallado, era inmenso (actualmente, en parte del terreno, han construido edificios de la barriada “La Palma” y más allá ,“Las Palmillas”) El recinto de aquella Institución, estaba amurallado en su totalidad y pintado de blanco al carburo. Su extensión, no sé decirte con exactitud, pero sería como ocho veces la superficie del campo de fútbol “La Rosaleda”, su vecino. La entrada principal, con tres arcos, la puerta central para vehículos, a dos vías y las otras dos para peatones, todas con verja metálica. Desde aquí, una carretera asfaltada, de unos 180 metros de longitud, hasta los edificios generales. A ambos lados, jardines cuidados, con gran variedad de plantas, los del lado derecho, más amplios, limitados por el campo de deportes, zona de balón cesto, balón bolea y campo de fútbol pequeño. Al llegar a los edificios, la carretera, hacia la derecha, se convertía en una gran explanada. Limitada por la trasera, con jardines y los campos de deportes anteriores y por la delantera, con los jardines de parterres elevados. Con dos escaleras de entradas, la principal, más amplia, para acceso general; la más lejana, a la derecha, para acceso a oficinas y profesorado. Más a la derecha, continuaba la carretera, para entrada a los talleres, hacia la parte trasera. Todo el conjunto, de dos plantas. Los diferentes sectores del edificio, construidos con grandes ventanales con persianas enrollables de madera y con las fachadas de ladrillos rojos y lienzos de pared encalada; con el aspecto, austero y a la vez, robusto. Donde la escalera mayor, la entrada general, amplia, con puertas de grandes cristales, y sobre ella formando una pequeña terraza, estaba los tres mástiles para las banderas reglamentarias de aquellos años (Española, Falange y de las JONS) En la parte izquierda, se elevaba un alto torreón. Más a la izquierda, terminaba el edificio con 63 las entradas a las cocinas y las viviendas de los guardeses. Por la parte derecha, el edificio se extendía, unos cincuenta metros y continuaba en ángulo recto, la parte destinada a oficinas. Aún, ya hacia la parte trasera, se continuaban las edificaciones con las aulas y finalmente, los talleres. Imagínate que es un día lectivo y es antes de la primera hora de dar comienzo las clases y talleres. Vamos a pasar al interior. Dejamos la explanada, con los alumnos (en todos ellos, el color es homogéneo, azul), los hay de varias edades y alturas, unos formando corros, otros jugando con pelotas, otros corriendo, los hay que estudian o escriben, o simplemente sentados en el murete del jardín, pero todos con el uniforme reglamentario: pantalón de peto de tirantes y camisa azul de manga corta. Todos, portan el escudo de la C. N. S., cosido en la manga izquierda de la camisa y el emblema de la Institución (es una placa circular de latón, estampado y esmaltado en colores y de unos 70 mm, sujeta sobre el peto) Si té fijas mejor puedes ver, además de los símbolos sindicales y laborales laureados, unos sectores circulares de color rojo. Pero no todos son iguales, es, que cuantos más sectores posean, más cursos has realizado. Ingenioso ¿Verdad? Bueno. Vamos. Sígueme. Una vez franqueada la entrada, nos encontramos en un amplio corredor, que se extiende hacia la derecha. Todo está vacío y limpio. Del techo, a tramos iguales, cuelgan lámparas de globos blancos. De frente, nos encontramos con las tres entradas al vestuario de alumnos. Pasa dentro. Cómo ves, es amplio. Hay varios grupos de pilares ordenados y con buena amplitud. De forma ordenada, formando filas y calles, hay taquillas adosadas, construidas con ladrillos, yeso y pintadas. Cada una es de uso individual (arriba barra de perchero, abajo cajón de madera con cerradura y más bajo banco corrido) Al 64 fondo, las duchas. Se nota la limpieza y el orden ¿Eh? (Ley que impera en todo el edificio) Salgamos. Seguimos por el pasillo. A la izquierda están los servicios (tres zonas), con cabinas de retretes, urinarios (de caballeros, claro) y lavabos, en cada uno, un espejo. A partir de aquí, el pasillo se estrecha unos dos metros. El fondo está a unos 70 metros. Por la parte izquierda, se encuentran los talleres. Puede verse a través del murete separador y los pilares. A la parte derecha, discurren los accesos y entradas (por este orden): la primera escalera para el piso superior, el Laboratorio Psicotécnico, Despacho Médico, Botiquín y Sala de Curas, Acceso al pasillo de Exposición, donde están los servicios y Sala de Profesores, Recibidor del Conserje, centralita de teléfonos y una salida al jardín y a la explanada de entrada. Volvemos atrás. Continúa la segunda escalera a la parte alta, Almacenes y al fondo la entrada al Taller de Imprenta. Volvemos hasta el Acceso al pasillo de la exposición, que queda a la izquierda. A la derecha está el gran pasillo central de los Talleres, ancho de unos ocho metros y el fondo de unos sesenta metros. Bajamos los tres escalones. Piso de hormigón fratasado. Por la derecha, el primero es Taller de Carpintería (20 X 20 metros), sigue el Taller de Automovilismo. Continúa el Taller de Chapistería, terminando en el Taller de Forja y Fundición, con el cubilote de fundición a la entrada. Éste armatoste, ruidoso cuando se le hacía funcionar, se sacó al exterior, en una cabina especial, para evitar el ruido. El Taller de Chapistería, queda rodeado por la parte de atrás, a medias con el de Fundición y Automovilismo, que se juntan los dos. Desde aquí se tiene una vista general de todos los talleres y los ventanales casi verticales, orientados al norte, que tienen las distintas secciones del techo, alto, soportadas por muchos pilares. Con forma de bóvedas de medio cañón, dispuestas 65 transversalmente al pasillo, éste de techo plano. En días soleados la luz, entra con gran potencia, sin sol directo. Retrocedemos, y encontramos a la derecha el Taller de Soldaduras (eléctricas, oxiacetilénicas y con estaño) El siguiente y más amplio, es el Taller de Torno y Fresa, con maquinaria diversa. Por último, el Taller de Ajustes y Matricaria. Todos los talleres constan con bancos de trabajos, para dos o tres puestos. Armarios para las herramientas, las instalaciones eléctricas, iluminación y accesorios varios; además de una cabina, acristalada a forma de oficina, para el Profesor o Jefe de Taller. Todos tienen el mismo fondo que el de Carpintería. Sube de nuevo los tres escalones; vuélvete. ¿Ves todo el pasillo central? Pues, aquí se celebraban las misas, los domingos y las reuniones, para las arengas, que daban los miembros de la Dirección del Centro (tenían dispuestos altavoces de gran potencia) Cabíamos todos los alumnos, formados por secciones y el profesorado. Cada curso escolar, era cómo media, para 800 alumnos. A sugerencias del capellán del centro, se solicitó hacer una capilla sala de actos, a la que accedió la Administración Provincial, aportando los fondos y las autorizaciones pertinentes, con la alegría de todos. Quedó muy moderna y espaciosa. A la pared del fondo de la nave central, se le practicó una cala, para realizar un acceso, con escalera, a todo el ancho del pasillo central. Con esto, se daba entraba a la Sala de Actos y Capilla, que se procedió a construir. El escenario era de multiusos. Hasta se proyectaron películas y NODOS y algunos documentales. La Capilla, quedaba oculta con un cierre doble de fuelle y delante caía el telón para proyecciones. Bien; si te vuelves, podemos subir a la planta alta. Cuando se termina la escalera, de planta cuadrada, con tres tramos, el central más extenso, desembocamos en el pasillo superior, de las mismas medidas que el 66 inferior, por estar encima, se extiende hacia ambos lados. Vamos a recorrerlo hacia la derecha. Nos encontramos el aula de Dibujo Lineal; mira a través de los cristales de las puertas, a modo de mirador, verás el aula de unos 8 x 15 metros, con los pupitres especiales para dibujar. Como fondo del pasillo, está la entrada al Taller de Radio y Electricidad, es algo más amplio que el aula de dibujo, a través de los cristales de las puertas verás que se extiende hacia la izquierda, donde se ven los puestos de trabajos a modo de bancos corridos, con bases de enchufes y conmutadores, todas las paredes con grandes ventanales. Volvemos. Podemos ver todo el pasillo y por la derecha, las entradas a las aulas. A mitad del pasillo, está la mesa que utiliza el bedel. Tiene, éste buen señor, el cometido de atender las comunicaciones internas y vigilar el orden y disciplina en los pasillos, que están a la vista. A la izquierda y dando vista desde el puesto del bedel, hay otro pasillo, de las mismas dimensiones que el pasillo inferior, donde está la Sala de Exposiciones y por donde se va a las oficinas del Jefe de Estudios, del Secretario, de Señor Director, la Sala de Juntas y la Biblioteca. Volvemos donde el bedel. Seguimos y encontramos, a la izquierda la entrada a las oficinas de contabilidad y archivos, los laboratorios psicotécnicos; por la derecha más aulas y siguen los servicios, idénticos a los de la planta baja y están sobre ellos; aquí el pasillo se hace más ancho. Siguen unos ventanales, por donde se puede ver el Comedor, es muy amplio, tiene la misma capacidad que el recinto del vestuario, pues, está sobre él. Las mesas, aún sin la vajilla colocada, son para cuatro puestos, algunas para seis. Y al fondo, como de presidencia, una mesa alargada, para doce puestos, pero, sólo en la parte de la pared, así, al mismo tiempo, se come y se vigila, ya que aquí se sientan los profesores de cada turno. A la 67 izquierda, están las entradas y salidas de la Cocina. No entramos, te puedes imaginar, es grande, con grandes fogones y peroles, despensa y lavaderos. Lo corriente. Saliendo del Comedor, tenemos a la derecha, la entrada a la cocina, a las viviendas de los guardeses y la subida a la terraza de todo el edificio. Al frente, un ventanal, por donde se pude ver una pequeña terraza - balcón y los mástiles de las banderas y más a la izquierda, está la escalera. Bajamos a la planta baja, torcemos a la izquierda y encontramos la puerta de entrada general, por donde habíamos entrado. Salimos al exterior. Está sonando una sirena. Los alumnos están formando, en la explanada, en filas, por secciones. Pasamos por entre los parterres del jardín, bajamos las escalinatas. Mientras nos cruzamos con las secciones de los alumnos, que ya se dirigen, cada una a las aulas o talleres. Nosotros nos vamos. Ya volveremos otro día. La vida dentro del piso, en el barrio del Perchel, en compañía de la familia prestada, transcurría de forma normal, dentro de los detalles normales, que suceden en una familia humilde, en un barrio humilde, poco se destacaban, en poder económico, unos vecinos de otros, casi todos tenían el mismo aspecto. Pero, yo hacía mi vida independientemente. Entraba y salía, iba y venía, siempre con toda libertad. Mi madre siempre confió en la forma que me comportaba, nunca tubo queja de ello. Pude ser un niño callejero, gamberro y libertino, pero, nunca salió de mí esa manera de actuar. Y, nunca, me asocié con niños o jóvenes de mala calaña. Vivíamos en el ultimo tramo de la calle. Era una calle bien definida por tramos. La parte primera, en los números pares, era la trasera de los edificios de la calle 68 Ancha del Carmen, se utilizaba como almacenes, no había entradas a las viviendas. Enfrente estaba el muro de la rampa de acceso al puente de Armiñan, sobre el río Guadal medina (Bueno, río, sólo en tiempos de lluvias, el resto del tiempo, estaba seco), por donde se entraba a la avenida del Generalísimo, ahora, Avenida Principal. Rampa, por donde subían tranvías, vehículos y personal. Éste lugar, era una gran explanada, de planta triangular. Seguía la parte propiamente de calle y más estrecha. Esta parte de calle, no era recta, los edificios, no mantenían una alineación continuada, sobre todo la parte derecha. En parte derecha, la de los pares, estaba poco habitada, hasta la primera calle que la atravesaba, la de Medellín. La parte izquierda, la de los impares, eran las traseras de los edificios de la calle Cuarteles, en la parte central, estaba una fábrica de hielos ‘La Paloma’. Luego, la calle se hacía más ancha y habitada en su casi totalidad con entradas a los edificios. Esta parte, estaba subdividida en dos tramos, mi casa estaba en la parte de los pares, en el segundo y último tramo, que se cerraba transversalmente con la calle Plaza de Toros Vieja. En principio, toda la calle, tenía un piso empedrado, con cantos rodados de zahorra, colocados de forma arbitraria, pero formando tramos emparejados. Años más tarde, este tipo de piso se levantó y se cambió por tendido de hormigón nivelado. Adosándoles a lo laterales unas aceras estrechas; tanto que en algunos lugares, casi solo estaba el bordillo de piedra. Te digo que la calle esta subdividida en dos tramos y era cierto. Tanto los edificios, como sus habitantes eran de aspectos diferentes. Y que nadie se moleste, pero, ciertamente así era de reconocer. En el primer tramo, en los impares, de aspecto más sombrío, que el siguiente tramo de calle, existían tres edificios, de los llamados 69 corralones. Viviendas, casi todas, pequeñas, con patio comunal y galerías con barandillas y entradas a las viviendas. En la parte de los pares, comenzaba con el obrador de una tahona y seguían edificios diversos y mal alineados, a varias alturas, hasta llegar a mi casa, desde donde ya las casas estaban casi en línea. Éste último tramo de calle, comenzaba a la altura del callejón o calle Noblejas, por donde se podía pasar a la calle Cuarteles (por donde mi madre iba todos los días a su trabajo), tenía un aspecto más homogéneo, parecía más moderno, de color más blanco. Los pisos bajos, con ventanas enrejadas con florones de plomo y otros de bronce. Los pisos altos, con balcones, todos con macetas. Algunas fachadas con azulejos de colores. El edificio donde estaba mi casa, construido en el siglo XIX, estaba formado por dos plantas altas y la baja (mi casa) De fachada blanca encalada y friso de color oscuro, de un metro de altura, desde la línea de calle. En la planta baja, estaba, a la izquierda, la puerta de entrada comunal, de madera, con dos hojas, muy resistente y pintada de color marrón muy oscuro. En una de las puertas, la de la derecha, se podía ver grabadas las iniciales de mi hermano Juan. A la derecha, la otra puerta de entrada, exclusiva para mi casa, de aspecto igual a la otra puerta principal, a no ser, por los dos ventanillos, practicados en la parte superior de cada hoja de puerta, a forma de montante. Centrada entre las dos puertas, la ventana de la habitación donde yo nací. En la planta primera, tres balcones, el balcón central, más amplio, todos con barandillas de hierro con florones de latón y adornadas con proyecturas en los jambajes. De igual forma, estaban los balcones de la segunda planta. El portal de entrada a la casa, era doble; el primero, un zaguán cuadrado, encalado y vacío, donde se podía ver en el suelo, una tapa para registro sanitario de aguas 70 fecales (‘madre vieja’, cómo se dice allá) La separación entre las dos piezas, lo hacía el conjunto de un bastidor y dos puertas de madera, trabajadas en cuarterones con la parte superior con cristales de colores, con zonas dispares y simétricas; este sistema era como una cancela, pero con mejor visibilidad desde el interior hacia fuera, que desde la calle hacia dentro El segundo, más que portal, era un distribuidor o vestíbulo, con el suelo un poco más elevado, con un pequeño escalón donde la puerta separadora; aquí, a la izquierda, estaban los contadores eléctricos, uno para cada piso y el comunitario; y a la derecha, la entrada a nuestro piso y la entrada al patio. Adosada a la pared de la izquierda, la escalera para los pisos altos, con barandilla de hierro y como primer asidero, una piña de bronce y una más, en cada ángulo de la barandilla. Bajo este primer tramo de escalera, había un chiscón angosto, utilizado a modo de trastero. En el primer piso superior, vivían un matrimonio, Luis y Vitoria. Personas excelentes. Él era cajero en el Banco de España. Agradable y educado en el trato hacia mí, pero algo distante. Tenían una casa, cómoda, bien amueblada, limpia y perfumada. Era mayor que la mía, porque además, ocupaba la superficie sobre los dos portales de entrada comunal. Daba gusto estar allí. Ella me trataba con gran cariño. No así, a los hijos de la familia Rando. Yo tenía libre acceso de visitarlos. Muchos días, yo subía para jugar con su hija (Vitori), de edad menor que yo. Era bonita y alegre. Le gustaba estar conmigo, éramos buenos amigos. Esta niña, mi amiga, murió de leucemia, en pocos meses y con poca edad. Fue un duro golpe para mí; más aún para su madre, claro está. Yo perdí una amiga y compañera de juegos, pero, ella, perdió a su única hija, a la que trataba con mimo. Cambió de forma de ser, perdió la alegría, que siempre era la expresión de su cara, antes radiaba felicidad... 71 Por esto, dejé de visitarla durante algún tiempo, cosa que sentía no hacerlo. En ese piso se estaba cómodo. Muchas tardes, me había quedado dormido, sentado en la mecedora de maderas retorcidas, con asiento y respaldo de mimbre tejido. Luego, Vitoria, me despertaba con el olor de un vaso de leche caliente, que me acercaba a la nariz hasta que me despertaba y un trozo de pan con aceite y azúcar, para merendar. Vitoria, era una mujer de ademanes refinados y su casa era ejemplo de limpieza y orden, el ambiente siempre olía de forma agradable. Un tiempo después, quedó embarazada y de nuevo, fue madre y alegre. Tuvo una niña preciosa y regordeta; a la que en muchas ocasiones, le ayudaba en el baño y a tenerla en los brazos. Con el tiempo, no sé si yo era su compañero de juegos, o ella era mi juguete preferido. Hasta que, unos años más tarde, se mudaron a una casa adosada, más amplia, más cómoda, con un buen patio con una planta enorme de jazmín; y más adecuada a su situación social y económica. En el último piso, vivía mi madrina y su familia, cómo ya te dije. El hijo mayor, Salvador, mi padrino. Se marchó a trabajar a Algeciras. Allí se instaló y se casó. Había hecho el servicio militar en la Armada, como decimos, La Marina. Le gustaba hacer trabajos con aparatos de radio, que estudió por correspondencia; sus libros y apuntes me sirvieron para comenzar mis pinitos en estos trabajos. También le gustaba hacer modelos de barcos, con madera; había una reproducción del buque donde estuvo embarcado. Entre las cosas que dejó, en esa casa, había unos grandes volúmenes de diccionarios, me parecían códices. En ellos comencé a leer las primeras palabras y sus significados. En cierto modo, esta fue la base de unos problemas sobre la forma de hablar, que ya te contaré. 72 Martín, el hermano menor, ‘el tartaja’, también hizo el servicio militar en la Marina. Luego, se marchó a trabajar, con su hermano. Años más tarde, me enteré que era el ‘vocero’ en la lonja de pescaderías. ¿Cómo, si era tartaja? Pues, sí. Su madre, me dijo que era muy hábil en ese cometido. Antonio, el marido de mi madrina, le gustaba oír cante flamenco, en la radio (construida por Salvador) Era un hombre serio, reservado; muy distinto de cuando se pasaba con el vino de las tabernas. ¡Qué grandes broncas montaba! ¿Qué grandes discursos? ¡Que elocuentes insultos a personas ficticias! Y en plena calle. Se podía ver a las vecinas, asomadas a hurtadillas, para oír sus peroratas. Todos los chicos de ola calle, desaparecíamos de su entorno; porque, o te daba un discurso pesadísimo o te insultaba, de forma grosera. Dependía del nivel etílico. Mi madrina, lo sufría con pena y resignación. La hija menor, Mercedita, mujer hermosa y muy agradable y simpática en el trato, tenía diez años más que yo; éramos grandes amigos. Pasábamos largos ratos de charlas, le gustaba hablar de multitud de temas; cuanto más complicados mejor. Yo, siempre, intentaba responder a todas sus preguntas y comentarios. A mi madrina le gustaba, también, intervenir, pero menos, porque ella casi siempre estaba atareada haciendo comidas y los trabajos de casa; además, que no era muy instruida, o entendida en estudios. Muchas veces he comido con ellas y luego dormíamos las siestas. Incontables días he estado sentado, con una pequeña silla, en el balcón mirando a la calle. A lo lejos de la calle, hacia el centro de la ciudad, se veía el letrero luminoso de ‘ÁTICA’, que estaba sobre el último edificio de la Avenida del Generalísimo. Más lejos, como fin de terreno visible, se veía parte del ‘Monte de las Letras’, las AC, (de Acción Católica), que hicieron pintar con cal 73 sobre la falda del monte, en grandes medidas, ordenada por los dirigentes del ‘Movimiento’ franquista, para que la vieran todos los habitantes de Málaga. También me distraía mirando los tejados, o las nubes, o intentaba contar las golondrinas y vencejos que entraban o salían por la reja de un ventanal, en la parte alta del almacén de muebles, en el edificio de enfrente. Siempre fui un niño muy retraído, introvertido. Los otros niños, tenían que llamarme a jugar, a veces a la fuerza. Con más años, en la pubertad, mis costumbres continuaron con ese mismo retraimiento. En las fiestas del barrio, que se engalanaban las calles con banderitas, cadenetas y adornos varios. Que se ponía música, con giradiscos y altavoces al exterior. Donde la gente bailaba, yo, sólo intervenía en las instalaciones y colgaduras, pero, no intervenía en el baile. Cómo mucho, me encargaba del cambio de los discos, en el gramófono, que yo mismo instalaba Ciertamente, me fui alejando de los compañeros de juegos. Me dedicaba, durante muchas horas a leer revistas, TBO, los planos de las inventivas, etc. A las tareas escolares le dedicaba demasiado tiempo, no tenía ayuda, pero me esforzaba en poder hacerlas correctamente. Hacía radios de galenas, copiadas de las revistas y con los materiales que podía conseguir, con trueques y con los escasos ahorros que podía conseguir. Daba grandes paseos, a solas. Por la cuidad, el parque, 74 el puerto. En el parque, antes había lugares con pequeñas casetas, donde guardaban libros y los guardas jurados del parque, lo prestaban para leerlos, sentado en los bancos del mismo lugar. ¿Se podría hacer eso, ahora?... ¡Que no!... Que te digo que no. Subía a Gibralfaro, por el barrio de la Coracha. Me encantaba ver las amplias vistas de la ciudad y el puerto y estar entre los olores de los pinos. Y bajaba por el camino del barrio de Barcenilla, entre los pinos. Entraba en la plaza de La Merced, atravesaba las calles del barrio del Centro. Me detenía y entraba en el hotel, veía a mi madre, charlábamos. Luego, regresaba a casa. Continuaba con mis cosas o acompañaba a los Rando, a sus charlas. A veces, me resultaba entretenido, ver a Paco, como hacía los cosidos de las piezas de cuero, para los arreos de las caballerías. De cómo repujaba los collerones y las orejeras o de hacer el fijado de las hebillas. Sobre todo la hábil forma de prensar y soltar los materiales con las ‘tablillas’, entre las piernas. Le llamaba a unas maderas labradas, una de ellas más larga, unidas a forma de pinzas, dispuestas entre las rodillas y que accionaba con la presión de las piernas, y la parte final de la pieza larga, apoyada en el suelo y sobre una pierna y montando con la otra. A última hora cenábamos. Y yo, esperaba a mi madre, oyendo la radio. Cuando ella llegaba, charlábamos un rato, luego, a dormir. Mi hermano Juan, se asoció con un compañero de trabajo. Alquilaron un solar, amurallado con lo que eran las paredes de una antigua casa derribada. Tenía un portón, que sería la entrada para carruajes. Construyeron con tabiquería y techumbre, unas dependencias para utilizarlas cómo gran salón cubierto; una sala con doble entrada, con dos 75 mostradores, para utilizarla como taberna; una cocina, un almacén y servicio sanitarios. El resto del terreno, se acondicionó para terraza de verano. Tan amplio era, que se montaban unas 100 mesas y sus respectivas sillas. En el suelo se esparció arena de playa. El ingenio de alguien, hizo que se la llamase, al local, “La Playa”. Se le acondicionó con iluminación aérea y banderitas, como las de feria. Y ahí, comenzaron a servir bebidas y tapas. Como yo estaba de vacaciones de verano, acudía a ayudar en lo que podía, mientras hacían las construcciones. Y jugaba con mis sobrinos y con los hijos del socio, que sería el Encargado, cuando el negocio funcionase. Un día, jugando sobre un montón de arena de playa, en la que se ocultaba una botella rota, sin darme cuenta, me produje un gran corte en la rodilla. De momento, no sangraba; el corte tenía un aspecto blanquecino. Me limpié la herida con agua del grifo y me até un pañuelo. Sin darle más importancia, seguimos jugando. Por la noche, sentí molestias y desperté a mi madre. Comprobó que la temperatura me había subido a 39. Rápidamente, me vistió y nos trasladamos la Casa de Socorro. Cuando el doctor me reconoció, le dijo a mi madre, que tenía los síntomas del Tétanos. Ya no recuerdo los detalles y que me administraron, ni como fue la cura de la herida, pero estuve en observación durante varias horas. Lo cierto fue que todo pasó sin graves consecuencias. Recibí una reprimenda, por no dar a conocer el caso de la herida. Mi hermano y su socio, cuando ya estaba en marcha el negocio de la taberna terraza, comprobaron que la clientela llenaba el local. Además, de estar en la cocina, las esposas de ellos dos, emplearon a dos camareros más. El trabajo, sobre todo en horas puntas, les abrumaban. Cómo el tiempo de vacaciones comprendía más de tres meses, entonces, me propusieron trabajar cómo camarero 76 ayudante, en la terraza “La Playa”, acepté. De esta forma tendría ingresos para mis gastos y dejar libre de ellos a mi madre. Entraba al trabajo a las nueve de la mañana. Primero, tenía que ordenar vasos, botellas y los útiles que se iban a manipular. Luego, llenar botellas con las bebidas que se sabía que pedirían los clientes. Servía los pedidos de los clientes, que acudían por las mañanas. Se cerraba para comer, todos juntos, en familia, seguido de siesta. Antes de abrir al público, se hacía un riego con mangueras, se desmontaban las sillas, luego colocándolas a las mesas ordenadamente. Ya, por las tardes, servía a las mesas en la terraza. Yo atendía a 10 mesas. Mi hermano, 50 mesas y el otro camarero, 40 mesas. Si, la terraza era grande. Todo eran prisas, voces, discusiones, pedidos... Y si la cocina no atendía los pedidos con rapidez, se armaba gran revuelo y discusiones entre el personal trabajador y los clientes, exigían más atención. De locura, en horas puntas. Pero, a mi hermano, le daba tiempo a todo, a lo suyo y a lo mío. Más de una vez, me ha indicado que unos clientes necesitaban algo o alguna vez, también, me ha indicado: --- “Cuidado con los de la mesa número tal. Esos se te pueden escapar sin pagar.” Me faltaba experiencia y la atención necesaria para esa picardía de este oficio. Él siempre tenía tiempo para entretener a los clientes con chistes y bromas. Era agradable oírle recitar la carta de tapas y bebidas, de manera extraña y la mayoría de ellas inventadas, como ‘Cazuela de chumbos’, ‘Chanquetes rellenos’, ‘Alfajores en pipirrana’... Y, sobre todo, la agilidad, no-solo de movimientos, sino agilidad mental para dar el resultado de las sumas de las consumiciones. Todos sus clientes se iban contentos. Los últimos clientes se 77 retiraban casi a medianoche. A las once, ya se les iba indicando el fin de la jornada y el cierre. Se hacía el cierre, recogíamos todos los servicios de mesas, se limpiaba todo y se retiraban los restos, que los clientes tiraban por el suelo. Luego de arranchar todo, nos despedíamos y a casa de cada cual, para descansar y estar preparados al día siguiente. Los fines de semanas, el horario se extendía algo más y el trajín era más intensivo, más agobiante en las horas puntas. Pero, en las horas de descanso, después de comer, los jóvenes y niños, hacíamos batallas con sifones y las mangueras de agua. Cierto día, la batalla tomó un ritmo más ardoroso, utilizamos escobas, atizadores, el cuchillo jamonero, el rastrillo, aceitunas, rollos de papel higiénico; vamos, material diverso. Con tan mala suerte, que en uno de los lances y al esquivar, en defensa, con la tapadera de una cacerola, no pude evitar el golpe de esgrima, del cuchillo jamonero, y lo paré con los nudillos. El tajo no fue profundo, pero sí escandaloso, más que sangriento. Después de la cura, se decretó amnistía y censura para toda clase de batallas. Desde entonces, jugábamos al escondite. Cuando se acabó el verano y con él, las vacaciones, comenzó el curso escolar. Éste sería el comienzo del primer curso completo. En el anterior, Preparatorio, sólo estuve en la parte final del curso, cuatro meses. Salí con calificación de ‘Aprobado’. Cómo antes te dije, el periodo completo de aprendizaje, comprendía cuatro cursos. Yo, repetí en todos, menos en Preparatorio y el último, Perfeccionamiento. El curso de Preparatorio, era un curso accesorio; solo para chicos de menos edad o menos preparación escolar. Verdaderamente, el primer curso 78 era el llamado Orientación, en él se empleaba mayor número de horas lectivas, en las aulas, y sólo dos horas en los talleres de forma rotativa y diaria, cada día en taller distinto, para hacer prácticas sencillas, más bien de reconocimiento de las distintas herramientas y modos de trabajos. En los cursos superiores, se iban reduciendo las horas lectivas teóricas y era mayor el tiempo en los talleres. Haciendo éste repaso, puedo verme rodeado del resto de compañeros de la misma clase, en las aulas, en los pasillos, en los talleres o en el recreo por los distintos campos de deportes, correteando y saltando. Era un niño feliz y despreocupado. A esta edad, y en aquellos tiempos, con 15 años, no se tiene muchas entendederas. Como terminación del curso, bueno, de todos los cursos, se tenía por costumbre, de celebrar una gran asamblea. Que, después de una misa solemne y en presencia de alguna autoridad ciudadana, de la dirección y profesorado del Centro, al que se habían invitado a los familiares de los alumnos, se procedía al repaso del curso finalizado, de los logros alcanzados y a ensalzar con los rituales a que se tenía costumbre, en los tiempos del Movimiento Nacional, la marcha de éste Centro de Formación, de los alumnos y en especial a los mayores, que ya pasarían a ser antiguos alumnos de esa Institución. Se continuaba con premios a los más aventajados y como formula principal, la entrega de diplomas a los alumnos que terminaban el último curso y eran despedidos, entre aplausos de todos. Y se daba por finalizado el gran acto. Puedes imaginarte la solemnidad, pues estábamos celebrándolo en el día ‘18 de Julio’, día de ‘Fiesta Nacional’ de aquellos entonces. A mí me entregaron un certificado, del tamaño de 15 x 11 cm, en el que constaba la calificación media, la conducta y el aprovechamiento escolar. 79 Cómo de costumbre, en las vacaciones, me tenía que dedicar al trabajo que mi hermano me conseguía. Éste verano comencé a trabajar en el mostrador de una taberna muy renombrada en Málaga, ‘La Manchega’, en su sucursal central, en la calle Montalbán. Los dueños, unos hermanos, eran de Ajofrín (Ciudad Real) El distintivo de estas tabernas era el basar, el lavadero para los vasos y la ocultación de los barriles. Estando a la vista, tan solo, las canillas (los grifos) para escanciar los vinos. El trabajo era diario, no tenía día de descanso. Así, que cuando aparecía algún compañero conocido de la escuela, me daba algo de envidia, por no poder estar de ocio, como ellos. Para este curso, Orientación, al realizar la matriculación, como se le llamaba, me dieron un papel sellado y timbrado con dos sellos de 50 céntimos (de peseta), previo pago de su importe. En el que constaba el número de orden, con el que sería identificado durante toda la estancia en el centro. Éste número fue el ‘0-51-A’. Esta identificación se entendía así: el cero inicial, indica el primer curso, el número 51, es el orden de matriculación y la letra ‘A’, es reconocimiento de nueva identificación y al mismo tiempo de que no tenía repetido algún curso. Es todo muy ingenioso, porque con sólo ver la identificación, se puede saber en que curso está el alumno y hasta su progresión. Te explico, con esta serie identificativa, como me ocurrió y creo que soy caso único, se va cambiando el primer número de la serie, con cada curso, es decir, sería 0, 1, 2 y 3. El número cero, identifica al curso Orientación. En él, todos los alumnos pasan por todos y cada uno de los talleres de que dispone el Centro. En los que se les adiestra en los distintos oficios y en sus formas y maneras de los trabajos de cada especialidad. Las horas en clases de teorías, como matemáticas, física, historia, geografía, religión y hasta el poco aceptado de 80 Formación del Espíritu Nacional, que era la inculcación de las teorías políticas del Régimen franquista y de la manipulada Historia de España. De bien, sólo tenía las lecciones de sindicalismo y los derechos y deberes del trabajador; todo en el sentido del sindicalismo vertical. El número 1, es para el curso llamado Fundamental. En éste curso, las horas empleadas en las aulas, son casi parejas a las de estancias en los talleres. Al principio de este curso, los alumnos van pasando por unos exámenes psicotécnicos, para que se puedan evaluar las capacidades de cada uno, en las distintas ramas de trabajos. De estos exámenes dependían los criterios por los que se predestinaban y se les dirigían a los estudios y trabajos específicos, para el oficio a que se dirigirían en los próximos cursos. El número 2, es para identificar al curso Especialización. Para éste curso, los alumnos tendrán mayor números de horas en los talleres que en las aulas. Pero, ya en los talleres propios de la rama a la que han sido predestinados. El número 3, identifica el último curso de estancia en el centro, es el llamado Perfeccionamiento. En éste curso, los alumnos, están más tiempo en el taller específico de su oficio. Se realizan trabajos más destacados y hasta, algunos, son expuestos en la exposición del centro. A veces se han realizado trabajos para el exterior. Suenan estos nombres algo rimbombantes, pero, ciertamente identifican muy bien el nivel de enseñanza. Lo más ingenioso de esta identificación está en la letra final. La letra ‘A’ puede ser usada hasta el final de la estancia en todos los cursos; pero, si algún alumno repite un curso, ya va cambiando, ordenadamente por cada curso siguiente. En mi caso, al repetir los tres primeros cursos, fui usando cada año, una letra diferente. Pasé de la ‘A’, hasta la ‘G’. La ‘A’ y la ‘B’, para la matriculación del curso Orientación. ‘C’ y ‘D’, para la 81 matriculación del curso Fundamental. ‘E’ y ‘F’, en el curso Especialización. Y finalmente, la ‘G’, para el último curso, Perfeccionamiento. Te digo que el mío, fue, quizá el único caso. Sobre esto, me ocurrió una anécdota: En el último curso, y en los últimos meses, un grupo de compañeros, inmersos en la euforia de la terminación del curso final, hicimos bromas con el agua de los lavabos, mojándonos unos a otros. Apareció el director de disciplina, que a la sazón, también era el profesor de deportes, y detuvo la batalla acuática. Comenzó por hacernos formar en fila, después de amonestarnos muy seriamente, procedió a tomarnos el número de identidad. Cuando llegó a mi altura y dar mi número actual, no me daba crédito, porque no entendía que yo pudiese tener la letra G en el número de expediente. Se enojó, despidió al resto de compañeros, librándoles, entonces, del posible castigo que, principalmente, constaría con una anotación de falta grave, en el expediente personal y me indicó que le siguiese hacia las oficinas, para comprobar mi número en los archivos, amenazándome con la expulsión, si le había mentido y me estaba burlando de él. Cuando abrió el archivo correspondiente a la inicial de mi apellido, sacó el legajo de mi expediente y comprobó que no mentía. Pero, esto no me hubiese salvado, si no hubiese visto el primer documento del archivo personal, era la ‘Recomendación Especial’, escrita por el Señor Jefe Provincial de la C.N.S. (‘El Jefe’) Con cierta perplejidad, me despidió diciéndome que: --- “... Pero; para la próxima vez...” Desde ese día, comprobé la eficacia de un archivo. Aún no le había hecho caso a lo que me decía mi mentor, D. Luis Mesoneros. Que cierto día, al pedirme el certificado de las notas escolares, yo la saqué, arrugada, del interior de una cartera, que llevaba en el bolsillo. Al verla, don Luis, me dijo que no era buena forma de 82 guardar un documento. No obstante, en una de las esquinas del certificado, escribió y firmó: --- “Está feo de tenerlo en la cartera. Luis Mesoneros.” Razón tenía, porque el original, no aguantó. En su lugar, archivado, está una copia, que aún conservo, con muchos documentos de aquel expediente personal. Mi primer libro, no de escolaridad, me lo regaló don Luis Mesoneros, por haber aprobado el curso, fue El Lazarillo de Tormes. Lo leí y releí; me resultó apasionante. Me influyó mucho en la lectura, no así, en el estudio escolar. El archivo académico está casi completo, desde la copia de la tarjeta identificativa, en la que se puede ver que pertenezco a la promoción del curso 1953–1954 hasta el carné de antiguo alumno, numerado con el número 599. En la tarjeta identificativa, consta mi nombre y apellidos, número de expediente, la promoción, las secciones y los equipos en los que he estado, el nombre de mi madre, el domicilio, el número de la cartilla de ahorros y el material de vestuario, que se me entregó. Cómo te he dicho, éste primer curso de oficialía industrial (Orientación), lo suspendí por tener tres asignaturas en suspenso: Tecnología (4,50), Geografía (4,00) y Ciencias Naturales (4,00) Pero, la nota media fue de 5,25. Por esto, me fue impuesta en el expediente personal una anotación de falta grave. No se podían tener, en el mismo curso, más de tres faltas graves. En el principio de este curso recibí el aviso de tener dos faltas leves, por ‘reñir con un compañero (23/11/53)’. Que por causa de mi forma de hablar, sin el ceceo andaluz, que yo me había impuesto, tuve una gran discusión con un compañero y reñimos abiertamente, intercambiando algunos golpes. Luego, la falta grave, que expliqué anteriormente, por malas notas. (24/03/54) Sin embargo, vuelvo a tener patente de excepción, que te puedes dar cuenta, era debido a la primera nota de mi 83 expediente, perteneciente a mi mentor y su ‘Recomendación’. Éste curso (Orientación), lo repetí por malos estudios, ciertamente, no tenía ni apoyo bueno, ni conocimientos para que los estudios fueran más fáciles. Estaba solo. Mi madre no me podía atender adecuadamente. Ella salía muy tarde del trabajo y cansada. Tampoco era muy culta, no había recibido buenos estudios, en la corta juventud que tuvo. Pero, hay que tener en cuenta, cosa que yo jamás le he recompensado con nada, que ella se propuso, y así me lo dijo: --- “Mientras que yo pueda, tu estarás en los estudios. Ya tendrás tiempo para el trabajo.” Para que tuviese más interés en el estudio, mi madre me ofertó, que si aprobaba el curso que había repetido, me compraría una bicicleta. Pero durante el curso, recibí tres faltas graves. ¿Motivos?: Una por “No estudiar y no presentar los trabajos señalados”, en la clase de Formación del Espíritu Nacional, (10/2/55) La segunda por “Tirar terrones de tierras, que hay para arreglar el campo de deportes, a otro aprendiz” (25/2/55) y la tercera por “Entrar en el taller de Ajuste indebidamente uniformado “ (3/6/55) Terminé con un aprobado (5,85) Las notas finales fueron: Técnico - Gráficas -------------------------(5,30) Tecnología ---------------------------------(6,30) Lectura y Redacción ----------------------(6,50) Ciencias ------------------------------------(6,30) Geografía e Historia ----------------------(8,00) Religión ------------------------------------(5,00) Formación del Espíritu Nacional--------(4,00) La conducta -------------------------------“Buena” Esta asignatura de Formación Espíritu Nacional, nunca fue mi fuerte. Discutía con frecuencia con el profesor, que era un oportunista, de los colocados en el Movimiento. 84 También, recuerdo el disgusto de mi madre, cuando le traía las malas notas, solía decirme con cierta tristeza y socarronería: --- “Hijo; vas ha ser aprendiz de todo, maestro de nada, paseante en Cortes y revolvedor de esquinas.” Luego, la pobre, me daba dos besos y me abrazaba, porque comprendía que su hijo, no podía o no sabía estudiar mejor, y es que a nuestro alrededor no teníamos alguien que me ayudase. En este curso (1954/1955), nos visitó ‘Su Excelencia El Generalísimo Franco’. Por eso era lo de las tierras para reparar el campo de deportes. Durante el recorrido de la visita, de todo el séquito, de gentes diversas y con diversas medallas en los pechos estirados y orgullosos, pasaron por el taller de soldaduras. A mí me habían colocado soldando con estaño. Por el cristal de las gafas de soldar, los vi acercarse, se pararon y ‘El Generalísimo’, a un palmo de mi oreja, me dijo: --- “Chico. ¿Que es lo que haces?” Al oír esa voz tan singular, iba a levantarme del asiento, y ‘Él’, me cogió del hombro derecho, me sostuvo y me volvió a decir: --- “Un trabajador, cuando está trabajando, no se tiene que levantar ante nadie.” Luego, siguieron el recorrido. Estuve apunto de hacerme un relicario, con el trozo de camisa que ‘Él’ había tocado... Pero, no. Si analizas detenidamente la frase, notarás, que es una apología al ‘servilismo’. Mira, si no, lo bien intencionada y bien situada que está la palabra ‘levantar’,... ¿O, no? Te lo digo, por la acepción figurada de: Rebelar, Incitar, Sublevar, Alzar. De lo que ‘Él’ tenía 85 técnica y práctica. Como fin de fiesta, por la visita, con la totalidad de los alumnos, en el campo de deportes, totalmente remozado y engalanado, les ofrecimos un desfile en formación, por secciones, les hicimos unas composiciones, muy estudiadas y ensayadas y una tabla de gimnasia, en conjunto, haciendo figuras, con las posturas de nuestros cuerpos y banderolas. Todo casi perfecto, hasta salimos en el NODO. Pasé al siguiente curso, Fundamental (1955/1956) Cómo oficio, me fue destinado el taller de Automovilismo. En el mes de noviembre, discutí con el profesor de Formación del Espíritu Nacional, te he dicho, que nunca fue mi fuerte, y es que la base de esta asignatura, correspondía a la enseñanza de la política del Movimiento Nacional, el ‘Franquismo’; y a mí no me entraba. Por ello, recibí una falta grave. El suspenso de éste curso, vino dado por no sacar buenas notas en Matemáticas, Física, Lectura y Redacción, más la dichosa ‘política’. Repetí el curso, y al final aprobé todas las asignaturas, menos ¡la política! (1,50) En éste verano, nada más terminar el curso, volví a trabajar en las tabernas ‘La Manchega’. Pero, esta vez inauguramos un local nuevo en el barrio de Huelin, al final de la calle de Ayala. Desde ella se podía ver la entrada a la Industria Malagueña (fábrica textil) Delante del local había una parada del tranvía. Sólo éramos dos trabajadores, al servicio de esta taberna: el encargado y yo. Suficiente, para la clientela que aparecía por el local. El encargado de esta taberna era el padre del vecino, amigo y compañero de juegos, el que era más despierto y ágil de todos, del que yo era su segundo. Ciertamente, el local no tenía el aspecto de una taberna corriente, por lo de tener ocultos los barriles de las bebidas. Y, sobre todo, el basar, alicatado de azulejos blancos y estanterías de cristal, con el chorro de agua cayendo de forma 86 continua, pero con caudal reducido. En todos los meses de trabajo, he fregado miles de vasos y todos en buen orden de revista. Cuando fue a comenzar el nuevo curso escolar y dar el aviso de mi marcha, primero el encargado y luego el dueño, quisieron retenerme, ofreciéndome más sueldo y hasta proponerme de encargarme de la apertura de otro nuevo local, donde sería el encargado. Mi hermano, me aconsejó que aceptase. Pero mi idea era terminar los estudios y formación profesional comenzada. Por tanto, no acepté. Con esto, ya no pude repetir en los trabajos de los veranos. Pasé al curso de Especialización (1957/1958) Éste curso fue un desastre. Sólo aprobé Tecnología y Taller. La conducta, como siempre, buena. Quizá sería por estar en los comienzos de los enredos con chicas y diversiones de jóvenes. Pero, hay una anécdota, que pudo tener resultado grave: Como yo era un destacado alumno en el taller de Automovilismo, me dieron el encargo de salir del Centro, para ir a retirar y traer a éste taller, una motocicleta de uno de los profesores, que no pudo o no supo poner en marcha el motor. Cuando llegué a donde estaba la motocicleta, la cogí y comencé a empujar. Tenía dos caminos a elegir, callejear por los barrios de Perchel y Trinidad, que no me pareció el más seguro o cruzar por el puente del río, y regresar por los Pasillos. Éste camino me pareció más seguro, pero tenía unos inconvenientes: tenía que subir y bajar las rampas a los puentes del río. Entonces se me 87 ocurrió una, no muy buena, idea: Intentar arrancar el motor y trasladarme conduciendo y no empujando. Me detuve, revisé el motor, purgué el carburador, limpié la bujía y comencé a intentar el arranque, y, arrancó. Pensé: --- ‘No tengo permiso de conducir; pero si voy despacio y por calles menos transitadas, no pasará nada.’ Me senté, arranqué y comencé la marcha. Sabrás, que ir despacio en una motocicleta grande, tiene una dificultad, el trazado en las curvas, se hace un poco más abierta. Bueno, pues, al iniciar la vuelta y subida a la rampa del puente, no la pude terminar. La rampa era de unos 15 metros de ancha. Bajando, venía un coche, que luego resultó ser francés. Ocupaba más de la mitad de la vía y con la apertura que yo estaba trazando, se produjo la colisión. Simple, pero, colisión. Como resultado: susto por ambas partes y una abolladura en el coche francés, sobre la puerta del conductor. Pequeña bronca en francés y en castellano. Al final, entre francés, esperanto y castellano, conseguí que me entendiera y me siguiera hasta la Institución. Cuando nos vieron entrar y di la explicación al profesor, se armó un gran revuelo a mí alrededor. Bronca monumental, falta grave en el expediente, con promesa de una revisión por el tribunal de disciplina. En el mismo taller de automovilismo, los alumnos, hicimos la reparación del vehículo francés, con resultados muy aceptables. Se les ofreció comida en el comedor general, comieron entre los alumnos del primer turno, y luego, entre saludos y traducciones, se marchó esta familia, muy contentos. En pocos días, el Tribunal Disciplinario, se reunió en la Sala de Juntas. Entre las consultas y propuestas, estaba mi expulsión. Pero, mi ángel de la guarda, mi madre, consultó con el abogado del hotel y éste señor, me adiestró para que en el momento que me citasen, aún 88 sin que me expusieran el resultado de la decisión del tribunal de disciplina, en cuanto me diesen la palabra, en forma serena y hablando muy despacio, tendría que: ‘Primero, pedir disculpas por mi ‘falta imperdonable’. Pero, que hiciese hincapié en la manera de que se me había enviado a realizar un trabajo, ‘impropio de mi categoría de aprendiz y estudiante’, y ‘fuera del recinto escolar y en horas lectivas’. Aquí tenía que hacer pausa, e insistir en pedir disculpas. Así lo hice, y me salió bien, a pesar de saber a lo que me exponía (y a tener sólo 18 añitos) Claro, que el abogado me indicó que lo estudiase y repasase varias veces. El resultado no pudo ser mejor: me dejaron en total libertad, como si nada hubiese ocurrido y además, la falta grave borrada, y con notificación firmada por el señor Director de Centro. Éste incidente, resultó ser un buen punto para mí, noté que se me tenía en cierta estima, por el profesorado y compañeros. Es que la noticia trascendió en comentarios diversos, que muchos de los compañeros, que no teníamos contacto amistoso, los sintiera más cercanos. La repetición de éste penúltimo curso, el de Especialización (1958/1959), fue el mejor, el más aprovechado, académicamente; pues, las notas fueron, buenas, sólo Física y Química tuve que pasarla en septiembre, y las aprobé. Al mes siguiente me matriculé para el último curso, Perfeccionamiento (1959/1960), yo no tenía pensamiento de repetirlo. Durante éste curso, cumpliría los 20 años. Los trabajos en el taller de Automovilismo, fueron muy provechosos. Reparábamos motores, vehículos, hasta los del profesorado. Nos enseñaron a conducir. A desmontar 89 y volver a montar un motor diesel de 200 CV, y que funcionase, claro. En fin, se nos hizo ser un buen ‘Oficial Industrial’ en la Rama del Metal, en la Especialidad de Automovilismo. Además de los exámenes para esta Oficialía, realicé el examen de Reválida de Oficialía Industrial. En un recinto externo, en la Escuela de Maestría Industrial de Málaga. La nota que obtuve fue de 6,30. Tuve muchos amigos, en todos los cursos. Recuerdo sobre todos a uno que como yo, no tenía padre. Era de Periana, un pueblo en los Montes de Málaga, al norte de Vélez Málaga, en la Axarquía, cerca del embalse de La Viñuela. Pasábamos largos ratos juntos, estábamos en la misma sección. Él estaba cómo estudiante interno, en la residencia de estudiantes, o cómo se le llamaba, ‘Internado’, que poseía el Centro, para chicos que residían en los pueblos de la provincia. Fueron muchos compañeros cercanos y algunos muy buenos amigos, a pesar de lo extraño de mi comportamiento e ideas. Una de estas ideas, que como al ser del signo de Tauro, que me hace ser muy testarudo, fue, que leyendo un día un libro de gramática y en los gruesos diccionarios de mi padrino, me detuve en comprobar que yo no hablaba tal como leía. Y, entonces, me prometí enderezar la forma de hablar, la pronunciación, mejor dicho, cambiar el dialecto andaluz por el castellano que yo estaba leyendo. Sin comprender, entonces, que es bueno tener tu propia lengua o dialecto. Y, muy a pesar de los disgustos y tropiezos con que me encontré muchas veces. Sobre todo, con los chicos de mí de mi edad. Hasta llegar a las broncas y peleas. Estos encuentros y discusiones, me hizo comprar libros de defensa personal. El mejor y más utilizado, uno referente a la defensa con sistema Jiu-Jitsu. Que más tarde, al ver los progresos y las demostraciones que les hacía al grupo de amigos, me acompañaron para hacer las prácticas. 90 Nos dimos grandes palizas, con los ejercicios, golpes y llaves. Nuestro tatami estaba, principalmente, en las playas, las que luego serían invadidas por los turistas de La Costa del Sol. En los cursos finales, de los compañeros que me soportaban como amigo, sólo quedaron finalmente tres: Miguel, Paco y Juan. Miguel, no terminó el último curso, se marchó a trabajar con su padre. Así, que quedó el trío. Paco, era fuerte y bruto. Tenía poca costumbre de lavarse los dientes y eso hacía que su mal aliento, acompañase a su mala forma de hablar, usaba la grosería y los tacos, como algo normal. Cosa que Juan y yo, intentábamos corregirle. En las visitas que hacíamos a su casa, se podía comprobar que era la forma habitual de sus familiares. El más bruto, su padre, luego, en escala descendente, él mismo, su madre y su hermana. Actualmente, se les podría comparar con los Simpsons, de los dibujos animados. Pero, buena gente. La abuela de Paco, Isabel, vivía en la calle Balmes, en el barrio del Perchel. En una pequeña vivienda, con puerta de entrada a la calle. Ahí mismo, había instalado un puesto de venta de caramelos, golosinas infantiles, tebeos, tabacos, y cosas varias. Cuando iba a visitarla, alguna vez le acompañábamos, y pasábamos buenos ratos. Isabel, era una mujer mayor, o lo aparentaba, porque siempre vestía con ropajes negros. Imagínate a ‘Doña Rogelia’, de Mari Carmen y sus muñecos. Buena mujer, gruñona con los niños revoltosos, que no venían como clientes, amable con el resto. Estos amigos y yo, formábamos un grupo muy unido, todos erramos cómo hermanos; íbamos a todos lados juntos, nunca teníamos broncas, ni tropiezos. Nos gustaban las mismas cosas, música, deportes, juegos, poesía,... Éramos un grupo muy alegre. Hacíamos prácticas de baile de salón, ejercicios de defensa personal, hacíamos excursiones con las bicicletas, 91 íbamos a la playa. Juan, nos enseñó a nadar en la playa. Hasta en invierno, íbamos a la playa para hacer ejercicio. Todos estábamos fuertes y saludables. En los fines de semanas, en días buenos, con las bicicletas, hacíamos el trayecto desde el barrio del Perchel hasta la entrada de Fuengirola. En la playa, después de hacer unos ejercicios y ensayos de catas, nos metíamos en el agua. Eran tiempos, en que, de forma normal, dentro del agua, en la mar, se podía ver claramente, quizá, hasta los cien metros, o más. Nos habíamos comprado un pequeño equipo de buceo simple (aletas, gafas, tubo, cuchillo de pierna, etc), y con frecuencia, cogimos calamares, con el cuchillo, y mejillones, en las rocas, bajo la curva de la carretera. Todo; la arena y el agua de la mar, estaban limpias, y no solo en apariencia. Ciertamente, te hablo de tiempos en los que el turismo, no había estropeado el paisaje y los residentes, por ser cosa cotidiana, no se tenía muy en uso la playa, para el ocio. Luego, hacíamos una fogata, con maderas y ramas buscadas. Teníamos escondida, una chapa, que formamos de una caja de conservas, para que nos sirviera de plancha de asados, donde cocinábamos los calamares y mejillones, y, a comer. Procurábamos dejar pocos residuos o basuras. Seguidamente, pedaleo, casi en carrera, hasta Málaga capital, a casa y a prepararnos para salir de tarde. Un día, al final de verano, en la playa de San Andrés, sólo estaba nuestro grupo. Juan, a pesar de ser el mejor nadador del grupo, tuvo un accidente muy desagradable: Habíamos visto varias medusas en el agua, pero no sabíamos del posible peligro del resultado de su ‘picadura’ y no le dimos mayor importancia; se fue al agua, para quitarse la arena del cuerpo y mientras nadaba, se le pegó una medusa, de como 30 cm de diámetro, tales eran los efectos urticantes, que Juan, no 92 podía nadar entre los estertores y gritos, que daba. Ninguno sabía que le ocurría y tardamos en reaccionar. El primero que se echó al agua fui yo, sin pensar que yo era el que peor nadaba; pude conseguir ayudarle, primero, a manotazos destrozar la medusa y después, llevarle hasta la orilla. Se le pidió ayuda a los propietarios de un chiringuito playero, la señora, con aceite y vinagre, le hizo unas friegas sobre la piel afectada, y esto le calmó bastante. Cuando todos estuvimos serenos, pudimos comprobar el resultado sobre la piel del torso de mi amigo. Se le quedaron, para siempre, unas cicatrices como si fueran de quemaduras. En la Institución Laboral, era conocida la unión de nuestro grupo, que en todo nos ayudábamos y por eso nos apodaban ‘Los Mosqueteros’. Pero, en lo único que no pudieron ayudarme, fue, cuando al efectuar un salto con pértiga, y poner la pica en el punto de salto, se me resbalaron las manos, en toda la longitud de la pértiga y di con mi cuerpo en tierra, hasta casi dar con los dientes en ella. Siempre recuerdo con cariño a estos amigos. Durante los recreos, nuestro grupo era siempre destacado por los muy diferentes juegos que hacíamos. Por ejemplo: ‘Batallas Medievales’. Consistían en colocarse un compañero sobre otro, a horcajadas, el de abajo era el ‘caballo’ y el de arriba el ‘caballero’. El fin de éste juego, era derribar al otro caballero, de la forma más agresiva posible, sin causar daños, ni al cargador ni al cargado. También, formábamos corros y pasábamos todo el rato adivinando personajes históricos, que uno de nosotros pensaba y sólo decía si era varón o hembra, vivo o muerto. Otro entretenimiento era cambiar con sinónimos cualquier refrán popular castellano. ¿Ejemplo? Pues, ese que dice: --- “Más vale pájaro en mano, que ciento volando.” 93 Cambiándolo por: --- “Más vale plumífero volátil, atrapado por la unidad metacarpiana, que el cuadrado de diez, pululando por el espacio sideral.” O este otro: --- “Camina la plantígrada”, que es, “Anda la osa.” Hubo otro: --- “Es de resultado superior, tener atrapado un plumífero volátil con la unidad metacarpiana, que el cuadrado de diez, pululando por el espacio etéreo.” Y, otro, que dio mucho que hablar, cuando dije: --- “Ocasionalmente, cuando un ente ciudadano ocupa un terreno próximo a un elemento arbóreo, en plenitud de su follaje, es beneficiado por la opacidad del brillo solar.” Igualmente, era muy frecuente, oírnos cantar, a grito pelado, arias o coros de operas. A mí, me hicieron recitar de memoria y con todo lujo de gestos, la poesía del ‘Conde Sisebuto’, esa que comienza: --- “A treinta leguas de Pinto y veinte Marmolejo, existió un castillo viejo edificado por Chindasvinto...” Etc. A todos les gustó mucho, porque el aplauso fue largo y entusiasmado. Paco, estaba prendado por una vecina de la calle Balmes, que frecuentaba la tienda de su abuela, de cómo salir y relacionarse con ella, (se trataba de Librada) Motivos tenía, la chica era una de las más 94 bonitas de esa calle, aunque un poco flacucha. Un día, nos propuso que deberíamos de acompañarle a rondarla, y que tanto Juan, como yo, escamoteásemos la presencia de las amigas con las que salían a pasear. Para que él se quedase, retirado y solo, con Librada. Después de muchos ruegos y discusiones, aceptamos. Sería en el próximo fin de semana, tendríamos que acechar la salida de las chicas y comenzamos la persecución, no duró mucho, como éramos conocidos, resultó tarea fácil. Paseamos, todos juntos por el centro de la ciudad y por el parque. Pero, no tan fácil le iba a resultar a Paco, la idea que él llevaba, la de hacer que Librada, le aceptase como acompañante fijo y luego como novio; que este era su propósito. Y, es que verás, las chicas, casi todas, estaban porque fuese Juan, quien les diese palique. Todas le veían con buen ojo. Juan, (que todos llamaban por su apellido, Espinar), era el más alto de nosotros, moreno, en todo, pelo, ojos y piel. Tipo atlético y bien formado, además simpático. De maneras correctas, muy bien educado, no le gustaba de decir tacos, ni groserías, al contrario de Paco. En principio, Librada, aceptó que Paco se le arrimase, pero, cuando él le dio a entender sus intenciones, ella le rechazó, sin más. A ella le resultaba demasiado bruto y para su gusto, sus maneras soeces y los tacos, le causaba total rechazo. Continuamos saliendo más días y meses, éste grupo que habíamos formado. Se fueron definiendo las parejas, que tenían mayor afinidad, sin más complejos, haciendo una buena panda de amigos. Por mi parte, y con sólo 17 años, no tenía intención de complicarme con afianzar una relación amorosa, de forma seria, pero, todo se fue afirmando y haciéndose costumbre. Sí yo era mal estudiante, con esto, me hice aún peor. Repetí dos cursos. 95 Aunque Paco, me había indicado la chica a la que tendría que distraer, al final, me pareció la más atractiva, esta Librada que te decía. Entre los amigos, comentamos éste asunto. La opinión de todos fue, que podía seguir adelante, con la idea de hacer pareja con Librada, si ella consentía, ninguno tenía nada en contra. Paco, ya había olvidado el rechazo. En uno de esos días en que ella, su hermana y sus amigas salieron a pasear y como nosotros estábamos al acecho desde la tienda de la abuela Isabel, mis amigos me empujaron a seguirlas y me dejaron solo. Después de un rato, me uní al grupo, charlábamos y paseábamos, hasta que ya de regreso, le dije a Librada que quería decirle algo a ella a solas. Aceptó, y nos retrasamos un poco. Yo no sabía como comenzar a decirle que la quería y todo lo demás. Mi comentario primero fue: --- “Quiero decirte una cosa, (...); Que me gustan los huevos fritos. (¿?)... Bueno..., que quiero saber,... ¿si podemos ser, más que amigos, que si podemos ser novios, nosotros dos?... ¿Qué me dices?“ La respuesta fue afirmativa y se adelantó hacia sus acompañantes, les contó el caso, lo comprendí, porque fueron muchas las risas. Seguramente, a causa del comentario de los ‘huevos fritos’. En ello quedamos: seríamos novios. De momento a prueba. Lo cierto es que a los dos nos gustaba la idea de estar juntos. A mí, porque me parecía muy bonita y agradable; algo retraída, algo seria. Y a ella, aunque hubiese preferido a Juan, tampoco le pareció mala idea. Me ayudó, el estar con buena figura y que mi madre me procuraba ropas muy atractivas, sobre todo, una chaqueta de fieltro azul, pantalón gris marengo y camisa blanca, que me hacían aparentar mejor figura. Porque tengo que reconocer que, charlatán yo no era, tampoco muy divertido. 96 Los ratos que paseábamos por las calles, estábamos siempre, acompañados por su hermana menor, Beatriz, a la que le parecía bien esta unión. Cuando volvíamos a su casa, ellas se adelantaban y yo entraba en la tienda de la abuela Isabel, que sabiendo el caso, nos dejaba estar junto en su presencia, aunque no estuviese su nieto. Pasado un tiempo, Librada, me dijo que su madre quería hablar conmigo, que quería conocerme. Y es que a las madres, no se les escapa nada. Sin contárselo, ya lo sabía. Entonces, salí de la casa de la abuela Isabel y me dirigí a casa de Librada, que era el portal de enfrente. Cuando llamé a la puerta, Rosa, la madre de Librada, me hizo pasar dentro. Rosa, era una mujer pequeña, delgada, de aspecto serio y mirada escudriñadora, daba la impresión de estar indagando en tus adentros, pero sin intimidar, era de trato agradable. Siempre acostumbraba de usar ropas oscuras, daba la sensación de estar en luto permanente. La vivienda de Rosa y su familia, se componía de sólo dos habitaciones. Era la primera vivienda, a la derecha, en la entrada a la casa vecinal. Una casa, que en principio formaba parte de un grupo de casas construidas para los trabajadores de la fábrica de cervezas de la empresa Franquelo, donde se hacía las cervezas ‘Victoria’ (“Malagueña y exquisita”, según el anuncio) Que estaba junto a la trasera de este grupo de casas. En sus dos plantas, vivían unas ocho familias. Con patio comunal, para el lavadero, el agua corriente y el retrete. La primera habitación, de esta vivienda, servía como sala de estar, cocina y dormitorio del hermano mayor, Joaquín. La segunda habitación, servía de dormitorio al matrimonio y a las dos hermanas y 97 esporádicamente, de cuarto de aseo. Las dos habitaciones, tenían sendas ventanas con cierres abatibles acristalados y rejas a la calle. Las dos con poyete interior. Joaquín, era compañero en la misma Institución laboral. Dos cursos más avanzados, entonces no nos conocíamos de forma personal. Pero, me reconoció cuando me vio, por las referencias del grupo de amigos, tan conocidos en la Institución. Luego, a solas le comentó a su hermana, lo del grupo, y de que no le parecía bien que estuviese conmigo. Él cursaba el oficio de automovilismo. El mismo que luego yo cursaría. Con el tiempo, nos hicimos buenos amigos. Bueno, que te estaba contando lo de la primera visita a Rosa. Al entrar, observé todo el conjunto: a la derecha, en el rincón, la cocina, formada por una peana horizontal, que servía para ubicar el fogón, centrado en el rincón, y dos paredes verticales, cubrían los laterales. El conjunto se cerraba con dos cortinas, una arriba para el fogón y otra en la parte inferior, que servía de alacena. Todo se terminaba con una cornisa, que se utilizaba para colocar los útiles de cocina. Seguía la ventana, bajo el poyete, dos sillas. En la pared frontal, junto a las sillas, una máquina de coser cubierta. En la pared frente a la puerta de entrada, una puerta, de doble hoja, la parte superior acristalada. En la pared de la izquierda, un mueble cama y a los lados sillas. A la parte derecha, en una balda, sujeta en alto, se hallaba una radio, sobre una pequeña repisa. En el centro de la habitación, una mesa de comedor, con mantel, sobre él, un jarrón con flores, no naturales. Para iluminar la estancia, una pequeña lámpara de cinco brazos. En la primera pared, la puerta de entrada, con zócalo, a forma de escalón alto, para en caso de inundación por lluvias, el agua no entrase dentro. La puerta era de doble hoja, una (la de la izquierda, siempre cerrada) y 98 la otra, siempre abierta. Y, en ese instante, en ella, yo, con cara de circunstancia. Rosa, comenzó diciendo: --- “Pasa... Mira. Pepe. A mí me parece bien que mi hija y tu comencéis una relación. Lo que no me parece bien, es que estéis en casa de otra vecina, para que sirva de comentario de las gentes. Así que desde hoy, puedes venir a verla cuando quieras, pero, en esta casa. Y cuando mi marido esté aquí, él te dirá lo que quiera decirte. Yo, como te digo, no tengo inconveniente, si tus intenciones son buenas.” El marido, el padre de Librada, Antonio, en estas fechas estaba trabajando en Avilés (Asturias), como ferrallista. Se marchó, porque le pareció que de esta forma conseguiría mejor resultado económico, para su familia. Pronto regresaría. Y regresó. Al día siguiente, me recibió, me dijo aproximadamente, lo mismo que me había dicho Rosa, pero añadió algo más, me advirtió, que si le hacía daño a su hija, se las vería conmigo. Antonio, era un hombre grandote y muy fuerte, sólo con mirarle las manos, te daba la idea de como sería el resultado de sus palabras. Todo era apariencia, teatralidad de padre. Él era una persona de un temperamento tranquilo, educado y muy amable. Sólo en casos extremos se le podría temer. Tanto es así, que como ejemplo de su personalidad, te diré que el mote con que se le conocía, en un circulo de amistades es el de ‘Caballero’. Te aclaras. ¿No? Desde entonces, tenía el permiso y la facilidad de entrar y salir de esa casa, siempre que usase el debido respeto y el horario de retirada establecido: ‘Nunca más tarde de las 11 de la noche’. También, desde entonces, fui considerado como un hijo más, se notaba el cariño con que me trataban. Hasta el hermano mayor, me trató como uno más de la familia; y yo tan orgulloso y con el mismo trato, desde mi parte. 99 Ahora, estamos repasando el año 1958. Yo, cumplidos los 18 años, Librada unos dos años menor. Nuestra relación como novios, duró casi nueve años completos. Siempre con la inocencia de la educación de aquellos años. Tuvimos altibajos, como en todas estas clases de relaciones, pero, a pesar de tener unos caracteres, no muy apropiados para una unión sentimental, la hicimos tan duradera. Económicamente, yo dependía de lo que mi madre me pasaba y de esa forma podía atender a los gastos en las salidas, en fines de semanas. Librada, había dejado los estudios sin tener un final completo. Se unían, en estos años, unas circunstancias económicas y de responsabilidad sobre las mujeres, que el destino principal, para casi todas ellas, era el matrimonio y sobre todo, mandaba más poder ayudar en los gastos de casa, aportando un sueldo, que en estos momentos era muy necesario. Trabajaba en todos los trabajos eventuales que ocasionalmente salían. Tales como las de embalajes de pasas, de higos, de naranjas y de conservas de aceitunas o pescados. Éste último tipo de conservas, era a las que no quería acudir, por el mal olor que les dejaban en el cuerpo. Pero, como pagaban, relativamente mejor, pues, al tajo. Tampoco quería que yo acudiese a las salidas, para acompañarla hasta su casa. Algunos meses más tarde, consiguió, aprobar el ingreso en la Industria Malagueña (textil) Aquel trabajo ya le pareció algo más adecuado para su forma de ser. Tenía gran afán cómo trabajadora, pronto aprendió el oficio sobre el mantenimiento y el buen funcionamiento de las máquinas bobinadoras del hilo que se producía en esa industria. En ese puesto de maestra, estuvo hasta que se casó. Desde la lejanía del 100 momento actual, se considera una decisión errónea, sobre todo en opinión de Librada. Por mi parte, una vez conseguido el aprobado del curso final y de la Reválida y de iniciar los trámites para seguir en Maestría Industrial. Continué con las vacaciones de ese año. Pero, ya me asaltaba la idea de conseguir un trabajo, lo busqué, pero no era tan fácil conseguir un puesto de mecánico de automóviles, en esos tiempos y en Málaga, no turística aún. Algunos días, me desplazaba hasta la Institución laboral, para visitar al cajero administrador, Eleuterio. Que como él era gran amante del idioma internacional Esperanto, en los últimos cursos, consiguió de la dirección del Centro, que en horas extras voluntariamente, los alumnos pudiesen aprender este idioma. Yo fui uno de los que se apuntaron. En principio, éramos casi treinta, semanas más tarde, sólo estábamos una docena; finalmente, quedamos el grupo de mis amigos. Cada vez que entrábamos en el aula, después de la última hora de clase, Eleuterio, ya estaba en el estrado, escribiendo en la pizarra el lema que él creía era el más apropiado para este aprendizaje: --- “Ciu homo debas scii du idiomoj: tiun de sia lando kaj ESPERANTO.” Traducido: --- “Todo hombre debe saber dos idiomas: el propio de su país y el ESPERANTO.” Éste buen hombre, Eleuterio, consiguió con sus contactos internacionales, a través del Esperanto, que se celebrase un Congreso Internacional, en Málaga. Nuestro pequeño grupo sería el encargado de las pequeñas ayudas que podíamos aportar, para el buen funcionamiento, actuaríamos como azafates. Todo resultó un éxito, por lo contentos que todos los asistentes dijeron estar. 101 La Dirección del Centro Laboral, nos organizó un Viaje de Estudios (verano de 1960) Para este viaje, los alumnos aportamos nuestra parte económica, con los dos últimos pagos de nóminas escolares. Nos trasladamos a Madrid, como punto medio del viaje. Pasaríamos por Granada, Jaén, Aranjuez, Madrid y regreso. Cuando comenzamos el viaje, como yo era uno de los alumnos más conocidos, me encargaron de dirigir el traslado de víveres, equipajes, y demás enseres. Cuando todos estuvieron instalados dentro de los autocares, nos dimos cuenta, que yo, no tenía asiento para ocupar. Se tuvo que realizar un recuento. Entonces, se comprobó que alguien no sumó el puesto de uno de los profesores, añadido en última hora. ¿Solución?: Pepe Recio (yo), iría sentado en una silla de escritorio, junto al conductor, justo detrás del capó del motor. De momento, no parecía muy cómodo. A las pocas horas del viaje, me quedé en bañador, alegando que tenía calor a causa del motor. Además era el único que disponía de espacio holgado y libertad de movimientos. Algunos compañeros me ofrecieron cosas para que le cambiase el puesto, estuve a poco de hacer una subasta. En Granada, visitamos la fabrica de PULEVA. Por causa del calor en ese día, todos bebimos leche de la producción, en sus distintos sabores. Algunos se pasaron en la cantidad y luego, en el viaje, fueron varios los que se sintieron indispuestos y devolvieron lo que habían tomado, manchando el interior del autocar. Dejando, además, un olor muy desagradable. Hasta que al llegar a Jaén, el conductor, con ayuda de los alumnos, baldearon con agua el interior de los vehículos. Otro caso, ocasionamos en un restaurante de Aranjuez: Nos permitieron tomar bebidas del establecimiento y 102 utilizar nuestras viandas. Entre ellas, llevábamos una gran cantidad de huevos cocidos. Por motivos del calor que soportaron en el maletero, y cuando los alumnos comenzaron a quitar las cáscaras, el olor que se produjo, era casi insoportable. Un alumno, tiró a otro, uno de los huevos, que este respondió, con el lanzamiento de otro huevo. Al final, aquello parecía una batalla campal, a huevazos. El personal del establecimiento, nos echó del lugar, a todo el grupo. La bronca, que los profesores responsables del viaje, nos dieron, fue larga y muy seria. Llegamos a Madrid. El hospedaje sería en una Residencia Sindical. La duración estaba prevista para 8 días. Como visitas, nos llevaron al Museo del Prado, al Valle de los Caídos, al Escorial. Como visitas técnicas, a STANDARD ELÉCTRICA, a la factoría PEGASO, a RODAMIENTOS S. K. F. Y así, varios días. Por las tardes, libertad de acción, para ir a donde cada uno desease. Mi grupo y yo, fuimos a visitar a mi hermana y su familia, a su casa en el barrio de Ventas. Al tercer día de estancia en la residencia, un alumno (desconocido), rompió una botella de gaseosa y los cascotes, los tiró a la taza del retrete; la mujer de la limpieza, cuando hizo la faena, se cortó accidentalmente, la mano. Y como colofón, a la estatua de San Jorge (el santo con armadura), otro alumno (desconocido), le puso como yelmo, una de las papeleras. Todo esto, causó la rescisión de pacto de hospedaje y la expulsión de todo el grupo. El regreso a Málaga, se produjo rápidamente y casi sin paradas. No tuve ocasión de despedirme de mi hermana. 103 En una de esas visitas que hice al Centro, durante este último verano, me encontré con D. Manuel, el jefe de taller de automovilismo, me preguntó de cómo me iba todo y si ya tenía trabajo apropiado. Como mi respuesta fue negativa, me entregó una tarjeta personal y una dirección de un taller, para que fuese a preguntar si era necesario un obrero de mis condiciones. Fui a donde me indicó, era un taller mecánico (Taller Alvarado), pero no de automóviles; pequeño, situado en el local bajo de un edificio en el barrio centro, en la calle Tomás de Heredia. Los propietarios eran dos socios. Me entrevistaron, y fui admitido. En el año siguiente, 1961, nos trasladamos a otro local en un edificio cercano, en la calle Duquesa de Parcent. El trabajo principal, en este taller, era sobre las instalaciones y mantenimiento de equipos de bombeo hidráulico, también se fabricaban las piezas necesarias, para las bombas y motores. Había tornos, varias máquinas herramientas y bancos de trabajo. Comencé a trabajar en este taller, yo sería el séptimo trabajador en la nómina. Yo, por ser el último en entrar en nómina, tendría que hacer los trabajos menos importantes. En éste ‘Taller Alvarado’, estuve trabajando casi dos años. Los trabajos que realizaba eran muy variados, nunca falté en la posibilidad de fallar en su buen resultado. Pero, la categoría laboral no era la adecuada y los trabajos más inferiores me eran encargados a mí, como era el último en el ingreso o escalafón. Fui aceptado por todos los compañeros, con buena camaradería. Acudí como ayudante de los oficiales a trabajos en el exterior. A veces en el campo, para reparar motobombas y tuberías de riego. Una vez, fuimos al manicomio o sanatorio, llamado San José, que precisamente estaba en la urbanización San José, cerca de la carretera de salida a Granada, para hacer los cambios de los pistones de una bomba para extracción del agua del 104 pozo, que poseía la finca. Estos pistones eran de cuero preformado y la bomba, aspirante - impelente, de doble cuerpo de bronce y acero cromado, preciosa y muy antigua. Las monjas regentes del centro, no querían cambiarla por otra más moderna, yo tampoco la hubiese cambiado, de ser mía. Estaba situada en el interior de un pozo de gran diámetro, no muy profundo. La dificultad era que estaba ubicado en el patio, donde se paseaban los enfermos residentes. Cuando terminamos y ya funcionaba todo perfectamente, al intentar salir, nos dimos cuenta que todo el brocal del pozo estaba ocupado por los enfermos residentes, mirando hacia abajo, hacia nosotros. Decidimos no movernos y no intentar salir. Como la monja que nos recibió en la entrada, noto que tardábamos, fue a vernos. Nos preguntó si nos quedaba más trabajo y al decirle nuestra opinión para no salir, nos contestó: --- “Pero, si son muy buenos; son unos angelitos. Vamos; salid.” Si, efectivamente, eran inofensivos, pero... Otra vez, había que reparar un ascensor montacargas, en un almacén de conservas de tomates, donde todo el personal trabajador era femenino. Cuando pasamos por entre las filas de las mujeres que estaban trabajando, nos tocaron las piernas, el culo y las más atrevidas, las partes íntimas. El error fue que mi compañero, quiso devolver el tocamiento a una de las mujeres, y cuando vieron la ‘maniobra’ a una de ellas, se revolvieron contra nosotros, para mantearnos. Tuvimos que refugiarnos en el foso del ascensor. Luego, al terminar el trabajo, salimos por la puerta trasera. Hice buena amistad con todos los compañeros, sobre todo, por uno que era aficionado corredor de ciclismo y al buceo. Tomamos los dos, como costumbre, en tiempos de calor, a la salida para comer, ir rápidamente, con 105 las bicicletas, hasta el morro de poniente, en el puerto y hacer varias inmersiones, nadando durante veinte minutos. Luego, a la carrera, ir a comer, con los tiempos justos para volver al taller y continuar la jornada. Con tanto ejercicio, estábamos fuertes, pero sin nada de grasas. De nuevo, me di cuenta, que al variar de lugar y de costumbres, al cambiar el estudio por el trabajo, los amigos y compañeros también cambiaron. Los anteriores amigos, fueron desapareciendo de mi entorno y cambiando por estos nuevos, los del taller de trabajo. Además, las visitas a la novia, influyó en este asunto. Al principio de éste año, 1962, segundo en Talleres Alvarado, ocurriría algo que daría un cambio a mi vida. Fui llamado para el ingreso en el ejercito. Me citaron para tallarme y revisar todo lo revisable, en el cuartel del barrio de Capuchino. Mi madre y los conocidos, me advirtieron que, en esa revisión, podía alegar el ser ‘hijo único de viuda’, para poder librarme de hacer el servicio militar. Pero, cuando el teniente me preguntó: --- “¿Tienes algo que alegar?” No se porque, yo, dije que nada. Fui dado como ‘apto para todos los servicios’. Cómo es de entender, a mi madre, esto le sentó como un tiro. Fue un gran disgusto para ella. Éste ha sido uno de los pagos negativos, que yo le hice a mi madre. Librada, y sus familiares, tampoco me felicitaron por esta decisión. El día que hicieron los sorteos de destinos, yo no acudí a verlos. Le dije a un vecino, que como él iría, se enterase de donde me había correspondido. O miró mal o no lo 106 hizo con detenimiento. Me indicó que me había correspondido a la IV Región Militar (Zaragoza), Infantería. A otro vecino de mi calle, le tocó el mismo destino. En un día del mes de agosto, cuando volvía a casa, para comer, me vio otro vecino y me dijo que a los reclutas de mi reemplazo, ya les habían llamado y les estaban embarcando en el puerto, para trasladarlos a Barcelona y luego a Zaragoza. También, me dijo, que si yo no estaba con ellos, sin excusas, me declararían ‘Prófugo’. Con toda rapidez, me fui al cuartel y cuando conté el caso, apareció un sargento algo contrariado, que por lo visto, era el responsable del listado y del embarque de los nuevos reclutas, fue a comprobarlo, con toda preocupación. Cuándo volvió éste sargento, no eran flores lo que decía, me despidió de malas maneras, diciéndome: --- A donde te ha correspondido es a ¡LA MARINA! Con destino a San Fernando (Cádiz) Continué trabajando hasta que me llamaron a la Comandancia Naval Militar, para hacerme entrega del informe de ingreso con fecha y destino, con la forma de traslado. Sería en el mes de septiembre, en la estación de ferrocarriles. Para entonces, me despedí de los jefes del taller y de los compañeros. Hasta la vuelta. Esta salida de Málaga, sería la segunda vez que yo me alejaba, pero esta era para una larga temporada. En el anden de la estación, quedaron las dos mujeres que yo siempre he querido: Mi madre y mi novia. Mi única novia para siempre. 107 A pocos días antes de mi partida, mi madre fue acaparando víveres, la mayoría en latas de conservas. El mismo día de mi marcha, me hizo cargar con un saco, donde estaban todos los víveres. Ella creería que me iba al extranjero, o tal vez, sería como castigo por no haber alegado la orfandad y dejarla sola. Pero, su verdadera intención es su creencia en la información que le habían dado sobre la posibilidad de mala alimentación de los soldados y quería que yo no pasase faltas, en éste asunto. Fue un tormento, tener que cargar con el saco, en el viaje, en los traslados y en las entradas y salidas, a cuantos sitios tuve que realizar. Dos días duró este arrastre. Ya era causa de mofa, por los compañeros y los marinos más antiguos, en el cuartel. El saco, de noche, me sirvió de almohada, para evitar el ‘saqueo’. Por fin, me dieron el primer destino, en dormitorio (sollado en marina), y pude guardar en lugar adecuado todos los alimentos. Con certeza, no estuvo bien informada mi madre, las comidas del cuartel, eran bastante decentes. Mi botín, de víveres, sólo era un lujo innecesario. Cuando se hubo terminado, claro, comía rancho como todos. En los tres meses que estuve en ese cuartel, engordé casi cinco kilos. Durante todo el tiempo que permanecí en la Marina, no recuerdo nada más que un solo tropiezo: Cuando me pasé de listo, porque tenía frío y me puse una camiseta de felpa, ropa que no estaba descrita en la orden del día. Me cazó el sargento, porque también me había pasado de listo, y estaba muy a la vista. Meses antes, unos amigos que habían servido en el mismo cuerpo, me adiestraron, con recomendaciones, para librarme de algunos tropiezos. Una de estas ideas, era que, cuando se va realizar ejercicios en botes, procurase ir contando a los compañeros que accedían a cada puesto en el embarque y procurase introducirme 108 entre los lugares 8º y 9º. Estos huecos serían para los puestos de proel y popel. Me había colocado de proel, es el marinero que en embarcaciones pequeñas, desempeña una maniobra de atraque y desatraque, ayudado por el bichero (Es una vara, de unos dos metros, de longitud, que en punta porta un garfio y un puntal) El proel va en la bancada de proa, el lugar más vistoso de la embarcación. Como con los movimientos de los brazos, las ropas se mueven, pues por la bocana del escote, se veía claramente el ribete de la camiseta. Cuando el sargento, con los prismáticos, observó las maniobras de éste bote y al dirigir su mirada hacia mí, descubrió la diferencia de mi vestimenta, por los altavoces de ordenes se oyó: --- “El bote número ocho, regrese rápidamente el embarcadero.” El cabo, que estaba al mando de las maniobras del bote se puso nervioso, y nos amenazó que si alguien había metido la pata y le daban, a él un ‘paquete’, nos íbamos a acordar, durante algún tiempo. De nuevo, atronaron los altavoces: --- “Bote número ocho. Maniobra de proa.” A las ordenes del cabo, los compañeros, se afanaron en realizar correctamente la maniobra. Ció estribor; bogó babor; luego bogando las dos bandas con suavidad, el proel, yo, utilizando el bichero, ayudé en la maniobra, hasta que la proa tocó la banda de atraque y dimos por terminada la maniobra. Sobre la tarima del embarcadero estaba el sargento de nuestra compañía. Toda la tripulación en silencio. El sargento, muy serio, mirando al horizonte, dijo: --- “En éste bote, hay algún marinero que me diga, qué dice la orden del día, referente a la vestimenta a usar hoy.” 109 Alguna mano se alzó. El sargento hizo como no verla. Y sin darme tiempo a reaccionar, se dirigió a mí y tajantemente, me dijo: --- “Dime. Tú.” Mientras yo recitaba el orden de las prendas, fui dándome cuenta de la situación: --- “... traje de faena gris, camiseta blanca,...” Aquí me espetó con sequedad: ---“¿Y, que llevas tú? Entonces, sin esperar a mi respuesta, me sujetó de la oreja derecha y me obligó a desembarcar. Se dirigió al personal del bote y me puso cómo ejemplo de lo que no se debería hacer nunca, porque la Orden del Día, es prioritaria. Luego, me preguntó: --- “¿Cómo es que siempre te veo a proa o a popa? Sabes contar muy bien. Embarca de nuevo y ponte en el puesto de primer popel. Y no quiero verte nunca más en la proa o en la popa.” El puesto de popel (uno a cada banda) es el remero que maneja el remo más largo y pesado, es un trabajo complicado izar el remo, de forma vertical, cuando te dan la orden: --- “¡Izar remos!” En todo el periodo de instrucción, que duró tres meses, los casos que ocurrían a diario, fueron, digamos normales. Tras todos los exámenes y entrevistas con especialistas en distintas materias y psicólogos, me ingresaron en una de las dos compañías, que serían ocupadas por los reclutas destinados a ser cabos 110 especialistas, con destino específico en alguna unidad naval. No asistí a ninguna maniobra, del tipo a que entrenan a los soldados de infantería, como marchas, uso de armamento, etc. Pero sí hice gran cantidad de ensayos con banderines de señales, código Morse, transmisiones de códigos de señales internacionales, tipo NATO. Cuando dieron por terminadas las jornadas de instrucción y adiestramiento, a mediados del mes de diciembre de 1962, nos dieron 12 días de permiso, para ir a casa. Luego, cada uno tenía otro destino, dado con ordenes escritas. A mí me destinaron a Cartagena. Éste corto periodo de ocio, lo pasé acompañado por mi novia, todo el tiempo posible. Como casi siempre ocurre, los jefes militares no comprenden de sentimentalismos. Y, es que la fecha escrita en la orden de traslado, era para el día 31 de diciembre de 1962 ‘Fin De Año’. Pues, nada; ese día, cargo con el petate y a comenzar el nuevo viaje. Esta tercera salida de Málaga, sería para un periodo más largo: 21 meses, con un solo y corto periodo de vacaciones. En el tren que me llevaría hasta Cartagena, me encontré con que la mayoría de los viajeros, eran militares: de aviación, de infantería de marina y el mayor número lo componía los de la marina. La medianoche y cambio de año, nos encontró, a todos, sumidos en el consumo de bebidas alcohólicas, cánticos y celebraciones. Como resultado, todos, estábamos bastante ‘alegres’. Cuando el tren se paró, el grupo de marineros que me había acogido, me invitaron a subir a un taxi y me dejarían de paso, en la puerta del Arsenal. Bajé del taxi, como pude, mi aspecto no era muy marcial, hasta llevaba al cuello, no se porque ni de quien, una larga bufanda. Los pocos metros que me separaban desde el vehículo y la puerta de ese recinto, los recorrí arrastrando el macuto, 111 mientras se oían, cada vez más lejanas las risas y voces de los que se alejaban en el taxi. Me presenté, impresentablemente, a los centinelas de la puerta y cuando acudió el cabo de guardia, hizo que dos marineros me introdujeran al interior, mientras un tercero, se encargó del petate. Cuando estuve en el interior de un dormitorio, me dijeron que me acostase. Como era tarde y algunos ya estaban durmiendo, protestaron; yo me subí a un taburete y dije, con voz ebria: --- “Pueblo de Roma; heteme ante vosotros...” Fui alcanzado por el golpe de una bota, en pleno pecho. Caí sobre la cama, de espaldas, y ahí, quedé profundamente dormido. Al día siguiente, me despertó unos golpes de atención, dados sobre la puerta del dormitorio, pero, no con rudeza. Apareció la cabeza de un marinero y dijo: ---“Señores; después del aseo, pueden bajar al comedor para desayunar” ¿-? Aquello, en nada se parecía al despertar que nos daba el sargento en el cuartel. Miré a mí alrededor y me encontraba en una habitación, bien aseada, en la que había seis camas individuales, cada una con una mesilla y armario. El ajuar de las camas, olía a limpio. Tanto el colchón, de muelles, como la almohada, eran cómodos, más que cómodos, confortables. Estaba rodeado por cinco compañeros, también, con cara de extrañeza. Comencé a ordenar mis ideas, mientras me desliaba la bufanda que tenía al cuello y uno de los compañeros me dijo: --- “Llegaste muy alegre anoche. ¿Eh?” En la puerta, había una nota, que nos indicaba la forma del vestuario a usar ese día. Procedí al lavado, afeitado y cambio de ropas, en unos aseos, que también olían a limpio. Luego, fuimos saliendo al pasillo, inspeccionando todo, algo extrañados, porque parecía 112 que estábamos en un buen hotel. Entramos en el comedor y nos fuimos acoplando a la fila, que marchaba hacia donde estaban, los que me parecían eran cocineros, repartiendo el desayuno. Cada uno, hacía lo que veía de hacer el compañero de adelante, que cogía una bandeja, pues bandeja, que cogía un bol de Arcopal, pues, bol de Arcopal a la bandeja. Al llegar al primer servidor, nos preguntaba: --- “¿Café, leche, chocolate? El cocinero de más adelante: --- ¿Churros, tortada, bollo? Cada cual, con los ojos muy abiertos, contestaba a su gusto y así era servido. Cuando terminamos el desayuno, los primeros, comenzaron a levantar las bandejas, para llevarlas a los fregaderos; más sorpresas aún, fueron cortados por unos servidores, indicando que ellos se encargaban de la retirada de la vajilla: --- “Por favor, déjenlas sobre las mesas.” Estábamos en la ‘Residencia de Suboficiales de la Armada’. Con éste trato y distinción fuimos atendidos durante nuestra estancia en este recinto: Tres meses. Durante éste tiempo, nos enseñaron inglés, para conversaciones técnicas y específicas; señales, códigos, traducciones, escrituras invertidas, recepción, transmisión. Algo de física y matemática aplicada. A resolver problemas vectoriales, de velocidades relativas, reales. Navegación en la mar. A manejar radares, teléfonos, transmisores. A manejar mapas, cartas marinas. A hacer prácticas en zafarranchos de combate de guerra naval, en superficie, aéreo o submarino, etc. El ambiente por las mañanas, en esta Residencia, era de una escuela universitaria. Por las tardes, de charlas, televisión, ocio o paseos. Por las noches,... descanso y silencio. Todos los compañeros, de esta promoción, aprobamos con buena calificación, éste curso o periodo de 113 adiestramiento. El término del cual, todos recibimos los destinos casi finales. También nos informaron, que cuando saliese en el Boletín de la Armada, todos seríamos ascendidos a Cabo Especialista (con galones verdes), y a tener un sueldo más elevado. Nos dieron nuevos destinos, a todos los componentes del curso, en unidades navales. Mi nuevo destino sería: Radarista en la corbeta ‘Princesa’, con base en Cádiz. Por este motivo, las flotillas de corbetas y destructores, atracaron en el puerto del Arsenal de Cartagena. Cada grupo de marineros alumnos, se embarcó en cada navío destinado. Yo embarqué, provisionalmente, en la corbeta ‘Atrevida’, la causa del cambio fue, que la corbeta ‘Princesa’, estaba en reparaciones. El viaje de regreso a Cádiz, lo hice como personal transportado, sin ocupación ni destino a bordo, digamos, como pasajero. La travesía me resultó tal como ir en un buque de recreo. La mar estaba en calma, llana; menos al entrar en el Atlántico, que se puso un poco picada. El cruce por el estrecho de Gibraltar, fue ciertamente, atractivo y, para mí, muy bonito ver desde esta situación, al Peñón de Gibraltar. Cuando hicimos la entrada y atraque en el puerto de La Carraca, en San Fernando (Cádiz), me comunicaron que formara en cubierta con todo lo personal. Formamos un pequeño grupo: tres marineros. Fuimos conducidos hasta donde se encontraba la corbeta ‘Princesa’, un dique seco. Es muy extraño ver en esas condicione a cualquier buque. Cruzamos la pasarela y nos presentamos al oficial de guardia. Dispusieron de nosotros como si todo estuviera ya previsto. Me indicaron 114 el sollado (dormitorio), la litera y la taquilla. Cuando iba bajando al sollado, oía a un marinero (asturiano), que estaba cantando a pleno pulmón, una canción montañesa. Me causó un efecto agradable y pensé que eso sería señal de que mi estancia en ese buque iba a ser satisfactoria. Con toda seguridad, eso sería cierto. Mi destino a bordo, era la camareta de C. I. C. (Centro de Información en Combate), como empleo principal. En éste lugar, nos reuníamos un grupo de especialistas y un oficial de destino. Te puedo asegurar, que en este grupo tan reducido (un oficial y 8 marineros), gozábamos de una armonía amistosa, de cómo una familia. El oficial, nos tenía acostumbrado, al tuteo, cuando solo estaba el grupo de compañeros y dentro de la camareta; fuera de ella, o en presencia de alguien que no perteneciese a nuestro grupo, se establecía el trato correcto y militar. Me dieron un carné, en el que se indicaba todo lo referente a mí filiación y los distintos destinos, en las diversas situaciones: Guardias, limpiezas, lugar de destinos en cada uno de los tres tipos de zafarranchos de combates, o en caso de emergencia, o en todas las posibles situaciones. En él constaba también, el número identificativo: 308 (8º puesto de la tercera compañía) Éste carné, conseguí que me fuese cambiado por el de un cabo, que se licenciaría en tres meses. Éste cabo, de apellido Marquiegui, vasco, de Tolosa, gran persona, en todos los sentidos, quiso que con su carné (el mejor en destinos), yo me beneficiara. Nos hicimos buenos compañeros, en tan corto tiempo. Él fue, por quien yo consiguiera no marearme en las travesías. Él fue quien me enseñó todos los recovecos del buque, los trucos posibles, para pasar mejor los días, etc. En horas de trabajos y limpiezas, mi destino era la limpieza de un pasillo de entrada al comedor, en la 115 primera cubierta. Éramos dos marineros, para el mismo destino. Las guardias, serían en el portalón, con armamento y a cualquier hora del día, que me tocaba guardia. Había una costumbre en la Marina, no sé si todavía se utiliza: A la salida en los días de guardia, los marineros, tenían que pasar por la enfermería, para pasar lo que se llamaba ‘inspección sanitaria’. Esencialmente, consistía en una revisión somera por el médico y su ayudante, pero que en ese momento se debería mostrar, al facultativo, los genitales, para ser inspeccionados... (¿?) Como es de comprender, en todo el tiempo, que estuve en esta unidad, además del pequeño grupo de Radarista, nos hicimos buenos, no diré amigos, sino buenos compañeros, dos malagueños y uno de Huelva. Sin embargo, con quien me hacía acompañar, en las salidas a tierra, era con el grupo de catalanes. Eran más serios y correctos. Siempre tuvieron la libertad de poder hablar en catalán o en castellano, yo nunca les critiqué cuando lo hacían en mi compañía. Esto sí, cuando me hablaban directamente, tendría que hacerlo en castellano. Cómo te dije antes, mi paso por la Marina, fue, para mí, una temporada agradable. Tanto es así, que consulté por si fuese posible mi reenganche, para proseguir y hacerlo como carrera militar. El inconveniente, estaba en que había de comenzar desde el principio; esto es, desde el Cuartel de Instrucción, otra vez de marinero raso. Me contrarió el no ser convalidado el grado de cabo segunda y continuar. Pues, no. Entonces,... Pues, no. Cuando el compañero Marquiegui, se licenció, y conseguí el cambio del carné, pasé a ser el número 102 (2º de la primera compañía) Éste puesto tenía algunas buenas situaciones: En horas de limpiezas, tendría que 116 atender a un pasillo pequeño (unos 8 m2, entre la entrada al camarote del segundo comandante y la camareta C. I. C) Sólo había dos lugares bien aseados: el botiquín y éste pasillo. Es que, el tiempo empleado para su limpieza, era 4 horas (de 8:30 á 12:30) Otro de los empleos era tener a mi cargo la biblioteca, secreta del buque. En la que estaban todos los documentos, planos, archivos del armamento embarcado, etc. Pasé buenos momentos de lecturas. En estas lecturas encontré el Archivo General de Ordenes. En él pude comprobar que la formula de dar las ordenes diarias, por megafonía, resultaba muy simple y aburridas. Tampoco se hacía uso de música ambiental, en horas de trabajos y faenas. Con el libro en las manos, consulté con el oficial de guardia y luego fuimos a donde el segundo comandante. El ‘segundo’, autorizó los cambios y envió una copia a las demás corbetas. Habría algunas ventajas: media hora más de sueño (diana a las 06:45 horas) Un cuarto de hora de plazo para entrar al comedor a desayunar (no inmediatamente, al levantarse) Media hora, para desayunar y prepararse la guardia entrante. La comida comenzaría a las 12:30 horas; no a las 13:00 horas. Estos plazos daban casi una hora más de descanso al personal. Durante las horas de trabajos y limpiezas, se pondría música ambiental; que algunos se acercaba a decir que deseaba oír. El tiempo de descanso o siesta, sería de 15:00 á 17:30 horas. La siesta, terminaba con música ambiental, con sonido suave, que iba aumentando, hasta un volumen normal. A las 18:00 horas, se daba la salida a tierra a los libres de guardias (una hora antes) A las 18:30, la cena, para todos los que estuviesen a bordo. A las 22:00 horas, comenzaban las guardias nocturnas y el silencio, para poder dormir el que ya quería descansar. A muchos compañeros les 117 agradaron estos cambios. A los suboficiales, les tenía que desconectar la música en sus camaretas. Al tener a mi disposición los planos del buque, me hice de copias de las distintas cubiertas, dependencias y dispositivos. Con esto y las fotografías que con mucha frecuencia hacía, pude hacer, luego del licenciamiento, en casa, una maqueta a escala, de esta corbeta. Me salió tan bien, que aún hoy, ésta maqueta, existe, con todo los detalles de que disponía el buque. Otra diferencia que disfrutaba, era en las guardias periódicas, que se realizan en puerto: sería el ayudante del oficial de guardia; el telefonista, si lo había en ese puerto; el encargado de difundir las ordenes del día, por la megafonía de a bordo. Desde la primera ocupación de trabajos diarios, hasta el toque de diana, con arranchado de las literas y el izado de la bandera, con el cambio de guardias. Por esto, mi guardia nocturna sería la última (la más cómoda, de 6’00 á 8’00 horas) Siempre estaría con traje blanco simple, zapatilla deportiva y normalmente, en una camareta, cerca del portalón. Tan sólo, tendría que estar atento del horario, para dar aviso al oficial y pedir permiso para difundirlas. Mientras, tendría total libertad de movimientos. En fin, éste carné, era el que mejor situación daba. En navegación no se tenía distinción, tendría que ocupar una guardia de cuatro horas, cada doce horas. Pero en la camareta C. I. C., encargándome, de forma rotativa, del radar, o de los teléfonos de ordenes, o de las mesas de navegación o zafarranchos, etc. Tengo una anécdota, te cuento: Yo siempre he sudado con facilidad y en navegación, hace calor a bordo, aunque funcione el aire acondicionado; me he duchado en alguna ocasión hasta cuatro veces en un día. Navegábamos y yo estaba en la ducha. En ese instante, se oyó por la megafonía: 118 --“¡Ejercicio de zafarrancho de combate antisubmarino! ¡Ocupe todo el personal los puestos de zafarrancho antisubmarino!” Para mí, esa situación (estar desnudo y con ese tipo de ordenes), era la primera vez. Pensé que mi puesto, en ese instante era estar en la mesa de navegación, para resolver los problemas y el resultado pasarlos al segundo comandante, y él, discutirlos con el comandante, por el teléfono de ordenes. El ‘Segundo’ estaría ya en su puesto, delante del mío, esperando mis resultados. Pues, me lié la toalla a la cintura, y de esa guisa, entré en la camareta. Como se trabaja en oscuridad, con luces tenues y directas a los lugares de trabajos, los ojos al principio no están habituados. Cuando el ‘Segundo’ se dio cuenta de cómo yo estaba, me preguntó: --- “¿Porqué estas desnudo?” Le conté lo ocurrido, y me dijo: --- “Cuando oigas ‘ejercicio’ de tal zafarrancho, te vistes y luego me cuentas por qué tardas en llegar.” Cuando terminó el zafarrancho y se dio luz normal, todos reían mi aspecto. Y cuando el ‘Segundo’ se marchó, hasta el oficial de nuestro grupo, hacía bromas y uno de los compañeros me jaló de la toalla, dejándome al desnudo total. En otra ocasión, gracias al compañero Marquiegui, que me enseñó la forma para no marearme en navegación, durante una travesía hacia Canarias, en compañía de un gran grupo de navíos, con una mar gruesa, no me mareé. A bordo, quedamos en pié, muy pocos marineros. Éramos la guardia en el puente (cuatro), los de máquinas (ocho) y dos en nuestra camareta, en total catorce marineros, el resto del personal (unos 75 hombres), estaban mareados (algunos por las planchas de las cubiertas, o en las literas) 119 Como te digo, en mi camareta, quedan dos, uno atendía al radar y yo la mesa de navegación y los teléfonos de ordenes y comunicaciones. Hasta que por los auriculares, mi compañero me comunica que ya no aguanta más. Dejé la mesa y me dirigí al puesto del radar. A mi compañero, no le dio tiempo a apartarse y soltó una bocanada de comida regurgitada... Le sustituí en el lugar que dejó y cuando me puse los auriculares y me colgué el micro, la sensación fue de total asco y bochorno, pues había manchado y llenado al completo el cono de defensa del micro, que lo solté a toda prisa y salí para echar el potaje que había tomado horas antes. Realmente, fue una época que me marcó en mis conocimientos, en mis sentimientos y en la manera de ver la vida, que hasta entonces, no tuve ocasión de comprobar. Analizando este periodo, no encuentro motivos de rechazo a la formula del mantenimiento del personal en la marina, no me sentí nunca infrautilizado y sí en todo momento, noté el calor de los compañeros y su camaradería, y por parte de los mandos, jamás vi una ocasión denigrante o descalificada, en su comportamiento. Siempre añoré, ese tiempo pasado, con agrado. Y llegó el licenciamiento... Cuando fui licenciado, regresé a casa. Nunca le pedí perdón a mi madre, por no haber intentado librarme del servicio militar. Ella, tampoco me lo reprochó. Reanudé el trabajo en el taller, donde me habían mantenido el puesto. Tan sólo duró mi estancia en este taller 97 días más. Ocurrió un gran incendio, en el edificio donde estaba este taller. Comenzó por unos almacenes, en la planta primera y 120 terminó con todo el edificio. Quedó en pie sólo la fachada de todo el bloque. Entre todo el equipo de trabajadores del taller, salvamos del incendio, gran parte de nuestros útiles, maquinaria y todo lo que teníamos en el almacén. Luego, ayudamos a los bomberos, hasta que, los responsables del control, opinaron que estábamos en situación de peligro, por ser paisanos. El incendio duró dos días. Los dos socios, pensaban rehacer el taller, pero, Joaquín, el hermano de mi novia, Librada, consiguió que me aceptasen en el taller, donde él trabajaba como oficial mecánico. Comencé a trabajar como oficial de segunda. Éste taller, era el responsable de toda la maquinaria y almacenaje del material de una empresa constructora, E. TERCA. No fue largo el tiempo de permanencia en ese trabajo, pero sí muy satisfactorio. Era un taller, digamos, tercermundista, no gozábamos de las comodidades adecuadas. El agua en los grifos, no era potable, el retrete tenía pozo ciego... Todo el perímetro estaba al descubierto, menos la parte correspondiente al taller y la oficina, que tenía tejado. El taller tenía el tejado y la pared orientada al sur, o sea, que todos los vientos norte, eran para nosotros. Pasamos mucho frío y en el verano mucho calor. En el camino al trabajo, encontré en una chatarrería y desguace, un motor que se podía acoplar en el bastidor de la bicicleta. Estaba completo, pero muy gastado. La marca era Ratón; ciertamente eso parecía. Lo compré a bajo precio. Me puse a repararlo. Lo conseguí y lo instalé en mi bicicleta. Era estupendo, marchar sin pedaleo. El consumo de gasolina era muy bajo. Ahora, si que ya era 121 la mejor bicicleta de la ciudad. Con motor y su iluminación, sobre todo de noche, resultaba tan atractiva como una feria. El encargado, Antonio, al que más tarde, sucedió Joaquín, no me tenía buen aprecio no le gusté desde el principio. Cierto día, me hizo entrega de la reparación, cosa que parecía imposible, de un cubo para hormigonar. Era de forma cúbica, con boca de descarga inferior lateral, y capacidad, un cuarto de metro cúbico. Había sufrido las consecuencias de un accidente, de caída desde un quinto piso, estaba totalmente chafado. Me dijo: --- “Quiero que me repares éste cubo. ¿Vas a poder?” Mi contestación: --- “Claro que sí.” Cuando Antonio se marchó, Joaquín, se acercó y me informó: --- “Pepe; éste tío, quiere echarte. Por eso te ha dado este trabajo.” Por consiguiente, yo le dije: --- “No me vais a ayudar en nada. Voy a realizarlo yo sólo. Le voy a demostrar cómo soy yo, al sajurdón éste.” Tardé casi cuatro días, en la reparación, sufrí bastante, puesto que me costó gran esfuerzo, calentar, apalancar, golpear, soldar, etc. Pero, cuando apareció, el encargado, para comprobar mi trabajo, se le notó la contrariedad; él creyó que no había podido conseguirlo, se asombró de cómo se encontraba ahora, el cubo, estaba mejor que estuvo de nuevo. Preguntó a todos como había trabajado y si necesité ayuda. No se atrevió a felicitarme y menos a echarme. Una vez afianzado en el puesto de trabajo (antes los contratos eran indefinidos), comencé a funcionar como una persona mayor. En verdad, hasta ahora, viví despreocupado, todo me vino servido por las 122 preocupaciones de mi madre. Tomé conciencia del tiempo transcurrido y de la larga duración de mi noviazgo. Consulté con mi madre, de la posibilidad de preparar nuestro piso, para que Librada pudiese vivir con nosotros. Estuvo de acuerdo, que podía hacer todo cuanto quisiera. Planeé el acondicionamiento de la casa. Para comenzar, me deshice del mueble cómoda de la familia Rando, y de los bártulos que tenían, dando uso del piso, cómo si fuese un trastero. Lo saqué todo al segundo portal. Allí se quedó hasta que el hijo mayor, Nicolás, pasó de visita, cómo solía hacer, para que constara que daba uso de la vivienda. Cómo cambié la cerradura, no pudo entrar, ni le abrí, a pesar que golpeara la puerta y enfadado, nos insultaba y lanzaba tacos. De esta forma me deshice de la presencia de los Rando, finalmente, no quisieron despedirse decentemente. Comencé con una limpieza general, tirando todo lo que me pareció inútil. Cambié parte de la instalación eléctrica. Repasé las paredes y les di lustre con pinturas de varios colores, dando le un aspecto más luminoso y más alegre. Un día, se le ocurrió a Librada, ayudarme en la pintura de las paredes, cuando su madre se enteró y acudió a vernos y nos encontró sólo a los dos en la casa, la bronca fue monumental. Para ella y en aquellos años, era una gran falta, estar dos novios solos, sin testigos y en un piso, que no era su casa. Menos mal que nos encontró a cada uno en un lugar, apartados; que si no, seguramente hubiésemos de haber ido a confesarnos, por lo menos. 123 Como te he dicho, mi estancia en este taller, no duró un año. Caí enfermo; el doctor dijo que era principio de meningitis. Durante la convalecencia, vino mi hermana Loli, de vacaciones, con su familia. No se como y por qué, o mi madre la convenció, o ella convenció a mi madre, el resultado fue que se decidió mi traslado a Madrid. En principio, de forma provisional. Pero, tomó cariz definitivo y ocasionó un total cambio a mi vida, y la de mi madre; por añadidura, también cambió la de mi novia, Librada. Me había despedido del encargado del taller, diciéndole que iba a Madrid, a solucionar los trámites de una herencia, que volvería después. La despedida de mi novia, fue más complicada, pero nos convenció la idea de que me marchaba para conseguir un trabajo mejor, con más beneficios. Lo más triste sería, la despedida de mi madre. Ella, ahora, sí que se quedaría sola y más vieja. Por esto te digo, que nunca entendí lo del viaje a Madrid. Ni por parte de mi hermana, ni de mi cuñado, aún menos de mi madre,... ¿Y por qué yo consentí?... ¿Y mi novia?... ¿Y su familia, por qué tampoco forzó, para que éste viaje no se realizara?... En fin, cosas que se hacen en la vida. Si lo piensas, verás que con mis conocimientos laborales y las posibilidades que se estaban desarrollando en Málaga. Habría tenido las mismas oportunidades de conseguir, todo cuanto iba a conseguir en Madrid. Y sin abandonar a los familiares, ni el ambiente de la costa. Donde con poca ayuda se pude tener una buena calidad de vida. La idea no me parecía muy acertada, pero al final, consentí en el viaje. Era fínales del mes de septiembre de 1965. Bernardino, mi cuñado, había comprado un cochecito, un ‘600’, con ese vehículo, se trasladó, con su familia, hasta Málaga para disfrutar de unas 124 vacaciones. Mi hermana, hacía ocho años que estuvo en su ciudad de nacimiento: desde la muerte de su padre. Íbamos a realizar el viaje de regreso (para mí sería el cuarto fuera de Málaga) Ahora serían cinco personas: el matrimonio, los dos hijos y yo (el cuñado) La salida empezó desde la casa de mi madre, donde ella se quedaría sola... Sería para siempre... Fue duro despedirme de mi madre. Ya sería práctica habitual, en todas las siguientes visitas y sus despedidas: Tener que verla llorar, sin que alguien le consolara. Me lo repito: “Estaría sola”. Esto era otro de los sacrificios, que hacía por su hijo. Y también me lo repito: Nunca, la recompensé. Mi cuñado iba conduciendo, yo en el lugar del copiloto. Mi hermana quería ir con los niños atrás. Quizá sería para que no la viésemos llorar. Esto lo hizo durante el tiempo que recorrimos los primeros kilómetros. En el techo del vehículo, la baca, con el equipaje de todos. El maletero, lleno de paquetes. Dentro, los pasajeros, nosotros, cinco en total. El ‘cochecito’ se portó muy bien, sobre todo, cuando enfiló la cuesta de salida de Málaga, por la carretera de Colmenar, en los Montes de Málaga. Fue subiendo, subiendo. Bajando, bajando. Ruidos de los cambios de marcha. Me parecía estar viendo la película de dibujos animados ‘Dumbo’, cuando el tren marchando decía: ---“Cuesta arriba, cuesta abajo; que fatiga, que trabajo...” Fuimos viendo aparecer y desaparecer la ciudad, por los espacios entre los montes, hasta que ya no se vio más. Ya sólo nos entreteníamos en mirar la carretera, y de como se iban pasando los pueblos y paisajes. Pocas y cortas 125 eran nuestras conversaciones. Hasta que pasamos por Antequera y la carretera dejó de ser tan empinada hacia arriba. Parecía que al ser el sonido del motor, menos bronco, nos invitaba a poder hablar. Durante el viaje hicimos varias paradas. Todo transcurrió sin novedades, ni peligros, fue un viaje apacible. Bernardino conduce bien, es muy prudente. La ciudad más importante de la ruta fue Córdoba, el resto eran los pueblos de la ruta en la carretera N – IV. Me hacía recordar todo, al viaje de estudios. Estaba, casi en las mismas formas, junto al conductor y sin hacer nada, tan solo ver el paisaje y hablar, cuando apetecía. La llegada a Madrid, se hizo por la tarde. Habíamos salido a las ocho de la mañana y duró casi diez horas. Todos, estábamos cansados. Fue al ver los primeros edificios, de la zona sur de Madrid, cuando se nos olvidó el cansancio. Ciertamente, al ser un coche pequeño para cinco personas, no estábamos muy cómodos. Entramos en la capital pasando por Atocha, por la calle Dr. Esquerdo, la plaza de Manuel Becerra, enfilando hacia Ventas y terminando en la calle Hermanos Orozco, en el número 5. Esta calle, estaba entre la calle de Alcalá y lo que los vecinos llaman ‘La Carretera del Este’, que se llama avenida de Daroca. Era una calle corta, en ángulo hacia la derecha y de sólo una dirección de circulación, desde la calle de Alcalá a la de Daroca. El edificio era antiguo, de ladrillos rojos, realizado con aparejo flamenco combinado con aparejo inglés (esto es, dispuestos a soga y tizón), sin características arquitectónicas definidas, digamos como de principios del siglo XX. De dos plantas altas, con balcones 126 retranqueados, o de proyección corta y barandillas de hierros con pocas florituras. En la planta baja, un comercio de muebles y un taller, que ya no funcionaba. Desde el portal, se accedía a las plantas altas y a un patio trasero. En éste patio, había dos viviendas reformadas de antiguos establos. El piso, donde vivía mi hermana y su familia, formaba parte de la primera planta, a la derecha. Había dos viviendas más, en la planta. Estaba constituido por un pasillo desde la entrada, hasta la cocina, que era el final de la vivienda. A la derecha, la primera habitación, comunicada con otra. Seguía el baño, con bañera, lavabo y retrete. En la primera habitación, dormían Loli y Bernardino, en la siguiente, los chicos. Las habitaciones, el baño y la cocina, tenían ventanas al patio trasero. La ventana del baño, era más pequeña y de una sola hoja. Entre la puerta de la segunda habitación y la del baño había instalada una mesita, adosada a la pared, bajo un espejo, entre dos luminarias. A la mitad del pasillo, por la izquierda, colgaba un teléfono de baquelita negra, seguía la puerta del comedor, que servía como sala de estar, y por último otra habitación, dormitorio de los padres de Bernardino. Desde que se casó mi hermana, compartió el piso con sus suegros. El padre de Bernardino, de nombre Bernardino (como su hijo, o su hijo como él), ya jubilado. De carácter apacible, aunque a veces, tenía unos arranques iracundos, por las causas más nimias y sin importancia. A tiempos, aparecía taciturno y a otros ratos era un 127 hablador incansable. Utilizaba bastón y caminaba con dificultad, que fue agravándose con los años. Tenía un afán por coleccionar sellos y algunas otras cosas. La madre, Carola (de Carolina), mujer, también, ya mayor. De trato agradable, no muy habladora. Todavía muy activa, pues, se pasaba gran tiempo en la cocina. Éste matrimonio, siempre aparentó que me aceptaron como si fuese un hijo más. Si no fue así, yo no lo noté. Lo que sí noté es que, aún siendo una misma familia, las comidas no eran compartidas; los abuelos, hacían la suya propia y mi hermana, otra diferente para los suyos y a partir de ahora, la mía también. Mi dormitorio sería en la cocina, en una cama transformable. Mi hermana, la montaba a última hora y yo la recogía por las mañanas. Esta formula, duró casi un año. Durante los días de la semana, considerados de trabajo, la hora de levantarme, siempre fue temprana, pero los fines de semana, serían a las mismas horas, porque Carola, la abuela, mantenía un horario fijo. Aunque ella procuraba no hacer mucho ruido, el trajín con los cacharros de la cocina, para hacer el desayuno, despierta a cualquiera, aún siendo el más dormilón. El resto del verano, aprovechando las vacaciones de los chicos y el tiempo caluroso, lo pasamos en una casa aislada del pueblo, con espacio alrededor, cerca de la carretera, y que Bernardino tenía alquilada para cada verano, en Las Navas del Marqués (Ávila) Mi cuñado, estaría en los fines de semana, saliendo después del trabajo. De forma habitual, los fines de semana, se formaban unas caravanas de coches y como la carretera de cerca del pueblo no estaba bien asfaltada, se producían unos adelantamientos raros, para evitar la polvareda que formaban los vehículos. Fue una temporada muy agradable y de noches muy frías. En principio, al no tener trabajo, ni empleo, los días los dediqué a conocer Madrid, sus líneas de Metro y 128 autobuses, parques, museos,... Al mismo tiempo, con los anuncios de los periódicos, iba buscando un taller, o una empresa, un lugar donde poder colocarme adecuadamente. Me resultaba algo dificultoso, pero insistía. Me acordé de la visita que hicimos en el viaje de estudios y fui a ver si sería posible conseguir un puesto en Standard Eléctrica. Aunque me tomaron los datos, me indicaron que la empresa estaba en fase de traslado a un pueblo de la periferia, y que también, tenían una regulación de plantilla. Estuve en la factoría de camiones Pegaso, pero, tampoco era tiempo de contrataciones. Acudí a la factoría de vehículos Barreiro, aquí me dieron fecha para poder acudir a unos exámenes de ingreso, a forma de oposiciones, que tendrían lugar en el mes de diciembre. Llegó el día del examen, era cercano a las fiestas navideñas. Estuve en el lugar y hora y lo realicé. La respuesta del resultado, me sería comunicada por correo. Mientras, mi cuñado, había hablado de mi situación, con un amigo. Éste amigo habló con otro amigo, que le dio la respuesta que él quería: yo, tendría que acudir a visitarle a su oficina, en un día y hora. El amigo, con el que mi cuñado habló, era Luis, conocido en cierto circulo de amistad, por ‘El Rayo’. El otro amigo de Luis, era Santos, más conocido como Señor Haro. Que a la sazón, era el Director del Parque de Maquinaria y Talleres de una empresa constructora: “Construcciones JOTSA”. Acudí a la cita, en la calle General Pardiñas, en el último edificio a la derecha, su despacho estaba en el semisótano. Ahí me recibió el ‘Señor Haro’, que es como él exigía le fuese llamado, por los subalternos o gente a su mando. De aspecto sano, moreno, con el pelo rapado casi al cero; delgado, alto y de apariencia no muy atlética. Serio, pero de una seriedad aparentemente 129 forzada, más bien obligada por sí mismo, cómo disciplinaria. Me hizo una especie de examen verbal, sobre mis conocimientos, se le notó que le interesaba más mis conocimientos sobre electricidad. Al final me informó que necesitaba a alguien que, supiese mecánica y sobre todo electricidad. Me preguntó sobre la Ley de Ohm, sobre clases de cables y se apoyaba en los conocimientos sobre grúas torres. Y también: ---“¿Que ocurre, cuando una grúa coge un peso excesivo?” Cómo mi contestación fue: ---“Pues; que se para, no eleva.” Quiso saber más sobre mis conocimientos y me ofreció un libro del manejo de grúa, diciendo: ---“Pero, sobre el plano eléctrico, ¿qué ocurre? Señáleme sobre el esquema.” Le explicaba, recorriendo el esquema con el dedo índice, mientras le hablaba. Quedó satisfecho, porque ya no me preguntó sobre mis conocimientos, ni oficios. Se limitó a pasar a la parte económica, al sueldo; me dijo: ---“¿Cuánto quiere usted ganar?” “ ¿Cuánto ganaba usted, en Málaga?” Mi contestación fue un poco exagerada: ---“Yo, gano en Málaga, como oficial de primera, 1.500 pesetas, a la semana.” Se estiró y me respondió: ---“Eso es imposible. Un oficial, en Málaga, no puede ganar tanto... Bueno, como será en pruebas, lo vamos a dejar, de momento así. Si responde bien en su trabajo, ya hablaremos.” Me explicó donde, cuando y como debería ir a trabajar y una serie de advertencias, a tener en cuenta; sobre el horario y la formula del taller de esa empresa y a quien me tendría que presentar. Luego, charlamos de Málaga, 130 de los trabajos que la empresa había realizado en Torremolinos, de cómo conocía a ‘El Rayo’. Nos despedimos y no volví a verlo hasta dos semanas después de haber comenzado a trabajar. El primer día que comencé a trabajar (el que me había indicado), fue viernes, 7 de enero de 1966. Por esto, cómo chiste, casi en serio, digo que fui dado a la empresa, como ‘Regalo de Reyes’. La jornada sería de lunes a sábado, de 8 horas y hasta las 19:30 horas. Pero, las horas de salidas, no serían fijas, pues, dependerían de las reparaciones o averías que ocurriesen. Esta formula, se mantendría hasta el final de la historia, durante más de treinta y cuatro años. A las 8 horas, menos cinco minutos, yo ya estaba a la puerta del taller. El taller era un bajo comercial de un edificio construido por la empresa, en el barrio de Pueblo Nuevo. Tardaba, andando, unos diez minutos desde la casa de mi hermana, que ya era mi domicilio. Entré y me presenté al encargado, su nombre Luis Azuaga. Era un hombre mayor, como de sesenta años, pelo canoso y escaso. Poco más alto que yo, pero de apariencia robusta, no grueso, diría que bastante ágil, para su edad. Al hablar, se le notaba cierta leve dificultad, en la parte derecha de los labios y un ligero guiño en el ojo del mismo lado, apenas perceptible. Me indicó donde tendría que estar trabajando y me presentó a los compañeros: al empleado de la fragua, al almacenero, a los mecánicos, a los electricistas, a los peones. En total, dieciséis hombres. También, me indicó que, en la ‘mili’ estaba otro joven, Pedro; que pronto regresaría, a incorporarse al trabajo, aunque aparecía periódicamente. El taller estaba instalado en el interior de lo que serían los bajos de un edificio, tenía el aspecto de ser una 131 chatarrería, por tener amontonado toda clase de útiles de obra, hormigoneras, carretillas, andamios, cubos de hormigonar, etc. Junto a la pared del fondo, estaban los bancos de trabajos. Nadie tenía un sitio definido como propio, pero, los electricistas estaríamos separados de los mecánicos y estos del resto de personal, como por grupos sin estar así especificado. Como te digo, la fecha de ingreso en la empresa, es en 07/01/1966, pero, el periodo de pruebas no llegó a una semana, la fecha de anotación en el archivo de cotización para la Seguridad Social, es 13/01/1966. La categoría como trabajador sería de oficial de primera y el número de matricula 488. Mis primeros trabajos, en esta ‘Empresa de Construcciones JOTSA’ (siglas del nombre del fundador, propietario y principal accionista: Juan Obregón Toledo, y la S, A, de sociedad anónima), indicados por el encargado, fueron reparar mangueras eléctricas, desmontar unos motores quemados en unas hormigoneras. Los trabajos eran muy simples y sin tomar mucha prisa (como me indicaban los compañeros y muchas veces) Había un mecánico viejo, que decía: ---“El trabajo, hay que cuidarlo, para que dure. Así que, tómate el tiempo que quieras.” Algunos estaban en la empresa, desde el comienzo como empresa, hacía unos doce años. Durante la segunda semana, mí primer trabajo, en el exterior, en una obra, fue en la Fábrica de ‘Caramelos Fiesta’. Obra que se estaba construyendo en Alcalá de Henares. El encargado, Luis, me dijo: ---“Coge algo de herramientas y acompáñame.” Nos subimos a su coche y salimos de Madrid, por la carretera de Zaragoza, hasta llegar a la obra, en la entrada de Alcalá. Allí había una hormigonera, con cargador de áridos, que decían no poder subir el cargador. Luis, el encargado, me pidió una llave 132 inglesa, se la di y fue a subir a la hormigonera para hacer la reparación. Yo, al ver lo que iba a hacer, le corté diciéndole: ---“Un momento, señor Luis. Soy yo, el que tiene que hacer el trabajo.” Se sorprendió de mis palabras, pero me entregó la herramienta, al tiempo que me preguntaba por si yo sabía lo que había que hacer. No le respondí nada. Sólo que me dirigí al maquinista, para que accionara la palanca, cuando se lo indicara. Hice unos ajustes en el embrague correspondiente y cuando el maquinista manipuló la palanca, la máquina funcionó como debería ser. Recogimos nuestras pertenencias y nos volvimos hacia el taller. Coincidió que el Director, el Sr. Haro, estaba de visita en el taller cuando llegamos. El Sr. Azuaga, le contó lo ocurrido en la reparación de esa hormigonera. Esto, me resultó de beneficio económico y de puntuación como buen trabajador. Tanto fue, que sin pedirlo, me aumentaron el sueldo semanal, en 100 pesetas más. Y en la semana siguiente, otras 100 pesetas más. Y al final de ese mes cobraba 1.800 pesetas (7.200 pesetas al mes, bueno para el año 1966) Éste sueldo, en estos años era considerado como un buen sueldo; que yo no estaba dispuesto a dejar perder. Me hicieron un contrato con tiempo indefinido. Les interesó un trabajador que hacía los trabajos bien, y sobre todo, que siempre estaba dispuesto a cualquier trabajo y a cualquier hora. Algunos compañeros, ya comenzaban a protestar de mi disponibilidad, pero, ellos siempre tenían pegas para hacer horas extras. Yo, como no tenía ninguna obligación en casa y la novia estaba en Málaga, pues, estaba dispuesto en todo momento. 133 En el mismo barrio, cuatro calles más al norte, se estaba construyendo un edificio, que en la planta baja disponía de un gran espacio, que podía servir de nuevo taller y almacenes. La dirección de la empresa, así lo dispuso y mientras se proseguía la construcción ya estábamos disponiendo los preparativos para el traslado. Cierto día, cuando fui a entrar al taller, para comenzar el trabajo, me advirtieron que no tocase a ningún sitio. Dentro, estaban los compañeros que llegaban antes, sin cambiarse de ropas y además había algunas personas que yo no conocía, eran policías investigando: se había producido un robo durante la noche anterior. Se llevaron algo de herramientas y un poco de dinero de la mesa de la oficina. Me hicieron un bloque de preguntas, y de muy mal modo. Luego me dijeron que al ser personal nuevo, estaba en el grupo de sospechosos. En fin, todo quedó en simple anécdota y además sin resolver. En una obra realizada en la calle Francisco Silvela, había que aumentar la altura de una grúa torre. El trabajo debía realizarse en fin de semana, en domingo. Yo era uno de los voluntarios para ese trabajo, pero como ayudante y me encargaría del empalme de la manguera eléctrica y de mando. Un trabajo fácil y de no más de cuatro a cinco horas. Comeríamos en casa. Ocurrió un incidente, con resultados, que más bien fueron desagradables, para el equipo de mecánicos montadores de grúas, y es que dos de los peones del equipo de trabajadores, eran jóvenes y con más ganas de alegrías, que de trabajar. A través del patio, entablaron conversación con unas criadas, en la casa de al lado. Justo en el piso de más abajo, salió un señor que les protestó por ser unas horas muy tempranas, en domingo 134 y que las palabras que empleaban eran poco educadas. Los trabajadores les contestaron groseramente. Para mala suerte, este señor era Inspector de Trabajo (del Sindicato, el vertical, el antiguo, el ‘estatal’ vamos...) Por si fuera, poco, no teníamos permiso para trabajar en domingo. El inspector bajó a protestarle al encargado y la bronca, no paró ahí, sino que exigió la paralización del trabajo de inmediato. El encargado, se vio obligado a llamar al director. El resultado fue que tuvimos que dejar el trabajo para otro día, pero sería en horas de trabajo normal de la obra, que tendría que paralizar los trabajos dispuestos para el lunes. Más broncas, porque nadie quería parar los trabajos. Al final, aparecieron en la obra, más jefes que operarios. Se decidió que sería más conveniente parar los trabajos y subir la grúa. Al día siguiente, lunes; yo no estaba en esta parte del trabajo. Con las prisas, se les olvidó que las mangueras eléctricas eran cortas, que el día anterior a mí no me dejaron hacer los empalmes y cuando prosiguieron la subida del mástil, los cables se partieron, produciendo una mala avería. Avisaron al taller y acudimos con mangueras eléctricas nuevas. Pero, no tenían los mismos colores identificativos, ni los mismos colores, en los hilos. Para hacer bien los empalmes, realicé un dibujo, para poder ir comprobando cada hilo, con sus números y colores. Para dar más rapidez al trabajo, me dijeron que el empalme de la parte alta, lo harían otros compañeros. Les di una copia de mi plano, advirtiéndoles sobre el cuidado de la identificación de tres colores muy parecidos. Quedamos todos de acuerdo. Pero, no me avisaron que el oficial que iba a realizar el empalme era daltónico... y se equivocó en los colores de los hilos de ese empalme. Cuando me avisaron que estaba listo y terminado el empalme, procedimos a una prueba simple, para 135 comprobar que todo era correcto. ¡Todo estaba bien! Dijeron. Más, cuando el gruísta, hizo un movimiento compuesto, se produjo el inevitable cortocircuito. Se quemó la manguera vieja y la nueva, toda, entera. Desde abajo hasta arriba, como la mecha de un petardo. La decepción, el desencanto, fue total. Había que buscar un culpable. Pero, la bronca continuaba. Aquello era más bien un gallinero. Fue la primera vez que yo grité a todos: ---“¡Eh. Lo importante es buscar una manguera nueva!” Se hizo un silencio total. El primero que habló fue el encargado: ---“Vale. Voy a pedir permiso, para poder comprarla.” Así se hizo y con la manguera conseguida y con mi plano, bien estudiado, se terminó la reparación y la grúa podía funcionar. Pero, eran las diez de la noche. Estábamos cansados, y contentos, aliviados del estrés de este día. Por la mañana del siguiente día, teníamos asamblea en el taller. El director, el encargado y todos los operarios que habíamos participado en las maniobras del día anterior, con la dichosa grúa. El Sr. Haro, con tono desagradable, relató todo lo ocurrido, a lo que no estaba dispuesto para que ocurriese otra vez, dijo. Su sentencia final: ---“Los peones volverán a las obras; el personal de contrato corto, serán despedidos. Los oficiales antiguos, perderán la gratificación del mes. Todos tendrán una anotación pendiente de más sanciones. A usted, Recio, le consideró ‘no culpable’. Seguirá con su empleo. Se puede retirar para seguir trabajando.” Lo más extraño, es con lo que remató toda su perorata: ---“... Y Pedro, cuando vuelva de la mili, no trabajará más en este taller.” (¿?) 136 Esto nunca ocurrió de esta forma, Pedro, volvió y continuó trabajando en su puesto. Y, es más, no sólo siguió en su puesto, sino que fue ‘su mano derecha’, su ‘Pedrito’... Todo continuó pasando con total normalidad, los trabajos se hacían rutinarios y sobre todo ya notaba que era uno más de esa, ya importante empresa. Ingresaron otros obreros, algunos más jóvenes que yo. Otro día que estábamos en otra obra, nos visitó el Sr. Haro, para ver como iban nuestras reparaciones y montajes. Luego, le vi conversar con el encargado, el Sr. Azuaga. Cuando pasé cerca, le oí al director comentar: ---“Si algunos de estos muchachos tuviese carné de conducir... Podríamos comprar una furgoneta, para que usted no tuviese que estar con ellos, en las obras. Tampoco, usaría usted su coche, para trasladarlos.” Al oír aquello, se me encendió un piloto dentro de la cabeza. A última hora, a la salida del trabajo, me dirigí a una autoescuela, que había cerca del taller. Me apunté a un cursillo. Con los conocimientos que recibí en la Institución Laboral, en Málaga y con las ganas que tenía, sabía que pronto tendría el carné. Al mes siguiente, el profesor de la autoescuela, opinó que yo estaba en condiciones de superar el examen. Tan solo hice las prácticas de diez secciones y fueron suficientes: ¡Aprobé! (11/03/1966) Cuando me entregaron el carné y lo tuve en mis manos, no solo estaba contento, estaba deseando ver al director. A mis compañeros no les comenté nada sobre éste asunto. A los pocos días, apareció en el taller el Sr. Haro. Tras de su coche, entró una furgoneta nueva, una Citroën ‘Dos Caballos’. Todos nos acercamos a verla. El director, le dijo al encargado que la furgoneta se quedaría allí hasta que encontrase un conductor. 137 Yo le seguí hasta su despacho. Cuando me permitió la entrada, le dije: ---“Señor Haro, yo ya tengo carné de conductor.” Saqué de mi cartera, el carné nuevo y lo puse encima de su mesa. La respuesta fue rápida: Me tiró las llaves de la furgoneta, sobre el carné, diciendo: ---“Te encargarás de conducirla, así ya no tendremos que pagar más los viajes en Metro y autobús.” En principio, la furgoneta, tendría que guardarla, por las tardes, en el taller. Por esto, el encargado, tenía que esperar mi regreso, mi aseo y cambio de ropas. Aguantó pocas jornadas. Protestó al director y decidieron darme una llave del taller y de esta forma, yo sería el responsable de cerrar las puertas del taller. Esta formula tampoco era acertada, tendrían que pagarme las horas extras, a las que yo cerraba el taller... y no les parecía suficiente garantía mi palabra, para certificar la cantidad de horas resultantes. Resultado: Sería el responsable de la conducción ‘única’ del vehículo, o sea de forma exclusiva. Sería utilizado para los trabajos y con él me dirigiría a mi casa. La indicación era que no debería usarlo para mis asuntos. Pero esa indicación se fue olvidando. Lo usaba en todo momento, hasta para ir al cine, como si fuese mío. Por ser el conductor de la furgoneta, por ser el oficial que siempre estaba disponible y por tener más edad, me fue encomendado el cuidado y el control del equipo de electricistas, muy a pesar de ser el de menor antigüedad en la empresa. Pero nadie protestó por ello, se sobre entendía y además, era el más capacitado. Éste mismo año, la empresa realizó dos traslados, las oficinas centrales desde la calle General Pardiñas a un nuevo edificio, que construimos en el final de la calle Dr. Arce, con esquina a la calle Velásquez; y nuestro nuevo taller en la calle Mandarina. 138 Con el cambio al nuevo taller, y estar el director, con oficina fija en el mismo local y disponer de otras ideas de organización, me fue encomendado el definitivo mando del equipo de electricidad, de sus equipos y almacenajes. A partir de entonces, mi trabajo era disgregado del mando directo del encargado del taller, seríamos una sección única y autónoma. Yo sería como un capataz, pero todavía sin empleo indicado en nómina, pero sí en el sueldo, que me fue aumentado. Se compró otra furgoneta, para que los mecánicos montadores de grúas, tuviesen transporte independiente y al mismo tiempo, formasen otro grupo autónomo. Éste equipo lo mandaría otro compañero, Pedrito, el de la ‘mili’. En las oficinas del nuevo taller, también permanecería con puesto fijo el administrativo habitual, Enrique. Que a consecuencias de la convivencia y la tirantez que había entre él y el Sr. Haro; consiguió pronto, que fuese, en unos días, sustituido por otro administrativo y apareció en nuestras vidas otro cuñadísimo: Damián. Sería hasta su jubilación, el administrativo del Parque de Maquinaria. El Jefe de Talleres, el señor Haro, comprobó que el sistema de especialistas y de los equipos semi autónomos, era un buen sistema para la mejor disposición y desempeños de los distintos trabajos, que el taller de maquinaria y reparaciones tenía que realizar. Para las instalaciones de fontanería, en los trabajos de obras, contrató a un oficial fontanero, Ángel Kovian (con K, como él decía debía ser) Éste fontanero, cómo trabajador especialista, era muy bueno, sabía todos los 139 trucos y tenía unos estilos muy personales en las terminaciones de los trabajos. Cómo persona, era bastante distinto al resto de compañeros. Desde mi punto de vista, tenía algún complejo sicótico, en la personalidad. Pretendía vivir en un mundo muy superior a sus posibilidades, tanto económicas como culturales. En los primeros momentos de tener conversación con él, parecía que era muy ilustrado, erudito y que tenía estudios superiores. En los segundos encuentros, ya se le veían sus faltas de conocimientos generales, que suplantaba con una amplia verborrea, de charlatán embaucador. Pero, en conjunto, era una persona de buen llevar, si no se le llevaba a extremos de mala discusión; porque entonces se desesperaba y arremetía con malas artes. Ángel, el nuevo compañero, formaría un nuevo equipo semiautónomo; pero, con la indicación del Jefe, que principalmente, mi equipo de electricistas y yo, deberíamos servirle de ayuda y transporte. Decidí que uno de los últimos oficiales de plantilla, Amor, sería el que formaría compañía en el equipo, para los trabajos de fontanería. En primer lugar, me quitaba de la presencia de Amor, del grupo de electricistas, que protestaban de él por sus malos olores. Pero, también, me protestó Ángel, por los olores; pero, principalmente, porque Amor tenía cortos los conocimientos y cortas las entradas a nuevos conocimientos. Entonces; decidí cambiarle por Enrique, un joven lento, pero, avispado para comenzar a aprender nuevas formas de trabajos, sería el que se encargaría de ser el ayudante habitual. Aunque había un encuentro de personalidades, llegaron a formar un buen equipo para el trabajo. Ángel, manejaba casi con desprecio a Enrique y éste, al ser más joven y sumiso, soportaba los malos arrebatos de su ‘jefe’. 140 Con el paso del tiempo y del continuo encuentro diario, en el taller y principalmente, debido a mi forma de llevar el trato personal con los compañeros, fui conociendo todo lo conocible de este individuo y al tiempo compañero en los trabajos. Conocí a su madre, a su mujer, Mari; mujer algo gruesa y sumisa a las exigencias de su marido, que no eran de trato muy cortés. A sus hijos, Almudena, la mayor. Una niña preciosa y delicada, la que hacía llorar de cariño a su padre y por que no podía darle más de lo que él deseaba. Ángel, el hijo pequeño, que nació en unos momentos en que sus padres, no necesitaban y no querían tener más hijos. Además; en estos momentos, las relaciones con los familiares de ambos, no eran los mejores. Tan mal se encontraban estas relaciones que no tenían quienes pudiesen ser los padrinos para bautizarlo cristianamente. Para este cometido, se vio obligado a pedirme que fuéramos, Librada y yo, los padrinos en el bautizo de su hijo. En conciencia, nos vimos, también, obligados a acceder a su petición. Librada, no estaba de acuerdo, pero, por el cariño que le tenía al niño, consintió en ser la madrina. Verdaderamente, no hemos ejercido cómo tales padrinos. Con el paso del tiempo, se mudaron del barrio de Pueblo Nuevo, al pueblo de Mostoles, donde consiguió comprar un pequeño piso trasero y barato. Allí le fuimos a visitar varias veces, luego se fueron alargando el tiempo, entre las visitas, hasta acabar por no haber más visitas. Y es que a Librada, no le terminaba de agradar las maneras de Ángel; que llegó a pedirnos algún dinero prestado; que después de un tiempo, que no lo devolvía, convencí a Librada, que le perdonásemos el préstamo. Me costó convencerla y siempre me lo recuerda. Pero, fue forzada ésta condonación, por el cariño que teníamos a los hijos de estos amigos, hijos que eran amigos de nuestros hijos. 141 La idea del presidente (D. Juan Obregón), era que la empresa, diese la apariencia de ser una empresa familiar y verdaderamente, todos conseguimos el objetivo, con nuestras familiaridades y además por intentar y a veces conseguir introducir a nuestros familiares, a trabajar en algunos de los puestos disponibles. Yo me apunté a éste sistema, y años más tarde conseguí que dos de mis hijos (Pablo y Susana) fuesen trabajadores fijos de plantilla, hasta el despido colectivo final. Éste año de 1966, estuvo lleno de cambios que afectaron de lleno a mi vida y que encauzaron el destino, afianzándome como vecino fijo en Madrid. Como todos estos cambios eran beneficiosos y hacían que mi economía particular, presentara una visión de confianza, la mentalidad me fue cambiando también. Comencé a hacer planes para poder casarme con Librada. Para ello, hice una propuesta a mi hermana y cuñado: Me pondría manos a la reparación y acondicionamiento de una de las viviendas que había en el patio trasero, para que sirviera como domicilio del nuevo matrimonio, si todo era aceptado. Teniendo en cuenta que la casa era de los padres de Bernardino, ellos se encargarían de hacer las consultas adecuadas. A mí no me llegaron comentarios contradictorios, tampoco muy satisfactorios. Por la boda, tampoco hubo comentarios contrarios, me parecía que todos estaban de acuerdo, porque nadie me dijo ni una frase en contra. La vivienda a la que me disponía a usar, era usada por la familia como trastero. En primer lugar quise tirar todo lo que me parecía inútil, pero encontré ideas en 142 contra, parecía que todo aquellos cacharros y bultos eran todos de gran utilidad. Te indico como era y como quedaría la vivienda que utilizamos como primera vivienda de mi matrimonio: Desde el portal, se pasaba al patio, que era rectangular; en el fondo izquierda, había un retrete y una pequeña habitación, que estaba utilizada, por el padre de Bernardino, como almacén de sus cosas particulares. En ese mismo lado, estaba la vivienda, que constaba de seis habitáculos: Cuatro habitaciones, una pequeña entrada y una cocina. El piso tenía un nivel del suelo inferior al del patio. En el umbral, había un escalón de poca altura, hacia el patio, pero de unos 30 centímetros de altura, hacia el interior. La puerta de entrada, era amplia, partida en dos secciones, la media inferior entera, la parte superior acristalada, con una tapa, que podía ser retirada de forma deslizante, con la puerta abierta. La parte inferior, podía quedar cerrada, y la parte superior, se podía mantener abierta, para dar luz exterior a la entrada, que disponía de las puertas de acceso a la cocina por el frente y por los lados a cada una de las habitaciones con ventanas al exterior, desde las que se podía llegar a cada una de las habitaciones interiores. La habitación interior de la derecha, tenía una puerta centrada en la pared, con dos hojas con cristales. Por ello, consideré que esa sería destinada a almacenar todos los paquetes y bártulos, que se repartían por las habitaciones, pues la otra habitación interior, no tenía puertas de separación. Antes de pintar las paredes, reformé parte de la instalación eléctrica. Quedaron tres habitaciones disponibles, la entrada y la cocina. La cocina no tenía luz exterior, sólo la que podía pasar desde la puerta de la entrada. Había agua potable de entrada, pero no tenía salida de aguas residuales. Esto de momento, no me pareció que era un problema. Pero, cuando se utiliza una cocina, se genera cierta 143 cantidad de agua sucia. Consulté, con Bernardino (padre) y no me permitió que hiciera ninguna reforma, para yo mismo hacer el desagüe... (¿?). La cocina disponía de un mueble metálico de cocina compuesta, para ser utilizada con carbón. Nunca la utilizamos. Instalé un mueble de cocina a gas, con botella de butano. Algunos mueble colgados y bajo el grifo, un mueble con fregadero. El desagüe se vertía a un cubo, que cada vez que se llenaba, se tiraba el contenido al retrete que estaba en el exterior. Esta mala formula, lo sufrió Librada, por espacio de cinco años. En verdad, era una tarea penosa y desafortunada. Todavía no me lo ha perdonado. En la primera habitación de la izquierda, con ventana al exterior, decidí que sería utilizada como dormitorio y la habitación interior, como ropero y vestidor. Compré un dormitorio muy moderno, para esos años, con un ropero de cuatro cuerpos, mesitas, lámparas y colchón de muelles. El resto de muebles, pensé, sería más conveniente, que la novia, se encargaría de su compra, cuando ella estuviese aquí. La casa, no era un verdadero ‘nido de amor’, visto desde la perspectiva actual. Ahora, considero que fue otro de mis errores, en esta vida. Pero, creo que estaba forzado por la situación. Estar en casa de mi hermana, durmiendo en la cocina; lejos de mis lugares, de mi madre y de mi novia, son cosas que a cualquiera hace no ver otra salida más apropiada. La idea de la boda, le pareció buena a Librada (quería tenerme a su lado) Ella y mi madre, habían estado en Madrid, para visitarnos. Vio como era la casa. Y el amor que me tenía, le hizo no ver los problemas, que se le presentarían, cuando estuviese aquí. Tampoco, estuvimos muy acertados, para detectar, que aún, estando cerca de mi hermana, ¡estaríamos solos! Lo único que consideramos, es que yo tenía el mejor trabajo y con 144 vistas a tener más ventajas laborales y económicas. Ni por nosotros, ni la familia, encontramos grandes problemas. Así, que todo estaba encarrilado y con ideas buenas. En los días que estuvieron, mi madre y mi novia, visitamos todos los lugares a los que yo les llevé, con la furgoneta de la empresa. Estuvimos en el Escorial, el Valle de los Caídos, el Retiro,... por las calles de Madrid. Fueron días muy ocupados. Otra de las cosas, que no consideramos con suficiente detenimiento, (que fue un error), es que al casarse y marchar a Madrid, Librada, dejó su trabajo. Un trabajo que a ella le gustaba y que estaba próxima a ser ascendida de categoría laboral. En otro sentido, su madre perdería la presencia de una hija y se vería privada del aporte económico del sueldo, que Librada tenía. De los preparativos para la boda y de los trámites administrativos, se encargó Librada, personalmente. Yo desde Madrid, poco podía hacer. Además, no utilicé la mitad del permiso de vacaciones, de esta forma, tendría más dinero para la boda y los billetes del viaje de vuelta. La fecha definida para la boda, sería el 25 de septiembre de 1966. Buen año de cosechas de uvas y aceitunas... Nada más. ¿Recuerdas que mi hermana se vino a Madrid, a casa de su tío Antonio? Pues, ese tío no tuvo descendencia y se cubría la falta con sobrinos. Izo que se trasladase a Madrid al primo Juan (al que yo le llamaba el favorito del ‘Moreno’, mi padre) Juan era camarero, en Málaga. Trabajó en compañía de mi hermano, en las mismas tabernas, llamadas ‘El Sur’ y ‘La Manchega’. Y de camarero también trabajó en Madrid. Estaba casado y 145 con dos hijos. Al hijo varón, mi tío, consiguió que entrase a trabajar como conductor, en el Ministerio de Marina. Estaba casado y con un hijo pequeño. La hembra o hija, ya te dije que se casó con el hijo de Isabel (Paquito), la mujer de mi hermano. Mi tío Antonio, marchó a Alemania, como emigrante. Desde allí, consiguió llevar a su otro sobrino, el hijo de mi tío Rafael, Juani. Precisamente, mi hermana me telefoneó ayer, para decirme que en éste día (hoy 25/03/2004), estaban enterrando a Juani, en Torre del Mar. Cuando murió, no estaba en buenas condiciones, ni físicas ni mentales. Tuvo un final lamentable. Esto me da para pensar, en la cantidad de familiares que ya no están vivos. A la fecha de hoy, de los que te he hablado: Mi abuela, sus hijos Juan, José (mi padre), Rafael y Antonio y sus esposas; Antonio (mi suegro), su mujer Rosa; mi madre, mi hermana Carmela, su marido Joaquín y su hija Carmina; mis tías Lucia y Carmela; mi primo Juan y su mujer; Paco el hermano de Bernardino, sus padres Carola y Bernardino; Genoveva la hermana de Bernardino (padre); mi madrina Mercedes y su marido Antonio y éste primo Juani, motivo de éste recuerdo y de esta lista, que a día de hoy y sin contactos con las gentes de Málaga, no sé de cuantas personas cercanas más, Q. E. P. D. Como se suele decir: ---“Que nos esperen largo tiempo; si esta vida se lo merece.” Te estaba relatando sobre los días anteriores a mi boda. Quería que te dieses cuenta de los familiares que tenía en Madrid. Falta por recontar los familiares por parte de mi cuñado Bernardino. Estaban Paco, su mujer Amparito y sus dos hijos Javier y Almudena y por otra parte, la tía de Bernardino Genoveva. Ahora repasemos la lista hacia atrás, de los familiares que estaban en Madrid: Genoveva, Paco su mujer Amparito y sus hijos Javier y Almudena, los abuelos Carola y Bernardino, mi 146 hermana Loli y Bernardino, sus hijos Ana María y Ricardo, mi primo Juan, su mujer Rafaela, su hijo Manolo y su mujer Nucha,... Todos tenían motivos personales, para no poder asistir a la boda. Cierto, que a mi hermana y su familia en Madrid, el roce familiar que yo les tenía, era de un año escaso y a los primos, la suma de éste roce o trato familiar, alcanza un total de pocas horas, contadas de formas alternas. Por eso, cuando fuimos a casa, del primo Juan, para hacer una visita periódica y comunicarle la fecha de la boda, cómo en forma de chiste, me dijo: ---“Que sólo te vas a ver, Pepe.” Esta frase, nunca la he olvidado, no con desagrado, creo, que con cierta lánguida indiferencia. Pero, que ahí está. Yo comenté: ---“Bueno. Mientras asistan los novios...” Llegaron los calores del verano de Madrid. Había previsto para la boda, utilizar los días de permiso, que por ley me pertenecían y algunos días de las vacaciones anuales, y así disponer sólo un total de veinte días. El resto, los trabajaría, para tener más dinero disponible. Me despedí de mis compañeros de trabajo, con una pequeña celebración de despedida de soltero; cosa escasa, en verdad. Nos limitamos a unas reuniones en bares, con tapas y bebidas. El encargado del taller, el Sr. Azuaga, me dio algún dinero y entre los compañeros, reunieron otra parte. Con sus parabienes, me separé de ellos, hasta el regreso. Que sería ya como persona casada. Dejé la furgoneta, los trabajos pendientes y a cargo del equipo de electricistas, a un oficial distinguido, por su buen hacer y profesionalidad. 147 Desde el punto de vista, en estos años actuales, no se puede comprender, que nadie, ni familiar, ni amigo, me diese una charla de las formulas, o de las normas más elementales, que ha de manejar una persona que se casa. Cómo se ha de comportar el recién casado. Todo lo que yo conocía, era el trato de los esposos conocidos, de familiares o amigos, o de algunas lecturas. Y, no precisamente de San Juan de la Cruz. Pero, nadie me dio un consejo de manera acertada o con buena voluntad. A ninguno de los dos novios. Y es que, ni en Madrid, ni en Málaga. Para mí, era como el que abandona el buque, en una emergencia; y ‘que Dios te ampare hermano’. Bernardino y mi hermana, me llevaron en su coche a la estación de Atocha. Allí me despedí de ellos y regresé a Málaga, de donde salí hacía un año. Con mi llegada a Málaga, noté, otra vez, la gran diferencia entre las dos ciudades. Madrid es como muy individual, bulliciosa, seca y ruidosa por los vehículos en las calles. Sus habitantes van ensimismados, serios. Sobre todo, se nota viajando en el Metro. Málaga es más húmeda, estrecha en el trato personal, las gentes se comunican sin complejos, aparentan menos solemnidad en las calles y en los transportes públicos. Es..., era menos ruidosa, por los vehículos en las calles, pero más ruidosa, por la forma de hablar de sus gentes. No te estoy hablando del momento actual, ¿Entiendes? Los encuentros con mis dos mujeres (mi madre y mi novia), fueron muy entrañables. Son un buen recuerdo. Me pareció que el tiempo no había pasado, todo volvió a ser igual que hacía un año. Mi madre, había ahorrado para comprar cosas, que tendrían que ir a Madrid. Fuimos a comprar una vajilla y una batería de cocina. Compramos ropas interiores, calcetines, pañuelos... También, Librada, tenía un ajuar, preparado por ella y 148 su madre, que durante tiempo, habían ido guardando. En parte, iría con nosotros, en el viaje de vuelta a Madrid y el resto, sería enviado por una empresa de transportes. La novia, su madre y su hermana, se habían entregado en el vestido de boda. Mi madre se entregó en tela de traje de caballero y un sastre, me izo a medida, el traje de boda y sobró tela para unos pantalones. Todo tenía cierta rapidez, porque los días, no serían muchos, para la boda y para volver a Madrid, pero, todo tuvo su tiempo y medida. Tuvimos pequeños regalos de casi todos los familiares más cercanos malagueños. Tampoco esperábamos gran cosa. Los tiempos y las economías, no estaban muy boyantes. La boda se celebraría en la iglesia de San Pedro, muy cercana al domicilio de la familia de Librada. Era una época calurosa. En Málaga el mes de septiembre, es todavía pleno verano. Dos días antes de la boda, mi madre y mi hermano, decidieron encargarse de hacer la reserva de una habitación, decidieron que sería en el Hotel Lis, en la calle Córdoba, era un hotel de una estrella, pero muy distinguido. El día anterior a la boda, fue un día atareado, todos queríamos que saliese todo muy bien. Los novios nos despedimos, un poco tarde. Cuando llegué a la casa de mi madre, ella me esperaba. Se le notaba algo diferente, quería aparentar tranquilidad, pero, no lo conseguía. Aunque nunca me lo dijo, era fácil de entender, que no estaba muy de acuerdo, en que me marchase a Madrid y esta vez, ya no tenía el remedio a la mano: todo estaba decidido. Equivocadamente, pero estaba decidido. Estuvimos charlando largo tiempo. Reconozco, que no queríamos que el tiempo pasase. Sabíamos, íntimamente, que en pocos días la separación tendría forma 149 definitiva. Era muy tarde cuando decidimos acostarnos, para poder descansar del cansancio, por los nervios. Después del despertar y hacerme a la idea que este era el último día de soltero, nos arreglamos, mi madre y yo, para desayunar en el bar de la calle Cuarteles, donde íbamos con frecuencia. Continuamos con los últimos preparativos. Uno de estos preparativos, sería llevar al hotel concertado, una pequeña maleta, con ropas y cosas de Librada y mías. El baño y el afeitado, lo hice con detenimiento. Sería la última vez que usaría el gran barreño de cinc y el agua calentada en la cocina. La comida fue ligera, ninguno de los dos teníamos muchas ganas de comer. Por fin, comencé a colocarme las ropas que tenía preparada para la boda. Los toques finales los realizó mi madre. Y los terminó con un largo beso... y unas lágrimas, que pronto hizo desaparecer, diciendo que tenía que estar bonita. Ella sería la madrina de mi boda. También tenía el traje escogido y preparado para este acontecimiento. En realidad, este sería el máximo lujo que aportábamos para este caso. Iba a ser una boda sencilla; nada parecida a las que se realizan en estos días. Pero, sí con todo el cariño y sentimiento adecuado para estos momentos. Estuvimos preparados con bastante antelación. Mientras, recibimos la visita de varias vecinas y amigos. Hasta que apareció el coche concertado y engalanado para la ceremonia. Era un coche de marca americana, muy amplio y largo. Cuando se paró ante nuestra casa, las vecinas y los niños se agolparon para ver como iban la madrina, su vecina Lola y su hijo Pepito. Creo que era la primera vez, que veía a las vecinas de besar a mi madre, y a mí darme golpecitos en la espalda, felicitándonos. Subimos al coche y en poco rato estábamos ante la iglesia. La distancia no llegaba al medio kilómetro. A la puerta, ya 150 estaban algunos amigos y familiares. Entramos y nos dirigimos al hasta el altar. Esta iglesia es de estilo neoclásico, sin extravagancias, de planta en cruz latina simplificada. Posee algunas capillas en las dos naves laterales. En fin una iglesia normalita, sin muchas pretensiones. Por estar ya dentro, nos perdimos la vista de la marcha y entrada de la novia, que el traslado lo realizó a pie. Puesto que la casa, donde vivía, distaba unos 150 metros y las calles eran estrechas. Vino del brazo de su padre, que sería el padrino. Según, luego me contó Librada, disfrutó del paseo. Los vecinos le formaron una carrera entre dos filas, desde donde les aplaudían y les felicitaban. Desde nuestro puesto, ante el altar, que podía verse hasta la calle y todo el pasillo, entre los bancos, ocupados por los asistentes, la vimos llegar, estaba más bonita que el día anterior y se la notaba tranquila. No así a su padre, que demostró ser de todos el más nervioso. Sobre todo, cuando se le pidió que diese los anillos y entendió que tenía que pagar algo y sacó la cartera. Fue un momento simpático. Después de la ceremonia y sus diligencias, nos llevaron a casa de unos amigos, que ya se casaron anteriormente, para en ella, el fotógrafo, contratado hiciera el ‘reportaje’ pertinente. Luego nos llevaron a casa de, los que ya eran mis suegros. En ella y en el pasillo de entrada y en la calle, estaban los vecinos, los amigos y los familiares, que ya habían comenzado a celebrarlo con una pequeña fiesta, con bebidas y bocadillos. Todo muy simple y reducido, como en familia, nada de banquete en un restaurante. Ya el sol se estaba poniendo y decidieron que los novios se tenían que retirar. Para ello a Librada le hicieron cambiar de vestido. Nos fuimos despidiendo de todos. Era el tiempo de los achuchones y frases raras. Nos 151 fuimos con otra bolsa o maleta pequeña, con cosas de última hora. Como la distancia no llegaba a los dos kilómetros y por calles conocidas, dimos un paseo, ya del brazo de mi mujer y ella de su esposo, hasta el hotel. Entregamos la maleta en recepción, para que la subiesen a la habitación y seguimos el paseo, era temprano. Luego de dar vueltas por las calles del centro de la ciudad, entramos a un cine. Salimos sin haber terminado la película. Cenamos en la terraza de un restaurante céntrico. Antes de la media noche, nos dirigimos al hotel. Cuando pedí la llave de la habitación, nos acompañó el botones, para ver si todo estaba en perfecto orden. Así nos pareció. Se despidió con felicitaciones y sonrisas. Como te conté anteriormente, sobre estos primeros momentos de la vida de un matrimonio, nadie nos contó o aconsejó, las formas o maneras de comportamiento. Todo lo hicimos de las maneras que mejor nos pareció. Sobre las formas de prevención de los embarazos, olvídate, que de eso era en esos tiempos, además de tabú, era impensable y tampoco teníamos información. Eso sí, como éramos jóvenes y saludables... y además, sin estrenar... Llegamos en esa noche, hasta ‘el quinto’... Y, en la noche siguiente,... también. Por éste motivo, se me encendió el piloto de ‘la reserva’. Me puse muy malito, tanto que a Librada, se le pasó por la mente llamar al médico del hotel. Cosa, que al fin, no hizo. Nos tranquilizamos y con dormir largo tiempo, y con abrazos cariñosos, pasamos este raro temporal, que nos sirvió de anécdota. De estas formas, tan solo, lo supo pronto, Rosa (mi suegra) 152 La separación de nuestras familias, sólo duró dos días. Volvimos a reencontrarnos, primero, con mi madre, en el hotel donde trabajaba y más tarde, fuimos a casa de los padres de Librada. Al día siguiente, sería el viaje a Madrid. Nos acompañaron a la estación del tren. Levábamos varias maletas y bolsas. El resto de nuestras pertenencias, ya fueron enviadas a Madrid, por una agencia de transportes y la recogeríamos cuando estuviésemos allí. Las despedidas fueron largas y con cierto tono de tristeza. Pues, ya no sabíamos cuando tendríamos ocasión de regresar. Todo eran recomendaciones y consejos ya sabidos. Subimos al vagón y entre saludos y miradas entristecidas, el tren nos llevó al comienzo del viaje, que nos llevaría a una capital, que aún hoy día, Librada, no ha podido, ni ha sabido,... ni ha querido,... estar en ella, como una ciudadana integrada. Su mente continúa en Málaga. Ciudad, que ya no conoce. Y que añora, constantemente, con el pensamiento puesto en volver. El viaje lo hicimos en la segunda categoría, en un compartimiento para ocho personas. Tendría el sentido de cómo un ‘viaje de boda’. Pero, no era tal. Ni la formula era la adecuada, ni teníamos poder adquisitivo para esa forma de viaje. Pero, sí tenía la forma de la entrada a un túnel, a un lugar desconocido y sin saber como seguiría. Yo sabía, que lo que le ofrecía a mi esposa, no era muy digno. Pero, la intención era poder ir dándole, cada vez más, todo lo que pudiese lograr. Y estaba dispuesto a trabajar para ello. El puesto de trabajo, que había conseguido, me daba la idea que con él lo iba a conseguir. 153 Llegamos a Madrid. Librada, estaba tan ilusionada, que no se daba cuenta de donde entraba, en mi compañía. Esta ilusión tuvo su primer golpe negativo, después de los saludos y conversaciones con mi hermana y su familia, y entramos en lo que desde ahora sería nuestra casa. Cuando accedimos al patio y fuimos hacia la entrada de la casa, creo que ella estaba tan perdida, como Hansel y Gretel de los cuentos de los hermanos Grimm. El tiempo no era frío, pero cuando entramos en la primera pieza de la casa, se notó la frialdad de la vivienda. Más aún, que se demostró el poco tacto, por mi parte, de no cubrir la cama con una colcha o alguna cubierta más aparente. Aunque todo estaba limpio y los muebles eran nuevos, el aspecto no resultaba muy acogedor. A esto, se le podía añadir, que sólo estaban ocupadas dos habitaciones, con los muebles del dormitorio. La cocina estaba a medio cubrir; faltaba una mesa y sillas. El recibidor, era un cuadrado vacío, con puertas en los cuatro lados. Y la habitación que dedicaríamos a comedor, estaba vacía. La otra habitación restante, estaba llena de trastos, ordenados con gran desorden. Librada no demostró contrariedad, pero tampoco gran entusiasmo. Dejamos las maletas y los paquetes y nos dedicamos a poner en orden, primero las ideas y luego las cosas empaquetadas, para darle un poco de calidez a la casa. El resto de cosas, que habíamos mandado por transporte, teníamos previsto recogerlo, cuando tuviese de nuevo a mi disposición, la furgoneta de la empresa y que aún faltaba para ello, cinco días. Cuando terminamos de colocar las cosas y dejar vacías las maletas y los paquetes, subimos a casa de mi hermana, que en esto había quedado, para cenar y pasar el resto de la velada. 154 Los padres de mi cuñado, cenaban siempre en la cocina. Nosotros dos y los cuatro, que componían el conjunto familiar de mi hermana, nos acoplamos alrededor de la mesa de comedor y cenamos todo lo que Loli, nos sirvió. Las conversaciones fueron muy variadas, casi todas encaminadas a entretener a Librada, para animarla a sobrellevar las nuevas formas, en las que se entrenaba. Mi hermana Loli, nos ofreció la formula para el aseo integral: poder usar el baño de su casa, las veces que quisiéramos. Terminamos la velada, nos despedimos y bajamos a la casa en el patio trasero, la que sería a partir de ahora nuestra vivienda. Esta sería la primera noche, en esta casa. Esta noche y las siguientes, durante el tiempo que pasamos en esta casa, las recuerdo con una sensación extraña, cómo de algo que no debió ocurrir, que tuvo que ser de otra forma. Pero, no es posible dar marcha atrás. No es que esté arrepentido de lo ocurrido en todos estos años, es que creo que debió ser de otra forma. De poder volver a empezar, no cambiaría nada de lo acaecido, pero, sí los detalles. Al día siguiente, nos dispusimos a comenzar con nuestra nueva vida en conjunto y en una ciudad, todavía desconocida; más para Librada, que para mí, porque yo ya estaba en ella desde hacía un año. Para ella, sería más duro, su preparación y conocimientos para llevar un hogar, eran limitados. Por mi parte, tampoco le fui de gran ayuda, también estaba limitado en estos conocimientos. Por la tarde, salimos a pasear por el barrio, con la intención enseñarle las calles cercanas y luego ir a un cine. Subíamos por la calle de Alcalá, ya en Pueblo Nuevo, Librada se paró para ver unos escaparates de muebles. Me dijo que sería necesario comprar, para la cocina, una mesa y sillas. Entramos, preguntamos por el precio de una, que le pareció adecuada y la compramos. 155 Fue nuestra primera compra, en conjunto, para la casa. Con el pago de esta compra, nos quedó tan solo, 350 pesetas, en el bolsillo. Económicamente, poco más sería nuestro capital. Decidimos volver a casa, sin ir al cine. Pero estábamos contentos, por haber efectuado nuestra primera compra. Esto me hizo proponer terminar con los días de permiso, volver al trabajo y de esa forma poder tener más sueldo disponible. Al día siguiente, me presenté en el taller, dispuesto a trabajar. La sorpresa fue grata: Me encontré con un resto de sueldo sin cobrar y con un reajuste, por aumento de sueldo. Con éste cobro de sueldo y sobre todo la noticia del aumento, del salario y de la categoría, me hizo estar ansioso por volver a casa. Y es que la noticia le tendría que alegrar a Librada. Éste aumento, conllevaba la confirmación como jefe de equipo, pertenecer al llamado ‘equipo de la plantilla’ de personal de la empresa y más importante, tendría otros derechos, como a cobrar cuatro pagas más al año, una paga de beneficios final de año, participar en reuniones de personal cualificado, y algunas cosas más. Además, en la nómina, tendría un plus por el matrimonio. Cuando entré en casa, Librada me recibió como si hubiese pasado largo tiempo sin verme, se pasó largo rato abrazada a mí, besándome y estrujándome. Cuando le conté lo del aumento de sueldo y categoría en la empresa, no se alegró tanto, como de cuando me vio entrar. Mi hermana y mi cuñado, se alegraron, pero no tanto. Eso sí, reconocieron que su participación no había resultado infructuosa. Vamos, que les había demostrado que servía para algo. Los fines de semanas, los dedicábamos a realizar excursiones al campo de los alrededores de Madrid y visitar algunos pueblos. Cuando salíamos todos juntos, 156 nosotros dos, siempre iríamos en la furgoneta de la empresa. A los aumentos y beneficios, también tuvo acceso mi compañero ‘Pedrito’. A él le hicieron jefe del equipo de montadores de grúas, también le dieron una furgoneta, para el trabajo y podría usarla en casos particulares. Seríamos dos equipos independientes del taller, que sí lo tendríamos como base. Estaríamos a las ordenes directas del director del Parque de Maquinaria. Siempre, con la deferencia al encargado del taller; pero, el personal de los dos equipos, estaría a nuestras ordenes particulares: Yo con los electricistas y Pedro, con los mecánicos montadores. Con el paso de los días, mi empeño era reafirmar mi puesto de trabajo, pues, era evidente que las perspectivas de futuro, tendría sus frutos y buenos beneficios. Esto tenía un inconveniente: las horas de entradas al trabajo, casi siempre, sería a las ocho horas; pero, las salidas, no tendría ya hora fija. Con el consabido perjuicio, para la mutua compañía en mi matrimonio. Pero, es de comprender que ciertas ventajas, tienen sus inconvenientes. Esta circunstancia, jamás la entendió Librada. Todavía, hoy, me acusa de ello cómo si hubiese cometido un pecado grave, sin comprender que era para poder tener cierto desahogo económico. Yo entiendo, que ella estaba lejos de su familia y de su Málaga. Sin las ayudas que su madre y hermanos, les podría ofrecer. Más aún, que a pocas semanas de estar en Madrid, ya notó los síntomas de estar embarazada y en una ciudad que nunca la sintió como propia. Mientras yo trabajaba, sólo tendría la ayuda o compañía de mi hermana, pero, eso no era suficiente, en realidad se sentía sola. Y, yo casi 157 siempre aparecía por casa, con alguna hora extra de trabajo. Para todo el tiempo de éste de embarazo, y como veían que Librada, no aparentaba tener buenas formas, su madre (Rosa), le propuso que su hermana Beatriz, vendría a Madrid, para pasar una temporada, para poder ayudarla y hacerle compañía, antes y después del parto. Así se acordó y así se efectuó. Durante la estancia de Beatriz, fue un miembro más en la familia y Librada recobró la cara de alegría. Se le notaba que mis ausencias, no le afectaban, puesto que la presencia de su hermana le hacía pasar, casi sin notarlo. Estas Navidades serían las primeras que íbamos a pasar en Madrid. Pero, conseguí de mi jefe, por los servicios prestados, un día más de permiso y el uso de la furgoneta, para trasladarme a Málaga, en esa festividad. Así lo hicimos y fue una de las mejores Navidades pasadas en Málaga. En la Semana Santa, hicimos el mismo convenio, para el traslado. Las estancias estaban repartidas de forma que de día estaríamos en casa de Rosa, y dormiríamos en casa de mi madre. El primer hijo, nacería en junio. Todos discutíamos por el nombre que se le pondría. Yo decidí que él sería el que indicaría que nombre llevaría, con tener el nombre del 158 santo del día en que naciese. Y como decidió nacer en el día 29 de junio (San Pedro y San Pablo), nos indicó su nombre. Eso sí; yo decidí que se llamaría Pablo, no Pedro. Para que nadie le pudiese llamar ‘Pablito’, decidimos llamarle como en inglés: Paul. Estábamos tan mal informados, que Librada rompió aguas y se marchó a comprar al mercado. Sólo por las urgencias de mi hermana, a la que se lo comentaron, me avisaron al trabajo. A las cuatro horas, la estaba trasladando al hospital. Tardó bastante tiempo en comenzar el parto, debido a que perdió la lubricación del amniótico. Sonará como a chiste, pero el niño nació verdaderamente feo y delgaducho. Los patucos eran más grandes que él. A Beatriz, una enfermera, que le estaba enseñando el niño, tras los cristales, leyó en los movimientos de labios que decía: ---“Que niño más feo...” Salió al pasillo y le increpó con mucha energía y muy enfadada: ---“¡Éste niño no es feo, es precioso! ¡Usted no tiene ni idea!” Tuvimos que llevarlo al pediatra, a los pocos días, porque lloraba demasiado, no sabíamos controlarlo y además conseguía poco peso diario. Nos indicó que el niño esta bastante sano, pero hambriento: la leche materna no era suficiente. Cuando la madre le dio la papilla preparada, casi se come la cuchara, por las ganas con la que la cogió. Las primeras vacaciones de verano, las pasamos en Málaga. Para el traslado, usé la furgoneta. El periodo de la cuarentena, no había terminado y estábamos de 159 viaje. Con la cuna, los biberones, los pañales (de los antiguos), las maletas y bolsas. Tengo que decirte, que tomamos por costumbre, hacer estos viajes en cada puente laboral, festividades amplias, vacaciones, en fin no perdíamos las ocasiones. Y sabíamos que la familia nos recibía con los brazos abiertos. Ya en el fin de este año 1967, con las pagas aumentadas y con la participación en la cena de fin de curso. La empresa, tenía por costumbre celebrar los fines de curso o años laborales, con una cena de gala en un importante hotel de Madrid, a la que asistirían los accionistas principales, los propietarios fundadores, la dirección, los jefes, todo el personal de oficinas, los encargados, los capataces y nuestras esposas correspondientes. Todos con los trajes de buenas apariencias, las señoras, con trajes largos y todos con la suntuosidad que se presta a estas ocasiones. Esta primera cena, para nosotros, se realizó en hotel Luz Palacio. El edificio fue construido por nuestra empresa. En el taller, nos encargamos los electricistas, de la instalación de unos farolillos, confeccionados con luz interior, para indicar el orden de cada mesa, con una letra indicativa. Los lugares en las mesas estaban predestinados, el letrero del nombre de cada comensal, en mi caso: ‘RECIO ROSA, José’ y en el otro lado ‘Sra. de RECIO ROSA’. En la mesa letra M, puestos 15 y 16. A mi lado estaba Pedro, sólo, porque aún no se había casado. Era una mesa para 22 personas, pero el comensal número 11, no estaba ocupado. Las mesas estaban indicadas en librito que nos entregaron, con plano y dos listas, una con los puestos designados por mesas y la otra con el orden alfabético. En la portada, se veía que esta sería la 10ª Cena Fin de Ejercicio (23 Diciembre 1967) 160 La cena estaba amenizada por un músico al piano. Todo estaba perfectamente ordenado y decorado. Después de los postres, comenzaron los discursos del Presidente fundador, del Director Delegado, del Director Gerente... con brindis de champaña. Durante el café y licores, se realizaron unos sorteos de regalos (10) Luego seguía la esperada llamada al estrado central, de todo el personal, por orden alfabético, para saludarnos personalmente, el Presidente, su hija (madre de ‘Ana Obregón’) y los Directores, pero, más importante: al saludo nos entregaban un sobre, conteniendo el cheque de la Paga de Beneficios y su informe. A mí me correspondieron 25.000’00 pesetas. Esto era como las pagas de casi tres meses. Para el cálculo de estas pagas, se tenía en cuenta los plazos de las pagas trimestrales. Esto es, si en el reparto, me correspondían 100.000 y me habían dado en las trimestrales 40.000, pues el cheque sería de 60.000 Pocos años más tarde, entró en el departamento de personal un nuevo Jefe de Recursos Humanos y en compañía del nuevo Jefe de Administración y otros listos, inventaron una nueva formula de pagos de los beneficios. Primero convencieron a los Directores y Accionistas, luego al Comité de Empresa (el ‘summum’ de las pelotas) y luego, en reunión de casi todo el personal, con seudo referéndum, dio el resultado de admitir la disolución de las pagas trimestrales, para ser disueltas en el salario anual, repartidas en partes iguales entre cada paga mensual. Desde entonces, quedamos todos con sólo las pagas mensuales, las dos extras por ley estatal, más una extra especial, que se definía con una formula extraña: ‘Paga extra + semisuma de paga extra + un % de subida anual personal.’ Algo extraño, pero aceptado por todos. Esta paga sería repartida durante el mes de octubre. 161 También seguiríamos recibiendo la paga de reparto de beneficios y otra, para la plantilla general, destinada a la compra de juguetes para los hijos de empleados. El criterio principal, aducido, por el grupo de listos, era que había un comentario en todas las empresas del ramo, que criticaban de forma negativa, la formula del reparto de tantas pagas. Pero, nadie objetó en contra, que estas formas de sueldos nos tenía obligados a trabajar horas extras, sin su bonificación específica. Esto me hace pensar en lo que como dijo Cicerón: ---“SUMMUM JUS, SUMMA INJURIA.” (Extrema justicia, extrema injusticia) Claro, que era muy agradable, recibir el nuevo sueldo bastante aumentado; que además, en los casos de tener un aumento, en los primeros de años, se salía con mayor ganancia, puesto que los aumentos serían en porcentajes, no lineales. Tenemos que reconocer, que en esos años nuestros salarios eran superiores, en comparación con otras empresas y con los vecinos o amigos conocidos. Esta apariencia, se fue descompensando, en nuestro perjuicio, por las trampas administrativas, por la avaricia de los jefes y accionistas... y no tanto por causa del extraño comportamiento del sector de la construcción. A la vista de estos años transcurridos, es necesario tener un buen reconocimiento, porque la administración de esta empresa, mantenía en las nóminas, todo cuanto se abonaba cómo sueldo, que ha resultado justo y beneficioso para el cálculo de la paga de jubilación. Otra cosa, a tener en consideración, es el trato amable de parte de todos los jefes y directores, hacia el resto del personal. Estas formas las inculcó el Presidente y fundador don Juan Obregón Toledo. Siempre quiso que se diera, y así se mantenía, hacia el exterior una expresión de ser empresa familiar. Se mantuvo durante muchos años... 162 Lo que tenemos que reconocer, es que el personal que trabajaba en las oficinas centrales, daba la sensación de estar algo por encima del resto de trabajadores. Luego, había otro grupo con cierto aire de separatismo, que lo formaban los equipos de dirección obra. También estaban los Talleres de Encofrados y el Parque Almacén y Talleres, que también, aunque de forma más normal, daban su sensación de separatismo con el resto de trabajadores. Pero, cuando había reunión de alguna índole o asunto a tratar, todos formábamos una piña de amigos bien avenidos, todo era cordialidad. Pocos han sido los casos de broncas personales o rencores. Sí, hemos formado siempre un gran equipo... A todos les guardo un gran recuerdo agradable y un gran respeto, por el trato recibido y en reconocimiento a la gran profesionalidad de todos, sin excepción. Pablo, ya comenzó a recuperar su verdadera personalidad y a coger peso normal para un bebé de poco tiempo. Pero sus padres, nosotros, no habíamos cogido las buenas formas de proceder, de llevar una familia con facilidad, sobre todo yo mismo. Con el paso de los años, reconoceré que he perdido el contacto más amplio con mis hijos y con mi mujer, a causa de atender el oficio y el trabajo. Pero, que se puede hacer, si es la forma de atender económicamente a la familia, algún extremo tiene que ceder. Y, es que, no supimos, o no pudimos mantener a la familia en el número de miembros más oportuno. Actualmente, éste tema es más fácil de lograr. Con la posibilidad de tener a mano los mejores anticonceptivos. Antes, en las farmacias estaban más reacios a la venta de estos elementos. Por ello... y por las causas naturales, 163 Librada se quedó embarazada, de nuevo y a pocos meses del nacimiento del primer hijo. Esta vez, sería niña y nacería en el mes de febrero. Nos lo tomamos con buena filosofía y nos hicimos a la idea de ser padre de nuevo Susana nació en el hospital de La Paz, nació más bonita que su hermano Pablo... Gracias a mi trabajo, ya consolidado, no tendríamos faltas económicas. Pero, para Librada, fue más penoso tener doble trabajo. La casa ya se estaba haciendo incómoda para una familia de cuatro y manteniendo las condiciones del problema del agua residual, en la cocina. Éste motivo principal, nos fue dando la idea que sería conveniente ir procurando trasladarnos a una vivienda con mejores condiciones y más moderna. Además se produjeron más factores que hicieron acelerar que cumplieran nuestros deseos Bueno; digo la palabra acelerar, pero, no te creas que tiene la acepción de rapidez, nosotros vivimos en esta casa seis años. Uno de estos factores, que te digo, es que la empresa JOTSA, decidió vender el local del taller donde estábamos, en el barrio de Pueblo Nuevo y hacer un taller y almacenes nuevos en un terreno comprado en el límite de Madrid con Coslada y San Fernando de Henares. Se construyó en poco tiempo y en poco tiempo, ya estábamos trabajando dentro de él. Susana nació estando éste taller en funcionamiento. Comprenderás que la entrada al trabajo, al estar más lejos, me hacía tener que levantarme más pronto. También, el retorno a casa tenía que realizarlo más tarde. Otro inconveniente, para estar aún menos tiempo con mi familia. A esto, se le añadía que los responsables de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, decidiesen realizar reformas en la zona de la vivienda donde estábamos. Primero, eran rumores, luego vimos cómo las casas más viejas, caían bajo la piqueta del derribo. Pronto sería expropiado el edificio; pronto comenzarían las obras de 164 remodelación de la zona; pronto, desaparecería el edificio; pronto, desaparecería la calle Hermanos Orozco y pronto, tendríamos que desaparecer todos nosotros de la zona. Cómo nosotros, mi unidad familiar, no tenía contrato de alquiler, sino que lo poseía (con buena maniobra) Bernardino, mi cuñado y mi hermana. Pero sí pagábamos el alquiler, barato, pero, era un alquiler. Hubiese sido muy penoso, tener que hacernos los fuertes, manteniéndonos dentro de la casa y soportar el derribo del edificio o el desahucio oficial y las broncas y trifulcas, para poder conseguir una vivienda del IVIMA. No teníamos el espíritu, para ser de esta índole de personas y tampoco sabíamos como hacerlo. Así que decidimos buscar un piso nuevo y sería mejor lo más próximo al nuevo centro de trabajo. El lugar más apropiado, a nuestro modo de entender y de pagar. Lo encontramos en el pueblo de Coslada. Se estaba construyendo un nuevo barrio, en el límite del territorio urbano y se llamaría 'Ciudad 70'. Fuimos a ver el lugar. A Librada, de momento, no le agradó, pero, era porque no se hacía la idea clara de composición, sobre el terreno. Por mi trabajo en las obras tengo una predisposición para este menester. Le explicaba sobre los planos, que en la oficina de venta había conseguido y sobre el terreno, donde ya estaba trazado el lugar que ocuparía el bloque que me pareció el más adecuado para nosotros. Bernardino y mi hermana, también estaban buscando nueva vivienda. Pero, por tener otra forma de ver la situación, y principalmente, empujado por los consejos de sus compañeros de trabajo, que tenían decidido vivir en el mismo bloque, se agruparon para buscarlo pasando el río Manzanares, en la nueva zona del barrio de Aluche. Para nosotros, esa zona era apropiada, pero, no conveniente: tendría que atravesar diariamente Madrid, para ir y volver al trabajo. Si nos 165 trasladábamos, ellos a Aluche y nosotros a Coslada, estaríamos a poco más de treinta kilómetros. El análisis de la situación, no duró mucho tiempo. Lo decidimos y nos iríamos a Coslada. En esos días, te puedes dar la idea, que nuestra situación económica no era muy amplia. Habíamos comprado el resto de muebles necesarios para la pequeña casa, en la que estábamos, teníamos dos hijos y no nos privábamos de hacer todos los viajes posibles a Málaga. Pero, conseguí, que mi jefe tramitase, las formas oportunas para un anticipo de las pagas trimestrales (85.000 Ptas.), que serían descontadas en cómodos plazos de las mismas pagas trimestrales. Con esa cantidad y el resto, pagué la entrada exigida para la compra del piso en Coslada. Según se puede leer en Contrato de Compra - Venta, con fecha 23 de septiembre de 1969: La vivienda se entregaría 'aproximadamente' en 18 meses, por la cantidad de 415.000,00 Ptas. (...) El comprador entrega en este acto, la cantidad de 85.000,00 Ptas. Con carácter de arras o señal (...) El resto de 330.000,00 Ptas. Aplazado en 110 mensualidades iguales en 4.000,00 Ptas. (...) con un interés de 6,50 % anual. Sí señor. En ese momento, tuve que firmar y revisar 110 letras de cambio, en presencia de Librada, con su carita de 'Virgen de todas las Preocupaciones'. La vivienda estaría en el bloque 83 del nuevo barrio San Pablo (Ciudad 70) En la avenida principal. En una cuarta planta, con una superficie aproximada de 75 m2. Orientada su fachada principal al Este, un Cuarto al Noreste; con tres fachadas al exterior (sol durante todo el día) Era, según los planos el edificio más vistoso, a la derecha, al subir la calle central, (la avenida de Berlín) El barrio, tenía un aspecto muy agradable, a la vez, moderno. Con amplias avenidas y jardines (muchos árboles) Todos los bloques con el mismo trazado general, 166 en ladrillo visto blanco, con remate en la última altura, en forma de altillo, que hace no ver el tejado. En la zona más alta, estaba situada la piscina comunitaria, (que por causa de los casos, mal llevados por la empresa constructora, se trasladaría a propiedad del ayuntamiento) Serían entregados los bloques de viviendas de la primera fase en tres periodos seguidos (seguramente, el barrio se llamaba Ciudad 70, por que esta primera fase, constaba de 70 bloques) La empresa constructora, cometió varios fallos y faltas, entre todas y principal, el retraso en las entregas de las viviendas, incumplimientos de normas, trazados improcedentes, no incluir servicios de contra incendios generales... Lo cierto, es que en nuestro caso, el plazo de 18 meses 'aproximadamente', se tradujo en que hasta el 8 de junio de 1971 (21 meses después), no estaba firmada la Cédula de Habitabilidad. Pero, las llaves del piso, no fueron entregadas hasta octubre de 1972. Cuando ya estábamos, los vecinos, a punto de quemar las oficinas, o el barrio o lo que fuese. Te puedo jurar, que hicimos una manifestación, con coches, pancartas, pitos y sirenas, desde el barrio, pasando por Coslada, hasta Madrid (plaza de Roma), donde estaban las oficinas de la empresa constructora. Para sí era posible, mantear a su presidente. Ocurrieron más cosas y casos, que son fácilmente demostrables: estaban implicados los dirigentes de la constructora, los responsables de la gestoría en Coslada, que se encargaba de los trámites burocráticos y hasta el notario, de donde teníamos que firmar las escrituras... Forzamos la entrega de las viviendas. A pesar de saber que no podríamos contratar electricidad o agua. Pero, estábamos todos dispuestos a dar para todos los problemas, porque queríamos los pisos. Sufrimos los cortes de electricidad, por las averías que se producían, al tener las acometidas conectadas a los cuadros de obras. 167 Los mismos vecinos hacíamos las reparaciones en los cuadros eléctricos. El agua, también era de la suministrada a las obras. Pero, conseguimos poder vivir cada familia en sus pisos. Yo, pude formalizar el contrato de electricidad el 18 de enero de 1973 Nosotros ya teníamos pagadas, hacía tiempo, las 110 letras de la firma del contrato de compra - venta, que era el valor total del piso. Pero, la gestoría, no nos ofrecía la firma de las escrituras, que también teníamos pagadas, así como los pagos indicados de las plusvalías y etc. Casi todas las semanas, solía hacer una visita a la gestoría, para preguntar sobre el estado de las escrituras y facturas; pero, todo eran palabrerías que ya conocía. Varios vecinos nos saludábamos con frecuencia, en esa gestoría. A principio del año 1979 recibimos informes de que los bloques de viviendas, en general, resultó ser todo el barrio, habían sido ofrecidos en garantía de una hipoteca, por parte de la empresa constructora. Pusieron avisos y algunos vecinos recibieron cartas para que pagasen la totalidad del precio de los pisos. Yo dije a los míos, que como ya estaba pagado, esos avisos no eran para nosotros. En el mes de abril, de ese año, recibí la citación para realizar las escrituras notariales del piso. Acudí a la notaría, coincidimos con varias familias en la sala de visitas. Me llamaron el segundo, para entregarme una copia simple, para revisarla y dar mi conformidad. Todo iba bien, pero al llegar a la lectura de la página quinta, la sorpresa fue mayúscula: en ella se informaba que el piso estaba cargado con una hipoteca por el valor de 140.000 Ptas. Esperé a que el pasante volviese a 168 recoger la copia y con voz muy sonora, dije que no estaba de acuerdo, porque yo tenía pagado el total del valor del piso, desde 4/11/78 y era imposible que estuviese hipotecado, que yo no había solicitado ninguna hipoteca. Se formó un gran revuelo, porque el resto de los presentes tenían el mismo problema y tampoco estaban de acuerdo. Nos retiraron las copias y nos dijeron que había ocurrido un error, que se solucionaría y pronto nos llamarían de nuevo. La nueva cita sería para el 11 de mayo. En nueva lectura de la copia de la escritura, no encontré el asentamiento de hipoteca, 'estaba libre de cargas'. Estuve de acuerdo y pasé a las firmas de las escrituras. Al finalizar el trámite ante el notario, al mismo notario, le pregunté si faltaba algún trámite más. Me contestó: ---"Pase por secretaría, para resolver los abonos." Y pasé y aboné lo que la secretaria me dijo. A la gestoría, le había hecho una provisión de fondos de 60.337 Ptas. En la secretaría de la notaría me dijeron que debía pagar 14.065 Ptas. No puse pegas al pago y las aboné. Me resultaba extraño que hubiese tanta diferencia entre la provisión de fondos y la factura de la notaría. Por ello, me dirigí a la gestoría y como ya era conocido, hablé con la secretaria, sobre la factura de la notaría y me dijo que le faltaba el sello y la firma del gestor. Pero, yo insistí en saber el total; me enseño la factura y me explicó el valor de los conceptos que en ella se detallaban. Paré el dedo índice en el párrafo de: ---¡'Honorarios y Suplidos de Notaría........ 25.500 Ptas.! Entonces, le enseñé la factura que había pagado. No llegué al insulto, pero, faltó muy poco. Y es que yo siempre he comprendido que los trabajadores subordinados están obligados a realizar actos que no desearían; otra cosa distinta hubiese sido de haber 169 estado el gestor. Días más tarde, cuando me presentaron la factura, ya no contenía informe sobre notaría. Te puedo contar más cosas de esta gestoría, pues, eran diez años de tratos; bueno, de mal trato. Y, es que se tenían montados unos trámites raros, en general vinculados con los jefes de la constructora y promotora PROVIGASA. Pues, te cuento: Recibí cuatro 'Cartas de Pago' de la Contribución Urbana (sí cuatro) Todas con tachaduras y enmiendas y la principal, era una fotocopia. Anteriormente, nos hicieron, a todos los vecinos, pasar por el Banco Central, para pagar un anticipo de 9.282 Ptas. La copia principal tenía tachada la cantidad y reformada con una cantidad de 10.636 Ptas. No coinciden las cantidades ¿Verdad? Pero, las otras tres notas, tenían las cantidades tachadas y una rectificada a mano, la segunda, con las letras mecanografiadas en minúsculas y la tercera con letras mayúsculas. En la primera, la cantidad era de 3.636 Ptas., en la segunda de 2.342 Ptas. Y en la tercera de 5.000 Ptas. Sumémoslas: 3.636 2.342 + 5.000 10.978 Restemos lo pagado: - 9.282 Da un resto de: 1.696 Que no eran reclamadas. Extraño ¿No? Pues, cómo el gestor no me recibía, le envié una carta expresándole mis quejas y contándole las cosas que él conocía. Me contestó con carta, en la que me decía que las Actas se habían perdido en Hacienda... Que estaban pagadas con fecha 31/12/78. Entonces, como es que las matrículas y fechas están raspadas y rectificadas con fecha de 02 OCT 1978. ¡Que buenos gestores! Hay más. Cómo te he dicho, la firma de escritura se realizó el 11/05/79, pues, pasados catorce meses y 170 ningún vecino tenía en su poder las copias de las dichosas escrituras; yo tampoco, claro. Durante los últimos meses, estuve visitando la gestoría periódicamente, para reclamar la copia; como siempre me daban largas con excusas, en la última visita le dije a la secretaria, que dentro de quince días volvería. En ese plazo volví. Cómo ni estaba el gestor ni estaba la copia de escritura, le informé que me sentaba en el sofá y no me iría hasta que tuviese una respuesta satisfactoria. A las 13:30 horas, me dijo la secretaria que se irían a comer. Yo les dije que de acuerdo, que se marchasen. Ella me contestó, que yo no podía quedarme allí sólo. Mi contestación le sorprendió, le dije que podía llamar a la policía, porque yo no me marchaba hasta ver al gestor. Se fueron a comer uno a uno, por turnos, para no quedarse a solas conmigo. A las 16:30 horas apareció el gestor. Me saludó, como si nada ocurriese, se metió en su despacho, seguido por la secretaria. Pero se olvidaron de cerrar la puerta y desde donde yo estaba se podía ver el interior del despacho, por un espejo que había en la sala de estar. Pude ver como bajaban de encima de un mueble, unios legajos y entre los dos se pusieron a revisarlos. Cuando lo encontraron, la secretaria salió y me dijo que enseguida volvería el jefe. Tardó un ratito y salió con la carpeta de mi escritura. Me dijo que estaba ahí desde hacía unos días, pero que la secretaria no lo sabía. Me puse a revisarla, efectivamente, era la misma que yo firmé; pero, (ya tenemos éste 'pero'), al final había un justificante del Registro de la Propiedad, en papel timbrado, donde se informaba de la hipoteca a favor de Banco Hipotecario de España, por el sabido importe de 140.000 Ptas. Le pregunté que significaba aquello y las respuestas que me daba no me convencían. Yo quería una solución al problema y la única solución que se le ocurrió fue que 171 me llevaría al Registro de la Propiedad, para ver de anular el asentamiento, pero que tendría que ser por la mañana del día siguiente. Me despedí para volver al otro día. Claro que volví; a las nueve horas, ya estaba en la oficina. Tardó en venir una hora y media. Cuando estuvo ante mí me dijo unas disculpas y nos trasladamos hasta Alcalá de Henares, que era en ese Registro, donde estaba asentada la propiedad. Me llevó en su 'Mercedes'. En el Registro, me hizo esperar en la primera sala, mientras él se adentraba en el interior de las oficinas, cómo si fuese suya. Luego salió en compañía del asentador, que me informó sobre el asunto: No era posible levantar lo anotado, si no estaba avalado por las firmas de los responsables del banco y del tomador de la hipoteca. Que llevaría su tiempo. Que si no tenía intención de vender el piso, no tendría importancia esas anotaciones. Que en ese caso, tendría que reclamar a la promotora. La promotora había cerrado sus oficinas y los responsables habían huido a Alemania. Por ello, el Ayuntamiento de Coslada, se ocupó de solucionar todas las fechorías realizadas por estos mangantes, y de mi problema también. En la casa de Ventas, ya estábamos cuatro personas (el matrimonio y los dos hijos) y para ser más completos, se nos trastocó el sistema y Librada se quedó, de nuevo, embarazada. No había que echar la culpa a nadie: es que éramos unos torpes; principalmente, yo, que me podía haber estado quietecito, porque luego las manos van al pan. El tercer hijo, seria varón y se me ocurrió, sin atender a la familia, llamarle Jonás. Nació a fin de marzo de 172 1972 Tomamos la idea de que sería el último hijo. Económicamente, te dije que no teníamos apuros, el sueldo era suficiente, para nuestros gastos y además del pago de las letras del piso, me compré un coche. De segunda mano, pero nuevecito; un Citroën, Dyan 6; de color verde. Era un lujo, desde luego, porque a diario usaba el furgón del trabajo; que lo seguía teniendo a mi disposición. El de éste año, era el cuarto vehículo estrenado (llegué a estrenar hasta seis furgones y varios de alquiler); éste era un furgón Mercedes, con la parte trasera sobreelevada. Con él hacíamos las excursiones de fin de semana y traslados a todos los asuntos particulares. Pero, había ciertos asuntos, en los que no resultaba adecuado aparecer con el furgón. Por eso, fue hacer la compra de un vehículo propio. Éste coche particular, se quedaba aparcado largas temporadas en el aparcamiento del taller; sólo cuando lo necesitaba, para otros asuntos, acudía al taller para cambiar de vehículo. Lo lavaba, engrasaba, cambiaba de aceites, en fin todo lo que me parecía. Al ser el encargado, no tenía inconvenientes, ni con el guarda, ni con el jefe... Cómo te contaba, el piso nuevo de Coslada, pudimos usarlo en el último trimestre del año 1972 Fuimos comprando muebles adecuados y haciéndolo habitable. Después de las fiestas navideñas, acordamos trasladarnos a vivir al piso y dejar la casa de Ventas. La diferencia de calidad de vida, era notable. Tendríamos un dormitorio para nosotros dos, otro para los chicos y otro para la chica. Disponíamos del baño moderno, cocina aireada, dos terrazas, un salón independiente y sobre todo, unas vistas amplias; se podía ver las luces nocturnas de Alcalá de Henares. Creo, que esa era la 173 diferencia más notable, entre las dos viviendas. Además, no teníamos problemas el transporte estaba asegurado, tenía el furgón de la empresa y yo era 'el dueño'. Existía un problema, bueno, varios: Librada, estaría sola, para manejar una casa nueva y con tres niños pequeños. Estaría en un pueblo desconocido, con un mercado a unos quinientos metros y el centro del pueblo, como a dos kilómetros. El taller estaba a casi tres kilómetros, pero, yo de forma habitual, estaba en obras por Madrid. Mi vuelta a casa, no sería nunca antes de las 19 horas. Pero, teníamos otros problemas y más importantes, como los que sufren los habitantes de pueblos o barrios nuevos, sin buenas infraestructuras. Consideremos la principal: no había escuelas, en el barrio, para la gran cantidad de niños que se iban agrupando. El Ayuntamiento dispuso que las primeras aulas serían de construcciones prefabricadas, mientras se procedía a las construcciones de los recintos y los edificios apropiados. Esta formula, las sufrieron los dos hijos mayores, Pablo y Susana. Pasaron fríos y calores, en aquellas aulas. Más importante aún, los profesores no eran del nivel profesional que los padres deseamos; pero, sí; eran muy deficientes. Los chicos, no-sólo los nuestros, sino en general, salieron con poca calidad de estudios. Tenemos que reconocer, que la aportación educativa de nosotros, no podía ser muy elevada, Librada había tenido estudios primarios y por mi parte, aunque era algo superiores, tampoco tenía la facilidad para ser educador y tampoco padre... Empleé poco tiempo, para la educación de mis hijos y cuando me di cuenta, ya habían crecido. Todo esto, ha dado como resultado que los dos mayores, no puedan acceder a buenos puestos de trabajos. Y es que con un examen simple, se pude comprobar que el nivel intelectual, de nuestros hijos, es muy elevado, de 174 gran capacidad, pero, mal enseñado en la base. Eso otro, sí. La calidad de educación de urbanidad, humanismo y social, es alta, quizá demasiado, para el entorno en que nos movemos. Son los tres, grandes y decentes personas, ¡más que el Papa! Ya te digo. Sólo con el pequeño, Jonás, hemos podido conseguir que entrase a estudiar en la universidad. Siempre lamentaré, no haber podido darle mejores oportunidades, sobre todo a los mayores. Mi cuñado Bernardino, mi hermana y sus hijos, dejaron de alquilar la casa en la provincia de Ávila, para dedicarse a hacer acampadas en camping vigilado. Para ello, habían comprado una tienda de campaña familiar y todos los artilugios oportunos para estar cómodos. Habían tomado como punto fijo de acampada, un camping situado en Arganda del Rey. En él estaban mi hermana y los hijos, durante todo el verano y mi cuñado, volvía diariamente después del trabajo. También estaban las familias de sus compañeros de trabajo. Recuerdo que una de estas familias era la de Rosa Quintana (sí; la presentadora de televisión) Gran persona, Juan Antonio, su padre. Buenos ratos pasamos todos luego, cuando me convencieron para comprar una tienda y hacer acampadas, también. Recuerdo que tomamos por costumbre, reunirnos después de la cena, en corro, como en fuegos de campamento. Se tenían preparadas botellas de leche fría, se abría una y se pasaba de mano en mano, por todo el corro, pero antes, tenía que contar un chiste (aunque fuese malo), si tardaba más de quince segundo en comenzar el chiste, se tenía que beber de la botella. Luego de contado, pasaba la botella al 175 siguiente. Eran momentos muy agradables, que mientras, nos hacían no darnos cuenta del calor del verano y de las molestias de los mosquitos. Creo que fue por culpa de unos alemanes sosos, claro, y por culpa nuestra, que no respetamos una noche, el silencio nocturno y continuamos con la reunión de chistosos; y es que esa noche se contaron muchos y muy graciosos. Fui yo el que contó el último, no era un chiste muy gracioso, pero era tanta la cantidad y que la inercia de las risas hizo que el final fuese más ruidoso. El chiste era ese del elefante que mete la trompa en el río y el cocodrilo cachondo, le muerde la trompa y el elefante le dice (esta parte se cuenta cogiendo la nariz con dos dedos), "Te crees muy gracioso". En éste momento las risas fueron exageradas y ruidosas y fuimos amonestados, porque querían dormir y nosotros no les dejábamos. Me parece, que era porque no le entendieron, que sino... Le tomamos gusto a la formula de las acampadas. Yo también hacía lo mismo que mi cuñado. Desde allí, salía a trabajar y volvía para el baño, la cena, las reuniones y dormir. Todos formábamos como una gran familia, y todo el día en bañador. Sobre todo los chicos, lo pasaban muy contentos y en libertad. Hasta que el mal tiempo, nos hacía recoger y marcharnos de nuevo a casa. Un año, hubo una gran tormenta, con granizos muy voluminosos, fuerte vientos y buena cantidad de agua de lluvia. Se produjeron grandes destrozos en árboles, viñas, pájaros y algunas tiendas de campistas. Durante todo este mal tiempo, hice que los hijos se cobijaran debajo de las literas, dentro de la tienda. Cuando todo pasó, pudimos comprobar los destrozos ocasionados, los pájaros muertos y los desperfectos por las inundaciones de algunas tiendas vecinas. 176 Y una de estas tiendas afectadas, era la de mi compañero de trabajo y su familia: Juan, que durante algunos años asistió a este camping. Él nos vino a ver, por si éramos uno de los afectados; pero, venía con tres botas, las dos de los pies y otra para vino, ya casi vacía, pues, se la había ‘soplado’ mientras llovía. Nos contó que su vecina de acampada, antes de la lluvia, le había pedido unos cubitos de hielo y después de la tormenta, de la gran cantidad de granizo que había dentro de la tienda y cogiendo grandes puñados, le decía: ---“Toma. ¿No querías hielo?...” Ya todas las vacaciones, la hacíamos en camping. Solíamos dirigirnos a la costa de levante, bajar por el sur y los días finales, pasarlos en Málaga, en casa de mi madre, los primeros años y luego, en otros años, en el piso nuevo de mis suegros. En unos años, cambié de vehículo. Éste Citroën, se lo vendí a uno de mis oficiales electricistas, Urbano (que luego de un infarto, pasó a ser guarda del taller) Lo cambié por un coche mayor un Renault R12 familiar. En él, los chicos iban más cómodos y el equipaje también. Y es que los 'niños' se estaban haciendo mayores; y no me daba cuenta. Tanto, que ya no querían hacer acampadas con nosotros los padres. Con ese R12, aprendieron a conducir Librada y los tres hijos. Más adelante, pasó a ser de uso, primero de Pablo y luego de Jonás. Susana pasó a usar otro coche más moderno; ya te contaré. 177 Pablo, antes de comenzar a trabajar, nos convenció para que le comprásemos una motocicleta de 50 cc. A mí me convenció antes que a su madre. Ella nunca estuvo de acuerdo. Cierto que con ello, tampoco conseguimos que estudiase más, nunca fue buen estudiante, y eso que capacidad de aprendizaje tiene. Librada consiguió que ingresara en Formación Profesional. Para estudiar un oficio en la rama del metal; pero, no terminó el curso completo. Los tres hijos, como trabajos extraescolares, hacían prácticas en un gimnasio, en el barrio, en la especialidad de karate. Eran buenos, ganaron medallas y trofeos en todas las categorías que consiguieron superar. Al final, sin motivos aparentes, lo dejaron todo. Susana era la más vivaz. Ya desde pequeña destacaba en todo cuanto intervenía. En los parques infantiles, mientras los niños se deslizaban por el tobogán una vez, ella, lo hacía tres. Participó en una competición infantil de natación y cuando se dieron cuenta, ella había terminado la primera. Si hubiese tenido buenos profesores, habrían conseguido de ella algo mejor, porque además de ambidiestra, tiene memoria fotográfica. Una de las profesoras, bueno, sí, digamos que era profesora, le obligó a estudiar de forma equivocada y ella entendió que debía memorizar letra a letra. Y, en uno de los exámenes, le suspendió, porque creía que había copiado del libro. Librada, convenció a la profesora, para que le hiciese otro examen, independiente y vigilado. Así, pudo convencerse, que lo que hacía era recordar las páginas del libro. Pero, ya te he dicho que el profesorado era deficiente... y su padre, también. Susana, ha cursado todos los cursillos posibles. No ha querido, jamás hacer una carrera, porque se infravalora. Tiene cursos de mecanografía y es muy rápida. Ha cursado en el idioma inglés, en Dietética y 178 Nutrición, en Ofimática, en Auxiliar de Enfermería, en Instalaciones Eléctricas... Ha trabajado de Ayudante de Clínica, en clínicas de dentistas. Como Oficial Instalador Electricista. Como Oficial de Mantenimiento Eléctrico. En venta de seguros a domicilio. También, de Secretaria Administrativa. De Técnica en Láser, en Clínica Médica de Belleza y Depilación. Te darás cuenta, que está capacitada para una gran variedad de trabajos. Jonás, tampoco se queda corto, ha trabajado como Carretillero. Como Reponedor de Artículos en grandes superficies. Y, ahora, ejerce de Ingeniero de Obras Públicas. Firma proyectos y realiza las supervisiones de las obras. Pablo, aunque está más corto en estudios oficiales, está capacitado para trabajos muy especializados. Ha trabajado como Mecánico en vehículos industriales. Como Electricista Instalador en obras de construcción. Como Administrativo, en oficinas de almacén y taller de constructora. Como Electricista Instalador de viviendas. Bien; dejemos estos temas, porque me he saltado docena y media de capítulos. Esta década y la siguiente (los 70 y los 80), fueron buenos años laborales y prósperos. La empresa se expandió a provincias, principalmente hacia Andalucía, en la Costa del Sol. 179 Durante el periodo de estar como jefe de equipo y continuar como encargado de la sección de electricistas, podríamos intercalar un tiempo, en el que realicé unos trabajos como de experimento y pruebas. Verás: El Sr. Haro, el director del Parque y Talleres, tomó como costumbre, antes de despedirnos, por las tardes, hacer (sobre todo conmigo), una especie de ‘mesa italiana’, para dar un repaso a los trabajos realizados en el día y a los que quedaban pendientes para el día siguiente. En una de estas reuniones, se nos ocurrió que sería buena formula, para que la maquinaria de obra tuviese un empleo más rentable, se le hiciesen unas revisiones periódicas. Para ello sería conveniente, tener un oficial, que se emplease, exclusivamente, en esas revisiones, engrases y cambios de aceites, y además llevar un control y archivo. La idea, tenía sus ventajas, puesto que con esto se podía hacer un adelanto a las posibles averías y poner las soluciones antes que ocurriesen. Maduramos las posibilidades; pero, repasando al personal disponible, no hallábamos al individuo adecuado, para éste puesto. Entonces, el jefe, me propuso que yo fuese, de forma provisional, el que ocupase éste puesto. Aceptar esta ocupación, conllevaba tener que dejar el equipo de electricistas, las instalaciones y reparaciones, no poder manejar al resto de electricistas y también, tener que dedicar y adaptar la furgoneta, sólo para el servicio de revisiones. Hicimos todos los ajustes adecuados, tanto en el personal, como con el vehículo y comencé con los nuevos trabajos. Para esto, yo sería como autónomo, sólo a disposición directa del director, al que respondería cada tarde, de los trabajos realizados y sus controles. Llevaría una lista de obras en marcha, en las que se detallaban las máquinas a las que deberían hacer las revisiones periódicas, para solicitar de los responsables 180 de las obras escogidas, y poder hacer las paradas de las máquinas a revisar. Me fue entregado un 'Buscapersonas', que tendría que llevar en alerta, para que en caso de emergencia, me diesen el aviso oportuno y acudir al lugar indicado. Meses más tarde, éste aparato avisador, fue cambiado por uno de los primeros radioteléfonos, que se usaron en Madrid. Era un cacharro compuesto de varios trastos dispuestos por todo el vehículo, y funcionaba muy bien, era efectivo, tanto como los teléfonos móviles de la actualidad. En pocos meses pudimos comprobar que éste trabajo de las revisiones periódicas, daban sus buenos resultados, las averías descendieron en buena cantidad y el rendimiento de las máquinas, también tenía sus ventajas. Pero, lo que no funcionaba como antes eran las instalaciones y reparaciones eléctricas. Ocurrió la oportunidad adecuada, apareció un oficial mecánico, Fernando, con muy buenas cualidades, como trabajador y como persona. Era feo de ver, pero, pronto ocupó un puesto destacado en la empresa y en nuestras vidas, como trabajador de calidad, amigo y compañero de ocio y otras ocupaciones. En cuanto a la empresa, consideramos que éste sería el oficial adecuado para dedicarse a las revisiones y así fue dispuesto, él sería el nuevo encargado de las revisiones periódicas. Él se quedaría con la furgoneta adecuada para éste trabajo, y yo pasaría a usar un furgón Mercedes nuevo, con más capacidad, donde podría desplazar el personal, de forma más cómoda y también, transportar el material que me fuese necesario. Con este nuevo compañero se originó una unión, tanto personal como con su familia y la mía. Solíamos hacer excursiones en los fines de semanas y en los cumpleaños de todos, nos reuníamos para celebrarlos. 181 Para los trabajadores del equipo, esto supuso un adelanto y más comodidad en el traslado y para mi y mi familia, mejores desplazamientos, sobre todo en los viajes en los fines de semanas. También a Pedro, el otro encargado de la sección de montajes, se le proporcionó un furgón nuevo, de las mismas características a la que yo utilizaba. De esta manera, el dispositivo del Taller estaba de tal forma organizado, que existiría el Taller y Almacén como base y dos Talleres Móviles (uno de Electricistas y otro de Mecánicos Montadores de grúas), más el Equipo de Revisiones. Así las necesidades de las obras estarían cubiertas. Mi puesto como encargado de la sección de electricidad, ya estaba consolidado y fue hecho efectivo desde el 01/10/70 Desde esta fecha, las nóminas ya venían indicadas con el membrete de Encargado de Obra, y por consiguiente el sueldo y las pagas, correspondían a esa categoría profesional. Los años pasaban con suavidad, sin tropiezos. En el seno familiar, los problemas eran los normales, de una familia de calidad media y de fáciles soluciones. En el ambiente laboral, ocurría lo mismo. Y, el país entraba en democracia; transcurrían las cosas con normalidad. Bueno; Sí. Estuvo lo ocurrido en el Congreso de los Diputados... Pero; ya pasó y 'Pelillos a la Mar'. Durante todos los años pasados en los distintos talleres, de la constructora JOTSA, como encargado de la sección de electricidad, han pasado por mi mando, una gran cantidad de trabajadores, casi todos muy jóvenes, algunos con la edad para el inicio laboral legal. Tan sólo recuerdo a uno, Victoriano Bustamante, que ya tenía una edad avanzada; es el primer oficial que se 182 jubiló, estando aún en mi equipo. Otro, Urbano, por razones de haber sufrido un infarto, se retiró del trabajo de electricista y se le colocó como guarda del taller. Sólo a tres trabajadores, se les despidieron por faltas. A los dos primeros, Froilan y Luis, por negarse a realizar trabajos que consideraban, según ellos, que les haría hacer horas extras, una vez ya comenzados esos trabajos. En principio, era sólo Froilan, el que era de esa opinión y con quien yo discutía, pero fue Luis el que se solidarizó con su compañero, cuando al ser citado por el director del Parque y Talleres, dio como resultado, su anulación de contrato laboral. Entonces, Luis se despidió, en ese mismo instante. Éste par de oficiales, marcó una época en el equipo de electricistas. Cierto, que el equipo de electricistas, dio siempre la 'nota'; quizá por ser todos muy jóvenes y despreocupados. Recibí, muchas veces, amonestaciones por esta causa, por parte de los encargados y jefes de obras. Pero, mi intención era que todo mi personal disfrutase de una cómoda situación laboral, puesto que siempre, hemos sido como el equipo polivalente para todo tipo de trabajos y emergencias. A pesar de las discusiones, propias entre encargado y trabajador, nunca, fíjate lo que te digo, nunca el equipo ha fallado en cualquier trabajo encomendado, por difícil, penoso o fuera de horas. Claro está que yo mismo, no he estado nunca como el encargado vigilante, sino como uno más en el tajo, trabajando como cualquier oficial. Que por esto, también, he recibido amonestaciones, para que estuviese sólo como 'mandamás'. Froilan, entró a trabajar en el equipo, siendo muy joven, pronto aprendió todo lo que yo le hacía aprender. Reconozco, que esta faceta sí es una cosa que se me dio con facilidad y procuré que cualquier trabajador tuviese a su disposición todo cuanto yo conocía en el oficio. 183 Luis, también era joven y me pareció buena idea, que formasen entre los dos un equipo. Formaron una pareja dispar, sólo a la vista; puesto que Froilan era bajito, moreno y rechoncho y Luis, era alto, atlético, rubio y de aspecto escandinavo. Pero en lo laboral, estaban compenetrados y realizaron buenos trabajos. Con Luis se produjeron muchas anécdotas, por su comportamiento, que le agradaba aparentar ser homosexual (nada más lejos), pero lo llevaba a tal extremo, que cualquiera que no le conociera, quedaba convencido que sí lo era. Por éste motivo, fui llamado, por el Jefe de Obra, a las oficinas de una obra, a la que había sido trasladado, como oficial de mantenimiento preventivo, fijo en obra. Y es que, el taller almacén que disponía, le había decorado con fotos de hombres desnudos o en expresivas posturas de demostración de músculos, cortadas o separadas de revistas. Pero; eso, no era todo, lo que al jefe le preocupaba es que, Luis, se pavoneaba por toda la obra, con maneras afeminadas, provocando a todos los obreros. Si algún trabajador le solicitaba, desde las plantas altas, para que atendiese alguna avería, él le decía: ---Vete desnudando, que enseguida estoy ahí. El Jefe de Obra, me dijo: --- La obra ya no parece una obra de construcción, sino un barco pirata lleno de mariquitas. Ya sólo falta que yo, valla por ahí, haciendo mariconadas. Recio, haga el favor de echar a ese trabajador de mi obra. Se disgustó más aún, porque yo le dije, que no estaba de acuerdo, porque en primer lugar, hace un buen trabajo de reparaciones y de instalaciones; en segundo lugar, no dispongo de un oficial para cambiarlo y tercero, que 184 debería ser él, como Jefe de Obra, quien debería echar a ese trabajador de su obra. Con éste Jefe de Obra, me ha ocurrido más casos. También, hemos coincidido en viajes y excursiones. En algunos torneos, ¡Hasta le he ganados al mus! De los concertados por el 'Club de Mus los 16'. Él fue quien me procuró la oportunidad para poder comprar el piso ático, desde el que estoy escribiendo ahora. Era el jefe de la primera fase de la obra. Sufrió un infarto y tuvo que dejar de trabajar y jubilarse. Frente a la obra, de la que te hablaba antes, trabajaba una chica '10', María Amor, a la que Luis, quiso enamorar. La citó para una noche, y se fueron a unas salas de fiestas, en las que él era muy conocido. Bebieron algo de más y la despedida no fue alegre. Al día siguiente, en la obra y después de comer, cuando casi todos los trabajadores se reúnen en un bar, para tomar copas o café, apareció esa chica, María Amor, (entre muchos trabajadores, estábamos Luis, Froilan y yo), y desde la puerta gritó: --- ¡Luis!... Se acercó hacia nosotros y continuó diciendo: ---...Sí tú lo que querías era joder conmigo, tenías que haberlo dicho, antes de intentar emborracharme... El silencio, era total, dentro del bar. Prosiguió diciendo: ---...Mira, Luis; lo que yo bebo normalmente... Se dirigió al camarero del mostrador y le dijo: ---...Andrés; cariño; ponme lo mío. El camarero, en una gran copa balón, le sirvió un cóctel preparado con tres componentes alcohólicos. Seguía el silencio. Yo estaba sentado en un taburete, cerca del mostrador y sudoroso. Ella, se dirigió hacia mí, se colocó entre mis piernas, pasó sus manos tras de mi cogote (en una de ellas sostenía la copa), y me dijo: --- Tú, tranquilo. Contigo no va nada. 185 Me dio un beso en la mejilla, me soltó y se dirigió a Froilan: --- ¿Quieres salir conmigo,... Para lo que quieras? Froilan contestó afirmativamente. Luis, dijo en voz alta y con maneras afeminadas: --- Me voy... No soporto tus malos tratos. Bonita. Froilan, estuvo una temporada saliendo con aquella chica. Él era algo más bajo que ella, pero, se portó como un jabato... (en la cama) Palabras textuales de ella. Cuando Froilan salió de nuestra empresa, se trasladó a Bilbao, se independizó y trabaja como pulidor de pavimentos. Alguna vez, cuando veo a su hermana, nos cuenta sobre él. Luis, se casó estando trabajando JOTSA, en mi equipo. Cuando estaba preparando el piso, donde viviría, le cedí (por el valor de 5 pesetas), unos muebles de un comedor rinconera, que teníamos en nuestro piso y que teníamos intención de cambiar; estaban nuevos, pero, Librada quería hacer éste cambio. Recuerdo, que en el primer taller, había un oficial (Saturnino), antes de que yo entrase. Buena persona y estudioso. Ya en el segundo taller, se despidió, para ingresar en los talleres de Iberia en Barajas, para trabajar como oficial de mantenimiento de aeronaves. En aquel primer taller, entraron a trabajar Dionisio, José Luis y José. Éste era sobrino del Jefe, el Sr. Haro. Estuvo con nosotros, pocos años. José Luis, pasó a acompañar a Fernando, con las revisiones periódicas. Dionisio, estuvo unos ocho años. 186 Tenía por costumbre cantar en francés, mientras trabajaba. Cierto día, mientras realizaba unos empalmes de mangueras eléctricas, se concentró tanto en las canciones que cantaba, que cuando se dio cuanta, tenía empalmadas todas las puntas y tenía formado un gran 'cero'. Antes de comenzar a trabajar en el segundo taller, entró al equipo de electricistas, el mejor trabajador y compañero, que he tenido: Agustín. Extremeño, alto, moreno, delgado y muy agradable en el trato, que siempre se portó con gran educación y respeto. Inteligente y leído. Con buen conocimiento de su labor como electricista y luego demostró capacidad para algo más. Cuando yo salía a obras (siempre procuramos que él no abandonase el taller), se hacía cargo de todos los trabajos de taller y mantenía los archivos actualizados. Hacía como si fuese el capataz del equipo, pero, no recibía el sueldo como tal, cobraba más que el resto de sus compañeros, y eso para él, no era suficiente. Antes, todos los motores eléctricos averiados, los trasladábamos a otro taller para que fuesen reparados. Agustín, me dijo que él podría realizar los rebobinados de esos motores. Ya no teníamos confianza, en esos trabajos, puesto que otro oficial, hacía años, nos engañó y el único motor que rebobino, jamás funciono. Pero, él insistía y convencía al jefe, para hacer unas pruebas. Los resultados fueron satisfactorios y desde entonces, se encargó de las reparaciones de ese tipo. Como él veía que no tenía posibilidad de ascenso, cierto día me confesó que estaba en trámites de ir a trabajar a otro sitio, como socio, como bobinador eléctrico. Yo pensé que perdería al mejor oficial que tenía y además me 187 acostumbré a que realizara ciertas tareas, cuando yo no estaba en el taller, que convencí al Jefe para que lograse que se creara el puesto de capataz de electricidad, lo entendió y lo consiguió. Luego, al Jefe le pareció que ese fue un buen acierto. Ya se entendían directamente, el Jefe y el nuevo capataz, daba la sensación de que al mismo tiempo, se había creado una nueva sección eléctrica en el taller. Pero; en realidad éramos complementarios. Al contrario de como, muchos opinaron, mi puesto de trabajo, nunca peligró. La sección de electricistas mejoró en su rendimiento y en prestigio, con esta nueva formula de composición del equipo. Yo siempre he tratado a todos los componentes del equipo de electricistas, de tal manera como si fuesen mis hijos, por esto, el enlace mío con ellos y de ellos conmigo, ha tenido éste sentido de entendimiento. Más que un encargado, he considerado que era un compañero de trabajos y la armonía entre todos, siempre gozó de éste criterio. Como siempre ocurre en todos los encuentros entre personas, hay roces y discusiones, pero, te repito, la camaradería y el trato fueron siempre de buena calidad. En esta década de los años 80, el equipo eléctrico, llegó a tener hasta 18 oficiales, con diferentes capacidades de oficio. Reconozco desde esta distancia, que me resultó harto complicado manejar a tanta gente, divididos en varios equipos y repartidos en varias obras y trabajos y al mismo tiempo, desembarazarme de la obsesiva manipulación de mi jefe directo, el Sr. Haro. Pero; con tantas situaciones estresantes, pude mantener a raya a todos los problemas y funcionaba bien todo, a pesar de las trabas que se me ponían, muestra de ello, es que todos los trabajos salían. Lo corroboro con la opinión de Luis Sirvent (el 'Rayo'): 188 --- Hay que tener siempre mucho cuidado con a quien se ha de recomendar. A mí, nunca me agradó apoyar directamente a nadie, porque no se sabe como es en el fondo una persona. Contigo, Pepe, me ha resultado la excepción, nunca me defraudaste. Mantuve un criterio muy especial en el reparto de los trabajos y del personal, siempre, con el consentimiento absoluto de mi jefe (él, siempre, tenía que dar a todo el ‘visto bueno’), a no ser que fuese, la cosa, realizada y no tuviese forma de ser retirada o reformada. En éste caso, se creaba 'apunte' en su 'memoria'. Ya te lo recordaría para fastidiar. Eso, sí; era diplomáticamente enervante. Me aconsejaba las formas de realizar todo, 'a mi manera'. Por ejemplo: era necesario, que en el taller se quedase un equipo de trabajadores, para las reparaciones puntuales, me indicaba a quienes tenía que dejar, añadiendo siempre "Bueno; si te parece bien." De manera habitual, en el taller, quedaba de forma fija un equipo formado por Agustín, José María, Félix y Pablo (mi hijo) y destacados en obras estaban Urbano, Victoriano, Federico y Luis. Durante una temporada formó parte del equipo de electricistas, el hijo menor del Jefe, Ignacio (el 'Rubio', según su padre) Durante algunos años. Luego pasó a trabajar en las oficinas del taller. Para esto, su padre, el Jefe, el Sr. Haro, desplazó a las oficinas centrales, al administrativo Antonio. 189 En éste taller (el que estaba cerca de Coslada y de la factoría Pegaso), se jubiló Luis Azuaga, el encargado que dirigía, cuando yo comencé a trabajar para JOTSA. Le sustituyó un oficial mecánico, Antonio Páez; no por su valía como trabajador, sino por ser mayor y además granadino, por ser un oficial, que trabajaba en la mina donde el señor Haro, era jefe de reparaciones y él era su trabajador de confianza. También llegó a jubilarse en este taller. En estos momentos, no había tenido, el Jefe, la posibilidad de sustituirle y durante algunos meses, Pedrito y yo nos turnábamos en el empleo de dirigir a los trabajadores del taller. Se barajó la posibilidad de que uno de nosotros dos, se quedase como encargado fijo en el taller; porque, el Jefe, no quería que alguien del taller, pasase a ser el encargado. Para él nadie tenía la valía como para serlo... Pero; a través de unos anuncios de trabajo, apareció el sustituto: José Luis Pueyo. Buen elemento; maño, mayor (54 años), serio y responsable. Para mi, que tenía buenas maneras y dotes de técnico y trabajador. De conversación lenta y culta (sin el uso habitual de tacos) En mi opinión, es el fiel representante del ‘católico español’. (No lo comento con crítica negativa) Casado, con Pilar, otra católica..., habladora y con una personalidad absorbente. Tienen dos hijas. En los equipos de electricistas transportados por mí, en el furgón y formando grupos de dos o tres personas, estaban: Froilan , Luis (el rubio), Jesús, José, Pedro, Rafael, Martín , Amor, Federico, Luis, Francisco, Urbano, Rafael, Bustamante y Emilio. 190 Yo, formaría a veces, equipo con uno o dos de los componentes del grupo. Tenía que hacer unas visitas, por las obras y tajos, donde deberían estar mis oficiales. Y a última hora, casi siempre, los recogía junto con las herramientas y materiales sobrantes, para trasladarlos al taller o dejarlos por el camino de regreso, cerca de sus domicilios. Durante unos de estos traslados de regreso, hice una parada, para ver unos muebles en un escaparate de una tienda, cuando volvía al furgón, el grupo, se había bajado y estaban dentro de un local, donde había futbolines. Y es que unos de ellos, se bajó para comprar tabaco y los demás le siguieron. Yo me desplacé para decirles que continuábamos el viaje. Pero, de súbito, como empujado por la fuerza de un toro, me vi transportado al fondo del local. Cuando me giré para ver quien me empujaba, comprobé que era un enorme policía, de los de antes, de los ‘grises’, que al tiempo gritaba: ---“Todos quietos y callados. Ir preparando la documentación.” Cuando yo le entregué mi carné, se acercó a un cabo y comentaron algo. Se volvió a mi y sin decir nada y de malas maneras, me introdujo en un furgón. No pude comentar nada, se cerraron las puertas y noté que aquello se movía. Pensé en la situación de los borregos cuando se les lleva a quitar la lana o al matadero. El viaje duró poco, unos cinco minutos. Cuando se abrieron las puertas y gritaron para que saliésemos, fuimos saliendo y reconocí la zona: estábamos en la Comisaría de Ventas. Nos hicieron pasar a un patio trasero. Sólo había un banco largo de madera en el centro. Calculé que ahí estábamos unos veinte retenidos. No te puedo decir quien tenía mejor aspecto, de entre todos. Yo vestía de ropa de faena, sucia; con botas de seguridad, también sucias. Seguro, que ni siquiera estaría peinado. 191 El tiempo, a pesar de tener reloj, se me hacía incalculable e interminable. Algunos se sentaron en el banco de madera, otros paseaban, otros se apostaron contra la pared. Yo vi un espacio vacío, al extremo de banco y me senté. Al poco tiempo, aparecieron varios policías. Uno le dijo a alguien: ---“Levántate...” Salté como un resorte y ya estaba de pie, antes que el que había sido increpado. Nos ordenaron formar filas, dando vista a la entrada. Los policías se paseaban por entre las filas formadas. Uno dijo, en voz alta: --- Aquí hay unos culpables de lo que ya sabéis. Antes de que se compliquen las cosas, tenéis que salir y decir quien ha sido... Nadie decía nada, salvo uno que comentó: --- Que frío tengo... Vi al policía que estaba detrás de él, que cerró el puño con el dedo corazón más salido y le golpeó en los riñones. Al momento, el joven, estaba en el suelo, con muestras de no pasarlo bien. Le ayudó a levantarse y gritándole para que se callase. Estuvimos en esas condiciones largo tiempo. Mientras, se iban llevando a unos por grupos o a solas. Hasta que me tocó el tuno. Me dirigieron hasta una mesa donde estaba un agente de paisano. Me preguntó el nombre y cuando se lo dije, buscó en una caja de madera y sacó mi carné. Me dijo que le contara porque estaba allí. Cuando le relaté lo sucedido, que hasta dije que dejé el furgón en doble fila y con el motor en marcha, comentó si no pude hacer que me entendieran. Como mi respuesta fue negativa, dijo algo no muy bueno sobre sus compañeros uniformados. Seguidamente, me aclaró que todo había sido por que mi carné estaba caducado. Hizo que le enseñase las manos; entonces; comentó algo más sobres sus 192 compañeros. Me preguntó si alguien respondía por mí y por algún número de teléfono. Le di el de mi casa. Cuando contestó mi mujer y comprobó quien era, me dijo que me podía marchar. Salí, casi en estampida y utilicé un taxi, para volver donde estaría el furgón. Cuando llegué donde estaba el furgón, allá estaban todavía, el grupo de oficiales que estaban conmigo, sin saber que hacer y preocupados. El tiempo transcurrido, casi llegó a cinco horas. En tantos años pasados, te podría contar infinidad de anécdotas. Salvo al grupo formado por Agustín, Urbano, Victoriano, Luis Trujillo, Martín, Federico, Emilio y Amor, los demás ingresaron en la empresa y en el equipo de electricistas, con la edad de 17 ó 18 años. Luego, pasarían al servicio militar y regresarían al trabajo. Lo mismo ocurrió con los anteriores oficiales: Saturnino, José Luis, Dionisio y Miguel. También asistimos a las bodas de Luis, a la de José María, a la de Jesús, a la de Rafael, a la de Antonio, el administrativo en el taller y a la del hijo de mi jefe, Ignacio. Por ejemplo: Jesús, entró en el taller casi con 17 años. Fue a la mili, volvió; tuvo novias y con la última se casó y ha tenido dos hijas. Su mujer trabaja y él hace en casa casi o más que ella. José, otro caso igual. José María, tercer caso igual. Pedro (el negro), caso parecido, pero con anécdota de bebedor y con accidente laboral grave, que a punto estuvo de electrocución. Rafael (el Largo), tiene caso aparte; se fue a la mili; no fumaba y casi no bebía cerveza y cuando volvió era un gran consumidor de casi todo; parecía otro muy distinto. Se casó con una buena chica, pero; tanto él como ella, cambiaron radicalmente: ella se enroló con 193 los Testigos de Jehová y a él hubo que despedirle por sus faltas, locuras y excentricidades y faltas al respeto a los jefes inmediatos, no a mí, claro está. Martín, que solicitó un puesto de trabajo diciéndole al Jefe (Sr. Haro) que si tenía un puesto de éste oficio, o de aquel otro, hasta que le dijo: --- ¿...y de mantenimiento? Ahí el jefe saltó y le dijo: --- ¿Es que usted sirve para todo? Y él contestó: --- Sí; señor. Y fue contratado para luego, sustituir a Fernando, en las revisiones. Porque, para Fernando, se estaba fraguando una idea que beneficiaba en gran medida a la Empresa: sería trasladado a la Costa del Sol, de Jefe de Mantenimiento. Y Amor, al que todos recordaremos por su mal olor corporal, sobre todo el repelente olor de sus pies, y por sus cortos recursos intelectuales; pero su gran corazón y buen hombre, nos hacía, a todos, tenerle en buena estima. Y Luis (el Paleto); y Francisco (el Marqués); y Emilio, el más despabilado y saltarín de todos. Y; ¿cómo no?, Federico (el Facha), que de anticomunista acérrimo y ‘salvador de la patria’, pasó a ser representante sindical, de U.G.T. y luego, pasó a ser ‘Hombre Liberado’, sindicalmente... Casi interminable, sería esta lista de personajes, tan diversos. Con casi todos hemos festejado reuniones familiares, hemos pasados largas horas con las familias, se han mezclados los hijos en los juegos, hemos celebrado los partos de las esposas y sufrido algún contratiempo, como si fuésemos una misma familia. Con muchos de ellos, he viajado a trabajar en Ávila, Córdoba, Granada, Fuengirola, Marbella... Hemos soportado nuestros ronquidos en los hoteles... 194 Con Agustín y su esposa, hemos coincidido en muchos viajes, que un reducido grupo de compañeros y amigos, realizábamos. Teníamos una subvención aportada por la dirección de nuestra empresa, de forma acostumbrada. Se solía producir, todos los años, aprovechando el ‘puente laboral’ de los meses de mayo. También, se realizaban otros viajes, como en las matanzas de los cerdos, en enero y otras festividades o puentes. A estos viajes, siempre asistía otro administrativo de las oficinas del taller Juan y su esposa. Esta mujer es la personificación de la paciencia, seguro que tiene ganada la gloria. Y es que para soportar la forma de ser de Juan, hay que tener la paciencia que tiene esa mujer... o la que tengo yo, porque soy yo, el que más le sabe llevar, de todos los compañeros y es que es muy pesado. Además tiene un mal resultado con las bebidas alcohólicas. Al final, suele cantar el 'Cara al Sol', o demostrar que es 'un caballero legionario paracaidista'. Pero, es buena persona, muy hablador, sabe de todos los temas de que conversar... En fin, un buen fanfarrón, del que si se sabe llevar, se le puede disfrutar durante largo rato. Fue por causa de Juan, que hizo que la votación resultase positiva y pude ingresar en el 'Club de Mus 16'. A éste Club, sólo podían estar 16 miembros o socios. Su entrada era aceptada por el resto de los socios, en asamblea, y siempre que ocurriese una baja. Durante los años que pertenecí a éste restringido club, gocé de los buenos momentos de compañía de estos amigos, todos pertenecientes a la empresa y todos en buenos puestos de trabajo, directores, jefes de obra, jefes de departamentos... Yo era el único encargado y Juan el único administrativo. El Club estaba dirigido por un 195 presidente y un cajero, elegidos, los otros catorce miembros, éramos socios normales, todos con los mismos derechos y obligaciones y sobre todo, con el deber inexcusable de aportar mensualmente, la cuota económica. Todos los meses, al menos una vez, nos reuníamos, en una cafetería restaurante (donde se celebraban los torneos), para revisar los asuntos oportunos, preparar el Torneo Anual y jugar unas partidas. Siempre, con barra libre, que al final, se encargaba de pagar el cajero. Con la cuota económica mensual, teníamos para dos cenas anuales, con todos los socios; y una (por lo menos), en compañía de las esposas y para los preparativos del Torneo Anual. A éste Torneo Anual, asistían 16 invitados, como parejas de los 16 socios. Estos invitados tenían que aportar la cuota de torneo, consistente entre 13.000 Ptas. y 15.000 Ptas. (entre 78,00 y 90,00 euros), y uno o dos regalos para ser entregados al final del torneo, de forma descendente, según el orden de los ganadores. Tenían derecho a jugar (perder o ganar), a conseguir uno o varios regalos, a barra libre (durante el torneo) y a la cena final. Todos los socios, cerca de las fechas del torneo, solicitábamos de las empresas que nos servían materiales, o eran subcontratadas, la aportación de dos regalos para el torneo. Estas empresas eran anunciadas en los carteles anunciadores, como exponsores. Por mi parte, me encargaba de recabar el concurso de las empresas que nos servían el material eléctrico, a los talleres. Conseguía o unas figuras de porcelana, o carteras de cuero; pero, siempre les pedía que fuesen por parejas. Sólo una vez, conseguí sentarme en la mesa de La Partida Final. Quedamos en el segundo lugar. Y es que me ganaron por la mano, en la última jugada. Los regalos que pude conseguir, en los torneos han sido buenos, aún funciona un teléfono inalámbrico; también 196 tengo una figura, en plata, de una carabela (La Niña), en un pedestal de ébano; juegos de dominó, llaveros, bolígrafos, baraja de cartas con mi nombre, tapetes de mesa, algunas figuras de porcelana... Después de las cenas periódicas con las esposas y en un reducido grupo de los que formábamos el club o los viajes, salíamos a salas de fiestas a terminar las noches. En estas ocasiones, los gastos, ya eran a escote. Igual que hacíamos al finalizar las cenas fin de año, que nos ofrecía la empresa. Son todos gratos recuerdos de éste grupo de compañeros y amigos. Como siempre ha ocurrido en mi vida, las alegrías son de corta duración. Esta década, al ser de buenas perspectivas, vendría algo de contrariedad, para que todo no fuese alegría. Empezó con la ingrata noticia, de la defunción de Antonio, mi suegro, el mismo día que cumplía 15 años, mi hija Susana, (11/02/1984) Nosotros no padecimos la parte final de éste buen hombre. Que demostró tener un gran espíritu de lucha en silencio. La grave enfermedad, que fue la única que pudo vencerle, hizo de él que entendiésemos como es un héroe, en el sufrimiento. Claro está, que de haber sido de otra manera de pensar, quizá hubiese ocurrido de otra forma. Y es que tuvo varios accidentes, que coincidieron en su cuerpo de la misma manera y efectos. Cuando trabajaba como ferrallista, alguna vez, las barras de acero le cayeron en el pié. También, tuvo un accidente, conduciendo su bicicleta, que le produjo roturas en el tobillo. Como siempre, las curas eran cortas, malas y no terminadas, porque él decía que no tenía nada. Otra vez, estando de visita en Madrid, cuando íbamos a entrar a un restaurante, se 197 alejó de nuestro grupo y un perro guardián, le mordió en esa misma pierna. Las curas de urgencias fueron buenas, pero, como siempre, mal terminadas. Librada, se culpa de que por llevarle a ese restaurante, fue causa de la mala suerte. Como consecuencia de estas heridas y sus malas curas, siempre padeció, sobre todo, desde el accidente de bicicleta, de cierta cojera y malestar. Con los años se fue agravando y al final la mala circulación sanguínea, esa pierna entró en gangrena y le fue amputada. La solución, parece que fue tomada algo tarde y esto fue la principal causa de su muerte. Nos contaron que en el hospital, dio muestra de entereza. Todo el personal de enfermería, estaba extrañado, jamás conocieron a otro enfermo, que con su padecer, estuviese callado sin pedir ayuda y sin quejarse de sus dolores. Mi cuñado, Joaquín, le preguntó al médico, si lo que su padre padecía dolía; el doctor, le contestó: --- Te lo voy a demostrar con un ejemplo muy basto: Imagínate, pillarse los testículos con la tapa de un baúl. Bueno; pues, ese mismo dolor y de forma continuada, es lo que tu padre sufre en esa pierna. Yo no comprendo como no se queja. Por ello, no sabemos si debemos ponerle algo, para quitarle el dolor. Como él no lo pide. Éste ejemplo, te dará a conocer, como sería este hombre, fuerte, rudo, algo basto en sus maneras, pero querido por todos. Los que le conocimos, siempre le recordaremos con agrado. Catorce meses después de la pérdida de mi suegro, y con gran deterioro de su salud, nos dejó mi suegra, Rosa (27/04/1985) Al quedar sola, puesto que sus tres hijos, ya estaban casados y a pesar de que era visitada y pasaba temporadas con los hijos, en sus casas, la alimentación fue siendo cada vez peor. Creo, que al ser ingresada, en un sanatorio, le causó más deterioro, con la peor alimentación y al poco celo de sus cuidadores. Sí; 198 resulta dura esta afirmación, pero estoy convencido que se pudo haber hecho un trabajo más profesional. De esta muerte, también se siente culpable Librada. Dice, que si ella no se hubiese venido a Madrid, las cosas no hubiesen ocurrido de esta forma y que la hubiese cuidado mejor. No terminan aquí las pérdidas de familiares queridos. Al año siguiente, (18/02/1986), mi madre también murió. Fue un cáncer, el causante de su salida de este mundo. Yo, tampoco, pude estar con ella en sus últimos momentos. Durante su estancia en el hospital, sólo le pude visitar en unos pocos días. Desde Madrid, por teléfono, casi todas las tardes hablaba con ella. Después de terminar el trabajo, en mi despacho del taller, pasaba largos ratos hablando con ella. Pero, ya cuando las enfermeras me daban excusas, de que 'ahora no se puede poner', o que 'en estos momentos está cenando', o 'está en el baño, pero, no se preocupe que está bien'... A mí, ya aquello me daba la señal de ser su pronto final. Murió sola, tal como vivió sola, durante cuarenta años... De eso... yo, si soy culpable. Y te repito, que jamás le recompensé con nada. O no pude, o no supe, o no quise reconocer la forma de hacerlo... Tal vez, yo reciba la misma forma de pago y con la misma moneda. Ella me enseñó que el avaro apego a esta vida, es un craso error. En su entierro, no vertí lágrima física alguna, pero, si te puedo explicar como sería mi penar, con un verso de un paisano mío, (Manuel Altolaguirre): “Era tan alto mi dolor que la puerta de mi casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura. Era mi dolor tan alto que miraba al otro mundo por encima del ocaso.” 199 De una cosa si estoy convencido y reconozco haber aprendido de mi madre, es que no tengo apego a la vida en esta Tierra y puedo dejarla sin miedo y sin rencor. Y es que, en la balanza de mi vida, el platillo de la felicidad, está más vacío que el de las amarguras. Quizá lleve razón, con lo que digo en la presentación de éste escrito, que ocurrirá porque alguien diga que ‘fue un buen hombre’. Por cierto, estoy escribiendo y sé que todo esto es para nada; tan sólo, para haber pasado unas horas distraído. Nada más; pero, gracias por leerlo; y continúo. Antes de que terminase esta década, mi hermana Camela, hizo uno de sus chistes, y se murió. A pesar de ser siempre una mujer gorda y haber padecido una vida no muy envidiable, tuvo un carácter alegre y desenfadado. Todas las penas, parecía que se las echaba a la espalda. Pudo morir ‘jorobada’ por ello, pero, creo que murió contenta con haber sido útil para sus hijos. Como dijo Omar Jayyam: ---“Ni el bien y el mal de los hombres, ni los goces y penas que nos causa el Destino, proceden del Cielo, porque el Cielo es - sin duda – más infortunado que tú cuando busca su cauce.” A principio del mes de agosto de 1989, hablé con mi jefe, el Sr. Haro, para pedirle que hiciese los trámites oportunos para que mi hijo Pablo, pudiese entrar a trabajar en nuestro taller, aprovechando la nueva norma de contratos por sustitución a trabajadores que se jubilaban. Su respuesta, cómo buen representante del signo zodiacal de Escorpio, fue algo sarcástica y hecha a la gallega; me dijo: --- ¿Cómo se te ocurre querer tener a tu hijo, 200 en el mismo lugar de trabajo? Eso sería lo último, que haría un padre. Yo sólo le dije: ---“Gracias; por nada.” Y yo me digo: “¿Cómo es que me hace esta pregunta?” Si él tenía, como trabajador a tiempo, en mi equipo de electricistas, a su hijo Ignacio (el rubio) Que luego quedaría como trabajador con contrato fijo. Y que meses más tarde, con el sistema del cuclillo, lo encajó en la plantilla de la oficina del taller, desplazando a otro administrativo, que fue, impunemente, trasladado a la oficina central. Aunque, Ignacio, demostró que tiene gran inteligencia y buenas capacidades organizativas. Poco tardó en ser trasladado a la oficina central y ocupar un puesto cercano al nuevo jefe alemán. Todo esto, mi jefe, lo debió pensar más detenidamente, porque a los dos días después, me informó que se aceptaba mi propuesta con mi hijo. Ingresaría, con contrato de suplencia, con categoría de peón especialista mecánico, para las reparaciones de dumperes, carretillas elevadoras, etc. En unos años más adelante, y después de un accidente laboral, que pudo costarle caro, pasaría a mi equipo, cómo electricista. Éste accidente que tuvo Pablo, se produjo, parece ser, porque alguien echó un bote con líquido inflamable a presión, en el hogar de la caldera de la calefacción. Cuando Pablo, abrió la compuerta de la caldera, para reactivar el encendido, se produjo una deflagración que la llamarada le alcanzó todo el rostro y las manos. Quedó con la cara y las manos abrasadas. Las zonas mejores tenía quemaduras de segundo grado. Yo, en esos momentos, estaba con trabajos en obras. Fue trasladado a urgencias, al mismo hospital en que él nació, el de Cruz Roja cerca de Cuatro Caminos, en Madrid. Ahí estaba nuestro médico de empresa, el Dr. Corbatón; 201 excelente persona y mejor médico. Tomó gran interés para las curas y realizó un trabajo, que a Pablo, no le quedó ninguna cicatriz o trazos de las quemaduras. Como estaría de mal aspecto, que en una de las curas, en las que le acompañaba, Librada, su madre, al preguntar ella: --- ¿Se quedará bien doctor? El doctor Corbatón, le dijo: --- No se preocupe usted, señora, que a su marido no le va a quedar ninguna señal de todo esto. El doctor, no sabía aún que eran madre e hijo y tal vez, no comprendía que aquel trabajador, con ese rostro, podía ser el hijo de ella. Después de la convalecencia Pablo, pasó al taller de electricistas, pero; mi jefe, me indicó que debería quedarse en el taller en el equipo fijo, y que sólo saldría para urgencias, que no lo destinase a obras. Creo que era un puesto cómodo, para él y estaría a las ordenes directas de Agustín. Aprendería cosas nuevas y estaría siempre al cobijo del taller, sin los riesgos de las obras. Pero; por otra parte, tendría que soportar las más de una incomodidades y de los comentarios soeces y mal intencionados, que a mi contra efectuaban los demás compañeros de trabajo. Con el paso de los años (tantos como once), Pablo, ha podido estar en muy diferentes trabajos de instalaciones eléctricas y otros montajes. Y como te he dicho, mi equipo, siempre ha sido el comodín para toda clase de trabajos, en esta empresa, en los que Pablo, también ha participado con su aportación laboral. Desde montajes de carteles navideños en las grúas, líneas aéreas con postes, tendidos de mangueras, instalaciones de alumbrado de obras y sus instalaciones provisionales, etc. Y otros trabajos que, en realidad no correspondía a un equipo de electricistas. Cómo por ejemplo, achicar las aguas fecales de una inundación de un vaciado de una 202 obra de unos 20.000 m2, por 15 metros de altura, que ocurrió por la rotura del colector general de la calle. Manejando bombas de más de 100 Kg. y las mangueras de salida. El ritmo de la empresa y su destino, se vería pronto contrariado por los acontecimientos que se avecinaban. En primer lugar, forzados por bajos resultados de las construcciones, por la avaricia de los accionistas, por la ya ausencia de su fundador y por la cada vez más dejadez, de los directivos. En segundo lugar, por el cansancio y la falta de lealtad, de su primer jefe, D. Antonio García Fernández, que decidió, primeramente, vender el 50% de la propiedad de la empresa, a otra empresa extranjera, la Philipp Holzmann. Enorme empresa alemana, de alcance mundial. Y posteriormente, hizo la venta del resto de la empresa, a esta misma empresa alemana, incluidos sus trabajadores, como borregos en el mercado, sin ninguna recompensa económica a esos trabajadores, productores de sus riquezas y beneficios. Con la huída de los primeros dueños y de buen número de directivos, todo esto emparejado con las nuevas formulas de subcontratación y los malos modos de terminaciones de las obras, fue haciendo que cada vez la empresa tuviese menor referencia en el mercado de la construcción. Los 40 años de trabajos bien realizados, no serían garantía, para demostrar que seguíamos siendo 203 los mismos de siempre y una buena compañía de buenos resultados. A éste taller de Coslada, ingresó un ayudante de dirección, un Ingeniero Industrial, Luis Palomo. Joven, de apariencia distraído y algo dejado en su aspecto personal. Por su cortedad en las maneras y por las formas de manejo del personal, que tenía su jefe y al mismo tiempo el mío, su entrada en contacto con el personal del taller no fue muy, digamos, fluida. En mi caso, fue, quizá, diferente. Y es que nuestra diferencia de edad, era notable: él, como veinte años menos. Cuando cierto día, que él quiso tomar posiciones y aclaraciones, a indicación suya, salimos fuera de las naves, para charlar. Durante la conversación, me dijo: --- Recio; sabes que yo estoy aquí para mandar y dar ordenes a todo el personal de éste taller. Y por la edad que tú tienes y por los años que llevas en la empresa y por tus conocimientos de los trabajos, me resulta algo complicado darte ordenes. Mi contestación le sorprendió, pues le dije: --- Luis; no tienes que preocuparte en lo más mínimo. Siempre que mantengas presente una formula doble: ‘Dime el QUE HAY QUE HACER, pero nunca, el COMO HAY QUE HACERLO’; Y verás como no habrá tropiezos entre nosotros. Me agradeció mi sinceridad y desde entonces, entre nosotros hubo, lo que se da en llamar un ‘Entente Cordiale’. 204 Los que trabajamos en éste taller, de cerca de Coslada, padecimos en todos los años que allí estuvimos, los rigores del mal tiempo y del buen tiempo. Sí; es que la estructura, en general, estaba mal concebida. Primero: el muro de fachada era de bloques de hormigón, que para edificar, debían de ser rellenados con mortero y armarlos con varillas de acero. Esto da que el muro sea simple y sin cámara de aislamiento y con gran altura. Segundo: la cubierta, era un invento artesanal de paraguas invertidos, en módulos cuadrangulares, con inclinación de vertido hacia el sur y los ventanales orientados al norte. Si verificas esta estructura, comprobarás que todas partes superiores de los paraguas, reciben rayo solar directo todo el día. La parte más cercana al suelo es de unos 6,00 metros y pronto el personal nota el calor emitido. En verano, ni te cuento. Las partes altas de los paraguas, recibe viento norte directo en invierno. Por si esto fuera poco, las dos puertas de acceso, una al este y otra al oeste, recogían todos los vientos reinantes de la zona. Además; las puertas no cerraban toda la bocana de apertura, quedaban las zonas altas al descubierto; sin posibilidad del cierre total. Tercero: no se había previsto nada sobre calefacción ni aireación. Sí; seguramente constaba en el proyecto, que sería de forma natural; pero, estaban invertidas en su cálculo: calefactado en verano y ventilado en invierno. A su interior se colaban todos los vientos, con todas las polvaredas que se ocasionaban en sus alrededores. En el rincón donde yo tenía el seudo despacho, llegué a medir en invierno, por la mañana – 4 ºC y en verano, en las tardes + 39 ºC. Excelente, ¿no? Sigo con más detalles. Las oficinas, se puede decir que estaban bien. Si aclaramos que estaban orientadas al sur, con ventanales en altura completa de fachada y cristales 205 transparentes simples, con pequeñas ventanas deslizantes en la zona baja. Si las abres, para que se ventile el ambiente, entra el polvo y el ruido que producen los camiones cubas del hormigón. La luz y rayo solar, garantizados todo el día; pero, tenían varios aparatos de aire acondicionados. La renovación del aire estaba bien dispuesto, claro está, siempre que se mantuviesen abiertas las espitas de los aparatos de aire acondicionado. El comedor del personal, sobre las oficinas y con las mismas condiciones ambientales, pero sin aire acondicionado (horno en verano y refrigerado en invierno) En la misma planta, el vestuario, junto con los servicios propios para el personal, separados por dos puertas batientes. Por tanto, estaba garantizado, en todo momento, un buen ambiente de cierto aroma ‘familiar’ combinado. Queda un detalle más, que favorecía a los alérgicos: Al norte, están las pistas de aterrizaje y despegue del aeropuerto de Barajas y la autovía de Zaragoza (ruido garantizado). Al este, nuestro taller de ferralla (polvo de óxidos garantizado). Al oeste, el camino de Rejas, con buen número de vehículos en circulación (¡Precaución! Tanto a la entrada, como a la salida). Al sur, una estación de hormigón preparado, para venta a obras, con una entrada, de calle exclusiva y mal cuidada (polvo y gran ruido garantizado) Todo esto daba garantía a que el ambiente fuese polvoriento, todo el día. Reforzado, a veces, por el corte de madera de samba, que hacían nuestros carpinteros, con sus máquinas, para las piezas de los moldes del Taller de Prefabricados. En los últimos años de utilización del taller, se consiguió de colocar unos filtros, para los restos de las maderas. 206 Durante dos o tres años, el señor Haro, decidió ofrecernos de su pecunia, unas cenas en buenos restaurantes, al personal de la oficina del taller y a los tres encargados, en compañía de nuestras cónyuges. Y a los postres, nos entregaba unos cheques personales, con cantidades diversas. En contra partida, todos los compañeros aportábamos para la compra de unos regalos, para nuestro anfitrión. Yo siempre me pregunté de por qué, de aquellas cenas y alguien me lo aclaró: --- Pepe. Comprende. Al mismo tiempo que se presenta como un mecenas, nos tiene, en cierto modo, atrapado en su circulo y por ende, recibe unos regalos. Y no te preocupes, por las cantidades de los cheques, salen de su abultada y gratuita paga final de curso... y por otros beneficios más. También, tomó el señor Haro, una costumbre avasalladora: A los tres encargados, a los administrativos y a su ayudante, nos hacía permanecer más tiempo en la oficina, por las tardes, a última hora, con el pretexto de esperar posibles avisos o pedidos de las distintas obras. Cómo se nos pasaba el tiempo con algunas charlas y algo de aburrimiento, yo propuse a pasarlo con algún juego de mesa, por ejemplo ajedrez. Así lo hicimos durante varios días; pero, como casi siempre ganábamos Antonio Cuesta o yo, los demás compañeros abandonaron y propusieron jugar a mus. Fue buena idea, porque juegan cuatro y es más ameno. 207 Para darle algo de más interés a las partidas, para no dar órdagos, en vacío, propuse aportar por cada jugador 100 Ptas. Se aceptó; pero el señor Haro, propuso que no se llevase las ganancias ningún jugador, sino que se ingresase en caja en una cuenta destinada a darnos algunas cenas especiales. Resulta paradójico, pero se disponía en poco tiempo, para unas cenas y para algo más. Si calculas a tres partidas diarias, cinco días a la semana y cuatro semanas al mes, obtendrás unas 24.000 Ptas. Son actualmente, unos 144,00 euros. ¿Qué te parece? Como Pablo disponía del uso del coche Renault R-12, convencí a Librada, para que comprásemos un coche nuevo para nosotros. Es que había momentos, en que teníamos que ir a sitios y ocasiones, en los que aparecer con el furgón no era el vehículo más apropiado. Tampoco era buena forma, de quitarle el coche a Pablo, cuando él ya tenía sus planes. En aquellos años, Coslada no tenía buenas comunicaciones ni el mejor transporte público; por otra parte, teníamos la malsana costumbre de usar a cada momento, un vehículo particular, propio o de la empresa y ninguno estábamos habituado al uso del transporte público. Nos decidimos por comprar un coche pequeño, un Citroën AX, el de la gama alta, era pequeño de longitud, pero era muy rápido y cómodo. Con éste coche, volvimos a hacer salidas y excursiones por la comunidad de Madrid y provincias cercanas. Esto nos dio otro deseo, 208 mejorar las formas de las acampadas y por ello, compramos un carro tienda muy útil y cómodo. Tenía un sistema que en pocos minutos, se disponía de la tienda instalada, con sólo la manipulación de dos personas. Cuando estaba todo desplegado, se disponía de dos habitaciones, para cinco personas, de una zona cubierta para comer y estar y de una toldilla o avance. Todo realizado con materiales de muy buena calidad. Para el transporte por carretera, disponía de una lanza de enganche, con sistema de seguridad y mecanismo automático para el freno a las ruedas, pilotos de señalización y rueda de repuesto. Una vez recogido el sistema de lonas, se quedaba todo alojado en el interior del arcón y se cubría con una tapa con cierres y portaequipajes. Tenía un aspecto compacto y seguro. Para el enganche del carro al coche, compré en la central de Citroën, un dispositivo completo, de bola de enganche, de tipo oficial y exclusivo para ese tipo de vehículo. Cómo el sistema de colocación es fácil y sencillo, para quien conoce la mecánica, me dispuse a su colocación, que quedó en perfectas condiciones para su uso. Yo ignoraba de un párrafo de las Ordenanzas del Ministerio de Industria y las de Tráfico, que exige la colocación expresa por un taller especializado y autorizado, de este tipo de artilugios en toda clase de vehículos automóviles. Esta fue la exigencia de los inspectores de la Inspección Técnica de Vehículos, cuando llevé el coche a que fuese revisado y autorizado. No querían firmar y legalizar con ‘Visto Bueno’ la instalación, que yo de forma particular, había realizado y que verdaderamente, estaba en perfectas condiciones de uso y a prueba de toda clase de seguridad. Es de reconocido criterio, que sólo se disponía de apartar el parachoques trasero y fijar con cuatro 209 tornillos, a los anclajes prefijados, tal y cómo se describían en los apartados del folleto, que acompañaba a los materiales del enganche. Después de varias visitas e inspecciones negativas y de varias discusiones, me dispuse a comenzar el viaje de vacaciones, sin la correspondiente autorización oficial, exponiéndome a que en carretera me podían multar por ello. Cuando, de regreso de las vacaciones, fui a reclamar la autorización y de la última discusión, me hicieron entrega de los papeles oficiales ya firmado. Pero, ojo; me fijé en que estaban firmados el día anterior al que yo estuve allí, antes de ir de vacaciones. Un camionero, que esperaba turno en la ITV., me preguntó del por qué discutíamos y le expliqué todo lo ocurrido, me dijo, que todo me lo habría ahorrado si les hubiese ofrecido, lo que en Méjico llaman ‘mordida’. Que ese sistema siempre ha funcionado en todos lados y en éste país, sigue funcionando a todos los niveles. Hicimos varias acampadas y un solo viaje de vacaciones, en compañía de los tres hijos. Luego, ‘San Jamás’. Cada uno de ellos, quería hacer sus propias salidas y excursiones. Por esto, me vi obligado a retirarnos del uso de este carro tienda y aparcarlo. El carro tienda se mantenía como nuevo, pero sin uso. Le había pedido permiso al Sr. Haro, para mantenerlo dentro del Parque de Maquinaria. Me autorizó, sin buen convencimiento, por su parte; advirtiéndome que tendría que ser de forma provisional. Cuando hacía sus paseos por las naves y talleres, para inspeccionarnos y se encontraba con el carro (aunque estaba cubierto con lonas), luego me lo recordaba y hacía que me si9ntiese incómodo, por tener el beneplácito de su permiso de aparcamiento, que nadie poseía. 210 Cuando tuve acondicionada la parcela de la Asociación en Daganzo, hice el traslado del carro y lo aparqué en la parcela vecina a la nuestra, que aún permanecía sin ser ocupada; tan solo la utilizábamos como aparcamiento. Que por cierto, uno de los socios de la calle 11, procuraba ocupar el sitio, con su coche, en cuanto que veía que yo lo desocupaba. En varias ocasiones, hice la apertura del sistema del carro tienda, para que los demás socios viesen como era y de cómo estaba de bien cuidado. Hasta que uno de ellos, se fijó y me propuso de la compra, que pronto estuvimos de acuerdo con los términos de la compra venta. No se discutió sobre el precio, que estipulé en que sería el mismo que yo había pagado, por primera compra. Pagó y se lo llevó muy contento. Al año siguiente, me informó que se lo había vendido a otro caprichoso, pero que al cambio salió ganando, porque le cobró mas de lo que me había pagado. Además de por esto, vimos como un buen sistema, el adquirir la opción se socio en la Asociación Deportiva Cultural de Daganzo. Sería como volver a las acampadas, pero con otra calidad y disposiciones. Pero; que los hijos no lo veían con buen grado. Lo aceptaron, si; pero, poco uso hicieron de todo aquello. Fue principio de la década de los 90, que tuve la ocasión de hacerme socio de la Asociación Deportivo Cultural Daganzo. En esta Asociación se tiene como derecho principal a una parcela acotada con seto vegetal, de uso exclusivo, con una superficie de 70 m2, donde se dispone 211 de agua potable y acometida de luz. El recinto general, está situado en las afuera del pueblo de Daganzo, a unos diez kilómetros de Alcalá de Henares y a unos quince kilómetros de Coslada. Se dispone de campo de fútbol, de baloncesto, tenis, petanca, motocross y varios más. Hay más de veinte mil árboles, viales, piscina, restaurante - bar. Está vigilado todo el día, por un equipo de vigilantes jurados. También existe un equipo de trabajadores para el mantenimiento. Hay megafonía, servicios comunes y todo esto, para 550 parcelas o socios y sus familiares de primer orden. En las parcelas, cada cual, puede instalar los elementos apropiados para las acampadas. Todo con el sentido que da la idea de camping, sin elementos de obra y con idea de movilidad. Después de realizar los trámites de ingreso y pagar la cuota de inicio (que casualmente, yo fui el último en pagar la cantidad de 500.000 Ptas., los siguientes socios, pagarían 800.000 Ptas.) Elegí la parcela, que me pareció la más adecuada, en la calle 10 y la parcela es la 257, por tener con más frecuencia, que usar el furgón de la empresa. Resultó ser la más ruidosa, pues está en la calle de entrada principal. Esta elección, tendría consecuencias negativas para las estancias y permanencias durante todo el periodo que duró nuestra adhesión al grupo de socios; sobre todo en las horas diurnas, motivadas por las cada vez más continuas y ruidosas pasadas de las motos de los chavales, que sin apenas necesidad, se paseaban de arriba a bajo, por el solo placer de moverse en sus vehículos escandalosos. A Librada, le enervaban tanto paso y tanto ruido. Algunos vecinos, llegaron a protestar a tal límite, que se insultaron y utilizaron las manos en actos agresivos. Pero, hay que reconocer que las veladas, en compañía de 212 algunos vecinos, eran muy agradables y amenas, con partidas de cartas (mus, cinquillo, tute,...), y las charlas y las invitaciones a café o meriendas. Los paseos, dentro y fuera del recinto. Como las caravanas y los ’movilhome’ eran caras, conseguí a buen precio, una caseta para obras, que a la sazón se iba a enviar al chatarrero. El motivo era que por su longitud de ocho metros y medio, no había camiones apropiados, para su transporte. El Director del Parque de Maquinaria, mi jefe, (el Sr. Haro), aceptó que yo pagase por la adquisición. Hizo que pagase 28.000 Ptas. a la caja del Taller. Me dijo que accedía, por reconocimiento a mis servicios prestados a la Empresa, que esa cantidad era la que el chatarrero, iba a pagar por el peso en material. Claro está que también tuve que pagar a una empresa de transportes, por el traslado de esta caseta, desde una de nuestras obras hasta Daganzo. Me cobraron 35.000 Ptas. (unos 210 €) Los dos pagos sumado da un total de 63.000 Ptas. (unos 378 €) Bastante menos que por comprar una caravana y menos aún que un movilhome. El terreno de la parcela ya estaba acondicionado. Para ello, hice un cerramiento con puntales metálicos, cosidos con cables de acero, entrelazándolos, sin hacer anclajes en tierra. A todos estos puntales y cableados, los cubrí con lonas plastificadas. Así quedó un prisma rectangular de 10 metros de largo, 7 metros de ancho y 3 metros de altura. De esta forma, quedé encerrado en un recinto cubierto del sol y de las lluvias. Ahora que lo pienso, me resulta una barbaridad, hacer éste montaje, para en pocos días, volver a desmontarlo. Y todo, con poca ayuda; pues lo hacía por las tardes, después de salir del trabajo y en los fines de semanas. El terreno de la parcela estaba un poco inclinado hacia la entrada, fui haciendo una nivelación manual recogiendo las tierras de arriba y trasladándolas hacia 213 las zonas de abajo, ayudándome con estacas y un nivel de agua, hecho con una tubería flexible. Los socios vecinos, al pasar por delante de mi parcela y ver el tinglado que había dispuesto, apartaban las puntas de las lonas para poder ver el interior. Cuando me veían, me preguntaban, extrañados, que estaba haciendo. Pero, ninguna se ofrecían a ayudarme; y eso que en algunos momentos, me vi apurado para sostener en vertical los puntales y hacer los cosidos con los cables de acero. No obstante; hice un trabajo algo excepcional, de lo que quedé contento, debido a la prueba a que fue sometido todo el conjunto: Un día, se preparó una gran tormenta, con granizo, mucha agua y sobre todo, fuertes vientos racheados del suroeste. En algunas zonas de Madrid, se produjeron grandes destrozos y caídas de árboles. Los vientos alcanzaron velocidades de 90 Km/h. Yo me mantuve en el interior de aquel extraño habitáculo, de hierros, cables y lonas. A veces, tuve que reforzar unos anclajes y sujeciones, que se aflojaban. Estaba a modo de algún marino, a bordo de un velero azotado por la tempestad. En ocasiones, algo acongojado, más que nada, por los daños que podía ocasionar a los vecinos, puesto que las construcciones de los alrededores, no son muy resistentes. Pero, aguantaron puntales, cables y lonas, más de lo que yo creía. Cuando todo pasó, varios vecinos se acercaron, unos para ofrecer ayuda, si me hacía falta, otros para comprobar los desperfectos, que ellos creían se producirían y pocos para felicitarme, por el trabajo realizado y por como habían resistido. En ratos, en el taller de JOTSA, con restos de material, hice tres peanas metálicas y de un largo igual al ancho de la bancada de la caseta. Las coloqué a un lado de la parcela y repartidas a distancias iguales a la longitud de la bancada. Entonces el trabajo fue ir colocándolas a 214 nivel, para que al ser apoyada en ellas la caseta, quedase bien situada. Cuando hicimos el transporte, y con la grúa se colocó en su sitio, la caseta quedó ajustada casi a la longitud que exigían los estatutos y a casi la mitad del ancho de la parcela. Luego de todos los trabajos de acondicionamientos, la opinión era que debía haber situado la caseta a la otra parte de la parcela. Debido a que la habitación independiente, tenía una ventana a la parte extrema del módulo, y por tanto, como estaba destinada a ser la cocina, hubiese quedado con vista a la calle y no a la vista interior, hacia los vecinos. El nivel del piso quedó como a medio metro de altura. Para el acceso, fabriqué dos escalerillas metálicas y de madera, una para cada puerta. La estructura de la caseta era metálica y las distribuciones internas de maderas. Tenía tres habitaciones: la primera de 2,85 por 2,85 metros; la segunda de 3,40 por 2,85 metros; entre estas dos habitaciones, estaba un servicio con lavabo, espejo y taza de retrete y algún accesorio de baño. La primera puerta daba entrada a un pequeño distribuidor con las tres puertas de estas habitaciones y la puerta exterior de la derecha daba entrada a la tercera habitación, situada al lado de la mayor y con las medidas de 2,85 por 1,30 metros. Todas las habitaciones tenían ventanas de aluminio, cristales y contraventanas metálicas con seguro de cierre interior. El servicio tenía una pequeña ventana con lamas de cristales abatibles. Todo el conjunto estaba aislado, en forma de ‘sándwich’. El interior estaba forrado con chapas de maderas decorativas rematadas con junquillos. El suelo con lamina de Sintasol, imitación a parqué de tablas. El techo, con láminas decorativas de Porespán. Todas las habitaciones estaban instaladas con lámparas de plafón, interruptores y bases de enchufes. También, hice 215 una ampliación de instalaciones eléctricas, mejorándolas y actualizándolas, con luz de emergencia, automático y diferencial de corte y luz exterior temporizada. Más adelante, fuimos realizando más cambios, reformas y ampliaciones. Como acometer agua al servicio y hacer un tajado metálico, a dos aguas, con chapa ondulada galvanizada. Compré a buen precio, tubo de perfil cuadrado de hierro en barras. Con los que fui construyendo la estructura del soporte para el tejado; apoyado sobre el techo de la caseta y sobre pilares metálicos. Así, quedaría cubierta casi toda la superficie de la parcela. Para este trabajo me traje del Taller, un equipo de soldaduras y elementos oportunos, como electrodos, caretas y un cuadro de protecciones eléctricas, que conecté a la red de servicio de la zona. Estos trabajos, dio pie para que se produjera una de las muchas anécdotas que nos ocurrieron en éste recinto de esparcimiento, todas a causa de la convivencia humana: Como cada día, uno de los socios que formaban el equipo de gobierno, vigilaba y preguntaba sobre los trabajos que yo estaba realizando, hizo que también me vigilara uno de los operarios del equipo de mantenimiento. Yo comprendo que al existir unos Estatutos y en ellos unas normas a cumplir, se tenga cierta vigilancia, pero estas leyes son para todos, no para los que a unos les caiga mal de ver y a otros se les permitan rebasarlas o no cumplirlas debidamente. Pues; comprobaron las conexiones que yo había hecho, en el cuadro eléctrico y se produjeron unas secuencias de iniciativas, para intentar demostrarme que yo había infringido ciertas normas de seguridad. Como resultado de estas investigaciones y discusiones, por parte del equipo de gobierno, recibí una carta, en la que se me comunicaba las decisiones tomadas: “Se me privaba de la entrada al Recinto de Acampadas, por el 216 periodo de tres meses, por haber infringido una norma, al no haber hecho la petición oportuna de que uno de los operarios de Mantenimiento, hubiese efectuado las correctas conexiones eléctricas” ¡?! Les hice una solicitud de reunión urgente, para la aclaración de esta decisión. Me fue aceptada y preparé mi alegato, con documentación crediticia de mi situación laboral y empleo. Para esto, me cedieron en mi empresa unos certificados de los años que llevaba desempeñando el empleo de encargado del equipo y taller de electricistas y de los trabajos que tenía acreditado. También, copié los planos que yo tenía, como costumbre, hacer de los trabajos y modificaciones de las instalaciones y de las distribuciones de los mobiliarios en la parcela; así como, fotografías de los cuadros eléctricos de la parcela y de los que yo tenía intercalados, para los trabajos. Cuando los cuatro componentes del equipo directivo, escucharon mis alegatos, vieron los planos, certificados y fotografías, reconocieron el error cometido y decidieron anular los efectos de las últimas disposiciones al respecto, que me comunicaban en su carta y pedir las oportunas disculpas. De éste modo, subsanado el malentendido, continué con los trabajos; lo que sí noté es que ya las supervisiones y preguntas cesaron, solo se limitaban a los saludos de rigor, al pasar por delante de donde yo estaba. Para la cubierta del tejado, tenía previsto hacerlo con chapas onduladas; las fui a comprarlas a un almacén y taller, en la zona industrial de Daganzo. Hice el pedido, seguidamente me las sirvieron en la parcela y regresé al almacén a liquidar el importe. Cuando la secretaria de la oficina hizo las cuentas para la factura, se equivocó y el resultado era muy abultado, con beneficio a mi favor. Entonces le dije que yo no estaba de acuerdo con el precio final, que lo pagaba, 217 pero que cuando regresase el jefe, quería hablar con él, que fuese a visitarme a la Asociación o que me llamase por teléfono. Tardó poco tiempo en aparecer en la acampada, venía algo sofocado. Con previo aviso por megafonía, salí a su encuentro. Ciertamente, tenía algo de razón, porque el precio ajustado para la venta, había sido a tan solo su coste y sin cobrar el transporte; en total le tenía que dar el resto del importe real, que era de unas 28.000 Ptas. (unos 168 €) más. Antes de que él dijera algo, le corté diciéndole que reconocía el error y que aquí tenía la liquidación del importe. Me agradeció mis formas y me indicó que para las próximas compras tendría mejores precios. Las piezas de chapas onduladas tenían una longitud de 7 metros. Para el manejo y su colocación, esperé a un fin de semana, para que me pudiesen ayudar Librada y los hijos. De ello, queda constancia con las fotos, que nos hicimos. Fue un trabajo agradable y con buen resultado: Teníamos que trasladar las chapas hasta cerca del módulo y luego subirlas sobre la estructura soldada, para ir ordenándolas y sujetándolas con taladros y remaches. Cómo el tejado estaba proyectado a dos vertientes, se afirmaba una parte y con el peso de uno de los chicos, se forzaba, para que fuese cayendo (entre risas y bromas), hasta hacer tope y ya a taladrar y a remachar. Cómo te digo, nos quedó un tejado de profesionales. Quedó cubierto el módulo y gran parte de la mitad de la parcela. Esta parte, la utilizaríamos para terraza, comedor, cocina y zona de estar. Para esto utilizamos todos los elementos que se usaban en las acampadas de camping (mesas, sillas, tumbonas, cocinas,...) Con el furgón de la empresa y casi todas las tardes, hacía traslados de materiales que recogía en las obras. En principio, para el suelo de la parcela, traía áridos 218 finos y los iba esparciendo para hacer una cama sobre la tierra y de esta forma, evitar que se formase barro. Para el cerramiento de la parcela, trasladé de una obra, bloques de cerámica, de los utilizados en los remates de los forjados de plantas y los destruí en la parte delantera y en la lateral derecha. Los fui colocando con las tres aberturas hacia arriba, para utilizarlas a modo de jardineras. En el hueco central coloqué, hincado en el terreno, con perfil metálico de T de 50, estacas con altura útil de 0,80 cm, para con pletinas hacer una valla de cierre. En la parte lateral izquierda existía un seto de arizónicas, que tenía plantado el vecino anterior. En el fondo, había otra construcción de otra familia, que había comprado todo lo de esa parcela, ya construida por otro socio anterior. Pero; ¿Cómo es que a ese socio se le había permitido construir saltando las normas estatutarias? Pues, la construcción del módulo, estaba justo al ras del límite de su parcela y la norma exigía dejar un espacio de medio metro, como mínimo. En los comentarios al respecto nadie se lo explicaba. Ese módulo tenía una ventana que daba a mi parcela, como estaba, hasta entonces vacía, y por ella accedían al módulo eléctrico, para accionar los interruptores y diferenciales. Entonces, decidí no hacer cerramiento en esta parte. De esta forma, ellos no tendrían que interrumpir la costumbre establecida y yo me evitaba un trabajo más. Luego, pude comprobar que no fue una buena decisión; por la poca afinidad de los componentes de aquella familia y nosotros, principalmente, a que el padre (Manolo), era un hombre de trato seco, como su aspecto, más bien con tendencias desagradables, pero; debido a nuestra manera ser, siempre se evitó el roce y las discusiones. 219 En el frente, que sería la entrada, distribuí los mismos bloques que en el lateral, y construí una puerta de doble hoja de un metro de altura y un arco elevado, con las estacas y las pletinas, como cerramiento. Para las puertas, ideé un sistema con dos estacas cilíndricas cementadas al terreno, donde pivotaban las puertas. Cada puerta tenía adosada, un cilindro cerrados por la parte superior y se embutieron a las estacas cilíndricas a modo de bisagra; en el interior coloqué unos cojinetes axiales, para que tuviesen un giro suave y rematé el sistema, con un cierre inferior con una cadena corta, para evitar que se pudiese levantar y sacarlas, cómo seguro. En los huecos de los bloques de cerramiento, hicimos plantación con hiedra, que con el tiempo, llegaron a subir al tejado y casi cerrar la visión lateral; en la parte delantera, no fueron tan frondosas. En esta parte frontal o de entrada, coloqué un mástil de antena, aprovechando uno que ya no se utilizaba en las obras, para los primeros teléfonos móviles, que eran como maletines, disponían de una antena al exterior que podían ser cambiadas o combinadas, para cuando las comunicaciones no eran satisfactorias, porque no disponíamos de repetidores de zonas, entonces yo me dedicaba a colocar antenas exteriores elevadas, en las obras, que lo necesitaban. Este mástil, utilizado para sostener la antena adicional de un teléfono instalado en una furgoneta Citroën 2 caballos, aparcada durante las horas de trabajo, en una obra en el pueblo San Sebastián de los Reyes de Madrid, pudiesen comunicar con las oficinas centrales, o hacer los pedidos, o para casos urgentes. Cuando se recibía una llamada, de otro abonado, se activaban los pilotos de emergencia y el claxon, conduciendo también ocurrían estos efectos. Más adelante, cuando se terminó la obra y el vehículo se utilizó para otras tareas, desmonté el sistema completo y 220 lo distribuí de tal forma, que los componentes modulares estaban en el interior de un pupitre de madera, del que hice el plano y lo construyeron en el taller de carpintería, del Parque de Maquinaria, en el exterior coloqué el módulo de llamada, el microteléfono y la pequeña antena magnética. Con éste sistema se sirvieron muchas oficinas de obras. Y yo mismo. Cuando se averiaba y la avería era del sistema interno, tenía que desplazar el pupitre hasta la calle Orense de Madrid, donde Telefónica tenia unos laboratorios específicos. Una vez, que lo entregué para reparar, el técnico me preguntó los síntomas de la avería. Yo le dije que recibía todas las llamadas, pero no aceptaba las llamadas salientes. Él, dijo secamente: --- Esto es que ustedes no han pagado la factura. Vera usted. Cuando se realiza una llamada, con este sistema, hay una computadora de enlace, que primero analiza si el abonado de éste aparato, está al corriente de pago, luego establece el enlace... Yo le dije: --- Me extraña, porque este equipo pertenece a Construcciones JOTSA... Se estiró sorprendido y dijo: --- ¿La empresa del padre de Ana Obregón? Entonces, la avería es sin duda del equipo. Espéreme un momento. Se llevó el equipo al interior del laboratorio y yo quedé en la sala de espera. De forma habitual, otras veces, me dijeron que dejase el equipo y que volviese al ser llamado, para retirarlo. Sin embargo, esta vez, tuvieron esa extraña conducta y hacer la reparación 221 rápidamente. En un cuarto de hora, el equipo lo estaba subiendo a la furgoneta y en perfecto funcionamiento. En cierto modo, esta pequeña anécdota, demuestra en la estimación de buena empresa que se le tenía en ese tiempo. El mástil de antena lo coloqué adosado al lateral del módulo, o ‘mobilhome’, el que quedó más próximo a la calle, éste trabajo, lo hice solo, sin ayuda. De tal forma, que soldé dos soportes, con pletinas, uno en el refuerzo del techo y otro en el refuerzo de la base. Cómo en esta zona, la base del módulo quedaba a medio metro de altura, ahí quedaba la primera sujeción y la segunda, a los tres metros de alto. En la base, tenía una placa con anclajes. Así, el primer tramo del mástil, quedó bastante fijo y seguro. Luego fui subiendo a mano y sujetándome con el cinto de seguridad, los dos tratamos siguientes, que atornillaba en las uniones. A la parte final, sujeté tres cables de acero para hacer vientos de anclajes. Dos de ellos, fijados a la estructura del tejado y el tercero, que quedaba con proyección a la calle, le desvié hacia el interior, sobre un soporte rígido y afirmándolo a la base. De esta manera, tenía el aspecto y resistencia de una viga ‘Cantilever’, pero en sentido vertical. Y quedaba rematada con un suplemento tubular, donde se sujetaba la antena de comunicación de Banda Ciudadana de radioaficionado. En total la altura final era de 11,50 m. En la parte final de la celosía coloqué una antena de FM y otra de televisión, más los cables de conexiones. También, puse a dos tercios de la altura, un soporte para la driza de una bandera nacional, que solía instalar en los días de Fiesta de la Asociación. Y 222 alguna vez, en estos días, instalé alumbrado de feria, con iluminación automática. En la primera habitación, desmonté el aparato de aire acondicionado; porque la acometida eléctrica no tenía la potencia suficiente. La abertura que quedó la cerré con un trozo de idénticas formas a la estructura. En la parte interior, en ese rincón, construí un armario ropero (algo rudimentario, pero útil) Esta habitación la destinamos para dormitorio de Librada y mío. Para ello, compramos un somier con patas, colchón, almohada, colcha, etc. A la ventana le colocamos una persiana veneciana automática. Bajo la ventana, coloqué un radiador eléctrico. Sobre la cabecera de la cama, una repisa, donde pusimos la radio, libros y recuerdos. En las paredes, cuadros que habíamos hecho Librada o yo. En fin, quedó un dormitorio muy aparente y cómodo. Por cierto; salvo contadas noches de verano, en las que dormimos allí, siempre tuvimos que hacerlo con mantas y la mayoría de esas noches, con el radiador encendido, aún en verano. El termómetro de máxima y mínima, que tenía en el exterior, marcó en el día más caluroso, 32º C, a medía tarde. Cuando en Torrejón de Ardoz, tenían 40º C, o más. La mínima en invierno, lo marcó con -11º C En la habitación mayor, se colocaron camas literas automáticas, para los hijos y durante la tarde - noche, se utilizaba de comedor y sala de estar, cuando fuera, no teníamos buena temperatura para estar sentados viendo televisión. Días más tarde, hice una abertura en el tabique separador de esta habitación y la tercera, que sería la cocina. A esta abertura le coloqué una puerta corredera. De esta forma, se podía entrar y salir, indistintamente, por las dos puertas exteriores, para acceder a todas las habitaciones. 223 Para la cocina, adquirimos a buen precio, en una tienda de Coslada, unos muebles de cocina, encimera, fregadero, etc. El frigorífico, de casa, lo trajimos también. La cocina a gas, de dos fuegos, sería la que utilizábamos en las acampadas (que ya no hacíamos) Instalé un grifo y toda la tubería para agua corriente, conectada a la acometida del servicio. Y las tuberías de desagües, para las aguas residuales; que desembarcaban en las atarjeas, hacia los alcorque de los setos entre las parcelas. Fue una torpeza no instalar servicio fijo de agua caliente. Aunque sí, hice una instalación exterior, con depósitos de agua, para tener agua caliente, calentada por el sol, que abastecía a una ducha. El sistema era sencillo, la presión de agua se conectaba a un depósito metálico de 15 litros, colocado en horizontal y pintado con pintura negra y conectado a otro depósito de plástico resistente, en cuyo interior se alojaba un sistema de corte con flotador. Y de aquí al consumo. Más adelante, decidí hacer una ampliación, sería en el fondo de la parcela adosar una habitación, que utilizaríamos como comedor - sala de estar dormitorio. Quedó pequeña, pero es que las normas de los Estatutos de acampada, no me permitía construir más volumen cerrado que el 50 % del total d la parcela y con éste trazado, ya estaba en el límite. Y como tenía que soportar las continuas visitas de los directivos del equipo de gobierno, pues; así estamos. Para éste trabajo tendría que hacer un piso elevado al nivel del ‘movilhome’. Comencé alisando el terreno, para colocar un encachado de vigas de madera, nivelando y cosiendo con travesaños. El material lo traía de las obras, con el furgón, todo era de desechos, pero, en buen uso. Continué hasta conseguir una superficie de 3 x 6,5 metros. Esta superficie la cubrí con tablas machihembradas de pino. Que me sirvieron a 224 buen precio, en unos almacenes de maderas y bricolaje, que hacían servicios a las obras. Sobre esta superficie, hice la distribución de la habitación, que sería de 3 x 3 metros y el resto sería una terraza elevada. La habitación la comencé haciendo el soporte de las paredes, con perfil metálico de 40 x 40, el mismo que utilicé para la estructura soporte del tejado. Para la parte exterior, me sirvieron paneles hidrófugos canadienses, a cara vista, de gran calidad. Dejé lugar para colocar una puerta, para acceder desde la terraza elevada. Entre la puerta y la esquina exterior, hice un hueco para una ventana, que sería de aluminio a dos hojas correderas y cristales. En la pared de la derecha, que sería con vista a la parcela vecina, hice dos huecos a modo de ojos de buey, que quedarían cerrados con láminas de plástico de 5 mm, ribeteados con perfil plástico. Para el interior, me vendieron y sirvieron unos paneles decorativos modulares y machihembrados, con cara vista imitación a roble tableado. Entre estos paneles y los exteriores, coloqué bloques laminados de Porespan, para hacer un soporte aislante. Para el techo utilicé esos mismos bloques laminados de Porespan, sujetos con perfiles de aluminio y maderas. Tanto a la nueva habitación como la terraza, le hice instalaciones eléctricas de bases de enchufes, interruptores y el alumbrado en el interior era con plafones tipo barco. En la nueva habitación, había base para la televisión. El mobiliario de esta nueva habitación, se componía de un mural de módulos bajos y altos, uno de estos con vitrina de puerta de cristal y otro como mueble bar. Repisas, televisor, que era el antiguo que teníamos en casa, con un mueble rodante, mesa de comedor y sofá cama. Además, hice unos arcones, adosados a las paredes, que servían de asientos. Quedó sitio para colocar tres sillas para comer: Tres 225 comensales en ellas, dos en el sofá cama y otro, en el arcón (normalmente, éste sería mi puesto) A la terraza elevada le hice una barandilla con listones de madera y pasamanos. Para subir desde la terraza inferior a la superior, hice una escalera con soporte metálico y peldaños de madera y una puerta de acceso a dos hojas, con bisagras batientes, como las de los ‘saloon’ de las películas del ‘oeste’. La terminación fue con barniz, dado a todas las paredes, al suelo y a la barandilla. Todo quedó muy chulo y a los vecinos les gustó mucho. Ciertamente, el recinto quedó atractivo y confortable. El carpintero del Parque de maquinaria me hizo un tablero para una mesa de 1.50 x 0.70 metros, al que le reforcé con un canto de aluminio y lo coloqué en un bastidor de hierro con patas, que hizo, durante mucho tiempo, un buen servicio como mesa de comedor, en la terraza elevada. Cómo asientos, compramos seis sillones de resina blancos. Teníamos, además, dos sillones tumbonas, abatibles y articulados. Junto a los cubos de basuras que teníamos ante nuestro piso, apareció, desechado por alguien, un armazón de un sofá cama. De madera pintada y con somier metálico. Librada me dijo que lo quería llevar a Daganzo, para una vez repasado y limpio, reutilizarlo como sofá, en la terraza elevada. Así lo hicimos y quedó colocado y con unos cojines de goma espuma, forrados con tela. Estorbaba, pero en él se estaba muy cómodo. Fuera de las tardes y horas muy calurosas del verano, en esa parcela se estaba muy cómodo. Y en esta terraza, pasamos largas veladas, hasta las primeras horas de la madrugada. Del piso de Coslada, nos traíamos los muebles del dormitorio de Susana, Librada quiso cambiarlos por otros, porque la cama no era apropiada ya para la edad de Susana. Colocamos en la habitación grande, la 226 cama, que era combinada de litera, armario, estantería – escalera y baúl – pupitre con librería y alumbrado; la mesa escritorio, el armario ‘sifonier’ y el sofá – cama, que había servido para que mi madre durmiese en él cuando nos visitó. En realidad, solo quedó espacio para poner unos cuadros y el pasillo, entre los muebles. Durante los días que estuve haciendo los trabajos de acondicionamientos y mejoras, apareció por la zona de acampada, un oficial soldador, compañero en el Parque de Maquinaria, nos saludamos y me contó que su hermano estaba acondicionando otra parcela en la calle 9 y él le estaba ayudando con algunos trabajos de soldaduras. Me indicó que le acompañara para presentármelo y desde entonces comenzamos una buena amistad entre las dos familias. Son vecinos en Coslada, en aquellos días, vivían en un piso de la calle Uruguay. Era un matrimonio joven, el marido se llama Luis, su esposa Julita y tienen un hijo, Javier. Los tres, gente muy agradable y amable. Son de la clase de personas que a Librada le atraen, por su buena educación. Sobre todo no acostumbran a decir tacos en las conversaciones. Bueno; el chico, Javier, con el paso de los años se fue acostumbrando a utilizar ciertos tacos, como cosa normal. Son buenos conversadores. Julita, trabajaba en las oficinas de las ya finiquitadas ‘GALERÍAS PRECIADOS’. Por convenio colectivo, optó por el despido pactado. Luis, es mecánico especialista en ‘ATLAS COPCO’, tiene un buen puesto de trabajo, al que entró con pocos años de edad y ya es mayorcito (51 añitos) Por cierto, es nativo de Cáncer y Julita es de Géminis. 227 Forman una pareja muy bien conjuntada y gozan de gran amabilidad, tanto entre ellos, como con las amistades. A los tres, les gustan las buenas formalidades y el buen gusto por llevar una buena vida con comodidades y todas la modernidades posibles. También, hemos conocido a sus familiares (padres y hermanos), algunos de sus amigos y vecinos. Cómo los de su antigua residencia en Mejorada del Campo. Porque tomamos la costumbre de acudir a sus Fiestas Patronales, para ver los fuegos artificiales (aquí, en Madrid, se les llama ‘pólvora’) Como a Luis le gusta hacer amistades, aunque sean temporales, entabló amistad con otro socio de la calle 8: Vicente. Casado con Isabel y tienen dos hijos varones: Vicente, el mayor y Javier, el pequeño. Bien; pequeño de edad, porque es bastante alto, y además atractivo. Desde que fuimos presentados, se entabló entre todos, las tres familias, un trato de buena amistad. Nos hemos ayudado en lo posible, cuando hacía falta, en los trabajos en las parcelas y en asuntos particulares. En las estancias en la Asociación, cuando coincidíamos, las dos o las tres familias, nos reuníamos en cualquiera de nuestras parcelas y además de las charlas, nos festejábamos con aperitivos, comidas, meriendas o cenas y algunas que otras tartas. Muchas tardes, para despejar los almuerzos, salíamos al campo de los alrededores, para caminar y siempre de buenas y largas charlas. En los veranos, solo acudía a la piscina, Julita y Luis, a Vicente y a Isabel, no les gustaba remojarse en la pileta. En esta Asociación, se tiene por costumbre, en el verano, celebrar unos días de Fiesta propia y como por las noches teníamos música y bailes, sobre la pista de baloncesto. 228 Casi todas esas noches, acudíamos a danzar unos pocos bailes y tomar algunas bebidas en los bares provisionales. Con los vecinos de las parcelas cercanas, entablamos amistad, con unos más que con otros, dependiendo de la afinidad personal de cada uno de nosotros. Primero, por estar más próximos, con el matrimonio de la parcela de la izquierda, que era la última de la fila, o la primera de la calle, por la izquierda. En unos años, éste matrimonio ya mayor de edad los dos, se separaron y desaparecieron, vendiendo la parcela. Cómo la parcela de la derecha, estaba vacía, nos quedó la sensación de estar algo aislados. Esta pareja, antes de la separación, eran muy amigos de la familia que ocupaba la siguiente parcela, de más a la derecha y al mismo tiempo, de otras dos familias de la calle once y de otra de la calle uno. A mí me pareció que algunos de ellos quisieron entablar una amistad más cercana y para ello, nos invitaron a comenzar a asistir a sus reuniones, a los baños, a los aperitivos en el bar. Pero, a Librada, no le convencía en mucho, las maneras de unos y otros; vamos que no llegamos a estar muy unidos. Como en la calle once, la trasera a la nuestra, estaba ya establecido, el que fuera un oficial electricista, de mi equipo, Urbano y había adquirido cierta amistad con sus vecinos, nosotros acudíamos a sus reuniones. Principalmente, eran un conjunto de unas veinte familias, en general de clase media baja, pero de buen trato y muy unidos entre todos. Se ayudaban en todo lo necesario, para las parcelas, o a los niños, o en las compras en el mercado, etc. Tenían por costumbre tomar en conjunto los aperitivos antes de comer, o por las tardes, después de las siestas, entablar partidas de cartas, que eran paradas para las cenas y nuevamente, reanudas hasta el silencio de las acampadas. Nosotros 229 asistimos a muchas de ellas. La mayoría, eran las mujeres, las jugadoras, los hombres, en épocas de fútbol televisado, no asistían. En los días de festividad de la Asociación, en esa calle, se hacían comidas en conjunto, nosotros participamos en varias de ellas. Además de aportar económicamente, se ayudaba a el adorno de la calle, a cocinar, a los preparativos de las mesas y en todo lo necesario, para que todo resultase agradable. Tanto Librada, como yo, hicimos buena amistad con todos ellos, pero algo más destacados con Pepe e Isabel, con Juan y Adelaida, con... Bueno, con todos. Porque todos, estando en la Asociación, éramos muy amables y es que estábamos en unos momentos de esparcimiento y ocio y no queríamos que sucediese a ninguno malos momentos. Claro está; que para otros no ocurría de estas maneras y es que han ocurrido casos y cosas, que alteraban los momentos de paz y concordia. Uno de los hermanos de Luis, Juan, es sordomudo. Está casado con una sordomuda. Tienen dos hijos no sordos. Todos son muy amables y cordiales viven en Coslada. Pero, cómo nosotros no sabemos el lenguaje de signos, nos resulta algo embarazoso entablar conversaciones con cualquiera de los dos. No obstante, ellos están acostumbrados y con poco esfuerzo logran hacerse entender perfectamente. También, se hicieron socios y compraron una parcela, ya habilitada con un módulo prefabricado, con una caravana adosada. Cómo Juan es de profesión pintor y de gran habilidad para los trabajos de decoración y bricolage, en poco tiempo nadie reconocía el módulo o toda la parcela. Vicente, con su servilismo y buenos modos para el trabajo bien hecho, le ayudó en varios momentos. Yo, también aporté parte de mi tiempo y conocimientos en electricidad y le realicé algunos cambios en las instalaciones. 230 Esta sería otra de las parcelas a la que acudiríamos a visitar y pasar algunos ratos de charlas y entretenimientos. Mientras tomábamos unas bebidas o cafés y los correspondientes acompañamientos sólidos. Tenía buena orientación hacia el éste, que en las tardes era la mejor zona para estar fresquito. Era costumbre en JOTSA, que cada año se celebrase una cena, con los principales directivos y los trabajadores que en ese año hubiesen cumplido 25 años de trabajos continuados en la Empresa. Yo tenía cumplidos esos años de antigüedad en la empresa, en el año 1991; pero, éste año, no se celebró la cena acostumbrada. Al año siguiente, alguien les recordó a la directiva, de que se debería volver a realizar esa vieja costumbre, que fue idea del fundador de la Empresa. Se aceptó reanudar lo olvidado. Más que olvido era que se estaban anulando todos los gastos, que a los técnicos económicos les parecían superfluos o antieconómicos. La cena se celebró en el restaurante La Dorada, en la calle Orense de Madrid. Asistieron, por parte de la dirección de la empresa, D. Antonio García, el director general Sr. González, el director de administración Sr. Carvajal, el director de recursos humanos Sr. Mariscal y los trabajadores que serían los invitados por la celebración, éramos Pepe Álvaro (jefe de una sección de la oficina central), Manolo Ramírez (entonces ayudante de jefe de obra), Ángel García (encargado de obra), Cesáreo Cháves (administrativo de obra), tres oficiales de obras (que no recuerdo sus nombres) y yo. Cuando fuimos llegando los primeros, esperamos la llegada de D. Antonio, que nos saludó a cada uno y al estar todos los asistentes, nos hicieron pasar a un salón 231 reservado, dando comienzo la cena. Que fue bastante amena, como una cena entre amigos. La mesa era grande y alargada, yo estaba en el extremo de la banda que estaban los directivo, hacia mi derecha, el Sr. Mariscal, le seguía el Sr. Carvajal, a su lado D. Antonio y seguía el Sr. González, en la cabecera de mesa estaba Manolo y en la otra banda estaban Pepe Álvaro, le seguían los tres oficiales de obra y en la otra cabecera de mesa y a mi lado Cesáreo. Durante la cena, se charlaba amenamente, pero más aún cuando los caldos escogidos y exquisitos, fueron siendo consumidos sin previsión ni reparos. Uno de los oficiales, utilizó un chiste corto, para declarar lo bueno que eran los vinos. Todos rieron la ocurrencia y más aún, con mi comentario, que reforzaba la gracia del chiste. Y aquí, ocurrió un detalle, que yo siempre lo pongo como ejemplo, para que sea notable, cómo es en realidad D. Antonio García y Fernández, Director Gerente de esa Empresa, durante 40 años, que sólo conocía a los allegados y al resto del personal de ‘su Empresa’, los desconocía. Después de las risas, le preguntó al Sr. Carvajal por quien era yo. Y oí que le decía: --- Es Recio, el encargado del taller de electricidad, en el Parque de Maquinaria. Yo le hubiese dicho y aclarado más: --- Es tu único encargado, durante casi 35 años... Que a pesar de haberte hecho trabajos personales, no le conoces... A los postres, después de una palabras de D. Antonio, para agradecernos los servicios prestados a la empresa, por más de 25 años, nos entregó a cada uno, un reloj ‘Maurice Lacroix’, con caja de oro y en el reverso grabado “JOTSA, S. A. 25 años”, dentro de un lujoso estuche. 232 A Pablo, siempre le a fascinado, las armas, el ejercito y las fantasías propias de gente inmadura. Y es que ha tenido un padre que le ha facilitado de esas posibilidades; hasta para la primera comunión, que la hicieron Pablo y Susana al mismo tiempo, les compramos y fueron vestidos, con trajes a semejanza a los sargentos del ejercito americano, esto es, que Susana no llevó traje blanco de princesita, sino falda militar y galones de sargento. Jonás les acompañó con las mismas indumentarias que sus hermanos; formaron un pequeño pelotón del ejercito. Con tanto cómo deseaba las armas y estar en el ejercito, sufrió una gran desilusión, cuando le llegó el tiempo del ingreso obligatorio en el ejercito; fue dado no apto, por ‘excedencia de cupo’. Para él fue como un golpe bajo. Pero; no se perdió gran cosa. Otra de las querencias, de Pablo, eran las motos y no paraba de recopilar fotos de carreras, de motos de todas clases, de revistas, era obsesionante, hasta que consiguió convencer, más que a nadie a mí, porque a su madre le era casi imposible. Pero, al fin, lo consiguió. Desde que se le compró, a Pablo, la primera moto, su madre no ha estado nunca de acuerdo con esta compra. En primer lugar por los miedos a que pudiese tener un accidente y en segundo lugar por los dineros que se invierten en la compra y en los gastos subsiguientes. Siempre ha tenido, ella, discusiones dispares, con referencias a las motos. Al principio de trabajar Pablo en el Parque de Maquinaria, por las mañanas, venía conmigo en el furgón. Por las tardes, me esperaba y regresábamos a casa, juntos de nuevo. Pero, la mayoría de los días, yo tardaba en regresar al taller y él protestaba, porque eran largos los ratos que tenía que esperar. La solución 233 la vimos pronto, consiguió el carné de conducir y le cedí el coche que yo no usaba, el R-12, porque a diario tenía el furgón de la empresa. El acuerdo era, que lo usaría solo para ir y venir al trabajo, luego, pasó a usarlo por las tardes y con el uso y costumbre, se quedó como si fuese suyo. Nosotros compramos el Citroën AX. Pablo disponía del uso del R-12, libremente, hasta que por las causas de que su madre, le recriminaba de usar el coche para pasear a las niñas y amigos y de porque él quería tener uno de su propiedad, pronto apareció en casa con un vehículo, de segunda mano, de buenas apariencias, pero que funcionaba y le hizo un buen servicio, por algún tiempo y que combinaba con el uso de la moto de turno. Cómo desde que comenzó a trabajar, Pablo, disponía a su antojo de ciertas cantidades de dinero, se permitió los lujos de cambiar a otra clase superior de moto. La primera, la vieja, se la cedió a Jonás; con la contrariedad de su madre; claro está. Me parece que han sido cuatro las motos que ha tenido o cambiado. Nunca nos consultó sobre esos cambios, siempre ha actuado de forma aislada y libre. No sé yo, quien ha recibido más broncas, sí él o yo. Básicamente, estoy de acuerdo con la libertad de las personas; pero, no de la libertad absoluta, siempre que esta persona sepa darle curso con verdadera responsabilidad, a esa libertad. A Librada, en todo momento, le ha parecido que el ejercicio de este derecho fundamental de las personas, debe estar totalmente restringido. A mí me ha acusado de ser demasiado blando con los hijos, pero, a pesar de sus broncas, prefiero que sean los hijos los que opinen de éste asunto. Porque si no, tendríamos que haber realizado otra clase de educación a los hijos. Pero, por la última moto, fue él quien recibió todo el furor y malas formas de su madre. Era un fin de 234 semana, estábamos en Daganzo a la espera de que los tres hijos, viniesen a visitarnos a la hora de la comida. Aparecieron Susana y Jonás y Pablo nos había comunicado que vendría con su novia, Sonia. Ya tardaban en venir y Librada, comenzó a impacientarse. Decidimos comenzar a comer sin ellos. En la Asociación de Daganzo, después de las 15 horas, se anuncia por megafonía que es hora de silencio, para el descanso de siesta. Había pasado largamente esta hora. Estábamos sentados a la mesa, en la terraza exterior, cuando aparecieron los dos (Pablo y Sonia), ataviados con los trajes de montar en moto, al completo, cascos incluidos. Pablo empujaba la moto nueva, de la que nada sabíamos y Sonia le seguía detrás. Comenzó Librada a increparlo, por la tardanza. De nada servían las excusas, no le oía. Se fueron calentando los ánimos y al punto álgido se llegó cuando Pablo nos explicó lo de la moto nueva. Él venía todo ilusionado, por tener la posibilidad de poseer una moto nueva, de su agrado y de un valor superior a un millón de pesetas y que lo había conseguido por el esfuerzo en su trabajo. Estaba orgulloso de ello y ufano delante de su novia. Yo, tampoco, se lo reconocí y me puse a favor de la opinión y de las palabras de su madre, que no paraba de increparlo con frases duras. A tal punto de discusión se llegó, que sin mediar reparos, por ambas partes, se discutía, creyendo todos tener la razón. Pablo decidió retirarse y con frases de amenaza de querer marcharse de casa. Sonia, poco, pero intervino en defensa de Pablo, con algunas palabras, que más que ayudar, lo que hacía era soliviantar más los ánimos de Librada. Se fueron con malas ganas, con peores enfados y sin comer. Nosotros, tampoco terminamos la comida. Pero, esto no era lo más importante. Lo más importante, sería que desde ahora, Pablo, no aparecería más por el piso, 235 que hasta entonces fue su hogar. El hogar familiar, donde él había pasado la segunda parte de su niñez, su juventud y donde pasó de sus veinte años. Días después, cuando nos encontramos en el taller de trabajo, tuvimos otras conversaciones sobre su actitud y de las consecuencias, de cómo estaría de ahora en adelante. En aquellos momentos, no quise, o no supe hacer que regresase a casa. Desde el punto de vista de estos días actuales, considero que fue un error, no hacer que estuviésemos, de nuevo juntos en casa. Porque a partir de esos días, las situaciones no han sido lo correctas que todos hubiésemos querido. Ni él estaba en buenas condiciones, ni nosotros estábamos contentos de cómo se había apartado de nuestro lado. Comenzar una nueva etapa de una vida, sólo, en una pensión incómoda y tener que realizar todos los gastos que se acumulan, sin las ayudas de los familiares, creo, que es muy duro. Y sin verdaderos motivos para ello. El único contacto era, desde entonces, en los día de trabajo, durante las pocas horas que podía coincidir en el taller. Reconozco, que yo no he sido un padre, en la consideración del amplio compendio del vocablo. Nunca he tenido una enseñanza directa de mi padre. Ni un trato muy directo con mis propios hijos; ni aprendí para ese empleo, ni he sabido hacer comprender, a los hijos, de la buena enseñanza de estas formas de entender la vida en familia. Espero, que ellos mismos, hayan podido asimilar de mis errores y de las posibles enseñanzas de otras familias, de amigos o vecinos. En unas de las pocas conversaciones que tuve con Pablo, me informó de su deseo de emplear sus cortos ahorros, en la compra de un piso de segunda mano. La idea no resultaba mala, dada la situación incómoda por la que pasaba. Me dijo que había consultado con una agencia de ventas, pero, dado que él sólo tenía la seguridad sobre un empleo fijo, que económicamente, no tenía 236 otras aportaciones, que en realidad, ni siquiera su novia le podía ayudar con nada, tendría la necesidad de que alguien se le presentase como aval. Hay que reconocer, que en esos momentos, el chico tuvo que retirar todos sus orgullos, para poder hacerme la petición de que nosotros fuésemos los avalistas. También, hay que reconocer, el valor que tuve yo, para poder convencer a Librada, para que accediera. En los momentos actuales, me resultaría imposible convencerla para que accediera. Además de que Librada ha cambiado de formas de pensar, o entender la vida y sus conjuntos, las situaciones han dado tantas vueltas y nada a nuestra satisfacción, que verdaderamente, sería imposible hacerla que firmase algún papel, menos aún en un papel oficial y timbrado y menos aún si se incluye a otra persona que no fuese su hijo. Después de muchas contrariedades, le acompañamos a la oficina de ventas, para tomar contactos de primeras disposiciones, para la compra de un piso. El administrador de fincas resultó ser un sujeto demasiado despabilado, nos pidió una aportación inicial de 60.000 Ptas. (unos 360 €), para comenzar los trámites. Nos pareció excesiva esa cantidad, pero, cómo Pablo estaba tan ilusionado, tan necesitado y tan obligado a cualquier cosa, con tal de poder salir de aquella pensión, y por nuestra parte, queríamos verlo en otras situaciones y comodidades, que cedimos. Fuimos a ver varios pisos, que se ofrecían para la venta. Ninguno nos agradaba. Hubo uno, que reunía unas condiciones mejores que cualquiera de los que habíamos visto. Comenzamos los trámites para su compra, pero, estuvimos a punto de ser estafados, por el dueño del piso y por la falta de celo de los vendedores. Seguimos visitando más pisos, hasta que en el último, hubo mayor consenso. Se decidió que aquel sería el dispuesto para la 237 compra. Estaba en el pueblo de San Fernando de Henares. Era un tercer piso; el bloque tenía ascensor y la situación era correcta y cómoda. Tenía dos dormitorios, salón de paso, cocina y dos terrazas. Lo dejaban con todos los muebles. No eran buenos muebles, pero, sería un gasto menos que tendría que realizar. Las condiciones de habitabilidad, eran correctas. Por tanto, ese sería el primer piso, del que Pablo, dispondría. Pablo, no nos mintió, referente a las escrituras, que tendríamos que firmar, pero, es cierto, que no nos contó toda la verdad, de lo que se estaba disponiendo. Cuando fuimos, como avalistas del trámite de la compraventa del piso, nos dieron la copia para ver si se estaba de acuerdo, con todo lo dispuesto, comprobé que como compradores, estaban inscritos los nombres de Pablo y Sonia. Aquí comenzaron los primeros tropiezos y discusiones. Ahí nos enteramos que los dos, sin una sóla consulta, habían dispuesto tanto la cuenta bancaria, como la propiedad del piso, a nombre de Pablo y Sonia, en conjunto. Ella, no había hecho ninguna aportación a los gastos, ni tampoco ingresos en la cuenta bancaria; sino que tenía la promesa de que los sueldos de su trabajo, en el futuro, serían ingresados en la cuenta, para los pagos. Y tan sólo, era su novia de hacía unos años. La situación se convirtió en una tirantez desmesurada. Librada no quería ser ya, avalista, no estaba en nada de acuerdo, con todo lo que estaba enterándose. Fuimos requeridos para la firma de las escrituras. El notario, al ver la actitud de Librada, confirmó la legalidad de su postura y si ella, libremente, no quería firmar, nada le obligaba a ello. Cuando yo pregunté por si esta situación generaría más gastos, el notario, nos indicó que los gastos de gestoría, ya estaban realizados, los de esta sesión también y si no se firmaban estas escrituras, se cobrarían las próximas 238 también. Por todo esto y por mis ruegos y por ver la cara de amarga situación de Pablo, Librada consintió en continuar los trámites y a la firma, sin estar de acuerdo. Hemos de convenir, que Sonia, actuó de tal forma, que a nosotros, nos resultaba totalmente egoísta e inexplicable. El trato, de nosotros con ella, en todos los años que a estado de relación con Pablo, ha sido muy corto y espaciado, pero correcto. A Librada, desde el principio de conocerla, no le agradó y creo, que el desagrado era mutuo. Desde mi punto de vista, no ya como padre, nunca me pareció la mujer más adecuada para mi hijo. Jamás me llegó a dar esa confianza que dan las personas francas, siempre entró en nuestra casa, de forma retraída y algo huraña. No llegué a conocerla, ni ha saber de su personalidad, hasta que nos lo demostró, más adelante. Aquí comenzó a fraguar y a planear con sus malas artes, en su único y propio beneficio. De esta relación, no somos culpables del todo; porque, nosotros estamos provocados por la necesidad de todo padre, de querer para el hijo, lo mejor y no considerábamos, a esa mujer, la mejor para Pablo. Más que yo, Librada, al pasar el tiempo, nos ha demostrado que ella tenía razón en este tema. En ese piso de San Fernando, comenzó a vivir Pablo, como soltero, durante algún tiempo, hasta que fraguó la nueva idea de cambiar de piso. Me dijo, que principalmente, estaba ideando de trasladarse, porque ocurrirían dos cosas: primero, cambiaría a otro piso mejor y segundo al cambiar de escritura, nos borraban de avalista, que ya no hacía falta, puesto que se avalaba con el valor del piso anterior. Nos pareció una maniobra correcta y esta vez sí nos consultó para ello. Éste nuevo piso, está en Coslada, junto al lago de la vaguada. Tiene cuatro dormitorios, sin armarios 239 empotrados, sólo hay uno en el pasillo. La cocina es amplia, puesto que se ha transformado la terraza tendedero en cocina y se ha ampliado con el espacio de la cocina anterior. Hay un baño completo y un servicio. El salón es espacioso y se adosa a una terraza cómoda. Lo más importante de esta vivienda, es que al ser el último piso de una torre de 11 plantas, tiene unas amplísimas vistas que, en días claros, se puede ver desde Colmenar hasta Alcalá de Henares, todas las pistas del aeropuerto de Barajas y gran parte de los tejados y azoteas de Coslada y una visión casi en planta del lago. La ocupación de esta vivienda, no fue toda lo afortunada que se esperaba; pues, la coordinación de la ocupación - desocupación, de los tres pisos que intervenían en la maniobra, se vio malograda porque quien vendía a Pablo, no tenía todavía dispuesta su nueva vivienda y el que compraba a Pablo, quería ocuparla ya. El comprador, no quería dejar pasar más días sin tener su piso, ya escriturado y el vendedor, no tenía donde ir y dejar el piso ya vendido. Estos eran un matrimonio con hijos y aquellos era una pareja de jóvenes con una familia numerosa y con poca paciencia, además de que tenían ganas de broncas, porque decían que estaban siendo estafados. La solución la tuvo que sufrir Pablo: La administradora de ventas, corrió con los gastos de la mudanza, transporte de todo el ajuar y alquiler de un piso, hasta que el vendedor y su familia se pudieron marchar. El piso se lo entregaron totalmente vacío. Tenía unas raras instalaciones para sonido y televisión, que pronto fueron cambiadas. Los paramentos no tenían buen aspecto, referente a su pintura. Los suelos estaban bien. Las puertas eran lo mejor que estaba a la vista. Para realizar la pintura de todo el piso, solicitamos la colaboración del mudito, el hermano de Luis; previo pago de su importe y de la compra de las pinturas y 240 útiles. Una vez que concluyó, Juan con sus trabajos, Pablo, primero, comenzó a efectuar sus traslados y acondicionamientos. Al final, todo quedó bastante aceptable. Con el paso de los días, al piso no le faltó detalle que sumar. Tenía pecera grande, dormitorio convertido en gimnasio, otro dormitorio con una gran exposición de muñecotes de ‘La Guerra de las Galaxias’. Un dormitorio de matrimonio y el último vacío. Susana, ha trabajado en varias clínicas dentales. Cuando comenzó a trabajar en una que estaba en el barrio de Las Musas, a las horas de salidas por las noches, no me pareció muy oportuno tener que atravesar un descampado, para coger el autobús a Coslada. Entonces, acordamos dejarle, para los traslados al trabajo, cederle el uso del coche Citroën AX, ya que en aquellos días, Pablo, utilizaba el Renault R-12 y mientras le durase éste trabajo. Pero, como a Pablo, la fuerza del uso diario, hace la costumbre permanente y ese coche se convirtió en su uso exclusivo. No sin los amagos de broncas de su madre. Como te dije, todos los trabajadores de la plantilla de JOTSA, que estábamos contentos de estar en esa empresa, deseábamos que, también, nuestros hijos fuesen de la misma plantilla y a ser posible, en los mejores puestos. Yo había conseguido que Pablo entrase, primero en la nómina de trabajadores especialistas y con la ayuda de Hado, conseguimos que estuviese en la nómina superior. Para Susana, que en ese momento estaba en paro, se nos presentó una ocasión especial: JOTSA había formado una nueva empresa subsidiaria, MINDESA, que funcionaría con una formidable idea de ejecución; por ser la directora de una sección de mantenimiento 241 integral de edificios y de otra de vigilancia y limpieza de estos edificios. Esta forma de empresa, bien ejecutada, tiene la posibilidad de dar buenos beneficios. Pero, de momento, necesitaba de todo tipo de operarios. Además de las informaciones personales, se dio a conocer circulares con estas necesidades. Yo consulté si para esas plantillas de personal, podía estar una mujer, que era mi hija. La contestación fue tajante: No sólo pueden ser ocupados estos puestos de trabajos por mujeres, sino que al ser tu hija, desde ahora mismo. El puesto de trabajo a que yo me refería, era de electricista. Verás: Susana no tiene estudios superiores, pero, si tiene amplios conocimientos y buenas dotes para el aprendizaje. Ha cursado varios estudios menores en academias y colegios especialistas. Hasta ha pertenecido a un grupo de bailarinas, de una academia de baile y ha danzado para el público, en múltiples tipos de danzas, con un aprendizaje rápido y con aprovechamiento muy eficaz. Uno de estos cursos es el de instalador electricista, dado por el INEM, con resultados satisfactorios. Fue aceptada como integrante de un equipo de electricistas, para las instalaciones del Centro Comercial Parque Corredor, en Torrejón de Ardoz. A pesar de las trabas que sufría, por estúpidos machistas, supo dar cara a todos los trabajos, por duros o pesados que resultasen, sin tener nunca malos resultados. Muy al contrario, superaba a otros hombres, en como saber desenvolverse en algunas situaciones complicadas. Pocas veces me consultó, cuando tuvo algún problema. Cuando las obras y las instalaciones concluyeron y el Centro Comercial comenzó a funcionar, fue incorporada a unos equipos, para hacer los mantenimientos de todas las instalaciones. Para ello, serían varios los equipos que se turnaban, día y noche. En un de aquellos turnos nocturnos, le ocurrió un percance, que quizá a otra 242 mujer, le hubiese resultado un incidente con resultados, sino fatales, si muy desagradables. Según informe original, de primera mano, ocurrió así: Mientras, Susana, hacía una de las rondas nocturnas, de vigilancia y control, por el exterior del edificio, le salió al encuentro y por sorpresa, un grupo de tres maleantes, para más aclaración, eran de raza gitana (de la clase o tipo de persona indeseable y no lo digo por que eran gitanos) Cuando ellos vieron que se trataba de una mujer y no mal formada, a pesar del traje de trabajo, quisieron tener una ‘fiesta’ gratis. Pero, compraron las entradas equivocadas. Los tres insurrectos del orden público, iniciaron su trato de forzar la integridad de Susana, ella les advirtió que era una trabajadora, que la dejasen en paz, en su trabajo. Ella, confiaba en que como la zona estaba vigilada con cámaras, pues, pronto aparecerían los vigilantes; pero, no fue así. Como no atendieron a sus explicaciones y ruegos y viendo que uno comenzaba con su ataque, fue el primero que recibió un duro golpe, con la linterna, en pleno rostro, que le dejó fuera de combate. Cuando el siguiente, acompañándose de toda clase de insultos soeces, inició un ataque furioso, recibió un contraataque con un golpe de carate, con barrido por detrás, en los tobillos, que lo dejó en posición supino. Al tercero, le propinó una patada en el plexo solar, que hizo que acompañase a sus dos ‘primos’, en las parecidas formas yacentes. Para cuando aparecieron los vigilantes, ya tenían poco que hacer. Tan sólo, recoger a los vencidos y arrestarlos. Cuando el incidente traspasó a los jefes de la empresa y cuando, estos, revisaron las cintas de las cámaras de vigilancia, investigaron de nuevo, sobre el currículo de Susana; entonces decidieron traspasarla de lugar de 243 trabajo. Dejó las herramientas y el traje de faena y pasó a las oficinas de MINDESA. Cuando comprobaron sus aptitudes, la pasaron como administrativa, luego a secretaria y más tarde, como secretaria del director. En ese puesto de trabajo, Susana, estaba contenta, porque estaba cómoda en una oficina nueva, con unos trabajos agradables y con mando sobre algunos operarios, a no ser por las maneras tan groseras y mal educadas de su jefe. Éste individuo, correspondía esa nueva remesa de malos jefes que se dejaron caer en las dependencias de JOTSA y sus asociadas. Con todos ellos, comenzó a declinar el gran proyecto de buena empresa, que hasta entonces se gozaba y de la gran estima profesional en la que estaba reconocida, en todos los círculos de la construcción española. Y no hablo en balde, con un sólo ejemplo, te puedo demostrar que clase de jefes se incorporaron a esta empresa: MINDESA, disponía del beneplácito de poder firmar contratos rápidos con los edificios que JOTSA edificaba y terminaba. Uno de estos contratos (muy considerable, por su buen beneficio), era en un complejo hotelero en Palma de Mallorca. Al parecer no estaban bien atendido, por el personal de mantenimiento. Y el director del hotel, llamó al de MINDESA, que a la sazón se había tomado unos días de vacaciones. Las recepciones de las llamadas, las hacía Susana y comprendió pronto la importancia del asunto, ya que el de Palma, estaba muy enfadado y amenazaba con rescindir los contratos. Susana, reaccionó con celeridad y se le ocurrió que la mejor forma de eliminar la incomunicación de su jefe, que aposta, tenía inhabilitado el teléfono móvil, sería pedir la concurrencia de la Policía Local del pueblo de la sierra, en el que él estaba. Telefónicamente, contactó con ellos y les explicó de la urgencia de encontrar a su jefe, les relató como era su aspecto y sus costumbres, de 244 tal modo, que les resultó muy fácil encontrarlo. Su jefe, en vez de reconocer el mérito de esta acción, le increpó groseramente, advirtiéndole que nunca le moleste cuando él esté de vacaciones. Y cómo reconocimiento, de la importancia de la perdida del contrato, dijo: --- Que se la pique un pollo. El contrato se perdió. Y no pasó nada. Esto, te podrá dar idea de la clase de tipos mal encarados, que últimamente, entró a formar parte de la plantilla de JOTSA; que en conjunto, han sido los causantes principales de su caída, no sólo de JOTSA, sino de el Taller de Ferralla, de MINDESA y del Taller de Prefabricados y del Parque de Maquinaria. Como, su hermano Pablo, Susana, también nos devolvió, de malos modos, el coche AX. Ella se compró un coche de segunda mano (que más bien era de segundo pie) Pero, recapitulemos con esto de los coches: El primer coche de mi propiedad, fue el Diane – 6, que se lo vendí a Urbano. El segundo, fue el Renault R-12, con el que aprendieron Librada, Pablo, Susana y Jonás. Los tres hijos, lo han usado a discreción y luego me lo han devuelto, porque ellos se han comprado sus coches propios. Pablo y Susana, lo hicieron, no con muy buenas formas. Jonás, por los mismos motivos, porque ya el coche tenía sus pegas y achaques de viejo y porque él quería tener un vehículo propio, (aunque usado), pero que consumía algo menos. El R-12, fue dado de baja y pasó al desguace. Luego, compramos el Citroën AX, que lo usaba Librada y luego Susana. Al quedarnos sin uso de coche, compramos un Citroën BX. Todos estos vehículos, han tenido muchos años y pocos kilómetros. Éste último, en el año 2000, lo entregué al concesionario, para comprar un Citroën XARA, nuevo; que es el que manejo actualmente. De entre todos, no olvidaré la comodidad del Citroën BX. 245 Repasando todos estos años, veo que han sido muy pocos los días que no he conducido, desde el año en que conseguí el cané de conductor, (año 1966) Con las furgonetas, los furgones y mis coches propios, han sido muchos los kilómetros recorridos, creo que pasaran del millón y medio... Los tres hijos, también, han cambiado de vehículos en propiedad, tanto de marcas, como de usados o nuevos. Pablo, ha tenido tres vehículos. Susana dos y Jonás, tres; y ahora, además, tiene otro que le ha entregado la empresa donde trabaja. Jonás ha tenido más suerte que sus hermanos con los estudios. Tiene otra clase de mentalidad, o predisposición y por otra parte, los centros de estudios en Coslada, se estaban normalizando, ya había nuevos centros y más apropiados para que los chicos tuviesen buenas oportunidades, de tener estudios mas actualizados y conducidos con mejor criterio. Las notas que conseguía, eran más altas que las de sus hermanos. Pudo entrar y seguir los estudios, en el Instituto y tener mejores calificaciones. Se esforzó y consiguió entrar en la Universidad. Por unas décimas, no pudo estar en la que él quería. Pero, se conformó y comenzó los estudios en la Universidad de Ingeniería Técnica Agrícola. En principio, no le gustaba y después, tampoco. Pero, como la nota que había obtenido, no le alcanzaba para otra facultad, se tuvo que mantener en ella, un año. 246 En el curso siguiente, convalidó asignaturas y consiguió entrar en la facultad de Ingeniería Técnica de Obras Públicas. Esto le ha restado la posibilidad de terminar los estudios, con menos edad. Pero, ha terminado con calificación aceptable. No ha perdido el tiempo, mientras estudiaba, o en tiempo de vacaciones. Ha trabajado en lavanderías de la Seguridad Social, en hipermercados y de carretillero. En fin; que ha demostrado, cómo sus hermanos, que no tiene afición por el ocio gratuito, que procede de unas familias de buenos trabajadores y que tiene aptitudes más que suficientes. Jonás; cuando terminó con los estudios, buscó un trabajo y lo encontró en una pequeña empresa, en Alcalá de Henares, DÁRSENA Ingenieros. Tan pequeña, que tan sólo estaban el jefe, Jonás y uno o dos ayudantes becarios. El jefe era propietario, en compañía de otros dos socios, que no aparecían por el despacho, sino que sólo eran socios para recibir los beneficios. Cómo comprenderás, del trabajo principal, no ha sido desempeñado por el jefe; que solo se encargaría de buscar los trabajos y cobrarlos, mientras que Jonás, se encargaría de realizarlos. Las firmas de los proyectos, estaban suscritas por el jefe como responsable y Jonás, como colaborador; nunca como titular del proyecto. Los cálculos y realizaciones, de estos proyectos de obras de naves industriales y urbanizaciones, son moral y prácticamente, de Jonás. Luego, sí, cobradas, pero con gran usura, por parte de su jefe. En esta empresa, también, ha realizado unos trabajos de mediciones de caudales, en ríos de la cuenca del Tajo. Con gran cantidad de anécdotas y experiencias de toda índole. Yo hablé con el Director de Obras y Jonás estuvo a punto de entrar a formar parte de la plantilla de Jefes de Obra de JOTSA; pero, por entonces, se iniciaron las maniobras, 247 que fueron el principio, del comienzo, del final, de aquella buena empresa constructora. El jefe de esta empresa, DÁRSENA Ingenieros, por su edad avanzada y por necesidades de empresa, llegó a un acuerdo con Jonás, se despediría sin indemnización y continuarían en contacto, para realizar proyectos, en conjunto. Le concertó un empleo en otra empresa (ARCÁNGELES), como Jefe de Obra. Ha aceptado y está terminando su primera obra, un grupo de naves industriales, muy cerca de Alcalá de Henares. Sí; hay que reconocer que, mis tres hijos, tienen unas ideas, muy marcadas, de querer tener, cómo principal oficio, el de soltero. Ambos tres, han pasado por cumplir los 25 años, sin tener la más mínima intención de implicarse en una boda propia. Si; tienen pareja (heterosexual, claro está), pero, hasta el día en que estoy escribiendo estas líneas, sólo Pablo, se atrevió a casarse, con 33 años... Y no debió hacer esa boda nefasta. Porque, como dijo Dumas, hijo: ---“Hay más mujeres honradas de las que creemos, que no tantas como se dice.” O tal vez será por lo que como dijo Eurípides: ---“No hay peor mal que una mujer mala, pero nada comparable a una buena.” Bueno; de todo esto, te contaré más adelante. ¡Ánimo! Sigue leyendo. 248 En los años finales del siglo XX, tuvimos dos jubilaciones más, en el Parque de Maquinaria, de JOTSA. Primero la del administrativo Damián: No era mal personaje, pero, sí algo servicial con nuestro jefe y poco con el resto del personal del taller. Éste, era uno de los elementos familiares, que se incorporaron a la empresa, con la filosofía de la ‘empresa familiar’; era cuñado del Director General, el señor González. Conmigo, siempre se portó bien, con buen trato, pero algo distante. En tantos años de convivencia, no tuvimos, nunca, discusiones en tono alto. La mentalidad del señor Haro, no le aconsejaba de empezar a tener un nuevo operario en el puesto de Damián, siempre fue reacio a tener nuevos trabajadores, prefería seguir manipulando a los que tenía a su alrededor. Y es que ese puesto de primer administrativo en el taller, conllevaba unos componentes de confidencialidad y responsabilidades, diferentes a los otros. Por ejemplo, tendría que manejar las cuentas y los dineros en metálico del Parque de Maquinaria, la caja fuerte y algunos documentos particulares, ser como el secretario del jefe, etc. Para éste puesto, lo pensó y así lo dispuso, en que se encargaría de estas responsabilidades sería Agustín. Me hizo unas consultas previas, más que nada para aparentar cierta diplomacia, cortesía o sentido de consideración, por ser yo el encargado; pero, ya lo tenía decidido. Para ello, durante varios días, Agustín, se apostaría al lado de Damián, para que éste, le fuese adiestrando en el manejo de todos los entresijos, de su puesto de trabajo. 249 Agustín dejaría de ser el Capataz del Taller de Electricistas y pasaría a ser el Primer Administrativo de la Oficina del Taller de Maquinaria. Su lugar en el taller eléctrico, lo ocuparía José María, pero, sin nombramiento, ni reconocimiento de capataz; eso sí, con algunas gratificaciones más aumentadas. Éste oficial, ya tenía los conocimientos adecuados para éste puesto, pero, no tantos como los que tiene Agustín. Hemos de reconocer que Agustín posee unas buenas dotes y la inteligencia suficiente, cómo estar en cualquier puesto de trabajo, a parte de las propias de su oficio. Asimila con buena perfección, cualquier nuevo conocimiento, pues, es además de inteligente, es un buen autodidacta. Durante todos los años siguientes, no he conocido de que halla tenido tropiezos en el desempeño de esta labor y ha estado en reconocimiento de los jefes superiores de la Empresa. Sigue en su puesto, aún después de los contratiempos, que se avecinaban, para esa Empresa. Como te he dicho alguna vez, en el seno superior o de dirección de JOTSA, estaba convulso. Los que estábamos atentos a la marcha de la Empresa, por ser antiguos empleados o por tener cierto interés en que todo marchase bien, nos dábamos cuenta de que algo gordo se maquinaba. En efecto, como D. Antonio García, ya estaba disponiendo a la venta de la mitad de la empresa a una empresa extranjera, parte del Consejo de Dirección, le propuso que un equipo de directores y buena parte de trabajadores seleccionados, le ofertaban ser los compradores de esa opción. La respuesta fue negativa, por parte de los accionistas. En contrapartida, varios altos directivos dimitieron. Tres de estos antiguos directivos dimisionarios, se asociaron y formaron una empresa constructora, TILMON. Con ellos se levaron buena parte de la Cartera de Clientes. Ya que eran grandes y antiguos conocedores de todo lo concerniente a la construcción y sus 250 maniobras de ejecución. Con ellos se marcharon varios jefes de obras y algunos administrativos. Pronto fueron sustituidos por otros nuevos trabajadores; pero, al cambio, habíamos perdido. Claro, está; a los accionistas de esta decadente empresa, no les importa nada, lo referente a la masa humana, sólo les interesa los beneficios económicos. Y nunca se enteraran, que éste es un factor muy importante en toda empresa. Con ellos, se marchó Fernando Granados, a trabajar como Encargado General de Talleres y Montajes. Recuerdo lo nervioso que estaba en aquellos días. Nos consultaba a los compañeros más allegados, sobre ir o no ir. Tan sólo lo he encontrado más nervioso, en una ocasión. Fue una ocasión penosa para todos; más aún para él. Fue cuando estaba destinado en la Costa del Sol, cómo encargado del mantenimiento de la maquinaria y de las instalaciones eléctricas y de grúas para las obras de aquella zona. Era un fin de semana, que era festividad y ‘puente’, me llamó por teléfono y con gran amargura, me informó que su hijo se moría, que se encontraba sin la ayuda de nadie, nada más, que su mujer y su hija, que no sabía que hacer, que si yo podía ayudarle de alguna forma. Utilicé el teléfono, para llamar al señor Haro. Yo sabía que si lo podía localizar, se pondría en marcha, una cosa que en ocasiones existe: la solidaridad. Y más aún entendiendo en la gran estima que estaba considerado Fernando, en estos días. Así fue, se puso en marcha una cadena, que demostró en pocas horas, el poder de una ‘empresa familiar’. Además de ser atendido clínicamente, los compañeros en Málaga, aparecieron abandonando los días de descanso. Fueron atendidos 251 con todo cariño y es más, la familia completa fue embarcada en un vuelo especial, (que JOTSA pagaba), para regresar a Madrid, para estar cerca de los familiares. Fernando, ya me había explicado de que Fernandito, estaba enfermo y los médicos no les deban aclaraciones de esa enfermedad algo rara. Fernando me consultó, para ver si yo conseguía saber algo sobre esta enfermedad, que padecía su hijo. Consulté en todos los libros de que dispongo y lo encontré en una enciclopedia específica. Según pude leer, era producido por un parásito, infectado por animales, generalmente por perros, que se introducían principalmente por las vías aéreas; se implantaban en el cerebro y comenzaban a destruir células de éste órgano. El resultado era que el individuo infectado, lentamente se iba degenerando, pasando por una invalidez total y terminando en la muerte. Como Fernando me insistía en que le informase, tuve que mentirle y decirle que como el chico era joven y los médicos ahora sabían más y los medicamentos modernos eran mejores, que sería lento, pero que había que tener paciencia y confianza. Yo había leído sobre los síntomas y fui viendo como Fernandito se deterioraba. Pero, lo más raro, es que todo el sistema sexual, sobre todo los genitales, en poco tiempo, se desarrollo al completo. Aparentaba estar en la veintena, en vez de en la pubertad. Finalmente, falleció, entre la amargura de sus padres y la perdida, por nuestra parte, de un buen amigo. 252 Como mi trabajo diario, en la empresa, era visitar las obras para comprobar los trabajos de las instalaciones y montajes, que se realizaban por mis equipos de electricistas, contactaba con los compañeros que dirigían las obras y cambiaba con ellos impresiones sobre la marcha de sus obras y de las condiciones, en general, de la empresa. El estado de ánimo era muy diverso, pero, en todos ellos, se notaba la preocupación por el alto grado de desinterés, que podían apercibir, sobre todo en los altos cargos. Yo me propuse, que mi sección de electricistas, tendría que tener asegurado el trabajo en las obras que se estaban ejecutando y más aún, en las que se preveía en proyecto; de esta forma, mi puesto de trabajo, también estaría asegurado. Por éste motivo, primero convencí al Sr. Haro y luego a todos los Jefes de Obras y Jefes de Áreas, para que las instalaciones de acometidas eléctricas y contadores, tendríamos que realizarlas los electricistas del Parque de Maquinaria. Sabía que lo tendría fácil, porque el trabajo principal de un Jefe de Obra, es buscar el mejor rendimiento económico final de su obra, que los precios y los gastos sean los más bajos, lo utilicé como arma, para convencerles y hacerles ver que yo podía abaratar todas esas instalaciones eléctricas. En primer lugar, si era posible, se utilizaría material usado de los desmontajes de otras obras anteriores. Por tanto, el precio sería estipulado en el 50 % de su valor. En segundo lugar, serían nuestros trabajadores y nuestros traslados. Esto conlleva que nuestros precios sean más bajos que los de las empresas instaladoras. En tercer lugar, les demostré que conseguían recuperar, como mínimo, un tercio del valor de los materiales que recuperábamos en nuestros desmontajes, a fin de obra y que se almacenaban en el Taller Eléctrico, del Parque de Maquinaria. En cuarto lugar, y muy principal, que seríamos nosotros los que nos encargaríamos de todo el 253 proyecto, del cálculo, de las solicitudes oportunas para las acometidas y de sus instalaciones. Como yo no poseo la titulación específica para las firmas de los proyectos, tendría que ser Luis Palomo, con su título de Ingeniero Industrial, el que debería solicitar la potestad de Instalador Autorizado. Yo me encargaría de los cálculos y borradores de los proyectos y Luis se encargaría de las firmas y de las autorizaciones. Y así, fue aceptado el nuevo sistema. Claro está, para mí sería más trabajo, sin ninguna contraprestación, ni económica, ni en lo personal. Tan sólo, la satisfacción propia del buen trabajo realizado y que tendríamos asegurado el trabajo. De todo esto, me di cuenta un día que, como otras veces, un Jefe de Obra (José Antonio), me pidió que le revisase y le comprobase, una factura, que una empresa instaladora le había enviado, por la instalación de un cuarto de acometida y contadores de obra. Comprobé que habían facturado materiales y elementos no instalados. En esta ocasión, el error económico ascendía a 500.000 Ptas. (unos 3.000 €) Cuando se lo demostré, ‘in situ’, con toda frialdad me dijo: --- Bien; Esto es sencillo. Voy a que estos tíos, me rebajen la factura. Serán 250.000 para mí y otras 250.000 para la Empresa. Y además, voy a quedar como Dios. Existía otra razón, en la que yo me apoyé, que estaba amparada por la filosofía económica, por la que se mantenía la existencia del Parque de Maquinaria. Y es que los beneficios o pérdidas que al final de cada curso, tuviese dentro de la Empresa, el apartado del Parque de Maquinaria, sería distribuido entre el número de obras en activo más 1. Éste ‘uno’, sería el específico del Parque de Maquinaria, dando lugar que, nunca, se tendría beneficios propios para los talleres. Y en caso de números 254 rojos, serían las obras, las que se encargarían de absorberlos. No recuerdo de algún curso, que hubiese números rojos. Tan sólo, que últimamente, algunos Jefes de Obras no estaban de acuerdo con el sistema y querían que cada departamento de la empresa, presentase su balance independientemente. Pero, siento reconocer, que estos eran los peores elementos enquistados en la Empresa. También, me es lamentable reconocer, que tuvimos algunos Jefes de Obras, que realizaban maniobras que rayaban en la delincuencia. Como desviar cargamentos a otros lugares, que no eran las obras a que estaban destinados; o utilizar personal de las obras, para trabajos ajenos a las obras propias. En fin, son cosas y casos, que son complicados de demostrar, pero, fáciles de desenmascarar. Porque en ciertas ocasiones, se tomaban medidas oportunas, pero, que no se conseguía llegar al fondo del asunto y luego quedaban silenciados, sin que hubiese repercusiones contra los infractores. Todos conocíamos las maneras, casi ilícitas, que los altos cargos tenían para enriquecerse aún más, además de sus altos sueldos, pagas extras y con las compras de pisos, apartamentos, etc. No creas que te relato todo estos casos y cosas, por despecho, no es el caso. Es que con la visión de los años pasados, me doy más cuenta de los detalles y que ahora estoy en ello, recordando. En pocos años, el señor Haro, se jubilaría. Le sustituyó en el cargo su ayudante, Luis Palomo. Se le despidió con los honores de rigor; pero, en la mente y en los comentarios de algún atrevido, se le recordaban sus maneras de gobierno, no en buena sintonía con los pensamientos de, sino de todos, sí de la gran mayoría. Pero; sí, en la conciencia de muchos, quedó un vacío agradable, con cierto regusto agridulce, a pesar de todos los años pasados en cercana camaradería. 255 Estos años pasados, (pasan de los treinta) siempre, el señor Haro, nos mantuvo a cierta distancia, la que quería mantener él como director y a todos nosotros, como ‘sus operarios’. Esto se puede demostrar con la anécdota que nos ocurrió en la boda de su hijo Ignacio (el Rubio), nuestro compañero de trabajo y empresa. La celebración de la boda, a la que fuimos invitados los administrativos y encargados del Parque de Maquinaria, aconteció en el hotel Castellana Hilton, de Madrid. A ello asistimos, con nuestras correspondientes cónyuges, Luis Palomo, Damián, Luis (el Rayo), Ángel, Antonio, Agustín, José Luis, Pedro y yo. En las varias presentaciones, nuestro ‘entrañable’ jefe nos señaló con estas palabras: --- Estos son ‘mis operarios’ de ‘mi Parque de Maquinaria’. (¡Toma ya!) Cuando el maître d’hôtel indicó que la cena sería servida, se produjo una escandalosa y vergonzante estampida de invitados, cuales búfalos enloquecidos y es que como los puestos en las mesas no estaban señalados, cada cual quería ocupar un lugar preferente. Yo me negué a secundarlos y obligué a mis compañeros a que se mantuvieran en el centro del salón, hasta que nos dijeran donde deberíamos acomodarnos. Cuando, tanto el novio y su padre acudieron, ya los puestos a las mesas, estaban casi todos ocupados, sin posibilidad de estar nuestro grupo junto, entonces fuimos distribuidos de manera aleatoria, en varias mesas. A Librada y a mí, nos acomodaron en una mesa apartada, en compañía de los padrinos del señor Haro. Un matrimonio de personas muy delicadas y agradables, que sin tener la obligación, para ello, nos pidieron disculpas por lo ocurrido. Durante la cena, les comenté el detalle de la presentación a que nos mostró su ahijado; el señor me dijo: 256 --- Es que Santos, siempre ha sido muy rarito, muy especial. Siempre ha sido cómo un niño. No se lo tengan en consideración. Otra ocasión, fue en una de las cenas, que compartimos. Carmen, la esposa de Haro, nos comentó que debido a todos los años que hemos sido compañeros y amigos, deberíamos tutearnos entre todos. Yo, comencé a tutearle y le dije: --- Mira, Carmen, por mi parte y aún más por el cariño que te tengo y la simpatía tuya, te tutearé desde ahora en adelante, pero a tu marido, nunca jamás, de los jamases. Como ella se extrañó de mí, quizá, dura contestación, le expliqué por qué de esta opinión mía. Y es que tenemos el claro ejemplo, de estar juntos tantos años y tenernos siempre, a esa distancia de cortesía. Pero, aparece un nuevo personaje en nuestro entorno, (Luis Palomo) y al día siguiente le obliga a que entre ellos se tuteen. Al antiguo encargado, Luis Azuaga, siempre le habló con el de ‘usted’ y al nuevo encargado, a José Luis, también. Sin embargo; al resto del personal y a sus más cercanos colaboradores, en el taller, él nos tuteaba, pero no permitía nunca que nos apeáramos del ‘usted’ y ‘señor Haro’, ni siquiera en ‘la intimidad’. En caso opuesto, ocurría en las oficinas centrales, todo el personal, le tuteaba, hasta los botones de conserjería... Que bueno... Que sí; que vale. A pesar de estar jubilado y sin recordar sus propias palabras, él aparecía periódicamente, por las dependencias del taller, con la excusa de necesitar de algo, o de alguna cosa. Él siempre, mantuvo la idea de que la persona que se jubila, debería mantenerse alejado de molestar al personal del taller. Se le olvidó. Cuando aparecía de nuevo por nuestro entorno, se extrañaba de las formas útiles en nuestro trabajo, en 257 estos momentos y de los cambios que habíamos realizado, en casi todo. Por ejemplo, le recriminaba a Palomo, el por qué, Pedro y yo, manejásemos cada uno, un teléfono portátil, concedido por la empresa. O de las comodidades que teníamos en nuestras oficinas particulares; en fin por casi todo. Han pasado varios años. Un día, recibí una llamada telefónica en mi casa. Era el señor Haro. Al oírle, fue como estar de nuevo, delante de él recibiendo ordenes. Pero, no. El motivo, según me pareció, era que quería estar, o tener un sentimiento de quedar en paz con todos los que en otros momentos estuvimos a sus manejos. Después de los saludos, me pidió perdón por todo lo que en alguna ocasión, él me haya podido hacer daño. Cómo me resultaba de todas maneras extraño, le pedí que me aclarara lo de esa actitud, en mi entender, totalmente alejada de sus maneras, digamos, normales. Para que le entendiese, me contó que estaba pasando por un periodo de una grave enfermedad, que posiblemente, tendría fatales consecuencias y en su conciencia de buen católico, le parecía bien, hacer estas clases de peticiones. No tuve ningún inconveniente, en decirle, que cualquier cosa o caso, en que él pudo haber tenido la culpa, de que yo hubiese pasado por malos momentos, ya estaban superados y olvidados. Aunque, de algunas cosas, siempre se quedan restos inolvidables, que para no estar siempre, con el pensamiento en ello, se le pasaba por el tamiz del olvido y pasaban al rincón del baúl de los recuerdos personales. Me agradeció mi manera de darle, lo que él quería. Y a estos días, no se nada sobre como le va, por esta vida... O por la otra. 258 Verdaderamente, por todos los años pasados, en compañía de todos los compañeros y jefes de la empresa JOTSA, en conjunto, no tengo sensación de rencor, por los momentos que hayamos tenido contratiempos o mal estar. Únicamente, a los responsables directos del desastre, del hundimiento de la empresa, tanto en España, como en Alemania, jamás les perdonaré de sus malos manejos y sus desafortunadas decisiones, muy a posta realizadas; me consta. Con la nueva dirección de Palomo, se tomaron otras formas de trabajar, y del ordenamiento interno del taller y los equipos de trabajadores, fueron dispuestos de un orden más acorde con los criterios de los tres encargados, que ahora, estaríamos más en nuestros puestos, sin el manejo inquisidor del anterior ‘amo’. De éste taller, cerca de Coslada, nos tuvimos que trasladar a otro, que la empresa dispuso para ello, con la compra de unos antiguos talleres de prefabricados cercanos a Camarma de Esteruelas. Y que, como siempre, el equipo de electricistas de Recio, seríamos los primeros en intervenir en las limpiezas y acondicionamientos de las naves de los talleres que existían, en ese lugar. La primera nave de la izquierda de la entrada principal, sería para los trabajos de mecánica, soldaduras, varios y almacén. La oficina, el vestuario, el comedor, el laboratorio y el cuarto del transformador y cuadros eléctricos, se distribuían en un edificio adjunto a esta primera nave, dando vista las oficinas, a la calle de entrada. Ésta nave tenía un puente grúa, en pórtico, de gran capacidad, que recorría toda la longitud de la nave. Pedro, opinó que sería más conveniente cambiarlo por el otro de menor capacidad, que había en la otra nave, que el equipo de montajes iba a utilizar. Más a la izquierda y detrás de la nave estaba el patio de almacenaje, de descargas del material recibido y donde 259 se colocaron unos recintos cubiertos, adosados a la pared de la nave, para trabajos varios. En éste patio, se instaló una grúa torre, para que sirviera a las cargas y descargas. La segunda nave, a la derecha de la entrada principal, sería compartida entre los montadores de grúas y los electricistas. Ésta nave había sido empleada por un equipo de carpinteros y por tanto estaba acondicionada para estos trabajos y cuando aparecimos por ella, aún tenían instaladas las máquinas pertinentes para esos trabajos. Cuando me indicaron que tenía que revisarla, para hacer la transformación y acondicionarla para nuestros equipos de trabajadores y trabajos, aún estaban en buen uso las máquinas de carpintería y sus instalaciones. Con un pequeño equipo de mis electricistas y un buen mecánico, Fernando Tomeo, procedimos, primero a la limpieza de toda la nave y luego al desmontaje de todas las máquinas instaladas. Mientras el personal de mi equipo, realizaba estos trabajos, yo me disponía a tomar las medidas de toda la nave, de todos sus detalles y de las instalaciones existentes. Hice planos de todo, general, de estructuras, de instalaciones eléctricas existentes y de las necesarias para los trabajos de los equipos de montajes de grúas y electricistas. Hice todos los cálculos oportunos y de los materiales que se necesitarían, tanto de ésta nave, que sería la nuestra, como de la de mecánicos y de los alumbrados del interior y del exterior. También, hice los planos y preparativos para los puestos de trabajos eléctricos y de las oficinas, de Pedro y de la mía. Mi oficina personal, sería terminada con más detalles, tenía aire acondicionado, telefonía, buen alumbrado y un servicio de aseo, escamoteado a la vista de las visitas, con agua fría y caliente. Adosado a las oficinas, hicimos unos pequeños almacenes. Sobre toda la estructura de mi oficina y del pequeño almacén, 260 fabricamos otro gran almacén, sólo para nuestro material eléctrico, con una escalera exterior para el acceso, amplia y segura. Todo, construido con perfiles metálicos soldados y pintados de color gris perla. Todas las paredes estaban realizadas con paneles de madera laminadas en plástico blanco. Las oficinas disponían de ventanas de aluminio. El Director de Obras me dijo que yo era un sibarita, por el efecto que le causó, cuando vino a ver los trabajos de reformas de los talleres y ver de cómo había instalado el taller eléctrico y sobre todo, tenía interés por ver de cómo estaba mi oficina, con el conjunto de los dos almacenes para materiales eléctricos. El módulo destinado para las oficinas generales, los vestuarios, el botiquín, transformadores y el comedor, se encargarían, de todo ello, otros equipos ajenos a la empresa, para su reforma y acondicionamiento. Todo quedó como nuevo, en nada se parecía a lo que anteriormente existía. La zona de las oficinas, se dividió en dos zonas diferenciadas. La de la izquierda, sería destinada a la dirección del taller de Prefabricados y la de la zona derecha sería para la dirección del Parque de Maquinaria. Cada una, terminaba en un apartado con las oficinas especificas de los directores. Todo con ventanales al exterior y muy luminoso, con aire acondicionado y mobiliario nuevo y moderno. El terreno que ocupaban los talleres y oficinas, eran amplios, pero, aún había mas terreno ocupado por otras naves y zonas de acopios, que tenían mayores dimensiones. Y todavía, quedaba libre, otra igual cantidad de metros cuadrados. Estas naves, de mayor amplitud, eran de unos antiguos talleres de prefabricados en hormigón. Cómo JOTSA, tenía una empresa subsidiaria, que realizaban trabajos en esta materia, ellos se encargaron de comenzar los 261 acondicionamientos, para tener las naves dispuestas a sus maneras de trabajos. Como mi equipo de electricistas, no podíamos atender a las instalaciones que necesitaban en las naves de prefabricados, se les encargó a la misma empresa que había realizado todas las instalaciones de acometidas nuevas y de las nuevas oficinas. Esto otro sí. Nos encargamos de la nueva puesta en marcha de los puentes grúas y de reacondicionar la hormigonera automática y los silos de cemento, con sus tubos ‘sin fin’. Que sin planos y sistemas bastante añojos, pudimos al fin, que todo funcionase en buenas condiciones. Con la garantía, de que al estar en el mismo lugar, tendrían asegurada la mano de obra, para el mantenimiento. El director del taller de Prefabricados, era Arturo Blanco (tartamudeaba al hablar, pero, sin complejos) Un buen compañero, para mí. No así para sus operarios. Tiene tendencias a la opresión. Claro está, que para ser jefe de un taller y tenga que sacar buenos rendimientos, habrá de ser un poco déspota; que si no, te cubres de ‘caca’ y no de gloria. También, pertenecía al ‘Club de Mús 16’. Y además, se apuntaba a todos los viajes posibles, que se nos presentaban, al grupo habitual de compañeros excursionistas. Es un gran vividor y un ‘culebrilla’. Estaba bien considerado dentro de la empresa. El encargado de estos talleres de prefabricados, era Santos García. Buen tipo; con cara de apariencia juvenil. No así, su mujer; que parecía mayor que él. Eran vecinos de San Fernando de Henares y muy amigos de Agustín Cortés. Hemos coincidido, además de en casi todas las reuniones de la empresa, cenas de gala y 262 algunas bodas, en los viajes y excursiones, de nuestro grupo de compañeros excursionistas. El traslado del personal a estos nuevos talleres, fue lento, pero sin pausa. Primero y después de los reconocimientos de todas las instalaciones, se realizó una limpieza en profundidad, luego el desmontaje de todo lo que no nos serviría. Se pintó todo y se comenzó a las reformas e instalaciones necesarias. Al mismo tiempo, se procedía al desmontaje y traslado de los equipos del anterior taller de Coslada, hacia el nuevo de Camarma. Si de las naves de Camarma, los primeros días, salían restos inútiles y basura, de las naves de Coslada, el chatarrero, cargó varias veces el camión y la basura, era aparatosa. ¿De donde salía tanta porquería? Hasta se tiraron muebles usados, en los dormitorios de mis hijos, que nunca más se volvieron a utilizar. Cuando todo quedó desmontado, despejado y vacío, al ver la nave solitaria, me recordaba de cuando hicimos el traslado para comenzar a trabajar en ella. Se siente algo extraño, posiblemente, se le pueda llamar ¿añoranza? Sí; porque según compruebo en el diccionario es: --- Añoranza f. Acción de añorar, nostalgia. --- Añorar tr., intr. y pernl. Recordar con pena a una persona o cosa ausente. Durante años, he pasado por delante de esta finca, cada vez sentía algo diferente y cada vez con más lejanía. Últimamente, he pasado y ya han destruido todo lo que había construido y han edificado un hotel. Donde estaba el taller de Ferralla y el taller de Prefabricados, hay nuevas construcciones; toda la zona es 263 irreconocible. Hasta hay una nueva autovía, sobre lo que antes era la Senda Galiana, (una vía para ganado trashumante) Ya perdida en la historia. En la entrada a estas nuevas oficinas, de Camarma, (una habitación amplia), estaría un puesto para el / la recepcionista. Con mesa, computadora, archivos, sofá para las visitas, teléfono – centralita, etc. Al fondo, estaba la sala de juntas y los servicios exclusivos del personal de oficinas. Meses después del comienzo de los trabajos en éste lugar, hubo que hacer una separación de la puerta de entrada y el despacho del recepcionista, por causa de los malos vientos que entraban, cuando alguien accedía a las oficinas. Como primer recepcionista entró una joven, amable y atractiva. A la que le tuve que cambiar mi mesa de despacho, por la suya. Y es que Luis Palomo, se dio cuenta que cualquier persona de visita, al sentarse mientras esperaba, le quedaba la cabeza a la altura de las caderas de la recepcionista, con la posibilidad de ver sin esfuerzo, el color de las bragas que llevase ese día. Con el cambio, quedó solucionado el asunto; porque mi mesa tenía peto inferior. Esta joven, por tener un contrato de corta duración, a través de una empresa de trabajos temporales, fue sustituida por otro trabajador en las mismas condiciones de contratación. A los pocos meses, éste puesto quedó bacante, al despedirse ese último trabajador. A Palomo, le pasó algo parecido que a Haro: no encontró a la persona adecuada para hacerse cargo de la recepción y archivos del taller. De la oficina central, no le podían enviar a alguien que ocupase el puesto y tampoco era conveniente, emplear a otra persona extraña y comenzar de nuevo con los ensayos y preparativos de las necesidades de ese puesto de trabajo. 264 Eran muchas las llamadas que se recibían y las que se tenían que realizar y los tres administrativos no podían atender ese tráfico y sus trabajos particulares. De siempre, Palomo, ha tenido un pronto, que rayaba en lo esquizofrénico. A veces se acercaba a mí, total y visiblemente nervioso; me hacía acompañarle para pasear y mientras charlábamos, pedirme consejos sobre cualquier tema que le preocupaba. Luego, sin mediar otra razón desaparecía de mi lado y me dejaba sin darme más explicaciones. En esta ocasión; el nerviosismo era más evidente. Apareció de repente, en mi oficina, cerró la puerta tras de sí y me balbuceó: --- Pepe. Hay un problema muy grave... No tenemos recepcionista. No hay quien se pueda encargar de los archivos y controles... Los de la oficina, no pueden atender al teléfono, a los archivos, los pedidos de obras y sus trabajos personales... Tenemos que buscar a alguien que podamos poner en ese lugar... ¿A quién podemos elegir del personal del taller?... Así, de pronto, no entendía lo que me estaba contando. Le hice que se tranquilizara. Con más serenidad, comenzamos a dar un repaso y revisar las posibilidades que teníamos con cada uno del personal del taller, en esos momentos. Le comenté que los únicos candidatos posibles. A mí forma de entender, yo, sólo veía que podían ser tres y de mi equipo de electricistas: José María, Félix o Pablo. Pero, que todos, tendrían que pasar por un periodo de preparativos y pruebas. Palomo estuvo de acuerdo; pero, descartó a José María, por ser el más sobresaliente del equipo de electricistas. A Félix, porque se manejaba sólo por las obras. Decidió que sería Pablo, por ser el más joven y el que más apariencia tenía para 265 ese puesto, por saber manejar una computadora y en definitiva: --- ... Porque es tu hijo y me ofrece de más confianza. Sí...; sí. Disponlo todo para el cambio y que se valla para allá. Pero, ya. Yo, en esos momentos, deseaba que así fuese, pero, también comprendía que Pablo, no había estado en trabajos de ese tipo y que técnicamente, no poseía los conocimientos adecuados para ello. Sabía que en esos instantes, estaba muy limitado para desempeñar esa clase de trabajos. A mi mente, entraban las ideas y situaciones a la carrera. La principal sería que mi hijo, con el nuevo contrato de trabajo, estaría incluido en la nómina de lo que se llamaba, ‘plantilla de empresa’. Con más sueldo, más consideración y reconocimiento en los círculos de la oficina central. Ya no sería oficial electricista, sino como constaría en las nóminas, Auxiliar Administrativo. Dejaría de vestir con ropas de trabajo de color azul; estaría toda la jornada, con traje de calle y sin tener que ensuciarse las ropas ni las manos... sería un oficinista... No consideraba, en estos instantes, las contrariedades: Que tendría que soportar los comentarios envidiosos de los otros compañeros, por ser el hijo del encargado. Ya los soportaba, y bastante bien. Que tendría que soportar los roces, porque a partir de ahora, sería que frenaría las entradas a los despachos. Pues; que se aguanten. Que ahora, el trato sería de otras maneras. Pues; adelante. La ocasión no era para desperdiciarla en nimiedades. Por otro lado, yo tenía la certeza y la confianza, que Pablo sabría llevar a la perfección, cualquier tipo de trabajo. Sí; tiene sus limitaciones, pero, está capacitado de una buena inteligencia y tiene unos genes y unas normas de conducta, muy bien inculcados. Y, por mi 266 parte, sentía que había conseguido que mi hijo estuviese en otras y mejores formas de trabajos. Tan sólo, que tiene un problema de índole psíquico, parece tener un síndrome de poca estima de personalidad, que hace, en momentos, no tener la suficiente reacción para, a costa de un pequeño esfuerzo, reponerse a cualquier eventualidad en ciertos momentos. Sé que tuvo, esos momentos problemáticos con el raro comportamiento de Palomo y con los miedos de tener un fallo en los trabajos que intervienen las matemáticas (su punto débil) Y así lo ha demostrado, con un buen trabajo, durante todo el tiempo que ahí estuvo. Desde que se hizo el traslado desde el taller, en la calle Mandarina, en el barrio de Pueblo Nuevo, al del Camino de Rejas, cerca de Coslada; yo he visto que era más factible, vivir en un piso cerca de donde se trabaja, que mantenerse alejado. Entonces, se produjo la ocasión de poder adquirir un nuevo piso, cerca de Camarma. Como comenzamos a construir un gran bloque de viviendas, en dos fases, el primero que se construía en la zona del Ensanche de Alcalá de Henares, en unas de las visitas que realizaba, para los montajes e instalaciones de obra, hice indagaciones de como eran y de cuales eran los precios de los pisos. Visité los pisos que se construían. Comprobé que los pisos inferiores eran espaciosos y bien equipados; pero los áticos eran espléndidos, con unas amplias terrazas. En las oficinas de ventas me informaron que ya quedaban pocos pisos a la venta, áticos ninguno. Que podía colocarme en la lista de compradores para segunda fase, que comenzaríamos seguidamente. De 267 acuerdo con Librada, a la que enseñé y expliqué sobre los planos, acepté y di una pequeña señal, para ser incluido en la lista de espera para la compra de un ático en la segunda fase. El justificante tiene la fecha de 8/8/94, donde consta el número de orden de la vivienda (la 252), el tipo, el número del trastero (el 196) y los dos garajes de que disponían los áticos (220 y 221) y la cantidad abonada de 7.000 Ptas. En el mes de noviembre, me avisaron para firmar el Acta de Ingreso, como Socio Cooperativista (22/11/1994) y para realizar una transferencia bancaria, a favor de la Cooperativa de 1.903.935 Ptas. (11.442,90 €) Aquí ya comienzan las situaciones raras y las trabas para dar comienzo a la construcción de la segunda fase de viviendas. En marzo de 1995, hay una reunión de socios, donde se presentan unos balances económicos favorables. El 31 de diciembre de 1995, me envían unos auditores, el justificante de mis ingresos hasta el momento (1.903.935 Ptas.) La odisea de la compra de éste piso, tiene esta trayectoria: Desde la transferencia bancaria de las 1.903.935 pesetas, pasan 5 meses, hasta la primera reunión general (fue muy numerosa), pasa un año, mejor dicho, pasan 14 meses; para que en otra reunión, nos expliquen, a los pocos socios que quedamos, de que no se van a poder construir el total de las viviendas de la segunda fase. Se rehacen las listas de solicitud de pisos, con fecha de 27/06/96. Me dan una nota, que mi piso será el 175, en el portal 7, ático A, tipo K, con el trastero 57 y los garajes 147 y 148 Con fecha 01/06/96, me entero de que la segunda fase de obra, sólo alcanza unos 45 metros de fachada, de la parte donde estaría mi piso. Lo verifico sobre los planos de obra y compruebo que mi piso, no puede ser incluido dentro de la zona a construir. Me pongo en contacto con 268 la dirección de la Cooperativa y me doy cuenta de que ellos tampoco se enteraron de éste detalle. Entonces; tuvieron que rehacer las listas y disposiciones, para poder incluir el piso en el lugar oportuno y para que todo estuviese dispuesto para la firma del Contrato de Venta, donde y cuando tendría que entregar otras 133.374 pesetas. El día 28/10/96 (ya han pasado 2 años), me envían una carta, informándome que ya se ha ejecutado la segregación y compra de la parcela B1, del polígono 41, para la construcción de sólo 58 viviendas. Yo desconfío, y decido hacer una visita a las oficinas de la Cooperativa, donde me dan malas explicaciones y peores deducciones. Les exijo ver el justificante de la compra y me dan otras raras aclaraciones. Cada semana les hago una visita, porque, yo como trabajador de la empresa que les iba a construir, tengo ocasión de obtener información, de todo cuanto ocurre en la obra. Y es en mayo de 1997 cuando consigo poder ver y leer el certificado de Licencia de Obras, dada por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Y ya, en éste mes de mayo de 1997, los pisos puestos a la venta (sin construir), han aumentado su precio; de los 15 millones de pesetas, pasan a los 19 millones de pesetas (unos 115.000 €). En una reunión extraordinaria, se nos informa de los cambios de precios. Anteriormente, hubo un abandono de socios, ahora se irían otros. De los antiguos socios, sólo quedamos 9. Además; a los que teníamos prevista la compra de los áticos, nos informan que sólo tendremos un garaje, que si quisiéramos otro, sería al precio de 1.444.500 pesetas (unos 8.700 €). Librada ya estaba muy alterada, con todo esto de este piso y me convenció para renunciar a la compra. Lo propuse a la Cooperativa y la respuesta fue que no podían anular mi participación y devolverme el dinero 269 ingresado, porque ya no tenían fondos. Por tanto; teníamos que buscar un sustituto y que éste me abonase, con su cuota de nuevo socio, o seguir enganchado al sistema. Para el 18/11/97 (ya pasan más de 3 años), me citan para que abone una diferencia contable, entre gastos financieros, IVA y otros, en total 28,454 pesetas, que daban un total abonado de 2.158.798 pesetas (unos 13.000 €) A partir de ésta fecha y mensualmente, se abonaran 100.000 pesetas y el 20/07/98, se abonaran 637.309 pesetas. Y cuando vamos a la firma de las escrituras, teníamos abonadas 5.024.765 pesetas (unos 30.000 €) Pero el día de las firmas de escrituras, entregué un cheque por valor de 296.000 pesetas (unos 1.800 €) y para la legalización entregué 370.000 pesetas (unos 2.200 €), de las que me devolvieron 55.955 pesetas (unos 336 €) En total, con el valor de la hipoteca, sin gastos ni intereses, el piso tenía un valor en gastos de casi 19 millones de pesetas (unos 115.000 €), muy distante de su valor inicial de 15 millones de pesetas. Y además; con una demora de entrega de 6 años; algo así, como lo que se tarda en construir un gran buque trasatlántico de lujo. Pero; no acaban aquí las penas, todavía queda las trifulcas y dificultades, para que se corrijan los fallos y desperfectos que encontramos en las viviendas. En nuestro caso, por estar tanto tiempo cerrado, la tarima flotante, se puso a flotar; sí, en todo el pasillo de entrada, que tiene 16 metros de largo, se levantó haciendo bolsas. Después de muchas contrariedades, me lo cambiaron todo. Y aún, han quedado dos placas rajadas, en el suelo del baño 1. Un día, que coincidimos algunos copropietarios y el presidente de la Cooperativa, a poco, uno de los vecinos estuvo a punto de apalear a éste descarado presidente. 270 El final de todo esto, es que desde agosto de 1994, hasta la ocupación del piso, en marzo de 2000, fueron casi seis años de contrariedades, que dieron tiempo, para que las ilusiones que habíamos puesto en el inicio, se fueran al garete y que los planes que teníamos, se trastocaran todos. Además; todas las cosas y casos que nos han ocurrido, en éstos diez últimos años y más en los cinco últimos, han hecho que todas nuestras vidas, den un vuelco total. Una de estas ilusiones, para Librada, era que pensaba que al estar el taller a tan sólo unos minutos de traslado, vendríamos todos los días a comer a casa, o al menos, seguro, vendría Pablo. De esta forma, vería, a su hijo, a diario. También, se ilusionaba en pensar que luego, convencería a Pablo para que vendiese el piso y se trasladase a Alcalá. Claro está, que si el piso nos lo hubiesen dado con el plazo previsto, Pablo no se hubiese marchado de casa todavía. Jonás tendría, también como ahora, más cerca el trabajo de casa. Susana hubiese encontrado otro trabajo, en Alcalá y por pensar, como siempre hace Librada, tendría un novio o compañero, de estos lugares. En fin, que como le ocurrió a la lechera de del cuento, se nos fastidió todo y hemos ido recomponiendo, a la mejor forma de entender, cada problema o caso. En el año 1996, los representantes sindicalista en la empresa JOTSA, me convencen de la conveniencia de que yo ingrese en el Sindicato como afiliado, puesto que en unos meses se producirían las nuevas votaciones, para que fuesen elegidos los nuevos representantes y que con toda seguridad, a mi me elegirían. 271 Nunca he tenido problema alguno con la dirección de la empresa y por ello, no vi la necesidad de estar sindicado; pero, ciertamente no es necesario tener problemas para estar sindicado, sino que es un derecho reconocido en el Estatuto del trabajador. Más, me agradó la idea de ser elegido como representante sindical de mis compañeros y así lo hice. Después de varios meses, las cuotas sindicales mensuales, por ser una forma de descuento en la declaración a Hacienda, pasaron a ser descontadas en la nómina, para mayor comodidad para el trabajador. Pronto, mi jefe, el Sr. Haro, se enteró, o le comentaron de mi filiación, con sarcasmo me dijo: --- ¿Qué necesidad tienes para estar inscrito en un Sindicato de obreros? ¿Tienes problemas con la Empresa? Yo le contesté de que no, tan sólo que me habían aconsejado estar afiliado, para el caso de realizarse las votaciones sindicales, posiblemente, yo sería elegido, por que ellos, los dirigentes sindicalistas, habían hecho una pequeña encuesta y daba ese resultado. Aquí, Haro, se puso de pie, ante su mesa de despacho y me increpó en tono amenazante: --- En ese caso, de ser tú elegido representante sindical, me opondría enérgicamente; porque esto sería lo último. Un encargado, no puede ser representante sindical y perder el tiempo. En ese momento, no reconocí el valor de las posibles consecuencias desagradable, que aquel hombre era capaz de acometer, en mi contra; me sentí amparado y respaldado por todos los obreros, que han sufrido en las luchas sindicales, a través de todos estos años pasados. Mi voz y mis palabras tenían el mismo sobre tono que él, con todo su orgullo de ‘derechista’ acérrimo. Y es que él, no tiene la capacidad para reconocer, que aunque sea 272 el director del Parque de Maquinaria, es un trabajador más, que en estos casos, debería estar al lado de los asalariados. De siempre me a salido un falso valor, cuando me he sentido cobijado por la razón y el derecho; no pienso en las consecuencias y le contesté: --- Usted, no tiene ni la más mínima idea de lo que acaba de decir. Yo, como trabajador libre, puedo y quiero estar afiliado a un Sindicato de trabajadores; porque me ampara la razón y la ley... De todas formas, aún no ha ocurrido éste asunto. Con cara de pocos amigos y algo frustrado y sobre todo, extrañado de mi forma de hablarle, con voz firme y de un tono más elevado que nunca, como de esclavo revelado, me dijo, en forma de despido y fin de discusión: --- Bueno; eso ya lo veremos. Ya aclararemos esto. Te puedes ir a tus asuntos. Mientras salía de la oficina, los compañeros me miraban extrañados, por todo lo que habían oído. Sólo Juan, me guiñó un ojo y me señalaba con el puño cerrado y el pulgar elevado. De todo éste asunto, nada trascendió, lo más seguro, es que su hijo Ignacio, que escuchó todo, le daría un repaso y le pondría al corriente del estado actual de las cosas. Lo que sí noté, es que a partir de unos días después, me cambió la formula de llamarme Recio a llamarme ‘Pepe’. Pero; vamos, el trato personal siguió siendo, talmente, el de siempre, el de ‘Señor’ a ‘Vasallo’. A finales del año 1998, se celebraron las elecciones sindicales. La lista presentada por parte de UGT. se componía de 9 afiliados, en el cuarto puesto estaba mi nombre, que por prejubilación de Manolo Ramírez, que dé en el tercero. Pablo también se presentaba a las elecciones, pero, por la lista que presentaba Comisiones Obreras, él estaba en el quinto puesto. 273 Pero; aquí ocurrió un caso extraordinario, se presentó una tercera lista de representantes no sindicados, identificados como ‘Independientes’, con las siglas de CSI*CSIF (que ni sus propios padres les reconocían). Estaban formados por un total de diez miembros. Podían haber sido más, porque de éste tipo de personal ‘manipulado’, en todas las empresas siempre han existido. Lo digo, porque de mis propias ideas, deduzco con claridad, al ver la lista de sus componentes, el de mayor antigüedad, es un técnico de contratación, con fecha de ingreso en el año 1969, es sobrino del anterior Director General. Hay un encargado, con 10 años de ‘servicios’ (léase servilismo). Y ya, veamos la ‘cuña’ más solidaria, en la que yo me baso, para argumentar que todos los componentes de esta lista extraordinaria, es Ignacio Haro, sí el hijo de mi anterior jefe y Director del Parque de Maquinaria, que a la sazón es ahora el secretario del Nuevo Director General (alemán). Él está en un puesto clave para saber todo lo que está ocurriendo, va ha ocurrir y o se está manipulando. Además de ser un elemento muy inteligente y despierto, tiene dotes para manipular a cualquiera que se le antoje y le dé un beneficio propio. Entonces; yo creo, que todos los miembros de esta lista de ‘Independientes’, son los ilotas, exaricos o burenques (léase serviles), dispuestos a estar, en todo los casos de parte del beneficio de la Dirección y no de los intereses de los trabajadores, sus compañeros. O sea; que ese ‘sindicalismo’, no tendría el buen fin de que consta todo sindicato obrero. Se celebraron los votaciones y hemos de reconocer que consiguieron sus propósitos, tanto los directivos de la Empresa, como los que formaban esa lista de ‘Independientes’. La situación del personal, el ambiente en la Oficia Central, era de total apatía. Todos ellos conocían, más o menos, las condiciones por las que 274 estaba pasando la Empresa y con las manipulaciones del grupo de ‘Independientes’, hizo que el resultado fuese tan desalentador y nefasto. De una lista oficial de votantes de 194, tan sólo 93 compañeros fueron a votar (menos de la mitad) Éste fue el escrutinio y el reparto de escaños o representantes: CSI ------- 60 votos CSI ------- 6 UGT ------ 14 votos UGT ------ 2 CCOO ---- 11 votos CCOO ---- 1 Blancos -- 8 votos Nulos ----- 0 votos Lo que da a entender que en la lista de UGT, al estar yo, en el tercer puesto, no me correspondía ser representante sindical. Cómo siempre ocurre en las votaciones, ya sean sindicales o políticas, cuando los votantes no acuden a las urnas, siempre salen beneficiados los rufianes. Que sí; hombre; que sí. No me tomes por receloso, avisado o picajoso. El tiempo fue pasando y las apariencias de los trabajos continuaba los ritmos y formas acostumbradas. Un día de diciembre; bueno, más bien el 17/12/1998, cuando me dirigía, con el furgón, en compañía de Jesús, a comprobar un aviso de avería en una obra en Madrid, al estar circulando por la autovía A2, dirección a Madrid y habiendo pasado el puente de San Fernando, ocurrió un accidente en que me vi involucrado. Los tres carriles de circulación estaban ocupados por vehículos, que marchábamos a una velocidad media, los vehículos que nos precedían comenzaron a detenerse, yo frené a pocos metros del camión que llevaba delante, instintivamente, miré por los espejos retrovisores (es un acto reflejo) y comprobé que se acercaba a velocidad 275 continua el otro camión que nos seguía (en otro acto reflejo detecté que ese camión no frenaba) Con voz enérgica y algo de exasperación, le grité a Jesús que se sujetara. Todo ocurrió muy rápido y tal como lo presentí. El camión de atrás, nos envistió, empotrándonos contra el camión de delante. Se produjo un caos tremendo, un ruido ensordecedor y unas sacudidas enérgicas, varias veces atrás y adelante. Yo, instintivamente y en poco tiempo, quité el contacto, metí el pie en el freno y me aferré al volante. La sacudida fue tan brutal, que el cristal del parabrisas desapareció rápidamente, en mil pedazos; todo lo que estaba suelto se esparció por donde pudo caer. Jesús, gracias a que el asiento donde él estaba era articulado, fue atrapado y transportado bajo el salpicadero, empujado por el respaldo del sillón y le salvó de salir catapultado contra la trasera del camión de adelante (para él las consecuencias hubiesen sido muy graves) Yo como estaba aferrado al volante, por causa de la inercia, con el pecho rompí el aro y aunque con la barbilla golpeé la parte superior del volante, sólo fue como si me hubiesen dado un puñetazo. Aún hoy, tengo secuelas en el brazo derecho, cuando hago algún movimiento inoportuno, en cierto giro. Las gafas que llevaba puestas volaron, así como el teléfono móvil y todos los archivos de los trabajos, los cuadernos de apuntes, las herramientas, en fin, todo nuestro alrededor estaba sembrado de todos estos elementos. Cuando me despabilé, acudí en ayuda de Jesús, quitando el asiento que estaba sobre él, le pregunté de como se encontraba, me respondió muy nervioso y agitado: --- ¿Por que no me has avisado de lo que has hecho? Intentó salir fuera, pero las puertas estaban empotradas; toda la carrocería estaba deformada. En ese momento 276 comenzó a entrar vapor del escape del radiador roto; él creyó que el furgón estaba ardiendo y al no poder salir libremente, comenzó a gritar, inmerso en un ataque de pánico. Intenté hacerle comprender que era sólo vapor del radiador, pero no atendía y se puso a golpear los cristales de la puerta, salté hasta su lado y le golpeé en el rostro, con la mano abierta; se calmó. Cerca de la puerta, en la carretera, ya estaban algunos conductores, les indiqué que le ayudasen a bajar y bajó, pasando por el hueco de la ventanilla de la puerta. Por la otra ventanilla, la de la puerta de mi lado, oí a alguien que me increpaba, con mal humor; para él, yo era el causante de que mi vehículo hubiese golpeado la trasera de su camión, entonces le pregunté: --- ¿Es que no ves al camión de detrás?... Ahora, se dio cuenta de cómo estaba el furgón, arrugado y atrapado entre los dos camiones y comentó para sí y como para disculparse, dijo: --- ¡OH!... Dios... Perdona, chico... Yo creía que... Se retiró hacia la parte de atrás, para hablar con el conductor del camión invasor. Luego, éste conductor, me explicaba a forma de disculpa, que no me había visto y que no sabía como había ocurrido todo, me quería convencer de que fue un despiste al mirar unos papeles que se caían, pero no, para mí, es que estaba estresado y dormido, porque luego, se le escapó decir que estaba de regreso a Sevilla de un viaje de ida y vuelta continuo, que había conducido toda la noche. ¿Queda claro, no? Todo esto ocurría dentro del carril central, los conductores que circulaban por los otros dos carriles, no creas que se paraban, además, pitaban y protestaban porque estábamos parados en medio de la calzada. Entre los conductores de los camiones parados y Jesús, hicieron parar a todos los circulantes y como el furgón no arrancaba el motor, con la tercera marcha y haciendo girar el motor de arranque, pude colocar el 277 furgón en el arcén derecho y salir luego, por la ventanilla abierta. Los otros dos camioneros retiraron sus vehículos y aparcaron delante del furgón. Ahí comenzamos con algo más de tranquilidad, a tomar las notas correspondientes. Claro está, antes yo había buscado las gafas y el teléfono móvil; con él contacté con el Parque de Maquinaria para informarles de lo ocurrido. Cómo me atendió Pablo, se alarmó y le dije que si yo le estaba hablando en buena forma, esto quería decir que estaba bien que no se preocupase, que sólo necesitaba un vehículo grúa para el furgón. Por otra parte, hacía falta que otro equipo saliese para el trabajo que nosotros no pudimos realizar. Éste equipo de compañeros, pasaron y pararon para comprobar el estado en que estábamos nosotros y el furgón. A poco de aparecer la grúa, que su conductor era un antiguo carpintero encofrador, compañero en la Empresa y que ahora, alternaba el conducir una grúa de carretera y un taxi, ahora, aparecieron un par de agentes de la Guardia Civil, en sus motos. Preguntaron por lo ocurrido y si hacía falta alguna cosa, como la respuesta fue negativa, nos dieron algunos consejos sobre la seguridad vial y desaparecieron del lugar, sin más. Jesús, el conductor de la grúa, hizo los preparativos de enganche y nos transportó hasta nuestro taller en Camarma. Cuando nos vieron de entrar, todos los compañeros del taller se arremolinaron a nuestro al rededor, preguntando por nuestro estado y viendo en que condiciones estaba el furgón. Pudimos comprobar que el golpe era importante, toda la parte delantera estaba achatada, así como las puertas traseras y el central de la carrocería, arrugada. Ciertamente, de haber sido otro vehículo, no estaríamos vivos, porque todo lo resistió el gran bastidor que posee éste tipo de vehículo, que es del formado por buenas vigas largueros 278 de acero preformado; de haber sido del tipo autoportante o monocasco, seguro no hubiese resistido el empuje del camión cargado, que por cierto, era del tipo ‘trailer’. A pesar de estar, aparentemente, en buenas formas físicas, Palomo insistió en tendríamos que recibir un chequeo en la clínica de nuestro seguro laboral y allí nos llevaron. La revisión fue completa, y muy exhaustiva, pero que contestamos bien a todas las comprobaciones. Nos dieron el informe y volvimos al Taller. El furgón fue dado de baja total, por el seguro automovilista. Aquí, hay que recurrir a las felicitaciones, a los buenos administradores, economistas y gente de esa ralea. Verás por que lo digo: Desde que en año 1966, comencé a conducir la primera furgoneta de la empresa, hasta la fecha en que ocurrió éste accidente, he utilizado cuatro furgonetas y tres furgones, todos nuevos de estreno y todos transmitiendose el seguro a ‘Todo Riesgo’, incluido el conductor y los acompañantes, al número del total de disponibilidad. Pero; ya está aquí el ‘pero’, a alguien más listo que el hambre, se le ocurrió, hacer el reajuste económico, transformando el seguro de los vehículos del Parque de Maquinaria, de ‘Todo Riego’ al de ‘A Terceros’ (¿?) Si, teníamos todas las rebajas oportunas, por antigüedad y por falta de siniestros. ¡Maravilloso! ¡Genial! Después de 33 años, se desperdician las buenas ofertas de aquel tipo de seguro, por la pésima calidad del servicio éste, indicado como de a terceros. Además, se perdieron los descuentos y beneficios de la antigüedad de la póliza anterior. Que da a entender esto, pues, ni más ni menos que lo que ocurrió, después del accidente, la Compañía Aseguradora, no está obligada a pagar los desperfectos del vehículo propio, ni a terceros, porque no los había. 279 ¿A quien habrá que felicitar? Pues, el furgón hubo de ser tirado a la chatarra, sin más beneficio. Como mi equipo quedó sin vehículo de transporte propio, la dirección, a indicación de Palomo, autorizó que se nos alquilase una furgoneta. Ya antes, se hablaba de realizar unos cambios de los furgones, de Pedro y del mío. Pero, cuando comprobaron que el alquiler, resultaba un poco más ventajoso, económicamente, se consideró no procedente las compras de nuevos furgones. Más adelante, algún economista avispado, de los que últimamente, ingresaron en la plantilla de manipuladores de la Empresa, aseguraría que todavía sería más rentable, alquilar las furgonetas, sólo cuando puntualmente, hicieran falta. Resultó un verdadero trasiego de retirar y entregar vehículos. A veces, con la necesidad de tener que utilizar otro vehículo, para poder regresar el personal al taller en Camarma. Con el consiguiente aumento de pérdida de tiempo, en idas, esperas y vueltas. Pero, como eran las ‘Cuentas del Gran Capitán’, pues, eso... Como te decía en ocasiones anteriores, los comentarios entre todos los compañeros y a la vista de los bajos resultados económicos anuales, eran muy desalentadores, porque notábamos que ya la Empresa no respondía a nuestros esfuerzos y deseos por tener la satisfacción del buen deber cumplido, con nuestros trabajos, que en muchos de los casos, eran realizados con los mejores deseos y como de siempre estábamos acostumbrados. No se notaba, que de esa manera sintiesen los nuevos jefes y directivos. Ya, en mis visitas a 280 las obras, cuando coincidía con los Jefes de Obras y con los Encargados, cambiábamos impresiones sobre estos asuntos y recordábamos con nostalgia, los años pasados y de cómo se había malogrado toda la Empresa, sin motivos aparentes. El principio del final, viene dado por la mala gestión de los anteriores gestores de la Empresa matriz, en Alemania. Que los nuevos gestores se encuentran con unas cuentas fraudulentas y ocultadas. Increíblemente, de tener unos años con facturación ascendente, tal cómo: En el año 1994------- 5.411,51 millones de euros. En el año 1995 ------ 5.764,81 “ “ “ En el año 1996 ------ 5.831,79 “ “ “ En el año 1997 ------ 6.667,24 “ “ “ Y en el año 1998 ---- 4.953,39 “ “ “ Y con las peores perspectivas económicas, para éste año de 1999, hace que las noticias en los círculos financieros y empresariales de construcción, caigan como una bomba en la Bolsa de Francfort, donde las acciones son suspendidas de cotización, al mismo tiempo que las del Deutsche Bank (primer acreedor y segundo accionista de Philipp Holzmann), caigan en un notable porcentaje. Todo dado por las posibles y más que probables noticias de tener que suspender pagos. Una Compañía con una plantilla de más de 28.000 trabajadores, que le hace ser la segunda constructora de Alemania; con subsedes en Estados Unidos y en Japón; y por las empresas filiales, el total de trabajadores dependientes está en el orden de 40.000, dando un total de 68.000 trabajadores; que gracias a unos desalmados malversadores económicos, se verán sin empleo. De todo esto y de todo lo que va a ir ocurriendo, el despabilado antiguo Director y ‘Amo’ de JOTSA, (Antonio García Fernández), supo desligarse, con sólo la diferencia de unas semanas, al vender el 50 % 281 restante de propiedad de la Empresa a Philipp Holzmann (comunicado el día 3 de noviembre de 1999) Y además, éste individuo, miente en una entrevista a unos periodistas económicos, cuando les dice: --- ...No sabíamos esta bomba de los alemanes, tuvimos la primera noticia el viernes; nos fuimos por desacuerdos con la gestión. ¡Y ahora, voy yo y me lo creo! Vamos. Con la vista que siempre ha tenido y lo sagaz, artero, perspicaz, ladino, lince, taimado, astuto y avisado y nunca lerdo, bobo o incauto. Que hasta se hace un chalet en un páramo de la isla de Mallorca y tiene la ‘suerte’ de que al perforar para los cimientos le sale una vena de agua a presión, la más rica y pura de toda la isla. Si el anterior comunicado es de fecha de 3 de noviembre de 1999, y él aún ‘no está enterado’; ¿Cómo es que?... Si el primer comunicado oficial del Comité de Empresa y Oficinas, a todo el personal, tiene fecha de 15 de octubre de 1999, para informarnos del Expediente de Regulación de Empleo, que se gesta por las noticias abyectas, que proceden de Alemania. Y si el Comité de Empresa, está bastante enterado de todo lo que ocurre, prueba de ello es que solicita a la Dirección General de JOTSA, S. A., entre otras, las condiciones particulares del contrato de compra de acciones, con fecha de septiembre y la lista del personal que ha causado baja en la Empresa durante el ejercicio de 1999. ¿Cómo me voy a creer que el citado Antonio García, como Director General, (aunque su empleo en nómina era Consejero Delegado), no va ha estar enterado? La verdadera realidad, es que en los acuerdos secretos entre alemanes y los gerentes españoles, se llega a los acuerdos de hacer la venta del resto de acciones y en ese paquete, íbamos incluidos todos los trabajadores; 282 ninguno de los cuales, recibió ni una sola peseta, como desagravio por haber sido tratado como partida de borregos en el mercado. Estos señores (lo de ‘señores’, considéralo como descriptivo, aunque sea vejar el vocabulario), se comportaron cómo verdaderos cicateros, cómo ya tenían cómo costumbre. Te explico: En capítulos anteriores te relaté que los antiguos beneficios de la Empresa, se repartían en tres secciones, el primer tercio se destinaba a los propios socios y propietarios del Sistema Empresarial; el segundo tercio se destinaba a la propia Empresa, para sus ampliaciones y mantenimientos generales; y la tercera partida final se destinaba al reparto proporcional entre todos los trabajadores de ‘plantilla’. Todo esto, por parte de los currantes, no lo sabemos si está en los Estatuto de la Empresa, pero sí, D. Juan Obregón Toledo, en sus discursos de Fin de Curso, se jactaba en proclamar de estas disposiciones y repartos. Pero, (siempre el ‘pero’); vinieron los tiempos actuales, con los sabios economistas, que campaban por sus respetos, para que, de forma paulatina, nos fueran descontando de la tercera partida de beneficios finales, cantidades que sólo los muy cercanos a la administración podían conocer. Sabes, que los cobros por certificaciones de obras, no se consiguen al momento, que alguna de las veces, ni se abstienen por las buenas, ni por las malas. También sabemos, que pasan meses en conseguirse la recuperación de estos pagos. Que en los discursos de los directivos, se declaran estas retenciones, que merman los beneficios y repartos finales. Y que también, comprobamos, sin poder reclamar para que sean, consecuentemente, aumentado el reparto de esos beneficios, cuando se logran los rescates económicos, de estas cantidades. 283 Últimamente, sabíamos de casos, en que los deudores liquidaban sus demoras o hacían sus ‘pagos’, con unas cesiones de parte de sus propiedades... ¿Cómo?... Sí; hombre, te puedo hacer un repaso de los bienes inmuebles, que la sociedad JOTSA, S. A. Poseía, y tú mismo, opina de por qué de las existencias de estas propiedades: PARK LANE II 44 plazas de garajes, en Parcela 4a del Plan Parcial El Castillo de Ansaldo - Alicante. Finca 15068-32 del Registro de la Propiedad nº 4 de Alicante. Escritura nº 2610 de diciembre de 1995 Notario Roberto Blanquer. Avda. DE BARCELONA 80 plazas de garaje en Avda. De Barcelona - Córdoba. AVENIDA DEL AEROPUERTO 298 plazas de garaje en Avda. Aeropuerto de Córdoba. Escritura de Declaración de Obra Nueva y División Horizontal de fecha 29-04-1997 nº 1757 del Protocolo del Notario D. Santiago Echevarria. RESIDENCIAL PLAZA 23 locales comerciales y 1 almacén en Marbella Málaga. Escritura notarial de D. Francisco Fernández Arévalo de fecha 07- 04-1996, nº de Protocolo 941 COMPLEJO RESIDENCIAL LAS FLORES -- Calle Jacinto Benavente s/n - Marbella, Bloques II y III. 8 locales Comerciales. Escritura de fecha 02-06-1995 ante Notario D. Francisco Fernández Arévalo, Protocolo 1394, inscritas en el Registro de la Propiedad nº 2 de Marbella – Málaga. CAMARMA DE ESTERUELAS Parcela de terreno en Camarma de Esteruelas, superficie 5.031 m2 284 Número de la finca registral 3786 del Registro de la Propiedad de Alcalá de Henáres. Finca con una superficie de 34.494 m2 con edificación de nave en planta baja ocupando una superficie de 675 m2 Número de finca registral 3133 del Registro de la Propiedad de Alcalá de Henares. Escritura notarial de D. Ramón Corral de fecha 16-071999, número de Protocolo 2766 COBEÑAS. JUNTA DE COMPENSACIÓN Parcela de terreno con una superficie de 60.802,91 m2 Número de finca registral 4489 del Registro de la Propiedad de Torrejón de Ardoz. Parcela de terreno con una superficie de 36.314 m2 Número de finca registral 4491 del Registro de la Propiedad de Torrejón de Ardoz. Escritura notarial de D. Agustín Sánchez Jara de fecha 19-01-1998, número de Protocolo 304 ¿Sigo? Porque hay más, está lo de GRAN VÍA DE HORTALEZA de MADRID, lo de CALLE JOAN MIRÓ, 125 de PALMA DE MALLORCA, lo de LAS VILLAS DE LAS HUERTAS de ALICANTE, lo de AVENIDA DE LA CONSTITUCIÓN de VALENCIA,... Y de todo esto, nada revierte en compensar a los trabajadores, en los siguientes repartos de beneficios. ¿O, sí? Pero; yo no me enteré. 285 Desde que en 1957 se fundara JOTSA, como Empresa Constructora, cada año, cada curso laboral terminado, era constancia de tener conseguido un peldaño más, en el reconocimiento cómo empresa eficiente y ejemplar. Siempre se le consideró por su calidad de un trabajo bien realizado, pues, la idea de sus fundadores, era la de “Cero Defecto”, en cada obra entregada. Fue desaparecer D. Juan Obregón Toledo en 1984 y crecerles la avaricia a los accionistas y a D. Antonio García; verse la ineptitud de sus nietos... y se cumplió lo que el refrán castellano dice: “El abuelo construye, el hijo mantiene y el nieto destruye.” La familia García – Obregón, parece que se olvida, que todo lo que posee, en poderío económico, se lo deben a la Constructora JOTSA y al gran equipo de trabajadores, que siempre han tenido. Pasar de esto, es pecar de desagradecidos, orgullosos y parvos en sus sentimientos como personas. Con esta actitud, con la venta de la Empresa a los alemanes y por la mala gestión de estos, en la administración, han hecho entre todos, que la muy reconocida Constructora, se difumine en el mercado de las buenas empresas. Aquellos directivos alemanes, a pesar de ser unos ‘cabezas cuadradas’, entraron en nuestro entorno, con toda frialdad y pasamos de ser unos trabajadores reconocidos por nuestros nombres, a ser distinguidos por el número de la nómina. Esto daba, aunque si era cierto, que la plantilla de trabajadores era mayor de edad. Pero que ahí estaban los resultados con la calidad de siempre, a pesar de la mala formula moderna de las subcontrataciones, que estoy por discutir, con el más entendido, que es uno de los procedimientos económicos más nefasto, pero sí lucrativo para unos pocos; y que, más bien creo, es un invento de algún advenedizo. 286 Y ahora, voy a utilizar la misma demagogia que emplean algunos destacados, cuando afirman que esta, o aquella empresa, está en malas condiciones financieras, debida a la situación del país, al gobierno, al petróleo, a la bolsa... Qué sé yo. La cuestión es que los problemas se nos vinieron encima, a pesar de que todo el personal trabajador de JOTSA, seguía dando su mayor interés, en que la Empresa y sus puestos de trabajo, continuasen siendo útiles. Es ya, en el segundo semestre del año 1999, cuando se abre ‘La Caja de Pandora’ y se declaran todos los problemas, que hacen dar comienzo a lo que yo llamaría “La Larga Marcha Triste”. Se percibe el inminente hundimiento de la nave y la primera ‘rata’ en abandonar el barco, es su fundador y su Consejero Delegado D. Antonio García Fernández; claro está con sus buenos beneficios, que según han declarado, no es con monedas, sino con ‘ladrillos’. ¡Vista que tiene el muchacho! Porque al ver la poca consistencia que tiene, en estos momentos un cheque de la Empresa alemana, opta por la humilde idea de recibir edificios, o terrenos, o cosa similar. Como en los Sanfermines: “¡Pobre de mí!...” Como te digo, la crisis de JOTSA, comienza en los últimos meses del año 1999 y es cuando el resto de trabajadores, se entera de lo que está sucediendo, porque ya no pueden solapar por más tiempo, las anomalías que van sucediendo, que fueron tal que así: 15/10/1999 - 1ª Comunicación del Comité de Empresa y Oficinas a todo el personal citándoles a una Asamblea General en el día 22/10/1999, para informar sobre la presentación de un Expediente de Regulación de Empleo, por parte de la Empresa. 22/10/1999 – Petición del Comité de Empresa de un aplazamiento de la presentación del Expediente de Regulación de Empleo hasta el día 02/11/1999 287 29/10/1999 – Celebración de una Asamblea General de los trabajadores. 02/11/1999 – Petición de la documentación referente a la presentación del Expediente de Regulación de Empleo. 16/11/1999 – Publicación en EXPANSIÓN de las situaciones económicas de PHILIPP HOLZMANN, con deudas de más de 1.227 millones de euros y de la venta del 50 % de las acciones restantes del valor de JOTSA a PHILIPP HOLZMANN, que desde ahora es propietaria del total de la Empresa. 20/11/1999 – Se publica que las deudas en Alemania ascienden a más de 200.000 millones de euros, que respaldan los accionistas y bancos alemanes. También se publica que D. Antonio García, dice que ha vendido el resto de la Empresa constructora, por “desacuerdos con sus socios.” 23/11/1999 – Desde Berlín se publican las peticiones del canciller alemán Schröder, a los bancos acreedores alemanes, que permitan salvar a la segunda empresa constructora alemana, que ya tiene más de 150 años de existencia, que en la actualidad tiene en marcha más de mil construcciones y da empleo a más de 28.500 personas, de ellas 17.000 en Alemania y unas 500, por parte de JOTSA, en España... D. Antonio García dice: --- ...Hemos tenido suerte de salir a tiempo y no vamos a recomprar JOTSA. Queremos centrarnos en el negocio inmobiliario. 23/11/1999 – (Circular) Para el control exhaustivo de las propiedades de la Empresa, se comunica a todos los Jefes de Obra, la necesidad de “autorizaciones pertinentes”, de uno de los 8 directivos anotados en lista adjunta. 24/11/1999 – Comunicado del Comité de Empresa a todo el personal, de una ‘Reunión Indefinida’ en las oficinas de la Empresa y de la comunicación de huelga para los días 29 de noviembre y 1 de diciembre. 288 25/11/1999 – Comunicado del Comité de Empresa de la decisión por parte de PHLIPP HOLZMANN, de que las soluciones que se están llevando a cabo en Alemania, no son trasladables a las situaciones de JOTSA. O sea; que nos abandonan a nuestra suerte. 26/11/1999 – Comunicado del Director General HansPeter Klein a los Jefes de Obra, de la solicitud de “Suspensión de Pagos” ante la Autoridad Judicial. Todo esto es creado por la falta de créditos bancarios, a consecuencia del deterioro de la Empresa matriz alemana, la que nos abandona sin prejuicios. 28/11/1999 – Comunicado del Comité de Empresa a todo el personal, de las formas de la concentración y manifestación pública y del itinerario a seguir por las calles de Madrid. 29/11/1999 – Comunicado del Director General HansPeter Klein, a todo el personal, sobre la situación legal de JOTSA, en la que explica de la “Suspensión de Pagos”, de la supervisión de los Interventores Judiciales, del compromiso de la continuidad del trabajo, por parte de todos, de la necesidad de las terminaciones de las obras y de la garantía de los salarios. 29/11/1999 – Día de huelga de todo el personal y desfile por las calles de Madrid. Fotos en periódicos. Publicación de la noticia de la presentación de “Suspensión de Pagos” por parte de PHILIPP HOLZMANN y del aval del canciller alemán Schröder, por valor de 150 millones de marcos. 01/12/1999 – Publicación de la “Suspensión de Pagos” de JOTSA y fotos del desfile de los trabajadores por la huelga. 03/12/1999 – Comunicado del Comité de Empresa a todo el personal, sobre los desacuerdos, entre el Comité y los directivos de la Empresa, por el levantamiento de la“Suspensión de Pagos”. 289 12/12/1999 – Publicación de la historia de JOTSA como modelo de empresa constructora y de la foto de las impresentables hermanas Ana y Celia García Obregón, posando alegres y despreocupadas de la situación en que dejan a los trabajadores, de una empresa, que ha sido fuente de sus ingresos y bienestar. 16/12/1999 – Se nos presenta la lista del contenido de la Cesta de Navidad que, para muchos, sabíamos sería la última. 21/12/1999 – Comunicado del Comité de Empresa, informando sobre las actuaciones de los Interventores Judiciales. Del recibo de los “Finiquitos” de la relación laboral individual entre la Empresa y el trabajador. 22/12/1999 – Vista de la copia del resultado de la presentación de la solicitud de “Regulación de Empleo” ante el Director General de Trabajo, que ‘DESESTIMA’ las razones de la Empresa. Se publica la satisfacción del Gobierno alemán y de los accionistas de PHILIPP HOLZMANN, por el salvamento económico de la Empresa. 05/01/2000 – Comunicado del Comité de Empresa a todo el personal sobre la situación de las obras, de los créditos y del curso de los trámites actuales. 07/01/2000 – Publicación del interés de Rafael Fernández, un ex directivo de la constructora HUARTE, en la compra de JOTSA. 11/01/2000 – Comunicado del Comité de Empresa a todo el personal, sobre los trabajos de la Intervención Judicial y de sus reuniones quincenales. 14/01/2000 – Publicación del registro llevado en las oficinas de PHILIPP HOLZMANN y de la auditora KPMG, por parte de la fiscalía alemana, a causa del descubierto de un agujero contable del equivalente a 204.000 millones de pesetas. 15/01/2000 – Publicación de un detallado estado de volumen de obras, que antes de ser presentada la 290 solicitud de Regulación de Empleo, era de 20.000 millones de pesetas y al día de esta fecha, es de 5.500 millones de pesetas, de esta cantidad, TILMON (la empresa fundada por los antiguos directivos de JOTSA) se ha hecho cargo de 2.000 millones. En esos momentos, JOTSA se encontraba en Suspensión de Pagos, con un activo de 12.000 millones de pesetas y de un pasivo de 17.000 millones de pesetas. La Dirección de la Empresa presentó un Expediente de Regulación de Empleo, que fue rechazado por las Autoridades Laborales de la Comunidad de Madrid. Afectaba a 120 trabajadores de los 400 que formaban la plantilla. Durante esos meses, más de 50 empleados de alta calificación, abandonaron la Empresa, con lo que se perdían a los trabajadores más cotizados por el mercado. 17/01/2000 – Se publica la petición de los acreedores no financieros de JOTSA, de un plan de salvamento al Ministerio de Economía y de la intervención ante el Gobierno alemán, para que PHILIPP HOLZMANN abone la deuda. 17/01/2000 - Publicación de la posible quiebra de JOTSA. En la que se afirma el rechazo de las ofertas de compra, que no autoriza PHILIPP HOLZMANN. Donde, también, se explica de que el mayor deudor de JOTSA, es su matriz alemana, al no realizar el ingreso de 2.700 millones de pesetas. De esta cantidad 1.200 millones corresponden a la ampliación de capital prevista. Los otros 1.500 millones restantes corresponden al pago, en solares, a Antonio García, el antiguo propietario de JOTSA. Esto da a entender que la Empresa matriz alemana, deja desamparada cobardemente a la quiebra, por mala gestión de los actuales directivos y del abusivo lucro de la familia García - Obregón, que pasa olímpicamente de las situaciones económicas por la que 291 pasará el “excelente equipo humano”, del cual ellos decían estar orgullosos. 25/01/2000 - Presentación, por parte de HansPeter Klein (Director General de JOTSA), de un “Recurso de Alzada” por el Expediente de Regulación de Empleo (rechazado anteriormente), ante el Consejero de Economía y Empleo de la Comunidad de Madrid. Que, desafortunadamente, será concedida favorablemente a la Empresa, dejando en casi total abandono a los trabajadores. Te recuerdo que gobernaba el PP. 27/01/2000 - Comunicado del Comité de Empresa a todo el personal, informando de la reunión mantenida con la Dirección de la Empresa. Se cree que está a punto de ser solucionado el conflicto de la Empresa matriz alemana. Y que, no obstante, JOTSA va a presentar nuevo Expediente de Regulación de Empleo, que afectará a 209 trabajadores (doble cantidad del presentado anteriormente y que fue desestimado) 01/02/2000 - Comunicado interno del Director General HansPeter Klein a cuatro Directores de Obra, sobre el acuerdo firmado con Cantos Altos, para continuar las obras. 01/02/2000 Publicación del conocimiento del asesoramiento a JOTSA, por parte del ex diputado del PP Jorge Trías. Éste despabilado abogado (que no se irá con las manos vacías), ha sido contratado para ayudar a la pandilla de desalmados, que sin un ápice de pudor, harán desaparecer a una buena Empresa y dejar en desamparo, a una plantilla de trabajadores de calidad, que además, se esforzaron (gran parte de ellos), durante la cantidad de años que se considera, para formar una nueva generación de ciudadanos. Siendo sabedores de la oferta lanzada por el Comité de Empresa y respaldada por la casi totalidad de los trabajadores, que principalmente, trabajaríamos horas extras no 292 remunerables, congelación de los sueldos y vigilancia total del rendimiento de todo el personal. Esto, no fue admitido, ni tan solo a discusión, por parte de los directivos, que claramente, se veía que estaban empeñados en la desaparición de la Empresa. Digo yo; ¿No estaría detrás de todo esto, algún conocido y cercano desaprensivo interesado en la compra de la Empresa, a bajo precio? ¿Eh? Me apostaría la ronda de un mus. Gracias a la habilidad de ese abogado y de la complacencia de las Autoridades Laborales, primero de doblar la cantidad de trabajadores afectados, en esta nueva Regulación de Empleo y en segundo lugar las indemnizaciones son escatimadas al máximo, o al mínimo, como mejor resulte. En una Asamblea de trabajadores y Sindicatos, se llegó a aceptar los despidos y prejubilaciones, pero con unas indemnizaciones dignas y ajustadas a ley, que sería hasta llegar a un total de 580 millones de pesetas, en las correspondientes indemnizaciones. Pero, ahora, se nos oferta reducir la plantilla a 85 personas y las indemnizaciones reducirlas a 25 días por año trabajado y a un máximo de un año. Esto sería como indemnizar con una paga de 14 meses, a sueldo básico. En mi caso sería, como unos tres millones de pesetas, después de haberle dedicado a la Empresa 34 años de trabajos continuados y siempre a pleno rendimiento, sin tener en cuenta los tiempos empleados. ¡Gracias, Sr. Trías! Es usted formidable. Tengo a la vista una amplia publicación, con referencia a la Empresa JOTSA y la compra del primer 50 %, por parte de PHILIPP HOLZMANN, titulado “LAS EMPRESAS DEL 2000”, donde, en portada se lee: ”JOTSA - La vida de esta constructora de tamaño medio no se ha visto alterada por la llegada a su accionariado del grupo alemán Philipp Holzmann AG. Al contrario, juntos desafían los malos 293 tiempos que corren con una clara política de buen servicio al cliente y rentabilidad interna. Los resultados están ahí, 37 años consecutivos de beneficios.” Esto debería de volver a leerlo D. Antonio García Fernández, sobre todo el último párrafo. Considero y estoy plenamente convencido que éste, antes considerado ‘ilustre señor’, se ha cegado de ganar fácilmente el dinero y las buenas energías, que antes demostraba, se han apagado y se afana en ver los buenos y fáciles resultados que le da PROSA y PROMOTORAUNO, olvidando, como digo, que esas dos inmobiliarias son el resultado de JOTSA. Por otro lado, se puede leer en esa publicación, que en la nueva Dirección de Empresa están los nombres (por orden en la foto) de José Antonio Vargas, director financiero; Antonio García Fernández, consejero delegado; Dieter Mittelmann, consejero director gerente; Luis Carvajal Torremocha, director general y José Ramón Alonso, director técnico. Pues, bien; después de leer: ---“...Los resultados están ahí, 37 años consecutivos de beneficios.” Podemos afirmar que a ésta nueva directiva, sólo les ha bastado ¡SEIS AÑOS!, para conseguir hundir a esa misma Empresa y repito, con el beneplácito de la Autoridad Laboral; oye; que eran del PP. Y digo más; no sólo se han cargado a JOTSA, sino antes, Don Antonio García Fernández, se había encargado de deshacer, --- ... El mejor Taller de Ferralla de Europa.... Fueron sus palabras cuando se inauguró y más tarde, en el año 1998, hicieron desaparecer a MINDESA. Una empresa de mantenimiento integral de edificios, que como antes te expliqué, le sería muy fácil obtener beneficios, si los directores fuesen buenos; a estos sólo les duró casi tres años. Y la cosa extrema, ha sido lo de JOTSA: Imagina una baca a punto de morir en un páramo y varios buitres volando sobre ella... Te oriento en esta 294 parábola: La baca es JOTSA; los buitres Dieter Mittelmann, HansPeter Klein, Rafael Fernández (el ex director de HUARTE), José M. Ruiz - Mateos (el de RUMASA), La Caixa, Banco Urquijo, Deutsche Bank, Commerzbank, y Banco Popular; lejos, los otros buitres reposando en tierra, (los acreedores no financieros) ¿El fotógrafo de esta escena?: D. Antonio García Fernández, rodeado de su familia, todos con los ojos muy abiertos y con un rictus de risa sardónica. ¿Qué te parece? Esclarecedora, ¿No? En el Parque de Maquinaria se seguía trabajando como de costumbre, no nos parecía que estábamos llegando al final de la existencia como trabajador de una Empresa, que considerábamos nuestro ‘hogar’ por la cantidad de años que teníamos recorridos, dando lo mejor de nuestra juventud y esfuerzo. Por orden de la Dirección de la Empresa, nos habían puesto un control, con vigilantes armados; los primeros días, nos sentíamos como encarcelados y reos culpables de algo que nos resultaba raro, casi increíble; ¡Si no habíamos hecho nada! Esto ocurría en los últimos días de diciembre del año 1999, cuando se estaban gestando los días de huelga anunciada. Mi jefe me llamó a su despacho y al entrar, me dijo: --- Cierra la puerta. Cuando esta frase era dicha y casi en ‘soto voce’, me indicaba que algo anormal ocurría y no quería que nadie más se enterase, por ahora, de lo que tenía que decirme. Comenzó con frases casi sin sentido, hasta que yo le dije: --- Luis; cálmate y ve directamente al asunto. Ya estamos casi acostumbrados a las malas noticias y las que tienen que llegar. Entonces me dijo que el vehículo que yo conducía, aunque no pertenecía a la Empresa, que era alquilado, tendría que dejarlo todas las tardes guardado en el 295 interior del Taller de Electricidad. Me dijo que, Pedro Saceda, el encargado de montajes, también tendría que hacer lo mismo. Y por consiguiente, Martín el oficial que hacía las revisiones a la maquinaria de obra, también tendría que dejar la furgoneta y utilizar el autocar, que usaba el personal. Todos los días, desde que nos trasladamos desde el anterior taller, cerca de Coslada, para que todo el personal que no usaban sus vehículos propios, eran trasladados al taller de Camarma, en un autocar de alquiler concertado. Esta fue una de las cláusulas del acuerdo, entre la Empresa, Sindicato y trabajadores, para no tener que pagar a cada trabajador un plús por traslado. Esa tarde, esperé a mi hijo Pablo y me trasladó a casa (ya nos habíamos mudado a vivir en el piso nuevo de Alcalá). Al día siguiente, y ya hasta el final, usé mi propio coche, para trasladarme de casa al taller y hacer el regreso. Bueno; durante 33 años, ya había usado el vehículo de la empresa, cosa de agradecer. Aunque todo seguía con las mismas formas de trabajo, tengo que reconocer que sentía como de ser culpable de algo, que inexplicablemente, había momentos que me sentía confuso; luego me despabilaba y proseguía mi ritmo diario. En uno de estos repasos a los momentos, días y años transcurridos, recordé una reciente visita a la Oficina Central de la Empresa y saludé al que ahora era el Jefe de Personal, Cesar, por que el anterior se fue (ese era una de las ‘ratas’ que abandonaron el barco, al primer peligro) Me contó que a último de octubre de 1999, tenía confeccionada una lista de personal, ha ser consultado para que fuese prejubilado; en esa lista que me enseñó, estaba mi nombre. Pero; me informó que como se avecinaban unos momentos muy raros, se suspendía 296 estas prejubilaciones. ¡Lastima para mí!; porque hubiese conseguido otros mejores beneficios. Pasó enero y llegó febrero, naturalmente. Un momento; ahora, veo que en los meses de febrero (puedo decir que no soy supersticioso), lo único agradable que me ha ocurrido es el nacimiento de mi hija Susana... Bueno; cómo te digo, llego febrero, que era el segundo mes del año 2000 (último año del siglo XX) y se comenzó a perfilar el final de ser trabajador activo en JOTSA. Se nos comunicó que habían, salvajemente, admitido a trámite el Expediente de Regulación de Empleo; que se quedarían, aún, además de los Representantes Sindicalistas, 85 personas de la plantilla de trabajadores. Aún no estaba al conocimiento público, quien estaba en esa lista; muchos lo suponíamos. En mi caso, mi actual jefe directo, me hizo entrar en su oficina y como a forma de disculpa, como si él fuese el causante de mi próximo despido, me pidió disculpas y me quiso dar unas explicaciones de quien se quedaría, del personal de mi equipo; que haría todo lo posible para que yo me quedase; que sentía que mi hijo Pablo, era uno de los que saldrían. Él ya conocía la lista de todo el personal que sería despedido y no tenía por qué dar falsas explicaciones, si (cómo dijo Cristo) ‘ya todo estaba consumado.’ El día 01/02/2000 los sindicalistas, nos pasaron las listas de todo el personal que estaba disponible en la Regulación de Empleo, donde se podía leer los nombres, las categorías, las fechas de ingreso en la Empresa y la del nacimiento y la clase de contrato. Todos clasificados por zonas y obras. La suma total de operarios eran 179 fijos de plantilla y 31 eventuales, que da una suma de 210 trabajadores. Eran más de los que se fijaron en el Expediente de Regulación de Empleo. En el apartado de Parque de Maquinaria, estábamos 2 administrativos (Juan Nuevo y Pablo Recio) y dos 297 encargados (José Luis Pueyo y yo mismo) No estaban incluidos Agustín Cortés, Ángel Blanco, ni Pedro Saceda. Cuando tuvimos conocimiento de todo esto, los comentarios eran de toda índole y estado de desazón o agitación, sin llegar a la violencia, pero sí a las frases soeces. A esta lectura de la lista tuvo, naturalmente, sus críticas, no al número de trabajadores afectados, sino a las indemnizaciones reflejadas en ella. A la semana siguiente, recibimos otras listas, más detalladas, pues, se habían cambiado la cantidad de trabajadores afectados hasta los 196, que era la cantidad que se reflejaba en la solicitud de Regulación de Empleo, para los trabajadores de los centros de trabajos en Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Málaga. En ella se detallaban todos los datos de cada trabajador y se indicaban todas las indemnizaciones individuales, con unos complementos discutidos y aceptados y eso sí, las firmas de todos los que habían intervenido en esa reunión, donde se aceptaron las condiciones finales. Las sumas de las indemnizaciones de todos, no alcanzaban ni a la mitad de lo que por ley, en aquellos días, nos correspondían y que se solicitaron. En el apartado del Parque de Maquinaria, correspondiente a los administrativos y encargados, ahora, estaban incluidos Pedro Saceda y Ángel Blanco. O sea; en las Oficinas sólo quedarían el Director del Parque Luis Palomo y el administrativo Agustín Cortés. En el Taller de Electricista, dos oficiales José María Martínez y el sindicalista José Félix Ropero; en el taller de mecánica estarían los sindicalistas Carlos Tejero, Manuel López y José León. Los ‘hombres liberados’ Victorio García y Federico Vila, no estarían en el Taller, sino que harían sus funciones de zascandiles, como hasta ahora. Luego, al ser despedidos, recibirían el doble de indemnización, 298 por los ‘servicios’ prestados a la Empresa y no a sus compañeros. Esto tiene explicación más adelante. La fecha propuesta y acordada para la finalización de los contratos de los 196 trabajadores, era el 15/02/2000 Antes de esa fecha, fuimos haciendo los oportunos inventarios de materiales y herramientas, que eran de propiedad de la Empresa y por parte de mi equipo de electricistas, se recogieron y entregaron el almacén general. Los elementos propios de nuestro departamento, los recogí en nuestro almacén propio y las herramientas especiales, en mi oficina. Los archivos que yo creé y que eran de mi uso particular, los fui revisando y destruyendo; poca cosa quedó servible, pues a nadie más le tendría que hacer servicio. Las llaves de los almacenes, de la oficina y del taller, tendría que hacerle entrega al oficial José María Martínez, que quedaría al cargo de todo lo relativo al mantenimiento y a las instalaciones eléctricas del Parque y de obras. Recordaba cuando éste trabajador entró en el taller de electricistas, era un mozalbete despabilado y activo. Fue su padre, cuando en una obra, que él estaba de almacenero, me consultó sobre la posibilidad de que su hijo entrase en nuestros talleres, le recomendé que se dirigiera personalmente a mi jefe, que yo le prepararía las condiciones, poniendo en antecedentes al Sr. Haro. Fue aceptado y con mis informes periódicos, el Director del Parque de Maquinaria, quedó convencido de la buena calidad de ese trabajador; no sin antes decirme: --- ...A ti, siempre te parece bien y buenas personas, pero ya veremos... José María se esforzó en aprender todo lo relativo a nuestros trabajos: como se dispuso que casi siempre estuviese en el taller y saliese poco a las obras, hizo buen equipo con Agustín, que también tenía disposiciones para instruir. También siguió estudios de electricidad y bobinado de motores, que apoyado por las enseñanzas 299 de Agustín, se convirtió en el segundo oficial del equipo. Luego marchó al servicio militar, volvió y se nos casó y fue padre. Él era uno de los cuatro oficiales que, al tener una mujer trabajadora, fuera de casa, hacía de todos los trabajos caseros, con toda naturalidad y agrado. La única falta que se le podría achacar, es la de ser un poco opresor, con sus compañeros en cuanto se establecía una discusión, del tema que fuese; hay que reconocer, que él estaba bien informado en todo. Aceptaremos que todo el personal que ha pasado por el equipo de electricistas, no ha sido conflictivo, nunca hemos tenido enfrentamientos graves, tan sólo los frecuentes entre gente que pasa mucho tiempo junto, los roces normales. Esto también se estableció con los compañeros de los talleres de mecánica, montajes de grúas, ferrallas y con los de prefabricados de hormigón. Llegó el ya esperado día 15 de febrero de 2000 La entrada la hicimos como de costumbre, a la misma hora. Los que usábamos nuestros coches particulares, entramos los primeros, un poco más tarde, pero a su hora acostumbrada, lo hizo el autocar concertado. Nadie demostró estar nervioso, pero, sí se notaba cierto estado confusional casi imperceptible. Ninguno cambió su vestuario por los trajes de faena, ya sabíamos que no sería necesario. Todos estaban sin ocupar sus puestos de trabajos y se dedicaban a deambular por las dependencias, o en pequeñas reuniones. Yo hacía algo parecido, pero estuve más tiempo dentro de mi oficina, haciendo los últimos repasos de todo el inventario y recogiendo mis útiles personales, para guardarlos en mi coche. Y por fin, entregué el teléfono móvil, que hasta entonces usaba, para las comunicaciones con el Taller y las obras, o mi familia A la hora que estaba establecida para hacer descanso para el bocadillo de la mañana, los compañeros de la oficina del taller, nos fuimos a un restaurante cercano, 300 donde con frecuencia comíamos, para hacer un segundo desayuno; en la oficina se quedaron Luis Palomo y Agustín, que irían en el segundo turno. Antes de medio día, nos trajeron de la oficina central de la Empresa, el legajo de documentos, para que se realizaran las firmas de los finiquitos. Los administrativos, con la supervisión de Palomo y de un responsable de la Oficina Central, fueron haciendo una revisión y ordenamiento de documentos, para que se fuesen pasando a las firmas por orden de listado. Los representantes sindicalistas habían acudido a éste momento, y estaban dentro de la oficina, observando todo y dando los últimos consejos y consignas a los compañeros. La documentación que a cada trabajador se le fue entregando era una copia de la resolución sobre la Regulación de Trabajo, una copia del listado del asentamiento de entrada del trabajador en la Empresa, una copia de los TC2 de las cotizaciones a la Seguridad Social en los últimos seis meses, un certificado de las cotizaciones firmada por el Jefe de Personal, una copia de parte del listado de trabajadores (donde constaban sus datos), una carta fotocopiada y especificada a cada trabajador, un recibo de finiquito y el cheque por el valor de la indemnización. Las indicaciones que los abogados sindicalistas, nos habían dado al respecto de las firmas de los finiquitos, eran que el no estuviese de acuerdo con las cantidades de las indemnizaciones, no se deberían negar a las firmas y retiradas de los documentos, pero, sí podríamos poner antes de la firma del recibo del finiquito y en el recibo, una nota que debería decir: ---“No estoy de acuerdo y me reservo las acciones oportunas.” Luego, sin más comentario, se revisaría todo lo que nos presentaran, se firmaría y retiraríamos la 301 documentación y el cheque; se harían los saludos de despedidas de rigor, o no y abandonaríamos el recinto, sin más espavientos y el que deseara ser asistido por abogados se disponía de una lista de ellos. Yo me hice anotar en una lista de compañeros, para ser asistidos por un abogado en las reclamaciones legales pertinentes a una denuncia en Magistratura Laboral, o donde el abogado tuviera oportuno realizarlo. Pablo, mi hijo, no quiso apuntarse a tal evento. Luis Palomo nos rogó a los encargados y administrativos, que fuéramos los últimos en las firmas y que estuviésemos presentes en las firmas y despedidas de los oficiales y hasta ahora compañeros de trabajo; así lo hicimos y fuimos saludando a todos, como cuando en Navidad o Año Nuevo, nos saludábamos, a cada uno y a cada cual, con la correspondiente afectividad; pero, esta vez, pocos eran los que se iban con cara alegre. Y no te diré quien mostraba una lágrima furtiva. Ninguno teníamos corbata, pero; que se nos podía notar un nudo en la garganta, que solapábamos con un rictus de sonrisa. Pocos abrazos fraternales hubo, pero; a flor de piel estaban las últimas miradas y los últimos apretones de manos, de los que durante tantos años habíamos compartido, buenos y malos ratos. Cuando se terminó con las formalidades de las firmas de todos los oficiales, los administrativos y encargados, pasamos por el mismo trance. Luego, cuando ya sólo quedábamos nuestro ex Director, Agustín, los ex encargados y ex administrativos, Luis Palomo, nos dijo a todos unas torpes palabras de despedida y agradecimiento. Entre todos volvimos a recordarnos los números de teléfonos personales, nos saludamos para despedirnos. Palomo comentó que deberíamos hacer la despedida abriendo unas botellas de cava, pero yo le dije con ironía: 302 --- Luis, es mejor que nos marchemos y así podremos ‘llorar’, cada uno, cuanto quiera. Este fue el último comentario festivo, que hice al grupo de, hasta entonces, amigos y compañeros más cercanos en esa Empresa. Nos fuimos marchando, con los últimos saludos y comentarios. Mientras salíamos, como automáticamente, dábamos las miradas finales a todo los rincones visibles. Yo utilicé mi coche y Pablo el suyo y salimos enfilando camino de Alcalá de Henares. Yo me quedé en Alcalá y Pablo siguió hasta su casa en Coslada. Cuando entré en casa, Librada, mi mujer, vino a preguntarme de cómo habían ido las cosas en el Taller. Le relaté, no con muchos detalles, todo lo ocurrido aquel último día en conexión con la Empresa. Lo cierto que tenía un sentimiento de cómo cuando uno se despide para ir de vacaciones, pero; con el auto convencimiento de que ha de ser de forma terminal, que ya no se continuará, ni se volverá para seguir haciendo los trabajos de siempre; que vamos, que se acabó, que no hay más, que estás en el mismísimo ‘P-A-R-O’. A las 7:30 horas, sonó el despertador, me despabilé y comencé a salir de la cama. Librada, me pregunta entonces: --- ¿A dónde vas?... Ya no tienes que ir a trabajar. En ese momento, fue cuando conecté con la realidad. Por la costumbre, había dejado conectado el sistema del radio – despertador a la misma hora de todos los días laborables. Y le dije: --- Bueno; de todas formas tengo que ir a la oficina del ‘paro’. 303 El aseo, el desayuno y los preparativos para salir de casa, fueron como los días anteriores: automáticamente realizados. Cogí los documentos que me habían entregado y me dirigí andando hacia las oficinas del INEM. En estos casos, a pesar de que nunca se han hecho estos asuntos, uno se orienta fácilmente con las lecturas de los carteles, o preguntando a las personas que se encuentran dentro de estos centros. Pedí la vez a los que me antecedían y aunque nadie guardaba un orden de filas, ya se tenía en cuenta quien estaba delante y detrás. Cuando me tocó el turno, accedí a la mesa que acababa de quedar libre. Amablemente, la señora funcionaria, me preguntó a que asunto venía y cuando le expliqué lo ocurrido en la Empresa, me fue pidiendo los papeles que yo portaba; cuando vio a que empresa correspondía, me informó que ya habían pasado por esa misma mesa dos compañeros, hacía unos momentos. También me dijo que no comprendía, de cómo una empresa como esa se encontraba en esta situación; de cómo la ‘Empresa de la Ana Obregón’, podía estar en esos trances. Esta amable señora funcionaria, me dio entrada a mi solicitud y me entregó nuevos papeles que tendría que rellenar y entregar, en esas oficinas, pero en otras dependencias, en compañía de un certificado de mi ‘Vida Laboral’, que me expedirían en las oficinas de la Tesorería de la Seguridad Social. En esas oficinas de la Tesorería de la Seguridad Social, hice la petición de la ‘Vida Laboral’, en no mucho tiempo me la entregaron. Salí y por la calle fui leyendo todo cuanto en ella se decía; pero, no me cuadraba las cuentas totales. Volví a entrar y realicé otra petición y a esperar. Ahora, para la espera había más personal que antes. Como mientras esperaba, anteriormente, vi que los funcionarios a cada poco consultaban con una señora, 304 que deambulaba entre las mesas de los demás y parecía que les resolvía todas las preguntas que les formulaban, diciéndole “Rosa, oye, esta tal cosa es así, o...” Pues; yo hice lo mismo, cuando estuvo libre y pasó cerca de donde yo estaba; le hice un gesto y le pregunté: --- Rosa; éste informe, me lo acaban de entregar y no está correcto, le faltan fechas de días trabajados. Ella se sorprendió, quizá de cómo yo le llamaba por su nombre, pero no lo quiso demostrar y me cogió el informe, lo leyó y me dijo: --- Bien; es posible. Ven a mi mesa, que lo vamos a comprobar. Manipuló en el teclado de su ordenador y me informó que sí, que era correcto, que verdaderamente, se indicaba que en mi caso, había unos datos suplementarios en el ‘Archivo Histórico’; se inclinó sobre el teclado, mientras me decía: --- Espera; lo vamos a hacer desde aquí... Te voy a hacer la petición y en unos días lo recibirás en tu casa. Bueno; eso es todo. Esta chica tenía que haberse dado cuenta antes.” Le agradecí el servicio y salí a la calle y mientras caminaba, releyendo el documento, pensaba que había hecho una maniobra, que normalmente, nunca hago: y es la de no respetar el turno de fila. Pero; que caramba, algunas veces veo a otras personas que si lo hacen y con menos gracia. Porque yo de nada conocía esa tal Rosa. Mientras caminaba hacia mi casa, leía el informe que me habían entregado y aunque estaba falto de algún detalle, comprobé lo mayor que ya era. Aunque las sumas estaban expresadas en días trabajados, de las tres empresas en las que yo he trabajado, al final de la hoja de decía que el ‘Total General’ eran 35 años – 6 meses – 17 días. Entonces, si yo comencé a trabajar con 21 años, son 56 años, más dos en el servicio militar, en la ‘Marina’, son 58 años, más 2 años que faltaban por 305 justificar del ‘Archivo Histórico’, sumaban 60 años, que son los que en estos momentos tengo. Que barbaridad, que exacta es la Matemática. La manipulación personal de Rosa, fue efectiva, a los dos días, recibí el certificado oficial de mi ‘Vida Laboral’, rectificado. Con él y el resto de documentos, me dirigí de nuevo a las oficinas del INEM. Esta vez la espera en las filas fue más larga y cansada. Cuando yo me acoplé a la fila de ‘esperadores’, mi puesto estaba al pie de la escalera de acceso al primer piso. Tendría que pasar esa escalera, un amplio descansillo en la planta, un largo corredor y un distribuidor, antes de la oficina, donde me atenderían definitivamente. A las casi dos horas de espera y lenta caminata, llegué hasta la mesa donde estaba, increíblemente amable, la funcionaria, que tras de la enésima vez de explicar la misma retahíla, volvió a repetírmelas a mí. De allí salí con otros documentos y con la información de que ya recibiría en casa, por correo, más. Efectivamente, a pocos días, recibí por correo, bueno, con más exactitud, quien repartió ese día el correo en el edificio, dejó una nota, donde se informaba al interesado que podía retirar de las oficinas de Correos, una carta, pues en la nota a mi nombre , decía que ‘no figura en el buzón’; seguramente el sol no le dejó leer. Vale; recogí un documento, de esos que hay que rasgar los cuatro lados para acceder al interior, tienen la extensión de la tercera parte de un folio, en vertical, ya podían haberlo redactado sobre medio folio, así las partes a leer serían más fáciles. Las partes legibles, eran, de momento, incomprensibles y para las partes no legibles, tuve que usar una lupa y con toda calma ir descifrando su contenido que me iba revelando lo que se me explicaba. Eran los datos personales, que yo conocía, pero que eran para la verificación y los datos de la ‘prestación’ que se me había concedido, que después de 306 35 años de cotización, tenía derecho a ello (Mire usted por donde) Durante los nueve meses siguientes, supe y pude comprobar, lo mal que responde el servicio del departamento de las oficinas del INEM, los controles de las ‘plantillas de parados’ es casi de total anulación. Durante esos meses, tan solo recibí tres ofertas de trabajo: 1ª - Oferta nº 0111/991011442/1001 para el día 18/09/2000 (a los siete meses de paro), que una empresa de Zaragoza, que iba a construir una nueva sede en el Camino Largo de Ajalvir, dentro del término de Alcalá de Henares, necesitaría un electromecánico para el mantenimiento de los talleres y durante las obras de construcción iría tomando contacto con todas las instalaciones; mientras tanto las obras daban comienzo yo estaría ‘a verlas venir’. Sin sueldo. 2ª - Oferta nº 0111/281268186/1004 para el día 24/11/2000 (a los nueve meses de paro), que una empresa de Alcalá de Henares, necesitaba oficiales para reparaciones de toda índole en fábricas del Corredor del Henares. La formula, que me explicó el joven que me entrevistó, era que yo estaría a disposición de esa empresa, en las 24 horas del día, atento a sus llamadas por teléfono y desde mi domicilio, con mis herramientas y mi vehículo, respondería raudo y veloz a donde estuviese una avería. La forma de cobrar sería un 307 pequeño sueldo, algo superior al salario base, más el pago de los desplazamientos y finalmente, un plús por el computo de todas las averías solucionadas en el periodo del mes anterior. Cuando yo les dije, al que me hacía la entrevista, que me parecía una barbaridad y un atropello la formula de esa forma de contrataciones, me dijo muy indignado: --- Tú lo que no quieres es trabajar... A lo que yo le contesté: --- Desde luego que no; con esas maneras, ni yo ni nadie que se estime como persona y no como esclavo. Mira, no quiero discutir contigo, así que firma el albarán del INEM y gracias por haberme atendido. La tercera oferta fue para primeros de diciembre del 2000 (diez meses de paro), no me quedé con el comprobante para poder saber ahora el número de la oferta. Pero; te diré que fue para un puesto de Monitor de Electricidad en una Escuela de Oficios, que regentaría el Ayuntamiento de Torres de la Alameda (Madrid), cerca de Alcalá de Henares (á 11 Km) En el mes de mayo de 2000, decidí cambiar el coche, pues, ya había comenzado a dar problemas con averías, que sólo daba la sensación de tener poca seguridad y muy bajos rendimientos. Tenía bastantes años y como ahora disponíamos de ahorros adecuados para permitirnos ese cambio, que no por capricho. Antes ya había estado en otros concesionarios, donde vendían vehículos Citroën, entonces, decidí ir al concesionario principal de Citroën, en Madrid, porque daban mejor oferta al comprador y formalizamos los trámites, para el cambio por un Xara. Nos acompañaron Sonia y Pablo, porque habíamos decidido comer en un restaurante, los cuatro juntos, no en casa. Y así poder charlar sobre la próxima boda de ellos dos. 308 El joven comercial, que nos atendió, tuvo que soportar las peticiones que Librada le formulaba, pues consiguió que de forma ‘gratis’, nos diera con el vehículo, alfombrillas, herramientas especiales, repuestos, alerón trasero montado, repuesto de las lámparas halógenas y el depósito de combustible totalmente lleno; hasta que ya le dijo que no pidiese más cosas, que hasta había conseguido hacerle una rebaja del precio final de 700.000 Ptas. El coche ya lleva cinco años en mi poder, no alcanza los 35.000 Km recorridos, pero todos los hemos realizado sin salir de la zona central de la comunidad de Madrid. Casi dos años antes de que a nosotros, a Pablo y a mí, nos incluyeran en los despedidos por la Regulación de Empleo de JOTSA, Susana ya fue también despedida por el cierre de la Empresa MINDESA, subsidiaria de JOTSA. Que también, desgraciadamente, sus jefes se encargaron de destrozar, con todas agravantes y alevosías. Tuvo la satisfacción de devolverle a su jefe la despreciable frase, que él solía decir, pero, sin el tono grosero que empleaba, al querer contarle a ella sus penas por la perdida del puesto de director, Susana le dijo: --- ¿Sabes que te digo?... ¡Que te la pique un pollo! Por las cualidades de ser de ella, no soportó el estar en el ‘paro’ y pronto consiguió estar de nuevo empleada. Esta vez, por tener titulo de Ayudante de Clínica, fue admitida en el Instituto Médico LÁSER, de nueva apertura, con todo lujo en la calle Almagro de Madrid, para manejar unas máquinas de depilación corporal por láser. De éste tema y de esta forma de trabajo, no tenía ni la más mínima idea, pero; está adiestrada para no ceder en que alguien se de cuenta de que está falta de conocimientos y pronto se hizo con el manejo y 309 trucos oportunos, para desarrollar esa labor. Tanto es así, que ya va para ocho años que está empleada en esa Empresa. El día de la inauguración del Instituto, los doctores y dueños de la Empresa, dieron un corto cóctel a las amistades, futuros clientes y familiares del personal, para mostrar las dependencias, quirófano, salas y cabinas de trabajos. Nos informaron a todas las preguntas que se nos ocurrían y de a cuanto ascendían los gastos empleados para el montaje de todo. El jefe, a mí, personalmente, me dijo que había contratado a mi hija, no solo por sus cualidades para el trabajo, sino, más por la atractiva sonrisa, ideal para el trato con los clientes. Susana, ahora, por sus conocimientos actuales y por el tiempo de experiencia y de los trabajos bien realizados, los jefes, dispusieron que sería ella la encargada del personal de depilación y anexos. Pero; por que no tiene las dotes de intimidación y de despotismo necesario, para el trato hacia el personal y más que ella, al estar fuera de las cabinas de tratamientos, no tenía el trato directo con los clientes. De esta forma no se activaban los presupuestos de los siguientes, o posibles tratamientos, necesarios o no, que ella conseguía hacer ver a los clientes, como que lo necesitarían. Entonces, decidieron cambiarla por otra compañera de trabajo, que esta sí, tiene las malas formas y ganas del mal trato al personal, sin ningún pudor. A Susana le mantienen el mismo sueldo y un mejor trato, casi familiar. Pues, ya ha sido invitada por su jefe, en su gran mansión, por algún evento, como cumpleaños. Actualmente están reformando un palacete, junto a la Embajada de Reino Unido, para instalar allá un nuevo Instituto Médico Láser y pronto harán los traslados. Han tenido varias reuniones para acordar y ajustar los cambios de formas de trabajos y de personal. En la 310 última reunión, ocurrió un contratiempo, por las formas que su jefe utilizaba los análisis de la situación de la Empresa, que Susana, no pudo ni disimular ni consentir. Durante el tiempo de descanso y entreacto, de la reunión, de forma personal y en lugar apartado, le aclaró a su jefe que estaba en un grave error de conocimientos de cómo estaba funcionando los trabajos exactamente, le razonó sobre la verdadera situación y le dio a conocer detalles que él aún no sabía. Cuando se reanudó la reunión, el jefe se dirigió a todos y les relató la falta de tacto que había cometido, sin el conocimiento exacto y de lo agradecidos que estaban con Susana, por sus trabajos y desvelos y que a partir de ese momento, sería, además, la ‘encargada general’ del mantenimiento y control de todos los equipos, que se utiliza en ese departamento. Ojalá Pablo tuviese la mitad de coraje y valor, que su hermana. Cuando fue despedido de JOTSA, al tiempo que a mí, tardó bastante tiempo en reaccionar y encontrar un empleo. Paréceme que él creía, que los empleos que se iba a encontrar a su disposición, tendrían las características y los salarios, de que ha tenido en el empleo anterior. Aún peor; no me ha aclarado todavía, por qué entre su novia Sonia y él mismo, decidieron casarse, estando todavía en ‘paro’. Sí, claro; por parte de ella ya se me ha despejado la incógnita, por todo lo ocurrido hasta ahora. Ella, se encuentra con un buen hombre, un buen piso montado con casi todos los detalles necesarios, con un coche a su disposición y con unos ahorros (de él), aumentados con los dineros de la indemnización del despido. Ya te digo; ahora comprendo y veo los rápidos 311 cálculos mentales que haría y de cómo le salió (a esa mala arpía): al hilo de su gusto. Pocos fueron los razonamientos que su madre y yo, le dimos, porque Pablo, ya tenía las ideas fijas, o fijadas por ella y no atendía a las explicaciones. Comenzaron los preparativos para la boda, que se celebraría, no en los Jerónimos, de Madrid, (como ella intentaba que fuese), sino en una iglesia de poco lustre, en San Fernando de Henares. La fecha concertada, el 09/09/2000 Posiblemente, éste año sería un buen año para el vino, pero lo que es para esa boda, fue de un resultado de poca calidad. Creo que tampoco se habría conseguido mejores efectos, si Librada o yo, hubiésemos participado en los preparativos de la boda. Que tuvo hasta la anécdota que a la novia (y a su familia), se le olvidó el ramo de flores, cuando entraba a la iglesia. Si, la iglesia resultó cutre para la ceremonia, la planeó el cura con tal mal gusto, que ni había música y los novios y padrinos estaban desplazados a un lateral, no en el centro de la nave, para que hubiese lucido algo más. El reportaje de fotografías, fue hecho en los jardines de la finca abierta al público del Parque de Osuna, ‘El Capricho’, en Barajas, Madrid. Todo estuvo dispuesto y manipulado por una parte de los familiares, de la novia, que me parecían a una bandada de córvidos. La celebración o fiesta, a los invitados, se realizó en un restaurante, en la zona de Puente de Vallecas, en Madrid. A la mesa de honor, junto a los novios, estábamos los padres de la novia y nosotros dos. Librada, madre del novio, asistió como madrina de boda y como padrino, estaba el padre de la novia. El traje y los complementos que se compró para la ceremonia, aún, todavía no los ha vuelto a lucir. Los familiares y los invitados por parte del novio, sólo 312 ocuparon dos mesas, de diez comensales cada una, los invitados por parte de la novia... los ‘101 dálmatas’. Te creerás que durante, los algo más de diez años, en que Sonia y Pablo estuvieron de novios, sólo, en los pocos meses antes de la boda, estuve reunido cerca de los padres de Sonia y después de la boda, una sola vez. Por parte de los amigos y familiares de la novia, quisieron demostrar que eran los más alegres y divertidos del barrio, porque los regalos y sobre todo el dinero que aportaron como obsequio por la boda, estaban encerrados en cajas metálicas selladas, revueltas en el interior con salsa de tomate... Que gracia... Las madres que los parió. Sonia no se había dado cuenta que procedía de una familia no rica; que su novio, procedía de otra familia en igualdad de condiciones económicas y más aún, ella misma, acababa de formar otra unidad familiar, con menos recursos y para redoblar, su novio, marido ya, en esos momentos estaba en ‘paro laboral’ y desde no se cuando y no se por qué, no supo comportar un buen ahorro y hacer que su compañero, se ajustase a esa norma también. Pero; no. Los gastos fueron siempre más que los ingresos, aunque ella trabajase y Pablo consiguiese otro empleo, pero eso sí, de peor salario del que tenía en JOTSA. Que para tener más ingresos, tendría que hacer más horas extras de trabajo. Con éste conjunto de no muy buenas condiciones, para comenzar un matrimonio y el descontrol económico, comenzaron las controversias. En cada conjunto familiar, cada cosa tiene su importancia y su orden de valores. Entre los dos no supieron mantener las necesidades, dentro de un buen orden de gastos. Pablo no consiguió aprender de su madre, los trucos de la economía domestica y Sonia, como ‘niña mimada’, no tenía ni el comienzo de ese aprendizaje. Todo esto me 313 hace pensar y recordar un refrán castellano que bien dice: “Cuando en la casa de una pareja, los problemas entran por la puerta, el amor sale por la ventana.” A éste progresivo desbarajuste, se fue asociando y aflorando la mala calidad moral de Sonia y la peor calaña de los amigos de ambos, que con la infortunada forma de proceder de Pablo, que no supo o no pudo mantenerse dentro una buena armonía conyugal, fue creando, no una buena esposa, sino una mujer zarrapastrosa y peor (aún en estos tiempos amorales), ella llegó a los más bajos niveles de decencia y compostura, para una mujer casada. En fin, la impostura llegó a las apariencias y tal vez, a la más amarga realidad, de ser una mujer casada e infiel. De éste bastardear, sólo puedo dar mi opinión y no por los conocimientos personales, ni por los pocos comentarios de mi hijo Pablo, sino por los resultados de las consecuencias y por la degeneración de ese matrimonio. Que hasta el día de hoy, en que te relato esto, no he recibido ni una sola comunicación, por parte de Sonia, aunque sea para decirme que mi hijo, su marido, no se comporta como ella esperaba. Pero; ella si se ha comportado como yo no esperaba. “La mujer prudente construye su casa, la insensata la echa abajo con sus propias manos.” (Proverbios) Lo cierto, es que como resultado de éste desgraciado asunto, se ha llegado al divorcio, de éste matrimonio, que ha durado el escaso tiempo, de casi los tres años, sin llegar a los cuatro. Lo peor, para mí abominable, es lo de una mujer que no aporta nada de calidad, ni en lo económico, ni en lo moral, a un matrimonio, y se salga de éste, en tan corto plazo, con la mitad de todo y con la mitad de la venta de un piso que, en realidad, sólo era de mi hijo. Pero; con la frialdad de esa afectada ley, 314 que todos padecemos, pues, nada hay que hacer. Que cómo dijo Gómez de la Serna: ---“El pijama del hombre le viene grande a la mujer. Gracias a eso, el hombre tiene pijama...” Hay otra cosa que considero peor: Es la penosa tarea del desmontaje de una vivienda, que se ha montado con todo cariño y esfuerzo. Que si no se dispone, de las buenas formas de solucionar esa situación de desamparo, los dos componentes de éste matrimonio, se encontrarían en una grave y penosa forma de continuar sus vidas. En el caso de Pablo, tubo la buena oferta de su hermano Jonás, que le ofreció su vivienda, recientemente comprada en Torrejón de Ardoz; donde ha estado viviendo durante el espacio de un año y donde ha podido encerrar y guardar todo lo que de su casa pudo retener. Y hablando de parejas y pisos, Jonás, ha tenido otra experiencia muy parecida a su hermano Pablo. Jonás estaba gozando de la buena compañía de una novia, Bea, durante varios años, que ya habían dispuesto de la compra de un piso en construcción en Torrejón de Ardoz. Amplio, bonito, cómodo y en una urbanización agradable. Pero; a poco de serles entregado éste piso, se rompe la unión sentimental y económica. Aquí aparece otra mujer calculadora y manipuladora y de igual conocimientos de ética, educación y respeto, que la otra. Y es, porque al igual que con Sonia, de esta, no hemos recibido ni una sola llamada de teléfono, para dar una simple explicación, que como padres de su novio y de tener patente de buena educación, para con ella, creo tener derecho a ello. Digo lo de calculadora y manipuladora, a Bea, porque los pagos realizados para la compra de ese piso, no se habían efectuado a partes iguales. Pero, si el reparto, de los beneficios de su venta, realizada sin los mejores 315 resultados. Y con la destrucción de los deseos y anhelos de Jonás. Memos mal, que con los escasos beneficios de esa venta y la ayuda de sus padres, Jonás a conseguido realizar otra compra de otro piso, menos amplio, menos bonito, menos cómodo, y eso sí, en una urbanización casi igual de agradable, en otra zona de Torrejón de Ardoz. Así que sería conveniente aceptar lo que nos canta Joaquín Sabina: ---“Tanto la quería que aprendí a olvidarla 19 días y 500 noches.” Aunque hay que tener en cuenta que: “La buena conducta de la mujer es un don de Dios.” (Eclesiatés, XXVI, 17) Cuando iniciamos los trámites para la compra del piso en Alcalá de Henares, pusimos en ello grandes ilusiones, porque vimos que ese piso posee mejores condiciones de habitabilidad que el que teníamos en Coslada y en el que hemos estado desde 1971 hasta 1999 (28 años) En una cuarta planta, sin ascensor, 5 personas en 68 m2; es cómo 13 m2 por persona; con paredes mínimas y unos servicios sociales, en todo el barrio, también mínimos. Sí; en éste nuevo barrio de ‘El Ensanche’, también estamos en ‘mínimos’ con los servicios sociales. Todavía, en el 2005, estamos en igualdad de condiciones, no hay escuelas, ni ambulatorio, los parques están abandonados, las líneas de autobuses escasean... Éste bloque de pisos que se estaba construyendo, donde estría nuestro piso, era el primer bloque que se hacía, tendría que ocupar toda una manzana, pero se quedó en la primera fase, o sea, en la mitad. Actualmente, en el año 2005, después de casi 15 años, ya hay ocupadas más de 60 parcelas o manzanas, entre edificios de pisos y otras de chales, en todo ‘El Ensanche’. Se prevé ahora, la construcción de un colegio de primaria, otro de segundaria, un ambulatorio, una 316 zona de deportes, unos jardines nuevos, repaso de todos los demás jardines, en fin, bla, bla y más de bla. Creo que éste es el barrio más extenso de Alcalá y se puede decir, que es el más abandonado por la Junta de Gobierno de éste Ayuntamiento. Pero, vamos; se está cómodo y solapamos todas las faltas, con lo que hay en otros barrios. A lo que te estaba contando, las ilusiones estaban planteadas de esta forma: sería un piso nuevo, más grande, con dos baños y con una gran terraza y especialmente cerca del lugar de trabajo, donde estábamos Pablo y yo. Iríamos a comer todos los días laborables (Librada vería a diario a su hijo Pablo, que ya vivía en Coslada) Jonás, tendría tren directo a la Universidad (Atocha) y también estaría para comer en casa. Bueno; Susana, es la que estaría con el trabajo lejos, pero, luego tendría su nueva habitación, más grande y con un baño exclusivo, también podría tomar el sol en la terraza. En esta terraza celebraríamos los cumpleaños, las reuniones familiares, los desayunos de fin de semana... Pero, (siempre el ‘pero’); se truncaron todas las buenas ideas. Primero, la Cooperativa comenzó con sus problemas de malas administraciones y retrasos, por lo que se fue aplazando las entregas de los pisos. Con ello, se dio tiempo a que fueran apareciendo nuevos y peores problemas. Y esto es, que MINDESA desaparece, por tanto, Susana queda en paro laboral. Luego, JOTSA, hace los despidos salvajes, por lo que Pablo y yo, pasáramos al paro laboral. Susana encontró un nuevo trabajo en Madrid, en el que está contenta y por ahora segura. Pablo se refugió en su 317 piso de Coslada y con el mal cálculo, se casa con Sonia; luego trabajaría por Madrid, con muchas horas de labor. Luego vendrían las desavenencias matrimoniales y el divorcio. Jonás, al término de sus estudios universitarios, encontraría trabajo en una empresa en Alcalá. Entre el poco tiempo del que disponía, al estar en la Universidad y luego con el trabajo en Alcalá, a su novia, que residía en Coslada, le dedicaba poco tiempo. Sumado a la poca categoría moral de esa novia, dio como resultado la separación de la pareja. Jonás tiene nueva pareja (Elena), y ha decidido trasladarse a su nuevo piso en Torrejón. Solo aparece, por casa, a la hora de comer, en los días de trabajo, siempre que se lo permitan las obligaciones propias de su empleo de Jefe de Obra. Está dirigiendo una construcción de un grupo de mini naves, en la zona de La Garena en Alcalá de Henares. Las noches y los fines de semana, los pasa en su casa con su pareja. Haber si se cumple lo que decía Dumas hijo: ---“Hay más mujeres honradas de las que creemos, pero no tantas como se dice.” Susana que tiene un novio, que entre ella y él, sólo suman 0,5 puntos para conseguir las ganas de formar una pareja estable y por tanto una nueva unidad familiar (y ella ya está por los 36 años de edad) Pero, es la única de los tres hijos que se mantiene junto a nosotros, en éste piso. Eh...; tan sólo en los días laborables, pues, en los días de descanso laboral y los fines de semana, desaparece. Pablo, ya a penas aparece por nuestra casa. Después de la separación y divorcio, estuvo viviendo en el piso de su 318 hermano Jonás, en Torrejón, hasta que le han entregado el pequeño piso que ha comprado en Meco. Ya llevamos cinco años viviendo en éste piso de Alcalá y son los que, a Librada, le ha costado habituarse a convivir en esta zona. Los primeros días, ella confiesa, haberse perdido por estas calles. De hasta pensar en maldecir el momento en que decidió venir a vivir a Alcalá... y a Coslada... y a Ventas... y a Madrid. Si ella nunca ha ‘entrado’ en Madrid, imagínate estar ahora perdida en Alcalá. Por todos estos problemas, por la menopausia, por la edad, porque yo no la atiendo cómo ella desea, por no estar conforme con vivir en éste piso, ni estar en El Ensanche, ni en Alcalá, ni en Madrid y con las continuas añoranzas de su Málaga, está de un trato insostenible... Hay un proverbio chino que viene a decir algo así como: “Las mujeres y los tontos no perdonan nunca.” Porque, Soy yo, el que recibe todas las broncas y reproches... Soy yo, el culpable de haber ocasionado todos estos malos momentos... Soy yo, el que nunca debí dejar Málaga... Soy yo, el que con mi ‘mal fario’, he ocasionado todas las desventuras... Soy yo, el que no le he proporcionado la realización de todos sus sueños... Soy yo, el culpable de todos los males... Soy yo, en fin, el que ciertamente recibe todas las amarguras, broncas y discusiones. Por todo esto, la convivencia entre Librada y yo, ya no es lo fluida y amable que debería ser entre dos personas, que por más de 48 años, han estado juntas y creo que ya no unidos. Lo que llaman ‘Tercera Edad’, no la tenemos bien determinada, para gozarla con tranquilidad. Por mi parte, yo creo y quiero reconocer, que no tenemos 319 grandes razones para estar infelices. Y eso, que ya estamos a la mitad de conseguir ser un buen matrimonio, porque como dijo el filósofo francés Montaigne: ---“Un buen matrimonio se hace con una mujer ciega y un marido sordo.” (Yo ya estoy casi sordo, pero no hace falta que ella cumpla lo dicho) Económicamente, no estamos mal, desde hace muchos años. Podríamos tener lo que deseáramos, si Librada, no tuviese ese mal afán por el ahorro. Ya no tenemos ni la edad, ni la necesidad de ese ahorro. Si; Pablo se ha divorciado; pero ha rehecho su vida. Jonás perdió una mala novia y un buen piso; pero ya está contento con su nuevo piso y su nueva novia. Susana perdió su trabajo, pero tiene otro que le gusta más y aunque no ha perdido a su aparatoso novio, está de acuerdo con tenerlo y está pagando la construcción de un piso en Meco. Eso otro sí; por causa de ese síntoma ahorrativo y viendo que al estar en el ‘paro’ y teniendo a la vista los pagos de la compra del nuevo piso y los gastos del antiguo piso (aunque ya pagado), creí muy necesario deshacerme del piso de Coslada y terminar con la hipoteca del piso nuevo. Pensé en ponerlo en alquiler, pero, por lo ‘gafoso’ que soy, decidí no arriesgarme en los posibles problemas. Así pude resolverlo y convencer a Librada, para vender el piso viejo y con las ganancias eliminar la hipoteca del nuevo. Trabajo y lágrimas le costó, que aunque el piso ya no tenía el valor para mantener nuestras necesidades, ella le tenía en muy buena estima. La venta la realizamos antes del ‘bum inmobiliario’, que todos los españoles estamos sufriendo. Pero, bueno; el piso nos costó menos de un millón de pesetas y lo vendimos por 320 más de doce millones de pesetas. Cinco años después, ese piso se puede vender por más de treinta millones de pesetas. Con bastante insistencia, Librada, me reprocha que hemos perdido esta diferencia. Cuando ya estábamos acostumbrándonos a las nuevas normas de convivencias y a las formas de continuar nuestras vidas y con la situación de ‘parado’, me llegó la oferta de trabajo para poder ser ‘Monitor’ de electricidad en una Escuela Taller, en Torres de la Alameda. Antes del día de la entrevista, realicé la llamada de contacto a la que me decían en la nota informativa, me atendió el Técnico del Ayuntamiento, que dijo sería el Director de la Escuela. Me dio cita para un día y que preguntase, en el Ayuntamiento por José Luis Cordón Santiago (era el Técnico del Servicio de Desarrollo Local) Antes del día de la cita, hicimos Librada y yo, una visita al pueblo de Torres de la Alameda, pues; nunca habíamos estado por sus calles, no lo conocíamos. Dimos unas vueltas por varias calles, primero me dirigí hacia el Ayuntamiento, vimos la plaza principal, luego recorrimos, las que parecían las calles principales y dimos, con lo que me pareció, el antiguo depósito de aguas y su torre isotónica, del que antes se abastecía el pueblo. Nos pareció, eso, un pueblo, aparentemente bien de aspecto, aseado, cómodo y tranquilo. Pero, no en el que quisiéramos vivir. El día de la entrevista, llegué al Ayuntamiento y después de preguntar por José Luis Cordón y esperar un poco, fui recibido por el que iba a ser mi futuro Director. Pasados los saludos pertinentes, pasó a las preguntas 321 impertinentes. Todo le pareció bien y más aún después de leer mi currículo. Él me aceptaba como buen candidato, pero; a mi me parecía un poco corto el sueldo (aún estaba acostumbrado a los salarios que recibí en JOTSA) Me comentó que habían tenido un acuerdo, entre el Alcalde y él mismo, en el que, él como Director, no recibiría el sueldo correspondiente y que sería distribuido a partes iguales, entre los seis Monitores, que se había llegado al máximo posible en el ajuste de los sueldos (235.469 Ptas., en euros 1.415) y que se disponía, además, que el computo total anual de 2.825.760 Ptas., se dispensaba en sólo 12 pagas mensuales; que cuando el Ayuntamiento consiguiese, algunas rentas o beneficios, se harían unos repartos proporcionales extras. A todo esto que me contaba, yo le comenté que mi situación actual de ‘paro’, me hacía disponer de casi el mismo tiempo que durarían los dos cursos y de estar cubierto por la prestación y con más cotización a la Seguridad Social, que aceptando el trabajo ofrecido. Por otra parte, mi edad me hacía poder disponer de una prejubilación, en caso de necesidad, si las condiciones eran favorables. Después de un rato de charla, mientras íntimamente, pensaba en la aceptación, o no del trabajo, de sus pro y contra, resumí aceptar, con la reserva de que para el día de la firma del contrato, si no estaba convencido de la buena oportunidad del caso, no aceptaría. Pero; acepté. Verás por qué: en el ‘paro’ recibía 127.199 Ptas. son 764,48 € por mes y en 14 pagas, eso es como cobrar al mes 891.90 €, aunque se me mantenía la misma base de cotización que tenía en JOTSA (399.780 Ptas. son 2.402,73 €). En ese empleo cobraría 235.469 Ptas. son 1.415,20 € por mes y una cotización a la Seguridad Social de 302.362 Ptas., que son 1.092,18 €. Pensé que en 322 el computo del cálculo para la jubilación, no sería tanto el ‘resto’, que haría de disminuyendo. Entonces, por aquello de “Más vale pájaro en mano que...”, es por lo qué acepté. Ten en consideración, que estamos hablando de las situaciones económicas del año 2000. El trabajo sería tener que dar enseñanza a un pequeño grupo de entre 8 y 12alumnos, por cada equipo, durante dos cursos consecutivos, de un año cada uno. Esto es, el contrato laboral sería por un total de 24 meses, contados los dos de vacaciones, en 7 horas diarias consecutivas, de lunes a viernes (35 horas semanales) Seríamos seis Monitores para seis especialidades: Albañilería --------------------- Monitor ---- José Carpintería -------------------- Monitor ---- Jesús Electricidad ------------------- Monitor ---- Pepe Recio Energías Renovables ---------- Monitor ---- Rubén Ferralla y Soldadura --------- Monitor ---- Paco Fontanería --------------------- Monitor ---- Vicente El curso comenzaría el 18 de diciembre de 2000, con unos alumnos que habían solicitado el ingreso, desde varios pueblos cercanos, como Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Valverde de Alcalá y de el mismo Torres de la Alameda. Son gente joven, de entre 16 y 20 años, con malos resultados escolares, algunos con no muy buena conducta y baja educación social. Se puede decir que eran unos ‘brutos niños modernos’. Para hacer el inicio de curso, se haría una presentación de alumnos, de familiares, de Monitores y representantes del Ayuntamiento. A éste acto, el Director citó a los padre y alumnos, en el Salón de Actos del Ayuntamiento. A las nueve de la mañana, todos estaban concentrados en la gran sala que forma el centro del edificio, en la planta baja, a la que se accede desde el exterior por doble puertas de cristales. 323 Desde el centro de esta sala se puede ver, empezando desde la izquierda, un mostrados que separa a los visitantes de la telefonista, que además hace de informante, para eso sobre el mostrador está el cartel de INFORMACIÓN, girando la visión hacia la derecha, sigue una parte de muro con un tablón de anuncios o informes, más a la derecha está el gran mostrador, no recto de gruesa madera, tiene varias angulaciones, cómo para hacer apartados; tras él se encuentran unos diez puestos de trabajo, cada uno con mesa sillón, ficheros, teléfonos, calculadoras, papeles, etc. Más atrás, las paredes con ventanales que muestran las vistas de la plaza del Sol y al fondo, la vieja iglesia de la Asunción con su torre, que es el centro del pueblo. Seguimos girando la vista por el interior y encontramos varias puerta de despachos y luego sigue una zona, que se va haciendo más angosta cuanto más lejos y ya nos encontramos con la gran escalera principal, formada por dos tramos; el segundo tramo, sube girando a la izquierda y enlaza con un pasillo en galería, que discurre en semicírculo sobre la gran sala inferior, dando acceso a los despachos superiores y al Salón de Actos. El despacho más alejado por la izquierda, es el del Señor Alcalde y junto está el de Secretaría. Hacia la derecha está el Salón de Actos, que coincide sobre la zona donde están los puestos de trabajo, de la zona inferior. El tono de las paredes es blanco satinado, las puertas y los mostradores de madera Sapeli, el suelo, los escalones y la pared donde se apoya la escalera, son de mármol, no de primera calidad; pero, da un aspecto moderno y a la vez austero. Alguien nos indica que ya se puede acceder al Salón de Actos y comenzamos a subir. El Director, acompañado por el Concejal de Educación, nos indica a los Monitores, que esperemos a que todos estén acomodados y que 324 después de la presentación por el Concejal y el Director, nosotros, uno a uno, nos iríamos presentando a los alumnos y familiares, desde la tribuna, en éste caso, delante de la gran mesa presidencial. Cuando me indica que es mi tiempo, subo al estrado y junto al Concejal, al Director y los otros compañeros que ya se habían presentado, giré y me enfrenté a algo más de 100 personas, la mitad de ellos los 50 alumnos, que esperaban lo que yo le tenía que decir y comencé diciendo: --- Hola, a todos. Mi nombre es José Recio y seré vuestro Monitor de Electricidad. Tengo 60 añitos, (aquí algunos sonrieron) Estoy casado y tengo 3 hijos, cada uno de ellos mayores que cualquiera de vosotros. Mis conocimientos están basados en una experiencia de más de 30 años de trabajo como Encargado en talleres de mantenimientos y debido a mi edad y situación, quiero que sepáis, que todos mis conocimientos están a vuestra disposición, para el que esté interesado en aprender de este oficio; por mi parte, no voy a escatimar en esta oferta. Y a los padres, bueno, a las madres, ya que estáis en mayoría aquí, les puedo garantizar, que sus hijos estarán en buenas manos, pues, mis compañeros y yo, nos vamos a esforzar en su cuidado y enseñanza. Gracias, por la atención. Ya, dejé de temblar. Después de las presentaciones y las últimas recomendaciones del Director, se pasó al ‘ruegos y preguntas’, donde tan sólo dos señoras hicieron unas pocas preguntas. Tras éste acto, el Director informó que el resto del día quedaba libre para los alumnos, para 325 que pudiesen regresar juntos a casa, pero, que ese sería el único día de vacación gratis. Luego, el Director y los Monitores, pasamos a unos momentos de charlas, aclaraciones sobre el curso y de las formas que él creía se debería impartir las horas de estudios y trabajos. Visitamos el recinto donde estaríamos repartidos por especialidades para las clases de teoría y el lugar destinado a los trabajos. De momento, el tiempo destinado las clases de teoría, serían las 2 ó 3 primeras horas, el resto de horas disponibles, serían para los trabajos de rehabilitación del antiguo depósito de aguas para el pueblo, que luego se destinaría a Sala Multifunción, para actos varios y exposiciones. De conseguirse éste objetivo, se pasaría a convertir el depósito isotónico, en un mirador y observatorio del pueblo. También, estaríamos a disposición de las necesidades del pueblo, en los recintos propiedad del Ayuntamiento. Como no había lugar apropiado para todos nosotros, de momento, las clases de teoría se darían en el edificio del antiguo Ayuntamiento. Éste edificio está situado en la calle Mayor, en su zona media y la más ancha; a medio camino entre el nuevo Ayuntamiento y el viejo depósito de aguas, hacia la parte este y en una de las zonas más elevada del pueblo. La formula de distribución de los alumnos, era una idea del Director: Primero, los propios alumnos, en su solicitud, indicarían en que especialidad querían estar. Segundo, en unas entrevistas, entre los alumnos, por grupos y cada Monitor, se harían preguntas recíprocas; el Monitor, con charlas y aclaraciones, ‘vendería’ su oficio y los alumnos ‘comprarían’ sus puestos. Tercero, el propio Director, con nuestras ofertas, haría las distribuciones de cada alumno con cada Monitor. De éste reparto, a mi me fue destinado un primer grupo de 8 alumnos: Benjamín, Antonio, Julio, José Manuel, Fran, 326 Luis Ramón, Marcos y David; éste sería el grupo de principio, luego vendrían variaciones o cambios. El mayor de todos mi alumnos José Manuel, 20 años; me confesó que sólo tenía el Graduado Escolar, un Permiso de Armas, por haber sido vigilante y un carné de conductor del Ejercito y que tenía ganas de tener un oficio para poder trabajar. El más joven, Roberto 16 años; tan sólo tenía Graduado Escolar y pocas ganas de más. Teníamos ‘Lista de Espera’, donde los aspirantes a la Escuela Taller, se apuntaban y cuando un alumno abandonaba y se despedía, otro entraba en su puesto. De esta forma, en mi equipo, salió Julio y entró Roberto; se fue Andrés y entró Oscar; éste se fue y vino David; que también se fue y entró José; se marchó Roberto y entró Patricia. Sí, una chica, había varias, unas en Albañilería, otras en Fontanería, otras en Carpintería y en Ferralla; todas buenas trabajadoras, pero con pocos estudios terminados. Eso, sí, casi todas fumadoras, menos la chica de raza gitana, que estaba en Albañilería. Esta chica de mi equipo, Patricia, de veinte años, vivía en Torrejón; también con pocos estudios, pero le gustaban los ‘modelitos’, cada día venía con distintos vestidos, maquillada y le gustaba cantar (me regaló un CD grabado por ella) Ya van tres Navidades pasadas y me llama por teléfono para felicitarme. Ella y José Manuel, son los únicos que se han recordado de mí y alguna vez me llaman. José Manuel, ya me ha llamado varias veces para consultarme algo referente a instalaciones que estaba realizando. En el recinto del antiguo depósito, nos reuníamos todos, después de que se terminaba el tiempo de las teorías y de los bocadillos. Cada equipo, por separado, comenzó a investigar como estaba construido el depósito; como se habían seguido las reformas, por los equipos de los cursos 327 anteriores; como podíamos seguir día a día, con los trabajos específicos de nuestro oficio e intentar no entorpecer los trabajos de los otros equipos. Los componentes de la Escuela Taller anterior a nosotros, habían realizado una plataforma o piso añadido sobre la cubierta del viejo depósito; luego habían construido unos muros perimetrales, intercalados con pilares metálicos, que serían las bases para las cerchas o pórticos de la cubierta o tejado. Dentro de ese recinto, habían construido una entre planta reducida, dejando una gran parte libre a forma de sala. Sobre el habitáculo que sería el recinto para las bombas, habían construido el inicio de dos aseos. Todos los equipos actuales, tendríamos que continuar con estos inicios y tratar de terminar todos los detalles. El antiguo depósito de aguas, estaba en un terreno, no llano, que hace esquina entre dos calles, Rondaderos y Miralrío, con una cuerda en cada calle de unos 60 metros. La calle Rondaderos, está al noreste; la calle Miralrío está al sureste; la medianería y parte más baja del solar, está al noroeste, formando ángulo, casi recto. La estructura del depósito, de hormigón, estaba cercana a la esquina, que era la parte más elevada del terreno. La torre isotónica está cerca del depósito y paralela a la calle Rondaderos. La superficie del terreno, según los planos levantados por mi grupo de alumnos y yo, pasaba en algo a los 3.520 m2 A estos alumnos, les hice trabajar en cosas diferentes y ajenas a nuestro oficio; luego, nos saldrían trabajos por todo el pueblo, fuera del que teníamos destinado. En el mismo recinto, en la parte más baja, existía un gran módulo metálico diáfano, construido con vigas y chapas onduladas galvanizadas, de unos 80 m2, de planta casi cuadrada, montado sobre una solera de hormigón, con dos ventanales a una cara, una puerta doble de aluminio y cristales a otra cara y una puerta 328 sencilla a otra cara, la cuarta cara, estaba casi adosada al muro de la parcela vecina. En el interior había un cuadro eléctrico en muy malas condiciones. El tejado estaba bien, con dos zonas de paneles translúcidos. Éste recinto se acordó serviría para taller de carpintería. Desde éste módulo y hacia la salida a la calle, habían realizado un hogar, con chimenea, le seguía un pequeño edificio, también adosado al muro de la parcela vecina, que estaba compuesto en su interior por un baño incompleto, un inicio de cocina y una sala. A ese proyecto de casa, se acoplaban dos servicios, en pareja, mal realizados. Se podía notar que los ejecutores de todo esto, tenían pocos conocimientos técnicos de lo que debería ser una casa bien hecha; se podía decir o pensar, que si lo habían realizado unos alumnos aprendices, pues, vale; pero, estarían los Monitores para vigilar los trabajos, digo yo. Porque, durante todo el curso, he conseguido que todos los trabajos, que han realizado los alumnos, quedaran con todas las garantías de un buen trabajo bien terminado; siempre estuve pendiente de las terminaciones y les inculqué la vigilancia de la seguridad en el trabajo; por esto estoy contento, de que en los dos años que estuve con ellos, no ocurrió ni un sólo accidente en nuestro equipo. La idea general, era que el equipo de Albañilería, debería de tomar, digamos el ‘mando’ y comenzar los trabajos pertinentes y los demás equipos, seguirles, acoplando nuestros trabajos específicos a todo lo que estaba hecho y sobre los tajos que ellos realizasen. Todos estos trabajos deberían ser organizados por los Monitores, aportando nuestras ideas y razonamientos, según nuestros criterios y experiencias particulares, basándonos en las directrices que el Director nos había informado y que eran las que el Ayuntamiento deseaba. 329 Estuvimos unos días sin lugar donde refugiarnos, porque hasta el sótano del depósito tenía goteras, por no estar impermeabilizado y comenzaron a traernos unos módulos portátiles de los que se emplean en las obras, para barracones y oficinas. Entre todos, los alumnos y Monitores, nos dedicamos a buscar los lugares adecuados, hacer limpieza de hierbas y piedras, para luego, con tablas, hacer las nivelaciones, para que los montadores hicieran los acoplamientos de los módulos de dos en dos, para dejar unos conjuntos de 6 por 6 metros; algunos diáfanos y otros con un servicio de aseo incluido. Yo, conociendo los resultados, por el mal trato que se da en las obras a éste tipo de módulos, elegí uno sin servicio y de esa forma, también, estarían aprovechables los 36 m2. El Monitor de Carpintería, Jesús, eligió el más alejado de la entrada, en la parte más elevada del recinto, entre la valla de cerramiento y el edificio del depósito. En la paralela de la calle Miralrío, algo alejado del módulo de Carpintería, se instalaron otros dos, el primero lo utilizarían los de Energías Renovables y el otro por el equipo de Ferralla. Hacia el interior del recinto, entre el viejo depósito y el muro de medianería, se instalaron los tres restantes, dos casi adosados, dando cara al depósito y el tercero casi adosado, pero formando ángulo con los otros dos. Dándole cara a los módulos, el de la izquierda era para el equipo de Electricidad, el centrado para los de Fontanería y el de la derecha para los de Albañilería. Como la entrada se hacía por la calle Rondaderos, lo primero, por la derecha, que se encuentra son los dos servicios, la casita y el módulo metálico; más adelante, hacia la izquierda, el primer módulo que aparece, es el de albañilería, luego el de l fontanería y el de los electricistas; por la izquierda está el depósito isotónico y el viejo depósito; de frente están los dos módulos de 330 Ferralla y el de los de Energía Renovables y más al fondo por la izquierda, el de los carpinteros. Pero, éste módulo y el de los de Energía Renovables, cuando terminamos las instalaciones eléctricas, el alumbrado y la colocación de las máquinas de carpintería, en el módulo metálico, el equipo de Carpintería, se trasladó a éste módulo, con todos los enseres y equipos. Y los de Energía Renovables, se acoplaron con los de Ferralla, en un solo módulo. En el lugar que había quedado, donde estaba el módulo de los carpinteros, se procedió a instalar, al aire libre, un taller para los ferrallistas, con las máquinas, bancos de trabajos y cuadros eléctricos, construidos por mis alumnos y mis disposiciones adecuadas a las necesidades del taller de ferralla. A nuestro equipo, el primer trabajo al que les hice acometer, fue la instalación general y la interconexión de todos los módulos. Para ello, sobre un bloc de notas comencé las primeras explicaciones teóricas, de cómo deberían ser calculados los cables, de cómo se tendrían que hacer los trazados y conexiones, desde el módulo más alejado, hasta el mas cercano a donde estaría la acometida. Les hice entender que la acometida eléctrica general, está en la calle Rondaderos, pero que según estaba el cuadro de la Compañía suministradora, no estaba en buenas condiciones y que sería conveniente, de hacer los cambios oportunos, previo cálculo de los elementos necesarios. De forma provisional, se harían las conexiones y que más adelante, tendríamos que hacer una solicitud de ampliación de acometida, un cuadro de distribución primaria y otro de distribución secundaria, éste instalado en el interior del módulo metálico, para que sirviera de protección a los módulos de cada equipo y de maniobras para el taller de carpintería. 331 Una vez hecha estas conexiones provisionales y cada módulo con iluminación, nos dedicamos a procurarnos el mobiliario adecuado. Te diré, que las herramientas con las que se realizaron estas instalaciones, eran las mías propias, que yo pícaramente, me había pertrechado en mi coche, a sabiendas que todavía no tendríamos a nuestra disposición las que nos proporcionarían para la Escuela Taller. Cómo yo, todavía, no conocía a los alumnos, ni sus habilidades, cada movimiento y cada herramienta, las tenía vigiladas y más aún cuando se hizo la conexión eléctrica. El Director, desde ahora le llamaremos José Luis, aceptó la sugerencia de utilizar los sillones pupitres que estábamos utilizando en el edificio del viejo ayuntamiento. Para ello, todos los alumnos y Monitores, nos desplazamos hasta allí y fuimos trasladando, cada uno su propio sillón pupitre. Cómo en el sótano del depósito, se encontraban los restos del anterior curso, cada Monitor fue ordenando la búsqueda y limpieza de las mesas, con patas articuladas, que nos parecían las mejores y en mejor estado de uso y las fuimos colocando en los interiores de los módulos, para hacer con mesas y sillones, una forma de aula, para comenzar las clases teóricas. Antes de nada, volvimos todos al viejo ayuntamiento, para que en las oficinas de nuestra secretaria administrativa (por cierto, es la esposa de José Luis, que de manera torpe, mantenían en secreto), nos entregaría los materiales de uso escolar, como cuadernos lápices, gomas, reglas, folios, etc. Además, a los Monitores, nos dio un cuadernillo, con las explicaciones de cual era la idea general de los cursos, por especialidades, para que nos sirviera de consejo o norma de cómo seguir las distintas materias de enseñanza. Yo le había hecho una lista de pedido, de los materiales de más urgente necesidad, a José Luis. Él me informó de 332 las formas y procedimientos para hacer las peticiones de necesidades, para cada equipo y durante el curso. Porque la Escuela Taller (que se llamaría Escuela Taller ERTA 2000 – La Masía), tendría un presupuesto general combinado, de donde se tendría que administrar los sueldos de los Monitores, de la Secretaria y de los 50 alumnos, y los materiales y herramientas que se necesitasen, para los trabajos y estudios. Los Monitores, tendríamos que hacer un esfuerzo en hacer los pedidos anticipados y con la más estricta austeridad y buen sentido del ahorro. Le propuse que para los materiales de las instalaciones eléctricas, le podría facilitar de los beneficios de unas empresas que nos suministraban, estos materiales a JOTSA, aceptó la oferta y me puse en contacto con los representantes de CANDIA y de DAVID DÍAZ, para los materiales de electricidad y con el representante de REDONDO Y GARCÍA, para los materiales y herramientas de ferretería, para que se entrevistase con José Luis. Los tres coincidieron con la explicación del mismo problema, se trataría de un ayuntamiento y de su peculiar forma de realizar los pagos y además, los tres coincidieron en aceptar las entrevistas y que ya verían de las formas de resolverlo, teniendo en cuenta que era yo el que había hecho esa solicitud, que de otra manera, no aceptarían el riesgo. Llegaron a unos acuerdos y les ofrecieron los descuentos que se le podían hacer a un cliente del tiempo de conocimiento, cómo a mí; desde entonces, se hacían los pedidos a cada una de estas empresas suministradoras. Los seis equipos de alumnos, teníamos todos los trabajos para no estar parados: Los de Albañilería, tenían las reformas y trabajos en el viejo depósito y además tendrían que acondicionar la casita, que el curso anterior, no había terminado, para que sirviera de oficinas, almacén y servicios. 333 Los de Carpintería, tenían que acondicionar el módulo metálico y montar el taller de carpintería; tendrían que preparar las puertas de los servicios y de la casita, más algunos trabajos que le comunicaba José Luis. Los de Energía Renovables, de momento, estarían dedicados a sus propias enseñanzas y a las ayudas a los otros equipos. Los de ferralla, tenían trabajos de acondicionamientos en el viejo depósito y algunos trabajos en unas obras del Ayuntamiento. Los de fontanería, tenían que acondicionar los baños, los servicios y dar acometidas y hacer los desagües de los módulos aulas, que estaban equipados para ello y hacer reformas de las líneas para la obra y también, algunos trabajos por el pueblo, en los edificios del Ayuntamiento. Para nuestro equipo, teníamos los trabajos de acondicionamiento y reformas de las instalaciones de los módulos, de taller de carpintería, de las oficinas y los proyectos de las instalaciones del viejo depósito; pero, en caso de estar desocupados, los hacía intervenir en ayudas en los trabajos a los otros equipos. En más de una ocasión, me protestaron por que opinaban que no eran trabajos propios del equipo de electricistas; pero, yo les hacía comprender que al ayudar en otros trabajos, se beneficiarían con las enseñanzas de los trucos de otras especialidades y además, que yo siempre he querido que mi equipo, fuese el equipo especialista en todos los trabajos, algunos no lo entendieron, pero, es porque eran de tonalidad vaga. El Monitor, Rubén, del equipo de Energías Renovables, desde los primeros momentos, se notó que no hizo buen contacto con José Luis. Por parte de Rubén, existía su peculiar forma de entender la vida, era muy, como lo diría, muy bohemio y despreocupado, greñudo, poco adecentado en el vestir, como un ‘profesor chiflado’, olvidadizo y poco ordenado. Enfrentado a José Luis, un ‘pimpollo’, algo engreído, que quería ser refinado, pero, 334 en realidad era basto y algo soez, tenía un genio, que en momentos era de trato agradable y de momentos, en los que era casi agresivo y mal encarado. Sin embargo, conmigo, nunca tuvo de esos momentos desagradable, puede que fuera porque consideró que yo era muy mayor (le superaba en 20 años), o tal vez, porque nunca le di motivos para que pudiese encararse y que realmente, mi postura siempre fue lo más correcta en todo momento. Tanto con él como con los alumnos, mantuve una cierta distancia de respeto mutuo, donde no permití nunca las graserías, ni las gamberradas, ni fumar en clase, ni tan siquiera el uso del móvil, dentro del aula. Eso sí; las discusiones sin alterar el orden, sin ofensas, ni palabrotas mal sonantes, las permití. Viendo y comprobando, que el vocabulario empleado, por los alumnos en sus conversaciones, era tan reducido, que tal vez no alcanzasen la cantidad de 400 palabras diferentes, me preocupé hacerlos que se interesasen por el idioma y las palabras y empleé buen tiempo en recopilar pensamientos de personajes y refranes, para por la mañana, antes de comenzar las clases teóricas, escribiría uno cada día, en la cabecera de la pizarra, sin hacer comentarios, hasta que alguno de ellos, preguntase por su significado. Pronto se comprobó que se interesaban, cada día; algunos me seguía para ver que frase o refrán anotaba, para seguidamente, preguntar por su explicación y charlar sobre el tema que generaba. Alguna vez, cundo me volvía de la escritura en la pizarra, allí estaba José Luis (el Director), leyendo el escrito, guardándose los comentarios. Estas pizarras que nos facilitaron, eran de las que van montadas en un trípode y son para escribir en ellas con rotuladores especiales, y luego se borra con un trapo o con la mano. Profesionalmente, los Monitores estaban bien preparados. El que demostró no estar a la altura 335 correcta, fue el de Albañilería, teóricamente si estaba preparado; conocía las técnicas básicas de la construcción y poseía libros sobre la materia. Pero; debido quizá a su enfermedad, que como dice ‘Cruz y Raya’: “...Eso debe ser del riego.” Tenía momentos que no coordinaba bien y tomaba varias pastillas diarias. Por otra parte, no tenía buenas dotes de mando, ni tacto correcto con los alumnos. José Antonio estaba soltero y sin previsión de dejar de estarlo. Total que los trabajos que su equipo debía realizar, antes de que los otros equipos entrasen en los mismos tajos, no quedaban terminados a tiempo, o resultaban defectuosos y con poca técnica. También, tuvo mala suerte con el reparto de los alumnos, no eran de buena calidad, ni como personas, ni como estudiantes, ni como trabajadores. Tan sólo dos, podían valer cómo trabajadores y sólo uno cómo estudiante. Había uno, buen trabajador, pero a ratos, luego se convertía en el enano saltarín, cómo yo le decía, y él me respondía: --- No me diga eso; Sr. Recio... Al tiempo que me amagaba con unas cintas de boxeo. Había otro de éste grupo, que hubo que hacerle expediente de expulsión, cuando a una pequeña broma, de uno de mis alumnos, él le atenazó salvajemente y a punto estuvo de machacarle la cabeza, sino acudo en su socorro con rapidez. Y como no pudo hacerle el daño que él quería, se volvió y golpeó, con los puños cerrados, la pared exterior del módulo metálico, dejando la huella de los puños en la chapa, moviendo de su alojamiento el panel. No era la primera vez que nos demostraba esos excesos de locura. El equipo de Albañilería debería ser el exponente principal para la Seguridad en el Trabajo, pero, ni por parte del Monitor, José Antonio, insistió en ello, ni los alumnos demostraban el más mínimo interés por hacer 336 gala de estar aprendiendo. Del uso de los cascos y de los cintos de seguridad, eran constantemente amonestados. Jesús, el Monitor de Carpintería, si era un buen profesional, buen trabajador, puro nervio, pero algo falto para la enseñanza teórica. Se veía que los trabajos que realizaba su equipo, resultaban excelentes, pero, porque las terminaciones eran suyas y sin entrar en muchas explicaciones. Sí, se le notaba el celo en la vigilancia, cuando los alumnos manejaban alguna máquina herramienta, sobre todo la máquina combinada y más que nada cuando usaban la regruesadora, o el cepillo. Rubén, el Monitor de Energías Renovables, técnicamente estaba bien preparado, hacía pocos meses que terminó la carrera en la Universidad. Pero, en el trabajo práctico, era muy deficiente; se notaba que era su primer trabajo y que no había visto nunca un programa de bricolaje. Alguna vez, le demostré de cómo se debería doblar un jersey, para no tenerlo arrugado, como él casi siempre lo llevaba. Los alumnos de éste equipo, demostraron ser los más vagos para el trabajo. Tan sólo uno, resultó aprovechable y consiguió trabajo en la empresa que realizó los trabajos principales, de las instalaciones de las placas solares en varios edificios del pueblo y en las que mi equipo intervino, en las acometidas eléctricas y conexiones. Paco, el Monitor de Ferralla y Soldadura, era un buen trabajador como ferrallista, no como soldador, ya que declaró, él mismo, ser un negado en ello, que sólo conocía la soldadura porque tenía un amigo que era soldador de oficio. Como enseñante era demasiado enérgico. Según nos contó había trabajado primero a las ordenes de su padre y luego como encargado de un equipo en obras. Había hecho el servicio militar en Fuerzas Especiales, como ‘boina verde’. Entre que era 337 grande y fuerte, en que fue encargado, por los restos que le quedaba de los ‘boina verde’ y por tener una personalidad altiva y exigente, sus alumnos eran los más disciplinados, a pesar de ser todos unos rebeldes, pero, Paco, los supo mantener siempre firmes y dispuestos a la primera orden. Éste Monitor, nos demostró que tenía buen conocimiento práctico de las obras de construcción y de tener buen gusto por la buena vida y el lujo, sin poder. Estaba casado y con un hijo nacido al principio del curso. Vicente, el Monitor de Fontanería se podía decir que era el ‘profesional’, muy técnico en su oficio y experto en varios oficios más. Sabía combinar el trabajo de monitor, con los de su oficio en trabajos particulares; era como el ‘fonta’ del pueblo. Desde el principio, nos demostró que era un ‘independiente’; pero tenía buenas dotes para que sus alumnos pudiesen aprender las buenas formas de su oficio. Su módulo aula, siempre estuvo limpio y ordenado. Su equipo estaba compuesto por mayoría de chicas. Como te decía, además de ser él mismo un independiente, al equipo le inculcó éste despego al resto de los otros equipos, pero, les hacía trabajar bien y mucho. Los trabajos que realizaron, tanto en el aula, como en el viejo depósito o en otros lugares del pueblo, todos resultaron muy buenos. Por último, queda aclarar cómo era mi equipo. El trasiego de alumnos, fue en la primera fase del curso, luego todos se mantuvieron estables. A finales de agosto de 2001, David (19 años) causó baja, dijo que encontró trabajo. Le sustituye José (16 años), pequeño y gordo, con gafas y no muy lúcido. Una semana después, a principio de septiembre de 2001, causa baja Roberto (16 años), chico raro y mal estudiante. Le sustituye Patricia (20 años), que reingresó en octubre de 2001 Ya, a cinco meses de terminar el curso, causa baja Marcos (19 años), se marchó por tener trabajo de mantenimiento en 338 una empresa; no le sustituye nadie. El último día de septiembre de 2002, se va Fran (18 años), tampoco hay sustituto y hasta fin de curso, el equipo se mantiene con 5 alumnos. Como te decía, los alumnos de éste curso, no eran estudiantes ni de vocación, ni por necesidad. Algunos padres ni siquiera respondieron a las llamadas del Director. Durante los dos años que duró el curso, sólo tres madres y un padre, se les vio aparecer por el recinto de la Escuela Taller. En éste curso hubo un personaje digno de mencionar: Sebastián, pasaba de los 40 años, de raza gitana, rudo en el trabajo y exquisitamente educado; era un trabajador del Ayuntamiento, como jardinero y de 9 á 13 horas, como adjunto o capataz en el equipo de Albañilería. Aunque yo le advertí que podía tutearme, él siempre me trató como ‘Sr. Recio’ y nunca se apeó del ‘usted’. Tenía a una hija y a una sobrina en el equipo de Albañilería y a un sobrino en el equipo de Fontanería. El trato hacia ellos fue siempre igual que a los demás alumnos, en horas de trabajo, a todos les exigió el mismo rendimiento y de las mismas formas respetuosas. Antes de terminar el curso, él dejó de asistir a la Escuela Taller y nos hizo una despedida, a cada uno, con un buen apretón de manos; a mí me dijo, que estaba orgulloso de haber conocido a un Monitor de tan grato trato. Entre los seis Monitores, desde el principio, se estableció una cordial camaradería. Hay que hacer notar, cómo te he dicho, Vicente formaba un grupo único; José Antonio, por los malos momentos de su enfermedad y su gesto taciturno, también era un poco ajeno; Paco, Rubén y Jesús formaron un grupo homogéneo y yo, zascandileaba en todos los grupos. 339 Siempre que se tenía que disponer de un trabajo en conjunto, la voz cantante o el que más hacía destacarse, era Paco. Jesús discutía, pero al final aceptaba lo que disponía Paco; Rubén siempre seguía al grupo; la opinión de José Antonio estaba siempre con la mayoría; Vicente por libre y yo, discutía otras posibilidades, pero no siempre salía con la razón. Desde el comienzo, a los alumnos de mi equipo, procuré de convencerles sobre lo que yo deseaba que fuese éste curso: ellos serían los estudiantes, tendrían derecho a hacer todas las peguntas posibles, pero estarían obligados a intentar, al máximo, aprender y a llevar un comportamiento digno de personas bien educadas. Que yo, cómo Monitor, tenía la obligación de hacer comprensibles todos los temas y a tener la responsabilidad y cuidado de todos ellos, en horas lectivas y de trabajos. Y éste fue el trato que les hice mantener durante esos dos años, durante los que estuvimos unidos. No creas que los alumnos eran dóciles, ni siquiera los de mi grupo, aunque les hice destacar de entre los otros grupos. Les propuse, además, que para los trabajos propios de nuestro oficio, formaran grupos de a dos. Primero lo comentamos y ellos mismos se ofrecieron en formar los respectivos grupos, pero, al final fui yo, como el elector de éste sistema, el que dispuso de quien estaría con quien, por haberles analizados y por evitar a los grupos negativos. El grupo número 1, lo formaron Benjamín y Antonio. Benjamín (17años), era muy conocido en el pueblo, aunque vivía en Valverde de Alcalá; espigado y fuerte, aunque el trato lo quería hacer de cómo persona mayor, era un infante, le gustaba la broma en todo momento; mal estudiante, pero bueno en el trabajo. Antonio (17 años), moreno, alto, delgado y de carácter serio, pero aceptaba cualquier broma; de procedencia extremeña, con gusto por la caza, pero falto para los estudios y poco 340 rendimiento en los trabajos. Vivía en Torrejón de Ardoz. Era primo de Fran. El equipo número 2, lo formaron José Manuel con Roberto; luego le sustituyó Oscar, a éste David y finalmente José, que se quedó hasta el final del curso. José Manuel (20 años), de aspecto británico, fuerte y serio; vecino de Alcalá de Henares. Su comportamiento durante todo el curso, fue de persona seria y responsable, con gran afán por aprender el oficio y sus buenas terminaciones. Mantenía cierta eversión a los demás compañeros, que estaban desinteresados por el trabajo. Era el único que verdaderamente se interesaba por las calificaciones que yo les ponía. José era el que entró último al grupo y el más joven de todos; bajo, rellenito de carnes, con gafas, algo torpón y de la misma tonalidad de estudiante que todos. Se vio obligado por el manejo de José Manuel. Vivía en Torrejón de Ardoz. El equipo número 3, lo formaron Fran y Luis Ramón. Fran (cumplido ya los 18 años), es el típico niño egoísta, mal criado y fanfarrón, un verdadero ególatra (si él leyese esto, me montería lo que él llamaría ‘un pollo’), amigo del que le aceptase y que él pudiese doblegar a sus caprichos; acostumbrado a los beneficios económicos familiares, que él no ganaba y fácilmente conseguía, como el carné de conducir, coche propio, dinero disponible, ropas caras, etc. Mal estudiante y peor trabajador, intentaba siempre no cansarse y en cuanto me distraía le pasaba las herramientas a sus compañeros. Vecino de Torrejón de Ardoz. Luis Ramón, (19 años), muy moreno, bastante alto, delgado, fuerte, con buenas dotes para los estudios, pero vago; bueno en el trabajo; como Fran adicto a las artes marciales y a los ‘porros’. En varias ocasiones les sorprendí fumando a escondidas y las broncas fueron espectaculares. También vecino de Torrejón de Ardoz. 341 El equipo numero 4, lo formó Marcos con Roberto y luego con Patricia. Marcos un gigantón jugador de baloncesto, buen estudiante y bueno en matemáticas; cómo trabajador ciertas limitaciones, pero voluntarioso. Patricia (20 años), una chica menuda y despabilada, muy adicta a la moda, la música y al tabaco; mal estudiante y buena trabajadora. Vecina de Torrejón de Ardoz. Aún conservo los archivos y notas de los alumnos de ese curso. Para darle más seriedad e interés, me esforcé en llevar nota diaria de la asistencia, de poner calificaciones en las clases de teoría, en los trabajos que cada uno realizaba y en las conductas individuales. Creo que siempre mantuve un criterio correcto e imparcial, en cuanto a colocar las calificaciones personales. Al inicio de las clases, después de las charlas sobre las frases de la pizarra, discutíamos de las notas que yo había puesto en el día anterior y luego pasábamos a los problemas y esquemas eléctricos. Les hacía escribir todo cuanto ahí se decía y sobre todo lo más importante. La mitad de ellos, llevaba una redacción correcta y casi todos eran especialistas en el ‘escaqueo’, o a zafarse de mi constante ejercicio de conseguir que el estímulo individual, saliese del interior de cada uno. Pero, tropezaba siempre con sus limitaciones y escapismos. Si los chicos eran malos estudiantes y no muy buenos en le trabajo, los Monitores, no pudimos hacer más por sacarles de estas costumbres. Con el mal orden que nos emanaba desde el Ayuntamiento, poco teníamos a nuestro favor. Las formulas establecidas para las adquisiciones de los materiales, herramientas y accesorios, eran muy deficientes, bastante escatimados durante todo el curso. Se puede decir, que con el cúmulo de factores que se sumaron no fue posible la terminación de los objetivos de éste curso. 342 Luego estaban las no asistencias diarias injustificadas; aunque la secretaria llamaba a sus domicilios, no se conseguía gran interés, ni por los familiares ni por ellos mismos. El mes más completo de asistencias, fue mayo de 2002, con 31 días y 10 no lectivos, 6 alumnos faltaron cada uno 1 día y 2 alumnos faltaron 2 días cada uno. Las notas de ese mes fueron, la más alta 7,63 y la más baja 6,31. Fue un mes de buenos resultados en teoría y prácticas y la conducta en general buena. Las notas medias más altas, en el mejor mes han sido de 7,00 en teórica, de 7,42 en prácticas y de 8,00 en conducta. Las notas finales han sido, por orden y equipos: 5,68 – 5,43; 6,80 – 5,67; 5,42 – 4,72; 6,05 – 5,64, todas compensadas. Yo les decía que las notas tenían en nuestro caso, ciertos recortes: ---“El ‘10’, era para Dios, que está en casi la perfección. El ‘9’, era para mí porque soy el enseñante, El ‘8’, para el alumno que esté en mejores condiciones y de ahí en adelante, hasta el ‘0’ patatero.” Quise que los trabajos específicos de electricidad les resultasen amenos, creo que es la forma de atajar el mal endémico que padece esta nueva juventud, no saben valorar todo cuanto reciben y que deberían conseguir con sus propios esfuerzos. Para esta tarea, me apliqué la formula de antes de comenzar un trabajo, hacer una exhaustiva explicación teórica y de las formas de comenzar, continuar y terminar, teniendo en cuenta siempre, la seguridad en los trabajos; esto, sobre todo, se los hice ver hasta que se comprendiera con toda claridad. Dentro del recinto del antiguo depósito, realizamos desde las instalaciones de las casetas aulas, el Taller de Carpintería, el alumbrado de los servicios, las instalaciones completas de la casita destinada a oficinas, con teléfono, calefacción, timbre, luz exterior 343 temporizada, hasta la ampliación de la acometida general. Luego la distribución de los cuadros de protecciones por zonas, con la idea de que serían los cuadros definitivos de esa finca. Estos cuadros fueron realizados por cada equipo, uno distinto para cada zona, teniendo en consideración las utilidades y los consumos. Si complicado era que los trabajos descritos en teoría, los realizaran en los tableros, en el aula, para que vieran como después funcionaban, al dar a los interruptores, imagínate, hacerles trabajar en los tajos de forma que resultasen un buen trabajo y sobre todo, que funcionasen. También, en realizar zanjas con pico y pala, distribución de tubos con guías, introducir los cables y finalmente, hacer las conexiones correctas. El conjunto de todos los trabajos que deberíamos realizar, todos los oficios, si lo hubiese efectuado una empresa constructora a ritmo normal, calculé que en ocho o diez meses, lo hubiesen terminado; nosotros teníamos dos años y la transformación del viejo depósito quedó sin terminar. Y es que, por parte del Ayuntamiento, el aporte de materiales y las ayudas oportunas del equipo de trabajadores y sus maquinarias, resultó deficiente, muy deficiente. Mi equipo, continuó con los preparativos de las instalaciones para el interior del antiguo depósito; primero en los dos habitáculos del sótano y luego, con lo que sería la sala de actos y los servicios. Pero, ya no podíamos seguir haciendo más trabajos, porque el equipo de Albañilería, no tenía más tajos preparados. Por consiguiente, nos vimos obligados a prestarles nuestra ayuda. No sin gastar mucho tiempo en discusiones con los alumnos, para convencerles de que era una buena solución, por tener ocasión de hacer trabajos nuevos y hacer las previsiones para los tajos de nuestro oficio. 344 Estas ayudas, no sólo era acarrear ladrillos, sino hacer la pasta o mortero, hacer fábricas de tabiquería, nivelaciones del terreno, ajustes, nivelaciones y aplomadas de las miras, enfoscados varios, en fin, todo cuanto creímos necesario para levantar muros, suelos, escaleras, etc. La idea de todos estos trabajos, sólo estaba en el aire, no teníamos planos de ninguna clase. Más adelante y después de varias entrevistas con el Director y el Aparejador del Ayuntamiento, nos sirvieron unos planos básicos, del conjunto, sin ninguna clase de detalles, ni medidas correctas. En vista de esta mala aportación, decidí encargarme de ir haciendo los planos de los detalles, según las ideas y comentarios, entre todos los Monitores. Con los alumnos de mi equipo, comenzamos a tomar las medidas de todo, sobre el terreno, levantando los planos y haciendo las inventivas oportunas. Esto es, para empezar, me inventé la ‘Cota Cero’, para desde ella, partir con las acotaciones de los planos y las medidas en los tajos de las obras. Comprobamos que el piso de la Sala de Actos estaba a +2,65 m. Para acceder a ella, tendríamos que construir dos escaleras en la zona sur, donde habían realizado dos aperturas del muro. José Antonio, no supo demostrarnos sus dotes de buen profesional, en la práctica, nos demostró que no sabía aplicar los conocimientos teóricos. Entre Paco y yo, vimos la forma de construir esas escaleras y yo me dediqué a la realización de los planos y él a aportar los materiales y el personal de su equipo, que con la ayuda de los míos, se formó el encofrado, las distribuciones de los bloques de cerámica y de las barras de ferralla, luego, fabricar el hormigón y hacer el relleno, para el fraguado de las rampas. Esas dos escaleras, servirían como escaleras de escape o servicios. Tendríamos que realizar la tercera y sería la entrada principal. Total, que el equipo de Albañilería, eran los ayudantes y nosotros los maestros 345 de obras. Para comenzar la escalera principal, hicimos otra consulta al Aparejador y nos dio unas soluciones bastante pobres. Cuando entre los Monitores, proseguimos con las discusiones de cómo continuar la realización de esa escalera, yo les hice una pregunta, con comentario: --- Vamos a ver; vamos a ver. Si nos han dicho que éste edificio, una vez terminado, va ha servir como sala de exposiciones y actos públicos. ¿Nadie ha pensado que entre el público no va ha venir un minusválido, un anciano o alguien con una pata escayolada? ¿Cómo van a subir a esa planta? Más discusiones y aportes de ideas. Por consiguiente, nuevas consultas con el Aparejador del Ayuntamiento y de recibo sus ‘buenas ideas’. Nos dijo de hacer una rampa y una escalera. Y ahora, otra vez a ‘marear la perdiz’. Pero, en tan corto espacio de terreno ¿Cómo se puede hacer una rampa cómoda y segura? Para eso, me puse a recrearme en los planos de unas rampas combinadas. La idea final sería, una galería adosada al edificio, desde el nivel del suelo de la entrada a la sala y el comienzo del descenso de la escalera, hasta media fachada, donde comenzarían las cuatro rampas, con descansillos, para hacer giros de 180º y cada una descendiendo unos 50 cm, con una longitud de 8 m. cada una y a un ancho de 1,50 m. Así resultaban unas rampas cómodas y suaves. Cuando presenté los planos al Director y al Aparejador, no creas que dijeron unas palabras de agradecimiento, sino que se limitaron a decir: --- Bien; pues, que sea así... Pensando en el sótano, que estaría destinado a ser Sala de Exposiciones, sólo tenía una entrada estrecha, que 346 era la vieja sala de bombas, para el antiguo depósito y éste depósito a su vez, dividido en dos vasos, con un buen muro intermedio y el nivel del suelo de los dos vasos o salas a – 1,47 m., y en la entada a – 1,22 m., donde había 5 escalones, verás que pocas sillas de ruedas pueden bajar. La solución nos la dieron, con hacer una nueva abertura en el otro extremo (donde estarían las rampas de la sala superior) y ahí construir la entrada principal al sótano. Habría que construir una rampa. Por tener poco espacio y mucha altura, tuve que idear unas rampas combinadas, saliendo a corta distancia y girando hacia la izquierda, con un descansillo, y otra rampa hasta enlazar con la base de la escalera principal. Esta escalera, la ideó Paco, que sería de forma volada, con una gran zanca y cosida al conjunto de vigas de la entrada al piso superior, dando ahí y descanso y el comienzo de la galería elevada, para acceder a las rampas combinadas. Debajo de esa galería, ideamos debería ir un pequeño almacén y el compartimiento para la maquinaria de la calefacción. Paco, se había entretenido en hacer las mediciones exactas de los pilares metálicos, intercalados, en la que sería la Sala de Actos; los vanos resultantes serían cada una de una medida distinta. Con esas medidas y previsiones, se encomendó, en unos talleres de éste mismo pueblo, la fabricación de las cerchas o vigas para la techumbre, de todo el edificio. Como el equipo de Albañilería, estaba empleado en completar las escaleras con peldaños utilizando ladrillos aparejados en soga, para formar unas huellas normales y Vicente, viendo que aquello se eternizaba, decidió que él con su equipo de Fontanería, se emplearía en realizar los trabajos propios de fontanería en los servicios y cubrirlos, luego, con alicatado; que resultó un trabajo como de profesionales. 347 Jesús, con su equipo de Carpintería, estaba empleado en construir varios muebles y útiles para varias zonas del pueblo. Por su parte, Rubén, con su equipo, estaban comenzando a realizar los preparativos para construir unos captadores solares, para dejarlos en función, dentro de recinto del viejo deposito, adosado a la fachada sur, entre las dos escaleras de servicio. A mi equipo, José Luis, quiso encomendarles las instalaciones complementarias de los equipos de paneles solares en varios lugares del pueblo; me consultó si fuese factible y acepté el reto. Las instalaciones consistían en una línea con conectadores telefónicos y otra línea para alumbrado y conexión de un sistema informático entre la red fotovoltaica y la línea de la Compañía suministradora del sector. Éste sistema se instaló en 10 edificios o lugares del pueblo. Todo quedó funcionando y en perfecto orden de revista. Los alumnos se portaron muy bien, porque comprendieron que era un trabajo efectivo y vistoso. Se sintieron útiles. Otro trabajo que nos encargaron, fue dar servicio y funcionamiento de las bombas y alumbrado de una fuente pública de nueva construcción, con todos los automatismos apropiados, tanto para las bombas, cómo para el alumbrado. Les hice confeccionar desde los planos y el cuadro de aparellaje, hasta las instalaciones de los sensores y todas las conexiones. Fue otro trabajo que quedó de forma satisfactoria. Pero, donde más estuvieron entusiasmados, los alumnos, fue en los preparativos de todas las instalaciones eléctricas de los cuadros, bases y focos; así como de los ensamblajes de los paneles para formar los puestos, necesarios para la Feria de Medio Ambiente, en sus dos series de los años 2001 y 2002 Y luego, los días en que tuvieron que estar como vigilantes, por todo el recinto ferial, por si ocurría alguna avería. Después, hacer los desmontajes, de hasta 348 la moqueta, con la que habían cubierto el suelo de todo el recinto cubierto. También, cuando se instaló todo lo necesario para las dos aulas de informática. Donde después, todo el equipo (incluido yo), hizo un curso de informática para usuario; del cual tengo el diploma acreditativo. En total fueron más de 50 los trabajos extras, para el pueblo, que realizó el equipo de electricistas, todos bajo mi control y supervisión; algunos con la patente de mi inventiva. El trabajo más extraordinario, en el que intervinieron todos los equipos de alumnos y monitores, fue para la construcción del tejado sobre la Sala de Actos, sobre el antiguo depósito de aguas. También, prestaron su ayuda y esfuerzo, con aporte de maquinaria, el grupo de trabajadores especialistas del Ayuntamiento, para el montaje de las cerchas y correas metálicas, para el ensamblaje del soporte de la cubierta de tejas. No conseguimos que nos sirvieran, desde el Ayuntamiento, el total de los andamiajes modulares, necesarios para cubrir las cuatro fachadas del edificio. Fue lamentable ver, que a cada poco, se tenía que desmontar los módulos utilizados en una zona, para volver a montarlos en otra zona. Para la elevación del material necesario en la cubierta, los alumnos tenían que hacer unos esfuerzos innecesarios, con una cuerda acoplada en una polea. Yo encontré, entre los restos del curso anterior, una máquina de elevación (lo que llaman ‘maquinillo’), que estaba casi inservible. Hice al equipo de electricistas, que lo limpiasen para comenzar a su reparación, ajuste y puesta en marcha. Hubo que hacerle varias reformas, instalar un interruptor inversor y repasar la caja de bornas del motor. Las pruebas dieron buen resultado, funcionaba. Pero, como todo el artilugio, pesaba más de 100 Kg, no podíamos colocarlo encima del andamiaje, ni sobre la 349 cubierta del tejado en construcción. Así que puse en marcha mi inventiva y resultó algo como de los inventos del TBO. El maquinillo de fijó sobre la base de un banco – jardínera, hecho de ladrillos, luego el cable de elevación se subió a la parte alta del andamiaje, allí se fijó un artilugio, realizado con la rueda de una bicicleta, sin cámara, a modo de polea, sujeta en vertical; por la llanta se pasó el cable, por donde se deslizaba y luego bajaba o subía, a voluntad del que se encargaba de manejar el maquinillo. Fue preciso la machacona advertencia y vigilancia, para que los finales de carreras, estuviesen bien realizados, con toda garantía de seguridad, puesto que en ese momento se carecía de los topes de limitación. Con esta forma de vigilancia y atención, se consiguió que no hubiese accidente alguno y el acarreo de material se hizo más liviano. El montaje de la cubierta y tejado, resultó ser como una obra faraónica, ya sabes, José Antonio, fallaba en las prácticas de su oficio de albañilería, en lo que tanto Paco, como Vicente, como yo, teníamos que ocuparnos de aportar nuestras experiencias y conocimientos en obras. Así, que como se decidió por la construcción de un tejado ‘cuadrado’, con dos pendientes, o sea ‘equilátero’ y rematado con teja ‘árabe’, en aparejo de ‘teja ana’, fue necesario hacer una cubierta soporte, con un tablar formado con rasillón machihembrado y una cubierta de hormigón aligerado y armado, sobre lo que irían las tejas. En la práctica, ninguno de los Monitores habíamos realizado éste trabajo. En nuestras andanzas por obras de construcciones, si lo habíamos visto y por tanto, aportamos nuestros recuerdos, para poder ayudar al equipo de Albañilería y poder continuar con éste trabajo. Para que los alumnos tuviesen la seguridad garantizada, al estar moviéndose sobre las vigas de la 350 techumbre, hice un pedido urgente de cinturones con arneses, una bobina de cuerda y unos equipos de redes de seguridad; con todo ello, hice que los alumnos formasen una gran red contra caídas, debajo de todo el armazón metálico de la cubierta. De esta forma, si fallaba algún bloque, o resbalaba uno de nosotros, caería sobre la red; porque la altura mínima de caída era de 4,75 m. En la segunda mitad del curso, José Luis, nos reunió a los Monitores, para ver de solucionarle un problema que le planteaba la falta de medios para el curso de Garantía Social, que se impartía para chicos de edades entre 12 y 16 años y que una vez que se estaba acabando las enseñanzas de los módulos de teórica, no tenían posibilidad de tener continuidad con los módulos, o enseñanzas de las prácticas de oficios. Entonces nos propuso de ocuparnos de esos grupos, durante una hora diaria, que serían después de las horas de teorías, que se daban con nuestros alumnos. Por tanto, es de entender, que durante esa hora, nuestros alumnos quedarían en recreo. No nos pareció muy correcto, pero aceptamos; más que nada, por la oferta, de que habría una gratificación económica. Durante el tiempo que duró éste apartado, (unos seis meses), fue algo estresante; porque además de tener que ‘luchar’ con los alumnos de mi equipo, ya casi ‘domesticados’, aparecieron estos otros, más jóvenes, algo más salvajes y más bulliciosos y con más o menos la misma calidad de su educación social. El trabajo resultó bastante agotador, pero algo enriquecedor en lo personal. Así como también, que éste periodo de trabajos en este pueblo, me sirvió para conocer a una gran variedad de gentes distintas, desde el propio Alcalde (Paco), a varios Concejales, a personal vario de tiendas y bares, a la encargada de la estafeta de Correos, a policías locales, a trabajadores especialistas de 351 mantenimiento, a las profesoras de informática, en fin de toda la variedad de personas y clases sociales. El curso se terminaba y el objetivo planteado, como fin de éste empleo, no quedaría terminado; esto nos dio a todos, una cierta inquietud interna de no haber podido hacer la culminación de lo acordado. Yo hice que en nuestro equipo, se sintiese una formalidad de verdadero curso escolar y propuse un examen final a forma de compendio, de todo los temas tratados durante los dos años. Todos los alumnos me aprobaron satisfactoriamente. Ya en los últimos días, se hizo un inventario de todas las herramientas y materiales, para luego hacer un acopio en el almacén y así, podría quedar todo guardado en previsión del próximo curso. En los tres últimos días, se fue desmontando todas las conexiones eléctricas y de aguas, que tenían los módulos de aulas. Se fueron llevando los módulos y el último fue el nuestro, el de los electricistas. El penúltimo día, fuimos citados en el Ayuntamiento, los Monitores, para hacer las formalidades y firmas de los finiquitos. Cómo es normal en todo despido, firmamos los papeles oficiales y nos fue entregada la documentación pertinente, para la presentación en las oficinas del INEM. Bien; otra vez en el ‘paro’. Pero esta vez, no con el amargo sentimiento, de cómo haber cometido algo malo. Si no con una sensación de haber hecho algo positivo, aunque sólo sea por el intento de sobre educar a ocho alumnos y dejar constancia de unos trabajos bien realizado en ese pueblo de Torres de la Alameda. El último día 18/12/2002 amaneció nublado, con maneras de empeorar y provocar lluvias; de esa forma procedió el tiempo, haciendo que el día por ser el final del curso, le diese algo más de color triste. Y así fue, a pesar de que todos lo teníamos bien preparado para que resultase como un buen fin de fiesta. Menos el equipo de 352 Fontanería, que se preparó su fiesta particular, el resto de equipos, a excepción de algún alumno que no tenía posibilidades, teníamos acordado, en un restaurante del pueblo, celebrar una comida de hermandad. Claro está, después de los correspondientes saludos y despedidas, que nos harían desde el Ayuntamiento. Pero; esos ‘correspondientes’ saludos y despedidas, no tuvieron lugar ni modo; se iba acabando el tiempo y las horas de estancia en el recinto escolar y allá no apareció nadie, ni el Sr. Alcalde, ni el Concejal de Cultura, ni el Director, ni tan siquiera el Paje de los Reyes Magos. La desilusión se expandió por los ánimos de todos los alumnos y Monitores, pasamos a ser ‘ex alumnos’ y ‘ex monitores’, sin penas ni glorias. Esto sí; esos malos sinsabores, los cubrimos con buen vino de la tierra y con buenas viandas, que nos tenían preparadas en el restaurante. Entre la buena camaradería final, de los ‘ex’, a alguno se le ocurrió brindar elevando las copas y soltando algún improperio, dedicado al Director y al Concejal de Cultura y al Alcalde. Después de los postres y copas de regalo, se fueron despidiendo los más huidizos, luego los tardones y por fin el resto. A todos les prometí que esta mala formalidad, con la que fuimos despedidos, no se quedaría en saco roto, me prometí y les prometí que, el Sr. Alcalde, recibiría la más dura de mis quejas en un escrito, dirigido a su persona, con acuse de recibo, para que constara en ‘acta’, sus feas formas de desagradecimiento. Una vez realizadas las formalidades en las oficinas del INEM, ya dispuesto a dejar pasar los días, en la espera de 353 la mejor y oportuna ocasión, para solicitar la prejubilación, no dejé más días para hacer lo que había prometido y me empeciné en la redacción de un escrito, dirigido al Sr. Alcalde de Torres de la Alameda. En el que después de un corto saludo y de mi presentación, le relaté con todo detalle, lo improcedente de las acciones recibidas, o no recibidas (según se mire), en el último día de estancia como Monitor y de la despreciable no ‘despedida’, por parte sus ayudantes en la Junta de Gobierno y de la responsabilidad en último caso, de él mismo, como el Alcalde. Cómo final, le remitía a una lista adjunta de todos los trabajos, que el equipo de electricistas había realizado a favor y por todo el pueblo y le indicaba de los trabajos que los otros equipos, tenían acreditados. Esta misiva tuvo su efecto; en pocos días recibí la contestación, en la que el Sr. Alcalde, me citaba, personalmente, para que a él mismo le contase y demostrase todo lo que en mi carta le reprochaba. Acudí a su cita. Y cuando me indicaron que ya me podía recibir, el mismo Alcalde me esperaba en la antesala de su oficina, en compañía de la secretaria. Después de los saludos, me ofreció la entrada a su despacho y una vez dentro, quedamos los dos solos. Me indicó un sillón delante de su mesa de despacho y él giro alrededor de la mesa para sentarse en su sillón. Comenzó diciéndome que durante esos dos años de estancia en la Escuela Taller, había tenido pocas ocasiones de contacto personal y que de encontrarme por la calle no me hubiese reconocido. Luego, me entregó la carta recibida, que yo le había enviado, diciendo: --- Esta carta, ¿la has enviado tú personalmente?... Como mi contestación fue afirmativa, comentó: --- Caramba; vaya bronca me echas... y que bien redactada está. ¿Tienes otros estudios, además de los que dices en tu 354 currículo?” Me reafirmé en lo que constaba en el currículo y añadí que en estos últimos años he procurado de hacer más amplio mis conocimientos y he sido un autodidacta, en varias materias. Quiso disculpar al Director, por lo ocurrido, o no ocurrido aquel día, asegurándome que estaba algo enfermo y desquitarse las posibles culpas personales; pero, que en verdad no tenía conocimiento de esas anomalías. Yo le dije que si, José Luis, estaba algo enfermo, nos llama por teléfono, que para eso nos dio un móvil a cada Monitor, para estar en contacto y acudiríamos todos a las puertas del Ayuntamiento, allí nos podía haber dicho unas pocas palabras, aunque sólo hubiesen sido “Hola, gracias y adiós”. Poro, no; nos hizo una despedida ‘a la francesa’. Vergonzante. Luego, la charla derivó en lo anecdótico y sobre los resultados de este curso, ya terminado. De porqué se había dejado empleado al Monitor de Carpintería, con contrato para realizar varios trabajos, de cómo también estaban empleados, una chica del equipo de Fontanería y el mejor de los alumnos del equipo de Electricidad, de los que estaba contento de sus trabajos y respuestas de las enseñanzas recibidas. Y sobre la posibilidad de hacer otro nuevo curso, en el que prometía poner más empeño y seguimiento. Me ofertaba otro puesto de Monitor, para ese curso, pero, al desvelarle mi situación, por la edad de posible jubilación y de las pérdidas económicas, por la inferior cotización en la Seguridad Social; que al pronto no se lo creía, le quise demostrar con los documentos del INEM, de esa realidad y me respondió que no hacía falta, que de ser así, él mismo haría lo mismo. Me confirmó que además ese posible nuevo curso, los sueldos de los Monitores tendrían que ser algo más bajos. Aseguraba de hacer un nuevo estudio sobre todo lo comentado y si les 355 hiciera falta de mi concurso, me llamaría personalmente, paras hacer las consultas. Nos saludamos en despedida y regresé a mi domicilio. Después de aquel día, no he regresado a ese pueblo, ni he recibido más comunicado desde ese Ayuntamiento. Si sé, que el Alcalde, ya no es el mismo, ha sido sustituido por otro de otro partido. Bueno; a partir de ahora, otra vez en el ‘paro’; con la creencia de que esta vez el sistema funcionara mejor y recibir alguna oferta de buena calidad, o consumir todo el periodo de prestación y luego, a la espera de que con las nuevas formulas sobre las jubilaciones, tuviese la buena oportunidad de acogerme a este sistema. En las oficinas del INEM, me informaron que al no haber agotado los meses de prestación anteriormente, porque sólo había consumido 9 meses, tenía el dominio de decidir sobre aceptar la continuidad de la anterior cotización, hasta completar los 24 meses y `posible prorroga, o recibirla con la nueva cotización, sobre estos dos últimos años. Matemáticamente, no daba lugar a dudas, la anterior cotización, al ser más elevada, tenía un sueldo superior, por consiguiente, decidí con la continuidad. Volví a casa con la nueva documentación y ya sólo quedaba estar a la espera. Tres meses duró la espera, para la primera comunicación de oferta de un trabajo. Ni siquiera te sonrías, con lo que te voy a decir: La oferta que me propusieron era para ser otra vez Monitor de electricidad; pero, esta escuela estaba dentro del recinto penitenciario de Alcalá Meco... --- ¡Que no te rías!... 356 Sí; sería para enseñar el oficio a un grupo de presos, de los que en un año tenían sus salidas concertadas, por finalización de penas. Aunque así en frío, resulta chocante, me dijeron que tendría toda garantía de seguridad. Lo más interesante, era el sueldo ‘15 euros por hora’ (2.496 Ptas.), más otros incentivos, durante 6 horas diarias, en 5 días (30 horas por semana), dan un sueldo mensual de 1.800 euros (299.945Ptas.) Pero; sentí algo de recelo y con la negativa de Librada, pues... Volví a las Oficinas del INEM y les planteé mis reservas, que tendría que darle más vueltas y pensarlo mejor, que por ahora, no aceptaba. No se si fue una mala decisión, pero, no lo puedo saber, porque desconozco estar en esa situación. Así, que lo olvidé y me dirigí a las oficinas de la Tesorería de la Seguridad Social, a fin de solicitar una copia sobre mi ‘Vida Laboral’ actual y con el documento en las manos, me dirigí a las otras oficinas de información de la Seguridad Social, para que me hicieran una demostración, de cómo sería mi jubilación en el momento actual. La funcionaria que me atendió, me demostró que con las cotizaciones de que se demostraban en la pantalla de su ordenador y las cantidades que leía, no tenía problema en que se hiciese ya la solicitud para la jubilación y que los resultados serían muy buenos, pero, que sería mejor esperar a que yo cumpliese los 63 años y desde entonces, las notas serían más elevadas. Así se decidió y ya sólo recibí un total de seis meses de prestaciones por desempleo y ninguna oferta más. Desde que salí de JOTSA, han sido pocos los contactos con los compañeros de trabajo, con los que he estado, unos 35 años, juntos casi a diario y durante los dos años que 357 estuve en la Escuela Taller, me comunicaba, por teléfono con Agustín, con Juan, con Tomeo, con Jesús y alguno más; también estuvimos reunidos en casa de Juan o de Agustín, o en el nuevo chalet de José Luis (el ex encargado del taller de mecánicos de JOTSA) y otra vez, en una reunión de antiguos compañeros de JOTSA, a otros los he visto por las calles... Luego se han ido extendiendo las llamadas y las citas y parece ser que tanto por mi parte, como por parte de los antiguos compañeros, hemos pasado a la tercera fase de las amistades (‘los que se olvidan’) Se que unos ya se han jubilado, otros han conseguidos empleos, razonablemente, bien pagados, otros están en otros empleos diferentes a los que desempeñaban y de otros tantos no se nada. De casi todos, por los comentarios de unos y otros, no tienen ni la calidad de trabajos, ni los sueldos de que disponíamos en JOTSA. Esto es lo que, todos les reprochan a los antiguos jefes, que teníamos y a los que les achacamos la destrucción de nuestra forma de estar y vivir. Ojalá, la ‘Parca’ les de un mal cruce de la laguna Estigio y que Cancerbero, les de tres mordiscos en donde más les duela, para que pasen los peores momentos en ese lugar satánico, donde estarán, porque se lo merecen. Y como el teléfono ha dejado de sonar, por las llamadas de los antiguos compañeros, pues, yo, también estoy pasando. Lo cierto es que, por estas causas, Librada y yo, estamos en un estado de abandono de relaciones sociales y de letargo, en los que nunca hemos estado, en los tantos años de vida que tenemos. Y más aún, ahora, que estamos en el piso nuevo de Alcalá de Henares. Ya sabes que en las nuevas comunidades de vecinos, las relaciones son lentas y en la mayoría de las veces cortas y frías. Por tanto, desconectados de las relaciones de vecindad, con los vecinos de Coslada, con los vecinos de la Asociación de Daganzo y la cada vez más larga 358 ausencia, de la compañía de nuestros hijos. Ya lo dijo Aristóteles: “Quien deja de ser amigo, no lo ha sido nunca.” A éste piso en Alcalá de Henares, nos vinimos a vivir Librada, Susana, Jonás y yo, pero con menos ilusiones de las que habíamos pensado para ello. Jonás, reconoce que en éste piso, él está más cómodo y está contento por tener una habitación propia y moderna; además, cómo ya trabajaba en Alcalá y no tenía problemas con la movilidad por esta zona, tanto mejor. A Susana, no le agrada mucho éste pueblo, aunque últimamente, reconoce que Alcalá es mucho mejor pueblo que Coslada, ‘que no hay color’; ella no tiene dificultades en desenvolverse por aquí; pero, ha reconocido que cierto día, se perdió por las calles del centro de Alcalá y no sabía volver a casa, hasta que reconoció unos edificios, desde donde ya supo orientarse. Ocurre, que aunque tiene mejor habitación, está en un piso mayor y éste ser un pueblo con más servicios y posibilidades, el novio está en Coslada, los amigos están en Coslada, los fines de semanas se va a Coslada y hasta el arreglo del coche lo hace en Coslada, pues, ya me contarás para que le sirve todo lo que tiene aquí, si pasa más tiempo en el trabajo, luego en Coslada y sólo los días laborables, duerme aquí. Yo, conocía todo el entorno y además no me molesta lo desconocido, es más, me agrada esa aventura de estar en lugares que no conozco y realizar escapadas, o descubiertas, para ir asimilando en mi mente las situaciones de las calles y pedir planos en los lugares de información de Turismo... A Librada, le ha costado más tiempo adaptarse a éste pueblo, porque tiene menos 359 capacidad para la orientación, debido, quizá, a consecuencia de que siempre ha estado despreocupada, por mi ayuda constante en las salidas por Madrid, o por Coslada. Ahora, en Alcalá, se considera estar más sola y con más necesidad de salir a sus compras y con el afán de conocer el entorno. Claro está, que ha venido aquí con pocas ganas de cambios y sin alegría por éste nuevo piso. En conversaciones sobre éste asunto, ella reconoce que no ha sabido comprender, ni dar soluciones a ese problema o autofobia, por lo que cree es desconocido, con un ápice de agorafobia, que añadido a una suma de pequeños problemas, como verse mayor, la menopausia, el despego de los hijos, por ser ya mayores, las perdidas de los empleos de los hijos y el mío, de los problemas con la entrega de éste piso, con la perdida de las ilusiones que teníamos formadas, combinado a un poco de depresión, con la paulatina perdida de los contactos con los amigos y un largo etc., le ha creado esta conducta fóbica, que alguna vez le ha hecho desembocar en unos ataque de histerismo. Todo esto, aumentado por los problemas que yo causo o pueda causar, por mi personal forma de ser y por las largas horas de convivencia, son los que dan unas situaciones algo desagradables y discusiones, todas banales, pero que hacen que la vida cotidiana no sea lo agradable que debería ser. Te digo, que estos últimos años que nos van quedando, no sabemos adecuarlos a un estado de bien vivir, como ya suelo decir: llevamos una ‘vida de mierda’... Y es que, a poco que se desvíe una situación, se nos coloca delante un problema, sin pedirlo, mira: Tomamos la decisión de salir a ver unos muebles para decorar el salón, en almacenes de por aquí cerca, ese día estaba en casa Bea (la novia de Jonás), durante los comentarios, ella, nos dice que quisiera acompañarnos a ver muebles, entonces, decidimos ir todos en el mismo coche y juntos. 360 Ya en unos almacenes, en la zona de la Dehesa, cerca de Alcalá, comenzamos a deambular por los apartados y ver los distintos modelos. A Jonás, le gustó un dormitorio para su habitación, aconsejado por su novia Bea, lo compramos. Pero, con el tiempo y ya colocado, no sé verdaderamente, si es de su agrado, o si es lo que él pensaba que debería ser, pero, no se le nota muy a gusto, de cómo ha quedado. A Librada le gustó un conjunto para el salón, pero ella quería ver más modelos y en otros lugares; más con mi opinión y con la de Bea, se decidió comprobar que tal estaría, para ello, nos hicimos aconsejar los vendedores, con planos, medidas, escalas y demás; sobre los planos todo encajaba y se veía bien; luego con los gustos combinados de todos, pero, más por la opinión de Bea, se decidió la compra de unos sofás. Para todo esto, se acordó la visita a casa, de uno de los vendedores, para comprobar las medidas. A partir de aquí, empezaron los problemas: Primero, apareció uno de los vendedores, éste señor, desapareció de ese trabajo y tuvo que venir otra chica, a volver a realizar las medidas en el piso; sigue que nos convencieron en colocar la mesa de comedor ovalada y no circular y de tener que dar la dichosa señal económica, para el encargo de los muebles (cosa que exaspera a Librada); la entrega se demoró algo más de lo convenido y cuando es el día de la entrega y montaje, los operarios rompen uno de los muebles, que tienen que reparar. Una vez realizado los montajes y colocación, se puede ver que los espacios demostrados en los planos no son los aceptados, que los muebles resultan enormes para las medidas del salón. Por si todo esto era poco, comprobamos que los sofás, eran los de exposición (no nuevos) y que la factura final estaba aumentada por los sobre precios de las sillas y su tapizado. Cómo no estuvimos en acuerdo, con las 361 explicaciones que nos dieron en la tiendad, yo fui a las Oficinas Municipales de Información al Consumidor (OMIC) y con lo que el abogado me informó, volvimos a la tienda y las discusiones y explicaciones eran largas y a nosotros nos resultaban fuera de lugar. Pero, en previsión, ya llevábamos el cheque con el valor del resto por abonar, pero, con las cantidades que nosotros exigíamos que fuesen cobradas y el informe del abogado, se lo entregamos y además, Librada exigió la entrega de los dos cuadros que nos habían ofertado cómo regalo; nos lo entregaron y nos marchamos con clara enemistad, por ambas partes. Siempre que sale el recuerdo de esta compra, Librada, me reprocha el no haberle consentido la idea de ir a otros almacenes, para ver más muebles y por dejarnos aconsejar por Bea, y porque la decoración de éste piso, deberíamos haberla realizado con más tranquilidad y mesura. Y es que la distribución del piso, es un desafío para un decorador. Sí; verás, el primer acceso y entrada al piso, es un pasillo, de algo más de un metro de ancho, que se extiende seis metros de largo, a derecha y otro tanto a la izquierda, dando una longitud de doce metros, y en cada extremo hay puertas que dan acceso a unos distribuidores, de dos metros de largo cada uno, dando ahora dieciséis metros de longitud, desde las entradas a los baños, con otros dos metros de profundo cada uno, que si se mantienen abiertas las dos puertas de estos dos baños, se ve y se comprueba la longitud de los veinte metros, que tiene el piso de largo. Si te pones en un extremo, verás que en toda esta longitud, no hay una pared, que tenga dos metros continuos. Porque están las puertas de los dormitorios, de los baños, de los distribuidores, de la cocina, de las dos terrazas tendederos, de la entrada al piso, el armario y las cuatro hojas de la entrada al salón. Piensa en como decorarlo... 362 El salón, bueno salón, son algo más de dieciocho metros cuadrados, no es tanto para la palabra ‘salón’. Verás, desde su interior, viendo la puerta de entrada, que está centrada en su longitud, a los dos lados, la pared forma como una hornacina a cada lado. Entonces, tienes a la espalda un amplio ventanal, con cuatro hojas correderas y una pequeña, centrada y fija, todas de cristales, con un desnivel elevado, dando salida a la terraza y aquí, delante y dentro del espacio interior, hay un puñetero pilar cuadrado, ocupando espacio del salón. En el rincón lateral izquierdo está la puerta de acceso a la cocina. Anda, piensa, también, en como se puede decorar esto. La cocina, es amplia, cuadrada y cómoda, pero tiene un mamotreto, que es una caldera mixta para la calefacción y además, una puerta al pasillo, otra al salón y una a la terraza, de doble hoja corredera de cristales, también como el salón, con elevación de salida hacia la terraza. Nos la entregaron sin mobiliario, vacía. La terraza, es de la misma forma y superficie del piso, esto es, de veinte metros de largo, por más de cuatro metros de ancho, con una jardinera corrida, en el borde del murete exterior, a toda su longitud, además, hay cuatro hermosos prismas cuadrangulares, a forma de chimeneas, adosadas a la pared exterior del piso, para que sirvan de ventilación a los baños de los pisos inferiores. Bien medida, da una superficie de 88 m2. A la terraza dan además de las puertas acristaladas del salón y la cocina, las otras tantas de los tres dormitorios, todas con escalones, en el ante alfeizar. Toda la terraza está sobreelevada del nivel del piso, o sea, para salir, hay que levantar la patita. En toda la terraza, hay una pérgola, formada con vigas de hierro, fijadas a la pared y lanzadas hacia el exterior y apoyadas sobre las jardineras, con cinco 363 hermosas peanas, que da cobertura a toda la extensión sobre la terraza. En la construcción de la primera fase de obra, yo he visto y comprobado, cómo está realizada la cubierta de esta terraza y te afirmo, que no será fácil que haya goteras, porque se apilan nueve capas de elementos, sobre el forjado de hormigón, de mayor espesor, que el de los pisos inferiores El suelo, a la vista, está enlosado por placas de hormigón poroso, de 60 por 40 cm. Sí, señor; un técnico paisajista, disfrutaría con éste espacio, pero para el propietario, es una ruina. Los dormitorios están bien, pero, al igual que la cocina, tienen puertas de entrada y otra de salida a la terraza, y las de los armarios; hay que darle al ‘coco’ para formar una buena disposición del mobiliario. Menos mal que los baños nos lo dieron con todos los sanitarios, que sino... Por si fuese todo esto poco, tenemos dos terrazas tendedero, adinteladas con el forjado de la terraza superior, una a cada lado de la entrada principal, con salidas desde el pasillo y desde los distribuidores. A propósito de la entrada, el señor arquitecto (el muy...), ha dispuesto que al ser el espacio exterior de la entrada igual a los dos pisos inferiores, pero en éste caso, con una sola puerta de entrada, el otro hueco, lo ha dejado con un cristal (doble, sí, del tipo ‘Climalit’ y translúcido, pero un cristal al fin), sin más protección; para que cualquier caco, sólo tenga que golpear y entrar y luego salir sin más dificultad. Los suelos, menos la cocina y los baños, son de tarima flotante, de roble satinado. Cuando se abre la puerta de salida del piso, se observa un contraste total, con las baldosas del suelo del pasillo de entrada, desde el ascensor hasta los pisos, son del tipo confeccionadas con china lavada. Tienen un feo aspecto rugoso total. El cabezotas del Arquitecto del edificio, se empeñó en que fuese así, por pensar que al estar despajadas las 364 embocaduras del pasillo y las escaleras, con la posible lluvia que caería desde el exterior, con otra clase de baldosas, se podría causar resbalamientos del personal. De esta forma, se evitan los recuerdos hacia la madre del arquitecto. Después de estar todo el piso amueblado, no hemos quedado muy satisfechos de cómo ha resultado. Librada me dice, siempre que se habla de esto, que yo he corrido demasiado en decorar, que podíamos haber estudiado más en los detalles. Puede que tenga razón, pero, revisa lo que te acabo de explicar y cuéntame que soluciones se encuentran. Como desde ahora, ya estoy de nuevo en el ‘paro’, recibiendo la exigua prestación económica. Como gastos fijos, están los correspondientes al piso de Coslada, que permanece cerrado y sin uso y todos los que corresponden a éste de Alcalá, incluida la hipoteca, los gastos de la Asociación de Daganzo, más, claro está, todos los de usos generales. El total de la prestación no es suficiente para todos estos gastos. Al ver que el tiempo que queda es largo, para liquidar la hipoteca, pienso que es buena solución vender el piso de Coslada y liquidar esa hipoteca. Después de discutir éste asunto, entre Librada, los hijos y yo, se sigue discutiendo, pero, es la mejor solución. Imagínate si no, que llegue a unos meses que el presupuesto no de para pagar los gastos y tengamos que ir desquitando de los pocos ahorros; si con buen desahogo, Librada está, que para gastar, mira las dos caras de las monedas, que sería si los ahorros fuesen disminuyendo, como la luna menguante, pues, sería el olvido del armisticio y el montaje de las trincheras. 365 Entonces, resuelto, se vende el piso y para ello, acudimos a la misma agencia que atendió a Pablo. En pocos meses, apareció el primer presunto comprador. A cada visita para enseñar el piso, era una llantera de Librada, que no quería vender. Luego, aparecieron los ‘aprovechados’ y por último una familia con necesidad urgente de tener un piso disponible. Pues, ellos ‘pagaron el pato’ y lo estipulado para la venta. En poco tiempo, el piso pasó a manos de esta familia, con todos los trámites que ello conlleva. El dinero obtenido por la venta, se ingresó en el banco, con la condición de que éste banco, fuese haciendo los trámites oportunos para liquidar el resto de la hipoteca. Como sobraría, por ser el total de la venta superior al resto de la hipoteca, se colocó el sobrante en Letras del Tesoro Público, a tres años, que nos dio un buen interés y algo más en la Declaración de Hacienda. ¿Tú tienes hipoteca? ¿La has pagado? Pues, entonces, sabrás lo que se siente, al estar ‘libre de cargas’. Sí, es algo más que al perro que le quitan pulgas. No se llega a tanto, pero, si dan ganas de salir corriendo como las niñas de la serie de televisión ‘La Casa de la Pradera’. Y más aún, cuando te llaman desde el banco para poder retirar las escrituras de fin de hipoteca y leer ...”libre de cargas”... Bueno; ahora es el año 2003; el tiempo lo pasamos, entre el piso de Alcalá y la parcela de la Asociación en Daganzo, aprovechando todos los fines de semanas y días festivos. Pero, como ya nos está ocurriendo, los hijos no aparecen por esta Asociación y es motivo de reproches de Librada, que cree que por estar en esta parcela, los hijos nos van olvidando. 366 También, ocurre, que esta Asociación se está deteriorando mucho, en cuanto a la convivencia, porque el respeto a las ordenanzas no se cumple, los silencios no se cumplen, por los continuos paseos de los jóvenes en sus ‘locos cacharros’ (motos ruidosas); la calidad de los servicios y prestaciones, no se corresponden con los gastos de las cuotas mensuales; por la baja calidad personal de sus socios, que da la sensación de que les da igual dos que cuatro; por las protestas de Librada y por la disparatada comparación con la estancia en la parcela y la estancia en el nuevo piso. A esto se le une, que ya cada vez más, a los amigos Luis y Vicente, les ocurre lo mismo que a nosotros y al ver que nosotros decidimos colocar el cartel de venta, ellos deciden secundarnos en la misma idea y colocan sendos carteles, en sus parcelas. Y es Vicente, el que primero que se va apartando de venir con más frecuencia y luego Luis, también va espaciando las venidas a su parcela y alargando los tiempos de ausencias. Esto es producido, creo yo, por Vicente, que se ha comprado un chalet, en La Garena, en Alcalá y Luis, que se ha comprado un piso nuevo en Coslada. Ambas viviendas son muy confortables y se han volcado en dejarlas con buen ambiente de lujo y confort, que comparadas con las de Daganzo, dan la razón para ir olvidándose de sus usos. Es a Vicente, a quien le compran antes la parcela de Daganzo y a buen precio. Pronto se la compran a Luis y nos quedamos privados de sus visitas y compañías. A nosotros nos visitan varios compradores; pero, es a varios meses de diferencia, cuando unos jóvenes, aceptan la cantidad fijada en el precio de venta y realizamos la operación de tramitación de cambio de titularidad de socio. Y por ese precio acordado, entregamos todo tal y como está, incluido el viejo televisor, menos los efectos 367 personales, los cubiertos y la vajilla, se quedó hasta la antena de comunicaciones. Después de 13 años de convivencia en esa Asociación, nos vamos sin mucha pena, tan sólo recordando los buenos momentos pasados. Fuimos despidiéndonos de los vecinos más cercanos y amistosos y salimos con la intención de no volver. Hemos de reconocer, que esta es otra etapa de nuestras vidas, que ha pasado al lugar de los olvidos. Del que nos debemos de desembarazar, o quedaremos embarazados por tiempo indefinido. Jonás se montó el gran teatro de la vida, en compañía de su novia Bea y quiso continuar introduciéndose en los recovecos de los problemas de los contratos, de las letras bancarias, de las hipotecas, de los planos, de los planes, etc. Antes nos invitaron, a Librada y a mí, para acompañarles a ver varios pisos en ventas, por varias zonas de Alcalá y de Torrejón. Pero, a mí me da la idea, que ya estaba decidido, que sería uno que había sido visto por ellos. Creo que todo, en la pareja, marchaba con normalidad; pero, algo alteró la armonía, que trastocó esa relación sentimental y se separaron, manteniendo los acuerdos económicos sobre el piso que estaba en compra. Éste acuerdo final estuvo, en que tendrían que permanecer ligados, en éste asunto, porque las disposiciones de la constructora y el banco no daban facilidades para la anulación de los contratos, tendrían que estar unidos a ellos hasta la escritura de propiedad. Y entonces, se podría poner a la venta. Para ello se solicitó la intervención de la conocida agencia de compraventa de pisos, para hallar un comprador. 368 Cuando se realizaron los trámites de venta al nuevo comprador y se firmaron las nuevas escrituras, se recibieron los dineros y se hicieron los repartos, con sus ajustes de diferencias, la pareja, quedó definitivamente separada. Para Jonás, esto fue como un divorcio, hasta cambió de carácter, a más huraño. Jonás, continuó en contacto con la familia de Bea. Pero, por parte de ella no quiso, para nada, mantener esa igualdad de contacto con nosotros; creo que ya había cumplido con el objetivo de su propio negocio económico y se retiraba con las ganancias previstas, ya no le hacíamos falta para nada más, (Que la santa de la pata a rastras, le asista en los cálculos para sus gastos y le dure poco) Porque, para mi opinión, la venta de ese piso estuvo mal calculada y se vendió sin las buenas ganancias de estos tiempos y más aún, sin el buen criterio de favorecer a uno de los dos, que debería ser a Jonás, por tener mejores disposiciones económicas, en ese momento y haberse quedado en posesión del piso, abonándole a ella, la parte correspondiente, que no aceptó. La convivencia conyugal, entre Librada y yo, está entrando en unos momentos muy conflictivos. Porque yo, estoy a todo tiempo, en presencia en el mismo piso y lugar y o estorbo, o no estoy a disposición. Porque al no tener, ella, contactos con sus amistades y antiguas vecinas de Ciudad 70, ha perdido los momentos de expansión y recreo, en los talleres de manualidades y encuentros callejeros. Porque al no tener ya los contactos con los antiguos amigos y compañeros de JOTSA, no hacemos los viajes y excursiones, ni las cenas, ni las reuniones. 369 Porque ya no tenemos la posibilidad de desplazarnos a Daganzo, a la Asociación, para tener aquellos momentos de esparcimiento y charlas. Porque tampoco son ya tan frecuentes los encuentros con los amigos Vicente y Luis y sus esposas y echamos de menos esas reuniones tan amenas (y tan empalagosas, por las tartas) Porque los hijos no nos acompañan, salvo en pocas ocasiones. Porque no hacemos ni un pequeño viaje de placer. Porque hace mucho tiempo, quizá lustros, que no tenemos tiempos de vacaciones. Porque ya cualquier cosa nos molesta y es motivo de discusión o reproche, más de ella, que de mi parte (yo más lo pienso, que lo digo) Porque ya nuestra unión verdaderamente está, no fría, sino helada. Porque ya no tenemos ni humor para hacer ‘el amor’. Porque ya pasamos demasiado tiempo delante de la televisión, sin hablar. Porque ella, lo verdaderamente útil que realiza, es el resultado de los trabajos de casa. Porque ya, lo único útil que estoy haciendo, es la escritura de estos folios o una pintura al óleo. En fin, son tantos los porque, que podría seguir relatando algunos más. ”No obstante lo que le pase a los hombres... el mundo está bien hecho, sin embargo.” (Robinson Jeffers) Son pocas las veces que nos encontramos con los antiguos vecinos de Coslada, hemos recibido en éste piso de Alcalá a uno de los matrimonios, que prometieron visitarnos 370 (Ignacio y Blanqui) A otros, los hemos visto cuando nosotros hacemos visitas al dentista, el conocido del barrio, o fuimos a retirar la correspondencia, que aún se recibió en ese domicilio. También, hemos hecho algunas visitas, pero las peores han sido por los fallecimientos de dos vecinos del antiguo bloque nº 83 y por las misas de difuntos. Por teléfono, si hemos tenido algunas comunicaciones y felicitaciones navideñas, pero nada más, nos vamos difuminando en el espacio de los días. Por parte de Luis y Julita, ya el año pasado, no nos llamaron para ir a ver el programa de los fuegos de la Feria de Mejorada del Campo y éste año, tampoco nos han avisado para asistir a los de las Fiestas de Coslada. Es cosa lógica y natural entre dos familias que disponen de distinta vivienda, distinto barrio, distinto pueblo y distintos quehaceres. En cuanto a Vicente y a Isabel, se puede decir que la relación está en suspenso, o algo parecido, o puede que si, o puede que no. O sea, que estamos en las mismas condiciones que con el resto de antiguos vecinos. Bueno; lo cierto es que por mi parte, no hago por utilizar el teléfono para comunicarme con ellos. Yo, también soy un puñetero olvidadizo. Y así van pasando los días, que me acuerdo y no es ocasión y cuando es ocasión, no me acuerdo. Vamos; un lío en espiral, de movimiento permanente. Ahora hay que recordar que mi hermana Loli y Bernardino, se casaron el 21/06/1953 en Madrid. En éste año de 2003, hace 50 años de aquel evento; esto es, ‘Las Bodas de Oros’ (que barbaridad, que mayores son y yo también) 371 Para celebrarlo, invitaron a familiares y amigos a una comida en un restaurante que hay en el recinto del aeródromo de Cuatro Vientos y allá acudimos en tropel. Desde Logroño vino Javier, sobrino de Bernardino, con su esposa y su hija. Desde Toledo vino Amparito y Almudena, cuñada y sobrina de Bernardino, con su esposo y su hijo. Desde Málaga vino mi hermano Juan y su mujer Isabel; también mi sobrino Pepe y su mujer Mari. Claro está asistieron los hijos de ‘los novios’, Ana con Richard, Sandra y Diego, Ricardo con Nieves, Andrea y Lucía. Nosotros fuimos Librada, Susana, Jonás y yo. Pablo no asistió, excusándose de no estar en condiciones optimas, por los malos momentos por los que pasaba, con lo del divorcio. También asistieron unos viejos compañeros y amigos de Bernardino y unos antiguos vecinos, del bloque de pisos donde viven. Creo que éramos 30, los reunidos. A los postres y después de los brindis, se efectuaron varios regalos a ‘los novios’, uno muy especial fue un cuadro enmarcado, de una caricatura sobre la vieja fotografía de ‘los novios’ en su primera boda, causó gran alboroto y aplausos. Después, pasamos todos a la terraza exterior, para tomar otras bebidas y sumarnos a los danzantes, en la pista de baile amenizada por una pequeña orquesta, ofrecida por la dirección del restaurante. Allí pasamos unas horas de charlas entre los amigos y familiares. En orden de cercanía en el tiempo, que hacía que nos veíamos, estaban mis sobrinos Ana y Ricardo, luego los vecinos de mi hermana y Bernardino, después los antiguos compañeros de Bernardino, a Javier, Almudena y Amparito, a mi sobrino Pepe y por último, más alejado en el tiempo de no vernos a mi hermano Juan y a su mujer Isabel. Por la distancia de los años de desencuentro, yo a ellos (a Isabel y a Juan), los noté 372 más envejecidos, más a Juan que a Isabel. Juan, tenía demasiado volumen o peso. Isabel, no estaba muy cambiada, si se le notaban los años pasados, aunque se le reconocía casi como antes. Pero, parece ser que el choque, que mi visión les produjo, (más a Juan que a Isabel) fue superior, no le dejó retener una exclamación de sorpresa, por lo envejecido que me encontraron, o que suponía que no debía de estar, pues, mi hermano comentó en voz alta: ---¡La madre del cordero!... Nos abrazamos sin reprocharnos los tiempos de ausencias o contactos, luego nos preguntamos por el estado general de nosotros mismos y después nos contamos de cómo estaban nuestros hijos y de cómo les iba, en esta vida de contratiempos. Pasadas unas horas en esta compañía, se fueron marchando los amigos y vecinos. Mis hijos, se tenían que marchar, pues tenían unas citas acordadas; entonces quedamos en que se llevarían mi coche, y algunos de los familiares nos trasladarían hasta Alcalá. Luego se marcharon Javier y Almudena. Entre todos, nos intercambiamos saludos, abrazos, comentarios diversos, promesas de llamadas, todas esas cosas de la rutina de las despedidas. Quedamos ‘los novios’, hijos, nietos, hermanos y sobrinos y se decidió pasar otro rato, en otro lugar y tomar las penúltimas copas. Marchamos en varios coches a una terraza restaurante al aire libre; pues, el tiempo era muy agradable. No estuve muy acertado, en consentir que nos reuniésemos en ese último restaurante; y es que debí haberles ofrecido mi casa y mi terraza, para de esta forma, primero, hubiésemos estado más cómodos y segundo, cómo sólo mi hermana y Bernardino conocen mi casa, los demás la hubiesen visto y disfrutado de la estancia de una noche de verano en esta terraza. En fin, que perdí esa ocasión para darles nuestra hospitalidad y 373 ser unos buenos anfitriones, porque al día siguiente, se marcharían los familiares que viven en Málaga. Ya cumplidos los 63 años, quise iniciar los trámites para mi jubilación, tal como me había aconsejado la funcionaria que me atendió en las oficinas de la Seguridad Social. Para esto, yo ya tenía realizado unos cálculos, sobre la cantidad que tendría que cobrar por la pensión de jubilación, en consideración de las cotizaciones, durante mi vida laboral y según me había explicado la mencionada funcionaria. Mi cálculo sería de forma aproximada, pues, es sabido que por una parte, yo no tengo todos los datos exactos y tampoco sé verdaderamente, los que se manejan en la central de datos de la Seguridad Social. Pero, vamos; que sólo me equivoqué en 3 euros, en exceso. Desde que Don Luis Mesoneros Romano, me indicó la falta, con que yo manejaba los documentos, mis archivos han estado siempre, o casi siempre, revisados al día, en el espacio de cinco años anteriores al actual año en curso. Por esto, las nóminas que me harían falta para este cálculo, estaban dispuestas y a mano. De esta forma, se puede ver desde el comienzo de mi archivo académico en la Institución de Formación Profesional de Málaga (en el año 1953), hasta la terminación (en el año 1960) y continuando con mi vida laboral, en la empresa Talleres Alvarado, luego del servicio militar obligatorio, el reingreso en Talleres Alvarado, más tarde en la empresa E. TERCA y de mi traslado a Madrid, el ingreso y finiquitación en Construcciones JOTSA, de la estancia en la Escuela Taller (como Monitor de Electricidad) y 374 finalmente, los tiempos en el ‘paro laboral’ (ya en el año 2003) Fíjate, que todo éste bloque de palabras, comprende un total de 50 años y se sobre entiende que faltan 13 años más de mi niñez. Da el total de 63 años, que en estos momentos tengo y veremos cuantos tendré, cuando ponga punto y final a esta narración (que no la estoy haciendo muy rápida) El 13 de mayo..., (esto me recuerda cierta musiquilla, de cuando en mi niñez se hacían las ‘novenas’ a la Virgen de Fátima, en la Iglesia de La Trinidad, en Málaga)... de 2003, entrego en las oficinas de la Seguridad Social, la solicitud para la jubilación. En 30 días recibo la RESOLUCIÓN afirmativa de la JUBILACIÓN definitiva, ya soy PENSIONISTA y por concordancia familiar, Librada también. El primer pago (parcial) de la PENSIÓN, la recibo el 30/05/2003 El día 02/06/2003 recibo la Tarjeta Sanitaria de Pensionista. A la semana siguiente, desde la central de datos del INEM, me envían la notificación de la liquidación por terminación de prestación debido a la jubilación y la cantidad retenida, en el principio de la prestación. Con éste trámite, ya sólo queda estar atento a los ingresos periódicos, de la prestación por jubilación. Todo no va a ser ‘jubileos’, el día 09/06/2003 recibo la copia de la sentencia final del Tribunal Superior de lo Social, (que me envía mi abogado), en la que además de poder leer la ‘negativa’ de ese Tribunal, en referencia a la apelación por las injustas retribuciones, en los pérfidos despidos, que realizó la directiva de Construcciones JOTSA, me explica que sería algo improcedente, arriesgarse a presentar otro amparo judicial, porque en el caso (ya en alta consideración de 375 pérdida), de ser rechazada de nuevo, los gastos se elevarían, por no estar sujeta a bonificaciones y resultarían ser bastante altas. Teniendo en cuenta, también, que muchos compañeros ya tenían confirmadas sus renuncias, es por tanto, que yo me sumaba a la opinión de zanjar esta desgraciada y larga cuestión y dar todo por perdido, para eso se lo comenté a mi abogado, por tanto, con ese bufete, también, se finalizó la unión que hasta entonces teníamos. Y es lamentable reconocer, la malicia de algunas personas, situadas en puestos de relevancia política, que se afanan en despreciar la ley vigente, para beneficiar a unos desalmados, consiguiendo estos y quizá, aquellos, amplias ganancias económicas. Todo tiene su comienzo desde el punto en que, con la sentencia primera, la verdaderamente lógica, daba la razón a los alegatos presentados por nuestro abogado, en el primer juicio. Pero, que con las siguientes aportaciones, por parte de la Empresa y con las ayudas de los sindicalistas y más aún con la de los dirigentes laborales del gobierno (del PP), hacen que en ese alto Tribunal, se adopte la sorprendente decisión, de dar por desestimada la opinión del primer Tribunal. Olvidándose la legal ordenanza laboral del Estatuto de los Trabajadores, por la que en despidos colectivos, se establezcan las indemnizaciones legales y por las que realizaran los cálculos efectivos teniendo en consideración los años que el trabajador estuvo en la empresa, sin discriminaciones entre ellos. En mi caso, el saldo total individual recibido el día del finiquito, fue de 6.701.605 Ptas. (son 40.277,46 €) En la primera sentencia de 31/10/2000 se dictaba, la no toma en consideración de nuestro alegato, en el total individual pedido de 19.389.730 Ptas. (serían 116.534,63 €) y se estimaba en el total individual otorgado de 13.846.954 Ptas. (serían 83.221,87 €) Que por la sentencia final, se 376 puede ver que he perdido la recepción de 7.145.349 Ptas. (serían 42.944,42 €), buena cantidad para resolver algunos problemillas. Era a finales del año 2003, cuando Jonás decidió emplear sus ahorros en comprar otro piso. Dijo que era, principalmente, porque le parecía que los dineros conseguidos en la venta de su piso anterior, los tenía que emplear en la compra de otro piso, para evitar que Hacienda, le molestase con indagaciones a consecuencias de haber tenido una Cuenta de Ahorro Vivienda, en la adquisición del anterior piso. Para ello, se dirigió a las oficinas de compra ventas de pisos, en Torrejón de Ardoz; que le ofertaron un piso en una zona nueva, en la confluencia de la avenida de la Constitución y la avenida de la Fronteras, denominada Corazón de Ardoz II. El piso es un ático, en planta 5ª, sin terraza y con dos dormitorios, un baño, terraza tendedero, cocina, recibidor de entrada y salón de paso. Éste piso era semi nuevo, estaba habitado hacía pocos meses, por un joven matrimonio, que estaban disponiendo su marcha a Barcelona. La oferta de tasación sobre pasaba la tercera decena de millones, en pesetas. La zona construida es un polígono de seis bloques espaciosos, construidos en fases, en donde se han creado cuatro calles nuevas. Está situado entre el Polígono Industrial de Torrejón y la Estación de autobuses. Son unos bloques cuadrangulares, con los espacios interiores abiertos y destinados a las piscinas y zonas de juegos infantiles. Los pisos están distribuidos de forma que los hay de vistas al interior, a donde las piscinas y los hay con vistas a las calles exteriores. Los hay en planta baja, 377 elevadas sobre el nivel de calle y los hay en hasta la sexta planta o áticos. Cada piso tiene dispuesto en los sótanos un aparcamiento numerado. La construcción es atractiva y moderna; pero a mí no me gusta que se haya empleado, para los tabiques separadores de las habitaciones, paneles de preformados de yeso; tan sólo en las terrazas tendederos, escaleras y ascensores, se han empleado tabiquerías de ladrillos. Éste piso está hipotecado a favor de Caja Navarra, a donde se dirigió Jonás, para consultar los trámites necesarios, para la compra y la subrogación a esa hipoteca. La contestación obtenida de esa entidad bancaria, era que o tendría que aportar el acompañamiento legal de un avalista, o hacer la aportación monetaria, para nivelar las exigencias de garantías. Entonces, recurrió a donde por entonces podía recurrir, a sus padres. Pero, mucho es el cariño maternal, más, de avalar nada de nada; Librada, está estigmatizada por las desagradables consecuencias de las manipulaciones de Sonia. Jonás, se vio en la tesitura de hacer una ‘amenaza’, que sería en que sino le apoyábamos con un aval, o un préstamo de 23.500 euros, se marchaba de casa, para mudarse a un piso en alquiler. Aunque la cantidad es algo elevada, a Librada, le vino mejor cederle ese dinero, que pasar por un aval. Se acordó en que iría devolviendo, en cómodos plazos, porque consideramos que nuestro patrimonio es de reparto equitativo, en caso de herencia. Y gracias a éste aporte, Jonás, consiguió firmar las escrituras. En principio, la opinión de Jonás era que ese piso, lo tendría para dejarlo sin uso continuado, pero, ha ido empleando los ahorros en compras de enseres y mobiliarios y al día de hoy ya está casi completo. De esta forma, para el año 2005 ya lo tiene como vivienda habitual. 378 Como ya se le ha pasado los pesares de la separación de Bea, ha vuelto a tener pareja; se podría decir que pareja estable, pero, corren unos tiempos raros y algo complejos, para definir estas uniones sentimentales; así que prefiero dejarlo en esta simple explicación . Es una chica maja, (así será, hasta que esta unión dure), algo más joven que él y buena habladora, su nombre es Elena (sí, cómo la de Troya), tiene titulación académica de Filología Inglesa. A mí, sólo me ha permitido hacer unos cambios de instalaciones eléctricas y a un cambio de mobiliario en el lavabo del baño, el resto de reformas lo ha hecho, por su cuenta y gusto. Está quedándole un piso, aunque pequeño, bastante chulo. Por esta casa de Alcalá, ya sólo aparece en día de labor, a las horas de comer y para hacer un poco de reposo, o para retirar, o colocar algo que le hace falta; ya no duerme en la cama de su dormitorio. Pablo, después de perder el puesto de trabajo en JOTSA, tuvo un lapso de tiempo, en conseguir ser de nuevo empleado o trabajador. Craso error, que yo me encargué de recalcarle y que él se encargó de despreciar. Que una vez, pasado el tiempo de la boda, se propuso remediar consiguiendo ingresar en una empresa de instalaciones eléctricas, en obras y reformas. Esta empresa, según me contó, dejó de funcionar y volvió a pasar largo tiempo en ‘paro’. Estos tiempos de parada laboral, él las justifica en que por alguna razón u otra, le viene bien en dejar pasar el tiempo, para hacer esto o aquello. Creo que en algún momento, lo va ha resentir, pues, aún es joven para despreciar las ofertas que les ofrecen, no por tener titulación, sino por tener los conocimientos adecuados en el oficio de electricista y es más, yo creo, que con poca ayuda puede trabajar en cualquier otro oficio. También creo, que estos tiempos de parada laboral, algo largas, 379 las causa su temperamento, o más bien entendido, su falta de ánimo emprendedor, o de valentía de arranque, en situaciones nuevas o desconocidas; esta falta, o tal vez, impedimento psíquico de su personalidad, debería corregirlo, para su mejor comportamiento, en esta fea y abusiva sociedad, en la que nos ha tocado vivir. No obstante, ojalá, tenga más suerte en los próximos trabajos para lucimiento de su inteligencia. Comenzando en el trabajo que nos ha comunicado, ahora tiene, para hacer las instalaciones eléctricas de unos cuantos chalet. Como ya te he dicho en alguna parte de esta narración, Pablo, por su amarga experiencia matrimonial, ha tenido que desmontar el piso que tenía montado, como vivienda conyugal y mal venderlo, para que su desagradable esposa, pudiese tener las ganancias, según yo creo, ya calculadas. Y como te dije, gracias a su hermano Jonás, Pablo pudo refugiarse en el piso, que ha usado durante algo así como un año. Ha conseguido emplear sus mermados ahorros, en la compra de un pequeño piso en el pueblo de Meco. El piso está ubicado en un bloque de nueva construcción, en una calle en la zona céntrica del pueblo. Es uno de los cuatro pisos de la planta baja. Tiene una distribución simple, pues consta de un recibidor, desde donde se accede al baño y al salón y desde aquí, se tiene acceso a la cocina, al dormitorio único y a un patio de uso exclusivo; desde la cocina se dispone de una pequeña terraza tendedero. Aunque el salón es relativamente grande, ha usado unos mueble, para mi entender, algo voluminosos; ha distribuido, sobre las cuatro paredes, varias estanterías de tamaños y usos diversos y una gran pecera (la que disponía en el piso anterior de Coslada); en el centro de la estancia, ha dispuesto un sofá de rincón y una mesa de comedor, junto a la salida hacia el patio, hay una mesa para el 380 equipo de ordenador. Ha quedado el sitio mínimo para el paso y recorrido de una persona. Los mueble son un tono de color oscuro. Pero; por si esto fuera poco, las estanterías están sobre cargadas, por todas la serie de muñecotes de ‘La Guerra de las Galaxias’. Es como el museo de cera, pero, en miniatura. No obstante; si él está conforme, pues de acuerdo. Durante la estancia de Pablo, en el piso de Jonás, tuvo la ocasión de conocer a una amiga de Elena, la compañera de Jonás. Con la que acordaron harían las salidas de esparcimiento y recreo y en compañía de Elena y Jonás. A tal punto llegaron estas salidas, que ya son salidas y entradas. Total, que han formado pareja estable y ella se ha ido a vivir en el piso de Meco, en compañía de Pablo. Su nombre es Laura; es, a mi entender, una chica excelente y por lo que nos cuenta Pablo, una buena mujer... (pero, insisto, como en el caso anterior), será de esa forma hasta que esté unida a Pablo; luego, ya veremos, ‘hermano’. Tiene habilidad en varios oficios, como dibujo, fotografía, diseño. Lo mejor de todo esto, es que Pablo está contento con estar junto a ella. Y digo, como Librada: --- De ser así, bien podía haber conocido antes a esta chica. Caso extraño: desde el primer momento, en que Librada conoció a Laura, la ha aceptado de buen grado, tal vez por la presencia de serenidad que imparte, o por los comentarios favorables de Pablo; que sé yo. Lo cierto es que, para ella, no ha utilizado ninguna frase típica de ‘suegra’. Como siempre ocurre en nuestro entorno, no todo van ha ser flores. Digo esto, porque por alguna razón inexplicable, en los últimos tiempos de estancia de Pablo en el piso de Jonás, las relaciones de amistad entre Elena y Laura, no eran lo fluidas que hasta entonces eran y por consiguiente, entre Elena y Pablo, resultó 381 unos momentos de tirantez y discusiones, propias de, como yo digo, de cuñados. El resultado, digo mejor, el mal resultado de todo esto es que, debido a esos malos modos de comportamientos, la relación entre Pablo y Jonás, ha terminado algo dañadas, cosa que su madre y yo, lamentamos. Y cómo ya me cuentan, las salidas en compañía de las dos parejas, ya no se realizan. Más acentuadas ahora que, como dice el dicho: ‘Cada pareja está en su olivo’. Y según parece, estas desagradables situaciones, no tienen buen modo de ser resueltas, tendrán que poner algo más de cordura y de amor fraternal, para que esto tenga una buena continuación y un mejor final. Quisiera yo, que cuando tengáis ocasión de leer todo este ‘emplasto’ de palabras, hagáis, los cuatro, sendos actos de constricción y volváis a los cauces normales de una buena amistad y concordancia, que es de bien nacidos, hacer el bien en esta vida (...amigo Sancho) De antemano: --- Gracias; queridos; y un beso para cada uno. Susana, en éste año de 2005 acuciada por los ejemplos de sus dos hermanos, o por las amistades, o por los años que van pasando, o por las ganas de probar que se siente, cuando uno se enreda en el ‘mare mágnum’ de las letras bancarias y las aportaciones para rebajar las cantidades de una hipoteca, se ha metido en el mal vicio, de iniciar la compra de un piso en construcción. Éste piso, se está construyendo en el pueblo de Meco, cerca de donde tiene el piso, su hermano Pablo, a unos 100 metros, en una calle contigua. Ninguno sabía de esta cercanía, hasta que han ido a verificar la situación de los pisos. 382 Éste piso, según los planos, es un tipo duplex, consta en la primera planta de un salón de paso, en donde se configura la cocina y desde aquí, se accede a un dormitorio y a un baño, posee dos ventanales, uno a modo de balcón; luego se asciende a la parte alta que consta de un baño y una amplia estancia y un dormitorio; esta zona tiene el techo inclinado y con dos ventanales a modo de buhardilla. Además, posee trastero y garaje en el sótano. Ha iniciado la compra con la presentación, para ello, de su única garantía; pero, con el acuerdo particular de las aportaciones monetarias de Oscar, su novio. Éste acuerdo, según me cuenta Susana, además tiene la particularidad, de que en caso de separación sentimental, ella le tendrá que devolver el montante económico, correspondiente a sus aportaciones entregadas. Yo he comentado, que en caso de que esta supuesta separación de la pareja, se ocasionara antes del uso y usufructo en conjunto, se declara lógico. Pero, que si esa supuesta separación, se ocasionara después de tener cierto tiempo de uso en común, la devolución no debería ser al completo, sino con un descuento en compensación de uso o pensión. No obstante, estos problemas económicos, se han de dilucidar en buena armonía o con la ayuda y consejo de un abogado. Éste caso, no es el único y ya habrá jurisprudencia para tomar ejemplo. También, hay que tener en cuenta, que esta pareja de Susana y Oscar, ya llevan unos 14 años de unión y... (si, puede ocurrir) pero, no se espera que se llegue a producir estos desencuentros, de calidad desagradables. Pero, vamos a esperar, porque hasta dentro de unos meses, no se harán las entregas de esos pisos y queda todavía, dilucidar lo de la hipoteca correspondiente, que no es ‘peccata minuta’. Así, que mantengamos los dedo cruzados, comenzando con el ‘Paternóster’... 383 En éste verano de 2005, Pablo ha estado unos días de vacaciones en la provincia de Málaga, concretamente, en Torre del Mar. Parece que a Pablo le atrae el pueblo donde nació su abuelo, mi padre (‘el Moreno’). Ha estado en compañía de Laura y cuando han vuelto, nos han visitado y han traído unas buenas fotografías, realizadas por ella. Entre estas fotos, está una, en la que se puede comprobar de cómo ha pasado el tiempo y de cómo Pablo ha cambiado, porque la estatua de ‘Platero’, que está en el Parque de Málaga, no ha podido cambiar ya que es de bronce. También, Jonás y Elena se han marchado de vacaciones a la provincia de Huelva, a Tarifa, para hacer prácticas de navegación a vela con tabla, (esto, el que quiera, que lo traduzca al inglés) También nos han visitado, pero, antes de marchar, para dejarnos el encargo de cuidar de un pájaro enjaulado, (una ‘Carolina’) Es un pajarraco muy simpático y agradable. Cómo yo digo: --- Ya que no tenemos nietos... pues, nos traen otros animales. Ya en otras ocasiones, Pablo nos hizo otros de estos encargos. La primera vez, tuvimos la mala suerte de que el gato al que cuidábamos estaba pachucho y luego se nos murió; fue desagradable, pero, lo hacemos con gusto y de todas formas, cómo Librada y yo, ya no tenemos el placer de organizar nuestras propias vacaciones, pues estamos disponibles, para estos menesteres. Por otra parte, cómo unos vecinos, que tienen niños pequeños, algunas veces nos traen a casa, a uno de ellos para que en unas horas les cuidemos, mientras ellos salen a efectuar unos asuntos. En cierta ocasión, nos ha propuesto Carmen, que así se llama la madre, de que nos 384 encargásemos del cuidado de sus hijos, mientras el matrimonio está en el trabajo; pero, yo le dije que no era correcto, en apoyo a que Librada le fuese a decir que sí; pero, Librada ya estaba a la defensiva y también estuvo de acuerdo en negar esa responsabilidad. Hoy (08 de noviembre de 2005), cuando ya tenía acabada esta hoja, recibimos una llamada telefónica desde Málaga, para comunicarnos que Eva, la hija de Joaquín , el hermano de Librada, ha tenido un hijo (José Daniel), por lo tanto la familia, en la rama de los Sánchez - Rivas, tiene un miembro más. Será un ‘Escorpio’, con Ascendente en Tauro; que le pronostica que será una buena persona, si no me lo malea, esta juventud moderna, que cada vez tira más a cafre, dicho por su segunda acepción... ¿Qué? Pues; búscalo en un diccionario. Bueno; y estro es todo, amigo... (caramba; me recuerda a cierto conejo de dibujos animados) Pero, sí; hasta aquí vamos a dejar éste relato compilado y con pocos detalles, que sería bueno de editar, si yo fuese alguien de importancia en éste país, o fuese un indigno ‘famosillo’... Y, queda de usted, suyo, afectísimo servidor... (Posdata).- Si más adelante, considero abrir capítulo, así lo haré. “Sigamos al Destino a donde quiera que nos lleve.” (Virgilio) 385 386 387 388 389