DOS NUEVOS SANTOS, DOS FAROS LUMINOSOS PARA NUESTRO MUNDO Comunicado de prensa. Abril 27 de 2014. El Papa Francisco canonizó esta mañana a dos grandes Papas: Juan XXIII y Juan Pablo II; desde hoy nos dirigimos a ellos como santos. ¿Qué significa canonizar a un creyente?, ¿Tiene algún sentido hoy?. El proceso que sigue la Iglesia en la canonización es minucioso y ordinariamente largo; se investiga con rigor la vida de quien se le presenta como candidato para constatar si vivió las virtudes cristianas y humanas de manera heroica; éste es el criterio determinante en el proceso y no los milagros popularmente atribuidos. Significa que el santo, por sus virtudes, puede ser modelo y guía de vida cristiana y de vida humana, que tiene una cercanía con Dios. Por eso los santos trascienden el lugar donde vivieron, su tiempo y cultura; trascienden a la misma Iglesia proyectándose como verdaderos héroes por su calidad humana y espiritual. Toda persona, creyentes y no creyentes, podemos aprender de los santos algo concreto para nuestra vida, más si vivieron situaciones o servicios parecidos a nosotros, constataremos su atracción y guía cercana; de allí la importancia de acercarnos a ellos y conocer su vida. El Papa Juan XXIII supo leer y escuchar a Dios en los signos de su tiempo; entendió que la Iglesia necesitaba mirarse frente al Evangelio para limpiar todo lo que se le había pegado en el camino de los siglos y renovarse a fondo hasta mostrar el rostro atrayente de Jesucristo; comprendió además que la Iglesia tenía que acercarse y dialogar con el mundo que ya había cambiado de manera acelerada drástica. Estaba convencido que solo así podía ser fiel a su misión de proclamar el Evangelio. El Papa Bueno Nació y creció en una región de cultura abierta; realizó su servicio diplomático en países difíciles: en Turquía país musulmán, en Bulgaria griego ortodoxo y en Francia país agresivamente secularizado; de allí su apertura y llamado urgente a una renovación profunda en la Iglesia. Sorprendió su elección por su edad, pero más sorprendió al convocar el Concilio Vaticano II. El Papa Juan Pablo II nos mostró con su vida que la Iglesia está llamada a llevar el Evangelio a todos los países del mundo; no solo salió físicamente sino que fue al encuentro de diferentes culturas, lenguas, religiones y Estados; se hizo cercano a todos llevando la Buena Noticia como peregrino y misionero de Jesucristo. Juan Pablo II también proclamó con fuerza y claridad el valor de la dignidad humana: toda persona, por el solo hecho de ser persona, vale más que por sus bienes, cargo o fama que posea. Esta dignidad la tiene desde su concepción hasta el final natural de su vida. Desde Jesucristo, el Papa Peregrino se dedicó a propagar y a defender la dignidad y derechos de toda persona; de allí la aceptación e influencia aún en no católicos y en no creyentes, de allí su influencia en la caída del muro de Berlín y del comunismo como ideología, el establecimiento de relaciones institucionales del Vaticano con varios Estados como el de México. En esta tarea no faltaron los sufrimientos tanto al interior de la Iglesia como al exterior; allí está el atentado que desde los primeros años marcó su pontificado, allí está su larga enfermedad. El Papa Juan Pablo II nació y vivió en Polonia, un país históricamente sometido y empobrecido a propósito tanto en economía, educación y cultura en favor de los imperios que lo rodearon pero, por la resistencia de sus habitantes, nunca fue vencido. Así entendemos su fina sensibilidad, su fortaleza ante el sufrimiento y tenacidad que en su larga enfermedad lo llevó a pedir que "no lo bajaran de la cruz". Por la manera concreta como siguieron a Jesucristo, los dos nuevos santos son modelos y guías seguros de vida cristiana, de vida humana por su extraordinaria sensibilidad y calidad; dos faros luminosos que nos abrieron perspectivas y pusieron a caminar a toda la Iglesia. Cuánto necesitamos aprender en Oaxaca de los dos nuevos santos: ser abiertos y no cerrarnos, ir al encuentro y dialogar aún con los que piensan y viven diferente; siempre con la oración y testimonio por delante, con paciencia, humildad y tenacidad. San Juan XXIII Y San Juan Pablo II pueden ser buen espejo para políticos, líderes sociales, organizaciones no gubernamentales y defensores de derechos humanos. Invocamos con fe a los nuevos santos e imploramos su intercesión por la reconciliación social y la paz de Oaxaca. Con mi saludo y bendición para todos. + José Luis Chávez Botello Arzobispo de Antequera Oaxaca