Weinberg, Bennett Alan y Bonnie K. Bealer. 2012. El mundo de la cafeína. La ciencia y la cultura en torno a la droga más popular del mundo. Trad. de Mario Zamudio. 534 pp., Coleción Tezontle. FCE, México. Fedro Carlos Guillén H ay cosas en la vida que damos por hechas sin que medie explicación alguna. Pensemos en Waterloo, por ejemplo; habría que tener una forma benigna de retardo mental para no saber que en ese preciso lugar fue derrotado Napoleón por Wellington. El dato se ha repetido desde la noche de los tiempos y, sin embargo, prácticamente nadie sabe que este campo de batalla se encuentra en Bélgica. Con muchas otras cosas pasa lo mismo: el fax o un clip, entre otros muchos objetos, forman parte de nuestra vida cotidiana sin que reflexionemos de manera alguna sobre su origen y evolución. El libro que hoy reseñamos sigue este patrón; en efecto, El mundo de la cafeína, escrito por Bennett Allan Weinberg y Bonnie A. Bealer, es un erudito y fascinante tratado sobre la droga más consumida del mundo. México es, desgraciadamente, el primer país consumidor de refrescos de cola con 163 litros por persona al año en promedio. Y el consumo de café se incrementó entre el año 2010 y 2011 en 13%, lo que hace particularmente pertinente este texto en nuestro país. Existe Investigación ambiental 6 (1) • 2014 Sección: Reseñas Sección: Reseñas Café con aroma una transición ligeramente oligofrénica desde los tiempos en que Ruiz Cortines se tomaba su cafecito en la Parroquia hasta las franquicias actuales, en las que se hace necesario un manual con la complejidad de un acelerador de protones para poder pedir un café cuyo nombre tiene la extensión del alfabeto cirílico. De cualquier modo, las nuevas generaciones se han formado en una saludable cultura de información sobre los productos que consumen, y con el tema de la cafeína teníamos un saldo pendiente que la obra que reseñamos satisface de manera enciclopédica. Son tiempos de vetos múltiples, quizá el más conspicuo es el de las drogas siguiendo un criterio probablemente moral en el que el libre albedrío pasa a segundo término. El consumo ilegal de drogas dista mucho de ser un problema de salud pública como sí lo es el consumo legal de alcohol y tabaco. Algunos países, como Portugal, se han decidido a legalizar las drogas con resultados de descenso en el consumo debido a los programas preventivos implementados. La cafeína es un caso único ya que estamos hablando de una droga psicoactiva y altamente adictiva que no sólo es legal, sino que se consume indiscriminadamente en diferentes presentaciones sin receta alguna y por todos los grupos de población que se orientan por el consumo de té, café, chocolate o bebidas de cola, que son las principales sustancias que aportan cafeína. El mundo de la cafeína es un libro difícilmente clasificable debido al variado mosaico de los temas que aborda. Podría ser perfectamente un texto de historia, de biología, médico o sociológico. El volumen, de 534 páginas, por cierto, en una cuidadosa edición y profusamente ilustrado se divide en cinco partes, que su vez se subdividen en numerosos capítulos, apéndices e índices, y se complementa con un impresionante recuento bibliográfico. La primera parte nos habla sobre los orígenes árabes del café, el nacimiento asiático del té y el cacao como una aportación americana. De cuando en cuando presenta citas interesantes como la que reproducimos a continuación y en la que se puede advertir lo poco que cambian algunas cosas con el tiempo: 41 Investigación ambiental 6 (1) • 2014 Los turcos tienen una bebida llamada café (pues no beben vino) nombrada así por una baya tan negra como el hollín, muy amarga (como esa bebida negra que usaban los lacedemonios, quizá la misma), que todavía beben a sorbos y apuran tan caliente como pueden soportar; pasan mucho tiempo en esas casas de café. Que se parecen un poco a nuestras cervecerías o tabernas, y se sientan ahí a charlar y beber para pasar el tiempo y alegrarse juntos, porque saben por experiencia que esa clase de bebida así empleada ayuda a la digestión y procura presteza. Robert Burton. 1632. Medicines, Anatomy of Melancholy Durante siglos los seres humanos pudieron advertir los efectos estimulantes de bebidas como el té el café y el cacao; de hecho, en algunas culturas fueron prohibidas y perseguidas. Sin embargo, nada se sabía del principio activo que provocaba esas respuestas. Esta situación se modificó en Alemania a principios del siglo XIX, gracias a uno de sus más grandes pensadores y a través de una historia fascinante. Una persona razonablemente informada sabe que el alemán Wolfgang von Goethe fue uno de los más extraordinarios poetas, novelistas y dramaturgos de todos los tiempos y uno de los padres del romanticismo. Sin embargo, y ésta es una de las aportaciones de nuestro libro, prácticamente todos ignoramos que Goethe era también un científico aficionado que se interesó en la química y la botánica. De hecho, publicó una obra pionera en 1790, el Ensayo para explicar la metamorfosis de las plantas, con la que se convirtió en un precursor de la teoría evolutiva publicada por Darwin en noviembre de 1859. Pues bien, en el año de 1819 Goethe se reunió por primera vez con el joven médico Friedlieb Ferdinand Runge, a instancias del mentor de Runge, que estaba asombrado por los talentos para la investigación de éste. Cuenta la crónica que el joven llegó a casa de Goethe con su gato y le hizo una demostración bizarra sobre la forma en que unas gotas de belladona tenían un efecto dramático en la dilatación de las pupilas del felino. El intelectual alemán como recompensa le obsequió unos granos de café de moca árabe 42 Fedro Carlos Guillén pidiéndole que los analizara. A los pocos meses, en ese mismo año Runge extrajo y purificó exitosamente la cafeína. El libro también nos cuenta acerca de la llegada de Hernán Cortés a México y su descubrimiento del cacao, que fue llevado por él a Europa donde se hizo extensivo su consumo, primero en la realeza y luego en la población en general. Una crónica de la época nos relata los métodos indígenas para consumir chocolate: La manera de beberlo es diversa (…) pero la más ordinaria es calentar mucho el agua y luego verterla hasta llenar a medias la taza que se piensa beber, y poner una tablilla (cucharada de pasta de chocolate endurecida) o dos, o tantas como baste para espesar razonablemente el agua, y luego molerla bien con el molinillo, y cuando está bien molido y espumoso, llenar la tasa con agua caliente y beberlo así a sorbos (habiéndolo endulzado con azúcar) y comerlo con algún confite o pan de arce remojado en chocolate. Thomas Gage. 1648. Nuevo estudio de las Indias Occidentales A mediados del siglo XVI la popularidad del chocolate era tan grande que se volvió un asunto religioso. Es sabido que las buenas conciencias proscriben el placer, y es por ello que el cardenal romano Brancaccio tuvo que ofrecer un dictamen para que se decidiera si el chocolate ofrecía tanto alimento y satisfacción sensual durante el ayuno que resultase indebido. Afortunadamente Brancaccio sentenció: Liquidum non frangir jejunum (Los líquidos no infringen el ayuno) y el asunto quedó zanjado. El libros da cuenta del edicto por medio del cual el rey Carlos II de Inglaterra prohíbe en 1675 las casas de café debido a que los consideraba sitios en los que los sediciosos conspiraban en su contra. Paradójicamente, su esposa, la joven princesa Carolina de Braganza, fue la que introdujo el té a Inglaterra por medio de su dote y la bebida se extendió rápidamente con las consecuencias que hoy conocemos de la costumbre casi patriótica de tomar esta infusión a las cinco de la tarde. Los lectores de la historia de la cafeína conocerán, también, las batallas perdidas que entablaron funcio- Sección: Reseñas narios gubernamentales norteamericanos contra las bebidas de cola, que originalmente se vendieron con propósitos medicinales, a principios del siglo XX por sus altas dosis de cafeína. El libro que hoy reseñamos no tiene una estructura lineal y puede ser leído como la Rayuela de Cortázar, ya que los temas que aborda son muy variados. En la cuarta parte se puede leer, por ejemplo, “La fórmula de la cafeína es C8H10N4O2 , lo cual significa que cada molécula de cafeína comprende ocho átomos de carbono, diez de hidrógeno, cuatro de nitrógeno y dos de oxígeno”, para luego dar una explicación fundamentada de la estructura de esta molécula y los efectos metabólicos de su ingestión. Y aborda también el consumo de cafeína desde el punto de vista médico así como algunas teorías a favor y en contra de sus consecuencias en el cuerpo. Por ejemplo, se presentan los resultados de un estudio en el que presuntamente el consume de café incrementa la motilidad y densidad del esperma masculino. También se analiza la relación entre el consumo de cafeína y las reacciones cardiovasculares o de vinculación con la aparición de algunos tipos de cáncer, aunque en general los datos no son concluyentes. No puede faltar, por supuesto la explicación química de las razones por las cuales la cafeína inhibe los efectos del alcohol, lo cual es sabido de manera empírica por aquellos que se han excedido y son regresados a este mundo con una ración de café bien cargado. Encontraremos también un análisis botánico de aquellas plantas que nos proveen de cafeína, su origen y características así como las formas en que han sido consumidas a lo largo de la historia y algunas reflexiones sobre la cafeína en la cognición, el aprendizaje y el bienestar emocional, todas ellas copiosamente documentadas. Tratado puede ser definido como un “género literario, perteneciente a la didáctica, que consiste en una exposición integral, objetiva y ordenada de conocimientos sobre una cuestión o tema concreto”. Pues bien, El mundo de la cafeína lo es a cabalidad y su lectura es altamente recomendable. Al hacerlo la próxima vez que usted consuma algún producto con cafeína, querido lector, sentirá el placer que da saber que se forma parte de una historia fascinante, que no es poco deleite en estos tiempos fariseos. Café con aroma 43