RAYAS, LETRAS Y BARCOS: LOS GRABADOS RUPESTRES DE LA GOMERA Juan Francisco NAVARRO MEDEROS1 Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO2 1. A modo de introducción A lo largo de estas líneas pretendemos dar una visión breve y renovada de los conocimientos que en la actualidad manejamos sobre las manifestaciones rupestres en la isla de La Gomera. Hace quince años presentamos una publicación de síntesis (Navarro, 1996), por aquel entonces un producto fresco derivado de las recientísimas prospecciones y estudios de grabados rupestres en el marco del proyecto “Arqueología de las montañas”. Pero las aportaciones de la investigación en estos últimos años han enriquecido el cúmulo de información, de manera que, si bien muchas partes de aquel trabajo siguen vigentes, otras deben ser matizadas o modificadas y debemos incorporar algunas novedades importantes. El texto que presentamos es, pues, una revisión de la información que se manejaba hasta 1995, añadiendo los datos y las reflexiones obtenidas desde estas fechas hasta hoy. A lo largo del texto empleamos una serie de nuevos conceptos y categorías, además de desarrollar algunas metodologías que hemos venido proponiendo para la totalidad del arte rupestre canario, y que, tal como escribíamos en 1995, continúa estando necesitado de una homologación terminológica y conceptual. 2. Investigación En los primeros años de 1980 Antonio Tejera y Rodrigo Balbín habían inaugurado el estudio de los grabados de Tenerife, poniendo en duda que todo lo inciso fuera post-hispánico, como hasta entonces se había mantenido. Al mismo tiempo comenzaba tímidamente la investigación sobre las manifestaciones rupestres de La Gomera, a pesar de que ya más de un siglo antes Juan Bethencourt Alfonso ya intentó encontrar grabados en esta isla. Efectivamente, el Dr. Bethencourt realizó en 1874 una estancia en la zona suroccidental de La Gomera, durante la cual visitó y excavó parcialmente varios yacimientos, de lo que sólo poseemos una breve descripción suya. Fueron algunas cuevas sepulcrales en la zona de Chipude y La Dama, diversas estructuras de la famosa Fortaleza de Chipude y unos concheros en la desembocadura de Valle Gran Rey, hoy desaparecidos lamentablemente. Estando en este último lugar, hizo una excursión a la Playa del Inglés y al gran cono de derrubios al pie del risco de La Mérica, donde observó ciertas huellas en la roca, sobre las cuales dijo: 1 Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua. Universidad de La Laguna. 2 Museo Arqueológico de La Gomera (Unidad de Patrimonio Histórico. Cabildo Insular de La Gomera). Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera ... en el punto denominado los "Lagiales", sin duda debido á los millares de enormes prismas de basalto que ... se han ido acumulando por desprendimientos de elevado acantilado que arranca del risco de América, hemos creído descubrir antiguos y numerosos caracteres trazados sobre dichos prismas, principalmente en los alrededores de un extenso kjökkenmodinger ó restos de cocina situado en los mismos "Lagiales". ...tenemos nuestras dudas sobre si lo que vimos son verdaderos caracteres labrados por la mano del hombre ó simplemente figuras caprichosas debidas a la casualidad y a las fuerzas de la naturaleza ... (J.Bethencourt, 1882: 115) En efecto, se trataba justamente de esto último: alteraciones naturales de la roca. Pero para entender esa búsqueda de "letreros", como él mismo los llama en otra parte del mismo trabajo, deberíamos recordar que apenas cuatro años antes del viaje de Bethencourt se habían descubierto en El Hierro los primeros grabados alfabéticos canarios, a los que se dio el nombre de "letreros" sacado de la toponimia popular. Por otra parte, en los años en que escribía Juan Bethencourt estaba teniendo lugar un debate sobre el origen y significado de esas inscripciones, que en 1876 el general Faidherbe reconoció como escritura líbico-bereber. Sin embargo, la presencia de grabados no había pasado desapercibida a la población rural de la isla –es decir a su mayoría-, igual que sucedió en otras partes, de manera que la toponimia menor recoge voces que aluden a estas manifestaciones. En La Gomera hay detectados dos lugares denominados “El Cabezo del Letrero”, y otro “Las Letras”, topónimos recogidos por José Perera, (2005: volumen 16 § 39 y volumen 25 § 229). En el año 1974 comienza uno de nosotros su vinculación con la arqueología de La Gomera, realizando prospecciones y reuniendo datos arqueológicos por toda la Isla. Pero en esta etapa la adscripción cronológica y cultural de los grabados se tomaba con muchas reservas, porque muchos estaban escasamente meteorizados y habían sido hechos con técnica incisa, que en ese tiempo se consideraba introducida después de la conquista. En realidad, se estaba operando con premisas que surgían de la experiencia en el estudio de los grabados rupestres de La Palma y esta adscripción post-conquista quedaría completamente desechada durante la excavación del Lomo del Piquillo en 1999-2000 (J.F.Navarro et al., 2001a) (San Sebastián), como más tarde se verá. Este renacimiento de los estudios de grabados en el Archipiélago llevó a realizar en la Gomera las primeras revisiones de los grabados ya conocidos y los que se iban descubriendo. Entre 1980 y 1986 apareció una sucesión de estaciones cuya modernidad estaba menos clara, como la que Francisco Herrera encontró en el Ancón (Agulo), uno de cuyos paneles ha sido publicado en varias ocasiones (J.F.Navarro, 1990 y 1992). En 1983 estudiamos dos estaciones en el Barranco de Los Polieros (Alajeró) (J.F.Navarro, 1988; 1990; 1992; 1993). Con ocasión del homenaje que en 1984 se hizo a La Rebelión de los Gomeros de 1488, miembros de la Asociación Amilcar Cabral dieron a conocer los grabados de la Cueva del Conde (San Sebastián) (Colectivo Cultural Valle de Taoro, 1987). Durante esta década y comienzos de la siguiente también otras estaciones fueron siendo reconocidas, aunque no se llegaron a divulgar. Dos años después Fernando Álamo y Vicente Valencia reconocieron una estación ubicada al 2 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera exterior e interior de una cueva que por error se denominó del Cabezo Camacho, cuando en realidad está en el Cabezo Castilla (Hermigua), y que había sido encontrada por Francisco Herrera y un grupo de amigos aficionados a la arqueología (V.Valencia, 1990: 32; J.F.Navarro, 1990: 70); este mismo había encontrado una piedra suelta con grabados cerca de una vereda que bordea el impresionante risco donde el Barranco de La Palmita se precipita sobre Agulo (J.F.Navarro, 1993: 104-107). Ocurre con frecuencia que la difusión de un tipo de yacimiento da como primer resultado la búsqueda mimética de otros iguales. En el año 1994 se llevaba a cabo en La Gomera el proyecto “Garajonay: Arqueología de las Montañas”, en el que se localizaron numerosos paneles grabados relacionados con lugares destacados en el paisaje y, en particular, con lugares que podríamos calificar de “ceremoniales”. Entre los años 1995-1996 se realizaron los Inventarios del Patrimonio Arqueológico de Vallehermoso, Alajeró y Valle Gran Rey, donde se reunió información de campo de estaciones de grabados rupestres, entre otros yacimientos. Posiblemente estos han sido los proyectos que han permitido identificar una mayor cantidad de estaciones con grabados en la isla3. Mientras tanto, aumentó en La Gomera el interés general por la arqueología, como lo hizo la colaboración con los equipos de prospección por parte de algunos vecinos, investigadores4 o asociaciones –especialmente la Asociación Cultural y Ecologista Tagaragunche-, lo que provocó la multiplicación de los descubrimientos y consecuentemente de la difusión sobre el Patrimonio Arqueológico. En este contexto tuvo lugar el “I Congreso sobre Manifestaciones Rupestres de las Islas Canarias y el Norte de Africa” (Santa Brígida, Gran Canaria, 1995), donde se presentó el primer estudio global de los grabados gomeros que ya empezaba a dar sus primeros resultados (J.F.Navarro, 1996). Algunas de las conclusiones obtenidas en ese primer estudio no han variado hasta hoy, pues aquella síntesis del trabajo de campo realizado hasta esas fechas ya mostraba las grandes perspectivas que para la investigación ofrecían los grabados rupestres en la Isla. Tres años más tarde, a partir de un proyecto de prospecciones localizado en toda el área de Puntallana, uno de nosotros realizaría un estudio sobre los grabados rupestres naviformes del Lomo Galión (San Sebastián de La Gomera) (J.F.Navarro, 2003) que de alguna manera supondrá un hito por la originalidad de su metodología, y por ser el objeto de su investigación una temática abiertamente histórica como es la evolución de las embarcaciones representadas en varios paneles, entre los siglos XVI y XIX. En 1999-2000, las excavaciones arqueológicas en el Lomo del Piquillo permitieron analizar la relación entre grabados rupestres y pireos o aras de sacrificio (J.F. Navarro et al., 2001a). Estos proyectos fueron la base que alimentaron el Inventario de Patrimonio Arqueológico de la Isla en el Plan Insular de Ordenación de La Gomera, cubriéndose los tres municipios restantes (Agulo, Hermigua y San Sebastián), con información oral y algunas prospecciones puntuales. Desde la informatización de este inventario, llevada a cabo por el CICOP en el año 2001, el documento no ha variado dicho inventario, que acumula un total de .64 yacimientos arqueológicos consistentes en estaciones de grabados rupestres. 3 En este panorama destaca José Perera López, cuyo ingente trabajo (J.Perera, 2005) es una obra de referencia obligatoria para las personas interesadas en cualquier aspecto de las ciencias sociales o naturales en la isla de La Gomera. 4 3 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera A partir del año 2000 y, sobre todo, del 2006, la Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular ha contado de forma constante con el trabajo de una serie de técnicos que ha permitido una actividad de terreno relativamente sostenida en el tiempo, aunque no intensa. Las visitas e informes, además de las prospecciones de reconocimiento, han permitido incorporar una serie de nuevas estaciones de grabados rupestres, como por ejemplo son las únicas estaciones con grabados alfabéticos sobre soporte fijo que hasta hoy se conocen. 3. Grabados rupestres y territorio Las estaciones de grabados en La Gomera muestran, a primera vista, una notable concentración en la vertiente meridional, igual que sucede en la vecina isla de Tenerife. Este hecho coincide con que esta parte de la isla reúne unas mejores condiciones para la vida de las comunidades aborígenes y, por tanto, contiene una densidad de asentamientos humanos muy superior que la vertiente opuesta Las estaciones estudiadas hasta el momento son 144, aunque poseemos información parcial o referencias de otras más que no incluimos aquí. De la cifra citada, no vamos a computar 9 a efectos de su ubicación en el territorio, bien porque son bloques embutidos en muros, que fueron desplazados de su sitio originario o por otras razones que hacen dudar de su localización inicial. Nos quedaríamos pues con 135 estaciones. De ellas, la unidad geomorfológica de acogida (UGA) más frecuente es la “lomada”, término que en el sur de la isla designa a los característicos interfluvios en rampa de esta vertiente, mientras que en el norte alude a un lomo grande (J.Perera, 2005, T.I, Vol.I: 139). Si consideramos dentro de las lomadas algunos llanos elevados o mesetas, sumaría el 36% de la casuística estudiada. Los "lomos" son interfluvios estrechos y alargados que separan don barrancos o cañadas, que en ocasiones y dependiendo de su estrechez pueden convertirse en “rabo” o “a/engosto”, según la denominación local. Suponen el 35,5% de las UGA de los yacimientos analizados; y ambos tipos -lomadas y lomos- concentran el 71,5% de los grabados vistos5, si bien hay que señalar que el porcentaje sería mayor si sólo tuviéramos en cuenta los grabados prehistóricos. Las laderas no habían destacado hasta ahora como accidentes susceptibles de contener este tipo de yacimientos y, sin embargo, son el 16,3%, porcentaje que en principio pudiera parecer demasiado elevado respecto al total de estaciones. Esta circunstancia viene de la mano de que la mayor parte de las estaciones localizadas en laderas contienen grabados de carácter histórico6. Dichas estaciones se vinculan con caminos, paredes de coladas y sobre todo, pequeños roques y resaltes que en la pendiente pueden adquirir una altura inusitada, tal como A los totales de cada una de las unidades geomorfológicas se ha sumado los correspondientes a aquellos elementos topográficos menores que se relacionan estrechamente con estas UGA. 5 La presión demográfica sobre el suelo de la Isla obtuvo sus cotas más altas entorno a la posguerra, durante el siglo XX. En este período el número de habitantes multiplicó por 15 los efectivos que se calculan para antes de 1488. También debe subrayarse la enorme presión que el sistema productivo desarrolló a fines de los años 40 sobre el territorio, además de la intensa dispersión de los asentamientos poblacionales por toda la Isla. 6 4 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera ocurre con las estaciones de La Banda de Los Pobres en la ladera derecha el Barranco de Tapahuga (Tesina, San Sebastián). Otros elementos donde aparecen grabados rupestres son las montañas y “roques”, entendiendo estos últimos como accidentes de tamaño considerable, que de alguna manera destacan en el paisaje circundante, tal como lo hace el emblemático caso del Roque Cano, en Vallehermoso. Estos accidentes concentran el 11,6% de los yacimientos, tendiendo la característica de que concentran ejemplos muy relevantes, a pesar de su escaso número. Por último, los pobladores de la isla también eligieron para grabar las "degolladas", expresión canaria usada para los collados o pasos naturales, que suelen ser lugares de parada o descanso, quizás una de las posibles explicaciones para que algunas estaciones -el 6,1% del total- se ubiquen en ellas. En unos casos u otros, los grabados suelen aparecer en las partes o vertientes de solana y/o sotavento, con notable preferencia a las de umbría y/o barlovento, aunque no de manera excluyente. No es raro que en zonas ventosas la estación esté en posición claramente resguardada. Prácticamente en todos los segmentos altitudinales y pisos bioclimáticos de La Gomera existen grabados, desde unas decenas de metros sobre el nivel del mar hasta la cúspide misma de la isla; desde los tabaibales abiertos y marcadamente xerofíticos de la costa meridional hasta el brezal de cumbre. Ahora bien, a tenor de las estaciones conocidas hasta el presente, observamos cierta tendencia a concentrarse entre los 100 y 800 m.s.n.m. en la vertiente sur, y entre los 100 y 400 m.s.n.m. en el norte, aunque en un número bastante inferior. En la vertiente meridional, la mayoría de los grabados están ubicados desde el tracto perteneciente al dominio del cardonal-tabaibal y en lo que debió ser el dominio del sabinar seco y de los palmerales de ladera. En el norte están en los límites superiores del cardonal-tabaibal, pero sobre todo en los bosques termófilos y muy pocos en la periferia del monte verde. Es decir, en toda la isla la mayor concentración de grabados coincide aproximadamente con el piso bioclimático termocanario seco, que como ya se ha comentado, es donde se encuentra la mayoría de los asentamientos humanos estables (J.F.Navarro, 1992: 58). La asociación grabados-agua, que tradicionalmente se buscó en otras islas, en el caso que nos ocupa no está clara del todo. De hecho, la mayoría de las estaciones no tienen un vínculo directo con puntos de aprovisionamiento de este recurso, salvo unos pocos casos situados junto a fuentes, por ejemplo, Los Risquillos y Charco Viejo (San Sebastián). Un comentario aparte merecen las dos estaciones de grabados alfabéticos halladas en el municipio de San Sebastián, cuya interpretación se ha vinculado en buena parte en torno al agua (J.F.Navarro y J.C.Hernández, 2008). Las condiciones de visibilidad de las estaciones de grabados son, como promedio, superiores a la de los asentamientos, porque suelen ocupar cotas ligeramente más elevadas, pero normalmente inferior a la de los conjuntos de pireos. Por tanto, los grabados no ocupan necesariamente formaciones naturales que destacan más en el paisaje y se divisan desde más partes, a diferencia de lo que sucede en un gran número de estaciones de Tenerife, cuyas unidades geomorfológicas de acogida tienen un alto grado de visibilidad. Por tanto, en La 5 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera Gomera este factor no parece haber sido el más relevante a la hora de elegir el sitio. En algunos casos, estos yacimientos tienen unas relaciones altimétricas con el entorno que los hacen perceptibles desde largas distancias. Esto en el extraordinariamente compartimentado territorio gomero equivalen a radios máximos de cinco o seis kilómetros. Pero, salvo estas excepciones, la mayoría está en accidentes topográficos de segundo orden, visibles dentro de un radio de 0'5 a 3 kms. Sucede lo mismo en lo que respecta a la visualidad. Las cuencas visuales son relativamente pequeñas, como puede verse en el mapa adjunto. Los sitios con grabados no suelen ser los puntos desde los cuales se posee el máximo dominio visual sobre el entorno lejano, pero sí son lugares con unas notables condiciones de visualidad sobre el entorno inmediato-mediato, generalmente controlando un amplio sector de barranco e incluso alguna parte de otro contiguo. Una gran lomada, un llano, etc. Claro está que, teniendo en cuenta el extremo abarrancamiento de La Gomera, estas ubicaciones implican, además, un control parcial de zonas más alejadas. En consecuencia, la elección no está motivada por una necesidad estratégica de controlar territorios extensos. Por el contrario, nuestra opinión es que desde un gran número de yacimientos rupestres se ejerce el control directo de espacios menores, concretamente unidades de pastizal o campos de pastoreo. Dicho de otra manera, muchos grabados están en los mismos sitios donde hasta hace muy poco tiempo solían permanecer los pastores tradicionales vigilando el ganado suelto. Puede ser interesante, a este respecto, hablar del contexto arqueológico de los grabados. Las evidencias arqueológicas muebles que se les asocian, salvo excepciones, acostumbran a ser poco significativas o no existen, como sucede en la mayoría de las estaciones de arte rupestre al aire libre de cualquier parte del mundo. En varios casos hay industria lítica y raramente algunos fragmentos de cerámica, sin contar elementos de dudosa adscripción cronológica, como son los restos de fauna. En estaciones muy singulares -como El Terrero de Las Brujas (Vallehermoso)-, que no coinciden con asentamientos humanos estables, hay una concentración de abundante y variado material aborigen (cerámica, industria lítica, fauna) junto con otro histórico -dualidad que está asimismo presente en los grabados-, e indica una reiterada afluencia y permanencia en el lugar antes y después de la conquista. Teniendo en cuenta que la existencia o ausencia de material arqueológico y sus propias características no siguen reglas fijas, podemos inferir que no todas las estaciones de grabados acogieran los mismos tipos de actividades y, en todo caso, las acciones relacionadas con ellos produjeron pocos desperdicios en la mayoría de los casos. Teniendo en cuenta lo que antecede, consideramos más relevante el contexto de yacimientos arqueológicos inmediatos. Aunque como se ha comentado, las estaciones de grabados y los asentamientos humanos estables suelen ocupar, en términos generales, similar franja altitudinal, la relación espacial entre ambos está marcada por una proximidad relativa. Habitualmente -no siempre- los grabados se ubican a cotas algo superiores a los poblados. Esto parece lógico si tenemos en cuenta que dichos asentamientos eran mayormente en cuevas, por lo que estarían localizados, a una u otra altura, pero casi siempre en ladera; por otra parte, debe tenerse en cuenta la gran actividad que debían concentrar los interfluvios, como por ejemplo 6 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera buena parte de los desplazamientos para acceder a la masa boscosa de la Isla o a otros barrancos o sectores contiguos; pero dicha relación quedaría definida, sobre todo, porque en dichas lomadas habría cómodos campos de pastoreo para buena parte del año, y esto constituiría un elemento importante de fijación de relaciones sociales, económicas, políticas y culturales en general, al territorio. Conocemos algunos casos, aunque muy poco representativos (2,8% del total), donde la proximidad es mayor. De hecho, hay grabados en el interior y exterior de cuevas naturales que en apariencia fueron viviendas, como sucede en la Cueva del Conde, Las Toscas del Guirre y en el Cabezo Camacho, de las que cabría preguntarse si realmente esas cuevas tuvieron un mero carácter doméstico; esta circunstancia llama la atención dada la gran relevancia que éstas tenían en la vida cotidiana de los antiguos gomeros. Ahora, desconocemos si los grabados son contemporáneos a la vivienda o se hicieron a posteriori; sin olvidar que el caso de la Cueva del Conde es interesante por el papel que ha jugado ese sitio en la memoria colectiva de los gomeros (según la tradición oral y las crónicas, allí se produjo en 1489 el ajusticiamiento de Fernán Peraza a manos de los indígenas, lo cual desencadenó una represalia militar castellana y el consiguiente dominio de la isla). También se han detectado algunas estaciones de grabados, así como cazoletas y canales7 en lo alto de algunos lomos o espigones, cuyas laderas son auténticas necrópolis formadas por multitud de cuevas sepulcrales, como sucede en el Barranco de Argaga. En estos casos nos inclinamos a pensar que se trata de una relación de frecuentación de la zona por razones ajenas a la presencia de las estructuras cultuales y a las necrópolis, en relación, por ejemplo, con el pastoreo en las llanadas existentes sobre estos interfluvios, pero en ningún caso pensamos que haya una relación directa de causa efecto entre ambos tipos de yacimientos. 4. Escala local: elección de los soportes Los soportes que acogen a los grabados pueden ser fijos –inmuebles- o sueltos – muebles-, predominando el primero. Los soportes fijos son o inmuebles formaciones rocosas descarnadas por los diferentes procesos erosivos, que se presentan en distintas tipologías, como más adelante veremos. Allí los grabados ocupan generalmente las caras verticales de los bloques pero también algunas superficies horizontales. En menor proporción, en algunos lugares encontramos afloramientos rocosos planos a ras del suelo, donde los grabados ocupan las caras horizontales o poco inclinadas de las lajas. Ejemplos de ello son Charco Viejo y el Cabezo de la Vega Nueva (San Sebastián). Tanto a las lomadas como a los lomos y, en menor proporción, a las restantes unidades geomorfológicas, habría necesariamente que vincular una serie de elementos que vendrían a constituir los soportes más empleados para realizar los grabados. Estos son, en primer lugar, los rebordes rocosos de la cima o cresta de los propios interfluvios, donde se encuentra el 24,3% del total de estaciones con grabados rupestres detectadas en la isla. Este tipo de accidente topográfico se emplaza a lo largo, o en determinados tramos, de los flancos laterales Las estaciones de cazoletas y canales no serán tratadas en el presente artículo por considerar que dichas manifestaciones requieren de un estudio específico. 7 7 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera de una lomada o un lomo. Pueden constituir un pequeño roquedo sobresaliente o estar muchas veces a ras del suelo. También suelen acoger gran cantidad de grabados (22,2%) los roquitos y “cabezos”, término por el que se denomina a los pequeños promontorios rocosos -a veces también se denomina así a los promontorios de tierra- que no llegan a tener el desarrollo en altura de los roques (J.Perera, 2005, T.I, Vol.I: 139). Estas formaciones son frecuentes en los bordes y, sobre todo, en la cabecera de las lomadas y lomos. En tercer lugar se encuentran los bloques exentos y sueltos, que alcanzan el 15,9% del total. Este porcentaje está sobredimensionado porque originariamente muchos de ellos formarían parte de estaciones inmuebles. Suelen ser partes desprendidas de afloramientos rocosos o de roques, que en algunas ocasiones, una vez grabados han sido desplazados intencionadamente desde sus lugares originales para incorporarlos a construcciones antiguas o modernas, o bien han sido grabados una vez desplazados. Este es el caso de las estaciones asociadas a yacimientos de clara significación mágico-religiosa. Hay grabados que se relacionan con "aras de sacrificio" (construcciones tumulares usadas para incinerar animales, situadas en puntos elevados), compartiendo el mismo espacio en la cima de la montaña, como ocurre en El Garajonay o El Lomo del Piquillo; o están por debajo de las aras, en una degollada por donde pasa el camino de acceso, como sucede con la estación de El Cerrillal junto al conjunto de aras de Ajojar (Vallehermoso) y otros lugares. Estas combinaciones no superan en la Isla la media docena y por el momento no podemos confirmar la existencia de un patrón al respecto. Anteriormente se ha comentado la existencia de estaciones de grabados rupestres en las laderas, pues bien, muchas veces estos hitos testimoniales que se encuentran en laderas, interfluvios o fondos de barranco son tramos de “taparucha” (dique volcánico) que, por la erosión, han quedado en resalte desprovistos de los materiales que normalmente las cubren. Las caras planas y la superficie tersa de este tipo de rasgo topográfico, muy habitual en el paisaje gomero, las convierten en parapetos y abrigos naturales que en muchas ocasiones fueron elegidos como soporte para grabados. Estadísticamente, las “taparuchas” en ladera constituyen como soporte un 14,6% del total de estaciones. En quinto lugar, destaca las paredes o escarpes de coladas en lo que en la isla se denomina el “andén primero”, y que hace mención a la cornisa -o pared de colada- que en numerosas ocasiones aparece inmediatamente por debajo de una cima de lomo o lomada. La protección de las paredes verticales, el acceso fácil y rápido a las cimas amesetadas y la formación de cuevas, repisas y recodos susceptibles de ser aprovechados en numerosas utilidades, hacen que estos espacios contengan muchos yacimientos arqueológicos, entre ellos, grabados rupestres, que constituyen el 13,9%. En sexto lugar, también contienen grabados algunos espigones (4,2%), varios de los cuales suelen encontrarse dominando las divisorias de barrancos o “juntas”. Por último se encuentran los grabados en cuevas (2,8%), en planchas de tosca (1,4%) y 8 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera en un roque (0,7%). Para nosotros está claro que aquí y en otros lugares la diversidad de soportes -que a su vez tienen una presencia variable, como hemos visto- se produjo por la combinación de dos factores condicionantes, dependientes entre sí: a) unos criterios de ubicación preferencial para las estaciones de grabados, que tienen que ver con las razones que en cada caso motivaron que se grabara. b) unas ofertas concretas de piedras con diferente grado de aptitud para servir de soporte al grabado. En consecuencia y, pese a que parezca superfluo decirlo, no está de más recordar que, aunque un lugar reúna las condiciones más idóneas para albergar una estación, si allí no hay buenas rocas para grabar, evidentemente no se hizo; y la piedra de mejor calidad para grabar no se usó si estaba en un ambiente poco o nada sugerente para hacerlo. Cabe la preguntarse si las condiciones del lugar primaron sobre las características de la roca o a la inversa, pero probablemente no haya una respuesta global, válida para todos los casos. Incluso, si pudiéramos establecer cortes temporales claros para los grabados gomeros, a lo mejor descubriríamos que el orden de prioridades pudo ser diferente en épocas distintas. Tanto en lo que se refiere a las condiciones topográficas, económicas y culturales de los lugares escogidos; como a las calidades de las rocas para ser grabadas. Puede que los más antiguos tiendan a ocupar siempre sitios concretos, mientras que los manifiestamente recientes aparezcan de manera más indiscriminada, situados en unos sitios u otros casi sólo debido a la oportunidad. Y aunque todavía no estamos en disposición de sistematizar estas cuestiones, ya se han apuntado algunos rasgos que van siendo evidentes al respecto, como el de la ocupación de las laderas por testimonios más recientes. 5. Superficies grabadas y sus características petrológicas Los tipos de rocas usadas para grabar en La Gomera son, en su gran mayoría, basaltos y traquibasaltos pertenecientes al Edificio Basáltico Subreciente (Basaltos Horizontales y Subrecientes) fechados entre 6,5 (o 5,7 para otros) y 2 millones de años. Una parte proporcionalmente menor están realizados sobre diques sálicos y algunos sobre domos sálicos de composición traquítica, cuya edad es de 4,5 a 3,9 m.a. (J.J.Coello, 2009). Las rocas elegidas suelen presentar una corteza de meteorización de espesor variable. Dicha corteza es una capa superficial donde la roca ha sufrido un proceso de alteración mineral por fenómenos físico-químicos y microbiológicos, debido a las interacciones entre la roca, las condiciones climáticas y organismos tales como bacterias, hongos y líquenes. Las características de esa capa varía según el tipo de roca y las condiciones de exposición (J.F.Navarro et al., 2001a; J.F. Navarro, 2003a). A efectos del ejecutar el grabado, eso se traduce en que la piedra tiene una capa externa reblandecida por la citada alteración, donde es fácil realizar un surco con otra piedra, a veces incluso con la propia uña. Según nuestra experiencia en el terreno, son interesantes para grabar las fonolitas y basaltos pliocénicos con superficies tersas, cuyas cortezas de meteorización sean 9 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera uniformes, con un espesor aproximado entre 1 y 3 mm., sin grandes descamaciones ni fisuras. A este respecto, hemos comprobado que la mayoría de los grabados de La Gomera, Tenerife, Lanzarote, Fuerteventura y, en general, allí donde predomine la incisión como técnica de ejecutarlos, se hicieron sobre superficies someramente oxidadas que destacan por su tonalidad ocre. Estas se dan en ambientes poco húmedos, por tanto, generalmente expuestos a la solana o sotavento, ya que la humedad suele generar esas características tonalidades grises o grises moteadas debidas a la colonización por hongos y líquenes. Pero, además, también hemos constatado que, tanto en los basaltos como en las fonolitas, los mejores espacios rocosos para grabar son las antiguas superficies de fisura. En las formaciones rocosas de origen volcánico, las antiguas diaclasas de enfriamiento han dado lugar a fisuras que determinan bloques, lajas, etc., que tienden a desprenderse debido a la distensión en el lado del vacío. Las superficies de fisura, una vez separadas, se nos muestran a menudo planas, tersas, regulares y con una estrecha corteza de meteorización homogénea, idónea para grabar. Como hemos señalado, la exposición de la roca, además de su antigüedad, incide mucho en su meteorización, de tal manera que una roca expuesta al norte tiende a alterarse rápidamente y eso asegura la menor vida del grabado que se haya hecho en ella. Por otra parte, una corteza excesivamente gruesa ha perdido consistencia y se agrieta, se descama o incluso se desprende en amplias porciones, lo que la hace poco útil para grabar. Los basaltos de superficies frescas, recién fracturados, nada o poco meteorizados, pueden admitir la técnica del picado, pero resultan poco aptos para la incisión, salvo que se esfuerce mucho el grabador o lo haga con instrumento más duro que el basalto o la fonolita, por ejemplo de hierro, que evidentemente fue introducido en la isla a partir del siglo XV. Por eso, cuando uno observa finos trazos incisos en rocas de esta última característica, de entrada sospecha que son posteriores a esa fecha. Tampoco son aptas una buena parte de las rocas muy antiguas, como algunas del complejo basal y muchas del siguiente ciclo volcánico que se gestó hasta hace 5 millones de años, que ocupan una parte del N y NO de la isla, ya que suelen estar demasiado degradadas; ni los basaltos fenocristalinos, que contienen cristales de calibre considerable -como piroxenos, augita y olivino, entre otros- los cuales son un obstáculo para el utensilio del grabador. 6. Técnicas de ejecución Hemos podido constatar las técnicas de ejecución usadas en 137 yacimientos arqueológicos. La incisión es la técnica que abrumadoramente predomina en los grabados gomeros habiéndose ejecutado con ella el 92,7 % de los grabados. De hecho, la incisión está totalmente ausente sólo en 10 estaciones y en algunas coexisten la incisión y la percusión. Varios grabados de La Gomera, igual que de Tenerife, han sido ejecutados tras una preparación previa de la superficie de la piedra. Se trata de un procedimiento de ligera "limpieza", que debió ser hecho con panochas, ramaje o simplemente con la palma de la mano. Así se suprimió, cuando hizo falta, la fina capa externa de líquenes y hongos y/o la porción más desagregada y deleznable de la corteza, de manera que esa parte de la piedra adquiere un tono 10 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera cromático diferente al resto. Este tratamiento, que estimamos se usó sólo en ocasiones puntuales (la mayoría de las veces se grabó sin preparación previa), desbastó entre una fracción de milímetro y poco más de un milímetro, según los casos, obteniendo con ello un soporte para el grabado que fuera menos perecedero que la superficie originaria. Los yacimientos con este tipo de tratamiento son escasos en La Gomera, tales como Hica 3 o El Biso de la Vinagrera. A) Incisión En muchos casos parece claro que se empleó un útil lítico provisto de filo cortante, o de extremo en pico o romo, según los casos; mientras que en otros es evidente el uso del metal. Este segundo se identifica en grabados que, en la mayoría de los casos, presentan surcos muy homogéneos poco o nada meteorizados, lo que evidencia su cronología reciente. Aunque también es cierto que existen grabados con surcos bastante alterados porque están expuestos a barlovento o en condiciones de humedad, pero en los que sospechamos -o se ve claro- que intervino un útil metálico. Las incisiones hechas con un útil lítico de filo cortante -es decir lascas y posiblemente también disyunciones columnares-, tienden a generar surcos en V, estrechos (la mayoría entre 1 y 2 mm.) y poco profundos (en torno a 1 mm. o incluso menos). Sin embargo, un alto grado de alteración de la superficie de la roca puede facilitar que con el mismo útil se logren surcos mayores, llegando a anchuras y profundidades de 3 y más mm. Las incisiones hechas con útil metálico -sobre todo hierro- crean surcos de proporciones muy homogéneas y suelen ser de dos tipos: de una parte, las que se hicieron con una hoja estrecha, seguramente de un cuchillo, una hoz, etc., que dan lugar a surcos finos (0'5 a 1 mm. por lo general) con bordes muy regulares y en muchas ocasiones derivan en simples rayados superficiales o raspados que dejan una traza blanquecina producto del roce de la punta metálica con la superficie de la roca; de otra parte, las que se hicieron con un objeto grueso y habitualmente romo -probablemente el regatón de un astia o lanza de pastor y similares-, que da lugar a anchos trazos con sección en U y de bordes regulares. En ocasiones también se observan simples golpes sobre los paneles realizados incluso con distintos objetos, que dejan una impronta similar a un suave punteado y que ha llegado a formar parte de un motivo de cierto valor estético, como el encontrado en La Gollada del Cardón (Cañada El Machal). Además, están las clásicas huellas de amolar -estrías y surcos- dejadas por las hojas metálicas en la piedra, que no pueden ser confundidas con grabados. B) Incisión repasada Una variable de la anterior es la incisión repasada. En algunos casos, el grabador ha insistido varias veces en el mismo trazo, agrandado sus proporciones, lo que también hemos denominado en otras ocasiones “incisión reincidida”. En algunos tipos de roca excepcionalmente blandas los surcos llegan a alcanzar una anchura irregular de varios milímetros, a veces más de 1 cm.; en estos casos no era necesario recurrir a los filos cortantes sino que, por el contrario, se obtenían mejores rendimientos incidiendo o abrasionando con un útil lítico denso, pesado y de extremo sobresaliente (tipo pico, un simple canto tallado y hasta 11 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera un clasto natural). Los surcos obtenidos así tienen una sección en U o en V muy abierta, con una anchura irregular de varios milímetros, a veces más de 1 cm. C) Percusión La técnica de la percusión, también denominada “picado”, está presente en La Gomera en 12 estaciones, el 8,7 % del total, en dos de ellas coexistiendo con incisiones. La manera en que se presenta habitualmente es el picado discontinuo: una corta sucesión de puntos de percusión aislados, sin formar surco ni motivos identificables, aunque a veces estén dispuestos en línea. De momento son escasas las composiciones a base de auténticos surcos con picado continuo, en ocasiones seguido de abrasión. Entre ellas, tenemos algún caso donde dudamos sobre si el útil empleado era o no de metal, a tenor de las trazas dejadas por el mismo. Es lo que sucede con el panel 1 de Santa Catalina (Vallehermoso) -que presenta un sugerente motivo en greca cerrada- o el de Los Andenes de La Mulatica-1 –con un motivo rectangular y un cruciforme en su interior-. Estas estaciones se grabaron sobre un basalto muy blando, fácilmente atacable con cualquier tipo de material. Sin embargo, otras estaciones tienen un incuestionable sello antiguo, como las dos únicas estaciones con grabados alfabéticos localizadas hasta el momento en la Isla. 7. Motivos representados Como ocurre con las técnicas de ejecución, también son 137 los yacimientos sobre los que manejamos información. Los motivos más comunes en la isla de La Gomera son: A) Trazos rectilíneos Con esta denominación genérica nos referimos a un vasto grupo, los más abundantes. De hecho, las líneas rectas aparecen en el 97,8 % de las estaciones de grabados de la isla. En casi todos los yacimientos las líneas rectas están presentes de alguna forma, observándose una infinidad de variaciones y composiciones: paralelas, oblicuas, formando reticulados, etc. Entre ellas, gran cantidad de paneles se presentan con multitud de líneas sin aparente orden; sin embargo, es el grupo de líneas paralelas y de los llamados ajedrezados, reticulados o cuadriculados -donde grupos de líneas paralelas horizontales son cortadas por paralelas verticales- el más numeroso una amplia diferencia respecto al resto. Entre los motivos rectilíneos también contamos aquellos haces de líneas que se cruzan en un solo punto, que en algunos casos tienen su convergencia hacia la mitad del mismo borde del panel, para luego extenderse por toda su superficie. Motivo diferente es el denominado “estrellado”, consistente en la representación de algo que interpretamos como un astro, mediante el cruce de un pequeño grupo de cortas líneas, tal como aparece en Lengosto Los Guirres (La Dama). La casuística de los grabados rectilíneos es muy amplia, englobando casos muy dispares en el tiempo y en la intención del grabador; dentro de ésta cabe desde un sistema de contabilidad de tiempo o ganado, hasta un trivial juego que, por aburrimiento y mimetismo, pudieron hacer los pastores del siglo XX en sus paradas diarias. 12 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera Junto a los anteriores o combinados con ellos, suele aparecer, por circunstancias comentadas con anterioridad, otro tipo de motivos, angulosos, geométricos, alfabéticos latinos, antropomorfos, naviformes, etc. Estas formas tan elementales son difíciles de atribuir a un tiempo y a un ambiente cultural concreto. Las encontramos ejecutadas tanto con piedra como con metal. Por tanto, las posibilidades son diversas: 1. Que unos hayan sido realizados por los antiguos gomeros antes de la colonización europea. 2. Que sean posteriores al siglo XV, aunque pudieran tener retazos de la anterior tradición. 3. Que representaciones tan simples pueden ser producto de cualquier tradición o comportamiento, incluso de colonos europeos o, en todo caso, no exclusivos del mundo indígena o de sus pervivencias. 4. Que sea una mezcla de las anteriores. De hecho la pervivencia, entre otras cuestiones relacionadas con técnicas, motivos y UGA, es uno de los rasgos distintivos de la historia que generó los grabados rupestres de La Gomera. A este respecto cabe subrayar los numerosos casos en los que en un mismo panel aparecen grabados de distintas épocas, superpuestos o exentos. De 144 yacimientos inventariados en el 42% de los casos se detectaba, no ya una reutilización sino una continuidad entre grabados antiguos y recientes. Casi la mitad de estaciones con grabados prehistóricos tiene “añadidos” posteriores. B) Figuras geométricas Nos referimos aquí a las figuras geométricas de línea cerrada -rombos, rectángulos, triángulos, círculos, círculos radiados, óvalos, etc.-, por lo común asociadas también al grupo A, con el que se combina, en ocasiones enmarcándolos, como más arriba indicábamos. Entre las formas rectilíneas destaca el triángulo o simplemente un ángulo agudo, a menudo con trazos internos. Son menos frecuentes de momento los rectángulos con trazos internos así como los rectángulos enmarcando trazos simples u otras figuras, por ejemplo triángulos opuestos. Son habituales también las figuras curvilíneas -circulares y ovales- que, como es bien sabido, son difíciles de grabar mediante incisión. Un caso destacado al respecto son los grabados de óvalos que se encuentran dispersos por la cima del Roque Cano en un número que supera la docena. La interpretación de esta estación la situamos dentro del margen del mundo religioso de los antiguos gomeros; pocos lugares en la isla registran con tanta claridad la pertenencia a este ámbito cultural. Hemos incluido ya dentro del grupo A los motivos radiales (conjunto de líneas que se entrecruzan en un mismo punto), que a veces están enmarcados en círculos, componiendo círculos radiados. Unos y otros han sido asociados en otros contextos con simbología astral o específicamente solar. No deja de ser interesante que uno de ellos proceda del Alto de Garajonay -la montaña más alta de la isla y ubicada en el centro de ella- y, además, en relación con una gran ara de sacrificio. El óvalo muy alargado dispuesto verticalmente –que también ha sido denominado “fusiforme”- es un motivo que hemos visto frecuentemente junto a grabados de los grupos anteriores. Nos inclinamos a considerarlo como una recurrencia iconográfica, quizás de 13 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera carácter figurativo. A veces sus extremos se unen en ángulo, a modo de dos segmentos de círculo dispuestos verticalmente, que se unen por los extremos. En unas pocas ocasiones el autor no consiguió la línea curva y se conformó con una recta doblada en ángulo obtuso. En el interior acostumbran a tener líneas verticales o también otro par de segmentos de círculo. Ya hemos aventurado la posibilidad de que sea una representación vulvar, sobre todo porque existe un caso en que forma parte de un aparente motivo antropomorfo procedente de Los Polieros (Alajeró). Este tipo de motivo aparece en su manifestación de mayor tamaño en El Terrero de Las Brujas (Chijeré, Vallehermoso), donde ocupa un panel como único motivo. C) Antropomorfos En La Gomera son frecuentes los motivos antropomorfos, con 13 estaciones donde se detecta con claridad la presencia de seres humanos representados. En 1983 encontramos los primeros, hechos de manera muy esquemática en una taparucha de Alajeró, y entonces juzgamos serían cronológicamente muy recientes por lo frescos que parecían los trazos, sin apenas meteorizar, y porque un informante nos aseguró que fueron hechos por un pastor en 1940 (J.F.Navarro, 1988: 68). Nunca hemos afirmado que sean aborígenes, ni siquiera que sean todos de una misma época (J.F.Navarro, 1996). Muchos de los más interesantes tienen muy mal estado de conservación, por lo que es difícil conseguir buenas reproducciones y fotografías de bastantes de ellos; otras veces se puede reconocer el contorno de las figuras, pero se han perdido los detalles del interior. Independientemente de cual sea su cronología, los consideramos del máximo interés por el enorme naturalismo con que se representan a menudo los rasgos de las figuras: postura, peinado8, tocado, vestido, etc., así como por las relaciones espaciales y temporales con los restantes grabados. La información que algunos casos arrojan por dicho realismo, es singular y única, como el caso del hombre que aparece representado agrediendo a una mujer en el yacimiento del Lomo del Delgadillo, o los jinetes de La Cañada de La Mérica 2. Las figuras humanas aparecen aisladas y, más comúnmente, en grupos de dos o varios individuos, o ensayos de los mismos, como en Los Risquillos (Tejiade). Suelen estar asociados a otros grabados de los grupos precedentes, si bien hay algunas pocas estaciones donde los antropomorfos constituyen la inmensa mayoría. Existe un conjunto de cánones más o menos generales para representarlas, que son fácilmente reconocibles y que encontramos en puntos de la isla muy distantes entre sí, aunque unas pocas representaciones no se ajustan a esos cánones. La cabeza es desproporcionadamente grande, de forma circular u ovoide; los ojos circulares y sin pupila; la boca suele faltar, aunque en algunos se reproduce con una línea horizontal, un pequeño óvalo o incluso con una línea quebrada. El pelo está presente con mucha frecuencia e, incluso, con cierto detalle; en otros ese característico tratamiento del cabello ha sido sustituido por un reticulado. El tronco y las piernas aparecen muy esquematizados y reducidos a figuras de tendencia geométrica. En muchos casos están asociados a grabados de los grupos A y B. En varios paneles 8 En el yacimiento La Degollada del Cardón, a la figura humana se le grabó cada uno de sus pelos. 14 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera coexisten con letras y números hechos con instrumentos metálicos distintos a los que sirvieron para ejecutar los antropomorfos y aparentemente posteriores. Por su ubicación, hay que relacionarlos con un ambiente pastoril y probablemente debamos aceptar que fueron pastores los que realizaron estos grabados, con independencia de qué parte de su realidad plasmasen. Sobre ellos caben muchas preguntas, pero sobre todo tres: 1) ¿se trata de una tradición indígena que continuó tras la colonización europea, tal como ocurre con otros grabados?; 2) ¿en qué períodos históricos concretos están centrados?; 3) ¿hasta cuando se estuvieron haciendo? Los antropomorfos son de épocas diversas, algunos relativamente modernos. Lo cierto es que la cronología de estas imágenes humanas es problemática en su conjunto y, encima, no todas las figuras parecen ser contemporáneas entre sí. Algunos están ejecutados con instrumento metálico y otros con piedra. La vestimenta, cuando la hay, en unos casos puede evocar remotamente el atuendo de los primitivos gomeros, pero también el de tiempos posteriores; de hecho, buena parte de las esquemáticas vestimentas encajaría también en los siglos inmediatos a la conquista; alguno tiene rasgos que permiten situarlo sin discusión en el siglo XVIII y otros en el XIX-XX. D) Cruciformes Existen numerosos motivos de aspecto vaga o claramente cruciforme, a veces combinados con los anteriores. La cruz no tiene por qué ser necesariamente un símbolo cristiano y, de hecho, es muy probable que no todos los cruciformes lo sean. Pero muchas veces no nos cabe la mínima duda de que representan la cruz de Cristo. Otra cuestión es por qué se representa esté símbolo de innegable contenido religioso: en unos casos quizás porque un uso indígena se acomodó al nuevo orden religioso y su correspondiente simbología; en otros probablemente se haya intentado cristianizar un lugar pagano; en la mayor parte de los casos la cruz es un simple gesto de devoción de personas con fe cristiana, como es el caso de El Corral Viejo (Quise) o La Punta del Risco (Chijeré). En el caso de las cruces debe tenerse muy en cuenta su tipología. Cuando estas aparecen con peana, con crucificado, con sudario, pometeadas o con remates en sus brazos, cruces patriarcales, etc., es decir cuando son convencionalismos claramente adscritos a la iconografía cristiana de todas las épocas o de algunas en particular. La explicación o función de unas u otras varía según los casos. A título de ejemplo, las cruces griegas o de brazos iguales pueden ser marcas de lindes. Queremos destacar tres casos que nos parecen significativos: En primer lugar, en medio de la estación de Los Risquillos, en el sitio más visible, existe una gran cruz de surcos mucho más anchos y profundos que los otros grabados y que, además, está menos meteorizada, tanto porque parece más reciente que el resto, como porque en sucesivas ocasiones ha sido retocada y remozada. Hay aquí la aparente voluntad de mantenerla siempre presente y hacerla destacar, en medio de unas representaciones profanas –entre ellas antropomorfos- que el tiempo se va encargando de desdibujar. Quizás se trate de la cristianización de un lugar considerado pagano. 15 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera El segundo caso es el de algunas cuevas sepulcrales aborígenes a cuya entrada se ha grabado una cruz como, por ejemplo, la que existe en el muro que tapia la boca de una de ellas en el Bco. de Quines (Vallehermoso). El tercero es la estación del Terrero de Las Brujas (en el mismo término), sugestivo topónimo de cuyo origen se ha perdido ya la memoria entre los pastores. En ese lugar hay una estación de grabados sobre bloques de roca particularmente blanda, lo que posibilitó que la mayoría tengan anchos surcos y que también se excavaran cazoletas, además de cruces – aparentemente más recientes- y otros motivos. Una vez más, puede que estemos ante zonas de significación mágico-religiosa para los antiguos gomeros, que tras la colonización europea se identificó con ese mundo complejo de la llamada "brujería", tan importante en esta isla, y que fue cristianizado mediante las cruces grabadas y con la erección de una ermita, la de Santa Clara. Aquí pudo ocurrir lo mismo que en otros probables "santuarios" indígenas o lugares con valor simbólico, en cuyo solar luego se pusieron cruces de madera o se construyeron ermitas, como La Fortaleza de Chipude, la ermita de Las Nieves, El Calvario de Alajeró, la Ermita de Guadalupe en Punta Llana, etc. E) Inscripciones líbico-bereberes En los últimos años la isla de La Gomera ha pasado a incorporarse al resto del Archipiélago en lo que a existencia de inscripciones alfabéticas líbico-bereberes se refiere. La primera noticia que se tuvo procedía de un objeto de madera de sabina, encontrado por un vecino de Vallehermoso en el relleno arqueológico de una de las Cuevas de Herrera González (Tazo). Durante el año 2009 se efectuaron tres sondeos en distintas partes de este conjunto arqueológico que han despejado las dudas sobre la naturaleza del lugar; el relleno de donde fue extraída la pieza con los alfabéticos concentraba abundante restos domésticos, estando ausente el material antropológico. El objeto, hoy en el Museo Arqueológico de La Gomera, contiene en la mitad proximal de la rama un texto con cinco signos. Existe otro objeto de madera, en este caso una vasija9, que posee un asa en forma de cola de pez, en cuya superficie existen unos trazos incisos, que pudieran asemejarse a la escritura supuestamente latina de las islas de Fuerteventura y Lanzarote, si bien, hoy barajamos esta posibilidad como incierta. En el año 2005 la Unidad de Patrimonio del Cabildo Insular localizó en Las Toscas del Guirre (Municipio de San Sebastián), un panel con grabados alfabéticos líbico-bereberes en las paredes de una pequeña cueva, ocupando una superficie de 2,15 m. de ancho por 1,63 m. de alto. En total son 105 signos realizados mediante percusión, si bien originariamente debieron ser más, porque se han roto varios sectores de la superficie rocosa. El texto está construido en torno a un núcleo central, con líneas más espaciadas conforme nos vamos alejando de él. Uno de los hechos llamativos es la casi equidad entre líneas verticales y horizontales, unas 13 y 10 respectivamente, a lo que hay que sumar 8 caracteres aislados. Además, algunos signos forman parte de dos líneas, una vertical y otra horizontal. 9 Este objeto se encuentra hoy en los fondos del Museo Arqueológico de Tenerife. 16 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera Todos los caracteres habían sido registrados con anterioridad en otros sitios del Archipiélago y, como en el resto de las Islas, están ausentes los signos puntiformes, tan frecuentes en los alfabetos tifinagh, por lo que de nuevo se corrobora su afinidad más estrecha con las inscripciones de la zona más septentrional de Africa durante la Antigüedad (J.F.Navarro, R.Springer y J.C.Hernández, 2006). Al poco tiempo una vecina de San Sebastián informó al Museo Arqueológico de La Gomera, la existencia de otra estación de grabados alfabéticos en El Pilar. Se trata de un solo panel ubicado en una taparucha (o dique volcánico) que separa el caserío en el que se encuentra y el cauce de un barranco, y que discurre con una orientación NW-SE (310º-130º). Una fisura separa dos subpaneles, el de la izquierda con 10 signos y el derecho con 5 visibles y algunos muy borrosos. La ejecución de los signos ha sido mediante una percusión continua con una herramienta de punta triangular, cuya sección se observa con claridad. En el extremo izquierdo se guardó un mayor cuidado en el acabado de cada letra, sin embargo en el derecho se realizaron mayores trazos con menos golpes. El yacimiento está emplazado entre dos potentes cauces de agua, el de San Antonio y el de La Villa. Este hecho, sin duda, establece paralelismos en la interpretación que pudiera hacerse entre Las Toscas del Guirre y El Pilar. No queremos concluir este apartado sin mencionar algún hallazgo descontextualizado de piedras con signos, también aislados, que tienen formas asimilables a caracteres alfabéticos líbico-bereberes, pero que, por el momento no pueden considerarse como tales porque los signos no son muy claros y estos no componen líneas. En el 2006 se ensayó -por primera vez en Canarias- la aplicación de la fotogrametría y el scanner al análisis de las inscripciones líbico-bereberes de El Pilar10 y en la actualidad se está trabajando en otras estaciones. F) Textos y cifras modernos Los graffiti de cualquier época dentro de las cinco últimas centurias suelen aparecer junto o superpuestos a los restantes grabados. Por lo normal son ensayos epigráficos, nombres propios, iniciales, frases cortas y operaciones matemáticas elementales (sumas y restas). Obviamente, las fechas –generalmente años del siglo XX y excepcionalmente del XIX o XVIIIsirven de indicador cronológico para los grabados a los que acompañan o a los que se superponen. Este tipo de grabados es de los más extendidos, siendo difícil establecer un patrón locacional con ellos; suelen manifestarse donde hay otro tipo de grabado, pero también aparecen solos. Se pueden agrupar en dos conjuntos: aquellos insertos o cercanos a actuales caminos o rutas recorridas por turistas o vecinos en general; y aquellos otros localizados en cualquier otro tipo de UGA, a la que pudieron llegar cazadores, agricultores, vecinos en general y sobre todo, pastores. En algunos casos hemos logrado identificar la pertenencia de las iniciales, los nombres o los motes, e incluso el objeto al que hace mención determinadas frases, 10 Por la empresa Servicios Integrales de Patrimonio Histórico SL. 17 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera pero esto no siempre es posible. La ejecución de las letras suele ser mediante incisiones, rayados o incluso raspados, pero en ocasiones muy contadas están realizados con cualquier otra técnica. A ello se añade lo que en otros trabajos hemos denominado “trazos angulosos” o “emulación de escritura”. No los consideramos como una tipología concreta de grabados por no ser un grupo numérica ni morfológicamente representativo. Por este motivo lo entendemos integrado en el grupo F (alfabéticos latinos y números árabes). Se trata de pequeños motivos a base de cortos trazos rectilíneos que se doblan en ángulo formando a modo de zig-zags, triángulos y otras figuras poligonales que no acaban de cerrar, etc. En muchos casos está claro que se trata de una emulación de escritura, es decir alguien que no sabe escribir pero emula toscamente líneas de escritura. G) Barcos Existen en La Gomera grabados de barcos fácilmente reconocibles, así como algunas composiciones encuadradas en el grupo A, que vagamente pudieran recordar siluetas o arboladuras de embarcaciones a vela. En los últimos años el número de grabados de naves se ha multiplicado, apareciendo por toda la geografía insular, pero sobre todo en el Oeste y Sur de la Isla. Ya suman en la isla 25 estaciones con motivos naviformes, lo que supone un 18,2 % del total. Unos son muy esquemáticos e incluso de trazado torpe mientras que otros están más cuidados, como los de La Gollada de Los Marrubios (Arure), El Cabezo (El Higueral) o los del Lomo Galión (San Sebastián), algunos de ellos claramente relacionados con la advocación a la Virgen de Guadalupe. Los barcos reúnen las más variadas tipologías, con un rango muy amplio de complejidad pero reuniendo generalmente las características mínimas para poder ser identificados. En la mayor parte de los casos hemos podido determinar sus rasgos diagnósticos (casco, arboladura, velamen, etc.), de manera que hemos logrado identificar naos y galeones de los siglos XV al XVII, fragatas, navíos, bergantines, goletas, balandras, etc. de los siglos XVIII-XIX y vapores de las primeras décadas del siglo XX. La mayoría están, lógicamente, en puntos próximos a la costa, aunque haya casos notablemente alejados del mar (J.F.Navarro, 1999 y 2003a). H) Otros motivos Además de todos los anteriores, existen otros motivos no tan frecuentes, que aparecen compartiendo o no los mismos soportes y con cronologías muy diversas. Suelen ser representaciones que tienden a lo figurativo, como motivos florales de aspecto moderno, los ramiformes –que en algunos casos hemos identificado con el trigo que se cultivaba en las lomadas, como ocurre en El Lomo de Los Picachos-, viejos camiones de las décadas de 192030, como los del Piquillo en el Barranco de Tapahuga, etc., jinetes de los siglos XIX o incluso XX, así como otros motivos de mayor complejidad y dificultad para interpretarlos. 8. Falsificaciones 18 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera Caso aparte merecen las falsificaciones o modernos grafismos que emulan los antiguos, generalmente inscripciones líbico-bereberes. Como suponemos es bien conocido, algunos canarios actuales han grabado textos de esas características, empujados quizás por su posicionamiento ideológico o reivindicando raíces culturales. Emplean para ello signos tomados de alfabetos, épocas y zonas distintos. Pueden verse neo-inscripciones en piedras de varias islas –algunas tomadas erróneamente por antiguas-, entre las que La Gomera no ha sido una excepción. Encontramos al respecto varios ejemplos, casi todos en el entorno de la Villa capital: en la carretera de Abalos, en La Banda de Los Corrales (Barranco del Revolcadero), sobre un bloque suelto en La Cañada del Langrero, en la carretera de Jaragán (todos en el municipio de San Sebastián) y otro en el Cabezo de Sardina, cerca de Tamargada (límite municipal Agulo-Vallehermoso). Aunque suelen ser fácilmente reconocibles, algunos autores se cuidan de envejecer su obra mediante procedimientos artificiales. A pesar de esto no pensamos que exista detrás de ello la intención de confundir, de engañar, como quizás ha podido llegarse a pensar, sino más bien la voluntad de extender la evidencia de una supuesta pervivencia cultural; aunque también caben razones más simples, como adornar el medio con señales que sus autores entienden tan propias y naturales en la isla como pudiera ser la flora o la geología. Debe tenerse en cuenta que la mayoría fueron hechas antes de que hubiera una sola prueba arqueológica de que las inscripciones líbicos-bereberes estaban presentes en La Gomera. Hoy es una práctica en desuso. 9. Cronologías Por primera vez en la historia de Canarias se ha podido obtener una datación ante quem para un grabado. Como más arriba señalamos, las excavaciones arqueológicas en el Lomo del Piquillo en 1999-2000 permitieron analizar la relación entre grabados rupestres y pireos o aras de sacrificio, ya que en las piedras que conforman estas estructuras y en las rocas de su entorno hay muchos grabados. Algunos de ellos son más antiguos y otros recientes, lo cual se aprecia a simple vista: por estar estos últimos menos meteorizados que otros que comparten el mismo soporte, a veces porque hay superposiciones y, además, porque en ocasiones reproducen motivos perfectamente identificables (vehículos, personas con vestimentas y otras cosas) de cronologías recientes (J.F. Navarro et al., 2001a). Además, se excavaron dos pireos, y la base de la cavidad de combustión de uno de ellos –estructura 4- era una cubeta rocosa, en cuya superficie se había realizado un grabado. Por tanto, ese grabado fue hecho antes de que se empezara a quemar ofrendas en su interior. Uno de los últimos levantamientos que se realizó en esta estructura, sobre el grabado, se dató por C14 entre 1270 y 1390 Cal AD. La gran mayoría de los carbones recuperados en las cavidades de combustión son de pino (Pinus canariensis), del que se ha demostrado sobradamente que es inadecuado como muestra para C14, ya que en los controles que hemos hecho arroja siempre una diferencia de 300 a 500 años de más de antigüedad respecto a carbones de plantas arbustivas y anuales de la misma muestra. Por eso lo hemos desechado y escogimos el siguiente taxón en orden de 19 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera frecuencia –si bien muy alejado del anterior-, es decir de Angiospermae sin poder especificar, aunque debe tenerse en cuenta que los fragmentos de carbón de esta Clase identificados son en su mayoría de tabaibas (Euphorbia sp.) y unos pocos de madroño (Arbutus canariensis). Hemos experimentado con varios criterios para dar una cronología a los grabados o establecer relaciones anterioridad / posterioridad entre ellos: En primer lugar, la iconografía puede llegar a ser bastante precisa en términos cronológicos, sobre todo en los graffiti históricos con motivos figurativos propios de una época concreta –barcos, vehículos, algunos artefactos, personas con vestimenta, determinados tipos de cruces, etc.-, o que responden a cánones reglados, como es el caso de la escritura y sus variantes históricas. Las relaciones anterioridad / posterioridad las hemos trabajado mediante el empleo de tres criterios básicos: las superposiciones, la distribución y jerarquización de motivos en el panel y el grado de meteorización del surco. Si nadie duda que las superposiciones son un referente de cronología relativa, nosotros proponemos usar también –en ausencia de superposiciones- la jerarquización en la distribución de motivos en un mismo panel. Para ello estudiamos las condiciones litológicas y morfológicas de las superficies y, en particular, la microtopografía, así como la accesibilidad y otras variables circunstanciales. A partir de ello se puede inferir que las distintas partes de un mismo panel suelen tener –no siempre- diferentes grados de idoneidad para grabar. Así puede suceder que el primero que graba elige la parte de la superficie que reúne mejores condiciones y así sucesivamente, hasta que los últimos grafismos se plasman en los huecos que quedan, si no se superponen a los precedentes. En el panel 1 de Lomo Galión se aprecia una clara jerarquización espacial de los barcos grabados, de tal manera que los navíos del siglo XVII o inicios del XVIII son mayores y ocupan la posición central y más accesible del panel, con superficie más regular y plana; luego hay otras embarcaciones del siglo XVIII de tamaño menor y situados en los huecos laterales de los anteriores y, por último, tres bergantines del siglo XIX se acomodan forzadamente en pequeñas superficies rugosas y periféricas. La distribución espacial puede combinarse con el grado de meteorización. Evidentemente, no debe confundirse la colonización por líquenes y hongos con la meteorización de la roca. Hemos distinguido cuatro grados de meteorización estándar del surco. La tonalidad11 (o tonalidades, si varía por zonas) de la superficie no grabada corresponde al grado máximo de meteorización; mientras que la tonalidad de la roca sin meteorizar (comprobable en una rotura) equivaldría al grado mínimo de meteorización. En la tabla de colores se localizan los dos grados intermedios equidistantes. Normalmente es posible matizar hasta esos cuatro grados, salvo casos singulares de rocas con variación cromática muy alta donde hemos distinguido hasta siete tonos. Los grados de meteorización calculados de esa manera son: A) Muy baja (interior del surco nada o muy poco meteorizado, de manera que su color es similar al de un trazo recién ejecutado); B) Media-Baja; C) Media-Alta; D) Muy alta (interior del surco de igual tono al 11 Usando un código de colores tipo Munsell Soil Colors Charts. 20 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera resto de la superficie, es decir igual grado de meteorización). Este es un indicador de cronología relativa útil, siempre que tengamos en cuenta: - La litología. Pues unas rocas meteorizan más rápidamente que otras. - El clima local - Las condiciones de exposición ambiental de cada panel y sus partes. Para eso se cuantifica en grados su orientación e inclinación, pues la meteorización de la roca –y también la colonización por líquenes- es más rápida en los paneles orientados al alisio que los de sotavento o en posición resguardada y entre unos y otros hay condiciones intermedias. - La profundidad del surco. Un grabado pudo atravesar toda la corteza de meteorización y otro contiguo solamente calarla parcialmente, de manera que desde el principio ambos surcos tienen un grado diferente de meteorización. Si un panel tiene a lo largo de su superficie las mismas propiedades petrológicas y de exposición, y todos los grabados fueron hechos con la misma técnica y con profundidades de surco similares, las diferencias de meteorización deben indicar un escalonamiento en el tiempo. Combinando los criterios anteriores, hemos podido secuenciar los grabados de varias estaciones con resultados bastante satisfactorios (J.F.Navarro, 1999 y 2003a; J.F.Navarro et al., 2001a). 10. Algunas consideraciones finales Existe un vínculo evidente de los grabados con el pastoreo, como se puede apreciar a lo largo de todo el texto. Evidentemente, hemos presentado un repertorio de grabados que van desde los que están insertos en la cultura de los antiguos gomeros hasta los que sin duda son de épocas muy recientes. Los indígenas de La Gomera, mantuvieron largo tiempo sus creencias y modo de vida aún después de consolidarse el dominio castellano, de tal manera que su transformación cultural fue muy lenta y progresiva, por lo que muchos usos e ideales se resistieron a ser desarraigados. En este sentido, no dudamos en aceptar la posibilidad de que eso mismo sucediera con los grabados. La presencia de metal representa un margen temporal, pero no necesariamente una ruptura cultural. Teniendo en cuenta que existe constancia de que se introdujeron armas y utillaje de hierro en la isla al menos desde el primer cuarto del siglo XV (antes de la ocupación castellana), podríamos aceptar teóricamente esa fecha post quem para los grabados hechos con instrumento metálico. Si bien es cierto que su uso generalizado no debió darse hasta finales del XV o inicios del XVI. Queda aún mucho por hacer: parte del territorio está sin prospectar, muchas estaciones conocidas restan por estudiar y otras están sólo parcialmente reproducidas. Por tanto, todavía es prematuro para aventurar conclusiones más allá de lo que planteamos. Una visión más sólida de los grabados de La Gomera pasa por completar el procesado sistemático de toda la información recabada hasta ahora. Al mismo tiempo, hay que completar los corpora, acabando las prospecciones en la mitad oriental de la isla, para conseguir una mayor profundidad en la interpretación. Pero no olvidemos que una asignatura pendiente sigue siendo la necesidad de unificar a nivel archipielágico los procedimientos de registro y análisis e incluso los propios 21 Juan Francisco NAVARRO MEDEROS y Juan Carlos HERNANDEZ MARRERO: Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera conceptos. BIBLIOGRAFÍA CITADA BALBIN BERHMANN, R. de y A.TEJERA GASPAR (1983): El yacimiento rupestre de Aripe, Guía de Isora, Tenerife. Homenaje al Prof. Martín Almagro Basch, IV, Madrid: 245261. BETHENCOURT ALFONSO, J. (1882): Notas para los estudios prehistóricos de las islas de Gomera y Hierro, III. Cuevas funerarias, kjökkenmoddinger y letreros en La Gomera. Revista de Canarias, IV, Santa Cruz de Tenerife: 114-115. COELLO, J.J. (2009): Geología del Parque Nacional de Garajonay. En A. B. FERNÁNDEZ (Coord.), Parque Nacional de Garajonay. Patrimonio mundial. Madrid (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino): 46-61. 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