Resolución sobre la paz en Israel y Oriente Medio Por cuanto, el pueblo judío ocupa un lugar especial en la historia de la salvación (Rm 3: 1-2; 9: 4-6) como escogido por Dios para traer al Mesías y bendecir a todas las naciones del mundo, incluyendo al pueblo de Dios por medio del pacto con Abraham (Gn 12: 1-3; Ga 3: 7-9); y, Por cuanto, las Sagradas Escrituras y el Mesías, cuya vida y misión bendicen a todas las naciones, resaltan la herencia judía de la fe cristiana (Mt 1: 1; Jn 1: 17; Gal 3: 16; Heb 1: 1-2); y, Por cuanto, como seguidores de Jesús debemos ser, «… testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra» (Hch 1: 8); y, Por cuanto, nuestro Dios, el Dios revelado en las Escrituras, extiende su gracia a todas las personas, hace salir su sol y que llueva sobre malos y buenos por igual (Mt 5: 45), y que Pablo ora por la salvación, no solamente de gentiles, sino también de los judíos (Rm 10: 1); y, Por cuanto, la tierra de Israel durante muchos años ha sido el hogar de los descendientes de Abraham; y, Por cuanto, un sinnúmero de palestinos y otros pueblos del Oriente Medio son devotos seguidores de Cristo, hermanos y hermanas que han sufrido por su fe (Jn 15: 18-25; 16: 31-33); y, Por cuanto, desde la fundación del mundo, Dios ha querido extenderle su Shalom (paz) a su creación, y que Jesús, el Príncipe de paz, nos exhorta que oremos, «venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mt 6: 10), y que el autor de Hebreos ordena que busquemos la paz con todos (Hb 12: 14), y el Antiguo Testamento que oremos por la paz de Jerusalén (Sal 122: 6); y, Por cuanto, Jesús promete una bendición para los pacificadores (Mt 5: 9), y ordena que amemos a nuestros enemigos y oremos por quienes nos persiguen (Mt 5: 44); y, Por cuanto, a lo largo de su historia, esta región ha sido desgarrada por un intenso sufrimiento, opresión y violencia; y, Por cuanto, el Israel moderno es un estado democrático cuya constitución garantiza los derechos de todos sus ciudadanos y ciudadanas, sin importar su raza, origen étnico, religión o secularismo, y que Dios instruye al Israel de las Escrituras, «andad en todo el camino que Jehová, vuestro Dios, os ha mandado, para que viváis, os vaya bien y prolonguéis vuestros días en la tierra que habéis de poseer» (Dt 5: 33); Por tanto, resuélvase que, apoyamos una solución política que garantice la paz y seguridad de todos los habitantes de Israel y sus vecinos; y, Resuélvase, además, que reconocemos el derecho de Israel a existir como nación soberana y oramos por su paz y seguridad; y, Resuélvase, además, que aunque las décadas de tensión violenta en el Oriente Medio han causado un sufrimiento intenso tanto a cristianos como judíos, animamos y oramos por la protección y seguridad de todas las partes involucradas; y, Resuélvase, además, que oramos y nos solidarizamos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo a lo largo y ancho del Oriente Medio, incluyendo a muchos cristianos judíos y árabes, quienes están sufriendo en medio de este conflicto; y, Resuélvase, además, que apoyamos la labor de los ministerios de la Iglesia de Dios en pro de la paz, justicia y reconciliación en la región. Que apoyamos la proclamación, «… del evangelio porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego» (Rm 1: 16); y, Resuélvase, por tanto, que hacemos un llamado a todas las naciones del Oriente Medio a que cambien las leyes que restringen la conversión religiosa; y, Finalmente, resuélvase, que nos oponemos contra todo prejuicio, incluyendo el antisemitismo, la segregación racial y discriminación religiosa contra cualquiera y todos los ciudadanos de Israel.