Lógica y Derecho La lógica y el derecho tienen relaciones muy cordiales. Se puede decir que la lógica motiva problemas al derecho y que el derecho motiva problemas a la lógica. En un nivel muy sencillo podemos decir que en el campo de la argumentación la lógica no solo ayuda a razonar para evitar las falacias sino también para usarlas a su favor. Esto es lo que nos indica Irving Copi y también es lo que hacen la mayoría de los abogados como parte de su oficio. Las conocidas falacias de ad hominem, pueden usadas en un juicio para desacreditar a un acusado. O también, podemos usar las falacias de pregunta compleja, para comprometer a un acusado. También la falacia ad ignorantiam es muy recurrente: recordemos la expresión que dice que el acusado es inocente mientras no se pruebe lo contrario. Asimismo, las falacias ad verecundiam, ad misericordiam, ad baculum se usan normalmente en el derecho sin ningún problema. Estos son casos en los que las falacias ayudan al que quiera argumentar. Copi también indica que el derecho se vale de razonamientos inductivos y deductivos para reforzar su posición que asegura una gran conexión entre la lógica y el derecho. Pensemos en la lógica jurídica que vendría a ser la prueba de la gran unión entre estas dos ciencias. De acuerdo a Marino Llanos, la lógica jurídica desde el punto de vista de su composición teórica se caracteriza por ser una lógica mixta que combina lógica formal ordinaria y lógica deóntica. El problema que surge al mencionar a la lógica jurídica es sobre si pueden las normas ser consideradas como proposiciones, es decir, si tienen valor de verdad. Otro asunto vinculado al anterior es sobre el establecimiento de relaciones lógicas inferenciales entre normas. El primer problema mencionado es el más llamativo y el más denso así que lo trataremos en extenso después, primero veamos el segundo problema desde la perspectiva de Alarcón. Para Kelsen lo que se relaciona en los típicos razonamientos del Derecho no son normas sino proposiciones descriptivas sobre normas, proposiciones que son sintácticamente idénticas a las proposiciones normativas pero pragmáticamente diferentes. Siendo así, cuando deducimos lógicamente “Está prohibido fumar en el hospital” de “Está prohibido fumar en los centros públicos” no inferimos una norma menos general de otra norma más general, sino una proposición que describe la norma menos general de otra proposición que describe la norma más general. Volvamos al primer problema mencionado sobre si las normas pueden consideradas como proposiciones, es decir, si pueden tener los valores de verdadero o falso. Esto nos remonta al llamado dilema de Jrgensen que hemos tomado de Bulygin y que reproducimos a continuación 1) En el lenguaje corriente se usan en contextos normativos los términos lógicos típicos tales como “no”, “y”, “o”, “si y solo si”, etc. de la misma manera o al menos de una manera muy similar como en el lenguaje descriptivo, lo que sugiere la idea de considerarlos como conectivas proposicionales. Además, se hacen inferencias en las normas que figuran como premisas y como conclusiones y tales inferencias tienen todo el aspecto de ser lógicamente válidas. Por lo tanto, hay una lógica de normas que subyace al lenguaje corriente 2) En la tradición lógica desde Aristóteles hasta nuestros días las relaciones lógicas de implicación (consecuencia lógica) y contradicción se definen en términos de verdad. Lo mismo ocurre con las conectivas proposicionales. En consecuencia, solo expresiones verdaderas o falsas pueden ser objeto del estudio de la lógica 3) Las normas carecen de valores de verdad 4) No hay relaciones lógicas entre normas y, por consiguiente, no hay una lógica de normas Este dilema ha recibido múltiples tratamientos, pero lo que más nos llama la atención es el asunto del entendimiento de la norma como careciendo de valor de verdad. Según Bulygin y Alchourrón existen 2 concepciones para entender lo que son las normas. La primera es llamada la concepción hilética de las normas y establece 3 distinciones: 1) el enunciado normativo, que es el fenómeno lingüístico en el que se expresa una norma y siempre se presenta en una lengua. Ejemplo: “El voto es obligatorio” (artículo 31 de la constitución) 2) la norma, que es el significado del enunciado normativo. Tiene significado prescriptivo. Esta noción pertenece a la semántica de un lenguaje. Ejemplo: “Debe votar todo ciudadano”. Formalmente: O(p) 3) la proposición normativa, que describe una situación creada por una norma. Ejemplo: En el Perú es obligatorio votar La segunda es la llamada concepción expresiva de las normas y establece 2 distinciones: 1) La norma, que es el resultado de un uso prescriptivo del lenguaje. Esta noción pertenece a la pragmática de un lenguaje. Ejemplo: ¡Vota! Esta oración se puede usar de 3 formas. a) Vota Oscar (modalidad asertiva) b) ¿Vota Oscar? (modalidad interrogativa) c) ¡Vota Oscar! (modalidad prescriptiva) 2) la proposición normativa ya mencionada Según Oscar Trelles, el derecho nace como un cuerpo estructurado de normas e instituciones, esto se denomina sistema jurídico. Dicho sistema requiere de relaciones lógicas entre sus elementos. Un sistema normativo es un sistema jurídico que consta no solo de las normas que explícitamente se promulgan sino también de todas las consecuencias que se derivan de ellas. En este sentido también es un sistema deductivo. Esto explica el tema de la coherencia o consistencia del sistema. En este sentido no esperamos que en un sistema jurídico una conducta sea obligatoria y esté prohibida a su vez. Es decir, normalmente esperamos que el sistema sea consistente, que no contenga normas que se contradigan una a otras. Pero, ¿cómo se dan estas relaciones lógicas entre las normas si éstas no son verdaderas o falsas? Veamos un segundo problema. En el sistema legislativo peruano hay un gran desorden legislativo. Tenemos 2 causas: 1) Las normas son fruto de la actividad legislativa de diferentes instituciones a la vez. Además, las normas se generan en diferentes contextos históricos, por ello, existe confusión a la hora de precisar qué normas rigen y cuáles han dejado de regir. En pocas palabras, hay o puede haber inconsistencias entre normas distintas que rigen a la vez. O, por lo menos, no hay ninguna garantía de que no se presenten dichas inconsistencias. 2) Las normas se aplican suponiendo situaciones hipotéticas. Ante una conducta humana, la norma actúa procediendo con una acción o generando un derecho. Pero, establecer qué es lo que puede ocurrir es siempre una tarea incompleta, perfectible. La realidad no es totalmente previsible por ello los supuestos para aplicar tal o cual norma pueden no estar claramente delimitados en las situaciones concretas. Además, si contamos con el agravante de que el lenguaje natural (en el que se expresan las normas) tiene falta de precisión, la situación del derecho se vuelve una torre de Babel. Ante esto el derecho trata de enfrentar esta situación de normas que compiten entre sí con principios como los de ley superior, ley especial o ley posterior; y procedimientos para poder establecer lo que ocurre (como métodos de prueba). Pero esto simplemente es esquivar el problema, es como si yo quisiera recurrir a un comandante porque el cabo no me hizo caso, y luego recurrir al general porque el comandante no me hizo caso y así sucesivamente. Filosofía y Derecho Si definimos el derecho como un sistema de normas, de reglas de conducta establecidas o sancionadas por el poder estatal de forma coercitiva, estaremos tomando al derecho como una ciencia normativa, es decir, una ciencia que estudia valores jurídicos sobre lo que está permitido, prohibido u obligatorio. Así concebido el derecho sería reducido a juicios de valor (que luego derivan en normas que tratan sobre lo que se debe o no se debe hacer). Según Cohen, esto podría llevarnos a pensar que el derecho debe ser tan arbitrario y caprichoso como los juicios de valor que se caracterizan por su carácter subjetivo. El derecho no sería una ciencia sino una opinión y como toda opinión puede ser puesta en duda y desestimada, el derecho sería una ciencia del accidente (algo que haría que Aristóteles, en el caso de que reviviera, volviera a morir). Obviamente Cohen no cree esto pues asegura que sí se puede establecer una ciencia normativa del derecho, sin embargo, sus argumentos no se concentran en la cuestión propia del derecho sino de la ética y de la ciencia social en general. Otros autores como Rosental-Iudin consideran en su diccionario marxista que el derecho es una voluntad elevada a la categoría de ley de la clase dominante cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de vida de esa clase y por los intereses de la misma. Esto convierte al derecho en una suerte de imposición de un grupo de gente rica y con ejércitos ganadores sobre un grupo de gente pobre y con ejércitos perdedores. Pero, el derecho visto así tendría un carácter de clase y esto pues es dar una definición ideológica del derecho que facilita una visión parcializada, sesgada que nos predispone a odiar el derecho. Nos damos cuenta que definir el derecho es un asunto problemático. Es aquí que surge la necesidad de buscar a la experta en problemas: la filosofía. Cuando se problematiza el derecho hacemos filosofía del Derecho. Según Miguel Reale el derecho estudia el hecho (eventos o actos que generan las consecuencias jurídicas), el valor (los principios éticos, morales y culturales de una sociedad en específico que conforma el universo de aplicación de la norma) y la norma (la ley vigente que deberá atender los rasgos culturales denominados VALOR y las conductas humanas que interesen al derecho, es decir, los HECHOS). Consecuentemente, para este jurista brasileño la filosofía del derecho se divide en 3 partes: a) Teoría de fenómenos jurídicos b) Teoría de los intereses y valores que actúan en la experiencia jurídica b) Teoría de la norma jurídica Vemos pues, que para Miguel Reale, el derecho no solo estudia lo que son los lineamientos jurídicos en si, sino que además, es el nexo entre la ideología o la racionalidad del sujeto y su conducta. El desarrollo de esos aspectos no nos corresponde por ahora pero podemos ir viendo algunas posturas clásicas sobre lo que es el derecho así como sus respectivas críticas. En primer lugar tenemos al iusnaturalismo representado por Gustav Radbruch quien afirma que una ley solo es válida cuando es una ley justa, por ende si existiera una norma injusta ésta debe ser considerada sin carácter jurídico. Pero, ¿cómo se podrá responder a la exigencia de explicitar, enumerar y fundamentar de una vez y para siempre las leyes que son justas? ¿Qué es la justicia? ¿Hay algún criterio absoluto que nos permita establecer de modo absoluto y para todos qué es lo justo y qué es lo injusto? En segundo lugar también está el realismo jurídico que tiene como representantes a Carl von Savigny, Georg F. Puchta, Eugen Ehrlich, Philipp Heck, Oliver Wendell Holmes, Roscoe Pound y Jerome Frank. Para este grupo el derecho surge de aquella realidad social donde las conductas humanas hacen y deshacen las reglas de comportamiento. El derecho es la regla eficaz que surge de la vida cotidiana de los hombres. En este sentido es como un edificio, construido por los hombres con el propósito de satisfacer aspiraciones humanas, y que de manera continuada hay que reparar, restaurar y ampliar para hacer frente al crecimiento o al cambio de las aspiraciones y también al cambio de las costumbres. Sin embargo, ¿cómo consigue la certidumbre el derecho? ¿Cómo logra el derecho ser coherente con las costumbres nuevas de una sociedad si son tan contradictorios entre sí? ¿Cómo es posible que el juez otorgue carácter jurídico y fuerza coactiva a nuevas normas si para lograr eso debe basarse en normas del antiguo sistema jurídico que le autorice a ello? Por último, se suele mencionar también al positivismo jurídico cuyos representantes son Hans Kelsen, Norberto Bobbio y Uberto Scarpelli. Esta postura distingue entre justicia, validez y eficacia del derecho. Enseguida asegura que lo que constituye al derecho como tal es su validez jurídica, y añade que la norma jurídica se califica gracias a su carácter coercitivo, pero el derecho válido no necesariamente es el derecho justo. El problema jurídico central es el de la validez de las normas y éste consiste en comprobar: 1) si la autoridad que ha dictado esta o aquella norma tenía o no un poder legítimo para hacerlo 2) si la norma no ha quedado sin efecto 3) si es o no compatible con las demás normas del sistema jurídico Particularmente Kelsen distingue entre 1) juicio de hecho (descripción científica) 2) juicio de valor Tomando en cuenta esto, él nos dice que la ciencia del derecho no está para dar juicios de valor: consiste en el conocimiento de los valores, pero no puede producirlos, puede comprender las normas pero no puede crearlas. La doctrina pura del derecho trata de contestar a la pregunta sobre qué es y cómo debe ser el derecho, y no a la pregunta sobre cómo debe ser o cómo se debe producir el derecho. No es política del derecho sino ciencia del derecho. Ahora bien, la voluntad que quiere la consecuencia enunciada por la sanción es querida por el Estado. Por ello, el derecho se identifica con el Estado porque emplea la fuerza para evitar que en la sociedad se emplee la fuerza. Por ende, el derecho es una técnica de control social y organización de la fuerza. El problema con esta postura es que no logra responder cabal y generalmente qué es la justicia por lo que cae en un relativismo. Bibliografía: ALARCÓN CABRERA, Carlos (2007) Lógica deóntica. En: Filosofía de la Lógica. pp. 207-231 Madrid: Tecnos ALCHOURRÓN, Carlos y BULYGIN, Eugenio (1979) Sobre la existencia de las normas jurídicas. Valencia: Universidad de Carabobo. COPI, Irving y COHEN, Carl (2009) Introducción a la lógica. México: LIMUSA. COHEN, Morris Raphael (1965) Introducción a la lógica. México: FCE. LLANOS, Marino (2003) Lógica Jurídica. Lógica del proceso judicial. Lima: Logos. REALE, Giovanni y ANTISERI, Darío (1988) Historia del pensamiento filosófico y científico. Barcelona: Herder. REALE, Miguel (1997) Teoría Tridimensional del derecho. Madrid: Tecnos ROSENTAL, M. M. y IUDIN P. F. () Diccionario Filosófico. Lima: Ediciones Universo TRELLES MONTERO, Oscar (2002) Derecho y lógica: problemas. En: Lógica Formal y Lógica no-Formal. Lima: PUCP.