FICHA Docente ASPECTOS EMOCIONALES FRENTE A LAS ENFERMEDADES GINECOLÓGICAS. Asist. Mag. Vanesa Bogliacino El área de ginecología abarca muchas enfermedades ginecológicas por las que transitan las mujeres que requieren de un abordaje especial, en la comunicación de diagnósticos clínicos, la realización de estudios clínicos, internaciones y tratamientos medicamentosos como quirúrgicos. Frente a ello, es esencial poder establecer un adecuado vínculo entre el equipo médico- paciente, basado en la empatía, comunicación y sostén emocional. Las enfermedades del orden ginecológico se vinculan a los órganos femeninos lo que podría desencadenar pensamientos y sentimientos entorno a la vida sexual, la reproducción, el enfermar y la muerte. Dolor pélvico crónico. Se define dolor pélvico crónico como aquel dolor situado en la región pélvica cuya duración es de al menos de 6 meses incidiendo en la vida cotidiana de las mujeres teniendo una repercusión sobre sus relaciones sociales y de pareja, generalmente se conoce que ese tipo de dolor requiere de tratamiento médico o quirúrgico. (Lopera & et al, 2014) El estudio realizado por Martínez, et al (2013) revela que las pacientes con dolor pélvico de más de 6 meses de duración presentan mayores niveles de depresión y ansiedad, lo que podría influir en la persistencia del dolor tras la resolución de la causa ginecológica que lo provoca. A nivel biológico se conoce que el sistema límbico hipervigilante podría explicar la relación entre el dolor pélvico crónico y la depresión, dado que dicho sistema provoca pequeñas contracciones de los músculos de la pelvis en respuesta al dolor y una disfunción del eje hipotálamo-hipófisario suprarrenal que podría explicar los síntomas depresivos que acompaña al dolor pélvico crónico (Wingenfeld, 2009: Martínez & et al 2013). Por otro lado, estos autores afirman que los estados de ansiedad y depresión desempeñan un papel importante en la cronicidad de la endometriosis pélvica (Lorencatto & et al, 2002: Martínez & et al 2013). Estudios y tratamientos ginecológicos. Cuando las mujeres realizan una consulta por algún problema a nivel ginecológico e inician un proceso de estudios y análisis clínicos, el vínculo entre los profesionales de la salud y la mujer juega un papel primordial. La adecuada comunicación entre el médico y la paciente, favorece y facilita la adhesión a las medidas de auto-cuidado y permite una mayor comprensión de su situación clínica y de los aspectos a nivel emocional que se pueden presentar. Los procesos quirúrgicos a nivel ginecólogos con frecuencia originan pensamientos en las mujeres en torno a la feminidad, sexualidad, fertilidad y maternidad que podrían acarrear temores antes, durante y post proceso quirúrgico. Un estudio reciente dirigido a estudiar las barreras en la comunicación percibidas por mujeres que transitan por una histerectomía, identificó que dichas barreras provienen tanto de ellas mismas como de los profesionales , incidiendo de esta forma en la comunicación y educación que ellas reciben en relación al proceso quirúrgico. (Urrutia, Beoriza, & Araya, 2016). Las barreras identificadas en los profesionales son la utilización de un lenguaje técnico que no permite la comprensión de las mujeres sobre su situación, falta de tiempo, enojo, contradicciones en las indicaciones y lejanía, que generan malestar en las consultas médicas e incrementan la permanencia de dudas y el escaso apoyo emocional de las mujeres. Por otro lado, las mujeres percibieron en ellas mismas barreras como, la timidez, la vergüenza, la falta de confianza, el miedo y la conformidad. Estos últimos dos aspectos permiten mantener una actitud pasiva de la paciente durante la comunicación con el profesional donde predomina la distancia, el temor a preguntar, el mantenimiento de dudas, preocupaciones postergando la resolución de determinadas situaciones. (Urrutia, Beoriza y Araya, 2016). Se conoce que los diferentes tipos de cáncer (cáncer de mama, cuello uterino, de endometrio y ovario, vulva) como los efectos de los tratamientos provocan cambios hormonales, sexuales, reproductivos y alteraciones psicológicas y sociales. Se coincide con lo propuesto por Olivares (2004), en que el atravesar una intervención quirúrgica como la histerectomía, se constituye en un estresor vital mayor, que desencadena un proceso de representación del problema que implica muchas veces amenaza para la salud de la paciente, dolor, alteración de la imagen corporal, pérdida de funcionalidad, pérdida económica, pérdida de roles sociales, incertidumbre sobre el tiempo hasta la idea de muerte. Pero como un aspecto positivo, la cirugía puede ofrecer bienestar físico y psicológico, por ejemplo, en las situaciones en las cuales reduce dolor. Las pacientes pueden experimentar diferentes niveles de estrés, síntomas de ansiedad o depresión, en las diferentes etapas de una cirugía, en la etapa prequirúrugica, en la cirugía propiamente dicha y en el posoperatorio. . Asi mismo, independientemente del tipo del cáncer ginecológico, se conoce que la realización de un tratamiento oncológico conlleva cambios en la actividad sexual, debido a los efectos de la cirugía, la irradiación pélvica o la quimioterapia. El deseo sexual se encuentra afectado tanto al momento del diagnóstico como luego del tratamiento oncológico. Generalmente, la pérdida del deseo sexual no tiene una causa directa hormonal puede estar relacionado con la presencia de depresión mayor, pérdida de bienestar físico, uso de medicamentos como opiáceos, antidepresivos, antihipertensivos o antieméticos, o impacto emocional. (Schover y cols, 1993: Olivares, 2004). A nivel psicológico aparecen factores relacionados a creencias y reacciones emocionales asociadas al proceso de enfermedad, cambios fisiológicos asociados al tratamiento, alteraciones en la imagen corporal, autoestima, como cambios en su relación de pareja. La enfermedad y el tratamiento y como cada paciente transita su vivencia determinara el duelo por la pérdida de diferentes partes del cuerpo, de funciones, lo que podría alterar la imagen corporal de las mujeres e incidir en su estado emocional. Virus del Papiloma Humano (HPV) El Virus de Papiloma Humano (HPV) es una infección de transmisión sexual que afecta a la mayoría de la población. En Uruguay, se estima que alrededor del 3% a 10% de hombres y mujeres son portadores de lesiones de HPV, prevaleciendo los tipos virales de alto riesgo 16, 33 y 31 vinculados a las lesiones escamosas intra-epiteliales de grado alto (H-SIL), siendo ausente en esta población el tipo viral número 18 (Rodríguez, Fernández, Barrios, Vasallo, Sanguinetti, Alonso et al.,2009). Para abordar esta infección de transmisión sexual, el Uruguay ha implementado políticas públicas destinadas a la prevención del HPV (como la gratuidad del estudio de Papanicolaou cada dos años y la vacunación contra el HPV en niñas de 12 años). En el año 2015 un estudio de tesis desarrollado en el Uruguay buscó conocer las reacciones emocionales de las mujeres frente al diagnóstico de HPV y su incidencia en la adhesión a prácticas de (auto) cuidado de la salud, cuyos resultados se organizan en cuatro ejes: conocimiento y percepciones sobre HPV; las mujeres frente al diagnóstico de HPV; la influencia del HPV en la vida de las mujeres y la influencia del HPV en la vida sexual de las mujeres (Bogliacino, 2015). Comunicación y conocimientos sobre el HPV. Las mujeres entrevistadas consideraron como enfermedades ginecológicas más frecuentes las ITS (gonorrea, sífilis, HPV, VIH) y el cáncer de cuello de útero. La comunicación del diagnóstico de HPV significó un punto de inflexión para las mujeres en términos de acceso a la información, a partir de allí, se observó que la mayoría de las mujeres habían adquirido mayor conocimiento sobre esta ITS. Las mujeres con nivel educativo alto presentaron mayor conocimiento en contraposición con aquellas mujeres con nivel educativo bajo, quienes presentaron dudas en cuanto al origen, evolución de la enfermedad y sus vías de transmisión. Las mujeres expresaron la información que disponían sobre el HPV mediante un lenguaje técnico y médico recibido en la consulta médica, un lenguaje diferente al que utilizan en su cotidianeidad. A su vez, conocían los términos PAP o Papanicolaou, comprendiendo que es un estudio médico para las mujeres, pero no siempre lograron definir claramente su utilidad o relacionarlo con la detección precoz del cáncer de cuello de útero. El grado de comprensión de la enfermedad depende de que se minimicen las dificultades a nivel de comunicación entre los especialistas y las mujeres siendo oportuno desarrollar habilidades comunicacionales. Las mujeres señalaron como principales factores de riesgo para el HPV, las bajas defensas (tanto por estrés o por embarazo), tener múltiples parejas sexuales, las relaciones sexuales sin protección, la infidelidad en la pareja y la multiparidad. Asimismo identificaron hábitos que pueden considerarse de riesgo para el HPV: alimentación inadecuada, consumo de tabaco y mantener relaciones sexuales bajo el consumo de sustancias. Fue relevante conocer que las mujeres con nivel educativo bajo no hicieron referencia a la vida sexual sin protección como uno de los principales factores predisponentes para el HPV. Este hecho expone a las mujeres a mayor riesgo de contraer el virus. La influencia del HPV en la vida de las mujeres. De acuerdo al ciclo vital el diagnóstico influyó de manera diferente en la vida de las mujeres. Las principales ideas de las mujeres se asociaron al ciclo sexual y reproductivo que estaban viviendo. Por ejemplo, aquellas mujeres que aún no tenían hijos relacionaron el diagnóstico de HPV con la posibilidad de no poder tenerlos. En cambio, en mujeres que ya eran madres o estaban en el final del ciclo reproductivo, el interés se focalizó en realizar el tratamiento, fundamentalmente relacionado con el temor a la enfermedad y la muerte, a dejar a sus hijos sin madre o verlos sufrir por ellas. La maternidad (por tener hijos o por desear tenerlos) se impone como un factor emocional central en el afrontamiento de la situación diagnóstica. Se encontró relación significativa entre el nivel educativo y la manera en como incide el diagnóstico de HPV en las mujeres. Aquellas con nivel educativo bajo y medio, el HPV las afectó a nivel emocional y en su vida de relación de pareja, mientras que para las mujeres con mayor nivel educativo, el diagnóstico contribuyó a modificar actitudes y comportamientos relacionados al (auto) cuidado en salud. Medidas de (auto) cuidado Las mujeres identificaron tres indicaciones básicas recomendadas por el personal médico: la realización de exámenes de Papanicolaou y Colposcopia (con una frecuencia en dependencia del grado y tipo de lesión), abandonar el hábito de fumar y la utilización de preservativo como método de protección en las relaciones sexuales. Las mujeres manifestaron desagrado al concurrir a la consulta con el especialista, debido a la ansiedad que experimentan frente a los estudios ginecológicos y a su vez, manifestaban sentir vergüenza y temor frente a un posible resultado positivo Frente a las diferentes etapas de los tratamientos las mujeres manifestaron haber experimentado diversas reacciones emocionales: "ansiedad", "bronca", "cansancio", "enojo", "nervios" y "dolor". En aquellos casos en que se requirió de intervención quirúrgica, las mujeres sintieron miedo por la operación y posteriormente, el temor se centró frente a la posible reincidencia de lesiones por HPV. Otras indicaciones que recibieron algunas mujeres fueron el tratamiento con óvulos, la utilización de vitaminas y la interrupción del uso de métodos anticonceptivos orales, por considerarse contraproducente para las lesiones de HPV. De las tres indicaciones médicas, prevención del consumo de tabaco o su abandono, realización de controles periódicos y uso de preservativo en las relaciones sexuales, se observó que la mayoría de las mujeres logra cumplir con los controles periódicos, no sucede lo mismo con el abandono de hábito de tabaco y el desarrollo de relaciones sexuales con preservativo. Los resultados del estudio revelaron que existe relación entre el nivel educativo de las mujeres y el cumplimiento de la realización de los estudios ginecológicos, las mujeres con nivel educativo medio y alto son las que mayoritariamente cumplen con esta conducta de auto-cuidado, debido a la obtención del carné de salud así como la tranquilidad de constatar mediante diagnóstico su estado de salud. Entre las dificultades mencionadas para la realización de los estudios se encuentra la demora en la consulta para acceder a especialista y no disponer de tiempo personal para poder concurrir. Asimismo aquellas mujeres que mencionaron no realizarse los exámenes de forma periódica fue debido a tener como resultado último un PAP adecuado y a no sentir un malestar que amerite consultar. Se identificó que la edad y nivel educativo incide en el cumplimiento de esta medida de (auto) cuidado, las mujeres pertenecientes al grupo de edad entre 35-50 años y de nivel educativo bajo son las que mayoritariamente no efectúan controles ginecológicos. En relación al consumo de tabaco la mayoría de las mujeres que presentaban el hábito al momento del diagnóstico de HPV no lograron abandonarlo luego de realizada la indicación médica. La respuesta a esta indicación médica fue diferente según el nivel educativo y la edad de la mujer, aquellas con nivel de educación bajo y con edades entre 19 a 34 años, a pesar de tener información y la indicación médica pertinente, no lograron cumplir con la conducta de (auto) cuidado. El estudio identificó que las mujeres son informadas independientemente de la edad y estado conyugal, de la importancia de la utilización de preservativo como método de protección en las relaciones sexuales. El análisis del discurso de las mujeres permitió identificar que si bien esta medida es recomendada por los especialistas, no es adoptada por ellas. La no utilización del preservativo se debe a que lo consideran un método incomodo que quita sensibilidad, por otro lado, algunas mujeres no logran negociar está práctica con sus parejas sexuales debido a sentimientos de inseguridad y de ceder frente a la decisión del otro. Para otras, tener una pareja estable basada en la confianza, no justifica el uso de preservativo. Bibliografía. Bogliacino V. (2015). Mujeres y HPV: significados, reacciones emocionales y prácticas de (auto) cuidado en salud. Maestría en Psicología Clínica. UdelaR. Lopera, E. M., Lucas, R. P., Ballesteros, A. S., Vinuesa, C. P., López-Cózar, L. N., & Navío, J. F. (2014). Factores psicológicos en mujeres que padecen pelvialgia crónica grave operadas por laparoscopia o laparotomía. Clínica e Investigación en Ginecología y Obstetricia, 41(4), 164-168. Olivares, M. (2004). Aspectos psicológicos en el cáncer ginecológico. Avances en Psicología Latinoamericana, 22, 29-48. Urrutia, M. T., Beoriza, P., & Araya, A. (2016). Barreras en la comunicación percibidas por un grupo de mujeres histerectomizadas: Un desafío para entregar una educación apropiada. Revista chilena de obstetricia y ginecología, 81(3), 218-222. Rodríguez G, Fernández I, Barrios E, Vasallo J, Sanguinetti C, Alonso R. et al. Detección de los tipos virales 16,18, 31 y 33 de papillomavirus humano en displasias severas y carcinoma in situ de cuello uterino. Revista Médica Uruguay. 2009; 25 (4): 205-211.