Con un simple Hola comenzó, nuestra historia de amor, ella no lo sintió así, seguro estoy. La vi en aquella en aquel balcón, era una especie de Desnivel en un campus en la Universidad de Antioquia en Kazajistán. Caminaba yo por las instalaciones cuando veo un anuncio de Clases de literatura, había sido yo tentado tiempo atrás por algo de eso y en aquel entonces, con el corazón un poco estrujado, supuse que sería buena idea ir a allá a intentar sacar un poco de jugo de aquel dolor a piquetes que invadía mi mente y corazón. Entonces entré a ver que provecho podía a sacar a mi tiempo libre, a ver si tenía yo verdadero talento para hacer como hacen las personas a las que idolatro y que escriben tantas bellas, historias de cosas impresionantes. De modo que sin buscarlo ni pedirlo me encuentro ese pequeño y glorioso regalo de dios. Mirando un libro con una playera blanca, con un look que hacía parecer que su apariencia no era lo más importante para ella. Piel blanca, ojos negros cabello de talla media y un poco maltratado, tenía hecha una cola. Era seria, de boca pequeña tría puesto un short que dejaba ver todas sus bellas piernas. Yo que estaba lastimado de a poco y poco me importaba lo que se pensara de mí, me senté junto a ella solo para verla más de cerca, tomé un libro para disimular un poco, pero de ese maldito libro no recuerdo una sola letra. De pronto me vio y mi corazón volvió a la alegría, bajó la mirada rápido ni siquiera sonrió, a mí no me importó la seguí mirando fijamente aunque la asustara, quería seguirla admirando. Entonces llegó Héctor y nos llamó de modo que tenía que voltearlo a ver a él y dejar de verla a ella. Hector era un tipo un tanto extraño y complejo, se presenta aparentando estar por encima siempre de la situación, pero es un tipo que por un lado parece querer entrar en confianza con el mundo entero y por otro te dice guarda tu distancia. Entonces, que caso tiene. Solo un pensamiento, solo un par de palabras te diré La fama es efímera, se desvanece, como se desvanecerán mis palabras, y mi cuerpo hecho cenizas volará por las calles y cubrirán alguna roca o algo menos valioso, y si mi nombre queda en la eternidad, eso será genial, y si nunca soy reconocido, también lo será, aunque lo que hago no me lleve a ningún lado, lo seguiré haciendo, porque me apasiona, yo vivo y respiro por lo que hago. Vivir no es necesario, navegar es necesario. So what’s the metter with you? See me something new Navego en los mares de mi realidad, sin conocer este mundo y sin comprenderlo, me levanto cada maldita mañana mirando a la gente y su brutal indiferencia hacia la pregunta que hago en mi mente. Me resulta raro de pensar que ellos no se hagan la misma pregunta, ¿que hacen aquí? Y ¿cuál es la razón de su existencia? Vivir no es necesario, Navegar es necesario. Capítulo 1 Voy de camino a la escuela, por el rio Sena, sigo este camino mientras escucho el agua fluir libremente entre las piedras sin que nada la detenga, miro la maleza y a los perros carentes de belleza que caminan al borde del rio y viven su libertad y su mundo. Siempre utilizo este camino largo a la universidad aunque me quita tiempo, es menos cómodo y ciertamente no es tan bello, a través de los años eh aprendido a quererlo. He visto esas plantas y a esos perros crecer, he visto el rio vaciarse y llenarse una y otra vez. Llegué a la conclusión de que yo, carente de una familia y amor fraternal, eh encontrado a mi familia en el entorno en el que me muevo y he aprendido a amarlo lo suficiente para sentirme lleno en el corazón. Mismo habiendo crecido en ese aire de carencia de amor, me la he arreglado para ser un chico normal, dentro de lo que cabe, o al menos hasta ahora. Quiero decir; tengo amigos y enemigos, tengo gente que no me agrada y hasta gente que odio, pero siguen vivos. Entiendo perfectamente a la sociedad, sus límites y formo parte de ella. Tengo gente que me quiere y se preocupa por mí, poca, pero la tengo. Tengo un estilo de vida bastante normal y adaptado a lo que me rodea. Bien pienso que las ideas que por mi cabeza pasan no pasan por la cabeza de cualquiera, pero en cuanto a mi exterior, todo se mantiene en orden. Si he de hablar de mí habré de contar que mi vida no es en absoluto mala, vivo solo a mis 17 años, en un lindo apartamento que mi padre paga, porque el gobierno lo obliga. No entiendo muy bien porque él nunca hizo por criarme, no entiendo porque tanto afán de él por no conocerme y verme, es extraño realmente. De cualquier modo, nunca me ha preocupado, como antes dije, me las he arreglado perfectamente. Bueno volviendo al tema de mi vida, tengo total independencia, en una edad en que todos la desean, recibo de mi padre un sueldo mensual porque el gobierno lo obliga, mujeres vienen al departamento cada cierto tiempo a hacerme compañía, porque por suerte, las mujeres me desean. Siempre he sido una persona muy solitaria, fui concebido en una noche de fiesta, por dos personas que no se conocían, ambos carentes de afecto el uno por el otro y por consiguiente carentes de afecto hacía mí, mi padre un borracho amante de la fiesta, vivía de la renta de unos lujosos departamentos que sus padres (mis abuelos) le habían heredado. Mi madre una joven contadora exitosa y soltera. Nunca quiso ser madre, pero era cristiana devota y el aborto no era una opción. Deciden tenerme y al yo nacer mi madre decide no darme en adopción, en un arranque de amor decide hacerse cargo de mí, suponiendo que aprendería a quererme con el tiempo, cosa que no ocurre. Crezco en casas separadas por 40km la una de la otra, seis meses con mi padre y seis meses con mi madre. Siempre carente de un hogar y de la calidez que brinda. Aún siendo así crezco como una persona normal, buscando amor en todas partes, pero nunca en las personas. Vivo una niñez difícil por la falta de amor pero una adolescencia feliz, por el exceso de libertades, pues a los 16 años ya había aprendido a abusar de los recursos de mis padres, de sus obligaciones y a encontrar amor en las fiestas y la atención del mundo. A los 20 años me traslado a estudiar a la Universidad de Puerto Santo. Una prestigiosa universidad en una Hermosa ciudad. Vivo en un departamento poco complaciente (pagado aún por mis padres al igual que mis estudios, pues la ley los obligaba a mantenerme hasta que acabara los mismos.) pero queda cerca de la universidad y el camino es adorable. Llego a la Universidad después de mi largo camino de 25minutos, entro al aula de clases, como siempre lleno de personas que no acaban de agradarme. Espero 30 minutos al profesor y decido que este no llegará, abandono el aula y me dirijo a la biblioteca a esperar la próxima clase que empieza dentro de 4 horas. Mientras espero tomo un libro al azar, de un escritor conocido, llamado Paulo Cohelo. Nunca fui gran amante de la literatura, pero por alguna razón este me resulta fácil de digerir y a su vez, atractivo. Lo llevo a mi casa y termino de leerlo después de 2 semanas. Me quedo con algunas frases para mi repertorio y con algunas moralejas para mi estilo de vida. 3 meses después, vuelvo a pasar de nuevo por la biblioteca, algo dentro de mi me guía a curiosear y buscar algo en los acervos. De pronto la vista me enamora, amante yo de la historia, encuentro un libro de Calígula, que dice contar una historia diferente de la ya conocida. Sin pensarlo 2 veces lo tomo y comienzo a navegar en dicha historia. La historia del niño extraño que se vuelve el mártir y presidente necesario incorrompible de mis sueños El problema no esta en ti ni en mi, mi problema es quererte demasiado, pues cuando es así, las cosas simples se complican, mi mundo se cierra y las soluciones a mi cabeza no llegan. Me vuelvo loco, no razono, me molesto por poco y mi corazón late por todo. El problema es que cuando te quiero, mi vista se nubla y mi corazón se abre, pierdo la razón y mis sentimientos guían mi camino. Si no la quisiera, no la buscara y si no la buscara, seguro la encontraría. Esa noche, mientras daba vuelta en la cama, mientras invadían mi mente imágenes descabelladas relacionadas con cualquier cosa con la que estaba obsesionado en ese momento, me di cuenta de que había perdido el control de mi razón, quería evitar pensar en algo, pensaba en otra cosa y de pronto vi mi mente envuelta en un remolino de ideas tontas acerca de cualquier cosa. Mi razón estaba despedazada, era un hecho, cualquiera que hubiera podido mirar al interior de mi cabeza hubiera dicho “que maldito loco”. No entendía lo que pasaba era como si estuviera drogado, pero no me sentía relajado, sino todo lo contrario. Existió un hombre con un sueño llamado Roma, ese sueño habrá de cumplirse. Do whatever just to stay alive Dije que extrañaba escribir y es absolutamente cierto. Más cierto aún es que no sé de qué escribir. En algún momento, cuando tuve la inspiración o las palabras, simplemente no pude (por mi mano rota) y ahora me he decidido a no perder más mi tiempo. Sera que me siento obligado, será que algo dentro de mí me dice que escribir es una manera justificable para gastar mi tiempo, bueno, podría haber hecho muchas otras cosas. Esta es La historia de Mario Beli, un Joven nacido en la costa italiana de Porto Angelo. Una bella costa sin duda. La verdad es que prefiero mil veces escribir a mano, esto es deprimente. Cundo la encuentre Cuando la encuentre joven, no sé si he de reconocerla, espero que se manifieste ante mi en la mejor de sus fachadas. No sé si habrá más como usted, o si se presentará en varias oportunidades, pero si no es así, espero que de mi vida no escape. Si escapa, espero que a mi vida no haga falta. Siempre he dicho que a mi vida mujeres no le faltan, pero quizá, tan solo quizá opino eso porque a usted no la he conocido ¿Como es que usted será? ¿Cumplirá con mis deseos? ¿Será bella y con una bella sonrisa? ¿Será físicamente atractiva, delicada y comprometida, con una meta como lo soy yo? Eso es lo que yo creo querer. Mas no sé si merecer ¿cómo debería ser yo para merecer eso que pido? Digo guapo ya no puedo ser, he nacido ya y no hay más nada que en mi pueda cambiar. Espero que usted quiera a mi lado caminar. Yo solo busco que alguien sea mi equipo en la vida, por suerte soy libre de elegir y claro está, más libre aun es usted de corresponder o no corresponder. Pondré entre mis objetivos ser leal, que la lealtad sea importante. Cuando mi vida sea brillante Una mañana desperté sin haber rastro de ella La busque de a poco sin pensar yo la habrían tomado las estrellas Como me haces falta dulce primavera Tomar tu mano era la felicidad certera Completa, como completas mis necesidades Y deberás saber que aunque no estoy seguro de haberlo deseado, las cosas han cambiado. Ahora soy tuyo, para bien o para mal y mi promesa de lealtad, entera te pertenece. No estoy seguro de tener la tuya, no estoy certero de que en tu corazón, algo verdaderamente haya cambiado, ahora lo dudo. Pondré mi parte y seré quien creo que esperas, hasta el día que esté seguro de que no te interesa nada, que nada cambió y que en tu corazón; un sentimiento por mí, no llevas. Entonces habremos de dar un paso atrás después del gran salto que antes dimos. Habrá que escalar la montaña y seguir en pie en la espera de que un “futuro” con un “nosotros” posible sea. Esperar no es un martirio, la esperanza amor consigo lleva. Eu só não posso acreditar que isso aconteceu, é que isso meu irmão foi um sono. Mira hermano que ya no importa si no vuelve a suceder, es genial saber que al cumplir un sueño parece haberse roto también una maldición. Pero fuera de ser genial por aquello de cumplir objetivos y alcanzar metas, esto es fantástico por sí solo. El momento, recordarlo hermano mío es algo simplemente delirante, creo que delirante es una palabra que se acerca a describir el sentimiento que ese momento me deja y al recordarlo me transmite. No me lo esperaba, estábamos sacando una fotografía de nosotros cuando de pronto sentí, mi sentido del tacto percibió el contacto de una boca suave y pequeña se juntaba con la mía. Estaba rozando y pensé, ¿me está besando? No veía yo posibilidad, lo soñé millones de veces despierto y cuando ocurrió, me hizo pensar que la realidad y la fantasía que en mi cabeza existe, no están tan distantes, y lo que sueño y puede ocurrir, no es tan diferente. Porque no soy capaz, no me atrevería a sugerir que mi influencia ha sido la creadora del momento, hoy en día de algo tan maravilloso pienso que no pude haber tenido nada que ver. Debe haber sido gracia divina, debe haber sido un premio de Dios; merecido o no, lo recibo y agradezco. Aún hoy en día lo sueño, aún hoy en día tengo las fantasías que, antes de ella besarme, tenía. Pero esta vez cada que lo sueño pienso ¿para qué fantasear? Si puedo recordar. Y es que aunque los momentos en mi mente y en la realidad fueron siempre muy parecidos, mi mente carecía de una cosa, la sensación táctil. Mi memoria y mi sueño pudieron haber sido las mismas, la misma conversación, pudo haber sido igual de bello. Pero la diferencia es que se agregó la esencial memoria táctil al recuerdo y/o fantasía. Pasa que mis labios recuerdan a los suyos, esa sensación le otorga a la memoria el toque de sabor que hacía falta y que mi mete; nunca habría podido imaginar. Mientras tu mano toque mi mano, un hombre feliz seré. Te dejo ahora, y ahora para siempre, puedo cambiar de idea... Claro está, pero no en los próximos días, no en los próximos meses. No cambiaré por un beso, por un guiño, por un cariño o por suerte. Esta vez está decidido, Sigues cumpliendo mis sueños, me sigues pareciendo atractiva, sigues siendo quien más corresponde a quien quiero en mi vida. Solo está vez estoy un poco harto, aburrido, cansado o quizá es que tengo mejores cosas en que pensar. Sabes… Esa es la razón definitiva. No es que me hayas hecho algo que no me hayas hecho antes, no es que te portes diferente, no es que no sigas siendo la misma que no se inmuta con mis detalles y atenciones: Es que eres el sueño que ocupa mis pensamientos de forma más constante y el que menos parece hacerse real. En cambio, tengo otros sueños, más grandes, más complejos y que probablemente ocurran una vez en mi vida, que se hacen realidad en este instante y, no les doy el espacio, no les dejas espacio. El pensarte me roba gran parte de mi imaginación, el quererte me roba gran parte de mi amor y hoy, solo hoy, que tengo tanto por imaginar y tanto por amar, he decidido que tú, no lo vales. No lo vales más. Sin furia y sin despecho, sin rencor y con una fuerte sensación de seguridad y gratitud en mi corazón, te dejo. Tomo el camino que de ti me aleja, no te quiero ni un minuto cerca. Si vuelvo algún día será porque el destino así lo quiera. Adiós mujer de mis sueños, espero alguien pronto ocupe tu lugar, porque “algo” ya lo hace. Percibí la caída de un amigo, de un camarada. De un inocente y de alguien en quien creemos siempre “nada malo merece”. Fue doloroso de ver pero más doloroso, mucho más doloroso debió ser de sentir. Y es que por alguna razón encuentro la manera de siempre reflejar en mí las emociones ajenas como si fueran propias. Lo vi y me partió el alma. “Mi compañero” decía. Pero no lloraba, no podía. Aunque intentaba. Intentaba desahogarse y dejar que las lágrimas cubrieran su rostro cuando le parecía todo su mundo se derrumbaba. Pero no podía, pues era tan grande su pena, que el dolor la ahogaba. No le permitía respirar, gritar y acabar de llorar. “mi compañero” decía y creía podía hacer algo aún para ayudar. Después de verlo intenté atrapar como siempre ese dolor, reflejarlo en mí, aprender de él y saber que haría yo. Lo logré. Pienso tomaría las cosas de un modo más filosófico. Yo antes había pensado cual sería el paso a seguir cuando la gran tragedia se antepone, y sin embargo, después de entenderlo seguía la pena en mí, la pena por lo que vi. Me recordó a mi madre, ella habría hecho lo mismo, ella sufriría así. Ella partiría con él y moriría así. Recordé que hay algo que aún no soporto ver, algo para lo que no me preparo aún y algo que enfrentar no podría. Ver el sufrimiento ajeno, el sufrimiento de mis próximos, de mis seres amados. El sufrimiento de los más cercanos, se vive en carne propia. And I wonder. Graphically, how could I define myself? Con esta pregunta arranco mi autoanálisis de lo que debería marcar para siempre en mi cuerpo. Y con esta pregunta me inspiro, pues me doy cuenta, no se trata solo de conmemorar un acontecimiento, si no, una época. Y si bien no es la cúspide de la misma, se parece mucho a eso y si he de buscar el momento perfecto, ese es este, la razón es esto. Entonces trataré de responderlo, comenzando por aquello en lo que creo; Yo creo en la honestidad y en mis capacidades, más aún en mi conocimiento y la noción de conocerme completo, con mis fortalezas y debilidades, virtudes y defectos. Creo en el amor con la definición propia que he creado. Creo en la lucha; en lo que implica, en lo que cuesta y lo que vale. Creo en mis sueños y mis objetivos, mis motivos y mis metas. Y más que cualquier otra cosa creo en mi búsqueda insaciable de conocimiento y pericia, en la curiosidad y el crecimiento que como humanos, invencibles nos vuelve. Habiendo dicho aquello en lo que creo. ¿Que soy entonces? Soy un hombre que lucha, soy un hombre leal a sus ideales, soy un hombre que sueña y soy un hombre que busca. Soy un hombre que ama y como hombre que ama si he de ver mi vida perecer, mientras sea de amor he de morir contento. Si he de morir luchando, Si he de morir por lealtad, Si he de morir soñando, Si he de morir buscando….habré de morir contento. “El que no lucha por lo que quiere, no merece lo que desea” moriré moriré moriré contento. contento. contento. Porto Alegre - Brasil Qué día más tenso, he tenido ganas de llorar creo unas 4 veces en el día. Entre la falta de comunicación, entre el extrañar personas y escuchar que mi mama muere de preocupación me mata lentamente. Pero ya hablé con alguien y quede más tranquilo. He sido sin duda hoy una masa de emociones y pensamientos. He pasado de la alegría, a la tristeza, de la pasión a la culpa y de la culpa a la lastima. Acabé el día casi llorando pero creo que con el tiempo comienzo a encontrar la estabilidad y poco a poco sé que tomaré fuerzas para luchar contra lo que se viene y poder disfrutar de todo. Porto Alegre – Segundo día Interesante día. Definitivamente mucho más feliz, el día fue activo, me mantuve ocupado caminando de un lado para otro y eso me ayuda a sacar esa constante, pero no extraña, nostalgia de mí. En la noche tuve sexo con una chica que desgraciadamente me ama, no sé qué hacer con ella. Desgraciadamente a razón de la comparación con el amor de mi vida, ella no me gusta para nada. Sé que lo mío con aquella hermosura acabó y que tengo que mirar hacia adelante… Y lo hago. El problema es que su recuerdo está presente y creo que después de todo, esté amor que siento por ella “EVOLUCIONÓ” cambió y ahora creó cambios en mí con los cuales no estoy del todo feliz, pues ahora, pasé a ser un hombre civilizado…enamoradamente civilizado. Si debo confesar algo; me gustaba más ser un animal y poder coger con cualquier cosa y quedar feliz con eso, es la primera vez que no estoy feliz después de coger. Aunque, intentando volver al hombre primitivo que me gustaba ser, ya hay una más en la cuenta. ;D Es muy feo no quedar feliz después de coger, era como la droga legal y perfecta con la que podía pasar de un estado normal a la euforia pura. Probablemente (y deseo eso con todo el corazón) sea solo el momento de mi vida. Es decir, desde el primer día que hubieron caricias con ella, yo estaba infeliz, pensando en otra cosa y no me hacía sentir realmente bien. Y esto es debido a que de pronto olvidé que yo era feliz sin nada, me está costando realmente entrar de nuevo en el ideal de que solo me hace falta el aire que respiro y la luz que entra por mis pupilas para ser feliz. Pero creo que volverá, solo necesito entrar en confianza en este nuevo país, encontrar equilibrio y seré mejor de lo que nunca fui, estoy seguro de eso. Y a pesar de las dudas que tengo. A pesar de que a veces me subestimo y muchas otras más me sobrevaloro, aún puedo admirarme algo, aún merezco mi propio respeto, pues dentro de todo he apostado por mí mismo, por nadie más. He puesto fe, cuando el futuro se veía turbio y poco prometedor, en que mis ideales eran la base de mi felicidad y fue con mis ideales que he creado mi propio camino, alejado de todo lo que otros veían como felicidad y todo lo que valoraban como éxito, decidí que mi éxito era distinto y me aferré a eso aunque mil tormentas de inseguridad me azotaron, aunque mil veces quise cambiar el rumbo, me convencí ante la perdición total; “de que estaba en el camino cierto” y luché contra la puta infelicidad sin esperar nada a cambio, más que la casi nula satisfacción de decir que; hacía aquello en lo que creía y no importaba lo que pasara. Ahora se cosechan los frutos de siempre haber seguido sin desistir por ese camino que mi corazón me impuso, y aunque muchas batallas quedan por luchar, muchas victorias por conseguir y muchas más derrotas por sufrir, aunque sé que lo logrado aún nada vale, he conseguido un estímulo, un premio merecido que me dice que mi autenticidad no se ha ido por el caño, que ha sido siempre valorada, un premio de dios que me comunica; sigue tu camino, nunca desistas, aunque la victoria no consigas has de seguir solo tu corazón y no los deseos de vivir las vidas que otros viven, ni de ser lo que otros son. Sigue adelante, nunca te rindas. Has de seguir la vida entera solo la traza que tu corazón te marca. Y es hoy que el amor mío cambia de rostro, por lo menos temporalmente. Es hoy que mis anhelos y fantasías se pueden reflejar en otra cara, por una brasilerita. Escucho su voz ahora mientras intento sugerir palabras adecuadas para desahogar el sentimiento que llevo. Confieso no saber por dónde comenzar, pues la idea me trae mucha alegría y preocupaciones desde muchos diferentes ámbitos. Comenzaré entonces, por mero deseo de presunción y romanticismo, con una descripción de lo que percibo en su apariencia física. Ya es un poco mayor, sin embargo no habré de mencionar su edad. Ella es de cabello negro, corto, de test morena y rostro fino, con facciones no muy europeas, sin embargo delicadas y sumamente bellas. Su rostro es en serio un conjunto de alegría y dulzura increíble, tiene ojos brillantes y una mirada pacífica, con una sonrisa hermosa, que cuando se manifiesta, DIOS SANTO, su rostro cambia por completo y da el toque preciso para concluir, que en verdad es bella. Con esto concluyo su descripción y paso a un rubro que considero más importante. Mi actuar hacia ella. Estoy decidido y he concluido que habré de amarla, ya he comenzado y con mucha facilidad, me permite lograrlo. Sin embargo que es lo ¿que estoy buscando realmente? y aquí se presenta el primer problema; ¿porque estoy buscando algo? Si supuestamente, en mi definición de amor, basta con tenerla cerca y saber de ella para que dicho amor endulce mi vida. Probablemente el problema principal es que ella ya está cerca, y la relación en la que puedo contemplarla y escucharla, ya está dada. Entonces es posible que yo solo sea caprichoso y busque más de lo que tengo, aunque ciertamente, no pretencioso. Yo solo quiero ser su amigo, interactuar con ella y pasar con ella agradable algún ratito, no sé si sea mucho pedir a la vida que tanto me ha dado. Y esto es serio, mismo siendo bien intencionado, ya tengo demasiado y debería estar conforme y permitir que las cosas sigan su propio curso. Sin pretender actuar para forzar alguna cosa que por si misma no se me es dada. Es ese el hombre que yo concluí ser, ese es el hombre al que el mejor camino posible me ha llevado. Sin embargo la idea de retirarme de esta grandiosa experiencia, irme lejos y no lograr nada sabiendo; que todo estaba “tan claro” me retumba en la cabeza, no me resulta fácil aceptarlo. Voy ahora a tratar de definir realmente cual va ser mi actuar. Me resulta necesario, pues me doy cuenta de que, por automático, no procederé de forma acertada. No buscaré lograr con ella un relacionamiento, de eso estoy seguro. Tanto como estoy seguro de no poder evitar que ella encuentre una relación amorosa con otro “cara”. Todo eso se encuentra fuera de mis dominios. Lo único que yo podría pretender es una amistad con ella, la cual, pienso que si no doy los primeros santos de confianza y fe, no va ser dada. Me siento ridículo con la idea y no me siento yo mismo cuando lo pretendo. Pero deberé considerar algo, deberé plantearme una filosofía que me ayude a salir bien librado de cualquier cosa que acontezca; Nada hay que temer, pues el fracaso ya está dado. De modo que teniendo en claro lo antes dicho: si lo intento y nada pasa, no pierdo. Y si pasa, yo gano. Así hemos de proceder, considerando que mi amor por ella es claro y sin embargo, por su actuar no he de salir afectado, pues de usted amor, no espero nada y lo que me ofrezca, habré de aceptarlo. Voy a reflexionar, daré una fuerte bocanada de aire y aceptaré que no es auto-convencimiento cuando me digo que no soy miserable, que no estoy triste, que estoy inquieto, que tengo un pequeño vacío que necesito llenar. Un pequeño vació de autenticidad, siento que me hace falta ser yo mismo ¿o me equivoco? ¿Qué será que tengo? ¿Será que esto que tengo puedo llamarlo de soledad? ¿Es esto eso que la gente tanto nombra y de lo que la gente huye? Voy a hacer un pequeño análisis a fin de intentar llegar en una conclusión más razonable y mucho menos precipitada, pues confieso, que esa primera respuesta me agrada, porque creo, la soledad puedo solucionarla. A lo largo del día, estoy ocupado, conversando con gente, resolviendo problemas, resolviendo proyectos, haciendo algo, moviéndome. Puede ser que esté llegando a una conclusión, esté lugar me enferma, este lugar me mata. Este lugar y todo lo que implica; La falta de actividad, el encierro entre cuatro paredes, la soledad estúpida e innecesaria teniendo gente en frente… La noche, la falta de posibilidades, la falta de hambre, la falta de ambición, la falta de ganas. No voy a culpar al lugar, voy a culpar a lo que implica y a lo que me vuelvo en él. Sin duda alguna dejo de ser yo mismo, me vuelvo solo la sombra pobre y vana de lo que soy. ¿Será que puedo plantear una solución? Lo tengo en mente, pero no me lo creo, no creo que vaya ocurrir, no quiero mentirme. Puede ser que invitar a Mayara a solucionar mi soledad solucione mis problemas, pero bien sea que implique mucha cosa o que sea un joto porque estoy aquí y ahora. No creo que vaya dar cierto. Confieso que Mayara me da un alivio, aunque puede ser bien temporal y es posible que no la pueda estar buscando el tiempo todo. Cada vez que venga “el recuerdo”, voy a recordar que soy todo cuanto quiero y logro tanto cuanto puedo, que tengo más de lo que siempre he deseado y el pensamiento habrá de darme calma, tranquilidad, felicidad. En aquel momento de sueño en que mi personalidad vuelve, mi mente es mi herramienta y a mis ganas y mis actos son separados por solo un movimiento. La felicidad es alcanzada por la decisión de hacer las cosas en el lugar y en el momento, siguiendo el impulso. Tengo tanto más de lo que siempre había deseado y mi felicidad está en saber que el camino no ha terminado, que sigo andando. Porra velho, que noite. He tenido unas noches bastantes satisfactorias con la Mayara estas últimas semanas. Hoy no es mi intención hacer alarde de eso, no es mi intención esta mañana relatar que hace unas siete horas estaba divirtiéndome de la forma más vulgar (si es que la palabra sirve) que conozco. Mi intención es hablar de las mujeres con las que moro, especialmente, como es de esperarse, de la Mayara. Resulta ser que encuentro extraño el camino que tomaron mis “pasiones” en esta aventura. Resulta ser que fue absolutamente inesperado y hasta un poco sin sentido. Yo supuse que si iba tener algunos encuentros íntimos en este lapso de tiempo, eso sería siempre con personas alejadas de casa, porque, suponía yo. Y en la cúspide del éxito. Cuando todo en el mundo físico cierto se está dando. Ahí donde alcanzaste tus sueños, llegaste a la cima de tu montaña y la felicidad no necesita más de la dosis de autosugestión. En ese punto de tu vida donde todo ha sido dado o conseguido o te has matado por alcanzarlo. En ese punto tan alto vienen los vientos de la inseguridad, los temblores de la tristeza. A sembrarte dudas, a preguntarte si lo que tanto habías anhelado realmente te hace tan feliz y a pesar de todo, eres feliz realmente. Y una vez sembrada la semilla de la inseguridad, la duda crece y te dice; ¿si no eres feliz con todo, que serás sin nada? ¿Por acaso volverás a ser feliz algún día? Si después de alcanzar tus metas no eres feliz ¿Qué sentido tiene la vida? Todas esas cosas arremeten contra ti de forma aleatoria para preguntarte entre todas ¿En que se basa tu felicidad, como la has alcanzado? ¿Será hijo mío que tu imperio es realmente tan bien formado? Cuando la tristeza te dio todos esos golpes y crees que te ha abatido y que teniendo todo nunca volverás a ser el mismo. Ahí vienes a recordar de donde tu felicidad siempre vino y como está tu imperio formado. De donde viene tu fe y a donde se dirige. Donde se encuentran tus sueños y en que se basa tu imperio. “And I discovered that my castles stand upon pillars of salt and pillars of sand” -Coldplay. Era un día tranquilo, aún no salía el sol y no daba para percibir si sería nublado o soleado, pero era indudablemente calmo. La calle no hacía ruido alguno y por mi andador ninguna persona caminaba, yo evitaba ver las expresiones de los rostros de mis padres, miraba solo el frente, estaba en blanco, en aquel momento nada me importaba. Cerré la puerta blanca de metal de la entrada del pórtico a la casa y saludé a mi perrito, lo acaricié y le dije que no lo sabría ahora pero que después iba a sentir mi falta, tanto como yo la suya. Cerré la segunda puerta del cancel negro que da al pórtico y pensé en darle un besito a mi perro, pero estaban ahí mis padres y no parecía una razón suficiente para volver. Caminé unos metros y como siempre percibí que había olvidado algo, y fue mi excusa perfecta para volver, abrir la casa y darle un besito a mi perro, hasta pareció cosa del destino. De camino al aeropuerto aún nada me abatía, solo contaba los metros recorridos y pensaba <es la última vez que recorro este camino, pasará mucho tiempo antes de que vuelva (si es que vuelvo) y quién sabe, quizá las cosas ya no sean las mismas.> En el aeropuerto estaban 2 de mis mejores amigos, fue genial encontrarlos. Especialmente porque no lo esperaba, también estaba Giovanna, una de mis ex-novias, pero su presencia no me hacía tan feliz, solo hacía bulto. Nunca reflexioné que esa mañana no vi salir el sol en mi ciudad, bueno, de hecho lo vi. Sin embargo, no sentí su calor; cuando salió yo ya estaba en el aeropuerto y cuando yo salí del aeropuerto, estaba en el avió. El sol de mi ciudad no me batió directo ese día y hasta ahora. Santiago, Chile. 08 de julio de 2016 ¿Qué me ha dejado Santiago, que me ha dejado Chile? Hasta creo que quisiera quedarme y es por una mujer… que sana su presencia, que amable su toque, que cálido su abrazo, que alegre su esencia. Nunca antes la conocí, sus características nunca antes las soñé, nunca antes las deseé, su forma de ser era impredecible, y sorprendente fue para mí que algo así me hiciera tanta falta. De aquí a los días que me quedan he de soñarla y he de desear encontrar en otra persona lo que he encontrado en ella. Que falta me hacía esa poca de gracia, esa poca de amor, que falta me hacía ser sorprendido y encontrar un plus en aquellos trópicos que habrían de formar a mi mujer ideal. Debo decirlo, poco la he conocido, pero de soñarla tengo ganas, podría imaginar mil historias, podría inventar mil escenas. Dios quiera que te atravieses en mi camino nuevamente y que me sorprendas y que todas las historias que me invente desde hoy hasta que ese día llegue, sean nada en comparación con la vida que a tu lado me espera, dios quiera querida, dios quiera. Y a tu lado mi imaginación se hará polvo. Y a tu lado mi imaginación será nada. -Cuéntame rilo ¿cuál es tu problema? -Mi problema soy yo mismo Elizabeth, no veo como esta vida valga la pena -¿Qué pena? -la infelicidad, la inquietud, la nostalgia. -Te voy a decir algo que ya habías oído antes, pero no prestaste atención; quizás te exiges demasiado. Eres dueño de tu vida y no necesitas de nada, no le debes nada a nadie. Si te quieres matar, mátate. -la solución para dejar de vivir los problemas ¿es dejar de vivir? -Eso nunca es la solución, después de la vida no hay nada, dejar de vivir sería el mayor de tus problemas. Lo importante es hacer que la vida valga la pena, pero para ahí un segundo, tu mencionaste una palabra clave “problema”. Repíteme ¿cuál es tu problema? -La nostálgia, la infelicidad, la inquietud. -vamos por partes. ¿Por qué estas nostálgico? -no lo sé, probablemente nostálgico no estoy, dado que la nostalgia viene siempre referida a algún acontecimiento. Creo que no me ha acontecido nada por lo cual estar nostálgico. Excepto, aquel inconveniente con aquel hijo de puta. No me mata lo ocurrido, me mata que me ha sembrado dudas, ahora mismo he cambiado un poco, no soy yo mismo, probablemente no creo más en mí. -Recuérdame ¿quién eres tú? -Soy Ricardo Piña -Define esos nombres. -Déjame dar una checada en lo que alguna vez fui, no me gustaría describirme con lo que actualmente estoy siendo, no estoy en la misma forma. [Y a pesar de las dudas que tengo. A pesar de que a veces me subestimo y muchas otras más me sobrevaloro, aún puedo admirarme algo, aún merezco mi propio respeto, pues dentro de todo he apostado por mí mismo, por nadie más. He puesto fe, cuando el futuro se veía turbio y poco prometedor, en que mis ideales eran la base de mi felicidad y fue con mis ideales que he creado mi propio camino, alejado de todo lo que otros veían como felicidad y todo lo que valoraban como éxito, decidí que mi éxito era distinto y me aferré a eso aunque mil tormentas de inseguridad me azotaron, aunque mil veces quise cambiar el rumbo, me convencí ante la perdición total; “de que estaba en el camino cierto” y luché contra la puta infelicidad sin esperar nada a cambio, más que la casi nula satisfacción de decir que; hacía aquello en lo que creía y no importaba lo que pasara. Ahora se cosechan los frutos de siempre haber seguido sin desistir por ese camino que mi corazón me impuso, y aunque muchas batallas quedan por luchar, muchas victorias por conseguir y muchas más derrotas por sufrir, aunque sé que lo logrado aún nada vale, he conseguido un estímulo, un premio merecido que me dice que mi autenticidad no se ha ido por el caño, que ha sido siempre valorada, un premio de dios que me comunica; sigue tu camino, nunca desistas, aunque la victoria no consigas has de seguir solo tu corazón y no los deseos de vivir las vidas que otros viven, ni de ser lo que otros son. Sigue adelante, nunca te rindas. Has de seguir la vida entera solo la traza que tu corazón te marca. ] Ya recordé, me ha quedado claro, soy un hombre que lucha por lo que cree y pone fe en lo que hace. Un Hombre que pelea por lo que quiere. -¿Y qué quiere ese hombre? Lograste una victoria ¿por qué luchas ahora? -Ahora mismo no tenía lucha, planeaba descansar un poco y disfrutar lo conseguido. -Alguna vez pensaste en esto ¿recuerdas? ¿Recuerdas aquel tiempo en que pensaste que la felicidad era la lucha y la motivación de conseguir aquello que no se tiene? ¿Recuerdas que dijiste que probablemente cuando hubieras alcanzado la victoria y hubieras vencido en todo aquello por lo que luchabas, te dedicarías a disfrutar de tus cosechas? ¿recuerdas que alguna vez supusiste que al final de esa lucha, talvez te sentirías vacío y sin motivación y que las cosas, las victorias, el respeto, el prestigio y la fama probablemente serían nada? OHH sí que lo recuerdas bebe, sí que lo recuerdas. Viene aquí la prueba bebé, solo que en menor escala. Lo has descubierto, encontraste el oro y la verdad absoluta de la motivación en la vida o por lo menos de tu vida. No se vive para sembrar y después disfrutar las cosechas, no se vive por partes, se disfruta de la cosecha un segundo, se guarda en la mente con orgullo y después de regocijarte en la victoria. Despiertas al día siguiente, bien temprano para aprovechar el día, la vida. Te pones tu armadura y te vas en busca de la siguiente victoria, la nueva lucha. Nunca se para de luchar, cuando pares de luchar, para mejor de vivir. Necesitas una motivación idiota, algo fuera de tu alcance, una estrella para atrapar con las manos. ¿crees en lo que te digo? -Plenamente Elizabeth, menos mal que ocurrió con esta pequeña victoria, con este pequeño proyecto, creo que si me hubiera pasado con la final de mis victorias, me hubiera matado. Lo soñé una noche antes. Fue un sueño corto, básico, sin embargo certero. Desperté tranquilo, pensativo, con los ojos perdidos en el horizonte y una idea sembrada en el rincón más profundo de mi pensamiento. A lo largo de la mañana fui materializando la idea y fui haciendo un plan, un utópico, largo y complicado plan completamente destinado a fallar. Sin embargo estaba convencido de que arriesgaría mi vida sin dudarlo en aquel trazo idiota y poco fundamentado. Solo necesitaba mandar al carajo todo lo que tenía, y darle la espalda a la gente que me amaba y por mí se preocupaba. Con la fantasía y la emoción en la cabeza fui con Mané, él tomo su hora libre para almorzar en el trabajo. Nos sentamos en el sucio comedor del centro comercial y comencé a platicarle sin preámbulo lo que por mi mente pasaba. Mané escuchaba con esa atención comprensiva que lo caracterizaba. <Tuve un sueño we, lo recuerdo poco, era yo un hombre maduro, tenía un paño azul en la cabeza, los ojos cansados y una barba tupida, con algunas canas. Estaba recargado sobre la borda de madera gastada color ceniza y hueso de una galera de medio porte. En mis ojos de color negro como el carbón se reflejaba una isla tan gigantesca que bien podría llamar de continente y una piedra grande con una forma parecida al pan de azúcar estaba en el medio de aquella zona de la isla que mis ojos enfocaban. Sonreí y desperté. Me desperté inquieto we, enfermo, con aire acongojando el interior de mi pecho. Toda la mañana he estado intranquilo we, y es respecto a la vida que llevo y a lo que quiero hacer en ella we. Siento que en ese sueño vi el futuro we, el futuro que debo vivir y que sin duda alguna, quiero. Toda la mañana llevo haciendo un plan we, para largarme a la mierda de esta ciudad y empezar a formar mi destino. Me siento estancado we, estancado en la vida, estancado en una vida que fue predeterminada por los planes de la sociedad para un hombre común. No quiero ser un hombre común we, no quiero ser parte de ese ciclo en el que; “se nace, se crece, se reproduce, se envejece y se muere.” Eso es vivir en la muerte we, no quiero vivir en la muerte. Me he pasado las horas soñando despierto con algo we, fantaseando una realidad y un estilo de vida. En este estilo de vida agarrábamos mi moto y nos íbamos viajando por el sur we, de ciudad en ciudad, trabajando de cualquier mierda we, meseros, cajeros, cualquier cosa que nos dé de comer, vivimos de 3 a 6 meses en cada lugar y nos movemos, poco a poco, hasta que estemos cansados de viajar, hasta que hayamos conocido suficiente para decir, aquí quiero quedarme, aquí quiero morir. Nos detendremos cuando estemos tan llenos de historias para contar que nos faltará vida we. No es que esa vaya ser la vida maravillosa we, yo creo que más bien se tornará una mierda, será sufrida, trabajaremos como negros, comeremos mierda y viviremos en cualquier pinche cuarto de porquería. No será una vida de lujos pero ¿quién dice que la vida de lujos es mejor? Si tengo que ser honesto, te diré lo siguiente we; en la universidad me la pelan, soy el mejor de la clase por mucho. Y tengo casi total certeza de que mis posibilidades de conseguir un buen trabajo como arquitecto son muy altas y por ende, mis posibilidades de tener dinero altas también. Si sigo los planes que para mí se han hecho, seguro estoy que seré un hombre “próspero y de bien”. Yo no quiero esa mierda we, no así, no así de fácil. Preferiría ser narco con tal de encontrar una vida intensa. Hay otros deseos en mi corazón we, hay otro camino que yo preferiría seguir. Prefiero morir en el camino de una vida dura y llena de aventuras, antes que tomar el camino fácil a la vida serena y tranquila. Mira we, la vida estable no puede ser tan mala así, si tanta gente la ha elegido no puede ser la peor mierda. La buscaremos we, pero primero hay que aventurarnos we, hay que ganárnosla, hay que cansarnos y merecerla. Hay que marcar la historia we, marcar nuestra historia; caminemos al sur de pueblo en pueblo, capital en capital, llegaremos a Chile y de chile navegaremos a Japón we. Cansados y maduros encontraremos unas lindas japonesita de la cual nos será fácil enamorarnos. Estaremos apasionados por la vida, conoceremos tanto que la paz y la felicidad eterna vendrán a nosotros solitas como justo premio por haber luchado tanto y por haber seguido la traza, solo la traza que nuestros corazones marcan.> Pasó poco tiempo, bien poco antes de partir. Me sorprendió mucho de parte de Mané. Él nunca ha sido el hombre más valiente, ha sido más bien precavido, dudoso, temeroso y cobarde toda la vida. Pero con esta idea, parecía no ser el mismo. Cuando la escuchó, estaba anonadado. Podían percibirse en sus ojos y sus expresiones mil emociones, dudaba, sudaba y volteaba la mirada, se veía que tomaba las cosas a serio, en una idea que de principio en mi cabeza solo estaba soñada. Mané la materializó al aceptarla, al verlo tan convencido, tan animado, no creía lo que hablaba, ahora era yo quién dudaba. Después del Mané haber aceptado, concordamos que entre más preparativos hiciéramos para el viaje, más difícil se tornaría partir, sabíamos que teníamos que limitar nuestro equipaje a las cosas más básicas para nuestra supervivencia. Un par de pulmones para disfrutar el aire que respirábamos y un par de ojos bien abiertos para disfrutar la luz que entraría por nuestras pupilas. Después de eso, más nada no necesitábamos. Estábamos muy animados, como ingenuos niños que sin saber a qué nos enfrentábamos. La verdad lo sabíamos, simplemente decidimos ignorar toda reflexión y consejo que pudiese atravesarse en nuestro camino. Este fue un acuerdo mutuo que no establecimos, los dos lo sabíamos pero nunca lo hablamos, estábamos en sintonía e igualdad de pensamiento, con el mismo peso sobre las costas y el mismo foco en nuestras miradas. En aquellos tiempos dorados no había mejor equipo, Mané y yo estábamos conectados en pensamiento y alma. Arreglábamos nuestras cosas sin decir nada, actuábamos en secreto y sin hacer ruido. Yo limpiaba la moto, checaba los frenos, el motor, las luces y compré llantas. Hacía preparativos de poco a poco y sin ruido ni anticipo mi mochila llenaba. Había llegado la fecha; 30 de septiembre de 1997. Dijimos que en esta fecha habríamos de partir. Antes de esto fue el cumpleaños de Mané, dos días antes, hicimos la mejor fiesta; bebimos, lloramos y disfrutamos como nunca de la compañía que tiempo después habría de hacernos falta. Nadie lo sabía y probablemente nadie lo notaba. Aquella noche vimos a todos con caras diferentes, todos nuestros amigos y familiares se veían tan amorosos, tan valiosos, tan geniales. Yo veía como Mané dudaba y él veía la duda en mí. Era una mierda pensar el tiempo que pasaría antes de volver a verlos o peor aún, saber que no volveríamos a verlos. Era una mierda, era como condenarlos, era como condenarnos. Mané fue al baño de aquella grande casa de mi tío Jaime. Por suerte estaba alejada de la sala donde el resto de la gente estaba. Yo sabía porque iba; Discretamente me escabullí detrás suyo, toqué la puerta y dije <abre la puerta perro, sé que no estas cagando>. Mané no abrió, pero la puerta no estaba asegurada. ¿Por qué el desamor no es bienvenido? Si desde el punto de vista físico parece ser la misma sensación en la misma zona geográfica del cuerpo. ¿Son tan efímeros los sentimientos positivos como los negativos? Probablemente lo son, aquellos sentimientos positivos buscamos desesperadamente revivirlos y con el tiempo el recuerdo es cada vez menos intenso. ¿Será que el desamor dura más en nosotros a causa de nuestra intensa búsqueda por deshacernos de él? Puede ser. 1 página por día Marzo 21 del 2305 Las noches se vuelven más largas y los días más cortos. Las horas nunca alcanzan, el ocio se volvió algo tan codiciado y tan valioso que los más avispados del pueblo han comenzado a vender tiempo a los más tontos. El negocio es simple, trabajan por ellos y les cobran el doble de lo que ganan. Todos tienen algo que hacer en Gibb. Hace varios años que vimos al último mendigo, hace varios años que no nos falta el alimento, todo se nos ha dado en las manos desde que tengo memoria y, sin embargo, no soy el único que escribe por falta de paz. Ayer por la noche cuando cerré la oficina, y el talento vino por mí, estuve la mitad del camino viendo como volaba el polvo a mi lado y cuando la inteligencia volvió a mi cabeza, exhale y me puse a observar mi entorno; Las redilas estaban sueltas, el piso lleno de grasa, mi columna estaba entumida y 8 de los 12 hombres que venían en la camioneta observaban el polvo a sus lados esperando pasmados a que la inteligencia volviera a sus mentes. Pasaban los minutos y suspiraban uno por uno, no sé si alguno se puso a observar como yo, pero pasaban de la estupefacción a la conciencia y se levantaban, se estiraban o simplemente encontraban algo más en que centrar su mirada hasta quedar nuevamente estupefactos. Llegué a mi casa, Blanca llegó a la misma hora, me miró y ambos sonreímos. Venía tan cansada como yo, pero ese momento es el único que le da calma a mi alma. Si estamos cansados, tristes, alejados o enojados, el asunto no cambia, ambos siempre, por la buena y la búsqueda de paz, nos sonreímos. Ese momento era más placentero que el sexo mismo y más efímero también. Entré a la casa y comenzó nuestra rutina de noche, hicimos café, cocinamos la cena, salimos al jardín a ver la luna, y entramos nuevamente a la cama, algunas horas antes de dormir e hicimos el amor. La taza de suicidio en Gibb era sumamente alta, uno de cada cinco se quitaba la vida. En el pequeño pueblo había un suicidio diario, desde los más pequeños hasta los más ancianos se quitaban la vida con las pastillas de renacer, estas las podía conseguir cualquiera en las tiendas de intercambio. Había pasado por mi cabeza muchas veces también, pero yo había nacido con suerte y tenía a Blanca, existía a mí un sentimiento grande de responsabilidad hacia ella y no podía abandonarla a la suerte en este pueblo tan gris e indiferente en el que los suicidios ya no aparecían en los periódicos y la morgue solo envolvía los cuerpos y los enterraban sin autopsia, formaban parte de la tierra y su existencia era tan irrelevante que no dejaban recuerdos ni se derramaban lágrimas. 25 de marzo del 2305 Hoy murió Leonel, uno de mis pocos amigos en el pueblo, no éramos muy cercanos, conversábamos de cosas más bien aleatorias y cuando discordábamos, igual que todos en Gibb, nos dábamos la razón mutuamente. Era una práctica común. Cómo sea el asunto fue triste, siento como si me quedara cada vez más solo, como si el círculo de muerte se va cerrando cada vez un poco más a hacia mí y me fuera a hacer el próximo de aquí a poco. Abril 15 2305 Estalló una rebelión hace unos días en un pueblo cercano. En el pueblo de Kununurra, mineros de las principales fabricas de Holbox, Keep River y Parry Lagoons, armados hasta los dientes sometieron a todo aquel que no quiso participar y comenzaron a volcar grúas y robar camiones. Llegaron hasta uno de los principales molinos y lo destruyeron por completo. Después de una hora de destrozo, llegaron los ministros del orden cuando comenzaban a organizarse para desaparecer el segundo molino. El saldo, cuarenta y tres bajas en las filas del ministro de orden doce obreros heridos y un minero muerto. Siempre me indignaban las noticias sobre las rebeliones, pero este era un crimen sin precedentes, pocas veces los rebeldes conseguían tal cantidad de armas y hacían ataques tan devastadores. Para colmo, las noticias de este tipo se transmiten en vivo, se encuentre uno donde se encuentre le toca a uno ver el proceso del combate como si fuese película o peor aún, como si se viviese en carne propia. Los rebeldes después de la hora de la siesta, salieron de las áreas del receso con armas que están prohibidas en el país desde hace años. Comienzan a amenazar e intimidar, muchos toman más armas que tienen por montones en maletas de lona. Unos toman armas por miedo otros por euforia y aquellos que no las toman son amordazados y los que se resisten son golpeados hasta quedar abatidos. Uno puede ver como le arrancan a golpes el sentimiento de responsabilidad patriótica a esos hombres. Del ministro de orden llegan dos coches con cuatro personas cada uno toman posición en una colina y planean la operación mientras los mineros les apuntan y disparan inútilmente desde lo lejos. De las liveview de los gerentes se puede ver como las balas rebotan contra los cristales blindados. Siempre he dicho que esos hombres le tienen demasiada fe a esos escudos que se ven tan simples, limpios y transparentes, pero de hecho tampoco se ha visto en las transmisiones que alguno falle. Cuando los mineros comienzan a destrozar uno de los molinos, aproximadamente cuarenta y cinco minutos después, se presumía el colapso y a todos nos abandona la angustia. Los rebeldes derribaron por completo una maquina refinadora, cayendo de lleno en uno de ellos que muere aplastado al instante. Derribado por completo el molino, una parte de ellos se dispone a subir la colina en los camiones que habían tomado, los restantes comienzan a dirigirse hacia el otro molino y entonces aparecen las filas del ministro. Dos espátulas se encargan de derribar los camiones que se dirigían a la colina, mientras las bolas de goma de las marcadoras de largo alcance derriban a los mineros armados. Se colocaron las barreras de vidrio a doscientos metros de los camiones mineros y de la lejanía deshabilitaron los camiones. Después de eso, comienza el tiroteo. Bolas de goma, electrochoques y gas lacrimógeno, contra balas de plomo, palos, picos, machetes y granadas. La única ventaja que tiene el ministro de orden contra esos salvajes hijos de perra es que prevalece entre ellos el orden y los planes de ataque son desarrollados como un impresionante juego de ajedrez. Entre los rebeldes siempre reina la locura desquiciada, la sed de sangre y el desorden. Caían y caían los rebeldes por montones mientras que en las filas blancas solo se veía por unos segundos a un caído que era trasladado en el acto y remplazado su lugar en segundos. La diferencia, los rebeldes hijos de perra, se levantaban y veían el sol nacer al día siguiente y nuestros hijos, no veían el sol brillar nunca más. El saldo; ciento sesenta rebeldes abatidos para despertar en la sociedad una vez más, ahora como esclavos y cuarenta y tres unidades de blanco muertos, para siempre. Me gustaría entender el porqué de los levantamientos en armas. Hacía más de un año que los noticieros daban su versión de los hechos, los reporteros se habían acabado, pues según nuestro líder, las opiniones adversas manipulaban el libre albedrio de las personas. Los noticieros ahora eran organismos públicos y simplemente se transmitían al momento de ocurrir, los hechos más relevantes ocurridos en nuestra nación, que fueran verdaderamente valiosos para la información pública. Fuimos nosotros, los mismos obreros, los que comenzamos a llamarlos rebeldes, aunque hasta la fecha nunca he sabido de su causa. Abril 30 de 2305 Hace algunos días me decidí a alimentar un poco mi curiosidad. Pregunté a algunos de los amigos que me quedan, que pensaban acerca de los rebeldes. Me dijeron que eran salvajes, que eran traidores y que no tenían otra motivación más que el amor por la violencia. Todos asentían en las mismas cosas, aunque con diferentes palabras. No puse mi punto de vista, dado que discordar es muy mal visto, pero conforme analizo las cosas me ha dado por pensar que buscan algo más que matar, aunque no está bien claro que podría ser. La tarde del sábado, cuando llegue a casa, pedí a Blanca que me acompañara a la biblioteca central de Gibb, donde podríamos leer un rato, pasear en los parques y yo podría alimentar un poco mi interior investigador. A Blanca le gusta cuando salimos de casa y tomamos el sol un poco. Le gusta salir de la rutina y andar de la mano conmigo, paseando por lugares que no conoce. Aceptó emocionada, cuando escuchó la propuesta. En la biblioteca, me sentí todo un maestre, me pregunté en qué clase de ser divino me convertiría yo si tuviese en mi memoria todo el conocimiento que estaba guardado en tan impresionante acervo. A pesar de ser Gibb, un pueblo pequeño, la biblioteca era imponente; los libros descansaban en recovecos tallados en los muros de más de 2 metros de ancho que parecían tocar el cielo. Debían medir unos 50 metros de alto cada muro. Los carros de escaleras, eran tan altos como las grúas de las minas y tenían pisos a cada tanto que se deslizaban por toda la longitud de los muros. Era descubierta en la parte de encima la biblioteca. Toda la cubierta dejaba entrar la luz del exterior, en la cantidad que fuese necesario, nunca estaba la biblioteca ni muy iluminada, ni muy oscura. Estar ahí era una comodidad impresionante, era impresionante la sensación de estar abrazado por el edificio, protegido del exterior, pero a la vez a su merced, pues el cielo era visible, el césped era visible, los arboles gigantes atravesaban el edificio, como perforándolo y algunos animales incluso circulaban pacíficamente alrededor de las instalaciones. Blanca y yo quedamos maravillados, estuvimos conversando un rato cómodamente en el interior hasta que percibimos la molestia en los más próximos. Blanca me jaló del brazo como para llevarme al exterior y yo le dije en un susurro que iba a buscarla en un rato y le expliqué brevemente que había algunas cosas que quería leer. La biblioteca era tan estúpidamente grande que no sabía por donde comenzar a aprender respecto a las revoluciones. Me dirigí a una de las paredes a buscar en los hologramas táctiles, busqué la palabra revolución y me dio de inmediato una respuesta. Una revolución (del latín revolutio, "una vuelta") es un cambio social fundamental en la estructura de poder o la organización que toma lugar en un periodo relativamente corto o largo dependiendo la estructura de la misma. Busqué rebelde; Que se rebela contra el poder o la autoridad. "el ejército rebelde se alzó con el mando; los rebeldes se refugiaron en las montañas" Parecía bastante claro, son rebeldes, no habíamos hecho mal en etiquetarlos. Mi investigación parecía ir viento en popa, aunque ahora tenía una pregunta más difícil de responder; ¿por qué revelarse? ¿Qué se busca? ¿Qué demandan? Pensé en tomar más en serio mi investigación, pero a través de una ventana vi a Blanca jugando con unos niños como si fuera uno de ellos y me di cuenta que hacía rato no la veía tan contenta y decidí que no podía perdérmelo. Mayo 03 de 2305 Estos días he estudiado detenidamente a la gente con la que trabajo, nuestra situación no era muy diferente a la de los rebeldes más comunes. Yo convivía con obreros de la industria todo el tiempo, fui uno alguna vez, aunque mi periodo fue breve antes de volverme supervisor y hasta una ocasión dirigí a un grupo de esclavos por un periodo de un año y tres meses en una plataforma petrolera. El año más tenso de mi vida, esa gente no tenía nada que perder, en cualquier momento podían volverse contra uno y tomar las armas o lo que fuese en busca de su libertad. Hecho que cambió mucho cuando la pena de muerte fue aprobada en la nación. Aplicable únicamente para esclavos. La vida que teníamos no era muy diferente que la de los rebeldes. Las comodidades a las que éramos económicamente capaces de acceder eran las mismas y la zona geográfica de la antigua rebelión estaba unos kilómetros. Me embargó el miedo de pronto, mi pueblo podría ser el próximo. Sentí que algo estaba escapando de mis narices, quizá debía conocer más a esta gente. Quizá debo investigar más el asunto, informarme mejor, que los ha llevado a levantarse en armas. Siendo sinceros ¿Qué puede estarles faltando? O estarnos. Me aterra el incluirme en este grupo en el cuál somos los mismos, los que somos fieles a nuestra patria y los que se levantan en armas, me niego a creerlo, no pondría yo nunca mi libertad en juego por atacar a la nación que todo me lo ha dado y asesinar a quienes entregan sus vidas para mantener el orden. A decir verdad, nunca me he considerado capaz de arrancarle la vida a ningún ser vivo de carne y hueso, me parece repulsivo, cruel, despiadado. Jamás tendría estómago ni corazón. Sin embargo, cuando me vuelco al pensamiento de que son animales, vuelvo al punto inicial, a mi ignorancia y total indiferencia ante lo ocurrido, a decir verdad, ya no es sostenible en mi cabeza hacerme al bobo. Abril 06 de 2305 El mes pasado a profundé mi investigación. A Blanca y a mí nos ha gustado mucho salir a la biblioteca los sábados, nos ha hecho muy felices salir de la antigua rutina para entrar a la nueva. Nunca la había notado tan alegre y ella me dice que leer y pasar el tiempo en la biblioteca, me ha hecho más perspicaz, dice que parezco más despierto y que mi humor se nota mucho menos gris. Deben ser unos cuarenta y cinco minutos cuando mucho, los que dedico cada sábado para leer respecto al tema de las rebeliones y a pesar de esto han sido tan productivos que cada que salgo de ahí, termino anonadado. Esta tarde, por ejemplo, encontré en la red la lista completa de quienes se han levantado en armas contra los organismos gubernamentales. Aquellos que ahora han perdido su libertad y tienen trabajos forzados en las fábricas de ensamblaje o las minas de cobre, más de mil hombres hasta hoy. Me resultó sorprendente conocer a tantos. Eran personas comunes y corrientes según lo que yo sabía. Que ignorante he sido, como es que los tuve frente a frente y no noté en su mirar o su actuar que en algún momento arriesgarían tanto por saber quién sabe qué. La pregunta de su causa me atormenta más que nunca y el molde de un rebelde entra cada vez mejor en el mío y mis allegados, aunque no lo quiera y no lo entienda. ¿Que podrían estar buscando estos hombres que no se les haya dado ya? Abril 12 de 2305 Hoy fue un día pesado en el trabajo, algunas de las máquinas del banco de arena se averiaron y nuestro mecánico está hospitalizado desde el último ataque en Kununurra. Jacob, el mecánico del pueblo de King Leopold vino para ayudarnos, aunque llegó después de medio día y perdimos casi toda la jornada laboral. Intentamos reponernos en las pocas horas diurnas que nos quedaron, pero fue inútil. Después de reparar las máquinas, Jacob se quedó en nuestra planta. Levantó la pala de una de las retroexcavadoras tan alto como era posible, escalo el brazo mecánico y se sentó en la cavidad del cucharon a fumar un cigarrillo mientras nos veía como hormigas, volviéndonos locos para terminar el trabajo acumulado. Es un tanto molesto que alguien observé tan cómodamente mientras uno se vuelve loco, sin embargo, no me permití el sentimiento molesto de envidia y hasta me reí de su descaro y tan curioso actuar. Jacob es un tipo apuesto, delgado, de media estatura y con mucho carisma. Tenía rasgos italianos, una nariz aguileña y unos ojos enormes como de caballo, una sonrisa grande, bien simétrica y muy constante. Su forma de hablar y de dirigirse a las personas es muy respetuosa, aunque bromista y alegre, en realidad, tiene una facilidad grande para envolver a las personas. Acabando la jornada, estando todos cansados y listos para marcharnos a los fraccionamientos, Jacob llegó y me dijo; -Un día duro Walter -Un día terrible, diría yo. -No puede ser tan malo cuando uno hace nuevos amigos, mi hermano. -Le sonreí, en agradecimiento por su genuino intento de alegrarme la tarde - Ánimo Walter, tendrás toda la semana para recuperar lo perdido hoy, he decidido que me quedaré unos días más, para resolver cualquier inconveniente que se te pueda presentar. - Se te agradece Jacob, de verdad me va servir mucho tu ayuda. - También he decidido que la primera ronda la pagas tú, yo la segunda y la última la paga el último hombre en pie. -jajajajaja. Qué bebes Jacob. -Cualquier cosa que pueda dejarme inconsciente. -Tengo algunas botellas de tequila en mi casa Jacob y buena comida. Serás bienvenido en mi morada y si gustas puedes quedarte, los hoteles no son muy buenos en este pueblo tan pequeño. -Propuesta aceptada, mi hermano. Llegamos a mi casa y Blanca ya estaba ahí, haciendo café. Le sorprendió ver que quién primero entraba era un hombre que no conocía, pero inmediatamente Jacob le sonrió y rio de a poco, entré yo siguiéndolo e hicieron conexión al instante. -Buena noche muchachos, qué sorpresa. -Vamos a beber Blanquita ¿te nos unes? -Se quedó pensando unos segundos, -No puedes rechazar a la visita, menos aún si es tu alcohol el que vamos a beber. -Blanca rio -Va ¿qué beberemos? -El tequila Blanquita, le prometí tequila a Jacob porque rescató mi semana de trabajo. Comenzamos a beber y platicar de cosas amenas, de la unión mía y de Blanca, el trabajo de Blanca, de si pensábamos tener hijos y esas cosas. La parte de los niños no era tan amena pues yo era estéril y aunque no estaba en nuestros planes en el futuro cercano, ambos sabíamos que la esperanza era nula. Le comenté eso y hubo un minuto de silencio. Ahí entendí yo que entre nosotros tres había una conexión, pues veíamos en la vida y la muerte algo de importancia, los conceptos nos dolían o por lo menos nos sacaban de nuestro estado emocional por algunos segundos. Jacob nos platicó que estaba casado con una bióloga de filipinas muy hermosa, pero que no se sentía identificado con ella y que cumplía con su deber por amor a su patria. Esto era algo demasiado común, todos hablaban de ello en el pueblo de Gibb, todo tenían pareja y aunque no sabían exactamente que era lo que buscaban en su pareja o qué mujer los haría más felices, sabían que la unión recomendada del sistema de emparejamiento, no era lo que ellos buscaban. No sabía si ocurría en el cien por ciento de los casos de las personas, pero por lo menos ocurría con el cien por ciento de las personas con las que yo había hablado del tema. Nadie quería a nadie, nadie sabía lo que quería y todos se sentían tristes y solos, desamparados en este mundo tan abundante que no les llenaba. -Pero mira, a ustedes les va muy bien Blanca. -dijo él. Y Blanca volteo la cabeza para verme y que nos diéramos esa sonrisa que nos alimentaba todos los días y nos alejaba del desamparo y la crisis existencial que ocasionaba un suicidio diario en un pueblo de doscientos cincuenta mil habitantes. Yo era un suertudo, de eso no tenía dudas. Abril 19 de 2305 Hoy Jacob partió de vuelta para King Leopold. En esta semana pudimos acercarnos un tanto más. Blanca y yo le dimos asilo por la semana completa y básicamente paso conmigo todo el día, todos los días de su estadía. En el banco de arena no hacíamos mucho, las maquinas no tuvieron más inconvenientes y contra todo pronóstico, recuperamos la producción del día perdido mucho antes de lo previsto. Después del martes, que nos pusimos al día Jacob y yo holgazaneábamos en el banco y de vez en cuando íbamos a la oficina a tomar unos tragos y conversar de temas diversos. Me sorprendió la manera suya tan profunda de conversar, tenía opiniones enérgicas y bien fundamentadas respecto a diversos temas y contrario a lo conocido, él siendo una persona bien preparada, disfrutaba conmigo de discordar, hasta me retaba a hacerlo y buscaba la manera de opinar lo contrario a lo que yo decía solamente para sacarme de mis casillas y hacer evidente que no compartía su manera de pensar. Nunca había sentido tanta libertad de expresar mi opinión. Era un tipo inteligente, comprendí que entendía muy bien el pensamiento humano y que era alguien bastante culto, aunque eso último pude esperarlo por su nivel educativo. Ayer jueves, después de tomar el talento, nos fuimos conversando todo el camino hasta llegar a casa, donde me dijo que pasáramos mi parada para ir a su lugar favorito en Gibb. Bajamos en el último fraccionamiento y continuamos a pie. Debieron ser unas 3 horas que caminamos y ya se había hecho de noche. No había luminarias en donde estábamos y difícilmente uno podía ver más de cinco metros delante suyo. Si no fuera porque Jacob era calvo y la luz de la luna brillaba en un extremo de su cráneo, no habría podido seguirlo todo el camino. Lo seguí todo ese tiempo sin chitar porque le tenía una evidente admiración, ambos notábamos eso en mí, sin embargo, transcurridas las tres horas comencé a dudar de mis actos y a suponer barbaridades, pensé que quizá ganarse mi confianza era su trabajo para llevarme hacia su objetivo y después asesinarme o quién sabe qué cosa y aunque el cansancio me hizo encontrar veracidad en esa absurda teoría, continué sin chistar. Reafirmé con esto que no tengo suficiente aprecio por mi vida. Después recordé que, si muriese, dejaría a Blanca sola en este gris mundo y me sentí entonces timado. Paré en seco y lo mismo hizo Jacob. Di una bofetada en su húmedo cráneo y le dije; - ¿a dónde me llevas pelón? -Ya llegamos Mario, gira a la derecha. – A la derecha vi una luz pequeña y la silueta de dos riscos que la rodeaban. - ¿qué es eso? -despectivamente dije. - ¿Te da curiosidad? -Honestamente, sí, mucha. -Bueno, ve a ver entonces. -Caminé y la luz comenzó a hacerse más grande. El brillo era intenso pero apreciable. Caminé entre los matorrales y en algunos momentos pensaba yo, si en ese lugar tan despoblado habría alguna fiera que pudiese atacarme o animales ponzoñosos, pero, conforme avanzaba aquel lugar tomaba más forma y la felicidad del descubrimiento y la curiosidad me mataba. Quedé estupefacto cuando llegamos, era un lago pequeño o mediano, no estaba seguro, no sabía como escalarlo en mi cabeza. A su alrededor había dos colinas o mesetas más bien, que lo rodeaban de forma casi exacta, con algo de vegetación en la cima. Se formaba una especie de cañón en torno al lago con vegetación muy hermosa. Pero lo más impresionante era el brillo del agua en un color azul, nunca había visto nada igual, desde su interior hasta la superficie podían verse partículas iluminando el agua, podías incluso ver el fondo del mar por unos segundos antes de que la luz te lastimara. Era como ver las estrellas. Permanecimos un rato admirando, antes de que Jacob sacara una botella de ron de su mochila, cigarros y fuego. Nos sentamos a seguir apreciando, bebiendo y fumando hasta quedar noqueados. Cuando sentí que la conciencia abandonaba mi cabeza Jacob voltea con una cara de imbécil y me dice; - - - - ¿Sabes que hay animales ponzoñosos en estos lugares, o? -me reí como imbécil de ver su cara y el se rio conmigo. Nos reímos sin parar hasta que dolió en las barrigas. Es en serio. -me dijo. -Hay animales de esos por doquier más en estos lugares tan alejados de las urbes. ¿Llamas urbe a un pueblo de mierda tan insignificante como Gibb? Creía que eras culto jajajajaja ¿Cómo sabes tanto? -dijo sarcásticamente Soy curioso, respondí. De verdad amigo, nos estamos arriesgando a morir envenenados aquí por el alcohol y por las ponzoñas. Eres la primera persona que me llama amigo a la cuál de verdad aprecio. -Sonrió y me dijo; Es grato escucharlo, pienso que son palabras que no se habían dicho por muchos años en esta triste tierra mi amigo. Desde la guerra, todo ha sido muy callado ¿sabes? Eso he escuchado mi amigo. Nos podrían comer también las fieras ¿sabías? Eso sería peor que morir en manos de un animal ponzoñoso. Después de la guerra, el mundo quedó mucho más poblado de fauna asesina de humanos. Eso si es saber de cultos mi amigo, pero no exclusivo, al parecer. No soy culto mi amigo, solo curioso. Pero tú que eres culto, cuéntame de cosas que no sé. Bueno ¿sabes por qué se ilumina ese lago? No lo sé, es impresionante y me vendría bien el dato. Bueno mi amigo, no tengo el dato completo, pero es un ser vivo que emana luz en determinadas épocas del año, no estoy seguro ni como ni de porque lo hace, lo que sí sé es que es un pequeño bicho de agua salada, no sé que pueda estar haciendo aquí, imagino que este lago en realidad se llena de agua salada, quién sabe cómo, pero este pequeño insecto marino se debe colar en esa filtración de agua. Lo que sí te puedo decir es que está sumamente abundante. Había visto yo algunas imágenes de como iluminaba las orillas de algunas playas pero no creí que podrían iluminar un lago de este tamaño de forma tan abundante. Vamos a ver si está salada. ¿Te parece? Vamos, vamos ¿Un coctelito de ron con agua salada? Suena peligroso y asqueroso, pero si incluyes uno de esos bichos en mi coctel, yo entro. Jajajajajaja ¡vamos! - Nos pusimos de pie y corrimos hacia el lago, quien sabe por qué, ya en la orilla del lago no paramos de correr y saltamos a lo profundo. - - Estuvimos nadando ahí un rato sin decir nada. Ya nos sumergíamos, ya veíamos los bichos, que eran bastante escurridizos, ya flotábamos para ver la luna. Estando en el agua medité que habían pasado muchas horas y no me había comunicado con mi mujer, debía estar preocupada. Giré para ver a Jacob y le dije; ¿Nos vamos? – Debe haber comprendido, pues conocía bien a Blanca y nuestra rutina diaria Vámonos, dijo. – Salimos del agua y recogimos nuestras cosas, me di cuenta de que me había metido con todo y botas al agua y que me iba morir de frio en el camino, pero no tenía más opción. Nuestro trago de mar con Ron, Mario. Cierto. – Dije yo. Duramos un rato en atrapar una luciérnaga marina (como ya los habíamos nombrado) y le pusimos Ron al agua. Sabe a mierda Es absolutamente asqueroso, sin mencionar que debe ser hasta tóxico. Caminamos un poco y nos dimos cuenta que era absurdamente tarde. Las luces de los fraccionamientos cercanos estaban apagadas y después del lago, se apreciaba una oscuridad abismal e infinita. Caminamos de igual modo, yo estaba absolutamente desorientado, pero iba siguiendo a Jacob e imaginé que él sabía lo que hacía. No sé cuánto tiempo pasó, tampoco sabía que hora era, pero ya estaba sintiendo mucho frio y las piernas cansadas cuando vimos las luces del transporte urbano. Nunca había leído aquella frase con alegría hasta ese día. Aquí viaja el talento. Llegamos a mi casa y blanca estaba preocupada. Eran las tres de la mañana. Blanca estaba muerta de preocupación y cuando me vio cansado mojado y sonriente, se enojó. - - - - ¿Qué estaban haciendo? ¿Te parece si te cuento mañana, mi amor? Vale la pena que te cuente con lujo de detalle. -Hizo una cara de molestia y no dijo más ni una palabra. Lo siento mi amigo, no quería darte problemas. No te preocupes, está molesta, pero más feliz aún. Debe haber pensado muchas cosas durante nuestra ausencia. Yo suelo dormir en ese cuarto tuyo cuando ella se enoja ¿puedo? Estás en tu casa, mi amigo. Quería preguntarte algo mi amigo, no había tenido la confianza porque la gente suele hablar de estos temas muy superficialmente y tú no hablas superficialmente de las cosas, lo cual es fantástico. No sé cómo esta gente consigue vivir tan al margen del mundo, quizá yo soy demasiado metido en las cosas. No sé quién esté mal, pero me parece necesario. Pasa que eres diferente mi amigo. De hecho, no entiendo porque vives tan desapercibido, tan al margen, el sistema educativo tuvo que haber visto algo en ti y no lo hizo ¿por qué? Soy quién menos sabe de ese tema mi hermano ¿cómo funciona el sistema educativo? Pff, es un poco tarde. La respuesta es larga ¿seguro quieres saberlo? - - - - Mejor dime, ¿A qué se deben las rebeliones? No son rebeliones mi hermano, es la guerra. Es su remanente, aún hay resistencia. Pero, quienes pelean, son australianos mi amigo. Son gente que yo había conocido, vivían sus vidas como yo vivo la mía. Francamente Mario ¿te gusta tu vida? No le hace falta nada a mi vida, Jacob. No fue eso lo que te pregunté, pero mismo así, no me dijiste hace unos instantes que la gente aquí es muy superficial, que te hacía falta alguien como yo. Eso es algo cultural, no voy a levantarme en armas por falta de amigos y menos aún si mis con las comodidades que tenemos hoy en día. Tus necesidades materiales están completas. En fin, no quiero yo meterte una idea de carencia e infelicidad si no está en ti mi amigo, no creo que esté bien. La resistencia existe porque hay gente que ve la vida con otros ojos y se niegan a pertenecer a la sociedad que tú conoces. No quieren formar parte de esta sociedad, quieren vivir de la forma en que solían vivir y nuestra nación no lo permite, porque las cosas se les saldrían de control o eso creo yo. Honestamente tampoco tengo el dato completo mi amigo, solo juzgo lo que veo, según lo que conozco, tal cual lo haces tú y esto que hacemos, se llama compartir puntos de vista. La gente no lo hace mucho como bien mencionaste, no entiendo bien por qué, a decir verdad. ¿Cómo vivían? Yo conocí a esas personas Jacob, vivían bien, son australianos como tú y como yo que nacieron libres y con las mismas oportunidades. No sé bien cómo vivían los países antes de la guerra, mi amigo, habrá que investigarlo, lo que sí puedo decirte es que yo en lo personal he llegado a pensar que vivo al margen de lo que para mí fue planeado. No siento que pueda tomar mis propias decisiones, a pesar de ser consiente de mi libertad. Es como si mi pensamiento estuviera limitado. ¿Tuviste padres que te criaron Jacob? Negativo, mi hermano soy hijo soberano del Australia ¿tú? Lo mismo. No sé si mi vida ha sido predeterminada, aunque siempre me he mantenido al margen de lo que se espera de mí, pero puedo decirte que siento una deuda muy grande para con este país y busco pagarla, haciendo mi parte para que sea un lugar mejor. Eso es muy bonito. ¿Eh Mario, dormimos un rato? Suena bien, Jacob, suena bien. Swartengroen, Congo, mayo de 2015. Cuarenta años tenía Karim cuando arribó a Swartengroen y se decidió a colonizarla. Era Karim uno de los hombres más exitosos de su época. Inversionista, empresario y arquitecto eran algunos de sus títulos. A sus 35 años había ganado el premio más alto en su carrera profesional como arquitecto y junto con su equipo, era dueño de varias compañías líderes de la industria de la construcción, la energía y la extracción de materias primas. Karim, hijo de Omar, nació en una de las familias mejor acomodadas de Florianópolis, Brasil. Su padre, reconocido arquitecto también, hombre calculador y metódico, predeterminó el futuro de su estirpe y los educó a todos con un plan específico para garantizar su legado. A su primogénito Hernán, lo entregó a un seminario, como inversión segura, sabía que en la religión tendría el futuro garantizado, económicamente hablando. A su vez, este abriría puerta de arranque a sus hermanos. Tener un sacerdote en la familia era muy bien visto en la sociedad. A su hija, Samantha, la crio más libremente, tenía una gran debilidad por ella y no podía ser firme con ella como con sus varones. Planeaba a un político, populista, alguien que supiera conquistar a la gente. La envió a estudiar ciencias sociales e inculcó en ella el amor por la gente, aunque ella en su rebeldía entró a la facultad de artes escénicas, después la abandonó para estudiar diseño de modas, finalizó su carrera y se dedicó a la danza, viajó por el mundo y escribió algunas de las más populares novelas de su época. Omar no esperaba tal éxito en sus predecesores inmediatos, no esperaba que sus hijos figuraran en la historia internacional. Estaba más que satisfecho con su suceso y aún le quedaba un hijo más por marcar camino. Karim era el menor de todos y nació diez años después. En su infancia era un niño extrovertido, ideático y peligroso, incompetente en sus estudios, pero de un humor imparable. Adoraba a sus padres y no se despegaba de ellos. A pesar de fracasar en los primeros años de su educación, su padre y su madre creían en él y sabían que tenía potencial que no podía desarrollar en la educación común. A los cuarenta y cinco años de edad, Omar se retira del trabajo común y se dedica a cuidar sus bienes y a criar a sus hijos. Abandonó la arquitectura siendo uno de los arquitectos más solicitados del estado de Santa Catarina y uno de los empresarios con mayor capital de la ciudad. Omar y Julia deciden irse a vivir a Beirut con Karim. Después, a Kyushu. Un año después a San Petersburgo. 3 años y un mes después a Estambul. Alejandría un año después. Marrakech seis meses después. Praga un año y cinco meses después. En Praga, la pequeña familia permaneció cinco años. Karim de catorce años de edad entra a la facultad de arquitectura en la Academia de Artes Arquitectura y Diseño de Praga. Cuando decidieron mudarse, Karim tenía diecinueve años de edad, había terminado la facultad y quedó solo, sin dinero y sin casa a la mitad del continente viejo. Entendía perfectamente que su padre lo dejara en la calle, pues había hecho lo mismo con sus hermanos mayores una vez salieron de su tutela. Solía decir, si emerges de mi fortuna, jamás aprenderás como crear una propia. Karim consiguió dinero para recorrer la ruta de su padre en el sentido inverso, pues no quería comenzar solo su imperio. De la mano de Dumin Novak, fueron recorriendo el mundo y reclutando entre sus amigos el mejor equipo que podría encontrarse para crear un imperio. Karim nunca fue el hombre más inteligente, pero sabía encontrar los talentos en las personas y explotarlas al máximo para el beneficio mutuo. Tenía una creatividad y un positivismo tan grande que quién no lo conocía por más de quince minutos, suponía que era estúpido. Tenía un don casi anormal para ganarse a las personas y convencerlas de hacer cualquier cosa que el supusiera estaba bien. La ruta que recorrió en reversa, le costó mucho más tiempo que a su padre y fue hasta veinte años más tarde que volvieron a encontrarse en Florianópolis, su punto de partida. Para este entonces, el grupo familiar había crecido y la casa donde Omar había visto nacer a sus tres hijos, con sus cuatrocientos metros cuadrados de construcción, no soportó la cantidad de invitados de importancia que requería la reunión. Karim se reunió con sus padres en la navidad del año dos mil treinta y cinco y anunció que había rentado el salón de eventos del Majestic Palace de Florianópolis para las noches que acompañan el año nuevo y que la reunión tenía suyos trescientos cuarenta y tres invitados y que todos eran personajes importantes o de alta estimación para él. Entre esas trescientas cuarenta y tres personas había cofundadores de sus empresas, amigos suyos, empleados suyos, socios e inversionistas del sector público y privado, empresarios, funcionarios públicos, amigos de sus familiares, funcionarios públicos y lo más importante la familia completa de Omar. La razón de semejante reunión era la entrada de vuelta de Karim a la ciudad que lo vio nacer, a más de veinticinco años de su salida. Aprovecho estando reunida semejante cantidad de invitados, la ocasión para presentar su próximo gran proyecto; “Queridos amigos míos, he sabido por buena fuente que los presentes son gente triunfante, son socios nuestros, son amigos cercanos, nos han ayudado a levantar desde el polvo hasta edificios. Han barrido con nosotros, han lustrado los pisos, armado las sillas, regado las plantas, facilitado las conexiones, vencido a la competencia, han buscado a los clientes, han vendido el producto, arado la tierra, cuidado los animales, motivado al equipo y diseñado el proyecto conmigo. Sé que hemos fracasado ¡y llevo la cuenta! Pues siempre he pedido a mis nuevos socios y nuevos familiares, que no supongan que he nacido del triunfo y triunfado siempre. Nacido del triunfo sí, mi padre presente es el triunfo hecho materia. Pero yo no, yo siempre he dicho al mundo, júzguenme por haber fracasado y seguir fracasando, pero contar siempre más historias de éxito que de fracaso. Actualmente no llevo la cuenta de los proyectos de éxito que hemos consagrado, humildemente deben ser más de cinco mil, hay tanto en lo que ustedes me han llevado consigo que ya no sé más ni que estamos haciendo, pero si conté nuestros fracasos. ¡todos por mi culpa como bien sabrán! Son mil ciento treinta y un proyectos fracasados, hermanos míos, mil ciento treinta y un fracasos. ¿Para crear un imperio tan grande como el nuestro? ¡Son muy pocos mis hermanos, son muy pocos! Si tomé la palabra en este momento preciso y me atreví a interrumpir con mi voz tan bella tan grato momento hermanos míos, es para decirles que les agradezco mucho, haber llorado conmigo tantos y tantos fracasos. Porque en la cantidad no pesan, pero cada uno pesó por sí mismo y nos hizo sangrar por los ojos y caer de rodillas, pedir a Dios, como sea que se llame y decir groserías. Continuando un poco con la trama de hace unos momentos; Lloraron conmigo y bebieron conmigo, festejaron y están festejando la cosecha de tanto logro y tanto proyecto bien realizado, pero antes, se desvelaron, sudaron, trabajaron meses de sol a sol y se volaron conmigo y bajo mi tutela los días de trabajo para relajarnos y apreciar la vida en los momentos más difíciles. Eso era parte del trabajo mis hermanos, sin esa estrategia no habríamos llegado a ningún lado y los saben. La anarquía es parte fundamental del sistema, mis hermanos. Yo sé hasta que punto mi sangre está en sus venas y sus nombres en mi corazón, sépanlo que a cada uno de ustedes puedo recordarlo perfectamente, los conozco y me conocen. ¿Cómo me conocen ustedes mis hermanos, que adjetivos usarían ustedes para describirme? No los digan en voz alta, dirán muchas cosas que no son ciertas y ya saben que no gusto de mentiras. Yo diré un adjetivo y todos ustedes dirán dentro de sus corazones, que tan cierto es mis hermanos. Diré que soy osado. Oh Dios sabe que soy osado y creo que por eso me favorece, tengo suerte y creo en ella, se que fracasaré mil veces o mil ciento treinta y que al final del día podré reunirme con ustedes a ver llegar el amanecer con una sonrisa en la boca y la victoria en la mano. Mis hermanos, ustedes han visto todo esto pasar, aquí están y después de todos estos años, todo este riesgo, toda esta inversión y todo este triunfo saben que tenemos todo lo que dije y faltan unas horas para el amanecer. Si entran conmigo en algún plan futuro saben que la victoria está garantizada porque como pueden ver me acompaña el mejor equipo y la más grande fortuna. Al final de cuentas, el triunfo está en nuestras manos, las sonrisas en nuestras bocas y el amanecer va seguir llegando a esta tierra por lo menos todos los días que me quedan de vida. Ya adivinaron mis hermanos, viene un nuevo proyecto a nuestros brazos y no es uno pequeño. Si están emocionados, emociónense más, si tienen miedo, teman más y si en sus mentes ya están pensando en su dinero, piensen en esto; ni con todo nuestro capital junto alcanza para dejarlo completo. En este proyecto sin precedentes vamos a sentar las bases del mayor imperio que jamás se haya visto.” Cuando terminó Karim de hablar la multitud estaba atónita, unos por miedo, otros por escepticismo, unos por hacer compañía y la mayoría por que se dejaron llevar por la ola de emoción transmitida. La fiesta continuó por dos días hasta que se hubo ido cada invitado. Karim quedó hasta el final, entero despidiendo al último de los invitados. Estaba entero, pues era un tramposo y dormía cuando todos festejaban, para poder festejar cuando todos ya querían dormir. Así a la segunda mañana de iniciada la fiesta, estaba fresco como una lechuga y permaneció de pie velando por sus mejores amigos que quedaron ahogados de alcohol dispersos por los jardines y recibiendo al personal de limpieza. Pasados tres días de concluida la fiesta, comenzó a abordar a cada invitado por separado. A cada uno le dio el discurso, a cada uno le explicó el proyecto a cada uno le habló del capital con el que podría colaborar y de la participación que tendría. Pero había demasiado por invertir y, a decir verdad, era por mucho el más irracional de los proyectos que podría idear. Fundar un imperio, nombrar una sociedad y crear una nueva estirpe real para los suyos no cabía en pleno siglo XXl. De todos los invitados en la fiesta, solo logró convencer a cinco, los mismos cinco que siempre estaban de forma incondicional en cualquier situación que pudiera presentarse, Dumin, Freddy, Bruno, Vladimir y Hikari. Ninguno quería verdaderamente entrar, salvo Freddy. Ninguno tenía semejante ambición, ni siquiera Karim. El móvil de Karim era que no sabía qué más hacer con su vida, después de que ya había logrado todo y le quedaba tanta energía y lucidez. Tomaron un año sabático Karim y su grupo más cercano de amigos. Dando vueltas por los lugares populares del mundo terminaron en una pista improvisada en el interior del Congo. Habían pasado dos meses desde que no se hablaba del imperio que Karim quería formar. Nadie quería inducirlo nuevamente en el tema porque se ponía furioso de saber que nadie más quería participar en su capricho. Esa noche en que aterrizaron en el Congo vieron un panorama desalmante de precariedad y despoblación. Todo a su alrededor se veía penosa y aterradoramente calmado. Bajo las chozas de material reciclado no se veía ni una luz encendida, ni una sombra moverse, ni siquiera las fieras o los carroñeros se acercaban a la zona. Pensaron que estaba desierto, pero a pesar de que eran solo las ocho de la noche, decidieron no salir a averiguar. A la mañana siguiente, se asomaron por las ventanas para observar el movimiento de aquel pequeño pueblo. Había algunos niños jugando y unas mujeres lavando ropa. Había hienas corriendo con los niños y hasta vieron algunos jeeps con remolques aparcados cerca suyo. Decidieron salir del pequeño avión para conocer el lugar. En el exterior había seis hombres armados con rifles apuntándoles. Karim no lo percibió y caminó unos metros más, estaba encandilado con el panorama, el clima y la luz que entraba en sus ojos. Fue hasta que uno de los negros le disparó intentando matarlo que llamaron su atención y se percató de la situación. Karim volteó la cara alarmado y asustado. Se le acercó el negro que había fallado el tiro, apuntándole con una pequeña pistola en la cabeza. Y mientras se acercó, Karim no levantó las manos y recobró la postura. Estaba muerto de miedo, pero sabía que el temor no lo ayudaría a salir de la situación. El chico de aproximadamente unos diecisiete años de edad, le llevo el arma hasta la sien y lo amenazó en su idioma exigiéndole que se hincara. Karim, lo miró a los ojos, puso las manos en sus bolsillos de manera despreocupada, suspiro y le dijo en español; -No entiendo tu idioma hermano, pero soy Karim, es un gusto conocerte. -Le extendió la mano y lo miró a los ojos por casi un minuto. El chico bajó el arma, la guardó en su pantalón y le dio la mano. Karim sacó un cigarro de la bolsa de su camiseta y le ofreció uno al chico. El ambiente estuvo callado, pero en paz por algunos minutos mientras fumaban, y después de un rato, Karim tiró su cigarro el cigarro y le dijo; -Chico, entiendo que no tienen mucho dinero aquí. Necesito un auto y tú mi avión ¿Te parece si intercambiamos? -El chico no entendió una palabra, pero Karim sacó la llave del avión y se las mostró haciéndole señas de trueque. Cuando acató el mensaje tomó las llaves y le dijo ¡Hecho! En su idioma. -Saquen sus maletas y todo lo que puedan muchachos, seguimos el viaje a pie, gritó Karim. -Los demás quedaron extrañados, pero comenzaron a sacar sus cosas. Karim encendió un jeep rojo impecable y reforzado hasta los dientes y comenzó a cargar todos los tanques de gasolina, incluso los que estaban en los otros autos. Los demás salieron del avión disimulando su miedo a los rifles, excepto Hikari, que más bien estaba furioso por perder el avión. Subieron al Jeep y Dumin exclamó entre dientes; -Vámonos wey, vámonos a la verga de aquí. -Karim estaba muerto de miedo pues sabían que todo podía pertenecerles con jalar el gatillo, pero de nuevo disimuló y levantó la mano en forma de saludo, giró lento el jeep y en cuanto la maleza los tapaba un poco aceleró huyendo por su vida. Estuvieron así acelerando con rumbo al sur en busca de alguna ciudad civilizada y con aeropuerto. -No conozco este país de mierda y no sé donde estamos, pero suponiendo que todo sale mal, vamos a llegar a Sudáfrica. -El único tranquilo era Hikari, que seguía renuente por haberse cambiado el avión por un jeep. Continuaron avanzando sin rumbo por todos los senderos y caminos existentes hasta que el tanque se hubo agotado. Debieron haber pasado unas ocho horas. El sol quemaba y la humedad estaba insoportable cuando se detuvo el carro y se tranquilizaron. Respiraron hondo y se bajaron aún temblorosos por la adrenalina acumulada de todos más que por temer que aquel grupo de hombres los estuviera siguiendo. Vladimir fue quién decidió bajarse del coche para cargar gasolina con uno de los tanques. Freddy le pasó el segundo galón y el tercero mientras el resto salían a desentumir las piernas y a observar el panorama. Bruno cayó en cuenta de que estaban en un sendero bastante abierto y que la civilización o al menos un pequeño pueblo no podía estar demasiado lejos. -Vamos a buscar donde dormir ¿no? – dijo Bruno -Supongo que sería conveniente, lo que me pregunto es dónde. -respondió Hikari -Debe haber un pueblo no muy lejos de aquí. -respondió Bruno -No sé si los pueblos sean la mejor opción – dijo Vladimir, y todos se voltearon a ver los unos a los otros. Dumin comenzó a reír y después Freddy se contagió. Vladimir estaba enojado por no encontrar la gracia y el resto del grupo comenzó a reír sin parar. Subieron al carro después de un rato afuera y algunos cigarros. Arrancaron y continuaron con rumbo al sur sin saber exactamente que buscaban. Freddy propuso que no se hablara de nada relacionado con la situación por lo menos treinta minutos y todos lo siguieron contentos. Pasaron unas dos horas con rumbo al sur hablando de mil cosas y disfrutando del paseo como si fueran vacaciones hasta que Hikari tocó de nuevo el tema. Hikari era el más calculador del grupo, sabía medir perfectamente las situaciones y nunca dejaba de planear nuevas posibilidades a cualquier situación presentada. -El sol va esconderse dentro de poco, muchachos, les anuncio -Dijo Hikari. -Qué les parece si buscamos en la cajuela de guantes a ver si este negro tenía algo que pudiese servirnosAgregó, y comenzaron a husmear en todos los rincones del auto hasta que terminaron de encontrar porquerías, el carro no tenía ni un solo objeto de valor. -De igual manera la gasolina no va durar hasta Sudáfrica, hay que buscar un pueblo que pueda darnos alguna esperanza, aunque eso signifique un riesgo -Dijo Bruno. Karim alzó la mano y se encogió de hombros a modo de decir que no tenían muchas más opciones. Todos tomaron por mejor idea lo dicho y decidieron prestar atención. Continuaron conduciendo todo el día y hasta que la noche estuvo avanzada hasta que a Hikari le ganó el sueño y piso el freno, apagó el motor y Freddy que era el único que quedaba despierto, le dijo; - ¿Todo bien? Aquí dormimos hoy. -Dijo Hikari Bueno, por lo menos muévete a la orilla. – Hikari se hizo a la orilla sin reparar en la orden. Vladimir se levantó primero y levantó a los demás. Era casi medio día. Estaban todos alegres de no despertar con un arma apuntando a sus cabezas nuevamente. Permanecieron alegres un rato hasta que comenzaron a sentir los estragos del hambre. Pasaron dos días más conduciendo por la selva hasta que encontraron un pueblo. Era una especie de colonia perdida de algún país europeo. La gente no era negra, ni vivían en la precariedad como el resto del país. Parecían un pueblo perdido en el tiempo y casi fantasmal. Cuando lo apreciaban desde la colina de donde lo encontraron, creyeron que estaba abandonado y fue hasta que llegaron que vieron a una ancianita abrir su puerta y salieron dos niños morenos salir corriendo por la puerta. Dumin quiso correr hacia con la señora, pero Hikari y Karim lo detuvieron pues sabían que, si mostraban su hambre y su desesperación, este pueblo les cerraría sus puertas. Esta gente debía tener sus razones para mantenerse tan al margen de las naciones africanas y seguramente desearían mantenerse así. Caminaron el pueblo como turistas hasta que vieron el edificio más grande y entraron en él. Era una especie de oficina de gobierno. Dentro de ella un campesino delgado y ya muy viejo, se levantó y les tendió la mano. Hikari lo saludó primero y le dijo. - - - - soy Hikari Ban, somos empresarios, venimos de visita a su pueblo. Yo soy Eliseo Domínguez, es un gusto tenerlos en esta ciudad ¿Hay algo en lo que pueda ayudarlos? Necesitamos un mapa señor Eliseo -Dijo Karim. -Llegamos a su ciudad por error y estamos un tanto desorientados. -Karim notó que el viejo estaba más desorientado que ellos y no quería alarmarlo. Puedo ayudarlos con eso señores. – El viejo sacó un mapa en un papiro amarillo y desgastado y se lo entregó a Karim en la mano. Mientras Bruno observaba a su alrededor |y notaba que no había un solo carro después del suyo. Karim abrió el mapa y vio que era el más nuevo y cuando reparó en la vestimenta del viejo y volteó a ver a sus amigos y la forma en que observaban el entorno, le dijo al viejo; Me lo puedo quedar Adelante muchacho, es todo tuyo. Muchas gracias, Eliseo, es usted muy amable. – Dijo Karim y se retiraron todos confundidos y muertos de curiosidad por aquella comunidad que parecía estancada en el tiempo. Bruno no pudo soportarla y giró para hacer una última pregunta. Señor Eliseo ¿a qué día estamos hoy? Catorce de noviembre del dos mil quince, muchacho. -Le dijo el viejo. En aquella vieja población se habían mantenido escondidos del resto de África, que desde siempre había sido tierra conflictiva y llena de sangre. Los gobernadores anteriores junto con Eliseo Domínguez habían jurado hacer lo que fuese necesario para que los secretos de su pequeña nación, colonia, pueblo o lo que fuese, no salieran de ahí, pero ya habían pasado tres siglos, demasiadas generaciones y Eliseo, al ver aquellos muchachos después de tantos años de solo ver pasar negros armados y matarlos, sabía que se estaba perdiendo de algo de aquel mundo exterior y que su pequeño pueblo, se extinguiría si no recibía una inyección de modernidad del mundo que estaba próximo a él. Aquellos jóvenes que llegaron por accidente a su tierra, eran su esperanza. Todos percibieron que aquel pueblo estaba perdido en el tiempo. El mapa del siglo XVll les servía a pesar de su antigüedad y de estar tan fuera de proporciones en comparación con las imágenes satelitales. Dos años después, volvieron solo Karim y Freddy. En un jeep rojo, equipado hasta los dientes con dos remolques, planos y muchos planes para la que ahora era la tierra prometida. Estacionaron su carro cerca de la plaza. Esta vez llegaron a las ocho y treinta de la mañana al pueblo. Un viejo que iba a caballo con dos galones de leche, los vio y quedó pasmado al verlos. No sabía que clase de animal era ese en el que estaban montados. Era como el descubrimiento de América en pequeñas proporciones. Continúo en su caballo y no pudo dejar de verlos. Karim le sostuvo la mirada, se quitó las gafas y le dijo; -Buena tarde, mi estimado amigo. - El viejo arreó a su caballo, tiró los galones de leche y se orinó en los pantalones. Karim se decepcionó por la tan baja aceptación y Freddy explotó en una carcajada casi incontenible y así siguió todo el camino hasta lo que era el edificio de gobierno. -Cállate el hocico cabrón. -Le decía Karim -Wey estuvo bien perro, en serio. -Decía Freddy y seguía carcajeándose. Fue hasta llegar con Eliseo Domínguez que Freddy paró con su burla. -Tomen asiento jóvenes -dijo Don Eliseo. Esta vez estaba acompañado de toda la gente capacitada para tomar decisiones en aquel pueblo. -Los hemos estado esperando. - ¿Ah sí? Disculpe la molestia señor Eliseo ¿nos hemos demorado mucho? -No demasiado, muchacho, pero dos años son dos años. -Pues es bueno estar de vuelta señor Eliseo y es un gusto estar aquí con usted y con esta gente que lo acompaña. -Disculpe mi descortesía, La señora José María Reyes Agredano, El señor Jacinto Gómez Luévano, y el señor Efraín Reyes Mariscal. Señores -Dijo dirigiéndose a sus acompañantes. -No sé los nombres de estos muchachos, pero percibo que el empresario Hikari Ban, no está hoy con ustedes. -Yo soy Freddy Brown. - Karim Faure-Dumont. Hikari no pudo venir, pero estamos aquí para representarlo señores. - ¿Ya desayunaron, jóvenes? -Tenemos el estómago vacío señor Eliseo ¿va llevarnos a comer algo? -Serán nuestros invitados a desayunar - ¡Será un honor! Después de pasearse en las calles y de comer todos juntos como si fuesen una familia y se conocieran desde hace años, se sentaron todos en uno de los puestos de vigilancia de la ciudad. Resultaba que ellos sabían perfectamente de todos los visitantes que llegaban a su pequeño pueblo. Debía ser un grupo o dos por año, siempre lo mismo, camionetas equipadas, gasolina, armas largas, armas cortas, negros matones. Todo eso había ocurrido aquella vez, sin las armas, sin los negros matones. - - - ¿Qué va hacer con nuestra pequeña colonia cuando tome el mando, joven Karim? – dijo don Eliseo y todos quedaron helados, La señora José María hasta balbuceo unas palabras antes de que Eliseo le hiciera la seña de esperar. Levantar el imperio más próspero que haya en la tierra, señor Eliseo. -Dijo Karim después de suspirar. Bueno, como son gente que habla con verdad, vamos a hacer más preguntas. Me parece bien. -Dijo Karim, interrumpiéndolo. – Pero ahora va la mía. ¿por qué nos ha aceptado a nosotros señor Eliseo? No somos los primeros visitantes que pasan por su tierra, pero, me da la impresión de que somos los únicos que han vuelto. Son los únicos que han vuelto a ver la luz del sol -dijo el señor Jacinto. Bueno, ya tengo más preguntas entonces. Yo sigo teniendo las mismas -dijo Freddy. El joven Freddy es un muchacho inteligente, joven Karim. ¿siempre se rodea de gente inteligente? No, de hecho, no, pero siempre me rodeo de gente valiosa y de la gente correcta. Y dígame ¿somos nosotros para usted gente valiosa? Aún no los conozco a todos, pero usted sí, es usted una persona muy valiosa para mí. Nuestra historia es un poco turbia muchacho y debo decir que también borrosa. No te puedo confirmar su veracidad, pero puedo decirte que, si esa historia hoy acabara, no sería una historia de éxito, ni siquiera creo que sería una historia relevante. Nos volveríamos un pueblo fantasma sin demasiado valor y con un poco más de mala suerte, nuestro recuerdo sería borrado por los negros que vienen aquí a robar y a saquear. Puedo decirte que los matamos, llevamos el conteo. En estos tres siglos de antigüedad, novecientos sesenta y cinco negros han muerto en nuestras manos, hemos tenido que matar niños de hasta catorce años de edad, que estaban más locos de sangre y más corrompidos de lo que podrías imaginarte. No somos como ellos, muchacho, somos más civilizados, sabemos lo que está bien y lo que está mal. Nos condenamos por haber matado a todo visitante que entra aquí, pero no habríamos sobrevivido si un pueblo tan pequeño como el nuestro, sin respaldo ni fuerza, hubiera caído en las garras de los peligros de este asqueroso continente. Voy a resumirte nuestra historia, porque como te dije, no es una historia que verdaderamente valga la pena. Llegamos aquí en el año 1695. Algún pariente lejano mío, lo hizo. Cuatro mil personas en doce barcos que se desviaron en su ruta al nuevo mundo. Llegamos armados y con buena disposición, con ansias de encontrar riquezas y oportunidad. Pero nos encontramos con un mundo rico en fauna y flora, pero infestado de alacranes y ponzoñas sedientas de sangre humana. Portugueses, les llamaban. Fuimos capturados, fuimos masacrados, esclavizados, nuestras mujeres violadas y nuestros hijos tomados por esclavos. Pero esa pena duró poco, pues éramos muchos y sabíamos usar armas y organizarnos. Después de liberarnos, fuimos atacados por los negros, una y otra vez. Nos liberamos y nos atrapaban en un cuento de mierda de nunca acabar que duró unos cincuenta años. Con cada ataque nos volvimos más violentos, más desalmados, más ariscos y mejor organizados, nos atacaron tantas veces en nuestra búsqueda de una tierra donde establecernos, que ya era normal ver morir a los nuestros y matar a los otros. En algún tiempo, parecía tan obvio nuestro deceso y tan segura la muerte de todos nosotros que la falta de esperanza nos volvió los peores sanguinarios de esta región, con certeza. Era nuestro pueblo el que violaba, el que saqueaba y asaltaba negros. Fue entonces cuando prosperamos, creció nuestra raza y nos volvimos un pueblo numeroso y respetado. Después llegamos a esta tierra sin nombre. Nos establecimos como en cualquier otra, listos para desalojar al primer atraco, éramos nómadas por obligación. Pasaron entonces tres años sin ni un ataque, fue entonces que comenzamos a establecernos. Primero las bases de vigilancia, porque como te digo muchacho; nuestro pueblo se rige por el miedo. Después nuestras casas, después las rutas de escape, después las armerías, de ahí las bodegas de alimentos, luego los edificios de gobierno y al final, después de haber podido juntar un poco de calma y abundancia; nuestra tesorería. Pasaron cincuenta años sin ver a un solo negro o portugués o cualquier alimaña pasar por nuestro pueblo. Después llegaron muchacho, pero siempre venían perdidos, por casualidad, por mala fortuna. Nunca organizados, pero siempre armados y con esa estúpida mirada de ambición voraz y hambre de saquear, robar y despojar. Pobres imbéciles, no sabían con quién se estaban metiendo. Después pasaron años y años de aislamiento disfrazado de prosperidad. Creíamos que íbamos muy bien, pero no sabíamos hacer nada. Nuestro pueblo no creció más y nuestros hombres mujeres y niños morían en la enfermedad y en la inmundicia de un pueblo que no salía de los mismos remedios y soluciones con trescientos años de atraso. Primero íbamos muy bien, pero después de las primeras catástrofes naturales, enfermedades y malos temporales, nos dimos cuenta de que éramos inútiles contra este mundo tan hostil, que nos cobraba cada asesinato a más del triple. Llegamos aquí y éramos unos mil hombres, después casi diez mil nos volvimos y ahora, no creo que seamos más de dos mil, nuevamente. Hay tantas casas vacías y edificios sin uso, que es como si una nube fuera consumiendo la vida de este pobre lugar al que alguna vez le tuvimos amor y llamamos con esperanza Paz. Así habló Jacinto Domínguez y todos quedaron callados unos minutos. Ya todo estaba dicho. -No le voy a mentir Jacinto, venimos más equipados que la última vez y si no lo permite, volveremos más equipados la próxima vez. Y vendrá más gente y esto crecerá como una esponja, pero tendrán participación todos ustedes en todo, este pueblo nunca dejará de ser suyo. - ¿Por qué han elegido este lugar? – Preguntó José María. - El lugar vino a nosotros, señora José María. – Dijo Freddy. -Llegamos por casualidad, pero es perfecto para dejarnos crecer y desarrollarnos sin que nadie nos perturbe hasta que seamos lo suficientemente grandes. No habrá nadie que reclame esta tierra que tenga más derecho que ustedes y si ponen a su pueblo a nuestra disposición, ya está dado el primer paso. No habrá un lugar más apto para nuestro establecimiento en todo el mundo, lo sabemos por que lo hemos buscado. -Quizá lo hay, pero no lo encontraremos en esta vida. -Dijo Karim. Pasó una semana después de aquella tarde, Karim y Freddy estaban alojados en la casa de Eliseo, que vivía solo con su esposa Marta Domínguez en lo que era una especie de palacio para aquel pueblo. - - Vamos a necesitar trabajadores de obra. Tiene usted gente a su disposición que pueda facilitarnos. -Le dijo Freddy a Eliseo Domínguez una mañana que desayunaba solo en el salón principal de aquella mansión. Conozco a muchos muy buenos muchacho, pero me temo que tendrás que pagarles. No estoy acostumbrado a recibir servicios de forma gratuita Eliseo. Pero presiento que no usamos la misma moneda en su tierra y la mía. El oro vale en todas las tierras joven Freddy. ¿cambió eso en el futuro? -Preguntó el viejo en tono de burla. No cambió Eliseo, solo es un tanto anticuado. Lo primero que se construyó en aquella zona de África bajo la supervisión de Karim fue una oficina. Después de montada en una de las colinas de vigilancia, permanecieron ahí dos meses más Karim y Freddy. Planeando, midiendo, haciendo estudios de suelo y explorando el entorno inmediato y a las posibles próximas victimas del pueblo de Eliseo Domínguez, los próximos que llegarían por casualidad y sin invitación hacia a la tierra ahora llamada Swartengroen. Pasaron cinco meses para cuando volvieron Vladimir, Freddy y Hikari a construir la primera planta de energía solar, eólica. Un proyecto magnífico y absolutamente sobredimensionado que se encontraba a casi cien quilómetros de Swartengroen. Más de mil doscientos trabajadores venezolanos llegaron como nuevos habitantes a las puertas de Eliseo, ellos mismos, bajo la supervisión de Vladimir construyeron el primero complejo residencial del siglo XXl en Swartengroen, el barrio futurista, lo llamaron. En un total de tres años ya había luz eléctrica en todas las viviendas de Swartengroen y se habían construido otras mil quinientas casas. Un mes después de concluido el proyecto, llegó la segunda horda de inmigrantes. Esta vez Bruno venía con ellos. Dos mil obreros brasileños, las familias de la primera horda de venezolanos y profesionistas reconocidos de todo el mundo. Así se desarrolló el exponencial crecimiento de Swartengroen en los próximos siete años. Hordas de obreros construían magnos proyectos industriales, sus casas y las casas de los que vendrían después. Llegaba la próxima horda más grande y se hacían proyectos más grandes, la vivienda aumentaba y podían venir cada vez hordas más grandes. Después, cuando Swartengroen estaba tan desarrollada como cualquier capital europea, llego Karim y comenzaron el proyecto de la casa en la colina, la universidad de Swartengroen y la gestión de independencia del estado del Congo. Fue una impactante noticia de talla mundial. Por casi todo el año que duró la guerra política de si podía o no declararse aquella tierra como independiente, los noticieros y los medios sociales estuvieron abarrotados de discusiones y actualizaciones de lo que estaba ocurriendo con transmisiones casi en directo de lo que parecía ser una especie de nuevo mundo. Aquella ciudad había escapado del ojo de los satélites, del ojo del gobierno del Congo, de los grupos criminales y de los países explotadores de este continente. De pronto, salía a la luz una urbe de más de quince mil personas instaladas en una traza urbana impecable, con los mejores sistemas domóticos del primer mundo, una industria fuerte y estable y capacidad de crecimiento impresionante. Nadie se explicaba como podrían haberse mantenido escondidos y a pesar de esto tener un desarrollo tan impresionante y tan semejante con el resto. Fue hasta que vieron quién era el gobernador de aquella tierra, que entendieron que no era una ciudad que hubiera evolucionado en dos mil años como el resto del mundo, si no, una que había sido creada de nada a todo en un lapso inverosímil. Hubo muchos intentos de arrebatarle a la población de Swartengroen lo que habían construido, pero Karim lo tenía todo premeditado. La ciudad de Swartengroen tenía murallas de veinticinco metros de altas, vigiladas día y noche para evitar cualquier atraco de los grupos criminales, tenían sustento político de los originarios de la ciudad, se habían establecido por cuenta propia y sin ayuda de nadie, sin levantamientos armados en tierra hostil y sin ninguna responsabilidad más que con los inversionistas que habían desarrollado la infraestructura que envolvía a la ciudad. Si esto no fuera suficiente había en Swartengroen poder militar suficiente para hacer frente a cualquier guerra que por abuso quisieran imponer en sus tierras. Ocurrió de hecho con el gobierno del Congo, pero en cosa de nada, el presidente estaba tan encajonado que, de haber querido, el ejercito de Bruno habría invadido toda la nación del Congo sin demasiada dificultad. Aquella pequeña guerra de tres meses cobró solo quinientas vidas y en las tierras bajo el gobierno de Karim, ni un extranjero puso un pie sin ser invitado. Habían pasado ya doce años desde que Karim, Bruno, Vladimir, Hikari y Freddy habían encontrado Swartengroen cuando esta abrió sus puertas al mundo, permitió la entrada de capital externo y dejó que la ciudad tomara su propia forma. Nada especial en realidad. Una ciudad próspera, pero con tanta influencia externa, la ciudad después de cinco años se volvió como cualquier otra. Sin embargo, en el corazón de la ciudad, en el centro viejo, había comenzado el horno donde se cocinaría el corazón de aquella nación, lo que la haría brillar y ser la cuna de la nueva sociedad que regiría el mundo. La Universidad de Swartengroen. Mientras todo seguía su curso común en la ciudad, el centro se había cerrado para el paso público, junto con veinticinco hectáreas contiguas. Dentro de ellas, mil trabajadores de obra, y el mejor equipo de constructores, ingenieros e ingenieros que Karim podría reunir. Lo mejor del mundo estaba construyendo la universidad más imponente jamás vista. Un castillo en honor a la educación, la investigación y el avance científico. Su construcción costó una fortuna increíble, el equivalente a tres aeropuertos de primer mundo. Un duro golpe a la economía de sus cinco principales inversionistas, sin embargo, lo más caro aún no había sido financiado. A la universidad de Swartengroen no se podía acceder bajo inscripción ni paga, no cobraba un peso y era absolutamente incorruptible, se aceptaban aportes, pero, aunque alguna familia construyera un edificio entero, la universidad no aceptaría a ninguno de sus hijos si no existía en ellos la capacidad cognitiva que era requerida. La universidad de Swartengroen educaba niños y niñas desde los cuatro años hasta los setenta y cinco y quienes accedían solo tenían un requerimiento; seguir el ritmo. Si no se era capaz de seguir el ritmo de la educación, el sistema educativo lo descartaría de donde se encontraba y lo clasificaría en el nivel educativo que fuera adecuado al ritmo que el alumno pudiera mantener. Dos cosas hacían a la U de Swartengroen insostenible, su sistema de reclutamiento y su sistema de educación. El segundo llevó a Karim a la quiebra. Era él quien más aporte hacía para que la universidad saliera adelante. De todo el mundo se habían buscado a los mejores artistas, deportistas, artesanos, filósofos y profesionales de todas las ramas. Todo aquel que hubiera marcado su época con nuevas tendencias, con obras de valor inmensurable, todos aquellos que hubieran adquirido un premio nobel o lideraran las compañías más poderosas de sus respectivos sectores, eran los invitados a ser profesores de la universidad, gente que no podía ser comprada con un sueldo, personajes que generaban miles de dólares por minuto. Antes de comenzado el proyecto Karim era uno de los cinco personajes más ricos de la tierra, pero ni toda la fortuna era capaz de comprar el tiempo de tantos profesionales con semejante carrera. El sistema de reclutamiento era más simple de describir, pero igual de difícil de sostener. Los primeros alumnos de la universidad fueron los niños de la ciudad, todos por igual, de cualquier edad, genero y estatus social eran educados en español en las primeras aulas de la universidad por los primeros profesores. Los desarrolladores de los proyectos industriales de la ciudad. Todos los profesionales en Swartengroen tenían como obligación impartir ocho horas de clases semanales en la universidad, cualquier incumplimiento de su parte era condenado por la ley, la cuál le prohibía continuar con sus actividades profesionales en la ciudad. Era parte de sus impuestos y se pagaban con gusto. Los niños entrados en la universidad eran para el sistema educativo una mina. Se sabía que dentro de esa mina había metales preciosos, algunos metales más preciosos que otros y mucha, muchísima tierra. En el reclutamiento local llegaron ciento doce niños. Todos fueron educados a la par en ciencias básicas, actividades deportivas, actividades artísticas y trabajos manuales. En cuestión de semanas se tenía el primer análisis de suelo de la mina. Con el correcto análisis se sabía con certeza que actividades algunos niños preferían sobre otras y en cuales otras actividades ellos tenían algún tipo de talento, con esto, se comenzaba la primera etapa de segmentación en base a perfiles generales del comportamiento de cada niño sobre las clases impartidas. La primera segmentación ubicaba a los niños en clases semanales que contuvieran más horas de aquellas actividades en las que ellos tuvieran mejor desempeño. En base a los resultados de varias semanas de esas clases de prueba, se analizaba si los niños seguían teniendo preferencia hacia actividades distintas a las que verdaderamente dominaban. De ser así, venía la segunda prueba, la prueba de valor y perseverancia. Los niños se aferraban en por lo menos el treinta por ciento de los casos a las actividades de su preferencia, ignorando aquello en lo que tenían aptitud o talento. En dicho caso, cada niño trabajaba duro por pertenecer al grupo que él prefería, evitando a su vez y cada vez más las actividades que le disgustaban. Si tenía madera de artista, podía ser artista y sería impulsado para serlo. Si tenía talento en ciencias básicas, pero prefería el deporte, podía intentarlo, pero debía seguir el ritmo. Si después del tiempo conseguía pertenecer al grupo de su elección, sería fuertemente impulsado, si no, desistiría por su propia cuenta y se reubicaría en los grupos que impartieran más horas de clases de aquello en lo que él era especialmente bueno, para entonces, ser impulsado nuevamente. La educación de este tipo daba frutos increíbles, en la Universidad de Swartengroen solo había niños talento, todos los alumnos eran buenos y explotados. También eran felices. Era la educación a la medida. El sistema era un éxito y a pesar de esto Freddy y Karim ejecutaron el plan de reclutamiento, para hacer una inyección de talento en la universidad. En el mundo había capacidades desperdiciadas, faltas de impulso, la mayoría de las ocasiones, faltas de visión, muchísimas otras. Se lanzaron por todo África visorias deportivas e intelectuales como arranque de proyecto. En todas las comunidades que no tuvieran nada que perder, llegaron los vehículos de rastreo. Aplicando exámenes en todos los poblados y organizando competencias. Evaluaron a cada niño pobre en África, todo niño falto de techo, protección y en general condiciones dignas de vida fue evaluado mediante exámenes físicos y cognitivos para saber su potencial. En total reclutaron a más de ciento cincuenta mil niños. Esos niños serían evaluados y puestos a prueba en la universidad de Swartengroen, la universidad se haría cargo de todos sus gastos de vida hasta que tuvieran edad para hacerse cargo de si mismos. Después, se esperaba que fueran ellos quienes se hicieran cargo de la ciudad. Cuando esta primera ola de reclutamiento llegó a la ciudad, la primera fase de la universidad estaba desarrollada, era lo suficientemente grande para educar a todos los niños hasta los grados superiores, entonces, cerró sus puertas, no podía recibir ni un niño más, no había grados abajo ni sobre esta generación de niños, ellos eran el proyecto y debía tener éxito, de lo contrario, una de las más grandes fortunas habría sido despilfarrada en vano. Llegando los niños comenzaron a llegar profesores, aquellos profesionales destacados, aquellos deportistas legendarios, los artistas históricos y los mejores empresarios. Con su gasto mensual excedían todos los ingresos que percibía Karim en aquel entonces, todas las compañías que el había ayudado a fundar, todos los proyectos que había encabezado y todo negocio en el que se había involucrado pagaba la educación de aquellos niños con sus utilidades. No sobraba un peso para su propia supervivencia y también consumía parte del emporio de sus allegados. Karim, que vivía en la casa de la colina. La casa más hermosa y visible de la ciudad. La casa que abría sus puertas para hasta cien invitados diarios y ofrecía comida gratuita a todo el que la requiriera. Vivía de la beneficencia de Vladimir, Hikari, Freddy y Bruno. De la beneficencia tenía su propio viñedo, más de cincuenta empleados en la casa, un helicóptero, un barco, un avión privado y un estilo de vida que implicaba que le diera la vuelta al mundo por lo menos una vez al año. Él era un invitado en su propia casa y a la vez, dueño y líder de todo aquello. Swartengroen, Congo, diciembre de 2037. La graduación de la primera generación de la universidad de Swartengroen se festejó en noche buena. La ciudad abrió sus puertas, y cerró sus ventanas. Se contrató personal extranjero para atender el magno evento, había paro oficial en la ciudad para festejar el evento, estaban obligados a asistir. Obligados a celebrar a la generación más brillante que cualquier universidad hubiera visto antes. También la más abundante. Era impresionante la cantidad y calidad del producto de aquella universidad. Todos los ciudadanos de Swartengroen, africanos, como les llamaba el resto del mundo, estaban invitados. Todos los personajes importantes del mundo también estaban ahí. Los padres de Karim habían muerto para aquel momento. No vieron el mayor éxito que cualquier humano pudiera haber cosechado en el último milenio. Karim, Vladimir, Bruno, Hikari y Freddy habían fundado el primer imperio próspero en África, salido de la nada y apostando casi todo su emporio. Con sesenta y dos años Karim estaba casado, tenía quince hijos y era de nuevo uno de los hombres más ricos del planeta. Su fortuna era inconmensurable, dado que nunca se supo del todo bien de qué era dueño y de qué no lo era, especialmente después que decidió tomar la apariencia de Gandhi. Como gobernador de aquellas tierras era en gran parte dueño del éxito de lo que de ahí se cosechaba, en Swartengroen se pagaban impuestos, igual que en todos los países, la recaudación anual era grandísima, el pequeño país de ahora más de sesenta mil habitantes tenía un producto interno bruto exageradamente próspero para su proporción. Sin embargo, todo ese dinero se destinaba al cien por ciento para su propio desarrollo y crecimiento. Eso nadie se lo preguntaba y a pesar de que la ciudad estaba contagiada de los males de todas las sociedades, a causa de la constante migración, no había quien se quejara del estado y la infraestructura. La maquinaria no dormía en la ciudad, las grúas no paraban, los ciudadanos tardaban más tiempo en recorrerla cuando percibían que ya había nuevas obras y adecuaciones para el desarrollo de la ciudad. Los bienes por los que Karim era el hombre más poderoso del mundo, económicamente hablando, eran los fondos que el no recaudaba. Las regalías que no exigía, los porcentajes que le pertenecían por reciprocidad. La primera generación de africanos de la universidad tenía un éxito abismal, no se había festejado aún su egreso cuando comenzaron a expedirse patentes, a fundar empresas y a sobresalir los prodigios. Había millonarios africanos antes de egresar y muchos deportistas y jóvenes científicos ya habían sido reclutados por las firmas más prestigiosas del mundo. Fue solo cuestión de tiempo para que las firmas más prestigiosas comenzaran a ser locales. La migración se acentuó aún más y la ciudad creció y creció, pero cuando comenzó a recibir más migrantes de los que podía albergar, el sistema tomó el control de la sociedad y su núcleo se vio aplicado a todos los habitantes. Todos en Swartengroen eran bienvenidos, pero si querían pertenecer, tenían que seguir el ritmo. Cuando Karim comenzó a recibir porcentaje por el éxito de sus estudiantes e hijos, supo que no podía tener más el perfil de poderoso, no podía mostrarse imponente. Necesitaba camuflajearse o toda su riqueza sería envidiada y su acumulación sería repartida o peor aún alguno de sus hijos, podría dudar de dar reciprocidad y querer incluso tomar su lugar. No necesitaba más dinero ni más poder Karim, pero las peleas por el gobierno y las rebeliones son una enfermedad que su nación no podía padecer. Los hijos de Karim, como se llamaba a los africanos egresados de la universidad, seguirían por siempre la imagen de un viejo que ostenta únicamente bondad y sabiduría. Sabrían que su estirpe es culpable de la creación del mítico lugar y no relegarían a la corono lo que les pertenecía y la posibilidad u obligación de tomar las riendas de la ciudad. El viejo Karim, se dejó crecer blanca la barba, se vistió con una manta de lino en cuerpo completo, se quitó los zapatos y se dedicó a recorrer el mundo con su esposa, emanando sabiduría, reclutando pobres, dando conferencias criando a sus hijos, adoptando niños. Mientras en la ciudad gobernaba Hikari. La universidad la mantenían los hijos de Karim, pagaban entre todos por el reclutamiento y los docentes, aunque al paso de los años, mientras se desarrollaba y se terminaba de construir la gigantesca universidad, los docentes eran cada vez más figuras locales, obligadas por la ley a impartir clases y la importación de docentes legendarios fue relegada cada vez un poco más. A los ciento siete años murió Karim, cuando su imperio era la nación más próspera del mundo, cuando en los juegos olímpicos se competían los primeros lugares en su mayoría entre africanos y las selecciones nacionales de todos los deportes de Swartengroen eran potencia mundial. Cuando Karim murió, la universidad reclutaba niños de todo el mundo, su superficie crecía al mismo ritmo que la ciudad y con el mismo orden y aunque sus generaciones egresadas eran cosmopolitas, todos los seguían llamando africanos y ellos seguían llamando a Karim, Padre. Mi Padre, como lo llamaban, murió el año 2082, el día trece de septiembre. Aquellos días el juraba que eran de mala suerte. Murió después de ganarle una carrera de caballos a Hikari, el último sobreviviente de la familia de fundadores. Murió rodeado de su familia legítima, veinticinco hijos adoptados y sus ocho hijos de sangre y la familia que lo adoptó a él. Los hijos de la universidad, que para ese entonces equivalían al cuarenta por ciento de la población. Era la sociedad del futuro, un experimento monarca cuyo principal guía era la explotación de las cualidades humanas de la forma más magra posible, sacar lo mejor de cada uno o se condenado a la nada. Todos los egresados de la UDS (Universidad de Swartengroen) estaban destinados a dejar huella en la humanidad. A pesar de ser demasiados, eran un puñado en comparación del resto del mundo. Mundo que estaba siendo conquistado. A diez años de la muerte de Karim, el imperio, con trescientos cincuenta mil habitantes, era gobernado por Marcelo. Un niño brasileño adoptado por Karim hacía mucho tiempo, que ahora con treinta y cinco años, era el más capacitado de los descendientes para tomar ese puesto. El servicio (como se llamaba al cargo de monarca) era heredado entre las familias de fundadores. Cada uno de los antiguos fundadores tenía por lo menos ocho hijos entre adoptivos y sucesores genéticos. Estos niños asistían como cualquier otro a la UDS, pero en sus casas eran enseñados eran educados para tomar la responsabilidad del gobierno. Cada uno de esos niños estaba predestinado al cargo político, pero al final de su formación, solo el más apto, tomaba el puesto, el resto hacían carrera aparte como cualquier niño reclutado. Marcelo tomó el cargo entre sesenta y nueve muchachos y los hijos de Marcelo, junto con los hijos de los hijos de Hikari, Bruno, Vladimir y Freddy eran ciento veintisiete. Esa forma herencia política se mantuvo hasta que fueron demasiados para educarlos al poder, posterior a eso. Ciento siete años más tarde, se simplificó el proceso de selección mediante exámenes de coeficiente intelectual entre los herederos genéticos de los fundadores. Así, solo los más dotados eran educados para heredar el servicio y de ese campo reducido, solo el más apto (que no era necesariamente el más inteligente) heredaría la obligación. En una de esas selecciones tomó el servicio de la nueva sociedad Lloris. Un descendiente sanguíneo directo de Bruno, era de los pocos que quedaban, pues el rastro genético de los fundadores se fue confundiendo entre los que llevaban sus apellidos. El 05 de marzo del año 2189, cuando Lloris heredó oficialmente el servicio, la urbe de Swartengroen no era pequeña. Se había extendido como un virus informático por la superficie del Congo y rozaba sus fronteras con las miserables ciudades de aquel país que aún permanecía en la precariedad y el tercermundismo de siempre. Swartengroen había extendido su desarrollo mucho más allá de sus límites fronterizos y era verdaderamente más una pequeña nación que una ciudad. Los más de doce millones de habitantes (de etnia negra en su mayoría) estaban distribuidos en quince mini ciudades que se conectaban al núcleo donde todo se había creado. Entre los espacios que quedaban en aquel dibujo galáctico que formaba la nación en su traza, se extendía la universidad, que ya había parado de crecer, pero no de desarrollarse. Lloris era un excelente gobernante, lo comprobó el consejo de selección, lideraba de maravilla y potenciaba el desarrollo. Sabía escoger de quién rodearse y sacar lo mejor de todos, como el sistema enseñaba. Le gustaba el servicio y hacía uso de sus beneficios para lograr que con cada minuto que pasara, Swartengroen fuera más maravilloso. Entre los defectos de su persona imperfecta existía uno que era especialmente relevante, su capacidad técnica y táctica para el desarrollo de forma despiadada. Lloris era joven aún, sumamente ambicioso y lleno de sueños. Sabía, como todos los intelectuales en el mundo, que el ideal y sistema de esta nueva sociedad acabaría por conquistar el mundo y aunque el desarrollo de la nación era más acelerado que cualquier nación que se hubiera antes registrado, quedaban muchísimas generaciones para que el sistema fuera unánime en la tierra entera y quizá, Swartengroen no se expandiría por todo el mundo, como pasó antes en la historia, sus ideales serían absorbidos, adaptados e impartidos por quién pudiera hacerse con el poder político del territorio con mayor extensión. Swartengroen era todo menos un país extenso, a pesar de que los africanos movieran el mundo. Este defecto en Lloris se vio potenciado por varios acontecimientos y se complementó con otras características que su persona también poseía. En mayo del 2191 las tensiones políticas con el Congo comenzaron a ser evidentes. Joseph Kasa-Vuvu, el entonces presidente del Congo comenzó a declarar en entrevistas públicas su desconcierto con la extensión territorial fuera de sus límites de Swartengroen y hasta llegó a mencionar represalias en caso de no reordenarse la ciudad dentro de sus límites. Era para entonces muy tarde para la ciudad el sugerirse un replanteamiento de sus límites. En realidad, el plan de expansión invadía de forma definitiva gran parte de las reservas del Congo, aunque sin tocar la ciudad y varias plantas de energía nuclear y eólica ya habían sido predestinadas a estar dentro de la misma. A pesar de esto, el gobierno de Lloris siempre tuvo en pro la resolución verbal, legal y diplomática del inconveniente. Una reunión se celebró en el Congo de manera pública en la que se trataron aquellos temas y Lloris y Joseph tuvieron el tiempo para debatir de forma pacífica el tema en cuestión. La postura de Joseph como era de esperarse fue sumamente pacífica. Lloris y el mundo catalogaron a Joseph como un populista y se entendió que el poder del gobierno de Swartengroen había sometido a cualquier intento de represalia de parte del Congo sin necesidad de intimidación. Todo a la normalidad y el gobierno de Swartengroen podía continuar su expansión fuera de sus territorios siempre y cuando se hiciera dentro de la legalidad propuesta y pagara por el territorio ocupado la cantidad que se negociase. Lloris permaneció dos días en Brazzaville por su propia voluntad, posteriormente cuando comunicó su decisión de volver a Swartengroen fue atracado y asesinado. El ejercito del Congo rodeó el hotel y entró de forma súbita hasta el cuarto donde se hospedaba Lloris. La guardia personal de los sirvientes de Swartengroen fue siempre nula. En realidad, los gobernantes solo se acompañaban de familiares o gente de su confianza que no llevaba armas ni tenía preparación militar para cualquier tipo de ataque. La seguridad del servicio era simplemente el poder económico del estado africano y su garantía era la sucesión de líderes tan grande que esperaba para servir. La novia de Lloris, Adisa fue asesinada en ese mismo atraco, también lo fue su compañero Odiseo y su esposo Sharik. Quienes escucharon desde el cuarto contiguo los disparos e hicieron por proteger. Ninguno tuvo tiempo de informar lo ocurrido y en Swartengroen solo se supo del asesinato de los tres antes mencionados y de la captura de Lloris a quién planeaban tener como rehén para evitar la represalia militar el mayor tiempo posible, en cuanto se preparaba la invasión a Swartengroen por parte de los gobiernos de Uganda, Sudán del Sur, El Congo, Ruanda, Burundi y el respaldo económico de Arabia Saudita. En realidad, Lloris murió en el acto. Ambos estaban despiertos en la suite del hotel a las dos de la madrugada cuando Adisa, que bebía agua en la cocina escuchó ruido en el exterior y salió a observar cuando recibió tres disparos en el tórax y dos en la cabeza. No sin antes gritar y alertar a Lloris. El joven francés de rostro agradable, ojos grandes color miel y rizos que caían sobre su frente. Acto seguido; dos soldados derribaron la puerta, entraron y murieron al instante por disparos en la cabeza. Lloris y Adisa debatían un tema desde hacía horas cuando Adisa, una joven negra de ojos grandes y cuerpo delicado y magro salió de la cama en ropa de dormir y fue por una jarra de agua para ambos beber. Lloris estaba acostado regocijándose de su elocuencia y mirando al techo con las manos sobre la nuca y un leve sueño que le provocó un bostezo, ligero también. Escuchó el ruido de la puerta abrirse y bajó la mirada para ver que ocurría, pues los pasos de Adisa fueron delicados y curiosos y no azotados y alarmados. En su ignorancia total de lo ocurrido ni siquiera le pareció alarmante ese instante en que escuchó la puerta abrirse. Ni siquiera alcanzó a ordenar las palabras en la cabeza para preguntar qué pasaba, cuando escuchó el grito, los disparos silenciados, el cuerpo tocar el suelo, los pasos de los policías, el golpe en la puerta. Fueron segundos, veloces segundos. En ese absurdo lapso de tiempo Lloris saltó en la cama del susto, con el pecho hacia arriba como si un espasmo eléctrico en el cuerpo de algún resucitado. Giró para tomar el arma en su pantalón que estaba tirado a centímetros de la cama, apuntó a la puerta y antes de que la tuviera verdaderamente firme, esta se abrió. Jaló el gatillo dos veces para matar al guardia que venía de frente hacia él, este murió y murió también el que venía en fila justo detrás de él en la misma posición. Las siguientes dos veces que jaló el gatillo en el mismo instante lo hizo de miedo al ver caer dos cuerpos, imaginando que vendrían más en fila. Las últimas tres veces que jaló el gatillo lo hizo de rabia al entender que habían matado a Adisa y paró al saber que solo le quedaban dos balas y debía razonar o morir en el instante siguiente. Los soldados no entraron ellos también cuentan los tiros. Lloris se levantó en ropa interior y tomó otra arma y dos cargadores del armario sin despegar la vista de la puerta. Encendió todas las luces desde el panel en la pared de su cuarto y se atrincheró detrás de la misma pared. Todo estaba abismalmente silencioso cuando escucho pasos en el cuarto de Odiseo y Sharik. Después un largo tiroteo y de nuevo silencio. Los habían matado también a ellos, lo entendía. Miraba Lloris desde un recoveco en la celosía de la pared, cuando entraron dos guardias más. Con su pierna derecha lanzó una almohada por el vano que daba a la cama y los guardias le dispararon, mientras Lloris les disparó a ellos desde el recoveco. Entraron dos más en fila y disparando, se atrincheraron y llenaron de plomo su celosía. Lloris se recargó en la pared mirando a la nada, escuchando cada movimiento y prediciendo en su mente los siguientes movimientos. Sintió como se movían guardias desde el ventanal, de forma sigilosa y tuvo tiempo para apuntar y derribar a otro guardia más, después desde el otro lado del mismo ventanal se movía otro soldado que también murió a tiros y cayó al vacío. Escuchó como los soldados de la cocina y sala se acercaban más y entendió que lo rodeaban, que querían llevárselo vivo, que iban a torturarlo, que Swartengroen lo sustituiría y tardarían en lograr su rescaté o en matarlo. Entendió que Adisa había muerto, también sus mejores amigos y que después de ellos, no le quedaba demasiado por perder, que prefería ser vengado que torturado y quizá rescatado. Se asomó por la pared descubierto y listo para ser destrozado a tiros y llevarse a quién pudiera y topó de frente, a centímetros de su nariz, la cara de un soldado, le vio a los ojos por un instante, su arma topó en el frente de la careta del soldado con el cargador y el arma del soldado quedó pegada en su hombro, con el cañón fuera de su alcance. El soldado retrocedió en un espasmo de sorpresa y susto y ambos jalaron el gatillo, solo las balas de Lloris acertaron. Dos disparos en la frente, justo encima del ojo izquierdo, uno en seguida del otro. Lloris, descubierto recibió dos disparos en la pierna, cayó y los soldados se acercaron. Cuatro murieron, cada uno con un disparo en la cabeza, dos delante suyo y dos detrás. Otro más por la espalda le disparó en el brazo y el de nuevo soltó el arma. Los uniformados se acercaron y Lloris se arrastró para tomar uno de los rifles y giró a escasos ciento veinte centímetros de ser golpeado. Jaló el gatillo y llenó el pecho y el tórax de su atacante más inmediato, después disparó alrededor y recibió otros dos disparos, esta vez en el tórax, pues sus brazos y sus piernas de su cuerpo estaban muy pegados. Cesaron los disparos, Lloris bajó el arma recargando el cañón al suelo y bajó también la cabeza, con los ojos y la boca abierta, mirando a la nada, derramando baba. Se acercaron rápidamente dos soldados aún apuntando y lo golpearon ligeramente con el cañón en la cabeza, después con la mano le revisaron el pulso y Lloris levantó el arma y derribó a un soldado más, recibiendo otros dos tiros en el estómago y el pulmón. Descargó el arma en aquel guardia, esta vez sí, no le quedaban más cartas por jugar, si no moría, sería capturado. Ya sin armas lo levantaron con rapidez, pero mucha delicadeza y mientras miraba hacia atrás y contaba a los muertos sintió como una masa caliente le recorría el pecho y la garganta. Sintió el sabor a plomo de su sangre y se imaginó su propia imagen en los brazos de aquellos soldados. Deliró unos segundos pensando en fantasías infantiles, en Adisa, en sus viajes, en el espacio, en la luna, en la guerra. A su mente no vino el recorrido de su vida. Murió en el elevador. Antes de que pudieran salvarlo. Antes de que pudieran torturarlo. La fuerza armada de Swartengroen ya había trazado el plan y se había alistado. Los aviones caza salieron de sus plataformas antes que los aviones de los demás países africanos. Los soldados se desplegaron primero y los antiaéreos cargaron municiones en el instante en que se supo de la captura de Lloris y la muerte de los otros tres ciudadanos. La universidad se cerró a los estudiantes y se quedaron únicamente el equipo táctico militar para ocuparla. Lleno de estudiantes también y algunos de los mejores generales estadounidenses, rusos y chinos. El ataque no se demoró demasiado. Solo doce horas y comenzaron a llegar aviones a la ciudad. Un grandísimo número de ellos derribado antes de pasar las fronteras nacionales. Los que pasaban y no podían ser derribados dejaron en su descarga soldados, que fueron masacrados por los soldados en las bases antiaéreas. Muchas bombas fueron neutralizadas, pero muchas otras también aterrizaron. Destruyendo edificios, matando civiles. Su mejor carta estaba siendo jugada y en su mejor movimiento murieron dos generales africanos en la explosión de una bomba en la universidad. Cientos de aviones fueron derribados en las bases del Congo antes de despegar y la fuerza aérea africana destruyó los antiaéreos, las bases militares dentro y fuera de Brazzaville, muchos hospitales militares y todas las bases aéreas. Tanques de guerra, camiones y bodegas de misiles y municiones fueron absolutamente neutralizadas causando explosiones exorbitantes, dejando la ciudad en llamas, esperando el ataque. No habían pasado doce horas cuando el Congo estaba oficialmente desarmado y los países contiguos, aliados de guerra se habían rendido. Cerraron sus puertas y levantaron su propia defensa, pero clamaban por paz y diálogo, pidiendo apoyo a otros países y a la organización de las naciones unidas, sin ser parte de ella. Todo en menos de doce horas. Su mejor carta había sido jugada y seguía la carta de los africanos. A las veintiún horas de la noche, horario del oeste de África, Swartengroen hizo el despliegue militar más impresionante jamás visto. Predeciblemente hacia el Brazzaville, que no estaba demasiado lejos. Los helicópteros y aviones de transporte militares dejaban mensajes en el cielo y descargaban bombas falsas en señal de apoyo y aviso para que no lucharan y dejar al ejercito hacer su trabajo. Tomar la ciudad y a los criminales que habían comenzado la guerra. Cuando el general Douglas MacArthur llegó a las puertas de la ciudad, cientos de miles de ciudadanos del Congo salieron despavoridos y fueron recibidos por los militares de Swartengroen que los colocaron en campos donde no pudieran hacer daño ni ser dañados, la ciudad era campo de guerra, pero ya no tenían demasiadas armas. Al final de la muchedumbre salieron soldados con las armas en alto y el último grupo de ellos llevaba a Joseph Kasa-Vuvu, muerto a puñaladas, con los ojos abiertos, golpeado y la ropa desgarrada. La ciudad, ya solo estaba defendida por unos cuantos miles de soldados armados con rifles, protegidos por la noche y atrincherados en edificios listos para hacer su guerra de guerrillas comandados por Isaías Chad Deby. Pero las tropas de MacArthur entraron rasas, conduciendo velozmente los tanques y los camiones por las calles, recogiendo más civiles y esparciendo el mensaje de que con la rendición habrían de perdonarles y solo sería condenado el general Isaías Chad Deby. Realizaron solo disparos del tanque cada que recibían disparos de algún edificio y daban vueltas por las avenidas principales tres veces por día, siempre en diferentes horas para recoger soldados desertores, porque los civiles ya todos se habían ido. Pasaron siete días y los tanques y solo disparaban para proteger a los desertores, que tenían que salir corriendo antes de ser acribillados. En la tarde del viernes veinte de noviembre del 2191, Isaías Chad Deby entendió que no podría quedarse para sí mismo la ciudad de Brazzaville sin población y con unos cuantos cientos de soldados, así que les pidió entregarse y sobrevivir, antes de terminar en el mismo destino que Joseph. Mandó a sus últimos hombres a desfilar desarmados al Brazzaville–Kinshasa Bridge con el mensaje; Te espero aquí MacArthur a las siete de la noche, para enfrentar a la justicia y hacerme cargo de mis actos. No seré juzgado ni arrestado, pues comprendo, mis delitos, los acepto y sé que no tienen perdón, ni de Dios de las personas. Ven armado y acompañado, pues yo igual lo estaré. Recibiré mi muerte con honor y con orgullo. Y a las siete así ocurrió, MacArthur esperaba un truco y estuvo listo para todo, no se presentó sin examinar todo el terreno y casi toda la ciudad, se cercioró de que fuera él el local ahora y que no pudieran sorprenderlo, después de verificarlo todo, dio un salto de fe y decidió arriesgarse a morir en el acto bajó una trampa que dijo él; Tiene que ser más ingeniosa de lo que yo lo soy. No lo fue, Isaías se apareció acompañado con dos hombres que lo adoraban como a un Dios, apuntando a todos lados estaban ellos, pero bajo la orden de no efectuar ni un solo disparo que no fuera en defensa de sí mismos y después de haberlos recibido. Isaías se adelantó a los suyos y los dos jóvenes bajaron las armas y lo vieron caminar al frente suyo. Isaías desenfundó su arma y la sostuvo para sopesarla, acercándose con cada paso a MacArthur que lo esperaba de brazos cruzados, recargado en un tanque blanco hermoso, nuevo y cargado, listo para derribar el puente de un certero disparo al cuerpo de Isaías. Sin embargo, después de algunos pasos MacArthur comprendió que Isaías de verdad buscaba su muerte y nada más. No había plan oculto, no había juego. Sin esperar ni un segundo, desenfundó su pistola y le pegó tres tiros en el pecho, uno seguido al otro, casi encima uno del otro, pues Isaías no se sacudió con los impactos. Solo cayó de rodillas y se recargó sus talones, puso su arma en el suelo y murió pacíficamente. Parecía que ahí estaba terminada la guerra. Con algunos cientos de civiles muertos, algunos miles de soldados, prisioneros de guerra, algunos daños en Swartengroen, Brazzaville en ruinas y el Congo sumido en la miseria y en el más terrible desorden. Estados Unidos ofreció al instante hacerse cargo del crecimiento del Congo y de su recuperación, como había hecho antes con Japón, solo que esta vez, Estados Unidos no tenía nada que ver y Swartengroen, que había provocado los daños, puso su gobierno sobre los habitantes, que de hecho lo tomaron con mucho positivismo. La situación estuvo pausada durante algunos meses. En dichos meses se reunían una y otra vez los representantes de cada nación y Nelson Ósak, el nuevo servidor de los africanos, debatía con elocuencia su postura de mantener el control de la nación devastada. Esta postura era especialmente justa, no había duda de ello, ni tampoco había gobernador que pudiera eludir a Nelson de hacer a un lado su derecho a gobernar esa tierra, era demasiado listo, tenía demasiado carácter y tenía suficiente rabia, por la muerte de su hermano directo. El problema radicaba en el miedo, durante todo su desarrollo, Swartengroen tuvo todo, menos recursos naturales a su disposición. Su territorio limitado, su suelo inexplotable, su aislamiento físico de las otras potencias y su falta de salida al océano, limitaban en cierta medida su crecimiento. A pesar de esto, eran la patria más prospera con la economía más desarrollada, diversa y abundante del mundo. Tomar el territorio del Congo y hacer uso de los recursos y de la población de esa gran nación como propios lo podría hacer una fuerza imparable. Más aún después de haber visto el impresionante despliegue militar que mostraron. Había miedo en el aire. Nelson y el pueblo africano lo sabían, sabía que les temían y que el miedo era la primera razón de ataque de muchas naciones. Todas las grandes civilizaciones alguna vez conquistaron para evitar ser conquistadas. La ocupación del Congo y los siguientes movimientos en el tablero mundial de Nelson ocurrieron con el más bajo perfil. En menos de tres meses posteriores a la ocupación del Congo, el ejército y armamento de Swartengroen se triplicó y los recursos destinados al departamento de defensa pasaron a ser del quince al ochenta y cinco por ciento. La decisión de los africanos era muy clara; No habría prosperidad, bajo invasión. El primer plan ejecutado fue el asesinato de Salmán bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudita, asesinado mientras viajaba en un convoy de Riad a Ad Dawadimi. Era el primer viaje que realizaba desde un año antes del asesinato de Lloris, había temido de salir de su palacio, sentía que estaba siendo vigilado y, de hecho, no se equivocó. El convoy no llevaba recorrida ni una hora del viaje cuando una motocicleta plateada de un modelo nunca visto antes, pasó a ciento noventa kilómetros por hora, por la lateral de terracería de la carretera. Alarmados los soldados prepararon sus armas y se dispusieron a dar mensaje de ataque para que dicho vehículo abandonara el camino. La motocicleta llevaba dos pasajeros, los hermanos Abdel y Abel. Asesinos árabes profesionales que ahora trabajaban con el gobierno africano. Abdel conducía la motocicleta y Abel iba de espalda a Abdel, blindado desde el casco hasta las espinillas y sosteniendo un rifle corto calibre cincuenta. Apuntó al chofer y los soldados de la primera camioneta apuntaron a Abel, mientras daban del mensaje de ataque. El chofer mantuvo su curso, confiando en el blindaje de la camioneta y en un segundo le volaron el cráneo con una bala que atravesó el vidrio, al chofer y al pasajero de la cabina posterior. La camioneta salió del camino y Abel derribó la siguiente camioneta con el mismo tiro. Las otras dos camionetas salieron de la parte posterior para proteger al rey Salmán y Abel intentó hacer el mismo tiro, pero los conductores los evadían, mientras los soldados disparaban erradamente a Abel y su blindaje atrapaba los pocos tiros que iban certeros a sus piernas y cabeza. Con el último tiro Abel acertó en una de las ruedas y se impactaron una con la otra, Abdel frenó la motocicleta en seco y dio media vuelta para seguir la camioneta del rey, que seguía el curso contrario, camino a la ciudad. Abdel, la rodeó nuevamente sobre la terracería del desierto para evitar los disparos y se apareció justo frente a la camioneta en unos segundos, mientras Abel recibía disparo tras disparo en el blindaje. Cuando estuvo estable y perfectamente posicionado, los soldados dejaron de disparar y el chofer comenzó a hacer maniobras evasivas, mientras Abel sacaba una granada de una de las bolsas laterales de la mochila de su hermano. Quitó el seguro con un pequeño gancho en su casco, la sostuvo dos segundos y la lanzó justo por debajo del motor de la camioneta, que se elevó tres metros con la explosión y mandó las puertas y el cofre en llamas volando por los aires. Abel y Abdel se perdieron en el desierto instantes después. El siguiente movimiento del gobierno africano fue el ataque bélico contra Uganda, Sudán del Sur, Ruanda y Burundi, todos al mismo tiempo y cuando el ejército de Swartengroen estaba en su máximo esplendor, con el mejor armamento, tecnología disciplina y orden. El golpe fue certero; a un año de la muerte de Lloris, los gobiernos de los países vecinos seguían esperando el golpe, pero no estaban preparados. Fue tan repentino y certero que en cosa de días habían caído todos los gobernantes con un mínimo de vidas dañadas y solo algunos edificios derribados. Solo Pierre Nkurunziza, el presidente de Burundi, seguía vivo, pues siempre esperó el ataque y cuando supo del ejercito que acechaba sus territorios mandó un comunicado directo a la capital de Swartengroen exigiendo que se le juzgase solo a él por los actos de su país y que no hubiera derroche de recursos y vidas en el ataque, pues aceptaría los cargos legales en su contra. Un noble profesional. El hombre fue tomado como rehén, en una de las habitaciones de invitados de la casa de la colina, con todas las comodidades con las que vivía Nelson, el servidor del reino. Menos con la comodidad de irse cuando quisiese. Después de su despliegue militar y de declarar el control oficial sobre las tierras del centro de África, se alzaron en las ciudades las banderas únicamente Swartengroen y para la sorpresa de las principales potencias del mundo, Swartengroen se había convertido exactamente en el enemigo que tanto temían. Aunque la guerra no estaba oficialmente declarada, La unión europea fijó un frente común y comenzó a hacer alarde en pruebas de campo de su mejor armamento. Japón y China encabezaron la alianza de oriente y desde México hasta Canadá, se lideró el frente de América, liderado por los Estados Unidos, que en breve comenzaron a ocupar islas del pacifico y atlántico, ilegalmente, con bases militares. En el oriente medio forjaban su difícil alianza la India y los Emiratos Árabes Unidos cuando los africanos Nelson Ósak hicieron lo obvio, aquello que todos esperaban ocurriera, pero rogaban que no pasara. Las tropas se movilizaron y en cuestión de meses se hicieron con los recursos humanos, económicos y territoriales de casi todo el continente. Desde Namibia, Zambia, Tanzania y Mozambique (fronteras del sur) hasta Nigeria, Niger, Libia, Egipto, Arabia Saudita y Yemen. Los territorios en África que Nelson no pudo controlar fácilmente decidió no pelearlos con las tropas europeas que habían instalado bases anticipadas para controlar sus fronteras. La guerra frontal entre las principales potencias no comenzó hasta mucho después de la que se le llamó etapa de reforzamiento. Durante tres años, los frentes mundiales comenzaron a imponer dominio sobre las zonas contiguas más débiles, proponiendo alianzas o sometimientos a todos aquellos territorios que quisieran o no, participar activamente en la guerra. El territorio de Swartengroen se vio limitada geográficamente por las bases del frente europeo en África con el que decidió no combatir abiertamente. En la etapa de fortalecimiento el ejercito negro solo consiguió arrebatar el sur de África a los europeos en la guerra más sangrienta de todo ese año. Se mostraron durante un mes sus mejores cartas, sin hacer uso de armas nucleares, pero dándose un encuentro bélico que acabó con dos millones de vidas, en su mayoría civiles. Dejando a Nelson con la ocupación de un territorio ruinoso, sin capital humano que serviría únicamente como base territorial y expropiación de recursos. Las ciudades de Pretoria y Johannesburgo quedaron absolutamente devastadas, sin un solo ser humano vivo en toda su superficie y Puerto Elizabeth, junto con Maputo, Durman, Beira y las islas que rodeaban Madagascar se volvieron las bases más imponentes del sur del mundo, pues preparaban la invasión a Madagascar y las tierras de Australia, pertenecientes al dominio europeo. El frente americano tuvo el camino abierto para establecerse en el sur, todos los países abrieron sus puertas y mandaron a sus hombres a la guerra, así como sus recursos en general. Solo encontró batalla en Venezuela, donde tuvo que dar guerra y barrer el país. Destruyendo por completo su fuerza militar y ejecutando a los líderes en juicios “legales” en los que Peter Blank (presidente de los Estados Unidos) era juez, jurado y verdugo. Los juicios se dieron en caracas, con todo el ejercito custodiando las calles, con las leyes americanas y con imposiciones letales del siglo décimo octavo. Eso sí, transmitidas en vivo para justificar su veracidad y la justicia con la que el frente americano procedía. Como si hubiera algo de justo en invadir un país y asesinar a sus líderes por defenderse. Como fuese, el tiempo y los recursos que el frente americano perdió, sirvió para que Nelson hiciera alianza con la presidenta del Brasil, Ana Paula Kirchheim y se quedara con la mayor rebanada del continente americano. La alianza oriental tuvo gran éxito en su extensión y lograron unificarse por medios pacíficos Japón, las dos Coreas, China, Mongolia, Nepal, Bután, Bangladesh, Birmania, Laos, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia, Singapur, Filipinas y todas las islas indonesias. Este último territorio era de gran peligro para el frente europeo en Australia. En la incapacidad del reino unido de unificarse con todo el frente oriental, se vio obligado a invadir las islas, perdiendo así, su segunda gran batalla y dejando el Océano Índico debilitado y listo para ser invadido. En el oriente medio Emiratos Árabes Unidos en unión con la India, no lograron las relaciones pacíficas con ningún país en su conexión e invadieron tanto como pudieron, derrochando recursos y perdiendo ejercito para hacerse de un control más o menos uniforme, aunque los levantamientos civiles eran muy comunes y la unión con Europa no parecía la más próspera. El frente europeo justo había decidido movilizar tropas hacia Turquía, Georgia y Azerbaiyán en refuerzo a las tropas del oriente medio, cuando los rusos hicieron su jugada maestra y desplegaron la mitad de su ejercito para tomar todo el oriente medio Ucrania, Moldavia, Rumania, Bulgaria y Grecia hasta llegar a Israel, donde se unió al imperio de Nelson Ósak. Abu Dabi cayó y las ciudades de oro pasaron a ser de Nelson y Vladimir. El frente asiático hizo lo propio para aliarse de forma pacífica con Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán, Afganistán, Pakistán e Irán. La India permaneció como territorio neutro, pues el frente asiático optó por no invadirla cuando el presidente Rajendra Husein, decidió no unirse al frente asiático. La decisión de no invadir que tomó el frente asiático fijó su posición en el tablero, buscaban fortalecerse y lo habían logrado, pero pese a su ventajosa posición, no invadirían, no harían la guerra a menos que fueran tentados a hacerla. Tampoco meterían sus armas por nación ninguna. Cuando las grandes potencias lograron unificarse, controlar sus propias rebeliones y fortalecerse de los recursos existentes, la economía mundial se paró para dar entrada a su más profunda decadencia. Los recursos comenzaron a ser escasos cuando las tierras perdieron las conexiones entre sí y existía una tensión tan grande por la amenaza del fin del mundo. Nelson Ósak, pese a que su pueblo le pedía guerra en retribución por la muerte de Lloris, el pensaba que la cuenta estaba saldada. Pese a ser su alianza la más fuerte de las cuatro potencias, decidió negociar la paz. Se reunió el consejo de la ONU, abandonado por dos largos años y los mandatarios de cada gran nación que aún existía, tomaron palabra para negociar bajar las armas y estrechar las manos. Había algunas tierras que no podían reestablecerse y vidas que no volverían a ser las mismas, después de tanta muerte. Aunado a esto, había ciudades enteras que habían sido arrasadas, bien por los ataques, bien por las bases nucleares establecidas, pero a pesar del mal hecho, era muy buen tiempo para que el mundo tomara su curso. El acuerdo se cerró y en teoría, se reestablecieron todas las tierras posibles. Presidentes volvieron a tomar sus cargos y se coordinó la ocupación de las potencias solo en las tierras caóticas. Para el caso africano, casi todo el continente ocupado. Las fronteras abrieron sus puertas y los tratados comerciales se firmaron dejando todas las tensiones de lado, lográndose arrancar la economía nuevamente. Pasaron algunos meses cuando comenzó a notarse que las potencias seguían temiéndose demasiado. Las muertes de funcionarios gubernamentales clave e incluso de presidentes en manos de sus propios pueblos comenzaron a notarse demasiado y las ocupaciones de control de las potencias comenzaron a extenderse y ser cada vez más obvias. No había guerra declarada, pero las más grandes naciones querían terminar tan fortalecidas como Swartengroen, la tierra negra prometida de Nelson Ósak. El año 2195 estalló la tercera guerra mundial y terminó cinco años después, en la víspera del siglo XXIII. Los resultados provocaron un estancamiento en la civilización de más de un siglo, la desaparición del ochenta por ciento de las naciones y la muerte de más del setenta por ciento de la población. El continente africano, cuyo esplendor no pudo llegar a su punto más alto, fue el primero en ser barrido, quizá por ser la potencia más fortalecida en la preguerra. Se estima que la civilización del futuro estaba creciendo entre los negros y todo el desarrollo, los avances tecnológicos y el poder económico de la sociedad de Swartengroen no pudo contagiarse por completo a las potencias que barrieron aquella tierra. El miedo acabó con la esperanza. Las primeras amenazas nucleares cayeron en suelo africano, a más de mil kilómetros de Swartengroen, de parte del frente americano, que no se había unificado bien, cuando emprendió la guerra junto con la unión europea. El continente africano en alianza con Rusia, pese a su dominio en recursos, territorio, potencial económico y tecnológico sobre cualquiera de las potencias, no podía hacer frente en un dos contra uno y no podría jamás barrer dos continentes. Pero en la rabia de Nelson Ósak por los ataques en plena negociación pacífica, unificó a la raza superior los negros y los rusos y se decidió a comandar el ataque que no pararía la guerra, ni ganaría la guerra, pero causaría tanto daño que el mundo no volvería a ser el mismo. No hubo bombardeos en tierra americana por parte del frente africano, pero los brasileños jugaron su parte para barrer el sur del continente y el frente ruso-africano se decidió por la unión europea, de la que no quedó más que el recuerdo. El continente viejo cayó por primera vez y para siempre. Las defensas no pudieron parar el número y la constancia de los aviones, pese al apoyo del frente americano. Cuando las defensas antiaéreas de las grandes ciudades estuvieron absolutamente neutralizadas, los países dijeron adiós a la postura de guerra, la unión se dividió y los representantes de cada nación rogaron por las paces. Pidieron alianzas y negaron su participación en los ataques. Dejando al Reino Unido y Alemania como los grandes culpables. Sin embargo, sus esfuerzos nada valían, en el frente ruso-africano, ya había demasiadas bajas y se había derramado demasiada sangre. El oriente medio estaba inhabitable, ya había demasiado odio y sed de sangre. Ante el escepticismo, los aviones comenzaron a pasar como balas por los cielos de todas las grandes ciudades, dejando caer sin nada que lo impidiera hasta dos bombas nucleares. De adentro hacia afuera. Berlín, Londres, Madrid, Paris, Berna, Lisboa, Roma, Budapest, Varsovia y Copenhague fueron borradas del mapa en un solo día. No quedó ni rastro de su existencia. En el resto de Europa, las familias se abrazaron, rezaron y esperaron el mismo destino. En el momento en el que un avión pasaba por los cielos sabían que habían sido seleccionados y el señor los había llamado, no había salvación, ni esperanza. Después de tres días de ataques el terror fue aún peor, pues al no haber resistencia en el aire, los ataques eran anunciados con antelación y ejecutados con puntualidad a la hora que marcaban el final. Pasaron dos meses de ataques continuos, hasta doce ciudades por día, de la más a la menos poblada de cada nación. Ni la gente, ni las calles, ni la vegetación, ni las catedrales, nada sobrevivió al puntual ataque. Quizá algunos pueblos perdidos, incomunicados de los que nadie sabe. A la caída europea, cuando los dos frentes en guerra estuvieron lo suficientemente debilitados, el frente asiático entró en la masacre. En los años más sangrientos de la humanidad, 2198 y 2199, la guerra empezó a ser por la supervivencia; ninguna nación quería dejar de existir en manos de la otra. Cuando la humanidad estuvo al borde de la extinción, en África no quedaba más que polvo de lo que fue la fabulosa ciudad de los recursos ilimitados, América estaba despoblada del norte al sur y solo unas cuantas ciudades y poblados periféricos quedaron poblados en el continente entero. Asia llevó la menor parte, pero intactos solo quedó la india, el resto de Asia quedó en la devastación de miles de edificios derrumbados, la ruina económica y todas las capitales arrasadas por los ataques nucleares. El frente asiático al final unificó el control sobre el mundo, pero no tenía los recursos para hacerse cargo del territorio y el solo resurgimiento de cada país asiático era una tarea que parecía inalcanzable. La unión asiática se dividió en unos cuantos países y esos países se rezagaron y se abstuvieron de ejercer control sobre las tierras conquistadas, con el fin de evitar una nueva guerra civil. El mundo entero perdió sus casi todas sus fronteras y solo quedaron como naciones soberanas Rusia, cuya población era una mezcla perfecta entre rusos blancos y negros africanos. China, cuyas fronteras llegaban ahora hasta la India y Rusia, terminando en el mar índico, en lo que solía ser Sri Lanka. Australia que extendía sus límites por todo Oceanía y las islas a su alrededor y hasta el mar de filipinas, hasta lo que fuera alguna vez Japón, que ahora era una piedra inhabitada, producto de los cataclismos de su gran volcán, a causa de los bombardeos. Y Canadá que fue el último de los países que sobrevivió al ataque nuclear y algunas de sus ciudades quedaron aún habitables. El tiempo de la postguerra fue aún peor que la guerra misma, el mundo estaba inhóspito y sumido en la más terrible miseria. Las catástrofes naturales ocasionadas por la guerra nuclear dejaron cicatrices que cien años más tarde, seguían pesando. La primera década posterior a la guerra, fue conocida como el gran apagón. La enfermedad y el cambio climático fueron tan abruptos que se extinguieron cuatro de cada diez especies. Las ciudades se desconectaron entre sí y la población restante de la guerra se redujo en otro setenta por ciento, quedando habitada la tierra entera en por menos de un millón y medio de humanos. La tierra continuó en la anarquía natural toda la década, las sociedades humanas fueron reducidas a algunas decenas de habitantes concentradas en suburbios ruinosos y poblados remotos en colinas y valles. En una gran isla, cerca de la tierra medio oriental de lo que fuera conocido como Siria, existía el poblado más numeroso de todos, con unos ciento cincuenta habitantes, dispersos entre sí, sobreviviendo como ratas, encuevados bajo ruinas, subterráneos y cavidades naturales. Los sirios salían de sus cuevas en busca de cualquier comestible, lo acumulaban y se ocultaban de nuevo para protegerse de los fríos extremos y las lluvias ácidas que azotaban la tierra entera. Un día como cualquier otro, un sirio de aquellos que no contaba el tiempo y había perdido toda su humanidad, masticaba el cadáver de un bebé muerto hacia algunas horas. El bebé era de una mujer que vivía en el mismo estacionamiento que él, pero en un Bentley, debajo de un grupo de carros que formaban una pequeñísima montaña. Aquella mujer había muerto dando a luz, y su bebé se había asfixiado al salir de la mujer. Joseph, el caníbal, escuchó a la mujer gritar y se acercó, para ver la escena. Tomó al bebé muerto y lo puso en una bolsa, junto con sus demás comestibles. Ese día, mientras Joseph comía, notó que un rayo de luz atravesaba por el pequeño espacio que había entre las losas de concreto, la lámina y el asiento del auto en el que vivía. Él no conocía la luz del sol, pero otro grupo en su misma isla, la había estado esperando, todos los días durante más de una década para marcar el inicio de una nueva era. Los años comenzarían a contarse nuevamente después de aquella fecha. Un hombre blanco, alto, de grandes ojos y con una cara amable, había vivido en un albergue subterráneo por más de diez años. Su nombre era Yamal, era político antes de la guerra y la extinción masiva. Antes de comenzar la guerra, Yamal construyó una pequeña bóveda y metió en ella tantos víveres como para sobrevivir una guerra de veinte años con toda su familia. Unos pocos años después, cuando perdió toda comunicación con el mundo, salió por primera vez de su bóveda y percibió que no quedaba nada de la tierra que conocía. Yamal sacó de su bóveda una motocicleta como la que en algún tiempo conducían Abel y Abdel para asesinar al rey de Arabia Saudita y condujo algunos kilómetros intentando encontrar rastros en el desierto de lo que alguna vez fue Siria. Condujo veinticinco minutos con dirección al mar negro cuando en el cielo vio pasar dos aviones caza en el mismo rumbo en el que él iba. Yamal dio media vuelta y se refugió nuevamente con los suyos, durante otros dos años. La suerte de Yamal era haber mandado hacer la bóveda más espléndida que se hubiera podido pensar. Su acceso a la energía eléctrica fue limitado y en realidad no le duró toda su estadía en la bóveda, pero su bóveda había sido diseñada como una belleza de la arquitectura bajo la tierra. La bóveda de Yamal estaba enterrada diez metros respecto al nivel del mar y la capa que cubría de tierra la gruesa capa de concreto, iba desde los 2 hasta los doce metros. La losa que lo protegía después de la tierra, tenía un metro de espesor y estaba compuesta de una aleación perfecta de acero y concreto. Su cómoda cueva y la compañía de su familia, era lo que lo mantenía cuerdo, en el paisaje del fin del mundo. En el quinto día del mes de diciembre, Yamal volvió a decidirse por ver la luz del día. A las once horas de la mañana, tomó nuevamente su motocicleta y la condujo por la angosta rampa que lo llevaba hasta el punto en el que se alineaban el nivel del suelo y la losa que lo protegía. No tuvo éxito en su tentativa, pues el sol no estaba disponible en toda la zona meridional del mundo, de hecho, eran muy pocos los lugares del mundo en los que rara vez entraba un rayo esperanzador que iluminara la tierra. Yamal había leído sobre los posibles desastres naturales que una guerra nuclear podía ocasionar, pero tenía que ver con sus ojos la gravedad del mundo que lo rodeaba. Condujo su moto con velocidad hasta llegar a la ciudad de Salamiyeh, donde encontró prácticamente nada. Tierra plana absolutamente y dos edificios en pie a lo lejos. Ni animales, ni plantas, ni una sola alma. Se paseó lentamente por la ciudad intentando reconocer algo hasta que la nostalgia y la sensación de peligro lo hicieron acelerar. Quería volver a su refugio, con su familia que se había salvado de tal devastación, pero era curioso y sabía que no podrían quedarse ahí para siempre. Se detuvo en un pueblo en el camino, del cual no sabía el nombre o si quiera si lo tenía. Había conducido tres horas a más de ciento ochenta kilómetros por hora, viendo solo planicie desértica, pero ese pueblo lejano de todas las ciudades, no había sido derrumbado, o al menos no había sido aplanado. Entró lentamente por una de las avenidas y vio un seco rio y unas casas sin ventanas ni techo que formaban una estrecha calle. A lo lejos notó un cuerpo humano tirado en el suelo y se acercó. Se paró frente a él y la mujer de unos veinte años, que tenía la piel llena quebraduras como suelo erosionado, abrió los ojos y se reclinó para mirarlo. Iba desnuda completamente y a pesar de su tan deplorable condición, se percibía que no había sido una mujer fea. Yamal se dispuso a levantarla y la débil mujer se apoyó en sus hombros. Yamal la amarró con un arnés y se dispuso a encuevarla junto con él. En el camino, una fuerte tormenta de truenos y agua a raudales, cayó sobre aquella tierra inhóspita y la mujer comenzó a quejarse y a apretarse contra Yamal. Cuando estuvo en la puerta, entró a toda prisa, dejando entrar parte del agua de aquella lluvia. Yamal entró con ella y siguió manejando hasta entrar a su garaje, donde guardaba otras cuatro motos iguales a aquella. La mujer miró su entorno, percibiendo que estaba siendo salvada y no capturada. En seguida cerró los ojos y no los abrió nunca más, para sorpresa de Yamal. Yamal volvió dos días después, cuando la Lluvia ácida había terminado de caer en la zona. Condujo su motocicleta velozmente, esta vez con un rumbo y sin el tanque de oxígeno, pues percibió que, aunque estaba contaminado el aire, no era letalmente tóxico. Dejó su moto estacionada justo donde había encontrado a aquella mujer y antes de entrar miró fijamente el pequeño arroyo putrefacto que estaba algunas cuadras después. Decidió caminar hasta allí, quizá porque estaba seguro de que entrar en las casas era peligroso. Caminó y tomó un tubo un poco corroído que estaba en el suelo. El pequeño arroyo era prácticamente un cadáver, era como una herida necrótica en la tierra. El la tocó con el tubo que había tomado antes y acerco su cara para ver a detalle (quizá porque su máscara lo protegía del hedor que emanaba el lugar). Tomó una muestra en un pequeño envase que traía en su mochila y la guardó para analizarla después en su casa. Luego de limpiar la barra con algunos golpes en un antiguo poste de concreto que aún estaba en pie, aunque en diagonal, caminó hasta la casa que pensaba allanar. Entró y la poca luz que había en el entorno se hizo nada en el interior de aquellas paredes. Encendió la pantalla de realidad virtual de su casco y volteó a los lados para ver su entorno, casi de inmediato encontró dos cuerpos tirados en el suelo, era una mujer seca, casi como una momia que abrazaba a su bebé tapándole la boca y la nariz. Esta mujer iba vestida, pero tenía desgarrada la garganta. Tomó algunas imágenes y siguió explorando. Yamal pasó seis horas explorando hasta que se cansó de encontrar cadáveres secos en toda la casa. Todos parecían tener mucho tiempo de haber estado muertos. Llevó consigo el cadáver del pequeño niño y se encerró por algunas semanas para hacer autopsias y estudios de lo que había en el exterior. Aparentemente todos había muerto por los gases de alguna explosión nuclear en alguna ciudad cercana. Excepto la mujer que encontró moribunda. A pesar de las heridas de sus secos pulmones y la apariencia de su piel, la mujer había muerto de hambre, esto quiere decir que al igual que él, permaneció refugiada durante el bombardeo y debían haber pasado solo algunas semanas desde que dejó de poder alimentarse. Yamal siempre fue un completo ignorante y un corrupto político cuyo modo de vida estaba básicamente resuelto y su dedicación principal era su familia. Pero cuando vio la guerra avecinarse, sabía que no se permitiría morir en ella y que tenía que absorber todo tipo de conocimiento que le ayudara en su supervivencia y la de los suyos. Después de algunos libros de medicina básica, primeros auxilios, estructuras, arquitectura, guerra y nutrición se volvió un hombre curioso y previo a la guerra estallar, almacenó en su guarida una gigantesca colección de libros que según él le podrían ser útiles. En tantos meses de inactividad durante la guerra, sobrevivir y leer eran sus únicas labores y se volvió poco menos que un erudito, introvertido y sumamente ocupado en la tarea que aprender y comprender. Pasó varios días en su casa, con su familia, jugando con ellos y dándoles tiempo de calidad antes de volver al que era su trabajo. Sus hijas y su esposa también pasaban tiempo en la biblioteca e incluso su estudio. Solo el laboratorio era prohibido para su entrada. Los otros ochocientos cincuenta metros cuadrados eran accesibles para jugar y entretenerse, durante los años de oscuridad. Reflexionaba sobre el mundo, sobre la nube gigante que cubría la tierra y sobre los posibles sobrevivientes. Imaginaba que en el mundo debía haber más personas como él, que se hubieran anticipado a la catástrofe. La mujer de la piel cuarteada, a quién decidió llamar Lindsey, le hacía suponer que habría un refugio cerca. Si lo había ¿estarían vivos o muertos? ¿Tendrían alimento? ¿Cómo podría hacer él para ayudarles si el alimento que él había acumulado era limitado y aún no conocía método para generar más? ¿qué pasaría si la nube negra duraba más que su alimento y el de los sobrevivientes? Entendía que encontrar personas era una esperanza, pero encontrar alimento era su mayor prioridad y su mejor forma de ayudar. Siguió explorando toda la zona terrestre alrededor suyo, en el medio oriente, durante doce meses más. No podía salir a más de dos mil kilómetros a la redonda y retornar por lo que su zona de análisis lo tenía cansado. Había explorado cada ciudad y entrado en cada casa. Entre más salía de su casa, más sentía que desperdiciaba su tiempo y desgastaba su vehículo en vano. El tiempo se ponía muy frio afuera y la lluvia ácida abrió paso para las tormentas de nieve que congelaban todo el mundo exterior. Fueron cinco años de nieve en los que Yamal no salió de su casa y se dedicó a su estudio y su familia. Aburrido y desesperado sin saber que le deparaba en el mundo exterior si sus recursos no duraran para siempre. No quería morir de hambre, ni ver morir a sus hijas. Cada vez que pensaba en eso volvía a su mente la imagen de la mujer momificada, con su niño abrazado y la garganta desgarrada. Una tarde, cuando la nieve había llegado a su punto más bajo decidió salir a seguir explorando. En esta ocasión, Yamal colocó en su moto la pequeña cabina para pasajero y la ocupó con algunos bidones de gasolina, pensaba hacer un recorrido más largo. Salió de su casa más de prisa de lo común y arrancó a toda velocidad por la rampa. Recorrió parte de su camino habitual con rumbo al sur y antes de recorrer los primeros ochocientos kilómetros, sintió como su moto se paró en seco y salió volando a casi ciento veinte kilómetros por hora. En su recorrido en el aire, pensaba como podría haber caído en un bache tan grande sin que su casco lo detectara, mientras buscaba la mejor manera de caer sin morir ni romperse todos los huesos. Tocó el suelo con los dos pies y alcanzó a dar una especie de zancada a toda velocidad, posteriormente rozó con toda su mano el suelo y se fue sobre su espalda y hombros, derrapando sobre su mochila algunos metros. Sentía en esas fracciones de segundo que lo estaba haciendo bastante bien, pero la mochila solo duró unos cuantos metros y su espalda quedó expuesta y entonces comenzó a rodar sobre toda la longitud de su cuerpo algunos cuantos metros más. Hasta que sintió que su velocidad disminuía y decidió utilizar sus piernas para quedar en pie con la última fuerza de la inercia. Dio algunos pasos, aún por la potencia y sintió por un segundo que estaba ileso. Hasta que la pantalla en su casco se apagó, hecha trizas y vio sus rodillas al rojo vivo y el resto de su cuerpo también severamente dañado. Intentó sentarse lentamente y sintió como toda su estructura se derrumbaba, cayendo sobre su cadera y su brazo izquierdo, doblándose lentamente hasta quedar completamente acostado en la nieve, mirando a la gran nube negra, pensando en su familia hasta que sus ojos casi se cerraron por completo y un casco como el suyo se asomó justo frente a sus ojos. Cuando Yamal despertó estaba acostado, en la nieve justo donde había caído, en la misma posición. Noah no quiso levantarlo, por miedo de provocarle alguna lesión, pero permaneció junto a él hasta que despertó para ayudarle a resguardarse, al fin y al cabo, ambos estaban en la misma posición. La motocicleta de Noah se había quedado sin gasolina en aquel preciso camino y había seguido caminando, intentando buscar alguna fuente de combustible alimento o lo que fuera para seguir vivo. El nivel de la nieve había aumentado y ambos estaban demasiado expuestos en medio del desierto. Cuando Noah terminó de sacudir el cuerpo tapizado de blanco de Yamal, este despertó y miró a su alrededor asustado y sin noción de lo que ocurría. Intentó pararse, pero sus piernas estaban demasiado lastimadas, también lo estaban sus brazos, entonces expiró un fuerte gemido y se reclinó sobre su costado. Miró a su derecha y vio a un joven de pelo alborotado y lacio. Su cara no pudo reconocerla por completo a causa de las gafas de realidad aumentada y la mascarilla, pero lo miró fijamente para grabarse sus acciones. Una nariz gruesa pero recta, piel blanca curtida por el frio, pero sana. Complexión delgada y cuerpo largo. Era un joven de entre quince y treinta años de edad. De sus gafas también se transparentaban unos grandes ojos claros. Noah también lo miró fijamente y justo cuando terminó de observarlo, apagó sus gafas y Yamal pudo ver su femenino rostro. - - - ¿Está usted bien? - dijo la muchacha. Yamal estaba en shock, no había visto a un humano sano en años que no fueran sus hijas y su esposa. Permaneció un rato sin pronunciar palabra alguna, mientras seguían mirándose fijamente, algo asustados. Al ver que la chica estaba igual de tensa que él, pensó que debía romper el hielo, después de todo, estaba atrapado a mitad del desierto con las piernas lesionadas, rotas quizá. Estoy bien - dijo balbuceando. Mire, a caído usted por mi causa, dejé mi moto justo por donde usted ha pasado, causándole el accidente. Por eso lo he esperado hasta despertarse. Te lo agradezco ¿vives por aquí cerca? No, el refugio donde yo vivía está a algunos cuatro mil kilómetros de aquí. ¿Podrías verificar si mi moto funciona? Me temo que no funciona, se dañó en gran medida igual que la mía. -Yamal comenzó a sentir miedo, a sentirse desesperado y a respirar agitado por la incertidumbre. Necesitamos buscar alimento o moriremos aquí. No hay alimento en esta tierra. ¿cómo sigues vivo? Tengo alimento almacenado en mi refugio. – Los ojos de Noah brillaron y sintió la esperanza de vida entrar en su alma nuevamente. ¿Está lejos? Demasiado, deben ser unos quinientos kilómetros. ¿Sabes como llegar? Se el camino, pero sin vehículos no llegaremos a ningún lado. Pienso que podemos reparar las motos, una sola moto entre las dos. - Yo tengo herramienta, pero estaba en mi mochila, si pudieras encontrarla, podría ayudarte a repararla. Noah se puso de pie y comenzó a buscar con ayuda de sus lentes. Llegaron al refugio de Yamal veinticinco horas después del accidente. Yamal estaba deshecho de hambre y con las piernas rotas, Noah solo tenía un hambre rezagada de cuatro días. Entraron a la casa y comenzó Noah a intentar ayudar a Yamal a levantarse, que estaba quedando inconsciente. Lo puso de pie, pero las fuerzas de Noah también se esfumaron y cayó cuando sintió el peso del hombre. Entonces Clara, y las hijas de Yamal llegaron y levantaron los cuerpos. Noah despertó a las veinticuatro horas, desorientada, con dolor de cabeza, pero físicamente reconfortada en una cama metálica, en una recámara amplia toda de concreto con un suero que le era subministrado vía intravenosa. Tardó un rato en recordar lo acontecido y cuando lo hizo, caminó por la habitación hasta la puerta y percibió como era aquel refugio tan inmensamente superior al suyo. Cuando salió la recámara, llegó a un pasillo con varias puertas y una enorme entrada de luz cenital. Siguió caminando y vio otra habitación donde estaba Yamal, sentado conversando con su mujer. Noah los ignoró y siguió caminando y explorando un rato, despacio, como un anciano, cuando salió Sophie, la hija menor de Yamal con una pequeña muñeca al frente suyo. La niña permaneció en silencio mirándola fijamente con una actitud tímida ante la mujer. Noah la vio y también permaneció en silencio un rato, había muchos sentimientos encontrados en su cabeza. Era fascinante ver un niño de nuevo, después de tantos años. Era fascinante verla jugar, sonriente y alegre, ante toda aquella situación. Yamal se había encargado de construir una infancia sana para sus hijas, a pesar del panorama del fin del mundo. Al ver que estaba asustando a la niña, Noah sonrió y se agacho para saludarla. - - ¿Como se llama tu conejo? -Preguntó Noah Se llama Clarence. Es un conejo muy bonito. ¿Cómo te llamas? Soy Noah ¿y tú? Sophie ¿Vives por aquí? Sí, vivo por aquí cerca, soy amiga de tu papá ¿Cuántos años tienes? Tengo dieciocho años ¿y tú? – La niña hizo una seña con la mano indicando el número cuatro. Entonces Yamal salió de la habitación con su mujer, ella lo llevaba en una silla de ruedas. Qué bueno que hayas despertado. – Dijo Yamal. - ¿Te encuentras bien? Estoy bien ¿tú qué tal? Creo que estaré bien, se lo dejaré al tiempo. Las nevadas duraron otros dos años y ni Yamal ni Noah se atrevieron a darse a la exploración. Antes de encontrarse con Yamal, Noah había pasado dos meses en la exploración, después de haberse acabado todo el alimento que tenía en su pequeña guarida. Ella era quien menos quería estar en ruta nuevamente. Faltaban dos años para que se esfumara por completo la nube negra que opacaba el planeta, pero ellos no lo sabían. La nieve llegó a su punto más bajo y después de algunos meses de lluvias torrenciales que parecía iban a cubrir el planeta de agua nuevamente, la nieve se fue. Yamal, su hija palmira y Noah, salieron de nuevo al mundo, esperando ver cambios en el entorno. Notaron que la tierra era una cama de lodo muy profunda y que gran parte de la guarida de Yamal estaba descubierta. La rampa, que solía estar a ras del suelo, estaba ahora a más de dos metros del nivel de la tierra. Noah bajó de un salto. Era una chica atlética y muy joven aún. Palmira iba hacer lo mismo, pero recordó que su padre no podría dar ese salto, sus piernas habían sanado y caminaba perfectamente, pero aún estaba sensible. Entre Ambas chicas, ayudaron con el descenso de Yamal. Dieron dos pasos fuera del contorno de la rampa y comenzaron a hundirse de a poco, justo donde el suelo mejorado de la cimentación de la guarida, terminaba. Continuaron algunos pasos, pero cada vez se hundían un poco más hasta imposibilitar su avance. Era inútil, no habían avanzado ni siquiera cien metros, tampoco podrían explorar en vehículos en estas condiciones. Seguían estando atrapados a la espera de morir de hambre por falta de alimentos. Yamal se irritó y comenzó a maldecir cuando en el cielo un pequeño hueco en el cielo se abrió y una fuerte estela de luz solar perforó el cielo e iluminó un área que estaba a unos cien metros de ellos. Permaneció así unos cuantos minutos mientras se maravillaban estupefactos con aquel fenómeno que no veían hacía años y que Palmira solo conocía por las imágenes en los libros. Pasaron dos meses desde que habían vuelto a su guarida con las muestras que Yamal siempre llevaba, pero a pesar de sus estudios nunca podía sacar conclusión ninguna. Se había vuelto muy instruido en varias disciplinas, pero no era un científico y por más que intentara llegara alguna conclusión con la información que obtenía, no lo lograba. Aquella mañana, Palmira y Noah se ejercitaban, mientras Clara cocinaba el desayuno y Yamal estudiaba con sus hijas, cuando la puerta de Yamal comenzó a ser abatida. Alguien había visto su guarida, que ya no estaba ni un poco oculta. Todos se sobresaltaron. Estaban alegres ante la esperanza de más vida humana, pero no sabían que esperar. Yamal abrió la puerta, mientras Palmira y Noah esperaban al final de la rampa, armadas y listas para lo peor que pudiese darse en aquel nuevo encuentro humano. Yamal abrió la puerta y percibió en el cielo que la nube era cada vez un poco menos densa y que los pequeños rayos de luz se escapaban más constantemente. En su puerta había un viejo, de rasgos indios, sin máscara, con algunos harapos y unos grandes trozos de madera planos amarrados a los pies. - Buen día, señor. – Dijo Yamal. El hombre se veía sonriente tranquilo y ciertamente inofensivo. Mi nombre es Ryú Fujioka. – Dijo el hombre sonriendo. - ¿cómo es tu nombre, joven? Soy Yamal. - Imagino que tendrás muchas preguntas muchacho y nosotros también, espero que tú tengas más respuestas que nosotros. ¿Ustedes? - Dijo Yamal, aunque ya esperaba que un puñado de gente estuviera abajo esperando. El viejo sonriente le hizo una seña a Yamal con la mano y vio tres hombres y una mujer sentados en una tarima, a unos metros de la rampa. Después miró más allá y vio una gran masa humana a unos quinientos metros de distancia. No podía contarlos eran demasiados. Se esbozó una sonrisa en su cara, una gran sonrisa y una sensación de esperanza en su corazón. Yamal despidió una pequeña lágrima y el viejo lo miró con cara su sonrisa irónica. Ryú y Yamal circularon por la larga rampa rumbo al interior de la guarida, mientras Yamal silbaba, dando la señal a las chicas de que todo estaba en orden. Ryú fue invitado a desayunar, pero les dijo que no se podía quedar demasiado tiempo. - Disculpe, cómo puedo ayudarle. – Dijo Yamal un tanto confuso, después de un tiempo de silencio. Estamos buscando refugio, Yamal. Me temo que no puedo recibirlos a todos, Ryú. Eso percibo ¿te gustaría venir con nosotros? Entonces podríamos conversar. Claro, será un honor. Clara y las niñas salieron junto con Yamal, Palmira y Noah, aunque solo para ver el exterior, permanecieron al borde de la rampa, esperando a ver qué ocurría. Afuera, sentados en el suelo arcilloso, conversaron largas horas Ryú, varios de sus allegados, Yamal y Noah. - Yo solía ser uno de los jóvenes exitosos de la nueva sociedad africana Yamal, sé que la conoces, porque tienes la edad para saber del pasado, debes saber que mi nación fue la más prospera que el mundo hubiera jamás visto. Yo mismo estudié en la universidad de Swartengroen. Antes de la guerra estallar, comencé el proyecto de mi propia guarida. Era la mía bastante más grande que la tuya. Incité a mis allegados a hacer lo propio, comenzar a hacer refugios subterráneos, casi todos me escucharon. Sin embargo, mi círculo de amigos y gente que me respetaba no era tan grande. Debieron ser unos diez fuertes subterráneos los que se construyeron por recomendación mía. Infelizmente no todos sobrevivieron a los ataques. Mi fuerte fue el único construido en Moscú que yo conociera. Teníamos allí espacio para casi cien personas y alimento para dos años. Obviamente no pudimos quedarnos ahí después de esto. Vagamos por el mundo Yamal y subsistimos un buen tiempo ahí, mientras nos hacíamos cada vez más. Parecía increíble, pero de entre los escombros salía más y más gente, buscar alimento y gente ha sido nuestra tarea desde entonces hasta el momento. Cuando éramos más de cuatrocientos, el alimento que teníamos almacenado se esfumó como vapor en las manos y la agricultura no bastaba, no teníamos espacio y la nueva vegetación del planeta crece de una forma que no logro entender. Nunca logramos un cultivo óptimo ni conseguimos entender los patrones de cosecha. Antes de morir de hambre, - - - almacenamos todo lo que teníamos y juntamos tantos vehículos como pudimos para comenzar a trasladarnos en busca de alimento. Así pasamos por muchas ciudades en Rusia. Yo fui buscando a mis allegados, con quienes no había tenido conexión en muchos años. Solo encontré a Omar vivo, con su fuerte intacto. Él es un mexicano que permaneció en Rusia también, durante la guerra. Hemos encontrado ciento treinta y cinco refugios Yamal, casi todos ellos con gente muerta en el interior y la mayoría con grandes almacenes de comida. Llevamos así varios años y cada vez somos más. Hemos sobrevivido de esos víveres, de cazar y de la agricultura que los breves periodos de agricultura y de sedentarismo nos ha proporcionado. ¿A dónde se dirigen? A ningún lado Yamal, buscamos alimento, mientras el sol se asoma nuevamente de esa gran nube que complica nuestra existencia. Ahora tenemos esperanza Yamal, el último invierno fue atormentador, murieron casi todos y yo mismo no sé como sobreviví. Casi toda la gente que ves se ha unido a nosotros de cinco mil kilómetros para acá. Debimos haber estado cerca de Kazajstán. Tengo buen conocimiento geográfico, pero el mundo es muy diferente ahora de lo que antes fue, según lo he visto. ¿Cuánto aproximan durará esa nube? No lo sé, dame tú una estimación. ¿Seis meses? Quizá más, quizá sean años. El alimento que yo almaceno, no creo que dure cuatro meses en las manos de su gente. Nuestra gente ahora Yamal, tú ya eres uno de nosotros, somos los humanos y el mundo Yamal, no hay tribus, no hay sociedades, hay gente muerta, hay gente con vida. Eso es todo. ¿Qué pasaría si yo decidiera esperar aquí a que esos años pasen? En mi guarida, con mi familia. Seremos buenos amigos Yamal, seguiremos buscando refugio, seguiremos buscando alimento, seguiremos buscando sobrevivir. Igual que tú. No tengo problema en compartir lo que tengo almacenado, pero tengo una condición. Mis hijas comen hasta que salga el sol de nuevo, todos los días. No te puedo prometer tal cosa Yamal, no sé cuando el sol saldrá. Además de eso, no importa cuanto decidas compartir de lo que has almacenado, es asunto tuyo, tú serás igual que nosotros y tus hijos iguales que los hijos de Omar y los hijos de Salim o Antón. No hay privilegios ni filtros. Tienes el privilegio de decidir que tanto puedes y quieres apoyarnos. Nadie va juzgarte. Alrededor de la guarida de Yamal comenzó a establecerse el efímero campamento del pueblo de Ryú. Eran casi mil personas. Niños, mujeres, hombres. Todos seres salvajes que habían sobrevivido entre los escombros, la basura, la enfermedad, el hambre y la radioactividad de aquel cambiante mundo. En realidad, la humanidad estaba perdida como civilización y Ryú, junto con la familia de Yamal eran los únicos que recordaban el mundo como era y conservaban la humanidad de la civilización. El nivel de la tierra siguió bajando y los mantos friáticos seguían absorbiendo los líquidos en ellos hasta que su rastro se perdía. La guarida de Yamal quedó expuesta hasta sus cimientos y se elevó como una gigantesca y monumental escultura de concreto que debía ser la maravilla arquitectónica más grande sobreviviente a la catástrofe. Bajo su sombra se veía la maraña de construcciones de madera y lodo del pueblo que parecía prosperar mientras el alimento no les faltaba. Aunque aún era su principal prioridad. La agricultura se dio más o menos bien, también la caza y la recolección de víveres. Los pueblos alrededor de Yamal, donde humanos no había podido encontrar Yamal ni siquiera muchos años atrás, tenían demasiado alimento escondido y hasta más que ratas e insectos para alimentarse. Pasaron veinte meses instalados intentando acumular alimentos para el próximo gran viaje. Habían examinado ya cada centímetro de tierra y encontrado todo cuanto pudiera ayudarles. Sabían que no podían exprimir mucho más el territorio y debían moverse junto con su campamento. Aquella tarde cuya fecha es demasiado imprecisa, pues ya nadie llevaba un conteo diario del tiempo transcurrido, el cielo estaba más oscuro que de costumbre. La luz del sol no se apreciaba ni por casualidad y los relámpagos atravesaban el horizonte de lado a lado. Se avecinaba una tormenta apocalíptica y pudieron verla desde horas antes. Todos comenzaron a almacenar el alimento y los niños, ancianos y mujeres, enfermos que encontraron espacio, fueron protegidos en la guarida de Yamal. Él mismo, junto a Ryú y Noah, esperó en una tienda encima de la gran losa que protegía la guarida, la llegada de la tormenta ácida que amenazaba a todas las vidas desprotegidas de su improvisada ciudad. Aquella tormenta duró todo el resto de la tarde y la noche completa, pero no era ácida y nutrió la tierra de una manera que no esperaban. Cuando por fin paró, todos salieron desanimados de sus tiendas y la gran guarida. Comenzaron a reparar las viviendas y bodegas que la catástrofe había provocado y mientras trabajaban sintieron un calor en la piel tan extraño para ellos que no podían soportarlo. El sol se asomó con todas sus fuerzas de entre las nubes y pudo apreciarse en su totalidad la estrella que hacía más de diez años que era un mito del cuál solo se tenían recuerdos. En el día 13 de septiembre del año 2211, se marcó como el renacimiento de la humanidad y el año nuevo sirio. La mayoría de la gente permaneció escondida, mientras Ryú y Yamal lloraban de felicidad en el exterior. No fueron más de treinta personas las que acompañaron su alegría. La mayoría de los sobrevivientes ignoraban su condición y habían crecido como animales a causa de la locura de los tiempos más remotos. El sol significó la fundación de la primera ciudad en Siria. La llamaron Eawdatalsham, en honor al sol. Los rijalalshams (hombres del sol), como se llamaban a sí mismos, se trasladaron a la orden de Ryú y Yamal a casi trescientos kilómetros de la guarida de Yamal. Todos los vehículos fueron reunidos, los había de sobra. Así mismo se hizo con el combustible, los víveres, las herramientas y todos los bienes trasladables. La guarida de Yamal quedó limpia en su interior y aunque fueron tentados a desmantelarla y retirarle todos los materiales que pudieran servir para su próximo establecimiento, decidieron preservarla intacta. Solo tomaron de ella la gran biblioteca, el equipo de investigación del laboratorio, las camas, las ropas, los muebles y los víveres. La gran guarida de Yamal fue limpiada hasta quedar pulcra, se detallaron las imperfecciones ocasionadas por el uso que rebasaba su capacidad y se restauraron todas las puertas y las entradas de luz hasta quedar como nuevas. En el centro del salón principal dejaron una lista grabada en madera con los nombres de todos los rijalalshams, sus edades, sus características y sus parientes directos. La última puerta metálica que cubría la única entrada al lugar fue trabajada con otros metales para dejar en el centro la insignia de su pueblo. El escudo que representaba a los hijos del sol y la ciudad del regreso del sol. Frente a la puerta se colocó una gran placa de concreto que embonaba de forma perfecta, se resanaron las aristas hasta ser casi invisibles y el lugar parecía completamente sellado. Se hizo lo mismo con todas las entradas cenitales de luz, con placas más delgadas para que el peso no venciera los vidrios en los claros. Sobre la piel del hermoso monumento “monolítico” fue escrita en bajo relieve la historia de la civilización dorada de Swartengroen, del acenso de la sociedad y de la guerra. Desde su nacimiento, su proceso y su culminación. Se escribió la historia del mundo apocalíptico posterior a la guerra y de sus sobrevivientes. Se escribieron testimonios e historias personales al respecto. Se escribió acerca de la devastación de la vida silvestre y la humanidad, de la supervivencia y del nacimiento del sol. Junto con un poema que se escondía entre la puerta y uno de los costados de la rampa principal; “Ten fe en aquellos días en que la oscuridad parezca haber vencido por completo a la luz, en aquella noche cuya eternidad sea evidente y no exista el lugar a las dudas. Aférrate a lo mucho o poco que tengas hasta el cansancio, hasta verlo perecer. No hay nada más fácil que la muerte. La rendición siempre está dada. Ten fe en el día que no amanezca y en la noche que no pueda ser más oscura. Cuando tu cuerpo comience a desarmarse de adentro hacia fuera, ten fe. Cuando tu mente suelte más de lo que atrapa ten fe. Cuando con cada paso te alejes más, ten fe. Cuando el camino transitado te lleve más profundo en el agujero del terror y la agonía, ten fe. Cuando todo cuando conociste haya visto su ruina, ten fe. El equilibrio en el universo existe, no importa cuanto un polo se parezca al otro, siempre vendrá el momento en que la existencia se compense y la luz venza la oscuridad y los caminos vayan a los caminantes. En que la noche parezca inverosímil y la gloria un día más en el mundo de los hijos de los dioses, en la civilización de los hijos del sol, de los gigantes.” Los vehículos viajaron en caravana. Había casi un vehículo por individuo. Llevaban tantos como podían pues servían como almacenes de combustible. Recorrieron doscientos cuarenta y siete kilómetros a través del desierto en busca de un horizonte más verde y algún nacimiento de agua. Se dirigieron al oeste en busca de las costas y las encontraron, misteriosamente, en el mismo lugar donde las habían dejado. Antes de que la tierra se sacudiera y el mundo cambiara. Pasaron cinco meses después del nacimiento del sol y el mundo repentinamente cambió. En ese simple temporal la vegetación se elevó como humo y aparecieron selvas húmedas enmarañadas de vegetación y alimañas. El trayecto fue relativamente fácil y aunque las selvas aparecieron ante sus ojos a un par de horas de haber emprendido el camino, continuaron su camino hasta encontrar el nacimiento de agua que estaban buscando. En el trayecto tuvieron que abrir senderos con los vehículos más pesados entre las selvas hasta encontrar viejos pavimentos por los cuales transitar. Lo más tenebroso eran los trayectos en las periferias y los centros de las ciudades fantasma que se habían vuelto verdes de repente y parecían montañas verticales y rectas que emitían sonidos salvajes desde su interior. Entre las antiguas ciudades de Tartús y Hosain Al Bahir encontraron una planicie cerca del océano y cerca de un rio. La motocicleta que iba de guía la conducía Noah y llevaba a Palmira en un pequeño carro lateral, como copiloto. Encontraron el lugar una hora antes y volvieron para mostrar el camino al resto del convoy que esperaba en la carretera. Avistando el mar y la promesa de los tiempos prósperos. Palmira se puso de pie junto al pequeño carro e hizo una seña para llamar al resto, todos se pusieron de pie y encendieron los vehículos emocionados. El desarrollo de aquel pequeño poblado fue rápido, el conocimiento antes adquirido no se había perdido por completo, fue cuestión de décadas para que la gente recuperara su antiguo estilo de vida o al menos algo parecido. El pequeño pueblo fue creciendo lentamente y de forma aleatoria hasta necesitar pequeñas reformas. Eran principalmente agricultores, pues no había muchas especies de animales que no fueran pequeños carroñeros. La proteína de la carne fue pasando poco a poco a ser desconocida cuando el abastecimiento de alimento comenzó a ser suficiente. La gente comenzó a procrearse, la mezcla racial era demasiada, de las antiguas etnias no quedaba nada y se estaba formando una nueva y única raza que incluía el setenta y ocho por ciento de los habitantes. Aún había partos fallidos, bebés muy malformados y mucha enfermedad, la esperanza de vida era de los treinta y ocho años, pero por muy deprimente que esto pareciese, era un gran salto para el mundo de la postguerra. No existió una forma de gobierno por muchos años, los pueblos se gobernaron a sí mismos sin ningún representante mientras la enemiga principal seguía siendo la muerte temprana y la supervivencia de la raza humana era la primera prioridad. La copulación era deber ciudadano en aquel pequeño poblado que buscaba desesperadamente proliferarse. Aunque la vida comenzaba a civilizarse, los instintos naturales salieron muy a flote. No existía más la monogamia, mucho menos los matrimonios, las mujeres y los hombres eran todos de todos y aunque había un proceso de selección y aceptación entre las parejas, esto no significaba pertenencia. Así, Yamal tuvo hijos con Noah y Ryú con todas las hijas de Yamal, una vez tuvieron edad. La esposa de Yamal nunca aceptó tener más hijos ni acostarse con otro hombre, pues conservaba su creencia ideológica de la antigua era. Ella no había, desde luego, sufrido los años más oscuros de la postguerra. Noah tuvo hijos con tres hombres más y fue una de las madres de la repoblación. Alcanzando los doce hijos durante su vida. Las mujeres capaces de procrear tenían un promedio de seis hijos durante su vida. Algunos organismos se restauraron de forma inmediata en aquella pequeña nueva sociedad democrática. La moneda fue uno de ellos. La primera construcción en Eawdatalsham fue una gran nave donde todos durmieron bajo techo los primeros meses de la restauración. El segundo edificio fue la gran bodega, que se convirtió en la tesorería social. En esta gran bodega se almacenaron todos los bienes y recursos que se habían recolectado los años anteriores junto con los nuevos. Una vez las viviendas de todos los sobrevivientes se hubieron terminado, la moneda volvió a su curso y a cada habitante le pertenecía una porción equivalente de lo que había almacenado. Después de esto, lo generado tendría un valor preestablecido, que podría medirse y daría orden entre los individuos y su trabajo. Tomó más de setenta años, pero el pueblo de Eawdatalsham se civilizó a un punto bastante avanzado. Los habitantes lograron rescatar gran parte del conocimiento de las sociedades actuales. El saber fue aplicado rápidamente y el desarrollo se dio a pasas agigantados. Las campañas de exploración continuaron, aunque los resultados siguieron siendo los mismos. Hombres rata, como llamaban a los humanos carroñeros resultado de la radioactividad, la enfermedad, la falta de alimento y los traumas psicológicos, era lo único que encontraban. Estos hombres rata eran renovados y reincorporados a la sociedad en el mejor de los casos, aunque muchas veces las enfermedades mentales impedían a los hombres valerse por sí mismos, en esos casos, dichos hombres servían como fuerza de trabajo y la tesorería nacional se hacía cargo de ellos. Una extraña forma de gobierno existía en Eawdatalsham, aunque nunca se entendió bien su funcionamiento ni fue admitida al cien por ciento, se decía entre los ciudadanos que todos gobernaban y que las decisiones se tomaban en conjunto, por el bien común. Esto era cierto, en el centro de la ciudad, en una especie de ágora se reunían todos los habitantes o al menos los que quisiesen asistir y aunque no todos tenían la oportunidad de participar en una misma sesión. Cualquier movimiento que fuera a influir en sus vidas o cualquier recurso que fuese a ser tomado del recurso humano tenía que ser aprobado por la mayoría para ocurrir. La pena era que donde el bien común prevalecía, los individuos no tenían voz ni voto. Cuando el ente del bien común creció demasiado, se desató una especie de esclavitud informal que nadie podía identificar, pero todos podían padecer. Con la gran guerra, de la cual ya habían pasado más de ochenta años, desaparecieron las familias. Por lo menos en aquella aislada única civilización. La mezcla racial comenzó a ser un problema inesperado, curioso y muy hermoso en la nueva sociedad. En la sociedad de los nuevos humanos, todos eran demasiado similares y a su vez diferentes. El sesenta y cinco por ciento de la población compartía una etnia semi latina producto de la mezcla de todas las razas en un entorno demasiado pequeño. El código genético estaba seriamente dañado por el incesto involuntario y la rarísima mezcla de características, a causa de esto nacían niños negros en emparejamientos sexuales de chinos con árabes o niños rubios en parejas de negros y latinos en parejas de caucásicos. En pocas generaciones, con la desaparición de la monogamia era casi imposible identificar a un padre y las madres tenían tantos hijos que los infantes comenzaron a ser criados en general por todos los hombres y crecían juntos en lo que se le llamaba la universidad. Donde eran criados y educados desde su nacimiento hasta que tenían edad para formar parte del sector productivo. El treinta y cinco por ciento de la población restante era un ejemplar perfecto de las antiguas razas. Un perfecto negro, un rubio de cabellos casi plateados, un indio, un moro, un asiático, etc. Estos seres a su vez eran incapaces, según se fue comprobando, de heredar su código genético inmediato y sus hijos siempre nacían en su totalidad diferentes a sí mismos. La exploración no pudo comunicar a Eawdatalsham con otras sociedades de sobrevivientes hasta que dominaron el mar y pudieron explorar el mundo entero. Eran pueblos nada numerosos y apenas en proceso de ordenamiento, como ellos mismos en sus inicios. Se encontraron diversos pueblos en América del sur, Australia, en las islas polinesias y en los interiores del Tíbet. Estas últimas eran las mejor desarrolladas. Los rijalalshams no tenían visión de conquistadores, pero sí de desarrolladores. En los pequeños pueblos que fueron encontrando inyectaron recursos y ordenamiento que fueron fundamentales para unificar un estilo de vida y potencial de desarrollo en toda la humanidad. En la sociedad del Tíbet había cerca de las tierras de los lagos, un pueblo que rechazó el impulso de desarrollo que ofrecían los rijalalshams, ellos eran sobrevivientes de la antigua guerra y habían estado establecidos desde mucho tiempo antes, aunque no habían podido desarrollarse demasiado. Su pueblo, liderado por Ai Ito, había sido rescatado y liderado por Temujin, un chino que durante los tiempos de guerra rescató niños y reclutó hombres para un éxodo que se dio desde las tierras del oriente y hacia las tierras más internas y alejadas del Tíbet. Cuando la postguerra comenzó a deshabitar continentes enteros, en el Tíbet solo se escuchó al respecto y mientras China intentaba banalmente ordenar las tierras devastadas y despobladas del mundo, el ejército de Temujin saqueaba las grandes ciudades, tomando todo lo que le pudiera servir para el impulso de su nueva gente. Temujin. En el año 2191, el joven Temujin de veinticinco años, piloteaba un J-10 para el ejército popular de liberación chino. Era un viaje de rutina de los que hacía tres veces por mes para reafirmar su conocimiento y su experiencia de vuelo y verificar el estado del avión que le era asignado. Su padre, un empresario que le suministraba materia prima a Mistubishi desde hacía más de cincuenta años, le había mandado un video a su celular con las noticias en vivo de ese día. Temujin recibió el mensaje cuando aún estaba en tierra y cuando volaba por encima del Tíbet justamente, a una serena velocidad, decidió usar el piloto automático y escuchar el video que su padre le había mandado. Escuchaba distraído, pensando en vidas alternas y cuentos imposibles como lo hacía siempre que volaba y la vista desde el avión lo dejaba estupefacto. Entre la cantidad de la información destacó la noticia de Lloris, el monarca de Swartengroen que había sido retenido en contra de su voluntad desde una noche antes en un hotel en Brazzaville. Esta noticia llamó su atención y se concentró en escuchar el relato de los hechos hasta el punto donde la conductora exaltada dijo que las últimas noticias confirmaban la muerte de Lloris, de su esposa y de sus dos guardias. Temujin permaneció en trance mientras su avión daba vueltas alrededor de las tierras chinas fronterizas con India. Temujin aterrizó su avión en la base militar de Shanghái casi sin combustible. Bajó del avión y continuó su día normalmente, aunque la noticia lo perturbaba. Temujin era un hombre apenas hacía unos años. Recientemente había terminado sus estudios en el colegio del aire y tenía a sus veintidós años el grado de subteniente. Vivía solo en un bonito apartamento en el barrio de Huangpu qu. Sus amigos vivían lejos de él, no los frecuentaba mucho desde haber entrado en el colegio del aire y ya habían pasado varios años desde que no hacía un nuevo amigo. Su pasatiempo era beber vino de uvas, leer, auto educarse a cosas extravagantes, jugar ajedrez y salir con mujeres, aunque nunca cerraba lazos serios con ninguna chica. Esa tarde iba en un taxi a su apartamento viendo la borrasca en el cielo cuando recordó que habría de verse con María Ozawa, una recepcionista de descendencia latina, de rasgos finos, piel blanca, cara pequeña y unos ojos grandes en relación con los demás chinos. Miró su smartwatch en su muñeca y se percató que llegaría tarde a su cita con ella en el centro comercial y la convenció de ir a su casa. Siendo la cita en su casa, cocinó la cena para ambos. María llegó a la hora prevista y cuando entró al bonito apartamento se sentó mientras Temujin terminaba de cocinar. - Me encanta cocinar y que me vean cocinar. -Le dijo Temujin a la chica. Puedo ayudar si quieres. Claro, toma este pan y córtalo en rebanadas. Esa era de las cosas que Temujin de verdad disfrutaba, le relajaba y llenaba de gozo ver que otros comieran su comida y la disfrutaban. Había algo de admiración para alguien que entre sus muchos talentos incluían el arte culinario y el adoraba ser admirado. Temujin destapó una botella de vino blanco y ambos comenzaron a beber de forma pausada y delicada. Después de cenar ambos se miraban mientras Temujin se aburría. En eso, su padre le llama. Temujin respondió de prisa y con ansia, como si hubiera estado esperando la llamada. - - Padre. Temujin ¿cómo ha estado tu vuelo? Tranquilo y sin novedades padre. Temujin ¿has escuchado las noticias? Sí, sí las he escuchado padre. -Dijo Temujin titubeante, como si fueran directamente malas noticias. Temujin, es un asunto grave. Lo sé padre, hace algunas horas lo he estado meditando. -Temujin tomó a la chica de la mano delicadamente y la dirigió al sofá para esperar más cómodamente. La posición en la silla lo inquietaba y no conseguía mostrar serenidad fácilmente. Mientras recogía las vasijas de la mesa, su padre le desenvolvía los escenarios lentamente y con paciencia. ¿Tienes miedo hijo? -Temujin entró en la cocina con algunos platos restantes y suspiró. - - - - No tengo miedo padre -dijo Temujin, quién no solía ser muy claro con sus sentimientos Me gustaría que vinieras a verme Temujin, puedes venir a Beijing en los días próximos. Sí, puedo ir padre. En una semana estaré ahí. Te lo agradezco, hijo. Cuídate mucho, no te quito más tu tiempo. Gracias padre, le agradezco me llame, nos ponemos al tanto en una semana. -Dijo Temujin con una sonrisa con la que disimulaba el trago amargo que estaba creciendo en su pecho y su mente. Se sentó con María en el sofá, le dio un beso tierno y la miró con una sonrisa alegre que él sabía fingir muy bien. Pero María no era tan tonta como las chicas que Temujin frecuentaba. ¿Pasó algo malo? -preguntó la chica sin poder ocultar su empatía. Es algo sin importancia -Dijo Temujin, aunque sus ojos delataban la importancia del asunto. ¿Qué ocurre? No es nada personal, solo una noticia a la que mi padre ha tomado mucha importancia Oh ¿La noticia del rey africano? Sí, esa. – María quedó callada pues ya había entendido su pesar. Lo abrazó y dijo: Todo va estar bien Temujin – le dio un pequeño beso en la mejilla y dijo: <Nada malo va pasarte.> Temujin levantó una ceja en una expresión un tanto burlesca, luego cambió el semblante para no molestar a la chica. La abrazó y sintió la calma que su compañía le brindaba. ¿Quieres salir a tomar algo? -estaba fuera de los planes de Temujin el salir de la casa después de la cena, en realidad los encuentros con las mujeres en su casa eran bastante lineales. Cena, besos, caricias, sexo y despedida. Pero aceptó porque necesitaba verdaderamente relajarse, aunque no lo sabía. Claro ¿A dónde quieres ir? Caminemos, debe haber mucho para hacer alrededor de esta zona. En realidad, no había nada que hacer. Huangpu qu era un barrio demasiado aburrido de gente que dormía temprano y casi ni salía. Pasaron toda la noche buscando que hacer y cuando los pies de la chica se cansaron por los zapatos, se sentaron a descansar en la jardinera de un parque. - Te sientes mejor. ¿no? No pensaba hacer ejercicio a esta hora y con esta ropa, pero sí, fue muy divertido. -Respondió Temujin con ironía. Pues sacrifiqué mis pies por ti, pero me da gusto que hayas disfrutado el paseo. Se nota el cambio en tu semblante. -Dijo la chica mientras se sacaba los zapatos. Temujin recargó su cuerpo hacia ella y la besó en los labios. La chica sonrió con una gran sonrisa de niña con juguete nuevo, con una alegría que no intentaba ocultar, demasiado honesta para ser verdad. Temujin pensó en decir otro de sus comentarios irónicos, pero le gustaba eso en ella. Le gustaban sus inocentes - - - - expresiones y su manera de actuar que parecía desconocer todo el mundo a su alrededor. Tengo sed -Dijo María después de haber estado conversando un largo rato. Se paró descalza con un billete en la mano y caminó hasta la licorería más cercana, Temujin se puso de pie para seguirla y ella le dijo <No Temujin, tú quédate ahí>. Volvió con dos latas de cerveza tsingtao de un litro. Una en cada mano. No se puede beber en lugares públicos María. -Dijo Temujin, sorprendido. Para eso tengo un novio soldado. -Temujin se quedó helado, sin saber que responder. Y bebieron hasta que la chica estaba evidentemente ebria, después de beberse su lata y la mitad de la lata de Temujin. ¿Quieres que te lleve a tu casa? Mejor a la tuya. -dijo ella con una cara tierna. Temujin la llevó cargando y ella se quedó dormida hasta las cuatro de la mañana que despertó en la cama de Temujin, desorientada y completamente vestida. Temujin estaba dormido en la sala, recto, en ropa interior y perfectamente alineado como buen soldado. María intentó volver a dormir, sin éxito, y se puso a husmear entre las cosas de la habitación de Temujin, hasta encontrar una pequeña libreta de notas que prefirió no tocar. Tomó un pequeño libro que encontró tirado en el suelo, el libro se llamaba, Leif, el hijo de Erick, de Arturo Ortega Blake. Ella lo leyó hasta las seis de la mañana. Cuando vio una línea de luz pasar la ventana, se puso de pie y comenzó a cocinar el desayuno. Fue muy silenciosa, para no despertar a Temujin. Él en realidad estuvo despierto desde que ella entró en la cocina, pero esperó hasta que ella se acercó a despertarlo. No quería arruinar la sorpresa. Está muy rico Lo sé, soy una chef experta. ¿En serio? ¿Lo dudas? Una chef experta es una profesional dedicada a la cocina y con mucha experiencia. – María le hizo un pequeño gesto con la lengua. En realidad, sí cocinas muy bien, perdón por ser tan sarcástico a veces. -María sonrió. Ya casi me voy chico, mi hija me debe estar extrañando, quiero que la pases bien. ¿Okay? Claro, no te preocupes. Está bien, no quiero que te preocupes más. Verás que todo lo de áfrica se solucionará allá. Gracias, eres muy buena compañera. Temujin acompañó a la chica al elevador y se despidió de ella con un beso. Ella fue a recoger a su hija y Temujin volvió consternado, le había gustado mucho la compañía de María, más de lo común. No sabía si le parecía sorpresivo que sintiera más afecto que el normal por ella o saber que tenía una hija o el hecho de quizá era una madre soltera o quizá le molestaba aquello de las probabilidades de guerra en el mundo. Unos cuantos días después fue a ver a su padre. Su padre estaba mucho más consternado que él. Akamaru Ito era un hombre orgulloso y trabajador, nacido en Japón en una de los barrios más miserables de Tokio. No había estudiado, pero era un experto en negocios y tenía un carácter firme e inquebrantable filosofía de disciplina y deber. A pesar de eso, era un hombre extremadamente amoroso con sus hijos. Había perdido a su hija Sakura en un accidente en el autobús escolar cuando se dirigía a una excursión para ver la obra de un reconocido artista. En aquel tiempo Temujin tenía catorce años y su pequeña hermana, quién era la más consentida y protegida de la familia tenía nueve años. Su esposa, una venezolana llamada Yesika Sánchez, murió unos cuantos años después de cáncer de pulmón. Su primogénito era todo lo que le quedaba y aunque la guerra parecía aún muy distante, pues China no estaba siquiera en la disputa, la más remota posibilidad de guerra le parecía a él el riesgo de perder a su ser más amado. Temujin entró en la gran casa de su padre, construida por su amigo Yokoi Kenji, un reconocido arquitecto que en el tiempo que le construyó la casa era un don nadie. La casa era espaciosa, muy abierta a la luz y orientada hacia un jardín gigantesco que quedaba justo en el centro del terreno y la casa. Temujin entró sin avisar, con su propia llave, donde su padre vivía solo y fue caminando los salones sin hacer ruido hasta que lo vio sentado frente a una roca, en su fuente favorita, rezando. Debía ser la primera vez que rezaba. Él no fue nunca apegado a ninguna religión, aunque Yesika, su esposa era una cristiana devota y había intentado educar a sus hijos bajo la misma creencia. Temujin no quiso molestarlo y caminó por la casa que ya hacía más de un año que no veía. Sus recuerdos comenzaron a llegar de cuando era un niño y jugaba con su hermana en los jardines y se paseaba por los salones. Su padre ya debía haberse dado cuenta que entró. Temujin fue a la cocina, se sirvió un vaso con agua de un cántaro de barro que estaba sobre la barra. Se sentó en el sofá mirando hacia su padre y sin saberlo se fue recostando poco a poco hasta quedar plácidamente dormido. Cuando despertó, tres horas después, su padre hacía la comida. - Llegaste cansado hijo. No padre, esta casa siempre me incita el reposo. Es el lugar más hermoso que conozco Es cierto hijo, es una casa increíble. ¿Cómo estás padre? Bien, hijo. Supe que ha habido guerra en el Congo. Si se le puede llamar guerra hijo. Yo solo supe de unos ataques sin demasiada repercusión en Swartengroen y de una aplastante sacudida en el Congo. Eso mismo escuché yo padre. Seamos serios, hasta donde crees que llegue esto ¿Qué panorama supones de lo ocurrido? Pienso que el conflicto terminará ahí hijo. Swartengroen es una nación pacífica aún con todo su poder económico. La sorpresa es su arsenal, nadie imaginó que estuviera tan bien preparada para un conflicto bélico. ¿Has visto las imágenes del - - - - - ataque? Hijo, parecen de otra era. Los soldados del Congo parecían simios con piedras y palos. Lo has dicho padre, pienso que eso es lo alarmante. Entiendo que el Congo nunca tuvo oportunidad y en caso de no existir abuso por parte de Swartengroen, el reclamo de justicia terminará pronto y todo volverá a la tranquilidad relativa. Lo alarmante es que el poder económico de Swartengroen, combinado con la secreta preparación militar de la nación, da para pensar que, si quisiera, podría hacerle frente a cualquier nación que se propusiera atacar. Claro, pero ¿con que fin, hijo? Ninguno, padre. Miedo solamente ¿Con que fin atacaría el Congo a semejante potencia? No fue por el territorio padre, eso es una burla. La república del Congo no tiene ni para mantener las ciudades donde ya está establecida. Es un país miserable. Que más dan unos cuantos kilómetros cuadrados. Ten por seguro hijo que, si algún país se extendiera sobre la superficie de China, habría conflicto. No lo habría padre, habría una charla y un trato respecto a lo ocurrido, en cualquiera de las fronteras se firmaría algún pacto que no fuera ventajoso para ninguna de las dos naciones. El trato ya estaba hecho entre el Congo y Swartengroen. El conflicto bélico se dio porque mataron cobardemente al representante más importante de su nación. Fue un ataque deliberado y cobarde, buscaban guerra padre ¿por qué? ¿creyeron acaso que podrían ganarla? ¿el Congo padre? ¿el Congo de verdad crees que supuso que podría haber ganado tal guerra? No me gustan las ideas conspirativas, hijo. Ni a mí padre, me siento muy común, pero un país como el Congo no comienza una guerra con una nación como Swartengroen de la nada ni por tonterías. Tampoco sin respaldo. ¿Respaldo de quién? No me gusta especular, padre. Sabiendo lo que se sabe ¿crees que haya guerra? Pienso que existe la posibilidad. -Dijo Akamaru, despacio y tembloroso, el tono de su hijo era retador. No iré a la guerra padre, si me pides que no vaya. Es tu deber hijo y es también cuestión de honor. No te pediría nunca nada semejante. Es solo que me duele que lo único que amo en esta vida, esté en peligro. -Temujin era un hombre duro y su padre era aún más duro, pero hasta Temujin sabía que a veces era mejor doblegarse y dejar que los sentimientos jugaran su papel. Ambos sentían que la muerte rondaba la enorme casa junto con ellos y no podían dejar de sentir el sentimiento de desamparo, no podían dejar de especular. Temujin no quería arrepentirse de no haber mostrado su corazón expuesto con su padre en esta que podía ser la última oportunidad. Temujin abrazó a su padre, que sintió como poco a poco el caparazón de orgullo caía a pedazos y su corazón se asomaba, triste, vulnerable y sincero. Empezó soltando una lágrima, intentó contener el primer sollozo sin éxito y después del hermoso fracaso comenzó a llorar profusamente, se apretó en los hombros de su hijo y comenzó a gritar. - - No quiero que te mueras, hijo, eres todo lo que me queda. No quiero tener que quitarme la vida. Esta vida ya me ha quitado bastante. ¿por qué habría de reclamarte a ti también? Yo no he sido un mal hombre, yo ya he pagado mi cuenta en este mundo. -Temujin comenzó a llorar con él, sin decir palabra y quedaron así abrazados por un largo rato hasta que su padre se desahogo por completo. Estoy orgulloso de ti hijo, eres el mejor hijo que un padre pueda tener. No ha habido, ni nunca habrá un padre como tú. Soy el resultado y la continuación de tu ser padre. No llores más, tu y yo viviremos eternamente. Temujin volvió a Shanghái después de pasar unos días con su padre intentando omitir el tema de la guerra. Cuando llegó vio que en su itinerario habían más horas de vuelo al mes, era claro el mensaje, china quería preparada a su gente. Temujin prefirió no contárselo a nadie. Pasaron los meses y Temujin continuó enamorándose de María y de su pequeña hija Ai. Cuando el Congo quedó en la ruina y Nelson Ósak había ganado por completo la ocupación del gran país centro africano, el programa de China para sus soldados fue cada vez más apretado y Temujin acudía a la base militar de Shanghái casi todos los días de la semana. China estaba preocupada, por el miedo al poder de Nelson Ósak y por la falta de información del país, pues el espionaje era casi totalmente infructífero en territorio africano. La incertidumbre tenía a todo el ejercito tenso, en especial a los tenientes. Cuando ocurrió el asesinato de Salmán Bin Abdulaziz, los noticieros se conmocionaron, no había nada que vinculara a Nelson Ósak en el asesinato, pues tampoco había sospechas de que el Monarca y su país hubieran estado relacionados con el ataque a Swartengroen. Pero era un claro atentado a su vida y no había enemigos a quién culpar, de manera que indirectamente el miedo hizo que las naciones y Temujin encontraran en los africanos el culpable que necesitaban para prepararse para el futuro. Temujin, sin dudarlo pidió un receso en el ejercito antes de recibir su nuevo programa mensual que predijo, acabaría por completo con la libertad de tiempo que poseía. Después de él, dos tenientes le siguieron la petición y un general fue el último que pudo tomar el mismo permiso. Temujin vendió su apartamento y salió del país junto con su padre, María y Ai para el año sabático más hermoso que el dinero les pudiera comprar. Seis meses después, estando instalados en un pequeño y pintoresco apartamento en las comunas de Valparaíso, Temujin decide salir junto con María a beber vino en un fúnebre bar que estaba dos calles debajo de su apartamento. Debían ser apenas las diez de la noche, pero aquellas calles estaban tan solas y mal iluminadas que daba la sensación de ser de madrugada. Las únicas luces que iluminaban sus pasos eran las de la noche y los candiles que iluminaban a lo lejos la costa, que ahí sí, debía estarse invirtiendo toda la energía de la ciudad pues parecía de día las veinticuatro horas. Fueron brincando canaletas, banquetas malhechas, y calles estrechas con júbilo como adolescentes en velada de fiesta, hasta que llegaron al pequeñísimo restaurante bar que Temujin había visto hace tres días. El lugar estaba bastante chaparro, como si se hubiese hundido. Había que bajar tres escalones para tomar la puerta de entrada, pero el nivel de la banqueta estaba muy cerca y se sentía como si fuera una casa de gnomos. Dentro no era mucho más amplio, ni mucho más iluminado. Era todo de madera muy vieja pero excelentemente trabajada, con barnices aún intactos, aunque se sentía como si el lugar rechinara completo por la acumulación del mismo material. El techo debía estar a 2.30 metros del piso y dentro solo estaban un mesero y dos hombres que parecían ser los dueños, platicando en voz muy baja y muy serenamente. Temujin y María entraron y los hombres siguieron conversando como si no les importara, pero justo cuando Temujin iba pararse a ordenar al bar tender, que era un hombre mucho más viejo que los otros dos, el mesero dejó de conversar y se acerco a ellos, dejando un menú sin decir una sola palabra. A Temujin esto no le molestaba, el trato de las personas hacia él siempre le rea muy indiferente a menos que se metieran directamente contra su persona o la de sus seres queridos. Como fuese, María y Temujin tenían demasiada alegría dentro como para dejar que un mal servicio los perturbara. Ordenaron bocadillos italianos y vino tinto, aparentemente era un restaurante italiano aquel. Estuvieron largo rato conversando, bebiendo y riendo en voz alta. Cada vez que María soltaba su ruidosa carcajada, Temujin volteaba a los lados, porque el lugar era tan silencioso como una biblioteca y los hombres y el mesero dejaban de conversar y ponían atención a aquel ruido. A Temujin siempre le molestaron las mujeres que llamaban demasiado la atención, pero con María ya no tenía problema, ahora era un hombre enamorado y todas esas cosas molestas eran parte de su esencia que el tanto adoraba. Bebieron vino en aquel lugar hasta que se aburrieron de estar sentados y salieron a recorrer el barrio con una botella de vino cargando. Aquel lugar estaba tan abandonado que parecía que les hubieran preparado una velada romántica. Caminaron por el interior de un viejo edificio y subieron hasta un parque que daba vista de toda la bahía, no era lo más impresionante que hubieran visto en aquel viaje, pero ese momento tenía más magia agregada por ellos dos que nada que hubieran hecho antes. Se besaron largo rato después de beber la botella de vino, retozando en el césped y la tierra fresca de la noche. Cuando Temujin comenzó a pasar su mano por debajo del pequeño suéter de María, acariciando la suave piel de su abdomen y sus pechos, el celular de Temujin rompió por completo y de golpe el momento. Había mucho silencio y el celular parecía estar gritando auxilio en aquel momento en el que lo único que habían escuchado en horas era el de los suspiros y las respiraciones. La llamada era de la base militar de Shanghái, su teniente ordenaba su pronta restitución en las filas del ejército, se requería su presencia urgente. María escuchó la conversación a pesar de que Temujin tenía el celular en la oreja. Sabía que el viaje había acabado y lo que era aún peor, les habían destruido aquel bonito momento. - Todo lo bueno acaba Temujin Y dura poco No te sientas mal ¿sí? No dejes que te quite la calma. No te preocupes, vámonos al apartamento, tengo que preparar mis cosas. ¿Cuándo debes llegar? Ya. Temujin andaba entre las pequeñas calles y frente a las hermosas vistas casi corriendo, ignorando todo, con un paso tan ágil y sistemático que le fue difícil a María alcanzarlo, aunque él se detenía cada de vez en cuando. María se quitó los zapatos y comenzó a correr al hotel. - ¡Carreritas entonces! – dijo María intentando cambiarle ese ánimo serio que cubrió su semblante. Temujin fingió una pequeña sonrisa con los labios y continuó su paso recto y veloz. Llegó al apartamento cuando todos dormían, su padre estaba acostado en el sofá cama, con el televisor apagado, con la ventana abierta y las cortinas ondeando se veía el rostro boquiabierto de su padre iluminado por la luz de la luna, abrazando a la pequeña Ai, que estaba recargada a su brazo. Entró intentando no hacer ruido, tomó su uniforme y metió algunas cosas de valor y algunas prendas en una pequeña mochila. Se disponía a salir del apartamento cuando María se puso en su camino. - - Temujin, te vas mañana. Me voy ahora María – dijo apartándose del camino y María se puso frente a la puerta. Mañana Temujin. Hay prisa, María es urgente. Mañana, a primera hora. – comenzó a irritarse y giró la cara María lo abrazó mientras lo miraba a los ojos e intentaba llevarlo al suelo. – Temujin la miró y María vio sus ojos cristalinos. No me voy a apartar de ti. – dijo María. Y ambos se acostaron en el suelo y se quedaron dormidos. La mañana siguiente fue la única que Temujin despertó después que todos. A las diez de la mañana María preparaba el desayuno y su padre estaba en la mesa leyendo un libro de María Grazia Siliato, la pequeña Ai se acercó a él y cuando ella lo observaba con atención, sentada a su lado, él abrió los ojos, vio el pequeño reloj en la pared y se levantó de golpe. - Ven a desayunar Temujin – le dijo su padre. Temujin lo miró con algo de desespero, sin embargo, era una orden, se lo dijo serio, con toda calma y sin mirarlo. Suspiró y se sentó en la mesa con los pies descalzos. Se tranquilizó un rato después y María le sirvió el desayuno. Su padre no lo miraba, solo veía el periódico. María se sentó con ellos con una sonrisa en el rostro y su padre dobló el periódico, lo puso en la cómoda que tenía cerca y se sentó junto con todos. Ai estaba a punto de comenzar a comer, pero María la hizo esperara y su padre incito a todos a tomarse de las manos para hacer una oración. - Dios, entiendo que no he recurrido a ti mucho, pero mi esposa creía en ti y yo creía en ella. Independientemente de la relación que pudiésemos tú y yo haber tenido o de tu existencia, sé que hay cosas que no puedo controlar, entiendo que el mundo no gira en torno a mí y mi vida y la de mis allegados se ve afectada para bien o para mal por cosas que no puedo ni debo intentar controlar. Quizá Dios las - controle, si es así, que sea lo que usted quiera. Si la memoria de mi esposa y el intento de hombre que he logrado ser ayuda en algo para que los míos estén bien, que así sea. Si el esposo que fui con ella y la bondad de mis actos desinteresados ayudan a que los míos estén bien, que así sea. Te agradezco de antemano por todo lo que me has dado, no sé de que manera puedo ser mejor humano, pues he sido tan bueno como mi conocimiento de la bondad me ha permitido. Sé que no soy el más magnánimo y solo intento ser el más justo, pero si existiese algo que pudiese yo hacer para que los míos estén bien, solo ayúdame a saberlo. Gracias también por los alimentos de esta mañana y por los maravillosos hijos que me has dado, gracias por Temujin, que es el mejor hombre que conozco, gracias por María, que acompaña su lado de forma tan fiel y bondadosa y gracias por la pequeña Ai, que es la niña más dulce e inocente que pueden ver mis ojos. -dijo Akamaru, despidiendo una lagrima. – Amen. Amen Amen Amen Todos desayunaron en armonía después de que el hielo se había roto. Temujin se despidió de todos y tomó un taxi en la entrada del apartamento que lo llevaría de Valparaíso a Santiago y hasta el aeropuerto Arturo Merino Benítez, para estar dieciocho horas después en Shanghái. Temujin llegó a un hotel en Shanghái, durmió unas horas y se preparó para presentarse a primera hora un jueves en la base militar de Shanghái ante su amigo y Capitán General del ejercito del aire Deshi Li. Deshi Li lo recibió y le dio las nuevas noticias de las que Temujin no había querido enterarse durante sus vacaciones. Le adelantó fríamente la nueva posición de Nelson Ósak en el tablero mundial, después le dio su mapa curricular y lo mando a entrenar con el resto de las tropas sin comentarse más nada entre ellos. Temujin tenía poco dinero después de las vacaciones por el mundo y la venta de su apartamento y pasó a vivir en la casa que María había heredado de su madre, aunque Temujin solo pasaba algunas noches con su nueva familia pues la mayor parte de su tiempo estaba internado en la base militar. Se le percibía cambiado y sumamente distante, él solo tenía cabeza para el ejército en aquellos días, aunque toda su nómina entraba en la cuenta de banco de María Ozawa. Temujin pasaba un fin de semana cada dos semanas en casa con su familia y después de un tiempo de ausencia mental, cuando percibió la frialdad en el ambiente, intentaba desconectar sus cables del tablero mundial y reconectarlos a su familia que sentía como si un extraño entrara en su casa. Cuatro meses después, cuando Temujin se habituaba a su estilo de vida y comenzaba a reconectarse con los suyos, llamó a la puerta una mujer blanca de cabello rubio, ojos serios y muy rasgados en uniforme militar. Tenía una postura firme y con una sonrisa seca preguntó por el subteniente Temujin, a quién vio sentado mirando el televisor junto con Ai. Temujin la miró a los ojos extrañado por la sorpresa en los cinco días que le habían dado como receso. - - - - Hazla pasar María. - María le hizo una seña indicándole que continuara. Temujin aún en pijama se puso de pie y la saludó formalmente antes de sonreírle y abrazarse. No es casualidad que te visite en tu tiempo libre Temujin y de antemano me disculpo por importunarte con tu familia Eso me temía Deshi. Vengo aquí como una amiga. No te habría hecho esperar si vinieras como mi capitán Xi Jinping se reunió con Nelson Ósak, Pierre Nkurunziza y Vladimir Putin. – Temujin con cara de confundido preguntó; ¿Está vivo Pierre Nkurunziza? Es rehén de Nelson Ósak, pero funge como mediador y facilitador de las relaciones exteriores, dado que Nelson no puede ahora mismo mostrarse como activista de paz. ¿Qué se logró en la reunión? Aparentemente se buscaba unificar un frente común ante una guerra que se dicen se avecina. ¿Alguien ha declarado la guerra a África? Después del ataque ya vengado, nadie. Aunque la ONU está intentando reprender a Swartengroen por la invasión al resto de África. ¿Qué represalias están tomando? Bloqueos comerciales. Sin éxito por supuesto ¿Comenzó entonces la guerra fría? Comenzó Temujin y lo lamento mucho pues no puedo aconsejarte un buen lugar para el refugio de tu familia, dado que esta guerra quizá involucrará a todas las naciones con cierto poder económico y militar. – La familia de Temujin estaba presente y escuchando, pues no se había molestado en alejarlos de la conversación. ¿Qué posición tomará entonces China en esta guerra? Ahora mismo no lo sé, aunque se especula que será pacífica Vladimir Putin está con Nelson Parece ser. El frente africano comprende el continente negro casi en su totalidad y Rusia, que no es cosa menor. ¿Qué tienes pensado hacer? Servir. ¿Y tu familia? No sé aún Temujin, permanecerá en China por lo pronto, dadas las últimas noticias, parece ser que nuestro país se encuentra en la zona pacífica del mundo Temujin volvió a sus entrenamientos habituales evadiendo mentalmente el tema mientras en su casa a María se le notaba cada vez más el desespero por las noticias recibidas. Después de algunas semanas, en la etapa de reforzamiento, los acuerdos de China para el frente común asiático comenzaron a cerrarse de forma pacífica. Todo pintaba bien en el frente asiático y la extensa masa territorial asiática se perfilaba como la tierra de paz en el mundo. Fue a las tres de la madrugada un enero treinta en Shanghái cuando sonaron las sirenas en la base militar y se desplegó la fuerza aérea del ejército de liberación chino. Como en simulacros, los soldados se levantaron al unísono, relajados y ordenados y desde lo alto se veían vaciarse los cuarteles aún con las luces apagadas, un hombre atrás del otro trotando con paso firme y coordinado, haciendo filas en el campo abierto. Los soldados frenaban en espectacular y rítmica coordinación, como si cada soldado supiera su lugar en aquel oscuro y gigante campo abierto de concreto en que cada centímetro era igual al otro. Cuando el último soldado frenó su paso el capitán general cruzaba el centro de la formación y gritó; ¡Wúqíng! - ¡Wúqíng! – repetían todos al unísono ¡Wúqíng! ¡Wúqíng! ¡Wúqíng! ¡Wúqíng! ¡Formación 115! ¡Indonesia! – gritó y con el mismo orden y velocidad se percibía desde lo alto como las hormigas abandonaban el campo abierto. El setenta por ciento de los hombres fueron a los cuarteles y los restantes fueron tomando posiciones en las aeronaves correspondientes. Trescientos cincuenta hombres partieron esa madrugada del colegio del aire de Shanghái. Aquellos hombres se reunieron con otros cuatro mil trescientos cuarenta y tres oficiales en Yakarta, donde respaldarían a la capital indonesia del ejercito británico. El respaldo psicológico parecía ser suficiente después de quince días que no se tuvo noticia de las tropas estancadas en suelo indonesio. Fue hasta después de treinta días que las naves de reconocimiento y los vehículos espía obtuvieron información sobre los antiaéreos instalados en todo el territorio invadido y el reforzamiento que estaba llevándose a cabo. Entonces fue que el frente asiático tomó la ofensiva por primera vez y desplegó su arsenal aéreo en su máximo esplendor. Ciento cincuenta aeronaves se desplegaron en total, con veinticinco diferentes objetivos. Bandung era el primero de ellos. A Bandung volaron trece aviones caza y un caza-bombardero, alineados en tres escuadrones de cuatro aviones alrededor del caza-bombardero, por suelo iban respaldados por cinco antiaéreos que permanecieron en suelo seguro lejos del fuego enemigo. Temujin lideraba uno de los escuadrones de cazas. Justo entraron en la zona aérea enemiga los antiaéreos británicos comenzaron a disparar y los grupos de aviones se dispersaron como un enjambre sin ningún orden aparente. Los antiaéreos dispararon sin éxito a los cazas que se dispersaban hábilmente en el cielo y en la confusión de los tiros el F-35 caza bombardero que volaba en picada al suelo derribó todos los antiaéreos mientras aún pasaba desapercibido. En el cielo ya se había lanzado la fuerza aérea británica en una rueda de carro alrededor de las naves dispersas, cuando el F-35 que subía al combate fue alcanzado por un MiG-31 sobre su lateral que había salido de la rueda de carro con el mismo sigilo que con que había atacado el F-35. Disparó sin ser visto con la cabina del F-35 en el centro de su mira. La ametralladora zumbó por unos cuantos segundos con una ráfaga constante y poderosa. El cristal de la cabina se cubrió de sangre y las alas se llenaron de agujeros antes de que el avión comenzara a perder altitud, para que el MiG-31 volara justo sobre él y lo viera deslizarse elegantemente hacia un pueblo en las afueras de la ciudad. El avión aterrizó de pansa en un campo de cultivo y deshaciéndose se deslizó algunos metros hasta detenerse definitivamente contra una gran casa y explotar en llamas. Los cazas rodeados giraron en la dirección contraria a los cazas británicos y salieron en picada de la rueda carro rozando las copas de los árboles, en el acto y la confusión del enjambre de aviones se estrellaron dos MiG-41 con dos MiG-31 británicos, derribándose a su vez otras dos aeronaves británicas a causa de los escombros de la colisión. Tres naves británicas persiguieron las naves que bajaron en picada mientras que se dispersaban en diversas direcciones, la mayor parte de ellas salieron del espacio aéreo de Bandung y el escuadrón de Temujin, se fue adentrando hasta la periferia de la ciudad, evadiendo las balas de los tres aviones que se mantuvieron en su rumbo. En un momento clave las cuatro aeronaves del escuadrón de Temujin se alinearon, antes de encarar el grupo de morros que rodean la localidad de Cisarua, los aviones británicos abrieron fuego y dos MiG-41 cayeron y se estamparon de frente a los morros, que ya rozaban con las copas de los arboles las panzas de las naves. Las naves de Temujin y el último integrante de su escuadrón se perdieron entre el humo y las montañas para encarar las laterales de los MiG-31 británicos en una tijera derribando dos de los tres aviones que se alzaban desesperadamente a la superficie, el MiG-31 restante intentó evadir el ataque con un brusco giro a su derecha, pero fue alcanzado por el compañero de Temujin que disparó un misil de largo alcance y lo derribó para que se destrozara frente a un morro que tenía cerca. Las aeronaves que salieron dispersas de la zona militar de Bandung fueron seguidas por las naves británicas, que suponían una retirada y aunque derribaron a tres aeronaves en el camino con misiles de largo alcance, no fueron capaces de evadir la barrera de antiaéreos que estaban formados sorpresivamente justo en el lado seguro de la frontera. Apenas los cazas reportaron caído el último avión de la defensa británica, despegó el avión de reconocimiento para hacer un levantamiento de los objetivos en tierra que debían ser destruidos y los antiaéreos que los protegían. Dos escuadrones restaron de la batalla en el aire y partieron de la base en Yakarta justo después de haber cargado combustible, lo siguiente fue solo un espectáculo aéreo en Bandung, evitar y engañar a los antiaéreos fue fácil sin respaldo en el cielo, los escuadrones se dividieron y bombardearon la ciudad sin ninguna complicación, hasta que todos los objetivos militares fueron alcanzados. Veinticinco minutos después comenzaron a aterrizar los aviones de vuelta en la base militar de Yakarta, Temujin estaba dormido en un catre y cuando escuchó el último motor apagarse, levantó la cabeza, se sacó el camisón de dormir y salió a la luz a hacer el conteo de los aviones que habían vuelto, no les había ido tan bien, infelizmente. Habían tenido fuertes bajas y a juzgar por los números, no se habían cumplido en su totalidad los objetivos, habría que volar otro día. En las islas más pequeñas había sido relativamente fácil invadir, los territorios recuperados se fueron reforzando poco a poco antes de iniciar el segundo ataque. Alrededor de las islas de Salawesi y Kalimantan se acumulaban cada vez más portaviones y volaban en territorio seguro como zopilotes los caza alrededor del territorio resguardado aún por las fuerzas británicas. Después de algunos días, levantaron la bandera de la paz las fuerzas británicas en esa zona, solo para que sus escuadrones mejor equipados reabrieran la posición de ataque en las islas recién ocupadas. Los objetivos de la fuerza aérea británica se fueron reduciendo a la supervivencia cuando se desplegó todo el arsenal del frente asiático y el enjambre de aviones se fue recorriendo cada vez más al norte de Australia cuando los aviones caían uno tras otro en el océano. La salvaje batalla se llevó consigo sesenta y dos aeronaves y tres buques portaviones. Los soldados que por su cuenta habían negociado la paz y su rendición en calidad de rehenes al frente asiático murieron al tomar las armas cuando vieron que se desenvolvía una guerra aérea. Murieron heroica pero innecesariamente. Terminando el combate solo ocho bombas explotaron en el territorio del norte australiano, las bases militares murieron con cientos de soldados, a pesar de dicha crueldad, el limitado ataque aclaraba la postura del frente asiático en esta guerra que se tornaba mundial. Temujin volvió a casa y tuvo recesión de tres meses tras las intensas batallas que se libraron, fue ascendido como teniente y asignado a misiones de rastreo e investigación. La guerra permaneció fría por algunos años después del primer ataque en el que Temujin fue ascendido, su rutina continuó siendo la de los entrenamientos en Shanghái y a pesar de haber sido fundamental en la defensa de Indonesia, su fortaleza mental estaba intacta. En Asia, el derrocamiento de líderes fue casi nulo, pero los casos extemporáneos fueron muy evidentes, básicamente la guerra que se avecinaba era evidente y quién no fuera participe en el frente asiático y estuviera en la zona geográfica que los comprendía, era un enemigo. Fue democrático el deceso de los presidentes de las dos Coreas y de Nepal, pero no por eso fue justo, no en pleno siglo veintidos. De esa manera se unificó el frente asiático y en Shanghái, a pesar de la protesta de bajo perfil y la inconformidad con la guerra en la que no querían ser partícipes (y en realidad aún no lo eran) no podían pedir más. La protesta tuvo lugar dos años después, cuando los países estaban arrasados, entró Asia en el combate y sus naves comenzaron a ocupar territorio extranjero y comenzaron a hacer masacres como si tuvieran una deuda que saldar. Temujin cumplió órdenes al pie de la letra y barrió tantas ciudades como se le fue pedido. Se le reconoció mundialmente por su puntería milimétrica y por su capacidad de salir ileso de la onda que generaban las explosiones que propiciaba. Las ciudades más gloriosas que el frente asiático tuvo la oportunidad de desaparecer, fueron derribadas por los aviones de Temujin. Su salud mental comenzó a decaer, se hizo una persona más retraída y no escuchaba llamado ni de sus amigos, ni de su familia. Por más de un año, sus seres queridos solo supieron de él por las noticias de victoria y una vez por mes, se enteraban de que aún seguía con vida. Temujin tampoco supo de nadie en un largo tiempo, ni de nadie, ni de él mismo. Le gustaba sentirse como una simple herramienta y no tener conciencia. Buscaba la capacidad de marcar un antes y un después de la guerra y suponer que su persona no había sido partícipe de las masacres. Seguía ordenes a rajatabla y derribaba cuanto avión tuviera en frente, sin sentimiento alterno a la adrenalina de sentir que su vid dependía de pequeños instantes. Durante el servicio militar de Temujin el proceso de decadencia se fue dando con su talento de supervivencia, cuando la guerra estaba en su máximo apogeo, las batallas aéreas eran demasiado a menudo y no había piloto que sobreviviera más de cinco batallas. Los pocos amigos que Temujin tenía en el escuadrón, eran diestros pilotos y sobrevivieron para acumular objetivos derribados, sin embargo, ninguno de ellos pasó de la sexta batalla en el aire y cuando comenzaba a retomar sus lazos efímeros, no terminaba de grabar los rostros de sus nuevos amigos cuando los veía morir en el aire. El infierno está después de los mil metros sobre el nivel del mar; le decía su amiga y capitán Deshi Li. Temujin pensaba en la postguerra como la era de fantasía, Asia más fuerte que nunca se había aliado con gran parte del mundo y las naciones devastadas abrían sus brazos al que era por falta de participación, el frente vencedor. Solo el frente americano se resistió y sus insignificantes ataques no lograron cambio alguno en la postura asiática, pero para Temujin, el mundo había cambiado. El 2 de diciembre del 2197, Temujin libraba una batalla por las islas Hawaianas que suponían una de las bases más importantes para el frente americano, El frente chino desplegó todo su arsenal y ganó una fácil batalla dos a uno contra la fuerza aérea estadounidense. Mientras en la capital del frente asiático recibieron en ataque sorpresa del escuadrón 105 de la fuerza aérea mexicana que entró en el cielo enemigo sin ser visto volando con aviones última generación a una altura en la que los radares no pueden detectarlos. Los diez escuadrones se dividieron en el cielo chino por encima de las zonas que debían devastar y en el momento indicado, bajaron en picada juntos como si fuesen misiles los aviones mismos. Antes de llegar a la zona correcta, varios aviones fueron derribados, pero las cuatro bombas nucleares cayeron irremediablemente borrando para siempre toda la zona urbana de Shanghái en menos de treinta minutos. En Hawái, el deteriorado Temujin recibió la noticia de Deshi Li antes que nadie. Se sentó y abandonó la esperanza en cosa de segundos. No lloró una gota y se sentó en una pequeña silla de metal y tela cuando sintió que perdía el equilibrio. - - Siento mucho lo que pasó Temujin, los aviones entraron sin ser detectados, Shanghái era la ciudad mejor protegida de todo china – le explicaba Deshi a Temujin casi al borde del llanto por la desesperación del momento. Temujin igual no escuchaba nada, en su cabeza se había roto algo y el solo escuchaba un fuerte zumbido que lo enloquecía y tentaba con sacarlo de la cordura de una vez y por todas. Su mirada se estaba nublando y permaneció casi una hora mirando fijamente un punto en el suelo hasta que el ruido en su cabeza disminuyó. Temujin se levantó de la silla sin mirar a nadie y caminó por la pista tambaleándose por el mareo. Deshi seguía hablándole y fue en su ayuda cuando vio que se balanceaba demasiado. ¡Temujin! ¡Temujin! Necesito que me respondas o llamaré a los paramédicos. – En un impulso se soltó de sus brazos y murmuró <Estoy bien> Deshi lo soltó y lo dejó caminar cinco lentos y tortuosos pasos hasta que azotó recto y de frente al suelo como un palo de madera. Su cabeza rebotó con toda la potencia en el suelo, recibiendo el mayor impacto. Temujin quedó inconsciente y con los ojos en blanco. Deshi fue a levantarlo y vio como la sangre brotaba del centro de su frente con tal fuerza que parecía que se había abierto el cráneo. Temujin se levantó tres días después con la cabeza vendada y con un tubo que le ayudaba a respirar. Abrió los ojos lentamente y vio a Deshi Li a su lado, tenía los párpados pesados, intentó llamarle, pero no emanaba ninguna palabra. Ella leía una revista a su lado. Pasaba todo su tiempo libre velando por su despertar y a partir de su caída, era su representante legal y quién tomaba las decisiones por él durante su incapacidad física. A Temujin lo preparaban para una cirugía en la que le abrirían la cabeza en dos partes dos días después. Deshi no percibió que Temujin había girado un poco el cuello. Lo volvió a poner recto y miro a su alrededor girando los ojos para entender qué pasaba. - - - - Estoy en un hospital - Pensó. ¿Me derribaron? Si me hubiesen derribado no estaría vivo, supongo ¿habré caído al mar? Levantó la cabeza para verificar que tuviera sus extremidades. Estoy completo – movió los dedos de los pies y las manos y confirmó que no estaba lisiado. ¿Qué pasó en Hawái? ¡coño, ganamos en Hawái, fue muy fácil! ¿Por qué fue tan fácil, será que estoy muerto? – Se pellizco un poco en la pierna y supuso que no estaba muerto, él no creía mucho en la vida después de la muerte, de cualquier manera. La batalla en Hawái la ganamos, eso es seguro, no eran muchos aviones. Nosotros teníamos todo nuestro arsenal. – Recordó la noticia y sintió de pronto que la cabeza le punzaba. Él corazón también le punzaba. Sin embargo, esta vez no colapsó, estaba más relajado. Sintió la tristeza desalentadora de quien no tiene más por perder en la vida y quedó como empezó, en estado vegetal, pero consiente. Permaneció así por una hora y se sacó los tubos que lo atragantaban. Sintió ganas de vomitar, pero las controló, sintiéndose humano otra vez. Giró la cabeza para con Deshi y percibió que estaba hermosamente dormida. No lo aparentaba, quedó perfectamente sentada y simulaba estar leyendo. Solo sus ojos estaban cerrados, pero ni siquiera era evidente con sus ojos tan pequeños. La miró unos segundos y le sacudió la pierna. Deshi se levantó alarmada. Respóndeme algo ¿está mi familia muerta? -Deshi casi caía para atrás con la silla, pero le respondió como pudo, pues la pregunta era muy seria. Temujin, no lo sé, me encantaría ayudarte a buscarla. No me ayudes ¿en dónde estamos? En el hospital de la base militar estadounidense 137, en Hawái. Eres mi general o eres mi colega Deshi. Ahora mismo, tu amiga y tu tutora. Dame un avión y cuatro semanas, yo busco a mi familia o lo que quede de ellos. – Deshi suspiró. Estaba tranquila y conocía a Temujin, jamás le perdonaría que lo detuviera. No te irás hoy Temujin, como tu tutora, te garantizo que necesitas por lo menos veinticuatro horas de reposo, como tu general, te lo ordeno. - Serán doce horas Deshi y contando, solo porque no sé mi estado de salud actual. Temujin cerró los ojos y se quedó dormido casi sistemáticamente, cinco minutos después. Despertó tres horas después y Deshi no estaba más allí. Mientras dormía estudiaron sus signos vitales y determinaron que estaría bien, solo necesitaba algunos días de reposo. Encendió la televisión para matar tiempo y comenzó a navegar en internet. Hasta que vio que la luz le daba jaqueca. Siguió explorando hasta que el dolor lo doblegó y apagó el televisor. Sintió que descansaba al instante. Miro el reloj al lado de su cama y vio que le quedaban más ocho horas de reposo. Tomó la revista que Deshi había dejado al lado y leyó cada letra hasta que, al acabarla, se quedó dormido. Al despertarse vio que se había pasado seis horas de su tiempo de reposo. <mierda> dijo en voz baja y se levantó. Comenzó a quitarse las intravenosas y se hizo un nudo en la bata que lo vestía. Caminó por los pasillos, Deshi estaba afuera. Una enfermera intentó detenerlo y Deshi le dijo que lo dejara, que no volvería a la cama, que cerrara la boca y que preparara la habitación para otros heridos. Temujin la volteó a ver a los ojos y Deshi asintió con la cabeza, haciéndole saber que lo apoyaba. Caminó descalzo hasta la puerta de entrada cuando vio que la pista de aterrizaje estaba muy lejos y que tenía que librar un largo rato antes de llegar a un avión disponible. Recargó una mano en la pared y miró al exterior en busca de alguna idea cuando vio sobre la lateral un pequeño carro de transporte dentro del complejo, con un soldado ocupando el lugar del chofer. - - ¡teniente Temujin! -Escuchó un grito cuando, se disponía a salir del edificio. Usted tiene cuatro semanas a partir de este momento – le dijo Deshi Li mientras le recargaba su uniforme doblado en el abdomen. Salió del edificio y no estaba más el pequeño carro que lo podía dirigir. Un hummer militar hizo una señal con las luces cuando lo vio salir y se acercó a la puerta. El soldado salió del vehículo. A sus órdenes teniente Ito. Vamos a la pista aérea muchacho. Condujeron a Temujin hasta la pista y vio como el muchacho pasaba su avión. Él último que había usado y recordaba. Comenzó a darse cuenta de que algunos de sus recuerdos más antiguos estaban borrosos. - - Este es el avión que la capitana preparó para usted teniente Ito. - Era un avión experimental para las misiones de espionaje y rastreo. Subió a la nave aún en su bata de hospital y vio a doce hombres de pie, firmes y esperando órdenes. Temujin los miró con cierta sorpresa y los hombres saludaron. Quiero me digan sus nombres y que los escriban en una lista que dejarán en mi panel de control. ¿saben a dónde nos dirigimos? A Shanghái señor - respondió el copiloto. Arranquen los motores y fijen el rumbo entonces. ¿Conocen la misión? Sí señor – respondieron al unísono. Temujin asintió y se metió a uno de los retretes. Para salir cambiado y ocupar su posición. Cuando el avión TCC-21 llegó a Shanghái el cielo estaba gris y la nebulosa no permitía la visibilidad a la altura que volaban. Fue cuando bajaron mil metros de altitud que se dieron cuenta que no había edificios por evadir ni nada que pudiera irrumpir su aterrizaje. El suelo estaba plano y el mar estaba negro. Era visible el lugar de la explosión, aunque no tuviera cráter. Era la superficie de tierra más limpia de escombros en la ciudad. Aterrizaron en la base militar de Shanghái, que no tenía un solo edificio, pero la pista estaba limpia e intacta. Los hombres se disponían a salir cuando Temujin los hizo detenerse. ¿qué caso tenía salir a buscar entre los escombros. No había posibilidad de vida en el radio que la bomba había afectado. Salieron él y sus soldados en una de las hummer con rumbo a la brigada de rescatistas, que seguían sin actuar, pues los planes de acción no se habían planeado para la gran capital. Temujin y sus hombres se acercaron pidiendo respuestas, pero a pesar de la posición amenazante de Temujin, no pudieron decirle nada de sus familiares. Pues encontrar a cuatro personas entre más de novecientos mil desaparecidos era una tarea imposible. Los oficiales calmaron a Temujin, que padecía de fuertes jaquecas y se desvanecía por segundos cada vez que se enfrentaba a una situación drástica. Las brigadas de rescate, con más de diez mil hombres, se dispersaron por toda la periferia de la ciudad, evacuando a todos los habitantes, sin excepción y rescatando a las personas que se encontraban en situaciones críticas. Al interior del radio de la explosión de las bombas entraron blindados hummer cada quince kilómetros sobre el perímetro y soldados especialistas en busca de posibles víctimas con vida. Temujin entraba en los blindados, encontrando únicamente objetos irreconocibles y escombro. No había demasiado que explorar dado que la planicie de la superficie daba para ver cientos de metros a la redonda. Aún así Temujin y sus hombres levantaban ciertas pilas de escombros y lo único que encontraban eran cadáveres calcinados que no les daban pista alguna. Muy cerca de la escuela en que Ai estudiaba había caído una de las bombas. En general, el barrio de Huangpu, donde vivía toda la familia de Temujin, había sido uno de los blancos de las bombas. Él y su tropa entraron de todos modos. Temujin sabía donde estaba parado porque el mapa así se lo indicaba. El rio estaba casi seco, se alcanzaba a divisar el mar y no se veía ni una sola señal de vida que le diera esperanza. Miro alrededor por casi una hora y sus hombres permanecieron firmes al lado suyo sin preguntar nada, mirándose los unos a los otros cada de vez en cuando, pero comprendiendo el duelo interno del teniente. Temujin perdió la postura de soldado y se sentó en el suelo con las piernas estiradas. Mirando al cielo sin pedir nada, sin esperar ningún milagro. En los comunicadores comenzaron a pedir información de la brigada dos de los de búsqueda interna. Los muchachos de Temujin, se pusieron de pie y le obstruyeron la luz del cielo. Temujin miro al hombre que se paró frente a su cara y le dijo. - Vayan. Tenemos órdenes de quedarnos con usted teniente Ito. Entonces quédense. – Dijo Temujin sin importarle mucho lo que ocurría a su alrededor. El estaba concentrado, estaba repasando los parajes de su vida, pero le costaba mucho trabajo. Su niñez estaba borrosa, algunos recuerdos de su adolescencia también lo estaban, lo único que recordaba perfectamente eran los últimos cinco años. De esos tenía cada detalle, por muy pequeño que fuese. La guerra, los entrenamientos, los vuelos, las bombas que lanzó, y el pilotaje de sus aeronaves. Su tiempo al lado de su familia y cada avión que derribó, cada muerte en la que estuvo involucrado, recordaba todo como si viera una película en primera persona. Se puso de pie y se subió en el asiento de atrás de una de las camionetas, se recostó y les dijo a sus hombres, que lo seguían en todo momento, que dieran marcha de vuelta a la base. Él se quedo dormido más rendido que nunca antes. Había decidido quitarse la vida. Llegó a la base nuevamente, el ruido de los montones de gente. Las lágrimas, los sollozos los niños que llevaban varios días ahí que correteaban jugando en medio de los soldados. Las madres que se volvían locas. Los hombres heridos que trasladaban a los hospitales. El panorama de los escombros y el cielo gris, más oscuro que nunca antes. Era el panorama del fin del mundo en las bases de rescate. Temujin les ordenó a sus hombres que siguieran en la labor de búsqueda. Él iba recostarse un poco. Sus hombres no podían obedecerle, aunque él les gritó, ellos tenían la orden del capitán general de no dejarlo solo, menos aún en momentos de crisis. Seis de ellos, siguieron su orden y los otros seis hicieron como que obedecían y observaban al hombre desde la lejanía en la turba y la multitud. El zumbido en su cabeza había vuelto, de nuevo sentía que la cordura escapaba de su mente. Sentía que los ojos le salían de la cara y la cabeza le explotaba. Comenzó a tener alucinaciones, la tierra se le movía de nuevo y el mundo se le distorsionaba mientras el zumbido gritaba en sus oídos y hacía eco en toda su cabeza como si estuviera hueca. Decidió usar un pequeño asiento de tela de camuflaje que estaba cerca de él. <esta vez no voy a caer de cabeza> se repitió varias veces mentas se sentaba y el zumbido bajaba su intensidad. Se recostó y miró hacia el cielo. Se sintió profundamente mareado, triste y estupefacto. El zumbido aún no se iba por completo. Recordó que había decidido pegarse un tiro en la noche. Eso lo tranquilizaba, lo consolaba. Sacó su arma de la funda, la veía con amor, con alivio. Recordó que nunca la había disparado contra una persona, contra ningún ser vivo en realidad. Tenía una excelente puntería y una maravillosa vista y la iba a usar para darse un tiro en la sien. Rio un poco y sacó el cartucho para quitarle todas las balas menos una. Había decidido quitarse la vida en su habitación, por la noche y no lo haría antes. Miró de nuevo hacia el horizonte del apocalipsis. La realidad aún estaba distorsionada, el zumbido seguía, se volvía loco, como si estuviera drogado. De pronto a su lado sintió que algo lo empujaba, giró la cara y una pequeña niña subió a él por su brazo, se paró en sus piernas y lo vio a los ojos sonriendo. < Tiě mù zhēn > le dijo con su tierno acento de niño chino. Temujin se desplomó nuevamente y esta vez cayó junto con la silla hacia atrás. Abriéndose la cabeza de nuevo. La niña era Ai. Una hora después, seis de los hombres de Temujin estaban a su alrededor mientras un médico lo examinaba intentando encontrar alguna contusión por el golpe en la cabeza y el antecedente. Tenía la cabeza rapada, vendada y con dos aberturas, una en cada lado con siete puntadas cada una. El médico pasaba una luz a través de sus pupilas cuando las vio reaccionar y Temujin le dio un manazo en la lampara gritando de sorpresa. Todos dieron un pequeño salto del susto. Temujin respiraba agitado y le preguntó a Yagami, uno de sus soldados < ¿qué día es hoy Yagami? > - 12 de diciembre, teniente Ito, mismo año. Solo estuvo inconsciente una hora. – Temujin suspiró. ¿Qué hora es? Son casi las siete de la tarde teniente. Ya casi es de noche. – Temujin se puso de pie, pero se mareo y Yagami y Saíto lo ayudaron a estabilizarse. Voy a mi cuarto a descansar muchachos. ¿Dónde está mi arma y mis pertenencias? Yo las tengo Señor. – Respondió Yagami y Temujin lo miró fijamente. – Sígame señor, en seguida se las entrego. Temujin tomó su arma y sus pertenencias y se despidió de sus soldados. Comenzó a salir del edificio del edificio en el que atendían a los heridos y a los niños rescatados del bombardeo. Caminó al exterior y siguió lentamente por una enorme calzada. Sabía que sus hombres lo seguían, pero lo hacían de lejos por discreción y respeto a la furia del hombre, aunque nunca lo habían visto enojado. Sus hombres no podrían detenerlo si intentaba quitarse la vida, estaban demasiado lejos. Cuando se hubo cansado de caminar se sentó en una glorieta a reflexionar que se había vuelto loco. No se creía ni por un segundo el cuento de que Ai hubiera aparecido frente a él y esa alucinación lo mataba de tristeza y autocompasión. No podía hacer nada más por la humanidad con la mente tan dañada, a su vez lo que había hecho de su potencial se había resumido en absoluta destrucción, como la que había caído sobre su familia. Vio hacia la calle habitada. Los edificios estaban llenos de rescatados. Habían recorrido a la población gradualmente hacia zonas que se vieran menos afectadas por la radiación. Poco a poco iban sacando a todo el mundo, en realidad toda la conurbación de Shanghái era un peligro para la salud civil. Tocó su arma en su funda, ya había oscurecido y no tenía más que esperar. Ya había repasado los parajes de su vida, buenos y malos, recordó de nuevo a Ai, de quién estaba profundamente enamorado, recordó a María y a su padre, la familia más hermosa que pudo pedir y lo mejor que había en el mundo según dijo su padre. Recordó las palabras de su padre y comenzó a llorar. Profusamente, como un niño. Se recargó de cara al concreto y lloró hasta que se quedó dormido. Casi a media noche, despertó despegando su cara de la helada cantera de que estaba recubierta la glorieta. Se sentó y vio que a lo lejos seis de sus hombres conversaban en uno de los hummer, esperándolo. Sacó su arma antes de que se percataran de que había despertado y al sacarla sintió el peso. Estaba descargada, no tenía una sola bala. < hijos de puta >. Pensó. No la revisó, pues entendió que ya sospechaban de su tentativa y eso solo ayudaría a confirmarlo. Caminó hacia ellos y les ordeno que lo devolvieran al cuartel. Los soldados dormían en tiendas cerca del área de contingencia y él tenía la propia. A la mañana siguiente, Temujin salió de su tienda después de no haber podido dormir demasiado y con la furia de no haber dado resolución a lo que se había propuesto. Había vivido una noche más de lo que tenía planeado y su mente le decía que debía estar agradecido, a pesar de que la locura le hiciera pasarlo tan mal. Se puso su uniforme con seriedad y disciplina y a la misma hora de siempre salió de la tienda para encontrar a sus doce soldados formados al exterior de la tienda. Ellos percibieron que su mirada estaba más seria de lo normal e irradiaba rastros de furia. - - - Acompáñeme Yagami. – Dijo y los demás esperaron formados apenas haciendo gesto de susto. Estando detrás del edificio, cerca del muro que daba hacia el jardín lo empujó contra el muro con la fuerza de quién intenta imponer respeto y disciplina, pero la rabia se agrega sin poder controlarla. Sacó su arma y se la apuntó en la cabeza jalando el gatillo cinco veces. Oficial Yagami ¿sabe para qué sirve un arma sin municiones? Para nada teniente Ito. – Dijo Yagami algo exaltado. Oficial Yagami un arma sin municiones sirve para que su teniente piense que está respaldado y armado cuando no lo está. Un arma sin municiones sirve para poner en peligro a quien la porta, oficial. La próxima vez que me entregue un arma sin municiones, le daré un tiro en cada pierna. ¿está claro? ¡Está claro! Deme mis balas. – Yagami le dio las balas que él tenía en su arma. ¿Quién tiene mis balas Yagami? Saíto, señor. Pues pásele el mensaje. Ambos soldados volvían a la formación donde los otros once soldados esperaban y Temujin, a quién la calma ya le había recorrido el cuerpo, le dijo a Yagami. - ¿Usted tiene cigarros Yagami? Sí, teniente. Deme uno y fume uno usted también. – agregó cuando vio que Yagami le entregaba el cigarro con demasiada firmeza. El escuadrón de soldados caminó por la acera principal detrás de los pasos de Temujin que acababa su cigarro mientras caminaba con paso veloz, constante y de largas zancadas. En la acera más gente se unía en sus pasos e interfería en sus caminos, algunos hummer circulaban y el escuadrón de rescate se paseaba entre los edificios, entre los niños y entre las madres y padres que cuidaban ahora de todos ellos como si fueran suyos. Fue entre esa multitud que corría de nuevo Ai, que se escapaba de entre los pequeños y alegres mocosos que no dimensionaban la gravedad del entorno que los rodeaba. Las madres y padres llevaban a los niños al comedor principal cuando entre el griterío y el desorden del rebaño Temujin vio desde larguísima distancia la alucinación que le destrozaba la realidad y amenazaba su salud mental. Esta vez no vino a él en momento de crisis absoluta, el zumbido no retumbaba en su cabeza y esta vez, no cayó desplomado contra el suelo. Frenó de golpe, espantado y pálido como quien ve la muerte. Destrozó su cigarro aún encendido aplastándolo entre sus dedos y con la boca aún abierta y los ojos llenos de terror se llenó de rabia y caminó directo hacia su alucinación. Caminó aún más rápido y para su sorpresa la veía cada vez más clara a medida que se acercaba, comenzó a correr mientras que sangre nueva llena de esperanza bombeaba desde su corazón hasta sus extremidades y cuando más se fue acercando sintió que la adrenalina le entraba al cerebro de una forma que nunca antes había sentido. Gritó con todas sus fuerzas el nombre de la niña mientras los soldados corrían detrás suyo y junto con la niña, giraron la cabeza todos en aquella multitud. Temujin vio el rostro de la niña tan claro como lo recordaba y la apretó contra su pecho y se tiró al suelo llorando y gritando, perdiendo toda la postura, mientras la niña lloraba con él y después la multitud lloraba con él por la alegría del reencuentro. Temujin no estaba loco, tampoco estaba solo en el mundo. Pasó Temujin así varios minutos, mientras que la niña reía y lloraba con él. Cuando se tranquilizó, se puso de pie y la gente aplaudió mientras que él se acomodaba a Ai en los hombros para caminar hacia una de las hummer. - Yagami, continúen con las tareas del día sin mí, me llevo uno de los vehículos. Sí, señor. Se subió a una de las blindadas y sentó a Ai en el asiento del copiloto, abrochó su cinturón y manejó un largo rato hasta que encontró una pequeña comunidad en la que parecía que la bomba no había afectado las vidas cotidianas. La pequeña Ai se durmió después de la primera hora del viaje y Temujin la cargó y caminó con ella en sus brazos hasta un pequeño restaurante, en donde una señora se acercó a tomar su orden. Estaba un poco sorprendida, los soldados no solían llegar a este lugar y ver a un soldado uniformado, conduciendo un blindado solo y con una pequeña niña soñolienta era algo más que poco usual, imponía respeto sin duda. Temujin pidió comida para ambos y la niña comió con el mismo apetito apresurado y voraz de siempre, sonriéndole a Temujin cada vez que él se paralizaba observándola, aún incrédulo de la fortuna de tenerla cerca y a salvo. Caminaron fuera del restaurante y se llevaron algunos bocadillos para comer en un parque que encontraron a unas cuadras a pie del restaurante. Temujin siempre había sido callado y aunque entre ellos la conversación no fluía, siempre se entendieron, se unieron y se amaron por medio de miradas y algunos gestos. Cuando la niña se puso seria y un poco cabizbaja Temujin fue quién acudió a las palabras; - - ¿qué pasa pequeña? Temujin ¿tampoco tú sabes dónde está mi mamá? No pequeña, no lo sé. ¿Vamos a encontrarla? – Temujin permaneció callado un largo rato y hasta supuso que su silencio respondería a la pregunta, pero la niña insistió. Temujin ¿Vamos a encontrarla? Pienso que no. – Dijo Temujin casi al borde del llanto, pues no sabía como evitar romperle el corazón a la niña. ¿Mi mamá está muerta Temujin? – Temujin rompió en llanto. Pequeña, no sé si esté muerta tu mamá, tampoco sé si tu abuelo está muerto. Pero te prometo que los vamos a buscar hasta el fin del mundo ¿está bien? – Dijo Temujin llorando. La niña se quedó callada un rato y comenzó a llorar, aunque mucho más discretamente que Temujin, lo que le sorprendió. Temujin la abrazó y así permanecieron un rato. Recordó una pregunta que él debía hacerle a la niña. ¿Dónde te encontraron los rescatistas, Ai, los otros soldados? En la Isla de Shengsi. - - ¿Qué hacías ahí? La maestra nos llevó de paseo ¿Llevaron a toda la escuela? No, solo a los de mejor desempeño. ¿Tu mamá fue contigo? No, fueron algunos padres de otros niños, pero mamá se quedó con el abuelo. ¿Por qué no te acompañaron? Ellos tenían mucho trabajo Ellos no trabajaban. Sí, sí trabajaban. No trabajaban Ai, ellos no necesitaban trabajar. Cuando tú te fuiste a la guerra ellos comenzaron a trabajar. Tú no lo sabías porque nunca nos llamabas. Mamá está muy enojada contigo por eso. ¿Me perdonas? No ¿por qué no nos llamabas? No tenía teléfono. No es cierto. Sí lo es. No es cierto. ¿Cómo sabes que no es cierto? Porque no es cierto, lo sé. – Temujin sabía que la niña le creía. Eres igual que tu madre. Siempre peleando conmigo – Le dijo Temujin a la niña mientras le hacía cosquillas. Ai, esta pregunta que te voy a hacer es de vital importancia. ¿Sabes en qué trabajaban tu mamá y Akamaru? ¡Sí! – Gritó la niña con entusiasmo. – Ellos rescataban niños. ¿Niños de dónde? No sé – dijo la niña encogiéndose de hombros. – Tal vez niños de la guerra, como yo. – La especulación de la niña era muy acertada. Ella era mejor resolviendo acertijos que Temujin con su revuelta cabeza de los últimos días. Temujin tenía ya, mucho material para investigar. Tú no necesitas que te rescaten pequeña. Yo te protegeré hasta el final de mis días. ¿Ya no irás a la guerra? – Temujin permaneció callado unos segundos y lo decidió de pronto, aunque con inseguridad. No, no iré más. Habían pasado dos de las cuatro semanas que Temujin tenía de prórroga, aún no recibía requerimiento por parte de Deshi para que volviera al combate a pesar de que Temujin le había informado que había tenido éxito y suerte al encontrar a su hija. Deshi respetaba los tiempos. Había investigado un poco respecto a la organización que Akamaru, su padre y María llevaban. Había más de cien niños rescatados de distintos acopios a lo largo del mundo, ellos patrocinaban a los niños con el dinero que Temujin enviaba y los fondos de su padre. Los ataques de China fueron salvajes contra los Estados Unidos, borraban ciudades completas de un día para otro y a pesar de la clara desventaja en la el continente se encontraba, no pedían paz ni exigían tregua, el mundo ya es una mierda y es inhabitable según se rumoraba, valía más morir en guerra que en la devastación de un mundo postapocalíptico. El frente oriental no lo vio así, ellos habían creado el frente más sólido, habían esperado el momento justo para atacar y se habían hecho a los aliados perfectos, aquellos que no pueden traicionarte, aunque quisieran, el frente asiático había jugado la guerra perfecta y estaba dispuesto a disputar la guerra de guerrillas con Estados Unidos hasta que no quedara un ser vivo en todo el continente. Así al comando de Deshi Li, la fuerza aérea fue borrando ciudades inhabitadas, mientras los estados unidos iban un paso adelante, jugando al éxodo de un lado al otro con una población nómada de más de cien millones. Cuando los asiáticos tomaban base, los americanos lo veían venir y las pocas armas que tenían en existencia eran usadas con total certeza, borrando bases enteras llenas de valioso arsenal y personal de inteligencia. A tres atentados había sobrevivido Deshi, dos por destreza y uno por fortuna, pero el cuarto, mientras esperaba en la base la llamada de la reintegración de su piloto estrella, un avión americano sobrevoló el área y cayó en picada junto con una bomba que los antiaéreos explotaron a casi doscientos metros de tierra, pero no fue suficiente para alejar la explosión, que redujo más de treinta y cinco aviones y trescientos hombres a cenizas. La llamada de Temujin llegó veinte minutos después y Deshi Li murió corriendo de uno de los edificios, cuando sonaron las alarmas, corrió a ver el cielo y mientras veía los antiaéreos destrozar un pedazo de metal, en una fracción de segundo vio una onda abrirse a la velocidad del sonido y la esparció de migaja en migaja por todo el desierto de Arizona. Temujin fue uno de los primeros en enterarse del ataque y de las muertes, debido a su oportuna llamada. En esos momentos de shock, en ese mes de tanto shock, tomó la primera y única decisión absurda e irresponsable de su vida. En los días siguientes dejó a sus hombres en las operaciones de rescate, ya no tenían la orden de seguirlo a todas partes, después de que el capitán general había muerto. En cuestión de semanas, mientras el consejo de guerra apresuraba los nuevos mandatos en el ejercito del aire, Temujin juntó víveres, desarmó la caja negra de su avión y planeó, aunque poco su retiro militar no autorizado. El día antes de partir, recibió una llamada en la que lo nombraron Alférez, debía presentarse en la base de Hawái dos días después. En la mente le retumbaban los deberes no cumplidos, las responsabilidades y el deshonor de no cumplir con sus obligaciones, pero al final le pesaba más la vida de su hija, la rabia de su padre y de María y la sensación de rebeldía justificada de ardía en el pecho con la esperanza de que al cambiar tan radicalmente su curso, su vida también cambiaría. Después de aquel balazo que no se dio en la cabeza, tal vez había muerto y renacido con un nuevo plan. Doce horas después de la llamada, con los víveres que necesitaría para un año, sentó a Ai en el asiento del copiloto, ella estaba aún muriendo de sueño, eran casi las tres de la mañana, sus hombres lo siguieron mientras un firme servidor le daba indicaciones para un despegue limpio y seguro. Sus doce hombres lo miraron desde la pista, saludando a un alférez que extrañamente no propuso llevarlos consigo en el avión en el que antes habían emprendido viaje juntos y despegaba a extraña hora, sin avisar y sin dar explicaciones. Él los vio a lo lejos y les mandó el saludo firme de un soldado, despejando un poco sus dudas, de igual forma, no estaba en sus deberes estarse preguntando nada de lo que ocurría, su deber era seguir órdenes y en aquellos momentos, no tenían ninguna salvo las que Temujin les había dado varias semanas antes. Voló cruzando todo el pacífico, dejó caer la caja negra de su avión en el océano como si fuera una bomba y pasó por encima de las islas hawaianas, del continente americano, de Europa sin hacer ninguna parada. Entrando a Kazajstán notó como el cielo pardeaba un poco más, la densa nube de negra que cubría el planeta era más ligera en estos cielos y a medida que penetraba en el continente asiático veía cada vez más constantes los rayos de luz atravesar y tocar el suelo, señal divina, quizá, el sabía poco del apocalipsis que la guerra nuclear ocasionaría , eran teorías todo la información que le había llegado antes acerca de los efectos postguerra, de igual manera, le sobre alentaba la idea de comenzar una vida aislada del mundo, en una tierra donde pudieran ver la luz de los días. Aterrizó finalmente en una planicie gigantesca. Después de volar en círculos por tres horas tuvo que descender para ahorrar combustible, de todos modos tardarían varios días para empezarlo a buscar y quizá meses para encontrarlo, su avión no había dejado pista, su vuelo decía haber terminado a mitad del océano y bien si encontraran la caja negra y no la aeronave completa, habían problemas más graves que un piloto prófugo de la justicia, en el mundo no había más justicia, ni leyes ni países, nada de la sociedad humana que antes fue, la nueva era de dominio global asiática comenzaría desde cero, había más cosas de que encargarse. Desde el cielo podía verse un enorme pájaro metálico en aquella planicie, el solo esperaba tener un nuevo plan antes de ser encontrado. Vivió durante varias semanas al interior del pájaro, mientras exploraba el entorno. Era amplio su entorno, pero no había pista humana en los alrededores, estaba a más de dos mil metros de altura y su nueva ciudad, era como una isla en el cielo, después de sus límites había un mar de acantilados, explorables, pero peligrosos, en los que podía pescar, después de mucho trabajo, aves y cabras. Comenzó a talar algunos árboles cercanos y con ayuda de su hija hizo algunos ladrillos para su pequeño nuevo refugio. En el que vivieron por varios meses. Vivía una vida relativamente plena en comparación de la calidad de vida del mundo actual. Aún así, la mente de Temujin le hacía malas pasadas, los sueños le atormentaban y su visión del futuro le decían que cuando le pasara algo en los acantilados o la enfermedad lo alcanzara, su hija quedaría tan desprotegida como lo estaba en medio de la guerra. Ai, a su vez, aunque estaba contenta, la falta de contacto humano además de su callado padre, la estaba volviendo un poco estúpida. Ocho meses después de su exitosa entrada a su aislado mundo de fantasía Temujin encendió su avión y salió junto con Ai a ver el mundo exterior y los resultados de la gran guerra que aún no terminaba. No había terminado de salir de los límites del Tíbet cuando la nube negra lo abrazó y tuvo que comenzar a volar bajo, para tener visibilidad. Sentía el miedo más profundo de un prófugo de la justicia y ahora mismo, de un invasor, cuando se acercaba a las grandes ciudades chinas, casi esperaba que hubieran sido arrasadas, mientras su mente rebelde lo hacía retractarse y arrepentirse por haber huido, se gritaba a sí mismo cobarde en su mente y cuando escuchó una frecuencia de radio casi se caga en los pantalones. Ni siquiera recordaba que el radio estuviera prendido, la voz retumbó a todo volumen en la cabina y sintió que las palabras iban hacia él hasta que entendió que era un mensaje cruzado, hablaban de distritos y zonas que él no tenía ni idea, pero intentó entender; - Quién es ese hombre. – Preguntó su curiosa niña. Y Temujin, como si una bala cruzara su cabeza, sintió como reconocía la voz. Era la voz de Yagami. Temujin permaneció mudo un rato mientras pensaba en sus acciones próximas. Se tranquilizó. - No hables Ai, permanece callada unos minutos ¿podrías? – La niña asintió con la cabeza. Soldado Yagami Laito. ¿Me escucha? Yagami conducía una de las hummer junto con Saíto, eran las cuatro de la tarde y ellos iban en busca de comida. En lo que quedaba de Shanghái ya se había adelantado el invierno y la esperanza de ver salir el sol se había aplazado por lo menos hasta la próxima primavera. La guerra estaba casi ganada, los últimos batallones del frente americano se habían reducido a grupos rebeldes que estaban dispersos por todo el mundo, pero organizados como una sola red de terroristas y su poder de daño impresionante. En esa posición lograron reducir otras cinco ciudades chinas a cenizas. El gigantesco ejército chino estaba disperso y sumergido en el desorden, desaparecían soldados todo el tiempo desde Temujin y no sabían contabilizar ni las unidades ni los equipos. Eran incapaces de acabar con el terrorismo americano y se limitaban a atrapar y torturar a quienes creían conveniente. Yagami era otro de los mil doscientos veinticinco soldados que aparecían en la lista de las unidades asiáticas como un número intermitente y aunque usara su nombre de registro natal, era tanta la tarea por reorganizar el mundo que no sabían si estaba muerto, vivo, trabajando o haciendo nada. Yagami estaba listo para enrolarse de nuevo en el ejército, pero dado que las últimas órdenes que recibió de un general fueron las de apoyar con las labores de rescate, ventajosamente decidió no presentarse ante las filas del frente asiático hasta que se le pidiera hacerlo. Cuando escuchó el título de soldado antes de su nombre, pensó que dicho día había llegado. - Aquí el oficial Yagami Laito Le llama Temujin Ito, antiguo alférez del ejercito del aire del frente asiático. Se hizo un silencio en la conversación. Hasta que Yagami decidió romperlo. - Lo escucho fuerte y claro teniente Ito. Alférez Ito No soy más parte del ejercito del aire, soldado Yagami, puede dirigirse a mí como Temujin, solamente. Disculpe señor, es la costumbre. Suspiró y hubo otro silencio. - Discúlpeme señor, no quisiera hacer intromisión en sus asuntos personales ¿cómo puedo ayudarle? No busco ayuda soldado Yagami, escuché su voz en un cruce de señales y decidí contactarlo. ¿cómo está? Muy bien teniente Ito, gracias por preguntar. Tengo que cortar la comunicación soldado Yagami, me dio gusto saber de usted. A mí también teniente, espero nos veamos pronto. Quizá sea así Yagami. Cuando cortaron la transmisión, Temujin intentó rastrear la señal y dio varias vueltas en círculo alrededor de la zona que había volado. Cuando sintió que tenía un campo de búsqueda más o menos reducido, descendió hasta quedar desprotegido de la densa nube y vio casi a su frente un hermoso valle escarpado muy verde en donde estaban aglomeradas muchas personas, como hormigas, eran una mancha en aquel hermoso paisaje. Se acercó por la velocidad que llevaba y en cuanto pudo subió de nuevo a perderse entre las nubes, no sin ver y sacar fotografías con el avión. En aquella enorme comunidad también vieron como un enorme pájaro metálico saltaba del océano nuboso del cielo y se sumergía nuevamente algunos segundos después. Como un delfín. Yagami y Saíto habían hecho lo propio por rastrear a Temujin, con mucho menos éxito, aunque sospecharon que estaba en el aire por la intermitencia de la línea de señal, supusieron que ese mismo efecto podía estarlo ocasionando la sierra que los rodeaba. Siguieron conduciendo por el pueblo y comieron en una pequeña fonda en el poblado de Daocheng, donde dieron su día por terminado después de hacerse de algunos víveres para sus propios refugios en las afueras del mismo pueblo, en la sierra, donde estaba ahora ubicado el nuevo campamento de los refugiados. Aún había luz cuando llegaron a la pequeña comunidad, estacionaron su hummer a unos metros de una plancha de concreto que llamaban la plaza y se acercaron a pie con la mano en el arma para ver qué podría estar ocurriendo. Cuando llegaron al centro del alboroto, vieron a unos viejos con maletas y a un puño de niños abrazados a ellos, hombres mujeres y niños, todos discutiendo y arremetiendo contra los oficiales, asegurando que habían visto una aeronave cruzar el cielo a cortísima distancia. Aseguraban estar en peligro y exigían que los movilizaran hacia un nuevo campamento o que los dejaran marcharse. Saíto y Yagami entendían lo que pasaba e intentaron unirse al grupo de soldados para detener la riña, aunque no tuvieron éxito. - Déjalos marcharse. – Dijo Saíto a uno de los soldados y entre ellos se fue corriendo la voz hasta que se apartaron y se movilizaron en total sesenta y cinco niños, catorce mujeres, ochenta hombres y tres ancianos. El equivalente al diez por ciento de los habitantes de aquella pequeña comunidad. Los soldados los rodearon mientras tomaban sus cosas del suelo y los vieron alejándose de a poco, con la mirada torva. Después se comenzó a acumular la gente hasta que todo el pueblo presenció aquella pequeña migración hacia quién sabe dónde. - ¿Cuánto durarán? – Preguntó uno de los soldados a Saíto. Unas cuantas semanas, solo hasta que alguno enferme y no puedan respaldarse entre ellos. En una planicie a unos cien kilómetros de ahí, aterrizó Temujin y se preguntaba cómo es que no había metido un vehículo en aquel enorme avión. Tomó los víveres que necesitaba y comenzó a recorrer la montaña con Ai, abriendo senderos hasta llegar al campamento. Cinco días después, establecido en el punto más alto de una loma cercana, vio desde la distancia el pequeño pueblo de Daocheng, que vivía humildemente, pero tranquilos, como si el mundo no se acabara. La pequeña comunidad la tenía más cerca, alcanzaba distinguir con sus binoculares digitales, las actividades rutinarias de la repartición de víveres, trabajos e intercambios. El grupo de rescatistas que coordinaba aquel pequeño, pobre pero bien organizado pueblo, eran los mismos con los que él había buscado a su familia y había encontrado a su hija. Ahí estaban aún sus doce soldados, junto con otros uniformados que él no conocía, pero intuía se habían unido en el proceso. Estuvo cinco días más observando, mientras Ai jugaba a ser un chivito que saltaba en la pradera. Después emprendió el viaje de nuevo hasta la base para verificar la situación de sus bienes. El caminó de ida a su pájaro le tomó tres días y el siguiente recorrido que hizo le tomó cinco días hasta un pequeño bosque en Shengmuxiang. Después volvió a su base desde la que observaba el comportamiento de la pequeña comunidad. Ese día tomó un baño y uso su uniforme de soldado, impecable como veía, lucían todos. A lo lejos comenzó a incendiarse el pequeño bosque mientras Temujin volvía a su base, cuando Temujin se sentó en su catre y observó con sus binoculares, el incendio no era aún perceptible. A pesar de estar cubriendo casi cuatro hectáreas y estarse extendiendo hacia una loma. Pasaron dos horas para que las llamas pudieran verse y en la comunidad rezagada de refugiados de Daocheng, comenzó a cundir el pánico por ver las llamas que se acercaban hacia ellos y por suponer que la guerra los seguía a donde fueran. Se movilizaron casi todos los soldados y gran parte los rescatistas. Cuando Temujin los vio tomar los vehículos dijo a Ai; - Quiero que te quedes aquí sentada, no juegues al chivito, ni te distraigas. Vas a cuidar a Papá ¿entendido? – Ai asintió con la cabeza. – Quiero que observes todo a tu alrededor y también me observes a mí. – Le dijo mientras le señalaba en los binoculares a cada diferente convoy que salía de la comunidad. – Toma nota, cuando vuelva quiero que me relates exactamente lo que pasó ¿Entendido? – La niña estaba un poco confundida, pero asintió sonriente, pues le parecía un juego y un reto. Temujin, en su uniforme de soldado perfectamente planchado, comenzó a caminar colina abajo escondiéndose entre los árboles, hasta que llegó a su salida segura desde la que, según él, la gente lo confundiría con cualquier otro soldado. Caminó entre el campamento intentando evitar a cualquier soldado o rescatista que pudiera notar que no era un rostro común. Se mezcló entre la gente que abría camino para que el pasara a pesar del pánico y llegó hasta los vehículos, donde solo había una persona, Temujin simuló prisa y corrió por una motocicleta, aquel hombre lo siguió gritando; <Soldado, soldado> pero Temujin no se detuvo y continúo con la moto a toda velocidad. Siguiendo una de las rutas que los demás rescatistas habían tomado y desviándose posteriormente hacia su escondite con Ai, donde presenciaron juntos como los rescatistas intentaron apagar el incendio por casi ocho horas, hasta que notaron que la fracción del bosque que se quemaba estaba entre las deltas de un rio, formando una pequeña isla. Entonces solo esperaron que el incendio llegara a sus cauces. Los rescatistas volvieron desanimados por el desperdicio de tiempo, aunque aliviados de descartar un ataque aéreo. Yagami y Saíto sospechaban de qué se trataba, pero solo lo supieron cuando notaron que faltaba una motocicleta y que había salido de la bodega sin registro. Después del incendio, de Temujin aparcar su avión algunas decenas de kilómetros después, en un lugar mucho más difícil de notarse y de varios días de análisis, desde diferentes puntos de vigilancia, los refugiados que vieron volar el avión de Temujin, volvieron al nido de los rescatistas, con solo algunos muertos, unos cuantos niños enfermos de parásitos y mucha hambre y cansancio. Temujin rodeó el camino y volvió por la parte posterior de la montaña donde Ai estaba observando. Lo miró con cautela cuando apagó la moto y sonrió y saltó hacia él cuando se quitó el casco. - Tomaste nota de todo De todo, de absolutamente todo. Quiero que me narres todo a detalle cuando lleguemos al avión ¿está bien? ¡Sí! – dijo la niña casi gritando de emoción. Temujin tomó sus cosas, recogió su estación de vigilancia hasta que no quedó rastro alguno y condujo colina abajo hasta enorme casa de metal. Las semanas que le siguieron a aquel día, Temujin iba y venía con la mayor comodidad, vigilaba horas y a veces unos días hasta conocer por completo la vida y rutina de los habitantes más importantes. No eran muy diferentes a él. Unos eran soldados, otros rescatistas, otros granjeros, la gran mayoría personas simples de simples oficios y profesiones. Algunos parecían no ser buenos en nada, pero había tres rasgos que los unía a todos y a él con ellos. Eran chinos huyendo de la guerra, haciendo su mejor esfuerzo por seguir viviendo. Temujin, a diferencia de ellos tuvo tiempo para decidir y opciones a escoger. Aquella infeliz y desolada meseta en el Tíbet o aquella escarpada colina habitada por una sociedad de refugiados. Ser el rey de la nada o uno más en un montón algo. La noche después del incendio. Cuando los desertores se recuperaban aún de su larga y penosa travesía, el escuadrón de soldados rescatistas dio de alta un nuevo oficio en la sociedad de los refugiados. Un escuadrón de dieciocho hombres y mujeres apoyarían con investigación y vigilancia de las tierras que habitaban. Temujin estaba siempre a un paso delante de ellos y no se preocupo más que por mantenerlos ocupados de tiempo completo. Jugaba con ellos para hacerlos perder el tiempo, dejando pistas faltas ya en una loma ya en otra. Los hombres siempre terminaban cansados y sin esperanzas cuando veían que seguían caminos tortuosos en vano. A pesar de esto la vigilancia no cesaba y durante las semanas siguientes se mantenía firme en una búsqueda que Temujin no comprendía. Él en cambio vigilaba los movimientos de Saíto y Yagami, siempre se reunían con los mismos dieciocho hombres del penoso trabajo a ver sus caras cansadas y a distribuir quien sabe que mensaje. Temujin no sospechaba que por las noches había también un escuadrón de vigilancia, y que no eran dieciocho si no, treinta y seis hombres que daban esa labor. Yagami daba instrucciones a los vigilantes según los informes de la guardia diurna y la guardia diurna pasaba las instrucciones a la guardia nocturna de forma privada. Cada vigilante tenía asignado a otro para dar las instrucciones y esa asignación variaba con cada semana. Cierta noche Temujin pasó analizando las rutinas desde una de sus bases mejor escondidas. Uno de los vigilantes nocturnos llegaba de vuelta a su pequeña casa cuando al mirar hacia las montañas vio una pequeña y lejana luz que llamó su atención. La tarde del día siguiente, un vigilante diurno paseaba buscando en una escarpada colina. Era un chico joven de unos dieciocho años, vestido con el chaleco de los rescatistas. El frio era duro aquella tarde y no buscaba demasiado. Solo paseaba para habituarse al clima, mientras apreciaba la colina. Un vigilante viendo una luz lejana podría ser cualquier cosa, hasta una luciérnaga. Mientras miraba al sol que no lo calentaba, escuchó lejano el ruido de una motocicleta. Volteó hacia atrás y no vio a nadie que viniera del pueblo. De pronto sintió que el ruido venía de colina arriba, el motor hacía un ruido muy leve, lo que si escuchaba era el deceso del peso en las ruedas por los acantilados, la tierra que caía, las ramas que se quebraban. Se concentró fuertemente por escucharlo y pegado a la montaña con la oreja como estaba miró como a lo lejos descendía una motocicleta militar con un hombre que usaba ropas holgadas y llevaba a una pequeña niña enganchada a su espalda. Lo miró estupefacto, como si hubiera visto a algún ser divino, un mito hecho realidad. Después que salió de su campo de visión bajó de la colina a saltos, deshaciéndose en el barranco, derrabando y rodando hasta que cayó frente a su motocicleta, con la que lo siguió de lejos por varios kilómetros hasta perderle la pista. Temujin no salió de su casa después de varios días, ni siquiera para vigilar su propia guarida. Tenía tanta información como necesitaba. La guardia diurna y nocturna estuvo explorando todos los caminos en busca de Temujin y no quedaron demasiado lejos. Cinco días después de su breve y satisfactorio encierro, tomó la carretera con Ai en su espalda. No había guardia sobre la carretera, fue hasta el día siguiente que los vigilantes siguieron el fresco rastro de una motocicleta y llegaron a un enorme pájaro color verde, que los dejó estupefactos por más de una hora. En el pueblo de los refugiados, Yagami se levantó como todos los días. Después que se hubo colocado el uniforme, salió de su pequeña casa de ladrillos y se revisó el bolsillo. Sacó un papel que no recordaba haber metido ahí y descartó la idea de tener el uniforme equivocado cuando leyó; <Sube la colina suroeste, solo, no des instrucciones de nada, no hables con nadie. Eres importante para esta gente y tu gente es importante para mí, apunto directo a tu pecho.> Yagami suspiró, se sentía seguro con Temujin, sintió que no lo mataría con una bala, lo hubiera hecho ya antes. Lo que temía era lo que le pudiese pedir. ¿Sería aún parte del ejercito? ¿querría hacer pagar a los desertores? Ellos no habían sido convocados, ¿por qué gastar tiempo para atraparlos? ¿Por qué gastar a Temujin para atraparlos? Ellos podrían declararse inocentes, aunque sabía que en la nueva china no había juez ni jurado, solo verdugos. Subió la colina, casi sin cansarse. Ai estaba jugando con unas piedras y un poco de tierra, construía una especie de torre. Sentado en una silla de descanso de tela estaba Temujin viendo al horizonte. Yagami se acercó, tranquilo y vio a Temujin con su uniforme militar, afeitado y recto como siempre, aunque se le veía relajado. Parecía por completo un soldado, lo que lo hizo desconfiar. Tocó la funda de su arma y Temujin le miró la mano. - - Estoy aquí en son de paz Yagami, podría haberte disparado y lo sabes. ¿Qué quieres entonces? ¿Qué ocurrió entre tú y el ejercito de la nación a la que representas? No he sido convocado, no les debo nada, volveré si me lo piden. Cumplo la última orden que usted mismo me dio. – Notó Temujin que respondía a la defensiva, se sintió acusado. Creía que venía a capturarlo para someterlo a la justicia. No vine por ti Yagami, soy un prófugo, un sobreviviente igual que tú. El radio de Yagami hizo un pequeño y agudo ruido; - - Encontramos la nave Señor Yagami, es un C-5 Globermaster, deben tener unos treinta metros de ancho, señor. Conozco la nave, dame alguna seña que lo caracterice. No sabría decirle señor, el avión está impecable y no podemos entrar a él. De igual modo dudo que haya muchos aviones de estos estacionados en esta sierra. Dame tus coordenadas. 29.639170E, 100.440910N Dime ¿por qué puedo confiar en tu palabra Temujin? No tienes ninguna garantía, si es lo que quieres escuchar. ¿Entonces debería arrestarte? ¿Por qué cargos? ¿En base a qué ley? A la constitución de la república popular China, por supuesto. Pues si quieres, o si lo permito, puedes perder tiempo intentándolo o podríamos sobrevivir juntos, tal como lo han hecho tú y ese puñado de refugiados. No confío en ti ¿Qué voy a hacerte? Podrías ser un traidor de la patria, robaste un avión y quizá robas información de las bases militares chinas. ¿Hace cuánto que los vigilo? Dos meses ¿No crees que tengo ya tanta información como necesito? ¿Crees que desperdiciaría dos meses en ustedes si yo quisiera destruir lo que queda de china? Murieron cuatro personas suyas en aquel pequeño éxodo. Qué tú provocaste Que el pánico provocó. Ustedes no son un peligro, viven apenas, cuando la nube negra que viene de Shanghái los cubra vivirán como nómadas, no tienen como - extraer recursos. Ustedes solo son peligrosos para ustedes mismos, si quisiera dañar al frente asiático, no me habría detenido aquí más de quince días. No te quiero cerca de nosotros, no confío en ti. Aléjate de mi avión entonces. Ese avión ya no es tuyo. – Dijo Yagami mientras le daba la espalda. Temujin se llenó de rabia y quiso matarlo en seguida para recuperar su refugio. Se contuvo unos segundos y después suspiró. Yagami conocía ese suspiro y sintió un escalofrío, giró velozmente el cuerpo intentando desenfundar el arma y recibió un tiro en la rodilla, cayó gritando y Temujin corrió hacia él tomando con una mano su brazo que iba por el arma y con el otro su rodilla. Yagami le apretó la garganta y Temujin le dio la última retorcida a la rodilla de Yagami, haciéndolo desmayar de dolor. Pasaron solo algunos minutos cuando Yagami despertó. Temujin estaba sentado frente a él en una piedra. Aún tenía sangre de su rodilla en la mano y una mirada seria, serena pero muy enfocada en él. Se puso de pie cuando lo vio abrir los ojos, le llevó los binoculares y se puso en cuclillas a un lado suyo, poniendo los binoculares en el suelo. - - Mira tú mismo. – Yagami se asomó por la mira. Son menos de diecinueve hombres y están todos en campo abierto examinando el avión como si fueran simios. Después de matarte a ti, mataría a siete de ellos antes de que pudieran esconderse. Los demás tampoco tendrían mucha oportunidad. Tratarían de esconderse detrás del avión, pero iré buscando el ángulo hasta dar con ellos. Los demás soldados en tu base vendrán armados, pero no sabrán donde me escondo, no estarán nunca a salvo de las balas hasta que me dejen irme con esa nave. – Yagami, quedó callado un rato, hasta que pensó en un movimiento que lo condenaría. <ordenar que destruyan el avión> No me interesas, tampoco me interesa tu gente, solo busco sobrevivir. Tu grupo de refugiados es lo más parecido a una sociedad. Podríamos salir de aquí, pero si quieres condenarte a morir como un perro de la calle, deja que me vaya, seguro encontraré otro grupo de gente. – Temujin entendió su suicida plan, nadie ganaba si destruían el avión. Ni Temujin, ni él mismo, ni su gente. Yagami se sentó como pudo, doliéndose de su rodilla. - - ¿Qué sigue en tus planes? Me iré si así lo quieres. Tú eres quien manda en este pequeño grupo. Si te quedas podría matarte, en la noche, mientras duermes. Podríamos rodearte y no tendrías salida alguna, en cuanto bajes la guardia serías hombre muerto si lo ordeno. ¿Qué quieres que te diga? ¿quieres más ventajas, estúpido? – Yagami rio Te quedarás si así lo necesitamos, quizá cuando mi pierna sane, quizá cuando la nube llegue a nosotros, quizá cuando necesitemos algo de ti. Por lo pronto mantente al margen, no te quiero dentro, no te molestaremos, no nos molestes, deja de espiarnos. Haz lo tuyo y sobrevive, si necesitamos un piloto, yo te buscaré. – Temujin asintió con la cabeza. - - Dejen en paz el avión, estoy en la colina frente a ustedes, haré una señal pronto para que vengan a buscarme. – Dijo Yagami a los vigilantes y soldados que custodiaban la zona. ¿Qué hacemos con el avión? Dejen en paz el avión y vengan hacia mí. Como ordene. Temujin dio su mano a Ai y ambos subieron a la motocicleta, se pusieron sus cascos y aunque Temujin no miró a Yagami antes de partir, Ai lo hizo y le mandó una señal de despedida al hombre herido que dejaron sentado en la tierra, entre los árboles. Yagami sonrió y le devolvió el saludo. Temujin pasó algunos días callado, pensando, siempre sentado en una silla reclinable, balanceando los pies y con las manos cruzadas entre sus piernas. Esos días siempre eran especialmente duros para Ai, que pasaba el tiempo jugando sola como una loca, cuando le dirigía la palabra a Temujin, él solo le hacía una seña con la mano para que guardara silencio. Temujin comía por disciplina a horas muy específicas y solo mal dormía en las horas de la noche más profunda, en que era le era imposible ver su propia nariz. Entonces se levantaba y se acostaba dormía a un lado de la silla que reclinaba. Cuando por fin se puso de pie, Ai hizo una fiesta en su interior, la indiferencia vegetal de Temujin la estresaba y verlo cambiar su rutina tan exacta, le ilusionaba. Temujin la miró toda chamagosa con su mirada de desesperación. Se rio un poco de ella; < ¿Vamos a pescar, chamagosa?> La niña saltó de gusto y corrió a abrazarlo. Lloro un poco, esa niña estaba sometida a muchísimo estrés; las muertes, las balas, los incendios, el hambre, las huidas. Temujin era un hombre que no expresaba mucho y ella intentaba imitarlo, pero su interior la traicionaba en los momentos más simples, los conmovedores. Tomaron algunos días de descanso, pasearon por las colinas, acamparon en el exterior, comieron pescado asado y cazaron algunos animales pequeños. Eran expertos en la caza y la conservación de alimentos. Después de los días de aburrimiento, Temujin encendió la nave, con Ai como copiloto, después de más de dos meses que los motores no se movían. El gran refugio volador surcó los cielos y en la comunidad de refugiados alzaron la vista al ver que se alejaba un enorme pájaro verde de metal. Aquella nave avanzó hacia el oriente, de frente a la nube negra de radioactividad que parecía expandirse cada vez más, pero no perdía densidad. Entró en la nube casi hasta llegar a Changsha, donde era tan densa que las cámaras del avión no detectaban nada y los circuitos comenzaban a tener problemas en su operación, entonces cambió el rumbo, de cualquier forma, la nube cubría toda la ciudad desde el ras de suelo hasta los mil metros de altura, no podía haber más vida en esa devastada ciudad. No detuvo el vuelo hasta cerca de la ciudad de Panzhihua donde encontró un cielo más o menos despejado y alejado de la comunidad de refugiados, donde ya le habían rechazado. Aterrizó su avión en una altísima meseta, dónde suponía nadie le vio llegar, tomó algunas de sus cosas más indispensables, condujo con Ai en su espalda hasta la ciudad de Kunming. La ciudad de Kunming aún tenía luz de día varias horas. De vez en cuando los rayos del sol se asomaban de las nubes blancas que cubrían el cielo y las puntas de algunos edificios. El frente asiático había anunciado que ganó la guerra unos días atrás, lo supo Temujin por algunos grafitis en las calles, sin embargo, esto no había reestablecido el orden. En las ciudades entre Shanghái, Chengdu, Nanning y Xi’an; Temujin trazó una línea imaginaria y todo ese espacio e había cubierto por una nube densa que no dejaba oxigeno para los seres vivos, según él mismo pudo apreciar. Muchísima gente había huido, pero Temujin no sabía hacia donde; cada continente había sido bombardeado y sin los medios de comunicación global, emigrar era algo que se hacía con los ojos cerrados, se avanzaba solo con la fe de encontrar después del trayecto, un cielo más despejado. En la ciudad de Kunming se notaba el paso del mar de gente, también en Chengdú, sin embargo, la gente no permaneció, todos iban de paso pues aquellas ciudades estaban demasiado alcanzables por la toxicidad, según pudieron ver. Lo que Temujin encontró en Kunming fue el rezago de gente que no quiso emprender la penosa búsqueda de la tierra menos bombardeada y el cielo más despejado. La gente que Temujin encontró, se sentó a esperar su muerte a manos de la toxicidad en el aire y la falta de recursos, una muerte lenta, pero bien pacífica. Lo mismo se hubiera encontrado en todas las ciudades un poco antes y un poco después de la línea que él mismo marcó. Este tipo de refugiados ya daban un indicio de lo que sería la humanidad del futuro, ya asemejaban al futuro hombre-rata que habitaría en el remanente del mundo postguerra, en el cuál se extinguirían siete de cada diez especies de animales. Temujin apagó su motocicleta en el centro de una gran plaza rodeada por algunos edificios que parecían habitacionales, a unos trescientos metros de una avenida y unos edificios que parecían de uso comercial. Todos pareciendo igualmente desolados. Se detuvo en aquel punto pues vio a una persona después de muchísimos kilómetros de nada. Caminó hacia el hombre que descansaba a la sombra de un árbol en una jardinera grande, acostado en la tierra, con ropa fina, muy bien abrigado, relajado, demasiado pacífico. Temujin caminó hacia él cauteloso. - Saludos, buen hombre. – le dijo cuando ya estuvo lo suficientemente cerca. ¡Saludos! – le dijo el hombre, que siguió acostado y relajado. Aquel hombre tenía la piel morena y los ojos rasgados de un chino común, sus ropas iban bien limpias, arregladas y combinadas como si fuese un burgués, pero su piel, su cabello y su comportamiento mostraban a un pordiosero. Era el hombre más misterioso que hubiera visto en aquellos tiempos. Después de un buen rato que estuvo Temujin viéndolo en completo silencio, el hombre alzo la mirada y vio su uniforme y le preguntó un poco de mal humor y cerrando los ojos nuevamente; - Lo puedo ayudar en algo, soldado. No soy un soldado, no se asuste, solo llevo el uniforme. – El hombre rio. - - - - No se asuste, yo no soy un buen hombre, solo llevo el uniforme. – Dijo riendo de nuevo ¿Como es que está tan relajado, mal hombre? – preguntó Temujin, a quién le estaba matando la curiosidad. El hombre suspiró. La vida nunca fue tan fácil como hoy. – Temujin se acercó unos cuantos pasos hasta estar a su lado y se sentó en la jardinera. Conozco mucha gente que abogaría lo contrario. ¿Usted lo haría? Sí, quizá yo mismo lo haría. Bueno es que no saben vivirla entonces. Muéstreme. – El hombre levantó la cabeza con mirada torva y le dirigió una sonrisa. Soy Jamukha, es un placer. ¿Esta pequeña niña es su hija soldado? Así es, yo soy Temujin Ito. Es un placer soldado, tienes una niña hermosa y muy callada, ni siquiera había notado su presencia. ¿Cómo es tu nombre, pequeña? – Ai miró hacia Temujin como pidiendo permiso y Temujin asintió con la cabeza. ¡Ai! – Dijo la pequeña niña con una gran sonrisa de emoción. – Jamukha quedó conmovido y enamorado. Como quedó también el mismo Temujin cuando conoció a Ai, como también le ocurrió a Akamaru Ito, como Yagami cuando se despidió de ella. ¿qué puedo yo mostrarte soldado? ¿Cómo es que su vida es tan sencilla? Llevo años sin tener nada soldado, nada ni a nadie. He vivido pacíficamente en las calles por unos diez años ya. La gente solía ser muy celosa con sus cosas, tan cerrados a compartir con buenos hombres como yo – dijo en su tono sarcástico. – Hace algunos años que comenzó un extraño cambio por aquí, la gente corría de lado a lado, siempre han sido apurados con sus vidas, pero notaba yo en sus ojos desesperación. Después dejaron de correr y no los vi más en el exterior, las calles estaban vacías y los edificios repletos, se asomaban temerosamente por las ventanas como si un monstruo estuviera habitando en la misma ciudad. Llegué a creer que era yo mismo el monstruo, Temujin. – Contaba Jamukha aún con tono satírico respecto a la situación. – El cambio más grande vino después, las cosas que tanto celaban las dejaron abandonadas, mares de gente saliendo de los edificios como granos de arena pasando por el cuello de un reloj. Veía sus caras y no veía más aquel celo con que me solían mirar, tampoco vi la desesperación, ni el miedo, era más una especie de resignación, desolación, la gente abandonaba esta ciudad con el corazón despedazado, yo mismo sufrí de verlos marcharse Temujin, me partía el alma ver esos rostros tan tristes a pesar de que nunca fueron nada para mí, a pesar de haber visto incluso su desprecio en esos ojos. Pude perdonarlos, entendí cuando los vi así, pude perdonarlos por haber sido tan despectivos con mi persona, a tal grado de sentir lástima, de querer ayudarlos, no podía hacer nada, nunca he sido bueno ayudando a la gente. – Esta vez hablaba en serio y la sombra de la tristeza cubrió sus ojos. Temujin entendió el mensaje. Bueno, nunca es tarde para aprender. - - - No queda más nadie a quién ayudar, soldado. No te lo dije antes, pero aquella desolación también cubrió mis ojos, es solo que yo se abrazarla y convivir con ella. Es una vieja amiga que ya me había visitado antes y aunque no es mi invitada favorita, sabemos llevarnos en paz. Me ofende, buen hombre. ¿cómo lo he hecho? ¿Es que acaso nosotros somos nadie? – Jamukha sonrío Es usted el buen hombre Temujin, dándole alegría a este viejo sin esperar nada a cambio. Lo veo y sé que soy un inútil para usted, nada más que un pordiosero, vividor que se benefició de la desgracia ajena. La basura de unos es el tesoro de otros, Jamukha. Espero no lleve a mal mi comentario. Lo que pueda hacer por usted, será un placer, soldado. Temujin le ofreció la mano Jamukha, él lo saludó y Temujin tiró un poco, incitándolo a levantarse. Jamukha lo miró a los ojos; <Hay mucho que hacer> exclamó Temujin. - ¿Qué quieres encontrar primero, soldado? Necesitamos un hogar. Grande, con una gran bodega y un gran camión también, doble remolque. Mejor que sean dos camiones. Conduces ¿no? ¡Wow! Piensas en grande soldado, eso me gusta. – dijo Jamukha carcajeándose. Iremos primero a mi casa soldado, hay algunas cosas que necesito tomar de ahí si voy a mudarme. Bueno, te llevaría en mi moto ¿te ayudo a encender algún vehículo? – Jamukha sonrió Vivo aquí cerca soldado, sígueme. – dijo Jamukha y se subió a una bicicleta que tenía cerca. Temujin y Jamukha tenían gran afinidad, solo que aún no lo sabían. Jamukha estaba en una etapa de su vida de esperar la muerte, esa era su única diferencia. Jamukha vivía en un pequeño apartamento en el décimo piso de un complejo habitacional muy grande. Ahí se había trasladado después de que estuvo deshabitado. Subió con ellos siguiéndolo atravesando todas las escaleras, pues el elevador se había estancado hace algunos meses. Entraron a su apartamento, un lugar pequeño, pero muy bien ordenado, por cierto. Con muchas pinturas en las paredes y un pequeño perro melenudo negro con café que era su único compañero. - Su nombre es Jacob, es un buen amigo. – Les dijo. – Me acompaña a todas partes, pero se lastimó hace unos días y necesita descanso. ¿Viajaron mucho? ¿Les gustaría quedarse a descansar? Serían mis invitados, no estaría mal, igual no habrá luz en las calles de aquí a poco. Temujin quería enfocarse en sus actividades, pero antes de que pudiera rechazar la noble invitación, Ai pegó un enorme grito y decidió por ambos. A Temujin solo le quedó asentir con la cabeza. El hombre preparó la cena, tenía mucha comida, una cocina a gas bien equipada y luz eléctrica. Aquella noche, sintieron la normalidad del mundo que conocían nuevamente, la nostalgia invadió sus corazones. Especialmente el de Temujin, pues aquel hermoso y tranquilo ambiente le recordó a su propio apartamento, la noche que conoció a María, la llamada de su padre y la última vez que se vieron. Cenaron en calma, el hombre les sirvió pescado, arroz, ensalada, jugo de naranja y caldo con fideos. Ai conversaba con Jamukha y gritaba toda la noche y le contaba mil aventuras hasta que acabó la cena y se quedó a dormir en el sofá. Temujin no dijo palabra alguna durante todo ese tiempo, solo cuando le dirigían a él la voz. Sonreía y asentía. Terminaron de cenar y él seguía mirando a la nada, incluso después de que Jamukha hubo levantado los platos sucios de la mesa y Ai se había ido a dormir. - Se reconocer una mente tranquila como la tuya, también sé cuándo está siendo atormentada con recuerdos. No ha sido fácil ¿me equivoco, soldado? – Dijo Jamukha, poniendo en las manos de Temujin un poco de té negro. Temujin lo miró fijamente, suspiró y se quedó viendo a la nada nuevamente. - - Háblame de ellos. Ella era una mujer muy sencilla, muy común, no destacaba entre el resto de las personas más que por su belleza, muy exótica. Su alegría era lo hermoso en ella, Tan sonriente que no había como evitar el contagio, era lista, muy lista con las personas, entendía bien las emociones aún sin expresarlas y sabía siempre cómo hacerte sentir mejor. Era una pieza fundamental en mi vida, algo tan tierno, tan mágico que no podía arruinarlo con mi temple y mi firmeza. – Jamukha solo lo escuchaba y lo miraba. ¿A quién más lloras? Pues a todos mis amigos de la infancia, algunos colegas del ejército, hay muchas cosas que hice de las que me arrepiento también. ¿Como qué? No quisiera hablar de eso. – Dijo Temujin, respetuosamente. Podemos llevarnos muchas cosas de aquí soldado, como ves, tengo una vida cómoda en este apartamento, me ha costado algo de esfuerzo acondicionarlo. Lo noto, se nota el esfuerzo en verdad. – Dijo Temujin, siguiendo la corriente, suponiendo que el tema ya había cambiado. Pero no vinimos a mi apartamento para llevarnos lo que nos podemos encontrar en el resto de la ciudad. – Jamukha se puso de pie y tomó una foto que estaba junto a la televisión, en un marco. – Vinimos aquí por ellos, no podía irme sin cargar con la única imagen de sus rostros que me recuerde lo feliz que fui alguna vez. Oh Temujin, no quiero ser presumido, pero te juro que valoré cada detalle y agradecí cada instante junto a estos seres. Mi vida era dichosa y yo sabía lo afortunado que era. Eso no hizo de su pérdida algo más fácil Temujin, simplemente no hay humano capaz de someterse a algo así y salir bien librado. Solo podemos aceptar y continuar, como si eso fuera lo correcto. Temujin tomó de su té un poco y lo miró a los ojos. Le sonrió un poco. - - Simplemente aún no me siento listo para hablarlo, aunque te agradezco que intentes ayudarme a sacar mis penas, te agradecería que insistieras, aunque no fuera hoy. – Jamukha sonrió. Así será soldado, duerme junto a tu hija, descansen. ¿No bebes? ¿Tú bebes? Solo con amigos y por razones especiales. Bueno ¿qué celebramos? La noche postapocalíptica en que todo parece como antes. Me gusta. Nos harán falta un par de estrellas. Jamukha sacó un pack de doce cervezas y se pusieron a beber sentados en una banqueta, después caminaron hasta que terminaron vomitando en una fuente frente a un edificio enorme de oficinas. Ahí quedaron dormidos hasta ver salir el sol. Cuando volvieron con dolor de cabeza al apartamento de Jamukha encontraron a Ai dando de comer al pequeño perro en la mesa, donde ella misma se había servido un plato de cereal. Se dieron un baño y comenzaron a movilizarse. Después de estar cambiados y haber desayunado Temujin preguntó a Jamukha < ¿Te ayudamos a cargar algo?> Jamukha le mostró la foto y la metió en una pequeña mochila donde llevaba también al perro. Temujin asintió con la cabeza y bajaron las escaleras con emoción, ímpetu y hasta un poco de alegría. - Buscaremos un auto en el que podamos subir la motocicleta y volvemos por ti, vi una camioneta a algunos metros de aquí. ¿Por qué es tan importante esa motocicleta, soldado? No es mía. – respondió Temujin Encontraron una van algunos kilómetros después y unos días después de rodar en la carretera, encontraron un camión doble remolque enorme, color rojo de marca GMC con algunos muebles. Subieron la moto entre Jamukha y Temujin con ayuda de la tapa metálica y siguieron viviendo en carretera unas cuantas semanas, hasta que encontraron su hogar ideal. Era difícil maniobrar los camiones en las calles del centro de la ciudad, a pesar de no haber tráfico, los autos desbalagados complicaban su trayectoria. El centro también era uno de los lugares donde más se percibía el caos, en los otros sectores de la ciudad parecía como si de pronto la raza humana hubiera dejado de existir, pero en el centro era visible que hubo una resistencia antes de su extinción. Llegaron por fin a descansar al estacionamiento de un gran edifico que aún se conservaba iluminado, en este edificio pasaron la noche, juntando los sofás del Lobby. Los días siguientes fueron de recolección, por toda la ciudad Temujin y Jamukha se movían tomando víveres, ropas y objetos de utilidad. Autos, gasolina y todo lo que fuera necesario para adaptarse al mundo que se avecinaba. Pasó poco más de un año y los días duraban cada vez un poco menos, las horas de sol eran pocas por semana. En el estacionamiento de aquel edificio ya habían víveres para llenar varios camiones de doble remolque, muchos condominios estaban ya ocupados y en las horas de comida se juntaban cientos de hombres, mujeres y niños en el espacioso lobby de aquel edificio. Luz eléctrica, comida saludable y agua caliente, la vida comenzaba a ser cómoda, aunque ya se habían establecido, aquella paz solo podría ir en retroceso. Después de una lluvia ácida que duró más de ocho semanas continuas comenzó la movilización de bienes y comenzaron a clasificar objetos, dimensionarlos y priorizarlos. Cajas y cajas en una labor que tomó semanas de realizarse. Los camiones se llenaron en solo unos pocos días y antes de que Jimmy despachara el GMC rojo, a la ubicación del avión, Temujin busco la frecuencia de Yagami. - Aquí Temujin Ito, reportándome. Teniente Ito, buena tarde. Buena tarde Saíto. ¿Cómo puedo ayudarle? Nos vamos de china Saíto. Tenemos espacio para su pueblo. ¿No le dijo Yagami que nos comunicaríamos con usted de necesitarlo? Así lo hizo. ¿Cuándo se van? En semanas, quizá días. Deme la ubicación de su avión. Escúchame imbécil, no los necesito para nada. Nos vamos en días o quizá semanas, si quieren venir contáctame y los encontraré, tenemos autos, víveres y gente. Si quieres ver a todos morir en el próximo diluvio ácido, no me busques más. En la comunidad de refugiados las les habían salido bastante bien. La estructuración social era buena y el pequeño pueblo se veía cada vez mejor, aunque se comenzaba a notar la disminución en la producción de alimentos y el futuro que Temujin predijo para ellos parecía cada vez más breve. Los torrenciales ácidos los dejaron mermados, acabaron con buena parte de la población muy enferma y aunque morir era algo muy normal, se notaban las casas vacías pues la población no crecía. Unos cuantos niños nacían, pero con el pesimismo del futuro la moral era muy baja en general. La depresión era el pan de cada día. De las ventanas de los jóvenes trabajadores, antes soñadores, sobrevivientes a la gran guerra, se reflejaban los cielos grises día con día cuando se levantaban de sus camas en sus casas de ladrillo y madera a trabajar en un nuevo día de la lucha por la supervivencia colectiva. La vida en realidad se estaba simplificando y eran muy jóvenes aún para entender que era el proceso de cambio lo deprimente, una vez acabase de girar la etapa de adaptación entenderían que todo estaba bien, solo su mentalidad y sus planes tenían que cancelarse, tenían que voltear a su alrededor y darse cuenta que ahora solo tenían que buscar alimento y reproducirse. Habían pasado unas doce semanas de la muerte de Yagami cuando entro la frecuencia de Temujin al radio de Saíto. Había sido una muerte muy llorada y aunque Yagami había entendido y perdonado a Temujin, para los refugiados seguía siendo el más terrible villano. Saíto no era buen líder, era solo buen humano, era el mejor entre los refugiados, el más sabio y el más prudente, pero era muy poco templado, se doblegaba fácilmente ante los sentimientos y le costaba dirigir hacia el camino que el sabía era el mejor para la gente. Pasó tres días con agruras, arrancándose pelos de la cabeza y suspirando con el secreto de la propuesta de Temujin hasta que decidió hablarlo con uno de los líderes rescatistas. Juntos hablaron con el resto de la gente y lo sometieron a votación, aunque no fuera lo más prudente. Las decisiones divididas provocaron un nuevo éxodo, como si no se hubiera aprendido del pasado. Unos días después de las votaciones, Saíto llamó a Temujin para pedir refugio. Las doscientas treinta y tres personas que abandonaron sus rústicos hogares entre las colinas de Daocheng eran la mitad de los que votaron a favor de hacerlo. A órdenes de Saíto aquellas personas solo llevaban algunas prendas y comida para algunos días. <Ellos lo necesitarán más que nosotros> decía Saíto tristemente. De aquel pueblo en Daocheng no volvieron a saber nunca nada, sus rostros no fueron jamás vueltos a ver, ni tampoco recordados, se perdieron en el tiempo y entre las huellas de la guerra. Pasarían décadas hasta que volvieran a ser pisadas aquellas tierras y de los vestigios encontrados, no se podría averiguar mucho. La lluvia ácida y el negro cielo ahogarían todo lo que fuera de valor para ellos. A las seis am el reloj que Temujin tenía en su muñeca comenzó a vibrar y sus sueños se interrumpieron. Suspiró y cerró los ojos con fuerza, apretó los puños y volvió a suspirar, luego a respirar profundamente y después se sentó en su cama a meditar con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. Abrió los ojos hasta que su mente estuvo en blanco y desde su reloj puso una música suave en la habitación mientras se vestía sistemáticamente. A las seis treinta y cinco subió un poco el volumen de la música y abrió la puerta de Ai, usualmente esperaba a que se despertara sola, pero en esa ocasión se sentó a su lado y la miró hasta que se levantó y se dispuso a cambiarse, Temujin la detuvo y la abrazó. Después de haber desayunado salieron Temujin y Ai del condominio caminando con decisión uno detrás del otro, rectos y firmes como soldados hasta llegar a la motocicleta en el estacionamiento. Ai se colocó el casco y también lo hizo él. Temujin llevaba un móvil en su bolsillo, el radio de Yagami ajustado al cinturón, un arma junto enfundada sobre el cinturón de su lado derecho y un cuchillo apretado en una funda a su pantorrilla izquierda. Ai llevaba una mochila en forma de caparazón de tortuga, reforzada, con llaves dentro, algunas herramientas y un arma. Arrancaron la motocicleta y condujeron toda la autopista hasta llegar al escondite del avión, que tenía algunas plantas invadiéndolo y marcas en la pintura por la lluvia ácida. Se notaba sumamente deteriorado, pero era evidente que nadie lo había encontrado y eso era lo importante. Entró al avión después de jalar el portón un buen rato. Por dentro estaba intacto, olía al momento en que lo piloteó por primera vez, seguía siendo absolutamente hermético y encendió los motores que no hicieron esfuerzo alguno para volver a funcionar. Después de ver que todo funcionaba, abrió la compuerta y se comunicó con los fletes de mudanza. Después continuó su camino hasta la ciudad de refugiados de Daocheng, donde subió de nuevo a una de sus colinas de vigilancia, desde donde vio el éxodo dirigido por Saíto y sin Yagami. < ¿Dónde está Yagami?> Saíto suspiró y respondió enojado, pues las personas cerca de él lo escucharon también; <Murió>. A Temujin también le invadió un fuerte sentimiento de culpa y angustia. Algunas horas después llegó el autobús de pasajeros hasta donde estaban ellos y cuando los vio alejarse con rumbo hacia la nave bajó, tras largo tiempo de estar sentado con Ai, viendo el cielo y apreciando lo poco que quedaba apreciable en aquel mundo tan herido en el que habitaban. Mario. Mayo 19 del 2305 Hoy hace un mes que me enteré que mi blanca está embarazada, me lo dijo la mañana que Jacob partió y me dio mucha alegría saber que había un ser dentro de ella y que llevaría nuestros genes. Es muy emocionante encargarnos de hacer crecer a este nuevo hijo del gobierno australiano. Junio 01 de 2306. Hoy volví a casa después de pasar casi un año fuera. Fui enviado a un continente lejano llamado américa. No pude escribir porque olvidé mi libreta de notas y me negué rotundamente a usar alguna otra, algunas cosas cambiaron que me tienen sumido en la más grande depresión. Blanca enfermó gravemente con el parto, el bebé murió dentro de ella y no fue posible sacarlo hasta mucho tiempo después, esto le trajo una fuerte infección que la ha mantenido en el hospital por algunos meses, ahora mismo está en su peor fase, pues ya no es posible hablar con ella o animarla. Los doctores me miran raro, dicen que los esposos y esposas no suelen pasar tanto tiempo acompañándose, siempre me sacan de la habitación a pesar de que no estorbo ni molesto en nada, de hecho, nunca están haciendo nada ahí dentro, de vez en cuando una enfermera entra y le subministra medicamentos a través de la intravenosa y como si tuviera algún problema conmigo, me manda a salir. Junio 21 de 2306 He pedido receso en el trabajo por problemas emocionales, era una recesión que aprendí por mis trabajadores que bien seguido la usan para holgazanear y el estado la acepta sin mayor represalia. Este es mi primer día, Blanca está empeorando mucho y he decidido no apartarme de su lado hasta que mejore o muera. Los doctores se compadecieron de mí y aunque me ven como a un bicho raro, me dan acceso total a su recámara, me han dicho que es peligroso para mí, dado que la infección es muy extraña, no saben por qué se originó en primer lugar y creen que podría ser contagioso. No me importa mucho enfermarme, en realidad, no me importa mucho lo que pase con mi vida después de que Blanca muera. Los doctores llevan varios días diciendo que no ven mucho el caso de tenerla conectada, pues su seguro no cubre los gastos y no tienen una cura o señal de mejora, pero mi seguro sí cubre los gastos suyos y le ha sido trasladado, por suerte soy una persona valiosa para esta ciudad. Junio 22 de 2306 He tenido muchas horas de ocio, acompañado de una profunda incertidumbre y miedo. La noche pasada la pase muy mal y no conseguí pegar el ojo pensando en la muerte de Blanca. No sé si conseguiría vivir sin ella ¿Qué razón tendrían mis días sin verla al final de las jornadas laborales? Personalmente nunca me sentí antes tentado por el suicidio y ahora mismo no lo estoy, pero si ella se va, yo solo sin amigos ni compañía más que los colegas en el trabajo ¿qué haría de mis días? Junio 24 de 2306 Blanca no presenta mejoras, pero me he acostumbrado a verla en este estado, casi me satisface el hecho de tenerla cerca, como antes su compañía me satisfizo en aquellas noches tan aburridas de ver la televisión y tomar la cena. Me he acostumbrado también a vivir en el hospital, hace poco me vi en un espejo después de tres días y noté que me veo muy deteriorado, flaco y con la piel muy amarilla. Creo que también estoy enfermando. Junio 30 de 2306 Llevo algún tiempo que comencé a realizar otras actividades, para no caer en la depresión. Por las noches acudo a las bibliotecas públicas y me traigo al hospital por la mañana algunos textos o libros para leer de temas interesantes. He investigado un poco más de las rebeliones y de la historia de los pueblos antiguos. Me he enterado de sus modos de vida, sus rutinas y esas cosas. Vivían muy diferente a la actualidad. En la biblioteca también he hecho algunos amigos, conocí a un muchacho llamado Iván, al que le dicen chukito. Un tipo regordete de aspecto un poco deteriorado que vive en las calles, como una especie de pordiosero. Es extraño porque es muy inteligente. Me senté junto a él en una de las computadoras y me alejé cuando me llegó el primer impacto de su hedor, él lo notó y se rio, pareció no importarle, no quise ser maleducado, pero no creí poder soportarlo mucho tiempo. Después el vino a mí cuando notó que tenía problema para usar la máquina. Es un tipo muy educado. En los últimos días chukito me ha enseñado a usar las computadoras y me he enterado de lo que hace. Yo le pregunto todo y él siempre responde de forma fluida y muy explícita, así lo hago hablar por horas. El tipo vive de la gente, mas no de la beneficencia pública. Hace cosas por la gente, les ayuda con cosas en sus hogares, les repara cosas, da mantenimiento y cocina y vende a gente. Intercambia favores por cosas y cosas por favores también, es todo un loco, no entiendo por qué hace todo esto, lo más loco es que siempre se le ve sonriente, a pesar de que duerme en la biblioteca y se baña de vez en cuando en un rio que le queda muy lejos de “su casa”. Me gustaría que estuviera despierta Blanca, ella adoraría saber todo esto. He decidido que te voy a mostrar todo lo que escribo Blanca, ya llevas un buen tiempo inconsciente y no sé cuánto tiempo más vas a estar así, será muy difícil ponerte al tanto de todo y compartirte las cosas como yo las veo o las siento. Te va agradar mucho chukito es un tipo sumamente agradable a pesar de su olor, como tú, de hecho, lo voy a invitar a ducharse en nuestra casa, así no tendrá que ir hasta el lago, supongo que le agradará y dudo que se ofenda, pues no se ofendió la primera vez que me alejé de él. PD; iba esperar a preguntarte si estabas de acuerdo con que lo invitara a ducharse con nosotros, pero supuse yo, no te molestaría. Julio 01 de 2306 Hoy desperté temprano, alrededor de las tres de la madrugada de un susto. Soñé que estabas conmigo y que estaban también Chukito y Jacob. Caminábamos en las grandes capitales, las que visité hace poco cuando me llevaron de viaje. Rondábamos tranquilamente la ciudad que se veía extrañamente grande y habitada. No te lo había dicho pero esa ciudad que visité era muy rara, muy verde con edificios muy altos y sumamente deshabitada, no se veía una sola persona por las enormes calles ni dentro de los enormes edificios. Alrededor de la zona que estaba en uso, donde estaban los edificios gubernamentales había más edificios y no se veía el fin de las construcciones selváticas llenas de lama y vegetación. Como si estuvieran en completo abandono. Pero la ciudad de mi sueño no estaba así estaba repleta de gente por todos lados, viejos y niños por doquier y todos se veían muy ocupados, como en nuestro pueblo. De pronto vi como en el fondo de la calle se cerraban hileras de unidades de ministros del orden con sus escudos. Toda la gente empezó a alborotarse, las madres tomaban a los niños y corrían, algunos entraban a los edificios y otros solo salían despavoridos entre las calles. En el pánico nos quedamos pasmados tu y chukito hasta que Jacob te jaló del brazo y corrimos todos juntos, despavoridos como la gente. En las calles contiguas se enfilaban más unidades del ministro de paz y después de correr un rato en círculos entramos a un enorme edificio todo de cristal muy opaco, a través del cual no se podía mirar y solo se veía el reflejo de uno. Corrimos enfilados y desbocados hacia el cristal y cuando chukito abrió la puerta un oficial del ministro con casco blanco lo recibió de frente y lo intentó derribar con la punta electrificada de uno de los enormes tubos que llevan por arma, chukito lo esquivó y otro más lo golpeó en el costado, doblándolo del dolor, otros dos oficiales lo electrocutaron y lo arrastraban al interior de las filas del ministro de orden cuando Jacob lo jaló e intentó apoderarse del cuerpo. Intentaron derribar también a Jacob, pero esquivó los golpes de los tubos en muchas ocasiones hasta que lo rodearon a él y al inconsciente chukito. Entonces ocurrió lo más extraño del mundo blanca; Jacob al verse acorralado sacó un arma corta de color plateado del interior de su pantalón y comenzó a dispararles en las cabezas derribando a varios de ellos y cubriendo el piso de roja sangre, cuando se le hubieron acabado las balas, lo derribaron y lo molieron a golpes mientras estaba inconsciente. Tu y yo mirábamos estupefactos hasta que desaparecieron entre las filas y tú me jalaste por el brazo y me gritaste. Comenzamos a correr en círculos junto con toda la manada de gente como un rebaño de estúpidos, era igual a aquella escena en los noticieros de tiempo real, pero en esta ocasión, nosotros éramos los rebeldes y no nos abalanzábamos contra las unidades, solo esperábamos hasta estar completamente encerrados. De pronto de las filas se abrían los escudos blindados y se asomaban velozmente cañoneros que disparaban enormes bolas de goma; la gente caía al instante, caían hileras del enorme recuadro de la mancha de gente que éramos en aquella calle. Estábamos en el centro y vimos a casi todo el mundo caer, cuando casi era nuestro turno de recibir los impactos vi a una mujer cubrir a su hijo con los brazos e hice los mismo contigo mientras agachaba la cabeza. De pronto sonó el temible disparo y sentí el horripilante dolor en mis costados. Tú caíste inconsciente y con la frente sangrante se te empezaba a hinchar una enorme bola morada en tu cara, miré alrededor y vi a la mujer tirada casi muerta y a su hijo corriendo intacto, al cual le dispararon todas las armas desde todas las direcciones como si fuera el más temible criminal. Cayó hecho pedazos, muerto imaginé yo. Desperté cuando las filas del ministro del orden llegaron hasta mí y me electrocutaron para subirme a una camioneta junto con toda la masa de carne que habían derribado. Desperté sudando y gritando, nadie me oyó, por suerte, volteé a mis costados agradeciendo que no fuera real, hasta que te vi acostada, con la cabeza rapada como si fueras un muchacho y recordé que no tenía tanto que agradecer. La pasé mal por la noche dando vueltas por el hospital y no pude conciliar el sueño, después de casi una hora de deambular por la calle como un loco, se me acercó un oficial del ministro del orden, sin el casco ni el escudo, pero como mi sueño había sido muy vívido y estaba tan presente aún en mi cabeza, sentí pánico unos segundos y hasta pensé en correr, pero me tranquilicé. Se me acercó para preguntarme si estaba bien, quería saber que hacía tan tarde por las calles. Se veía que desconfiaba de mí, pero cuando le platiqué de ti y le hablé de la mala noche que pasé me creyó y se ofreció a llevarme a casa. Acepté, aunque no buscaba ir a casa, solo porque tenía ganas de dormir otro rato. Durante el caminó conversamos de temas variados y me contuve para no hablar más de ti, pues no quería que notara mi tristeza, el me habló de su trabajo de su día y yo le hablé de mi trabajo al que no había ido hace ya algún tiempo. Después me habló de comida y conversamos sin parar hasta que llegamos a mi casa, era un tipo agradable, me recordó mucho a Jacob. Me dijo que el trabajaba siempre cerca del hospital, por si quería conversar con él en otro momento y acepté, me di cuenta de lo falto que estoy de atención y compañía. La pena de tu ausencia me está consumiendo. Cuando llegué a vi a Chukito a lo lejos sentado cerca de los pastizales. Sorprendido lo miré un rato, confirmando que mis ojos no me engañaran y en eso levantó la mano y me saludó. Trotó hacia mi con sus movimientos un poco torpes de regordete y me saludó con su común sonrisa y amabilidad. - ¿Qué haces aquí a estas horas chukito? Déjame pasar y te cuento Supuse < ¿por qué no?> y le abrí la puerta. Entró en seguida y me contó que le habían pedido en la biblioteca que se fuera y que no podría quedarse más allí. Quise preguntarle qué pasaba, pero antes sus ojos delataron que le apenaba pedirme el próximo favor. Él notaba también mi curiosidad por saber un poco más, pero al final cedí yo, por el cariño que le tengo. Puedes quedarte aquí el tempo que necesites amigo. - - Gracias. – Respondió él ya con un poco más de tranquilidad, casi exhalando un suspiro. ¿Quieres contarme lo que ha pasado? Claro, pero es que en realidad no lo entiendo. El viejo de la biblioteca me ha dicho que lo obligaron a echarme, no me mentía lo sé, lo vi en sus ojos, se veía muy apenado, es buen amigo mío ¿recuerdas? Sí, sí, recuerdo que te apreciaba mucho. Él de hecho me ofreció su casa, pero no quise darle problemas. ¿Quién lo ha obligado? Me dijo que un ejecutivo del ministro del orden. La respuesta me heló la piel, seguía yo sensible con ese tema y eran demasiados encuentros en un mismo rato. No quise contarle a chukito de mi sueño, se hacía tarde y me sentía un poco cansado. - Me asusta esa respuesta chukito, no había escuchado nada similar. Quiero dormir ahora, me siento muy cansado. ¿quieres comer algo? Claro ¿tú comerás? No chukito, pero sírvete con confianza, sabes que puedes sentirte como en tu casa. Después de dormir, desperté y vi a chukito reparando algunas luces en la casa <Haciendo su parte> pensé dentro de mí. Lo saludé y desayunamos juntos, después nos alistamos para ir a visitarte al hospital. Ahora ninguno de los dos trabajaba y como teníamos tiempo de sobra, decidimos ir caminando. Por el camino pregunté a chukito sobre su vida. Resulta que sí tuvo un trabajo alguna vez, de hecho, su rango era por mucho más alto que el mío. Trabajaba en el ministro de tecnología y desarrollo en el gobierno. Vivía en las ciudades mejor desarrolladas de Australia. Sídney dice que se llama. Vivía en un apartamento hermoso, según me describió. Me contó que por su trabajo debía leer mucho y aprender muchas cosas nuevas. Usualmente le llevaban hasta su oficina los libros que debía consultar, pero una de esas ocasiones cuando visitó la biblioteca de la ciudad para un libro por sí mismo y comenzó a cambiar su historia. - Quedé fascinado Walter, era una cosa impresionante, ocupaba más de cuatro bloques de la ciudad y parecía un búnker. Por dentro era impresionante, un lugar futurista casi irreal, tu y yo deberíamos de visitarlo algún día. Fui y encontré el libro que buscaba muy rápido, con la ayuda de uno de los viejos guardianes de la biblioteca. Una pena, quería quedarme todo el día ahí. Tuve que volver al trabajo, pero cuando terminó mi larga jornada, me fui directo para allá y leí casi todo el libro que me había llevado en la tarde, hasta que me quedé dormido. A la mañana siguiente me fui directo al trabajo y cuando salí estuve tentado a ir directo a la biblioteca otra vez, pero debía tomar un baño. Fui para mi casa y mi mujer estaba enojadísima, nunca habíamos tenido una muy buena relación, pero nos solíamos tolerar. Esa noche no fue así ella se quejaba y me maldecía por no haber estado presente y yo que lo único que quería era salirme la dejé hablando sola y me fui a la biblioteca donde pasé aquella noche. Las semanas siguientes fueron más o menos iguales, yo pasaba dos o tres noches en la biblioteca y los fines de semana casi todo el día. Ella se enojaba y hasta me acompañaba varias veces, pero no estaba contenta. En su inconformidad, pidió nuestra separación al estado y después de que evaluaron nuestra situación nos la otorgaron sin ninguna traba. Después de esto nos mantuvieron en la lista de enlace de parejas durante algunos meses; infernales meses en los que no podíamos ni voltearnos a ver en la casa sin pelear, y yo pasaba casi todas las noches en la biblioteca, donde hice varios muy buenos amigos. La separación llegó y me emparejaron con una chica muy linda, delgada y de cara sumamente tierna, muy joven también, debía tener unos dieciocho años y trabajaba en las bodegas de alimentos. Me dieron seis semanas libres en el trabajo para que me adaptara a la nueva vida con Hanna, tiempo que utilicé para tratar de meterla a mi mundo, la llevaba a la biblioteca y le leía libros interesantísimos que yo adoraba. Ella era muy dócil y cooperaba. Comenzamos a llevarnos muy bien y después de las seis semanas pensé que habíamos hecho buena conexión. Iba por ella a su trabajo en el coche y salíamos por las noches a ver el atardecer en el mar y esas cosas de enamorados. Una tarde me llegó una notificación al apartamento por parte del estado, del departamento de la familia. Cuando comencé a leerlo pensé que se trataba del divorcio que tuve con Sylvia, pero me llevé la sorpresa de que Hanna había pedido un re - emparejamiento e indicaba que no creía que las cosas funcionaran conmigo. Me llevé una fuerte decepción porque me gustaba mucho, aunque entendí que quizá no era su mundo. Ella se fue sin despedirse un día antes de que me llegara la notificación. Muy inmaduro de su parte, comprendí que era aún una niña y no me molesté. Esto me dio otras cuantas semanas libres de trabajo y una nueva pareja, con quién tampoco funcionó. Después de un largo receso y varias parejas consecutivas en poco tiempo, volví al trabajo. Estaba casado nuevamente, pero no tenía nada con ella, se embarazó de mi quinto hijo casi desde el primer que nos conocimos, el estado estaba feliz y a nosotros nos bastó. No nos interesábamos el uno por el otro y aunque conversábamos seguido, no éramos más que compañeros de cuarto en el enorme apartamento. Ella era una mujer hermosísima. Con un cuerpo increíblemente bien formado, las caderas anchas y el culo enorme, los pechos grandes, las piernas torneadas y una cintura pequeña con el vientre plano. No era para nada gorda a pesar de su escultural figura. Su rostro era bello también, es, debe ser, supongo debe andar por ahí fornicando con maridos ajenos todavía. Era super sexual, fornicaba conmigo cada que podía y en cuanto salió del embarazo me preguntó si me molestaba que se acostara con otros hombres. Le dije que no habría problema, pero le pregunté por qué no pedía un re – emparejamiento. Me respondió que le gustaba estar conmigo, que era muy callado, sereno y hasta divertido. Que era inteligente y muy comprensivo, me endulzó con muchas bonitas palabras de mí y al final dijo las palabras mágicas que para mí describieron todo. <Me gusta mucho este estilo de vida ¿sabes? El apartamento, todo.> Fue un valde de agua, pero me abrió un mundo de posibilidades en la mente. <Me gusta tu honestidad> Le dije yo. <Puedes traer a quien quieras y yo también lo haré, pero tú eres mía.> Comprendió lo que quise decir y con una mirada pícara aceptó. El tiempo posterior a eso fue increíble, una relación totalmente satisfactoria, me volví adicto al sexo con ella y con más mujeres, pero especialmente con ella. Me encantaba fornicar con ella, todo el tiempo y en cualquier lugar, de un montón de formas era una prodigio de la pasión. Buscaba mujeres también en la calle y me di cuenta que era muy fácil convencer a otras mujeres de envolverse sexualmente con uno. Fueran casadas o no. El departamento de la familia me comenzó a parecer muy estúpido. En nuestro apartamento había siempre mujeres nuevas muy lindas y hombres que ella llevaba, organizábamos orgías y cierta vez me encontré con Hanna, que asistió a una pequeña fiesta que hice en el apartamento. La convencí de venir conmigo a la cama, aunque estaba ahí su marido y la forniqué con despecho, casi con odio, ella en gran parte había ocasionado toda aquella vida. La tomé como a los perros y continué después que terminé y aún después de que me pidió que parara, hasta puso algo de resistencia, pero solo pare cuando no pude más, cuando no tuve más aliento para seguir. Ella salió rápido del cuarto aún semi desnuda y se veía que estaba molesta, me hubiera ocasionado problemas, pero afuera todos fornicaban con todos de mil maneras e hicieron caso omiso a su disgusto. Me quedé dormido antes que todos y la volví a fornicar unas horas después mientras todos dormían ella estaba borracha y también dormida e hice con su cuerpo como si fuera de plástico. Era pura venganza. Imagino que debe haber otro hijo mío con ella en Australia actualmente. Trabajé arduamente durante todo ese tiempo de degenerado. Cumplí mis deberes excepcionalmente. Después Valentina se embarazó de nuevo y como era normal su cuerpo se salió un poco de sus límites, un poco más esta vez. Hicimos muy pocas veces el amor en ese tiempo y ella dejó de llevar hombres al apartamento. Yo también dejé de llevar mujeres y hubo un receso largo. Después comenzamos a enojarnos y llevarnos mal. Cuando tuvo al niño recupero su cuerpo, pero ya estábamos cansados el uno del otro, ella seguía llevando hombres, pero se veía que se estaba desgastando mucho en aquella vida y cada vez me parecía menos atractiva. Sin un objetivo claro comencé a bajar mi rendimiento en el trabajo al grado de querer dejarlo. Iba en busca de libros a la biblioteca y me quedaba ahí el día entero. Buscaba la manera de zafarme. Hasta que decidí dejar de trabajar, casi un año después, me rogaron para que no lo hiciera, pero no pudieron convencerme. Ya no quería nada de lo que tenía. Estaba aprendiendo tantas cosas Walter, tantas y tantas historias de lo que el mundo fue y de lo que el mundo estaba siendo que me sentía enfadado con mi propio estilo de vida. Seis meses después de que renuncié ya me habían quitado hasta la última de mis cosas y para cuando me pidieron el desalojo de mi apartamento, Valentina ya se había ido un mes antes. A seguir con su vida de fornicación que la tenía cada vez más fea. Me sentí convencido hasta ese momento, cuando ya no tenía techo donde dormir, comencé a preocuparme por las decisiones que estaba tomando por culpa de - - cuentos estúpidos y fantasías que leía de libros antiguos. Mientras leía un libro llamado Robinson Crusoe, sin poder concentrarme, estaba en la biblioteca, sentado, inseguro, aborreciendo mi situación, enojado con todo, con Valentina, con Hanna, con Sylvia, conmigo mismo y hasta con la nación. Me sentía desolado, desprotegido, nervioso. En ese momento, Raimundo, el viejo bibliotecario se sentó a mi lado y me preguntó; ¿A dónde viajas Iván? – No supe que responderle, me quedé callado un rato y notó que algo no estaba bien. Cambió su semblante y ya mucho más preocupado me preguntó; ¿Pasó algo? – Suspiré y le dije; No tengo casa Ray. – Extrañado y confundido reparó un poco. ¿Por qué? – preguntó, pero después de algunos segundos de mi silencio pareció comprenderlo. Los bibliotecarios son viejos muy listos. Bueno, creo que entiendo. – Fue cuando me dijo que tenía un amigo que era el encargado general de la biblioteca que tú conoces, Morgan es su nombre. Me mudé y traté de seguir mi vida de desempleado que tú ya conoces. Llegamos al hospital y chukito se quedó esperando afuera mientras yo conversaba contigo y leía un libro al lado tuyo. Agosto 18 de 2306 Hoy mientras leía tomaste mi mano y noté que tenías los ojos un poco abiertos. Me exalté y te hablé por unos minutos, te llamé por tu nombre y mientras te desvanecías sonriendo casi rompí en llanto, pero llamé a las enfermeras. Me sacaron de tu habitación y me dijeron que volviste a dormir, pero que era una excelente señal, que ya habías salido del coma. Me dio mucha alegría pensar que lo primero que viste fue a mí, acompañándote en todo momento. De haber estado en tu lugar, habría sido el despertar más dulce del mundo Agosto 19 de 2306 He estado en el hospital más de veinte horas, esperando a que vuelvas a despertar y aunque puedo esperar mucho más, los doctores me dijeron que usualmente despertaban muy cansados del coma los pacientes y pasaban hasta treinta horas dormidos, por lo que decidí volver a casa a tomar un baño, arreglarme y comprarte algo. Cuando volví, te encontré despierta y te pregunté si recordabas que habías despertado unas horas antes. Me respondiste asintiendo con la cabeza, te veías aún muy cansada pero sumamente alegre conmigo y con las flores que te traje. Estuve un rato platicándote un sinfín de cosas y tú estuviste en silencio escuchando y yo veía como tus ojos se abrían cada vez más y cada vez más llenos de energía. - ¿y tú qué has hecho? – Te pregunté, pues imaginé que tu mente había estado ocupada. Tuve un largo y confuso sueño, super extraño. – Me dijiste ¿Estuve presente? De principio a fin. Me alegré y estuvimos un rato ahí hasta que las enfermeras me sacaron para dejarte descansar. A la semana después de esto te dieron de alta y chukito y yo te cuidamos por una semana hasta que aprendiste a caminar nuevamente. Después te presenté todo lo que había escrito. Pasaron algunas semanas antes de que volvieras a trabajar, en ese tiempo hicimos muchas y muy variadas cosas con chukito, que conocía hermosos lugares en la ciudad. Adoptaste mis hobbies, aunque escribir no es algo que te salga tan natural como a mí. Septiembre 02 de 2306 Volver al trabajo ha sido difícil, aunque volví lleno de energía, ahora espero con más ansias la hora de volver a casa y verte otra vez, pasar un rato contigo y hacer las cosas que solíamos hacer en aquellas aburridas noches. La gente aquí ha estado más amable conmigo, supongo que brillé en mi ausencia. Septiembre 05 de 2306 Hoy se desató otra rebelión en el país, esta vez en la capital, los obreros dejaron de hacer lo que hacían por ver la transmisión en vivo, yo lo permití porque también la observaba y con un ansia renovada. Todo empezó por un oficinista del ministro de la familia. Se sabe que sacó un arma de su escritorio y amenazó a su jefe. Junto con él se pusieron de pie otros seis hombres y cuando salieron del edificio eran más de veinte. Comenzaron a correr por las calles mientras de los edificios salían más y más hombres, unos armados con armas blancas otros con fusiles y algunos otros desarmados. Comenzaron a correr por las calles y a robar automóviles cuando las líneas blancas comenzaron a cerrar calles. Los rebeldes apuntaban, pero no disparaban, después las líneas comenzaron a cerrar perímetros con sus escudos y los rebeldes soltaron las armas, casi todos ellos, menos unos cuantos que estaban más cerca de las líneas emblanquecidas. Uno de ellos llevaba una escopeta y subió a un automóvil para acertar un disparo evitando los escudos blindados y lo consiguió. Uno de los oficiales perdió la mitad del cráneo con el tiro y el hombre no paró hasta que recibió una pelota de goma en los dientes y cayó de cara sobre el pavimento. Después se perdió entre las filas blancas mientras lo molían a macanazos. Para este momento había comenzado una masacre. Las filas blancas de ese lado estaban manchadas de rojo y recibían palazos y balas desde todos lados, la mayoría hacia los escudos, pero algunos cuantos lograban trepar en algún auto o evitar unas cuantas bolas de goma y tenían el ángulo correcto para asestar algún palo afilado como jabalina, alguna piedra, algún objeto metálico o algún disparo a los oficiales de blanco. Las líneas de oficiales por su parte, disparaban al unísono, derribando todo lo que estuviera al alcance, rebeldes, cristales e inocentes, caían irremediablemente abatidos y las filas blancas se recorrían. La mancha de gente corría por doquier y se veía como mucha gente huía hasta que las filas se fueron cerrando por completo y dejaron de haber huecos entre las calles. Se comenzaba a parecer mucho a mi sueño, pero aquí, si se era completamente imparcial, había villanos en ambas partes. Después de varios disparos barredores, de muchísima gente derribada con contusiones impresionantes y regados como muñecos de trapo por el suelo, después de muchas manchas rojas entre los oficiales, los rebeldes se dispersaron entre los edificios, muchos inocentes también lo hicieron, pero la gran mayoría de ellos, se quedaron hincados en el suelo con las manos en el aire o tirados hechos bolita en el suelo, desarmados, rindiéndose, muchos rebeldes también lo hicieron. Los oficiales derribaron a los rendidos con las macanas electrificadas, a algunos de un golpe fulminante en las costillas a otros solo les acercaban la macana y se retorcían hasta quedar inconscientes. Uno se pone a pensar en ese momento que ellos eran capaces de reconocer a los rebeldes rendidos, entre los inocentes rendidos, pues la brutalidad era a veces muy evidente cuando los oficiales se abalanzaban con todo su cuerpo sosteniendo la macana como bate de beisbol e impactaban las cabezas, las costillas o los cuellos de quienes tenían enfrente. Yo por mi parte, después del sueño que tuve era por lo menos imparcial y aquellos actos me resultaban aterradores. Me imaginaba a mí mismo recibiendo aquellos batazos, imaginaba a Blanca siendo acertada en la cabeza con las bolas enormes de goma, que no mataban, pero debían dejarte una huella imborrable en el cuerpo y la mente. Los oficiales comenzaron a subir en los edificios y se volvió una cacería de brujas mucho más tenebrosa. Subían en escuadrones de tres y entraban entre las bien iluminadas oficinas o apartamentos. Iban sin escudos, con sus cascos y sus chalecos antibalas que les salvaban de los proyectiles comunes, pero no del calibre de las escopetas que les volaban los pedazos de cráneo y plástico de los cascos por los aires como una misma cosa. De afuera del edificio solo se veían cristales romperse y uno que otro rebelde caer. Unos que caían por impactos de bolas de goma y otros cuantos que se aventaban solos buscando la muerte instantánea. Yo me preguntaba, a qué temían más que a la muerte, pero después recordaba que igual la tasa de suicidios era altísima. Si se suicidaban siendo perseguidos por sus propios pensamientos, cuanto más siendo perseguidos por el ministro del orden. Fue la rebelión más salvaje que hubiera visto, era como una guerra civil. Murió muchísima gente y estoy seguro de que hubo muchísimas personas comunes que fueron baleadas o golpeadas e incluso muertas por haber estado en el momento y lugar incorrecto. Sentí un miedo profundo, sentí que podría haber sido yo. Cuando llegué a mi casa hablé toda la noche de eso con Blanca y chukito que también estuvo ahí un rato, me escuchaba y discutía conmigo.