Alejandra Susana Aguilar Navarro La comunidad silente De sordos hablantes, semilingües y señantes Desde hace muchos años, nos han enseñado y se ha transmitido que las personas “diferentes” necesitan de asistencia, de rehabilitación, terapias, con el fin de poder acercarse a la “normalidad”. Sin embargo, cada persona en el mundo es diferente a la otra, y es en este punto en donde se comienza a cuestionar todo lo que sabemos de las personas con discapacidad. Hablando más en específico, los sordos son personas en las que su oído está comprometido de una u otra manera. Boris Fridman menciona que las personas que nacen o se hacen sordas son diferentes. Y que hay diferentes orígenes para su sordera, tal vez fue el resultado de una infección viral, o de índole genético. Pero debemos tener claro que esas personas sólo carecen del oído, sin embargo, ésta diferencia no es tan relevante para la identidad social y lingüística del sujeto, y es justamente por eso que no hay que tratar a la sordera como una enfermedad, como se había estado manejando. En el texto De sordos hablantes, semilingües y señantes, Fridman nos da un panorama de cada etapa de vida de un sordo, desde la infancia hasta la adultez (Son etapas de identidad lingüística): 1.- Infancia: desde el nacimiento hasta los 5 años, el niño domina las estructuras básicas de su primera lengua, establece diálogos naturales con otros hablantes o señantes . Es un periodo crítico de la adquisición del lenguaje, en el que si el niño no es estimulado se le dificultará el desarrollo cognitivo y la adquisición de un lenguaje natural. Es en este momento cuando se le debe enseñar al niño la lengua de señas. 2.-Niñez: desde los 6 hasta los 11 años, aquí consolidan y enriquecen los entornos lingüísticos a su disposición. Si se les expone suficientemente a nuevos idiomas, pueden adquirirlos como segundas lenguas. Alejandra Susana Aguilar Navarro 3.- Adolescencia: el sujeto posee una movilidad social potencialmente, parte de una identidad sociocultural preestablecida, domina plenamente una lengua. 4.- Adultez: se caracteriza por la disminución de su flexibilidad identitaria, en todas sus modalidades. Algunos conservan su flexibilidad cognoscitiva, su movilidad social y actitud lingüística permanecen enraizados en una red social, Posteriormente nos menciona las identidades que toman los sordos: Sordo hablante: Es toda aquella persona que asume una lengua oral como su primera lengua sin observar ni cómo ni cuándo quedó sorda. Su dialogo no es natural, pero sí lo puede mantener, así como su vida, e identidad sociocultural. Sordo semilingüe: Es toda aquella persona que no ha desarrollado a plenitud ninguna lengua, debido a que quedó sordo antes de consolidar una primera lengua oral y a que tampoco ha tenido acceso a una lengua de señas. El sordo señante: Es toda aquella persona cuya forma prioritaria de comunicación e identidad social se define en torno a la cultura, a una comunidad de sordos y su lengua de señas. Cada una de las identidades, Fridman nos va dando una descripción detallada de cómo son las etapas desde la niñez hasta la adultez, y cómo se miran los sordos en cada una de ellas. Es interesante observar cómo va cambiando su concepción en las etapas y entre identidades. Sin embargo, a pesar de todas estas diferencias, es importante señalar que dentro de la sociedad debemos ser capaces de ver la otredad como algo normal, porque todos somos diferentes. El otro es tan importante como yo, el otro tiene tantas capacidades como yo. Es por eso que como sociedad nos toca mover y romper esquemas para que se logre una inclusión total de todos.