Interpretación de los contratos en el derecho argentino. El problema en la escritura. Tempestti, Ricardo Martín. 1) Introducción. El hombre es un ser social por naturaleza, en cuanto necesita de otros hombres para su subsistencia, y así alcanzar sus fines generales, particulares, intermedios o finales y satisfacer sus necesidades (como la de los suyos) sean éstas materiales, intelectuales o espirituales. En consecuencia, es que el hombre procura obtener aquello que se le presenta como necesario o considera conveniente para sí y lo hace mediante manifestaciones de su voluntad y, en la medida en que ese acto voluntario1, munido de ciertos elementos subjetivos y objetivos, se une a la de otra u otras personas, se estará ante un contrato, es decir, un acuerdo entre dos o más partes. Ahora bien, establecido un vínculo contractual, hay que considerar que durante su vigencia pueden ocurrir, entre otros, alguno de los siguientes sucesos: (i) Transcurrir sin inconvenientes y que, cumplido el plazo, condición, objeto o fin por el que se celebró, se extinga; (ii) Estando vigente, se susciten uno o varios inconvenientes (v.gr.: incumplimientos) respecto de las obligaciones y/o derechos que a cada una de las partes del contrato le corresponden; (iii) Habiendo concluido el contrato en los términos del apartado “i”, surjan inconvenientes posteriores a su extinción (situación denominada “ultraactividad de los contratos”, v.gr.: violación de la confidencialidad luego de extinto el contrato), y; (iv) Que en cualquiera de los supuestos antes ejemplificados, cualquiera de las partes del contrato, tenga conflictos con terceros que incidan en ese vínculo contractual. 1 Jurídicamente, el contrato, se presentan como una especie del acto jurídico, instrumento por cuyo intermedio se concreta la voluntad del hombre en la realidad del derecho. Frente a ese estado de situación, corresponde advertir que, aunque no exclusivamente,2 en las situaciones “ii”, “iii” y “iv”, tiene vital importancia el asunto de la interpretación. Esto, ya que es “frecuente que se susciten divergencias entre las partes y respecto de terceros acerca los alcances del contrato, y donde, fracasados los intentos conciliadores de los interesados, en última instancia deben ser zanjadas por un juez.3-4 2) Situación en el sistema jurídico vigente. Como el lector conoce, en agosto de 2015, entró en vigor en la República Argentina un nuevo Código Civil y Comercial (“CCyC”), el cual ha introducido modificaciones en materia contractual. Precisamente, siendo que el contrato es el acto jurídico (bilateral) normal y habitual por el que las personas se vinculan a otras, expondré las principales cuestiones que en materia de interpretación a recogido el legislador y plasmado en el CCyC. Lo primero que debo decir es que al margen de los criterios generales diseminados por el todo el CCyC5, se ha introducido una Parte General (“Título II – Los contratos en general” – Artículos 957 a 1091), en la que se analizan, entre otras cuestiones, las vinculadas a la interpretación de los contratos conexos y los celebrados por adhesión a cláusulas generales. Además, se regulan los contratos de consumo (“Título III - Los E En el supuesto n° i, también surgen conflictos interpretativos vinculados a los términos empleados en un contrato. Por citar un ejemplo: ¿qué significa la expresión de estilo “en perfecto estado de conservación” empleada en los contratos de locación de inmuebles? ¿Cómo interpretarla al tener que restituir un inmueble? ¿Implica que el inmueble alquilado por el locatario no tiene ningún tipo de defecto o imperfección, en todos los casos? Hago esta aclaración ya que, primero, la expresión enunciada por lo general está contenida en todos estos contratos y, segundo, no todos los inmuebles se encuentran en un “perfecto” estado de conservación, en el significado literal de la palabra. En este último caso, al momento de restituirse la propiedad, el estado de devolución debe ser en “perfecto estado” o “en el mismo estado en que se encontraba al recibírselo”. Por insignificante que parezca, situaciones como estas, por un erróneo o mal uso de palabras suelen presentarse en torno a la interpretación de cláusulas contractuales. 3 La interpretación no es labor exclusiva de los jueces o árbitros, sino que, las partes son quienes primeramente ejercen esta actividad intelectual. 4 MOISSET DE ESPANÉS, Luis – MOISÁ, Benjamín, “La interpretación de los contratos en la República Argentina”, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, en http://www.acaderc.org.ar/doctrina/articulos/la-interpretacion-de-los-contratos-en-la-republica (disponible en Internet el 14-IV-2019). 5 V.gr. Art. 9 ( CCyC) Buena Fe. contratos de consumo – Artículos 1092 a 1122). En ese plexo de normas, se encuentran las principales reglas de interpretación contractual, las que sintetizo en el siguiente cuadro6: Regla de interpretación de contratos Artículo del CCyC Buena fe 961 Contratos celebrados por adhesión 987 Contratos paritarios 1061 Contratos conexos 1073 - 1074 Contratos de consumo 1094 -1095 Contratos innominados 970 Intención común (buena fe) 1061 Significado de las palabras 1063 Regla de subsidiariedad 1062 y 1065 Intención contextual 1064 Principio de conservación 1066 Principio de confianza y finalidad del contrato 1067 Principio favor debitoris y equidad 1068 Resulta útil advertir que, independientemente del estudio que de todas esas reglas quisiera hacer el lector, a continuación, analizaré los problemas (y posibles soluciones) referidos a la escritura de los contratos y, por ello, al principio de la interpretación mediante el significado de las palabras empleadas, es decir, la interpretación literal. 6 Fuentes consultadas para la elaboración del cuadro: “Código Civil y Comercial de la Nación Argentina”, en http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-239999/235975/norma.htm (disponible en Internet el 14-IV-2019); LORENZETTI, Ricardo Luis, “La interpretación de los contratos”, Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Contratos (2015 – febrero), 25/02/2015, 191, Cita online AR/DOC/237/2015; ALEGRÍA, Héctor, “La interpretación de los contratos en el Derecho Argentino”, LA LEY2005-E, 952; CAMAÑO, Carlos, “Interpretación de la norma jurídica contractual de acuerdo al Código Civil y Comercial de la Nación”, ADLA2017-3, 103, Cita online AR/DOC/560/2017. 3) El problema en la escritura en los contratos y su interpretación. Hemos dicho que el hombre es un ser social que se vincula mediante su voluntad, y en la medida en que ese acto de voluntad se une con el de sus semejantes, emergen vínculos contractuales. Esa voluntad se puede exteriorizar por signos, actos o el lenguaje. Es aquí donde tiene su raíz el problema que se analiza, ya que, como es lógico que suceda, en un gran porcentaje de contratos, la manifestación de la voluntad se efectúa mediante las palabras en cuanto principal medio de comunicación y, dentro de este porcentaje, por seguridad jurídica, una gran cantidad se celebra por escrito.7 En esas circunstancias, refiriéndonos a contratos escritos concluidos mediante el lenguaje, las personas determinan las reglas que van a regir la vida de los contratos que celebren. Pero que se prevean mediante las palabras y por escrito los términos de un contrato, no siempre implica claridad de lo allí expresado, pues pueden existir defectos en la manifestación o puede que no se hayan empleado los términos más apropiados ni con la disposición más conveniente. 3.1) El quid del problema. Primero: ¿Qué es una palabra? Según la Real Academia Española8 es unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura, es decir, una palabra (escrita o no), no es sino un sistema de símbolos, con un significado limitado (no siempre unívoco), que dispuestas en un orden determinado, sirven para exteriorizar lo que uno quiere y no quiere, es decir, una idea. Segundo: Corresponde decir que esa unidad lingüística pertenece a un sistema, y ese sistema es la lengua, es decir el vocabulario y gramática propios y característicos de una época, de un escritor o de un grupo social.9 7 En otros casos la forma escrita es requisito indispensable para su validez (forma ad solemnitatem) y en otros la forma es requerida a los fines probatorios (forma ad probationem). 8 9 Ver en https://dle.rae.es/?id=RUl938s (consultado en Internet el 14-IV-2019) Ver en https://dle.rae.es/?id=N77BOIl (consultado en Internet el 14-IV-2019) 3.1.a) Los problemas más comunes en la interpretación de las palabras. De esta forma, comprendiendo los distintos factores y componentes que se deducen de lo expresado, podemos imaginar algunos de los problemas del lenguaje: existencia de palabras con diferentes significados (polifacéticas), existencia de dialectos, diferentes usos de una misma palabra en diferentes contextos (v.gr.: lenguaje electrónico, profesional10), existencia de distintos idiomas (piénsese en contratos internacionales) y por ello de diferentes lenguas, entre otros. Asimismo, en muchas ocasiones las palabras empleadas no son dispuestas en el orden sintáctico correcto y otras veces, cuando los abogados redactamos las cláusulas de un contrato, introducimos un vocabulario jurídico diferente del lenguaje natural11 y, hecho esto, se suelen introducir conceptos jurídicos indeterminados, es decir, nociones que no tienen una definición precisa en el sistema jurídico. En este marco, pueden aparecer problemas en la interpretación de las cláusulas de un contrato, ya sea por ambigüedad, vaguedad o por la misma la textura abierta del lenguaje12, que son inconvenientes que comúnmente afectan al lenguaje empleado en la redacción de cláusulas contractuales. Veamos: (i) Ambigüedad: cuando a una palabra, independientemente considerada o, en el contexto de las restantes cláusulas de un contrato, es posible otorgarle más de un significado. Ante esta situación, el intérprete deberá elegir entre alguno de los significados posibles. A modo de ejemplo puede notarse este inconveniente en la generalizada expresión contractual “como seña y a cuenta de 10 LORENZETTI, Ricardo Luis, “La interpretación de los contratos”. 11 Una gran parte de las pertenece al lenguaje común y, por lo tanto, comparten el sentido que tienen en este marco. Otro conjunto de palabras son específicas y exclusivas del lenguaje técnico y, por lo tanto, su significado depende estrictamente del que le atribuyen los juristas. Véase en SOLIGO SCHULER, Nicolás Agustín, “Los principios técnicos de redacción contractual” - Doctrina, Revista del Notariado, N° 873, Año 2003, Argentina, pp. 33 – 56. LELL, Helga María, “Las palabras de la ley y la interpretación normativa. El clásico problema del derecho y el lenguaje”, Instituto de Cultura Jurídica y Maestría en Sociología Jurídica, Derecho y Ciencias 12 Sociales. Octubre 2017. Nº 17. pp 164-184 ISNN 1852-2971. https://revistas.unlp.edu.ar/dcs/article/download/4055/3857/ (disponible en Internet el 14-IV-2019) precio”, cuya utilización debe evitarse13; (ii) Vaguedad: cuando hay falta de claridad sobre un concepto, de modo que se puede no determinar la extensión del campo semántico. Ejemplo de ello es la expresión: “formato adecuado” ¿Qué implica? ¿Cómo sé que la entrega o cumplimiento de una obligación es por una forma u otra, si por ambas, lícita y razonablemente, cumplo el cometido?; (iii)Textura abierta del lenguaje: cuando, por el transcurso del tiempo, los términos han adquirido nuevos significados. Por lo general, se vincula con el lenguaje electrónico. Ejemplos de ello son términos como correo, navegar, mensaje, los que estando insertos en un contrato pueden plantear inconvenientes (v.gr. piénsese en una cláusula donde se estipule el sistema de notificaciones y se emplee el vocablo “mensaje” o “correo”, sin más reservas). 3.1.b) ¿Qué dice nuestra normativa sobre la interpretación de las palabras en los contratos? ¿Cómo deben ser interpretadas? El CCyC dispone (Art. 1063). "Significado de las palabras. Las palabras empleadas en el contrato deben entenderse en el sentido que les da el uso general, excepto que tengan un significado específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de los usos y prácticas del lugar de celebración conforme con los criterios dispuestos para la integración del contrato.”14 La norma es clara. Pero lo que no siempre se tiene en claro son la semántica y la sintaxis del lenguaje, según sea técnico o vulgar. Sobre el punto, comparto el criterio de que las palabras en un contrato deben emplearse de acuerdo con el significado correcto (aspecto semántico) y combinarse según las reglas de nuestra lengua (aspecto sintáctico). La jurisprudencia ha atribuido una función sucesiva a esta singular cláusula, que consiste en entenderla como seña o señal en una primera etapa y, en una segunda, como principio de cumplimiento. Véase, 13 SPOTA, Alberto G., Instituciones de Derecho Civil. Contratos, Volumen IV, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1975, p. 65. 14 Se aplican iguales reglas a las conductas, signos y expresiones no verbales con los que el consentimiento puede manifestarse. En lo referente al semántico, dado que existe una semántica específica, los términos jurídicos deben ser utilizados de acuerdo con el significado legal, o el brindado por la doctrina o la costumbre jurídica. Al contrario, los términos vulgares deben incorporarse con la acepción que responde al uso social del vocablo y no según con el significado enciclopédico de ésta.15-16 Respecto del aspecto sintáctico17, debe decirse que no existe una sintaxis especial que pueda modificar la semántica propia de un vocablo propiamente jurídico. 4) Soluciones Finalmente, corresponde considerar aquellas técnicas que pueden emplearse para evitar los inconvenientes que, sobre el lenguaje y el significado de las palabras en un contrato, hemos descripto: _ Claridad y especificidad de vocablos: se deben emplear términos claros y: (i) si se tratan de términos propios de la ciencia jurídica, los mismos deben emplearse con su significado específico; (ii) tratándose de términos vulgares o de lenguaje natural, los mismos deben emplearse en la acepción que responde al uso social de la palabra. Si así no fuera, debería definirse expresamente el término que, de otra manera, pudiera resultar controvertido.18 _Nómina de definiciones: esto es un glosario de palabras, en las que se les asigne el significado querido por las partes. Ello facilita la interpretación del instrumento, que tiene lugar con posterioridad a su nacimiento y permite desentrañar el auténtico significado de la voluntad declarada por las partes. _Empleo de recursos tipográficos (mayúsculas, subrayado, comillas). 15 SOLIGO SCHULER, Nicolás Agustín, “Los principios técnicos…” p. 46 Ello debido a que el aspecto semántico es común a las dos, pero con la diferencia de que la ciencia jurídica cuenta con una semántica propia. 16 17 Referido a la construcción y disposición de las palabras en una oración 18 SOLIGO SCHULER, Nicolás Agustín, “Los principios técnicos…” p. 46 _Inclusión de considerandos: aquí las partes pueden expresar las circunstancias que han llevado a la celebración del acuerdo. _Títulos: para cada una de las cláusulas de un contrato (v.gr: “Forma de pago”, “Plazo”, “Objeto”, “Precio”). _Supresión del exceso de palabras: esencialmente de las palabras innecesarias o excesivas, que no brindan sentido al contrato. _Orden: en cada oración y en todo el contrato, las palabras y cláusulas que las contengan deben distribuirse de modo lógico y coherente, para que el intérprete comprenda el contenido y sentido querido por las partes. 5) Conclusión La interpretación no es labor exclusiva de los jueces o árbitros, sino que las partes son quienes primeramente ejercen esta actividad intelectual. Siendo así, habiéndose estudiado que una de las reglas de interpretación contractual es la literal, es importante que las partes y abogados que tomen intervención en la redacción de contratos, presten vital interés, en la forma, disposición, uso y pertenencia (jurídica o vulgar) de cada una de las palabras empleadas. Es decir, las reglas de interpretación deben ser observadas al momento de la celebración de un contrato y no solo cuando surgen conflictos. De allí deriva la importancia del asunto, puesto que la interpretación contractual, y en nuestro caso la literal, no es un mecanismo intelectual que sólo se presenta cuando surgen problemas tales como la vaguedad o ambigüedad de las palabras. En todo caso, ante esas situaciones es donde se hace más evidente. Pero es al momento de la redacción y elaboración de un contrato, donde debe prestarse especial consideración a los términos y orden utilizados, empleándose aquellas técnicas que resulten útiles para evacuar futuras dudas interpretativas entre las partes y, no siendo superadas por éstas, puedan facilitar la tarea del intérprete ante los conflictos suscitados.