Fernando De la Rúa: el ocaso más solitario Al cierre de última edición de NOTICIAS seguía internado en estado crítico. Sus afecciones cardíacas y el olvido al que lo condenó su partido. COMPARTE ESTO: Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva) Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Haz clic para compartir en Google+ (Se abre en una ventana nueva) Por Carlos Claá Ver Galería Foto: José Tolomei No hubo banderas radicales ni militantes esperando noticias afuera del Hospital Universitario Austral. No hubo mensajes en las redes sociales de políticos; ni propios ni extraños. Al ex presidente Fernando De la Rúa, internado desde el martes 1 en grave estado, lo acompañó su mujer y sus hijos: el círculo más íntimo. El único que conservó con el paso de los años. De la Rúa había celebrado año nuevo en su quinta de Villa Rosa con su mujer Inés Pertiné, sus hijos Agustina y Juan, sus nietos y pocos familiares más. Pero en la madrugada del 1 de enero, el hombre de 81 años se descompensó: en pocos minutos recorrieron los siete kilómetros que separan su lugar de descanso de la clínica del partido de Pilar para que fuera internado. Sus hijos Fernando y Antonio estaban afuera del país y debieron volver de urgencia cuando se enteraron del delicado estado de salud de su padre. Del aeropuerto fueron al hospital con las valijas a cuestas para verlo. “Teniendo en cuenta sus antecedentes médicos, se puede decir que a fin de año estaba bien”, revela a NOTICIAS un familiar que lo acompañó en Navidad, aunque se fue antes de Año Nuevo. “Al ingresar presentó un cuadro de infección respiratoria que agravó dolencias cardiovasculares previas. Se inició tratamiento antibiótico y se le realizó una angioplastía coronaria para asistir al corazón”, explicaron en un parte médico desde el Austral, al cierre de esta edición. El ex presidente acumulaba antecedentes coronarios: en junio del 2001, pocos meses antes de la debacle de su gobierno, había sido intervenido quirúrgicamente por la misma dolencia. “En aquel momento, por una sobreactuación política, apenas se quedó un día internado. Menos de lo recomendable”, recuerda para NOTICIAS el periodista y médico Nelson Castro. En diciembre de ese año, cuando apenas había llegado a la mitad de su mandato, la crisis política y económica lo expulsó del sillón de Rivadavia. Accedió a la terraza de la Casa Rosada, subió al helicóptero y dejó allí una parte de su vida. Última imagen. A De la Rúa lo fotografiaron en la gala del G20 en el Teatro Colón, con Carlos Menem y Zulemita. El 1 de enero lo internaron en el hospital Austral. Exilio. La presidencia de De la Rúa es, para muchos políticos, la mancha negra de la democracia. Ni siquiera la Unión Cívica Radical pretende recordarlo, a pesar de que es el único ex mandatario vivo que pertenece al centenario partido. No hay fotos suyas en los despachos radicales ni en los comités. “Es que están escondidas”, dice algo avergonzado un dirigente. La figura moderna y excluyente del radicalismo es Raúl Alfonsín. Tras su fallido gobierno, De la Rúa se alejó del partido y los radicales nunca volvieron a buscarlo. Fue un divorcio en los peores términos. Desde que dejó la presidencia, apenas se dedicó a aparecer públicamente en actos oficiales, cuando la invitación provenía del Congreso o de la Casa Rosada, o defendiéndose en Comodoro Py en alguna de las múltiples causas en las que fue acusado. La última vez que se lo pudo ver fue el 30 de noviembre, en la gala del G20 en el Teatro Colón. Allí compartió palco y se fotografió con el ex presidente Carlos Menem. (Leer también: “Argentum” o el Bailando de Marcelo Tinelli en el Colón) “No tuvo vida partidaria”, dice un reconocido dirigente radical. Y completa: “Es que Fernando dejó mucha gente herida. Sus funcionarios le huyeron y los intendentes y gobernadores de aquella época se sintieron defraudados: al irse los dejó desamparados”. Ni los jóvenes universitarios de Franja Morada le rinden culto: “Vamos a volver, como en el ’83”, cantan. Del ’99, ni noticias. Para el peronismo es el ejemplo perfecto de la poca cintura política que tienen los demás para gobernar. Cada fin de año, reaparecen los fantasmas del “diciembre negro”. Secuelas de la crisis. Desde entonces, De la Rúa eligió exiliarse en su coqueto departamento de la calle Alvear, en Recoleta, apenas a 30 cuadras de la Casa Rosada. Hospital austral Salud. El ex presidente tiene un largo historial de afecciones que incluyen, además de la primera angioplastía de 2001, otra en 2014 y una internación por problemas en la vejiga en 2016, entre otros inconvenientes. “Apenas asumió tuvo un neumotórax. Él era un fumador oculto”, agrega Nelson Castro. El periodista se había sumergido en el estudio de la salud de De la Rúa durante su gobierno, aún antes de haber publicado “Enfermos de poder”, el libro que recopila las afecciones de los mandatarios argentinos y sus consecuencias. “Por eso muchos dirigentes me venían a ver: creían que De la Rúa estaba enfermo. Pero no: lo que le pasó en realidad es que el impacto político lo paralizó. El estrés de su mandato lo aniquiló”, concluye. La vida política de De la Rúa murió el 21 de diciembre del 2001. Pero el ex presidente nunca hizo ningún esfuerzo por revivirla. Se entregó a su mala suerte y a su impericia. El nombre de su coalición también quedó como una mancha: ningún político quiere ser relacionado con la Alianza. Por eso, aún con su salud deteriorada y a sus 81 años, nadie se apiada de él. Al cierre de esta nota, De la Rúa peleaba por su vida en el Austral apenas acompañado por su familia: los políticos reciben las novedades por los medios de comunicación y la comentan al pasar en los pasillos, como si se tratara de alguien completamente ajeno. Es la dura condena por haber visto el ocaso. Fernando de la Rúa Ir a la navegaciónIr a la búsqueda «De la Rúa» redirige aquí. Para otros personajes con el mismo apellido, véase Rúa (desambiguación). Fernando de la Rúa Fernando de la Rúa en 1999 Presidente de la Nación Argentina 10 de diciembre de 1999-21 de diciembre de 2001 Vicepresidente Carlos Álvarez (1999-2000) Predecesor Carlos Menem Sucesor Adolfo Rodríguez Saá Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical1 10 de diciembre de 1997-10 de diciembre de 1999 Predecesor Rodolfo Terragno Sucesor Raul Alfonsin 1.er jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 7 de agosto de 1996-10 de diciembre de 1999 Vicejefe de Enrique Olivera gobierno Predecesor Jorge Domínguez (con el título deintendente de Buenos Aires) Sucesor Enrique Olivera Senador de la Nación Argentina por Capital Federal 10 de diciembre de 1993-7 de agosto de 1996 Predecesor Juan Trilla Sucesor José María García Arecha 10 de diciembre de 1983-10 de diciembre de 1989 Predecesor Junta Militar Sucesor Eduardo Vaca 25 de mayo de 1973-24 de marzo de 1976 Predecesor Junta Militar Sucesor Junta Militar Diputado de la Nación Argentina por Capital Federal 10 de diciembre de 1991-10 de diciembre de 1993 Información personal Nacimiento 15 de septiembre de 1937 (81 años) Córdoba, Argentina Nacionalidad Argentino Católico Religión Partido Unión Cívica Radical político Alianza Afiliaciones Familia Antonio de la Rúa Catani Padres Eleonora Felisa Bruno Boeri Cónyuge Inés Pertiné Hijos Agustina, Antonio, Fernando Educación Universidad Nacional de Córdoba Educado en Información profesional Ocupación Abogado Empleador Universidad de Buenos Aires Distinciones Caballero de Gran Cruz con collar de la Orden al Mérito de la República Italiana Caballero de Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana Collar de la Orden de Isabel la Católica Gran Cruz de la Orden El Sol del Perú Gran collar de la orden del Infante Don Enrique Grand Cross of the Order of the White Double Cross Firma [editar datos en Wikidata] Fernando de la Rúa (Córdoba, Argentina, 15 de septiembre de 1937) es un abogado y político argentino de la Unión Cívica Radical, que fue presidente de Argentina, asumiendo por la Alianza el 10 de diciembre de 1999, sucediendo al segundo gobierno de Carlos Menem. Si bien su mandato se extendía hasta el año 2003, renunció al cargo el 20 de diciembre de 2001 cumpliendo 2 años y 10 días de gobierno, en medio de numerosas protestas sociales durante la crisis de diciembre de 2001 en Argentina. La consecuente acefalía presidencial obligó a la reunión de una Asamblea Legislativa que determinaría quién debía continuar ejerciendo el cargo, siendo reemplazado provisionalmente por Ramón Puerta. Luego se sucedieron en el cargo Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y finalmente Eduardo Duhalde en el curso de trece días. Previo a la asunción de la presidencia, fue el primer jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, además de haber sido tres veces senador nacional, una vez diputado nacional y candidato a vicepresidente de la Nación en las elecciones presidenciales de septiembre de 1973. Índice 1Biografía o 1.1Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 1.1.1Asunción 1.1.2Descentralización 1.1.3Expansión de los subterráneos 1.1.4Tránsito 1.1.5El espacio público 1.1.6Gabinete 2Presidencia (1999-2001) o 2.1Camino a la presidencia o 2.2Años 1999 y 2000 o 2.3Año 2001 2.3.1Aspectos políticos o 2.4Aspectos económicos o 2.5Estallido social o 2.6Gabinete o 2.7Actividad posterior a la presidencia 3Libros publicados 4Referencias 5Enlaces externos Biografía[editar] Hijo del abogado Antonio de la Rúa Catani (1905-1979), de ascendencia gallega2, ya que su abuelo paterno era oriundo del ayuntamiento de Bueu, en la provincia de Pontevedra y de Eleonora Felisa Bruno Boeri (1908-1999), de ascendencia italiana,3 perteneció a una familia de clase media. Fue estudiante en el Liceo Militar General Paz de la ciudad de Córdoba y se recibió de abogado en la Universidad Nacional de Córdoba a los 21 años con honores.4 5 Comenzó su carrera política en la Unión Cívica Radical siendo bastante joven. Aunque había sido miembro del equipo de asesores del ministro del Interior Juan Palmero durante el gobierno radical de Arturo Illia, su primera aparición política ocurrió en marzo de 1973 cuando se presentó por su partido como candidato a senador por la Capital Federal, siendo el único radical que pudo vencer al justicialismo en ese año, al imponerse en segunda vuelta a Marcelo Sánchez Sorondo, para el cargo de senador.6 Esta situación llevó a que Ricardo Balbín, tras la renuncia del presidente Cámpora y la convocatoria a nuevos comicios, lo eligiese como candidato a vicepresidente en las elecciones presidenciales de septiembre de 1973. En dichos comicios, el binomio radical Balbín-De la Rúa logró el 24,3 % de la adhesión popular.7 Dicho porcentaje quedó muy por debajo del 61,9% que logró la fórmula del FREJULI Juan Domingo Perón-María Estela Martínez de Perón.8 De la Rúa fue senador hasta marzo de 1976, cuando el Proceso de Reorganización Nacional tomó el poder.7 En aquel momento abandonó la actividad política, y trabajó como abogado de la empresa Bunge & Born.9 Afiche electoral de la fórmula Ricardo Balbín-Fernando De la Rúa En 1983, compitió por la candidatura presidencial de la Unión Cívica Radical contra Raúl Alfonsín. De la Rúa, heredero del balbinismo centrista, fue derrotado por quien luego sería electo presidente de la Nación. En las elecciones de 1983 que determinaron el acceso del radicalismo al Gobierno, De la Rúa fue candidato a senador nacional por la Capital Federal, venciendo al postulante del justicialismo, Carlos Ruckauf. De la Rúa fue presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, votó en contra de la ley de divorcio y algunos radicales creen que fue quien redactó la ley de Punto Final y la de obediencia debidasancionada el 4 de junio de 1987, durante el gobierno del radical Raúl Alfonsín, que estableció que los delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de corone durante el Terrorismo de Estado y la dictadura militar no eran punibles.10 En 1989 revalida su banca con el 33,11 % de los votos.11 Sin embargo, el cargo le correspondió al justicialista Eduardo Vaca. Esto se debió a que a pesar de haber tenido muchos menos votos, Vaca fue electo en el colegio electoral gracias a la alianza entre el Partido Justicialista y la UCedé, triunfando con el voto clave de María Julia Alsogaray.10 Pese a ello, en 1991 fue candidato a Diputado y el triunfo logrado en el bastión capitalino — donde además De la Rúa presidía el Comité Capital Radical— lo llevó a la presidencia del bloque de diputados de la UCR. En 1993 De la Rúa volvió al Senado ganando nuevamente en la Capital Federal con más del 50 por ciento de los votos contra Avelino Porto. El presidente Carlos Menem impulsó una reforma constitucional, previamente acordó con una parte del radicalismo dirigido por Raúl Alfonsín el Pacto de OlivosFernando De la Rúa fue el principal dirigente de esta la corriente partidaria opuesto al mismo. Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires[editar] Asunción[editar] Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Mediante la reforma de la Constitución Argentina de 1994 la ciudad de Buenos Aires dejó de ser un municipio y consiguió autonomía. Esto modificó la naturaleza del poder ejecutivo de la ciudad, que hasta entonces era ejercido por un intendente elegido por el Presidente (dado que se trataba de un distrito federal), y que a partir de 1996 es ejercido por un Jefe de Gobierno elegido en comicios. De la Rúa se presentó a las elecciones para dicho cargo en junio de 1996. En esos comicios, De la Rúa como candidato de la UCR alcanzó el cargo con el 40 por ciento de los votos, contra el 26% del frepasista Norberto Luis La Porta y el 17% del peronista Jorge Domínguez, hasta entonces intendente de la Capital.12 Descentralización[editar] Durante la gestión municipal se crearon órganos como la sindicatura del gobierno de la ciudad, la defensora del consumidor, dirección general de higiene y seguridad alimentaria y el ente regulador de servicios. La mayor parte de los cambios efectuados en la ciudad durante el mandato delarruista se relacionan con la mencionada autonomía otorgada por la Constitución Nacional, así como también por la consecuente sanción de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.[cita requerida] A principios de 1998 la Legislatura porteña aprobó el Código de Convivencia Urbana que, entre otras medidas, eliminaba los edictos policiales e imponía el concepto de "tolerancia" hacia manifestaciones de diversa índole como el travestismo y la oferta de sexo en la vía pública, lo que desató muchas protestas de los vecinos y de la oposición. Expansión de los subterráneos[editar] Estación Juramento - Línea D. Las obras para la prolongación de la Línea D con rumbo a Belgrano ya habían sido reiniciadas por Jorge Domínguez en 1996 y los primeros avances no tardaron en llegar: la estación "Olleros" fue inaugurada el 31 de mayo de 1997. [cita requerida] Poco después, el 13 de noviembre de 1997 fue inaugurada "José Hernández" y el 21 de junio de 1999 comenzó a prestar servicios la estación "Juramento", en pleno centro de Belgrano. Los trabajos para la prolongación de la Línea D culminaron en el barrio de Nuñez, con la nueva terminal denominada "Congreso de Tucumán", la cual fue habilitada el 27 de abril de 2000. Mientras tanto, en noviembre de 1999, comenzó la construcción de las estaciones "Tronador" y "De Los Incas - Parque Chas" de la Línea B. Paralelamente el gobierno porteño comienza a gestionar la construcción de la flamante Línea H (Retiro - Nueva Pompeya), aunque su construcción recién sería iniciada durante la gestión de AnÍbal Ibarra.[cita requerida] Entre medio, el 21 de abril de 1999, el aún presidente Carlos Menem firmó el Decreto PEN Nº 393/99 en favor de la transferencia del ejercicio de la fiscalización y el control de los subterráneos en favor de la ciudad. Si bien la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aprobó una ley adhiriendo al decreto nacional mencionado, la posterior crisis socioeconómica de 2001 provocó que el efectivo traspaso de dichas funciones se diluyera en el tiempo. Tránsito[editar] Vista de la Avenida Goyeneche, en el barrio de Saavedra. En 1994, como parte de los contratos de concesión de autopistas, se anuncia la intención de extender la ruta Panamericana dentro de la Capital Federal mediante un viaducto elevado hasta la Av. Congreso aprovechando los terrenos remanentes de lo que iba a ser la Autopista Central AU-3 (ver Plan de Autopistas Urbanas de 1976). Sin embargo, los vecinos se oponen terminantemente y el intendente Jorge Domínguez, propone en su lugar la construcción de una avenida de acceso rápido, abarcando casi la totalidad del espacio vacante entre las calles Holmberg y Donado. Sin embargo no se llega a un consenso y el plan queda en suspenso. Recién durante la gestión de Fernando De la Rúa, atendiendo al reclamo de los vecinos, se vuelve a modificar el proyecto de la avenida rápida incorporando una calle lateral de tránsito vecinal (separada de la vía rápida) y otras modificaciones que tendieron a privilegiar los espacios verdes.[cita requerida] Los vecinos se mostraron satisfechos y la construcción de la obra se realizó entre los años 1997 y 1998, constituyendo la actual Avenida Roberto Goyeneche. Otra obra que reinicia De la Rúa, es la de la Autopista Occidental AU-7. Esta obra, que contemplaba unir los barrios de Villa Soldati y Villa Pueyrredón, había sido iniciada en 1980 con algunos viaductos en el sector de la Avenida Lacarra (Parque Almirante Brown), sin embargo su ejecución se había suspendido en 1982, quedando estas estructuras abandonadas. En 1998, se reinician los trabajos aunque en una versión recortada del proyecto, yendo solo desde la Avenida Dellepiane hasta el Riachuelo. En 2000 se inaugura el primer tramo desde Av. Dellepiane hasta la Av. Roca y en 2002 se completa la obra hasta el Riachuelo, recibiendo en ese momento el nombre de Autopista Cámpora. En septiembre de 1997, ante el reiterado reclamo de los ciclistas porteños, De la Rúa también inauguró el primer tramo de 7,12 kilómetros de lo que sería posteriormente la Red de Bicisendas de la Ciudad de Buenos Aires. Este primer tramo partía de Av. Libertador y Carlos Casares, frente al Jardín Japonés, luego corría paralela a la avenida Figueroa Alcorta y terminaba en la esquina de Av. Libertador y García del Río. Esta nueva senda para bicicletas contaba con todo el trayecto debidamente señalizado para que los peatones no usurparan el paso a las bicicletas. Además, en los cruces con las avenidas se colocaron carteles indicadores para los automovilistas y se instalaron semáforos especiales para los ciclistas.[cita requerida] El espacio público[editar] Paseo Costanera Sur - Vista de los pastizales que hoy ocupan la ex Laguna de los Coipos. Una de las primeras medidas de la gestión De la Rúa fue anular, en 1997, las polémicas concesiones del restaurante bailable "Ski Ranch" (Costanera Norte) y del Campo de GolfVelódromo por haber encontrado graves incumplimientos en los contratos. El "Ski Ranch", que ocupaba el terreno del tradicional Espigón Dorrego, fue demolido por la comuna y en su lugar se construyó un parque público. La iniciativa del Gobierno era recuperar el paseo costanero. Inmediatamente De la Rúa firmó un decreto por el que obligaba a casi todos los concesionarios a presentarse en la Secretaría de Hacienda y Finanzas para analizar cada contrato en particular. El principal efecto de esta medida se sintió en la avenida Intendente Güiraldes, un tradicional paseo de la costa porteña, donde se ubicaban numerosos locales gastronómicos concesionados por la Municipalidad de Buenos Aires en la década del ´70. El paseo gastronómico fue muy popular durante varios años, con una oferta muy variada para todas las clases sociales. Sin embargo, su decadencia comenzó con los años ´90 y se profundizó cuando Fernando De la Rúa tomó la decisión de clausurar varios locales, porque las concesiones estaban en su mayoría vencidas o presentaban inconsistencias. La mayoría de los restaurantes fueron demolidos y convertidos en parte del paseo público. Finalmente solo sobrevivieron unos pocos restaurantes. A fines de 1999, el paseo costanero incorporó un nuevo atractivo: el parque temático Tierra Santa. Con edificaciones de estilo helénico, romano, judío, egipcio y babilónico, los visitantes podían recorrer los distintos momentos de la vida de Cristo e interactuar con actores caracterizados como personajes de la época. La nueva atracción fue construida sobre terrenos que se hallaban disponibles del Balneario Parque Norte. Otro lugar recuperado durante la gestión de De la Rúa fue la Costanera Sur (Puerto Madero) y la Laguna de los Coipos, un espejo de agua de 11 hectáreas ubicado en la Reserva Ecológica. Las tareas habían consistido en la remoción de 50.000 metros cúbicos de barro, desmalezamiento, retiro de residuos sólidos y profundización del terreno. La obra incluyó, en una segunda etapa, la reconstrucción del veredón inferior de la rambla que pasa junto a la Laguna los Coipos. Dentro de la trama urbana, cabe destacar que, si bien durante la gestión de Jorge Domínguez se procedió a cercar el Paseo del Rosedal para su protección, es durante la gestión de De la Rúa cuando se populariza la polémica tradición de enrejar plazas y monumentos históricos, para impedir que sean vandalizados. Gabinete[editar] Secretarías del Gobierno de Fernando De la Rúa Cartera Titular Período Secretaría de Gobierno Juan Octavio Gauna Enrique Mathov 7 de agosto de 1996 - 12 de marzo de 1998 12 de marzo de 1998 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Hacienda y Finanzas Adalberto Rodríguez Giavarini Eduardo Delle Ville 7 de agosto de 1996 - 26 de mayo de 1998 26 de mayo de 1998 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Obras y Servicios Públicos Nicolás Gallo Hugo Clausse 7 de agosto de 1996 - 24 de marzo de 1999 24 de marzo de 1999 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Planeamiento Urbano y Medio Ambiente Enrique César Fazio Enrique Garcia Espil Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo Rafael Kohanoff septiembre de 1998 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Cultura María Sáenz Quesada Darío Lopérfido 7 de agosto de 1996 - 28 de abril de 1998 28 de abril de 1998 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Educación Horacio Sanguinetti Mario Giannoni 7 de agosto de 1996 - 15 de noviembre de 1997 15 de noviembre de 1997 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Acción Social Rafael Kohanoff Cecilia Felgueras 7 de agosto de 1996 - septiembre de 1998 septiembre de 1998 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Salud Héctor Lombardo 7 de agosto de 1996 - 10 de diciembre de 1999 Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Regional Norberto La Porta Secretaría de Turismo Hernán Lombardi Subsecretarías del Gobierno de Fernando De la Rúa Cartera Subsecretaría de Legal y Técnica Titular Germán Voss Jorge Barbagelata Período 7 de agosto de 1996 - septiembre de 1998 septiembre de 1998 - 10 de diciembre de 1999 Subsecretaría de Servicios Generales Ricardo Ostuni 7 de agosto de 1996 - 10 de diciembre de 1999 Subsecretaría de Coordinación de Gabinete Luis Gregorich 7 de agosto de 1996 - 10 de diciembre de 1999 Presidencia (1999-2001)[editar] Artículo principal: Presidencia de Fernando de la Rúa Camino a la presidencia[editar] Carlos Menem le entrega el bastón de mando a Fernando De la Rúa el 10 de diciembre de 1999. Al año siguiente de su asunción como Jefe de Gobierno, en agosto de 1997, se formó la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, con varios partidos políticos de centro e izquierda moderada, siendo los principales la Unión Cívica Radical y el Frente País Solidario (Frepaso). El principal objetivo de la Alianza era conformar listas comunes en la mayor cantidad posible de distritos de cara a las legislativas de ese mismo año, y además, disputarle el poder al Justicialismo en las presidenciales de 1999. Buena parte de esas aspiraciones se cumplieron cuando, con listas conjuntas en 14 distritos (incluyendo la Capital y la Provincia de Buenos Aires) en octubre de 1997 la UCR y el Frepaso triunfaron con el 45 por ciento de los votos en todo el país, causando la primera derrota electoral nacional del Partido Justicialista desde 1985. Como resultado de los acuerdos entre los dos partidos mayoritarios de la coalición hasta entonces opositora, la candidatura presidencial para las elecciones de 1999 se definiría en internas abiertas entre un candidato de la UCR y un postulante del Frepaso. Tras lograr el respaldo de la mayoría del Partido Radical —en especial el aval clave del expresidente Raúl Alfonsín— De la Rúa se convirtió en 1997 en presidente del Comité Nacional de la UCR y luego, meses después, en precandidato presidencial por su partido. El Frepaso le opuso a Graciela Fernández Meijide, que contaba con el antecedente de la elección anterior de haber derrotado al justicialismo en la provincia de Buenos Aires (hasta entonces un distrito fuertemente duhaldista). Fernando De la Rúa logró la victoria en la interna abierta en noviembre de 1998, alcanzando el 62 por ciento de los votos contra el 38% del Frepaso en todo el país. Consagrado Fernando De la Rúa como candidato presidencial, el líder del Frepaso, Carlos Álvarez, decidió acompañarlo como candidato a vicepresidente para reforzar la unidad de la coalición. De la Rúa jura como presidente en 1999. Fernando De la Rúa, candidato de la Alianza, fue electo presidente en las elecciones del 24 de octubre de 1999, y el justicialismo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. La Alianza y su fórmula De la Rúa-Álvarez obtuvo el 48,5% de los sufragios, contra el 38,09% del binomio peronista Eduardo Duhalde-Ramón Ortega. En tercer lugar, con el 10,09% de los votos, aparecía el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.13 Uno de los éxitos de la campaña electoral fue la campaña publicitaria televisiva de De la Rúa, en el cual pronunciaría la frase "Dicen que soy aburrido..." con la cual se lo relacionaría más adelante. Dicha publicidad buscaba contrastar al candidato presidencial con la frivolidad que el público percibía en el gobierno menemista. La campaña electoral estuvo a cargo de Ramiro Agulla, David Ratto (publicista de Raúl Alfonsín en las elecciones de 1983) y Antonio de la Rúa, este último hijo del propio Fernando De la Rúa.14 El hijo del presidente lideraría al "Grupo Sushi", un entorno con influencia en las decisiones de Fernando De la Rúa.1516 Años 1999 y 2000[editar] La victoria de De la Rúa se debió al fuerte rechazo público hacia la figura de Carlos Menem, así como también al deterioro de la situación económica del país, que en 1999 terminaba con una caída del PBI de alrededor de 3,4 puntos porcentuales respecto al año anterior.17 El desempleo se acercaba al 14 por ciento, luego de haber alcanzado la cifra récord de 18,6% algunos años antes, y la pobreza era del 30% aunque seguía siendo menor a la que había antes que el asuma.18 El país tenía serios problemas en materia educativa y sanitaria, y la dirigencia política tenía una mala imagen pública. Además, el gobierno peronista dejaba un elevado déficit fiscal, con un rojo de más de mil millones de pesos, una deuda externa del orden de los 150 mil millones anuales con vencimientos de casi 25 mil millones en el año próximo.1920 Debido a esto, De la Rúa tomó severas medidas de ajuste con el propósito de sanear las finanzas.21 El aumento impositivo decretado sobre las clases medias y altas hacia enero de 2000, fue parte de un paquete que procuró en general mejorar la economía, así como atender deudas pendientes como el Fondo para el Incentivo Docente, pero esto resultó sin embargo insuficiente para resolver el deterioro de las finanzas públicas.22 A partir de diciembre de 2000 la actividad industrial cayó. En Tierra del Fuego, la producción de electrodomésticos fue solo de 610 artefactos, cuando el peor año había sido el 2000 con 19 115 artefactos. la producción de artefactos de televisión cayó 89 % con respecto al igual periodo del año anterior, la producción de videocaseteras fue del 94 %, la de microondas del 84 %, auto-radios del 73 %.23 Cerraron muchas fábricas con una antigüedad de más de cien años, como la empresa elaboradora de alfajores Balcarce.24 Al asumir intervino la Provincia de Corrientes que desde hacía meses estaba en un grave conflicto político y financiero, con paros ininterrumpidos y la destitución del gobernador Hugo Rubén Perie. La tarea le fue encomendada a Ramón Mestre que debió normalizar la situación provincial. José Luis Machinea, primer ministro de economía del gobierno de De la Rúa. A lo largo del año 2000 el gobierno buscó controlar el gasto público, bajar las tasas internas de interés y mantener la estabilidad monetaria y financiera. De la Rúa tomó severas medidas de ajuste: dispuso un recorte de sueldo entre 8 y 20% a los empleados públicos, docentes, fuerzas de seguridad y empleados judiciales que afectaron a más de 140.000 personas, recortes en el presupuesto de las Universidades Nacionales y el despido de 10.000 empleados, como parte de un paquete de ajuste exigido por el FMI.2526 Sin embargo las medidas no dieron resultado, para el año 2000 la crisis continuó, la economía se contrajo 0.5% del PBI y la desocupación alcanzó el 14.7%.27 28 En marzo de 2001 asumió como ministro Ricardo López Murphy que llevó a cabo un severo programa de ajuste fiscal, recortes en jubilaciones por 127 millones y postergación en el pago de las mismas, anulación de pensiones y becas estudiantiles, achique y recorte en los programas sanitarios por 50 millones, IVA del 15 al 21% para espectáculos culturales, fútbol, teatro y cine, eliminación de ayuda a productores rurales de siete provincias por 180 millones, despido inmediato de 40.000 empleados públicos, flexibilización laboral, recortes en las indemnizaciones por despido, privatización de las casas de juego y de parte del Banco Nación.29 30 El manejo del gobierno radical deterioró la economía rápidamente: las tasas interbancarias orillaban el 900% anual y el riesgo país se disparó dificultando las inversiones.3132 El duro recorte supuso la ruptura de la coalición gobernante, miembros del FrePaSo dentro del gabinete renunciaron luego de presentado el programa económico. Debido a esto, López Murphy se vio obligado a retirarse a 16 días de haber asumido.33 En octubre el desempleo alcanzó al 18,3% de la población activa.34 La deuda pública llegó a 132.000 millones de dólares, se registró una contracción mayor al 11% en la actividad fabril y al 20% en construcción en términos anuales, el PBI per cápita bajó 10% y la inversión un 30% y un déficit de 8.500 millones.35 Lanzó iniciativas como el Plan de Infraestructura que mediante acuerdos con los gobiernos provinciales y financiamiento privado buscaba realizar obras de caminos, agua y vivienda en todo el país por 20 mil millones de dólares. La medida fue tomada por decreto ya que, según el ministro del interior Federico Storani, no había seguridad de que el Congreso sancionara la ley con la rapidez necesaria.[cita requerida] El gobierno de De la Rúa pidió ayuda complementaria al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los bancos privados para reducir la presión de la deuda externa. En diciembre de 2000, el ministro de Economía José Luis Machinea negoció un paquete de salvataje de cerca de 40.000 millones de dólares, conocido como Blindaje financiero para ganar confianza y credibilidad en el exterior y bajar los intereses y renovar más fácilmente los vencimientos.36 la primera medida trascendente antes de finalizar 1999, fue la aprobación de la Ley de Reforma Tributaria, que preveía aumentar el impuesto a las ganancias, realizar quitas a las jubilaciones mayores a los 3100 pesos, generalizar la aplicación del IVA, entre otras modificaciones que suponían un aumento de casi todos los impuestos internos.37 La segunda medida trascendente se produjo a los pocos meses, cuando el ministro anunció una reducción de salarios del personal estatal, de entre el 12% y el 15%, además de la reestructuración o supresión de diversos organismos públicos.3839 Sin embargo, el "Blindaje" no fue suficiente para reactivar la economía y en marzo de 2001 Machinea decidió presentar su renuncia.40 Año 2001[editar] Aspectos políticos[editar] Además de la grave crisis económica, el sistema político aparecía jaqueado en su conjunto a partir de la renuncia en octubre de 2000 de Carlos Álvarez, vicepresidente y líder del Frepaso.41 Dicha renuncia tuvo lugar en medio de un escándalo donde se denunciaron supuestos sobornos en el Senado para aprobar una polémica ley de reforma laboral. De la Rúa prepara su discurso luego de la renuncia de Carlos Álvarez Los objetivos de la Ley de Reforma Laboral eran por un lado debilitar el poder gremial de los sindicatos grandes en favor de los pequeños y por otro bajar los costos laborales. La fuerte resistencia del justicialismo a votar el proyecto produjo modificaciones que atenuaron casi totalmente su efecto sobre la estructura gremial. En estas negociaciones participaron el entonces ministro de trabajo Alberto Flamarique y el líder sindical Hugo Moyano. Moyano se opuso con firmeza a la reforma, argumentando que la misma tendría como consecuencia una rebaja de los salarios y que estaría impulsada por el Fondo Monetario Internacional.42 Flamarique intentó conseguir el apoyo del sindicalismo prometiendo que los gremios nacionales seguirían siendo los destinatarios de la cuota sindical que aportan los afiliados, pero esto dividió internamente a la CGT.43 El vicepresidente Carlos Álvarez renunció a su cargo el 6 de octubre de 2000,44 denunciando corrupción en la administración de De la Rúa y en el Senado nacional. La renuncia de Álvarez produjo un quiebre en la Alianza; aunque los funcionarios del Frepaso siguieron en sus cargos, muchos de ellos hasta el final de la gestión. Dicho quiebre se profundizaba en el Congreso: allí, la escasa mayoría que tenía el oficialismo en la Cámara de Diputados se iba reduciendo mes a mes a medida que legisladores de partidos de centroizquierda iban abandonando la coalición por diferencias políticas con el estilo de gobierno llevado adelante por De la Rúa. La situación política en general era desfavorable. En el Senado la mayoría era del Partido Justicialista. En la Cámara de Diputados se tenía la mayoría pero ésta era mínima. El sindicalismo realizó 7 paros generales durante el gobierno delarruista, y la mayoría de las provincias argentinas tenían gobernadores propios del PJ. Tampoco disponía de un apoyo partidario claro, y varios sectores del radicalismo y el Frepaso comenzaron a distanciarse por la renuncia de Carlos Álvarez, el nombramiento de Domingo Cavallo y la política económica sostenida. El titular de la UCR, Raúl Alfonsín, intentaba evitar la ruptura partidaria.45 A mediados de año logra la aprobación parlamentaria de la ley de intangibilidad de los depósitos bancarios.46 En octubre la desocupación había trepado al 18,3%.47 A fin de año las reservas internacionales del BCRA bajarían a cerca de 20 mil millones de dólares. En medio de estos problemas, también hubo aspectos positivos, como fue lograr que en el ciclo lectivo del año 2000 se cumplieran 180 días de clases, récord en más de una década, gracias al interés que se puso en aumentar las semanas del periodo escolar como en evitar conflictos docentes con el pago del incentivo docente.48 En este marco de amplia problemática política y económica, se produjeron las elecciones legislativas de 2001, donde el Justicialismo se impuso con el 37 por ciento en todo el país, contra el 24% de una diezmada Alianza que perdía más de 4.500.000 votos respecto de lo logrado apenas dos años antes. Para el último bienio de gestión, el gobierno radical enfrentaría un Congreso totalmente opositor.49 El voto en blanco o nulo alcanzó cifras récord en la historia de la democracia argentina: la combinación de voto en blanco, voto nulo y ausentismo se elevó al 41%, equivalentes a 10,2 millones de argentinos.50 La situación social motivó la generalización de grupos piqueteros a lo largo del país, una forma de manifestación que recurre al bloqueo total o parcial de rutas o calles como forma de protesta. Mientras que la derrota electoral, sumada a la renuncia de Álvarez, dejaba a una línea de sucesión presidencial completamente justicialista, con Ramón Puerta ejerciendo la presidencia provisional del Senado, y Eduardo Camaño la presidencia de la Cámara de Diputados.51 Aspectos económicos[editar] Año52 Crecimiento del PIB 2000 -0,5% 2001 -4.5% En enero de 2001 las reservas internacionales del BCRA habían alcanzado el récord histórico de 37.380 millones de dólares, el cual sería superado en el año 2007 durante el gobierno de Néstor Kirchner.53 El ministro de Economía, Ricardo López Murphy anuncia un plan de ajuste, que causó numerosas protestas y llevó a su renuncia. En marzo de 2001, ya con desvíos en las metas presupuestarias del primer trimestre del año se produjo el alejamiento de José Luis Machinea del Ministerio de Economía y se nombró para el mismo al hasta entonces ministro de defensa Ricardo López Murphy, un economista respetado pero del ala más liberal del radicalismo que asumió con los objetivos de achicar el gasto del estado y aumentar la recaudación fiscal.54 Sus proyectos para sanear la economía realizando un enorme ajuste del gasto público, retirando fondos de áreas como salud o educación, chocó con una muy fuerte oposición popular, particularmente dentro del mismo Partido Radical y en sus brazos juveniles y universitarios. También puso en situación de ruptura a la coalición gobernante ya que los miembros del Frepaso dentro del Gabinete anunciaron su renuncia luego de que fue presentado el programa económico. Debido a esto, López Murphy se vio obligado a retirarse luego de apenas 16 días en el ministerio de Economía.55Durante el 2001 la situación económica se deterioró rápidamente: las tasas interbancarias orillaban el 900% anual, el riesgo país se disparó,56 (en marzo superó 800 puntos y en octubre llegó a 1859 puntos, el más alto del mundo), acompañado de una baja de 540 millones de pesos en depósitos bancarios en un solo día.57 En octubre el desempleo fue récord 4.8 millones entre desocupados, 18.3% de la población activa.58 Se convocó a ocupar la cartera a Domingo Cavallo, expresidente del BCRA durante la dictadura y Ministro de economía del menemismo. Cavallo junto a su equipo económico y Patricia Bullrich, entonces Ministra de Trabajo, anunciaron más ajustes. Se aprobó el impuesto a las operaciones bancarias, un recorte del 13% en haberes previsionales que afectaron a 533.401 jubilados, recortes del 13% sobre el salario de empleados estatales, y se emitió deuda por 3000 millones.59 Estas medidas enfriaron el consumo y conllevaron a una mayor caída de los niveles de empleo.60 El déficit fiscal se disparó a 4000 millones de dólares.61 El desempleo pasó de 14,7% en el año 2000 a 25% a comienzos del 2001, niveles que marcaron un récord histórico en el país, superior incluso a los de la crisis de 1930.62.63 Cavallo inició su gestión prometiendo un crecimiento anual del 5% e intentando rebajar impuestos distorsivos y reanimar la industria, presentado como "Planes de Competitividad".64 Se aprobó el impuesto a las operaciones bancarias y se efectuaron delegaciones de algunas de las atribuciones del poder legislativo en el poder ejecutivo.6566 Sin embargo, los mercados reaccionaron tan mal como los organismos internacionales de crédito. En julio de ese año, debido a la presión fiscal y la imposibilidad de normalizar la economía, Cavallo viró hacia una fuerte ortodoxia económica. Para ello presentó un plan de "Déficit cero", con un nuevo recorte general de gastos en la administración pública para evitar gastar más de lo que ingresaba en el Estado.67 La resistencia para obtener del Congreso la ley en cuestión fue muy grande, incluso dentro del radicalismo en los sectores adherentes al alfonsinismo, pero De la Rúa la obtuvo pidiendo un esfuerzo tanto a los legisladores opositores como a los propios y a la población en general. Se argumentaba que "si no hay arreglo, llega el caos".68 Esto tampoco ayudó, y el continuo ajuste contraía aún más la economía en el marco de un contexto internacional de recesión regional y global, que tampoco ayudaba a la Argentina a crecer. Manifestación en contra del corralitofinanciero (Nota: la foto es posterior a la renuncia de De la Rúa). En noviembre, el gobierno de De la Rúa inició una reestructuración de los compromisos de la deuda externa, denominada "Megacanje".69 Hacia fines de ese mes, el agravamiento inusitado de la situación económica, con inversiones que se alejaban debido a la complicada situación política, provocó desconfianza pública en el sistema financiero, por lo que se produjeron fuertes retiros de depósitos bancarios. Para frenarlos, el ministro de Economía impuso restricciones que implicaban el congelamiento de los fondos depositados en los bancos, medida conocida como el "corralito".70 La medida fue promulgada el 1 de diciembre y originalmente permitía sólo un retiro de 250 pesos en efectivo semanales, la prohibición de enviar dinero al exterior del país y la obligación de realizar la mayor parte de las operaciones comerciales mediante cheques, tarjetas de crédito o de débito, y tenía prevista una duración por 90 días.71 La deuda pública llegó a 132.000 millones de dólares, se registró una contracción mayor al 11% en la actividad fabril y al 20% en construcción en términos anuales, el PBI per cápita bajó 10% y la inversión un 30% y un déficit de 8.500 millones, sin contar el de las provincias.72 Ante una brusca caída de los depósitos y la fuga de divisas, el 1 de diciembre de 2001 se emitió el decreto 1570/2001,73 que establecía prohibiciones para el retiro de dinero de las entidades financieras por parte del público. Al restringir bruscamente la liquidez monetaria estas medidas ahogaron todo movimiento económico, paralizando el comercio y el crédito, rompiendo las cadenas de pago. Las restricciones al retiro de dinero, sumada a la incautación de los depósitos promovida por Domingo Cavallo fueron conocidas popularmente como Corralito. Estos hechos desembocaron en la crisis de diciembre de 2001 en Argentina. El corralito fue altamente impopular y perjudicó todavía más a numerosos sectores de la economía argentina.74 El FMI, en tanto, endureció su posición y se negó a enviar 1.260 millones con los que se había comprometido a colaborar en el marco del préstamo conocido como "Blindaje", argumentando que la Argentina no habría cumplido sus compromisos de mantener el "déficit cero".75 Estallido social[editar] 19 de diciembre de 2001, el Presidente Fernándo De La Rúa declara el Estado de Sitio en Cadena Nacional. Fuente: Radio y Televisión Argentina. Artículo principal: Crisis de diciembre de 2001 en Argentina Hacia el 19 de diciembre, la situación social se volvió incontrolable, con saqueos y desmanes en los puntos más importantes del país. El Presidente llamó a la población a la calma. De la Rúa respondió decretando el Estado de Sitio en todo el país.76 Sin embargo el vandalismo no disminuyó, e incluso aumentó a pesar del estado de sitio.77 Finalmente se produjeron 27 muertos y más de dos mil heridos.7879 La rebelión popular, en lugar de terminar, sumó el apoyo de la clase media, histórico bastión electoral del radicalismo. La misma se implicó por el congelamiento de los depósitos bancarios. A la medianoche renunció el ministro de economía Domingo Cavallo y el resto del gabinete puso sus renuncias a disposición del Presidente.76 El 20 de diciembre la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires estaban desbordadas por una ola de saqueos a supermercados y establecimientos comerciales de diversos tipos.80 A esto se le sumó un cacerolazo generalizado y marchas de miles de personas autoconvocadas que reclamaban la renuncia del gobierno.81 En el centro porteño la policía federal era desbordada, aunque lograba mantener la violencia fuera de la Plaza de Mayo. Los gremios convocaron a huelgas como protesta por el estado de sitio. Inicialmente la CTA inició una huelga de 24 horas el 20 de diciembre.82 Al día siguiente (a pesar de haber tenido lugar la renuncia de De la Rúa) se sumarían la CGT de Rodolfo Daer en una huelga de 36 horas y la de Hugo Moyano por tiempo indeterminado.83 El Presidente perdió definitivamente el respaldo de la mayoría de su propio partido, la Unión Cívica Radical, y aferrado al escaso sector radical que aún le respondía intentó convocar al justicialismo a un acuerdo de gobernabilidad, sumándose al gobierno. El rechazo del PJ decidió a De la Rúa a presentar su renuncia al Parlamento a las 19.45 horas del 20 de diciembre de 2001, cuando no había completado sino apenas la mitad de su mandato constitucional. La imagen del renunciante Presidente saliendo en helicóptero de la Casa Rosada, quedó grabada para siempre en el recuerdo de los argentinos. Este hecho tuvo además como afectado al partido político del expresidente, perdiendo la mayoría de las elecciones que se realizaron hasta la actualidad, debilitando a la Unión Cívica Radical frente a un peronismo en alza, que ante la ausencia de su rival clásico llegó a dividirse en dos frentes. 8485 Gabinete[editar] Jefatura de Gabinete y Ministerios del Gobierno de Fernando De la Rúa Cartera Titular Período Jefatura de Gabinete de Ministros Rodolfo Terragno Chrystian Colombo 10 de diciembre de 1999–5 de octubre de 2000 5 de octubre de 2000–21 de diciembre de 2001 Ministerio del Interior Federico Storani Ramón Mestre 10 de diciembre de 1999–20 de marzo de 2001 20 de marzo de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto Adalberto Rodríguez Giavarini 10 de diciembre de 1999–23 de diciembrede 2001 Ministerio de Defensa Ricardo López Murphy Horacio Jaunarena 10 de diciembre de 1999–5 de marzo de 2001 5 de marzo de 2001–23 de diciembre de 2001 Ministerio de Economía y Producción José Luis Machinea Ricardo López Murphy Domingo Cavallo 10 de diciembre de 1999–5 de marzo de 2001 5 de marzo de 2001–20 de marzo de 2001 20 de marzo de 2001–20 de diciembre de 2001 Nicolás Gallo José Luis Machinea Ricardo López Murphy Carlos Bastos 10 de diciembre de 1999–5 de octubre de 2000 5 de octubre de 2000–5 de marzo de 2001 5 de marzo de 2001–20 de marzo de 2001 20 de marzo de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de Infraestructura y Vivienda Ricardo Gil Lavedra Jorge De la Rúa 10 de diciembre de 1999–6 de octubre de 2000 6 de octubre de 2000–21 de diciembre de 2001 Juan José Llach Hugo Juri Andrés Delich 10 de diciembre de 1999–25 de septiembrede 2000 25 de septiembre de 2000–20 de marzo de 2001 20 de marzo de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos Alberto Flamarique Patricia Bullrich José Dumón 10 de diciembre de 1999–6 de octubre de 2000 6 de octubre de 2000–29 de octubre de 2001 29 de octubre de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de la Seguridad Social Patricia Bullrich 29 de octubre de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de Acción Social / Desarrollo Social Graciela Fernández Meijide Marcos Makón Juan Pablo Cafiero Daniel Sartor 10 de diciembre de 1999–12 de marzo de 2001 12 de marzo de 2001–20 de marzo de 2001 20 de marzo de 2001–22 de octubre de 2001 22 de octubre de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de Salud Héctor Lombardo 10 de diciembre de 1999–21 de diciembrede 2001 Ministerio de Turismo, Cultura y Deportes Hernán Lombardi 29 de octubre de 2001–21 de diciembre de 2001 Ministerio de Justicia y Derechos Humanos Ministerio de Educación Secretarías de Estado del Gobierno de Fernando De la Rúa Cartera Titular Período 10 de diciembre de 1999–6 de octubre de 2000 6 de octubre de 2000–7 de octubre de 2000 8 de octubre de 2000–20 de marzo de 2001 20 de marzo de 2001–20 de diciembre de 2001 Secretaría General Jorge De la Rúa Alberto Flamarique Carlos Becerra Nicolás Gallo Secretaría Legal y Técnica Ernesto Marcer Secretaría de Inteligencia del Estado Fernando de Santibañes Carlos Becerra 10 de diciembre de 1999–23 de octubre de 2000 23 de octubre de 2000–20 de diciembre de 2001 Secretaría de Cultura y Comunicación Darío Lopérfido 10 de diciembre de 1999–23 de diciembre de 2001 SEDRONAR Lorenzo Cortese 10 de diciembre de 1999–20 de diciembre de 2001 Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Dante Caputo Adriana Puiggrós 10 de diciembre de 1999–28 de febrero de 2001 28 de febrero de 2001–20 de diciembre de 2001 Actividad posterior a la presidencia[editar] Mural realizado en homenaje al cacerolazo y a los muertos durante la Crisis de diciembre de 2001 en Argentina. De la Rúa se retiró totalmente de la vida política y evitó apariciones públicas o formular declaraciones, incluso respecto de las causas judiciales llevadas adelante en su contra. Una de dichas causas se refiere a los eventos que tuvieron lugar al final de su mandato, durante los cuales murieron alrededor de 30 personas en distintos lugares del país. Enrique Mathov, el ex secretario de seguridad, acusó a De la Rúa de haber ordenado la represión.86 La causa fue llevada adelante por el juez Claudio Bonadío, y en la misma también estuvieron procesados el entonces subjefe de la Policía Federal, Osvaldo Cannizzaro, y otros comisarios que actuaron durante aquella tarde: Daniel Manzini, Próspero Treseguet, René Derecho y Alfredo Salomón. De la Rúa asegura que el 20 de diciembre ignoraba la gravedad de la situación: Recién tuve la información sobre la última hora de la tarde, cuando ya estaba en Olivos sobre que había fallecidos. Yo renuncié antes de saberlo.87 El juez, en cambio, desestimó la defensa de De la Rúa, y declaró lo siguiente: Es imposible creer que ninguno de los funcionarios, asesores, correligionarios, amigos o familiares accediera a su presencia de manera personal o por cualquier otro medio87 Podría haber encendido un televisor o una radio o más no sea asomarse a una ventana y ver el panorama que acontecía en el jardín de su propia casa.87 Dicho procesamiento fue revocado el 29 de abril de 2008, cuando la Cámara Federal dictó la falta de mérito.88 De la Rúa también fue procesado en una causa en que se lo acusa de sobornar legisladores para conseguir la aprobación de la Reforma Laboral del año 2000. La causa es de "cohecho activo agravado", y es llevada adelante por el juez federal Daniel Rafecas. La causa fue promovida por el ex secretario parlamentario Mario Pontaquarto, quien confesó en los medios su intervención en dicha operación. El propio Pontaquarto está también procesado, al igual que Fernando de Santibañes, que era jefe de la SIDE; José Genoud, entonces presidente provisional del Senado, y Alberto Flamarique, ministro de Trabajo. Los ex senadores acusados de recibir las "coimas" (sobornos) son Alberto Tell, Remo Costanzo, Emilio Cantarero, Ricardo Branda y Augusto Alasino.89 Durante el año 2006 el juez Jorge Ballestero procesó a Fernando De la Rúa, Domingo Cavallo y varios miembros de su equipo por el megacanje.90 Fundamentó su decisión en que éstos habrían cometido un crimen, excediendo el margen de discrecionalidad propio de las medidas políticas.91 El día 7 de abril de 2009 Fernando De la Rúa fue sobreseído por el Tribunal Oral Criminal 16 en la causa que investigaba la presunta contratación de un jardinero privado con sueldo del ex Concejo Deliberante. Se trataba de un desprendimiento de la megacausa por los denominados "ñoquis" del ex legislativo comunal.92 En el mismo día el juez Bonadío sobreseyó al expresidente en la causa en la que se lo investigaba por su presunta responsabilidad en las cinco muertes que hubo como consecuencia de la represión policial a las protestas que antecedieron su salida del Gobierno en diciembre de 2001.93 Con respecto a su salud personal, mientras fue presidente fue operado mediante una angioplastia en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires en junio del 2001, y luego recibió una segunda angioplastia coronaria con stent en el Instituto del Diagnóstico en el 2010 a manos del jefe de cardiología intervencionista de esa institución, doctor Luis de la Fuente, el médico pionero en Argentina de la medicina cardiovascular mínimamente invasiva quien en agosto del 2014 volvió a colocarle dos stents coronarios con medicamento. RECURSOS FÓNICOS - Aliteración. Repetición de un fonema ( o conjunto de fonemas), con una finalidad expresiva. “Solares sólo sabe a agua” “Mami, mi Milka” - Onomatopeya. Intento de imitar sonidos de la realidad. “Yo ñam, ñam sardinas” “Schhhhhweppes” - Paronomasia. Vincular palabras formalmente muy similares, aunque con significado distinto. “Cuida tu vista en serio, no en serie” “La Cope a tope” - Rima. Tanto en su variante asonante, como, sobre todo, la consonante. “Del Caserío, me fío” “Sidra el Gaitero, famosa en el mundo entero” RECURSOS MORFOSINTÁCTICOS - Elipsis. Se omite algún elemento de la estructura sintáctica, sobre todo el verbo. “Parker. La escritura” “Alfa Romeo: la pasión de conducir” - Anáfora. Repetición, al comienzo de las oraciones, de la misma palabra. “Así se come en América. Así se baila en América. Así se fuma en América” “Laster ahorra más. Laster tarde menos. Laster guisa mejor” - Epífora. Repetición de una palabra al final de oraciones. “Todo bombón y nada más que bombón” “Para viajar bien, llegar bien y quedar bien” - Anadiplosis. Repetición de una palabra, con la que ha acabado una frase, al comienzo de la siguiente. “Esto es lo mini. Mini es lo máximo” “La buena mesa es la debilidad de don Carlos. Don Carlos, el vino de mesa” - Epanadiplosis. Repetición de una palabra al comienzo y al final de una frase. “Fino La Ina. Imposible beber algo más fino” “Nada comparable al nuevo Opel Corsa, nada” - Asíndeton. Suprsión de las conjunciones entre las frases, o sintagmas, para dar sensación de dinamismo. “Vuele, navegue, conduzca, viaje con Europ Assistance” - Tautología. Definición en la que un concepto remite a sí mismo. “El único que es único” “Lo único igual a Coca-cola es Coca-cola” - Paralelismo. Repetición de la misma estructura sintáctica en dos o más frases. “El placer de conducir. El placer de viajar” “Ha cambiado el placer del éxito. Ha cambiado el placer de fumar”. - Políptoton. Uso de palabras que comparten el mismo lexema. “Haz buen uso. No un abuso” “Hemos crecido haciendo crecer a otros.” RECURSOS SEMÁNTICOS - Hipérbole. Exageración. “Madrid, escenario del mundo” “Fulminamos los precios” - Polisemia. Juego con los diferentes sentidos de una palabra. “Para la cabeza del cabeza de familia en su día” - Paradoja. Unión de ideas antagónicas. “Reserva sin reservas” “Un poco de Magno es mucho” - Sinestesia. Transferencia de significado de un sentido a otro. “La música tiene otro color” - Antítesis. Contraposición de ideas. “Para unos pocos es un sueño. Para muchos resulta una pesadilla” “La Ina frío. Un rato cálido” - Sinonimia. Uso de palabras con significados equivalentes. “Fuerza, potencia, poder....” - Comparación. A diferencia de la metáfora, hay un nexo comparativo. “Sol-Thermic, como el calor del sol” - Metáfora. Se traslada el significado propio de una palabra a otra: se designa a un objeto mediante otro gracias una relación de semejanza. “Eres la primavera del Corte Inglés” “Oro caribeño” (ron Cacique) - Metonimia. Nombrar una cosa con el nombre de otra con la que guarda una cierta relación de causa/efecto. “Una Casera”, “Un Danone”, “Un kleenex” - Ironía. Dar a entender lo contrario de lo que se dice. “Gracias por imitarnos” - Personificación. Atribuir a objetos rasgos humanos. “¡Pruébame!” (tabaco Gold Coast) Amalia (novela) Ir a la navegaciónIr a la búsqueda Amalia de José Mármol Género Narración Tema(s) Amor imposible por violencias políticas Idioma Francés Título original Amalia País Argentina Fecha de publicación 1851 Texto en español Amalia en Wikisource [editar datos en Wikidata] Amalia es una novela del argentino José Mármol (1817-1871) cuya primera parte fue publicada en 1851, en forma de folletín, en el diario La Semana de Montevideo. Interrumpida la publicación por el pronunciamiento de Urquiza, que daba nuevo impulso a la lucha contra Rosas, apareció en forma de libro en Buenos Aires en 1855, con la adición de los ocho últimos capítulos. Es considerada la primera novela rioplatense. Índice 1Contexto de la historia 2Sinopsis 3Valoración 4Filmografía 5Música 6Notas 7Referencias 8Texto íntegro de la novela Contexto de la historia[editar] La novela relata el amor entre un hombre y una mujer joven, malogrado por la violencia política. El tema es innovador pues utilizando la historia del romance aspira a retratar una realidad histórica, el “año del terror” entre el 4 de mayo y el 5 de octubre de 1840, en el que Juan Manuel de Rosas realiza la persecución más encarnizada de sus opositores, a los que ubica bajo el rótulo común de “unitarios” aunque algunos, como los agrupados en la Asociación de Mayo, no eran unitarios ni federales. Sinopsis[editar] El hilo conductor del relato es el romance entre Amalia –una viuda residente en Buenos Aires– y Eduardo Belgrano, un joven unitario que es herido al tratar de salir de Buenos Aires para incorporarse a las tropas que luchan contra Rosas. Eduardo es salvado por su amigo Daniel Bello, quien lo conduce a la casa de su prima Amalia, una viuda tucumana de apenas veinte años que tiene una quinta en Barracas, en las afueras de Buenos Aires. Nace un romance entre Amalia y Eduardo, mientras se suceden muchas peripecias en la ciudad y sus alrededores, lo cual da oportunidad al autor para presentar el accionar de distintas figuras históricas como el gobernador Rosas, su hija Manuelita, su hermana Agustina Rosas, su cuñada Josefa Ezcurra, el representante inglés míster Mandeville, funcionarios, personeros y bufones del régimen de Rosas. Belgrano y Amalia deciden casarse para, una vez repuesto él de sus heridas, huir los dos a Montevideo. Sin embargo, esbirros de la Mazorca —fuerza de choque del gobierno rosista— irrumpen en la quinta y matan a Belgrano. Valoración[editar] Al ser escrita la novela en 1850 muchos de sus personajes existían, si bien el autor por una ficción supone escribirla con algunas generaciones de distancia. Mármol declara su voluntad de trazar un cuadro histórico, aunque exagera las tintas de ese cuadro y realza los contrastes. La figura de Rosas es retratada en los capítulos IV, V y VI con una técnica casi cinematográfica pero, en cambio, cae en una minuciosidad tediosa en otras partes –no muy numerosas– como en la descripción de Amalia o de sus sentimientos y actitudes. José Mármol, autor de Amalia Filmografía[editar] La historia de Amalia Sáenz y de su enamorado Eduardo Belgrano ha sido presentada en dos películas argentinas. En 1914, el comediógrafo Enrique García Velloso realizó Amalia, un filme mudo. En 1936 Luis Moglia Barth rodó una segunda Amalia, esta vez sonora. Música[editar] La historia de Amalia y su enamorado Eduardo es recreada en "La canción de Amalia", un vals del poeta y letrista Héctor Pedro Blomberg, autor de muchos temas sobre la época de Rosas y las guerras civiles. El autor de la música fue el guitarrista Enrique Maciel. Los primeros versos dicen: La sangre del año 40 mojaba tu rostro divino color de marfil, doliente azucena de la Tiranía, jamás Buenos Aires se olvida de ti. Soñando vivías en la quinta sola y el río te daba su mortal canción, suspiran los sauces de la Calle Larga se oía a lo lejos un canto de amor. Belgrano te amaba, jazmín tucumano, la daga de Rosas su pecho buscó, lloraron de angustia tus bellas pupilas en las noches rojas del Restaurador.1 El rosismo en la novela «Amalia» de José Mármol Noemí Ulla El más famoso de los poetas en el exilio, José Mármol, escribió Amalia de acuerdo con ciertos cánones retóricos caros al romanticismo. Así, por ejemplo, la clasificación dualista de la humanidad en virtuosos y malvados; el gusto por los contrastes (Rosas y Manuelita); la exaltación de las grandes fórmulas (los encendidos discursos de los paladines Unitarios); la morosidad en las descripciones de tipos y ambientes; la utilización de la naturaleza para insinuar o definir estados de ánimo; el gusto por los desenlaces trágicos. Para un mejor entendimiento de Amalia no debe olvidarse que esta extensa novela fue publicada en forma de folletín. Las entregas espaciadas al lector explican en este caso -y en el de toda la literatura similar- la dosificación del interés según una técnica que el lector moderno suele rechazar de plano, y ciertas reiteraciones, en cada una de las entregas, que perturban la viabilidad del texto. Estos, y otros defectos fácilmente notables en la novela, limitan el interés puramente literario de la misma y desplazan el gusto del lector hacia zonas marginales de la literatura, como el valor documental del libro o su condición de fiel testimonio de una conciencia. La última posibilidad es defendida por Frida Schultz de Mantovani en una conferencia recogida en el libro Apasionados del nuevo mundo1. Martínez Estrada se inclina por la primera y asegura, incluso, que Amalia es uno de los cuatro textos, junto con Martín Fierro, Facundo y Una excursión a los indios ranqueles en los que puede comprenderse la realidad nacional2. La afirmación es un tanto sorprendente para el caso de Amalia, y sin ánimo de discutirla, la posponemos a otra que nos parece la adecuada para indicar el verdadero mérito de Amalia. Dentro de la literatura de ficción inspirada por el rosismo, y en la frontera cronológica en que se desarrolló el episodio rosista, Amalia fue algo así como la novelaestuario que recogió en un abrazo todos los materiales creados y perfilados en veinte años de agudos conflictos político-sociales, años en los que la literatura intervino acentuando y conformando con eficacia los diversos focos de tensión. Amalia resultó así el más consumado muestrario de ejemplos y de perspectivas de una literatura de combate abundantemente ejercitada hasta entonces. Su publicación, en el filo mismo de la batalla de Caseros, la ungió con el carácter de definitiva y la convirtió en el modelo obligado de casi toda la literatura posterior sobre el período de Rosas. Varias novelas editadas en los años inmediatos al triunfo de Urquiza reconocen el padrinazgo de Amalia, obra que convertida en un clásico prematuro de nuestras letras contribuyó como ninguna otra a la consolidación de determinadas imágenes y opiniones en la conciencia popular. La escena dramática y la lírica, el cine y el radioteatro han insistido en numerosas versiones de la novela; e innumerables reediciones del texto original, confirman, para el siglo XX, la notable lozanía de la obra y la curiosa predisposición del lector a reconocer en sus páginas verosimilitud histórica, sin que advierta la importancia que tuvo la misma novela en crear las condiciones de esa predisposición general. Si es válido el enfoque propuesto para señalar el lugar de Amalia en nuestra literatura, indicaremos entonces algunos de los recursos retóricos que le dieron carácter en el momento de su publicación y de otros que le abrieron el camino de la perdurabilidad. Mansilla, en su ensayo histórico-sociológico sobre Rosas, dice que la lengua corriente, durante el largo período de la dictadura, «parecía como compuesta de frases estereotipadas»3. Esta modalidad se refleja de manera notable en Amalia, sólo que pierde a veces la condición inocua que la misma debía tener en el lenguaje familiar y corriente, para convertirse en un fuerte sello de diferenciación sicológica. Así cuando Salomón, el presidente de la Sociedad Restauradora, impreca: ¡Viva la Federación! ¡Viva el ilustre Restaurador de las leyes! ¡Mueran los inmundos, asquerosos franceses! ¡Muera el rey guardachanchos Luis Felipe! ¡Mueran los salvajes, asquerosos unitarios, vendidos al oro inmundo de los franceses! ¡Muera el pardejón Rivera!4 las frases gastadas por el mecanismo de la repetición sirven, sin embargo, para indicar la pesadez mental de este célebre personaje, capaz de poner al mismo nivel de su entusiasmo la retórica de los impresos oficiales. Tampoco es inocua la adjetivación que Mármol pone en boca de los federales para referirse a los unitarios, por más que ella perteneciera al arsenal de expresiones populares estereotipadas. Los unitarios son salvajes, inmundos, asquerosos, traidores, vendidos, y cada una de estas palabras asume en la novela, por lo general, el sentido originario, la prístina intención insultante con que nació en la lucha política. Mármol retrotrae concientemente a su origen el sentido de tales palabras para avivar con ella el calor de las pasiones. Igual conciencia literaria se advierte en el matizado uso del término federal: Daniel recibió apretones de manos y abrazos federales. (1.ª, XXII, 202) Era el ruido de las espuelas federales... (5.ª, IV, 272) [...] por instinto, por instinto federales... (5.ª, IX, 330) el dignísimo federal Anchorena. (2.ª, XI, 326) Todos aplaudieron federalmente la improvisación de aquel digno apoyo de la santa causa. (2.ª, XI, 327) Con particular habilidad, Mármol rescata para la expresión viva, muchos términos que sus contemporáneos empleaban desprovistos de significados; habilidad que utilizará con parecido éxito al recrear los símbolos más comunes a toda época de violencia y terror. Repárese, por ejemplo, en el símbolo de la sangre: [...] oía la terrible relación que le auguraba el principio de una época de sangre y de crímenes... (1.ª, II, 47) [...] la mano y el brazo de Cuitiño estaban enrojecidos de sangre. Rosas lo echó de ver inmediatamente y un relámpago de alegría animó de súbito aquella fisonomía encapotada siempre bajo la noche eterna y misteriosa de la conciencia. (1.ª, V, 90) La reacción de Rosas ante el espectáculo de la sangre nos remite a uno de los más eficaces esquemas de Mármol, extraídos del mundo romántico. Fisonomía encapotada y noche eterna y misteriosa de la conciencia señalan la oscuridad en que vivían los espíritus torturados, y los elementos puramente irracionales que se asignaban a los agentes del mal. Mármol concentra toda la posibilidad de mal en las filas federales, y, especialmente, en algunos de sus distinguidos personajes, como la cuñada política del tirano: Basta decir, por ahora, que en la hermana política de don Juan Manuel de Rosas estaban refundidas muchas de las malas semillas que la mano del genio enemigo de la humanidad arroja sobre la especie en medio de las tinieblas de la noche según la fantasía de Hoffmann. (1.ª, IX, 138) [...] y su cuñada, con un tesón, una perseverancia y una actividad inaudita, le facilitaba las ocasiones en que saciar su sed abrazadora de hacer el mal. (1.ª, IX, 140) Este procedimiento simplificador, de más que espontánea aplicación en el comercio de las relaciones humanas, debía inducir al novelista a pensar la facción unitaria como poseedora única del bien, la razón y la justicia. Y así la pensó, en efecto, con sólo dos excepciones que deben aclararse. Una está dada por la irrupción de cierto sentido del humor5, a la manera del romanticismo hispánico, que trueca el aspecto trágico de los genios del mal y el heroico de los del bien, en rasgos bufonescos. La otra corresponde a la variante victorhuguesca del contraste puro -Esmerada-Quasimodo- y es la que permite el contrapunto Rosas-Manuelita, es decir, el mal y el bien disputando su eterna querella, esta vez en los dominios domésticos del mal6. Fuera de estas excepciones, el procedimiento se aplica con extrema rigidez. Esta es la descripción de Cuitiño: Y mientras salía del cuarto, con una mirada llena de vivacidad e inteligencia, midió Rosas aquella guillotina humana que se movía al influjo de su voluntad terrible, y cuyo puñal, levantado siempre sobre el cuello del virtuoso y del sabio, del anciano y del niño, del guerrero y de la virgen, caía, sin embargo, a sus plantas, al golpe fascinador yeléctrico de su mirada. Porque esa multitud oscura y prostituida que él había levantado del lodo de la sociedad para sofocar con su aliento pestífero la libertad y la justicia, la virtud y el talento, había adquirido desde temprano el hábito de la obediencia irreflexiva y ciega, que presta la materia bruta de la humanidad al poder físico y a la inteligencia generatriz cuando se emplean en lisonjearla por una parte y avasallarla por otra. (1.ª, V, 95) En cambio, observemos el retrato de Daniel Bello, modelo de perfección unitaria: Este joven, de veinticinco años de edad, de mediana estatura, pero perfectamente bien formado, de tez morena y habitualmente sonrosada, de cabello castaño y ojos pardos, frente espaciosa, nariz aguileña, labios un poco gruesos, pero de un carmín reluciente que hacía resaltar la blancura de sus lindísimos dientes. (1.ª, III, 52) Y el de Amalia: Había algo de resplandor celestial en esa criatura de veintidós años, en cuya hermosura la naturaleza había agotado sus tesoros de perfecciones, y en cuyo semblante perfilado y bello, bañado en una palidez ligerísima, matizado con un tenue rosado en el centro de sus mejillas. (2.ª, I, 210) La misma duplicidad de miras se advierte en la descripción de los ambientes, para lo que bastaría transcribir, si no temiéramos caer en exceso de citas, el pasaje en el que se muestra la casa de Rosas confrontándolo con el que se dedica a reconstruir la casa de Amalia7. Puesto en marcha el procedimiento, Mármol, buen romántico, no podía dejar de utilizar la naturaleza en función de sus propios sentimientos. El amanecer posterior a la noche del 5 de mayo se describirá así con significativa selección de adjetivos, cuya notoria finalidad es acentuar la inocencia de la víctima: La blanca luz de esa beldad pudorosa de los cielos que asoma tierna y sonrosada en ellos para anunciar la venida del poderoso rey de la Naturaleza, no podía secar, con el ternísimo rayo de sus ojos, la sangre inocente que manchaba la orilla esmaltada de ese río, de cuyas ondas se levantaba, cubierta con su velo de rosas, su bellísima frente de jazmines. (1.ª, VIII, 129) Para concluir, recordaremos que Mármol elige con mucha habilidad el tiempo en el que se desarrollan los episodios de Amalia. 1840, por circunstancias que los historiadores han explicado suficientemente, fue el año del terror en Buenos Aires. Rosas aplicó como nunca su pesado aparato policial, permitiendo que la Mazorca, con conducta algo más que expeditiva, sujetara los peligrosos hilos de la subversión latente. La ciudad con sus calles desiertas, el silencio nocturno roto por el escándalo de los allanamientos, el temor de la delación, la zozobra por el destino de familiares y amigos eran elementos que, tomados concentradamente, debían dar a esta novela el clima de opresión por antonomasia.Amalia dio así la atmósfera de terror paradigmática en nuestra literatura, la fuente en la que debía abrevar necesariamente todo novelador o folletinista con gusto por el pasado histórico. Estas frases de Mármol, escogidas al azar, marcan el carácter de casi toda la literatura antirrosista posterior a Caseros: La ciudad dormía bajo el puñal. La seguridad individual se había violado a tal punto, que la cárcel resultaba entonces un refugio contra los asesinos asalariados. (1.ª, XI, 168) La fisonomía especial de la angustia, la fisonomía de la ansiedad. Cada minuto pesaba horriblemente sobre el espíritu. (2.ª, I, 71) Introducción a «Amalia» de José Mármol Benito Varela Jácome —5→ Amalia es una síntesis singular de las distintas tendencias de la novela romántica hispanoamericana. Su autor, José Mármol, desde la perspectiva nostálgica del exilio forzoso en Montevideo, reconstruye la dramática situación argentina en 1840, bajo la dictadura de Juan Manuel Rosas; crea un tenso climax de violencia, representado por la fuerte persecución de los unitarios, en Buenos Aires, y las cruentas campañas de la guerra civil en las provincias. Sobre la perspectiva histórica real, violentada por la irreconciliable bipolarización política, se desarrolla un proceso sentimental, empujado por la represión hacia un desenlace final. En la «explicación» previa, el escritor porteño certifica la veracidad de las situaciones contextuales de su relato: «La mayor parte de los personajes históricos de esta novela existen aún, y ocupan la posición política o social que al tiempo en que ocurrieron los sucesos que van a leerse». Factores determinantes de la obra de José Mármol Varios factores adversos actúan sobre la existencia de José Mármol (1817-1871). La estrechez económica de su infancia en Buenos Aires y Montevideo se agrava después de la muerte de su madre; queda reducido a la pequeña pensión que le envía su padre, emigrado en Brasil, después de haber combatido en la lucha de la independencia. Aunque estudia en la Universidad bonaerense, no participa, en principio, en las tertulias literarias, pero en 1839 es encarcelado por su actividad política, y en noviembre de 1840 comienza su expatriación en Montevideo. A lo largo de sus doce años de destierro, Mármol realiza una amplia actividad literaria. Orientado por el neoclásico Florencio Varela, escribe sus primeras composiciones civiles, por las que ha sido calificado por Menéndez Pelayo de «verdugo poético de Rosas». En 1842 estrena en Montevideo los efectistas dramas en verso El poeta y El cruzado, llenos de resonancias de Espronceda y Zorrilla; al mismo tiempo cultiva un periodismo combatiente, antirrosista. Se traslada a Río de Janeiro, en 1843, en donde entra en relación con la literatura francesa, en la —6→ casa del general Tomás Guido. Al regresar a Montevideo, en 1846, publica El peregrino y Cantos del peregrino, típicos ejemplos de poesía romántica, influida por Echevarría, Zorrilla, Lamartine y Childe-Harold, de Byron. La obra lírica de Mármol se completa con Armonías (1851) y los tres volúmenes de Poesías, aparecidos en 1855. Por las mismas fechas publica las entregas de Amalia, en su revista La Semana, y la edición definitiva de la novela. Al regresar a Buenos Aires, después de la victoria del general Urquiza, desempeña cargos diplomáticos en Chile y Bolivia; dirige El Progreso, incrementa su actividad política, publica distintos fascículos. Desde 1858 hasta su muerte fue director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. La elaboración de la obra de nuestro autor está condicionada por varios factores, sincrónicos y diacrónicos: el contexto histórico, el ambiente cultural, las influencias literarias, las experiencias de la persecución rosista y el largo exilio. Mármol, como cualquier escritor, está en el centro de su creación, influido por cerca de una decena de determinantes, factibles de representar por las coronas circulares de este diagrama: A: José Mármol. B: 1817-1871. C: Argentina. D: Familia pobre. E: Comienza estudios universitarios. F: Influencia del romanticismo europeo. G: Influencia de los proscritos argentinos. H: Represión del dictador Rosas. I: Exilio en Uruguay y Brasil. Elaboración de «Amalia» En los dos últimos años de exilio en Montevideo, José Mármol crea y redacta el periódico político y literario La Semana, aparecido entre abril de 1851 y febrero de 1852. En su suplemento va publicándose, en entregas sucesivas, la novela Amalia. El primer tomo de esta edición, de 366 páginas, recoge las entregas aparecidas hasta diciembre de 1851, y el segundo, de sólo 38 páginas, las inserciones hasta febrero. La publicación de La Semana se interrumpe el 9 de febrero de 1852, seis días después de la resonante derrota de Rosas por el general Justo José Urquiza, en la batalla de Monte Caseros. El propio Mármol confiesa que el gran acontecimiento le serviría para escribir el final de la novela, «con mejores detalles sobre el mes de octubre de 1840». Más tarde, en una nota a la edición definitiva, advierte que en el destierro no disponía de las fuentes documentales, de las víctimas rosistas, y añade: «Hoy, que están en nuestro poder, insertamos en el texto de la obra, que se conservaba inédita, una pequeñísima parte de ellos, para que se vean el orden y prolijidad de estas tablas». La edición definitiva de Amalia, considerada la primera por el autor, se imprime en Buenos Aires, en 1855, tres años después de ser derrocada la dictadura de Rosas; se publica, por tanto, cuando la ciudad porteña acaba de estrenar la Constitución de 1854. Es necesario esbozar el problema textual de la novela. Si —7→ comparamos la primera edición con la definitiva de 1855, se dan estas variantes estructurales: en la primera parte se incluye el capítulo titulado «La flor del aire y la magnolia», suprimido y refundido, en parte, en el capítulo IX, «El ángel y el diablo», de la segunda edición. En la parte segunda, el capítulo VII cambia su título por «Escenas de un baile» y se interpola el retrato de doña Agustina Rosas. El segundo tomo de 1851, además de la reducción de unidades narrativas, se interrumpe en el capítulo XII. La categorización romántica y la dictadura de Rosas Amalia es un complejo ejemplo de novela romántica. El juego mnemónico de algunos clisés descriptivos, la proyección subjetiva, la exaltación sentimental, las funciones folletinescas, las pulsiones efectistas, impuestas por la publicación en entregas sucesivas, las perspectivas internas del proceso amoroso, tienen un claro parentesco con los distintos metagéneros narrativos de la corriente romántica. Pero Mármol monta toda la categorización sentimental sobre ejes semánticos históricos, políticos y sociales, radicalmente transformados por las situaciones límite de violencia. Varios factores contextuales influyen en la elaboración de la obra: el terror de la mazorca, que empuja al exilio a los componentes del grupo intelectual porteño de 1837; las experiencias autobiográficas, la efervescencia antirrosista en la capital uruguaya. Para la comprensión de la funcionalidad político-social en Amalia no podemos prescindir de la perspectiva histórica protagonizada por el polémico dictador Juan Manuel Rosas, en su primera etapa de gobierno de Buenos Aires, desde el fusilamiento del coronel Dorrego hasta 1832, y desde 1835, con la proclamación de Restaurador de las Leyes. Rosas se sirve del federalismo provincial para destruir el poder de la burguesía comercial; se apoya en el conservadurismo porteño, las transigencias del consorcio comercial inglés, las montoneras de gauchos, los despóticos caudillos de provincias. Además de la represión contra los unitarios en Buenos Aires, el país vive una cruenta guerra civil. Alterna distintas situaciones bélicas: las campañas del general Lavalle, el bloqueo de la escuadra inglesa, los triunfos de Oribe sobre los federales, las muertes violentas de Crámer, Castelli, Lavalle, Marcos Avellaneda... La perspectiva histórica de la novela está representada por la represión rosista, en Buenos Aires y sus alrededores, en un tiempo reducido del año 1840, desde el 4 de mayo hasta comienzos del mes de octubre, fecha conflictiva por las consecuencias de la retirada de Lavalle. La amenaza del ejército unitario del general Lavalle que, después de operar en Corrientes y Entre Ríos, se propone atacar la capital, el bloqueo del almirante francés Mackau, provocan la crisis del gobierno federal y, como consecuencia del peligro, se recrudece la feroz acción represiva de la mazorcacontra los unitarios. Las situaciones de violencia, generadas por la organización represiva, influyen en las situaciones melodramáticas de la novela, actúan como desencadenantes del climax de terror y del destino fatal de los procesos amorosos de las parejas Daniel Bello y Florencia Dupasquier, y de Eduardo Belgrano y Amalia. Es necesario destacar el papel preponderante de los eventos históricos, desde — 8→ los movimientos del general Lavalle, en el norte, y su avance por la provincia de Buenos Aires hasta la situación de los exiliados en Uruguay; desde la acción de los ejecutores policiales hasta los juicios negativos sobre la dictadura. Toda esta materia ocupa el mayor número de páginas, hasta tal punto que la historia sentimental, supeditada a las situaciones contextuales, movida siempre por las tensiones políticas, queda reducida a sólo catorce capítulos. La violencia de las bipolarizaciones ideológicas Dentro de la dinámica histórico-política desarrollada en veinticinco capítulos e intensificada en las partes primera, cuarta y quinta, destacan dos líneas de fuerza opuestas: el autoritarismo de la dictadura y los intentos de conspiración unitaria. Juan Manuel Rosas, agente del primer núcleo, tiene como objetivo imponer su autoritarismo por el terror. Por su interacción constante en la ficción novelística tiene una intervención predominante a lo largo de todo el relato; por eso actúa en seis capítulos de la primera parte, en cuatro de la segunda, seis de la tercera y siete de la última. Al lado del caudillo resalta la vigilante actividad demoníaca de su cuñada, María Josefa Ezcurra; ambos son los controladores de las redes de espionaje, delación, encarcelamiento y tormentos. En el bando unitario, Daniel Bello, por su amistad y parentesco con la pareja Eduardo-Amalia, se convierte en verdadero opositor, por su constante activismo, por sus audaces intrigas, a lo largo de treinta capítulos de la obra. El novelista opone las dos fuerzas reales que operan en la capital, en distintas zonas urbanas y en determinados espacios privados; pero desmesura su protagonismo al dotar a los federales de un poder demoníaco y complicar la existencia de los unitarios, con la introducción en sus círculos familiares de un terror alucinante. Esta conflictividad histórico-política está representada por los dos grupos irreconciliables de federales y unitarios. Dentro de su dinámico protagonismo de roman-fleuve, podemos oponer sus principales agentes: La perspectiva histórica está apoyada en el relieve de las personalidades reales, se confirma con el rigor documental de las «tablas de las víctimas», con la enumeración de personajes vivos, con las notas autobiográficas. Pero Mármol, sobre —9→ estos contextos veraces, hace funcionar la ficción, las funciones míticas características de la novela romántica. Además, el autor contrapone distintas concepciones generalizadas, bipolarizaciones contextuales por un lado y agenciales por otro. contextuales agenciales civilización vs. barbarie amor vs. odio cristianismo vs. satanismo represión vs. temor elegancia vs. rusticidad emotividad vs. insensibilidad libertad vs. opresión espíritu vs. cuerpo luz vs. oscuridad vitalidad vs. inhibición cultura vs. incultura razón vs. sin razón justicia vs. injusticia seres demoníacos vs. seres angélicos conciliación vs. violencia buenos vs. malos mazorqueros vs. herejes inocentes vs. culpables federales vs. salvajes unitarios Procesos agenciales La estructuración de Amalia se complica con la acumulación de situaciones contextuales, precisiones históricas, alegatos políticos, enfrentamientos ideológicos. La densa materia histórica, el acopio documental, actúan como ganga literaria antinovelística; nutren el universo creado, pero también frenan el ritmo narrativo, alteran las tensiones de la fabulación; son, con frecuencia, elementos retardativos que obstaculizan, que influyen negativamente, en la dinámica de la acción, de esta manera: Pero por otro lado, en las tensiones políticas se generan factores desencadenantes que cambian súbitamente el proceso agencial o preparan una confluencia fatal. En primer lugar, el temor rosista está funcionando como el horror gótico del romance inglés del Romantic Revival. En la acumulación conflictiva está actuando la bipolarización maniqueísta Bien-Mal. Dentro de la rebelión antitética en el campo ideológico se produce, en repetidas versiones, este enfrentamiento: Desde la primera página de la novela se establece la lucha entre las dos facciones opuestas. La batida rosista en el Bajo porteño contra el grupo de unitarios —10→ que pretenden expatriarse, a bordo de una ballenera, marca los destinos de los tres agentes centrales del campo unitario. Daniel Bello traslada a Eduardo Belgrano, malherido, a la casa de su prima Amalia. Del suceso nocturno de la costanera derivan dos procesos agenciales interrelacionados. Daniel, preocupado de garantizar el refugio de su amigo, inicia una serie de contactos que ponen al lector en relación con la organización federal, con las intrigas de las sociedades secretas, con los ejecutores de la represión. Al mismo tiempo protagoniza sus relaciones amorosas con Florencia Dupasquier. Después de once capítulos, el novelista, al iniciarse la parte segunda, retorna a la casa de Amalia Sáenz de Olabarrieta para hablar de su personalidad e informar de la convalecencia de Eduardo. A lo largo de esta segunda parte se estrechan las interrelaciones del círculo y entra en acción una nueva relación amorosa, con la declaración de Eduardo en el capítulo V; a pesar del sobresalto y el temor a la represión de los mazorqueros, se desarrolla un proceso de felicidad que culmina en el desbordante coloquio sentimental del capítulo XII. Los dos núcleos narrativos, que cabalgan sobre las tensiones políticas, siguen una trayectoria distinta. El encuentro de Eduardo con Amalia y sus primeras curas sucede en el capítulo II, pero su convivencia en la quinta de Barracas se interrumpe para dar paso al activismo de Daniel. En cambio, en la parte segunda, el espacio de las dos historias se equilibra: El ritmo tensional cambia en la parte tercera. Después del viaje de Daniel a Montevideo y su relación con los grupos de proscritos, entran en acción las fuerzas negativas del rosismo, sobre todo el espionaje de María Josefa Ezcurra. La pareja Eduardo-Amalia reaparece en el capítulo VIII, pero rodeada de presagios. Los primeros actos del drama se desenvuelven en los tres capítulos siguientes. La identificación de Eduardo, por María Josefa, al descubrir su herida por un hábil fingimiento, genera el primer conflicto grave. Daniel traslada inmediatamente al herido a un lugar secreto, pero el peligro de la investigación de la mazorca se cierne sobre la indefensa Amalia, a partir del capítulo XIV, con el minucioso registro de la quinta por los agentes de Victorica, en la unidad narrativa siguiente. Y la situación de «todos comprometidos» extendida también a Daniel y a su prometida, pone un contrapunto dramático al final de esta parte. El climax de peligro se transmite a la parte cuarta; se interrumpe en los capítulos protagonizados por la familia del Dictador; pasa por situaciones de delirante correspondencia amorosa de la Casa Sola. Pero la pareja tampoco está segura en aquel solitario retiro. Los oponentes, los depredadores rosistas, después de una etapa de espionaje, comienzan a asediar directamente a la pareja de agentes. Amalia y Eduardo quedan convertidos en víctimas, en una peligrosa postura centrípeta, —11→ con la actividad amistosa de los adyuvantes mermada, dentro del estrecho círculo de represión: La psicosis del miedo llena los primeros capítulos de la última parte de la novela, localizados en el mes de noviembre de 1840, como consecuencia de la acción descontrolada de rondas federales. La proximidad del ejército de Lavalle recrudece la represión, y su retirada crea situaciones de dramática violencia. Amalia y su prometido, después del espectacular asalto a la Casa Sola, por una partida armada, viven bajo la amenaza latente; retornan a la quinta de Barracas y celebran su boda en privado. Pero la estrenada felicidad se rompe con un cambio súbito de fortuna. El violento asalto a la residencia: el tropel de los atacantes, los disparos, los gritos, la sangre, conjugan una situación dramáticamente efectista. La lucha desigual contra los mazorqueros tiene este final sangriento, con media docena de muertos: Variaciones estilísticas José Mármol emplea varios procedimientos descriptivos. Al lado de la narratividad de las bipolarizaciones contextuales encontramos la simplificación de los testimonios históricos y de las enumeraciones documentales. Las proclamas federales están llenas de hipérboles, de formas estereotipadas; la sociedad restauradora impone un vocabulario triunfalista, con connotaciones denigradoras de los unitarios: «salvajes», «inmundos», «traidores», «asquerosos»... El tono enfático y discordante, los rasgos satíricos, entran en los retratos y en la valorización de los —12→ comportamientos de María Josefa Ezcurra y otros personajes del círculo rosista. También en los diálogos encontramos el contraste entre las formas diastráticas, los retóricos parlamentos ideológicos y la literaturización lírica, excesivamente sentimental, de los circunloquios amorosos. Las declaraciones de Eduardo y la correspondencia de Amalia están en la línea convencional, delirante, de la novela sentimental. La artificiosidad orienta la idealización de los retratos femeninos. El novelista acumula comparaciones hiperbólicas, connotaciones y perífrasis líricas para realzar su belleza. El retrato de Amalia aparece intensificado con una constelación de atributos fisicos y morales positivos, hasta convertirla en «diosa» de «resplandor celestial». Los signos caracterizadores resaltan, también, la hermosura de Florencia, hasta la desmesurada imagen de compararla con «un rayo del alba». Pero frente a esta tipología idealizada, sublimada, el escritor porteño nos ofrece retratos masculinos de textura realista, con una precisión de rasgos objetivizados. Las abundantes situaciones efectistas, la acción sentimental y las funciones melodramáticas, imponen a José Mármol una selección léxico-semántica adecuada de indudable raíz romántica. A pesar de la perspectiva externa, la subjetividad influye en las visiones paisajísticas. El novelista realiza un montaje de descripciones mnemónicas, impuestas por la novela romántica del primer tercio del siglo XIX. Repite clisés, predominantemente cromáticos, de distintos momentos del día, con preferencia por los amaneceres, los ponientes y los nocturnos. La proyección sentimental se repite, sobre todo, en las visiones nocturnas. Las noches apacibles, estrelladas, de las orillas del Río de la Plata, contrastan con los encuadres del Bajo, tristes, melancólicos, imponentes; «las visiones de la imaginación de Hoffmann», con los presagios de tormenta sobre las barrancas del camino de San Isidro. A veces prescinde de los esquemas románticos. Al trasladar la acción a Luján y Santos Lugares nos transmite la soledad de la Pampa, nos introduce en el mundo de los gauchos y teoriza sobre su sistema de sociedad, en la línea del Facundo sarmentino. También elimina bastantes rasgos románticos, al enfocar algunos espacios urbanos, con procedimientos próximos a ciertas manifestaciones del costumbrismo rioplatense. Emplea igualmente técnicas descriptivas distintas al presentarnos los interiores. El dormitorio de Amalia es un modelo de artificio expresivo, por la profusión de connotaciones cromáticas, de objetos suntuarios, de tonalidades irreales. Frente a este ambiente refinado, de distinción social, interpretado también en otros momentos de la novela, resalta la austeridad de la casa de Rosas; la planificación geométrica, la precisión de los itinerarios, el «angosto pasadizo», «la cocina estrecha y ennegrecida», la orientación de puertas y ventanas, la carencia adjetival, el juego de sombras, el precario mobiliario, la ausencia de objetos suntuarios, trasladan al lector a un espacio contemplado con la perspectiva omnisciente del realismo. Los tonos tenebrosos del espacio interior se coordinan con el enfoque de los personajes que están allí, tomando frías medidas de represión. Este reducto del autoritarismo de Rosas contrasta con la suntuosidad descriptiva de la habitación de Amalia, que sólo es un lujoso lugar de descanso, de refinamiento, de ilusionada felicidad amorosa. Comparemos el contraste de dos fragmentos: —13→ Habitación de Amalia Casa de Rosas Toda la alcoba estaba tapizada con papel...y la puerta de la derecha, por fin, conducía aterciopelado de fondo blanco, matizado cona una especie de antecámara que se estambres dorados, que representabancomunicaba con otra habitación de mayores caprichos de luz entre nubes ligeramentedimensiones, en la que se veía una mesa azuladas. Las dos ventanas que daban alcuadrada, cubierta con una carpeta de bayeta patio de la casa estaban cubiertas por doblesgrana, unas cuantas sillas arrimadas a la colgaduras, unas de batista hacia la partepared, una montura completa en un rincón, y interior, y otras de raso azul muy bajo, haciaalgo más que describiremos dentro de un los vidrios de la ventana, suspendidas sobremomento. Esta habitación recibía las luces lazos de metal dorado, y atravesadas conpor dos ventanas cubiertas de celosías, que cintas corredizas que las separaban, o lasdaban a la calle... juntaban con rapidez. (I, cap. II) (I, cap. IV) Al margen de estas vacilaciones estéticas, del juego melodramático y del climax romántico de la acción sentimental, Amalia representa un testimonio histórico, la violenta bipolarización ideológica de la época rosista, la iniciación de un denso metagénero de novela hispanoamericana del poder personal o de la dictadura. En esta línea valorativa nos puede servir de conclusión el juicio del Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias1: «Las páginas de este libro pasaron por nuestros dedos febriles, sudorosos, cuando sufríamos en carne propia los rigores de dictadores que han asolado a Centroamérica... Estamos en presencia de uno de los testimonios más ardientes de la novela americana. Nos interesa como documento humano, aparte de su valor literario, pues si sobre esto podría discutirse, en cuanto a lo que significa como mensaje es indiscutible.