Romeo y Julieta, de William Shakespeare EL AUTOR Y SU ÉPOCA BIOGRAFÍA DE WILLIAM SHAKESPEARE La biografía de William Shakespeare (1564-1616), uno de los mayores genios de la literatura universal, está llena de puntos oscuros. Nació en Stratford-on-Avon, en el seno de una familia probablemente católica. Su padre, un comerciante próspero, llegó a ser hailiff (‘administrador’) del pueblo. Shakespeare estudió en la Grammar School de Stratford, donde debió leer a Séneca y a los poetas y comediógrafos latinos. No realizó estudios universitarios. Se casó a los 18 años con Ann Hathaway, ocho años mayor que él, probablemente por falta de recursos económicos. El matrimonio tuvo tres hijos, pero vivió separado mucho tiempo. De 1586 a 1592 no sabemos nada de él. La leyenda cuenta que tuvo que huir de Stratford por cazar en terrenos del sheriff, un puritano, implacable perseguidor de católicos. Probablemente, se unió a la compañía ambulante del payaso William Kempe, donde además de interpretar papeles, posiblemente femeninos, ayudaría, como otros actores con estudios, en la adaptación de las obras del repertorio y, más tarde, en la composición de otras nuevas. En 1592, establecido ya en Londres, obtiene su primer éxito como dramaturgo: Enrique VI. Este éxito se ve interrumpido por la peste, que obliga a cerrar los teatros. Henry Wriothestly, conde de Southampton, se convierte en su protector. Él es probablemente el “bello joven” destinatario de los sonetos de amor platónico compuesto por Shakespeare. En 1594, con la reapertura de los teatros, pasó a ser coempresario de la compañía de Lord Chamberlain, que contaría, además de con el mejor dramaturgo de todos los tiempos, con el mejor actor de la época (Richard Burbage) y, desde 1597, el mejor teatro (El Globo). Sus representaciones estaban siempre abarrotadas de público. De los primeros años del siglo XVII son cuatro de sus grandes tragedias: Hamlet, Otelo, El rey Lear y Mcbeth. En 1610 Shakespeare se retira a su pueblo y, un año después, se despide del teatro con La tempestad (1611). Nunca se preocupó por imprimir sus obras teatrales, que no serían publicadas hasta 1623, por iniciativa de sus compañeros de El Globo. Murió el 23 de abril de 1616, en la misma fecha que Cervantes, aunque no en el mismo día por la diversidad de los calendarios entonces vigentes. CONTEXTO HISTÓRICO: EL RENACIMIENTO INGLÉS La historia de Inglaterra en el siglo XVI está marcada por el fortalecimiento del poder real frente al feudal, la Reforma anglicana y el auge del espíritu humanista y la estética renacentista. Consignamos algunas fechas importantes de este período histórico: - 1516. Thomas Moro escribe en latín su Utopía, obra que marca el inicio de los estudios humanísticos en Inglaterra. - 1534. Enrique VIII, al no conseguir del Papa la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón, se proclama Jefe de la Iglesia de Inglaterra y rompe con el Papado. La Reforma anglicana asimilará la idea de la conciencia personal y de la relación directa con Dios mediante la lectura de las Sagradas Escrituras, presentes también en las reformas luterana y calvinista. - 1558. Accede al trono Isabel I, que reinará con poder absoluto hasta 1603 y ratificará el compromiso anglicano. Se inicia un período de paz, prosperidad económica y unidad nacional. Inglaterra se convierte en una gran potencia marítima y se fomenta el comercio interior y exterior. Aumenta considerablemente la población de Londres. - 1561. Se traduce al inglés Il cortegiano, de Baltasar de Castiglione, que fija el paradigma de cortesano culto, cultivador de las artes y las letras. Se inicia una época de mecenazgos: tanto la corte como las universidades protegen a los artistas. - 1588. Derrota de la Armada Invencible española frente a las costas de Inglaterra, hecho decisivo en el fortalecimiento de la conciencia nacional de los ingleses. - 1595. Sir Philip Sidney escribe Defensa de la poesía, tratado de poética renacentista. En él sostiene que la tragedia muestra las consecuencias de los errores humanos que conducen a la tiranía y el despotismo, mientras que la comedia señala el ridículo de las equivocaciones cotidianas. Junto con Edmund Spenser y Shakespeare, Sidney fue uno de los máximos representantes del soneto isabelino, de inspiración petrarquista. CONTEXTO LITERARIO: EL TEATRO ISABELINO La prosperidad económica del reinado de Isabel I se reflejó en el campo de las letras, y muy especialmente en el teatro. Se conoce como teatro isabelino al gran ciclo teatral iniciado en su reinado y que se extiende hasta 1642, fecha en que los puritanos del Parlamento disponen el cierre de los teatros. Comprende las obras dramáticas de autores de la talla de Christopher Marlowe, William Shakespeare y Ben Jonson. Los teatros y la representación El teatro religioso medieval inglés, enormemente popular, predomina todavía durante la primera mitad del siglo XVI: en días señalados (Navidad, Pascua, Corpus...), los distintos gremios de la ciudad recorrían las calles montados sobre carruajes: el de los cocineros podía representar el infierno; el de los carpinteros, el Arca de Noé, etc. Con el nuevo prestigio de la cultura renacentista, surge un teatro cortesano: los Tudor ordenan representaciones privadas en palacio, ya de tema secular. Cuando Isabel I autoriza a los actores a repetir en tabernas y patios de posada estas representaciones para gentes dispuestas a pagar por verlas, nacen los primeros grupos de actores profesionales y el teatro popular. En 1575 se prohíben las representaciones en la ciudad de Londres y se construyen en las afueras los primeros teatros. Están hechos de madera, con la misma forma poligonal que los patios de posada. Los más populares son The Swan (El Cisne), de forma circular, y The Globe (El Globo), hexagonal. El escenario era una simple plataforma que ocupaba aproximadamente la mitad del espacio central: el público casi la rodeaba, de pie en el patio o sentados en las galerías. No estaban cubiertos: las representaciones se hacían en verano, con buen tiempo. El escenario carecía de telón y decorados: así, una mesa bastaba para indicar que se estaba en una taberna; o unas ramas, para representar el bosque; y una antorcha en manos del actor indicaba que era de noche. Los actores especificaban en sus réplicas el lugar en que se encontraban; otras veces, se usaban carteles y anuncios. Sí parece evidente el uso de trampillas en el suelo del escenario, para escenas sepulcrales y apariciones desde abajo. También, se usaba el piso superior para instalar maquinarias con las que realizar descensos de actores o accesorios. Las compañías teatrales estaban formadas sólo por hombres: los papeles femeninos eran representados por los jóvenes aprendices. Los empresarios rivalizaban en el vestuario de las compañías, que solía ser particularmente lujoso en las tragedias. El público era heterogéneo, pero domina el pueblo, que no sabe de reglas y busca movimiento, emoción, ruido y furia. La literatura dramática En líneas generales, el teatro isabelino se caracterizó, al igual que la comedia nueva española, por contravenir a los preceptos clásicos. Estos son sus principales rasgos: 1. Rompe con la regla clásica de las tres unidades, según la cual la obra debía limitarse a una única acción (unidad de acción), y ésta debía desarrollarse en el tiempo máximo de un día (unidad de tiempo) y en un solo lugar (unidad de lugar). El teatro inglés presenta gran variedad de espacios y tiempos y múltiples acciones. 2. Tampoco se respeta la división en cinco actos, propia del teatro clásico. Shakespeare en muchas de sus obras ni siquiera marca la separación entre actos y escenas, que incorporarían los editores a finales del XVII. 3. Imprime variedad a la obra y se rompen los límites entre los distintos géneros: mezcla prosa y verso (aunque predomina el verso blanco, largo y sin rima), personajes nobles y plebeyos, motivos trágicos y cómicos (así, en la tragedia cumple un papel importante el clown, personaje popular y ridículo, que introduce el contrapunto cómico), diversos registros (lo sublime, lo popular, lo obsceno...). 4. La proximidad física entre actores y público en los teatros se refleja en la obra dramática en la incorporación de numerosas confidencias y monólogos dichos en apartes, lo que permite al público penetrar en los conflictos interiores de los protagonistas. Los géneros preferidos por el teatro inglés son: 1. La tragedia. Se orienta a suscitar la emoción, el escalofrío, la compasión, en un público acostumbrado por la historia a la violencia y a la sangre. Existen varias modalidades: tragedia de caracteres, familiar, de la venganza, de tema romano... El principal modelo literario es el escritor latino Séneca, cuyas obras se traducen al inglés a partir de 1559. 2. La tragicomedia. Poco a poco, los dramaturgos ingleses, para rebajar la tensión de la tragedia senequista, introducirán elementos cómicos y bufonescos. Las intervenciones del clown cumplen claramente esta función. 3. La comedia. Presenta una gran variedad: novelesca, pastoril, fantástica, etc., pero es común la sutileza del enredo y la importancia de la música. Se inspira en la comedia latina de Plauto y Terencio y, sobre todo, en las novelitas y comedias italianas. 4. El drama histórico nacional. La historia de Inglaterra ofrece un abundante material a los autores dramáticos muy del gusto del público inglés. Se bucea en el pasado para buscar las raíces de la identidad nacional y justificar los hechos recientes. Los autores más destacados del teatro isabelino son, junto a Shakespeare: 1. Thomas Kyd (1558-1594). Es autor de un Hamlet, no conservado, y de La tragedia española, obra de corte senequista, truculenta y sanguinaria, en torno a una venganza. 2. Christopher Marlowe (1564-1593). Su teatro extrae los temas de la mitología, el medievo y la historia reciente. Muestra el absurdo y el horror humanos. Su Fausto es la primera incursión dramática en el tema del hombre que vende su alma al diablo. 3. Ben Jonson (1572-1637). Cultivó la llamada comedia de los humores, basada en el retrato caricaturesco de Destaca su Volpone, farsa en la que un astuto y avaro personaje embauca a todos los demás explotando la pa uno de ellos. OBRA LITERARIA. ROMEO Y JULIETA. OBRA LITERARIA Shakespeare fue, además de un gran dramaturgo, un destacado poeta. Lo confirman obras como Venus y Adonis, inspirada en Ovidio, y sus Sonetos, más de ciento cincuenta, que siguen las convenciones de la poesía amorosa petrarquista. Las treinta y siete piezas que constituyen su obra dramática son tal vez el más importante legado de las letras inglesas. No destacan por la originalidad de sus planteamientos (los propios del teatro isabelino) ni de sus historias (casi siempre tomadas de obras anteriores). Su singularidad hay que buscarla en otras aportaciones: 1. Un estilo asombrosamente rico, que abarca desde la expresión más exquisita y sublime hasta el gracejo del habla popular. 2. Hondo conocimiento del corazón humano, que le permite pulsar las más variadas cuerdas de la emoción y conectar con muy distintas sensibilidades. 3. Creación de personajes que al mismo tiempo son arquetipos universales de una pasión o carácter (el celoso, el ambicioso...) y criaturas vivas, de carne y hueso. 4. Humor amargo en las intervenciones del clown. No sólo es contrapunto de los personajes más graves; a veces, sus ironías alcanzan una gran hondura filosófica. Las comedias de Shakespeare destacan por el virtuosismo del enredo y la indagación en los sentimientos. En muchas domina un ambiente italianizante y cortesano, como en Mucho ruido y pocas nueces. En otras, se mezcla realidad y fantasía, como en el Sueño de una noche de verano, donde introduce elementos mágicos, y en La tempestad, de marcado simbolismo. Los dramas históricos se centran en la despiadada lucha por el poder. La mayoría se inspiran en la historia de la monarquía de Inglaterra, como Ricardo III, reflexión sobre el tema del mal, representado en el jorobado Gloucester. Otros son de ambientación grecolatina, como Julio César, centrado en la figura de Bruto, que asesina a César para devolver la libertad a Roma, pero fracasa al ser víctima de la ambición de otros conjurados. Las tragedias son la cumbre del teatro de Shakespeare. Éste supera a sus contemporáneos en la hondura con que retrata sus personajes. La clave reside en el análisis de la conducta de los caracteres, a los que llena de complejidad y emotividad, para hacer creíble su desastroso final. Además de Romeo y Julieta (1597), escribió otras cuatro: - Hamlet (1601) presenta el tema de la venganza. Al protagonista, príncipe de Dinamarca, se le aparece el fantasma de su padre, que le exige venganza, pues ha sido asesinado por su hermano Claudio, que se ha quedado con su trono y con su esposa, Gertrudis. La obligación de vengarse desencadena en Hamlet una profunda crisis metafísica que lo convierte en un ser, en gran parte cruel, desilusionado, cínico y de un humor macabro. - Otelo (1604) es la tragedia de los celos. El protagonista se ve arrastrado por las sospechas que, hacia su mu Desdémona, hace nacer en él Yago, personaje resentido y de una habilidad diabólica para manipular a los dem personajes. - El rey Lear (1605) trata sobre la ingratitud filial. Lear, vilipendiado y abandonado por sus dos herederas, se ve arrastrado a la desesperación, la locura y la muerte, sin que pueda impedirlo el tierno amor de su tercera hija, C a la que él había desheredado. - Macbeth (1606) es, de nuevo, una reflexión sobre la ambición de poder. Alentado por su esposa, el noble escocés Macbeth asesina al rey Duncan y consigue la corona, pero el remordimiento terminará por destruirle. ROMEO Y JULIETA Romeo y Julieta es una de las obras más populares de Shakespeare: sólo Hamlet la supera en número de representaciones. La historia de amor apasionado y trágico entre dos jóvenes adolescentes pertenecientes a sendas familias enfrentadas por un odio secular, los Montesco y los Capuleto, sigue conmoviendo a los lectores y espectadores contemporáneos gracias a su densidad emotiva y su belleza poética. Escrita en 1595, comparte con otras obras de juventud los siguientes rasgos: 1. Tono lírico. La temática amorosa permite a Shakespeare ofrecer una versión dramática –a veces, crítica– de los motivos y formas del soneto isabelino, que él mismo cultivó. 2. Argumento procedente de las novellas italianas. Shakespeare adapta el argumento del extenso poema narrativo Romeo y Julieta (1562), del inglés Arthur Brooke, que, a su vez, reelabora, a partir de una traducción francesa, una novella de Matteo Bandello, de 1554, que contaba con versiones anteriores en la narrativa corta italiana. 3. Influencia del poeta trágico latino Séneca. Está presente en las alusiones a la mala estrella de los amantes; así como en el horror y en el regocijo en el derramamiento de sangre, los cuales alcanzan su clímax en la última escena de la obra, cuando los cadáveres de Teobaldo, Paris, Romeo y Julieta quedan exhibidos ante el espectador. 4. Influencia de Christopher Marlowe. Se refleja en la insaciable pasión de los protagonistas: su impaciencia en satisfacer sus deseos precipita el trágico desenlace. Argumento Un odio ancestral enfrenta a dos familias de Verona: los Montesco y los Capuleto. Los disturbios son frecuentes, por lo qu pena de muerte a quien origine uno nuevo. En una fiesta de disfraces organizada en la casa de los Capuleto, se infiltran R algunos de sus amigos y parientes. Romeo y Julieta, la hija de Capuleto, se conocen y se enamoran súbitamente. Aquella balcón de la joven y ambos se juran amor eterno. Gracias a la ayuda de un fraile franciscano, Fray Lorenzo, se casan en s 8 La felicidad de los jóvenes se ve alterada por culpa de Teobaldo, primo de Julieta, que, irritado contra Romeo, al que sorprendió en la fiesta de su tío, lo insulta públicamente. Romeo evita el enfrentamiento, pero Mercucio, su amigo, no tolera tal deshonra, y se bate en duelo con Teobaldo, muriendo a sus manos. La furia se apodera de Romeo, que venga la muerte de Mercucio matando a Teobaldo. El Príncipe impone a Romeo el destierro. Los amantes, tras consumar clandestinamente su noche de bodas, se separan. Romeo intentando poner paz entre Mercucio y Teobaldo. Mientras tanto, el viejo Capuleto ha decidido casar de inmediato a su hija con el joven conde Paris. Julieta, al saberlo, se niega a obedecer y el padre amenaza con repudiarla. La joven solicita consejo a Fray Lorenzo. Éste le ofrece una pócima con la que la joven dormirá un sueño profundo, que le hará parecer muerta durante dos días; de esa forma, será trasladada al panteón de los Capuleto, donde al despertar podrá reencontrarse con Romeo. Sin embargo, la fatalidad impide que Fray Lorenzo pueda avisar a tiempo a Romeo de que la muerte es fingida. En su lugar, el joven recibe por un criado la triste noticia del fallecimiento de su amada. Acude a la cripta, donde Paris llora a su prometida. Se bate con él y lo mata. Luego se quita la vida a los pies del túmulo de Julieta. Fray Lorenzo acude momentos después a rescatar a Julieta, que recobra entonces el sentido, pero medroso ante la inminente llegada de los celadores nocturnos, huye. Julieta se percata de la muerte de Romeo y se suicida con su daga. Finalmente, el dolor por la muerte de los jóvenes reconciliará a las dos familias. Estructura Romeo y Julieta se estructura en torno a dos ejes: la historia íntima de la pasión amorosa de los jóvenes, que presenta una primera parte feliz (encuentro súbito, enamoramiento y boda) y una segunda trágica (separación definitiva y muerte); y la historia colectiva de Verona, marcada por el odio de las dos familias rivales, que pone en peligro la paz pública. La cohesión se refuerza por el uso de simetrías: así, por ejemplo, las luces de la fiesta de los Capuleto, en el primero de los encuentros de los amantes, tienen su paralelismo en el aura que irradia Julieta en el último, en la tumba: “su belleza llena esta bóveda de luz festiva”, dirá Romeo. Y también, a través de numerosos contrastes, como el que, por ejemplo, ofrece la intimidad de la noche frente a violencia pública del día. Otra característica de la estructura de Romeo y Julieta es la concentración temporal (en el poema de Brooke la acción sucedía en nueve meses; en la tragedia de Shakespeare se reduce a cuatro días), por lo que la aceleración de los acontecimientos resulta abrumadora. Temas 1. El amor. Es el tema central de la obra. La pasión amorosa de Romeo y Julieta se caracteriza por su singular autenticidad, que los aísla del resto de la sociedad. También, por la intensidad, el idealismo y la mutua sumisión de los amantes. Se opone a la concepción trovadoresca del amor (amor cortés) y, en parte, a la petrarquista, ya que es un amor correspondido, canalizado a través del matrimonio, y en el que la mujer desempeña un papel activo. Esta concepción idealista del amor contrasta con otras también presentes en la obra: - La pose literaria. Está representada por el propio Romeo, antes de conocer a Julieta. Su amor primero por Rosalina resulta teatral, insincero, porque se expresa siempre con el lenguaje retórico y los motivos convencionales heredados de la tradición literaria petrarquista y trovadoresca: así, la pasión amorosa es definida como “discreta locura”, el joven se goza en su sufrimiento amoroso y diviniza a la amada, al considerarla inalcanzable. - La concepción materialista. Expuesta en las palabras de los criados, Mercutio y la nodriza. Para todos ellos, el amor tiene un carácter marcadamente físico, sexual. La relación amorosa sólo se entiende en términos de imposición por parte de uno –el hombre– y sumisión por parte del otro –la mujer. - La actitud convencional. Está representada por los padres de Julieta: éstos sólo se preocupan por la honorabilidad (la madre) y por la perpetuación de una herencia en un matrimonio ventajoso (el padre). - La visión moralista. Encarnada por el fraile. Se caracteriza por la insistencia en la moderación que debe guiar las relaciones en el amor. 2. El odio. La pasión de Romeo y Julieta está enmarcada en un ambiente hostil, y éste resulta un factor determinante de ese amor y de la propia acción de la obra. La imposibilidad de ser correspondido que caracterizaba al amor cortés se ha sustituido aquí por la grave dificultad que entraña la relación entre dos amantes que pertenecen a familias enfrentadas secularmente por un odio irracional. 3. Destino y responsabilidad. Los estudiosos de esta obra no se ponen de acuerdo a la hora de precisar cuál es la fuerza determinante en la tragedia, si la fatalidad del destino o la actitud irresponsable de los protagonistas. A lo largo de la obra, hay continuas referencias al poder de la Fortuna y a la influencia de los astros, así como malos presentimientos que presagian un trágico final. Además, el azar interviene continuamente poniendo obstáculos a los amantes, como cuando la peste impide que la carta de fray Lorenzo llegue a manos de Romeo. Sin embargo, el desenlace final también se debe a la falta de reflexión y a la precipitación en sus decisiones de los protagonistas, como sucede con el suicidio de Romeo, momentos antes de despertar Julieta. 4. La ironía trágica. Repetidamente, las decisiones de los protagonistas producen el efecto contrario al esperado: así, las buenas intenciones del fraile y el afán pacificador de Romeo desembocan en tragedia; los suicidios, en cambio, consiguen la reconciliación. 5. La muerte. Está íntimamente relacionado con el tema del amor: de hecho, una de las imágenes que recorren la obra es la que identifica tálamo con tumba. Por un lado, la muerte supone el mayor de los obstáculos posibles a la plenitud de la pasión amorosa de Romeo y Julieta; pero, al mismo tiempo, llega a constituir la única forma posible de perpetuación de ese amor que encuentra constantes impedimentos a su paso. Personajes La mayoría de los personajes de la obra son figuras convencionales, propias de las comedias italianas de intriga amorosa: los padres severos, la nodriza parlanchina, los jóvenes apasionados... Shakespeare, sin embargo, consigue transformarlos en personajes memorables. Refirámonos a los más importantes: 1. Romeo y Julieta. Su amor espontáneo, apasionado, físico y espiritual a la vez, sin fisuras, los ha convertido en el arquetipo de jóvenes amantes. Los dos maduran gracias a su amor y a los obstáculos que éste debe vencer: Romeo, al comienzo de la obra, es un joven melancólico y afectado, y Julieta, una niña silenciosa y sumisa; el amor los convertirá en seres valientes, sabedores de lo que quieren, decididos y rebeldes. 2. Fray Lorenzo. Sus buenas intenciones (reconciliar a las dos familias, moderar la pasión de los dos jóvenes) contrastan con algunas decisiones arriesgadísimas y cuestionables. Su huida de la cripta, abandonando irresponsablemente a Julieta, se ha interpretado como una forma de expresar Shakespeare su juicio condenatorio hacia el personaje. 3. Mercutio. Cumple dos funciones: contraponer –con su lenguaje crudo, ingenioso y divertido– el amor sexual al amor idealizado de los protagonistas; y dar motivo, con su muerte, para que Romeo mate a Teobaldo y abra paso con ello a la tragedia. 4. La nodriza. Es de naturaleza a la vez instintiva y calculadora, afectuosa y obscena. Destaca por su vivacidad y calor humano. Su cínico pragmatismo terminará por alejarla de Julieta. 5. Teobaldo. Es un joven agresivo, víctima de su estrecho concepto del honor. 6. El conde Paris. Espíritu convencional, pero de gran nobleza. Siente un afecto genuino por Julieta, que le hace digno de morir defendiéndola y yacer junto a ella. 7. Benvolio. Su nombre significa ‘bien intencionado’. Su protagonismo como amigo íntimo de Romeo es eclipsado por la viva personalidad de Mercutio. 8. Capuleto. Refleja, tanto en su actitud afectuosa inicial, como en su posterior reacción cruel y airada, la figura tópica del pater familias. 9. Príncipe Escala. Reúne las mejores cualidades de un príncipe: autoridad, ecuanimidad y compasión. Versificación y estilo En Romeo y Julieta, predomina el uso del verso sobre la prosa. Sólo los criados –y los jóvenes burgueses, cuando se gastan bromas– emplean la prosa. El verso es, pues, un signo de distinción social. Entre las formas métricas, sobresale el endecasílabo blanco, aunque también aparecen sonetos isabelinos (tres cuartetos y un pareado) y series de versos pareados. Éstas últimas denotan artificiosidad: sirven para caracterizar, por ejemplo, la retórica epigramática de Fray Lorenzo o el convencionalismo amoroso de la pasión de Romeo por Rosalina. En cuanto al estilo, Romeo y Julieta presenta una gran variedad de registros. Los amantes utilizan un lenguaje muy lírico y metafórico. La intensidad de su amor se expresa luz, el fuego, la inmensidad del mar, rayo y la pólvora. mediante La influencia imágenes del en petrarquismo que aparecen es la evidente, aunque despojado de los clichés más gastados y las formas más amaneradas, por su insinceridad. Precisamente, Shakespeare parodia los excesos de la moda petrarquista en los parlamentos en que Romeo expresa su amor por Rosalina: el abuso de oxímoros e hipérboles raya en lo cómico y delata la superficialidad de su pasión. En las conversaciones de los criados, la nodriza o los jóvenes amigos, abundan las expresiones populares y obscenas y los recursos humorísticos, fundamentalmente juegos de palabras, donde existe invariablemente un segundo significado de marcado carácter sexual. Este conceptismo es similar al de la poesía burlesca de los poetas españoles del Barroco: pensemos, por ejemplo, en Quevedo. Trascendencia de Romeo y Julieta La influencia de Romeo y Julieta es enorme en el arte y la cultura occidentales. El Romanticismo elevó a condición de mito la intensa y frustrada relación amorosa de los dos jóvenes. Muchos dramas de esta época se inspiran en la tragedia inglesa. En el siglo XX, lo hará Bodas de sangre, de Federico García Lorca. En pintura, el motivo del beso de despedida en el balcón de Julieta, entre otros, aparece repetidamente en la obra de pintores románticos (Francesco Hayez) o prerrafaelitas (Frank Bernard Dicksee, Ford Madox Brown) del XIX. La música clásica y el ballet también se sintieron atraídos por este clásico literario. Destaquemos la ópera del francés Charles Gounod (1867), el poema sinfónico del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski (1869) y el ballet de su compatriota Sergéi Prokófiev (1936). También, es la tragedia con más adaptaciones en la historia del cine. Entre las versiones más fieles, destacan la de George Cukor (1936) y la de Franco Zeffirelli (1968), éste último, el primero en filmar en escenarios reales de Verona y con protagonistas adolescentes. En 1996 obtuvo un gran éxito Romeo + Julieta, de Baz Luhrmann, versión kitsch que cambia la Verona medieval por las playas de la actual Miami. Dos películas, pertenecientes al género musical, se inspiran también en la obra de Shakespeare: la estadounidense West Side Story (1962), de Robert Wise, ambientada en Manhattan y las luchas entre bandas callejeras; y la española Los Tarantos (1962), de Francisco Rovira Beleta, musical flamenco acerca del amor frustrado de dos jóvenes pertenecientes a familias gitanas rivales. Romeo y Julieta también están presentes en diversas manifestaciones de la cultura popular: tebeos, dibujos animados, telenovelas, música pop, películas de artes marciales...