San Lucas nos hace ver que la misericordia es la palabra que mejor revela el misterio de Dios. La misericordia es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Todos necesitamos de misericordia para vivir. La historia de Zaqueo muestra lo que hace la misericordia en el corazón humano. Deseos de ver a Jesús El Evangelio cuenta que Jesús iba camino de Jerusalén y pasaba por una calle de la próspera ciudad de Jericó. La noticia de que Jesús estaba recorriendo la ciudad se extendió rápidamente por todos los rincones. Muchos salieron de sus casas. También salió Zaqueo. Dice la Escritura que Zaqueo tenía un gran deseo de ver a Jesús. ¿De dónde le brotaba ese deseo? ¿Era curiosidad? ¿Quería algo más para su vida? ¿Estaba insatisfecho? La Escritura no lo dice. Zaqueo recuerda la situación de muchas personas que están buscando, aunque quizás no sepan muy bien que busca, desean algo auténtico que aliente la vida. Si miramos alrededor podemos descubrir la cercanía de muchos buscadores. Jesús se fijó en él El Evangelio dice que Zaqueo era un hombre de baja estatura. Esta es la razón por la que no conseguía ver a Jesús ya que había una gran multitud y nadie le ayudaba. Hay que recordar que Zaqueo era un publicano y los publicanos se aprovechaban de los demás sin ningún escrúpulo. Por eso, Zaqueo no era de fiar y era conocido como un pecador. Zaqueo se las tuvo que ingeniar. Subió a un árbol. Y cuando Jesús pasó por debajo, este levantó su vista y le miró. Zaqueo deseaba ver a Jesús pero es Jesús quien fijó su mirada en él. Jesús siempre se fija en nosotros. El Señor siempre da el primer paso. No somos invisibles para Él. Es posible que para muchos seamos invisibles, quizás uno más entre tantos, para Jesús somos únicos, Él fija su mirada en nosotros. La mirada de Jesús ¿Qué tiene la mirada de Jesús? La mirada de Jesús está llena de ternura y compasión. Su mirada transforma el corazón. Aquella mirada tocó lo profundo de Zaqueo, dio un vuelco en su interior, conmovió su corazón, y lo transformó. La mirada de Jesús transforma. Déjate mirar por Jesús. Lo recibió en su casa Jesús pidió a Zaqueo que lo recibiera en su casa. Jesús te pide que lo recibas en tu casa. Ábrele la puerta. Preséntale tu vida. Déjale que entre en tu mundo. Después de aquel encuentro para Zaqueo la vida adquirió otro significado. Ahora se dirige Jesús como Señor. Es una profesión de fe. Zaqueo ya es capaz de dar, de regalar, de hacer justicia, de pensar en los demás. Desde entonces la vida de Zaqueo fue una vida para los demás, un regalo, una bendición. Jesús cambió su vida.