SE ALZA LA WINCHA MILAGRO, SEPTIEMBRE 1956 DR. GASTON MINCHALA MURILLO Era un “serranote” alto, cobrizo, de labios gruesos – más el inferior, de pelo lacio, apretado, y peinado todo hacia atrás, que dejaba en medio de la cabeza un triangulo con la punta hacia adelante, Su metro ochenta no disimulaba el inmenso dedo medio “tieso” de su mano derecha – nadie sabe porque causaque infaliblemente sostenía el “full blanco” y que pasaba alternativamente de los dedos a la boca.En el bolsillo derecho de su pantalón, hundida y agazapada, a medio llenar aparecía la tapa de la infalible botella de “ aguardiente” compañera inseparable de soledad e inhibiciones que lo conducían a sentarse en la inmensa piedra que en la esquina de 5 de Junio y Bolívar, invitándolo a meditar y pensar, mientras las volutas de humo salían de su boca o se apagaban con cada sorbo de trago.Esa era la WINCHA.- Pocos sabían su nombre y su historia.Un intrincado juego para niños y muchachos ocupaba el solar que avanzaba hasta la García Moreno. Y es que había inventado un “serpentín” de madera, tabla, pedazos de caucho y metal, fijados uno a otro en cuatro segmentos diferentes de una pista aérea que comenzando desde una altura de 2 metros desembocaba en una recta final que declaraba ganador, no a un auto de carrera de juguete, sino a una bola de cristal. Los “vericuetos” y “recovecos” de la aeropista permitían deslizarse raudamente a 16 canicas de diferentes colores, e igualmente servían para detenerlas a quienes se adelantaban en pos de la meta. Clavos en número de 30 43 fijados por ligas de caucho o desnudos detenían por segundos, minutos ò indefinidamente a las competidoras bolas mientras el público infantil y adolescente gritaba, gesticulaba, lanzaba insultos o se reinaba a las distintas suertes de las canicas de “cristal”. La serpenteante ruta terminaba en un quinto nivel, el más bajo, a pocos centímetros del suelo para dar paso a una, dos o tres “bolas de vidrio” a finales de algarabía por el premio deseado: 2 sucres. Los muchachos agolpados apostaban ‘sin cesar.- De a “medio” real o “peseta” a la bola preferida. Las competidoras a manera de caballos de carrera reposaban en un artefacto cilíndrico de madera, asentado sobre un taburete y forrado con una franela verde denunciando los nombres respectivos. La gente de todas las “barriadas” de Milagro se detenían, pasaban, apostaban o se quedaban a ver el espectáculo que cada 10 o 15 minutos se repetía sin parar.- Todas las Tardes desde las 4 hasta las 8 o más, los muchachos de la Simón Bolívar, Elizalde Vera, Valdez, Semillitas, Eugenio Espejo y hasta las niñas del San Josè, aunque no “cazaban” se paraban ha hacer “ barra” a la bola de su preferencia.Yes que allí se reunían los Minchala, “Pachequito” Delgado, Enrique Alarcòn, Jorge Badillo, “Piel Roja”, Los Sánchez y los Barreno, el “Pinocho Pinela “, los “Cornejo”, el “Macho” “Bonilla”, Antonio Murillo Cajòn” Ordóñez, Carlitos Samaniego, l os hijos del “Maestro” Ayala, los Jaramillo, “ Caizo” Paguay, el “ Marciano” Astudillo, el “Loco” Salvador, “ cara de torta” “ Rocha “ el “cholo Bohórquez”, entre otros. Y también cuanta “caterva” de vagos y estudiantes que extraviaban la “brújula” de colegios y escuelas, los desocupados del Parque de los Leones, los que iban camino al Teatro Rex, por apremiados por el Barrio de las Putas, los que no querían verse con Pito Ronco los “ fumones y marihuaneros” del Puerto Fluvial de Milagro, los cliente de m la “Gorda Marinera” y los “devotos” de Mama Encarna, todos caían por ahí una y otra vez a jugar en la WINCHA.Cazaba las apuestas, verificaba y tomaba con sus dedos las bolas que iban a jugar, y desde el paño verde de su descanso las llevaba hacia el inicio del juego.- Las depositaba en lo mas alto del “ serpentín” de madera, en el sitio de partida, a 2 metros del suelo, donde un fino pedazo de madera dispuesto a lo ancho engranaba justamente en las ranuras de los tablones del primer tramo de la “carretera aérea” y hacia el papel de torniquete en ese verdadero hipódromo infantil. Levantaba lentamente ese pedazo de tabla de contención y a viva voz el “serrano cobrizo” gritaba: ¡ SE ALZA LA WINCHA!. Y continuaba el relato hípico: “Viene raudamente la Verde Oliva, seguida por la Roja Escarlata, detrás en tropel se lanzan la Aceituna, la Blanca Pura que gana espacios.- Se detiene en el primer tramo la Amarilla Pàlida y la Celeste Cielo, no se ve mover a la Morad es todo que se ha quedado dormida”. Mientras continuaba el relato toda la gente que miraba extasiada la carrera, reaccionaba de diferente forma, asustados unos, gritando otros, maldiciendo los terceros y desesperados los màs.- Tracalada de “aprendices de tahúres” apostadores futuros, o recién iniciados clientes de la WINCHA, se mezclaban con aquellos muchachos que en el tàfagoi de la carrera y el bullicio, dejaban abandonados en el suelo la media libra de arroz y los huevos rotos de la tienda de la esquina, las 6 onzas de hígado para el bistec de la familia y el pan con vendaje para el café de la noche. “Vienen en tropel el grupo ganador por la tercera manga, la Yegüita Inglesa, la Verde Limòn y la Morada es todo que al fin se despertó y cruzan rápidamente la última esquina.- Se vuelve a quedar la Morada es Todo, y llegan bola a bola las finalistas.- En el último obstáculo se queda finalmente la Verde Limón y la ganadora del premio mayor es la “Yegüita Inglesa” terminaba exhausto el relato el locutor de Hipódromo, la garganta seca y ronca no encontraba mejor forma de ser aclarada que con profundo trago de puro que- al descuido de la g ente – se precipitaba por su boca hacia el estomago.Aquella noche Israel Noboa se acerca al “serrano” que cabizbajo y meditabundo sentado sobre la piedra grande de la esquina, bebía y fumaba, pausadamente, màs que de costumbre.Hola, Don Carlos Mena Rivera” le dice amistosamente. Casi cono contesta y sigue su camino de humo y alcohol. Saúl Noboa y el Chino Wong “Winchita, no tomes tanto” y èl les contesta “ Tengo quebrado el corazón” y gruesas lágrimas cual bolas de la Wincha bajan por las mejillas de Don Carlos. Un corazón quebrado por la soledad y el desamparo.- Una mujer que se va de ese corazón y lo deja màs hueco y vacío que siempre y en los recuerdos todavía frescos de dolor y angustia, sólo el licor algo pueden disimularlos. Bajo la Pensión España, quizás la mejor de Milagro, Don Carlos, ebrio de desdenes y añoranzas, ve en la soga que esta en el piso de su cuarto la mejor manera de ahorcar la tristeza y el desamor. Amarrar la soga a la cuerda de madera del tumbado no es difícil, así el cuerpo embriagado no obedezca bien los dictados de los impulsos de la mente.El cuerpo de un metro ochenta, robusto y pesado, se balancea.- Se rompe la cuerda y el duro madero cae sobre la cabeza y cuerpo que cae al suelo. Dos horas después la conciencia retorna al tiempo y espacio perdidos y la dura realidad es todavía existir. La WINCHA comprende que todavía esta medio en el juego de canicas e ilusiones.- Comprende quien ésta vivo, que son las 2 de la madrugada.- Que Milagro se prepara para sus fiestas Septembrinas. Y abriendo las 2 hojas de la puerta mira las desoladas calles de su pueblo, y lanzando un grito ronco de la laringe herida, entiende que por fin, ahora, en este momento, todos deben saber que sucede en su corazón.- Su penetrante grito entra por las grietas de paredes, murallas y zaguanes, se arrastra reptando por patios y solares, termina en hamacas, perezosas, camas y colchones al piso donde la gente duerme al pie pelado. Al fin Milagro entero se pone de acuerdo con Carlos Mena y Rivera, púes por esta vez y para siempre: ¡SE CIERRA LA WINCHA!