1- Las raíces. La Hispania romana. 1.1 El proceso de hominización en la Península Ibérica: Nuevos hallazgos. El llamado proceso de hominización comenzó hace 2 millones de años en el Paleolítico con la aparición en África de los Australopitecos, que evolucionaron hasta el género Homo. En Europa el Homo que se desarrolla es el Homo Antecessor, cuyos restos mas antiguos se han encontrado en la Sierra de Atapuerca en Burgos, y datan de hace 1 millón de años. Estos eran nómadas, practicaban el canibalismo, conocían el fuego y vivían de la caza y la recolección. En el Neolítico aparecen la agricultura y la ganadería y el hombre se vuelve sedentario. Tras esta etapa aparece la Edad de los Metales, que se divide en tres periodos: el Calcolítico (donde aparecen las primeras piezas de cobre y poblados de gran tamaño como Los Millares en Almería), la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. 1.2 Los pueblos prerromanos. Entre los siglos X y III a.C habitaron en la península diversos pueblos que se agrupaban en dos áreas: la ibérica y la celtibérica. En el área ibérica, en la cuenca del Guadalquivir, habitaban los tartesos, quienes tenían una economía basada en la agricultura, la ganadería, la extracción de minerales en Riotinto y el comercio con los fenicios y los griegos. También procede de esta zona la Dama de Elche, que es uno de los legados más importantes de la Hispania Romana. Mientras en la celtibérica habitaban en la zona del Mediterráneo los indigetes, bastetanos y layetanos, que eran los más desarrollados de este grupo, pues utilizaban la moneda para el comercio, y en el norte los astures, galaicos, vascones y cántabros, cuyas economías se basaban en la agricultura y la ganadería, y en algunos casos la pesca. Pero todas estas actividades se realizaban con técnicas e instrumentos arcaicos debido al escaso contacto con las tribus colonizadoras. 1.3 Las colonizaciones históricas: fenicios griegos y cartagineses. Los fenicios y los griegos llegaron a la península atraídos por metales como el oro y la plata. Introdujeron el cultivo de la vid y el olivo, las técnicas de elaboración del vino y el aceite, así como el uso de la moneda y diferentes tipos de escritura. Además fundaron colonias a lo largo de las costas con el objetivo de comerciar con los Tartesos. Los fenicios eran originarios de Líbano y Siria, y fundaron Túnez, Cádiz y Málaga. Mientras que los griegos fundaron Marsella y Ampurias y se dedicaban al comercio de granos y vino. Por su parte los cartagineses eran de origen fenicio y llegaron a la península en el siglo VI a.C con intereses de dominar, por lo que se establecieron pugnas primero con los griegos y más tarde con los romanos en las guerras púnicas. Ocuparon el litoral meridional de la península y fundaron ciudades como Cartagena. 1 1.5 El proceso de romanización: el legado cultural. La romanización perdura desde el siglo III a.C hasta el V d.C y es la asimilación de las costumbres romanas por parte de los pueblos conquistados. La zonas más romanizadas fueron la levantina y la meridional, y a medida que se adentraban en el interior y el norte de la península la conquista se hacia más difícil, ejemplo de esto es la supervivencia del eusquera. Como ejemplos del legado cultural de los romanos encontramos el latín, que al entrar en contacto con las lenguas habladas en cada territorio dio lugar al surgimiento de lenguas como el castellano, el francés o el italiano. Los ciudadanos se regían por el derecho romano y la religión predominante era la romana. Además fundaron ciudades entre las que destacan Hispalica, Itálica y Emérita Augusta, así como calzadas como la Vía Augusta Máxima y el Camino de la Plata. 1.7 La monarquía visigoda: Las instituciones. Los visigodos llegan a la península como aliados de los romanos ante las invasiones germánicas protagonizadas por alanos, suevos y vándalos. Tras vencer a los germanos se separan de los romanos y establecen en año 507 el reino visigodo con capital en Toledo. La monarquía visigoda estaba regida por una economía agricultora y ganadera y el modelo de sociedad era el feudal, con la nobleza y el clero como grandes privilegiados y el resto de la población fundamentalmente campesina. En la política su rey Leovigildo logró la unificación territorial y al morir este, su hijo Recaredo le sucede en el trono y proclama la unificación religiosa cristiana en el III Concilio de Toledo en el año 589, así como la unificación jurídica en el Liber Iudicum en el 654. Las principales instituciones eran el Aula Regia, que era una asamblea de carácter consultivo formada por personas que asesoraban al rey; y el Officium Palatinum, al que pertenecían las personas de mayor confianza del rey. 2 2- La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus. 2.1 La Península Ibérica en la Edad Media: Conquista musulmana y pueblos invasores. Aprovechando la crisis de la monarquía visigoda, a la península entraron dos clases de musulmanes; unos que venían predicando Guerra Santa y eran árabes puros, y los berebere, que venían como mercenarios. En el año 711 vencen a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, pero cuando intentan extender su dominio por el norte de la península son sorprendidos por los núcleos de resistencia cristianos al mando de Don Pelayo y son derrotados en el año 722 en la Batalla de Covadonga. Tras esta derrota intentan extender su religión hacia el resto de Europa, atravesando los Pirineos, pero son derrotados en el 732 por las tropas francesas al mando del general Carlos Martel en la batalla de Poitiers. Por lo que regresaron a la península y establecieron su capital en Córdoba. En la conquista los musulmanes no encontraron gran resistencia pues los la mayor parte de la población no estaba dispuesta a defender una monarquía con la cual no se sentía identificada, y por otro lado muchos miembros de la monarquía hispanogoda estaban dispuestos a rendirse con tal de que se respetaran sus derechos y tierras. 2.2 La Península Ibérica en la Edad Media: El Emirato y el Califato de Córdoba. Al-Ándalus fue Emirato dependiente de Damasco hasta mediados del siglo VIII, cuando Abderramán I rompe con Bagdad y dejan de depender políticamente de estos, iniciándose la etapa del Emirato independiente, logrando consolidar el poder del Islam en Hispania. Cuando Abderramán III se autoproclama califa de Córdoba se inicia una nueva etapa de prosperidad económica y cultural, que se observa en la construcción del Medina Azahara. Además logra la pacificación y reunificación de Al-Ándalus, así como mantener a raya a los reinos cristianos del norte, a los que tenia sometidos a pagar parias. Tras la muerte de Abderramán III le sucedió en el poder Almazor, quien controló dictatorialmente el Estado hasta su muerte en el año 1002. A partir de ese momento comenzaron los conflictos entre los aspirantes al califato, lo que sumado a las acciones militares por parte de los reinos cristianos provocaron la fragmentación en reinos de taifas. 2.3 La crisis del siglo XI: Los reinos de taifas. Los reinos de taifas surgen cuando los nobles musulmanes comienzan a debilitarse tras la muerte de Almanzor en el año 1002. Entre los taifas más importantes se encontraban el de Sevilla, el de Granada y el de Zaragoza, los cuales tenían poco poder político y estaban sometidos a pagar parias a los reyes cristianos. Este debilitamiento fue aprovechado por los reinos cristianos para avanzar hacia el sur de la península, logrando el rey Alfonso VI “conquistar” Toledo en 1085. Tras este hecho se produjeron invasiones primero de los almorávides y luego de los almohades con el objetivo de recuperar Toledo, pero la victoria de Alfonso VII en la batalla de Navas de Tolosa en 1212 puso fin a estas intenciones. 3 2.5 Al-Ándalus: La organización económica y social. En el siglo X Córdoba alcanzo una población de más de 10 mil habitantes, convirtiéndose en la ciudad más importante de Europa occidental. La sociedad estaba muy jerarquizada y existían dos tipos de clases, la clase aristocrática (JASSA), formada por los dueños de tierras, barcos, etc.; y las clases populares (AMMA), que eran los artesanos, carpinteros, mercaderes libres, etc. El poder estaba en manos del califa, que era el jefe político y religioso; el emir, que era el gobernador; y el walid, que era el responsable de los centros urbanos. Las ciudades más importantes eran Córdoba y Sevilla; y la agricultura la base de su economía, con importantes avances como el uso de artículos de regadío como el azud o la acequia; y la introducción de nuevos cultivos como el arroz, la naranja o el algodón. Otras actividades también destacadas son la ganadería, con el fomento de las ganaderías caballar y ovina; y el comercio de vinos, aceites y metales con el Mediterráneo, para el cual utilizaba monedas como el dinar. 2.6 Al-Ándalus: El pensamiento y las letras. A partir del siglo X Al-Ándalus se adentro en una etapa de esplendor que colocó al califato de Córdoba en el centro del saber mediterráneo. En literatura destaca “El collar de la paloma”, que era una enciclopedia del saber en cuanto a humanidades; en historia el conocimiento de la antigüedad clásica, y en geografía tanto los conocimientos sobre cartografía como las representaciones de territorios. En la filosofía Averroes jugó un papel muy importante al introducir el pensamiento de Aristóteles en occidente. En las ciencias introdujeron el sistema de numeración indio, así como en medicina destaca Abulcasis, quien escribió una enciclopedia médica y quirúrgica de gran importancia en aquel momento. En cuanto a arquitectura construyeron grandes obras como la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada, las cuales eran obras muya avanzadas para la época. 4 3- La Península Ibérica en la Edad Media: Los reinos cristianos. 3.1 La Península Ibérica en la Edad Media: Los primeros núcleos de resistencia cristiana La franja cantábrica y los Pirineos eran unas zonas con gran pobreza de recursos, lo que sumado a su difícil ocupación debido a que en esta zona habitaban pequeños núcleos de resistencia cristiana, provocaron que de esta zona surgieran los primeros reinos cristianos. El reino mas antiguo era el astur-leones, y su primer monarca fue Don Pelayo, quien en 722 derrotó a los musulmanes en la batalla de Covadonga; así como el más importante fue Alfonso III, quien traslado la capital a León tras dominar el desierto estratégico del Duero, fortificando los territorios con una amplia red de castillos a lo largo del río Duero. Otros reinos eran el reino de Pamplona, el Condado de Aragón y los condados catalanes. 3.2 Principales etapas de la reconquista. El concepto de reconquista surge a partir de la victoria de los reinos cristianos en Covadonga, con el objetivo de recuperar los territorios que supuestamente les pertenecían pues decían ser descendientes legítimos de los visigodos. El proceso se lleva a cabo en cinco etapas. En la primera etapa (siglos VIII-X) ocupan la cuenca del Duero, sin encontrar muchas dificultades pues los territorios estaban prácticamente vacíos. Durante el siglo XI y la primera mitad del XII aprovechan la debilidad de los reinos de taifas para avanzar hasta el Valle del Tajo, ocupar el Valle del Ebro y “conquistar” Toledo en 1085. En la segunda mitad del siglo XII a pesar de no haber grandes avances se crean las Ordenes Militares y se firman tratados como el de Cazorla para delimitar los territorios que le correspondían a cada corona. Durante el siglo XIII, tras la batalla de Navas de Tolosa en 1212, se logra ocupar el Valle del Guadalquivir, Andalucía, Valencia y Murcia. Y ya la quinta etapa no es hasta 1492 cuando los Reyes Católicos expulsan al reino nazarí tras la firma de las Capitulaciones de Santa Fe. 5 3.3 La Península Ibérica en la E.M: modelos de repoblación y organización social. Con el objetivo de no perder los territorios que ya se habían conquistado, la realeza utilizó varios métodos para lograr ocupar demográficamente esos terrenos. Uno de estos métodos era la presura, mediante la cual el campesino se asentaba en un lugar mal protegido y sacaba como beneficio ser dueño de todas las tierras que pudiese cultivar. Otro método era la entrega de cartas-pueblas, mediante se le brindaba al campesino la posibilidad de utilizar bienes comunes como hornos o molinos. Con la repoblación concejil el rey pretendía fundar ciudades, otorgando unos fueros por los cuales los habitantes de la misma no tendrían que pagar impuestos. A finales del siglo XII surgieron las Órdenes Militares, que eran instituciones mitad religiosa y mitad militar que ayudaban al rey a luchar contra los musulmanes y eran recompensados con tierras. La sociedad dependía de los señores, que siguieron el modelo de feudalismo del resto de Europa. Existía el “señorío territorial”, con campesinos adscritos a la “gleba”, que eran campesinos que perdían sus derechos y pasaban a formar parte de la propiedad de la tierra. Y por otro lado el “señorío jurisdiccional”, que además de estos beneficios se le otorgaba al noble la posibilidad de impartir justicia. 3.4 La Península Ibérica en la E.M: Una cultura plural (cristianos, musulmanes y judíos) Durante 8 siglos cristianos, musulmanes y judíos convivieron pacíficamente. Hasta la victoria de Don Pelayo en Covadonga, los cristianos estaban sometidos a pagar parias a los musulmanes, pero a partir de ese momento comenzó el declive del imperio musulmán y esto se invirtió. Entonces los musulmanes quedaron divididos en mudéjares, muladíes y moriscos y se dedicaron al comercio, la artesanía, la alfarería, etc. Por otro lado, con el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago se logró atraer a gente de toda Europa a Galicia, produciéndose intercambios culturales entre la cultura hispanomusulmana y el resto de Europa, y logrando relacionar a la monarquía hispana con las del resto de Europa. Por su lado los judíos convivían pacíficamente con las otras dos culturas, salvo en momentos de crisis económicas, pues estos trabajaban fundamentalmente de prestamistas, y cuando esto sucedía se les perseguía y mataba. Además a partir del siglo XII surge la Escuela de Traductores de Toledo, que sirvió como puente entre la cultura cristiana y la musulmana traduciendo numerosas obras científicas, filosóficas y literarias al latín, árabe y castellano. Esta escuela alcanzó su apogeo en el siglo XIII con Alfonso X el Sabio. 6 4- La Baja Edad Media. La crisis de los siglos XIV y XV. 4.1 Organización política e instituciones en la Baja Edad Media: El reino de Castilla. En el reino de Castilla existía el señorío territorial, que podía ser de realengo cuando el señor era el propio rey; monacal si lo era el abad; o jurisdiccional si el rey tenía la potestad de hacer leyes y administrar justicia. Las personas se regían por el derecho consuetudinario, que es el derecho de la costumbre, por lo que el poder legislativo pocas veces lo ejercían los nobles o el rey. El rey era la autoridad máxima y era quien aprobaba y derogaba las leyes, teniendo solamente que responder por sus actos ante Dios, de quien decía le había otorgado poder divino. En cuanto a instituciones el rey contaba con La Corte, que eran una serie de personas al servicio del rey, como el mayordomo, que se desplazaban junto al rey a cualquier sitio que fuese. Otra institución eran Las Cortes, formadas por la nobleza y el clero, y que solo tenían carácter consultivo. Otras eran el Consejo Real, que era un grupo de legalistas que asesoraban al rey en sus decisiones; y la Audiencia, que era el órgano supremo de justicia. Otros cargos menos importantes eran los regidores y los corregidores, quienes representaban la ley en los municipios y pueblos. 4.2 Organización política e instituciones en la Baja Edad Media: La corona de Aragón. En la Corona de Aragón existía el señorío territorial, que podía ser de realengo cuando el señor era el propio rey; monacal si lo era el abad; o jurisdiccional si el rey tenía la potestad de hacer leyes y administrar justicia. Las personas se regían por el derecho consuetudinario, que es el derecho de la costumbre, por lo que el poder legislativo pocas veces lo ejercían los nobles o el rey. A diferencia del reino de Castilla, en la corona de Aragón existía una monarquía pactista, es decir, la unión de los distintos reinos que existían (Aragón, Baleares, Cataluña y Valencia) bajo un mismo rey, pero cada una con sus propias leyes e instituciones. Entre las instituciones Las Cortes tenían gran importancia ya que limitaban la autoridad del rey y este debía consultarlas antes de tomar alguna decisión. Estas estaban formadas por la nobleza, el clero y la alta burguesía, y eran independientes en cada reino. Se crearon las diputaciones con el objetivo de recaudar los tributos concedidos al rey por Las Cortes, siendo la más importante la Generalitat de Cataluña. En el reino de Aragón surgió el justicia mayor, cargo que velaba los derechos de la nobleza ante la autoridad del rey. Otros cargos eran el de virrey, que representaba a la autoridad real en los distintos territorios de la corona; y el Consell, formado por gente de la alta burguesía que se hicieron con el control de las ciudades. 7 4.3 La Baja Edad Media: Crisis demográfica, económica y política. En el siglo XIV la principal actividad económica en la península era la agricultura, pero esta se encontraba muy atrasada; lo que sumado a las malas condiciones climáticas y las dificultades de comunicación provocaron años de malas cosechas que trajeron como consecuencia muertes, hambre y disminución de la población. A esto se sumó en 1348 la Peste Negra, que afecto principalmente a Cataluña con la perdida de casi la mitad de la población, lo que supuso la supremacía del reino de Castilla sobre la corona de Aragón en la península. Aprovechando esta situación y las luchas internas entre la monarquía por la sucesión al trono, la nobleza intenta ganar mas poder y aumentar sus territorios, por lo que se aprovecha de sus derechos jurisdiccionales para imponer tributos a los campesinos, provocando que los campesinos se sublevasen y provocasen violentas rebeliones como la de los irmandiños en Galicia o los payeses en Cataluña. 4.4 La Baja Edad Media: La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. Con la expansión de la corona de Aragón a partir del siglo XIII se habían adquirido los territorios de Baleares, Siscilia, Cerdeña y el reino de Nápoles; y por un breve tiempo los almogávares habían logrado conquistar los ducados griegos de Atenas y Neopatria. Se crearon fondeaderos en los puertos del Mediterráneo, que eran pequeñas colonias que los súbditos de la corona de Aragón utilizaban para comerciar con otros pueblos. Hasta mediados del siglo XV Cataluña tenía la primacía industrial, financiera y comercial de todos los estados de la corona de Aragón, con Barcelona en la cabeza, ya que desde su puerto se exportaban los artículos textiles catalanes, la lana castellana y la seda valenciana, además de otros productos como hierro, cereales y especias. Además en Barcelona se introdujeron por primera vez nuevas técnicas y procedimientos comerciales como la letra de cambio y la creación de lonjas de contratación. Todo esto trajo consigo un gran desarrollo en Cataluña, que competía con otros territorios importantísimos como Pissa, Génova y Venecia; pero que se vio mermado tras la profunda crisis que afecto a la península y sobre todo a Cataluña en el siglo XIV. 8 5- Los Reyes Católicos: La construcción del Estado moderno. 5.1 Los Reyes Católicos: La unión dinástica. Con el matrimonio de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla se produce en España una unión de carácter dinástico en la que los monarcas se comprometían en las Cortes de Toledo en 1480 a actuar conjuntamente en aspectos diplomáticos y en la guerra, pero que cada corona conservaría su constitución e instituciones propias. A pesar de la unión, entre ambas coronas existían grandes diferencias: Mientras el rey Fernando correinaba en Castilla, la reina apenas intervenía en Aragón; además los súbditos de una corona eran considerados extranjeros en la otra. En cuanto al poder del monarca, en Castilla la reina contaba con pleno poder, mientras que en Aragón el rey dependía de la “Federación Pactista”. Además fueron los R.R.C.C quienes crearon en 1478 la Inquisición en España para vigilar toda manifestación en contra del cristianismo, así como quienes expulsaron al Reino Nazarí de Granada en 1492 en las capitulaciones de Santa Fe. 5.2 Los Reyes Católicos: La conquista del Reino Nazarí. La principal causa de la conquista del Reino Nazarí fue la reunificación de la península para consolidar la unión dinástica de Castilla y Aragón. Además se intentaba evitar una posible entrada de los turcos en la península a través de Granada en su expansión por el Mediterráneo, por los que los R.R.C.C. aprovecharon un conflicto entre fronteras para desencadenar la guerra. Los musulmanes habían convivido en armonía con los otros reinos pues funcionaban de intermediarios en el comercio de Castilla con el norte de África y estaban sometidos a pagar parias, pero con la expansión turca este comercio se vio frustrado y los musulmanes no podían realizar las labores antes mencionadas. La guerra comenzó en 1482 y se vio favorecida por las divisiones internas en el Reino Nazarí, que llevaron al rey Boabdil a entregar la ciudad y la Alhambra en 1492, en las capitulaciones de Santa Fe. En estas capitulaciones se había reconocido a los mudéjares el uso de su religión, sus leyes y lengua, promesas que se incumplieron cuando los R.R.C.C. pretendieron unificar la península en una sola religión. 5.4 La organización del Estado bajo los R.R.C.C.: Instituciones de gobierno. La forma de gobierno de los R.R.C.C. era la monarquía autoritaria, por lo que se apoyaron en varias instituciones para reforzar su autoridad en los distintos reinos y relegar el poder de las Cortes. Entre estas instituciones se encontraba el Consejo de Castilla (que ya existía), se creo el de Aragón, así como el de las Ordenes Militares y el de la Inquisición, que era el único con jurisdicción nacional. En 1476 se crea La Santa Hermandad, que eran como policías de las ciudades para apaciguar posibles levantamientos. Además pusieron los fundamentos de los Consejos de Hacienda e Indias, creados en el siglo XVI y se llevo a cabo la reordenación de las Audiencias, sobre todo en Granada para reforzar su repoblación. 9 5.5 La proyección exterior bajo los R.R.C.C. Política italiana y norteafricana. La política exterior con los Reyes Católicos estuvo marcada por crear las bases para lo que iba a ser el futuro imperio, esto se pone de manifiesto tanto en la política matrimonial de sus hijos como en las relaciones con Italia y el norte de África. La política italiana se inicio por los intereses de la Corona de Aragón por expandirse por Italia y luchar contra Francia en el dominio del Mediterráneo. Para luchar contra Francia, Fernando se apoyo tanto en la Liga Santa como en el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, quien jugo un papel importantísimo al frente del ejercito hasta lograr hacerse con Nápoles y el Milanesado. Por otro lado la política norteafricana fue más bien de protección contra las invasiones turcas que pudiesen penetrar en la península y de llevar a cabo una Cruzada Medieval contra las religiones contrarias a la cristiana. Además, con el tiempo se ocupó Melilla, Orán, Bujía y Trípoli. 5.6 El Descubrimiento de América. A finales del siglo XI los descubrimientos de carácter geográfico como la brújula, y el desarrollo de técnicas como la construcción de barcos determinan que países como España y Portugal buscasen nuevas vías marítimas para dominar la ruta de las especias y de metales preciosos. Portugal ya dominaba la ruta del oeste africano debido a lo emprendedor que era su rey Enrique el Navegante, por lo Castilla se plantea ganarle esta carrera a Portugal y dominar la ruta de las especias. El proyecto es llevado a cabo por Cristóbal Colon, quien parte desde Puerto de Palos en Sevilla y tras un interminable viaje llega a La Española el 12 de octubre de 1492. Sin saberlo había descubierto un nuevo continente e incluso murió creyendo que había llegado a Las Indias. Tras los viajes, los R.R.C.C. firman con Colón las capitulaciones de Santa Fe, en las cuales se le concedía el 10% de las tierras que conquistase y el titulo de almirante, pero el maltrato a los indígenas determino que los reyes no cumplieran lo pactado y firmaran otras capitulaciones con particulares que determinaron los Viajes Menores, entre estos Américo Vespuccio, al que se debe el nombre de América. En 1494 se firmo el Tratado de Tordesillas, en el cual Portugal y los Reyes Católicos trazan una línea divisoria imaginaria de los terrenos descubiertos y los que se descubriesen en el futuro. 10 6- La España del siglo XVI. 6.1 El Imperio de Carlos V: Conflictos internos. Comunidades y germanías. Carlos V, hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca recibió una gran herencia territorial gracias tanto a sus abuelos maternos, de los que obtuvo la Corona de Castilla, el reino de Navarra, los territorios de América, la Corona de Aragón, Siscilia, entre otros; como a sus abuelos paternos, de los que heredó parte de Austria, los Países Bajos y el Franco Condado. Además de estos territorios hay que sumar al imperio de Carlos V territorios como el Milanesado y Hungría, obtenidos por sí mismo. Al llegar Carlos V al poder en 1519 los altos cargos políticos fueron ocupados por extranjeros, lo que sumado al aumento de los impuestos en Castilla y al desinterés del monarca por las posesiones en la península provocó que en 1520 las principales ciudades de Castilla se sublevaran y sustituyeran el poder municipal por comunas integradas por campesinos, artesanos, baja nobleza y bajo clero. Esta revuelta quedo solucionada al unirse la nobleza y la monarquía y derrotar a los comuneros ejecutando a sus principales líderes. En Valencia se produjo una revuelta parecida conocida como la revuelta de las Germanías, y fue un conflicto social entre burgueses y artesanos por un lado, y la nobleza apoyada por la monarquía por otro. 6.2 La Monarquía hispánica de Felipe II. Felipe II era hijo de Carlos V e Isabel de Portugal, por lo que al morir su padre heredó todas sus posesiones menos la de Austria, a las que luego son sumadas todos los territorios portugueses cuando muere el rey de Portugal en 1580. La política interior de Felipe II se caracterizo por el absolutismo y la intolerancia religiosa, apoyándose en la Inquisición y desatando una fuerte represión contra los moriscos de las Alpujarras, quienes reivindicaban un reino musulmán. En cuanto a su política exterior, sus objetivos eran la hegemonía en Europa, la lucha contra Francia, la defensa del catolicismo y la lucha contra los turcos. Para combatir a los turcos convoca la Liga Santa, logrando vencerles en la Batalla de Lepanto y reducirles en la zona oriental mediterránea. Por otro lado se enfrento a Inglaterra, pero fue todo un fracaso, pues la flota que envió llamada la Armada Invencible ni siquiera llegó a las costas inglesas. 6.3 La España del siglo XVI: La unidad ibérica. Cuando en 1580 muere el rey de Portugal sin descendencia, Felipe II aprovecha los orígenes de su madre para convertirse en rey de Portugal, aunque fuese a la fuerza pues solamente estaba apoyado por el ejercito. Portugal controlaba la ruta de las Indias Orientales, y tras la firma del tratado de Tordesillas contaba con parte de los territorios americanos, por lo que esta unidad ibérica supuso la incorporación al imperio español de todos estos territorios americanos y africanos pertenecientes a los portugueses. A pesar de esto Portugal mantuvo su idioma, moneda y Cortes. Además, como Portugal dominaba la costa occidental africana, Felipe II ve mas asequible atacar a los ingleses, pero este se ve frustrado con la desastre de la Armada Invencible. 11 6.4 La España del siglo XVI: El modelo político de los Austrias. El modelo político de los Austrias era una monarquía descentralizada bajo la primacía de la Corona de Castilla, que con la puesta en marcha de la colonización americana y la unidad religiosa en torno al catolicismo van a dar las condiciones para que España formara uno de los grandes imperios modernos. Su política exterior se baso en La Idea Imperial, que era el dominio político del Emperador y el dominio religioso del Papa; mientras que en la política interior se perfeccionaron todos los métodos iniciados por los R.R.C.C. Se crearon nuevos órganos de gobierno y de justicia, nuevos consejos, un completo aparato burocrático formado por virreyes, cancilleres, etc. con el objetivo de aplastar a la nobleza, y un complejo equipo diplomático con embajadores en Paris, Viena y Roma. En 1523 se crea el Consejo de Hacienda, que puso en marcha la deuda pública, y en 1561 Felipe II traslada la capital del reino a Madrid, provocando la decadencia de ciudades como Toledo o Valladolid. 6.6 El Renacimiento en España. Durante el siglo XV y principios del XVI se aprecia una continuidad de las formas góticas con una rica decoración renacentista que imita el trabajo de los orfebres y plateros, como es el caso de la fachada de la Universidad y de la Casa de las Conchas en Salamanca, denominándose esta etapa Plateresco. A partir del primer tercio del siglo XVI triunfan las corrientes renacentistas, cuya mejor muestra es el Palacio de Carlos I construido dentro de la Alhambra de Granada, así como el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, ordenado construir por Felipe II. A mediados del siglo XVI se aprecian las primeras influencias manieristas, siendo un gran representante de esto las obras del Greco, con “El entierro del Conde Orgaz” a la cabeza. Los mecenas fueron tanto la Iglesia como los nobles y la corona, y con este apoyo el Cardenal Cisneros funda en 1499 la Universidad de Alcalá de Henares, e impulsa la publicación de la Biblia Políglota Complutense, que era una versión de la Biblia en hebreo, griego y arameo. La cultura estaba ligada a la defensa del catolicismo, destacando la literatura religiosa; y por otra parte, los libros de caballería, con “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes como obra más representativa. 12 7- La España del Barroco. 7.1 La España de los Austrias Menores: Los validos. El siglo XVII va a marcar las monarquías de 3 reyes que van a perder el papel que habían desempeñado sus antecesores, tanto de potencia hegemónica, como de defensores del papel del catolicismo. Con los Austrias Menores la monarquía hispánica es derrotada en Europa, queda arruinada económicamente y los reyes van a delegar el poder en manos de los validos. Durante el reinado de Felipe III destaca como valido el Duque de Lerma, quien fue responsable del traslado de la Corte a Valladolid en 1601 y de la expulsión de los moriscos, así como del abandono de todos los conflictos exteriores y de meter a España en la Guerra de los Treinta Años. Trabajó fundamentalmente para engrandecer su fortuna personal, lo que forzó su retirada debido a la corrupción y el exceso de poderes. En cuanto al valido de Felipe IV, el CondeDuque de Olivares, su principal preocupación fue recuperar el prestigio de la monarquía española, continuando con la intervención en la Guerra de los Treinta Años. En la política interior quiso “solucionar” las diferencias en cuanto a contribuciones económicas que los diferentes reinos hacían a la Corona de España, surgiendo contradicciones con la Corona de Aragón que provocaron la crisis de 1640. El valido de Carlos II, Fernando de Valenzuela, tuvo menor peso político y decisorio. 7.2 La España de los Austrias Menores: Los conflictos internos. Durante el reinado de Felipe III la cuestión interna mas importante fue la expulsión de los moriscos en 1610, con el objetivo de fortalecer la imagen de la Monarquía y acusándolos de tratar con turcos y berberiscos. Salieron unas 600 000 personas, de los que muchos servían de mano de obra en Valencia y Aragón, lo que provoco la ruina de pequeños rentistas. Los conflictos mas graves se vivieron durante el reinado de Felipe IV debido a las directrices impulsadas por el Conde-Duque de Olivares; como es el caso de la rebelión de Cataluña; o la de Portugal, que tras su descontento por la repartición de gastos entre todos los reinos aprovecha esta rebelión para independizarse definitivamente en 1668. También tuvieron lugar otras revueltas en Andalucía y en Aragón impulsadas por nobles, pero sin resultados, siendo los sublevados ajusticiados. Todos estos conflictos provocaron que a finales del siglo XVII España se viviera una pésima situación económica con un descenso de la población inmenso. 13 7.3 La crisis de 1640. El Conde-Duque de Olivares pretendía recobrar el prestigio como potencia de la Monarquía Hispánica tomando el sometimiento de Castilla como modelo, pero no logro más que la pérdida de la hegemonía española. Quería distribuir los gastos de la Corona entre todos los reinos, en contraposición con las disposiciones dadas desde los R.R.C.C, y para ello creo la Unión de Armas formada por 140 000 hombres. Aragoneses y valencianos aceptaron contribuir con dinero en esta propuesta, pero los catalanes no aceptaron ningún trato. En Cataluña los problemas comenzaron cuando Francia entró en la Guerra de los Treinta Años, ya que tras los sucesos del Corpus de Sang de 1640 estos se pusieron bajo la protección de Francia. Esta utilizaba a Cataluña como colonia económica y como avanzada militar por lo que Cataluña decidió rendirse en 1652; además, en 1659 pierde los territorios del Robellón y la Cerdeña tras la firma de la paz de los Pirineos. 7.4 La España de los Austrias Menores: La política exterior. El ocaso de la hegemonía de los Habsburgo. Durante el reinado de Felipe III se vivió una época de paz al firmarse la Tregua de los Doce Años con Holanda, lo que significo mas adelante la independencia de la misma ayudada por Francia. Pero con Felipe IV esta tregua no se renovó, entrando en el bando de los Habsburgo en la Guerra de los Treinta Años, en la que se enfrentaba la Casa de Austria contra Francia, es decir, católicos contra protestantes. Con esta intervención el Conde-Duque de Olivares pretendía reconstruir la idea imperial de unir Europa bajo el poder político del Emperador y el religioso del Papa; pero otros países europeos como el norte de Europa y Alemania apoyaron a los protestantes que querían unos estados independientes entre sí. En 1648 se firma la Paz de Westfalia, tras lo cual a España solo le quedaba en los Países Bajos la actual Bélgica. A pesar de haber finalizado con la paz, la guerra con Francia continúa hasta 1659, año en el que se firma el Tratado de los Pirineos, perdiendo España los territorios del Rosellón y la Cerdeña. Durante el reinado de Carlos II, Francia continua atacando las posesiones de España en Bélgica, pero una alianza de esta con Inglaterra hace que Francia se retire. 14 7.5 Evolución económica y social en el siglo XVII. En la primera mitad del siglo XVII se produjo una regresión demográfica motivada por la trilogía hambre-peste-guerra, la expulsión de los moriscos, y la salida alrededor de 300 000 personas hacia América. Se produjeron bancarrotas debido a las ventas de la Corona de cargos públicos y títulos nobiliarios, así como por el aumento de la presión fiscal. El comercio interior se vio perjudicado por la red viaria y por la existencia de aduanas entre los reinos, entrando en decadencia el comercio de la lana y el de la industria textil, en competencia con la industria francesa. El comercio americano había pasado a manos de extranjeros, lo que junto la piratería y el contrabando redujeron las cantidades de metales preciosos llegadas a España. De las clases sociales las menos afacetadas fueron la nobleza y el alto clero, pues se van a vivir al campo, donde adquieren señoríos. Las más afectadas fueron las clases más inferiores, abarrotándose las ciudades de mendigos y de delincuentes. Esta crisis va a durar hasta 1690, cuando se produce una lenta recuperación, pero que va quedar deteriorada tras la Guerra de Sucesión al morir Carlos II sin descendencia. 7.6 Mentalidad y cultura en el Siglo de Oro. El siglo XVI se define como un siglo de mentalidad conservadora donde las actividades políticas van dirigidas a neutralizar todo peligro que pueda venir de la disidencia religiosa, por lo que la actuación de la Inquisición y la expulsión de los moriscos ponen fin a otros tipos de religiones. Es Castilla quien mediante figuras como Santa Teresa y San Juan de la Cruz pondera la labor de las órdenes religiosas y lleva a la literatura mística a sus máximas cotas de espiritualidad. En el aspecto literario se habla de época dorada, siendo todos los campos cultivados con brillantez. El teatro se convirtió en todo un fenómeno de masas debido a la aparición de los corrales de comedias, donde destacaron figuras como Lope de Vega y Calderón de la Barca. Mientras en poesía destacan las figuras de Góngora y Quevedo. Pero por otro lado las ciencias sufren una gran debilidad. Las universidades están en declive estancadas en el escolasticismo, mientras en Europa estaban vigentes las teorías de Galileo Kepler o Pascal. 15 8- El siglo XVIII: Los primeros Borbones. 8.1 La Guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht. En 1700 Carlos II murió sin descendencia, siendo Carlos de Austria y Felipe de Anjou de la casa Borbón los candidatos con más derechos al trono. Este último había sido nombrado por el propio rey como su sucesor, por lo que al morir estalló la Guerra de Sucesión. Como guerra europea se enfrentaron el bando franco-español y la Alianza antiborbónica, formada por Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal. Por otro lado en España la Corona de Castilla apoyaba a Felipe de Anjou; mientras que Aragón, Cataluña y Valencia eran partidarios de Carlos de Austria. La guerra finalizó gracias a la presión que ejerció Inglaterra para firmar la paz tras ser nombrado Carlos de Austria como emperador de Alemania en 1711, temiendo que este formara un imperio germanoespañol. Como resultado final de la guerra, en 1713 se firma la paz de Utrecht, en la que Inglaterra resulta la gran beneficiada ya que obtuvo ventajas mercantiles como el asiento de negros, navíos de permiso y concesiones territoriales como Gibraltar y Menorca. Por su parte España fue la gran perjudicada ya que perdió todos sus territorios europeos a favor de Austria y Saboya, quedando relegada a potencia de segundo rango. 8.2 El cambio dinástico del siglo XVIII: Las reformas internas. Con la entrada de los Borbones en España se llevaron a cabo reformas administrativas y económicas basadas en el centralismo francés y en las nuevas ideas ilustradas, siguiendo la máxima ilustrada de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. En la administración del Estado se suprimen los Consejos menos el de Castilla, se crea un gabinete de secretarios y el monarca concentra en su persona el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Se modificó el derecho de sucesión al trono con el manifiesto “La Ley Sálica”, que daba prioridad de gobernar a los hombres sobre las mujeres. En cuanto a la administración territorial todo el territorio quedaba bajo una misma organización política. Para ello Felipe V promulga los llamados “Decretos de Nueva Planta”, en los que Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña pierden sus fueros; mientas Navarra y las provincias vascas los conservan por apoyar al rey en la Guerra de Sucesión. En cuanto a la administración de justicia desaparece la figura del Justicia y esta pasa a mano de las Audiencias. Respecto a la Iglesia se establece una política llamada “Regalista” en la que el rey tenia que aprobar cualquier propuesta de la Iglesia. 8.3 La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III. El despotismo ilustrado fue la tendencia política dominante en Europa en el siglo XVIII y consistía en el poder absoluto de rey, asistido por las minorías ilustradas bajo la máxima de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, con el objetivo de impulsar la reforma de la sociedad tanto en la educación como en la economía. El mejor representante español de esta filosofía fue Carlos III, quien se rodeó de ministros y consejeros como Floridablanca y Campomanes. Madrid era una de las ciudades más sucias de Europa y ahí comenzó sus reformas con el empedramiento de calles, la construcción de paseos monumentales, alumbrado publico con farolas de aceite y un sistema de evacuación de residuos. Además se crean las Sociedades Económicas de Amigos del País; así como se le encarga al ministro Jovellanos un informe sobre los males de la agricultura y sus soluciones, del cual tiene que disfrazar algunas conclusiones para no perjudicar el mayorazgo. 16 8.4 La evolución de la política exterior española en Europa durante el siglo XVIII. Tras la Paz de Utrecht la España quedó como una potencia de segundo rango aliada a Francia y rival de Inglaterra y Austria. Durante el reinado de Felipe V se intentó recuperar la influencia en Italia, instalando a dos de los hijos de su esposa Isabel de Farnesio en territorios italianos, como es el caso de Carlos III, que fue rey de Nápoles antes de llegar a España. Por otro lado, las relaciones entre Francia y España estuvieron reguladas por los Pactos de Familia. El primer Pacto de Familia se firma en 1733, y consistía en que España se aliaba a Francia contra Austria y como recompensa Felipe V recuperaría sus derechos al trono francés. Diez años más tarde se firma el segundo pacto con Fernando VI, en el cual España se comprometía a luchar junto a Francia contra Inglaterra en todo lo referente a las colonias. En 1761, ya con Carlos III, se firma el tercer pacto, de nuevo con el objetivo de parar el expansionismo ingles en las colonias americanas, interviniendo así España en la Guerra de los Siete Años, en la que se pierde Florida y Sacramento. La última gran oportunidad española fue la Guerra de Independencia de los EEUU, en la cual se recupera Florida, Menorca y Sacramento tras la firma del Tratado de Versalles. 8.6 La Ilustración en España. La Ilustración es el fenómeno cultural que define la forma de pensamiento del siglo XVIII y esta basada en la confianza en la ciencia y en el culto a la razón, ya que esta no solo puede explicar las leyes de la naturaleza, sino también la sociedad el hombre. Este nuevo pensamiento se desarrollo en España en la segunda mitad del siglo XVIII con Carlos III, quien se rodeó de consejeros y ministros como Floridablanca, Campomanes y Jovellanos, quienes esforzaron en dar la felicidad “al pueblo, pero sin el pueblo”. Se pretendía llevar a cabo una serie de reformas desde arriba y para esto se necesitaba un cambio de mentalidad mediante la difusión de nuevas ideas, para lo cual se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País. La educación fue también una obsesión de los ilustrados, pero no era una educación generalizada, sino diferenciada según la posición social del individuo, ya que las clases superiores debían prepararse para ejercer su papel dirigente en la sociedad, mientras las clases populares debían prepararse para que el trabajo fuese más productivo. 17 9- La crisis del Antiguo Régimen. 9.1 La crisis de 1808: Guerra de independencia y revolución política. Desde 1792 Manuel Godoy actuó como primer ministro ganándose una fuerte oposición debido al poder absoluto que poseía y a que era el principal responsable de la intervención en guerras como la Guerra de la Convención, la Guerra de las Naranjas y la Batalla de Trafalgar, dando como resultado una crisis en el gobierno de Carlos IV. En 1807 Godoy firma con Napoleón el tratado de Fontainebleau por el cual las tropas francesas se acantonarían en España para conquistar Portugal. Pero pronto esto se convertiría en una ocupación francesa, y Godoy, consciente de esto, planeó la huida de la familia real a Andalucía o América. Esta huida se vio frustrada cuando soldados y campesinos alentados por el entorno del príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, provocaron la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo en el motín de Aranjuez el 19 de marzo de 1808. Sin embargo, Napoleón no reconoce a Fernando VII como rey, por lo que convoca a toda la familia real en Bayona con la justificación de resolver las diferencias entre padre e hijo, y logra que Fernando le devuelva los derechos de la corona a su padre, y que este último se los entregase al propio Napoleón, el cual cederá el trono a su hermano José Bonaparte. La salida de la familia real hacia Francia enfureció tanto a los madrileños que el 2 de mayo de 1808 se levantaron contra las fuerzas francesas, siendo reprimidos por las tropas del general Murat, y al conocerse estas noticias se produjeron levantamientos antifranceses por toda España. El ejército y las instituciones de gobierno no hicieron nada ante la represión a la que eran objeto los sublevados, por lo que se formaron las juntas provinciales, que asumían su soberanía y legitimaban la su autoridad en nombre del Rey ausente. Estas no tenían un carácter popular, ya que estaban formadas por aristócratas, militares y el clero, hombres que sintieron la necesidad de superar la división territorial y que constituyeron en Aranjuez la Junta Central Suprema bajo la presidencia del conde de Floridablanca. Tras el levantamiento general las tropas españolas consiguieron algún triunfo como la victoria de Bailén con las tropas al mando del general Castaños, pero para poner fin a la insurrección el propio Napoleón se puso al frente de 250 000 hombres y ocupó la mayor parte del país, menos las zonas periféricas y montañosas, donde se inicio la guerra de guerrillas. Durante seis años se enfrentaron afrancesados y patriotas como conflicto interno; y Francia y Gran Bretaña como conflicto internacional, ya que esta última era aliada de España. En la primavera de 1812, coincidiendo con el fracaso de la campaña napoleónica en Rusia, el ejército del general británico Wellington con el apoyo de españoles y portugueses, derrotó a los franceses en la batalla de Arapiles, los expulsó de Andalucía y entró en Madrid, obligando a José I a abandonar la ciudad. Los franceses ya estaban debilitados y son derrotados otra vez por las tropas de Wellington en 1813 en Irún, en la batalla de San Marcial, coincidiendo con la derrota francesa en Alemania, por lo que Napoleón llega a un acuerdo con Fernando VII y le devuelve la corona de España por el Tratado de Valençay en diciembre de 1813. 18 9.2 Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Debido a que tras las abdicaciones de Bayona se había creado un vacío de autoridad en España, se formaron las juntas provinciales, que asumían su soberanía y legitimaban la su autoridad en nombre del Rey ausente. Estas no tenían un carácter popular, ya que estaban formadas por aristócratas, militares y el clero, hombres que sintieron la necesidad de superar la división territorial y que constituyeron en Aranjuez la Junta Central Suprema bajo la presidencia del conde de Floridablanca. Debido a la situación que se vivía, la Junta Central convocó reunión de Cortes extraordinarias en Cádiz, en la cual debido a las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la jerarquía de la Iglesia no tuvieron casi representación. En las Cortes predominaban las clases medias con formación intelectual, abogados, funcionarios, eclesiásticos; y asistieron algunos miembros de la burguesía industrial y comercial. Pero no hubo representación alguna de las masas populares como los campesinos ni de las mujeres, que ni siquiera tenían derecho político. Al autoconstituirse en Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional, los diputados gaditanos ponían en marcha la revolución liberal, y con la concesión de iguales derechos a todos los ciudadanos incluidos los de América, se convertía España y sus colonias en una nación repartida a ambos lados del océano. No tardaron en surgir dos grupos de diputados enfrentados: Los liberales, que eran partidarios de reformas revolucionarias; y los absolutistas, partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen. Con las nuevas Cortes los liberales aprobaron la libertad de imprenta (1810), derogaron los gremios, abolieron los señoríos jurisdiccionales y suprimieron la Inquisición (1813). La cumbre de esta obra reformadora fue la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa” por haberse aprobado el día de San José (19 de marzo); siendo Agustín Argüelles y Diego Muñoz Torrero las figuras mas destacadas en su elaboración. Esta Constitución pretendía conseguir la igualdad de los ciudadanos, proclamando la soberanía nacional que le quitaba la función legisladora al rey y se la otorgaba a las Cortes, que serian unicamerales, y elegidas por sufragio universal masculino para mayores de 25 años. Se reconocen los derechos a la educación, a la libertad de imprenta, a la inviolabilidad del domicilio y a la propiedad. Por otro lado a pesar de lo liberal que era esta Constitución, la única religión permitida era la católica, debido a que era necesaria la colaboración de la Iglesia en la lucha contra los franceses. 19 9.3 Fernando VII: Absolutismo y liberalismo. La emancipación de la América española. Tras el tratado de Valençay, Fernando VII se preparó para regresar a un país donde gobernaban unos principios políticos contrarios a sus convicciones absolutistas. La entrada se produjo el 22 de marzo de 1814 e inmediatamente recibió el apoyo tanto del Ejército como de un grupo de diputados absolutistas firmantes del Manifiesto de los Persas para ayudarle a reponer el absolutismo. El Rey se sentía apoyado por lo que en mayo de 1814 declaró ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz, anuló toda su obra legisladora, incluyendo la Constitución, y restauró el absolutismo junto con la Inquisición. La situación en el país era desastrosa debido a la guerra, con la economía desbastada y las colonias americanas que no producían ningún beneficio a la metrópoli; y el Rey, apegado al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender alguna reforma fiscal que incrementara los ingresos del Estado. Durante los seis años de absolutismo (1814-1820), el Rey se dedicó a reprimir a los liberales (más de 12 000 afrancesados tuvieron que exiliarse), mientras muchos militares que adoptaron posturas militares intentaban dar golpes militares sin éxito, hasta que uno logró triunfar. Éste levantamiento estuvo encabezado por el comandante Rafael Riego en Cádiz al frente de unas tropas que iban a partir hacia América, y a partir de ahí se sucedieron una serie de levantamientos en la península logrando que Fernando VII jurara la Constitución. Tras la victoria de los liberales, estos se dividieron en dos bandos: Los moderados o doceañistas, quienes querían hacer cambios en la Constitución del 12 dándole más poderes al rey; y los exaltados o veinteañistas, quienes eran partidarios del levantamiento de Riego y de la aplicación estricta de la Constitución. Los liberales gobernaron hasta 1823 y durante su gobierno no hicieron más que tomar medidas que no gustaron ni a los campesinos ni al rey, pero sobre todo a la Iglesia, ya que expulsaron a los jesuitas, abolieron el diezmo y suprimieron la Inquisición. No tardaron en surgir movimientos de protesta contra el gobierno liberal apoyados por Fernando VII y tras el fracaso de la Regencia de Urgel no queda mas salida que la intervención de las potencias europeas absolutistas. Así, en abril de 1823 un ejército francés conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis entran en España sin resistencia alguna, reponiendo a Fernando VII como monarca absolutista e invalidando toda la legislación del trienio liberal. En la ultima etapa del reinado de de Fernando VII, conocida como década absolutista, el rey desató una durísima represión contra los liberales aunque ya sin la ayuda de la Inquisición ya que el jefe militar francés impidió que se restableciera. Sin embargo uno de los principales problemas del reinado fue la cuestión sucesoria, ya que su hermano Carlos Maria Isidro pretendía ser su sucesor al trono, pero el nacimiento de la futura Isabel II frustraría sus intenciones. Y para que su hija pudiese ser reina, Fernando aprobó en 1830 una Pragmática Sanción y derogó la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres, así cuando muere en 1833, la reina Maria Cristina hereda la corona en nombre de su hija. La emancipación en América había comenzado desde 1808 aprovechando la debilidad de la metrópoli debido a la Guerra de Independencia. Entre los principales motivos para que se desencadenasen estos movimientos se encuentra el gran descontento por parte de los criollos, quienes a pesar de ser descendientes de españoles y poseer riquezas no se les permitían ocupar cargos políticos, así como el ejemplo de la independencia de los EUA y el miedo de los sacerdotes a que las medidas desamortizadoras llegasen a América. Entre los caudillos independentistas más destacados se encontraban Simón Bolívar y José de San Martín, quienes planearon la liberación de Perú, que se produjo tras la batalla de Ayacucho llevada a cabo por Sucre en 1824, y que supuso el fin de la colonización hispana en América. Solo quedaban los territorios de Cuba y Puerto Rico. 20 10- La construcción del Estado liberal. 10.1 La oposición al sistema liberal: Las guerras carlistas. La cuestión foral. En 1830 Fernando VII aprobó una Pragmática Sanción y derogó la Ley Sálica que impedía reinar a mujeres; así cuando muere en 1833, su esposa Mª Cristina asume la Regencia del trono en nombre de su hija Isabel II. El hermano del rey, Carlos Mª Isidro, esperaba heredar el trono de su hermano y mantener el Antiguo Régimen bajo el lema “Dios, Patria, Rey y Fueros”, pero al no ser así se sublevó, apoyado por campesinos, artesanos y clérigos, sobre todo del País Vasco y Navarra; que se veían afectados por las desamortizaciones liberales. Por lo que a la reina regente no le quedo más opción que apoyarse en los liberales, quienes contaban con el apoyo de la alta nobleza, la jerarquía eclesiástica, la mayor parte del Ejército y la burguesía. Así, se desencadena una guerra civil entre absolutistas y liberales que se desarrolla básicamente en Navarra y el País Vasco, que va a ser la primera guerra carlista y que va a durar hasta 1839. Las tropas carlistas estaban al mando del general Zumalacárregui y poco a poco lograron afianzar las sublevaciones en las zonas de País Vasco y Navarra, pero al intentar hacerse con Bilbao son derrotados por el general Espartero del bando isabelino con la ayuda de la marina británica en 1836. Este no fue el fin de la guerra pues continuaron las guerrillas, pero el agotamiento de las tropas de ambos bandos determinó que Espartero y Moroto, quien era el jefe supremo del ejército carlista tras la muerte de Zumalacárregui, acordaran el fin de la guerra en el Convenio de Vergara en 1939. Con este, Espartero se comprometía a recomendar al Gobierno el mantenimiento de los fueros vascos y a la integración de los militares carlistas en el ejército liberal, mientras los pactistas de Moroto reconocían a Isabel II como reina siempre que se cumpliera lo prometido. Por otro lado, desde 1833 Mª Cristina asume la regencia y llama al liberal moderado Martínez de la Rosa a formar un gobierno que hiciera frente a la insurrección carlista. Éste emprendió una serie de reformas muy moderadas como fue el Estatuto Real en 1834, que era una Carta otorgada con la intención de lograr una transición entre el Antiguo y el Nuevo Régimen que no fuese demasiado traumática, pero esto era insuficiente para los liberales más radicales que querían una Constitución parecida a la de 1812; por lo que quedaron divididos en moderados y progresistas. Así, en 1836 se produjo el pronunciamiento de los sargentos en La Granja, que obligó a la regente a entregar el gobierno a los progresistas, quienes decidieron promulgar una nueva Constitución en 1837, en la cual la soberanía residía en la nación y en la que tomaron medidas como la libertad de prensa, la autonomía política y de gestión otorgada a los ayuntamientos, y la recuperación de la Milicia Nacional. La oposición de la regente Mª Cristina a estas medidas propiciaron que esta se marchara a Francia renunciando a gobernar, por lo que se nombró a un nuevo regente en 1841, que sería el prestigioso general Espartero. Durante tres años gobernó de manera autoritaria con el apoyo de un grupo de militares adictos que reprimían duramente los pronunciamientos moderados, e incluso en 1842 ordenó el bombardeo a Barcelona debido a las protestas por el acuerdo librecambista con Inglaterra, por lo que perdió gran prestigio incluso entre los progresistas. Así, en 1843 una revuelta protagonizada por el general Narváez al mando de los progresistas y con el apoyo de algunos moderados, logró el fin de la regencia de Baldomero Espartero y el inicio del reinado de Isabel II. 21 10.2 Isabel II: La organización del régimen liberal. Desde que accedió al trono en 1843, Isabel II mostró su afecto por los moderados, formándose así en 1844 un gabinete moderado presidido por el general Narváez, quien rápidamente inició una serie de reformas que limitaban las libertades propuestas por los progresistas. Entre estas estaba la supresión de la Milicia Nacional y la creación de la Guardia Civil en 1844, la Ley de Ayuntamientos de 1845 que otorgaba al gobierno el nombramiento de los alcaldes, y el control directo sobre la imprenta y la prensa. Además en 1851 se firma del Concordato con la Santa Sede, por el cual el Papa reconoce a Isabel II como la reina y acepta la perdida de los bienes eclesiásticos y desamortizados. A cambio de esto el Estado español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarle el control de la enseñanza y las labores de censura. En 1845 se promulga una nueva Constitución de carácter moderado y que se diferencia de la progresista de 1837 en aspectos como la soberanía, que pasa de ser nacional a compartida por el rey y las Cortes; en los recortes de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión; o en la declaración de que la religión de la nación española era la católica, apostólica y romana, diferente a la del 37 que decía que la religión católica era la que profesaban los españoles. El poder de Narváez se había convertido en un régimen dictatorial que no agradaba ni siquiera a los moderados, por lo que en 1854 el general moderado O’Donnell se pronunció en Vicálvaro enfrentándose a las tropas del gobierno, y al unírsele el general Serrano publican el Manifiesto de Manzanares con promesas progresistas como la rebaja de los impuestos y nuevas leyes electorales y de imprenta, logrando así el apoyo de casi toda España. En vista de estos sucesos Isabel II decidió entregar el poder al general Espartero, iniciándose así la etapa conocida como Bienio Progresista. La primera medida que se tomó en esta etapa fue la redacción de una nueva Constitución totalmente progresista en 1856, pero que no llego a ser promulgada debido a las diferencias que existían entre moderados y progresistas. Otros hechos importantes fueron las desamortizaciones de Madoz en 1855 donde se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva, la Ley de Ferrocarriles de 1855 y la creación del Banco de España en 1856 para propiciar el desarrollo económico del país. Mientras Espartero estaba en el gobierno, O’Donnell había creado la Unión Liberal, por lo que la crisis existente debido a varios factores como el incipiente movimiento obrero, algunos problemas con los carlistas, y la presión tanto de la derecha como de la izquierda radical propiciaron que en 1858 O’Donnell diese un golpe de Estado y asumiera la presidencia. Sus principales objetivos eran la consolidación de la monarquía constitucional, el restablecimiento del orden público y la conciliación de moderados y progresistas; logrando además un fuerte desarrollo económico que se observaba principalmente en el crecimiento del ferrocarril. Además esta etapa se caracterizó por el intervencionismo exterior para reconstruir el imperio colonial, como es el caso de la guerra de Marruecos, el intento fallido de recuperar Santo Domingo, y las expediciones a México e Indochina. En 1864 volvió Narváez al gobierno, con una política conservadora y de represión de las libertades públicas que se manifestaba en hechos como la expulsión de sus cátedras a Julián Sanz del Río y a Emilio Castelar, que dio como resultado los sucesos de la noche de San Daniel el 10 de abril de 1865; o el fusilamiento de 68 de los participantes en la sublevación de los sargentos del cuartel de San Luis. A esto hay que sumar la gran crisis económica que surgió a partir de 1866 que trajo consigo escasez de cereales, hambre, alza de precios y problemas financieros que determinaron la formación del Pacto de Ostende entre unionistas, progresistas y republicanos, que se aliaron para derribar a Isabel II y a el régimen moderado, cosa que se logró en septiembre de 1868 con la “Revolución Gloriosa”. 22 10.3 Sexenio Democrático (1868-1874): El reinado de Amadeo I y la Primera República Las practicas dictatoriales de Narváez extendieron la impopularidad del régimen moderado y de la reina Isabel II, que siempre les había apoyado; y cuando O’Donnell y Narváez ya habían muerto, los progresistas y los moderados se proponían cumplir lo prometido en el Pacto de Ostende, derrocar a Isabel II. Finalmente la sublevación estalló en septiembre de 1868, iniciada por el almirante Topete en Cádiz, al que se le unieron rápidamente levantamientos populares en todo el país hasta que Isabel II marchó a Francia. Entonces se formó un Gobierno Provisional cuyo principal objetivo sería elaborar una nueva Constitución, que fue promulgada en 1869 y que establecía una monarquía democrática con limitaciones en los poderes del rey; la soberanía nacional con sufragio universal masculino para los mayores de 25 años; el poder ejecutivo en manos del Consejo de Ministro; el legislativo en unas Cortes Bicamerales; y el judicial en manos de los Tribunales. Además se hace una amplia declaración derechos, reconociéndose por primera vez los derechos de reunión y de asociación, así como se permite practicar el culto a cualquier religión. Tras aprobarse la Constitución, el general Serrano fue nombrado Regente provisionalmente y Prim pasó a presidir el nuevo gobierno, con el encargo de buscar un nuevo rey que no fuese un Borbón, eligiendo al final a Amadeo de Saboya en 1870. Tres días antes de la llegada de Amadeo a España, Prim, quien seria su principal apoyo, había sido asesinado, provocando una división interna entre los progresistas. Esto, junto a la 3ª guerra carlista, a los problemas en América tras el inicio de la Guerra de Cuba en 1868, a la presión de los alfonsinos partidarios de la restauración de los Borbones, y a los republicanos que reclamaban reformas más radicales; provocó que el primer intento de monarquía constitucional en España fracasara y que Amadeo I abdicara. Así, sin otra alternativa, las Cortes proclamaron la República el 11 de febrero de 1873. La República fue proclamada por unas Cortes en las que no había una mayoría de republicanos. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país como la alta burguesía, la jerarquía de la Iglesia y los altos mandos del Ejército. Por otro lado los republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las clases trabajadoras optaron por apoyar al incipiente movimiento obrero anarquista. En este contexto de inestabilidad se sucedieron en un años cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar; y se tomaron distintas medidas bastante radicales como la supresión del impuesto de consumos, agravando el déficit de la Hacienda; la eliminación de las quintas, lo que los enfrentaba a los carlistas; la abolición de la esclavitud en Puerto Rico; la separación de la Iglesia y el Estado; y la reducción de la edad de voto a los 21 años. Estas reformas se intentaron llevar a cabo en un contexto bélico, ya que persistían la guerra carlista y la guerra de Cuba, se sumaron las sublevaciones cantonales, y entre los altos mandos del Ejército se planeaba la vuelta a los Borbones con Alfonso el hijo de Isabel II, mediante un pronunciamiento militar. La Primera República llegó a su fin con el golpe de Estado del general Pavía en 1874, quien con la ayuda de la Guardia Civil disolvió las Cortes Constituyentes y dio paso a un gobierno provisional encabezado por el general Serrano, hasta que se restaurara la monarquía borbónica tras un golpe militar de Martínez Campos. 23 10.4 Evolución económica y cambio social. El arranque del mov. obrero (1833-1875). La instauración del régimen liberal en España significó la desaparición de la sociedad estamental y la aparición de la sociedad de clases basada en el derecho de propiedad y en la igualdad ante la ley. Así, quedó configurado un nuevo grupo social dominante formado por la alta burguesía, la oligarquía terrateniente y los altos cargos del Estado y el Ejército; mientras por otro lado emergieron unas clases medias urbanas formadas por médicos, profesores, funcionarios, etc. A pesar de esto la mayor parte de la población seguía siendo rural, conformada por campesinos en su mayoría analfabetos; ya fuesen propietarios, arrendatarios o jornaleros sin tierra. La agricultura vivió una profunda reforma basada en la abolición del régimen señorial, la supresión de los mayorazgos y las grandes desamortizaciones. En 1835 Mendizábal inició una serie de desamortizaciones a la Iglesia con las que pretendía eliminar la deuda pública para que la Hacienda cobrara prestigio; ampliar la base social del liberalismo, y ganar la guerra carlista. Como compensación a la Iglesia, el Estado español se comprometió a subvencionarla y a entregarle el control de la enseñanza y las labores de censura. Estas medidas fueron seguidas por Pascual Madoz en 1855, desamortizando todos los bienes de propiedad colectiva con el objetivo de utilizar las ganancias para la industrialización del país, sobre todo para la expansión del ferrocarril. El resultado de las desamortizaciones no sirvió para que las tierras se repartieran entre los menos favorecidos, ya que no se intentaba hacer ninguna reforma agraria; pero si logró que aumentara la producción agrícola al labrarse nuevas tierras que no estaban siendo explotadas; y que mejoraran las condiciones de transporte y comunicación. Por otro lado, tuvo gran trascendencia histórica; ya que apareció el proletariado agrícola formado por más de 2 millones de campesinos sin tierra; y se conformó una burguesía terrateniente que pretendía competir con la vieja aristocracia. La industria se desarrolló en el país de forma tardía y solo afectaba al País Vasco en la siderurgia y a la industria textil catalana. La expansión del tendido ferroviario fue un factor clave para la modernización, siendo la primera línea ferroviaria construida en 1848 entre Barcelona y Mataró; y tras la Ley General de Ferrocarriles de 1855, la red había alcanzado en 1866 más de 5000 Km. La débil y muy localizada industrialización española explica la debilidad del movimiento obrero hasta el sexenio democrático. Se calcula que en 1860 había en torno a 150 000 obreros industriales en el país, más de la mitad de los cuales vivía en Cataluña. No obstante, ya desde la década de 1830 nacieron algunas asociaciones como las “sociedades de auxilio mutuo”; se produjeron algunas protestas de carácter ludita como los conflictos en 1835 en la fábrica “El Vapor” en Barcelona, o las protestas contra las “máquinas selfactinas” en 1854; y aparecieron los primeros periódicos. En 1864 se había creado en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), donde durante un cierto tiempo convivieron los seguidores de las ideas de Carlos Marx (marxistas) y los seguidores de Mijaíl Bakunin (anarquistas). Las nuevas libertades traídas por la "Revolución Gloriosa" permitieron la creación de la Sección Española de la A.I.T. impulsada por el anarquista italiano Giuseppe Fanelli. Como era de esperar por su mayor grado de industrialización, el movimiento anarquista tuvo un mayor desarrollo en Cataluña. Por otro lado, Paul Lafargue, yerno de Marx, vino a nuestro país a propagar las ideas del marxismo. En 1872 creó un pequeño grupo madrileño que poco después daría lugar al PSOE. 24 11- El régimen de la Restauración. 11.1 El sistema canovista: La Constitución de 1876 y el turno de partidos. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo. En 1874 Cánovas del Castillo redactó en nombre del futuro Alfonso XII el Manifiesto de Sandhurst por el que el rey defendía una monarquía constitucional. Cánovas no pretendía utilizar la violencia, pero no pudo evitar el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto ese mismo año, que proclamó a Alfonso como rey de España. Las prioridades de Cánovas eran el fin de la guerra carlista, la de Cuba; y lograr una conciliación entre todos los monárquicos alrededor de Alfonso XII. Así, en 1876 se redactó una nueva Constitución lo suficientemente flexible para que diese cabida a los distintos programas liberales. En ésta la soberanía era compartida entre el Rey y las Cortes; el poder ejecutivo quedaba en manos de la Corona, y el legislativo compartido entre la Corona y las Cortes. El Estado era confesional, aunque se permitía el ejercicio privado de otras religiones; y el sufragio era censitario, aunque pasó a ser universal masculino en 1890. Con la Constitución promulgada, Cánovas puso en marcha el llamado sistema canovista; que consistía en la alternancia en el poder entre dos fuerzas políticas considerados dinásticas. Uno de los partidos que se turnó en el poder fue el liberal-conservador; liderado por Cánovas y que estaba compuesto por diputados de la alta burguesía terrateniente, altos funcionarios, entre otros. El otro partido elegido fue el liberal-fusionista, con Práxedes Mateo Sagasta al frente; y que contaba con la presencia de progresistas y demócratas que habían votado la Constitución de 1869. El sistema de turnos puso fin durante un largo periodo al intervencionismo militar y a los pronunciamientos, mediante el sistema de rotación en el poder; por el cual cuando un gobierno se veía sometido a fuertes presiones se preparaban nuevas elecciones que eran manipuladas para que saliera elegido el otro partido. El falseamiento electoral se realizaba a través del encasillado o del pucherazo, y gracias a la imprescindible figura del cacique; que era un personaje rico e influyente en la España rural que amañaba los votos siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil de cada provincia. En 1885 muere Alfonso XII y se inicia el periodo de regencia de Mª Cristina de Habsburgo hasta 1902. Tras la muerte del rey, Cánovas y Sagasta firman el Pacto del Pardo en 1885, en el que reafirman el funcionamiento del sistema de turnos. Durante esta etapa la oposición al sistema estuvo marcada por los carlistas, los republicanos, y el movimiento obrero. Los carlistas desparecieron tras la derrota militar en 1876, pero en 1888 una parte se unió en el partido Unión Católica. Los republicanos tardaron en rehabilitarse tras el fracaso de la Primera República, y estaban divididos en posibilistas, federales y progresistas-demócratas; logrando solamente estar en el Senado algunos posibilistas de Castelar. Durante la Restauración las libertades de expresión, asociación y reunión estaban limitadas, por lo que también lo estaba las posibilidades de acción del movimiento obrero. Este tenía una fuerte división entre dos corrientes: la anarquista y la socialista. Los anarquistas se encontraban en mayor presencia en Cataluña y Andalucía, y se caracterizaban por querer la separación del mundo obrero de la política; pero cuando el gobierno de Sagasta aprobó las leyes de reunión y expresión en 1881, los catalanes optaron por la resistencia pacífica y se organizaron a través de la Federación de Trabajadores de la Región Española; mientras que los andaluces decidieron actuar como grupos subversivos y se agruparon en la Mano Negra. 25 Por su parte los socialistas mantuvieron una ideología colectivista, anticlerical y antiburguesa; creándose en 1879 en Madrid el PSOE, con Pablo Iglesias como principal figura; y en 1888 la UGT en Barcelona. A finales del siglo XIX nacen movimientos que afirmaban que Cataluña y País Vasco eran unas naciones, y que por consecuencia tenían derecho al autogobierno. Para esta afirmación se basaban en la existencia de una lengua, cultura y costumbres propias, así como de derechos históricos (fueros). En Cataluña surgió en la década de 1880 con manifiestos como el Memorial de Greuges. En 1891 Enric Prat de la Riba creó la Unió Catalanista, que aprueba en 1892 las Bases de Manresa, programa en el que se reclama autogobierno y una división de competencias entre el estado español y la autonomía catalana. El nacionalismo catalán se extendió fundamentalmente entre la burguesía y los campesinos, ya que la clase obrera eran en su mayoría anarquistas. El nacionalismo vasco adquiere naturaleza política en 1895 con la fundación del PNV por Sabino Arana. La principal fuerza del nacionalismo era la burguesía vizcaína; y se caracterizaba por radicalismo antiespañol, el integrismo religioso católico, y la promoción del idioma y las tradiciones culturales vascas, así como la exaltación de la etnia vasca. Por otro lado se encontraban los regionalismos; como el gallego que contaba con dos tendencias, una tradicionalista y otra liberal-demócrata; el valenciano o el andaluz; pero no fueron más que fenómenos minoritarios. 26 11.2 La liquidación del Imperio colonial: Cuba y Filipinas. El 98 y sus repercusiones. La política exterior española durante la Restauración se basó en la política del recogimiento, que consistía en mantenerse al margen de las grandes alianzas internacionales, adoptando una posición de neutralidad frente a las potencias germanas y anglosajonas. Tras la independencia de la mayor parte del imperio a inicios del siglo XIX, solo quedaban las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Cuba basaba su economía en el comercio de tabaco y azúcar, convirtiéndose en la máxima productora de azúcar del mundo, por lo que las duras leyes arancelarias impuestas por Madrid y la posibilidad de comerciar con los Estados Unidos, fueron unas de las causas del inicio de la insurrección. El deseo de independencia de los líderes nacionalistas ya se había comprobado con la guerra que estalló en 1868 con el grito de Yara y que acabó con la firma del Pacto del Zanjón en 1878. En este tratado se prometían unas nuevas condiciones políticas y administrativas, el fin de la esclavitud, y una amnistía.; por lo que al no ser cumplidas estas reformas, estalla de nuevo la insurrección independentista en 1895. La guerra estalló con el grito de Baire, bajo la dirección de José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo; al que el gobierno español respondió enviando un numeroso ejército al mando de Valeriano Weyler, que inició una dura represión contra los independentistas cubanos criticada por la prensa internacional, pero que no acabó con la insurrección. La guerra de 1895 coincidió con una política colonialista de los Estados Unidos, quienes habían intentado varias veces comprar la isla debido a su desarrollo económico y a su situación geográfica, estratégica para el dominio del Caribe y Centroamérica; pero no lograron que España vendiera. Por la negativa de España, el 15 de febrero de 1898 estalló en el puerto de la Habana el acorazado norteamericano Maine muriendo 260 marines norteamericanos, siendo este el pretexto para declarar la guerra a España. La guerra se inició el 18 de abril, y el 3 de julio ya había terminado con victoria norteamericana tras el hundimiento de la armada española en Santiago de Cuba. En Filipinas la insurrección se inició en 1896 debido al descontento de ciertos grupos indígenas con el excesivo poder de las órdenes religiosas. La respuesta de la metrópoli fue duramente represora, llegando a fusilar al líder filipino José Rizal y a dominar la insurrección, pero la intervención de USA en la guerra hizo que todo diera un giro y que España perdiera Filipinas. El 10 de diciembre de 1898 se firma la Paz de París, por la cual España cedía a USA las islas de Filipinas, Puerto Rico y Guam; mientras Cuba alcanzaba la independencia bajo la “protección” de USA. La pérdida del imperio de ultramar fue considerada un desastre tanto militar como diplomático, pero sin embargo donde más se sintió fue en el ámbito social. Conocido como Desastre del 98, provocó una crisis de la conciencia nacional, que se expresaría a través de la obra crítica de escritores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu. Se abrió un gran debate sobre los problemas que padecía la nación española y las medidas que se debían adoptar como el Regeneracionismo, con una doble vertiente de reforma política y de reforma educativa; así como apareció un mayor empuje y presencia de los nacionalismos periféricos. Pero no todo fueron pérdidas, ya que el fin de la guerra permitió al ministro Fernández Villaverde adoptar algunas medidas que permitieron el saneamiento de la Hacienda, dando como resultado que por primera vez en mucho tiempo el Estado tuviera superávit a principios del siglo XX. Además, la pérdida de las colonias supuso la repatriación de capitales que fueron invertidos en la economía peninsular, y España logró conservar los escasos mercados latinoamericanos. 27 11.3 Sociedad y mentalidad. La educación (1875-1902). La sociedad española durante la Restauración estaba fuertemente diferenciada en dos sociedades muy diferentes: Un interior agrario con formas de vida muy atrasadas; y unas pocas zonas industriales que se encontraban en la periferia, con excepción de Madrid, en donde se abría paso una sociedad moderna. La sociedad en general vivía sumida en una gran pobreza y el bloque de poder estaba formado por la oligarquía burguesa. La sociedad en el medio agrario estaba dividida en la oligarquía agraria, predominante en las dos Castillas, Extremadura y Andalucía; las clases medias bajas, formadas por medianos propietarios, arrendatarios y aparceros; y los campesinos sin tierra, que se encontraban en situación de paro intermitente, tenían una alimentación deficiente, carencias sanitarias e higiénicas, y falta de una cultura elemental. A diferencia de estos, la sociedad en el medio urbano comenzaba a modernizarse gracias al desarrollo minero e industrial en determinadas zonas del país. El País Vasco contaba con la preponderancia de la industria siderúrgica, y la banca más próspera del país. Cataluña poseía el 90% de la oferta de algodón en España, favorecido por el proteccionismo económico del gobierno por el cual no tenía que hacer frente a la competencia exterior. En las ciudades, junto a la alta burguesía industrial y financiera, se encontraban las clases medias; formada por pequeños industriales, comerciantes, funcionarios y personas con profesiones liberales. Así como las clases bajas urbanas, que se dedicaban fundamentalmente a los servicios en casas o comercios; el proletariado industrial, que vivía en pésimas condiciones con salarios bajísimos y largas jornadas de trabajo; y numerosos pobres y mendigos que a veces encontraban cobijo y alimentación en la beneficencia pública. Tras el Sexenio Democrático, un período en el que había existido una amplia libertad de cátedra en las universidades, la Restauración significó el establecimiento de una rígida censura contra cualquier manifestación en contra de la monarquía y del dogma católico. El choque con parte del profesorado fue inmediato, algunos dimitieron de sus cargos, mientras otros fueron cesados. Uno de estos catedráticos fue Giner de los Ríos, quien fundó la Institución Libre de Enseñanza Krausista en 1876, como centro privado, laico y que buscaba la formación integral del individuo en plena libertad y mediante el fomento de la curiosidad científica, el antidogmatismo y la actitud crítica. La Institución Libre de Enseñanza fue una excepción, pues lo que predominó durante la Restauración fue la enseñanza tradicional, basada en métodos anticuados, y sometida a la vigilancia de la Iglesia Católica, lo que a la larga provocó un gran atraso en el desarrollo científico y la investigación. Más de 50 000 religiosos y religiosas se dedicaban a la enseñanza, sobre todo en la educación primaria, donde apenas intervenía el Estado. A la falta de apoyos materiales de las instituciones públicas y privadas se vino a añadir una mentalidad atrasada y tradicional en las clases dirigentes del país. Un buen ejemplo fue la polémica creada ante las teorías de Darwin y su condena por parte de la Iglesia. 28 12- Alfonso XIII: La crisis de la Restauración. 12.1 Regeneracionismo y revisionismo político. La crisis de 1909 y 1917. La guerra colonial en Marruecos. El desastre de Annual. El regeneracionismo y el revisionismo político fue un movimiento impulsado por intelectuales y políticos que pretendían cambiar la situación que se vivía en el país mediante reformas que contaran con todos los grupos sociales. El principal representante fue Joaquín Costa, quien pretendía una recuperación económica y cultural mediante la redistribución de la tierra, la construcción de carreteras y escuelas y la europeización de España. Desde el ascenso de Alfonso XIII en 1902 al trono, hasta el inicio de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, se vivió una fuerte crisis política debido a varios factores como el intervencionismo político del rey, a la división de los partidos de turnos por la desaparición de lideres como Maura y Canalejas, el debilitamiento del caciquismo y el desarrollo de la oposición política y social al régimen de la Restauración. En este contexto de inestabilidad política el país tuvo que enfrentarse a graves problemas como la agudización de las luchas sociales; las crecientes protestas contra el poder de la Iglesia, y la consolidación del movimiento nacionalista en Cataluña y el País Vasco. En 1904 se firma un convenio con Francia por el cual España explotaría los recursos mineros del Rif, y en 1909 varios grupos de rifeños armados atacan Melilla, por lo cual se necesitan refuerzos y Maura pretendió enviar a los reservistas, desencadenándose los sucesos de la Semana Trágica. Ese mismo año se produjo el desastre del Barranco del Lobo, que puso en evidencia una guerra impopular. En 1911, como respuesta a la ocupación francesa en Fez, las tropas españolas se apoderaron de varias ciudades concretándose la división de Marruecos en los protectorados francés y español, y consiguiendo la pacificación parcial del territorio. Pero en 1921, el caudillo rifeño Abd-el-Krim desencadenó la insurrección general del territorio y el Ejército español al mando del general Silvestre fue derrotado en la batalla de Annual. El desastre de Annual provocó una terrible impresión en una opinión pública contraria a la guerra. Hubo grandes protestas en el país y los republicanos y socialistas se apresuraron a reclamar el abandono de Marruecos, así como se culpó a los militares africanistas de lo sucedido, abriéndose un expediente de investigación llamado Expediente del general Picasso. En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial, en la que España mantiene una posición neutral que aprovecha para beneficiar su economía satisfaciendo las demandas de los países beligerantes, pero sin embargo fue incapaz de consolidar un desarrollo industrial y de aumentar el poder de compra del mercado interior. Esto provocó que al finalizar la guerra estallara una crisis en 1917 en la que influiría el descontento de los oficiales peninsulares con los rápidos ascensos de los africanistas; y que estos crearan las Juntas de Defensa para controlar que el ascenso de los soldados se hiciera por antigüedad. En Barcelona un grupo de parlamentarios descontentos con la política de Eduardo Dato, constituyeron una Asamblea Nacional de Parlamentarios que demandó un cambio de gobierno y la convocatoria de Cortes Constituyentes, siendo acabada por la acción del Gobierno. En agosto de 1917 la UGT y la CNT convocaron la primera huelga general de la historia de España, y temiendo que esta derivara en acciones revolucionarias, las Juntas de Defensa abandonaron sus peticiones y apoyaron la represión contra los huelguistas, que se saldó con un centenar de muertos y miles de detenidos. Entre 1917 y 1923 el régimen de la Restauración se debilitó progresivamente en una crisis que se prolongó hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. 29 12.2 La dictadura de Primo de Rivera. De la monarquía alfonsina a la II República. El 13 de septiembre de 1923, tras un pronunciamiento militar iniciado en Barcelona, que es aceptado tanto por el rey como el Ejército, Miguel Primo de Rivera es nombrado presidente del gobierno. Tras el golpe, Primo de Rivera se declaró ministro único asesorándose por un Directorio Militar, que tomó medidas como la prohibición del catalanismo, la suspensión de la Constitución de 1876, la disolución de las Cortes y la suspensión de los derechos civiles. El programa de Primo de Rivera tenía una voluntad regeneracionista ya que pretendía acabar con el caciquismo y promover una política nueva, creando en 1924 un único partido llamado Unión Patriótica, con el objetivo de reunir en él a los patriotas de buena voluntad y enemigos del desorden. Pero el gran éxito del Directorio Militar fue cuando Primo de Rivera, que era partidario de abandonar la guerra, asumió el papel de alto comisario en Marruecos, y mediante una alianza con Francia que posibilitó el desembarco de Alhucemas en 1925, logró que el líder rifeño Abd-el-Krim se entregara a las autoridades francesas y llegar el fin de la guerra. Esto proporcionó gran popularidad al régimen de Primo de Rivera, provocando que a finales de 1925, un Directorio Civil presidido por Primo de Rivera, sustituyera al Militar con el objetivo de institucionalizar el régimen. Para ello constituye una Asamblea Consultiva en 1927 encargada de crear un nuevo Régimen con una nueva Constitución, pero esta fue todo un fracaso ya que sus miembros fueron elegidos directa o indirectamente por el gobierno. Durante esta etapa se logran grandes resultados tanto en la economía como en la sociedad. En el ámbito económico se eliminan los altos gastos de Marruecos tras la pacificación, se impulsa un plan de obras públicas con la construcción de nuevas carreteras, la electrificación de algunas zonas rurales y la construcción de pantanos. Este desarrollo económico provocó que aumentara la población industrial activa, lo que supuso una disminución de las huelgas y de la conflictividad social. La oposición al régimen surge fundamentalmente por parte de los intelectuales como Unamuno, Blasco Ibáñez y Valle Inclán, entre otros, que fueron en algunos casos desterrados. A partir de 1928 aumenta la oposición, a la que se unen los estudiantes, organizándose revueltas que provocan el cierre de las universidades en Madrid y Barcelona., y que hacen que catedráticos como Ortega y Gasset abandonen la docencia. Otro grupo opositor surge de los militares ante las propuestas de ascensos del dictador que se realizarían por meritos de guerra, beneficiando así a los militares africanistas. Además la mayoría de los grupos políticos se pasan a la oposición, empezando a surgir conspiraciones en contra el Régimen como el intento de golpe de Estado del jefe del Partido Conservador que acaba en fracaso. Finalmente, ante el deterioro de la situación económica, el aumento de las huelgas y la cada vez mayor oposición hacen que Primo de Rivera presente su dimisión en 1930.Tras la dimisión de este, Alfonso XIII nombró jefe del Gobierno al General Berenguer, quien intentó volver a la situación previa a 1923 con la restauración de las libertades constitucionales, que fue aprovechada por los partidos de la oposición. Así, en 1930 republicanos, socialistas y otros partidos de la oposición firmaron el Pacto de San Sebastián por el que se comprometían a derrocar a la monarquía y establecer un régimen democrático. En 1931 dimite Berenguer, dando paso a un nuevo gobierno presidido por el almirante Aznar, quien convoca elecciones municipales en las que obtienen un triunfo aplastante las candidaturas republicanas y socialistas. Entonces, el rey Alfonso XIII renuncia a la Corona y abandona el país, proclamándose el 14 de abril de 1931 la Segunda República. 30 12.3 Evolución económica. La sociedad (1902-1931). En 1900 España seguía siendo un país agrario, y esto no cambió a lo largo de las primeras décadas del siglo, pero sin embargo hubo cambios significativos en el sector industrial. Creció la producción minera y siderúrgica, especialmente en el País Vasco; y se desarrollaron nuevos sectores como el eléctrico y el químico. En los primeros años del siglo los gobiernos de la Restauración llevaron a cabo una política de saneamiento de las finanzas públicas, con la reducción de los intereses de la deuda, el control de los gastos del Estado y el aumento de los impuestos, lo que propició que por primera vez en la historia de España existiera superávit. La ley de 1899 transformó al Banco de España, pasando el banco estatal a controlar la emisión de billetes, lo que permitió limitar la inflación y conseguir la estabilización de la peseta, básica para el comercio exterior. La Primera Guerra Mundial trajo un boom económico para el país, ya que la situación de neutralidad permitió un crecimiento considerable de la producción y de las exportaciones de materias primas, carbón y manufacturas a los países beligerantes Sin embargo, el fin de la guerra y de la demanda de los países beligerantes desencadenó una crisis al no ser capaz el mercado de sustituir las exportaciones. Aunque no todos los sectores económicos se vieron igualmente afectados, ya que el siderúrgico y el químico se modernizaron; mientras los ferrocarriles y la minería pasaron a manos nacionales. Durante la dictadura de Primo de Rivera se inició un periodo de recuperación económica que permitió que se llevara a cabo una ambiciosa política de inversiones en infraestructuras. En esos años se construyeron Cuencas Hidrográficas para el desarrollo del regadío, se invirtió en la red ferroviaria nacionalizándose las líneas, y se estableció el monopolio de petróleos (CAMPSA) y la Compañía Telefónica. La población española creció de forma lenta pero continua en el primer tercio del siglo debido al descenso de la tasa de mortalidad, basada en las mejoras sanitarias; sin embargo, la elevada mortalidad infantil, una de las más elevadas de Europa, era prueba del atraso del país. La mayor catástrofe sanitaria fue la epidemia de gripe de 1919, que causó la muerte a alrededor de 300 000 personas en España y que se extendió por todo el planeta. La sociedad española siguió siendo a lo largo de este período una sociedad marcada por grandes diferencias sociales. Los grupos ligados a la industria y a las finanzas tuvieron un peso creciente en las clases altas; y muchos nuevos burgueses, enriquecidos con los negocios propiciados por la Guerra, se fueron integrando en la vieja oligarquía dominante. Por otro lado, las clases medias experimentaron un aumento significativo en este primer tercio del siglo XX, y adaptaron posturas políticas de oposición al régimen de la Restauración, ligándose a los grupos republicanos o nacionalistas en Cataluña y el País Vasco. Dos fenómenos destacan en lo referente a las clases populares: el crecimiento numérico de la clase obrera, cada vez más organizada en torno a los sindicatos CNT y UGT; y la supervivencia de una amplia masa de jornaleros sin tierra en el sur del país, en una situación social desesperada que les llevará hacia posturas políticas cada vez más radicales. En el movimiento obrero, los socialistas del PSOE y la UGT se implantaron principalmente en Asturias, País Vasco, Madrid y zonas del campo andaluz; mientras los anarquistas y la CNT asentaron su predominio en Cataluña, Aragón, Levante y Andalucía. Los sindicatos católicos, minoritarios, se desarrollaron especialmente en las regiones del norte, donde predominaba el minifundio y la pequeña propiedad campesina, agrupándose en 1917 en la Confederación Nacional Católico-Agraria. 31