Se trata de un fragmento de la Constitución de Cádiz del 19 de marzo de 1812, conocida como “la Pepa”, dirigido a el pueblo español, promulgado por las Cortes Generales y extraordinarias de la Nación española, en 1812, Cádiz, provocada por sucesos como el Motín de Aranjuez, las Renuncias de Bayona y el levantamiento de los madrileños el 2 de mayo; Carlos IV y Fernando VII renuncian al trono a favor de José Bonaparte. En este texto el autor expone, reformas contra el Antiguo Régimen, reformas económicas, la implementación de la soberanía nacional parcial y la división de poderes. La obra de las Cortes de Cádiz combinó las tendencias constitucionales españolas; quienes deseaban una reforma más conservadora y las afrancesadas; aquellos que querían una reconstrucción más radical. En efecto, la constitución de 1812 enlazaba con las Leyes tradicionales de la Monarquía española, pero, al mismo tiempo, incorporaba principios del liberalismo como la soberanía nacional y la separación de poderes. La soberanía, poder pleno y supremo del Estado, que hasta entonces había correspondido al Rey, pasa ahora a la Nación, como ente supremo y distinto a los individuos que la integran, representado por los diputados, sin estamentos ni mandato imperativo. La separación de poderes, la más rígida de nuestra historia, siguió el modelo de la constitución francesa de 1791 y la de los Estados Unidos, lo cual impidió el nacimiento del régimen parlamentario en España. La Constitución no incorporó una tabla de derechos y libertades, pero sí recogió algunos derechos dispersos en su articulado, como la libertad personal o el derecho de propiedad. Sin embargo, el texto proclama a España como Estado confesional, no reconociendo la libertad religiosa. En lo que a los órganos constitucionales se refiere, la Constitución de Cádiz dedicaba atención especial a las Cortes, al Rey y a sus secretarios de despacho o Ministros. Las Cortes se organizaban en una Cámara única, pues se temía que el clero y la nobleza consiguieran apoderarse de una Asamblea de Próceres, obstaculizando la renovación política, social y económica que se pretendía operar.