La primera respuesta seria una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y mentales esenciales para un pleno rendimiento, la segunda respuesta es considerado un fenómeno pasivo que al parecer no ocurre aparentemente nada y por ultimo estado de conciencia dinámico en que podemos llegar a tener una actividad cerebral tan activa como en la vigilia y en el que ocurren grandes modificaciones del funcionamiento del organismo; cambios en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria, la temperatura corporal, la secreción hormonal, entre otros. el enfado era sustancialmente mayor en los que habían dormido menos de la cuenta. Ahora quieren reunir datos para averiguar si, en la vida normal, esa ira implica comportamiento agresivo hacia terceras personas. Investigaciones previas apuntan a que este aumento de la ira está relacionado con la actividad de la amígdala, una estructura profunda del cerebro que controla las emociones. Cuando se expone a sujetos privados de sueño a imágenes con contenido emocional negativo, los niveles de actividad de esta zona suben un 60% más de lo normal. Y no solo eso: también interrumpe las conexiones entre la amígdala y la corteza prefrontal medial, que es la que lleva las riendas de la amígdala y de las emociones y modera su respuesta. De ahí las reacciones desproporcionadas de los que duermen poco. En segundo lugar, el mal humor generado por la falta de sueño se debe por la interrupción de la conexión entre la amígdala y la corteza prefrontal medial, dejando que la amígdala controle por si solo las emociones y moderar su respuesta, causando una reacción desproporcionada ante algún suceso. El mal humor o ira se presenta si la persona está en un ambiente de incomodo o tiene incomodidad en su ser, se puede generar por alguna frustración causado por el estrés del ambiente aflorando el mal humor que responderá con respuestas negativas a las personas a su alrededor. El sueño es fundamental para un rendimiento correcto al día siguiente. La persona que duerme mal o poco está cansada durante el día, más irritable, menos concentrada y con menos memoria. Esto determina un claro descenso en el rendimiento laborar, así como un mayor número de errores, con mayor somnolencia y peores relaciones personales entre los compañeros. Hay dos patologias del sueño que influyen claramente en el rendimiento laboral. La primera es la Privación Crónica de Sueño. Consiste en dormir menos horas de las que necesita nuestro cuerpo. Aquellos individuos que voluntariamente disminuyen las horas de sueño tienen un 40% más de posibilidades de sufrir depresion, ansiedad y trastornos orgánicos, como problemas cardiocirculatorios, obesidad y descenso de la inmunidad. La segunda causa es el insomnio. Son aquellas personas que tienen pocas horas de sueño y de mala calidad. Las causas son múltiples, pero el estrés y la acumulación de ansiedad durante el día son las más frecuentes. Un 30% de la poblacion española es insomne. Las consecuencias del mal dormir en el mundo laboral son muchas: somnolencia, irritabilidad, pérdida de concentración, aumento del absentismo, conflictividad familiar y social, disminución de la productividad. Las consecuencias económicas en un año –se ha estudiado Francia y Estados Unidos–, son de 653 millones de euros, inclyendo visitas médicas, registros de sueño, medicamentos… Los costes indirectos son de 2.455millones de euros al año, debido a los problemas de salud, la disminución del rendimiento, el absentismo, los accidentes y la disminución de la productividad. En tercer lugar, el bajo rendimiento en actividades cotidianas por la falta de sueño en la persona que, genera el cansancio físico, la bipolaridad en sus emociones y el cansancio mental que afecta en la concentración y la memoria. La persona somnolienta baja su rendimiento en el momento de realizar sus actividades cotidianas, por que comete más errores de lo común que le provoca un desinterés en la actividad y lo realiza de la forma más rápida posible sin importar la rectificación de los errores. En este sentido, la falta de sueño y la ausencia de una rutina que lo regule pueden derivar en problemas que van, desde la pérdida de concentración o la dificultad para procesar información, hasta una menor agilidad mental o problemas de memoria, ya que durante la fase REM del sueño el cerebro procesa la información captada durante el día y ayuda a consolidarla y almacenarla debidamente. Además, una mala calidad del sueño afecta al estado de ánimo, las personas se encuentran más irritables o decaídas, baja el umbral del dolor, aumenta la presión sanguínea y afecta al sistema inmunitario. La falta de sueño se traduce en una menor concentración, menor capacidad de reflejos y en la falta de ganas o motivación. Todas estas razones son suficientes como para empezar a dormir bien antes de un examen. Esto también es una prueba de que estudiar más, no garantiza un mejor rendimiento. En lugar de estudiar más tiempo, se debe estudiar mejor. Es preferible dedicar más horas al sueño antes de un examen. De esta manera, el estudiante podrá fijar mejor sus conocimientos y tendrá más energías y motivaciones. Además, la falta de concentración por parte de un estudiante que no ha dormido lo suficiente podría desencadenar errores inocentes y evitables. Invertir las letras de una palabra, pasar por alto una palabra al leer una pregunta, o anotar mal algún dato; todos estos pueden ser errores producto de la falta de concentración o del cansancio. En último lugar, la falta de concentración por la falta de sueño genera problemas en la persona que dificulta el proceso de información, menor agilidad mental y problemas en la memoria, que durante la fase REM del sueño el cerebro procesa la información captada en el día, ayudando a consolidarla y almacenarlo debidamente. La falta de concentración en una persona podría comete errores inocentes y evitables como: invertir las letras de una palabra, saltar las palabras de una lectura o anotar mal algún dato.