LA PRINCESA QUE QUERÍA VOLAR COMO UN ÁGUILA Hace muchos años existía un pequeño país llamado Iberia. Estaba gobernado por un rey que vivía con su hija, la princesa Susana. Cuando la princesa era muy pequeña, su madre murió en un accidente de caballo mientras viajaba para visitar a su abuela que residía en otro país. Su padre sintió tanto la pérdida de su esposa que temeroso de que le ocurriera algo malo a su hija, no la dejaba salir del castillo. Poco a poco la princesa fue creciendo y se convirtió en una adolescente que soñaba con viajar y conocer otros lugares, pero su padre no se lo permitía, ni siquiera podía ir a pasear. Así pasaba las horas mirando por la ventana de su habitación intentando imaginar cómo se viviría fuera del castillo. Veía a los campesinos cultivar los campos, a los caballeros entrenar para ir a las batallas y a los sirvientes entrando y saliendo del castillo para proveerse de alimentos. También le gustaba observar a los animales, pero sin duda el que más llamaba su atención era el águila. Le gustaba inventar historias en las que ella podía volar como el águila y observar todo desde el cielo, los campos, los ríos… Era tanta la admiración que tenía por ese animal que todos los días deseaba convertirse en una y siempre se repetía la misma frase: “Ojalá pudiera ser un águila y volar libre para conocer mundo!” Una noche, mientras miraba las estrellas desde la ventana de su habitación, observó una estrella fugaz e inmediatamente pidió su deseo; entonces comenzó a sentirse rara y muy ligera, empezó a volar y salió por la ventana. Su deseo se había hecho realidad, era un águila, ¡un águila imperial! Voló toda la noche, era una sensación magnífica, se sentía libre por primera vez. Cuando amaneció seguía volando y las vistas aun eran más maravillosas. Pero no todo era tan bueno, mientras seguía volando observó a un grupo de hombres armados con arcos, flechas y otros utensilios para la caza que comenzaron a disparar y casi consiguieron su objetivo. Después de este tremendo susto, bajó a un pequeño arroyo para beber agua, pero alguien había echado veneno y al probar el agua notó un sabor raro y comprobó que allí mismo había otro águila como ella que tras probar el agua había muerto. ¡Qué sola se sintió! Cayó la noche y empezó a comprender que ser un águila no era tan bonito como parecía. Todo estaba lleno de peligros y que en cualquier momento podría morir. Mientras se acordaba de su padre vio otra estrella fugaz y deseo estar allí con él. Y su deseo se hizo realidad. Amaneció dentro de su cama y a salvo de todo peligro. Su padre no se lo podía creer, su pequeña niña había vuelto a casa, comprendió que no era bueno protegerla tanto y poco a poco fue dándola más libertad. Nuestra princesa viendo todos los peligros que tenían para poder vivir esas maravillosas aves, convenció a su padre para que en su país se las protegiera prohibiendo que se las cazara y que se utilizara veneno en los campos. Y así el águila pasó a ser el animal más representativo de su país. Estaba en los escudos, banderas, y toda clase de objetos que representaban a Iberia. ALBERTO TOVAR PAVÓN 1º ESO