Subido por Moussa Diagne

Estándares Bloques 3 y 4

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BLOQUES 3 y 4 (25%)
ESTÁNDARES RELACIONADOS EL BLOQUE 3
DEFINE EL CONCEPTO DE UNIÓN DINÁSTICA APLICADO A CASTILLA Y ARAGÓN EN
TIEMPOS DE LOS REYES CATÓLICOS Y DESCRIBE LAS CARACTERÍSTICAS DEL
NUEVO ESTADO
Tras el matrimonio de los RR.CC y su posterior acceso a sus respectivos tronos se consuma la unión
dinástica entre la Corona de Castilla y la de Aragón. En principio se trata sólo de una unión
dinástica, de carácter personal, pero no institucional, ya que los distintos reinos aunque están
gobernados por los mismos monarcas, conserva cada uno sus fueros y leyes, sus instituciones y lengua,
sus costumbres, fronteras y monedas…De hecho no se autoriza a los aragoneses a participar en el
comercio americano.
No se trata por tanto de una unión territorial o nacional ni siquiera una fusión de reinos, sin
embargo esta unión meramente dinástica llegará a ser mucho más que una reversible y vulnerable unión
personal, poniéndose en marcha importantes proyectos en común. Castilla desempeñará desde el
principio un papel hegemónico debido a su tamaño, población y recursos, y se iniciará un paulatino
proceso de castellanización de todos los territorios. De ella los reyes obtienen la mayor parte de los
recursos fiscales y militares para levar a cabo sus conquistas y expediciones, tanto la americana como
otras.
En 1475 Isabel y Fernando habían llegado a un acuerdo –la Concordia de Segovia- en el que fijaron
las bases de un sistema de gobierno conjunto. En Castilla Fernando sería rey consorte y, aunque los
dos tendrían capacidad de tomar decisiones políticas y las órdenes reales irían firmadas por ambos,
Isabel tendría en exclusiva los derechos sucesorios. En Aragón sólo Fernando podía ostentar el título de
rey, pero mediante un decreto firmado en 1481 se concedía a Isabel la corregencia.
Por otra parte, los RR.CC. no adoptaron el título de reyes de España; se titulaban “rey e reyna de
Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de
Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras e de Gibraltar e
de Guipúzcoa, conde e condesa de Barcelona, e señores de Vizcaya e de Molina, duques de Atenas y
Neopatria, condes de Rosellón y de Cerdeña, marqueses de Oristán e de Gociano”.
Una muestra de la provisionalidad de esta unión entre ambas Coronas es que estuvo a punto de
desaparecer a la muerte de Isabel en 1504 cuando surgieron importantes problemas. Castilla quedó
bajo el gobierno de su hija Juana y Fernando pasó a ser exclusivamente rey de Aragón. Pero la muerte
de Felipe el Hermoso, marido de Juana, y la pérdida de la razón de esta, convirtió a Fernando
nuevamente en regente de Castilla, pero nada más. Además Fernando se había vuelto a casar llegando
incluso a tener un hijo con Germana de Foix, hijo que falleció pero que de no haber ocurrido es posible
que hubiese sido rey de Aragón. Estos hechos permitieron que ambas coronas recayesen en un mismo
heredero: Carlos, hijo mayor de Juana y Felipe, nieto de los RR.CC. y futuro Carlos I de España y V
de Alemania.
La organización de un estado moderno: consolidación de la monarquía autoritaria
Aunque los Reyes Católicos, no unificaron las estructuras políticas de los distintos reinos, ya que
cada uno de ellos mantuvo sus fueros e instituciones propias, sí que reforzaron los órganos e
instituciones que potenciaban el poder real.
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Su política institucional se orientó a crear una monarquía autoritaria y fuerte tratando de limitar el
poder político de la nobleza y controlar a la Iglesia y a las ciudades. Los RR.CC. no pretenden debilitar
a la nobleza en el terreno social y económico pero si someter políticamente a los nobles más díscolos.
Para ello atrajeron hacia la Corte a la alta nobleza generando una nobleza cortesana cuyo poder,
influencia y prestigio dependía de la Corona. En definitiva, van imponiendo el modelo de Monarquía
autoritaria (al menos en Castilla), que pervivirá durante los siglos XVI y XVII como etapa de
transición, hacia la monarquía absoluta a partir del S.XVIII.
De este modo, cuando en 1484 se reavivó en Cataluña el conflicto de los campesinos de remença
contra los nobles (es la 2ª guerra remença), Fernando derrotó a los payeses y se comprometió a
mediar entre los dos bandos. Así en la Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486 estableció la
eliminación de la remença y los malos usos, pero respetó los derechos económicos de los nobles. Así
mismo, en Castilla afianzaron su posición económica consolidando el mayorazgo con las leyes de Toro
de 1505.
En Castilla, fue donde pudieron aplicar de manera más eficaz su política autoritaria y centralizadora,
siendo relativamente fácil el fortalecimiento del estado y el poder real, ya que las Cortes castellanas
hacía tiempo que no constituían un serio obstáculo para la autoridad de los reyes. Por ello, Castilla
consolidará su hegemonía sobre el resto de reinos peninsulares con esta nueva Monarquía Hispánica; de
hecho, los monarcas en raras ocasiones se ausentaron de Castilla.
La reorganización del Estado
La restructuración del nuevo Estado se hace básicamente sin crear instituciones nuevas, sino
reformando las ya existentes:
En 1480 se reorganizó el Consejo Real de Castilla que se constituye en el principal órgano de
gobierno y, aunque sigue formado por nobles y eclesiásticos, los monarcas integraron en él a
funcionarios fieles y eficientes. Las atribuciones del Consejo fueron muy amplias: asesoramiento real,
tribunal supremo, hacienda, etc. Posteriormente se crearán otros consejos más especializados como el
Consejo de la Inquisición, el Consejo de las Órdenes Militares o el de Cruzada.
Por otra parte, las Cortes de Castilla cada vez se reúnen menos, quedando limitadas sus funciones a
recibir el juramento de los sucesores al trono y a la aprobación de los subsidios extraordinarios que se
solicitaban. Se crearon nuevos cargos como los Secretarios Reales, recayendo en personas de confianza
real que actuaban como enlaces entre la Corona y los Consejos.
En 1476 se reorganizó la antigua institución de la Santa Hermandad para restablecer la paz interior,
someter a la nobleza insubordinada y perseguir a los delincuentes. Costeada por los municipios, actuarán
en todo el reino incluidos los dominios señoriales. Respecto a la administración municipal se
revitalizó el cargo de Corregidor, cargo de designación real que se situaba al frente de los municipios
con amplias atribuciones administrativas, judiciales y militares. Con ellos se afianzó la autoridad real
sobre las ciudades frente a las oligarquías urbanas.
Para atender a las crecientes necesidades del Estado se reorganizó la Hacienda y la recaudación de
impuestos haciéndola más eficaz. El aumento de los ingresos con los impuestos ordinarios hace perder
importancia a las contribuciones extraordinarias solicitadas a las Cortes, lo que permitirá no depender
tanto de ellas económicamente. El incremento de los ingresos permitirá organizar un ejército moderno,
profesional y permanente, al servicio de la corona, prescindiendo cada vez más de las mesnadas de
nobles y concejos, lo que contribuye a reforzar el poder real.
Se reforma la justicia afianzando la autoridad real y escalonando las distintas instancias. La justicia es
impartida en primera instancia por los corregidores, en segunda por las Chancillerias o Audiencias (a
la ya existente de Valladolid se unirá la de Granada creada en 1505) y por último, el Consejo Real actúa
como tribunal supremo.
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También la política religiosa se constituye en un elemento importante para el reforzamiento del Estado
y la autoridad real al conseguir mantener a la Iglesia sometida a su autoridad. Fernando se hizo nombrar
maestre de las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava y Alcántara), que pasan a estar controladas por
la Corona, especialmente sus importantes recursos económicos. También consiguieron que la Inquisión
dependiera de la monarquía y no de Roma, al tiempo que revitalizaron el regalismo que permite el
control real en el nombramiento de los obispos (bula de cruzada, patronato regio,…). La creación del
Consejo de la Suprema y General Inquisición (único cuya jurisdicción se extiende a todos los reinos)
también reforzó el poder real al estar bajo su control y detentando amplias competencias.
En todo este proceso de fortalecimiento de la autoridad real, tiene también especial importancia el papel
de la propaganda política que sirve para engrandecer la figura de los monarcas. Se desarrolla toda una
simbología institucional que se refleja en la heráldica (con un nuevo escudo, el yugo y las flechas) o en
los lemas de la Corona (“tanto monta”), junto con la labor de los cronistas de la corte que también se
orienta a exaltar la gloria de los reyes.
Sin embargo en la Corona de Aragón el poder real continúa limitado por los fueros en cada uno de
sus reinos, aunque también aquí se llevaron a cabo importantes reformas políticas. En estos reinos,
y motivado por los largos periodos de ausencia del rey, se crea la figura del lugarteniente general o
virrey, con funciones políticas, militares y judiciales muy amplias ejercidas en nombre del rey. En 1494
se crea el Consejo Supremo de Aragón con similares atribuciones al castellano. En lo que respecta a la
administración municipal, se introduce la elección de los cargos por insaculación (se elegían a suerte,
extraídos de un saco o bolsa, los nombres de los regidores locales entre los candidatos escogidos por el
monarca), primero en Barcelona y más tarde se aplicará en las otras ciudades, como forma de reducir el
poder de las oligarquías municipales.
EXPLICA LAS CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LOS HECHOS MÁS RELEVANTES DE
1492
Dos son los hechos más relevantes del año 1492: la conquista de Granada y el descubrimiento de
América.
La conquista de Granada: el final de la Reconquista (1481-92)
Con la conquista del pequeño reino Nazarí de Granda, iniciada a los pocos años del final de la guerra
civil, los RR.CC ponen en marcha un amplio proyecto político: conseguir la unidad territorial y
religiosa de toda la Península. Proyecto que seguirá con la anexión de Navarra (1512-15) y con la
pretendida unión con Portugal mediante la política matrimonial con sus hijos, que con el tiempo,
permitirá a su nieto Felipe II heredar el trono portugués en 1580, haciendo realidad el viejo sueño de sus
bisabuelos.
La conquista de Granada se consideró fundamental para la consolidación de los reinos en el
aspecto ideológico, político y religioso y se justificó como una cruzada. Supuso un gran esfuerzo
económico y militar, y se trató más de una guerra de asedios a ciudades que de enfrentamientos en
campo abierto, en los que se utilizó la artillería.
Para los RR.CC. era imprescindible terminar definitivamente la Reconquista. La permanencia de los
musulmanes y del reino musulmán de Granada en la península era preocupante porque se podían
convertir en aliados y cabeza de puente del imperio turco para una nueva invasión de España, y además
ponían en peligro la navegación por el estrecho, fundamental para el tráfico marítimo-mercantil entre el
Mediterráneo y el Atlántico.
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Por otra parte, la toma de Granada no fue sólo un triunfo glorioso para España sino también para
toda la cristiandad, ya que con esta victoria se equilibró la pérdida de Constantinopla tomada por
los turcos casi medio siglo antes en 1453.
La frontera con el reino nazarita de Granada era un foco constante de conflictos y fricciones a pesar de
que sus emires se declarasen vasallos de Castilla y tributasen por ello. Uno de estos múltiples incidentes,
la toma de Zahara por los nazaritas en 1481, desencadenó una guerra intermitente que duró diez años
(1482-1492) terminando con la toma de Granada en la que, además de las operaciones militares, fueron
también decisivas para la victoria final de los castellanos las luchas internas en el reino de Granada
entre bandos nobiliarios rivales, e incluso entre los miembros de la propia familia real, llegando a estar
enfrentados el emir Muley Hacen, su hermano Muhammad el Zagal y su hijo Boabdil el Chico. En esta
guerra se distinguen tres fases:
1ª fase: Conquista y defensa de Alhama (1481-1484): los frecuentes conflictos entre cristianos y
musulmanes en la frontera del reino nazarí fueron el pretexto para conquistar la fortaleza de
Alhama (1482) a medio camino entre Granada y Málaga. Los reyes refuerzan esta conquista
inicial con el asedio a otras plazas fuertes de la vega granadina.
2ª fase: Toma de Málaga (1485-1487): fue la etapa más dura y decisiva en la que Málaga sufre
un durísimo asedio, y una vez conquistada, su población es sometida a esclavitud.
3ª fase: Rendición de Granada (1488-1492): previamente se fueron rindiendo, sin apenas
resistencia, las plazas próximas a la capital del reino, siendo Granada entregada por el último rey
nazarí Boabdil tras firmar unas capitulaciones con los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1492.
Con ello desaparece Al-Ándalus y su territorio se incorpora a la Corona de Castilla, poniéndose
fin a la Reconquista y a casi ocho siglos de ocupación musulmana.
Consecuencias de la conquista de Granada:
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La expansión hacia el Magreb, que se hace más necesaria y realizable que nunca, con el objetivo
de contener a la piratería y los posibles ataques de turcos y berberiscos a las costas españolas, más
extensas desde la conquista del reino nazarita. Sin embargo, la ocupación española en el norte de
África quedará limitada a un reducido número de plazas fuertes en la costa -Melilla, Oran, Bugía,
Trípoli-, que no sirvieron de mucho para contener la piratería.
La puesta en marcha de nuevos planes por parte de la reina Isabel en el sentido de iniciar la
expansión castellana hacia Europa y América.
El inicio de una gran reforma militar, ya que la experiencia en la guerra de Granada facilitó el
desarrollo de la capacidad bélica de las fuerzas castellanas, poniéndose las bases de lo que será
durante muchos años el mejor ejército de Europa, organizado en tercios (unidades de infantería en
las que se combinan tres clases de combatientes: piqueros, arcabuceros y mosqueteros).
Inmediatamente se concluye la conquista de las islas Canarias y se inicia la de América, que años
más tarde forjará el inmenso imperio español.
Una menor tolerancia religiosa, ya que si bien las capitulaciones de rendición fueron en principio
muy tolerantes con los vencidos, respetando sus costumbres y religión, pronto surgieron problemas
de convivencia con la población cristiana, aplicándose a partir de 1499 por parte del Cardenal
Cisneros, con el beneplácito de los reyes, una política de conversión forzosa que provocó la
rebelión de la población mudéjar del barrio granadino del Albaicín y de la comarca de las
Alpujarras. Una vez reprimida se decreta, en 1501, la obligación para los musulmanes de la
Corona de Castilla de convertirse al cristianismo o a abandonar España, como ya se había hecho
con los judíos en 1492. La mayoría aceptó el bautismo sin convicción y siguió practicando el islam
de forma encubierta. De esta forma los mudéjares se transforman en moriscos, y con ellos se
plantea un importante problema religioso que persistirá durante los siglos siguientes.
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El descubrimiento de América
El descubrimiento de América supone la culminación del proceso de expansión atlántica, viéndose
favorecido por toda una serie de progresos técnicos en la navegación (nuevas embarcaciones como la
carabela y el desarrollo de los portulanos, la brújula y el astrolabio) y el avance del conocimiento
científico que difunde la idea de la esfericidad de la Tierra, siendo por tanto posible llegar a las Indias
orientales por el oeste. Por otra parte, la amenaza turca en el Mediterráneo (conquista de
Constantinopla en 1453 e interrupción de la ruta de la seda) hace necesaria la búsqueda de nuevas
rutas hacia las Indias y Extremo Oriente para obtener oro, marfil, esclavos, seda, piedras preciosas y
sobre todo las especias muy apreciadas en Europa. En esta empresa de buscar una nueva ruta hacia la
India bordeando el continente africano, navegando primero hacia el sur y después al este, Portugal lleva
ventaja con sus exploraciones por la costa africana.
El avance lusitano resultaba esperanzador pero corría el riesgo de chocar con el castellano según lo
firmado en 1479 entre ambas potencias en el Tratado de Alcaçovas-Toledo. En él se establecía que a
Portugal le pertenecían los archipiélagos de Azores, Madeira y Cabo Verde, además de las islas que
encontrara en su navegación hacia el sur y a Castilla se le atribuían las Islas Canarias a cambio de no
penetrar en el territorio acotado para los portugueses. El acuerdo resultaba especialmente favorable para
Portugal y no dejaba otra salida a Castilla que la expansión por el oeste.
La conquista del archipiélago canario y su dominio resultaron fundamentales. Las islas además de
ser punto clave para las expediciones atlánticas hacia las Indias, serán también lugar de ensayo de
métodos de colonización que luego se aplicaran en América. Un método de conquista muy utilizado fue
el de las capitulaciones o acuerdos, por los que la corona cede el protagonismo de la conquista a
particulares a los que otorga amplios beneficios si la empresa tiene éxito, a cambio de imponer el
sistema político y jurídico castellano sobre lo conquistado. También, se implantó un sistema de
explotación económica basado en la importación de mano de obra esclava destinada a trabajar en las
plantaciones de caña de azúcar ante el escaso número de indígenas supervivientes.
Consecuencias del descubrimiento de América:
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Aumento de la tensión con Portugal. El Papa Alejandro VI, a petición de os RR,CC. mediante las
llamadas Bulas Alejandrinas (1493), confirmará el derecho de los RR.CC. a conquistar y
evangelizar los territorios descubiertos. En una de ellas, la Inter Caetera, establecerá la
delimitación de las áreas de influencia de ambas monarquías señalando los límites en una línea
situada a 100 leguas al oeste de la Azores: el oeste para Castilla y el este para Portugal. Al no
aceptar Portugal la solución Papal es preciso suscribir un nuevo acuerdo, el Tratado de
Tordesillas (1494) por el que la línea divisoria se trasladaba 370 leguas al oeste de las islas de
Cabo Verde, con esta nueva demarcación Portugal adquiere derechos sobre Brasil.
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Planteamiento de la “polémica de los justos títulos” porque otras potencias europeas no
consideran que las bulas Papales, ni los tratados con Portugal sean suficientes para otorgar el
derecho de dominio a la Corona española sobre los nuevos territorios ultramarinos descubiertos y
sobre su población, postura que incluso dentro de España y desde algunos sectores eclesiásticos,
también se pone en duda.
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Puesta en marcha de todo un complejo sistema organizativo y legal para atender a la
administración y control de tan extensos territorios, que supondrá la puesta en vigor de todo un
conjunto de leyes, ordenanzas y normativas específicas conocidas como las Leyes de Indias, junto
con la creación de nuevas instituciones necesarias para su gobierno como: el Consejo de Indias,
la Casa de Contratación, los Virreinatos, Gobernaciones, Corregimientos, Audiencias, etc…
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Consecuencias demográficas como la emigración de la población europea hacia el Nuevo
Mundo donde espera obtener grandes beneficios, la mezcla de la población europea con la
población autóctona americana, lo que supone un intenso mestizaje y la transmisión cultural.
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Importantes consecuencias económicas en cuanto que la hegemonía comercial pasa del
Mediterráneo al Atlántico, siendo los puertos más importantes: Lisboa, Sevilla, Londres o
Amberes, todos ellos atlánticos. También se transforma radicalmente la actividad agrícola de
Europa y se genera un intenso comercio por la llegada de nuevos productos, como tintes (el
palo de Brasil, índigo, cochinilla), chocolate, vainilla, cacao, tomate, patata, maíz, piña americana,
azúcar, tabaco, caucho, látex, etc., algunos de los cuales se aclimatan como nuevos cultivos en
Europa, como: el maíz, la patata, el tomate y el tabaco… Junto con la partida hacia a América de
muchos productos y cultivos europeos como: el trigo, la vid, el caballo, la vaca, el cerdo y las
técnicas de cultivo europeas. Tampoco hay que olvidar que la llegada de grandes cantidades de
oro y sobre todo de plata provocó importantes consecuencias en España y Europa. como:
a) Una subida espectacular de los precios (inflación) a consecuencia de una mayor circulación
de dinero, conocida como la “revolución de los precios”, que comienza en Castilla y se
extiende por el resto de los territorios de la monarquía hispánica y Europa.
b) Un incremento enorme en la demanda de productos (alimentos y productos elaborados) por
parte de los colonos americanos que favorece el desarrollo comercial y artesanal de países
como Holanda, Inglaterra o Alemania, ya que dada la incapacidad de las manufacturas
españolas de atender al rápido incremento de la demanda de productos manufacturados, se
disparan los precios de dichos productos adoptándose, como medida de protección a los
consumidores hispanos, la importación desde Europa de muchos de los productos que se
enviaban hacia América junto con la prohibición de exportar a Europa productos elaborados,
desaprovechándose con ello la oportunidad de un buen desarrollo artesanal y mercantil
en España.
- Otras consecuencias son: la aparición dos inmensos imperios coloniales, el de Portugal y el de
España y un conocimiento más fiel del mundo al descubrirse un nuevo continente, América, lo
que demuestra la esfericidad de la Tierra. En muy pocos años las tierras conocidas se
multiplicaron de forma espectacular y se produce un importante avance científico: se perfecciona
la cartografía, los instrumentos de navegación, la construcción naval,…
COMPARA LOS IMPERIOS TERRITORIALES DE CARLOS I DE FELIPE II Y EXPLICA
LOS DIFERENTES PROBLEMAS QUE ACARREARON
1.- EL IMPERIO DE CARLOS V
1.1 Los dominios de Carlos I
Carlos I, hijo de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso, recibió una gran herencia territorial:
a) De parte de los Reyes Católicos -sus abuelos maternos-, heredó la Corona de Castilla (con el reino
de Navarra y América) y la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia, Cerdeña y el reino de
Nápoles y Sicilia).
b) De parte de María de Borgoña -su abuela paterna-, heredó los Países Bajos y el Franco Condado.
c) En 1519 a la muerte del emperador alemán Maximiliano I -su abuelo paterno- de la dinastía de los
Habsburgo, recibió los territorios patrimoniales de Austria, que formaban parte del Sacro Imperio
Romano Germánico.
También en 1519 fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, como Carlos V,
sucediendo así a su abuelo Maximiliano. Pero para ello tuvo que recurrir entre otros, a cuantiosos
préstamos de banqueros alemanes, pues la corona imperial era electiva y la designación del nuevo titular
correspondía a un reducido grupo de príncipes electores, cuya voluntad era necesario comprar con
promesas e importantes sumas de dinero.
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La gran extensión de los dominios de Carlos I le dotaba de un gran poder y de la hegemonía en Europa,
pero ese gran imperio presentaba también dos inconvenientes: una gran vulnerabilidad, ya que estaba
compuesto de territorios muy dispersos que podían ser atacados por numerosos frentes; y una
considerable dificultad de gobierno, no solo por su dispersión, sino porque cada territorio tenia sus
propias leyes e instituciones.
1.2 Los conflictos internos de comienzos del reinado (1519-1522)
La revuelta de las comunidades en Castilla
Carlos I se había educado en Flandes y su lengua natal era el francés. Cuando llegó a España en 1517, lo
hizo rodeado de consejeros flamencos y empezó a conceder altos cargos a extranjeros.
Por si esto fuera poco, tras la muerte de su abuelo Maximiliano I en 1519, concentró su interés en ser
elegido emperador de Alemania y se desentendió en gran medida de sus dominios españoles. Todo esto
provocó en Castilla un movimiento de abierta hostilidad hacia el nuevo rey, al que se veía como un
extranjero solo preocupado por satisfacer sus ambiciones europeas.
En 1520, mientras Carlos I estaba en Alemania, las principales ciudades castellanas se sublevaron y
sustituyeron el poder municipal por comunas, integradas por artesanos, comerciantes y miembros de la
baja nobleza y del bajo clero. Un movimiento de tan heterogénea composición social había de tener
necesariamente reivindicaciones muy diversas. Entre las reclamaciones principales cabe destacar:
a) El regreso de Carlos a España.
b) La exclusión de los extranjeros de los cargos políticos y un mayor protagonismo político de las
Cortes.
d) La reducción de los impuestos y de los gastos de la Corte.
e) La limitación y el control de la exportación de la lana, que beneficiaba a la monarquía por los
impuestos que cobraba, pero privaba a la industria textil castellana de materia prima.
La radicalización del conflicto acabó incorporando a los campesinos, que convirtieron la revuelta
comunera en rebelión antiseñorial contra los abusos de la nobleza, por lo que ésta, que hasta entonces
había permanecido al margen del conflicto, unió sus fuerzas a las del rey para acabar con los comuneros
que fueron derrotados en Villalar (1521), siendo sus principales lideres -Bravo, Padilla y Maldonado-,
ajusticiados.
La derrota del movimiento comunero consolidó una estrecha alianza entre la monarquía (poder político)
y la alta nobleza (poder económico y social), lo que dejaría a Castilla anclada en un conservadurismo
social y económico, mas orientado hacia los valores de la Edad Media que hacia los de los tiempos
modernos.
Las Germanías de Valencia
La sublevación de las Germanías fue casi simultánea a la de las Comunidades en Castilla pero no
estuvieron relacionadas. En este caso el escenario inicial fue Valencia y acabo extendiéndose también a
Mallorca.
En 1519 los gremios de artesanos de Valencia solicitaron permiso para reclutar una milicia o
hermandad -germanía en valenciano-, con el fin de defender la costa contra las amenazas de los piratas
berberiscos. Tras su concesión, se reunieron en Junta y propusieron la reducción de los privilegios
nobiliarios. El conflicto se fue radicalizando y acabo en rebelión abierta cuando, ante un brote de peste,
la nobleza y las autoridades locales abandonaron la ciudad de Valencia.
A diferencia del movimiento comunero castellano, la rebelión de las Germanías fue desde el
principio una clara rebelión antiseñorial.
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1.3 Los conflictos exteriores
Tan vasto Imperio pronto se vio envuelto en conflictos exteriores que ocasionaron enormes gastos y
esfuerzo militar, absorbiendo gran parte de la riqueza económica de Castilla. Todos ellos fueron
consecuencia de las pretensiones imperiales y religiosas de Carlos I, que obedecían a su ideal de una
monarquía universal y cristiana, concepto más propio de la Edad Media que de los tiempos modernos.
Las guerras con Francia en Italia (1521-44)
Francia era la otra gran potencia europea y su rey, Francisco I, había rivalizado con Carlos por la
corona imperial alemana. Al no conseguirla y quedar rodeado por las posesiones de los Austrias,
Francisco I pretendió hacerse con el predominio en Italia como sus predecesores en tiempos de los
Reyes 'Católicos. Esta lucha por la hegemonía en Europa condujo a cuatro guerras con Francia en
tierras de Italia entre 1521 y 1544, que terminaron confirmando la supremacía de Carlos I y la
incorporación del Milanesado a sus dominios.
La lucha contra los turcos
En su concepción medieval del Imperio, Carlos I consideraba que una de sus misiones fundamentales
era la defensa de la Cristiandad frente a la amenaza islámica, representada por el Imperio turco
otomano, que se extendía por el sureste de Europa y el norte de África y estaba en plena expansión. Por
este motivo, el Mediterráneo musulmán se convirtió en permanente escenario de conflictos durante todo
el reinado, con resultad incierto, pues se alternaron triunfos (conquista de Túnez en 1535) y fracasos,
(fallida conquista de Argel en 1541)
Los conflictos religiosos en el seno del Imperio Germánico
Alemania había sido el principal escenario de la reforma protestante de Lutero, a la que se habían
adherido numerosos príncipes para fortalecer su poder frente al emperador mediante la confiscación de
bienes a la Iglesia católica.
Entre 1545 y 1555 la defensa de la ortodoxia católica en el seno de la Cristiandad empujó a Carlos V
a luchar contra los protestantes dentro del Imperio alemán. En una primera fase el monarca sometió a los
protestantes (victoria de Muhlberg, 1547), pero después los príncipes protestantes obtuvieron el apoyo
del rey francés y cambió la correlación de fuerzas, derrotando al emperador en Innsbruck en 1552.
Finalmente, se firmó la paz de Augsburgo (1555) en la que Carlos V reconoció la vigencia de las dos
religiones en el Imperio Germánico, aunque se obligaba a los súbditos en cada territorio a profesar la
religión de su príncipe.
2.- LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE FELPE II (1556-1598)
2.1 Los dominios de Felpe II. La unión con Portugal
Carlos I decidió abdicar y retirarse al monasterio de Yuste donde pasó sus últimos días. Consciente
de los graves problemas y sinsabores que le había ocasionado la persecución de los protestantes en
Alemania, decidió liberar a su hijo de este foco de conflictos cediendo a su hermano Fernando las posesiones de Austria y, con ellas, los derechos a aspirar a la corona imperial alemana.
Felipe heredó todos los demás territorios y, tras la muerte sin descendencia del rey de Portugal en
1580, forzó su designación como nuevo rey de este país, ya que, como hijo de Isabel de Portugal, era el
candidato con más derechos. Por esto, tras la incorporación del imperio portugués, la monarquía
hispánica alcanzó su máxima extensión, con dominios por todo el planeta.
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2.2 La política interior: absolutismo y ortodoxia católica
Felipe II residió en España la mayor parte de su reinado y acabó con el carácter itinerante de la Corte al
establecer en 1561 la capital en Madrid. Si su padre se consideró un emperador europeo, él en cambio
pensaba y actuaba como un monarca castellano.
Su política interior se apoyó en dos bases: el poder casi absoluto de la monarquía y la defensa a
ultranza de la ortodoxia católica. El principal instrumento de control religioso fue la Inquisición, que
logró extinguir las minoritarias comunidades protestantes de Sevilla y Valladolid (1558), severamente
castigadas en autos de fe, ceremonias públicas en las que se dictan las sentencias de la Inquisición
contra los penitenciados que en ese mismo acto eran entregados al brazo secular para aplicar las
sentencias establecidas. Los autos de fe se celebran en las plazas públicas con gran solemnidad y una
vez terminados los condenados a muerte eran conducidos al quemadero.
Pero Felipe II adoptó también toda una serie de medidas para preservar a España de la herejía: se
prohibió cursar estudios en universidades extranjeras y la importación de libros extranjeros, se publicó
un “índice” de libros prohibidos y se exigió licencia del Consejo de Castilla para editar libros
religiosos.
2.3 Los conflictos internos
La rebelión de las Alpujarras
Los moriscos representaban algo más de mitad de la población de Granada y las presiones de que eran
víctima habían ido deteriorando con el tiempo sus relaciones con la comunidad cristiana, a lo se añadió
en 1567 un decreto que les prohibía el uso de su lengua y de sus costumbres, bailes e indumentaria
tradicionales.
El malestar se fue extendiendo y en la Nochebuena de 1568 estalló la rebelión, que tuvo escaso arraigo
en la ciudad de Granada, pero que se extendió con intensidad por la sierra de las Alpujarras. La
revuelta, que duro dos años, fue sangrientamente sofocada y en 1570 se decreta la dispersión por toda
Castilla de los moriscos granadinos. Las consecuencias de esta medida fueron muy graves para
Granada a pesar del reasentamiento de cristianos en las tierras afectadas, pues su número fue muy
inferior al de los moriscos expulsados.
Las alteraciones de Aragón (1590-92)
El Reino de Aragón había alcanzado una situación de casi total autogobierno con Carlos I, debido en
parte a sus continuas ausencias de España. En este contexto el cargo de Justicia Mayor era el que se
encargaba de garantizar el respeto a los fueros de este reino frente a los abusos o intromisiones del rey o
sus representantes, por lo que era una figura altamente considerada entre la población aragonesa.
El conflicto entre las pretensiones absolutistas de Felipe II y la defensa de los fueros del Reino de
Aragón se desencadenó a partir de un turbio asunto: la traición de Antonio Pérez, secretario de Felipe
II y sospechoso de participar en la muerte de Juan Escobedo (secretario de Juan de Austria), siendo
encarcelarlo por sus manipulaciones y engaños. Pero Antonio Pérez, que era aragonés logró huir a
Aragón, donde se acogió a la protección del Justicia Mayor. Como Felipe II no podía violar los fueros
aragoneses, acuso a Antonio Pérez de un falso delito de herejía para que pudiera detenerlo la
Inquisición, cuyas actuaciones no estaban limitadas por ninguna jurisdicción territorial. Los aragoneses
consideraron esto como una intromisión de la monarquía y una violación de sus fueros y privilegios,
por lo que el pueblo se amotinó e impidió el traslado de Antonio Pérez a la cárcel inquisitorial.
iniciándose así las denominadas alteraciones de Aragón.
La respuesta de Felipe II fue contundente, envió un ejército para restablecer el orden y mandó
ejecutar al Justicia Mayor que había encabezado la protesta, a la vez que aprovecho para reafirmar su
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poder, y estipuló que en lo sucesivo correspondería al monarca designar al Justicia de Aragón. Antonio
Pérez, por su parte, consiguió huir a Francia donde difundió graves acusaciones de abusos y crímenes
contra Felipe II, que sirvieron de base, junto con otros testimonios, para la propagación de la leyenda
negra sobre Felipe II y España por Europa.
2.4 Los conflictos exteriores
La política exterior de Felipe II se inspiró en lo esencial en los mismos principios que la de Carlos I: la
hegemonía en Europa, la lucha contra los turcos en el Mediterráneo y la defensa de la ortodoxia
católica.
Sin embargo la situación internacional había cambiado siendo los escenarios diferentes: por la Paz de
Chateau-Cambresis (1559) Francia renunció a reclamar sus derechos sobre Italia y el Imperio
alemán ya no incumbía a la monarquía hispana. Pero en cambio, surgieron nuevos problemas, como
la sublevación de los Países Bajos y la rivalidad con Inglaterra, junto con una nueva intervención en
Franciia por motivos político-religiosos.
La intervención en Francia
Otra vez la cuestión religiosa y el problema de Flandes provocaran nuevas tensiones con Francia.
Hugonotes y católicos franceses luchan por el poder y al contar los católicos con el apoyo español,
los hugonotes deciden ayudar a los rebeldes flamencos. El hecho de que a partir de 1584 hubiese
posibilidades de que en el trono francés se instalase un monarca protestante, Enrique de Borbón, hizo
que España se aliase con la Liga de los Católicos franceses ayudándolos financiera y militarmente
(Duque de Guisa). Al morir Enrique III (1589), Enrique de Borbón (primo y sucesor) inicia la guerra
para hacerse con el trono francés a lo que Felipe II envía tropas desde Flandes a Paris al mando de
Alejandro Farnesio proponiendo como reina de Francia a su hija Isabel Clara Eugenia (hija de Isabel de
Valois). Sin embargo el conflicto se solucionó con la repentina conversión al catolicismo de Enrique
de Borbón y con el tratado de Vervins (mayo de 1598) firmado entre ambas naciones.
La sublevación de los países Bajos (1568-1648)
Los Países Bajos formaban parte de la monarquía hispánica y estaban compuestos de diecisiete
provincias federadas que abarcaban el actual territorio de Bélgica, Holanda -cuyo nombre real es Países
Bajos, ya que Holanda es tan solo una provincia de los mismos-, Luxemburgo y parte del norte de
Francia (Artois). Su importante burguesía de artesanos y comerciantes los había convertido en zonas
ricas y prosperas de claro signo capitalista, por lo que eran objeto predilecto de la presión fiscal de la
Corona.
En las provincias del norte, el protestantismo de Calvino había ganado numerosos adeptos y Felipe II,
al perseguirlo, desencadenó una rebelión que aglutinó a amplios sectores descontentos con la
dominación española: disidentes religiosos, ricos burgueses cuyos impuestos financiaban una política
ajena a ellos o incluso hostil -muchos eran calvinistas- y ciertos sectores de la nobleza.
La guerra contra los rebeldes holandeses se convirtió en uno de los mayores problemas de la monarquía
y absorbió numerosos recursos militares y financieros.
Al final del reinado de Felipe II, las siete provincias del norte, bajo el nombre de Provincias Unidas, se
habían independizado de hecho. Pero el conflicto se prolongó con treguas y altibajos hasta 1648, en el
que España, derrotada en la Guerra de los Treinta Años, acabó reconociendo su independencia. En
cambio, las diez provincias del sur, de población católica, permanecieron dentro de la monarquía
hispánica.
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La ofensiva contra los turcos (1570-71)
Los dominios en Italia obligaban a estar vigilantes ante la amenaza de la expansión turca por el
Mediterráneo, cuyos ataques en la zona eran constantes. Por ello, la monarquía hispánica, Venecia y la
Santa Sede formaron en 1570 la Liga Santa y organizaron una flota que se enfrentó a los turcos en las
costas griegas de Lepanto (1571), victoria que frenó el avance turco, pero que no supuso en absoluto su
derrota definitiva, ni el fin de la piratería musulmana en el Mediterráneo.
La guerra contra Inglaterra (1585-1604)
Hasta mediados de siglo las relaciones con Inglaterra habían sido cordiales. De hecho, Felipe II, antes de
suceder a su padre Carlos I, fue rey consorte de Inglaterra, como esposo de la reina María Tudor. Pero el
matrimonio no tuvo descendencia y, con el ascenso al trono de Isabel I en 1558, las relaciones amistosas
dieron paso la rivalidad.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, Inglaterra experimentó un importante crecimiento
demográfico y económico que la impulsó al comercio colonial, en el que España era su máximo rival,
sobre todo desde la incorporación del imperio portugués en 1580. Para debilitar a la monarquía
hispánica, Inglaterra apoyaba a los sublevados holandeses y hostigaba mediante la piratería el comercio
en el Atlántico. Hasta 1585 la guerra había sido encubierta, no declarada, pero desde ese año las
hostilidades fueron abiertas.
En 1588 Felipe II decidió invadir las Islas Británicas preparando una gran flota, la Gran Armada (el
popularizado nombre de Armada Invencible es posterior), pero la campaña acabó en un rotundo fracaso
de graves consecuencias, sobre todo psicológicas: a los ojos de muchos contemporáneos significó la
pérdida del favor divino, del que no se dudaba tras éxitos como el de Lepanto.
La paz con Inglaterra no sería posible hasta 1604, tras la muerte de Isabel I, ya durante el reinado de
Felipe III.
2.5 La exploración del Pacífico. Las Islas Filipinas.
Prácticamente concluida la exploración de América durante el reinado anterior, Felipe II propició,
aunque con menos entusiasmo, la del océano Pacífico, recorrido por vez primera en la expedición de
Magallanes y Elcano.
En las islas Filipinas -así nombradas en honor a Felipe II- Legazpi fundó Manila en 1571, que se
convirtió en un activo mercado en el que confluían comerciantes chinos, hindúes, malayos y árabes.
Para su explotación comercial se organizó el Galeón de Manila, que una vez al año hacia la travesía de
ida y vuelta entre esta ciudad y Acapulco. A Nueva España se transportaban principalmente especias y
manufacturas chinas (sedas, lacas y porcelanas), a cambio de plata mexicana.
En cualquier caso, el número de colonos asentados en Filipinas fue muy reducido y la administraci6n
española tuvo allí un escaso desarrollo.
ANALIZA LA POLÍTICA RESPECTO A AMÉRICA EN EL S. XVI Y SUS
CONSECUIENCIAS PARA ESPAÑA Y EUROPA Y PARA LA POBLACIÓN AMERICANA
1.- El gobierno y la administración de América
Los asuntos americanos se llevaban desde España , especialmente a través de dos instituciones:
a) El Consejo de Indias, con jurisdicción sobre todos los territorios y organismos americanos, y entre
cuyas funciones estaban la de elaborar la legislación de Indias, nombrar cargos y fiscalizar los
asuntos económicos relativos a América.
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b) La Casa de Contratación de Sevilla, fundada por los Reyes Católicos y cuyo cometido era
organizar, registrar y controlar el comercio y la navegación con América.
Aunque América pertenecía a la Corona de Castilla, sus peculiaridades y lejanía explican el que las
instituciones de la administración territorial allí establecidas adquiriesen rasgos propios, destacando:
a) Los virreinatos eran la circunscripción de rango superior. Existían dos al principìo: el de Nueva
España, con capital en México, creado en 1535; y el de Perú, con capital en Lima, creado en 1544.
El límite entre uno y otro estaba en Panamá. Los virreyes, como en el resto de la monarquía
hispánica, tenían amplísimos poderes en su calidad de representantes del rey.
b) Las gobernaciones y las capitanías generales eran circunscripciones equivalentes a provincias,
regidas por gobernadores o capitanes generales, subordinados a los virreyes. La diferencia esencial
entre unas y otras era, que las capitanías generales se encontraban en las zonas fronterizas o donde la
presencia militar era más necesaria.
c) Los corregimientos eran similares a las gobernaciones en cuanto a funciones, pero de menor
dimensión, generalmente una ciudad y su territorio circundante y estaban a cargo de un corregidor.
d) Las Audiencias eran, como en otras partes de la monarquía, los tribunales superiores de justicia. Pero
en América tenían además importantes funciones gubernativas al servicio de los virreyes. En el siglo
XVI se crearon diez Audiencias, a las que se añadieron posteriormente otras tres. Sus límites
jurisdiccionales coinciden a grandes rasgos con los de los nuevos países que surgirán tras el proceso
de independencia del siglo XIX.
Por último, la unidad administrativa más básica lo constituía los cabildos o ayuntamientos de las
ciudades, en las que residía la población blanca y cuya organización era similar a la de los municipios
castellanos.
2.- La explotación comercial de América
El descubrimiento y posterior colonización de América convirtió a la monarquía hispánica en una gran
potencia económica y colonial, que intentó sacar el máximo beneficio de aquellas tierras mediante las
siguientes medidas:
a) La explotación sistemática de las minas americanas, especialmente las de plata de Zacatecas
(México) y Potosí (Perú), de cuya producción la Corona obtenía, en concepto de impuesto e1 20% o
quinto real, que constituía uno de sus principales ingresos.
b) El monopolio del comercio con América, que se realizaba por el siguiente procedimiento: cualquier
mercancía, española o extranjera, que se quisiera vender en el Nuevo Mundo debía ser registrada en la
Casa de Contratación de Sevilla y pagar a la Corona los impuestos correspondientes. De Sevilla
partía en la flota de Indias, compuesta por un grupo de barcos mercantes armados y escoltados por
navíos de guerra para defenderse de los ataques de piratas y corsarios; la flota de Indias llevaba las
mercancías a los puertos centroamericanos y después regresaba nuevamente a Sevilla con mercancías
americanas, oro y plata. El oro y la plata eran acuñados en la Ceca o Casa de la Moneda de Sevilla;
una parte era para la Corona (el quinto real y otros impuestos) y otra se destinaba al pago de las
mercancías enviadas en el viaje de ida a América.
Sin embargo, la explotación española del Nuevo Mundo tuvo que enfrentarse a dos graves problemas:
a) Los ataques de piratas, corsarios y flotas de guerra de países enemigos, que trataban de apoderarse de
los importantes cargamentos de oro y plata que traía la flota de Indias de regreso a Sevilla, vitales para
la monarquía.
b) El contrabando europeo con América, que burlaba el monopolio español y que suponía privar a la
monarquía de importantes ingresos en concepto de impuestos comerciales.
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3.- El crecimiento demográfico y la revolución de los precios
El siglo XVI coincidió con una fase de expansión económica, favorecida por el crecimiento de la
población y por el aumento de la circulación monetaria, consecuencia de la abundancia de oro y
plata procedente de América, lo que desencadenó en España y en toda Europa, un proceso inflacionario
conocido como la revolución de los precios.
1) La llegada a Europa, a través de Sevilla, de una gran cantidad de metales americanos (oro y plata)
permitió la acuñación masiva de monedas, de las que Europa andaba escasa por su deficitario
comercio con Oriente.
2) El aumento de la masa monetaria, unido a una mayor demanda derivada del crecimiento de la
población y la colonización americana, provocó una inflación continua –subida generalizada de los
precios- cuya magnitud no tenía precedentes en la historia de Europa.
3) Por otra parte, la perspectiva de vender las mercancías cada vez más caras estimuló a los productores
para aumentar su producción, lo que hizo que toda Europa viviese a lo largo del siglo XVI una fase
expansiva de fuerte crecimiento económico.
4.- Las consecuencias para la población indígena
La conquista americana tuvo terribles consecuencias para los pobladores indígenas, entre las que cabria
destacar:
a) Un fuerte descenso demográfico por el efecto de las enfermedades de origen europeo y por la
dureza del trabajo a que fueron sometidos; para compensar la pérdida de mano de obra se importaron
esclavos negros de África.
b) La destrucción de sus formas tradicionales de vida y de su organización social.
c) La extensión entre la población indígena de un espíritu pesimista de derrota y desgana vital, que se
tradujo en suicidios y en una notable caída en la natalidad.
Los abusos contra los indios
Los métodos empleados en la conquista y colonización de las tierras americanas fueron desde muy
pronto criticados por algunos sectores, en especial por los dominicos. Las prácticas que provocaron más
rechazos fueron dos en particular:
a) El requerimiento que, previo a la conquista, se hacia a los indios para que aceptaran la soberanía
española si no querían ser sometidos por las armas. Era una pura formalidad para legitimar el empleo
de la fuerza, ya que los nativos no entendían la argumentación y, hasta que se emplearon interpretes,
ni siquiera la lengua.
b) La encomienda indiana, que consistía en la asignación a un colonizador o encomendero de un
determinado número de indios -encomendados-, para que trabajasen a su servicio o le pagasen tributos
en especie. El encomendero debía protegerlos, civilizarlos y evangelizarlos, pero, en la mayoría de los
casos, la encomienda era una forma de explotación del indio en condiciones similares a la esclavitud.
Estos y otros abusos desataron una enardecida polémica en torno a la legitimidad de la conquista y el
empleo de la fuerza contra los indios, aspecto que constituye un rasgo peculiar del colonialismo
español, más sorprendente aún por la extraordinaria modernidad de algunos de los planteamientos
defendidos. Entre los personajes que intervinieron en este debate, sobresalieron tres:
a) Bartolomé de las Casas, fraile dominico y apasionado defensor de los indios, sostenía que eran
seres libres con plenitud de derechos como súbditos del rey de Castilla, y que la colonización solo se
podía justificar como una empresa exclusivamente evangelizadora y siempre que fuera pacifica.
b) Juan Ginés de Sepúlveda se situaba en el polo opuesto a Las Casas. Para él los hombres más sabios
debían imponerse sobre los más ignorantes para civilizarlos, empleando la fuerza con moderación si
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fuera necesario. En consecuencia, defendía como legitima la guerra de conquista emprendida por los
españoles en América. Sepúlveda, por tanto, es para algunos el primer teórico del imperialismo
moderno.
c) Francisco de Vitoria, también dominico como Las Casas, defendía el derecho de todas las naciones
a comerciar de forma pacífica en cualquier lugar del mundo, pero consideraba falsas las
justificaciones con que se había pretendido legitimar hasta entonces la guerra de conquista contra los
indios. No obstante, había otras razones que si podían justificar la guerra y la conquista, como la de
acabar con las practicas contrarias a la ley natural (sacrificios humanos y otras barbaridades) de
ciertos pueblos, sobre los que gentes civilizadas deberían imponer una tutela paternal y bondadosa
para 1 sacarlos del error. La doctrina de Vitoria destacó por su carácter universal, su perfecta
sistematización y su modernidad, por lo que se le considera el precursor del derecho internacional.
Este debate ideológico tuvo algunos resultados, como la promulgación de las Leyes Nuevas de 1542 y
1543, que entre otras disposiciones mejoraban las condiciones de los indios y prohibían determinadas
prácticas abusivas. Sin embargo, su grado de cumplimiento fue relativo, ya que en América las
distancias y las dificultades de comunicación propiciaban más que en ninguna otra parte la aplicación de
la vieja formula castellana de «se obedece, pero no se cumple”.
ANALIZA LAS CAUSAS DE LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS
CONSECUENCIAS PARA LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y PARA EUROPA
Y SUS
En 1621 murió Felipe III y le sucedió su hijo Felipe IV, quien, como su padre, continuó la práctica del
valimiento. En este caso, el nuevo favorito fue el conde duque de Olivares, hombre de gran
inteligencia política y sincera voluntad de reforma aunque sus proyectos más importantes no pudieron
realizarse. Respecto a política exterior su objetivo fue la recuperación del prestigio de la monarquía
hispánica como primera potencia europea aplicando una política belicista, que supone entre otras cosas,
el que España se vea involucrada en la Guerra de los Treinta años (1618-48)
Desde 1618 la paz europea estaba amenazada por un conflicto entre protestantes y católicos, limitado en
principio solo al Imperio Germánico: los príncipes protestantes alemanes se habían rebelado ante las
aspiraciones políticas y religiosas del emperador Fernando II, católico intransigente de la dinastía de los
Habsburgo, a la que también pertenecían los monarcas hispanos.
Este conflicto local acabó siendo europeo y las cuestiones religiosas se convirtieron en un mero
pretexto, ya que lo que realmente estaba en juego era el mantenimiento o la modificación del orden
europeo, hasta entonces basado en la hegemonía en Europa de la Casa de Habsburgo a través de sus dos
ramas emparentadas: la hispana y la austriaca.
Todas las contiendas militares europeas del momento acabaron integradas en esta guerra general, entre
ellas, la guerra hispano-holandesa que se reanudo a partir de 1621, año en el que finalizó la Tregua de
los Doce Años, firmada en tiempos de Felipe III. Cada nación en litigio se alineó en uno de los dos
grandes bandos en lucha, que eran:
a) Los Habsburgo -austriacos y españoles-, que pretendían mantener su hegemonía en Europa.
b) Las potencias rivales, lideradas finalmente por Francia, que a pesar de ser una monarquía católica
no tuvo escrúpulos en aliarse con los protestantes alemanes y holandeses, que pretendían arrebatársela.
La Guerra de los Treinta Años finalizo con la Paz de Westfalia (1648) y tuvo para la monarquía
hispánica dos consecuencias importantes:
a) La independencia definitiva de las Provincias Unidas (Holanda) que hubo de ser reconocida. Los
Países Bajos católicos, en cambio, permanecieron dentro de los dominios hispanos.
b) La pérdida de la hegemonía en Europa. A partir de entonces y durante la segunda mitad del siglo
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XVII, Francia se erigió como la nueva gran potencia europea.
No obstante, España continuó su guerra en solitario contra Francia hasta la Paz de los Pirineos (1659),
donde se confirmó el declive definitivo de la monarquía hispánica y supuso la cesión a Francia del
Rosellón y la Cerdaña -territorios catalanes situados al otro lado de los Pirineos-, la región del Artois y
algunas otras plazas flamencas.
En conclusión, el reinado de Felipe IV se desenvolvió en un escenario de guerra permanente, que dejó
arruinada a la monarquía y al país, en un estado de agotamiento económico y de postración. Sin
embargo, antes de que la guerra diera al traste con todo, el nuevo monarca, y en particular su valido,
el conde duque de Olivares, habían iniciado el reinado con un ambicioso programa de gobierno que
pretendía reformar todo lo necesario para devolver a la monarquía hispánica su perdida grandeza.
EXPLICA LOS PRINCIPALES PROYECTOS DE REFORMA DEL CONDE DUQUE DE
OLIVARES
El ideario del conde duque de Olivares se apoyaba en dos principios fundamentales que inspiraban
todo su programa de gobierno:
a) La «reputación», que exigía volver a la tradición imperial de prestigio y recuperar el protagonismo
en el exterior. Su consecuencia inmediata fue la reanudación de la guerra contra Holanda al finalizar
la Tregua de los Doce Años (1621) y una activa participación en los conflictos europeos.
b) La «reformación», que se plasmó en una serie de ambiciosos proyectos interiores, cuya finalidad
última era fortalecer la monarquía y evitar su decadencia.
Sin embargo, la población recibió mal sus proyectos de reforma que abarcaban todos los ámbitos, desde
la economía hasta las costumbres y la moral; siendo boicoteada por los grupos sociales que podían
sentirse perjudicados.
Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde Duque de Olivares (1587-1645): Tercer hijo del conde de
Olivares, nació en Roma y por no ser primogénito inició estudios de Cánones en la universidad de
Salamanca, para dedicarse a la carrera eclesiástica. Pero la temprana muerte de sus dos hermanos
mayores y poco después la de su padre le permitieron heredar el titulo y el mayorazgo de su casa.
Permaneció un tiempo en Sevilla ocupándose de sus dominios y se casó con Isabel de Velasco, dama de
honor de la reina Margarita, lo que le facilitó su ingreso en la Corte. A partir de entonces, su carrera
política fue muy similar a la del duque de Lerma. En 1615 fue nombrado gentilhombre de cámara del
príncipe, cargo desde el cual se ganó la confianza del heredero. Cuando accedió al trono Felipe IV en
1621, Olivares fue nombrado sumiller de corps y un año más tarde caballerizo mayor, con lo que podía
ejercer un absoluto control sobre la persona del monarca y su entorno más inmediato. También como
Lerma, se convirtió en el valido del nuevo rey, persiguió y desplazó a los miembros de la camarilla de
su predecesor, para después ocupar esos cargos con sus allegados. Igualmente aprovechó su posición
para engrandecer su linaje, pero lo hizo con más discreción y mesura que Lerma. Y a diferencia de este,
Olivares si tenía un proyecto de gobierno y una inagotable capacidad de trabajo. Pero su talante
autoritario, sus errores políticos y las circunstancias desfavorables provocaron su caída en desgracia y
Felipe IV prescindió de sus servicios en 1643. Olivares se retiró a Loeches y después a la localidad
zamorana de Toro, donde murió dos años después.
Además, la situación de guerra casi permanente exigía soluciones urgentes e inmediatas lo que
obligaba a aplazar unas reformas y proyectos que requerían tiempo y paz para su realización,
destacando entre ellos los siguientes:
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Proyecto de creación de un banco estatal: la red nacional de erarios
Olivares pretendía crear una red nacional de erarios que liberase a la Corona de su dependencia de
la banca extranjera. La idea no era nueva, pero si sus características.
Estos erarios actuarían como bancos: pagarían un interés a quienes depositaran su dinero en ellos y
concederían prestamos a la Corona, que así obtendría la ayuda de sus súbditos y no se endeudaría con
extranjeros. Pero para constituir la red de erarios se necesitaba un capital fundacional, que debían
aportar obligatoriamente y en proporción a su riqueza todos los súbditos, cuya fortuna superase una
cierta cantidad (2.000 ducados).
Las Cortes se opusieron a la obligatoriedad de esta aportación inicial, ya que habría supuesto una
investigación sobre las fortunas privadas y a cambio aceptaron el aumento de un impuesto que gravaba
productos de primer a necesidad. De este modo fracasó un proyecto innovador y se sustituyó por un
recurso tradicional de efectos limitados.
Proyecto de unifidad jurídica e institucional de la monarquía
Para Olivares el asunto político más importante era la unificación de la monarquía bajo unas mismas
leyes e instituciones, según el modelo de Castilla.
En su opinión, una monarquía unitaria facilitaría el gobierno de todos los territorios y la solidaridad
entre todos sus habitantes. Propuso en el Memorial secreto o Gran Memorial de 1624 dirigido a Felipe
IV, que debería convertirse en «rey de España» y no de una suma de territorios, para ello le proponía
tres vías posibles:
a) Fomentar los matrimonios entre naturales de Castilla y de otros territorios y conceder beneficios y
dignidades en Castilla a los originarios de otros reinos. Sería la vía más conveniente, aunque la más
lenta.
b) Negociar en cada territorio la modificación de sus leyes, pero con la presencia de un poderoso
ejército que sugiriera la posibilidad de imponer los cambios por la fuerza.
c) Aprovechar la presencia de ese cuerpo de ejército para fomentar rebeliones populares, que
justificaran una intervención militar para después, aplicando el derecho de conquista, eliminar los
fueros locales e imponer las leyes de Castilla. Esta sería la vía más rápida, aunque no la más deseable.
Sin embargo, este proyecto político ni siquiera se intentó, ya que la primera vía era demasiado
complicada y lenta; y las otras dos, demasiado arriesgadas en un contexto de guerra y amenaza exterior
constante.
Proyecto de un ejército nacional permanente: La unión de Armas
La Unión de Armas pretendía crear un ejército permanente integrado por 140.000 hombres reclutados
en todos los reinos de la monarquía, en proporción a su población y riqueza. De ese modo cualquier
territorio que fuese atacado por el enemigo seria socorrido por una fuerza de 20.000 hombres (la
séptima parte de ese ejército); o lo que es lo mismo, se podrían atender hasta siete frentes simultáneos.
Olivares pretendía con este proyecto tres objetivos:
a) La creación de un poderoso y eficaz ejército.
b) La distribución del coste de la guerra entre todos los territorios de la monarquía, descargando a
Castilla de un peso que llevaba prácticamente en solitario.
c) El fortalecimiento, por medio de la colaboración en el ejercito, de lazos de solidaridad entre todos los
súbditos, independientemente de su lugar de origen.
Sin embargo, en la Unión de Armas la distribución de las cargas estaba muy lejos de ser ajustada y
proporcional a la población real de los distintos territorios: a Castilla le correspondía una aportación de
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hombres solo tres veces superior a la de Cataluña, cuando tenía una población quince veces mayor.
En cualquier caso, el proyecto fracasó por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón, que
recelan de una monarquía a la que consideraban ajena, y de una medida que iba en contra de lo
establecido en sus fueros. Al final, las Cortes de Aragón y de Valencia se negaron a aportar hombres,
pero concedieron sendas sumas de dinero; pero las de Cataluña ni hombres ni dinero.
COMPARA Y COMENTA LAS REBELIONES DE CATALUÑA Y PORTUGAL DE 1640
La crisis de 1640 y la caída de Olivares
Las necesidades financieras de la monarquía a causa de la Guerra de los Treinta Años obligaron a
aplazar las reformas proyectadas y a recurrir a algunas medidas que agravaron aun más la crisis social y
económica, sobre todo en Castilla, además de problemas políticos. Se implantaron nuevos impuestos, se
vendieron cargos públicos, se convirtió en señoríos tierras de realengo a cambio de dinero, etc…
En consecuencia, el descontento social y la oposición a la política de Olivares se generalizó, asi:
a) En los territorios periféricos (Portugal, Aragón, Valencia y Cataluña) las pretensiones unitarias y
centralistas de Olivares fueron muy rechazadas.
b) Los miembros de la alta nobleza se quejan del escaso protagonismo político que les concedía el
autoritarismo del valido.
c) Las clases populares denuncian su agotamiento económico y la presión fiscal que sufren.
Por estos motivos los conflictos: y protestas fueron constantes desencadenándose rebeliones en muchas
partes: Vizcaya (1632), Cataluña (1640-1652), Portugal (1640-1668), Andalucía (1641)….
El momento más crítico para la monarquía se alcanzo en 1640, cuando estallaron las rebeliones
independentistas de Cataluña y Portugal. Con ellos la impopularidad del valido fue en aumento y
Felipe IV lo apartó de la política en 1643, muriendo dos años después. Pero su caída no fue suficiente
para restablecer la paz social, ya que las rebeliones de Cataluña y Portugal continuaron, y brotaron
nuevos estallidos populares en Andalucía (entre 1647 y 1652), Nápoles (1647) y en Sicilia (1647).
La rebelión de Cataluña (1640-52)
La causa inmediata de la rebelión catalana fueron los desmanes cometidos sobre la población por parte
de los soldados castellanos e italianos destinados en el frente catalán con motivo de la guerra contra
Francia. Hubo enfrentamientos entre campesinos y soldados en diferentes partes y la rebelión se
extendió a la ciudad de Barcelona, donde un grupo de rebeldes disfrazados de segadores iniciaron un
gran motín y asesinaron al virrey en la festividad del Corpus Christi (Corpus de Sangre de 1640).
Pero en realidad fue una revuelta anticentralista, que empujó a los catalanes a buscar el apoyo del rey
francés, Luis XIII, al que nombraron conde de Barcelona. Sin embargo, la crisis económica, unida a un
nuevo brote de peste y a la opresión francesa, peor que la castellana, provocó el agotamiento de los
catalanes, que se rindieron en 1652 a las tropas de don Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV,
bajo la condición de que se respetaran sus antiguos fueros. Cataluña mantendría vivo durante mucho
tiempo el amargo recuerdo de su vinculación a Francia.
La rebelión e independencia de Portugal (1640-68)
En amplios sectores de la sociedad portuguesa se consideraba que la incorporación de su reino a la
monarquía hispánica en tiempos de Felipe II les había acarreado más inconvenientes que ventajas:
Portugal había atraído hacia sus territorios coloniales a los enemigos de España, como los holandeses,
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que habían atacado Brasil y ocupado algunas plazas, mostrándose España incapaz de garantizarles una
defensa adecuada.
La rebelión portuguesa tuvo desde el principio un marcado carácter nobiliario, anticastellano e
independentista, que condujo a la proclamación del duque de Braganza como rey con el nombre de
Juan IV.
Esta inesperada rebelión sorprendió a Felipe IV y a Olivares, que, ante la incapacidad de atender dos
frentes simultáneos, optaron por concentrar sus esfuerzos en la rebelión catalana, tal vez convencidos de
que Portugal sería más fácil de recuperar dado su aislamiento geográfico. Pero la nueva monarquía
portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra, y España tuvo que reconocer finalmente
su independencia en 1668, ya bajo el reinado de Carlos II.
EXPLICA LOS PRINCIPALES FACTORES DE LA
ECONÓMICA DEL S. XVII, Y SUS CONSECUENCIAS.
CRISIS
DEMOGRÁFICA
Y
Casi todo el siglo XVII, hasta 1680 aproximadamente, fue una fase de depresión para toda Europa,
salvo en Inglaterra y Holanda, que mantuvieron una excepcional prosperidad económica gracias a su
comercio a larga distancia con América y Oriente.
Los factores específicos de la crisis española fueron fundamentalmente dos, que se reforzaron entre sí:
el descenso demográfico y el agotamiento económico debido a las 'continuas guerras.
1º) La crisis demográfica
Las causas directas de la crisis demográfica, observada con alarma por los propios contemporáneos,
fueron principalmente cuatro:
a) Las grandes epidemias, que afectaron a toda Europa y fueron las más virulentas desde la peste
negra de mediados del siglo XIV. En España se registraron tres oleadas principales: la del cambio
de siglo (1597-1602), que fue la más letal y que recorrió la península de norte a sur; la de mediados
de siglo (1647-1652) que afectó especialmente a Levante y Andalucía; y la de finales de siglo (16761685) que se propagó por las mismas zonas que la anterior y fue más prolongada, pero menos
mortífera.
b) La expulsión de los moriscos (1609-1611) que perjudicó sobre todo :Valencia y Aragón.
c) Las guerras constantes que aumentaron la mortandad, en especial entre los jóvenes reclutados.
d) Las dificultades económicas que provocaron un incremento de la emigración y, de forma indirecta,
incidieron en la disminución de la natalidad ya que se redujo el número de matrimonios por falta de
recursos y aumentó el número de clérigos, atraídos a la vida religiosa como medio de subsistencia.
2º) El agotamiento económico:
El creciente endeudamiento de la Corona
El esfuerzo bélico realizado durante el siglo XVI para el mantenimiento del Imperio había dejado a la
Hacienda Real en una situación de lamentable endeudamiento que, al no cesar las guerras en el XVII,
se fue incrementando a lo largo del siglo.
Para empeorar aún más la situación, ya desde el primer decenio de la centuria, disminuyó el volumen de
metales preciosos llegado de América. Si en el reinado de Felipe II se habían producido tres
bancarrotas (en 1557, 1575 Y 1596), en el siglo XVII la Hacienda Real quebró en otras seis ocasiones
(1607, 1627, 1647, 1652, 1662 Y 1678).
18
En realidad se trataba de suspensiones de pagos de la Corona a sus acreedores por falta de medios. A
ellas seguía siempre una negociación con los banqueros afectados, que solía consistir en sumar a la
deuda principal los intereses no pagados y alargar en el tiempo su devolución, con lo que el
endeudamiento de la monarquía era cada vez mayor.
Como ya se ha señalado, Olivares quiso resolver tan caótica situación emprendiendo reformas
profundas, como el proyecto de la red de erarios o la Unión de Armas, pero las dificultades y los
imperativos de la guerra le obligaron a buscar con urgencia nuevas fuentes de ingresos -algunas de
ellas ya utilizadas en el siglo XVI-, que afectaron sobre todo a Castilla, como: la alteración del valor de
las monedas, la creación de nuevos impuestos, la exigencia de donativos a la nobleza, la venta de cargos
públicos y de títulos nobiliarios, la conversión de tierras de realengo en nuevos señoríos para su venta,
etc.
No obstante, ni siquiera todos estos recursos sirvieron para atender las necesidades inmediatas (gastos
militares, pago de intereses a los banqueros), siendo insuficientes para atajar el progresivo
endeudamiento de la Hacienda Real.
La depresión económica
La crisis demográfica y los apuros fiscales de la Corona contribuyeron también a agudizar aún más la
depresión económica del siglo XVII, cuyas manifestaciones más evidentes fueron las siguientes:
a) La caída de la producción agraria, debido en gran parte a la disminución de la mano de obra
campesina por las pérdidas demográficas.
b) La disminución de la ganadería ovina, en especial la trashumante a pesar de que la escasez de
mano de, obra propiciaba la explotación ganadera, como ya ocurrió en el siglo XIV a raíz de la peste
negra.
c) La crisis de la industria textil castellana. Centros como Segovia, Toledo, Cuenca o Soria
disminuyeron su producción o en algunos casos se dedicaron a la elaboración de paños de menor
calidad para el consumo popular, incapaces de competir con los textiles de lujo fabricados en el
extranjero.
d) El acaparamiento por extranjeros del comercio con América, por medio del contrabando, o de
agentes españoles que actuaban por cuenta de extranjeros y burlaban así el impedimento legal que
estos tenían para comerciar con América. Según el Consejo de Indias, en 1608 las dos terceras partes
del valor de las mercancías enviadas a América eran extranjeras.
El inicio de la recuperación de la crisis
Según se desprende de diferentes datos, parece ser que hacia 1680 la crisis demográfica y económica
había finalizado y se iniciaba un cambio de tendencia. Incluso desde antes ya se estaba registrando un
aumento de la natalidad, mayor en las regiones litorales que en la depauperada España interior,
con lo que la tradicional relación entre el centro y la periferia se invirtió a favor de esta última. También
fue apreciable una lenta, pero constante, recuperación de la producción y el comercio.
Una medida de política económica, de gran trascendencia por sus efectos beneficiosos a medio plazo,
fue la drástica devaluación de la moneda de vellón en 1680, que aunque provocó un caos inicial, frenó
la galopante inflación y estabilizó el sistema monetario, ya que acercó el valor legal de la moneda a su
valor real.
Moneda de vellón: las monedas de oro y plata tenían un valor demasiado alto para su utilización en las
transacciones habituales de menor cuantía. En el comercio al por menor se utilizaban monedas de vellón, que
eran de una mezcla de cobre con una pequeña cantidad de plata, que era la que les daba su valor, mientras que el
cobre servía para aumentar su tamaño y hacerlas manejables. Una práctica frecuente fue la de alterar el valor de
las monedas de vellón, manteniendo su valor legal, pero reduciendo su contenido en plata e incluso,
eliminándolo por completo. De modo que el valor legal de la moneda era superior a su valor real.
19
Por tanto, la expansión demográfica y económica que caracterizaría al siglo XVIII había comenzado ya
en el último cuarto del siglo XVII, al margen del declive político que atravesaba la monarquía.
Las repercusiones sociales de la crisis
La crisis del siglo XVII afectó, en mayor o menor medida a todas las capas sociales, que reaccionaron
de formas distintas en un afán de compensar y superar las dificultades de la época:
La nobleza experimentó un considerable aumento numérico, como consecuencia de las ventas de
títulos, hábitos de las órdenes Militares e hidalguías, a las que con tanta frecuencia recurrió la Corona en
su búsqueda desesperada de nuevas fuentes de ingresos. Por su parte, el descenso demográfico y la crisis
agraria provocaron una disminución de las rentas señoriales que obligó a la nobleza a endeudarse para
poder mantener su lujoso tren de vida.
Igualmente creció el número de religiosos, aunque en este caso por un motivo diferente: ingresar en el
clero, como medio de vida, era una buena solución en tiempos de dificultades económicas.
Por otra parte, la escasa burguesía tenía como máxima aspiración abandonar sus negocios e invertir sus
beneficios en tierras, señoríos y rentas fijas -como los juros o títulos de deuda pública-, e incluso en la
adquisición de un título nobiliario. Esta actitud, calificada como «traición de la burguesía», se ha
achacado a menudo a la mentalidad nobiliaria, antiburguesa y rentista imperante en la sociedad española
desde la expulsión de los judíos. Sin embargo, se olvida que en una época de crisis económica y de
grandes incertidumbres para los negocios, la inversión en tierras y en rentas fijas no es solo cuestión de
mentalidad, sino también de un comportamiento económico prudente.
En cuanto al campesinado, especialmente el de Castilla, fue sin duda el sector social más afectado por
la crisis económica y por la voracidad fiscal de la Corona. Muchos pequeños campesinos se vieron
forzados a endeudarse, debido malas cosechas u otras dificultades, y con frecuencia no poder devolver
los préstamos a sus acreedores perdiendo sus tierras y teniendo que emigrar. Esto agravó aun más la
situación de los que permanecieron en las aldeas, pues al reducirse su número les correspondió una
cuota mayor de impuestos. No sorprende, por tanto, que se produjera un resurgimiento del
bandolerismo, como intento desesperado de escapar de la miseria.
Por último, la pobreza era especialmente visible en las ciudades más grandes (Madrid, Sevilla), que se
convirtieron en refugio de inmigrantes arruinados procedentes del medio rural. Muchos de ellos
acabaron engrosando el cada vez más numeroso colectivo de pícaros y mendigos, que constituían una
imagen habitual del escenario urbano, reflejado perfectamente en la literatura y el arte de nuestro Siglo
de Oro.
20
ESTÁNDARES RELACIONADOS CON EL BLOQUE 4
EXPLICA LAS CAUSAS DE LA GUERRA DE SUCESIÓN Y LA COMPOSICIÓN DE LOS
BANDOS EN CONFLICTO
La Guerra de Sucesión 1701-14: una contienda civil y europea
En 1700 murió sin descendencia Carlos II, último rey español de la dinastía de los Habsburgo. Los dos
candidatos con más derechos al trono eran el archiduque Carlos de Austria, de la rama austriaca de los
Habsburgo, y Felipe de Anjou, de la casa de Borbón. Carlos II había nombrado como heredero a este
último, que era nieto de Luís XIV de Francia, el monarca más poderoso de Europa en ese momento, y
por tanto, el mejor aliado posible para garantizar la integridad territorial de la debilitada monarquía
hispánica.
En un principio, Felipe V fue aceptado sin oposición tanto en España como en Europa, salvo por parte
del emperador de Austria, que no había reconocido el testamento de Carlos II y había iniciado las
hostilidades en Italia.
Pero pronto las potencias europeas se alarmaron ante la posibilidad de que se formara un poderoso
bloque francoespañol. El temor estaba justificado porque Luis XIV obraba como si fuera el rey efectivo
de España, y además, había reconocido los derechos sucesorios de Felipe V al trono francés. Esto podría
conducir en un futuro a la unión de Francia y España bajo una misma Corona, cuya hegemonía seria
indiscutible.
En consecuencia, Inglaterra y Holanda decidieron apoyar a Austria en su lucha por instalar al
pretendiente austriaco en el trono español, lo que desencadenó la Guerra de Sucesión española, el primer
conflicto armado del siglo XVIII en Europa. Posteriormente se unieron a la alianza Portugal y el
ducado de Saboya.
La Guerra de Sucesión fue al mismo tiempo una contienda europea y una guerra civil española:
a) Como guerra europea se enfrentaron el bando franco-español y la Gran Alianza antiborbónica
(Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal y Saboya).
b) Como guerra civil española en general, los territorios de la Corona de Aragón se inclinaron por el
archiduque Carlos de Austria, y los de la Corona de Castilla apoyaron a Felipe V, aunque hubo
partidarios de uno y otro pretendiente en ambas Coronas.
En 1711 la contienda entró en una nueva fase a raíz de la elección del archiduque Carlos de Austria
como emperador de Alemania, tras la muerte de su hermano. Este cambio de situación planteaba una
nueva amenaza para Europa en el caso de que a Carlos se le proclamara también rey de España, ya que se
formaría un gran bloque hispanoalemán como en los tiempos de Carlos I. Ante esta posibilidad,
Inglaterra presionó para finalizar la guerra y se iniciaron unas largas negociaciones que condujeron
finalmente a la Paz de Utrecht de 1713.
No obstante, Austria quedo fuera de esta paz, ya que no renunciaba al trono español, y la guerra continuó
en Cataluña hasta el 11 de septiembre de 1714, día en que las tropas borbónicas entraron Barcelona tras
un largo asedio. Finalizada ya la contienda, todavía se mantuvo como último reducto austracista, durante
casi un año más, el reino de Mallorca, que capitulo en 1715.
21
DETALLA LAS CARACTERÍSTICAS DEL NUEVO ORDEN EUROPEO SURGIDO DE LA
PAZ DE UTRECH Y EL PAPEL DE ESPAÑA EN ÉL
La paz de Utrecht
Se denomina genéricamente Paz de Utrecht a una serie de tratados bilaterales entre los contendientes
de la Guerra de Sucesión, El primero y fundamental fue el tratado de paz y amistad francobritanica
firmado en dicha ciudad holandesa en el año 1712.
Inglaterra fue la gran vencedora del conflicto e inició un imparable ascenso como nueva potencia
mundial. A través de diferentes tratados, obtuvo todo tipo de ventajas:
a) Militares, como la demolición de la base naval francesa de Dunquerke.
b) Mercantiles, como el asiento de negros -monopolio para introducir esclavos negros en la América
española durante treinta años- y el navío de permiso -autorización para enviar a América un navío al
año con 500 toneladas de mercancías para su venta-:. Ambas concesiones fueron utilizadas por
Inglaterra para camuflar un amplísimo contrabando con el nuevo Mundo.
c) Territoriales, como la obtención de Gibraltar y Menorca, que facilitaban la penetración inglesa en el
Mediterráneo, y Terranova, cedida por Francia, de gran importancia pesquera y estratégicamente
situada para la posterior adquisición de Canadá.
España, por el contrario, fue la gran perdedora, ya que, a cambio del reconocimiento de Felipe V como
rey, tuvo que ceder sus territorios europeos: a Saboya se le adjudicó Sicilia; al emperador Carlos de
Austria, los Países Bajos, el ducado de Milán, Nápoles y Cerdeña. Posteriormente Austria y Saboya
intercambiaron Sicilia y Cerdeña. Portugal se anexionó la colonia de Sacramento (Uruguay).
El nuevo equilibrio europeo
La Paz de Utrecht no se limitó a poner fin a la Guerra de Sucesi6n española, sino que también acabó con
la hegemonía ejercida por Francia en la segunda mitad del siglo XVII e inauguró un nuevo orden
internacional, basado en el equilibrio entre tres grandes potencias rivales, en torno a las cuales se
agruparán, según las circunstancias de cada momento, las demás naciones europeas:
a) Francia conservaba su primacía en el terreno intelectual, pero estaba agotada por el esfuerzo bélico
impuesto por Luis XIV.
b) Austria era el territorio más extenso y poblado de Europa tras las adquisiciones de Utrecht, pero tenía
como debilidad la falta de unidad de su imperio.
c) Inglaterra se convirtió en la gran potencia del siglo sobre la base de su fuerza marítima y comercial.
El nuevo sistema se basaba en la rivalidad latente entre los Estados, que se aliaban formando bloques
opuestos, pero de igual poder, lo que garantizaba la paz mediante un inestable equilibrio entre ellos.
En el llamado Siglo de las Luces la razón alcanzó incluso a las guerras, que fueron menos frecuentes y
más profesionales: solo se iniciaban si existían posibilidades reales de victoria, y acababan cuando se
reconocía la superioridad militar del enemigo. Las paces también fueron más equitativas y pretendían
recomponer el equilibrio roto. En este nuevo orden europeo España, que había sido la gran potencia
hegemónica desde el siglo XVI hasta el final de la Guerra de los Treinta Años en 1648, quedó relegada
a potencia de segundo rango, como aliada de Francia, y rival de Inglaterra y Austria.
Desde el final de la Guerra de Sucesión hasta 1730, la política exterior de Felipe V se orientó a
recuperar las antiguas posesiones españolas en Italia, lo que suponía la revisión del sistema salido de
Utrecht; política a la que contribuyó la presión de Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, que
aspiraba a que sus hijos ocupasen tronos italianos.
22
DEFINE QUÉ FUERON LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y EXPLICA SU
IMPORTANCIA EN LA CONFIGURACIÓN DEL NUEVO ESTADO BORBÓNICO
La reorganización político-administrativa del nuevo Estado fue obra de los tres primeros Borbones
(Felipe V, Fernando VI y Carlos III), que establecieron una monarquía fuerte, centralista y unificada,
según el modelo francés. En base a esto, tras la guerra de Sucesión se promulgaron los llamados Decretos
de “Nueva Planta”.
Los Decretos de Nueva Planta
Los Decretos de Nueva Planta son un conjunto de decretos promulgados entre 1707 y 1716, por el rey
Felipe V de Borbón, vencedor de la Guerra de Sucesión Española, por los cuales quedaron abolidas las
leyes e instituciones propias del Reino de Valencia y del Reino de Aragón el 29 de junio de 1707, del
Reino de Mallorca el 15 de noviembre de 1715 y del Principado de Cataluña el 16 de enero de 1716,
todos ellos integrantes de la antigua Corona de Aragón que se habían decantado por el archiduque
Carlos, poniendo fin así a la compleja estructura de la Monarquía Hispánica de los Austrias.
La Nueva Planta también fue aplicada a la organización jurídica y administrativa de la Corona de
Castilla. Formalmente, los Decretos eran una serie de Reales Cédulas por las que se establecía la «nueva
planta» de las Reales Audiencias a los estados de la Corona de Aragón y a la Corona de Castilla.
Una de las primeras medidas y, sin duda la de mayor trascendencia, fue la unificación jurídica e
institucional de España.
Felipe V, en represalia por el apoyo prestado al archiduque Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión,
suprimió los fueros e instituciones particulares de los territorios de la Corona de Aragón mediante los
Decretos de Nueva Planta de Valencia y Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716), de este
modo:
a) En cada territorio la figura del virrey fue sustituida, como máxima autoridad, por la de un capitán
general al frente de una Audiencia.
b) Se suprimieron las Cortes particulares de Aragón, Valencia y Cataluña.
c) Se suprimieron también los organismos forales, como las Diputaciones.
d) Desapareció el Consejo de Aragón, que carecía ya de sentido.
De esta forma se consiguió en gran medida la monarquía unitaria a la que había aspirado el conde duque
de Olivares en la centuria anterior; aunque por el contrario, se mantuvieron los fueros e instituciones
vascos y navarros, por la fidelidad de estos territorios al bando borbónico durante la Guerra de
Sucesión.
En cuanto a las diferentes Cortes, se convirtieron en Cortes únicas o Generales del Reino (salvo en
Navarra, que mantuvo las suyas propias), con representantes también de las ciudades aragonesas,
catalanas, valencianas y mallorquinas. Pero el absolutismo borbónico redujo su papel prácticamente a la
nada: durante el siglo XVIII solo fueron convocadas dos veces y solo para ratificar decisiones de la
monarquía o para jurar al heredero de la Corona.
Muchos de los antiguos Consejos fueron suprimidos, sólo se mantuvieron con las atribuciones muy
reducidas, el Consejo de Estado y el de Indias y solo el Consejo de Castilla mantuvo rango de máximo
órgano político, con funciones de Consejo de Estado (redactaba las leyes y actuaba como Tribunal
Supremo de Justicia), siendo su presidente el cargo político más importante después del rey. Las
funciones de los Consejos suprimidos fueron asumidas por las denominadas Secretarías de Estado y de
Despacho.
23
EXPLICA LA POLÍTICA INDUSTRIAL DE LA MONARQUÍA Y LAS MEDIDAS
ADOPTADAS RESPECTO AL COMERCIO CON AMÉRICA.
Los nuevos monarcas se propusieron potenciar la producción industrial española, que adolecía de
graves problemas derivados en parte del sistema gremial que coartaba la libertad, de una escasa
innovación y de mala competencia económica, predominando el pequeño taller y métodos de trabajo
arcaicos y rutinarios. Para ello llevaron a cabo una política económica que básicamente, y dentro de la
corriente mercantilista del momento, se puede resumir en tres medidas:
a) Aplicación de un fuerte proteccionismo sobre la industria española, por el que entre otras medidas se
prohibía por ejemplo, la importación de telas de Asia.: Esto favoreció sobre todo a la industria textil
catalana más que a ninguna otra.
b) Creación de manufacturas reales de artículos de lujo, acorde al modelo aplicado en Francia por
Colbert, ministro de Luis XIV. Se trataba de fábricas fundadas por el Estado en las que se contrataba a
especialistas extranjeros para que enseñaran las nuevas técnicas de producción. Su control corría a
cargo de representantes estatales y el objetivo era satisfacer la demanda de la monarquía, la nobleza o
el clero de artículos de lujo (tapices, cristal, etc.), con productos fabricados en el país, e incluso,
exportarlos. De este modo se dejarían de importar del extranjero y el dinero no saldría de España. Sin
embargo, estas manufacturas acabaron fracasando por resultar sus productos demasiado caros debido
al excesivo control burocrático y a la aplicación de técnicas poco productivas.
c) Fomento de la construcción naval en astilleros reales (Cádiz, El Ferrol, Cartagena), para facilitar el
comercio por mar y dotarse de una buena flota de guerra que lo protegiese. Esta actividad sí se vio
coronada por el éxito, ya que España llegó a tener la tercera flota de guerra del mundo, imprescindible
para asegurar su imperio colonial.
La política comercial respecto a América
El comercio con América fue una de las actividades económicas que atrajo mayor interés de la
monarquía. Si en los siglos XVI Y XVII los Austrias habían reducido el imperio colonial americano a
una simple fuente de provisión de metales preciosos para financiar sus guerras exteriores, la nueva
dinastía de los Borbones quiso hacer de América también una importante fuente de ingresos y riqueza,
mediante una explotación económica más rentable de tipo colonial, como proveedora de materias
primas (tabaco, cacao, azúcar) y como mercado de consumo para los productos peninsulares.
Se trataba, por tanto, de aprovechar con la máxima eficacia, las posibilidades comerciales que tan
inmenso mercado ofrecía. Para ello se adoptaron diferentes medidas, que se fueron sucediendo a lo largo
del siglo:
a) En un primer momento, se imitaron las prácticas de ingleses y holandeses y se crearon compañías
comerciales privilegiadas y monopolísticas, como la Compañía Guipuzcoana de Caracas. Fundada en
1728 que era una compañía privada a la que la Corona concedió el monopolio de comerciar con
Venezuela. Traía de allí productos coloniales (cacao y tabaco, principalmente) y enviaba
manufacturas peninsulares (sobre todo, productos siderúrgicos vascos). Adoptaba, por tanto, el
modelo de las Campañías de las Indias Orientales y de las Indias Occidentales inglesas y holandesas, que
tan buenos resultados económicos habían estado obteniendo desde la centuria anterior.
b) Mas adelante, y ante la imposibilidad de satisfacer la demanda americana de productos por el rígido
sistema del monopolio gaditano -Cádiz había sustituido a Sevilla a principios de siglo como ciudad de
registro y embarque de las mercancías-, se adoptaron medidas liberalizadoras del comercio con
América, que permitieron aumentar y agilizar los intercambios, de este modo:
1) En 1735 se suprimió el tradicional sistema de flotas y galeones -las mercancías con destino a
América se embarcaban juntas en flotas escoltadas por galeones de guerra que las protegían
durante la travesía- y se sustituyo por el más ágil sistema de navíos de registro, en el que los
24
particulares podían cargar sus mercancías, y una vez registradas en Cádiz en barcos autorizados
poder partir para América cuando quisiesen. Esta medida resulto también insuficiente, por lo que
se avanzó un paso más en liberalización.
2) Con los decretos de 1765 y 1778 se autorizó el libre comercio directo desde los puertos
peninsulares con los americanos y se suprimió definitivamente el monopolio del puerto de Cádiz.
Esto supuso la decadencia de las compañías privilegiadas y monopolísticas creadas en la primera
mitad del siglo, pero fue un gran estimulo para la industria y el comercio, en especial para
Cataluña.
Como resultado de estas medidas el comercio con América aumentó notablemente a lo largo del siglo,
pero aquel continente era un mercado demasiado grande para la escasa capacidad productiva de la
industria peninsular. En consecuencia, la mayoría de las manufacturas enviadas a América eran
extranjeras, predominando en la exportación propiamente española, sobre todo, los productos agrícolas.
Por otra parte, el volumen del contrabando era muy elevado; en opinión de algunos, incluso superior al
del comercio legal.
ESPECIFICA LAS CAUSAS DEL DESPEGUE ECONÓMICO DE CATALUÑA EN EL SIGLO
XVIII
Cataluña representaba, dentro del conjunto de la economía española del siglo XVIII, un caso particular,
pues en esta centuria experimentó un despegue económico que la convirtió en la zona más dinámica y
avanzada de España, y la única encaminada con una trayectoria firme hacia la revolución industrial.
La explicación radica en parte en la situación especial del campo catalán. Desde la Edad Media, los
propietarios feudales catalanes habían cedido el disfrute de la tierra a los campesinos mediante contratos
perpetuos o de muy largo plazo a cambio de una renta fija (censos enfitéuticos). Con el paso del tiempo
y la inflación, dicha renta había quedado reducida a una cantidad simbólica, lo que convertía al
campesino catalán en propietario de hecho de la tierra que trabajaba teniendo, por tanto, incentivos para
realizar mejoras en ella, como plantar vides para la comercialización de vinos u otros cultivos. Pero el
efecto beneficioso de la enfiteusis no acababa solo en el campo, puesto que repercutía también en la
producción industrial y en el comercio.
El campesinado, al orientar su producción al mercado y no al autoconsumo, disponía de más ingresos y
compraba en los mercados aquello que necesitaba y no producía. Esta demanda campesina estimulo la
producción industrial catalana que fue reinvirtiendo parte de sus beneficios en la creación de nuevas
industrias, iniciándose así un crecimiento continuo. Por otra parte, la industria catalana,
fundamentalmente la textil se vio favorecida también por la política proteccionista de la Corona, que
prohibió la importación de ciertos productos extranjeros, como las telas de Asia, para evitar que pudieran
hacer la competencia a las españolas.
Por último, la liberalización del comercio con América resultó también especialmente beneficiosa para
Cataluña, ya que desde el puerto de Barcelona se exportaban a América productos locales en su gran
mayoría (vinos, aguardientes y textiles).
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COMENTA LAS IDEAS FUNDAMENTALES DE LA ILUSTRACIÓN Y DEFINE EL
CONCEPTO DE DESPOTISMO ILUSTRADO
La razón como principio, el progreso como fin
La Ilustración fue el fenómeno cultural e intelectual de mayor trascendencia en la Europa del siglo
XVIII, también conocido como Siglo de las Luces. Su origen y mayor desarrollo estuvieron en Francia,
aunque sus fuentes procedían también de otros países en especial de Inglaterra, y también de épocas
anteriores.
El pensamiento ilustrado partía de los logros de la revolución científica del siglo XVII, que llevaron a la
conclusión de que la naturaleza se regía por leyes comprensibles para la razón humana y que por
tanto podían ser formuladas científicamente.
En consecuencia, la sociedad se debía organizar racionalmente, rechazando muchas de las viejas
creencias y prácticas sociales tradicionales, basadas más en la fe que en la razón.. Así, las dos grandes
consignas de este siglo XVIII, expansivo y optimista, fueron el progreso y la felicidad popular,
entendida ésta en el sentido actual de bienestar social.
La Ilustración se basó, por tanto, en el culto a la razón, ya que ésta no solo podía explicar las leyes de la
naturaleza, sino también el funcionamiento de la sociedad y el comportamiento humano, e incluso
perfeccionarlos. Por esta razón los Ilustrados van a ser críticos con las bases políticas, sociales y
culturales del Antiguo Régimen, postulando, en el aspecto político el reformismo del viejo Estado, en
cuya aplicación práctica encajaría el denominado Despotismo ilustrado.
Los límites de la crítica ilustrada al Antiguo Régimen
El pensamiento ilustrado fue un fenómeno minoritario que se redujo a algunos círculos intelectuales de
la nobleza y del clero y a algunos plebeyos cultos. No obstante, contó con el apoyo de la monarquía,
que coincidía con ellos en el deseo de modernización y progreso del país.
Pero, siendo para gran parte de sus promotores miembros de los estamentos privilegiados, su crítica no
podía perseguir la liquidación del Antiguo Régimen, sino solo las reformas necesarias para
racionalizarlo sin destruir sus bases fundamentales. En este sentido no se cuestionaba la monarquía
absoluta y solo se pretendía que el rey actuara acorde a los dictados de la razón y en beneficio del reino.
Tampoco se planteaba acabar con la sociedad estamental, ni con los privilegios de la nobleza y el
clero, sino que estos estamentos, como clase dirigente, desempeñaran un papel activo al servicio del
reino para ser merecedores de tales privilegios. No obstante, la crítica que la Ilustración emprendió
contra la sociedad tradicional abrió camino a posteriores planteamientos más radicales, como los
defendidos por Voltaire, Montesquieu y Rousseau (división de poderes, soberanía nacional, igualdad
jurídica,…) que sí exigían la sustitución del Antiguo Régimen por un nuevo modelo de sociedad, basado
en los principios del liberalismo, en especial tras el estallido de la Revolución francesa en 1789.
El despotismo ilustrado
En relación con el propósito de racionalizar la aplicación política del Antiguo Régimen a los principios
de la Ilustración, pero sin destruirlo, se impuso en la Europa del siglo XVIII, como ideal político el
despotismo ilustrado, que en definitiva se puede definir como el intento de adaptar el absolutismo
monárquico y su práctica a las ideas de racionalidad y orden natural de la Ilustración, cuyo programa y
filosofía se resume en una frase: «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», en base a dos principios
fundamentales:
a) El poder absoluto de la monarquía, lo que no suponía ninguna ruptura con la tradición política
anterior.
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b) El ideal del rey filósofo que era una consecuencia lógica del carácter aristocrático del pensamiento
ilustrado. Solo un rey filósofo, asistido por las minorías ilustradas del país, sabía lo que convenía a sus
súbditos y estaba en condiciones de impulsar la reforma racional de la sociedad en todos los aspectos
necesarios para el progreso y la felicidad de su pueblo: especialmente en la educación (para que fuera
útil), en la economía (para que aumentara la producción y la riqueza), en la política respecto a la
Iglesia (para que cumpliera su función con moralidad y eficacia), etc.
El despotismo ilustrado de Carlos III
En España, el reinado de Carlos III es el que mejor responde al modelo de despotismo ilustrado y
supone la aplicación de la manera más común de gobernar en la Europa de su tiempo (Federico II de
Prusia, Catalina II de Rusia y José II de Austria), mezcla de racionalidad y modernidad (ilustración), y
de inmovilismo y autoritarismo (absolutismo). Por ello, el objetivo de las reformas políticas, sociales y
económicas emprendidas será el de modernizar y enriquecer el país, pero sin tocar el orden social y el
absolutismo político. El gobierno del rey debe procurar el beneficio y bienestar de su pueblo pero
sin contar con él.
Para ello Carlos III se rodeó de ministros y consejeros reformistas, como el conde de Aranda, el conde
de Floridablanca y, sobre todo Campomanes. Empezó por la reforma de Madrid, una de las capitales más
sucias y pobres de Europa: se empedraron sus calles, se instalaron farolas de aceite para su alumbrado, se
construyeron paseos monumentales, se regulo el sistema de evacuación de residuos, etc. No es extraño,
por tanto, que se le haya considerado el mejor alcalde de Madrid.
Asimismo, potenció una política económica para la modernizar y mejorar de las estructuras
productivas y comerciales de España. También emprendió reformas en la educación, la administración
de justicia y el ejército, que adquirió un carácter más profesional y al servicio del Estado. Pero lo que
mejor reflejó el espíritu ilustrado de su reinado fue su afán de extender a todas las capas sociales su
deseo de modernización y reforma.
La Ilustración llegó a España con cierto retraso respecto a Europa, constituyendo los reinados de
Felipe V y de Fernando VI una etapa previa y preparatoria, en la que el espíritu de cambio se
canalizó esencialmente a través de dos grupos minoritarios:
a) Los novatores, término despectivo empleado contra quienes, desde finales del siglo XVII, aspiraban a
una cierta renovación en el panorama intelectual.
b) Los proyectistas, nueva denominación que se aplicó en el siglo XVIII a quienes, como los arbitristas
del siglo anterior, pretendían ofrecer remedios a los problemas del país.
Pero por encima de todos ellos, en la primera mitad del siglo destacaron dos figuras que representan el
espíritu crítico de los comienzos de la Ilustración española: el benedictino Benito J. Feijoo, autor del
Teatro crítico universal, y el erudito valenciano Gregorio Mayans. Sin embargo, el pleno desarrollo de
la Ilustración en España se produjo en la segunda mitad del siglo, con Carlos III, que, como se ha visto
en el apartado anterior, fue uno de los monarcas europeos que mejor encarnó los ideales ilustrados.
Durante su reinado tuvieron un gran protagonismo, además de los ministros ya citados (Aranda, Floridablanca y Campomanes), grandes intelectuales de la talla de Jovellanos y Olavide, cuya colaboración
en algunos de los proyectos de reforma del monarca fue muy destacada.
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