Análisis del cuento: Historia de un Picaflor de Rubén Darío En el presente trabajo se analizará el cuento Historia de un picaflor con base en los diez elementos de análisis propuestos en Cartografía didáctica de Lauro Zavala, de los cuales el Doctor Armando Balcázar Orozco, en su libro Cuento y minificción, intertextualidad y hermenéutica, reduce a siete: título, narrador, personajes, lenguaje, espacio, tiempo y final. Título Sintácticamente el título del texto de Rubén Darío consta de cuatro elementos: 1) Historia: Un sustantivo común en singular. 2) De: Una preposición. 3) Un: Artículo masculino en singular. 4) Picaflor: Sustantivo propio en singular. Al analizar los elementos anteriores como un todo podemos afirmar que el titulo es una frase nominal: Núcleo nominal Historia Sustantivo Complemento adnominal de Preposición un Artículo picaflor Sustantivo Connotativamente esta frase se puede interpretar de la siguiente manera: Historia de un picaflor hace referencia a lo que vivió un colibrí, pero no se trata de una historia común, ya que está especificando a un ave en particular entre todas las que existen y por tanto se puede afirmar que se trata de algo extraordinario que le sucedió al zumbador y que raya fuera de la vida habitual de estos animales. Como sigas dejando las flores por las mujeres, te pasará lo mismo que a Plumas de Oro, un primo mío más gallardo que tú, de ojos azules, y que tenía un traje de un tornasol amarillo que cuando el sol le arrebolaba le hacía parecer llama con alas. (Darío, R. 1886: 93) Narrador En el cuento podemos identificar a dos tipos de narrador: Narrador protagonista (Primera persona) Intradiegético. E n el primer relato cumple este papel, ya que en el primer relato es él, en primera instancia, quién aparece como el personaje fundamental a través del cual se desarrolla la historia. Sin la participación del éste como protagonista nadie cuenta nada a la señorita. “Ya lo sabrá usted después que le refiera eso, eso que le ha infundido ligeras dudas, y que pasó tal y como lo cuento”. (Ibídem: 93). El segundo tipo de narrador que se identifica es: Narrador testigo (Primera persona) Intradiegético. En el segundo relato tenemos el argumento para señalarlo como testigo, ya que comienza a contar acerca de lo que escuchó y vio en aquel jardín, por tanto cambia la focalización de los hechos, centrándose no en el narrador sino en las aves: Pues vamos a que yo estaba ahí donde usted se ha reclinado, en este mismo jardín cerca del sátiro de mármol cuyos pies henchidos están cubiertos por las hojas de la madreselva. Veía caer los chorros brillantes del surtidor, sobre la gran taza, y el cielo que se arrebolaba por la parte de occidente. De pronto empezaron a garlar. Y lo hacían de lo lindo, como que no sabían que yo les comprendía su parloteo. (Ibídem: 94) Pero ¿Por qué Intradiegético si a simple vista no repercute en la historia que él cuenta? Todo sucede a consecuencia de su presencia y las acciones que tomó, porque si no hubiera estado en el jardín en el momento cuando los pajaritos dialogaban y no los hubiera escuchado no habría qué contar a la señorita que se encontraba con él y por tanto influye directamente en la trama. “¿Sabes que me gusta- le dijo el uno al otro- tu modo de proceder?” (Ibídem: 94) De manera general el narrador maneja cuatro tonos. El primero es intimista, ya que cuenta experiencias personales y habla de él:”… y que pasó tal y como lo cuento”. (Ibídem: 93).” Pues vamos a que yo estaba ahí donde usted se ha reclinado”, “Y lo hacían de lo lindo, como que no sabían que yo les comprendía su parloteo”. (Ibídem: 94). El segundo tono que se utiliza es el moralista porque dentro de la narración existe una fábula implícita y por tanto una moraleja: No cambies tu escencia por una ilusión (mujer), ya que a ella no le importara dañarte con tal de verse mejor que todas: “Entre las estrellas y las mujeres, son éstas las más terribles rivales. ¡Aquéllas están tan lejos!”, “Vamos, ¿has escuchado tú, imprudente, la historia de mi cuitado primo? Pues no eches en saco roto mis advertencias”. (Ibídem: 96). El tercero de indiferencia Volé a referírselo a las rosas, y entonces las espinosas vengativas exclamaron en coro, mecidas por el viento:- ¡Bravo, que coja por bribón! (Ibídem:96).El ultimo tono es de tristeza, por la manera en que se lee el cuento se puede inferir la inflexión de la voz al pronunciar: “¡Oh, qué triste la historia del picaflor!” (Ibídem: 96) Personajes Dentro del relato se pueden ubicar a seis personajes: Protagonistas: Poeta. Es un pájaro, del que no se sabe la especie, que se autodenomina poeta:”Ahora bien, mi amable señorita, si quiere usted saber el cómo y el por qué soy sabidor de lenguas de pájaros y de flores, míreme usted, míreme usted, que ya se lo dirán mis ojos”. Es sensible y amistoso. Comunicador e intelectual. Físicamente no existe descripción alguna. Plumas de Oro. Es un colibrí: “…gallardo, de ojos azules y que tenía un traje de tornasol amarillo –haciendo alusión a su plumaje– que cuando el sol le arrebolaba le hacía parecer llama con alas” (Ibídem: 94) Físicamente era hermoso. Se hace alusión a que su personalidad era un picarón, galán, pero imprudente al seguir sus instintos sin reflexionar antes en las consecuencias. Plumas de Oro voló y aleteando se puso a chupar la miel de aquella copa, como lo hacía en los lirios recién abiertos. Mi primo, no tomes eso, que estás bebiendo tu muerte… Yo chilla y chilla, y Plumas de Oro siempre en la copa. (Ibídem: 95) Antagonista: La Rubia. Era una mujer joven “…una de esas mujeres que parecen flores y que por eso nos encantan. Tenía ojos azules como campánulas, frente como azucena, labios como copihues, cabellos como húmedas espigas…” (Ibídem: 95) Se puede interpretar que era una mujer adinerada, ya que vestía extravagante y acorde a la moda: “¡Mira, mira, le atrapé; qué lindo, disecado para el sombrero!”. (Ibídem: 95), “Días después la tirana que asesinó al infeliz se paseaba a nuestra vista por los jardines, llevando en su sombrero el cadáver frío de Plumas de Oro… Ya lo creo, como que estábamos de moda, ¡como que estamos todavía!” (Ibídem: 96) Secundarios: Primo de Plumas de Oro. Es un colibrí, que a diferencia de su primo no posee un gran atractivo físico, pero es más analítico y crítico, podría decirse que su sentido lógico es más alto que el de los demás picaflores. “Vamos, ¿has escuchado tú, imprudente, la historia de mi cuitado primo? Pues no eches en saco roto mis advertencias”. (Ibídem: 96) Amigo del primo de Plumas de Oro. Es un colibrí que posiblemente tenga casi las mismas atribuciones físicas que Plumas de Oro y que está comenzando a hacer lo mismo que éste: ¿Sabes que me gusta –le dijo el uno al otro– tu modo de proceder? No es poco el haberte sorprendido esta mañana cortejando a la hermosa dueña del jardín vecino, a riesgo de romperte el pico y quebrarte la cabeza contra los vidrios de su ventana. ¡Oh!, ¿habráse visto mayor incauto? Como sigas dejando las flores por las mujeres, te pasará lo mismo que a Plumas de Oro. (Ibídem: 94) Terciarios: La amable señorita. No hay descripción física ni psicológica, pero puede intuirse que es curiosa: “¿Que quiere usted saber la manera, el cómo y el por qué entendemos esas cosas los poetas?...” (Ibídem: 93) Fugaces. Amiga de la mujer Rubia. No hay descripción alguna: “Entonces escuche: ¡Dios de las aves! Entonces escuché que la dama decía a otra como ella…” (Ibídem 95) Espacio En cuanto al espacio, podemos dividirlo en dos tipos: espacio físico y el psicológico. En cuanto al primer espacio, la historia se desarrolla en tres lugares. Dos abiertos y uno cerrado. El primero; El jardín donde se encuentran el poeta y la joven, que es el mismo donde él escucho a los colibríes: …yo estaba allí donde usted se ha reclinado, en este mismo jardín, cerca de ese sátiro de mármol cuyos pies henchidos están cubiertos por las hojas de la madreselva. Veía caer los chorros brillantes del surtidor, sobre la gran taza, y el cielo que se arrebolaba por la parte del occidente. (Ibídem: 94) El segundo lugar es el jardín donde sucede la historia de Plumas de Oro: “Avino que una mañana de primavera Plumas de Oro estaba tomando el sol. En aquella sazón bajo el jardín una de esas, una de esas mujeres que parecen flores” (Ibídem: 95) Y el tercer lugar es la casa de la mujer rubia:”Mientras Plumas de oro revolaba, la ventana se abrió y apareció riendo la joven rubia”. (Ibídem: 95), “La ventana se volvió a cerrar, y yo, afligido, me acerqué para ver por los vidrios qué era de mi pobre primo”. (Ibídem: 95) En el psicológico, se localizan cinco espacios: De confianza. Al manejar un tono intimista y la forma en que está elaborado el discurso del poeta se puede decir que tiene confía en la muchacha a la que le está contando la historia, al igual que ella confía en él, ya que en ningún momento ésta se opone o contradice a algo que cuenta el narrador. “¡Ah!, sí, mi amable señorita. Tal como usted lo oye…”, “Ya lo sabrá Usted después que le refiera eso, eso que le ha infundido ligeras dudas, y que pasó tal como lo cuento”. (Ibídem: 93) De anhelo. Ambos colibrís desean a una mujer y no a lo que responde a su naturaleza, las flores: “No es poco el haberte sorprendido esta mañana cortejando a la hermosa dueña del jardín vecino, a riesgo de romperte el pico y quebrarte la cabeza contra los vidrios de su ventana”. (Ibídem: 94). “…mientras tanto, el redomado pícaro toca que te toca las rejas de la casa en que vivía la hermosura; no se acordaba de los jardines, ni de sus olorosas enamoradas… ¿No es cierto que era un sujeto asaz perdidizo?...” (Ibídem: 95) De prevención o intervención. El primo de Plumas de Oro intenta hacer entrar en razón a su amigo e intenta usar el ejemplo del colibrí para darle una lección y que reflexione acerca de su comportamiento y cambie de rumbo antes de que algo malo suceda: Como sigas dejando las flores por las mujeres, te pasará lo mismo que a Plumas de Oro, un primo mío más gallardo que tú, de ojos azules, y que tenía un traje de un tornasol amarillo que cuando el sol le arrebolaba le hacía parecer llama con alas. (Ibídem: 94) “Vamos, ¿has escuchado tú, imprudente, la historia de mi cuitado primo? Pues no eches en saco roto mis advertencias”, “Mi primo, no tomes eso, que estás bebiendo tu muerte… Yo chilla y chilla…” (Ibídem: 96) De indiferencia. Se da este espacio por parte de las flores ante la muerte de Plumas de Oro. “… Volé a referírselo a las rosas, y entonces las espinosas vengativas exclamaron en coro, mecidas por el viento: – ¡Bravo, que coja por bribón!” (Ibídem: 96) De tristeza. En un último momento se identifica por el dialogo del primo de Plumas de Oro: “¡Oh, qué triste la historia del picaflor!” (Ibídem: 96) Tiempo Diegético El tiempo del discurso donde el poeta cuenta lo sucedido a la señorita es de 15 minutos, ya que es relativo al tiempo de lectura, mientras que el de la historia donde se relata lo vivido por Plumas de Oro es durante la primavera; no se especifica cuantos días, semanas o meses pasan, pero se da a entender que fue más de un día. Aquí se puede ver lo anteriormente mencionado: “Avino que una mañana de primavera Plumas de Oro estaba tomando el sol”, “Desde aquel día las flores se quejaron de olvido” y “Llegó un día fatal. Ello había de suceder”. (Ibídem: 95) Duración La duración es de resumen, ya que el tiempo de la historia; varios días de la primavera, es mayor al tiempo del discurso; 15 minutos. “Ya lo sabrá Usted después que le refiera eso, eso que le ha infundido ligeras dudas, y que pasó tal como lo cuento” (Ibídem: 93), “Ahora bien, mi amable señorita, si quiere usted saber el cómo y el por qué soy sabidor de lenguas de pájaros y de flores, míreme usted…”. (Ibídem: 96) Aquí se puede apreciar que el tiempo en que tardó en contar no fue mucho; relativamente, ya que no cambia el panorama o las actitudes de los personajes e inclusive se da pauta para seguir dialogando. En cuanto al tiempo de la historia, a pesar de que ya se ejemplificó, se vuelve a retomar para clarificar: “Avino que una mañana de primavera Plumas de Oro estaba tomando el sol” y “Llegó un día fatal. Ello había de suceder”. (Ibídem: 95) Aquí se puede notar claramente que la diferencia es de días desde que Plumas de Oro vio a la mujer rubia hasta el momento en que ocurrió su muerte. Orden Analepsis abarcadora. Se muestra una doble retrospección, la primera es donde el poeta comienza a contar a la señorita lo que vivió: “Hacía frío. La cordillera estaba de novia, con su inmensa corona blanca y su velo de bruma” (Ibídem: 93) La clave está en el tiempo en que se encuentra conjugado el verbo (Pretérito imperfecto) para indicar que algo ya pasó. La segunda tiene lugar cuando el colibrí comienza a contar la historia de Plumas de Oro: "En esas bellas ciudades llamadas jardines, no había otro más preferido por las flores”. (Ibídem: 94) La clave se encuentra igual que en el primer ejemplo, en la conjugación en pretérita. Frecuencia Singulativa, ya que la historia se cuenta solamente desde una versión: “eso que le ha infundido ligeras dudas, y que pasó tal como lo cuento”. (Ibídem: 93) y es monofónica porque la única voz que existe es la del narrador; en ningún momento los personajes hablan por sí solos, todos los diálogos de los dice el poeta: “¡Ah!, si, mi amable señorita. Tal como usted lo oye…”, “¿Que quiere usted saber la manera, el cómo y el por qué entendemos esas cosas los poetas?” (Ibídem: 93), “-¿Sabes que me gusta –le dijo el uno al otro– tu modo de proceder?”, “¿Y qué le pasó a tu primo? –repuso el otro un tanto amostazado” “–Escucha –siguió el consejero…” (Ibídem: 94). Tiempo de escritura Caja china. En el cuento hay cuatro historias que se entrelazan, pero son de distinta naturaleza. La primera es el dialogo que tiene el poeta con la señorita; donde la temática es saber cómo y por qué él entiende el lenguaje de las flores y pájaros, a esto lo vamos a denominar como historia base u origen: ¡Ah!, si, mi amable señorita. Tal como usted lo oye: tras un jarrón de paulonias y a eso de ponerse el sol. Garlaban como niños vivarachos, no se daban punto de reposo yendo y viniendo de un álamo vecino a una higuera deshojada y escueta, que está más allá de donde usted ve aquel rosalito, un poco más allá. (Ibídem: 93) Esta historia da origen a la segunda; que es cuando le cuenta que él estaba en el mismo jardín observando y escuchando a las dos aves: “Hacía frío. La cordillera estaba de novia, con su inmensa corona blanca y su velo de bruma; soplaba un airecito que calaba hasta los huesos…” (Ibídem: 93), “Pues vamos a que yo estaba allí donde usted se ha reclinado, en este mismo jardín…”, “De pronto empezaron ellos a garlar. Y lo hacían de lo lindo, como que no sabían que yo les comprendía su parloteo”. (Ibídem: 94) Esta segunda historia generada a partir de la primera, pero que es distintita tanto en los personajes como en el tiempo genera una tercera; que es cuando el Primo de Plumas de Oro está hablando con su amigo sobre su nuevo deseo de ir con una mujer en lugar de con las flores: “– ¿Sabes que me gusta –le dijo el uno al otro– tu modo de proceder? No es poco el haberte sorprendido esta mañana cortejando a la hermosa dueña del jardín vecino, a riesgo de romperte el pico y quebrarte la cabeza contra los vidrios de su ventana” (ibídem: 94) Esta tercera historia da pie a una cuarta; es donde, con la finalidad de hacer entrar a su amigo en razón, le cuenta la historia de Plumas de Oro: “– ¿Y qué le pasó a tu primo? –repuso el otro un tanto amostazado. –Escucha –siguió el consejero, tomando un aire muy grave y ladeando la cabecita–. Escucha, y echa en tu saco. Era Plumas de Oro remono, monísimo. ¡Qué mono que era! ¡Y su historia! En esas bellas ciudades llamadas jardines, no había otro más preferido por las flores.” (Ibídem: 94) Al terminar la cuarta historia se vuelve a la base y se contesta la pregunta generadora de todo: “¿Que quiere usted saber la manera, el cómo y el por qué entendemos esas cosas los poetas?…” (Ibídem: 93) Tiempo de lectura: Paratáctico. El cuento lleva una secuencia lógica, ya que se comienza con una historia base: ¿Que quiere usted saber la manera, el cómo y el por qué entendemos esas cosas los poetas?… Fácil cuestión. Ya lo sabrá Usted después que le refiera eso, eso que le ha infundido ligeras dudas, y que pasó tal como lo cuento (Ibídem: 93) Que da origen a una segunda historia: “Hacía frío. La cordillera estaba de novia, con su inmensa corona blanca y su velo de bruma; soplaba un airecito que calaba hasta los huesos”, “De pronto empezaron ellos a garlar. Y lo hacían de lo lindo, como que no sabían que yo les comprendía su parloteo”, “y luego en sendas ramas principiaron su conversación” (Ibídem: 93) Que abre una tercera historia: “– ¿Sabes que me gusta –le dijo el uno al otro– tu modo de proceder? No es poco el haberte sorprendido esta mañana cortejando a la hermosa dueña del jardín vecino, a riesgo de romperte el pico y quebrarte la cabeza contra los vidrios de su ventana” (ibídem: 94) Que da la pauta para iniciar una cuarta: “– ¿Y qué le pasó a tu primo? –repuso el otro un tanto amostazado. –Escucha –siguió el consejero, tomando un aire muy grave y ladeando la cabecita–. Escucha, y echa en tu saco…” (Ibídem: 94) Cada una de las historias se fue cerrando; Primero la cuarta: “Días después la tirana que asesinó al infeliz se paseaba a nuestra vista por los jardines, llevando en su sombrero el cadáver frío de Plumas de Oro… Ya lo creo, como que estábamos de moda, ¡como que estamos todavía!…” (Ibídem: 96). Después la tercera: “Vamos, ¿has escuchado tú, imprudente, la historia de mi cuitado primo? Pues no eches en saco roto mis advertencias”. (Ibídem: 96) Siguiéndole la segunda: “Y luego, mi amable señorita, se fueron volando, volando, aquellos dos picaflores, del álamo a la higuera, de la higuera al rosal y del rosal al espacio” (Ibídem: 96) Y finalmente la primera: “Ahora bien, mi amable señorita, si quiere usted saber el cómo y el por qué soy sabidor de lenguas de pájaros y de flores, míreme usted, míreme usted, que ya se lo dirán mis ojos…” (Ibídem: 96) Por lo anterior mencionado, se puede concluir que Historia de un picaflor posee una secuencia que contiene un inicio y un cierre de manera ordenada y lógica. Lenguaje Durante la historia se manejan tres tipos del lenguaje: Tradicional. Es un lenguaje común, que no debe confundirse con literario por el uso de ambigüedades: “Ya lo sabrá Usted después que le refiera eso, eso que le ha infundido ligeras dudas, y que pasó tal como lo cuento; una cosa muy sencilla” (Ibídem: 93), “No es poco el haberte sorprendido esta mañana cortejando a la hermosa dueña del jardín vecino, a riesgo de romperte el pico y quebrarte la cabeza contra los vidrios de su ventana” (Ibídem: 94), “De repente la rubia aprisionó al desgraciado, con su mano derecha… Entonces él chillaba más que yo” (Ibídem, 95) Experimental. Utiliza palabras de otros idiomas y poco usuales: “Ambos eran tornasolados, pequeñitos, lindos ornis” (Ibídem: 94) que hace referencia a un ave, “A ver, ¿quién dice que Plumas de Oro no era un tunante?” que posee dos significados; hábil y astuto o prostituta, “… ¿No es cierto que era un sujeto asaz perdidizo?...” (Ibídem: 95) que indica un grado muy elevado en la propiedad que este expresa. Figurado. El texto utiliza figuras retóricas: Símil: “En una de sus manos blancas como jazmines…” (Ibídem: 95) Metáfora:”La cordillera estaba de novia, con su inmensa corona blanca y su velo de bruma” (Ibídem: 93) Hipérbole: “¡Horror!… Comprendí la espantosa realidad…” (Ibídem: 96) Final El cuento es un clásico y corresponde a un final epifánico, ya que hay una muerte y se revela una verdad evidente: “Ahora bien, mi amable señorita, si quiere usted saber el cómo y el por qué soy sabidor de lenguas de pájaros y de flores, míreme usted, míreme usted, que ya se lo dirán mis ojos…” (Ibídem: 96) Se interpreta que el poeta es, al igual que Plumas de Oro; su primo y su amigo, un ave. Fuentes de consulta Bibliografía: Balcázar, A. (2011) Cuento y minificción, intertextualidad y hermenéutica. Elementos de análisis. Estrategias de interpretación. PyV Editores: México. Darío, R. (1994) Cuentos. Historia de un Picaflor. III Edición. Editorial Nueva Nicaragua: Nicaragua.