220-60832, diciembre 03 de 2002 Asunto. Liquidación Voluntaria Acuso recibo de su comunicación radicada en este Organismo con el número 2002-01-126955, a través del cual previas las consideraciones allí expuestas, consulta si el liquidador de una compañía disuelta y en estado de liquidación debe solicitar a la autoridad la cancelación de los gravámenes hipotecarios, con el fin de vender los inmuebles para con su producto honrar las acreencias a cargo de la deudora y concluir así el trámite liquidatorio. Al respecto cabe resaltar que de conformidad con el Estatuto Mercantil ( artículos 233 y 242), al elaborar el estado financiero de inventario la compañía deberá especificar el orden de prelación legal de pagos, debiendo igualmente pagarse todas las deudas sociales respetando el mismo orden de prelación. Se pone de presente que el Código de Comercio no tiene desarrollados tales puntos, sino que se limita a regular la forma de pago. Por tanto es preciso acudir al artículo 2 de dicho ordenamiento en donde se lee" en las cuestiones comerciales que no pudieren regularse conforme a la regla anterior ( por analogía), se aplicarán las disposiciones de la legislación civil". ( el paréntesis es nuestro). En el Código Civil esta prevista integramente la materia en el Libro Cuarto, Título Cuarenta y por ende son las previsiones allí consignadas las que guían la cancelación de las obligaciones. Adicionalmente es del caso hacer énfasis en que las obligaciones personales dan derecho a los acreedores a perseguir los bienes del deudor ya sean muebles o inmuebles y aún los futuros con excepción de los que la ley tiene como inembargables. Como desarrollo de lo expuesto el artículo 2492 del Código Civil, haciendo la señalada salvedad, establece que los acreedores pueden exigir la venta de todos los bienes del deudor hasta el monto de sus créditos, incluyendo los intereses y costas de la cobranza, para que con el producto se les satisfaga completamente si fueren suficientes los bienes " … y en caso de no serlo, a prorrata, cuando no haya causas para preferir ciertos créditos". ( La negrilla no es del texto) Según el artículo 2493 ibídem, las causas de preferencia de los créditos son el privilegio y la hipoteca. Los privilegiados son los enunciados en al artículo 2494 ibídem, como los de primera segunda y cuarta clase; la hipoteca da al acreedor hipotecario una preferencia especial correspondiente la tercera clase. Lo importante de este tratamiento consiste fundamentalmente en permitir definir la existencia de preferencias que se pueden clasificar en generales y especiales, como lo destaca el profesor Guillermo Ospina Fernandez en su obra "Régimen General de las Obligaciones": las primeras, es decir las generales, dan derecho al acreedor a perseguir la satisfacción preferencial de sus créditos sobre todos ( se resalta) los bienes del deudor v.gr. los créditos privilegiados de primera clase; las segundas únicamente afectan determinados bienes, consideramos en este evento el crédito hipotecario en donde la preferencia se da exclusivamente respecto del bien hipotecario.. Aclarado lo anterior, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 242 del Código de Comercio, el liquidador habrá de acatar la normatividad sobre prelación de créditos en el momento de cancelar el pasivo externo a cargo de su representada ( Libro IV Título 40 del Código Civil, artículos 2488 a 2511). Reconocidos los créditos e integradas las órdenes, una vez se realicen los activos, el liquidador debe proceder a finiquitar las obligaciones a cargo de la sociedad. Por último es pertinente resaltar que de acuerdo con el artículo 2510 ibídem ( norma general aplicable a todos los créditos preferentes), si dichas deudas no pueden cubrirse en su totalidad, el saldo insoluto pasa a formar parte de los créditos de quinta clase ( es decir que no gozan de preferencia alguna), concurriendo a prorrata, de tal manera que en dicho caso cada acreedor sacrifica parte de su crédito. En los anteriores términos se ha dado respuesta a su consulta, no sin antes advertir que los efectos del presente pronunciamiento son los previstos en el artículo 25 del Código Contencioso Administrativo.