Camila Rico Hacia un pensamiento crítico acerca del consumo problemático – Edith Benedetti Texto que problematiza las estrategias y los modelos preventivo-asistenciales con respecto al consumo problemático actual que se observa en el ámbito asistencial. Reflexiona sobre los modelos de intervención en el contexto de la ley de SM 26.657. Hoy el consumo de sustancias psicoactivas genera temores y prejuicios. Representación social: sistemas de Las representaciones sociales sobre esta problemática (producidas y valores, ideas, practicas con una reproducidas por la mayoría de los medios masivos de comunicación) doble función: establecer un orden asocian mecánicamente el consumo de drogas con adicciones, por el cual el individuo se pueda orientar en el mundo y permitir la ilegalidad, delincuencia y/o marginalidad; y su tratamiento, con el comunicación entre los miembros de encierro, internación, comunidades terapéuticas, abstención/prohibición una de la sustancia. Esto sigue siendo sentido común en nuestra sociedad, código para el intercambio social y un incluso está arraigada en profesionales de la salud. código para denominar y clasificar. comunidad, aportándoles Los fenómenos relacionados al consumo problemático de sustancias son de mucha complejidad. Nos exige considerar las múltiples dimensiones de los estos (la legislación, los marcos éticos y culturales, los grupos, individuos, transformaciones de la época, modelos sociales, políticas públicas y sanitarias, etc.). Resulta fundamental subrayar que la mayoría de los consumidores de sustancias psicoactivas no son consumidores problemáticos. Es necesario deconstruir aquellas representaciones sociales en torno de las sustancias psicoactivas, el consumo y los consumidores. El marco normativo sobre SM (2010) nos enfrenta con la tarea de elaborar nuevos dispositivos y estrategias de intervención clínica. Pensar en esta tarea implica revisar los dispositivos ya existentes y considerar las condiciones político-institucionales de su producción. La ley de SM conlleva un cambio de paradigma: las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de SM. Las personas con uso problemático de drogas tienen todos los derechos y garantías que se establece en la ley. Somos contemporáneos de un desplazamiento necesario en la comprensión normativa de las adicciones del ámbito penal al sanitario que nos obliga a repensar nuestras prácticas clínicas e institucionales. El abordaje penal no considera la dimensión subjetiva de la persona, no piensa en clave de sujeto de derecho y de la salud como derecho. Por otro lado, desde la perspectiva penal el criterio de legalidad gobierna nuestra lectura. Además el consumo problemático no se reduce a situaciones relacionadas con el consumo de sustancias prohibidas. Ej.: alcohol. En conclusión: la perspectiva penal no distingue entre consumo problemático y no problemático. El consumidor es consumidor de sustancias ilícitas y por eso es un transgresor. un El desplazamiento de las adicciones del campo penal al sanitario implica el cuestionamiento de la relación entre consumo de sustancias psicoactivas y el consumo problemático; y la asociación entre consumo de sustancias y problemas para el consumidor, grupo y comunidad. La circulación de sustancias psicoactivas de nuestra sociedad es distinta a la de otras sociedades. En las últimas décadas se han producido variaciones a nivel de la subjetividad, se sustituyó al “ciudadano” por “consumidor” introduciendo la “liquidez”. Se trata de puro consumo. Las sustancias psicoactivas se inscriben en una lógica de mercado como cualquier mercancía. Si el eje de análisis ya no está en si la sustancia es lícita o ilícita (incluso podría no ser una sustancia) sino en el sujeto, es necesario pensar el vínculo problemático que cada sujeto sostiene con el objeto. La ley de SM 26.677 establece que cualquier ciudadano que tenga un vínculo problemático con el consumo está padeciendo y es competencia de las instituciones sanitarias darle tratamiento. El diseño y la implementación de las intervenciones clínicas exige pensar la singularidad del sujeto en clave de época y situación. Modelos de intervención clínica y consumo problemático Modelo ético-jurídico: el primer modelo preventivo asistencial. Modelo: esquema sintético Concepción epistémica y política que pone como eje del análisis a la que ordena los elementos de sustancia psicoactiva, la cual es un “fetiche maldito” que causa todos los males individuales y sociales. El sujeto es un actor secundario, objeto dominado por la sustancia psicoactiva. La consideración de las la realidad-visión del mundo (en este caso que visión o idea tenemos del consumo de sustancias sustancias está determinada por su criterio de legalidad: hay sustancias licitas e ilícitas y las segundas son las que constituyen el “problema droga”. El consumidor de drogas ilícitas viola la ley, es un transgresor. Se trata de una valoración ética de las conductas humanas que distingue bueno de malo. Al ser un modelo punitivo sus estrategias son la prohibición de oferta, cultivo, etc. y la penalización del consumidor (estrategias abstencionistas). El consumidor se ve como víctima (objeto) de una sustancia poderosa y como el culpable, en tanto sujeto de la transgresión, de haber violentado la norma establecida. Modelo médico-sanitario: surge a mediados de XX. Mirada médico-epidemiológica, las adicciones son leídas en clave de enfermedad y el consumidor de drogas como enfermo (no como transgresor o delincuente). Eje de análisis: sustancia, no sujeto. Causa del fenómeno pensando en la toxicidad o potencial adictivo (efectos clínicos de la sustancia). La distinción entre sustancias licitas e ilícitas no importa. El entorno se lee de la misma manera que para enfermedades infectocontagiosas, la consideración del contexto en el análisis del modelo hace eje en los actores vinculados con grupos o poblaciones de riesgo. Las estrategias de sp son asimiladas a instancias de control y disciplinamiento sociales. Pretensión de evitar el consumo de la sustancia que causa los males (estrategia abstencionista a partir ya no de una sanción normativa, sino de la comunicación de los daños de usarla). Modelo psico-social: surge en los 80. Eje de análisis: sujeto, más precisamente el vínculo que el sujeto construye con la sustancia. La condición licita/ilícita o el estatus farmacológico son asuntos necesarios pero secundarios. Surgen conceptos como por ejemplo el uso y/o abuso de sustancias que permite diferenciar el consumo problemático del no problemático. El consumidor problemático es un enfermo. Este consumo problemático es síntoma de un malestar previo a la sustancia que el sujeto tiene con su medio social. La adicción es pensada como manifestación de un trastorno psíquico que requiere una intervención en el campo de la SM no reducible a la estrategia abstencionista. Estrategia preventiva de naturaleza inespecífica. Modelo “psicológico” que no contempla la dimensión social: el sujeto es un enfermo y el origen de esta enfermedad es psicológico (psicologismo individualizante). Modelo socio-cultural: surge en los 80. Enfatiza en ña dimensión macro-social. Las causas del consumo son cualquier hecho o fenómeno social. Las estructuras sociales y sus factores socioculturales y socioeconómicos son los recursos tenidos en cuenta. “Droga como evasión de la realidad”, síntoma de una sociedad en crisis, manifestación de la imposibilidad de esa sociedad de ofrecer a esos individuos un proyecto existencial. Modelo ético social: perspectiva enmarcada en la sociología crítica. Problematiza la relación del sujeto con la sustancia psicoactiva en un contexto determinado e incluye la pregunta por el proyecto vital como dimensión central a considerar. Estrategia abstencionista-prohibicionista: se inspira en los modelos ético-jurídico y médico-sanitario. Énfasis en la sustancia como causa del consumo, por eso lograr la abstinencia es el inicio del tratamiento. Sustancia como objeto prohibido. Se desarrolla en comunidades terapéuticas cerradas que cuenta con determinadas reglas que si son transgredidas hay sanción. Las estrategias preventivas se orientan por los mismos principios que las de asistencia. Las publicidades que afirman que la droga enferma y mata deja entrever el discurso medico sanitario, otras apelan a la droga como mal, falla moral, algo ilegal explicitando el discurso ético-jurídico. Charlas informativas como”no te drogues” terminan promocionando la sustancia en vez de la salud. Desde esta perspectiva una intervención posibles es la reducción de la oferta de drogas (intervención q apunta al objeto). Esta estrategia se relaciona con el control: se sustrae la sustancia se controla: mejoría de la persona. De esta manera se condiciona a la persona al futuro logro de la abstinencia y si en el tratamiento consume es una “recaída”, la cura es la abstinencia. El tratamiento a puertas cerradas en comunidades terapéuticas no sirve, el encierro no cura y el sujeto tiene poca participación. Estrategia de reducción de riesgos y daños: surge como alternativa al modelo antes nombrado. Tiene como antecedente el comité Rollerston (1926, Inglaterra) que generó estrategias q consistían en prescripción de heroína y cocaína como parte integrante del tratamiento, favoreciendo la desintoxicación progresiva. Esta experiencia deja su huella en la tradición de los médicos ingleses y sienta las bases para lo q en los 80 vino a construirse como política pública y llamarse “reducción de riesgos sociosanitarios”. Esta estrategia ganó fuerza en los últimos 30 años por dos cosas: En Europa los costos q demanda el HIV/SIDA entre los usuarios de drogas intravenosas son superiores a los daños producidos por la sustancia misma Fracaso las políticas de tolerancia cero y su gran costo social, jurídico y sanitario q produce población joven en la marginalidad, reclusión carcelaria, incremento de consumo, intoxicaciones y tráfico de drogas. Las estrategias de reducción de riesgo se han combinado en algunos casos con abordajes conductistas y otros de orientación teórica diversa. Ej.: programa “droga por droga” (Suiza): administrar la sustancia por medio de profesionales y en buenas condiciones sanitarias, con lo q se reducen los riesgos de obtener la droga de un narcotraficante, la mezcla o productos tóxicos q pueden tener, uso de jeringas, etc. La aplicación de esta estrategia puede funcionar en un determinado contexto espacio temporal y no en otro. Características más importantes de la estrategia de reducción de daños Posibilidad de disminuir la entrada a la adicción y los riesgos del consumo. Quien consume es ayudado por un profesional a disminuir los riesgos vinculados al consumo: de salud (enfermedades), sociales (estigmatización, vulnerabilidad), legales (penalización por tenencia de estupefacientes). Sujeto como activo y responsable por sus prácticas, debe tener participación en su propio tratamiento y que este es accesible para la persona. Aceptabilidad y accesibilidad. Parte del hecho de que quien consume está en riesgo. Hay situaciones a las q se expone y hay cosas que no sabe por lo que se le debe informar sobre su consumo y de cómo cuidarse. Prevención inespecífica: apunta a algo más que el no inicio o la supresión del consumo. Prevención en tanta promoción: de posibilidades, sentidos, de transformaciones, escucha, activación de recursos y alternativas para la resolución de problemas; en fin, de construcción de un proyecto vital. Aportes para una propuesta actual: Los modelos abordados deben responder a tres ejes: sujeto, dimensión sociohistorica y vínculo con la sustancia. Deben leerse en clave de época y situación y ver q respuestas se pueden ofrecer en el marco de las instituciones públicas de salud. Debemos enfrentarnos a nuevos interrogantes: nuevas formas de problemas sociales, impactos institucionales inesperados, nuevas presentaciones, posibles escenarios de intervención clínica y los desafíos q surgen a partir de estos interrogantes. El consumo problemático en las últimas décadas ocupa un lugar diferenciado en el imaginario social, las representaciones sociales y las nuevas expresiones de la cuestión social. Las adicciones son el lugar desde donde salen rasgos de una sociedad atravesada por relaciones violentas, fragmentación y pérdida de espacios de sociabilización; esto produce nuevas formas de padecimiento. Existe una serie de padecimientos en Argentina q muestran los efectos de un estado neoliberal en la construcción de la subjetividad. Expresiones de desigualdad, malestar en tanto padecimiento. La reconstrucción y recuperación de la centralidad del estado debe atravesar todos los órdenes políticos para q vuelva a ser garante de la solidaridad e integración social. Desde esta perspectiva los modelos clásicos en el campo de las adicciones parecen tener capacidad de respuesta limitada. La ley de SM 26.657, marca un nuevo escenario para la SM en general y los consumos problemáticos en particular, dado q reconoce q son procesos determinados por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos. Detalla q las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de SM. Los consumidores tienen todos los derechos y garantías de la presente ley. La consideración de adicciones como cuestión q se inscribe en SM, la no distinción de sustancias licitas/ilícitas, la inclusión de adicciones en políticas públicas y su atención en los servicios de salud son tres aspectos centrales a la hora de concebir una propuesta actual de intervención. La complejidad de las presentaciones actuales dan necesidad de intervenciones de acuerdo a las necesidades, entendiendo al otro como sujeto activo y responsable. La abstención no sirve de mucho clínicamente, incrementa miedo e inseguridad en su libertad y salud, las recaídas son mayores, la noción misma de recaída está asociada a la estrategia abstencionista como falla o transgresión. Proponemos no hablar de recaídas ante una cura, sino de consumo responsable y regulación del consumo, ideas basadas en la concepción de integralidad del sujeto y la problemática. Podríamos aludir a estrategias de umbral mínimo de exigencias o requerimiento (en clave de época y situación): no exigencia de abstención, el objetivo es dejar de consumir de modo problemático. Una propuesta actual debe orientarse (así como en la estrategia de reducción Salud de riesgos y daños) a la disminución del ingreso al consumo problemático y sus social riesgos. Se debe tener centralidad en la singularidad del sujeto. Pensar en sujetos de derecho, la salud como derecho y el estado como garante del mismo. como construcción atravesada componentes por históricos, socio-económicos, culturales, psicológicos y biológicos, su mejoramiento requiere de toda la sociedad. Hay q pensar la singularidad psico-social y cultural, en el marco de lo plural y así Regulación del consumo: ofrecer intervenciones adecuadas a las necesidades del sujeto desde la movimiento en la posición complejidad de la problemática. Intervenir para la reconstrucción del lazo social, la subjetiva construcción de un proyecto personal y articulado en lo grupal y social y la del paciente, efecto clínico. El paciente es capaz de tomar ciertas escucha como posibilitadora del proceso. Es importante ampliar la oferta de decisiones respecto a su atención estableciendo objetivos múltiples e intermedios, adaptando las consumo intervenciones a la heterogeneidad de los sujetos con consumo problemático y perder sus trayectorias individuales. Es fundamental tomar medidas que permitan un uso q su tiende compulsivo. controlado de sustancias, regular el consumo. La regulación del consumo está ligado con el trabajo clínico, a partir del cual se espera que ciertos cambios subjetivos posibiliten un manejo del consumo. La abstinencia en cambio es un imperativo tan elevado que es irrealizable, imposibilidad de cualquier movimiento en la posición subjetiva. Es primordial descentrar a la droga, retirarla del lugar de fetiche. Regular el consumo implica que este deje de ser problemático. Esta propuesta parte de la reducción de riesgos y daños. Regular implica reducir daño y riesgo hasta llegar a un consumo responsable. La diferencia entre nuestra propuesta actual y la de reducción de riesgos y daños, es que esta última consiste en una estrategia preventiva-asistencial, no se trata de una propuesta clínica, sino de uno de los elementos que la componen. Pensar en el consumo problemático implica pensar en un abordaje interdisciplinario e intersectorial (establecido en la ley de SM). En relación a esto, es imprescindible entender las adicciones como parte de la salud pero entablar diálogo con otros sectores. Podemos convocar, por ej., dispositivos que involucran el acompañamiento terapéutico, la internación domiciliaria, la asistencia jurídica, estrategias de re vinculación con el trabajo y/o terminabilidad escolar, etc. En c/u de estos dispositivos están en juego diversos sectores. El abordaje desde un solo lugar es insuficiente. La reflexión acerca de dispositivos implica generar recursos más abiertos, amigables y no censuradores, interdisciplinarios, intersectoriales y político – institucionales. Se trata de concebir la intervención clínica como una instancia de construcción de nuevas preguntas, como un lugar de encuentro, como la cimentación de dispositivos que construyan un nuevo lugar desde la palabra. a carácter