Comprendiendo la Propiocepción Un adecuado proceso de Integración Sensorial se produce cuando nuestro Sistema Nervioso es capaz de ordenar y organizar todas las sensaciones que le llegan (tanto internas como externas) para así producir una respuesta adaptativa ajustada a nuestro medio. Por ejemplo, un bebé ve un juguete con luces y entonces se endereza y levanta su miembro superior para alcanzarlo. Esto es una respuesta adaptativa, el niño ha vencido ese reto y logra algo que quiere, algo que le es significativo (recordemos que estamos hablando de un enfoque de Terapia Ocupacional, y que la base de nuestras intervenciones es SIEMPRE la actividad significativa u ocupación). Cuando este proceso no se produce adecuadamente, entonces surgen los Trastornos del Procesamiento Sensorial, de los cuales iremos hablando. Vamos a ir desglosando algunos aspectos básicos de nuestros sistemas sensoriales ¡tenemos siete sentidos!, para tratar de comprender su importancia en el desarrollo y en el logro de un desempeño adecuado. ¡Comenzamos por la Propiocepción! ¿Qué es la Propiocepción? La Propiocepción nos aporta información desde nuestros músculos, ligamentos y articulaciones. Nuestros receptores a través de las vías aferentes nos aportan sensaciones sobre la compresión y el estiramiento de músculos y articulaciones. Gracias a la “Propio”, podemos saber la posición de nuestro cuerpo o de nuestros segmentos corporales sin verlas. También nos informan de la sincronización de nuestros movimientos y de su velocidad. Como nos indica Mailloux, “cuando nuestra propiocepción funciona adecuadamente podemos ajustar nuestra posición y postura de manera automática. Así, podemos asumir y mantener posiciones óptimas para las actividades diarias como sentarnos en una silla para trabajar, sostener utensilios como un lápiz o un tenedor de manera correcta, saber cómo moverse a lo largo de un pasillo para no chocar con las cosas, saber qué distancia debemos mantener con las personas para no estar demasiado cerca o demasiado lejos de ellas, planificar cuánta presión hay que ejercer para no romper la punta de un lápiz o un juguete, o bien corregir acciones en las que no estamos teniendo éxito como por ejemplo, arrojar una pelota sin dar en el blanco, o dar un salto a la piscina y caer de golpe.” Entre muchos otros ejemplos más. Así que podemos imaginarnos las dificultades en las Actividades de la Vida Diaria que pueden surgir si este sistema no funciona adecuadamente y no somos capaces de integrar las informaciones de nuestro propio cuerpo, el esfuerzo que nos supondría estar constantemente compensando con la visión y/o readaptándonos por no estar seguros de “cómo y dónde” está nuestro cuerpo. La propiocepción interviene en (Blanche, 2013): La Propiocepción influye directamente en: El tono muscular Nivel de actividad Esquema corporal Disociación, coordinación, fluidez, fuerza y velocidad Estabilización de articulación proximal y cocontracción muscular Control postural Planeación motora Función manual Así desde la teoría de Integración Sensorial se afirma y se relaciona la Propiocepción muy directamente con: Esquema corporal Equilibrio Coordinación Modulación del nivel de alerta ¿Qué signos pueden indicarnos que estamos ante un problema en el sistema propioceptivo? Tiene un patrón de búsqueda de actividades que impliquen saltar, empujar, golpear, chocar,etc. ¡no para! Agarra objetos, instrumentos, juguetes… con demasiada fuerza. Aplica demasiada presión al escribir, rompe el papel. Le gustan las actividades como los “abrazos de oso”. Rompe cosas o hace daño a otras personas, pero porque parece no controlar su fuerza. Parece no juzgar adecuadamente el peso de los objetos. Puede andar pisando muy fuerte o tener la necesidad de dar patadas o zapatear contra el suelo cuando se sienta en el pupitre. Puede gustarle que le arropen fuerte en la cama o tener preferencia por las ropas ajustadas. Se lleva objetos, ropas… a la boca para morderlos. Puede parecer débil, torpe, con una musculatura “blandita”o con tendencia a caerse. No parece percibir cambios posturales en su cuerpo. Dificultad para subir y/o bajar las escaleras. Puede tener resistencia a adquirir nuevos patrones motores. Se puede mover como de forma rígida o descoordinada. Pueden ser incapaces de mantenerse sobre un solo pie y tener dificultad con las tareas de equilibrio. Puede tener dificultad en el manejo de objetos pequeños, como por ejemplo los cierres de las prendas. Es decir, se pueden dar signos a nivel de hiporresponsibilidad, de inestabilidad postural, o en la conciencia y control corporal. ¿Qué podemos hacer? Como indica Mailloux, “el sistema propioceptivo se activa a través de actividades tipo “empujar/arrastrar” por lo que aquellas actividades que involucren peso o presión darán una sensación a menudo calmante y pueden ser útiles para niños que se desorganizan frecuentemente”. Así, podemos aprovechar tareas de la vida diaria y asignárselas a los chicos: llevar las bolsas tras la compra, ser el encargado de llevar la garrafa de agua a la mesa, de llevar el pienso del perro al patio, de llevar el cesto de la ropa sucia… Los juegos y actividades como hacer abrazos de oso, jugar a aplastar o a hacer sandwiches, colgarse de una barra, asaltar en el trampolín, trepar por las espalderas o por un rocódromo, También puede ser una buena idea usar material pesado o lastrado. Tenéis varios ejemplos aquí (enlace). Hay ropa lastrada, chalecos, cojines y mantas, también mantas muy elásticas, que pueden seros útiles. También podéis ver este listado de equipamiento y juguetes que ha elaborado el blog The Sensory Spectrum (enlace aquí). Por último, os enlazo un tutoríal para hacer un cinturón lastrado con un calcetín (clic aquí). Os recomiendo que os paséis por mi Pinterest de Integración Sensorial (enlace aquí). Tener al niño con los ojos cerrados y que sienta dónde están sus piernas, manos, brazos etc. Preguntarle si están arriba o abajo. Observar si el niño puede ponerse en diferentes posiciones sin ayuda de su vista, como rodar una pelota, tocar su nariz, hacer círculos con los brazos, formar una “X” con los brazos y piernas, etc. Darle al niño estímulos propioceptivos extras cuándo esté aprendiendo algo nuevo. Por ejemplo; ponerle un brazalete liviano cuando esté tratando de arrojar una pelota, lo que le puede dar más información acerca de la posición de su brazo. Practicar letras, formas o números en materiales diferentes como plastilina o barro. Poner tus manos en su cadera y presionar suavemente cuando esté aprendiendo una nueva habilidad motora como subir las escaleras o patinar. O mover al niño a través de acciones proporcionándole resistencia a sus movimientos para que los pueda “sentir” de manera más fácil. Dar masajes suaves y firmes si es que el niño lo disfruta. Frotar sus brazos y piernas para ayudarlo a despertar, aplicarle presión en los hombros o la cabeza para calmarlo o masajear sus manos antes de que esté por iniciar una tarea motora que sea difícil Bibliografía: Ayres, J. (1998). La integración sensorial y el niño. Méjico: Trillas. Beaudry, I. (2011). Problemas del Aprendizaje en la Infancia. Oviedo: Nobel. Blanche, E. (2013). Apuntes del curso 1 de la Formación Oficial de Integración Sensorial. Blog Neurolandia, un mundo de sensaciones. Enlace. Blog Sensory Processing Made Simple. Enlace. Blog Sensory Processing Disorder. Enlace. Mailloux, Z. Tópicos sobre Integración Sensorial de la web personal de Zoe Mailloux. Enlace.