Embarazo, Bebe y Niño › Ninos › Psicologia infantil › Problemas para leer bien disfasia y dislexia Problemas para leer bien: Disfasia y dislexia Comenta2 comentariosAñade el tuyoVota (0 voto) <div class="fallback"> </div> <div id="Cm_rating_default_905_text" class="rating-text"> <a href="/usuarios/login">Logearte para votar!!</a> </div> guardando Comparte Share on facebookShare on emailShare on twitterShare on printMore Sharing Services14 Ambos trastornos afectan al aprendizaje y sobre todo a la comprensión lectora. Si no se tratan a tiempo, pueden causar ansiedad, frustración, baja autoestima… pero si se detectan pronto y se pone en marcha un tratamiento adecuado, ambos pueden superarse con éxito y el niño podrá tener una vida normal, incluso llegar a ser una personalidad relevante, como Einstein o Walt Disney, ambos disléxicos ¿Qué es la dislexia? La dislexia, tal y como nos explican desde la página web educaKids.com, es un tipo de deficiencia del aprendizaje que se manifiesta por la dificultad que el niño presenta para leer y comprender el lenguaje escrito. Los niños con dislexia tienen problemas para realizar las conexiones básicas entre las letras y sus correspondientes sonidos, que se traduce en dificultades con la ortografía, la escritura, la capacidad para deletrear y el habla. ¿Y la disfasia? La disfasia es un desorden del desarrollo del lenguaje que provoca problemas de comprensión y expresión. Se trata de un problema más grave que un retraso en el lenguaje, ya que aunque los niños que lo padecen presentan índices de inteligencia normales, tiene repercusiones en los ámbitos emocionales, sociales, familiares y académicos. ¿Cuáles son sus causas? Las causas de la dislexia son difíciles de precisar aún en la actualidad, a pesar de la gran cantidad de estudios e investigaciones que se han publicado sobre la materia. Sin embargo, algunas de las razones empiezan a estar claras y la mayoría de los especialistas están de acuerdo en que la dislexia puede ser causada por factores hereditarios, problemas tempranos de audición, o una combinación de ambos. El cerebro de los niños disléxicos muestra una alteración inusual de la actividad entre su lado izquierdo y derecho, de tal forma que si el niño no disléxico utiliza el lado izquierdo de su cerebro para trabajar con el lenguaje, los niños disléxicos utilizan además el lado derecho. Esto provoca en los últimos que su cerebro tenga que trabajar seis veces más que el de un no disléxico y que se fatiguen cuando trabajan con el lenguaje y los textos. En ocasiones, si el niño en sus primeros cinco años sufre continuos resfriados o infecciones de garganta que impiden una audición correcta, esto puede provocar que el cerebro en desarrollo no establezca las conexiones correctas entre los sonidos que recibe y, si no se aplica el tratamiento correcto, termine produciendo dislexia. Por lo que a la disfasia se refiere, las investigaciones más recientes apuntan a que ésta es de origen neurológico. Mientras que algunos investigadores creen que las personas que lo padecen presentan un cerebro diferente, otros consideran que la disfasia refleja una variedad de disfunciones en las rutas cerebrales necesarias para la correcta comprensión, desarrollo y programación del lenguaje. Estas disfunciones son de naturaleza desconocida y la causa en muchos casos se encuentra en un problema genético o en alguna lesión que tiene lugar en el desarrollo del cerebro durante el embarazo o incluso por falta de oxígeno en el parto. El problema, por tanto, tiene lugar en el nacimiento y no posteriormente como consecuencia de algún trauma emocional o de otro tipo. Evolución de la dislexia - De los 3 a los 5 años, el niño disléxico puede tener un desarrollo lento del habla y dificultades de pronunciación, aunque no siempre tiene que haber dificultades relacionadas con el lenguaje oral. También pueden aparecer dificultades para aprender rutinas y memorizar números, letras, los días de la semana, canciones o los colores, dificultades con la manipulación de sus prendas de vestir (abotonar o subir cierres), etc. - Entre los 6 y los 8 años, la mayor complicación que presentan es en la asociación grafemafonema (letra-sonido). Otras dificultades que aparecen más raramente son dificultades en operaciones de lógica espacial y en la memoria secuencial. En algunos casos, comienzan a evidenciarse problemas en otras áreas académicas, como por ejemplo las matemáticas (discalculia). - En este mismo rango de edad y hasta los 11 años, el niño puede confundir los números, las letras o cambiar el orden de éstas en las palabras; presenta dificultades en la pronunciación de las palabras que lee y tiene dificultades para comprender las lecturas. Consecuencias psicológicas de ambas Los niños con dislexia pueden sentirse frustrados al ver que no son como el resto de sus compañeros y que tienen que asistir a clases de refuerzo de lectura. También pueden ser objeto de burla por parte de sus compañeros, lo que les genera inseguridad al ir al colegio. Rechazan la lectura o que les hagan leer en voz alta en clase. Todo ello puede afectar a su autoestima y generar un sentimiento de culpa. Por su parte, los niños con disfasia se muestran despistados y, al no poder comunicarse correctamente, se encierran en su propio mundo, no sonríen. A los padres les suele llamar mucho la atención que se quedan con la mirada perdida y su juego es muy metódico y ordenado. Hay que tener en cuenta que si no se empieza a tratar al niño, éste se mostrará triste y aislado, y podrá bloquearse y ser poco activo. A partir de aquí, ambos trastornos pueden desencadenar problemas emocionales y/o conductuales tales como ansiedad -manifestada más habitualmente en problemas en la alimentación (disminución o aumento del apetito), el sueño (insomnio, pesadillas...) o somatizaciones (cefaleas, vómitos, abdominalgias...)-, sintomatología depresiva (sentimientos de fracaso, inseguridad, dificultades escolares, tristeza, cambios bruscos de humor...), dificultades en la interacción con sus compañeros, conducta agresiva o provocadora como mecanismo de defensa ineficaz, y baja autoestima. ¿Cómo se pueden tratar ambos trastornos? Los niños que padecen dislexia pueden, con un tratamiento profesional adecuado, aprender a leer y a desarrollar estrategias multisensoriales que les permitan desarrollar un aprendizaje con normalidad. Entre los tratamientos utilizados más habitualmente se encuentran los siguientes: • Enseñar cómo las letras están vinculadas a los sonidos para hacer las palabras. • Leer en alto con ayuda del profesor. • Enseñar al niño a escuchar y a repetir. • Utilizar la memoria visual y táctil escribiendo las letras en el aire, en el suelo, utilizando cartulinas, o moldeándolas con plastilina y luego unirlas formando palabras. Ayuda al cerebro a recordar el orden de las letras en la palabra. El niño ha de ponerse en manos de un logopeda o educador especializado, que le enseñe las técnicas necesarias para la lectura y a mejorar los aspectos del lenguaje. Se debe huir de tratamientos que van asociados a leer tapando un ojo o utilizar lentes de otros colores, ya que la dislexia es una alteración de la función del cerebro y no una alteración de la función visual. Para tratar la disfasia es necesario llevar a cabo un tratamiento de educación especial y de ayuda en desarrollar mecanismos de compensación visual. Para ello es necesario promover la comunicación de los niños utilizando diferentes métodos como hablarle despacio, articular con claridad, repetir el mensaje varias veces, establecer una buena relación con el niño y utilizar los gestos y las miradas en la comunicación, adecuando el lenguaje a su nivel. ¿Qué puede hacer la familia? Las familias juegan un papel fundamental en la detección del problema. La rapidez con la que la familia acuda a la consulta de un especialista para que comience a tratar el niño es clave. Los padres han de estar alerta cuando observen comportamientos como que sus hijos no se concentran en algunos aspectos y en otros mucho, no tienen problemas de vista pero se acercan mucho a las cosas para mirarlas de cerca, se caen al suelo más de lo normal, son muy desorganizados, o perciben de manera diferente la forma de los objetos. El papel de los padres también es fundamental durante el tratamiento pues deben ayudar y reforzar los ejercicios y actuar incluso como logopedas de su hijo. Han de ayudar al niño a comprender el problema que tiene, darle mensajes claros, evitar las comparaciones y ayudarle con las tareas siguiendo su propio ritmo. No ha de faltar el apoyo emocional y la motivación de la familia para que el niño tome conciencia de sus logros y del esfuerzo que está realizando. ¿Pueden los niños disléxicos tener un aprendizaje normal? La dislexia no es un obstáculo para que el niño pueda tener un aprendizaje normal y tener éxito en el futuro. De hecho, la historia nos proporciona casos de artistas, atletas, científicos y políticos que han aprendido y contribuido en el conocimiento a pesar de su dificultad con la lectura. Entre ellos se encuentran personalidades como Einstein y Walt Disney. Un estudio reciente de una escuela de negocios de Londres afirma que un tercio de los emprendedores norteamericanos son disléxicos. Richard Branson, dueño de Virgin, y el arquitecto Norman Foster, entre otros. Los niños disléxicos presentan fortalezas importantes en ámbitos como la creatividad, la coordinación física y la empatía en sus relaciones, que compensan las carencias ya citadas. Además, destaca su capacidad de comunicación y desarrollo de lenguaje oral que compensa sus deficiencias escritas y que predispone a los disléxicos a una mayor creatividad a la hora de solucionar problemas y a la acción. Fuente: www.educakids.com. Federación Española de Dislexia, www.fedis.org. Redacción: Irene García