La migración hoy Álvaro Bracamonte Sierra* El fenómeno migratorio es un tema recurrente. No es para menos considerando que cerca de 30 millones de estadounidenses son de origen mexicano; me refiero a los legalmente establecidos pues nacieron en ese país o consiguieron residencia legal. Además, se calcula que existen 6.5 millones de mexicanos indocumentados. Todos, en mayor o menor medida, mantienen relaciones con sus familiares en México, las que en el plano económico se expresan en el envío de remesas en cantidades que ahora constituyen una fuente de financiamiento imprescindible para amplios segmentos de la sociedad. La fuerza creciente de los hispanos en ese país se afianza conforme pasa el tiempo. En unas décadas casi el 30% de los estadounidenses serán de ese origen. La importancia económica que tienen es indiscutible. Su protagonismo no se reduce a lo económico sino que de manera gradual cobran significancia política, como lo demuestran los resultados electorales en las primarias estadounidenses. Los votos hispanos fueron determinantes en las entidades fronterizas donde Hillary Clinton ganó gracias al apoyo recibido de la comunidad mexicana de California, Arizona, Texas y Nuevo México. Pero los inmigrantes indocumentados han sido ubicados como un peligro para la seguridad estadounidense. Esta definición forma parte de la estrategia político-electoral republicana después de los lamentables actos terroristas del 11 de septiembre de 2001. La cuestión migratoria se ha discutido mucho en los debates sostenidos entre los aspirantes a la Casa Blanca. Vale la pena entonces adentrarse en el tema, específicamente en un contexto de crisis económica como el que enfrenta hoy el vecino del Norte. Normalmente los estudios sobre la migración hacia Estados Unidos se reducen a analizar el flujo de los compatriotas en su heroico esfuerzo por alcanzar el “american way of life”. Pero es indispensable tomar en cuenta las repercusiones que tiene la migración de retorno, es decir, los connacionales que decidieron cerrar la aventura americana y regresar a sus lugares de origen; tampoco se han estudiado suficientemente las transformaciones derivadas de las crecientes e intensas inyecciones de recursos que los “paisanos” realizan a la economía de las regiones donde nacieron. Existe una especie de dicotomía en la dirección de los flujos migratorios entre aquellos que se dirigen de manera exclusiva a las localidades fronterizas (sin tener intenciones de cruzar la frontera) y los que se dirigen hacia Estados Unidos. Si bien es cierto que las localidades fronterizas jugaban en el pasado un papel de paso y eran utilizadas solamente como ciudades de cruce gracias a su vecindad con Estados Unidos, en los últimos 30 años, en virtud del crecimiento y diversificación de las actividades económicas, la frontera se ha convertido, por sí misma, en un polo de atracción de migrantes. De igual manera, la migración de mexicanos a EU debe conceptualizarse como un proceso que alterna residencias en ambos países antes de convertirse en un cambio de residencia más estable o eventualmente en un regreso definitivo a México. En Estados Unidos con frecuencia se detectan episodios de políticas antimigratorias agresivas explicadas de manera esencial por la presencia de procesos económicos recesivos. La coyuntura actual es precisamente uno de esos momentos. Sabemos que la economía estadounidense atraviesa una severa desaceleración. La crisis inmobiliaria ha contaminado a toda la economía deteriorando aún más las de por sí difíciles condiciones de trabajo de los inmigrantes indocumentados. Se teme que a raíz del crack económico que padece Estados Unidos y de la puesta en marcha de políticas migratorias más duras se genere un regreso masivo de trabajadores ilegales. Si a ello sumamos que el desempleo en las localidades fronterizas empieza a crecer como resultado de la disminución de las exportaciones de las maquiladoras, entonces la situación se tornará preocupante y obligará a confeccionar y aplicar programas y políticas públicas que mitiguen sus probables efectos. Precisamente de eso se trata la reunión de trabajo que los legisladores de la frontera Norte de México sostendrán este día en un hotel de Hermosillo. Más oportuno no podría ser un intercambio de opiniones frente al panorama ominoso que se avecina.