Subido por Elias Dominguez

Cancer y vida

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Sección a cargo de:María Die Trill
mdietrill@tiscali.es
Coordinadora de la Unidad de Psico-O
O ncología
Hospital Universitario Gregorio Marañón
Profesora Asociada de la
Universidad Complutense de Madrid
IMPACTO PSICOSOCIAL DEL CÁNCER
La calidad de vida de una persona que padece o ha padecido cáncer puede verse afectada de diversas maneras. Algunas personas describen cambios positivos en sus vidas
después de concluir los tratamientos. Para ellos, el cáncer ha supuesto un acercamiento a seres queridos, la resolución de problemas a los que previamente no se habían
enfrentado, una mayor valoración de la vida o una actitud más positiva ante ella. Para
otros, sin embargo, el cáncer ha provocado cambios físicos, emocionales y sociales que
alteran su rutina diaria. Este artículo trata del impacto psicosocial del cáncer y ofrece
líneas directrices que facilitan la adaptación a la enfermedad y ayudan a sobrellevarla.
1. El diagnóstico
E
l diagnóstico de un cáncer puede producir cambios psicológicos importantes en el paciente y en su familia, dependiendo
del tipo de tumor diagnosticado, de los tratamientos médicos
administrados, de sus sistemas de apoyo, del momento evolutivo en el que se diagnostica, del estilo empleado por cada uno para
afrontar los problemas que la vida plantea, de la historia de enfermedades que haya padecido... y de un sinfín de factores más. Por tanto,
la experiencia con el cáncer difiere en cada paciente y en cada familia.
Una de las reacciones emocionales más frecuentes ante la confirmación del diagnóstico es la de la negación. Mientras que algunos sospechan que pueden padecer una enfermedad grave antes de que se lo
confirme el médico, otros se sienten tan bloqueadas, una vez confirmado el diagnóstico, que no se lo pueden creer. Buscan segundas opiniones con el propósito de encontrar a un profesional que desconfirme la
presencia del cáncer; piden a su médico que repita las pruebas realizadas esperando obtener resultados diferentes; o bien piensan que los
resultados recibidos de las pruebas médicas no son suyos, sino de otro
enfermo.
A menudo es difícil creerlo. Lleva un tiempo diferente para cada persona asimilar su diagnóstico. Es un momento difícil y caótico tanto para el
enfermo como para su familia. En general, quienes lo sufren desconocen
el sistema sanitario y desconfían de su capacidad para poder afrontar la
enfermedad. Se preocupan de la
respuesta que tenga el cáncer al
tratamiento, cuyas consecuencias
no conocen, origen probable de
su temor.
En efecto, puede que uno no sepa
del cáncer más que lo que ha oído
a sus amigos o en los medios de
comunicación. Los temores al hospital, a los pinchazos, a las pruebas médicas, a los efectos secundarios del tratamiento, al rechazo
por parte de amigos y familia, a
no poder cuidar de los seres queridos o al abandono por parte del
cónyuge o la pareja son también
frecuentes. Otro de los miedos
más comunes se relacionan con la
muerte. Muchas personas aún
piensan que el cáncer equivale a
ese desenlace. No se puede negar
que algunos enfermos fallecen por
cáncer. Sin embargo, los índices
de supervivencia por esta enfer-
contigo
número 6 / septiembre 06
20
contigo>psicooncología
medad son cada vez mayores. Prueba
de ello es que cada vez nos encontramos con mayor número de personas
que han superado la enfermedad.
¿Por qué yo? ¿Por qué me ha tocado a
mí?
Son preguntas cuasi universales.
Desconocer las causas que han provocado la enfermedad genera mucha
ansiedad, lo que lleva al paciente hacia
un largo camino de búsqueda de respuestas, que no siempre encuentra.
Algunas familias describen estar
más unidas después de haber
pasado por la dolorosa experiencia, y
dicen que el cáncer les ha servido
para apreciar más su vida común.
Algunas personas se avergüenzan de padecer un cáncer. Piensan que es
algo “malo” o “sucio”, algo que les hace ser y sentirse diferentes a los
demás. Tienden a evitar hablar de su enfermedad con familiares y amigos,
lo que aumenta su sensación de soledad. Otros piensan erróneamente que
la aparición de su enfermedad es debida a su comportamiento (por ejemplo, consideran que el cáncer es un castigo divino por algún “mal” comportamiento pasado), o a situaciones de estrés a las que se han visto expuestos
a lo largo de su vida. Esto puede generar sentimientos intensos de culpabilidad. Si bien es cierto que existen factores de riesgo que favorecen la aparición de una enfermedad maligna (por ejemplo, el uso de tabaco y de alcohol), no tenemos aún evidencia de que factores psicológicos tales como la
depresión, los disgustos o el estrés sean la causa del cáncer.
La tristeza caracteriza también al enfermo con cáncer. Lloros frecuentes y
una cierta sensación de confusión mental pueden acompañarla. En ocasiones puede tenerse la sensación de no sentir nada, como un estado de
anestesia emocional que pasará a medida que transcurra el tiempo.
Éstas son algunas sugerencias que pueden facilitar el paso por este
periodo:
Darse tiempo para asimilar el diagnóstico. Este tiempo
puede variar de un enfermo a otro y entre los diferentes miembros de la
familia.
Solicitar del médico la información necesaria para entender claramente la enfermedad y los tratamientos que se van a administrar.
Rodearse de los seres queridos, lo que facilitará el enfrentamiento a una realidad que suele ser difícil de asumir.
Expresar lo que uno siente: no sólo podrá aliviar al enfermo
sino que brindará a las personas de su entorno una oportunidad para
apoyarle.
Recordar que los índices de supervivencia por cáncer son cada vez
mayores.
contigo
oncología para el paciente y su entorno
2. El tratamiento
Durante esta fase el enfermo, en
general, ha de emprender importantes cambios en su vida. Quizás,
aunque no necesariamente, se vea
obligado a interrumpir su actividad
profesional o sus responsabilidades domésticas. En algunos casos,
los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia y las
visitas frecuentes al hospital alteran
las relaciones con la familia y con
los amigos.
La persona que recibe tratamiento
para un cáncer se puede sentir
hostil y enfadada. En realidad,
tiene muchos motivos para estarlo,
como no poder llevar una vida
como la anterior al diagnóstico,
sentirse físicamente mal o tener
que someterse a revisiones médicas con frecuencia. El enfado suele
dirigirse contra el personal sanitario, la familia o incluso Dios, si se
es creyente. Sin embargo, la causa
real del enojo suele ser el hecho
de estar enfermo y de tener que
soportar tratamientos altamente
agresivos, así como la impotencia
ante la situación. Pero la hostilidad
también oculta una profunda tristeza difícil de exteriorizar.
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Las relaciones familiares pueden también verse afectadas por el cáncer
durante la administración del tratamiento. Una de las alteraciones que se
pueden producir en la familia es el cambio de roles. Así, si la afectada
es la madre de la familia, probablemente su cónyuge y sus hijos tendrán
que asumir las tareas domésticas durante el tiempo que dure la administración de los tratamientos.
En la relación de pareja se hace recurrente el temor a la ruptura. La falta
de comunicación, la dificultad en las relaciones sexuales, la tristeza y los
sentimientos de impotencia en el cónyuge sano pueden explicar el problema. En el caso de no tener una pareja estable, la posibilidad de ser
amado en el futuro puede generar gran angustia. No existe evidencia
alguna de que ni el cáncer ni sus tratamientos sean la causa de rupturas
en las relaciones de pareja. Cuando éstas ocurren, suele ser debido a problemas previos en la relación y es el cáncer o su tratamiento la “gota que
colma el vaso”, pero no la causa principal de la ruptura.
La flexibilidad y la cohesión familiar, junto con una comunicación abierta y sincera, facilitarán enormemente el proceso de adaptación de la
familia a la realidad generada por la enfermedad. Algunas familias
describen estar más unidas después de haber pasado por esta dolorosa experiencia, y refieren que el cáncer les ha servido para compartir lo
que sienten y lo que piensan, y para apreciar más su vida en común.
3. La etapa de supervivencia
Al concluir la administración del tratamiento, muchos consideran que
la persona ha de sentirse feliz. Mientras que esto es así para muchos
enfermos, otros describen una
percepción de amenaza a su vida
que puede persistir a lo largo del
tiempo y que se conoce en
Medicina como el síndrome de
Damocles. A pesar de tener un
buen pronóstico, suele permanecer el temor a que la enfermedad
reaparezca o a que el tumor no
haya respondido con eficacia al
tratamiento.
Por otra parte, algunos pacientes
describen gran presión del entorno por reincorporarse a sus actividades de un modo inmediato. El
cansancio y otros efectos secundarios de la enfermedad y del tratamiento suelen tardar en remitir,
siendo necesario un tiempo prolongado para que el enfermo
consiga una plena recuperación
física y psicológica.
En definitiva, mientras que algunos pacientes han vivido con el
cáncer una experiencia devastadora, otros no dudan en describirlo como algo que les ha ayudado
a disfrutar y apreciar más las
pequeñas cosas de la vida.
Sugerencias para afrontar mejor la enfermedad
Intente evitar que su vida gire alrededor de la enfermedad y de
su tratamiento: existen otras facetas muy importantes, como su
familia, sus amigos, sus creencias, su trabajo, y todo aquello
que forma parte de la existencia de una persona.
X Infórmese acerca del cáncer que padece y de los tratamientos
que recibe.
X No pierda la esperanza. Siempre habrá cosas que se puedan
hacer para aliviar su dolor y su sufrimiento y para mejorar su
calidad de vida.
X Evite aislarse. Apóyese en su familia y comparta con ellos lo que
siente y lo que le preocupa.
X Déjese cuidar.
X Exprese y comparta lo que siente con sus seres mas allegados.
X Adopte un papel activo en la toma de decisiones médicas e
intente “formar equipo” con el especialista.
X Intente centrarse en el aquí y ahora.
X
Reincorpórese a sus actividades rutinarias poco a poco y nunca
antes de haberse recuperado física y psicológicamente.
X Recuerde que el apoyo de la familia resulta fundamental para su
rehabilitación psicológica.
X No dude en solicitar ayuda de un psico-oncólogo si su angustia,
tristeza o malestar emocional son intensos o perduran en el
tiempo; si tiene problemas familiares que interfieren con su
adaptación a la enfermedad; si tiene dificultades con su pareja;
si someterse a pruebas médicas le supone excesiva ansiedad;
o si tiene cualquier otra problema mental. Un profesional especializado en Psico-oncología puede ser de gran ayuda, incluso
para su familia. No intente afrontar esta dura experiencia por sí
solo.
X Nunca olvide llorar en los momentos de tristeza: la lágrima que
más pesa es la que no se llora; pero también recuerde luchar
en los momentos de más fortaleza.
X
contigo
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