CONCILIO DE EFESO Se celebró entre el 22 de junio y el 16 de julio del año 431, en Éfeso, antiguo puerto griego, en la actual Turquía. Este concilio fue aceptado y considerado por la Iglesia católica, por la Iglesia ortodoxa y por la Iglesia copta como el III Concilio Ecuménico. Este concilio fue convocado por el Emperador Teodosio II y presidido por el Patriarca Cirilo de Antioquia, teniendo una asistencia de 200 a 250 personas. Motivación del concilio. EL NESTORIANISMO: Es una doctrina religiosa dentro del cristianismo que considera a Cristo radicalmente separado en dos naturalezas, una humana y una divina, completas ambas de modo tal que conforman dos entes independientes, dos personas unidas en Cristo, que es Dios y hombre al mismo tiempo, pero formado de dos personas distintas. Enmarcado dentro de las disputas cristológicas que sacudieron al cristianismo en los siglos III, IV y V. El nestorianismo fue propuesto por el monje Nestorio, oriundo de Alejandría, una vez nombrado obispo de Constantinopla en el año 428. Esto le llevó a enfrentarse con Cirilo de Alejandría, obispo de dicha ciudad, que defendía la tesis de la unicidad entre la persona humana y la divina de Cristo. Nestorio sostenía que Cristo era un hombre en el que había ido a habitar Dios, escindiendo la persona divina de la persona humana. Tanto los nestorianos como los partidarios de Cirilo fueron llamados al concilio de Éfeso en el año 431, convocados por Teodosio II. La disputa se centró fundamentalmente en torno al título con el cual debía tratarse a María, si sólo Christotokos (madre de Cristo, es decir, de Jesús humano y mortal) como defendían los nestorianos, o Theotokos (madre de Dios, también del Logos divino), como defendían los partidarios de Cirilo. Nestorio se oponía a que María fuera llamada Theotokos (Madre de Dios) porque le resultaba una incongruencia lógica y una blasfemia. Finalmente se adoptó como verdad de doctrina la propuesta por Cirilo, y se le concedió a María el título de Madre de Dios, y los nestorianos o difisitas, fueron condenados como herejes. Su centro de atención, se enfocaba en la Cristología, si Cristo es un ser de dos naturalezas (divina por una parte y humana por otra) en una persona o, por lo contrario, la monofisita: que proclama a Cristo un ser de naturaleza única, Dios encarnado con aspecto humano. El nestorianismo refutaba el concepto de encarnación, que estaba en juego al discutir los términos griegos anteriores y abrazaba el concepto de cohabitación o yuxtaposición. La doctrina nestoriana, que sigue las enseñanzas del exégeta Teodoro de Mopsuestia de Antioquia, insiste en el carácter distintivo de la divinidad y humanidad de Jesús, lo que movió a los críticos de esta confesión a acusar a los nestorianos de creer que Cristo era dos personas distintas: el Hijo de Dios y el hijo de María. Nestorio acudió al emperador, Teodosio II quien, para evitar conflictos mayores, decidió convocar un concilio. Hay que decir que la situación era compleja pues la posición de Nestorio había sido ya condenada por Celestino y, por tanto, el concilio –si quería evitar un cisma– debía hacer otro tanto. El emperador fijó el 431 para la celebración del concilio e indicó que se realizaría en Éfeso. Allí Celestino envió a sus legados: los obispos Arcadio y Proyecto y el presbítero Filipo. Por otra parte, el papa escribió a Cirilo para que no se condenara a Nestorio sin oírlo antes. El Apolinarismo: (Apolinar de Laodicea 310-390) Como reacción al apolinarismo que propugnaba que el Verbo se habría encarnado tomando solo cuerpo pero no alma humana, la Escuela de Antioquía comenzó a proponer que las naturalezas humana y divina en Cristo eran completas a tal grado que formaban dos sustancias independientes, dos personas en definitiva. Diodoro de Tarso y Teodoro de Mopsuestia (Antioquia) empleaban imágenes como la presencia de una persona (persona divina) en un templo (persona humana) o el vestido (persona divina) que se pone alguien (persona humana) para explicar la unión de las dos naturalezas. Las teorías explicadas en la escuela de Antioquía no tenían mucha difusión y pasaban desapercibidas hasta que Nestorio las dio a conocer con el tema de María como «Madre de Dios». Nestorio se había hecho monje y alcanzó gran fama en Antioquía por sus dotes de predicador. Intervino en un tumulto causado por un monje, que afirmaba que María no era madre de Dios. Explicó el patriarca que María era «madre» de la naturaleza humana de Cristo y que, por tanto, se le podía llamar Madre de Cristo pero que era un error llamarla «madre de Dios». Tal respuesta causó estupor; y no tardaron en salir los defensores de la maternidad divina de María, como Eusebio de Dorilea y Proclo de Constantinopla. Nestorio acudió a las autoridades civiles para acallar a los monjes que se le oponían y escribió al papa Celestino I (429) pidiendo su opinión y le envió también una serie de sermones que el papa puso a consideración de Juan Casiano. Cirilo de Alejandría tomó con fuerza la lucha contra Nestorio, movido por las rivalidades entre las escuelas de Alejandría y de Antioquía. Cirilo envió a Roma a Posidonio con escritos y argumentaciones que demostraban la heterodoxia de Nestorio. La respuesta de Celestino (430), tras pedir nuevamente consejo en un sínodo celebrado en Roma, fue dar plenos poderes, como delegado suyo, a Cirilo y escribir a Nestorio para que se sometiera a la doctrina que Cirilo le presentaría como ortodoxa. Ese mismo año se celebró otro sínodo, esta vez en Alejandría, que Cirilo presidió y dio como fruto los Doce anatematismos que expresaban la doctrina considerada ortodoxa. por indicación de la iglesia de Roma, la enviaron a Nestorio para que fuera suscrita por el patriarca. Sin embargo, las expresiones empleadas por los anatematismos no eran exactas y luego fueron empleadas por los monofisitas. El mismo Nestorio se dio cuenta de la ambigüedad de los textos y respondió con sus Doce anti anatematismos intentando refutar las posiciones de Cirilo. En este momento otros personajes intervienen tratando de aplacar los ánimos y sobre todo aclarando que las afirmaciones de Cirilo tampoco resultaban ortodoxas dado que parecían sostener una sola naturaleza en Cristo. Así se pronunciaron los patriarca de Antioquía, Juan y Teodoreto de Ciro (ambos formados también en la escuela de Antioquía).