La escritura académica Por: Jesús Obregón García Como estudiantes de licenciatura usamos la escritura normalmente para tomar apuntes en clase, rescatar la información para estudiarla después, redactar algún trabajo pedido para entregar en alguna materia o incluso para redactar nuestro diálogo y así prepararnos para alguna exposición importante. En ese sentido, la escritura pareciera ser una tarea, de cierta manera, obligatoria, no se escribe si no es solicitado previamente ¿Quién no ha escuchado a alguien comentar luego de un periodo vacacional -Hace mucho tiempo que no escribo- en tono burlón? Con esta y otras actitudes se ve reflejada la ignorancia sobre el verdadero valor de la escritura en la vida académica. Se entra a una universidad para aprender una carrera, una que al parecer del aspirante es genial o le llama de alguna manera la atención, dentro de la institución elegida se ofrece formación en esa carrera y es en ese proceso de apropiación de la información que la escritura toma un lugar muy importante, como explica María Gladys: La importancia de la lectura y la escritura en la universidad es indiscutible. Formarse en la universidad consiste, en gran parte, en estar en condiciones de comprender, interpretar y producir los textos que son propios del campo disciplinar y profesional específico; es decir, leer y escribir en una disciplina particular. […] (Gladys, 2009, p. 7, cursivas propias) Conclusión que sea hace evidente si se considera lo siguiente, cuando algo queda perfectamente entendido por un estudiante este lo refleja en sus escritos. Ya no necesita emplear las mismas palabras de los autores de sus fuentes de información para desarrollar un tema, transforma el conocimiento con su propio estilo para darse a entender, llegando incluso comunicar esta información a otro tipo de público, hasta incluir recursos para interesar a su audiencia, “No entiendes algo hasta que eres capaz de enseñárselo a tu abuela”. Sin embargo, la mayoría de las veces ese uso de la escritura se encuentra implícito, pudiera incluso decirse que el propio sistema no lo alienta o el tipo de carrera lo dificulta. En una ingeniería, la mayoría de los trabajos solicitados son reportes de proyectos, textos que involucran desarrollos matemáticos y demás donde es complicado manifestar el grado de entendimiento alcanzado, transformar la información en conocimiento con palabras propias y aún más el pensar en usar la retórica para deleitar al lector. No obstante, el mal uso de la escritura no es solo resultado de la elección de una disciplina de estudios, también se fomenta a través de hábitos personales. Siendo estudiantes se tienen hábitos que llevan a caer en ese mal uso de la escritura, hábitos que conforman un fenómeno ampliamente estudiado y, antes de señalarlos cuales son estos, cabe definir un concepto, escritura epistémica, el transformar la información en conocimiento. Ahora bien, Carlino (2004) resalta 4 dificultades presentadas en universitarios al escribir: dificultad de escribir teniendo en cuenta al lector, no emplear la escritura epistémica, tendencia a una revisión superficial de trabajos previo a entregarlos y postergación del momento de empezar a escribir. Tendencias que quedan evidentes en situaciones que pasan todo el tiempo durante la formación en licenciatura, como la falsa sensación de “haber resuelto el problema” que surge apenas terminar el primer borrador de un escrito, sin evidencia epistémica, lleno de plagios, pero aparentemente completo para presentar una vez corregido superficialmente. Por ello el plagio también es producto de ignorar la importancia de escribir, si se da poco tiempo para entender un tema o para realizar un trabajo se cae en la desesperación, cuya rápida salida es “copiar y pegar” las palabras de otros autores. Y aunque este contexto hace parecer que la responsabilidad de este mal hábito es solo del estudiante, esto no es así “[…]el plagio es un fenómeno que involucra como responsables a profesores, estudiantes, programa curricular y sistema educativo […]” (Ochoa et al.,2014, p. 99). Por lo tanto, la ignorancia de la importancia de la escritura en los procesos de apropiación del conocimiento, es responsabilidad de todos los participantes del proceso educativo. Y es en esa ignorancia que yace el verdadero problema, puesto que si no existe problema alguno no hay nada que resolver. Por todo lo dicho, pareciera que alguien tiene que venir a golpearnos con un guante blanco, retándonos a abrir nuestros ojos para ver el verdadero impacto que debería tener la escritura en nuestras vidas académicas. Como aspirantes a investigadores es nuestro deber ser conscientes de la trascendencia del uso de la escritura en nuestra vida académica, si no sabemos escribir ¿Cómo comunicaremos las novedades al mundo? Para comenzar, se tiene que dejar de percibir a la escritura como una tarea obligatoria, si bien siendo estudiantes es requisito escribir los textos que se solicitan como parte la formación académica, no se prohíbe en ningún momento redactar textos que surjan de las inquietudes individuales o para mejoramiento personal. Posteriormente, identificar los malos hábitos de escritura mencionados en los que se cae, verlos como áreas de oportunidad, donde comenzar a poner empeño personal para mejorar. No obstante, quedarse solo con esas buenas intenciones no es suficiente, hay que actuar en consecuencia, es decir, promover una relación lógica entre lo que se anhela y lo que se hace, crear nuevos caminos como parte de la formación de posgrado. Por ejemplo, la oportunidad de cambiar el enfoque de un escrito teniendo en mente a un lector obliga a entender una idea para poderla comunicar, se transforma la información de manera conveniente, usando palabras propias en lugar de copiar la bibliografía, dependiendo de a quien tengamos en mente, si a nosotros mismos, colegas, compañero o incluso personas de diferentes disciplinas, de esta manera el conocimiento queda asimilado de una mejor manera, se aprende mientras se escribe pensando en que el escrito será leído por alguien que necesita entenderlo. En este caso ayuda mucho tener una libreta a la mano donde atrapar las ideas que surgen para desarrollar un tema justo en el momento de consultar la bibliografía, es en este momento de lectura que frecuentemente surgen en la mente ideas personales para explicar la información que se lee, apuntar pensamientos como “esto sería mejor explicado así…” o “lo entiendo mejor de esta forma…” para que no se pierdan al terminar la lectura. También, darse el tiempo de buscar el significado de las palabras en el diccionario para saber si son las correctas para expresar nuestra posición sobre un tema, y así, no dar lugar a malos entendidos, facilitarle la lectura al lector. En este sentido, la escritura epistémica toma un lugar fundamental. Si bien la información es obtenida de bibliografía con definiciones formales y precisas, en general esta puede ser transformada por medio de nuestro entendimiento para ser explicada a diferentes públicos, aplicada de manera innovadora o incluso usada para generar más conocimiento. Es decir, la escritura epistémica evidencia que se tiene dominio sobre un tema. Y como se puede intuir, su dominio total depende de la fluidez para desarrollar y escribir sobre cierta materia, lo cual no es una tarea sencilla. En principio, para lograr tener fluidez al desarrollar un tema resulta útil dar “una clase” a un público imaginario sin ayuda de la bibliografía y al hacerlo obligarse a parafrasear la información, no solo recitarla de memoria, ejercitar conocimientos y al fin la propia voz como autor. Una vez entendidos los conceptos estos se deben de organizar y plasmar la dentro de la estructura del texto que se necesite, mediante el lenguaje y métodos discursivos empleados en la disciplina donde se ubique el texto. Etapa que también es difícil de dominar, a decir verdad: […]Muchos profesores noveles no se atreven a divulgar sus experiencias, a polemizar sobre un aspecto determinado de su ciencia por no conocer cuál es la estructura de un artículo [Artículo de investigación científica], que características reúne su metalenguaje, que pasos seguir para organizar sus ideas y pasmarlas por escrito en un artículo. […] (Zayas et al., 2006, p. 75). En tal sentido, aunque regularmente se obtienen recomendaciones o correcciones realizadas por el profesor luego del día de la entrega un trabajo, es muy útil considerar la realización de un texto como un trabajo no necesariamente solitario. Dar a leer los textos, previos al tiempo de entrega, a colegas, compañeros o un profesor especializado en el área para conocer opiniones, realizar correcciones en el uso del leguaje de esa materia, conceptos e incluso sobre la estructura del texto. Y así, tener una producción constante, autocrítica y revisada por pares de textos, proceso que fomenta el desarrollo de la escritura epistémica. Paralelamente, el trabajo constante también merma la tendencia a la revisión superficial de los textos previo a su entrega, otro mal hábito principal. Dejar madurar textos solicitados o producidos por iniciativa personal elimina la falsa sensación de haber terminado un trabajo por el simple hecho de obtener un borrador de él, transforma la revisión en una oportunidad de repensar por completo un tema y no solo una herramienta para corregir errores superficiales como la ortografía. Se comprende que no hay trabajo perfecto a la primera, los escritos académicos son trascendentes en el aprendizaje y no para calificación. Por ello también se elimina progresivamente la postergación del momento de empezar a escribir, el último mal hábito, el interés derriba a la procrastinación. Se necesita tiempo para desarrollar un buen trabajo, tiempo que se encuentra disponible siendo estudiante de tiempo completo, por lo que, parafraseando a Mozart “El tiempo está ahí, solo es necesario que sea usado”. Es entonces evidente que las primeras notas, en la primera clase al iniciar un curso o al iniciar el estudio de un nuevo tema por iniciativa personal son solo el comienzo de un proceso real de aprendizaje, con la escritura como herramienta central de apropiación de la información y como herramienta para evidenciar los nuevos saberes. Herramienta que puede ser usada como tal si se sabe que es lo que se está haciendo mal y se emprende acciones para mejorar, la ignorancia de la verdadera capacidad de la escritura no puede ser usada como excusa en este punto. En consecuencia, se puede decir que, como una generalización muy segura, las buenas intenciones no bastan en la vida académica. Aunque se tengan malos hábitos de escritura como realizar plagio, retrasar el momento de empezar a escribir, revisar solo superficialmente la escritura, “copiar y pegar”, hay muchas acciones que se pueden emprender para corregirlos, incluso si el sistema en el que se desarrollan las actividades académicas es responsable de esos malos hábitos, la mejora personal no está prohibida. Como estudiantes de posgrado existe oportunidad y necesidad de esa mejora, para poder realizar escritos en los que comuniquemos los resultados de nuestras investigaciones, en un contexto social donde esas investigaciones comunicadas a través de un artículo científico tienen un impacto fundamental, siendo estas publicaciones indicadores económicos que regulan la asignación de recursos gubernamentales a los investigadores (Sabaj, 2009). Una actividad considerada tan trivial como la escritura pasa a ser fundamental en el desarrollo de la vida académica y económica de un país. Siendo así, la lectura, exámenes, proyectos o actividades de laboratorio ¿Serán actividades con el mismo menos precio o mal uso? Solo la conciencia liberará de la duda. Bibliografía Angulo, N. (2013). La cita en la escritura académica. México: Instituto Politécnico Nacional. Carlino, P. (2004). El proceso de escritura académica: Cuatro dificultades de la enseñanza universitaria. Venezuela: Universidad de los Andes. Castelló, M., Corcelles, M., Iñesta, A., Bañales, G. & Vega, N. (2011). La voz del autor en la escritura académica: Una propuesta para su análisis. Chile: Pontifica Universidad Católica de Valparaíso. Colombo, L. & Zambrano, J. (2013). ¿QUÉ ESCRIBEN LOS ESTUDIANTES DE POSGRADO? TIPOS DE TEXTOS SOLICITADOS EN SEMINARIOS. Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Eslava, J. & Gómez, O. (2013). La escritura científica, un aspecto olvidado de la formación profesional. Colombia: Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación. Gladys, M. (2009). La lectura y la escritura en los procesos de apropiación y producción del conocimiento. Colombia: Universidad del Tolima. Ochoa, S. & Cueva, A. (2014). El plagio y su relación con los procesos de escritura académica. Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Sabaj, O. (2009). Descubriendo algunos problemas en la redacción de Artículos de Investigación Científica (AIC) de alumnos de postgrado. Chile: Pontifica Universidad Católica de Valparaíso. Sánchez, U. & Arbey, A. (2009). Escritura literaria: comunicar la novedad al mundo. Colombia: Fundación Universitaria Católica del Norte. Vázquez, A & Jakob. (2007). La escritura y el aprendizaje en el aula universitaria: componentes cognitivos y didácticos. México: Instituto Politécnico Nacional. Zayas, E. & Bonet, M. (2006). Como escribir un artículo científico. ALGUNAS RECOMENDACIONES. Cuba: Universidad Pedagógica Enrique José Varona.