PURA COMUNICACIÓN CARRERA: TÉCNICO SUPERIOR EN PERIODISMO 1° AÑO Asignatura: Historia de los Medios MÓDULO 1 ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN HISTORIA DE LOS MEDIOS UNIDAD 1 Bibliografía de lectura obligatoria: Ibarra, Diego J. (2017). “Del periodismo faccional al moderno. Modernidad y progreso como base para su transición” (material de cátedra) ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN HISTORIA DE LOS MEDIOS UNIDAD N°1 Guía Del periodismo faccional al moderno. Modernidad y progreso como base para su transición. Diego J. Ibarra. 1. Establezca las características de la prensa faccional. 2. Visualice un ejemplo a partir del texto. 3. Explique como el contexto acompaña a la prensa faccional. 4. Establezca las características discursivas iniciales de la prensa moderna. 5. Establezca los rasgos de la prensa moderna. 6. Explique el concepto de lector potencial. 7. Explique cómo las ideas de modernidad y progreso acompañan el desarrollo de la prensa moderna. 8. Precise como cada uno los factores mencionados intervino en la consolidación de la prensa moderna. 1 Historia de los medios DEL PERIODISMO FACCIONAL AL MODERNO. MODERNIDAD Y PROGRESO COMO BASE PARA SU TRANSICIÓN Lic. Diego J. Ibarra. Abordar los claros-oscuros y contrastes en el proceso y transformación entre la llamada prensa faccional y la prensa moderna implica tener en cuenta el contexto y diversos factores fundamentales para su desarrollo, entre ellos el proceso inmigratorio dado en el país a partir de iniciada la segunda mitad del siglo XIX, como también los procesos de alfabetización, urbanización y tecnologización. En la transición hacia una prensa moderna, aunque abundan las zonas grises, los nuevos medios se inscriben decididamente en este nuevo tipo de prensa en contraposición a la prensa faccional: partidaria y de tono predicativo que comienza a cerrarse de manera paulatina desde los últimos treinta años del siglo XIX al comienzo del siglo XX, con el surgimiento de un periodismo más informativo y profesional que empieza a abrirse a preferencias, necesidades y gustos no estrictamente políticos o polémicos, en el que tiene mayor peso el cable noticioso y la pluma asalariada del redactor, donde de manera progresiva tendrán cabida las noticia de todo tipo, como sostiene Jorge B. Rivera (1990). Rivera describe la etapa de la prensa faccional como “un diarismo cabalmente militante y político con redactores que son ante todo figuras corrientes de las pugnas entre chupandines y pandilleros, o crudos y cocidos (…) con salas de redacción convertidas con frecuencia en verdaderos clubes políticos de los partidos Liberal, Federal, Nacional o Autonomista (…) un periodismo muchas veces agresivo, personal, hiriente, fiel reflejo de hábitos muy característicos y arraigados del debate político argentino. En este tipo de diarismo – menos informativo, en el sentido moderno y profesional, esencialmente combativo y predicativo - encuentra amplio terreno la ejercitación de subgéneros del discurso político, como el brulote, la diatriba, el panegírico, la difamación y la admonición”. (1) Esa prensa faccional, que representa a sectores políticos se caracterizará por la prédica política y será instrumento del intenso debate previo y posterior a la sanción de la Constitución Nacional en 1853 y especialmente durante la etapa de la Confederación Argentina (1852-1862). Posterior a la caída de Juan Manuel de Rosas y previo a la sanción de la Constitución existía un Congreso Constituyente deliberando, un gobierno de la Confederación Provisorio a cargo de Justo J. de Urquiza y una prensa opositora fuertemente instalada en la ciudad de Buenos Aires. 1 2 Publicaciones en debate El 1 de abril de 1852 comienza en Buenos Aires la publicación de “El Progreso” que representaba las posiciones de la Confederación encarnada en la figura de Urquiza. Se presentaba bajo el lema; “diario gubernativo” en el que se publicaban todas las acciones y documentos del gobierno. La confrontación como indica Néstor Auza (1978), se dio desde un principio. “El Progreso” fue blanco del lenguaje punzante, agresivo y socarrón del diario porteño “Los Debates”, que redactaban Bartolomé Mitre y Pantaleón Huergo entre otros. Los redactores comenzaban a criticar al gobierno y tenían naturales divergencias con el “diario gubernativo”. Divergencias que se expresaban en lo periodístico pero que eran divergencias políticas ya que Mitre representaba los intereses de Buenos Aires y los porteños frente a la Confederación. “El diario fue atacado casi cotidianamente por Los Debates que a cada paso creía ver peligros o restricciones a la libertad y el progreso. “¿Por qué –se preguntaba El Progreso- quiere polémica Los Debates? ¿Por qué se empeña en sublevar al pueblo contra el Gobierno, precisamente en un escrito que es tan fácil extraviar la opinión? ¿Todos se preguntan atónitos a qué viene esta saña intempestiva de Los Debates contra un gobierno que se desvive por organizar el país?” (2). Esto le valió el cierre del periódico. Los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas aduaneras y la hegemonía de Urquiza, organizan un movimiento que tiene en Mitre y Valentín Alsina a sus principales referentes. Esa "revolución" del 11 de septiembre produjo la separación de la provincia de Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como ministro de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores. Un ejemplo significativo de esos tiempos de prensa faccional estaba representado por las posiciones políticas de los periódicos e incluso por los reposicionamientos a medida que avanzaban los acontecimientos. Es el caso del diario “La Reforma Pacífica” que comenzó a editarse el 1 de diciembre de 1856 y duró hasta 1861. Nace asociado a las posiciones de la provincia de Buenos Aires como sostenedor de los intereses de los porteños en el juego político de la época. Su director Nicolás Calvo, pertenecía a una familia de la alta burguesía comercial. Era senador desde 1855, luego diputado y previo a eso había sido en Francia, cónsul de la Confederación y luego en el mismo cargo por la provincia de Buenos Aires. Si bien el diario representaba a los porteños propiciaba la unidad de todas las provincias bajo una misma organización del Estado. “Al principio Calvo será ante todo un porteño que busca la integración, pero por un camino propio, distinto al propiciado por Paraná –capital de la Confederación- y, finalmente, hacía fines de 1858 y principios de 1859, se irá paulatinamente acercando a la Confederación”. (3) 2 3 Este cambio de postura política le valió el enfrentamiento con las autoridades de Buenos Aires y con los diarios que encarnaban esas posturas como El Nacional y La Tribuna, fundada los hermanos Varela en 1853, que no cesaron sus ataques hasta que cerró sus puertas en 1861, uno meses antes de la batalla de Pavón y el triunfo de Mitre en la escena política nacional. En un editorial de Calvo en 1857 y ante el avance de Valentín Alsina a la gobernación de Buenos Aires pueden apreciarse los tonos del discurso político predicativo: “El doctor Alsina por su sola presencia en el Gobierno es la declaración de guerra que abiertamente se lanza a las provincias…no se mirará como exagerada la predicción terrible de que el Estado de Buenos Aires llegará en el período de mando de Alsina a su total disolución y envilecimiento” (4). En otro escrito de 1860, en las vísperas del inicio de Bartolomé Mitre como gobernador de Buenos Aires, también se muestra el tono del periodismo de la época: “No es un misterio para nadie que todos estos trabajos tienen el objeto final de llevar a Mitre al Gobierno, y quien no vea que Mitre en el Gobierno es la guerra en el país, poco debe ver” (5). Adelantaba así la política que vendría luego de que Mitre asuma la presidencia a fines de 1862 y la acciones militares contra los últimos caudillos del interior como el Chacho Peñaloza. El diario fue clausurado, reabierto, clausurado, varios de sus escritores-periodistas se exiliaron y abultadas demandas judiciales con sanciones económicas, también abultadas provocaron que el diario cierre definitivamente en febrero de 1861. Del otro lado los diarios opositores a la Reforma Pacífica no le perdonaron, la deshonra que significaba para los porteños haberse acercado a la Confederación y acusado de recibir alguna dádiva, exponían en tono metafórico sus ataques y posiciones. Es el caso de El Nacional en junio de 1860 luego de la primera clausura: “La muerte del desesperado por la miseria y el hambre al que rechazó el trabajo honrado, la muerte, olvidada y hasta del cortesano desvergonzadamente despedido, al que buscó la fortuna y apostató de grandes deberes por el camino degradante de la adulación y el servilismo. La vida y muerte de los diarios ofrecen también ejemplos de la alta moralidad. La Reforma muere así con esa muerte afrentosa en expiación de sus faltas” 6). También La Tribuna daría a conocer el cierre bajo la misma figura categórica: “Murió la Reforma”. Estas citas evidencian la íntima relación entre “los debates políticos” y el ejercicio de la prensa como parte de esa misma práctica. 3 4 Con la llegada de Bartolomé Mitre a la presidencia en 1862 los temas políticos, como la federalización de Buenos Aires1 para que sea la capital de la República y residencia de las autoridades nacionales continuarán, en las páginas de los periódicos. Durante la etapa faccional los “militantes” serán los escritores de esas publicaciones y sus lectores los ciudadanos que se involucraban en la vida política o que de alguna forma tenían posibilidades de insertarse en las diferentes áreas y divisiones del aparato estatal. Así podría considerarse a los lectores de esa etapa faccional nítida -que va con imprecisiones de 1852 a 1870- como los ciudadanos conocedores de esa “historia presente”. Un primer discurso de prensa moderna La declinación de la prensa faccional no se da en forma contundente, es una transición que se inicia como una postura discursiva pero hará falta ahondar en los cambios sociales y sus nuevas realidades para su concreción. Son los años en lo que surgen: La República (1867), de Manuel Bilbao, primer diario que se venderá a 1 peso y será voceado por los primeros canillitas, además de autoproclamarse independiente de todo embanderamiento político o facción. Este diario aclara que “la parte mercantil será atendida como no lo ha sido hasta hoy por diario alguno”. El precio es también un factor decisivo para la ampliación de lectores. Para ese entonces el costo de los ejemplares diarios era un tanto oneroso lo que implicaba un público lector más reducido. Incluso El Mosquito (1863-1893) una publicación que se ubica en la etapa inicial de esa transición o zona gris hacia la prensa “moderna” costaba 5 pesos en sus inicios. (7) La Prensa (1869) de José C. Paz, en su primer número se compromete a “expresar y representar la verdadera Opinión Pública” y no “sujetarla a la nuestra, ni menos formarla o dirigirla”. La Nación Argentina se transforma en La Nación (1870) y abandona el “puesto de combate”, para ser “tribuna de doctrina”, manifestando la finalidad docente del diario. 11. El problema de la federalización de la provincia y de la residencia de las autoridades nacionales, pudo resolverse transitoriamente a través de la Ley de Compromiso, por la cual los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la capital definitiva de la república. En el transcurso del debate de la ley, quedaron claramente manifiestas las dos tendencias del liberalismo porteño; los nacionalistas o mitristas, llamados "cocidos" continuadores de la política de Pavón y los autonomistas, liderados por Adolfo Alsina, llamados "crudos", pretendían conservar los privilegios de Buenos Aires, particularmente las rentas aduaneras .Estos nuevos partidos representaban en realidad a la misma clase social y tenían como objetivo casi exclusivo la toma del poder para usufructuar el aparato estatal. En este período se produjo una creciente centralización del poder político donde el uso de la fuerza fue determinante. El gobierno nacional se fue imponiendo a través de la violencia organizada por sobre otros poderes como los de las provincias, centralizando funciones como la recaudación impositiva, la emisión monetaria, la educación y la represión. http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/m/mitre.php. Página oficial del historiador Felipe Pigna. 4 5 A través de estos ejemplos se puede observar la intencionalidad por transformar esa prensa política faccional en una prensa más amplia que buscará conquistar nuevos lectores. Un camino complejo si se tienen en cuenta las apetencias políticas de sus hacedores. Bartolomé Mitre, ex presidente con fuerte intervención en la vida política seguirá con apetencias presidenciales, incluso también lo intentó uno de sus hijos Emilio Mitre. Por su parte José C. Paz también exponía intenciones similares. Los diarios irán cambiando pero esto no significó que se convirtieran en diarios exclusivamente informativos y, seguirán abordando la realidad desde sus miradas políticas ideológicas, más allá de presentarse como las expresiones de un nuevo periodismo no partidario. Factores, contexto y lectores La nueva situación social se caracteriza por un rápido proceso de urbanización apoyado por corrientes migratorias masivas. Se inicia de esta manera la captación de los nuevos públicos, como lectores potenciales de esa nueva prensa que busca su lugar. La tentación es grande, la llegada permanente de inmigrantes, su instalación en la ciudad, muchos de ellos alfabetizados, constituyen una primera fase de la ampliación de los públicos lectores, aumento en las tiradas y organización de la empresa periodística. En Buenos Aires un tercio de los habitantes según acusa el censo de 1869 saben leer y otros que se sumarán al aprendizaje de la lectura, conformarán (inmigrantes y criollos) esa masa creciente de lectores con nuevas necesidades e intereses que los diarios buscarán satisfacer. Están dadas las bases para el desarrollo de los llamados grandes diarios (Rusovich-Lacroix: 1986) (8), donde de manera progresiva tendrán cabida las noticia políticas, internacionales, mercantiles, marítimas, sociales y más tarde las policiales, deportivas, abordadas desde la opinión y la información. En los primeros años de transición hacia la consolidación de una prensa de tipo más profesional convivieron expresiones periodísticas de diferente tenor que venían atadas a la etapa anterior con prácticas que van desde las más políticas con espacio para el debate en las que se despliegan los discursos políticos a otras más heterogéneas como señala Hilda Sábato (2008): “El diálogo y la discusión entre personajes y grupos tenía lugar en la prensa, los dirigentes o aspirantes a dirigentes solían escribir en los periódicos, lo que los constituía en un verdadero escenario de la vida pública. Ésta por su parte, se hizo pública a través de los diarios. La palabra y hasta la imagen de los políticos (retratos y caricaturas) llegaban a sectores más amplios que los que estaban involucrados en el juego partidario (…) la prensa se convirtió en un instrumento insoslayable no sólo para los gobiernos (y sus diferentes sectores) sino también para cualquier personaje o grupo o partido que quisiera tener un lugar en la vida política (…) (9). El proceso de transición también contemplo la diversidad de intereses en pos de la potencialidad de lectores en constante crecimiento. 5 6 “En primer lugar, fueron surgiendo publicaciones que tenían otros orígenes y aspiraciones: periódicos comerciales, científicos, literarios, de colectividades extranjeras, de grupos de artesanos y de asociaciones diversas tuvieron creciente presencia en los principales centros urbanos. Éstos ya no eran necesariamente el producto de iniciativas de las élites políticas letradas, ni estaban atados a ellas, pero no eran ajenos a los debates sobre la vida nacional. Se amplió así el espacio de la discusión pública, donde circulaban ahora nuevas opiniones y se expresaban intereses diversos, (…) los mismos diarios políticos fueron cambiando sus formatos y contenidos. Si bien siempre hubo un lugar para los órganos de combate, propios de los tiempos electorales, los principales periódicos de origen partidario se convirtieron en artefactos bastante más complejos (…) se aspiraba llegar a un público más vasto que el constituido por los simpatizantes y los militantes de la parcialidad respectiva” (10). El avance hacia una fórmula empresarial-profesional de esta prensa moderna no implica una prensa apolítica o sin una ideología que defender. Los diarios seguirán informando y construyendo la realidad política desde sus propias lecturas e interpretaciones particulares, como de intereses. Una de las características del proceso que genera esta nueva prensa, además de la variedad de contenidos que ofrecía a esos lectores, también estuvo marcada por la interrelación entre la profesionalización del periodista y la constitución de la empresa periodística. Al mismo tiempo que se consolida este nuevo contexto de emisores y destinatarios se diversifican los productos y surgen nuevas formas de tratamiento periodístico. Modernidad y progreso La denominada “prensa moderna” se consolida en un proceso que descansa en dos conceptos que fundamentan los cambios operados en esos tiempos: Modernidad y progreso. A fines del siglo XIX, precisa Bibiana del Bruto (2012), Argentina compartía las ideas de evolución, de progreso y la creencia en el porvenir derivado de la ciencia que había iniciado la mediación de Sarmiento con la incorporación de los científicos europeos y la revolución darwinista. El progreso indefinido era la posibilidad de trasladar a lo económico y lo político una multiplicidad de oportunidades con independencia de límites fijos, a la vez que una nueva forma de ordenar lo valorativo y lo social. “Las ideas sobre el Progreso inundaron el pensamiento social latinoamericano del siglo XIX una vez consolidada la revolución industrial y como propuesta modernizadora, no fueron sólo ideas sino búsquedas de aplicaciones prácticas que deslumbraron a la vida social, económica, política y cultural de la mayor parte de los países latinoamericanos. (…) El pensamiento positivo del progreso como un ideal y energía que la humanidad ya no podría detenerse” (11). 6 7 La autora agrega que este período es conocido como del progreso, la modernización y la expansión de los estados nacionales a partir de un crecimiento basado en la exportación – importación e integración al comercio mundial. Las aplicaciones del progreso se extendían a todos los órdenes sociales, pero el factor determinante fue la expansión de la instrucción al que se incorporaron las masas heterogéneas tanto locales como inmigrantes. “Las preocupaciones por la técnica en Argentina que aparecieron a fines del siglo XIX y en el primer cuarto de siglo XX ya fuere como literatura de ficción, o como ficciones científicas, en la industria cultural, en temas literarios, en diarios de circulación masiva, en el cine, con ideas innovadoras, circularon como un instrumento de modernización económica y como protagonistas de cambios urbanos, a la vez que hubo una intensa propagación de los saberes técnicos”(12). Las ideas de modernidad y progreso abarcaron también el contexto de cambio de la prensa a partir de transformaciones sociales y políticas, que para el caso pueden observarse y relacionarse con cuatro factores ya mencionados: Inmigración, urbanización, educación y tecnologización. Factores intrínsecos a la construcción de una nueva idea de Nación posterior a la sanción de la Constitución Nacional, La Confederación y la capitalización de Buenos Aires. Oscar Terán (2004) al abordar la época, señala con respecto al impulso modernizador de finales del siglo XIX que la misma está atravesada por cuestiones de orden social, nacional, político e inmigratorio, al mismo tiempo que la emergencia del mundo del trabajo urbano y el proceso de construcción de una identidad colectiva, y la pregunta acerca de qué lugar asignarles a las masas a la luz del excepcional fenómeno de incorporación de extranjeros. Esta idea de progreso y modernidad lo ejemplifica una carta que en diciembre de 1881 el presidente Julio A. Roca le transmitía a Miguel Cané: “Por aquí todo marcha bien. El país se abre a las corrientes del progreso, con una confianza en la paz y la tranquilidad pública y una fe profunda en el porvenir. Al paso que vamos, si sabemos conservar el juicio en la prosperidad (…) pronto hemos de ser un gran pueblo y hemos de llamar la atención”. Estas evaluaciones se apoyaban sobre datos que revelaban la consolidación del proceso de unificación de la nación, en el marco del crecimiento económico, acompañado de una movilidad social ascendente y una exitosa secularización cultural impulsada por el Estado” (13). Progreso, porvenir y prosperidad evidencian la relación existente entre la economía, la conformación de la nación y el rol de la creciente inmigración como pivote de los cambios y transformaciones. Como sostiene Tulio Halperín Donghi (1998): 7 8 “A lo largo de todo el siglo XIX la inmigración fue considerada en la Argentina más aun que en el resto de América española un instrumento esencial en la creación de una sociedad y una comunidad política modernas” (14) Los cuatro factores. El desglose de estos factores constituyen un cúmulo de transformaciones que van desde: lo arquitectónico y el trazado de un nueva ciudad más europea que deje atrás a la “gran aldea”: el aumento más que significativo de habitantes que serán protagonistas de un proceso continuo de concentración urbana. Un proceso de alfabetización que aumentará sustancialmente las posibilidades de lectores vistos como lectores potenciales de esas nuevas publicaciones y las mutaciones de las publicaciones anteriores con apetito de esos nuevos públicos. Las transformaciones tecnológicas permitirían entre otras cosas aumentar la cantidad de ejemplares impresos en menos tiempo, y a menor costo, presentando una variedad de propuestas acordes a las necesidades de estos nuevos sujetos, nuevos lectores. Las ideas de modernidad y progreso estuvieron presentes en muchas publicaciones de la época que buscaron combinar en la práctica a los viejos y a los nuevos lectores, producto del proceso alfabetizador; a los viejos y nuevos habitantes producto de la inmigración y la urbanización, como también ser la portadora de la voz de la modernidad y el progreso, expresado en los diferentes cambios sociales, entre ellos los generados por los avances tecnológico explícitos en diversas publicaciones como una suerte de guía y destino. La educación, las personas, la sociedad, los edificios y las nuevas tecnologías, ente otros aspectos expusieron la representación del progreso y la modernidad. En medio de diferentes corrientes de pensamiento particularizada en la primera etapa por el positivismo. José Luis Romero explica el carácter que estas ideas tuvieron en los promotores del cambio en la que se cruzaron diferentes frentes como lo económico, lo social, lo educativo: “(…) El progreso fue la voz de orden. La instauración de una legislación laica y liberal y, sobre todo, el desarrollo de la instrucción primaria para alfabetizar a las masas ignorantes, se constituyeron en objetivos fundamentales. Eran los dictados del progreso y la razón (…) La preocupación por las instituciones liberales, por la educación, el gusto por la literatura y por las formas refinadas de vida, todo ello no era sino la espuma de una vehemente preocupación por la riqueza (…) Y al cabo de poco tiempo y sin que fuera forzoso e inevitable, la actitud positivista se transformó en propiedad de las oligarquías que controlaban la riqueza”(15). En el caso del periodismo esa actitud positivista articulada al progreso se hace visible y se articula con el periodismo moderno a partir de la exposición de hechos y datos comprobables, verificables o por los menos creíbles desde lo verosímil de su presentación. 8 9 El nacimiento del periodismo moderno concuerda con el positivismo y era la cosmovisión que imperaba e impregnaba el tejido social, apunta Miguel Galdón (2012) al explicar la relevancia de los hechos en este nuevo periodismo que toma forma y se consolida a fines del siglo XIX en términos de prensa masiva. La síntesis sería: “El positivismo se corresponde con la creencia según la cual la ecuación "científico = verdadero = objetivo = formalizado = racional" y su contraria "subjetivo = irracional = acientífico = incognoscible" categorizan plena y exhaustivamente la realidad y el conocimiento. Tales ecuaciones, por una reducción de lo científico a lo empíricamente verificable, llevaron a que se entendiera que todo aquello que dependía de la libertad humana comenzara a parecer como infundamentable, como incognoscible o como irracional” (16) . Lo importante entonces en ese tipo de periodismo son los hechos que se exponen en las páginas. Esa concepción influyó decisivamente en el periodismo, con el paso del tiempo, en el sentido de que la novedad se constituyó en el criterio informativo y la "actualidad", entendida como exposición y presencia de los mismos. A medida que el desarrollo técnico-editorial lo permitía se aplicaban en las publicaciones, diferentes posibilidades expositivas gráficas: texto, fotografía, dibujos, esquemas, planos y las combinaciones de estos, que hacían fácilmente comprobable la propuesta de los contenidos que relacionan el hecho, con la novedad y el progreso. Es la revista Caras y Caretas a partir de 1898 junto a otras la expresión cabal de esto. Dice Romero que con el paso de los años y el avance del siglo algo quedó del vigoroso impacto del positivismo liberal, como un “vago cientificismo”, una idea de progreso y sobre todo una “filosofía de vida” que puede formularse en términos de bienestar a partir de la concreción y satisfacción de las “aspiraciones inmediatas”(17). Los resultados del proceso inmigratorio se articulan con los procesos alfabetizadores como acciones políticas del Estado que representaban la modernización y el progreso sustentados en la visualización de un nuevo país. Oscar Terán (2004) indica que esas políticas entre las que se ubica la educación buscaron contrarrestar lo que se advirtió como un debilitamiento de los lazos comunitarios en la sociedad ante el natural proceso de extrañamiento de los inmigrantes y puntualiza que: “Ese vacío societario trató de ser cubierto por el activismo estatal, que montó un dispositivo nacionalizador destinado a cumplir los siguientes objetivos: dotar a los inmigrantes de símbolos identitarios para incorporarlos de manera homogénea a la nación e inducir efectos de gobernabilidad; definir una posición de supremacía de los criollos viejos respecto de los extranjeros; producir nuevas identidades para limitar los efectos de anomia de los recién llegados (…) construir un fundamento simbólico estable en medio del proceso modernizador”(18). 9 10 Este autor sitúa el proceso modernizador en un contexto positivista que en el terreno de las ideas puede observarse hacia 1890 en el avance de la cultura científica y del positivismo, que en la Argentina mantendrá su vigor y su pervivencia hasta 1916: “El positivismo alcanzó en la Argentina una penetración imposible de subestimar, ofreciéndose tanto como una filosofía de la historia que venía a servir de relevo a una religiosidad jaqueada, cuanto como un organizador fundamental de la problemática sociopolítica de la elite entre el 80 y el Centenario”(19). Vincula además a diferentes figuras del normalismo argentino con la recepción de esta corriente filosófica, que sostenía que el universo era representado como un gigantesco mecanismo sujeto a una causalidad inexorable que se identificaba con la marcha del progreso indefinido. No es casual que José María Ramos Mejía, un medico neuropsiquiatra, desde una postura cientificista positivista, publicará en 1899 Las multitudes argentinas, donde la moral y las conductas de las masas se rigen por las mismas leyes que la física, haya sido presidente del Consejo Nacional de Educación hasta su muerte en 1914. La educación como vehículo de progreso personal, además de vehículo de una política de estructuración de un orden social, no oculta datos concretos de ese progreso necesario para la modernización del país. Desde una mirada política ortodoxa, Jorge Ramallo coincide con Oscar Terán en la instauración del proceso educativo: “En la época de la Nueva Argentina cosmopolita (1880-1916) de predominio de la filosofía positivista, el normalismo como corriente educativa emanada de las escuelas normales, extendió su influencia a toda la República a través del imperio de la ley 1.420 de educación común, convirtiendo en realidad el ideal de Sarmiento de “hacer del país una escuela”. Del 71% de analfabetos registrados en el Censo Nacional de 1869, se pasó al 54% en el de 1895 y al 34% en el de 1914. Así mismo, se elaboraron numerosos proyectos y se sancionó la ley que debía regir el funcionamiento de las universidades nacionales”. (20) Las estadísticas censuales indican que en Buenos Aires para 1895 de 600 mil habitantes, el 74% eran no nacidos en el país, la mitad de origen italiano. La idea de modernidad y progreso contenía la transformación social y un esquema económico-productivo, a partir de la inmigración y su correspondiente mano de obra. Horacio Vázquez Rial (1996) cita que “la idea alberdiana de gobernar es poblar abrió un proceso migratorio progresivo: en la ciudad en 1869 de 180 mil habitantes el 67 % eran extranjeros y hasta 1914 habían ingresado por el puerto de Buenos Aires unos 3.300.000 inmigrantes” (21). 10 11 En este nuevo escenario se desarrollarían los cambios que expondrían un nuevo paisaje social: Los hitos que manifestaban la modernidad y progreso ya podían enlistarse en una secuencia de incorporaciones y transformaciones urbanas anteriores que tendrían continuidad: 1856, primer suministro de de gas para iluminación de casas y calles del centro; 1868 primera planta de aguas corrientes; 1874 primera comunicación telegráfica internacional; 1875 el ascensor hidráulico; 1878 primera comunicación telefónica y primera exhibición del primer fonógrafo; 1881 inicio de la explotación comercial del teléfono; 1882 instalación de la primera central eléctrica; 1892 circula el primer automóvil, 1895 se conoce el kinetoscopio y en 1896 el cinematógrafo de los hermanos Lumier; 1897 primer tranvía eléctrico. Entrado el siglo XX siguieron los hitos y al mismo tiempo se profundizaron los existentes: 1903 comienzan a circular los primeros taxímetros y en 1904 el ómnibus automotor, lo cual explicita el constante desarrollo urbano y poblacional. La modernización y el progreso modificaron el uso de los espacios públicos, como también los espacios para el esparcimiento, tiendas, confiterías y paseos. El puerto proyectado por Eduardo Madero concluyó su obra en 1898. En 1894 se inauguró la Avenida de Mayo y luego de 1910 la apertura de las diagonales Norte y Sur reafirmaron la centralidad de la Plaza y la zona. Por su parte los barrios se iban extendiendo hacia el interior: norte, sur y oeste. El oeste con el inicio en 1913 del primer servicio de trenes subterráneos, de Sudamérica y por el Ferrocarril del Oeste, cuadriplicó su población entre 1904 y 1914, pasó de 106 mil a 456 mil habitantes. La población total de la ciudad había crecido en ese período de 951 mil a 1 millón 575 mil (22), enumeran Braun y Cacciatore (1996) . El surgimiento de escuelas, hospitales, clubes, sociedades de colectividades y otras instituciones con actividades culturales y comerciales iban acompañando el crecimiento poblacional, que revistas como Caras y Caretas registraban en todo momento, tanto ladrillos y edificios como el avance de las personas. Los hijos de inmigrantes y criollos –una parte- se constituyen como un grupo que vivenciaba al trabajo y al estudio como vías de progreso en la escala social y económica, para ser un profesional o iniciarse en la actividad comercial, industrial o participar de la función pública. Estos sectores serían los nuevos lectores que año a año hacían aumentar la tirada a estas publicaciones: diarios y revista. Por otra parte los sectores menos favorecidos irían engrosando las filas de la creciente clase obrera, que a fines del siglo XIX representaban más de 23 mil establecimientos, situados en su mayoría alrededor de Buenos Aires y empleaban a más de 170 mil personas (Vázquez Rial 1996). Esos sectores inmigrantes o criollos que se incorporaban a la vida urbana también se instalarían en los conventillos, que para 1904 eran habitados por el 15% de la población, ubicados básicamente en la zona sur. El 22 % de estos conventillos no poseían baños de ninguna clase (Suriano 1983) (19). Esa 11 12 realidad de los sectores obreros en crecimiento iba acompañada por otros periódicos gremiales, anarquistas, socialistas con objetivos orientados a la denuncia de injusticias y a una nueva mirada política como el diario La Vanguardia que dio origen al Partido Socialista o La protesta humana de cuño anarquista. La transición: síntesis. El camino hacia la modernización de la prensa fue un proceso con zonas grises e irregulares que comenzó a insinuarse aproximadamente en 1870. Se pueden mencionar los surgimientos de los diarios La República, La Prensa y La Nación como intencionalidades de un nuevo tipo de prensa. Por lo menos en sus proclamas iníciales como abandono del periodismo partidario combativo y apertura a contenidos para un nuevo público lector más amplio, diverso, producto de la constitución de nuevos sectores de base inmigratoria y criolla, no necesariamente participes de las disputas políticas anteriores y posteriores a la Constitución Nacional. Aquellos lectores potenciales reclamarán nuevos contenidos y materiales que excederán a las publicaciones partidarias en pugna por el poder. La nueva situación social se caracteriza por un rápido proceso de urbanización apoyado por corrientes migratorias masivas. La inmigración produjo una mayor cantidad de habitantes y a la par una creciente concentración urbana, que facilitaba la distribución, al mismo tiempo que un aumento de los sujetos alfabetizados que determinó el surgimiento de lectores potenciales. El desarrollo tecnológico y sus incorporaciones en el ámbito de las imprentas generaron un incremento en la velocidad de impresión y cantidad de ejemplares a precios más bajos. Se trataba de ganar lectores en un mercado creciente por las nuevas necesidades y demandas de esos nuevos públicos. Para eso operaron cambios en la distribución y venta. Si bien las suscripciones continuaban los diarios salen a buscar al público a la calle y a disputarse esos nuevos lectores. La modernización incluyó el paso hacia la profesionalización que tuvo a la “noticia” y la diversidad de noticias como una esencialidad y argumento central para captar a esos públicos, para lo cual los periodistas-reporteros debían informar de forma más “autónoma”. No siempre lo que se proclama en sus slogans o idearios manifiestos se concreta en la realidad del medio. La Nación seguirá apoyando la política de Bartolomé Mitre a la par que va camino a constituirse en una empresa y La Prensa tomará posiciones frente a las políticas que no concuerden con su postulación liberal del periodismo. No obstante estos medios amplían la base de lectores. La prensa se convirtió en una pieza clave de la modernización social y política y en instrumento de la “proclamada” forma de vida republicana. Un actor importante en ese nuevo escenario. Una de las características del proceso que genera esta nueva prensa, además de la variedad de contenidos que ofrecía a esos lectores, también estuvo marcada por la interrelación entre la profesionalización del periodista y la constitución de la empresa periodística. 12 13 Al mismo tiempo que se consolida este nuevo contexto de emisores y destinatarios se diversifican los productos y surgen nuevas formas de tratamiento periodístico. En estos contextos como se mencionó, se ubicó Caras y Caretas y se convirtió en una de las expresiones más acabadas del reflejo de la modernidad y el progreso. 13 14 14 15 Bibliografía 1. Rivera, Jorge B, 1990: “De la facción al folletín”, en diario Clarín, 23 de agosto, suplemento Cultura y Nación, página 2. 2. Auza Néstor (1978): El periodismo de la Confederación 1852-1861. EUDEBA. Buenos Aires. 3. Idem. Op. cit p. 155. 4. Idem. Op cit. P 162. 5. Idem. Op cit p 181. 6. Idem. Op cit p180. 7. El cumpleaños de El Mosquito. Ed. Eudeba. Serie del siglo y medio. Buenos Aires. 1964. 8. Brenca de Rusovich, Rosa María y Lacroix, María Luisa, 1986: Los grandes diarios, en Historia del periodismo. CEAL, Buen Aires. 9. Hilda Sábato ((2008): “Nuevos espacios de formación y actuación intelectual: prensa, asociaciones, esfera pública (1850-1900) en Historia de los intelectuales en América Latina. Carlos Altamirano. Buenos Aires, Editores Katz, pág. 395. 10. Hilda Sábato, op. cit., pág 396. 11. Del Bruto Bibiana (2012): “De las ideas de progreso en el siglo XIX a la sociedad del conocimiento del siglo XXI” en memoria de la I Jornadas de estudios de América latina y el Caribe. http://uvla.blogg.lu.se/2012/10/11/de-las-ideas-de-progreso-en-el-siglo-xixa-la-sociedad-del-conocimiento-del-siglo-xxi-por-bibiana-apolonia-del-brutto/. Recuperado 30 de marzo de 2014. 12. Ídem. Op.cit 13. Oscar Terán (2004): Ideas e intelectuales en la Argentina 1880-1980, en Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano. Siglo XXI Editores Argentina. Buenos Aires. 14. Tulio Halperín Donghi (1998): “¿Para qué la inmigración? Ideóloga y política inmigratoria en la Argentina (1810-1914)”, p. 191, en El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas hispanoamericanas, Editorial Sudamericana, Buenos Aires. 15. Romero José Luis (1967): “Latinoamérica: situaciones e ideologías”. Buenos Aires. Ediciones Del Candil, pág 49. 16. Galdón Gabriel (2012): “La documentación como factor del saber periodístico”, en www.unav.es/fcom/comunicacionysociedad/descarga_doc.php?art_id. Recuperado 29 septiembre de 2013. 17. Romero José Luis (1967) : “Latinoamérica: situaciones e ideologías”. Buenos Aires. Ediciones Del Candil, pág 50, 18. Oscar Terán (2004): Ideas e intelectuales en la Argentina 1880-1980, en Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano. Siglo XXI Editores Argentina. Buenos Aires, pág 17. 19. Ibid, pág 18. 20. Jorge M. Ramallo: “Etapas históricas de la educación argentina” “”Sexta etapa: Positivismo y normalismo”, en www.argentinahistorica.com.ar recuperado 3 de mayo de 2013. 15 16 21. Vázquez Rial, Horacio: “Superpoblación y concentración urbana en un país desierto” en Buenos Aires 1880-1930. La capital de un imperio imaginario. Buenos Aires. Alianza Editorial, 1996. 22. Braun Clara y Cacciatore Julio: “El imaginario interior: el intendente Alvear y sus herederos. Metamorfosis y modernidad urbana”, en Buenos Aires 1880-1930. La capital de un imperio imaginario. Buenos Aires. Alianza Editorial, 1996. 23. Suriano Juan: La huelga de inquilinos de 1907. Buenos Aires. Centro Editor de América Latina, 1983. 16 ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN HISTORIA DE LOS MEDIOS UNIDAD 2 Bibliografía de lectura obligatoria: M.B de Russovich / M.L Lacroix: “Los grandes diarios”, en Historia del periodismo en Argentina. CEAL. Buenos Aires. Jorge B. Rivera: “El escritor y la industria cultural. Un canino hacia la profesionalización”, en Historia de la literatura argentina. CEAL. Buenos Aires 1980. José A. Saldías: “Yo quiero ser periodista”, en La inolvidable bohemia porteña. Editorial Freeland. Buenos Aires 1968 CIENGIAS DE LA CQMUNlCA.CION SaJd(a:s JOSÉ AATONtQ $AlotAS: --~ -~-. ... "Yo quiero ser periodista" y "Pundamos Crítlca", en La inolvidable bohemia porteña, Ss, k", Ed, Freeland, 1968, pp, 25-35 Y 131-~41, "YO QUIERO SER PERIODISTA" Llegada a "La Razón" y encuentro con Morales. - El empleo y los compañeros - Una crónica de dieciséis carlllas, El colchón y el baúl hicieron su peregrinaje por hoteles y pensiones, hasta que agotados mis recursos necesité pedir auxilio. Mi tía Barbarita fue la elegida. Oponente de mi padre, naturalmente, me creía, además, el muchacho más inteligente del mundo, de modo que entre iJesús, María y José!, me ofreció su casa Pero aquello no era mi solución. ¿Vivir con el rezongo permanente de una tía que había de meterse en todas mis rnuchachadas? ¡No! De la Escuela Naval traía la costumbre de plantear los problemas en sus términos estrictos. Yo no necesitaba el santo techo de la casa familiar, sino unos cuantos muebles que mi tía tenía arrumbados en una pieza de cachivaches. "-Querida tía: déjame hacerme "tu casa me rnlrnarfasmucho. hombre. En Sólonecesíto algunos muebles que no usas para ponerme una habitación ... ¡Ya la lucha! Debía haber estado magnífico en aquel primer"sketch" representado en mi vida, porque mi tía Barbarita, abrazada a mí y haciendo pucheros, me autorizó a !Ievarme sus muebles y me deslizó en el bolsillo del saco un billete de cien nacionales. quina de Inclán y Luca. A una cuadra terminaba el recorrido del 16, tranvía del Angla, y en el carromato aquél me decidí a buscar trabajo " una vez que estuve instalado. Un diario había entonces que me llenaba fa imaginación de posibilidades: "La Razón", fundada por don Emilio B. Morales, del cual había oído a mi padre expresarse con cariño. Hallábase su redacción en la calle Florida al 300 Y tenía una salida complementaria por Sarmiento, hacia la mitad de la cuadra, salida que más de una vez ha de ser mencionada en este relato. Con la decisión que he sabido tener desde que empecé a ser ciudadano, una mañana subí los peldaños de madera de la escalera de "La Razón", La redacción hallábase en plena tarea. Nadie en el recibimiento. Salí a un amplio patio pa-. vimentado con grandes cuadrados de grueso cristal y pude observar al único personaje que andaba por allí. Era un hombre mediano de estatura, con pelo reAegnoo, tez aíndiada; qué iba de puerta en puerta repartiendo gritos y hojas de papel con anotaciones. la Contrastaba con su tipo aborigen, el elegante traje de corte inglés que usaba con soltura y la emisión gutural de las erres que rasgaban el aire, Cuando volvía con las manos vacías tropezó conmigo y gritó: Uná redacción porteña -y vos, ¿qué quegués? En catorce pesos alquilé una pieza en una casa de! arrabal sur, Corrales, cerca de la es- -Yo quiero ser periodista -contesté, tomado CIENCIAS Saidtas DE LA COMUNICACION vía a colgar sobre su ancha frente. Tomé asiento al otro lado de la mesa de Méndez. de sorpresa. Jamás había escuchado yo una carcajada semejante por fa sonora y sostenida. Algo por el estilo debió ocurrirtes a las redactores, pues en todas las puertas aparecieron con las plumas en las diestras, -No te quedés sin hacer nada, Leé los diarios. Ahí los tenés. Si ves algo interesante, me avisas para comentario. A la caza de noticias Morales, que no llevó consigo. -¿Cómo otro era mi interlocutor, me te lIamás? Al oír mi ape!lido, su rostro cambió de expresión. Todo el mundo escribía en medio de un silencio penetrante. Empecé a sentirme chiquito. Aquello era el periodismo en serio. Nada de "semanas chichonas" y tonterías que me habían llenado la cabeza Como si hubiera pensado aquello en voz alta y se hiciera patente mi desconsuelo, la voz de Botana me reclamó: -¿Hijo de Adolfo? ¿El marino? ¿Te peleaste con tu padre? ¿De vegas quegués ser peguiodista? Bueno, vení. .. Cruzamos el patio. En [a pieza de [a derecha del zaguán, tras un escritorio, un hombre escribía afanoso. -Foppa Le vaya presentar al nuevo gueporterg Saldfas... Hay que baqueteaglo... Es novicio, pero tiene buena sangre ... --Che, pibe. andate a la Asistencia Pública, a ver si hay alguna novedad. Ya aliviado, imbuído de mi nueva función, salí hacia e! viejo edificio de la calle Esmeralda. Sin saber por qué, tenía la sensación de que empezaba el capítulo importante de mi vida. Una hora después volvía sin información alguna. Foppa sacudió su gran melena, sonrió con su boca de oreja a oreja y tomándome cordialmente por un hombro me estrechó la mano. --Che, pibe. Andá a Mihanovich ... -Venga conmigo. Le voy a presentar a los muchachos. --Che, pibe, andá al Departamento de Higiene... o Cruzamos a [a amplia habitación de enfrente. Y nada, nada, Mi requisitoria se estrellaba contra un hermetismo invariable, insobomable ... -Muchachos, el Benjamín de la redacción, el chico Saldías. Natalio Botana, jefe de reporteros, su jefe inmediato. Angel Méndez, Nemesio Trejo, Teodoro Berro, Emilio Ramírez, Velazco, BuffaJinL. Méndez me observaba con una sonrisa socarrona, pero no ofensiva. De vez en cuando me preguntaba con retintín: -¡Sentate, pibe!... -Era un mocetón alto y despeinado. Su rostro moreno irradiaba simpatía Cruzadas sus largas piemas y sentado de costado a la mesa, escribía sin descanso. De tanto en tanto dejaba el cigarrí!lo entre sus labios y aquella mano abierta como un peine enorme recogía y echaba hacia atrás un gran mechón d~ cabello negro que al minuto vol- -¿Cómo van esas noticias? -y ante mi gesto de desaliento agregaba: -Noticias hay, hay que encontrarlas ... ¿Cómo? ¡Ah, m'hijito! En cuanto lo descubras ya 50s periodista ... Tenfa razón Méndez. Empecé a recorrer la casa caviloso. Allí, en sus escritorios de "so58 CIEJI;CIAS DE LA COMU~ICACIPN Saldtas cíales", Julio y Josué Quesada fl.lterTJ.aban su.. E~~ yO. cavilando, a las tres de la tardo, labor con Témperiey. En la secsíén T"$~ros, . sobre el problema aun ir1§9ll.lbk? .Q~ m,i ~:.:: Nicolás Barros, Samuel Limnig y Manolo Frexas, que compartía el archivo y la crónica de género chico con Emilio Dupuy de Lome; Nemesio Trejo, con sus maneras campechanas, me atrajo de inmediato. Cuando dejaba de escribir" me llamaba para charlar; contándome lances que empezaron a situar en mi espíritu el concepto de lo popular. La nueva vida Las mismas maneras de aquellos compañeros que al salir para almorzar me invitaban a que los convidara a tomar un vaso de vino quinado, en el célebre barrilito de la Franco Inglesa, me sirvieron de índice. Yo estaba habituado a los modales corteses, limpios y cultos de la Escuela. ción, cuando oí gran alqazara en Una de las salas próximas: la de "sociales", ¿Qué había pasado? Pues ahí era nada el tole tole que se había armado. He dicho ya en otra parte de esta crónica que Josué y Julio Quesada tenían de ayudante en esa sección a Alfredo Témperley. Era este compañero un hombre recio, semicalvo, jovial, con unos grandes bigotes que lo aviejaban y un abdomen que denunciaba sus propensiones pantagruélicas. Se ocupaba en la sección "sociales", de los enfermos, los viajeros, las traslaciones, etc., para lo cual tenía exclusivamente un teléfono independiente. Parece que el doctor M, F., hombre de 74 años bien galopeados, hallábase muy enfermo. . Témperley tenía la: nota necrológica preparada e inclusive compuesta en el taller, y mientras tanto se dedicaba a "vigilarlo". Estos hombres procedían con una liberalidad desconcertante. Pero aquella misma despreocupación era más cómoda. Parecíame más sincera. Pero pasaban los días, y cuando Témper1ey, sobre las tres de la tarde, preguntaba por el estado de M. F., le decían que estaba mal, que había mejorado algo, ete. Recordaba que por descuido había dejado de saludar a un compañero, lo que originó tal incidente que después del toque de "silencio" hubimos de ir a la plaza de armas a rompernos las narices. Lo cierto del caso es que, vaya a saberse si por obsesión o porque realmente no ocurría nada, Morales les había dicho a los Quesada que en "socíaíes'" no pasaba nada, lo que periodísticamente tíenen una sjgnjfic~ción mortificante. Aquí, de pronto, Buffalini venía preocupado con problemas sentimentales y no saludaba a nadie. A los quince minutos, capitulaba, y con lágrimas en los ojos nos contaba su conflicto. Quesada Pasaron días de desconcierto sin conseguir una noticia. Todo lo que había logrado hacer eran tres gacetillas sobre bailes a realizarse un sábado en los centros sociales de entonces, y cuando las busqué en la columna. correspondiente, no aparecían ... ¿Estaban mal redactadas? No. Había un gran aviso de liquidación. Sobraban diez centímetros y fueron mis tres gacetillas ... llamó a Témperley. -Ché, Témperley, ¿qué pasa? -le dijo Josué--¿Qué pasa que no pasa nada ni en la 3a ni en la 4a? Esas era las dos ediciones entonces. -Y.., estoy con el doctor caer, pero se aguanta ... Una necrología demorada 59 de "La Razón" M. F., que está al -- CIENCIAS Saldtas ----._----- DE --...,...,.-----~.~~.~--.~,-.:.-.,-------.-~.....::.y...~'_._.~-._---'- .. ~:.~~ LA -Lo que sea, che, Témperley, pero es necesano hacer algo. Morales se queja. -¿ Vos eras guarda de "La Capital"? Entonces Témperiey, en plena obsesión, fue al teléfono y, cuando le contestaron, preguntó: -De "La Razón", señorita. COMUNICACION ¿El doctor M. F.? De allá le habrán contestado: -Sí. En Montevideo lo era. Mí vieja era lavandera y mi padre enlazador:. Allá, en Rosa~ río, en la Colonia. En Montevideo quise esíudiar. ¿Con qué? Entré de guarda de tren y así llegué a la Facultad hasta que la última intentona revolucionaria blanca nos mandó al tacho en mi tierra _iEstá mal! -¿ y cómo te libraste? -¿Muy mal, señorita? ¿Cómo? ¿Agonía? ... y dígame, señorita, ¿no me podría informar si se morirá para "la cuarta"? (Se refería a la cuarta edición del diario). El consejo de Méndez -Un día por un descuido, tuvimos un choque y yo pasé el parte en verso. En la gerencia me pagaron y me dijeron que fuera a los diarios a versear. Les hice caso a los tranvíanos, Y aqu í estoy. -Pero hay que verte escribir y le decís a ese "ispetor" que engrasas las máquinas. Aquel episodio me avivó un poco sin engallarme. Era preciso que yo encontrara que debía revelarme periodista intuitivo a los ojos de mis compañeros de redacción. -No, gracias. Vengo cansado del diario. -En esta vida hay que achicarse cuando hace falta. ¿Qué hubiera ganado con decirie la verdad? ¿Explicarie lo que quiere decir editorial? ¿ Ves? Y ahora, oíme pibe. Yo tengo un gran respeto por tu padre historiador; me lo sé de memoria. Aunque estés peleado con él, como dice el refrán: hijo e tigre, overo ha de ser... No te desanimés porque te esté pasando eso. Esforzate. Sabé que están por echarte porque no servís para nada, Desmentí eso y no te echan. Ahora te van a dejar en el servicio telefónico de las noticias que la agencia de "La Razón" pasa desde La Plata. Tenés que recibirtas y redactartas, lIevarlas a la imprenta y esperar la "cuarta" a ver como salen. -¿En qué diario estás? =Pero, Esa tarde, cerca del anochecer, salimos juntos con Méndez. Tomamos juntos e116. Cuando estábamos a la altura de Pueyrredón subió un inspector a revisamos los boletos, yal a1argarle Méndez los nuestros, el hombre, asombrado y gozoso, exclamó: -¡Méndez! ¿Sos vos? ¡Tanto tiempo! ¿Porqué te fuiste de "La Capital"? Yo seguí. .. Ya ves, ahora soy "íspetor" ... Ahora, cuando termine, bajamos ... -En "La Razón". -Sí, pero escuchame bien. El periodista escribe para interés del público. Has leído diarios y novelas. Me has contado lo de tu periódico imitando el tono festivo de los semanarias consagrados. Bueno. Ahí está la cosa. Si de policía: Sherlock Holmes; sí de C8$a de Gobierno, recordá el cliché de esa información. Si fallecimiento "e! amplío círculo de sus relaciones", "causó honda consternacíón", etc, ¿Me entendés? .L Y que hacés allí? .. _Engraso editorialista -Te las máquinas de entonces. -contestó el felicito. Bueno, será otra vez. ¡Adío! Ya nos tuteábamos ción suya con Méndez, por imposi- -. por lo menos, tendré noticias. 60 CIENCIAS -Creo - DE LA que sí ... COMUNICACION SaIdÚ14 ~ -".¿Sena aquél mi-díadeCisfvo? Lavoz de Foppa me llamó a fa realidad. Hasta mañana, pibe ... .y Méndez descendió del tranvía en Moreno y Urquiza. El "servicio" de La Plata -Vea, pibe. Lo'vamos a destinar al servicio de La Plata. Después de las doce, la agencia llama. Usted toma las noticias, las redacta, las lleva al taller y se va a su casa hasta mañana -Muchas gracias, Foppa. Eso quiere decir Pude apenas dormir aquella noche, a saltos, que no sirvo para nada. agitado por inquietudes insólitas. En toda mi vida jamás una preocupación me había des-No se ponga así, pibe. Míreme, yo tengo velado. Pero el tono sincero y amistoso, aundiez años más que usted y estoy trabajando. que desconcertante, del discurso de Méndez me había entrado. "Sabé que están por echar- _ ¿Cómo no lo va a hacer usted? te porque no servís para nada. Desmentí eso -Basta, señor Foppa ... y no te echan". Sin saber por qué, en vez de desanimarme aquello me encendía de valor. Deseaba que amaneciese para vestírme y correr a la redacción. Iban a ver como no era tan fácil echarme disponiendo de mi capacidad como cosa propia. La silueta de doña Luisa golpeándome los cristales del otro lado de la puerta me volvió de mis reflexiones. En tanto, Botana y Méndez, Berro y Trejo, Josué Quesada y Morales, seguían observándome. Cuando, de pronto, una mañana a las doce, en el momento en que volvía de convidar con los últimos diez pesos el vino quinado de mis amigos, llegué en el instante justo en que fa agencia de La Plata pasaba telefónicamente una información ímportarue -Son las seis. Le traje el café con leche, perque se siente más fuerte per el trsbeca -Gracias, Uno, dos, tres días, tomando las noticias de La Plata. "Nada. Yo no sirvo para nada", me estaba diciendo, porque en las noticias de la agencia predominaba un tono familiar tan insustancial, que predecía mi fracaso. doña Luisa. La encargada de la casa me daba el café con leche, y un plato de sopa con pan a la noche, compensando mi preocupación de enseñar a leer a unos hijos suyos que no iban al colegio porque andaban todo el día trayendo y llevando ropa para lavar y planchar, pues ya se leía en el letrero colocado en su ventana: "Se lava y plancha". Un crímlnal y la oportunidad . En Río Negro, un hombre que era capataz de una estancia, había enloquecido y había empezado a las puñaladas eliminando a toda la familía. En mi interior se entablaba de inmediato una Me levanté de un salto. Como nuevo. Hice mie., lucha. El telegrama era escueto. Mencionaba flexiones, tomé el desayuno, me vestí, e imlisa y llanamente los nombres de las víctimas paciente, en un bailoteo inevitable de las pierde ese bárbaro atentado y especificaba la nas, aguanté como un suplicio los cincuenta edad de cada víctima con la cantidad de puminutos largos que el carromato tardaba en ñaladas que había recibido. dejarme en Sarmiento y Florida, a pocos metros de la puerta del diarío.. Ante mí se alzó la figura monitora de! negro Angel Méndez, diciendo cuánto debía hacer 61 (, --. - -- - r -.:-- .- -- --": .. - --' - - :.::::. ~- .' SaldÚIS CIENCIAS DE LA en nombre del períodlsmo. Parecía resonar en mi oído su consejo: policial, Sheriock Holmes, .." "Si Tuve un minuto dubitativo. Luego, de un solo envión empecé a planear. El crimen de Río Negro. La ferocidad de un criminal singular. El lugar del suceso. El móvil del crimen. COMUNICACION te jurada, lo que mi pobreza me obligaba a hacer para defenderme. Años después, el gallego Lazcano, nuevo dueño de aquel bar, me decía que aquello formaba parte de su negocio, pues "estaba previsto", A las seis de la tarde, cuando salió la "cuarta" de la "La Razón" subí las escaleras de la calle Florida. Morales gritaba: Inmediatamente empecé a redactar de acuerdo con ese sumario la gran noticia para el diario. Recuerdo que escribí, escribí carillas. Me sentía casi orgulloso pensando que escribía las carillas como se las había visto escribir al Negro Méndez. -¿Quién ha escrito este crimen? Trejo no estaba ... ¿Quién fue? ... Nadie contestaba. Yo, pálido, no obstante el colordeñnitivamente moreno de mi tez, me presenté. Cuando terminé de inflar el telegrama con los lugares comunes de "e! teatro del suceso", "as víctimas", "el victimario", "el móvil del crimen", ete ... , había escrito dieciséis caríllas. -Va, señor. -¿Vos? Salí de "La. Razón" de Florida, su redacción, hacia el taller. El taller estaba ubicado en la calle San Martín, entre Rivadavia y Barto!omé Mitre, donde hoy está el BancoArgentino-Uruguayo. Llegué aHí con mis carillas ante Andrade, el regente del taller, un rubio bigotudo que se creía el dueño del diario. **********************~*.***** FUNDAMOS "CRITICA" El secreto de Botana. - Los sucesos en verso yel diccionario lunfardo. - Exito periodístico y dificultades económicas. - Pulsando el sentido de lo sensacional. -Bueno, muchacho, te diste el gusto. Así, a ojo de buen cubero, me parece que ganás ... ¿Quién -era capaz de mandarme a casa? Ambulé por el centro. Ahí no más, en San Martín y Bartolomé Mitre, estaba una casa de sándwiches. Tenía la referencia de la redacción de que podía comer diez sándwiches y acusar cuatro. El gallego" Ramírez decía que estaba previsto. Botana me esperaba con Méndez en un café solamente frecuentado por hombres de negocios, en Rivadavia y Maipú. Hacía unos meses dejamos "Sherlock Holmes", una gran revista, la primera de carácter policial que se publicó entre nosotros, editada por Coltella y dirigida por Juan Clara, y habíamos hecho una fructuosa gira por toda la república. Yo tenía dieciocho años, un peso y cuarenta y hambre, Entré en el bar. Empecé a comer sándwiches, puse la moneda para el vaso de vino, y por primera vez en mi vida aboné treinta centavos por ocho sándwiches que había comido. El proyecto planeado durante nuestras largas tertulias, ese gran diario con el que Botana soñaba siempre, se iba a concretar. Así empecé a sentir la voluptuosidad de mentir como en una declaración espontáneamen62 ETER – ESCUELA DE COMUNICACIÓN HISTORIA DE LOS MEDIOS UNIDAD 3 Bibliografía de lectura obligatoria: Martin Sivak: - “Clarín: el gran diario argentino: una historia”. Primer tomo. Prólogo. Editorial Planeta. 2013 - “Clarín. La era Magnetto”. Prólogo. Editorial Planeta. 2015