Subido por Juliana Rodz

ARQUITECTURA AMARNA

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ARQUITECTURA AMARNA
El Barrio Palaciego de Amarna. El palacio del faraón se extiende a ambos lados de la via real. Las alas privadas y
oficial estaban conectadas mediante un puente. La pareja real se mostraba al pueblo desde este puente. A) Palacio
residencial: 1 Residencia del faraón, 2 Almacenes, 3 Puente, 4 “Via real” B) “Harén. C) Palacio oficiales. Abajo: El gran
templo de Atón, el dios sol, vive en los cielos. Sus templos incorporan el cielo a su concepción arquitectónica,
sustituyendo los espacios cerrados por patios abiertos. Para los sacrificios al dios Atón, celebrados al aire libre en
estos patios, se usaban cientos de altares pegados unos a otros: 1 Pilono 1º. 2 Sala de ceremonias. 3 Pilonos 2º y 6º. 4
patios con altares. 5 Altares. 6 Patios con capillas.
Reconstrucción del Gran Templo de Atón en Amarna. Este templo de planta rectangular muy alargado formaba la
parte delantera de un gigantesco recinto, llamado Per-Iten , consagrado al dios Atón. Actualmente solo se conserva
restos del muro de ladrillo y de los cimientos, ya que la mayor parte del material de piedra fue desmontado y
reutilizado en los templos de la orilla occidental de Egipto. El culto que se celebraba en los patios abiertos en honor
del dios sol, está representado tanto en las tumbas de los altos funcionarios de Amarna, como en las paredes del
propio templo. El Per-Iten era el lugar principal de culto del dios Atón y, por lo mismo, lo fue también de todo el
recinto bajo el reinado Akhenatón. Sólo así se explica la inmensa variedad y cantidad de ofrendas que se depositaban
en sus centenares de altares. Los grandes altares elevados a modo de estrados, situados en los patios posteriores,
estaban reservados seguramente al rey y a su familia. Ellos eran mediadores y garantes de la continuidad de la fuerza
divina del sol. Amarna.
ESCULTURA
Estatuas de Amenofis IV. XVIII D. Pilares del templo salar que este faraón hizo edificar en
Karnak, al principio de su reinado. Evidentemente Bek, autor de la escultura, seguía las
instrucciones del joven príncipe porque, abandonando la idealización de las formas
humanas y la elegante síntesis entre hombre y dios, trató aquí de ceñirse a un realismo
casi desconcertante: cuello desmesurado que la barba no disimula, hombros caídos,
pecho hundido, brazos frágiles y pelvis baja y pesada sobre piernas demasiado cortas.
Torso de una estatua de la reina Nefertiti, XVIII d. hacia 1345, arenisca silicatada de color
rojo oscuro, altura: 29,5 cm. Apenas cubierta por un vestido de tejido plisado que está
anudado bajo el seno derecho, la marcada feminidad de este torso de la reina de Nefertiti
refleja la idea de fertilidad de modo insuperable; como revela una cuidadosa observación de
la naturaleza que pone en evidencia, todavía a través de la túnica transparente, las arrugas
de la pie. Una sensualidad difusa se desprende de estos hombros finos y del abdomen
dilatado, cortado por un extraño ombligo lineal. La sensual presencia del modelo corporal
hace de esta escultura una obra maestra de la escultura egipcia de todos los tiempos.
Busto de la Reina Nefertiti, XVIII d.,hacia 1340 a.c., caliza pintada,
altura:50 cm. Quizás solo comparable con la máscara de oro del rey
TutanKamón, La reina está representada con un tocado que le es
característico, denominado “toca de Nefertiti”, rematado con una diadema
y una serpiente (uraeus) sobre la frente. A ello se suma un amplio colar
formado por innumerables piezas de varios colores que imitan flores. Las
equilibradas proporciones de la obra son tan impresionantes como la
policromía de su pintura. El busto fue encontrado en el taller de su escultor
Tutmosis, donde se debió de utilizar, sin duda, como modelo obligatorio
para la talla de todas las estatuas de la reina que se elaboraban allí.
El rey Akhenaton, la reina Nefertiti y una de sus hijas ofreciendo
libaciones al disco solar. Un buquets de flores de lotos está puesta
sobre mesas de sacrificio. Piedra caliza, relieve rehundido. XVIII D.
Hacia 1340 a.C. El estilo resaltado de los rasgos faciales y del
cuerpo no debe entenderse dentro de un cierto “realismo”, sino
que servía para expresar un concepto religioso: el rey y la reina
poseen las cualidades de los dioses de la fertilidad. Son
componentes activos de la creación y pueden asegurar su
perpetuidad mediante el culto al dios Atón. Este bloque formaba
parte originalmente de la balaustrada de una rampa de acceso en
el gran palacio real.
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