ARQUITECTURA AMARNA El Barrio Palaciego de Amarna. El palacio del faraón se extiende a ambos lados de la via real. Las alas privadas y oficial estaban conectadas mediante un puente. La pareja real se mostraba al pueblo desde este puente. A) Palacio residencial: 1 Residencia del faraón, 2 Almacenes, 3 Puente, 4 “Via real” B) “Harén. C) Palacio oficiales. Abajo: El gran templo de Atón, el dios sol, vive en los cielos. Sus templos incorporan el cielo a su concepción arquitectónica, sustituyendo los espacios cerrados por patios abiertos. Para los sacrificios al dios Atón, celebrados al aire libre en estos patios, se usaban cientos de altares pegados unos a otros: 1 Pilono 1º. 2 Sala de ceremonias. 3 Pilonos 2º y 6º. 4 patios con altares. 5 Altares. 6 Patios con capillas. Reconstrucción del Gran Templo de Atón en Amarna. Este templo de planta rectangular muy alargado formaba la parte delantera de un gigantesco recinto, llamado Per-Iten , consagrado al dios Atón. Actualmente solo se conserva restos del muro de ladrillo y de los cimientos, ya que la mayor parte del material de piedra fue desmontado y reutilizado en los templos de la orilla occidental de Egipto. El culto que se celebraba en los patios abiertos en honor del dios sol, está representado tanto en las tumbas de los altos funcionarios de Amarna, como en las paredes del propio templo. El Per-Iten era el lugar principal de culto del dios Atón y, por lo mismo, lo fue también de todo el recinto bajo el reinado Akhenatón. Sólo así se explica la inmensa variedad y cantidad de ofrendas que se depositaban en sus centenares de altares. Los grandes altares elevados a modo de estrados, situados en los patios posteriores, estaban reservados seguramente al rey y a su familia. Ellos eran mediadores y garantes de la continuidad de la fuerza divina del sol. Amarna. ESCULTURA Estatuas de Amenofis IV. XVIII D. Pilares del templo salar que este faraón hizo edificar en Karnak, al principio de su reinado. Evidentemente Bek, autor de la escultura, seguía las instrucciones del joven príncipe porque, abandonando la idealización de las formas humanas y la elegante síntesis entre hombre y dios, trató aquí de ceñirse a un realismo casi desconcertante: cuello desmesurado que la barba no disimula, hombros caídos, pecho hundido, brazos frágiles y pelvis baja y pesada sobre piernas demasiado cortas. Torso de una estatua de la reina Nefertiti, XVIII d. hacia 1345, arenisca silicatada de color rojo oscuro, altura: 29,5 cm. Apenas cubierta por un vestido de tejido plisado que está anudado bajo el seno derecho, la marcada feminidad de este torso de la reina de Nefertiti refleja la idea de fertilidad de modo insuperable; como revela una cuidadosa observación de la naturaleza que pone en evidencia, todavía a través de la túnica transparente, las arrugas de la pie. Una sensualidad difusa se desprende de estos hombros finos y del abdomen dilatado, cortado por un extraño ombligo lineal. La sensual presencia del modelo corporal hace de esta escultura una obra maestra de la escultura egipcia de todos los tiempos. Busto de la Reina Nefertiti, XVIII d.,hacia 1340 a.c., caliza pintada, altura:50 cm. Quizás solo comparable con la máscara de oro del rey TutanKamón, La reina está representada con un tocado que le es característico, denominado “toca de Nefertiti”, rematado con una diadema y una serpiente (uraeus) sobre la frente. A ello se suma un amplio colar formado por innumerables piezas de varios colores que imitan flores. Las equilibradas proporciones de la obra son tan impresionantes como la policromía de su pintura. El busto fue encontrado en el taller de su escultor Tutmosis, donde se debió de utilizar, sin duda, como modelo obligatorio para la talla de todas las estatuas de la reina que se elaboraban allí. El rey Akhenaton, la reina Nefertiti y una de sus hijas ofreciendo libaciones al disco solar. Un buquets de flores de lotos está puesta sobre mesas de sacrificio. Piedra caliza, relieve rehundido. XVIII D. Hacia 1340 a.C. El estilo resaltado de los rasgos faciales y del cuerpo no debe entenderse dentro de un cierto “realismo”, sino que servía para expresar un concepto religioso: el rey y la reina poseen las cualidades de los dioses de la fertilidad. Son componentes activos de la creación y pueden asegurar su perpetuidad mediante el culto al dios Atón. Este bloque formaba parte originalmente de la balaustrada de una rampa de acceso en el gran palacio real.